Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
TERAPIA GESTALT.
1
La técnica de concentración (el darse cuenta focalizado).
Nos da una herramienta de terapia en profundidad, más que en extensión. Concentrándose en cada síntoma,
en cada área del darse cuenta, el paciente aprende muchas cosas de sí mismo y de su neurosis. Aprende lo que está
vivenciando, cómo lo está vivenciando, cómo son sus sentimientos y comportamientos en un área y cómo en otras
áreas.
Por ejemplo, en el caso de una clásica manifestación psicosomática como “el dolor de cabeza”: les pedimos a
los pacientes en primer lugar, que localicen el dolor y que permanezcan con él. Les pedimos que se concentren en el
dolor, no que se deshagan de él. En el comienzo, solo algunos pueden soportar la tensión. La mayoría tiende a
interrumpir inmediatamente dando explicaciones, haciendo asociaciones o descalificaciones a nuestro trabajo. El
terapeuta tendrá que cambiar estas interrupciones en funciones “yo”.
Finalmente será capaz de quedarse con sus dolores. Este quedarse es una apertura a la posibilidad de
desarrollar contacto con el sí mismo. Podrá descubrir que ha estado contrayendo algunos músculos. Verá que puede
crear o intensificar sus propios dolores. En vista de sus descubrimientos puede decir: “es como si estuviera
contrayendo la cara para no llorar”. El terapeuta podría preguntar si le gustaría llorar y puede que estalle en llanto.
Aparentemente su dolor de cabeza era una interrupción de la necesidad de llorar. Mediante la técnica de la
concentración ha aprendido a participar plenamente en al menos una experiencia del ahora. Al mismo tiempo, ha
aprendido algo acerca del proceso de interrupción y de cómo estas interrupciones se relacionan con la totalidad de su
experiencia. Ha descubierto uno de sus medios de manipulación.
El proceso de interrupción.
El neurótico es un autointerruptor. Lo que corresponde abordar en terapia no es el material censurado, sino,
el acto mismo de censurar, la forma que toma la autointerrupción. No se puede trabajar desde dentro hacia afuera,
sino desde afuera hacia adentro.
¿De qué manera el neurótico ha llegado a convertirse en un autointerruptor? Los mecanismos neuróticos de
la introyección, la proyección y la retroflexión son mecanismos de introyección y muchas veces se desarrollan en
respuesta a interrupciones provenientes del mundo exterior. En el ser humano, la transición del apoyo externo (la
madre) al autoapoyo, es más complicado que en los animales.
Debido a que nos vemos forzados a aprender tanto a través de la educación como usando nuestros instintos
heredados, nos falta gran parte de la intuición animal respecto de lo que es el procedimiento adecuado. En lugar de
esto, el procedimiento adecuado se establece por fantasías compuestas que se van pasando modificadas de
generación en generación. Son más que nada funciones de apoyo para el contacto social, como los modales y los
códigos de conducta. Estos procedimientos son interrupciones del proceso en transcurso que, si lo dejáramos a su
propio destino, llevaría al autoapoyo.
¿Debiéramos entonces seguir una política de total no interrupción? No, pero sí aprender a enfrentar las
interrupciones. El problema más serio comienza cuando los padres interfieren con la maduración del niño, ya sea
mimándolo o interrumpiendo sus intentos de comenzar su propia orientación, o siendo sobreprotectores,
destruyendo con ello su confianza en su propia capacidad de sostenerse a sí mismo dentro de los límites de su
desarrollo.
Introyección. Nuestros pacientes llegan a nosotros habiendo incorporado las interrupciones de sus padres en sus
propias vidas, y esto es introyección (ej. dicen “los hombres grandes no lloran”).
Proyección. Llegan hasta nosotros habiéndose despojado de las partes ofensivas de sí mismos y esto es proyección
(ej. dicen “estos malditos dolores de cabeza, ¿por qué tendré que sufrir yo de ellos?”).
Retroflexión. Puede que conviertan las cualidades que sus padres consideraban y las manifestaciones que acarreaban
en contra de sí mismos, y esto es retroflexión (ej. dicen “debo controlarme, no debo llorar”).
