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LIBRE COMPETENCIA “El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda
práctica que la limite y el abuso de posiciones dominantes o monopólicas. Ninguna
ley ni concertación puede autorizar ni establecer monopolios (artículo 61)”. La
competencia produce una adaptación a innumerables circunstancias que en su
totalidad no son ni pueden ser conocidas por ninguna persona o autoridad, de suerte
que esa adaptación no puede lograrse a través de la dirección centralizada de toda
la actividad económica.
En esa línea, la libre competencia es incompatible con las posiciones dominantes o
monopólicas. Este artículo establece que no hay concertación que,
constitucionalmente hablando, pueda autorizar ni establecer monopolios, ni por
decisión de personas particulares ni por decisión gubernamental28. Según lo
expresado en el párrafo anterior, nuestra Constitución prohíbe expresamente los
monopolios establecidos por ley. Esto quiere decir que desde la Carta Magna se
restringe la creación de monopolios mediante la dación de una ley.
El subsidio es una ayuda extraordinaria por parte de la Administración Pública para estimular
la demanda de un bien o proteger a un colectivo.
En economía, los subsidios son ayuda que los poderes públicos otorgan a determinados
ciudadanos, principalmente, con el fin de brindar acceso a los bienes y servicios básicos.
En este sentido, la Administración puede hacer que, para el público general, baje el precio de un
producto por considerarlo estratégico o básico para la población.
Por ejemplo, en algunos países se subvencionan alimentos como el pan o el pollo. Esto, con el fin
que los oferentes puedan bajar sus precios pero que, sin embargo, no pierdan ingresos, ya que la
administración les brinda un abono. También se produce en casos como la luz o la calefacción.
Por otro lado, el subsidio puede darse en aquellas situaciones en las que la falta de protección o
de ingresos puede desencadenar bolsas de marginación y pobreza.
Este es el caso de los subsidios a desempleados, una vez que agotan su prestación por
desempleo (que constituye un derecho si han cotizado por la misma), o si no tienen derecho a
ella. En estas situaciones, los gobiernos ponen ayudas adicionales o subsidios con los que apoyan
para cubrir necesidades básicas de alimentación y otras coberturas.
En suma, los subsidios son considerados como estímulos para incentivar el consumo de un bien o
como asistencia social en aquellos casos donde hay pobreza.
Los subsidios son fomentados por determinados gobiernos con fines sociales. Sin embargo,
también tienen detractores que afirman que solo sirven para disuadir la mejora social o los
esfuerzos por conseguir un empleo.
Las ideologías liberales entienden que los subsidios a la producción rompen con el principio de
competencia que hace generar y mejorar la economía. Más aún, en aquellos casos en los que se
instaura un subsidio por desempleo, este podría desincentivar la búsqueda de trabajo.
Adicionalmente, los subsidios suponen también un gasto para el Estado. De modo que, supone
un coste de oportunidad. Todo lo que el Estado gaste en subsidios, no podrá dedicarlo a otras
partes de la economía. Ejemplos de estas áreas, serían la sanidad, la educación, la justicia u otro
tipo de políticas sociales.
Por su parte, los que se encuentran a favor de los mismos, aluden que no todo el mundo tiene la
capacidad para generar ingresos. Por ejemplo, personas con discapacidad o personas que tienen
que cuidar de personas dependientes: ancianos, enfermos o menores de edad. Luego, en este
sentido, según los que se encuentran a favor de los subsidios, disminuiría la desigualdad.
LA IMPORTANCIA DEL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD DE LA ACTIVIDAD EMPRESARIAL DEL
ESTADO
Concepto de subsidiariedad
En relación con el tema de la subsidiariedad se debe hacer un análisis crítico de su concepto, como
paso previo para determinar si éste limita a la actividad económica del Estado o, si dicha
intervención se circunscribe a su actividad empresarial.
Existe un cierto desarrollo jurisprudencial en el que se coloca de relieve el hecho que el Estado
tiene un rol subsidiario en la economía. De hecho, el fundamento jurídico 23 de la Sentencia del
Tribunal Constitucional emitida en el expediente 008-2003-AI/TC plantea lo siguiente:
En ese orden de ideas, las acciones del Estado deben estar vinculadas al fomento, estimulación,
coordinación, complementación, integración o sustitución, en vía supletoria, complementaria o
de reemplazo, de la libre iniciativa privada. La subsidiariedad se manifiesta como el acto accesorio
o de perfeccionamiento en materia económica, que se justifica por la inacción o defección de la
iniciativa privada.
Debe enfatizarse que “la intervención de las autoridades públicas en el campo económico, por
dilatada y profunda que sea, no sólo no debe coartar la libre iniciativa de los particulares, sino
que, por el contrario, ha de garantizar la expansión de esa libre iniciativa”, y la de los derechos
esenciales de la persona humana. Entre ellos hay que incluir el derecho y la obligación –de cada
persona- de ser, normalmente, la primera responsable de su propia manutención y de la de su
familia, lo cual implica que los sistemas económicos permitan y faciliten a cada ciudadano el libre
y provechoso ejercicio de las actividades de producción”.
Sobre el tema habría que establecer una precisión respecto del rol del Estado en la economía y el
rol del Estado en la actividad empresarial, ya que no son sinónimos. Si bien la sentencia hace
referencia al rol subsidiario del Estado en la economía, en realidad debiera entenderse en el
sentido relativo al rol subsidiario del Estado en la actividad empresarial, como dispone el artículo
60 de la Constitución.
En efecto, cabe acotar el concepto y los alcances del principio de subsidiariedad a la actividad
empresarial del Estado y no a toda actividad económica, a la luz de lo establecido en el artículo
60 la Constitución: “(…) Solo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente
actividad empresarial, directa o indirecta, por razón de alto interés público o de manifiesta
conveniencia nacional (…)”.
