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Tema | Probiótiocos y prebióticos en la alimentación infantil

Módulo | Nutrición artificial en pediatría

Jesús Sanchis Chordá, Lucía Redondo Cuevas

OBJETIVOS Contenido
• Adquirir una visión actualizada sobre la importancia de la microbiota
Objetivos
intestinal en la salud del ser humano.
• Conocer las funciones, patologías asociadas y los factores que modulan la La microbiota intestinal
microbiota intestinal.
Alimentación microbiota
• Considerar el papel de la alimentación como factor clave en el desarrollo y
mantenimiento de una microbiota intestinal sana. Resumen
• Conocer en qué se basa una alimentación disbiótica y prebiótica.
Bibliografía
• Profundizar y conocer los alimentos prebióticos y probióticos como
moduladores de la microbiota intestinal.

LA MICROBIOTA INTESTINAL

¿Qué es la microbiota intestinal?

La Microbiota es el conjunto de microbios que habitan en el cuerpo; están presentes
en todas las superficies e invaginaciones. El lugar en el que se concentran mayor
cantidad de microbios es en los intestinos; conformando lo que se denomina
como la microbiota intestinal. Dichos microbios son mayoritariamente bacterias,
pero también habitan virus, hongos y levaduras. El tipo de microbiota que cada
ser humano posee es como la huella dactilar; es exclusiva de cada individuo.
Actualmente, gracias a los miles de trabajos de investigación que se han llevado,
se siguen y se seguirán llevando a cabo, se sabe que la relación entre humanos y
microbios es fundamental para la salud.

En determinadas ocasiones, se produce un desequilibrio en los microbios que

habitan en el cuerpo y esto se traduce en problemas de salud para el huésped (el
ser humano); es lo que se denomina disbiosis. Es muy difícil conocer cómo sería
una microbiota intestinal ideal. Pero lo que sí se conoce es que la diversidad de
microorganismos se relaciona con mayor salud. Es decir, para conseguir salud,
se debe conseguir una gran diversidad en la comunidad de seres vivos que se
relacionen entre sí y con el cuerpo.
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Funciones de la microbiota intestinal De estos últimos, los más numerosos son: butirato,
propionato y acetato, que desempeñan funciones
En los últimos años, el constante estudio de la clave en el organismo, tomando especial relevancia
microbiota que habita en el cuerpo, ha permitido el butirato. Éste es considerado el compuesto más
conocer las múltiples e importantes funciones prometedor, con el mayor potencial antitumoral y con
que ésta realiza en el cuerpo. Concretamente, la un papel clave para el mantenimiento del intestino.
microbiota intestinal está implicada en alrededor Se obtiene gracias a la metabolización por parte de
de 20.000 funciones biológicas. La mayoría los microbios1.
están relacionadas con el proceso digestivo,
el mantenimiento de las mucosas digestivas,
la eliminación de sustancias potencialmente Patologías asociadas a una microbiota
patógenas, la maduración y mantenimiento del
intestinal alterada
sistema inmune y, hasta en el control de nuestro
comportamiento, el manejo de nuestras emociones Son muchas las situaciones patológicas que se
y la gestión del estrés1. asocian a una microbiota intestinal alterada, o
disbiosis. Patologías inmunitarias como alergias,
La microbiota intestinal es capaz de llevar a cabo
asma o enfermedades autoinmunes; patologías
todas estas funciones a través de específicos y
metabólicas como obesidad o diabetes tipo 2;
complejos mecanismos de acción, de los cuales
problemas psicológicos; cáncer (en especial
todavía se conoce poco. Por ejemplo, los microbios
el cáncer colorrectal); así como enfermedades
son capaces de comunicarse directamente con
gastrointestinales, como Crohn, colitis o síndrome
el sistema inmunitario mucosal, modulando
del intestino irritable.
respuestas innatas y adaptativas; también pueden
modular directamente el sistema nervioso a través
del nervio vago; y son capaces de formar un sinfín
de compuestos que afectan al sistema nervioso o
a funciones metabólicas, tales como citoquinas,
neurotransmisores o ácidos grasos de cadena corta.

