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Desde que iniciamos la carrera del Profesorado de Educación Primaria nos encontramos

con situaciones en la que se desvaloriza el rol docente.


Es por esta razón, que nosotras alumnas de dicha carrera nos replanteamos algunos
interrogantes sobre este campo específico del quehacer profesional.
Observamos que como sociedad se debe tomar conciencia de lo lejos que están los
adolescentes de elegir la carrera docente y que solo lo hacen aquellos que tienen una gran
intensidad vocacional, los que no tienen posibilidad de continuar otros estudios o los que
creen que constituye una rápida salida laboral. Junto a esto se encuentra un imaginario social
en el que escuchamos frases tales como: “malas condiciones laborales”, “bajos salarios”,
“hacerse cargo de los problemas de los alumnos”, “necesidad de tener varios puestos para
sobrevivir”, “violencia en las instituciones educativas”. A raíz de estos problemas, podemos
ver como los docentes al tener varios cargos y responsabilidades diferentes se ven obligados
a realizar mal sus tareas sin ofrecer los recursos necesarios para poder cumplir con los
requerimientos de sus deberes.
A partir de lo dicho la problemática que se instaura en las instituciones educativas es definir
cual es el actual rol docente en la actualidad.
Haciendo referencia al maestro, antes al docente se le confiaba la tarea de la formación del
ciudadano y su condición de trabajador asalariado/a. Sin embargo, en este nuevo marco se lo
supone como agente activo e irremplazable para la toma de decisiones curriculares. El mismo
es considerado como un productor de conocimiento, en donde su experiencia juega un papel
fundamental a la hora de aplicar sus saberes pedagógicos- didácticos dentro del aula.
Se desafían a sí mismos/as al analizar reflexivamente sus prácticas de enseñanza con el
fin de revisarlas y mejorarlas ya que las intervenciones docentes necesitan ser más creativas.
En nuestra opinión, el cambio debe realizarse hacia un modelo de desarrollo que
contemple la capacidad de la gente de agregar valor a partir de la calidad de su formación,
exige recuperar la capacidad del sistema educativo para aportar a un crecimiento basado en
la potencialidad productiva del país. Cabe destacar que la propuesta de educar para la
productividad y el desarrollo suponen mucho más que la formación para el desempeño laboral
de las personas así como también que en la práctica escolar se incorpore el trabajo como un
valor que genera dignidad y sustentabilidad tanto para la sociedad como para sus ciudadanos.
Con respecto a la tarea actual de la escuela partiendo de la Ley de Educación Provincial Nº
13.688, la escuela primaria confirma la necesidad de producir una transformación en cuanto a
sus propósitos y a su funcionamiento.
La recuperación de la centralidad de la enseñanza es el único camino para garantizar el
derecho de los niño/as a la educación: el estado tiene la responsabilidad de hacer posibles el
ejercicio de derecho en los límites de edad previstos para la escolaridad primaria.
Este proyecto de ley considera que la educación abarca el conjunto de procesos formativos
que se desarrollan en todos los ámbitos sociales de la provincia de Buenos Aires desde los
cuales se produce, intercambia, transmite y adquiere cultura: en las instituciones de
enseñanza y aprendizaje, en los movimientos e instituciones de la sociedad civil, en el trabajo,
en las actividades productivas y culturales y en los medios de comunicación.
En este contexto, la educación es una política pública por excelencia para una sociedad
más justa e integrada. Una educación pública, universal y de alta calidad para todos puede
ser uno de los factores determinantes de la posibilidad de revertir los procesos de
fragmentación y desigualdad social que se profundizaron en las últimas décadas. Es
necesario considerar las condiciones educativas que permitan igualdad de posibilidades de
acceso a los aprendizajes que el sistema educativo debe transmitir. Políticas activas del
Estado que garanticen acceso, permanencia y egreso de los distintos niveles del sistema
educativo. Por ejemplo, niños de una escuela rural y niños de una escuela urbana ¿cómo
darles igualdad de oportunidades y posibilidades? A partir de esta problemática vemos una
desigualdad entre ambos ya que cada uno accede a determinados bienes, de los cuales la
cuidad sale más beneficiada por contar con más cantidad de escuelas en un pequeño radio
en las que hay también secundario y el campo no tiene la misma posibilidad. Para dar la
igualdad entre estos niños se tendría que brindar un medio de transporte financiado por la Ley
de Financiamiento Educativo en donde el Estado es el garante de la educación y aporta el 6
% del P.B.I. así los niños de ambas escuelas tendrían la misma posibilidad de acceder a la
educación.
Siguiendo esta línea, la educación constituye uno de los derechos inalienables que el
Estado tiene la responsabilidad de garantizar, ya que no existe otro actor individual o colectivo
que cuente con los recursos institucionales, económicos y la capacidad de integración y
síntesis político-cultural necesarios para asegurar el acceso, permanencia y egreso de la
totalidad de la población al sistema educativo para distribuir los bienes culturales con criterio
de justicia.
Esto lo realiza mediante la elaboración y prescripción de diseños y propuestas curriculares,
las cuales, constituyen un componente significativo de las políticas públicas universales en
materia educativa. Estas políticas procuran la construcción de una realidad deseada, es decir,
que la Educación introduce una dimensión de futuro.
Con respecto a esto, hay que asumir una mirada prospectiva en la cual es futuro se
construye dependiendo de las decisiones que estamos tomando.
Estos diseños anticipan mundos posibles, seleccionan saberes que les permitirán a las
nuevas generaciones intervenir en la construcción de la sociedad en la que vivirán. En esta