Así, el Estado realiza actividades de carácter económico, sin que por ello, éstas sean de naturaleza
empresarial. Un tema vinculado o relacionado directamente podría ser el caso de los tributos que
recauda el Estado, tal como lo establece el artículo 74 de la Constitución.
Asimismo, el Estado ejerce de manera exclusiva actividades vinculadas con la estabilidad
monetaria. De acuerdo con el artículo 84 de la Constitución, el Banco Central de Reserva tiene
como funciones la de regular la moneda y el crédito del sistema financiero, administrar las
reservas internacionales a su cargo, y las demás funciones que señala su ley orgánica.
En ese sentido, el rol del Estado en la economía es de carácter más amplio y no solo se reduce a
la actividad empresarial. En efecto, no podría considerarse que el Estado no cumple un papel
central en la economía, pues es más bien el que dirige y establece la política macroeconómica del
país y orienta la microeconomía.
Ahora bien, el hecho que la Constitución de 1993 haya consagrado el principio de subsidiariedad,
no debe interpretarse de forma tal que implique identificarlo con la desregulación de la economía
o privatización del Estado, pues subsidiariedad no deriva de la lógica del mercado irrestricto; sino
que plantea en qué sector y hasta dónde, cuándo, por qué y con qué fin debe intervenir un Estado.
De otro lado, uno de los temas a los que debe hacerse mención respecto del fundamento 23 de
la sentencia recaída en el Expediente 0008-2003-AI/TC es el relativo a la forma en que define la
subsidiariedad, pues pareciera que no establece ninguna gradación en la aplicación del concepto,
sino que señala de modo genérico la forma en que opera.
En todo caso, debiera optarse por una interpretación más asertiva en la que la intervención del
Estado en la actividad empresarial se sustente no solo porque existen eventuales fallas en el
mercado, sino también frente a situaciones en las que este supuesto no se encuentra presente
necesariamente, pero que configuran razones vinculadas con los altos fines constitucionales del
Estado.
En ese sentido debiera establecerse una diferenciación y/o gradación respecto del concepto de la
actividad empresarial del Estado, ya que la propia Constitución admitiría que el Estado
interviniese de manera más intensa o menos intensa en determinadas actividades económico-
sociales que se realizan en el seno de la actividad privada o que podrían configurar como
empresariales.
De hecho, podría indicarse que esta clasificación se sustenta en el hecho que el artículo 60 de la
Constitución, en concordancia con el concepto de economía social de mercado, reconoce el
pluralismo económico y que la economía nacional se sustenta en la coexistencia de diversas
formas de propiedad y de empresa.
En ese sentido, se reconoce no solo la propiedad privada sino también la propiedad estatal, así
como la coexistencia de empresas privadas y públicas. De modo que el principio de subsidiariedad,
se articula con la actividad empresarial del Estado en tres grados distintos de intensidad.
1.- Leve
En concreto, el principio de subsidiariedad no sería oponible para que el Estado realice actividades
en los rubros en los que tiene o cumple un rol central. En ese sentido, incluso en un supuesto en
el que en la legislación infraconstitucional se previese que sean los privados los encargados de
llevar a cabo actividades empresariales relacionadas con estos rubros, sería posible que ello
revierta a favor del Estado.
No obstante ello, una decisión de esta índole debiera ajustarse a criterios de razonabilidad y
proporcionalidad para privatizar o para revertir ello; en tanto y en cuanto el Estado tendría o
ejercería su titularidad respecto de las actividades mencionadas. De hecho, el régimen de
concesiones de los servicios públicos es una muestra de ello.
a. Servicios públicos
Así, en los supuestos en los que se trata de servicios públicos, o aquellas relacionadas con fines y
bienes constitucionales que el Estado promueve, este cumple de pleno derecho un rol activo para
brindarlos.
En ese sentido, el artículo 58 de la Constitución establece que el Estado orienta el desarrollo del
país, y actúa principalmente en las áreas de promoción de empleo, salud, educación, seguridad,
servicios públicos e infraestructura.
En relación con los servicios públicos, si bien en la actualidad existe una tendencia a la
privatización de los servicios públicos, también es cierto que el Estado sigue ejerciendo o
brindando servicios esenciales. Ello se fundamenta en la propia naturaleza del concepto de
servicio público que atiende a la titularidad del Estado sobre los mismos.
En efecto, aunque se critica el concepto de titularidad en tanto que se ha previsto que sean
terceros privados los que lo presten, no debe perderse de vista que el sujeto que tiene la
obligación de garantizarlo, brindarlo y regularlo es el Estado, puesto que es el garante del interés
general; en esa medida las empresas privadas son básicamente gestoras, que actúan siempre que
la prestación les haya sido adjudicada.
Sobre el tema el Tribunal Constitucional ha hecho referencia a la importancia de la intervención
estatal respecto de los servicios públicos. En efecto, señala que el Estado “no sólo está habilitado
a intervenir reconstruyendo el mercado, sino que tal intervención resulta imperiosa ante los
riesgos que una situación como esta produciría en la población. Este es el caso de muchos de los
servicios públicos calificados por la legislación y que responden al tipo de monopolios naturales
(…)”.
Ello da lugar a que incluso en el ordenamiento nacional existan casos en los que el Estado actúa
directamente como empresa monopólica, aun cuando en el artículo 61 de la Constitución se
establezca la prohibición de los monopolios y el abuso de posiciones dominantes.
En efecto, se puede hacer referencia a la empresa estatal SEDAPAL que se encarga de brindar el
servicio de suministro de agua potable, sin que su existencia involucre una afectación a los
principios del modelo de libre mercado. El servicio de agua potable se configura como esencial en
la medida que es necesario para alcanzar el bienestar general y el mejoramiento de la calidad de
vida de la población son finalidades; por ello, es que el Estado interviene de modo directo en el
suministro de agua a la población.
