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ESCUELA DE DERECHO
“RÉGIMEN ECONÓMICO”
Alumnos:
-Sanchez Suarez Miguel Angel
Docente:
Curso:
Derecho Comercial I
Ciclo 2022-I
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 3
1.CONSTITUCIÓN ECONÓMICA 4
1.1 Economía Social de Mercado 4
1.2 Principio de Subsidiariedad 6
1.3 Servicio Público 9
1.4 Régimen Agrario 9
2. DERECHO A LA PROPIEDAD 11
2.1 Contenido Constitucional 11
2.2 Debido proceso 12
2.3 Expropiación 13
3. LIBERTAD DE EMPRESA 13
3.1 Concepto 13
3.2 Límites generales 14
3.3 Relación con la libertad de trabajo 15
4. LIBRE COMPETENCIA 16
4.1 Aspectos esenciales 17
4.2 Función reguladora del Estado 18
4.3 Límites 19
5. Análisis de sentencias 20
CONCLUSIONES 26
Anexos 30
INTRODUCCIÓN
En los últimos tiempos, uno de los tópicos más controversiales del derecho Constitucional es
el del régimen económico. El régimen económico congregado por primera vez en la
Constitución Política de 1979 ha dispuesto las reglas de juego tanto a agentes económicos
como consumidores, bajo la mirada supervisora del Estado, se han sujetado desde su
introducción en la mencionada carta elemental. Resulta de especial consideración, que la
reciente coyuntura política tenga entre sus debates más resaltantes los referidos a la materia
económica de la actual Constitución Política en vigencia desde 1993. Es pues, que deviene
necesario el realizar una inspección detallada a dicho régimen, a fin de analizar los principios,
sujetos, libertades y demás elementos que configuran el capítulo económico de nuestra
Constitución vigente.
Como cuarto y quinto punto, se estima necesario desarrollar dos de las principales libertades
fundamentales que nuestra Constitución confiere a quienes deseen integrarse como agentes
económicos en el Mercado. De ese modo, tanto la libertad de empresa y competencia serán
materia de estudio en cuanto a sus aspectos esenciales y límites.
Por tanto, el objeto de estudio del presente trabajo comportará una revisión detallada de los
principios, facultades y limitaciones que rigen la actuación del Estado, las empresas y los
consumidores/usuarios dentro de una Economía Social de Mercado.
1.CONSTITUCIÓN ECONÓMICA
Es el régimen económico de la Constitución donde se expresa que nuestro país tiene una
economía social de mercado. Es aquí donde se manifiestan las reglas generales que deben
cumplir los privados y el Estado para su intervención en el mercado. De esta manera, el
fundamento esencial será el rol protector del Estado con de la población, pero sin que esa
intervención sea arbitraria o vulnere derechos fundamentales; y su rol supervisor con los
privados para su comportamiento favorable y evitar fallos en el mercado. Por tal, la existencia
de un régimen económico es conveniente para evitar los cambios drásticos de la economía.
La constitución política actual en su artículo 58 establece que el Perú ejerce una economía
social de mercado la cual es un sistema que se popularizó en alemania el siglo pasado que se
opone a una economía sin regulación e intervención del estatal pero que se opone también a
que el estado maneje la economía sin libre mercado.
Con estas características, se evidencia que el Estado Peruano busca garantizar principios y
derechos básicos tales como: libertad, seguridad, propiedad e igualdad ante la ley;
otorgándoles un contenido material a partir del supuesto de que el individuo y la sociedad no
son categorías aisladas, sino que guardan recíproca implicación.
Es así que, bajo el marco del Estado Social y Democrático de Derecho se configuran los fines
de nuestro régimen económico en tanto economía social de mercado. Por tanto, la cualidad
social del régimen establece que el Estado no puede ni debe ser indiferente ante las diferentes
actividades económicas que realizan los particulares.
En tal sentido, el artículo 58 de la Constitución peruana establece que el régimen económico
se ejerce en una economía social de mercado, representativa de los valores de libertad e
igualdad; a partir del cual, se limita además la participación del estado, otorgándole a éste,
una actuación subsidiaria en la economía en la que ha de fomentar, estimular, coordinar o
complementar, de manera supletoria, a la libre iniciativa privada.
En efecto, la Constitución reserva al Estado, respecto del mercado, una función supervisora y
correctiva o reguladora, ya que, si bien el ejercicio de la libertad de los individuos en el
mercado debe ser garantizada plenamente, también es cierto que debe existir un Estado que
intervenga manteniendo su función garantizadora del bien común. Pero esto no significa que
esta intervención sea de manera arbitraria e injustificadamente en el ámbito de libertad, el
cual es reservado a los agentes económicos.
En otras palabras, en una economía social de mercado, tanto los particulares como el Estado
asumen deberes específicos. En el caso de los particulares tiene el deber de ejercitar las
referidas libertades económicas con responsabilidad social. Y, en el caso del Estado tiene el
deber de ejercer un rol vigilante, garantista y corrector, ante las deficiencias y fallos del
mercado, y la actuación de los particulares.
