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Psicopedagogía en Córdoba

1. La psicopedagogía y los psicopedagogos.

hace 4 años
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En esta disciplina encontraremos la confluencia de lo psicológico, la subjetividad, los


seres humanos en cuanto a tales, en su vida psíquica, con lo educacional, actividad
específicamente humana, social y cultural. Implica así una síntesis: los seres humanos,
su mundo psíquico individual y grupal, en relación al aprendizaje y a los sistemas y
procesos educativos.

La psicopedagogía se ocupa de las características del aprendizaje humano: cómo se


aprende, cómo ese aprendizaje varía evolutivamente y esta condicionado por diferentes
factores; cómo y porqué se producen las alteraciones del aprendizaje, cómo
reconocerlas y tratarlas, qué hacer para prevenirlas y para promover procesos de
aprendizaje que tengan sentido para los participantes. Pero no solamente considera estos
temas desde el ángulo subjetivo e individual, sino que intenta abarcar la problemática
educativa, en la medida en que hace conocer las demandas humanas para que se
produzca el aprendizaje, señalando sus obstáculos y sus condiciones facilitadoras. Una
particularidad de esta disciplina es su objeto de estudio: un “objeto subjetivo” tratado
por un “sujeto subjetivo“. Esta indagación incluye de por sí a los mismos operadores,
los psicopedagogos, y compromete su historia personal y su estilo de aprendizaje, a la
vez que su apertura para escuchar los mensajes de esos sujetos que les están “enseñando
cómo aprender”, es un proceso donde investigador y objeto-sujeto de estudio se
influyen recíprocamente.

Con respecto de los campos en psicopedagogía, encontramos la clínica, dedicada tanto a


reconocer y atender las alteraciones del aprendizaje sistemático como asistemático (éste
último, por ejemplo en la orientación vocacional), como a orientar a quienes estén
implicados en estos problemas. También existen otras áreas; la sistemática, relacionada
con el planeamiento educacional y el asesoramiento pedagógico; la institucional, que
colabora con los planes educacionales y sanitarios en el ámbito de las organizaciones,
mediante el diagnóstico y las propuestas metodológicas pertinentes, la preventiva, cuyos
alcances son muy amplios y aún insuficientemente explorados, que contribuye a evitar
los fracasos educacionales y a mejorar los resultados del aprendizaje sistemático y
asistemático, mediante la participación en proyectos comunitarios, en medios de
comunicación, en tareas de asesoramiento a docentes y padres,en la orientación
vocacional incluida en el sistema educativo desde niveles tempranos, en planes para la
recreación y el uso del tiempo libre, en la educación permanente y de adultos, etc.

Cuando se habla de aprender, se refiere a un proceso que implica la puesta en acción de


diferentes sistemas que intervienen en todo sujeto: la red de relaciones y códigos
culturales y del lenguaje, que ya desde antes de nacer “hace un lugar” a cada ser
humano que se incorpora a la sociedad, “hecha propia” por el sujeto en un proceso que
implica un transcurso temporal (una historia) y un lugar, un espacio psicológico,
familiar y también ecológico, mediante estructuras psíquicas relacionadas con
el conocimiento y con las representaciones inconscientes.
El aprendizaje tiene que ver con la inserción de cada persona en el mundo de la cultura
y de lo simbólico, mundo pre-subjetivo, por el cual el ser humano adquiere un sentido.
Mediante el aprendizaje, y al apropiarse de conocimientos y técnicas,cada ser humano
se incorpora a ese mundo cultural con una participación activa, y así construye en su
interioridad el universo de representaciones simbólicas, que por otra parte le
trascienden. Los psicopedagogos se ocupan de éste campo polifacético.

El concepto de clínica y su aplicación en la psicopedagogía. 