En el mismo sentido, SERPOST, es una empresa estatal que brinda servicio postal a todo el país y
compite con concesionarios privados que se dedican a este rubro, los cuales ascienden
aproximadamente a 469. El Estado realiza este tipo de actividad, no en condición subsidiaria, sino
porque se le considera de necesidad y utilidad públicas y de preferente interés social.
El Estado es el titular de este servicio y brinda a los usuarios del mismo la alternativa pública y
privada. No obstante, habría que señalar que el Estado mantiene una preponderancia en temas
relativos a los servicios postales básicos, y no tanto así los urgentes con los que en principio no
compite en sentido estricto, dada la diferenciación de los productos que ofrecen.
b. Recursos Naturales
En relación con los recursos naturales, el artículo 66 de la Constitución señala que estos son
patrimonio de la Nación y que el Estado es soberano en su aprovechamiento.
Así, habría que señalar que el Estado tiene una reserva de dominio a su favor y en razón de ello
podría determinar si es que el aprovechamiento de estos se realizará bajo el otorgamiento de
concesiones, o si es que operará directamente en el mercado, de manera exclusiva o bajo las
reglas de la libre competencia.
En cualquiera de estos supuestos, el legislador es el que decide el tratamiento legal que le
otorgará al aprovechamiento de los recursos naturales, de conformidad con lo que establece el
artículo 66 de la Constitución.
Si bien, en relación con la explotación de los recursos se han implementado los contratos de
concesión, de licencia y las autorizaciones a favor de empresas privadas, también se puede hacer
referencia al hecho que en el caso de ENACO, esta empresa se configura como un monopolio
estatal orientado a contribuir a lo dispuesto que el artículo 8 de la Constitución, según el cual el
Estado combate y sanciona el tráfico ilícito de drogas, así como regula el uso de los tóxicos
sociales.
c. Infraestructura
Al igual que en el caso de los recursos naturales, el apartado referido al principio de subsidiariedad
debe interpretarse con lo establecido en el artículo 58 de la Constitución de 1993.
Por ello, se puede señalar que las obras de infraestructura relacionadas con el transporte o la
habilitación urbana son esenciales para el desarrollo económico y el desarrollo territorial
equilibrado. De ahí que sea necesaria la intervención del Estado.
Ahora bien, este puede optar por mecanismos y herramientas orientadas a modernizar y brindar
mayor eficiencia a las actividades que realiza. Así, se puede hacer mención a las asociaciones
público privadas que involucran la participación de la inversión privada con el objeto de crear,
desarrollar, mejorar, operar o mantener infraestructura pública.
En efecto, será de responsabilidad del Estado realizar un “análisis costo beneficio a fin de
determinar si la participación privada en la provisión de la infraestructura pública o del servicio
público implica un mayor beneficio neto para la sociedad respecto a si éstos fuesen proveídos por
el Estado a través de una obra pública”, tal como lo establece el artículo 8 del Decreto Legislativo
1012.
2 Intermedia
En relación con supuestos de este tipo, el Estado más bien ejerce un rol promotor de la inversión
privada para lograr fines de orden constitucional. En ese sentido, optará por brindar un
tratamiento tributario y/o laboral especial como en el caso de las pequeñas empresas, o
promoverá la ampliación de la oferta bancaria para la población en general, a través de los bancos
entre otras instituciones privadas.
Empero, en estos casos si bien sería posible oponer el principio de subsidiariedad como elemento
para limitar la actividad empresarial estatal, se admite que el Estado pueda participar en el
mercado, aun cuando no necesariamente haya fallas o insuficiencia de ofertas en el mercado.
El Estado ha tenido una participación que no se limita únicamente a ejercer las funciones de banca
exclusiva para las operaciones del Estado. De hecho, COFIDE, Agrobanco, Fondo Mi Vivienda y el
Banco de la Nación son todas empresas mixtas y/o estatales que participan en el mercado, sin que
ello involucre la afectación del principio de subsidiariedad.
De hecho, lo que realiza el Estado en estos casos se denomina actividad de fomento. En efecto, a
través de ella el Estado busca garantizar que una serie de iniciativas consideradas por el Estado
de interés público se desarrollen plenamente. En ese sentido, la actividad del Estado no involucra
una limitación a la libertad de empresa o de los particulares, sino que más bien la amplía, pues lo
que realiza el Estado es impulsarlas.
En concreto, COFIDE actúa como banca de segundo piso, pues se ha orientado a financiar líneas
de crédito a las instituciones financieras de carácter intermediario que otorgan créditos a la
pequeña y microempresa. A su vez, el Fondo Mi Vivienda, otorga líneas de crédito a las
instituciones financieras intermediarias que ofrecen préstamos para la adquisición de viviendas.
b. Cajas Municipales
Los gobiernos locales también operan a través de las Cajas Municipales de Crédito Popular y las
Cajas Municipales de Ahorro y Crédito. En efecto, la Ley Orgánica de Municipalidades establece
en su artículo 71 que una o más municipalidades provinciales o distritales pueden crear cajas
municipales, las cuales funcionan con estricto arreglo a la legislación especial sobre la materia.
Estas pueden constituirse como cajas de ahorro y crédito o como cajas de crédito popular.
De acuerdo con la Ley 26702, la Caja municipal de ahorro y crédito es aquella que capta recursos
del público y cuya especialidad consiste en realizar operaciones de financiamiento,
preferentemente a las pequeñas y micro empresas; asimismo, las cajas de crédito popular, se
especializan en otorgar crédito pignoraticio al público en general.
Al mismo tiempo las Cajas Municipales también reciben depósitos, brindan seguros y otro tipo de
servicios como depósitos de CTS, entre otros. De modo que los gobiernos locales también tienen
participación en el mercado financiero y de seguros.