Ahora bien, es cierto que aún queda mucho por
conocer, y que en muchos casos se desconoce si la
disbiosis es causa o consecuencia de la enfermedad
o si todo sucede al mismo tiempo. En cualquier
caso, lo que se puede afirmar es que la adquisición
y mantenimiento de una microbiota intestinal sana
es (en el más amplio sentido) un escudo protector
frente a múltiples patologías1.
Factores que modulan la microbiota
intestinal
Son múltiples los factores que influyen en la
composición y función de la microbiota intestinal.
Entre los más destacables se pueden encontrar:
alimentación, ejercicio físico, consumo de alcohol,
hábitos tóxicos como el tabaquismo, lugar de
nacimiento y residencia, contacto con la naturaleza
y los animales, número de hermanos, hábitos
higiénicos, enfermedades y trastornos de todo tipo
(inmunes, metabólicos o neurológicos), estado de
ánimo y niveles de ansiedad y estrés, ingesta de
fármacos (especialmente de antibióticos) y, también
la edad y el sexo o la genética.
No obstante, no se debe caer en el error de pensar
que la genética es la responsable principal de la
composición y función de la microbiota intestinal de
niños y adultos.
Además, tal y como se explica en el libro Niños
sanos, adultos sanos (Cañellas y Sanchis, 2016); es
necesario saber que los hábitos de vida que se llevan
a cabo en el ámbito familiar y las decisiones que en él
se toman, especialmente por parte de la madre, y a lo
largo de todo el periodo que se denomina la ventana
de oportunidad, y que engloba la gestación (e
incluso antes), el parto, la lactancia, la introducción
de alimentos y hasta los aproximadamente 3 años
de vida; van a ser definitorios en la composición y
función de la microbiota intestinal de los pequeños
y futuros adultos. Es, lo que los autores describen
como la programación de la microbiota intestinal2.
ALIMENTACIÓN Y MICROBIOTA
El patrón de alimentación, desempeña un papel
fundamental en el establecimiento y mantenimiento
de una microbiota intestinal sana. Rica en
bifidobacterias y lactobacilos durante los primeros
compases de la vida, y con alta diversidad a partir
de los 2’5 a 3 años de vida, cuando se establece una
microbiota intestinal adulta.
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Los prebióticos y los probióticos son dos de los
elementos más estudiados en el ámbito de la
microbiota intestinal. Ambos comportan efectos
beneficiosos para la microbiota intestinal, la cual
causa impacto en varias funciones del cuerpo
como la digestión. Por esta razón, los especialistas
resaltan la importancia de su inclusión en la dieta
para promover una microbiota sana. No obstante,
antes de hablar de alimentos o componentes que
pueden ser beneficiosos, resulta necesario detallar
aquello que afecta negativamente a los microbios;
lo que se define como una alimentación disbiótica1.
Alimentación disbiótica
Sustancias como alcohol, azúcares refinados, fritos,
aceites refinados, grasas trans, trigo “moderno”,
edulcorantes artificiales o ciertos emulsionantes1,
han sido estudiados y considerados como agentes
perjudiciales para la microbiota intestinal. Además,
teniendo en cuenta que el ser humano se alimenta
de una gran variedad de alimentos a lo largo del
día, en los estudios científicos también han visto
que el patrón de alimentación occidentalizado, es
el más negativo para los microbios. Un patrón de
alimentación que se caracteriza por un alto consumo
de productos ultraprocesados y donde están
presentes las sustancias citadas anteriormente.
Pero no solo para la microbiota resulta perjudicial
una alimentación abundante en productos
ultraprocesados; llenos de sustancias no saludables
y carentes de compuestos beneficiosos como fibras,
vitaminas, minerales, antioxidantes, etc. Es por
ello que, eliminar los productos comestibles es, sin
duda, el primer paso para empezar a cuidar de la
microbiota intestinal y, con ello, la salud1.
Alimentación prebiótica
¿Qué es un prebiótico? De forma coloquial, se
podría decir que un prebiótico es el alimento
para la microbiota intestinal. El último consenso
internacional3, define prebiótico como: “un sustrato
que selectivamente es utilizado por microorganismos
del hospedero aportando un beneficio en su salud”.
Esta nueva definición amplia el concepto de
prebiótico que, anteriormente, se relacionaba casi
exclusivamente con carbohidratos no digeribles
o fibra. Por ejemplo, polifenoles o ácidos grasos
conjugados, son sustancias que podrían ahora
incluirse dentro del concepto de prebiótico.

