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Isabel Durán Luna

10° “A”

Aspectos claves

- Estilos de crianza
- Heridas infantiles
- Trabajo terapéutico
- “Somos lo que hacemos, con lo que hicieron de nosotros”. – Sartre
- “No vemos las cosas como son, si no como somos”. – Krishnamurti

Herida de Injusticia (Máscara de rígido)

La justicia es la apreciación, el reconocimiento y el respeto de los derechos y el


mérito de cada uno.
La persona que sufre de injusticia es, la que no se siente apreciada o respetada
en su justo valor o cree no recibir lo que se merece.
Esta herida despierta en el momento en que se desarrolla la individualidad del
niño (de los 3 a los 5 años), al no poder integrarla bien y no poder expresarse y
ser él mismo.
La reacción ante la injusticia consiste en deslindarse de lo que se siente con la
idea de protegerse.
Las personas rígidas son muy sensibles, pero desarrollan la capacidad de no
sentir esa sensibilidad y de no mostrarla a los demás.
Las personas con herida de rechazo y de injusticia, suelen tener ropa negra o muy
oscura.
La máscara de rigidez se caracteriza por un cuerpo erecto, rígido y lo más perfecto
posible. También puede engordar pero el cuerpo continúa siendo proporcionado.
Estas personas están llenas de vida, y sus movimientos son dinámicos, pero son
rígidos y sin gran flexibilidad y sin ser abiertos.
Desde pequeño el rígido advierte que se le aprecia más por lo que hace que por lo
que es.
Hace todo por evitar tener problemas, y aun cuando lo está, prefiere decir que no
para evitar el sufrimiento que le provoca. Demasiado optimista. No pide ayuda
más que como último recurso.
Para él, merecer es obtener una recompensa por una buena actuación.
Cuando el rígido se encuentra emocionado prefiere no mostrarlo, pero es posible
reconocerlo por el tono de su voz, que se torna seca y tensa.
El temor a equivocarse es muy frecuente en el rígido.
Tienen la tendencia a enrojecer fácilmente cuando relatan algo que juzgan como
incorrecto.
El rígido por lo general duda de sí mismo después de haber tomado la
determinación, preguntándose constantemente si sus decisiones son las mejores
o las más justas para sí mismo.
Son muy exigentes consigo en las áreas de su vida. Tienen una capacidad
enorme para controlarse y para imponerse tareas.
Como no se toma el tiempo para sentir si lo que hizo responde o no a una
necesidad, lo hace en exceso y únicamente se detiene cuando revienta. Le resulta
difícil pedir ayuda y prefiere hacer todo solo para que el resultado sea perfecto.
Por ello, es él más propenso a sufrir agotamiento profesional.
Con frecuencia les parece más injusto ser favorecido que desfavorecido.
A menudo, el rígido sufre de tensión emocional porque impone la perfección en
todo.
Cuando deciden pedir ayuda, es porque han estado sufriendo mucho tiempo y han
llegado al límite de su control.
La ira, sobre todo consigo, es la emoción más común en el rígido.
El rígido también es el tipo de persona para quien es difícil dejarse amar y
demostrar su amor.
Evita que otros lo toquen psicológicamente y se puede expandir a lo cutáneo.
En su vida sexual, el rígido por lo general tiene dificultades para abandonarse y
sentir placer. Le resulta difícil expresar toda la ternura que siente. Es el que
físicamente tiene la apariencia más sensual.
La vergüenza es otra forma de percatar que se sufre injusticia o que somos
injustos con los demás.

¿Por qué este capítulo?

Desde que expuse esta caracterología de Rígido, logre identificar muchos


aspectos que he vivido y viví sobre todo en mi adolescencia. Sin embargo, no sé si
no logro identificar si hubo influencia de parte de mi madre, pero al menos de mi
papá sí.

A lo largo de mi vida siempre fui una persona “reservada”, o solía dejar que nadie
supiera como me sentía, y esto se reflejaba mucho en mi forma de recibir afecto
físico, no permitía que nadie me tocara, incluso que se me acercaran, un abrazo,
un beso, etc. esto desde mis padres, mi hermano hasta mis amigos.

De la misma manera, siempre tenía una sensación de que no disfrutaba ser


alagada o ser la consentida de nadie por hacer las cosas lo mejor posible, con
regularidad siempre hacia todo lo “políticamente correcto”, jamás me permití ser
‘rebelde’ era siempre como una “adulta chiquita”.
Siempre he tenido mucho autocontrol, aunque yo sepa que algunas de las cosas
no las quiero o no me parecen justas suelo no decir nada para evitarme problemas
y no hacer sentir mal a los demás y esto muchas veces generaba que me sintiera
muy enojada o muy triste conmigo y me recriminaba muchas cosas.