Para delimitar la modalidad de esa relación entre los psicopedagogos y sus consultantes,
en tareas de tratamiento o preventivas, encontramos el concepto de clínica. Éste
proviene de la medicina, y deriva de un término griego que significa lecho.
Originalmente se refiere a la enseñanza y la asistencia médica práctica: la aplicación de
los conocimientos médicos al enfermo. Así se produce una situación por la cual el
profesional observa al sujeto, “ve” lo que “le pasa”, lo que “le duele” o le transtorna,
“escucha” el discurso del paciente y descifra en todos estos datos una serie
de signos que le permitiran dar sentido a lo observado y al mensaje transmitido, para
proceder en consecuencia. Éste concepto, desde la psicología y la psicopedagogía, se
refiere a tomar en cuenta la singularidad del individuo o grupo consultante, el sentido
particular que toman sus características y sus alteraciones, según las circunstancias de
su propia historia y su ubicación en el mundo sociocultural.

En el método clínico se trata con sujetos particulares atendidos por otro sujeto, en una
relación inter-subjetiva. Se entra en contacto con ellos, mediante el lenguaje, en el
marco de las entrevistas, para escuchar su relato de qué les pasa. Podemos establecer el
símil de texto “en clave”, con diversos niveles que se superponen, en el cual los estratos
más profundos “se cuelan” de modo irregular a través del lenguaje manifiesto, verbal,
gráfico, lúdico, de gestos, de acciones; procuramos continuamente “leer” ese texto, no
en forma ingenua y literal, sino otorgándole un efecto de sentido según nuestra
habilidad para “escuchar” algo distinto de lo meramente enunciado. Esta “lectura”
clínica presupone contribuciones epistemológicas que dan lugar a la construcción de un
sistema de conocimientos psicopedagógicos.

Las fuentes teóricas que en la práctica clínica han resultado significativas:


el psicoanálisis (Freud, Mannoni, Dolto, Winnicott); la psicología social (Pichón
Rivière), la epistemología genética (Piaget y su escuela); la lingüística (de Saussure,
Jakobson, Greimas, Barthes).

Estas diferentes teorías responden a objetos científicos específicos: el psicoanálisis, al


mundo del inconsciente, de las representaciones profundas, operantes a través de la
dinámica psíquica, y que se expresan por síntomas y símbolos. La psicología social, en
la constitución de los sujetos, que responde a las relaciones familiares, grupales e
institucionales, en condiciones socioculturales y económicas específicas y que
cualifican todo aprendizaje. La epistemología y la psicología genética, en el
conocimiento y en su construcción evolutiva, que depende de las estructuras mentales
subjetivas y de la interacción con otros y con los objetos. La lingüística, en el lenguaje
como unos de los medios que caracterizan lo típicamente humano y cultural, la lengua
como código disponible a todos los miembros de una sociedad y el habla como modo
subjetivo, evolutivo e historizado de acceder a la estructura simbólica.
Ninguna de estas contribuciones ha surgido directamente para responder a la
problemática del aprendizaje humano, si bien todas ellas aportan a que se pueda
reflexionar de manera científica y operar en el campo psicopedagógico. Precisamente,
su diversidad vuelve complejo tomar en forma coherente y operativa esos marcos
conceptuales: cada teoría tiene su propio modo de pensar y de encarar su objeto de
estudio; sus fundamentos y métodos son diferentes, con lo cuál se producen dificultades
epistemológicas, dado que cada una encuentra significación desde su propio terreno, y
en cambio afronta vacíos y contradicciones al ser confrontada con otras que vienen de
campos distintos. Tomamos de cada una de estas Ciencias algunas pautas para pensar y
actuar ante los interrogantes que nos hacemos frente a los seres humanos que aprenden.

Por otra parte, es bastante común en muchos profesionales la sumisión intelectual a una
u otra “escuela”, a uno y otro “maestro”, en una actitud que recuerda a la de las
iniciaciones esotéricas; con un marcado temor a “pensar en forma diferente”, a “salirse
de los cánones” admitidos. En el campo de la clínica y de la investigación científica,
que tienen mucho en común, es imprescindible una actitud al mismo tiempo humilde y
audaz: reconocer los aportes ya existentes, la tarea ” hecha por otros”, lo que se aprende
de los demás, y por otra parte, pensar y actuar en forma creativa, revisando, poniendo a
prueba, verificando las hipótesis y contenidos de las teorías sin erigirlas a la categoría
de explicaciones finales, metafísicas o dogmáticas. Las bases filosóficas están presentes
en todo psicopedagogo e impregnan su tarea, pero constituyen realidades de otro orden
y no debemos confundir la ciencia o la técnica con “la solución” de los problemas
humanos, en este caso, del aprendizaje.