De ese modo, se puede señalar que la participación del Estado a través de este tipo de
instituciones le permite realizar actividades y operaciones múltiples. De hecho, este punto no se
encuentra reñido con el principio de subsidiariedad de la actividad empresarial del Estado.
Por eso, la participación de las Cajas Rurales en el mercado financiero no se asume como actividad
estatal de orden subsidiario, ya que su existencia no se sustenta en el hecho que ocurra una falla
del mercado, antes bien su origen es preconstitucional. En ese sentido, compiten con las
instituciones bancarias respecto de todos los servicios que ofrecen.
3 Intensa
En esos casos, el Estado ejerce principalmente su rol regulador y de protección del consumidor
conforme al artículo 65 de la Constitución.
Un ejemplo claro de este tipo de actividades son las relativas a la producción y comercialización
de alimentos. Siendo que se trata de una actividad esencial para la subsistencia de la población,
el Estado no interviene en la producción de los mismos. Si bien eventualmente brinda
alimentación a las personas en condiciones de extrema pobreza, a través de programas estatales
de lucha contra la pobreza, no realiza ello bajo la lógica de la actividad empresarial, sino más bien
bajo la lógica asistencial.
En ese sentido, el principio de subsidiariedad es oponible siempre que el sistema o el mercado
funcione adecuadamente. De hecho, solo en el caso en que no se pudiera producir o abastecer
de este tipo de bienes a la población el Estado debiera intervenir a fin de cubrir la demanda de la
población.
En ese sentido se aplica el concepto de subsidiariedad en sentido negativo que ha sido consagrado
por el Tribunal Constitucional en la sentencia recaída en el expediente 0008-2003-AI/TC.
El principio de subsidiariedad, es sobre todo un principio de competencia, que señala qué nivel
jerárquico está habilitado para actuar en determinados casos. Así, cuando los ciudadanos pueden
alcanzar adecuadamente sus fines, las autoridades estatales son incompetentes para
entrometerse en sus asuntos. De igual manera, cuando un asunto debe ser resuelto por la
autoridad (normativa, política o económica) más próxima al objeto del problema. El "principio de
subsidiariedad" es uno de los principios sobre los que se sustenta la Unión Europea, según quedó
establecido por el Tratado de Maastricht, firmado el 7 de febrero de 1992 y después conocido
como Tratado de la Unión Europea. Su actual formulación quedó plasmada en el Artículo 5 (2),
modificada por el Tratado de Lisboa desde el 1 de diciembre de 2009. Un análisis descriptivo de
este principio puede encontrarse en el Protocolo No. 2 sobre la aplicación de los principios de
subsidiariedad y proporcionalidad, anexo al Tratado.
Este principio tiene sus raíces teóricas en la doctrina social de la Iglesia católica, pero en su
aplicación se ha independizado en gran parte de ella y es empleada en el Derecho para justificar
la abstención de regulación.
En el mismo sentido puede afirmarse que dichas leyes que habilitan la actividad de las empresas
del Estado actualmente se encontrarían sujetas a los siguientes criterios:
a)Presunción de Constitucionalidad; puesto que, son compatibles y concordantes con lo
dispuesto en el artículo 60° de la Constitución; tal como se ha señalado en la líneas precedentes;
adicionalmente, las leyes cuentan con una interpretación constitucional que salvaguarda su
permanencia en el ordenamiento jurídico Asimismo, no existe declaración expresa de su expulsión
del ordenamiento jurídico o inaplicación de sus alcances y contenidos en el marco de un caso
particular y concreto.
b)Aplicación Coordinada La ley debe ser objeto, dentro de lo razonable, de una interpretación
tendente a salvar su permanencia en el ordenamiento jurídico, así como a aplicar sus
consecuencias jurídicas, en aras de la salvaguarda de la seguridad jurídica. Aquí claramente se
reconoce el mismo sentido de la aplicación progresiva sugerida por la Décima Primera Disposición
Final y Transitoria de la Constitución.
e) Preconstitucionalidad de la Ley; puesto que, las leyes que fueron dictadas con anterioridad a
la vigencia de la Constitución de 1993 mantienen sus efectos jurídicos, en tanto no sea objeto de
un pronunciamiento expreso y contrario por parte de algún órgano adscrito a la jurisdicción
constitucional 9 • En consecuencia, la expulsión o inaplicación de una ley autoritativa para la
participación de una empresa pública en el mercado, deberá ajustarse al marco de las
competencias e iter procedimental establecidas para la jurisdicción constitucional.
Por tanto, a manera de reflexión, permítanos señalar que ante preceptos constitucionales no
absolutos como subsidiaridad y solidaridad, los cuales se conjugan en función a fines y
ponderaciones del interés colectivo con el particular, resulta necesaria la intervención del máximo
órgano interprete de la Constitución, esto es el Tribunal Constitucional, que le otorgue contenido
a dichos principios considerando los casos particulares, ello básicamente a fin de respetar la
noción y alcances de la jurisdicción y competencia constitucional que implica que el acto estatal
de interpretación o integración de las normas constitucionales corresponde al Tribunal
Constitucional y es indelegable
•Vertical: La forma más popularmente reconocida. Se refiere a la correcta relación entre varios
niveles de competencia y soberanía institucional: en el ámbito del poder público (autoridad local,
regional, nacional, supranacional —de menor a mayor complejidad y responsabilidad—) los
niveles más altos no deben reemplazar a los más bajos, sino ayudarlos, comenzando desde las
autoridades locales hacia las supernacionales. La institución mayor protege a la menor en dos
sentidos: (a) como intervención activa y soporte, cuando la institución menor no puede por sí
misma garantizar la adecuada continuidad de su propuesta social, y (b) como garantía de
autonomía de la institución menor cuando el objetivo ha sido cumplido con los recursos presentes
en ese nivel.