2
Confluencia. Puede que hayan llegado a tal grado de confusión con las interrupciones de sus padres que renuncian
completamente a su identidad y se olvidan de la diferencia y la relación existente entre sus necesidades internas y los
medios externos de satisfacerlos, y esto es confluencia (ej. dicen “siempre que me gritan me da dolor de cabeza”).
El proceso terapéutico.
Es el establecimiento del sí mismo mediante la integración de las partes disociadas de la personalidad. Debe
llevar al paciente al punto en que ya no se siga interrumpiendo a sí mismo, es decir, hasta el punto en que ya no es
neurótico. ¿Cómo podemos llegar a esto sin interrumpir? Lo que corresponde hacer es percatarnos y tratar con los
cómo de cada interrupción, antes que, con el censurador, es decir, con el porqué de la interrupción. No hay necesidad
de adivinar o interpretar. Escuchamos la interrupción de una frase o nos percatamos de que el paciente contiene el
aliento o empuña una mano o mueve sus piernas como para patear.
A medida que el paciente se da más y más cuenta de cómo se interrumpe a sí mismo, se dará más cuenta de
lo que está interrumpiendo. En el ejemplo del dolor de cabeza, concentrándose en las interrupciones, el paciente llega
a darse cuenta de que se está interrumpiendo a sí mismo y de lo que está interrumpiendo (la necesidad de llorar).
También llega a ser capaz de disolver sus interrupciones y a vivir y concluir una experiencia inconclusa (llora por un
duelo).
Consiguiendo que nuestros pacientes se den cuenta, en el aquí y ahora, que están interrumpiendo y cómo
estás interrupciones los afectan, podemos llevarlos a verdaderas integraciones. Les podemos dar la oportunidad de
ser ellos mimos. Esto les dará una verdadera apreciación de ellos mismos y de los demás y les permitirá hacer un buen
contacto con el mundo, porque sabrán dónde está el mundo. Entender significa ver la parte en relación con el todo.
3
Lo que el paciente hace a través de esos mecanismos es evitar la responsabilidad que le cabe por su
comportamiento. Equipara “responsabilidad” con culpa: teme ser culpado y, a la vez, está listo para culpar, parece
que estuviera diciendo “yo no soy responsable de mis actitudes, es mi neurosis”. Pero “responsabilidad” en realidad
significa habilidad de responder, responsa – habilidad, la habilidad para elegir las reacciones propias.
El terapeuta siempre puede trabajar con los eventos del presente, ya sea en la actualidad física o en fantasía.
Puede integrar inmediatamente lo que surge en el curso de la sesión y no debe permitir que las situaciones inconclusas
se vayan acumulando. El terapeuta puede trabajar con vivencias y no tan solo con verbalizaciones y recuerdos.
Sin embargo, hay un problema en la terapia gestáltica, dificultad que también está presente en las demás
terapias: y es que el paciente se adapta a nuestra técnica, entonces, puede que empiece a manipular al terapeuta con
experiencia fabricadas e irrelevantes solo para agradar y, al mismo tiempo, evitar el encararse con sus propias
dificultades. Entonces, el énfasis de la terapia tiene que trasladarse del tener vivencias al inventar vivencias. El
terapeuta tendrá entonces que encarar esa actitud de invención. No hay que perder de vista que la tarea consiste en
revisar cada sesión en términos de una aplicación sistemática de la técnica del darse cuenta.
El objetivo de la terapia es darle al paciente una herramienta – autoapoyo- con lo cual pueda resolver sus
propias dificultades. Sin embargo, podemos abrir solamente una puerta a la vez, podemos pelar la cebolla quitándole
solamente una tela a la vez: cada capa es arte de la neurosis y en la medida en que es tratada, el problema se modifica,
y a medida que cambia el problema, también cambian las necesidades específicas. Tras cada uno de los pasos del
camino, el paso siguiente se hace más fácil de dar, esto debido a que en cada sesión el autoapoyo ha aumentado un
poco. Las capas de la neurosis son:
Estrato falso:
Se juega a representar roles. Desaparee la espontaneidad.
