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Vómito

El vómito es la expulsión brusca por la boca del contenido gástrico, más o menos
modificado, debida a la relajación del cardias y parte inferior del esófago y a la contracción
del estómago, píloro, diafragma y prensa abdominal. El vómito se debe a un fenómeno
reflejo complejo en el que intervienen vías aferentes, un centro coordinador y vías eferentes
(nervio vago, espinales, intercostales y frénicos) Se activa mediante estímulos tanto
humorales como neuronales. El mecanismo del vómito está controlado por dos centros
medulares principales: el centro del vómito y el área gatillo del vómito. El centro del
vómito controla e integra el acto del vómito a través de las vías aferentes que se originan
fundamentalmente en el tracto digestivo.
Clasificación
Según el aspecto:
• Mucosos (también llamados glerosos): son típicos de los recién nacidos (RN) en las
primeras 24 horas de vida, la mayoría de las veces secundarios a aspiración de líquido
amniótico. También se dan en lactantes, secundarios a infecciones respiratorias de vías
altas. Suelen ser de poca significación patológica y remiten con la causa subyacente.
• Amarillentos (por expulsión de líquido intestinal): son los más frecuentes y se presentan
cuando el paciente ha vomitado todo el alimento presente en el contenido gástrico. Por sí
solos no son patognomónicos.
• Verdosos (biliosos): en RN o lactantes es muy sugestivo de obstrucción distal a la ampolla
de Water, que puede ser total (atresia) o parcial (estenosis). En el preescolar o escolar no
siempre son sugestivos de obstrucción mecánica; pueden ser secundarios a vómitos
incesantes cuando se ha vaciado totalmente el contenido gástrico tanto alimentario como
ácido.
• Fecaloideos: su presencia denota una obstrucción digestiva baja. Típica de la
pseudoobstrucción intestinal crónica, megacolon agangliónico.
• Hemáticos: incluyendo tanto aquellos cuyo contenido es rojo (sangre reciente) como en
posos de café (sangre deglutida). Ambos tipos pueden ser causa intestinal (hemorragia
digestiva alta) o extraintestinal (sangrado de vías respiratorias altas). Una causa frecuente
es el síndrome de Mallory-Weiss, caracterizado por la emisión de una pequeña cantidad de
sangre mezclada con el vómito en un episodio de arcadas prolongadas.
El término vómito o emesis se define como la expulsión vigorosa del contenido gástrico a
través de la boca, como resultado de la contracción coordinada de los músculos
abdominales, intercostales, laríngeos y faríngeos; la actividad gastrointestinal incluye fuerte
contracción retrógrada de los intestinos y relajación del fondo gástrico con cierre de la
glotis (para proteger la vía respiratoria) y elevación del velo del paladar. Es diferente a
regurgitación, que consiste en el paso fácil del contenido gástrico a la boca. La náusea es la
sensación subjetiva de malestar general con necesidad inminente de vomitar, en ésta, por lo
tanto, no hay actividad muscular expulsiva y cuando es grave hay aumento en la secreción
salival, alteraciones vasomotoras y sudoración. La náusea se debe distinguir de la dispepsia,
la cual se acompaña de sensación urente en epigastrio, distención o dolor. No es infrecuente
que la náusea se acompañe de dispepsia, pero son eventos diferentes. Es importante definir
arqueo, con la finalidad de diferenciar cada una de estas entidades. En éste se producen
contracciones rítmicas y violentas de la musculatura gastrointestinal que semejan al vómito
sin expulsión de contenido gástrico.
Nausea
Las náuseas, la sensación desagradable de necesidad de vomitar, representan la conciencia
de estímulos aferentes (incluido mayor tono parasimpático) al centro del vómito del bulbo
raquídeo. El vómito es la expulsión forzada de contenido gástrico causada por contracción
involuntaria de la musculatura abdominal, cuando se relajan el fundus gástrico y el esfínter
esofágico inferior.
Las náuseas y los vómitos son una respuesta a trastornos que afectan el centro del vómito.
Las causas pueden originarse en el tubo digestivo o en el sistema nervioso central, u
obedecer a una serie de enfermedades sistémicas.
