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Trabajo Práctico N 2

Parcial Teoría Sociopolítica

Profesor: Gustavo Alejandro Dumon


Curso: 2CP
Alumna: Menéndez Rebeca Mariel
1)Diferencia entre igualdad e inclusión. Desarrolle su respuesta.

Igualdad e inclusión son dos atributos imprescindibles si se ha de entender la


educación como un bien público, como un derecho humano fundamental, toda vez
que habilita el acceso al disfrute de otros derechos y se constituye en puerta de
entrada a la formación permanente (Poggi et al., 2016). Tanto como garantía
individual y como derecho social, el fundamento de esta concepción se basa en dos
principios insoslayables: por un lado, “un consenso epistemológico fundamentado
en el reconocimiento de que todo sujeto puede desarrollar y mejorar sus
capacidades a lo largo de la vida” (Poggi, 2014, p.12); por el otro, un
posicionamiento ético en torno a que todos deben ser educados. Entonces, siendo la
calidad con justicia social el horizonte que se pretende alcanzar en los sistemas
educativos, las cuestiones en torno a la igualdad y la inclusión son prioritarias.

La inclusión educativa, entendida como la posibilidad de que todas las


personas tengan asegurado el acceso, continúa aun siendo un desafío para nuestras
sociedades. Implica la igualdad de oportunidades en la consecución de saberes
significativos y bienes culturales que permitan participar activamente en la sociedad.
Al mismo tiempo, debe involucrar la apropiación de herramientas de pensamiento y
habilidades para el aprendizaje durante toda la vida, junto a un reconocimiento y
valoración de la diversidad social. Las dificultades que presenta la inclusión podemos
encontrarlas en factores externos a la escuela, tales como los condicionamientos
socioeconómicos, pero también dentro de la escuela misma: ejemplo de ello son las
prácticas meritocráticas, competitivas y expulsoras que aún funcionan en la
educación secundaria. Así, más allá de la extensión de la obligatoriedad que se
plantea en muchos de los sistemas educativos de la región, hay niñas, niños y
jóvenes que no hallan su lugar en la escuela. Aún cuando acceden temporalmente a
esta, no logran obtener el reconocimiento necesario (en términos simbólicos) o
participar de los procesos de redistribución que les permitan una mayor inclusión.
De allí que se plantea que “una escuela es inclusiva cuando logra distribuir el
conocimiento con justicia social ofreciendo a cada uno de los alumnos igualdad de
oportunidades” (Poggi et al., 2016, p.36). Desde un posicionamiento ético podemos
afirmar, taxativamente, que no puede haber calidad sin inclusión.

Pero también el concepto de igualdad necesita ser aclarado, ya que puede ser
pensado de diferentes maneras. En términos de derecho, puede pensarse como
justicia. Sin embargo, desde otras miradas, puede ser entendido como
homogeneización, con lo cual se deja de respetar las diferencias y la diversidad.
Debemos, pues, cuidarnos de la polisemia de los términos. La igualdad puede ser
complementada a partir del concepto de equidad (con mala fama desde los años
noventa, por su utilización en el marco de las políticas neoliberales), si la definimos
como una forma de enfrentar los conflictos que plantea la desigualdad, atendiendo a
las diferencias que la universalidad no logra abarcar.

Con todo esto, deberíamos poder pensar la inclusión educativa en términos


de proceso que vaya más allá de cuestiones puramente formales, que muchas veces
producen efectos segregativos para con los grupos o individuos que se intenta
incluir. También debe llamarnos la atención que los fenómenos de exclusión son
complejos y resultan de múltiples causas que no se deben perder de vista, pues la
“reparación” es una medida que no se puede obviar para la atención de estos.

Por otro lado, y haciendo foco en las cuestiones de la calidad educativa,


debemos prestar cuidado a la dimensión del aprendizaje si queremos evitar un
tránsito por la escuela carente de significatividad. Así, son tan importantes las
respuestas sistémicas que se puedan elaborar (por ejemplo, el rediseño de los
formatos escolares) como las respuestas pedagógicas y didácticas hacia el interior de
las instituciones y las aulas

Alcanzar la inclusión e igualdad, como atributos fundamentales para una


educación de calidad, implica realizar un esfuerzo por entender el presente a partir
de la comprensión en perspectiva histórica del sistema educativo y, en ese marco,
llevar a cabo el análisis profundo de cada institución particular que nos permita
diagnosticar sus fortalezas y las deudas pendientes (los problemas irresueltos), para
elaborar desde allí las respuestas necesarias que nos permitan construir un mejor
futuro para nuestra sociedad.

2) ¿A qué nos referimos cuando hablamos de inclusión pedagógica?

Las escuelas inclusivas son propuestas como un lugar de encuentro con la


diversidad y ésta como lo único común entre los seres humanos. Las diferencias, son
valoradas, ya no se pretende igualar. Reconocen la heterogeneidad de los/as
estudiantes. Sin embargo, estas instituciones inclusivas presentan algunas tensiones
entre los actores que las componen. Se encuentran quienes aceptan y reconocen el
derecho a la educación de todos y todas en un mismo espacio escolar, con igualdad de
oportunidades, históricamente negado a los sectores más vulnerados y desfavorecidos,
entre los que podemos reconocer a las personas con discapacidad, de diferentes
etnias, o preferencias sexuales, entre otros; y aquellos que aún lo ponen en
cuestionamiento.

