Buenos días soy Profesor de Historia en el E.E.M.P.A. (secundario con
modalidad de adulto) nº 1306 de la ciudad de Rosario provincia de Santa Fe. Trabajo con personas mayores y jóvenes que ven con gran necesidad la oportunidad de completar sus estudios secundarios, a los efectos de tener una mejor perspectiva de futuro en el mercado laboral y profesional en algunos casos. Lamentablemente vemos muchas veces la deserción escolar por parte de nuestros alumnos y alumnas, por distintos motivos: cambio en el horario de trabajo; alumnas embarazadas, etc. Teniendo en cuenta que la deserción escolar agrupa otras clases de dificultades, desarrollare estas dos problemáticas para articular estas dos realidades sociales que están perjudicando en muchos de los casos a nuestros jóvenes a los efectos de encauzar una apacible solución. Norberto Alayón señala que en este escenario contemporáneo donde persisten fuertes desigualdades, se deben pensar políticas universales, pero también en políticas focalizadas, ya que quedan asignaturas pendientes que solo pueden atenderse si se encuentran los recursos en estos grupos sociales. Es necesario que las desigualdades no se conjuguen con desigualdades educativas. Entender la igualdad en la escuela como principio supone colocar en el centro prácticas que propicien procesos de transmisión cultural múltiples. Cuando hacemos reuniones plenarias en la escuela, entre todos los colegas llevamos adelante el seguimiento de algunos alumnos en sus trayectorias escolares a los efectos de identificar los posibles problemas que tiene los mismos, para que puedan terminar el ciclo lectivo. Diseñamos trabajos prácticos entre todos los colegas de las distintas disciplinas, para atender casos de deserción escolar en algunos de nuestros alumnos con el objeto que sigan su trayectoria académica sin interrupciones. En cuestiones especiales, con las alumnas embarazadas, nos acercamos al domicilio de cada una de ellas para coordinar un horario y poder seguir enseñándole en su casa para que no pierda su trayectoria académica y disiparle cualquier duda que tenga. Para llevar adelante este tipo de actividades, los directivos del establecimiento elevan una nota a las autoridades del Ministerio de educación para que autorice el traslado del personal docente al respectivo domicilio del alumno o alumna. Lo mismo hacemos con alumnos que se encuentran imposibilitados de venir a la escuela por cuestiones laborales, a estos no les contamos las inasistencias en la escuela, sino que se las justificamos siempre y cuando presente la constancia de trabajo, y también se les da una serie de trabajos prácticos para que los hagan en sus horas libres, y en caso de alguna duda, se coordina con el alumno para que asista a la institución, en un horario especial fuera de la jornada escolar, para disipar las mismas. En caso de que nuestros alumnos se accidentaran y estuvieran por cualquier motivo imposibilitados de asistir a la escuela, se habla con un familiar del alumno/a para que efectúe una serie de tareas en su domicilio, con el propósito que no pierda el año y complete su trayectoria escolar. Luego a todos los alumnos/as que no pudieron asistir al establecimiento, por algún motivo de fuerza mayor, pero trabajaron desde sus hogares (trabajos prácticos), se les diseña un examen evaluativo a fin de año, para validar lo aprendido en cada disciplina. El discurso pedagógico normalizador en torno al que se organizó el sistema escolar se mantuvo vigente durante casi un siglo y sostuvo un mandato homogeneizador que se propuso a erradicar cultural de origen a la vez que se construyó un imaginario social en el que la educación apareció como pieza clave en la disolución de estas diferencias (Puiggrós 1990). La escuela en tanto ámbito de inclusión en la cultura letrada, era la vida de acceso por excelencia, a la ciudadanía la educación del soberano construyo una de las bases de la republica representativa (Sábato; H 1992; Dussel I 1995). Como afirma el profesor Dubet, “la experiencia indica que allí donde los procesos de descentralización y fortalecimiento de los poderes locales e institucionales han sido exitosos, fueron acompañados por un fortalecimiento del Estado como lugar donde se construye y expresa el interés general de una sociedad que es capaz de encontrar un equilibrio adecuado entre la justicia y la libertad. La historia muestra que sin la fuerza del Estado y de sus dispositivos (leyes, instituciones y recursos), los grupos dominados, ya sean los obreros, las mujeres, los niños o las minorías étnicas y religiosas, no hubieran podido modificar a su favor los equilibrios de poder que los convertían en víctima de múltiples exclusiones. Pero no existe un hambre equivalente en materia de saber. El que tiene hambre sabe que lo que necesita es alimento y trata de procurárselo con los recursos que tiene a mano, tanto en forma individual como colectiva. La tragedia del excluido cultural, en los casos más extremos, es que las víctimas de esta exclusión no son conscientes acerca de aquello que necesitan”. Desde nuestro rol como docentes podemos seguir acompañando a nuestros alumnos/as para que tengan una mayor oportunidad, para que no queden fuera del sistema y puedan gozar de todos los beneficios del mismo con una formación académica culminada, que les sirva de plataforma para seguir creciendo como ciudadanos profesionales o como trabajadores, dentro de los marcos legales que rige nuestra constitución.
Para que la educación no siga siendo un sistema nacional integrado
subscrito por las fuertes desigualdades sociales, el centro tiene la responsabilidad de transferir recursos, definir contenidos básicos nacionales, evaluar resultados del aprendizaje en sus múltiples dimensiones y garantizar condiciones de trabajo homogéneas a las diferentes categorías de trabajadores y profesionales de la educación. El centro del sistema tiene que ser un “instrumento de integración social” para darle a todos los niños y jóvenes de una sociedad las competencias y los conocimientos a los cuales tienen derecho, para convertirse en ciudadanos activos e individuos autónomos”; es preciso que este objetivo no quede subordinado a la demanda de excelencia en la formación de las élites o a las demandas de formación de recursos humanos que provienen del sistema productivo. El Estado tiene una tarea pendiente, de él depende la construcción de una sociedad, no sólo más rica, sino más justa, más integrada y por lo tanto más digna de ser vivida.