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Las dietas cetogénicas: beneficios adicionales a la pérdida de peso y efectos

secundarios infundados

Las dietas cetogénicas favorecen un perfil lipídico no aterogénico, la reducción de la


presión arterial y una menor resistencia a la insulina razones por las que generan muchos
beneficios a la salud como la pérdida de peso, un mejor funcionamiento cardiovascular, del
metabolismo glusídico, ayudar al sistema nervioso central, ayudan a tratar y prevenir la diabetes
tipo II. Sumado a ello, se debe considerar que estas dietas no tienen efectos cancerígenos, no
dañan los riñones ni el hígado, ni causan osteoporosis.

En este orden de ideas, las dietas cetogénicas generan un cambio de glucolítico a


lipolítico gracias a la ausencia de carbohidratos, por ello, los lípidos se vuelven fuente energética
lo que evita la insulinorresistencia.

Las dietas cetogénicas al ser baja en carbohidratos estimula un efecto cardioprotector,


favorece los patrones aterogénicos, generando una reducción de los niveles de triglicéridos en
ayunas y postprandiales y aumentando los niveles de HDL y partículas de gran tamaño de LDL.
Adicionalmente, la dieta cetogénica basada en proteínas ayuda a disminuir el colesterol total,
LDL, triglicéridos e incrementa los niveles de HDL, todo esto contribuye a un mejor
funcionamiento del sistema cardiovascular. Es importante aclarar que los niveles totales de LDL
que aumentan en la dieta cetogénica rica en grasas son los cardiovascularmente saludables, y que
en una dieta cetogénica alta en proteínas, los niveles totales de LDL, disminuyen. Las dietas
cetogénicas bajas en carbohidratos comparada con una dieta baja en grasas, a los seis generan
beneficios como mejoras en la presión sanguínea, colesterol total, LDL, HDL y triglicéridos; y a
los 12 meses de duración genera una mayor mejora en factores de riesgo cardiovasculares gracias
a niveles de HDL mayores y triglicéridos menores (Pérez, 2008).

La elevación de TG y el descenso de HDLc son dos factores que intervienen en la


formación de las lesiones vasculares ateromatosas y en la patogenia de la arteriosclerosis. La
elevación de los TG se considera un factor de riesgo cardiovascular. Se encontró en estudio que
la dieta cetogénica ayuda a mejorar estos niveles por lo que recomienda para mejorar la función
cardiovascular y prevenir la diabets tipo II. Se explicó también que el índice TG/HDL es un
método efectivo para evaluar pacientes en riesgo de desarrollar en el futuro, obesidad,
dislipidemia, hipertensión arterial y/o síndrome metabólico, además se le considera un marcador
secundario de insulinorresistencia (Cuartas y Torre, 2018).

Por tanto, es relevante que las dietas cetagénicas son cardioprotectoras ya que
incrementan los niveles de colesterol HDL y generan reducciones significativas de las
concentraciones sanguíneas de triglicéridos. También se debe destacar el hecho de que
disminuyen los niveles sanguíneos de glucosa e insulina, así como la presión arterial.

Considerando que la insulina es la principal causa de hipertensión asociada a la obesidad,


las dietas bajas en carbohidratos reparan anormalidades del metabolismo de la glucosa
disminuyendo la presión sanguínea y los niveles de glucosa e insulina por lo que ayudan a la
hipertensión. De forma tal, la disminución de la insulina genera una disminución de la presión
sanguínea y un mayor consumo de proteínas produce presiones sanguíneas más bajas. Por
ejemplo, la cardiopatía hipertrófica hipertensiva, se podría prevenir con una disminución de los
niveles de insulina e IGF-1 que se logra mediante las dietas cetogénicas ricas en grasas (Pérez,
2008).