Y en los alimentos, ¿dónde se encuentran estos
prebióticos? ¿De dónde se obtienen? Una vez dado
el primer paso, (el más importante) el de eliminar
lo que se denomina una alimentación disbiótica, se
debe empezar basando la alimentación en hortalizas,
frutas y tubérculos, ya que son los alimentos que,
en su conjunto, más ayudan a la microbiota y a la
salud en general. Y, ahora sí, se va a analizar cuáles
son los componentes o alimentos que contienen los
mejores prebióticos.
Fibras fermentables
La fibra se define como polímeros de carbohidratos
con 10 o más unidades monoméricas, que las
enzimas no pueden hidrolizar (romper) en el intestino
delgado. Se incluye también la lignina, aunque no
tiene estructura de carbohidrato. Y, hasta hace poco,
para su clasificación se diferenciaba entre soluble e
insoluble, de forma que, a groso modo, la soluble
era más sana que la insoluble. Pero lo que resulta
más coherente cuando se quiere referir a aquello
que más puede nutrir a la microbiota intestinal, es
hablar del grado de fermentablidad de la fibra1.
Y antes de descubrir cuáles son las mejores fibras
fermentables para los microbios, se debe dejar muy
claro que siempre se tiene que hacer referencia a
alimentos que contengan esa fibra de forma natural.
Valorando así, el alimento en su conjunto. Y es que,
si a un producto ultraprocesado se le ha añadido
una fibra fermentable, seguirá siendo un producto
ultraprocesado no interesante, entre otros motivos,
por “ser disbiótico”.
Una vez dejado claro el punto de partida y, atendiendo
al grado de fermentabilidad, por un lado, se tienen
las fibras poco fermentables: celulosa, lignina
y algunas hemicelulosas; que son escasamente
metabolizadas por los microbios a su paso por el
colon, por lo que se excretan prácticamente enteras
a través de las heces. Y, por otro lado, están las fibras
altamente fermentables, las cuales los microbios
son capaces de metabolizar (transformar) y producir,
entre otros muchos metabolitos, ácidos grasos de
cadena corta. Las fibras fermentables y sus fuentes
alimentarias están detalladas en la Tabla 1.
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Polifenoles
¿Qué son y dónde encontrarlos? Los polifenoles
también son compuestos que, por sus características
químicas, son de difícil absorción (se calcula
que solo entorno al 5-10%). Hoy se sabe que,
precisamente gracias a su escasa absorción por los
humanos, los microbios salen beneficiados puesto
que son capaces de metabolizarlos. Con ello, los
principales beneficiados son los humanos.
La interacción de los polifenoles de los alimentos
con la microbiota del colon es una interacción
de doble sentido: por una parte, los polifenoles
modulan la composición de la microbiota
favoreciendo el crecimiento de determinadas
especies en detrimento de otras; y, por otra parte, los
microbios del intestino transforman los polifenoles
dando lugar a moléculas que, ahora sí, se pueden
absorber con más facilidad y, en muchos casos,
confiriendo efectos biológicos más relevantes que
los polifenoles de partida. Los alimentos más ricos
en polifenoles son: frutos rojos (también otras
frutas), cacao puro, té verde, miel cruda y especias
(cúrcuma, tomillo, orégano, canela, etcétera)
pueden ofrecer un aporte extra de polifenoles1,2.
Las grasas buenas
Es bien conocido el extendido e infundado miedo a
las grasas. Años y años con las grasas en el centro
de la diana de la obesidad para, al final, dar cuenta
que ha sido un fracaso estrepitoso. Ahora, y con
la microbiota intestinal en el centro de la diana,
buscando aquello que la mejora y la perjudica, son
muchos los artículos que anuncian aquello de “las
dietas altas en grasa provocan disbiosis intestinal en
ratones”. Y la pregunta es ¿será una equivocación?
¿Qué tipo de “alimento” se les administra a estos
ratones para hacer tales afirmaciones? ¿El ser
humano se comporta igual que los ratones?
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FIBRAS ALTAMENTE CONSIDERACIONES