“Artículo 61°.- El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica
que limite y el abuso de posiciones dominantes o monopólicas. Ninguna ley ni
concertación puede autorizar ni establecer monopolios. (..)”
Entonces, entendiendo los principios rectores a través de los cuales son entendidas las
diferentes libertades económicas y lo explicado por el Tribunal Constitucional, máximo
intérprete de nuestra constitución, se debe tener en cuenta que, los particulares no pueden en
todas las situaciones alegar la exclusividad de las libertades económicas que se les otorgan
con el fin de oponerse a cualquier intervención del poder estatal. Dado que, el Estado cuenta
con la facultad de intervenir, cuando sea necesario, con la intención de corregir aquellas
deficiencias que se dan en el mercado por causa de los particulares o los fallos del mismo,
pero con una actuación justa y no arbitraria de esta facultad.
Sólo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente actividad
empresarial, directa o indirecta, por razón de alto interés público o de manifiesta
conveniencia nacional.
Este principio implica, por un lado, un límite a la actividad estatal, pues el Estado no puede
participar libremente de la actividad privada, sino que solo lo podría hacer de manera
supletoria, lo que debe ser entendido como una función supervisora y correctiva o reguladora
del mercado; y por el otro, un reconocimiento de que el mercado no puede regularse por sí
solo, lo cual justifica la función reguladora y protectora del Estado. Es decir, la Constitución
plantea la función supletoria del Estado ante las imperfecciones u omisiones de los agentes
económicos (fallas de mercado), en la búsqueda del bien común.
Cabe señalar que, en el fundamento 19 de la Sentencia Nº 008-2003 AI/TC el Tribunal
Constitucional ha establecido que el principio de subsidiariedad tiene dos dimensiones: una
vertical, y otra horizontal:
“(…)
La subsidiariedad vertical se refiere a la relación existente entre un ordenamiento
mayor -que puede ser una organización nacional o central- y un ordenamiento menor
que pueden ser las organizaciones locales o regionales-, según la cual el primero de
ellos sólo puede intervenir en aquellos ámbitos que no son de competencia del
ordenamiento menor. Dicha orientación guarda estrecha relación con los servicios
públicos y el desarrollo económico-social.
Por otro lado, la subsidiariedad horizontal se refiere a la vinculación que existe entre el
Estado y la sociedad, específicamente con los agentes económicos. Es decir, el Estado reduce
su intervención en la vida económica a lo mínimo esencial, dejando libertad a las personas y
empresas para actuar en la misma. Este rol subsidiario debe ser entendido como la abstención
del Estado para participar en la economía, salvo que intervenga en la misma para corregir las
deficiencias de la iniciativa privada.
Finalmente, ambos sentidos del principio de subsidiariedad reflejan que este es un elemento
fundamental en todo estado democrático de derecho, dentro de la descentralización
institucional y la autonomía de lo social, propugnando un proceso de socialización de los
poderes públicos, mediante un equilibrio entre lo público y lo privado para lograr la
pacificación social y la resolución de conflictos mediante el respeto irrestricto de las
libertades individuales.
Fallos de Mercado
Dentro de la economía moderna uno de los principales objetivos es alcanzar los mayores
niveles de eficiencia, lo que significa alcanzar un óptimo de Pareto.
Sobre el particular, Stiglitz (2000) entiende a los óptimos de Pareto como “un cambio que
mejore el bienestar de una persona sin empeorar el de otra”(p.16). Es así que, cuando dentro
de un mercado se presentan situaciones que se alejan del óptimo de Pareto, nos encontramos
ante la presencia de un fallo del mercado, con lo cual se justifica la intervención del Estado
en la economía a través de la regulación económica.
Al respecto Stiglitz identifica 6 casos que considera son fallos del mercado:
- Fallo de la competencia.
– Bienes públicos.
– Externalidades.
– Mercados incompletos.
– Fallos de información.
Cabe señalar, que el Tribunal Constitucional considera que la titularidad estatal de un servicio
no lo convierte en un servicio público sino el hecho de que cumpla con las características
antes señaladas, independientemente de si el servicio lo presta el sector público o privado.
Asimismo, el máximo intérprete de la Constitución indica que, aunque la gestión del servicio
se haya concedido o autorizado al sector privado, ─por ejemplo, para lograr una prestación
más eficiente del mismo─ el Estado no pierde capacidad para intervenir en la regulación de
dicho servicio, pues debe garantizar el disfrute efectivo del mismo, dada su naturaleza
esencial y continua para la población; y, por tanto velando para que el servicio se otorgue en
condiciones de adecuada calidad, seguridad, oportunidad y alcance a la mayoría de la
población.