•Horizontal: Se refiere a compartir competencias, funciones y servicios entre las personas y las
entidades sociales y a reconocer la prioridad de la sociedad y cuerpos intermedios por sobre el
Estado, fomentando la oportunidad de crear nuevas interacciones, más allá del Estado. La razón
de ser de un cuerpo público es la de optimizar los recursos de la sociedad y su habilidad para
proveer respuestas a las necesidades de cada uno. El Estado existe no para reemplazar a la
sociedad, sino para llevar funciones públicas o proveer apoyo solo cuando la sociedad por sí
misma no es capaz de hacerlo. En esta perspectiva, los cuerpos sociales intermedios, entre los
ciudadanos individuales y las instituciones públicas, desde la familia hasta las asociaciones, desde
las firmas corporativas a las organizaciones sin fines de lucro, adquieren un nuevo rol y significado,
haciendo un cambio en el concepto moderno de Estado.
La socialidad tiene como objetivo lograr el “bien común” a través de la consideración de los
“bienes individuales”, existiendo circunstancias en que las personas requieren del apoyo de la
sociedad para alcanzar sus bienes individuales. En la concepción de Fridolin Utz, el bien común es
un bien inmanente a los miembros de la comunidad, siendo el punto de partida para determinar
la relación entre el individuo y la comunidad. El bien común de todos los miembros de la
comunidad es el conjunto —no la suma— del bien inmanente de todos y cada uno, ya que es
conseguido solidariamente, a través de su participación, y poseído por cada persona como parte
de un todo.
OSIPTEL Y OSINERGMIN SUNASS Y OSITRAN INDECOPI Y
OEFA
2. INTERACCIÓN INDECOPI-OSIPTEL
La ley 27943, Ley del Sistema Portuario Nacional (Congreso de la República del Perú,
2003), consigna como uno de sus fines promover el desarrollo y la competitividad
de los puertos.
En esa línea, el decreto supremo 003-2004-MTC, reglamento de la Ley del Sistema
Portuario Nacional (Ministerio de Transportes y Comunicaciones, 2004), establece
que la utilización de los bienes portuarios de uso público solo está sujeta a
regulación tarifaria por parte del organismo regulador, que en este caso es el
Ositran, cuando no existan condiciones de competencia. En ese sentido, es el
Indecopi quien determina si existe competencia en el mercado de transporte
marítimo.
En esta interacción, la participación del Indecopi constituye una garantía esencial
para el funcionamiento eficiente del mercado de transporte marítimo, ya que
permite que solo se someta a regulación tarifaria a aquellos servicios portuarios
donde no es posible la competencia.
Para determinar si existe o no competencia en este mercado, en primer lugar el
Indecopi identifica el mercado relevante (de producto y geográfico). Para ello, es
necesario determinar si el servicio en cuestión debe ser analizado de manera
individual o como parte de un paquete. Luego de ello, debe identificarse a los
demandantes del servicio o paquete de servicios y, respecto de ellos, debe
analizarse la existencia de sustitutos adecuados.
Finalmente, el Indecopi determina la existencia de condiciones de competencia,
para lo cual es necesario identificar la existencia de competencia real o potencial en
el mercado relevante previamente definido. Durante el periodo 2011-2015, el
Indecopi emitió 43 informes técnicos sobre condiciones de competencia en el sector
portuario, de acuerdo con el siguiente detalle (datos proporcionados por la
Comisión de Defensa de la Libre Competencia del Indecopi el 4 de febrero de 2016):
• En 27 informes, se concluyó que sí existen condiciones de competencia.
• En 2 informes, se concluyó que, respecto de un servicio, sí existen condiciones
de competencia; y, respecto de otro servicio, no existen condiciones de
competencia.
• En 13 informes, se concluyó que no existen condiciones de competencia
• En 1 informe, se concluyó que no corresponde emitir opinión, puesto que el
Ositran determinó que el servicio consultado se encontraba dentro del contrato
de concesión.
•
• INTERACCION INDECOPI OSINERGMIN
En la década de los noventa se llevaron a cabo una serie de reformas con la finalidad
de aumentar el desarrollo económico social del país. En virtud de ello, se realizó una
reforma institucional del Estado, estableciéndose como regla general la libre
competencia.
Asimismo, el Estado asumió un rol regulador y dejó de lado el rol de prestador de los
servicios públicos que venía llevando a cabo sin éxito. En ese contexto, y con la
finalidad de garantizar el funcionamiento del modelo económico de economía social
de mercado, el fortalecimiento de la institucionalidad del país resultaba clave para
que la economía del país se recuperase y para que fuera posible incrementar el
bienestar de la población.
Como hemos mencionado a lo largo del artículo, de acuerdo a nuestra Constitución,
la regla general del modelo económico de economía social de mercado es que los
agentes actúen en el marco de la libre y leal competencia; sin embargo, el Estado
intervendrá con un rol regulador únicamente cuando sea necesario. En el caso de
nuestro país, la regulación se ha dirigido a los servicios públicos que antes eran
gestionados directamente por el Estado. Así, por un lado, se creó al Indecopi como
la agencia de competencia y a cuatro organismos reguladores responsables de la
regulación de los servicios públicos, esenciales para el bienestar y el desarrollo
(Ositran, Osinergmin, Osiptel y Sunass).
Cabe indicar que la agencia de competencia tiene la importante labor de velar por la
promoción y defensa de la libre competencia en el mercado.
Por su parte, los organismos reguladores tienen como objetivo lograr que las
empresas privadas que brindan los servicios públicos lleven a cabo su actuación en
un ámbito donde se simulen condiciones de competencia.
Es por ello que realizan su labor en diferentes etapas: en el caso de los organismos
reguladores, estos actúan en una etapa ex ante, siendo responsables del marco
regulatorio pertinente y las autorizaciones; en el caso de la agencia de competencia,
esta actúa en una etapa ex post, es decir, sanciona las conductas que lleven a cabo
los agentes económicos que distorsionen en el mercado la libre y leal competencia.