FUENTES ALIMENTARIAS
FERMENTABLES ESPECIALES
Estos alimentos necesitan de
Zanahoria, kiwi, uvas, pomelo,
cocción para que las bacterias
PECTINAS platano, Omen, naranja,
accedan con mayor facilidad a
manzana, cerezas
las pectinas.
BETA-GLUCANOS Avena, cebada, setas
Las algas marinas se deben
consumir en pequeñas
Semillas de lino y chia. Algas cantidades por su alto
MUCILAGOS
marinas contenido en yodo, por lo que
no suelen suponer un aporte
importante de mucilagos.
Raíz de achicoria, puerro,
FRUCTANOS cebolla, espárragos,
alcachofa, plátano
GALACTOOLIGOSACARIDOS Legumbres
AR tipo 2: plátano verde,
patata cruda AR tipo 3:
Una vez enfriados, se pueden
Tubérculos, chirivía, plátano
ALMIDÓN RESISTENTE (AR) volver a calentar si no se
macho, cereales y legumbres
superan los 130°C.
cocinados y enfriados en el
frigorífico
Tabla 1. Fibras altamente fermentables y sus fuentes alimentarias.
AR tipo 3: Tubérculos, chirivía, plátano macho, cereales y legumbres cocinados y enfriados en el frigorífico. Una vez enfriados, se pueden
volver a calentar si no se superan los 130ºC.

Pues bien, es importante tener en cuenta lo
expresado en el libro Alimentación prebiótica
(Plataforma actual, 2017):
• “De entrada, el tipo de grasa con la que se
les alimenta a estos animales suele contener
principalmente aceite de palma refinado (u
otros aceites refinados). Y es, el aceite de
palma refinado (no la grasa saturada del
aceite de palma) el que contiene una serie de
moléculas derivadas de las altas temperaturas
a las que se somete durante el refinado, que
son altamente tóxicas. Todo esto, junto a
que existen notables y evidentes diferencias
entre nosotros y los ratones, hace que nos
replanteemos la afirmación de que “las dietas
altas en grasa” puedan ser perjudiciales.
• Lejos de que las grasas tengan efectos
negativos, existen algunas que han demostrado
todo lo contrario. Los omega 3 (concretamente
EPA y DHA), así como los ácidos grasos
monoinsaturados (concretamente ácido
oleico) son ácidos grasos claves en procesos
de vital importancia para nuestra salud como
son el control de la inflamación o el desarrollo
y mantenimiento del sistema nervioso. Pero
no solo eso, recientemente se ha descubierto
que también tienen un impacto positivo en
la microbiota intestinal, con lo que también
desde el intestino ayudan al mantenimiento de
nuestra salud.