selección ocuparan un lugar fundamental los saberes socialmente productivos.
La enseñanza es entendida como la practica social de transmisión cultural para favorecer
la inserción creativa de los sujetos en las culturas. No solo comprende la transmisión de
saberes sino también los modos de relacionarse con el conocimiento, aspectos que solo se
aprenden con otros. Cabe destacar el lugar activo y constructivo del alumno en este proceso,
siempre teniendo en cuenta su cultura y su contexto.
Dentro de esta perspectiva intercultural, cada niño tiene su tiempo, su modo, su historia
cultural y personal que lo constituye a la vez en igual y diferente, esta condición de diversidad
no ha sido reconocida por el sistema educativo anteriormente, dado que las políticas
educativas en nuestro país han estado marcadas desde el período de la formación del Estado
Nacional por la tendencia hacia la homogeneización cultural.
Ahora se apunta hacia lo contrario a la necesidad de una heterogeneidad, para que haya
igualdad de oportunidades y posibilidades. El Estado al ser el garante de la Educación, debe
generar el acceso a más posibilidades y promover condiciones para que todos tengan las
mismas oportunidades.
Otro aspecto es que los educadores y educandos son sujetos de derecho, esto se
profundiza a partir de la Ley Nº 13.298 sancionada en 2004. Esto quiere decir que son
tomados como actores sociales claves que deben ejercer sus derechos en el presente.
Antes que se decretara dicha Ley existía la Ley de Patronato en la cual había un tribunal de
menores con un solo juez el cual ocupaba el lugar de los padres, este decidía que hacer con
los menores es decir, disponía si el menor estaba en riesgo moral o material cuando se
encontraba con su familia. Si esto ocurría el menor era sacado de su ámbito familiar y se lo
llevaba a una Institución. El juez de menores era el patrón del niño podía resolver su destino
sin oírlo, sin tener en cuenta a sus padres y sin reconocer su derecho a defensa.
Con la nueva Ley lo que se garantiza es el derecho del niño de manera integral. El juez de
menores desaparece y surge los juzgados de familias impersonales. Aquí siempre se escucha
al niño y se tiene en cuenta su interés superior y la voluntad de los padres.
También se ha visto que las instituciones educativas han perdido la hegemonía de la
transmisión de saberes y conocimientos, debido a la inclusión masiva de otros agentes
asistemáticos de la educación como son los medios de comunicación y los consumos
culturales. ¿Cómo trabajar esto como docentes? Desde nuestro punto de vista, es necesario
trabajar dentro del aula el impacto de las tecnologías ya que las mismas contribuyen a la
construcción de la subjetividad de los niños y jóvenes como en sus modos de relacionarse. Es
por eso que hay que dotar al ciudadano de una formación que le permita desarrollar una
mirada crítica acerca de los mensajes que transmiten los medios. Para esto, es importante
insistir en la necesidad de trabajar una “alfabetización audio visual”: una enseñanza que
promueva otras lecturas sobre la cultura que aportan los medios, para eso proporcionar una
alfabetización al lenguaje de la imagen que les permita “ver” sus manipulaciones y
estereotipos, escuchar sus silencios, notar sus exclusiones, etc.
Con respecto al ámbito familiar, como educadoras habría que trabajar sobre las
configuraciones familiares del modelo tradicional que plantea una “familia nuclear”
reconociendo y valorando otras posibles concepciones acerca de la familia sin priorizar una
sobre otra. Es importante ocuparse de este aspecto que provee un componente afectivo a la
conformación del niño/a.
En este marco, es preciso reafirmar que las acciones educativas son responsabilidad
primaria de la familia, como agente natural y primario de la educación, del Estado Nacional
como responsable principal, de las Provincias, de los Municipios, la Iglesia Católica y las
Organizaciones Sociales. Le corresponde al Estado Nacional la responsabilidad principal e
indelegable de fijar y controlar el cumplimiento de la política educativa, tendiente a asegurar, a
todos los habitantes del país el ejercicio efectivo de su derecho a aprender, mediante la
igualdad de oportunidades y posibilidades.
En este trabajo nosotras alumnas del Profesorado de Educación Primaria nos tuvimos que
replantear en qué contexto nos encontramos y cómo este desvaloriza al quehacer docente,
además de la desvalorización por parte del gobierno que los toma y los convierte en objetos.
Para revertir esto se deberían estimular programas de capacitación más flexibles, no
impuestos sino demandados por los propios docentes de acuerdo a sus necesidades; mejorar
las redistribuciones económicas; aumentar su participación en la toma de decisiones ante los
cambios curriculares, entre otros.
La intención del desarrollo de nuestro trabajo fue pensar nuestra “practica educativa” a
partir de la lectura “El grito manso” de Paulo Freire donde nos plantea la importancia de
conocernos a nosotras mismas, como seres inacabados e inconclusos, que debemos
mantenernos en una constante búsqueda y movilidad a través de la educación, es decir,
primero trabajar en forma individual para luego como docentes transmitir a nuestros alumnos
los medios necesarios para aprender a comprender y valores como son los de ser
responsables, incentivar el ser curiosos, la importancia de la capacidad de intervenir,
promover la búsqueda con esperanza y finalmente enseñar con el ejemplo diario, de ser seres
éticos en todo momento, desafiándolos de esta manera en su propia formación.
¿Cómo puedo educar sin estar envuelto en la comprensión critica de mi propia búsqueda y
sin respetar la búsqueda de los alumnos? (Freire, 1997)
La respuesta a este interrogante nos la replantearemos a lo largo de nuestra carrera, en la
que nos formaremos con un posicionamiento que encontraremos a lo largo de los años.

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