1.4 Régimen Agrario
En ese sentido, será conveniente hacer un breve resumen del conflicto que se presenta en
dicha sentencia, pues la parte demandante Teódulo Hernán Roa Burneo, en su condición de
presidente de la Junta Directiva de la Federación Agraria de San Lorenzo-Cruceta, interpone
demanda de amparo contra el Presidente Regional de Piura y los representantes legales de la
Junta de Usuarios del Valle de San Lorenzo y del Distrito de Riego de San Lorenzo. Dado
que, los demandados, al amparo de la Ordenanza Regional N.O 043-2004/GRP-CR
procedieron a imponer multas y cerrar las compuertas con el fin de restringir el agua a los
agricultores.
De esta manera, la recurrente manifiesta que se le impide el desarrollo del cultivo de arroz, el
cual está destinado al sostenimiento familiar. Pero aquella Ordenanza Regional N.O
043-2004/GRP-CR en la que se amparan los demandados, prohíbe la siembra de arroz en los
valles del departamento de Piura en un tiempo determinado que se establece en la norma. Es
así que, la recurrente sostiene que se le han vulnerado ciertos derechos mencionados líneas
más arriba. Y, en tanto el Tribunal Constitucional dictaminará cuál de las partes tiene la
razón, en este caso, determinar si la parte demandada actúo en función de sus atribuciones o
con tal actuación afectó derechos fundamentales de la recurrente.
Entonces, de dichas normas citadas así como el fundamento del Tribunal Constitucional se
infiere que los Gobiernos Regionales tienen autonomía política, y pueden intervenir en
asuntos que son de su competencia con el fin de fomentar la economía regional. Así, entre
una de sus funciones está el ejecutar políticas agrarias con el objetivo de fomentar el
desarrollo agrario. Por ende, la Ordenanza Regional N.O 043-2004/GRP-CR en la que se
amparan los demandados, fue dispuesta por el Gobierno Regional realizando sus funciones
que la Ley y la Constitución le otorga, y como tal los agricultores del valle del departamento
de Piura están obligados a cumplir lo que manda dicha ordenanza.
Por otro lado, en cuanto a la vulneración del derecho al trabajo, no se puede decir que se
lesionó, pues si bien toda persona tiene derecho al trabajo también deben someterse al
cumplimiento de la Ley. Es decir, los agricultores deben cumplir lo que la Ordenanza
Regional está ordenando, pues fue dada con el fin de lograr un mayor beneficio en tiempos de
sequía. Para la vulneración del derecho a la propiedad se puede decir que se lesiona cuando
se priva el ejercicio de del uso, disfrute y disposición. Sin embargo, no fue así, ya que no se
les privó el ejercicio de estas facultades de la propiedad, solo se les dio otro opción de riego
que fue aprobado por la autoridad competente.
En consecuencia, se puede decir que con dicha norma se prevé que el Estado debe prestar
apoyo al desarrollo agrario, y las maneras de fomentar ese desarrollo es a través de planes y
políticas agrarias ya sea en el ámbito nacional, local o regional. Así mismo, supervisar las
campañas agrícolas con el fin de que no se vulneren derechos fundamentales, pues el
Régimen Agrario consiste en la aprobación de normas que van a promover el Sector Agrario.
Aquel sector que en los últimos años ha crecido y que gracias a él se juega un rol importante
en el crecimiento de exportaciones. Por tanto, con las normas reguladas por nuestro
ordenamiento jurídico se verifica que el Régimen Agrario ayuda a la inversión de actividades
agrícolas.
2. DERECHO A LA PROPIEDAD
EXP 3773-2004-AA/TC
Se trata de un recurso de casación interpuesto por Lorenzo Cruz Camillo, que declara
improcedente la demanda de amparo donde solicita que se declare inaplicable la Resolución
de Alcaldía con la cual se aprueban los planos de Lotización, Ubicación y Memoria
Descriptiva de la Asociación Centro Poblado Los Gramadales, el señor Lorenzo presentó
dicha demanda pues pertenece a la "Asociación de Poseedores Los Gramadales de
Aucallama" y por lo cual se le estaba vulnerando su derecho constitucional de posesión y
propiedad.
Además, el señor Lorenzo señala que su Lote Nro 03 de la Mza. "C" lo viene poseyendo por
más de diez años y que el Alcalde de la Nueva Asociación ha realizado trabajos de
aplanamiento de calles y avenidas, considerando en un plano su lote como una calle.
EXP. W 7060-2006-PA/TC
Esta sentencia trata de un recurso de agravio constitucional interpuesto por María Magdalena
Rivera de Ruiz y Santiago Alfonso Ruiz Pajares, pues declararon infundada la demanda
anteriormente interpuesta por los mismos contra el alcalde de San Isidro, ya que ordenó a la
demolición del departamento de su propiedad mediante proceso coactivo, además que habían
pedido se suspenda la ejecución forzada de demolición de su propiedad hasta que el alcalde
resuelva su recurso de nulidad, oposición y suspensión, y que cumpla con el proceso
administrativo de ejercer su derecho de defensa y hacer uso de los medios impugnatorios,
asimismo señalaron que no se ha seguido proceso alguno ni se les notificó. Ya en primera
instancia declararon fundada la demanda considerando que el problema existía y fue
realizado con el anterior propietario y que con la adquisición del inmueble se dio una
sucesión procesal, y por lo tanto la municipalidad debió hacerles de conocimiento la
situación. Después revocaron la apelada y la reformaron infundada, ya que no se ha
acreditado que al momento de iniciarse el procedimiento administrativo la autoridad conocía
la situación de los nuevos propietarios.