• Estas grasas tan preciadas, debemos ingerirlas
a través de alimentos que, en su conjunto,
sean saludables. Como fuente de EPA y DHA, el
pescado azul de pequeño tamaño (con menos
contaminantes) como sardina, boquerones,
caballa, jurel o arenque, es la mejor opción.
Como fuente de ácido oleico tenemos al aceite
de oliva virgen y el aguacate; que además de
aportar grasas saludables, aportan muchos
otros componentes, como una más que
interesante cantidad de polifenoles.
• Y, por último, los frutos secos. Otro ejemplo de
que los alimentos ricos en grasa, si son naturales
y sin procesar, no solo no son perjudiciales, si
no que tienen importantes efectos saludables.
Los frutos secos son alimentos ricos en grasas,
concretamente en ácidos grasos omega 9 y
omega 6. En 2014 se realizó un estudio en
EEUU donde observaron que el consumo de
almendras y pistachos en humanos, tenían
un efecto positivo en la microbiota intestinal.
Concretamente, aumentaron el número de
bacterias formadoras de butirato, ese ácido
graso de cadena corta que descubrimos como
el más importante y prometedor. Los frutos
secos tienen un alto contenido en polifenoles
y fibras fermentables que pueden ser los
responsables de estos efectos tan interesantes
por saludables1.”
Probióticos
Según el último consenso internacional, los
probióticos se definen como microorganismos
vivos que cuando se administran en cantidades
adecuadas confieren un beneficio al hospedero4. En
relación al uso de probióticos en edad pediátrica,
aún son pocos los estudios que permitirían poder
describir con precisión cepas y dosis adecuadas
para determinadas patologías5. Algunas de las
aplicaciones más evidentes son las siguientes5:
• Los probióticos son eficaces en el tratamiento
de la diarrea aguda en niños, acortan en un día
la duración del episodio, disminuyen el número
de deposiciones al segundo día de tratamiento
y disminuyen el porcentaje de diarreas que se
prolongan más de 4 días.
• Los probióticos con más evidencia científica
para el tratamiento de la diarrea aguda en
niños son Lactobacillus GG, Saccharomyces
boulardii y L. Reuteri DSM17938.
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• En niños son síndrome de intestino irritable,
el empleo de Lactobacillus GG, L. Reuteri
DSM17938 y VSL3 se acompaña de una discreta
mejoría en la intensidad, aunque no en la
frecuencia, del dolor abdominal.
En el último consenso internacional4 se especifica
con detalle qué es y qué no es un probiótico: según
sus definiciones, los alimentos fermentados (a pesar
de que contengan microorganismos vivos), no entran
dentro de la clasificación de “probióticos”. De todas
formas, ya son muchos los estudios que se han
centrado en el estudio de alimentos fermentados
como moduladores de la microbiota intestinal, por
ello, se hablará de ellos.
Parece lógico pensar que los alimentos fermentados
(donde se encuentran y se han desarrollado
microorganismos beneficiosos) son buenos para
conseguir una mayor diversidad bacteriana en
los intestinos. Y sí, así es. El problema es que
las fermentaciones tradicionales se han ido
sustituyendo por fermentaciones exprés y por
productos de pésima calidad1. Incluso, hay quien
piensa que el único alimento fermentado es,
quizás, el alimento más promocionado, el yogur.
Este alimento, se elabora por la transformación de
la leche llevada a cabo por dos microorganismos:
Streptococcus thermophilus y Lactobacillus
bulgaricus. En cambio, las fermentaciones
tradicionales, son las fermentaciones más
completas, en las que intervienen gran cantidad de
microorganismos diferentes1.
Por ejemplo, un alimento fermentado, sano y
accesible, es el chucrut (col fermentada). Es un
buen ejemplo de alimento tradicional con una
fermentación completa, puesto que se produce una
fermentación en la que se estimula el desarrollo de
los microorganismos que habitan de forma natural
en la propia col, y que se controla añadiendo sal.
Durante este proceso se forman ácidos orgánicos
(especialmente ácido láctico), así como vitaminas
(destacando la vitamina K2 y algunas del grupo B) y
también enzimas, que ayudarán a nuestro proceso
digestivo1. La mayoría de botes de chucrut que se
encuentran en algunos establecimientos han sido
pasteurizados, lo que supone perdernos la mayor
parte de sus propiedades. Por ello, se aconseja
buscar chucrut fresco, o mejor aún, aventurarte a
prepararlo en casa.
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Por último, comentar que, los fermentados lácteos BIBLIOGRAFÍA