Así, consideramos que, de acuerdo a la Constitución Política del Perú de 1993, la
regla general es que los agentes económicos compitan en el mercado de manera
libre, por lo que el rol regulatorio del Estado deberá aparecer solo de manera
excepcional y cuando la situación lo amerite. Aquella es justamente la diferencia
entre el modelo económico anterior y el modelo económico vigente de economía
social de mercado. Por ello, consideramos importante que las facultades de la
agencia de competencia y de los organismos reguladores se encuentren
debidamente divididas y fortalecer, en ese sentido, las facultades de la agencia de
competencia.
REGULACIÓN ESTATAL teoría de la regulación -
MODELOS DE REGULACIÓN El Teorema de Coase.
Formulaciones. Aplicaciones prácticas. Métodos ex ante y ex
post. Eficiencia. El control de fusiones. La autorregulación
Para explicar cuándo regular, utilizamos el enfoque propuesto por el Banco Mundial (1997)
que postula una taxonomía para explicar cuándo debe intervenir el Estado, en relación a los
teoremas de bienestar vistos en la sección anterior, y hasta qué punto debe hacerlo, o la
intensidad de dicha intervención. Asimismo, para responder a la pregunta de cómo regular,
se desarrollará una visión general de los instrumentos regulatorios, así como el test de
fracaso de mercado como herramienta para determinar si la regulación está justificada en
términos de eficiencia.
El teorema de Coase plantea que en un mercado en que los costos de transacción sean bajos o
inexistentes, y que los derechos de propiedad establecidos en los fallos judiciales no permitan
una solución económica suficiente, se producirá necesariamente una reasignación de estos
derechos hacia aquellos que los valoran más, aunque los tribunales fallen en contra de estos.
Con todo, son muchos los casos en que los altos costos de transacción impiden una
reasignación de los derechos establecidos en los fallos judiciales. En estos casos, los tribunales
deben intentar minimizar los costos asociados a sus fallos, siempre que ello no altere la tesis de
la ley.
Forma parte del Análisis Económico del Derecho, y es atribuido al premio Nobel Ronald Coase.
Los supuestos del teorema de Coase son dos:
Para entender la esencia del Teorema de Coase, es obligado conocer previamente el sencillo
concepto de "externalidad", que Coase prefiere llamar "efecto externo". Definiremos
externalidad como el beneficio o perjuicio que recibe un agente económico (ya sea consumidor
o empresa) como consecuencia del acto de producción o consumo de un segundo agente
económico. Así el receptor de la externalidad puede ser un consumidor o productor, y el emisor
de la misma también, por lo que podemos tener cuatro tipos de externalidad:
Ejemplo: el humo que suelta la chimenea de una gran fábrica situada cercana al núcleo urbano
de una ciudad, que afecta a la salud de los ciudadanos. También la vacuna desarrollada por una
compañía farmacéutica que previene de enfermedades a muchas personas.
Ejemplo: la empresa papelera que contamina un río, que también es usado por una piscifactoría.
Ejemplo: el cambio de moda en el consumo de un nuevo tipo de coche, que incorpora una mejor
tecnología, lo que obliga a las empresas automovilísticas a modificar sus esquemas productivos.
Ejemplo: un señor, saltándose la norma, fuma en un lugar público. Ese acto causará un perjuicio
físico a otras personas.
Es preciso señalar que ambos tipos de control son modos de intervención residual del
Estado en la economía —más aún en el caso del control de estructuras—, pues el principio
general que rige una economía social de mercado es permitir a los agentes económicos
regirse libremente por sus decisiones individuales. Además, la legislación de defensa de la
competencia aparece en los casos en los que existe certeza de distorsiones a las reglas de
juego competitivo conforme fuera explicado en párrafos anteriores.
Asumir tal función evita que se materialicen operaciones de fusión que tengan por efecto
disminuir, dañar o impedir la libre competencia y concurrencia en el mercado. En tal caso,
se podrá declarar incompatible la operación o sujetarla a condiciones con el objetivo de
mantener estable la competencia efectiva. Esta característica de aprobación previa del
control de estructuras responde a la lógica de que, una vez realizada la concentración,
resultará más costoso y difícil (a veces imposible) revertir sus efectos en la realidad, pues
los activos y pasivos de las empresas fusionadas se habrán compensado y pasarían a formar
parte de una sola entidad, lo que la doctrina compara con los «huevos revueltos» que se
pretenden regresar al cascarón.
Esto nos lleva a adelantar que los efectos anticompetitivos de una concentración
empresarial se generan únicamente en ciertas circunstancias fácticas en las que se
encuentra un mercado, tales como altas barreras comerciales o legales de entrada o la
absorción de un competidor especialmente fastidioso —los denominados mavericks o
francotiradores— lo que dificulta que un competidor real o potencial pueda influir ante el
aumento de precios de la empresa posfusión (los denominados mercados desafiables,
disputables o contestable markets). Y podemos concluir que;
suspensión
sin goce de remuneraciones de hasta treinta (30) días, la sanción debe ser propuesta por
el jefe inmediato y la decisión sobre la determinación de a sanción aplicable
corresponderá al jefe de personal. La sanción puede ser impugnada en última instancia
administrativa ante el Tribunal administrativo de SERVIR.
cedimiento administrativo ante
la Comisión de Procesos Disciplinarios que debe tener con carácter permanente cada
entidad estatal, constituida por tres miembros (el Presidente designado por el titular de
la entidad, el jefe de personal y un servidor de carrera designado por los trabajadores).