En conclusión, la decisión del TC tomó en cuenta que al tratarse de una posible violación o
infracción al derecho de propiedad y encontrarse reconocido constitucionalmente, se debe
demostrar la titularidad, además que, en caso de traspaso de propiedad, los procesos
administrativos serán guiados hacia el infractor y no hacia el nuevo titular, considerándose
también que, al nuevo titular o propietario, por derecho debe informársele toda situación que
tenga que ver con su bien inmueble.
2.3 Expropiación
Respecto a los límites del derecho a la propiedad, “La máxima expresión de las limitaciones
del derecho de propiedad está dada por la expropiación forzosa. Esta figura jurídica importa
al acabamiento del derecho de propiedad privada, al adquirir el Estado, de modo obligatorio,
bienes pertenecientes a los particulares, que son necesarios para la realización de los fines del
Estado.”(Avedaño,2016), es decir el estado puede limitar los derechos individuales,
específicamente la realización de sus funciones: esenciales o las facultativas, de manera que
se mantenga el orden jurídico, el bienestar y el progreso social, y por lo mismo existe la
facultad del estado de expropiar está justificándose en los fines jurídicos y sociales
anteriormente señalados.
2.4 Indecopi
3. LIBERTAD DE EMPRESA
3.1 Concepto
Según el artículo 59° de la constitución Política del Perú, el derecho a la libertad de empresa
se determina como ““el de poder elegir la organización y efectuar el desarrollo de una unidad
de producción de bienes o prestación de servicios para satisfacer la demanda de los
consumidores o usuarios”.
Este derecho expresa que, la empresa puede realizar actividades empresariales sin que exista
ninguna negación por parte del Estado, siempre y cuando sus actividades sean lícitas y se
ajusten al ordenamiento jurídico. Con esto, la empresa podrá introducir su modelo económico
al mercado y competir ejerciendo la libertad que les otorga por ley constitucional.
Al análisis de este fundamento, se afirma que, si bien es cierto decir que la libertad de
empresa está constituida como un derecho adoptado por nuestra constitución, ello no
consiente que se pueda realizar cualquier tipo de actividad económica sin ser regulada por el
Estado. Con ello, el Tribunal Constitucional indica que no se está cometiendo ninguna
vulneración la empresa de Transportes Megubus, en su calidad de libertad de empresa, sino,
lo que se está haciendo es regulando la ley emitida por el Ministerio de Transportes y
Comunicaciones, en cuanto a las limitaciones básicas que puede tener una empresa frente a la
actividad que realiza, por ello, la mencionada empresa no cumple con dichas limitaciones,
pues está brindando un servicio de transporte para personas en vehículos que inicialmente
fueron destinados al transporte de carga, contradiciendo totalmente lo señalado por el
Ministerio de Transportes y Comunicaciones, indicando que las empresas que brindan
servicios de transporte a personas deben tener vehículos diseñados y construidos
exclusivamente para el transporte de pasajeros.
Otro fundamento expuesto en la sentencia por la parte recurrente, es que se está vulnerando el
derecho a la libertad de contratar.
En cuanto a esto, se puede decir que toda empresa es libre de realizar la celebración de
contratos, así como la facultad de elegir a quienes realizará dichos contratos, dentro de una
regulación contractual. Por este fundamento, el Tribunal Constitucional afirma que, respecto
de los contratos que en su oportunidad haya celebrado la recurrente no hacen sino reiterar las
prohibiciones, de un lado, respecto de la actividad industrial de carrozado de ómnibus sobre
chasis originalmente destinado al transporte de mercancías con el propósito de destinarlo al
transporte de personas; y, de otro, respecto de la prestación del servicio de transporte
interprovincial de personas en ómnibus carrozados sobre chasís de camión, es decir, los
contratos celebrados fueron los de la compra de vehículos con chasis de camión para
carrozarlos, lo cual, coma ya fue señalado, era algo que iba en contra de la ley emitida por el
Ministerio de Transportes y Comunicaciones.
Con esto, el Tribunal Constitucional deja en claro que la libertad de empresa es un derecho
Constitucional regulado en nuestro ordenamiento jurídico, en el cual esta puede insertar su
modelo económico dentro del mercado a fin de generar beneficios en interés propio,
asimismo, esta libertad debe ser regulada por el ordenamiento jurídico.
Por otro lado, dentro de nuestro ordenamiento jurídico, primeramente, el artículo 2 del
derogado Código de Tránsito y seguridad Vial, establecía que “El tránsito de personas,
animales y vehículos en las vías de uso público e libre, pero está sujeto a la intervención y
reglamentación de las autoridades competentes, para garantía y seguridad de los habitantes”.