La preparación de los psicopedagogos tendrá como objetivo: en principio, saber que


están incluidos, comprometidos en el terreno mismo de sus indagaciones, y que al
operar producen un impacto determinado; en segundo lugar poder descifrar y reconocer
las estructuras y procesos actuantes en el aprendizaje, en su promoción y en sus
alteraciones. En tercer lugar, aprender a incluirse instrumental y operativamente, es
decir, en forma intencional, en su campo de acción, para colaborar en el esclarecimiento
y en los procesos de cambio, sean preventivos o terapéuticos; y por ultimo, aprender a
mantener disponible en todo momento, en la tarea, una actitud investigadora: apertura
para percibir los fenómenos. Poder ir más allá de ello, para reconocer su estructura y
dinámica, solo discernible si se realiza una “puesta entre paréntesis” de “lo obvio”, “lo
dado” y aparente, para internarse en una búsqueda del sentido de los datos. Sentido que
es siempre de alguna manera “construido” según inferencias teóricas, y que nunca
recubre en forma total la complejidad de los fenómenos, por lo cual deja puntos oscuros,
vacíos e interrogantes que a su vez propulsan nuevas búsquedas.

De todo esto surge que para llevar a cabo esta actividad no se puede prescindir de
estudios y trabajos interdisciplinarios, ya que para atender a un objeto-sujeto tan
complejo y de tan múltiples facetas, como es el ser humano que aprende, hay que
recurrir a muy diversas disciplinas, aceptando que cada una de ellas contribuirá con una
gama importante de conocimientos, que por lo demás nunca agotarán su objeto. Esta
exigencia de colaboración encuentra dificultades en la práctica, no solo desde el campo
propiamente científico, los métodos y teorías explicativas diferentes, sino muchas veces
por factores personales. Entre ellos, el desconocimiento y la descalificación recíprocos;
los malentendidos provenientes de interpretar significados propios de una ciencia, con
criterios de otra; las rivalidades expresadas o implícitas por las zonas de competencia de
cada ciencia; la prescripción del campo de una disciplina por los miembros de otra,
debido al intento de mantenerla subordinada, etc. Así se producen verdaderos “islotes”
de conocimiento, con escasas posibilidades de intercomunicación, y con frecuente
disociación de casa línea o escuela con respecto a otras. Es en la medida que trabajemos
en equipo, como podemos atenuar las desconfianzas mutuas y favorecer el
conocimiento de los aportes de otras ciencias.

La psicopedagogía clínica tampoco debe restringirse a la consulta privada que se hace


difícil o inaccesible a muchos sectores; es importante incluir este servicio a nivel
institucional: en obras sociales, en instituciones sanitarias (hospitales, clínicas, centros
de salud mental); en instituciones educativas (escuelas comunes y especiales o centros
de rehabilitación, dependencias del Ministerio de Educación, programas de educación a
distancia). Pero estaríamos realizando una acción reducida, costosa y difícil, y a veces
de resultados insuficientes, si no ampliarnos nuestro radio de intervención al campo
preventivo:

 Campañas de difusión comunitaria sobre el aprendizaje, sus bases emocionales y


psicogenéticas, la detección precoz de sus problemas, sus condiciones
favorecedoras.
 “Educación permanente” dirigida a padres y a docentes.
 Participacion en planes de preparación curricular.
 Asesoramiento a directivos educacionales y a docentes.
 Intervención en “preparación para el cambio de etapa educativa” en la escuela
primaria y en el secundario.
 Orientación vocacional en todos los niveles educativos.

