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En segundo lugar, la activación de las células estrelladas del hígado, que median la fibrogenia
hace que se desarrolle contracción de músculo liso y fibrosis.
Por último, con la cirrosis disminuye la producción de óxido nítrico sintasa endotelial, con lo
cual desciende la producción de dicho producto intermediario y aumenta la vasoconstricción
intrahepática.
CUADRO CLINICO
El diagnóstico de ascitis se realiza con la exploración del paciente. En caso de duda, la ecografía
abdominal permite confirmar o descartar fácilmente la existencia de ascitis.
En todos los enfermos con ascitis se deben realizar análisis de sangre (recuento hematológico,
sodio, potasio, función renal, transaminasas etc…) y orina. Es necesario identificar la causa
(cantidad de alcohol ingerida habitualmente, serología de virus de la hepatitis, ecografía
abdominal etc…) de la enfermedad hepática. También es muy importante analizar el líquido,
extrayéndolo mediante la inserción de una aguja a través de la piel hasta la cavidad abdominal
(paracentesis), que además de ayudar al diagnóstico de la causa, permite descartar la infección
del líquido (peritonitis bacteriana espontánea).
Si la cantidad de líquido ascítico es pequeña, los pacientes no suelen presentar síntomas
específicos y su presencia puede pasar inadvertida en la exploración física y detectarse
únicamente por ecografía.
Cuando la ascitis es abundante, los pacientes presentan fundamentalmente molestias
causadas por la distensión abdominal. En estos casos, la ascitis es fácilmente detectable por
percusión abdominal, y se aprecia una matidez en los flancos y el hipogastrio, que se desplaza
cuando el paciente se sitúa en decúbito lateral. En algunos pacientes, la acumulación de
líquido es tan importante que la actividad física y la función respiratoria pueden verse
comprometidas.
El aumento de la presión intraabdominal puede ocasionar la aparición de hernias inguinales y
umbilicales, que pueden producir complicaciones como estrangulación o perforación. Con
frecuencia, la ascitis se acompaña de la presencia de edema, de predominio en las
extremidades inferiores.
La evaluación del paciente con cirrosis y ascitis debe incluir el estudio de la función hepática
mediante las pruebas bioquímicas habituales, la práctica de una ecografía abdominal para
descartar la presencia de un carcinoma hepatocelular y evaluar el sistema venoso portal, y una
EDA para valorar si existen varices esofágicas o gastropatía de la HP.
En los pacientes cuya ascitis representa la primera manifestación de hepatopatía puede
realizarse una biopsia hepática para obtener confirmación histológica de la cirrosis; sin
embargo, si los hallazgos de la exploración física, las pruebas de laboratorio y la ecografía
abdominal (parénquima difusamente heterogéneo, bordes hepáticos nodulares y/o
signos de HP) son muy sugestivos de la presencia de cirrosis hepática, la
biopsia no es necesaria.
La evaluación de la función renal y circulatoria en los pacientes con cirrosis y ascitis es de gran
importancia para establecer el pronóstico y predecir la respuesta al tratamiento.
La evaluación debe realizarse en condiciones de dieta hiposódica y tras un mínimo de 4 días sin
haber recibidos diuréticos.
Debe medirse el volumen urinario, la concentración de sodio en la orina de 24 h y la creatinina
sérica. En los pacientes con insuficiencia renal debe realizarse una determinación de la
proteinuria, el sedimento de la orina y una ecografía renal para excluir la existencia de una
enfermedad renal parenquimatosa. Por último, debe medirse la presión arterial como índice
del grado de alteración de la hemodinámica sistémica.
■ VALORACIÓN
Una vez confirmada la presencia de ascitis se identifica mejor su origen por medio de
paracentesis: método que se hace directamente con una aguja o un catéter fino por vía
transcutánea para extraer líquido de ascitis, de la cavidad peritoneal. Los sitios que con mayor
frecuencia se usan para tal procedimiento son los cuadrantes inferiores (fosa iliaca izquierda).