Sin embargo, llevo aproximadamente 6 meses en análisis, y justamente muchas


de estas cuestiones que describí las he trabajado mediante la palabra, y ha sido
muy enriquecedor liberarme de muchas ataduras que este carácter me había
generado. Y todo esto lo empecé a notar a partir de que comencé una relación
sentimental, empecé a notar muchas de las características de este carácter, y con
el trabajo terapéutico, se han ido desnudado muchas de ellas, ha sido muy difícil
porque he comenzado desde mi familia hasta mis amigos, un cambio que no a
todos les resulto agradable, pero que me ha ayudado a perdonarme y
reconciliarme con mi forma de ser y con lo que sucedió posterior a ser la persona
que soy actualmente. No digo que no tenga aún aspectos relacionados a este
carácter, pero de un 100% llevo un 75 de avance y es muy gratificante sentir que
no debes nada a nadie, ni siquiera a ti mismo.

Capítulo 1 y 7 (percepciones)

Ambos capítulos abordan el cómo se originan y como se pueden observar las


heridas, se hace un resumen con lo más relevante dentro de los 4 capítulos
restantes.

Me resulta interesante que en la primera parte se describa al ser humano


prácticamente como un ser individual desde su concepción, y en el último (así
como en el resto de los capítulos) involucren firmemente a algún progenitor para la
formación de cualquier herida.

Yo coincido más con la premisa de que los padres (como primer objeto de amor,
protección, alimento, etc.) influyen gravemente en la personalidad así como en las
heridas de los hijos, sin embargo, coincido en que al ser ya un adulto, tendríamos
que percatarnos de que esas heridas las hemos llevado por mucho tiempo y que
es nuestra responsabilidad trabajar con ellas, reconciliarnos, o evitarlas.

Aquí entra y me parece que es una dualidad muy importante de abordar, ya que
considero que siempre debe existir un factor exógeno que nos haga presenciar la
herida, siempre hay un detonante, pero que pasa con aquellas personas que
jamás identifican nada de esto, y viven con sufrimiento y por más que acudan a
terapia no hay manera de trabajarlas en ningún plano (físico, mental, emocional,
etc.).
Me parece muy acertado que la autora retome que se pueden padecer varias
heridas, y que estas máscaras las utilizamos siempre y cuando queramos evitar
un sufrimiento. Ya que al leer esta información (que podría estar al alcance de
cualquier persona) es muy probable que haya resistencias e incluso choques
psicológicos que no nos permitan empezar a reconciliarnos y a amar cada una de
nuestras heridas y sacar de ellas el mayor provecho.

Aportaciones como profesional

Dentro de la psicoterapia corporal, se deben hacer distinciones básicas antes de


emprender un camino como profesional. Tales como no caer en subjetividades, y
que las obras como la presentada, no sirvan de modelo único para comprender la
caracterología de las personas, sino más bien, nutrirnos de más fuentes de
información y de más perspectivas de estudio con respecto a la mente-cuerpo.

A lo largo de mi formación como profesional, me he percatado mucho de la


influencia que tiene la mente sobre el cuerpo y viceversa, ya que si uno “enferma”
el otro también lo hará.

Recuerdo haber tenido una paciente que acudía a consulta nutricional al mismo
tiempo que asistía conmigo. Las primeras sesiones ella se mostraba
completamente rígida de sus hombros, de su cuello, cara, e incluso siempre
acudía transpirando. Durante las sesiones y ahora lo descubro, me podía dar
cuenta que ella tenía la herida de injusticia, ya que su madre siempre hacía
comparaciones entre ella y sus hermanos, incluso chicos con los que salía en ese
entonces por lo general realizaban conductas que ella consideraba como injustas,
ella se recriminaba muchas de estas cosas y lo manifestaba mediante la comida.
Ella prácticamente era buena para todo, pero no lograba verlo, siempre realizaba
cosas para sabotearse y para percatarse de que no era buena en nada.

Se trabajó principalmente con ella el identificar y reconciliarse con su verdadero


“yo”, se le dejaban tareas sobre reconocer sus emociones, sus sentimientos y
todas aquellas cosas que le causaran las emociones que no se permitía reconocer
con regularidad. Al final, se logró que ella en parte identificara todas estas
situaciones que la llevaban a ser lo que era en ese momento y a tomar lo que ella
consideraba como malo como simplemente parte de ella y no de nadie más.

Considero que este libro es un punto de referencia muy importante para lograr
identificar la caracterología de los pacientes y de las personas en general, y así
comenzar a transmitir el mensaje (de la manera más objetiva) para que haya
comprensión siempre del ser humano de una manera íntegra, sin prejuicios, y con
la finalidad de estudiar de una manera más holística al ser humano y así abordar
las problemáticas para un bienestar individual y social.

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