Los instrumentos de la clínica:

Los psicopedagogos son investigadores operativos, comprometidos en su indagación, lo


cual implica no sólo considerarse “partes de su propio campo de trabajo”, sino por ello
mismo, tomar su personalidad como variable interviniente en los efectos clínicos que
resultan. 

Al hablar de “personalidad del psicopedagogo” no estamos refiriéndonos a una


abstracción, sino a la propia subjetividad:

 La historia personal, “grabada” en las disposiciones psíquicas, en el carácter y estilo de


vida.
 Los recuerdos, fantasías, ansiedades y temores, en cuento impregnan las actividades
profesionales.
 Los propios “mitos”: la historia “heroica” o leyenda que cada cual escuchó sobre sí
mismo/a y su familia.
 Las identificaciones con otros significativos que permanecen inconscientes para cada
uno, por medio de las cuales se fue construyendo la identidad, y que incidieron en
la elección profesional.
 Los propósitos explícitos e inconscientes por los cuales se eligió ser psicopedagogo/a y
se sigue siendolo.
 Las fantasías, ansiedades y dificultades específicas que se movilizan al efectuar el
trabajo, particularmente clínico, en cuanto “resuena” en los propios conflictos y los
pone en evidencia ante uno mismo.
 La historia y las vicisitudes de la formación psicopedagógica: qué se aprendió, dónde y
cómo; quiénes enseñaron, qué vínculo y qué procesos de identificación se
estableció con los maestros; dónde se trabaja, con quiénes y haciendo qué tareas;
qué se sabe hacer y qué se desconoce.
 Qué experiencias de análisis se han vivido, y qué se aprendió en ellas.

Lo que cada profesional es como persona será el punto de partida clínico, la herramienta
inicial. Esto permitirá reconocer que en la relación clínica entre consultantes y
psicopedagogo/a, cada cual “transfiere”, actualiza deseos inconscientes, repitiendo
modelos del pasado infantil, vividos tanto en el vínculo interpersonal como en cuanto a
la tarea. Ese interjuego transferencial- contratransferencial es una fuente de información
para comprender que está ocurriendo “a otro nivel” en la escena inconsciente donde se
contacta con la verdad subjetiva.

El marco del método clínico serán serán las entrevistas operativas. Es decir, una
situación que incluye a dos o más participantes, en un espacio físico apto para un
encuentro que asegure la contención de los consultantes en cuanto a privacidad, y
tranquilidad para exponer su problemática, con tiempo suficiente y una frecuencia
acorde con la tarea (diagnóstico, tratamiento, orientación a padres) que proponga
consignas flexibles para favorecer el discurso del paciente. El mismo será escuchado e
interpretado por el o la profesional desde la perspectiva del aprendizaje, con
intervención que tomen en cuenta la demanda del sujeto y la puesta en circulación de
sus deseos de aprender.

El trabajo mediante entrevistas de tipo operativo tiende a tomar la situación de consulta


como lugar para el planteamiento y la eventual resolución de la problemática (en este
caso, del aprendizaje), con la participación activa del sujeto consultante. Las
intervenciones, verbales y no verbales, no llevan la finalidad de “curar”
compulsivamente eliminando síntomas o solucionando la problemática planteada en
consulta, sino que procuran descubrir su sentido en el sistema de relaciones
intrapsiquicas y también intersubjetivas: en la familia, en la institución escolar, en el
medio social, para ayudar a que los pacientes descubren las ilusiones, distorsiones y
obstáculos que padece su aprendizaje y se movilicen para elaborar nuevos aprendizajes
que les proporcionen un acceso más operativo al mundo cultural y simbólico.

La investigación clínica operativa en diagnóstico y tratamiento, intenta sintetizar la


aplicación de marcos referenciales teóricos, formación y sistema de valores de los
psicopedagogos, con la lectura del sentido del “existente” (aquí y ahora de la acción
psicopedagógica). Desde ahí se produce la formulación de señalamientos e
interpretaciones dedicados a esclarecer al paciente sus dificultades, la proposición y
planificación de tareas que contribuyan a resolver los obstáculos del aprendizaje, la
modificación del existente inicial y la aparición de un emergente que vuelve a
confrontarse con los esquemas previos, convirtiéndose en un nuevo existente que
requiere ser trabajado.