Por su parte, el perfil glucémico, la sensibilidad a la insulina y los niveles plasmáticos de


hemoglobina A1c se ven favorecidos con la dieta cetogénicas lo que significa que ayuda en la
prevención de la diabetes de la diabetes tipo II en personas con intolerancia a la glucosa. La
diabetes tipo II se ve favorecida con la disminución de los niveles de glucosa, y por ende una
mejora en la sensibilidad hacia la insulina gracias a que la fuente de energía en la dieta
cetogénica pasa a ser la grasa y no la glucosa. Se debe aclarar que el ayuno provocado por la
dieta cetogenica no provoca insulinorresistencia sino que favorece la síntesis del glucógeno
(Pérez, 2008).

Los efectos metabólicos de las dietas cetogénicas en pacientes obesos con diabetes tipo II
generan beneficios como la pérdida de peso, la disminución de las concentraciones de glucosa,
mejorando el perfil lípidico y la disminución de la presión arterial, tal como lo exponen Basilio,
Casanueva, Bellido, Bellón, Sajoux y Goday, (2012). Por tanto, esta dieta reduce los lípidos y los
glúcidos, además representa un sustrato para la gluconeogénesis, que garantiza el aporte de
glucosa a los órganos glucodependientes. Con todo esto se consigue mejorar el control
metabólico gracias al aumento de la sensibilidad a la insulina, una mejor función del hígado y
tejidos periféricos.
En síntesis, la diabetes tipo II se favorecida con la dieta cetogénica ya que ayuda a
prevenir o retrasar la pérdida de masa magra corporal total, la dieta conduce a una mejoría en el
perfil glucémico, en la sensibilidad a la insulina y en los niveles de A1c. Esta dieta ayuda en las
personas con diabetes tipo II a mejorar diversos marcadores de riesgo cardiovascular, a perder
peso y/o el control metabólico. Sauraa , Isidro, Herediac y Segarra, (2014), comentan que
conservar o incrementar la masa magra es importante para mantener un metabolismo
adecuadamente alto y reducir la tendencia de recuperar peso.

Las dietas bajas en carbohidratos generan una disminución de peso ya que el organismo
recurre a las grasas como fuente de energía y al haber un déficit de la glucosa, en el hígado se
incrementa la oxidación de los ácidos grasos lo que genera la producción de cuerpos cetónicos,
que son una fuente de combustible para el organismo dándose una pérdida de peso, así lo
explican Hernández, Jiménez, Bacardi (2015). En el mismo sentido, la obesidad incrementa el
riesgo de desarrollo de complicaciones asociadas al síndrome metabólico, pero la dieta
cetogenica ayuda disminuyendo la hipertensión arterial, reduciendo el riesgo de enfermedades
cardiovasculares, y la resistencia a la insulina.

Es verdad que las dietas cetogénicas se asocian a una rápida pérdida de peso, más sin
embargo se debe prestar atención e investigar más respecto a la cantidad adecuada de hidratos de
carbono que deben administrarse para provocar una cetosis, así como tampoco de los efectos del
alto consumo de lípidos sobre el riesgo cardiovascular, como lo plantean Covarrubias, Aburto y
Sámano (2013).

Considero que la reducción en la ingesta de carbohidratos que se da con la dieta


cetogénica es muy favorable para enfermedades como la diabetes tipo II, diabetes gestacional, la
hipertensión, para prevenir riesgos cardiovasculares ya que mejora el perfil lipídico y glucémico
y un descenso en las necesidades de insulina puesto que se genera una disminución de la glucosa
en ayunas y la HbA1c de los niveles de triglicéridos y se logra una pérdida de peso.

