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Esquema numérico

1. Introducción
1. Contexto: Microbiota intestinal
2. Tema: Microbiota intestinal y la salud
3. Idea anticipatoria: A continuación, se explica el papel de la microbiota intestinal
en diversos campos de nuestra salud 
2. Desarrollo
1. Origen de nuestra microbiota intestinal y su papel en nuestro sistema inmune 
1. Heredamos la microbiota en el parto
2. Primeros años de vida
1. Transferencia de anticuerpos al bebe por medio de la leche materna
2. Renovación de la microbiota, con el cambio de dieta
2. En nuestro sistema digestivo y nervioso
1. Digestión por bacterias
1. Nuestro cuerpo no sabe digerir fibra vegetal
2. Simbiosis con bacterias
2. Como nuestro cerebro “escucha” a nuestra microbiota
1. Producción de neurotransmisores en nuestros intestinos
3. Como nuestra dieta afecta nuestra microbiota
1. Modificación de la microbiota por nuestra dieta
2. Implicancias de una dieta alta en grasas y azúcares (Dieta occidental)
1. Cambios en el ánimo
2. Cambios en habilidades cognitivas

3. Cierre

Introducción
Desde mediados del siglo XIX, cuando Louis Pasteur demostró que las bacterias podían avinagrar el vino y pudrir
la sangre, el acervo cultural a visto a los microbios como agentes de la putrefacción y enfermedad, percepción que
llega a ser justificada si recordamos a enfermedades como la lepra, gonorrea, cólera o tuberculosis; sin embargo,
esta visión es profundamente sesgada, solamente el 5% de las bacterias son agentes patógenos, el resto
sencillamente no tiene un impacto significativo o directo en los seres vivos, o, por el contrario, juegan un rol
insustituible en diversas formas de vida. En el caso humano, la microbiota intestinal influye en nuestra digestión,
nuestro sistema inmune e inclusive, en nuestro sistema nervioso.

Desarrollo

Primeramente, hablaremos del origen de nuestra microbiota, según el artículo Development of the gut
microbiota in infancy and its impact on health in later life, el primer contacto con microorganismos se
da por agentes intrauterinos como la placenta, y al momento del parto, por parte del conducto vaginal.
Un poco más adelante, en la infancia, pasamos por 2 grandes transiciones en la composición de la
microbiota. La primera por parte de la lactancia. La leche materna contiene agentes que desarrollan el
sistema inmune del lactante, como inmunoglobulinas, linfocitos o citoquinas, estas sustancias
seleccionan, indirectamente, que bacterias habitan el tracto gastrointestinal; como lactobacillus, que
ayuda en la digestión de la leche. La segunda transición viene con la incorporación de alimentos sólidos
en la dieta del infante, resultando en una microbiota más variada, casi parecida a la de un adulto, como
la adición de bacterias capaces de ayudar en la digestión de carbohidratos.
Cómo se llegó a mencionar, ciertas bacterias presentes en la microbiota participan en el proceso de
digestión, y es que, el ADN humano no contiene las instrucciones para metabolizar nutrientes como la
fibra o polisacáridos complejos. Según el estudio Defining the human microbiome, la diversidad
genética de la microbiota nos ayuda a digerir compuestos, como los antes mencionados, a través de vías
metabólicas desconocidas por nuestro ADN; resultando en un incremento de vías de extracción de
energía de una dieta. Estos microorganismos llevan tanto tiempo conviviendo con nosotros que han sido
capaces de identificar, y producir por su cuenta, neurotransmisores que son identificados con el placer,
como la dopamina o serotonina. Así, cuando comemos algo que “les gusta”, producen estos
neurotransmisores para recompensarlos.

De la misma forma en que nuestra flora gastrointestinal nos recompensa al comer nutrientes, al
alimentarse con comida con calorías vacías, sin nutrientes, la población de nuestra microbiota pierde
población y diversidad, haciendo que no produzcamos los neurotransmisores necesarios para tener un
buen ánimo. Este sería el caso de una dieta occidental, caracterizada por un consumo alto de grasas y
azúcares, según el artículo What the western diet is doing to your brain, el patrón dietético occidental
afecta al hipocampo, encargado de las emociones, aprendizaje, memoria y motivación. Reflejándose en
una dificultad para controlar el apetito y un bajo rendimiento en pruebas de aprendizaje y memoria, en
comparación con una dieta alta en fibra y en tan solo 1 semana.

Conclusión 

En conclusión, nuestra microbiota intestinal puede afectar tanto negativa como positivamente nuestra
salud, dependiendo de su diversidad, que a su vez, depende de nuestra dieta. Personalmente, el
descubrimiento de los efectos que puede tener en nosotros la microbiota, me ha hecho cuestionar mi
alimentación; además, recomendaría al lector reconsiderar su patrón dietético, por uno con más
alimentos ricos en fibra y polisacáridos complejos.

Bibliografía
 https://www.jneurosci.org/content/38/44/9346
 https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fcell.2021.649103/full
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 https://www.news-medical.net/news/20200220/What-the-western-diet-is-doing-to-your-
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 https://dx.doi.org/10.3305/nh.2013.28.5.6758

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