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Nazareno
Vera Sabando Kevin Geovanny / Harol Alfredo Pabón Ríos
En Dios hay tres personas en la unidad, de la esencia. Dos aspectos se han revelado
especialmente fecundos en esta reflexión:
Karl Barth. Ha sido el primero en notar las dificultades que en el campo teológico pueden surgir
si se acepta con todas las consecuencias este concepto de persona y se aplica a las tres personas
divinas.
Esto tendría como resultado afirmar que en Dios hay tres centros de conciencia, tres voluntades,
tres libertades, tres sujetos capaces de autodeterminarse. El término persona debería ser
sustituido por el de forma de ser, que no correría el peligro de mala interpretación a que el
término tradicional está expuesto.
Barth parte del evento de la revelación, en el que Dios se manifiesta, en una unidad indisoluble,
como el Dios que se revela. Dios es por tanto “en indestructible unidad el mismo, pero a la vez,
en indestructible unidad, tres veces el mismo de manera diversa”
Barth insiste mucho en el carácter personal de Dios. De su Él no se puede hacer nunca un neutro,
un ello. La unicidad del Dios revelado incluye la distinción y el orden de las tres personas, o
mejor, de las tres formas de ser.
No hay ninguna propiedad y ninguna acción de Dios que no sea la del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo
Las diferencias derivan de las distintas relaciones de origen. Los nombres Padre, Hijo y Espíritu
Santo muestran esta distinción fundada en las procesiones.
El teólogo de Basilea afirma la personalidad divina, no hay duda. Pero en la tradición el concepto
ha servido para mostrar en Dios la distinción, no la unidad como parece que él tiende a hacer.
Por lo demás, también en el uso que Barth hace de la noción de persona está presente la
evolución moderna de la misma; sus definiciones del Dios personal parten de ella, aunque la
haya recogido sólo en parte y la haya aplicado a Dios en su unidad y no en su trinidad. Con esto
hay que relacionar la acentuación de la unidad divina en la que un solo “Yo” repetido constituye
el “Tú” que es Dios para el Hombre.
Karl. Rahner
Parte de la idea de que, en el caso que Dios quiera comunicarse a los hombres, es el Hijo el que
ha de aparecer históricamente en la carne como hombre, y tiene que ser el Espíritu el que opere
la aceptación de dicha comunicación en fe, esperanza y amor por parte del mundo.
Los aspectos contrarios se hallan igualmente relacionados entre sí. El futuro y la trascendencia se
ven unidos con relativa facilidad. Hay que tener presente, con todo, que el futuro no es
simplemente lo que todavía no ha llegado, sino que es la modalidad de la comunicación de Dios,
que se da al hombre como consumación del hombre mismo.
De esta manera estos dos modos, verdad y amor, constituyen las dos modalidades de la
autocomunicación divina. Comunicación como verdad significa que tiene lugar en la historia,
comunicación como amor significa la apertura de esta historia en la trascendencia hacia el futuro
absoluto.
DIOS UNO Y TRINO P. Jorge L. Nazareno
Vera Sabando Kevin Geovanny / Harol Alfredo Pabón Ríos
De ahí Karl Rahner quiere pasar a la Trinidad inmanente, una vez que ha determinado que
económicamente Dios se ha comunicado así.
K. Rahner a hablar de la aporía del concepto de persona en la teología trinitaria. Cuando nos
referimos a Dios no podemos hablar de tres personas en el sentido ordinario de la palabra. Decir
que en Dios hay tres personas no significa una multiplicación de la esencia, como ocurre con los
hombres, ni tampoco la igualdad de la personalidad de las tres personas (si decimos tres hombres
los tres son iguales en tanto que hombres, aunque sepamos que son distintos).
La terminología de las “tres personas” puede ayudar a ver por tanto que Dios es relación, es
comunión. Con todas las cautelas y evitando ciertamente caer en representaciones de las tres
personas divinas según el modelo de tres personas humanas.
Frente a esta concepción se ha de insistir en que las dos dimensiones, la del yo y de la relación,
están unidas. Por ello señala Moltmann que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no solo son
distintos por su personalidad, sino que a la vez por esta misma razón están cada uno de ellos con
y en el otro.
DIOS UNO Y TRINO P. Jorge L. Nazareno
Vera Sabando Kevin Geovanny / Harol Alfredo Pabón Ríos
- Teología escolástica tradicional, B Lonergan, hablaba del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
como tres sujetos, que referidos unos a otros por las relaciones son conscientes cada uno de ellos
de sí mismos y de los otros a los cuales están referidos.
- Hay tres sujetos divinos y conscientes, lo cual no significa que hay pluralidad.
Walter Kasper
- Habla sobre el dialogo que caracteriza las personas divinas: las personas divinas no existen sólo
en el dialogo, son ellas mismas diálogo.
Bourssa: Lo que individúa las personas distintas (opuestas) entre ellas no es una individuación
absoluta sino el carácter mutuo de las relaciones, que es total comunicación reciproca en la
plenitud de la sustancia divina. “todo lo que es mío es tuyo” Jn 17,10
- La comunicación del Padre al Hijo engendra a éste en su plenitud como único Dios con él.
- Así cada persona es total comunicación de sí misma, y la perfecta comunicación comporta
armonía total, unidad infinita, en la plenitud de la conciencia, de amor y de libertad.
- No hay por tanto en Dios tres conciencias distintas, sino perfecta unidad de sustancia y amor,
no hay tuyo y mío. Pero esta conciencia es personal.
- La conciencia divina es una, pero el «yo» divino no es el yo común a las tres personas, sino
distintamente el yo propio de cada una de ellas.
- Cada persona divina es consciente de sí siendo consciente de que es Dios, y por ello esta
conciencia es en comunión, es una conciencia ejercida por cada una de las personas en comunión
con las demás.
- Unidad interior en Dios infinitamente consciente y plenitud sino de amor, unidad no inerte y
solitaria de una persona única, sino comunidad de vida del Padre y del Hijo que es único amor.
- Heribert Mühlen
- El Padre es como el “Yo”, el Hijo como el “TÚ” y el Espíritu Santo como el nosotros del Padre
y el Hijo, el “nosotros en persona” el nosotros hipostatizado, podríamos decir.
- De manera analógica, señala el autor, desde el punto de vista del Padre y del Hijo, el Espíritu es
“nuestro” porque es la unión de los dos, es “nuestra” unión.
- El Espíritu Santo no es para las dos primeras personas un “él”, sino el “nosotros en persona”.
- Desde el punto de vista del Espíritu Santo su relación con el Padre y el Hijo es una relación del
“yo” al “ustedes”.
- Al mismo tiempo, la perichoresis del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo es la plenitud del
nosotros intratrinitario.
- La distinción de las personas es también un elemento de la unidad divina, la naturaleza divina
tiene la característica del “nosotros”.
DIOS UNO Y TRINO P. Jorge L. Nazareno
Vera Sabando Kevin Geovanny / Harol Alfredo Pabón Ríos
- la unidad no es solo estar “con” sino estar “en” el otro, en una comunión perfecta que es
inhabitación recíproca.
- En la unidad de la única divinidad subsisten el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, distintos
realmente unos de otros en virtud de las relaciones recíprocas.
- El Papa Hormisdas
- la Trinidad es una Única realidad, no se multiplica en cuanto al número, no crece por
desarrollo.
- Cada persona no es sin las otras, pero esto no quiere decir que necesite ser
complementada porque algo le falte.
- Cada persona es Dios enteramente, aunque siempre con las otras dos.
Texto: LADARIA, Luis F, El Dios vivo y verdadero, Salamanca 2010; pg. 375 - 401.