Está en la página 1de 8

Microbiota intestinal: clave de la salud

mental
Intestino y cerebro están conectados a través de diferentes caminos. Hoy en
concreto analizamos la relación entre la microbiota intestinal y el funcionamiento
cerebral.

100​Compartidos

● Los estudios de Donald Redelmeier y el embrujo de la luna


● Nuestras actitudes pueden cambiar por arte de imaginación
● El sobreentrenamiento lleva a una mayor impulsividad
La microbiota intestinal se ha postulado como una excelente diana
terapéutica​ en el abordaje de las diferentes patologías y condiciones de salud.
En este artículo centraremos la atención sobre su relación con la salud mental.

En 1683, Anton van Leeuwenhoek, habló por primera vez de unos «animáculos»
que había visto en el tracto gastrointestinal a través del microscopio. Hoy se
conocen como microbiota intestinal.

La microbiota intestinal se define como el ​conjunto de microorganismos


que habitan en el intestino en una relación de simbiosis​ con el
huésped. Se estima que está formada por 100 billones de microorganismos y la
mayoría se encuentra en el colon.
Tenemos más microorganismos que células. Su peso se sitúa en torno a
200 gramos y la relación entre el número de microorganismos que nos
habitan y nuestras células es de 1,4:1.

La
microbiota intestinal está directamente conectada con el cerebro a través del
intestino y su equilibrio es fundamental para gozar de una buena salud mental.

¿Qué es el microbioma intestinal?


Hablamos de microbioma intestinal para hacer referencia a los microorganismos
intestinales, sus genes y sus metabolitos activos (sustancias producidas por los
microorganismos y que impactan en el organismo del huésped).

La formación de la microbiota intestinal se inicia en la


concepción​ ​y alcanza su madurez a los 2 años de vida​. El periodo
perinatal es crítico: los hábitos maternos durante el embarazo, el tipo de parto y el
tipo de lactancia son los factores más influyentes.
A lo largo de la edad adulta existen diferentes factores que pueden
modificar la microbiota.​ Los más relevantes son: dieta, infecciones, uso de
antibióticos, estrés, contaminación ambiental, higiene excesiva y consumo de
sustancias tóxicas como el tabaco, ​alcohol​ o las drogas ilegales.
Como regla general, ​la diversidad establecida en la infancia vuelve
cuando se elimina el factor que la altera​. Sin embargo, las modificaciones
asociadas a la dieta tienden a mantenerla más estable.
Cada dieta induce a una microbiota intestinal con predominancia de
microorganismos especializados en su digestión. La falta de fibra, el
exceso de proteínas y el consumo de azúcares y grasas no saludables
promueven su alteración.
Los filos predominantes son: Firmicutes
(​Lactobacillus ​y​ Clostridium​), Bacteroidetes
(​Bacteroides y​ ​ Prevotella)​ y, en menor medida, Actinobacterias
(​Bifidobacterium​)​. Los 3 son fundamentales en la determinación de los estados
de eubiosis (microbiota intestinal saludable) y disbiosis (alteración de la microbiota
intestinal).
​ ature​ publicó ​un estudio en el que se describían tres
En 2011, la revista N
enterotipos eubiósicos​ basados en las variaciones de los tres filos
predominantes. Sin embargo, un año más tarde, la misma revista sacó a la luz una
nueva investigación que no hallaba las mismas conclusiones.
Existen multitud de variaciones individuales e interindividuales que hacen
imposible definir con exactitud las características de la eubiosis. En
términos generales, podríamos decir que una microbiota intestinal sana
debería ser diversa, estable, funcional y simbiótica.

¿Qué funciones tiene?


La microbiota intestinal tiene ​funciones cerebrales, digestivas,
inmunitarias, metabólicas y endocrinas​, destacando:
● Digestión.
● Síntesis de vitamina K, B5, B8 (biotina) y B9 (ácido fólico). También
produce B12 pero esta no está disponible para el organismo (necesita el
ácido del estómago para separarse de sus proteínas y unirse al factor
intrínseco para formar un complejo absorbible por el intestino delgado).
● Mantenimiento de la integridad de la mucosa intestinal.
● Absorción intestinal de hierro, calcio y magnesio.
● Regulación de aminoácidos como ​triptófano​ o glutamina.
● Modulación del sistema inmunitario.
● Reducción de los niveles de glucosa y colesterol.
● Metabolismo energético, regulación de la lipogénesis y oxidación de
ácidos grasos.
● Síntesis de neurotransmisores.
En 1908, Metchnikov ya dijo que los microorganismos que nos habitaban
eran beneficiosos para nuestra salud y podían promover la longevidad.

La
microbiota intestinal está directamente conectada con el cerebro a través del
intestino.

Eje microbiota intestinal – intestino – cerebro


La microbiota intestinal está directamente conectada con el
cerebro​ a través del intestino, existiendo numerosas evidencias de su influencia
sobre el comportamiento humano. Esta asociación se debe a la existencia de
multitud de conexiones neurales entre ambos.

