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Empatía

La empatía es la capacidad que tiene una persona para ponerse en el lugar de otra y
entender mejor sus acciones, comportamientos y pensamientos. No se nace siendo
empático, sino que es algo que se va desarrollando a lo largo de la vida de una
persona. La empatía es un valor muy tenido en cuenta por el departamento de
recursos humanos a la hora de seleccionar a los candidatos. En general, y en algunos
puestos en particular, es importante tener esta capacidad empática con los demás. Por
ejemplo, el líder de un equipo de trabajo deberá tenerla para ponerse en el lugar de
los demás. Ayudar a un anciano a cruzar una calle: En muchas ocasiones las personas
mayores van más despacio y es posible que con cierto malestar debido a su edad o
condición física. Ayudarles a cruzar la calle es ser empático y ponerse en el lugar de esa
persona.
Ceder el sitio del autobús a una embarazada: Cuando una mujer está en embarazada y
su estado es muy avanzado, tenderá a cansarse más normalmente y sentir fatiga. Si
una persona cede su sitio en esta situación tendrá en cuenta cómo se siente esa mujer
y tendrá empatía con ella.
Socorrer a alguien en un accidente: No son pocas las veces que hay accidentes y la
gente se queda bloqueada o no acude a socorrer a los protagonistas. Por ello, si se
visiona un percance y hay personas o animales involucrados, aquellos que acudan a
socorrerlos tendrán un gesto de empatía con ellos.
Dar importancia a las cosas de los demás: Mostrar interés, escuchar a alguien o dar
importancia a lo que está contando es ser empático. Demuestra que hay una intención
por entender y comprender lo que está manifestando. (econodiccinario, 2021)
¿Cómo se puede conseguir el autocontrol?

Para empezar a tener autocontrol es imprescindible aprender a conocer nuestras emociones,


no podemos controlar algo que no conocemos, por lo tanto el primer paso para tener
autocontrol emocional es conocer las emociones y cómo se manifiestan en nosotros. Las
emociones básicas se llaman así precisamente porque son universales. En general son fáciles
de reconocer y comunes en las distintas culturas. Pero es posible que cada persona las
experimente de una manera única percibiendo unas señales o unas sensaciones particulares a
cada individuo. (luque, 2020)

Ejemplo: cuando me enojo, intento caminar al aire libre para poder relajarme, ya que mi
temperamento es fuerte, y no me gusta descargar mi enojo con la persona menos indicada

Identificar emociones:
No es lo mismo conocer las emociones que identificarlas. Saber identificar las emociones
cuando aparecen es necesario para poder gestionarlas. Cuando algo nos parece injusto o nos
frustra es habitual que aparezca la ira. Entonces, y depende de la persona, notaremos cómo se
nos acelera el ritmo cardíaco o nos sentiremos acalorados, para adquirir una auténtica
conciencia emocional es importante reflexionar sobre sus emociones, darles nombre y
canalizarlas a su favor.

Reúne pensamientos que te despierten una emoción concreta y trata de mantenerla durante
un rato sin juzgarla, solo siéntela. Este ejercicio resta algo de poder a las emociones negativas.
Si bien hay algunas que no son agradables, el experimentarlas durante un rato de forma
consciente te hace ver que realmente no puede hacerte tanto daño como creías. Para este
ejercicio también puedes utilizar un libro, una película o música que evoquen la emoción
elegida. (luque, 2020)

Por ejemplo: pon esa película que no has vuelto a ver porque no podías parar de llorar.
Sumérgete en la historia y deja que la tristeza te invada para experimentarla conscientemente.
Averiguar qué causa la emoción que queremos controlar:

Albert Ellis trabajaba con la premisa de que las emociones que nos afectan negativamente se
dan debido a que tenemos un sistema de creencias equivocado sobre nosotros, sobre los
demás y sobre el mundo. En su teoría, explica cómo un acontecimiento (A) activa nuestros
pensamientos o creencias (B) que son los que causan nuestras emociones (C).

La utilidad de cada una de ellas para gestionar tus emociones es, cuanto menos, dudosa.
Intentar no pensar en lo que te preocupa. Relajarte y respirar hondo. Liberar la tensión por
otras vías. Presionarte para tener pensamientos positivos. Intenta recordar tus virtudes y
éxitos. Distrae tu atención hacia un asunto concreto.

Primer paso: Identificar la emoción: Para aprender a notar e identificar tus sentimientos es
necesaria la práctica. Además de concentrarte en tus sentimientos, presta atención a tu
cuerpo. Tal vez, con algunas emociones, tengas sensaciones en el cuerpo; quizás sientas calor
en el rostro o los músculos tensos.

Segundo paso: Toma medidas: Una vez que hayas procesado lo que estás sintiendo, puedes
decidir si necesitas expresar tu emoción. A veces, darse cuenta de lo que uno siente es
suficiente, pero en otros casos, querrás hacer algo para sentirte mejor.