Es el estrato del “como sí”, actuar en función de la fantasía creada por sí mismo.
Estrato fóbico:
Se toma contacto con los “no debo” internos, que impiden ser realmente como se es.
Se evita tomar riesgos para evitar las fantasías catastróficas.
Estrato del impasse:
Se vivencia el estado de “nada” (nadidez).
Aparecen sensaciones de vacío y desconcierto.
Estrato implosivo:
Primacía del estado de parálisis, vivencia de irse hacia adentro.
Se implota la energía vital contraída al interior.
Estrato explosivo:
La persona ya puede expresar sus emociones en forma honesta y auténtica.
Hay 4 modos de explosión: estallidos de alegría, estallidos de tristeza, estallidos de orgasmo, estallidos de ira.
4
considera como perteneciente al aquí y ahora, darse cuenta sólo puede transcurrir en el presente (aunque al revivir y
visualizar un recuerdo quede la sensación de que es algo pasado).
Hay que destacar que las cuestiones temporales no son válidas para lo que llamamos las propiocepciones, las
sensaciones internas, las sensaciones musculares kinestésicas, etc. Las sensaciones propioceptivas no tienen tiempo y
únicamente pueden vivenciarse en el aquí y ahora. Por lo tanto, si hacemos el ejercicio de “ir y venir” entre una
visualización y una propiocepción, podremos llenar los espacios en blanco y completar los asuntos inconclusos del
pasado. El terapeuta bien entrenado, también tomará en cuenta cualquier movimiento de los pies, brazos, manos,
etc., y le llamará la atención a la persona sobre ellos (vamos viendo cómo, de qué manera se autointerrumpe). Luego,
podremos dar el paso siguiente e “ir y venir” entre los sentimientos del paciente y sus proyecciones.
Tomemos un ejemplo para este ejercicio de “ir y venir”: el caso del hombre maduro relativamente exitoso que
parece estar requiriendo un “muro de los lamentos”. Comenzará quejándose incesantemente ante el terapeuta de su
esposa, de sus hijos, de sus empleados, de sus competidores, etc., pero no le permitiremos seguir esta expresión
indirecta. Le pedimos que se visualice a si mismo hablándoles, o que le hable en forma sicodramática al terapeuta
como si este fuera la esposa, hijos o lo que fuere. Le aclaramos que no debe esforzarse al punto de tener éxito, solo
se trata de no autointerrumpirse y de tomar conciencia de los diversos modos en que se bloquea a sí mismo. Le
explicamos que queremos que convierta sus áreas bloqueadas o represiones, en expresiones. Aquí podemos observar
tres posiciones entre las cuales ir y venir: las quejas del paciente (su manipulación del terapeuta para lograr apoyo),
su autoexpresión inadecuada (que es una falta de buen contacto y autoapoyo), y sus inhibiciones (que son las
autointerrupciones del paciente).
Vale la pena recalcar que este es el concepto de la Terapia Gestáltica. El paciente se siente obligado a repetir
en la vida diaria todo lo que no logra concluir en forma satisfactoria. Estas repeticiones son sus asuntos inconclusos.
Pero no puede llegar a la solución creativa de ellos, porque junto con sus repeticiones trae sus interrupciones, vale
decir su actuación. Por lo tanto, si en su vida extraterapeútica está actuando una tendencia neurótica, le pedimos que
durante la sesión repita deliberadamente en fantasía, lo que ha estado haciendo en la actualidad. De esta manera
podemos descubrir el momento en que interrumpe su flujo de vivencias impidiéndose darse una solución creativa a
su problema.
En el SICODRAMA se le pide al paciente que vaya representando diferentes roles, representar, por ejemplo:
desde un niño apabullado hasta la madre criticona. De ese modo el paciente puede darse cuenta de que su superego
criticón es su madre fantaseada (su introyecto), en realidad es él mismo quien se está criticando, no le basta con tener
que escuchar las críticas, sino que, al mismo tiempo, crítica y es culpado. La significación terapéutica de este ejercicio
es facilitar el desenlace del click en el paciente, la riña constante entre perro de arriba y perro de abajo.