siempre serán más interesantes que la leche,
para el bienestar intestinal. Y que, al escogerlos
debe primar la calidad. Escoger fermentados
elaborados con leche de cabra o de oveja, es
optar por un alimento más fisiológico, puesto que
su composición nutricional es más parecida a la
leche humana. El kéfir de leche, preferiblemente
de cabra y ecológico, es una mejor opción que
el yogur, puesto que tiene un mayor número de
microbios involucrados en su fermentación. El resto
de derivados lácteos: natillas, flanes, arroz con
leche, yogures líquidos, de sabores, desnatados,
azucarados o edulcorados, etc, quedan fuera de una
alimentación idónea para la microbiota intestinal.
RESUMEN
De acuerdo con el amplio conocimiento científico
actual, la microbiota intestinal juega un papel
fundamental en la salud del niño y futuro adulto.
En su correcto establecimiento y mantenimiento, no
solo está implicada la alimentación: el estrés y los
hábitos de vida de la madre durante la gestación, el
tipo de parto y de lactancia, el lugar de residencia,
el nivel de higiene o la toma de fármacos (por la
madre o el hijo), son factores que modifican su
adquisición y función. Sobre cuál es el ambiente y
la alimentación idónea para la microbiota intestinal,
basta con conocer que las tribus no occidentalizadas
y que todavía mantienen un estilo de vida cazador-
recolector son las que poseen una microbiota
intestinal más sana; para hacerse una idea de lo
alejados que se está en el mundo occidentalizado
del estilo de vida y la alimentación idónea para los
microbios con los que comparte el organismo.
1. Cañellas X, Sanchis J, Aguado X, Redondo C.
Alimentación prebiótica. Barcelona: Plataforma
Editorial; 2017.
2. Cañellas X, Sanchis J. Niños sanos, adultos
sanos. 3ª ed. Barcelona: Plataforma Editorial;
2016.
3. Gibson GR, Hutkins R, Sanders ME, Prescott
SL, Reimer RA, Salminen SJ, Scott K, Stanton
C, Swanson KS, Cani PD, Verbeke K, Reid G.
Expert consensus document: The International
Scientific Association for Probiotics and
Prebiotics (ISAPP) consensus statement on
the definition and scope of prebiotics. Nat Rev
Gastroenterol Hepatol. 2017 Aug; 14(8):491-502.
4. Hill C, Guarner F, Reid G, Gibson GR, Merenstein
DJ, Pot B, Morelli L, Canani RB, Flint HJ, Salminen
S, Calder PC, Sanders ME. Expert consensus
document. The International Scientific
Association for Probiotics and Prebiotics
consensus statement on the scope and
appropriate use of the term probiotic. Nat Rev
Gastroenterol Hepatol. 2014 Aug; 11(8):506-14.
5. Álvarez-Calatayud G, Marcos A, Margolles A.
Probióticos, prebióticos y salud: evidencia
científica. Madrid: Ergon; 2016.

En relación al uso de probióticos en edad pediátrica,

aún son pocos los estudios que permitirían poder
describir con precisión cepas y dosis adecuadas
para determinadas patologías. Y con respecto al uso
de prebióticos, lo más importante es conocer que,
a través de la alimentación se puede incorporar
un gran número de ingredientes prebióticos que
será la mejor forma de alimentar y promover el
establecimiento y mantenimiento de una microbiota
intestinal sana.