Esta confluencia espacio-temporal se logra mediante la experiencia clínica misma, pero


quien está iniciándose tiende a separar la cronología de este proceso: recoge datos,
información sobre los pacientes; reflexiona sobre esos datos después de las entrevistas,
para lo cuál consulta o supervisa con otros; elabora así una estrategia  o plan de su
acción posterior; luego prueba sus hipótesis y su estrategia en la actividad con los
pacientes. Esto le ayuda a mantener cierta distancia con el objeto de estudio, a la vez
que le sostiene y acompaña en su rol psicopedagógico para la resolución de sus propios
conflictos de aprendizaje y para la elaboración de su identidad profesional.
Al decir que el método clínico es también operativo, estamos apuntando a una tarea de
aprendizaje y de tratamiento de sus alteraciones; tanto hacer como pensar, un conocer y
un vivenciar (imaginarizar – revestir de afecto y significación): para cada paciente es no
solamente expresar (por el lenguaje de diversos códigos: corporal, lúdico, verbal,
gráfico,etc.); también es incorporar información (conocimientos) vivencial y
significativa con respecto a sus problemas, a distintas áreas culturales o científicas y
técnicas; desarrollar aptitudes y destrezas (aprendizaje de las técnicas en las áreas del
saber y de la actividad humana); con incorporación por parte de los psicopedagogos de
materiales pedagógicos y variados recursos auxiliares).

Lo característico de la psicopedagogía clínica es realizar una tarea mediante la cual se


ponen en evidencia los obstáculos para el aprendizaje, y se mueven los sistemas
personas o grupales que llevan a elaborar y en lo posible a resolver esos obstáculos. La
tarea estructura la relación clínica, que no fomenta el desarrollo transferencial como
ocurre en un tratamiento psicoanalítico (transferencia hacia el terapeuta), sino que
trabaja con la transferencia y las dificultades hacia la misma tarea, y por ende, hacia el
aprendizaje. La tarea (lúdica, pedagógica, dramática, dialogal) es el eje que organiza la
clínica psicopedagógica y que ayuda a superar relaciones dualísticas sujeto-aprendizaje,
sujeto-psicopedagogo/a, sujeto-familia, donde no se hace lugar a un tercero. Por lo
tanto, donde no puede ser discriminada la “falta”, aquello de lo cual carece, lo que
no puede o no tiene, lo que no es, su incompletud y dependencia básica, para aceptar
entonces ese “tercero ordenador“, mediatizado por el conocimiento, la escuela y la
cultura, y experimentando desde las primeras relaciones familiares en el triángulo
padre-madre-hijo.

Vamos a reflexionar, para concluir, en la intencionalidad de la tarea clínica: qué se


proponen los psicopedagogos con su operación: 

 Observan y atienden el aprendizaje individual o grupal: -qué cualidades presenta, qué


perturbaciones lo afecta: tanto en el ámbito sistemático cognitivo como en las
relaciones interpersonales.
 Para que los sujetos acompañados-orientados (pero no dirigidos): -aprendan
conocimientos, reconocimientos de situaciones, de vivencias personales e
interpersonales, decisiones, técnicas, de un modo operacional, instrumental, “para
la vida” y no simplemente “para cumplir un currículum académico”. -Hagan un
meta-aprendizaje, un “saber aprender”, desarrollando la disposición para aprender,
para seguir aprendiendo más allá de la educación sistematica y de la asistencia
psicopedagógica clínica o preventiva).

Fuentes:

Libro: “Aprender para ser”. Principios de la psicopedagogía clínica. 

Autora: Marina Müller.

Capitulo 1: “la psicopedagogía y los psicopedagogos”

Editorial: Bonum 6ta Edición.


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