El nervio vago
Aquí, ​el ​nervio vago​ adquiere especial importancia: supone una
conexión neural directa​ entre intestino y cerebro. Gracias a él, la microbiota
intestinal ejerce una gran influencia sobre las funciones cerebrales.
Se ha demostrado que la administración de probióticos para modular la
microbiota intestinal puede cambiar el comportamiento del huésped. Sin
embargo, esta asociación no se encuentra cuando el huésped está
vagotomizado (sin nervio vago).
Neurotransmisores y hormonas
Parte de la influencia de la microbiota intestinal sobre el cerebro
radica en su capacidad para producir neutransmisores​ (serotonina,
dopamina, ​GABA​, norepinefrina, acetilcolina y cortisol) y aminoácidos (triptófano)
implicados en el funcionamiento cerebral.
Cuando la microbiota intestinal se altera (disbiosis), se produce un
desequilibrio en la liberación de dichos neurotransmisores, se altera el
funcionamiento cerebral y aparecen diferentes patologías.

La microbiota intestinal es capaz de producir neurotransmisores y aminoácidos


que influyen en el funcionamiento cerebral.
Cabe destacar que ​el GABA y la serotonina producidos en el intestino
no pueden atravesar la barrera hematoencefálica​. Sin embargo, los
ácidos grasos de cadena corta liberados por las bacterias intestinales sí pueden
hacerlo y modular los niveles de GABA en el sistema nervioso central. Además, el
triptófano (precursor de serotonina) producido por las bacterias intestinales
también puede atravesar la barrera hematoencefálica.

Permeabilidad intestinal
La disbiosis supone un aumento de la permeabilidad intestinal que
incrementa el paso de sustancias tóxicas a través del intestino​.
Dichas sustancias estimulan la liberación de citoquinas pro inflamatorias que, tras
alcanzar el cerebro a través del nervio vago, alteran diversas funciones cerebrales.
La disbiosis intestinal genera un exceso de permeabilidad intestinal que
abre la puerta a diferentes trastornos mentales.
La conexión intestino – cerebro es fácil de entender si observamos que ​la
mayoría de trastornos mentales cursan con sintomatología
intestinal​ y que la mayoría de personas con trastornos digestivos padecen algún
trastorno mental como depresión o ansiedad.
El eje intestino-cerebro se materializa cuando tenemos colitis, dispepsia
y/o dolor abdominal antes de un examen, o cuando observamos el
estado de ánimo de nuestro amigo que tiene la enfermedad de Crohn.
La microbiota intestinal es clave en los trastornos mentales
La evidencia científica actual demuestra que ​la microbiota intestinal juega
un importante papel en el desarrollo de trastornos mentales​ como
depresión, ansiedad, alzheimer, parkinson, trastorno obsesivo compulsivo,
trastornos de la conducta alimentaria, trastornos del espectro autista, esclerosis
múltiple y epilepsia.
Por ejemplo, la dopamina, involucrada en el desarrollo del parkinson, es menor en
ratones con un intestino libre de microorganismos. ​Si nos vamos a los
trastornos del espectro autista, podemos observar que el 50% de
quienes lo padecen manifiestan problemas gastrointestinales.
Además, tienen una mayor permeabilidad intestinal y su microbiota es diferente a
la de aquellos libres de la enfermedad: menor diversidad, bajos niveles
de B​ ifidobacterium​ y crecimiento excesivo de C
​ lostridium​.
Otro ejemplo lo encontramos en ​los sujetos con trastorno obsesivo
compulsivo que tienen una menor cantidad de GABA y serotonina​.
Ambos son producidos por las bacterias intestinales y se ha visto cómo la
modulación de la microbiota intestinal con probióticos mejora el trastorno.
El estreñimiento afecta a más del 80% de los pacientes con
Parkinson y al 30% de los pacientes con esclerosis múltiple.​ Además,
en éstos últimos es frecuente la malnutrición, la infección por ​Helicobacter
Pylori​ y el sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado.
El papel de los probióticos en la salud mental
Según afirma la OMS, los probióticos son «microorganismos vivos que,
administrados en cantidades adecuadas, confieren un beneficio a la salud del que
los toma».

El término «psicobiótico» fue descrito por un grupo de científicos


irlandeses en 2013 y hace referencia a todo probiótico capaz de
ejercer beneficios sobre el cerebro.​ En este sentido, parece
que ​Bifidobacterium Longum,​ ​Lactobacillus Ramnhosus​ y ​Bifidobacterium
Infantis​ son sus máximos representantes.
La conexión bidireccional entre intestino y cerebro es indudable​.
Cada vez son más las investigaciones que respaldan el papel de la microbiota
intestinal en el desarrollo de los trastornos mentales. El uso de probióticos en el
manejo de las enfermedades mentales, aunque requiere de nuevas
investigaciones, está apoyado por la evidencia actual.
Bifidobacterium infantis aumenta los niveles de triptófano y, por tanto, la
producción de serotonina. Lactobacillus Rhamnosus incrementa la
expresión de GABA y recude los niveles de cortisol inducido por estrés o
ansiedad. Bifidobacterium Longun alivia el estrés y disminuye la
depresión.
¿Qué son los psicobióticos?
Los psicobióticos son sustancias presentes en algunos alimentos que te
ayudan a mejorar tu estado de ánimo. Descubre en este artículo cuáles
son los mejores.

También podría gustarte