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7 metáforas terapéuticas que nos ayudarán a entenderlo todo mejor

Las metáforas son un mecanismo sensacional para que el paciente reflexione sobre una situación concreta a
partir de una idea, anécdota o enseñanza que el profesional le sugiera en el proceso terapéutico, por eso son
un recurso muy extendido en terapia. Según Stephen R Lankton, una metáfora es una forma lingüística que
hace una comparación implícita entre dos entidades diferentes. Se ha comprobado que en el contexto
terapéutico, las metáforas son un elemento esencial para que los cambios en el paciente se produzcan más
fácilmente y a un nivel más profundo. Ahora bien, estos recursos tan originales han de albergar una serie de
características para que sean eficaces en el contexto clínico.
En primer lugar, la metáfora ha de ser entendida por el paciente, por lo que su relato debe estar adaptado a su
nivel de comprensión.
En segundo lugar, se busca que la persona se vea reflejada en ella, de manera que entienda lo que le está
ocurriendo y esta comprensión le motive a realizar el cambio terapéutico necesario.
En tercer lugar, debe tener una estructura de acción, de forma que en la narración se reflejen los pasos
necesarios que el paciente tiene que emprender si quiere conseguir el cambio.
Y debe ofrecer, por último, una solución o salida al problema, de forma que el paciente vea con claridad que
los pasos que tiene que dar le van a llevar, si los hace de forma correcta, a solucionar el problema por el que
está en consulta.
Las metáforas presentan al paciente una situación conocida, o mejor aún, vivida por él, que se asocia con el
problema que presenta en la actualidad y que, además, ofrece una solución al mismo.

Algunas metáforas que podemos usar en terapia


Estudios como el llevado a cabo por los doctores Eliezer Witztum y Onno van der Hart, por ejemplo, nos dice
que el uso de estos recursos son altamente eficaces, sobre todo en lo que se refiere a los trastornos de
ansiedad. Para comprender mejor esta estrategia, veamos a continuación, unos ejemplos de metáforas que a
nuestro entender, más pueden ayudarnos.

1. La metáfora de los dos escaladores


Imagina que tu terapeuta y tú son dos escaladores, cada uno subiendo por una montaña distinta, pero
cercanas. El terapeuta puede ver un camino que puede ayudarte a subir mejor tu montaña. Ahora bien, pero
no porque sea más listo que tú, ni porque la haya subido antes, sino porque está en una posición desde donde
puede ver cosas que ahora mismo tú no puedes ver. Finalmente, aunque el terapeuta indique el camino, tú
eres el que tiene que subir la montaña. Por lo tanto, la ventaja del terapeuta respecto al paciente es la
perspectiva. El terapeuta puede ofrecerle una perspectiva al paciente con la que este no cuenta; será el
paciente el que tenga que integrar esta información, con la que él ya tiene, para avanzar.

2. La metáfora de la luz
Como su nombre indica, los pensamientos automáticos negativos aparecen en nuestra mente de forma
automática porque han sido repetidos y repetidos durante mucho tiempo. Así, hemos creado un hábito de
pensamiento. Una metáfora que se utiliza mucho en terapia para explicar este fenómeno mental tiene que ver
con algo que alguna vez nos ha pasado. ¿Qué ocurre cuando se funde una bombilla o se va la luz? Que
entramos en una habitación y, a sabiendas de que la luz no va a encenderse, apretamos el interruptor. Pasa lo
mismo que con los pensamientos, es algo que tenemos automatizado.

3. La metáfora de la casa y los muebles


¿Una casa deja de tener valor si sus muebles son viejos, feos o están estropeados? La respuesta es no. La casa,
tiene valor, independientemente de los muebles que contenga. La casa no son sus muebles. De la misma forma,
el ser humano es valioso independientemente de sus pensamientos o sus actos puntuales. Podemos tener
pensamientos o actos más o menos nocivos, dañinos o negativos pero eso no hace que toda nuestra persona
sea así.

4. La metáfora de las arenas movedizas


La ansiedad es como estar sobre arenas movedizas: cuanto más luchamos en contra de ellas para salir de ahí,
más ansiosos nos atrapa la ansiedad y más desesperada y enérgica es esa lucha. Así, lo que recomienda esta
metáfora es que cuando te encuentres en un estado de ansiedad debes tratar de relajarte, de actuar en
contra de lo que “te pide el cuerpo”.

5. La metáfora del viaje a Sevilla


Tienes un objetivo: viajar a Sevilla e incluso cambiar de aires y empezar una vida en esa hermosa ciudad.
Coges el coche para irte y unos pasajeros intrusos en el asiento de atrás empiezan a decirte: ¿Pero dónde te
crees que vas? ¡Tú no tienes capacidad para hacer eso!, ¡No eres capaz de coger este coche, conducir tanto y
vivir en otro lugar!, etc. Esos molestos pasajeros son los pensamientos negativos: intentan boicotear nuestros
objetivos, nos generan ansiedad y hacen que, finalmente, dejemos el coche y volvamos a nuestra casa, a
nuestra zona de confort.

6. La metáfora de la fiesta y el invitado que nos cae mal


Te han invitado a una gran fiesta: la boda de tu mejor amigo. Evidentemente, tienes muchas ganas de asistir,
pero te has enterado de que va a ir alguien que no te agrada demasiado. Se trata de un compañero de trabajo
del novio que te presentaron una vez y te cae bastante mal. ¿Vas a dejar de ir a la boda por ello? Supongo que
tu respuesta será que no, ya que tienes muchas otras personas con las que disfrutar. De la misma forma, las
emociones negativas son como ese invitado: no porque ellas también hayan sido invitadas a la fiesta de
nuestra vida tenemos que dejar de hacer cosas que nos importan.

7. La metáfora del calor


Las emociones negativas son como el calor: muy desagradables. Seguro que no te dices a ti mismo que tener
calor es horrible, insoportable o la guerra nuclear. Es molesto, pero sabemos que de vez en cuando hemos de
pasar por ello, sobre todo en verano. No le damos más valor. De la misma forma, las emociones negativas,
existen y a veces las vamos a tener que experimentar. ¿Por qué no somos tan indulgentes con nuestros
propios estados emocionales? Las emociones, al igual que el calor, un dolor de cabeza o un grano en la nariz, no
son más que estados fisiológicos fastidiosos, pero no tienen mayor trascendencia que la de facilitarnos
información.
Para concluir, las metáforas son un recurso útil y original en el contexto terapéutico. Algunas son cómicas,
otras tienen un punto de tristeza, otras son filosóficas… Sea como sea cada una de ellas tienen el poder
inevitable de hacernos reflexionar.

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