Se prefiere el cuadrante inferior izquierdo, por la mayor acumulación de líquido y el menor
grosor de la pared abdominal.
La paracentesis es un método seguro incluso en sujetos con alguna coagulopatía; pocas veces
surgen complicaciones con ella, como hematomas en la pared del abdomen, hipotensión,
síndrome hepatorrenal e infección.
De forma simultánea, hay que contar con la cifra de la concentración sérica de albúmina para
permitir el cálculo del gradiente de albúmina entre el suero y líquido de ascitis (SAAG) =
(GASA): Gradiente albumina sérica ascitis
El SAAG es útil para diferenciar la ascitis que proviene de hipertensión portal, de la que no
tiene tal origen hepático.
Dicho gradiente refleja la presión dentro de las sinusoides hepáticas y permite correlacionarla
con el gradiente de presión en la vena hepática.
El gradiente > 1.1 g/100 ml refleja la presencia de hipertensión portal e indica que la ascitis se
debe a aumento de la presión en las sinusoides del hígado. Según la ley de Starling, un SAAG
elevado refleja la presión oncótica que se opone y equilibra a la presión portal.
Cirrosis
ascitis de origen cardiaco
trombosis de la vena hepática (síndrome de Budd-Chiari)
síndrome de obstrucción sinusoidal (enfermedad venooclusiva)
metástasis masivas del hígado.
Un SAAG <1.1 g/100 ml indica que el líquido no provino de hipertensión portal y tal vez se
originó por:
peritonitis tuberculosa
carcinomatosis peritoneal
ascitis pancreática
En el caso de que el líquido de ascitis tenga un SAAG alto (>1.1), las concentraciones de
proteínas en él pueden aportar pistas sobre el origen.
Las concentraciones de proteínas en el líquido de ascitis que sean >2.5/100 ml señalan que las
sinusoides del hígado son normales y que permiten el paso de proteína al líquido de ascitis,
como se observa en la de origen cardiaco, el síndrome de Budd-Chiari incipiente o el síndrome
de obstrucción sinusoidal.
Concentraciones de proteínas en líquido ascítico <2.5 g/100ml denota que hubo daño y
cicatrices en los sinusoides hepáticos, que impiden el paso de proteínas, como se observa en la
cirrosis el síndrome tardío de Budd-Chiari o metástasis masivas en el hígado.
Es una hormona natriurética que libera el corazón como consecuencia de incremento del
volumen y de tensión parietal ventricular. En la insuficiencia cardiaca existen altas
concentraciones de dicho péptido en el suero y pueden ser útiles para identificar a la
insuficiencia cardiaca congestiva como causa de la ascitis con gradiente SAAG alto.
TRATAMIENTO
La ascitis cirrótica resistente al tratamiento se define por la persistencia del líquido anormal a
pesar de la restricción de sodio y las dosis máximas de diuréticos (o las dosis máximas
toleradas).
El tratamiento farmacológico para la ascitis resistente incluye la adición de midodrina,
un antagonista adrenérgico a1 o clonidina, un antagonista adrenérgico a2, al diurético.
Estos fármacos actúan como vasoconstrictores al contrarrestar la vasodilatación esplácnica. La
midodrina sola o combinada con clonidina mejora la hemodinámica sistémica y el control de
la ascitis, en comparación con el control obtenido con los diuréticos solos.
Ascitis de grado 3
Este patrón clínico corresponde en general a pacientes con una retención de sodio intensa
(excreción de sodio < 10 mEq/L). Estos pacientes pueden empezar a presentar una alteración
de la capacidad renal de excretar agua libre de solutos, que en un pequeño porcentaje de
casos puede ser intensa y ocasiona una disminución de los niveles séricos de sodio que pueden
llegar a cumplir el criterio de hiponatremia dilucional (sodio sérico inferior a 130 mEq/L).
La mayoría de los pacientes tienen una perfusión renal normal o moderadamente reducida,
por lo que la concentración sérica de creatinina es normal o sólo ligeramente aumentada.