El término inclusión está siendo adoptado en el contexto internacional con la


intención de dar un paso adelante respecto a lo que ha supuesto el planteamiento
integrador, donde las personas con discapacidad, junto a su entorno familiar, son los
responsables de incorporar ajustes y recursos específicos, para que los distintos
espacios de la vida cotidiana, entre ellos el educativo, sean accesibles. Como
consecuencia de esto, los alumnos con discapacidad participan de la escuela común, en
determinados tiempos y actividades, dejando de ser exclusivamente sujetos de la
Educación Especial.

Una escuela inclusiva ve a todos los alumnos desde su capacidad de aprender,


respetando la diversidad, considerándola una oportunidad para aprender sobre lo que
nos caracteriza como humanos. Stainback y Stainback (2001) definen una escuela
inclusiva como aquella que educa a todos los estudiantes dentro de un único sistema
educativo, proporcionándoles programas apropiados que sean estimulantes y
adecuados a sus capacidades y necesidades, además de cualquier apoyo y ayuda que
tanto ellos como sus docentes puedan necesitar para tener éxito. También Pearpoint y
Forest (1992) describen los valores subyacentes en una escuela inclusiva: los de
aceptación, pertenencia y comunidad, las relaciones personales, la interdependencia
además de la independencia, y la consideración de los profesores y los padres como
una comunidad de aprendizaje.

Entendemos que la educación inclusiva excede el espacio áulico y supone una


reconceptualización de la cultura y prácticas escolares para atender a la diversidad del
alumnado. Para ello, es necesario diseñar procesos que garanticen la participación de
los estudiantes en la cultura, el curriculum y la vida de la escuela, comenzando desde el
interior de las aulas. La atención se centra en cómo construir un modo de trabajo que
considere y pueda hacer frente a los requerimientos de cada uno de los/as estudiantes.

En la última década, con la promulgación de la Ley de Educación Nacional N°


26.206, las instituciones escolares de educación común han realizado marcados
cambios, particularmente aquellas correspondientes al nivel educativo secundario, no
sólo porque debe atender a la inclusión de todos/as los estudiantes, sino porque su
obligatoriedad se extiende a la población adolescente y joven de todo el territorio
argentino.

Sin embargo, a pesar de los avances normativos nacionales e internacionales


con respecto a la educación de personas con discapacidad, aún se advierte la influencia
de la perspectiva que pone el énfasis en las características individuales de los alumnos
y no en su interacción con aquellas que son propias de la situación educativa. La gran
mayoría de los estudiantes con discapacidad continúa fuera de la educación común, y
los que son integrados en las escuelas comunes no son considerados alumnos de ésta,
sino que se encuentran bajo la responsabilidad de la Escuela Especial (Muslera, 2008).

3) ¿Cuáles son los agentes o los procesos que determinan la inclusión?


Los agentes educativos son personas que interactúan de una u otra manera con
niños y niñas participando en su proceso pedagógico, este grupo de personas se
encuentran en diferentes contextos, en este caso, se centrará la atención en aquellos
que apoyan el desarrollo de las competencias educativas.

De acuerdo con lo anterior, el grupo de agentes educativos de esta investigación


está compuesto por la familia, los docentes y profesionales de la psicología. En función
de esto, se reconoce a la familia como el núcleo principal que satisface necesidades
básicas, proporciona costumbres, valores, y es transmisor de pautas culturales, es en
este contexto donde se favorece la adquisición de hábitos fundamentales y se facilitan
herramientas para adaptarse y ajustarse a la sociedad contribuyendo al desarrollo de
sus primeros aprendizajes.

En el caso de los docentes, García (2017) los define como el grupo de agentes
educativos, que asumen la responsabilidad de reconocer y promover las capacidades
de los estudiantes, identificando las deficiencias que presentan los niños a la hora de
aprender, para después, proponer estrategias que faciliten la adquisición del
aprendizaje de los contenidos del currículo escolar.

Al definir las características principales del rol de los agentes educativos, se


abordará el reconocimiento de los facilitadores y las barreras que presentan los
agentes educativos en su rol de acompañamiento de niños con necesidades educativas
diversas. De acuerdo con lo anterior, en el ejercicio de su rol dentro de los procesos de
inclusión, Apolinar (2017) describe que existen una serie de barreras que deben
sortear los agentes educativos, entre estas se destaca a la necesidad de reconocer que
tipo de educación necesita el niño que presenta problemas en el aprendizaje; derivado
de esto, se hace evidente la dificultad que tienen muchos de ellos para reconocer la
inmensa variedad de necesidades que pueden requerir los escolares y de esta manera
diseñar los planes de trabajo ajustados a sus requerimientos.

Es importante considerar que el sector educativo ha tenido que afrontar una


serie de transformaciones en temas de inclusión favoreciendo que los estudiantes con
discapacidad accedan al sistema educativo en equidad de condiciones. En este
escenario, se debe reconocer que la inclusión es el proceso de abordar y responder a la
diversidad de necesidades de todos los alumnos a través de prácticas inclusivas en el
aprendizaje. En cumplimiento de este propósito, el proceso a desarrollar supondrá
como objetivos específicos el reconocimiento de los facilitadores y las barreras que
presentan los agentes educativos en su rol de acompañamiento de niños con
necesidades educativas diversas.

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