Mareo
Es un término inespecífico que engloba un amplio grupo de síntomas que incluyen desde la
visión borrosa, la inestabilidad, sensación de mecerse, el vértigo, balanceo, etc. Por lo que
se ha propuesto denominarlo como síndrome de mareo del anciano (1). Es uno de los
motivos de consulta geriátrica, neurológica y otorrinolaringológica más frecuente. En el
paciente geriátrico, la prevalencia comunicada oscila entre el 13 y el 38%. Diversos
factores convierten al mareo en un síntoma difícil de evaluar y tratar. Se puede
corresponder con múltiples procesos y sintomatologías, predominantemente benignas y
también malignas. La descripción que hace el paciente de lo que ocurre puede ser
francamente difícil de entender, complicando su valoración. Precisar la etiología, resulta a
menudo problemático, pues en la mitad de las ocasiones son múltiples las causas
potenciales y en muchos casos exige un abordaje multidisciplinario.
En los ancianos el mareo persistente se asocia a un mayor riesgo de caídas y deterioro
funcional, así como a angustia y retraimiento de las actividades sociales.
El control postural se mantiene por el funcionamiento integrado de los órganos de la visión,
el sistema vestibular y el sistema propioceptivo que informan al sistema motor, a través de
los sistemas de control cerebeloso y extrapiramidal. Sobre ellos actúan factores
cardiovasculares, respiratorios, metabólicos y psicológicos.
El sistema vestibular está compuesto por el receptor periférico que lo forman los canales
semicirculares, el utrículo y el sáculo. Los canales semicirculares en número de tres a cada
lado, superior, posterior y horizontal, presentan en un extremo una dilatación, la cresta
ampular, que es el receptor de las aceleraciones angulares de la cabeza al desplazarse la
endolinfa.
Las máculas otolíticas contenidas en el utrículo y en el sáculo, sensibles a la acción de la
gravedad, informan de la posición de la cabeza en el espacio y de la aceleración lineal.
Los nervios vestibulares atraviesan el conducto auditivo interno, alcanzan los núcleos
vestibulares del bulbo y desde allí se originan fibras directas al cerebelo, sustancia
reticulada, núcleos grises y oculomotores, que intervienen en las adaptaciones posturales y
de los ojos. Otras, a través del tálamo, alcanzan la corteza parietal e intervienen en el
conocimiento de la posición y desplazamiento de la cabeza.
El sistema auditivo, constituido por el pabellón auricular, conducto auditivo externo,
membrana timpánica, cadena de huesecillos del oído medio y el oído interno, transmite las
vibraciones sonoras hasta el canal coclear, donde se encuentra el órgano de Corti.
Las células ciliadas internas y externas convierten el impulso mecánico en un estímulo
eléctrico. A este nivel se origina el nervio coclear, que discurre por el conducto auditivo
interno y, tras atravesar el ángulo pontocerebeloso, terminará en los núcleos dorsal y
ventral del pedúnculo cerebeloso inferior. Desde allí parten vías hacia los cuerpos
geniculados y desde aquí a la circunvolución temporal, donde está situada el área auditiva
primaria. La vía auditiva establece sinapsis con la formación reticulada, que interviene en
actividades reflejas.
Debilidad
La debilidad es una disminución en la fuerza que es ejercida por uno o más músculos. Los
pacientes suelen confundir con la debilidad el aumento de la tendencia a la fatiga o la
limitación en la función a consecuencia del dolor o la rigidez articular. El aumento en la
tendencia a la fatiga es la imposibilidad para mantener el desempeño de una actividad que
debiera ser normal para una persona de la misma edad, sexo y talla. A veces se requiere
más tiempo para ejercer toda la fuerza, y esta bradicinesia es malinterpretada como
debilidad. La disminución grave de las sensaciones propioceptivas también puede
interpretarse como debilidad a causa de la falta de información retroalimentaría adecuada
respecto a la dirección y la fuerza de los movimientos. Por último, a veces la apraxia, un
trastorno en la planeación e inicio de un movimiento hábil o aprendido no relacionado con
una deficiencia motora o sensitiva significativa, se confunde con debilidad.
La parálisis indica que la debilidad es tan grave que un músculo no puede contraerse,
mientras que la paresia se refiere a la debilidad leve o moderada. El prefijo hemi se refiere a
la mitad del cuerpo, para indica ambas piernas y cuadri se refiere a las cuatro extremidades.
El sufijo plejía significa debilidad grave o parálisis.
