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De acuerdo con la APA (1996), podemos agrupar los síntomas clínicos de la enfermedad
de Alzheimer en tres grupos: neurológicos, neuropsicológicos y psiquiátricos, que
dependen, en gran medida, de la localización de los cambios neuropatológicos.
Similarmente, cuando las lesiones anatómicas progresan, los pacientes tienen dificultad
para manejar o controlar el espacio, llegando incluso a desorientarse dentro de su propia
casa. Estos pacientes tienen dificultad para vestirse y colocar los cubiertos en orden sobre
la mesa. A este respecto, recientemente se ha propuesto que la función atencional (atención
sostenida, selectiva y dividida) constituye la segunda esfera cognitiva más deteriorada en la
enfermedad de Alzheimer después del deterioro amnésico.Asimismo, en el transcurso de la
enfermedad aparecen deterioros perceptivos, dando lugar al surgimiento de los trastornos
en el reconocimiento visual, dificultades en el reconocimiento de objetos (agnosia) y de
rostros familiares (prosopagnosia) -incluso su propio reflejo- y en las habilidades gestuales
y visuoconstructivas.La alteración del lenguaje aparece cuando las áreas que rodean la
hendidura perisilviana se ven afectadas. Este trastorno del lenguaje se caracteriza por
anomia, pérdida de fluencia, tendencia a la repetición y deterioro progresivo de la
comprensión verbal.
Por su parte, los síntomas neurológicos aparecen sólo en la última fase de la enfermedad, a
medida que las estructuras subcorticales se ven implicadas. Concretamente, las alteraciones
neurológicas consisten en trastornos extrapiramidales (rigidez generalizada, acinesia, etc.),
alteraciones de la deglución, incontinencia, miocronías y aparición de reflejos primitivos
como por ejemplo hociqueo, pensión, succión o palmomentoniano, etc.
En suma, la enfermedad de Alzheimer se caracteriza por un derrumbe psíquico y físico que
se inicia con trastornos de la memoria (fase amnésica), seguidos por una alteración
progresiva de las otras funciones mentales y de la personalidad (demencia), para terminar
con el deterioro de las funciones físicas y vegetativas, con pérdida de la marcha y del
control de esfínteres. Como consecuencia de este deterioro cognitivo, se produce un
declive en el funcionamiento personal y social, tanto en las actividades básicas como en las
de la vida diaria, perdiendo por completo su calidad de vida.
TRATAMIENTO