La idea de la repetición ha sido usada extensamente. El repetir una y otra vez las órdenes, lemas significativos
del pasado (lo que nos han dicho), que de hecho constituyen en la actualidad gran parte los introyectos, también
puede tener un efecto terapéutico.
En la APROXIMACIÓN A LAS ÁREAS DE CONFUSIÓN vía las interrupciones manifiestas, se observa que la
confusión es un mal apoyo del contacto y es muy frecuente que los problemas del paciente se pongan en evidencia en
sus zonas de confusión. Gran parte de la lucha contra la neurosis se gana con el solo hecho de ayudarle al paciente a
darse cuenta de su confusión, a tolerarla y a quedarse con ella y su correlativo (los momentos en blanco). A pesar de
que la confusión es desagradable, su único verdadero peligro es interrumpirla porque no dejamos que se exprese para
poder vivenciarla positivamente y que se convierta en algo rutinario (que pierda su novedad).
Una vez que el paciente aprende a aceptar el hecho de que tiene áreas de confusión, entonces estará dispuesto
a colaborar con el terapeuta. Vivenciada la confusión, se la vive como algo maravilloso que denominamos “retraerse
al vacío fértil” que es una especie de trance, pero acompañada de una total capacidad de darse cuenta sin especular.
El objetivo de consultar el vacío fértil es básicamente el de deshacer la confusión. En el vacío fértil la confusión se
transforma en claridad, el interpretar en vivenciar. El vacío fértil aumenta el autoapoyo, mostrándole a quien lo
experimenta que tiene muchas más cosas en la mano de las que él se imagina.
5
El comportamiento del paciente aquí y ahora es un corte transversal microscópico de su conducta global. Si
logra ver su comportamiento en la terapia como estructura, podrá ver como estructura también su
comportamiento en la vida cotidiana.
6
aquello que no es divertido o agradable, debe evitarse. Ante cualquier frustración dolorosa, tomamos un atajo, pero
a costa de impedir el crecimiento.
Todo esto está muy relacionado con el enfoque gestáltico, es decir, con la idea central de que “gestalt” consiste
en un todo, algo completo en sí mismo. Por ello, es preciso darnos cuenta de lo obvio, si logramos entender lo obvio
veremos que esta todo ahí. Todo neurótico es una persona que no ve lo obvio. Lo que estamos tratando de hacer en
terapia Gestalt es entender la palabra “ahora”, el presente, el darse cuenta y ver lo que ocurre en el ahora. Esto puede
tomar un tiempo indefinido, para algunos puede ser de 4 semanas, para otros hasta 20 años.
El “ahora” es un concepto tan interesante y a la vez difícil porque solo se puede trabajar y lograr algo si se
trabaja en el ahora y el presente. Si se trata de agarrar el ahora, ya se ha ido. Es una paradoja poder trabajar en el
ahora y ser incapaz de aferrarse a él e incluso focalizarlo. Por otro lado, el “cómo” también es importante ya que antes
andábamos preocupados por los “por qué” a la siga de causas, razones, excusas y racionalizaciones, pensando que
cambiando dichas causas podíamos cambiar los efectos.
En nuestra era electrónica, ya no preguntamos por qué, preguntamos cómo. Investigamos la estructura, y al
entender la estructura, solo entonces podemos cambiar la estructura. Y una estructura que nos interesa muchísimo
es la estructura de nuestro argumento vital -también llamado karma o destino-, que por lo general está compuesto de
autotortura, juegos fútiles de automejoramiento, realizaciones y cosas por el estilo. Así, vemos en el encuentro de dos
personas que tienen argumentos vitales diferentes toda una gama de problemáticas: tratan de imponernos
mutuamente su guion vital o uno quiere agradar al otro olvidando sus necesidades propias por lo que luego vienen los
compromisos, la confusión y las peleas, etc. Las personas se quedan pegadas entre ellas y todo el guion vital se enreda.
De modo que lo que queremos hacer desde terapia Gestalt es re-organizar nuestro argumento vital.