Corresponde a la Comisión elevar un informe al titular de la entidad, recomendando las
sanciones que sean de aplicación. La sanción puede ser impugnada en última instancia
administrativa ante el Tribunal administrativo de SERVIR.
procesamiento
corresponde a una Comisión Especial integrada por tres (3) miembros acordes con la
jerarquía del procesado. Corresponde a la Comisión elevar un informe al titular de la
entidad, recomendando las sanciones que sean de aplicación. La sanción puede ser
impugnada en última instancia administrativa ante el Tribunal administrativo de SERVIR.
INSTANCIAS EN EL PROCEDIMIENTO DISCIPLINARIO
+ REGIMEN DE RESPONSABILIDAD FUNCIONARIAL DE LA CONTRALORIA GENERAL
El diseño normativo contempla dos instancias:
instructor” encargado de
tramitar el respectivo procedimiento disciplinario y de pronunciarse señalando la
existencia o inexistencia de de infracciones y proponer la imposición de la sanción que
corresponda al “órgano sancionador” que tiene a su cargo decidir sobre la imposición o
no de sanciones.
unal Superior de Responsabilidades Administrativas
encargado de conocer en última instancia administrativa de los recursos de apelación
contra las sanciones impuestas por el “órgano sancionador”.
La función pública tiene por finalidad satisfacer el interés general y el bien común
mediante la prestación de servicios públicos a los ciudadanos, dentro del marco de
la Constitución y de la ley. Así, la función pública se desarrolla como manifestación
de la voluntad y ejercicio del poder estatal.
Para determinar la responsabilidad el primer paso es identificar la existencia de un
sujeto, quien sea responsable de un conjunto de funciones y/o atribuciones
determinadas, de carácter público al que por dicha condición se le puede denominar
funcionario, servidor, empleado público.
Conforme al artículo 2° de la Ley N° 27815, Ley del Código de Ética de la función
pública, se entiende por función pública toda actividad temporal o permanente,
remunerada u honoraria, realizada por una persona en nombre o al servicio de las
entidades de la administración pública en cualquiera de sus niveles jerárquicos.
La responsabilidad radica en las consecuencias derivadas de las acciones u
omisiones, las cuales deben producirse dentro de las funciones asignadas al
empleado del Estado.
La Ley Marco del Empleo Público, artículo 19°, establece que, los empleados públicos
son responsables civil, penal o administrativamente por el incumplimiento de las
normas legales y administrativas en el ejercicio del servicio público.
La Ley Orgánica del Sistema Nacional de Control y de la Contraloría General de la
República, Ley N° 27785, contempla las siguientes responsabilidades:
a. Responsabilidad Penal.- Si la magnitud de la transgresión o de la falta afecta no
solo el normal desarrollo del servicio sino además el orden público o un bien
jurídicamente tutelado, se incurre en responsabilidad penal. El artículo 425 del
Código Penal considera como funcionario o servidor público a;
4.Ejercicio Adecuado del Cargo Con motivo o en ocasión del ejercicio de sus
funciones el servidor público no debe adoptar represalia de ningún tipo o ejercer
coacción alguna contra otros servidores públicos u otras personas.
5.Uso Adecuado de los Bienes del Estado Debe proteger y conservar los bienes del
Estado, debiendo utilizar los que le fueran asignados para el desempeño de sus
funciones de manera racional, evitando su abuso, derroche o desaprovechamiento,
sin emplear o permitir que otros empleen los bienes del Estado para fines
particulares o propósitos que no sean aquellos para los cuales hubieran sido
específicamente destinados.
El que desempeña cargo de confianza técnico o político, distinto al del funcionario público.
Se encuentra en el entorno de quien lo designa o remueve libremente y en ningún caso será
mayor al 5% de los servidores públicos existentes en cada entidad. El Consejo Superior del
Empleo Público podrá establecer límites inferiores para cada entidad. En el caso del Congreso
de la República esta disposición se aplicará de acuerdo a su Reglamento.
d)De apoyo.- El que desarrolla labores auxiliares de apoyo y/o complemento. Conforman un
grupo ocupacional.
SISTEMA REGULATORIO LOS MODELOS DE REGULACIÓN
Y EL DE LA AGENCIA DE COMPETENCIA.
2. MODELOS DE REGULACION
Los servicios públicos se conciben como una técnica legal de regulación sobre
actividades de contenido económico, destinadas a satisfacer necesidades esenciales
de los ciudadanos, cuya titularidad ostenta el Estado a través de la publicatio y cuya
gestión la puede realizar el propio Estado o los particulares, a través de una
concesión.
Ahora bien, en la medida en que se tratan de actividades que resultan esenciales
para los ciudadanos, su gestión, ya sea por parte del Estado o por parte de los
particulares, se encuentra sometida a un régimen jurídico especial, donde se
establecen una serie de derechos y obligaciones para todas las partes que
intervienen (concesionarios, concedente, usuarios, organismos reguladores). Así,
por ejemplo, a diferencia de otro tipo de actividades, la gestión de las actividades
consideradas servicios públicos está sometida a determinados principios jurídicos,
tales como la igualdad, la mutabilidad, la continuidad y la universalidad.
Por este motivo, existe un control estricto por parte del Estado a través de las
autoridades administrativas competentes, dentro de lo que hemos denominado rol
regulador del Estado. Ello se encuentra de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 58
de la Constitución Política del Perú, que establece que el Estado: «[…] orienta el
desarrollo del país, y actúa principalmente en las áreas de promoción de empleo,
salud, educación, seguridad, servicios públicos e infraestructura».
El mencionado artículo confirma la importancia que tienen los servicios públicos
para la población y el progreso social de la nación, de manera que no pueden quedar
expuestos a los riesgos del mercado, debiendo el Estado intervenir de manera
oportuna y objetiva.
Dentro de este contexto, el Estado ha creado a los organismos reguladores de
servicios públicos, los cuales tienen el encargo de intervenir (de manera ex ante o
previa) en el mercado, para cumplir «la función de suministrar el marco regulador
necesario a fin de promover nuevas inversiones, así como el ingreso de nuevos
operadores, desarrollando al mismo tiempo mayores niveles de bienestar para los
usuarios de los servicios bajo su supervisión.