Además, el artículo 78 de la misma norma disponía que no deben circular los vehículos cuyas
características y condiciones atenten contra la seguridad de las personas, bienes y carga que
transportan. Es decir, en el ya derogado Código de Tránsito se establecía que el tránsito era
libre, pero era necesario cumplir determinados requisitos, como, por ejemplo, no atentar
contra la vida de quien ocupaba el servicio.
Sin embargo, actualmente, nos rige la ley General de Transporte Terrestre N° 37181, la cual
en su artículo 3 dispone que " La acción estatal en materia de transporte terrestre se orienta a
la satisfacción de las necesidades de los usuarios y al resguardo de sus condiciones de
seguridad y salud, así como la protección del ambiente y la comunidad en su conjunto";
asimismo, el numeral 4.3 del artículo 4°, establece que "El Estado procura la protección de
los intereses de los usuarios, el cuidado de la salud y seguridad de las personas y el resguardo
del medio ambiente". Es decir, es deber del Estado velar por la protección de quienes ocupan
el servicio de transporte, por lo que, si ante una situación como esta, en la que la Empresa de
Transportes y Turismo Pullman Corona Real S.R.L excede los límites permitidos por la ley
para el transporte interprovincial, como, por ejemplo, usar vehículos con carroza de ómnibus,
pero con chasís de camión, es obligación del estado limitar su derecho a la libertad de
empresa en deber de la protección de intereses de los usuarios.
En tal sentido, el Tribunal Constitucional deja en claro que la libertad de empresa se verá
regulada por los límites que ofrece la Ley N° 27181, Ley General de Transporte Terrestre, la
cual sostiene que se debe anteponer la protección de los usuarios a la libertad que pueda
poseer una empresa.
3.3 Relación con la libertad de trabajo
El Tribunal Constitucional, alega que una empresa es libre de generar trabajo de manera libre
según se considere oportuno. Sin embargo, no se podría vulnerar límites regulados por ley
para la ejecución de estos, puesto que contraviene el ordenamiento jurídico. Es así que, en el
presente caso, el TC afirma que no se puede otorgar una licencia de funcionamiento a una
empresa que ha excedido sus límites en el marco de la libertad de empresa.
Siendo así, se considera que la discoteca para la cual se pedía la licencia de funcionamiento
ha excedido límites, pues se encontraba funcionando sin licencia de funcionamiento, y en su
interior se encontró a menores de edad, además de ello, dicho centro de diversión estaba
alterando el orden público y las buenas costumbres, es así que el Tribunal Constitucional
declara infundada la demanda, pues la empresa no cumplió con los requisitos legales
correspondientes.
En tal sentido, el Tribunal Constitucional deja claro que una empresa no puede evadir
requisitos básicos y legales al momento de iniciar su funcionamiento, debido a que esto
ocasionará problemas contra la moral, las buenas costumbres, la salud o la seguridad de las
personas.
4. LIBRE COMPETENCIA
Entendida como libertad fundamental y principio rector de la actuación del Estado según el
Régimen de Economía Social de Mercado contemplado en nuestra vigente constitución, la
libertad de competencia surge para asegurar, en principio, la efectiva situación de igualdad
entre los agentes económicos que participan dentro del Mercado. Asimismo, se desprende
que la intervención del Estado será factible siempre y cuando se compruebe la existencia de
una situación de desigualdad dentro de algún sector económico.
Una adecuada interpretación de los artículos 59 y 61 de la Constitución Política del Perú nos
permite arribar a las anteriores acotaciones sobre la libertad de competencia. Partimos
entonces de que ambos detallan las facultades de actuación del Estado dentro del Mercado,
pero intrínsecamente dotan de valoración a la libre competencia.
Así, el Art. 59 expresa que: “(…) El Estado brinda oportunidades de superación a los
sectores que sufren cualquier desigualdad; en tal sentido, promueve las pequeñas empresas
en todas sus modalidades”. Haciendo referencia a que su intervención se hará tangible en
cuanto la libre competencia, entendida como la situación de igualdad entre empresas para
competir sin trabas ni obstáculos en el mercado, se vea comprometida.
Lo mismo sucede con el art. 61, mismo que desarrolla textualmente que: “El Estado facilita
y vigila la libre competencia. Combate toda práctica que la limite y el abuso de posiciones
dominantes o monopólicas. Ninguna ley ni concertación puede autorizar ni establecer
monopolios”. Nuevamente, se hace hincapié en los supuestos de intervención del Estado, sin
embargo, también puede entenderse que la libre competencia supone la autodeterminación de
las empresas sobre su participación en el Mercado, siendo esta una facultad reconocida
constitucionalmente.
El primero de ellos se define como “la libertad de acceso al mercado por parte de los distintos
agentes económicos”. Esta primera área se refiere a que cualquier persona, jurídica o natural,
con capacidad para producir un bien o prestar un servicio, puede ingresar al mercado de
acuerdo a sus propias consideraciones, sin que existan impedimentos o restricciones que
afecten su participación por parte del estado o otros asuntos.