La dieta cetagénica ayuda al mejor funcionamiento del sistema nervioso central y es muy
efectiva en el tratamiento la enfermedad de Alzheimer y otros procesos neurodegenerativos
porque ayuda a aumentar la eficiencia energética de la mitocondria remplanzando la glucosa, y
es muy efectiva para el tratamiento de la epilepsia infantil.
La dieta cetógenica es entonces una la alternativa en el síndrome asociado con un defecto
en la proteína transportadora de glucosa, que suele producir una crisis por hipoglucorraquia y
neuroglicopenia, por lo que esta dieta influye favorablemente en la disminución de la energía
cerebral y el aumento de la resistencia a las crisis epilépticas. Se considera que es más eficiente
en la niñez, debido a que en esta etapa de la vida se producen con mayor facilidad cuerpos
cetónicos, por lo que se mantiene una concentración normal de glucosa, en la medida que el
aporte de nutrimentos por el crecimiento somático sea el adecuado (Sosa, 2008).

Este es un tratamiento que ayuda a brindar una atención en salud de excelencia a los
pacientes con este tipo de epilepsia mejorando su calidad de vida dado que uno de los
tratamientos más efectivos. El poder disminuir o eliminar los FAE es uno de los beneficios más
importantes de la dieta cetogenica dado que, entre muchas cosas, permite a los pacientes una
inserción mayor en la vida normal.

En el tratamiento de la epilepsia con la dieta cetogénica deben tomarse en cuenta a


aquellos pacientes que por su condición clínica puedan resultar perjudicados por la DC
considerando los criterios de exclusión, tales como: Pacientes con enfermedad hepática, renal,
cardíaca, gastrointestinal, psiquiátrica, errores congénitos del metabolismo u otra encefalopatía
progresiva; historia familiar de riesgo para mantener estrictamente la dieta (Caraballo et al.,
2011)

Por otro lado, las dietas cetogénicas tienen efectos anticancerígenos ya que la inhibición
de la angiogénesis y una menor disponibilidad de glucosa ayudan a la reducción del tamaño
tumoral y la pérdida de peso asociada al proceso canceroso. Las dietas bajas en carbohidratos no
afecta el normal funcionamiento de los riñones ni del hígado ya que solo se daña por alteraciones
o enfermedades que hayan deteriorado previamente la correcta función hepática o renal. De igual
forma, las dietas cetagénicas permiten la liberación de una cantidad de insulina que es escasa
pero suficiente para evitar la acumulación de grasa y la cetoacidosis (Pérez, 2008).

La dieta cetogénica incrementa el poder antioxidante del organismo gracias a la


activación de la glutatión peroxidasa y el subsecuente incremento en la síntesis de glutatión
mitocondrial, reducen la muerte celular (Covarrubias, Aburto y Sámano, 2013).
Se puede enumerar como uno de los principales beneficios de la dieta cetogénica, el
aporte de mayor contenido energético a partir de las grasas con base en que en la inanición,
donde las grasas de reserva se convierten en la principal fuente de energía, el paciente recibe una
cantidad adecuada de proteínas acorde a sus necesidades, y aporta una cantidad mínima de
hidratos de carbono.

Alrededor de la dieta cetogénica existe una discusión respecto a los riesgos que puede
generar para la salud del paciente y respecto a la decisión de abandonar el tratamiento
farmacológico para iniciar un tratamiento natural en los que interviene la discusión en torno a la
relación médico-paciente, y médico-responsabilidad pedagógica.

Desde la concepción médica es el médico quien tiene que determinar lo que es bueno
para el paciente. Pero actualmente, la medicina está centrada en el paciente, por lo que el médico
debe jugar un papel de experto que asesora, toma en cuenta y respeta la opinión del paciente y su
familia. De modo que la decisión de lo beneficioso para el paciente tendría que ser tomada por
deliberación conjunta. En este sentido, la decisión de abandonar o disminuir el tratamiento
farmacológico para la epilepsia e iniciar una dieta cetogénica debe ser tomando considerando la
voluntad del paciente.

En conclusión, una dieta cetogénica baja en carbohidratos es más efectiva que una dieta
baja en grasas para la pérdida de peso, para la diabetes tipo II, para mejorar los niveles
plasmáticos de glucosa e insulina contribuyendo a disminuir la tensión arterial y a subsanar el
metabolismo de la glucosa, también para la resistencia insulínica.

Bibliografía

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