Fiebre
La temperatura del cuerpo está determinada por un equilibrio entre la producción de calor
en los tejidos, en especial el hígado y los músculos, y la pérdida de calor en la periferia.
Normalmente, el centro termorregulador del hipotálamo mantiene la temperatura interna
entre 37° y 38° C. La fiebre se produce cuando algo aumenta el punto de regulación del
hipotálamo, lo que desecadena la vasoconstricción y el alejamiento de la sangre desde la
periferia para disminuir la pérdida de calor; a veces se induce la aparición de escalofríos,
que incrementan la producción de calor. Estos procesos continúan hasta que la temperatura
de la sangre que irriga el hipotálamo alcanza el nuevo punto de corte fijado. Al modificar
este valor de corte del hipotálamo y disminuirlo (p. ej., con un medicamento antipirético),
se inicia la pérdida de calor mediante la sudoración y la vasodilatación.
La capacidad de generar fiebre está reducida en algunos pacientes (p. ej., los alcohólicos,
los ancianos, los niños muy pequeños).
Los pirógenos son sustancias que causan fiebre. Los pirógenos exógenos son por lo general
microbios o sus productos. Los más estudiados son los lipopolisacáridos de las bacterias
gramnegativas (comúnmente llamados endotoxinas) y la toxina del Staphylococcus aureus,
que causa el síndrome de shock tóxico. La fiebre es el resultado de pirógenos exógenos que
inducen la liberación de pirógenos endógenos, tales como interleucina-1 (IL-1), factor de
necrosis tumoral alfa (TNF-alfa) y IL-6 y otras citocinas, que luego activan los receptores
de citocinas, o de pirógenos exógenos que activan directamente los receptores semejantes a
Toll.
Dolor irradiado
Es el que se produce a distancia, debido a una compresión o irritación de una raíz nerviosa.
Por lo tanto genera sensaciones dolorosas o de hormigueos en la zona que corresponde al
nervio afectado. La compresión nerviosa puede darse por cualquier estructura susceptible
de provocar presión. Como por ejemplo hueso, desfiladero muscular, tumoración, presión
externa mantenida…
La característica más típica de este dolor es que es de tipo nervioso. Se suele definir como
calambre o sensación eléctrica. Puede darse en cualquier área inervada por la raíz
comprometida.
Un ejemplo de este tipo de dolor sería la compresión por una hernia o artrosis de raíces del
nervio ciático a nivel lumbar, dando dolor al miembro inferior.
Dolor referido
El referido es, igual que el anterior, un dolor a distancia. La diferencia con el irradiado es
que las vías nerviosas están perfectas, sin lesión. En este caso el dolor se produce gracias a
que hay varias estructuras distintas en nuestro cuerpo que son controladas por un mismo
nivel de nuestra médula espinal (metámera).
Cuando una raíz nerviosa recibe información de diferentes zonas, el cerebro no sabe a cual
de todas las zonas corresponde el dolor.
Por ejemplo cuando tenemos un infarto, el dolor de corazón, lo confundimos con el dolor
del brazo izquierdo. Esto es debido a que la misma metámera da la información de las dos
zonas y no sabemos a cuál corresponde.
Dolor reflejo
Es el que tiene su causa en una lesión que se encuentra a distancia de la zona que duele. El
dolor en una zona distinta a la que está la lesión primaria es debido a la adaptación natural
que hace nuestro cuerpo. Nuestro organismo compensa la lesión primaria adaptando y
sacrificando un “trabajo” distinto o aumentado de otras zonas del cuerpo.
De esta forma, estas zonas nuevas que han adaptado acaban claudicando y duelen. Pero este
dolor se define como “reflejo”, ya que es consecuencia del anterior.
El dolor reflejo no tiene por qué ser de menor intensidad que el primario. De hecho los
pacientes a menudo acuden describiendo sólo el dolor a distancia.
Un ejemplo de dolor reflejo podría ser el que se da tras un esguince de tobillo externo
(LLE). En este caso, puede quedar el peroné anterior y bajo a nivel distal de ese lado. Por
tanto, a nivel proximal quedaría posterior y bajo. En un intento de corrección automática de
nuestro cuerpo, se produce un espasmo en el musculo bíceps femoral. Esto genera una
nueva posición del hueso peroné.

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