Este primer aspecto sustenta la libre autodeterminación del agente económico que desea
ingresar al mercado, ya que su organización y participación será producto de su libre decisión
y no de la influencia de factores externos. Además, se espera que el acceso al mercado sea
libre para quienes, teniendo la capacidad, puedan ingresar al mercado cuando lo deseen. Cabe
señalar que el primer aspecto esencial destaca el libre acceso de cualquier persona así como
la libre determinación de las condiciones en las que ingresa al mercado.
El segundo aspecto esencial distingue las condiciones del agente luego de ingresar al
mercado, de esta forma hablamos de “libertad de iniciativa o acción dentro del mercado”.
Cuando la Corte menciona la libre iniciativa o acción, asume que, una vez que ingrese al
mercado, la empresa tendrá la capacidad y los medios para competir leal y equitativamente
con el resto de las empresas que integran el mercado. Dado que esto requiere que el entorno
competitivo genere situaciones de igualdad entre los agentes económicos, la intervención del
Estado se contempla como un remedio a sus carencias, ejerciendo así su labor de supervisión
y control, como se verá a continuación.
En buena cuenta, la valoración del jurista Rubio Correa (1999) sobre la libre competencia
deja traslucir que como tal, la libre competencia se configura como un fenómeno de la
realidad y por tanto, dotada de presuntas facultades ilimitadas. Sin embargo, agrega que dicho
estado no imposibilita que el ordenamiento pueda esgrimir algunos criterios de limitación.
Como es bien sabido, la actuación del Estado en el Mercado es intensamente limitada por el
principio de subsidiariedad, mismo que le impide competir activamente en el mercado más
allá de ofrecer servicios públicos y solo permite su intervención cuando se vean vulnerados
intereses tanto de los agentes económicos como de los consumidores.
Dentro de este artículo se ve reflejada la finalidad del Estado dentro del régimen económico
previsto por la carta fundamental. Enfocada a orientar el desarrollo del país a través de su
intervención atenuada en el mercado, formulando reglas y formas de celebrar contratos,
relaciones y cualquier tipo de interacciones dentro del Mercado.
Asimismo, el art. 59 establece por su parte la función garantista, que no merece un mayor
análisis dentro del punto tratado, pero aun así es necesario para comprender en su totalidad el
espectro de actuación del Estado de acuerdo al régimen de economía social de Mercado.
De ese modo se prevé que el ordenamiento podrá tutelar los intereses de las personas dentro
del mercado, ya sea como productores, intermediarios o consumidores.
5. Análisis de sentencias
ASUNTO DE LA DEMANDA:
ANTECEDENTES:
El caso objeto de pronunciamiento del Tribunal Constitucional en virtud del cual éste
reconoce la potestad del INDECOPI para imponer medidas complementarias tiene su origen
en la denuncia que, por presunto abuso de posición de dominio en las modalidades de
discriminación de precios y ventas atadas en el mercado de distribución de cemento y
otros materiales de construcción, presentará Depósitos Santa Beatriz S.R.L. (en
adelante, Santa Beatriz) ante la Comisión de Libre Competencia del INDECOPI contra
la empresa Distribuidora Norte Pacasmayo S.R.L.(en adelante, Dino) el 16 de enero de
2001. Beatriz denunció que Dino le ofreció cemento a S/. 13,97 para el cemento tipo 1 y S/.
13,85 para el cemento tipo 1Co/MS, mientras que el precio para empresas afiliadas a la red de
subdistribuidoras de Dino era de S/. 13,70 para el cemento tipo 1 y S/. 13,57 para el cemento
tipo 1Co/MS.Según Santa Beatriz, el diferencial de precios constituía un abuso de posición
de dominio en el mercado en la modalidad de discriminación, pues carecía de justificación
debido a que su empresa adquiría volúmenes de cemento mayores a los adquiridos por los
afiliados; y, es más, a que realizaba el pago adelantado, a diferencia de las empresas afiliadas
que gozaban de un crédito a cinco días. Asimismo, Santa Beatriz señaló que el contrato
de afiliación a la red de subdistribuidoras de Dino contenía la obligación mediante la
cual las empresas afiliadas debían proveerse, además del cemento, de otros materiales de
construcción, única y exclusivamente de esta empresa, lo cual constituiría un abuso de
posición de dominio en el mercado en la modalidad de ventas atadas. Mediante Resolución
Nº 006-2005-INDECOPI/CLC, la Comisión de Libre Competencia declaró infundada la
denuncia presentada por las empresas Depósitos Santa Beatriz S.R.L., Eleodoro Quiroga
Ramos E.I.R.L. y Comercial Quiroga S.R.L. Tal resolución fue apelada ante la Sala de
Defensa de la Competencia del INDECOPI, segunda instancia administrativa. La Sala de
Defensa de la Competencia, mediante Resolución Nº 0256-2006/ TDC-INDECOPI,
revocó la Resolución Nº 006-2005-INDECOPI/CLC y declaró fundada la denuncia
interpuesta en contra de Dino por abuso de posición de dominio, y le ordenó en calidad de
medida complementaria “el cese inmediato y definitivo de las conductas constitutivas de
abuso de posición de dominio en el mercado (...)” En vista de tal pronunciamiento, el 5
de abril de 2005, Ferretería Salvador S.R.L., (en adelante, la Ferretería) interpuso un
recurso de amparo en contra del INDECOPI por considerar que se había violado su
derecho al debido proceso, a la libre iniciativa privada, a la libre empresa y a la libre
contratación. Los principales argumentos de la Ferretería fueron los siguientes:
1. Según la Ferretería, el mandato que le impuso el INDECOPI a Dino implicaba que esta
empresa no pudiese cumplir con el contrato que tenían celebrado ambas empresas, lo
cual vulneraría su derecho a la libre contratación. Sobre este punto, el Tribunal Constitucional
argumentó que para que un acuerdo contractual se encuentre protegido por los artículos 2.14
y 62 de la Constitución, éste no debe vulnerar normas de orden público. El derecho a
contratar sólo protege acuerdos que no sean contrarios a normas de orden público.