En este punto, resulta conveniente apreciar que cuando hablamos de «regulación»
hacemos referencia a la «regulación económica», la cual afecta a los sectores
intervenidos, calificados como servicios públicos, se centra en la entrada y salida de
la actividad (por medio de contratos de concesión) y afecta las condiciones
económicas. De esta forma, es el Estado quien, a través de su prerrogativa de poder
de control, puede establecer el «quantum» de producción, el ámbito físico o zonas
de actuación y las tarifas (precios públicos) que se deben cobrar.
En este caso, resulta importante tener en cuenta que «el objetivo de la regulación
no es tanto controlar a las empresas, cuanto proteger a la sociedad en la ejecución
de actividades que resultan esenciales para la vida y el bienestar de aquella.
Es por ello que cobra sentido el que la regulación económica se aplique en el caso
de los servicios públicos y no en otras actividades. Sobre la base de este mandato
constitucional es que el Estado ha creado los organismos reguladores. La regulación
se da en industrias que tienen determinadas características, no solo desde un
aspecto legal (por ejemplo, ser consideradas actividades esenciales o importantes
para el interés público), sino desde el punto de vista técnico y económico.
En efecto, la organización económica en las industrias que proveen los servicios
públicos es uno de los aspectos más complejos de la actividad económica. Estas
industrias se caracterizan por la existencia de importantes costos hundidos,
economías de escala y de ámbito, y el consumo masivo de los servicios.
A esto hay que agregar que la maduración de las inversiones y los períodos de
depreciación de los activos en estas industrias son elevados —por encima de los
quince años para el caso de las telecomunicaciones, veinte años para el sector
eléctrico, treinta años para los servicios de agua y desagüe y aun plazos mayores
para el caso de la infraestructura de transporte— y que requieren de largos períodos
de recuperación de la inversión, lo que implica horizontes de largo plazo al momento
de tomar decisiones tarifarias y de crecimiento de la demanda. Por lo tanto, se debe
tener en cuenta que, además de reglas claras y estabilidad, se necesita de
mecanismos adecuados y confiables para que los organismos reguladores cumplan
sus funciones de supervisión y fiscalización, así como para resolver los posibles
conflictos que surjan durante la larga ejecución de las concesiones y los reclamos
que presenten los usuarios.
Teniendo en consideración las características de estas industrias, no es posible
incorporar en el contrato regulatorio todos los shocks de costos y de demanda que
a lo largo de la ejecución del contrato se presenten. Por ello, el diseño institucional
y organizacional de los organismos reguladores debe resolver de forma óptima, en
términos de mayor bienestar social, los intereses en conflicto de los actores de la
actividad regulatoria: Estado, empresa regulada y organismo regulador. Esto se
traduce en seguridad jurídica, para todos los agentes que participan en un sector
determinado. Por consiguiente, en el caso del Perú, el Estado ha publicado (es decir,
las ha calificado como servicios públicos) aquellas actividades que cumplen con las
características de las industrias reguladas, tales como las vinculadas a las
telecomunicaciones, la electricidad, el gas natural, el agua potable y la
infraestructura de transporte público.
Para estos casos, el Estado peruano ha creado organismos reguladores encargados
de realizar regulación ex ante, a propósito de los procesos de liberalización de los
servicios públicos, los cuales, en algunos casos, estuvieron acompañados por
privatizaciones de empresas estatales monopólicas (por ejemplo, en las áreas de
telecomunicaciones y electricidad).
La finalidad de la creación de los organismos reguladores fue garantizar un
tratamiento técnico de la regulación y supervisión de las actividades económicas
calificadas como servicios públicos o de actividades que se desarrollan en
condiciones de monopolio natural o poco competitivo y que requieren para su
desarrollo la utilización de redes de infraestructura.
Asimismo, se crearon para ejercer acción sobre el mercado mediante una
intervención «arbitral», buscando el equilibrio entre los intereses de los usuarios, de
los prestadores del servicio y del mismo Estado. Por ello, la regulación debe ser
utilizada como un instrumento al servicio del mercado y no como un sustituto del
mismo. Los organismos reguladores se crean, además, para garantizar un marco
institucional de seguridad y estabilidad en las reglas de juego y la inversión. En esa
línea, su éxito dependerá del entendimiento de las relaciones entre la estructura del
mercado, el diseño de las reglas y los requerimientos institucionales.
Como veremos a continuación, la aparición de reguladores en el Perú determinó la
liberalización de amplios sectores del mercado, la transferencia al sector privado de
la propiedad de numerosas empresas estatales y el otorgamiento de concesiones de
servicios públicos y de obras públicas de infraestructura.
En nuestro ordenamiento jurídico, la ley 29158 (Congreso de la República del Perú,
2007) contempla como parte de las entidades públicas del Poder Ejecutivo a los
organismos reguladores, señalando que son organismos públicos especializados con
independencia para ejercer sus funciones y con arreglo a su ley de creación. Dichos
organismos se crean para actuar en ámbitos especializados de regulación de
mercados o para garantizar el adecuado funcionamiento de mercados no regulados.
La ley 27332 (Congreso de la República del Perú, 2000) reconoce como este tipo de
organismos los siguientes:
i) Organismo Supervisor de la Inversión Privada en Telecomunicaciones
(Osiptel),
ii) Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (Osinergmin)
iii) Organismo Supervisor de la Inversión en Infraestructura de Transporte de
Uso Público (Ositran), y
iv) Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass).
Este dato es destacable porque se trata del único organismo regulador con tales
funciones, a diferencia de los otros sectores, en los que es la agencia de competencia
Indecopi quien interviene ex post si se trata de casos relacionados con la libre y leal
competencia.
3. DE LA AGENCIA DE COMPETENCIA