7
Acercadeismo (buscar explicaciones, pedir diagnósticos, racionalizaciones); Debeismo (ajustarse a lo que debiera hacer
y ser según otros) y Manipulación.
8
En el diálogo con órganos, lo primero es tener la seguridad de que la persona confía en que cualquier
información que le entreguemos es válida. Si le hablamos como lo haría una parte de él mismo, es desde un
conocimiento verdadero, que tiene que ver con el cómo es y con lo que hace ese órgano y lo que podría decir si tuviera
voz. Este método es casi un juego, en el que nosotros “somos” el órgano –cómodamente instalado en la persona- y
hablamos de cómo somos, de lo que hacemos y para qué lo hacemos.
Los que facilitamos el encuentro de una persona con sus propios órganos, con lo que le duele, con lo que la
perturba, incluso con lo que tiene que ser sacado de sí porque amenaza a la persona entera, nos aventuramos en un
terreno seguro. Lo que le mostraremos a la persona es verdad, es parte de sí que no conoce o no cree conocer o no
quiere conocer.
9
9) La persona instalada ahora como vena, se relaja. El terapeuta en el rol de la persona insiste en preguntar y afirmar
a la vez ¿así es que tú estás moviéndote siempre, dejas que la sangre fluya, eres blanda, relajada y estas en un mismo
sitio siempre? Si.
10) Nos quedamos generalmente en el sitio de la persona y reforzamos lo aprendido. Realmente la paciente pudo
aceptar que sus venas le estaban pidiendo un poco de quietud y enseñándole a ser menos controladora y activa.
El dolor desapareció y, desde su “veneidad”, la hacemos trabajar una “polaridad” impensada para ella: su lado quieto,
con un camino trazado, capaz de aceptar las cosas como son, sin ambición. Le sugerimos que en los momentos de sus
llamadas crisis asuma la posición que adoptó como vena y, además, que se permita un par de minutos de quietud
antes de levantarse en las mañanas.
10
TOBIN S. El proceso de despedirse.
La mayoría de los pacientes fracasa de algún modo en el proceso de despedirse o concluir alguna relación, sea
por muerte, ruptura (ej. de la conyugalidad) o por alguna otra razón. La reacción de “agarrarse” se presenta ante la
pérdida de personas emocionalmente significativas.
La reacción adaptativa a la pérdida de una persona amada es un período bastante largo de pena y dolor,
seguido por un renacer del interés por las personas vivas y las cosas en general. La reacción de agarrarse tiene por
objeto inhibir las emociones suscitadas por la pérdida y mantener presente a la persona en la fantasía.
11
- porque prefieren seguir enganchados, por ejemplo, la reacción adaptativa al divorcio y a la separación sería que cada
uno expresara sus resentimientos remanentes y cada cual partiera por su camino, sin embargo, en lugar de esto,
muchos divorciados continúan en una especie de guerrilla que los mantiene unidos.
- porque hay una falta de disposición a sentir el dolor que sentirían si soltaran las amarras (en vez de soltar las
relaciones muertas, mucha gente evita el vacío y soledad manteniéndose ocupado).
- porque sienten que dejar ir, especialmente a los muertos, es un deshonor para ellos.
12
En casi todos los casos se expresa mucha emoción. Cuando ya el paciente aparenta no tener más asuntos
inconclusos, se le pregunta si se siente preparado para despedirse. Frecuentemente los pacientes dicen estarlo, pero
son incapaces de hacerlo directamente frente al imaginado ser querido. En otras ocasiones, su despedida no es
convincente. En ambos casos, se los ayuda a que se percaten que aún no están listos para soltar; no se empuja ni
alienta al paciente en tanto esté dispuesto a hacerse responsable de su agarrarse.
Si el paciente está dispuesto y listo para concluir la relación, por lo general se produce una explosión
emocional; lo habitual es que el paciente complete su proceso de luto y llore, aunque a veces se presenta un
sentimiento de gran alivio y alegría por haber eliminado un peso muerto.
Al parecer, los resultados son duraderos. Lo habitual es que el paciente piense poco o nada en la persona
desaparecida, y adquiera un sentimiento de mayor energía y un mayor interés por la vida y las demás personas.
13