Desde nuestra posición este razonamiento es correcto, si un determinado acuerdo contractual
vulnera una norma de orden público, como es el caso del principio de libre competencia, las
partes no pueden pretender que su contrato sea exigible. De no existir competencia, es
probable que diversos derechos no puedan ser ejercidos efectivamente y, además, no
exista una correcta asignación de recursos en la sociedad. Por ello, la afirmación de la
Ferretería y Dino referida a que el mandato del INDECOPI vulnera su derecho a contratar no
tuvo en cuenta los límites que tiene ese derecho, siendo el principio de libre competencia uno
de ellos.
2.La Ferretería señala que el INDECOPI sólo puede imponer multas, más no ordenar el
cese de conductas o, de manera más general, no puede imponer medidas complementarias a
la imposición de multas. Esta afirmación se sustentaría en las siguientes razones: (i) el
artículo 62 de la Constitución establece que la vía para resolver los conflictos derivados
de la relación contractual sólo se solucionan en la vía arbitral o en la judicial, y (ii) el Decreto
Legislativo N° 701 sólo le permite imponer multas al INDECOPI, mas no le faculta para
emitir otro tipo de medidas. La respuesta del Tribunal Constitucional a este argumento se
encuentra en los siguientes párrafos de su sentencia:
22. Ahora bien,¿es posible afirmar que INDECOPI, en el cumplimiento de sus funciones de
control de las prácticas contrarias al normal funcionamiento del mercado, se encuentre
imposibilitado de ordenar el cese de las conductas que atenten contra la libre competencia y
la protección a los consumidores y usuarios? Desde luego que no. Admitir que Indecopi no
puede ordenar el cese de conductas sería negarle capacidad real para actuar dentro de sus
facultades, las mismas que fueran otorgadas para hacer prevalecer los fines constitucionales
de protección a la libre competencia (artículo 61º de la Constitución) y el derecho de los
consumidores y usuarios (artículo 65º de la Constitución). (...)
26. Otro de los argumentos alegados por los demandantes para cuestionar la decisión
del INDECOPI fue sostener que dicho organismo únicamente está facultado para
imponer sanciones económicas (multas)conforme a lo dispuesto en el artículo 23 del
Decreto Legislativo Nº 701.Efectivamente, el INDECOPI está facultado para establecer
sanciones pecuniarias por las infracciones cometidas contra lo dispuesto en el Decreto
Legislativo Nº 701; pero ello no implica que se encuentre imposibilitado de dictar
medidas complementarias –distintas a las sanciones– justamente para hacer efectivo lo
previsto en dicho dispositivo legal. Afirmar que la actuación del INDECOPI deba
restringirse únicamente a establecer sanciones pecuniarias y no otras medidas
complementarias para garantizar el cumplimiento de la ley y la Constitución, como por
ejemplo ordenar el cese de las conductas infractoras, sería tan absurdo como admitir que en
nuestro sistema jurídico los infractores pueden continuar con sus conductas contrarias a ley
en la medida en que cumplan con pagar el costo económico de su infracción. El artículo 1 del
Decreto Legislativo Nº 701 establece que el objetivo de dicha ley es “eliminar las prácticas
monopólicas, controlistas y restrictivas de la libre competencia (...)”. Es claro, pues, que
dicho objetivo no se cumpliría si tan sólo se sancionará económicamente la infracción, y
no se ordenara el cese de las prácticas contrarias a la referida ley. Pero ello debe ser
realizado por el INDECOPI bajo un test de razonabilidad y proporcionalidad.
