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Arqueo y vómito

El arqueo consiste en movimientos rítmicos espasmódicos del diafragma, la pared torácica y los
músculos abdominales. Suele preceder o alternar con los períodos de vómito. El vómito, o la
emesis, es el proceso súbito y forzado de expulsión por vía oral de los contenidos del estómago.
Con frecuencia está precedido por náuseas. El contenido que se expulsa se denomina vómito.
Como mecanismo protector fisiológico básico, el vómito limita la posibilidad de daño generado por
agentes nocivos ingeridos mediante el vaciamiento del contenido del estómago y de porciones del
intestino delgado. Las náuseas y el vómito pueden representar una respuesta de todo el cuerpo al
tratamiento farmacológico, lo que incluye sobredosificación, efectos acumulativos, toxicidad y
efectos colaterales.

El vómito implica a 2 centros medulares distintos, el centro del vómito y la zona quimiorreceptora
desencadenante. Se cree que el acto de vomitar es un reflejo que se integra en el centro del
vómito, ubicado en la porción dorsal de la formación reticular del bulbo raquídeo, cerca de los
núcleos sensoriales del vago. La zona quimiorreceptora desencadenante se localiza en un área
pequeña del piso del cuarto ventrículo, donde se encuentra expuesta tanto a la sangre como al
líquido cefalorraquídeo. Se piensa que media los efectos eméticos de los fármacos y las toxinas
que se transportan mediante la sangre.

El acto de vomitar consiste en la realización de una inspiración profunda, el cierre de las vías
respiratorias, la generación de una contracción fuerte y forzada del diafragma y los músculos
abdominales, y una relajación del esfínter gastroesofágico. La respiración cesa durante este acto.
El vómito puede ir acompañado por mareo, sensación de inestabilidad, disminución de la presión
arterial y bradicardia. El centro del vómito recibe impulsos provenientes del tubo GI y otros
órganos; de la corteza cerebral, del aparato vestibular, responsable de la cinetosis, y de la zona
quimiorreceptora desencadenante, que se activa por la acción de muchos fármacos y toxinas
endógenas y exógenas.

Varios neurotransmisores y subtipos de receptores se encuentran implicados como mediadores en


las náuseas y el vómito. Dopamina, serotonina y receptores opioides se identifican en el tubo GI,
así como en el centro del vómito y la zona quimiorreceptora desencadenante.

Los antagonistas de la dopamina, como la procloroperazina, deprimen la emesis causada por la


estimulación de la zona quimiorreceptora. Se cree que la serotonina participa en las náuseas y la
emesis relacionadas con la quimioterapia y la radioterapia para el cáncer.

Los antagonistas de la serotonina (p. ej., granisetrón y ondansetrón) son efectivos para el manejo
de las náuseas y el vómito vinculados con estos estímulos. La cinetosis parece ser una respuesta
del sistema nervioso central (SNC) a los estímulos vestibulares.

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