Tercer paso: Busca ayuda para las emociones difíciles: A veces, sin importar lo que hagas, no
puedes sacarte de encima una emoción compleja. Si te das cuenta de que estás encerrado en
sentimientos de tristeza o preocupación durante más de un par de semanas, o si te sientes tan
triste que podrías llegar a hacerte daño o hacer daño a otras personas, es posible que
necesites algo de ayuda. (luque, 2020)

Ejemplo: Imaginemos que una persona está en una fiesta y alguien hace un comentario que le
genera disgusto. La persona podría 1) ignorarlo y seguir como si nada hubiera pasado, o 2)
actuar su enojo y recurrir a la agresión. Ambas reacciones acarrean problemas. El primer
manejo no acredita al enojo, el cual no desaparece por el hecho de ser ignorado y puede
regresar en otro contexto que puede no ser el adecuado. El segundo no permite a la persona
establecer una relación con su emoción, la cual es actuada irreflexivamente y por lo tanto
permanece sin procesar. (teens health, 2019)
Cambiar los pensamientos o creencias:

Como propone Ellis, identificando esos pensamientos o creencias erróneas y cambiándolos por
otros más reales y adaptativos, podremos controlar nuestras emociones, Las creencias
provocan que nos comportemos de una determinada manera. De este modo, una misma
creencia puede ser potenciadora o limitante dependiendo de la situación donde nos
encontremos. (teens health, 2019)

Tácticas:

 Encuentra las pruebas: Encuentra los hechos de la realidad que fundamenten o


demuestren que el pensamiento negativo es real. Luego, escribe el pensamiento
contrario a ese pensamiento, y encuentra por lo menos tres hechos de que ese nuevo
pensamiento es verdad.

Por ejemplo: Pensamiento negativo: la felicidad no existe.

Hechos que lo sustentan: veo gente triste a mí alrededor.

Pensamiento positivo: la felicidad sí existe

Hechos que lo sustentan: el señor de la tienda de al lado siempre está feliz.

Escribe todos tus pensamientos.

 Es muy difícil trabajar con tus pensamientos negativos en tu mente, pues van más
rápido que la velocidad de la luz, están conectados unos con otros, y cuando estás
queriendo trabajar con uno terminas en pensar lo que vas a comer más al rato. Por eso
necesitas sacarlos de tu cabeza y escribirlos en una hoja de papel. Te recomiendo
escribir por lo menos una vez por semana, para que todas esas ideas de tu cabeza se
tranquilicen en la hoja de papel.
 Encuentra la distorsión de tu pensamiento: Hay ciertas estrategias que hace la mente
para distorsionar la información que recibe del interior y del exterior, para comprobar
tu creencia.
 Relativiza tus pensamientos: Mientras más rígidos, absolutistas o extremos sean tus
pensamientos, más probable es que estés en un error. Entonces, cada vez que te
encuentres aseverando un pensamiento, nada más porque así lo sientes, o porque así
te lo enseñaron, activa tu cuestionamiento y pregúntate de nuevo, con tu mente
lógica, qué tan verdad es ese pensamiento y cómo lo puedes relativizar.
 Invierte el proceso de creación: Invertir este proceso significa que pienses en las
acciones contrarias a ese pensamiento, si te sintieras bien, ¿Qué harías?, y entonces,
te fuerzas a salir, mientras que dices, “hoy me siento bien”, y lo repites y lo repites
hasta que tu pensamiento se genere y realmente te lo puedas creer.
 Conviértete en científico filósofo: Investígate a ti mismo, ponte pruebas, activa tu
lógica y tu capacidad de razonar y encontrar pruebas para comprobar si tu
pensamiento es verdad o no.
 Pon a hablar a tus pensamientos: Este es un ejercicio muy divertido. Te sientas en un
extremos de tu sillón, y te vas a personalizar en el pensamiento negativo, y vas a
imaginar que frente a ti está el otro polo opuesto, tu pensamiento positivo. Y vas a
convencer a tu pensamiento positivo de que tú eres verdad, hasta que se te acaben los
argumentos.

 Pon a hablar a tus pensamientos: Este es un ejercicio muy divertido. Te sientas en un


extremos de tu sillón, y te vas personalizar en el pensamiento negativo, y vas a
imaginar que frente a ti está el otro polo opuesto, tu pensamiento positivo. Y vas a
convencer a tu pensamiento positivo de que tú eres verdad, hasta que se te acaben los
argumentos.

 Activa las afirmaciones positivas: Las afirmaciones positivas son frases que dices en voz
alta, pero impregnadas de sentimiento y emoción. O sea, al decirlas, realmente las
sientes como verdad. Puedes hacerlas mientras que te relajas en las noches,
enfocándote en tu respiración, en soltar la tensión, y al mismo tiempo puedes decirte
a ti mismo “estoy a salvo, tengo todo lo que necesito para ser feliz, mi mente tiene
toda la capacidad para pensar positivo, elijo pensar positivo, me acepto como soy, me
amo como soy”, etc. Para eso te recomiendo las afirmaciones positivas de Louis Hay.

 Observa tu mente: Básicamente con este punto me refiero a meditar. Meditar


observando tu mente, te permitirá conocer tu mente, ya al conocer tu mente, sabrás
cómo funciona y podrás tener una mejor relación con ella, tomando desde tu
consciencia las riendas de ella. Para esto, simplemente siéntate a observar tu
respiración a mantener concentrado en ella, pero abierto a que tu mente genere los
pensamientos que quiera generar. (psicoavanza , 2018)

Por ejemplo, pensar “Nunca podré hablar en público” puede tener un efecto positivo
en nosotros que es protegernos de la opinión pública, pero se convierte en una
creencia limitante si fuera necesario que habláramos en público. Llegado el caso en
que tuviéramos que subirnos a un escenario, esa creencia sólo nos impediría hacerlo
bien, porque una condición que tienen las creencias es que tienden a cumplirse. Así
que, en ese caso, todo tu cuerpo haría realidad tu incapacidad para que sea verdad
que “no vales para hablar en público”. (siquia, 2021)

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