Posición del Tribunal Constitucional respecto a la sentencia del Tercer juzgado civil
El tribunal constitucional menciona La libertad de empresa debe ser ejercida con sujeción a
la ley -siendo sus limitaciones básicas aquellas que derivan de la seguridad, la higiene, la
moralidad o la preservación del medio ambiente-, y su ejercicio deberá respetar los diversos
derechos de carácter
socio-económico que la Constitución reconoce. Como ya ha sido explicado con anterioridad,
los artículos 1° Y 2° del decreto supremo impugnado reiteran las prohibiciones anteriormente
establecidas en el Decreto Supremo N.o 05-95-MTC, desde el 16 de abril de 1995, y en el
Decreto Supremo N.o 022-2002-MTC, desde el 20 de mayo de 2002, respecto de la
prestación del servicio de transporte interprovincial de personas en ómnibus carrozados sobre
chasís de camión, y la actividad industrial de carrozado de ómnibus, sobre chasis
originalmente destinado al transporte de mercanCÍas con el propósito de destinarlo al
transporte de pasajeros, respectivamente.
El Estado social y democrático de derecho concreta los postulados que tienden a asegurar el
mínimo de posibilidades que tornan digna la vida. Ya no puede entenderse la vida, entonces,
tan solo como un límite al ejercicio del poder, sino fundamentalmente como un objetivo que
guía la actuación positiva del Estado, el cual ahora está comprometido a cumplir el encargo
social de garantizar, entre otros, el derecho a la vida y a la seguridad.
Por ello si bien es cierto que los individuos y las empresas gozan de un ámbito de libertad
para actuar en el mercado -recuérdese que conforme al artículo 58° de la Constitución, la
iniciativa privada es libre-, sin embargo, ello no quiere decir que dicha libertad sea absoluta,
pues también existe la certeza de que debe existir un Estado que mantiene una función
supervisora y correctiva o reguladora. En tal sentido, este Tribunal estima que -ante los
hechos que son de conocimiento de la opinión pública, respecto de los peligros que
representa el servicio de transporte de pasajeros en ómnibus carrozados sobre chasís de
camión, y los innumerables accidentes ocurridos-, en materia de transporte el Estado cuenta
con un mayor campo de actuación, en la medida que de por medio se encuentran otros
valores constitucionales superiores como la seguridad, la integridad y, por último, el derecho
a la vida misma, el cual, como ya se dijo, es de primerísimo orden e importancia, pues es el
primer derecho de la persona humana reconocido por la Ley Fundamental.
Declarar INFUNDADA la demanda de amparo.
El señor Máximo Yauri Salazar y más de 5000 ciudadanos interponen una acción de
inconstitucionalidad contra la Ley N. ° 27816, misma que declara a la expropiación de un
terreno para el levantamiento de un área de protección funcional del Radio Observatorio de
Jicamarca.
El TC señala que el derecho de propiedad se encuentra reconocido por el artículo 2°, inciso
16 de la Constitución, según el cual: "Toda persona tiene derecho: 16) A la propiedad ( ... )";
así como por su artículo 70°, a tenor del cual: "El derecho de propiedad es inviolable. El
Estado lo garantiza"; pero que no es un derecho absoluto, pues se encuentra limitado por
disposiciones constitucionales expresas o por delimitaciones tácitas.
Por otro lado, se recalca que, al privar de la propiedad con el ejercicio de la potestad
expropiatoria del Estado, no es un supuesto de limitación del derecho, sino de sacrificio del
mismo, ya que a diferencia de un supuesto de limitación o regulación (no indemnizable), en
este caso al expropiar se afectar el derecho a la propiedad, en consecuencia, conforme al
artículo 70° de la Constitución, se les indemnizará con un pago previo.
el TC expresa que la Ley N°. 27816 respeta las garantías contempladas en el artículo 70, y
que la expropiación fue autorizada por una ley formal y satisface el requisito de necesidad
pública; finalmente declara infundada la demanda de inconstitucionalidad.
N° 3330-2004-AA/TC
El Tribunal Constitucional, alega que una empresa es libre de generar trabajo de manera libre
según se considere oportuno. Sin embargo, no se podría vulnerar límites regulados por ley
para la ejecución de estos, puesto que contraviene el ordenamiento jurídico. Es así que, en el
presente caso, el TC afirma que no se puede otorgar una licencia de funcionamiento a una
empresa que ha excedido sus límites en el marco de la libertad de empresa.
Siendo así, se considera que la discoteca para la cual se pedía la licencia de funcionamiento
ha excedido límites, pues se encontraba funcionando sin licencia de funcionamiento, y en su
interior se encontró a menores de edad, además de ello, dicho centro de diversión estaba
alterando el orden público y las buenas costumbres, es así que el Tribunal Constitucional
declara infundada la demanda, pues la empresa no cumplió con los requisitos legales
correspondientes.
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL:
En tal sentido, el Tribunal Constitucional deja claro que una empresa no puede evadir
requisitos básicos y legales al momento de iniciar su funcionamiento, debido a que esto
ocasionará problemas contra la moral, las buenas costumbres, la salud o la seguridad de las
personas.
CONCLUSIONES
https://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2005/00031-2004-AI.p
df
https://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2005/03330-2004-AA.
pdf
https://tc.gob.pe/jurisprudencia/2007/01963-2006-AA.pdf
https://tc.gob.pe/jurisprudencia/2007/07339-2006-AA.pdf