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ANTROPOLOGÍA Y GRACIA
1. Antropología-Teológica
Hablar del hombre es algo muy genérico, dado que se pueden decir muchas cosas de él
desde el punto de diferentes ciencias; filosofía, psicología, medicina, sociología, entre otras.
Sin embargo, aquí se analizará al hombre también desde la Teología, como ciencia, y de
manera muy particular al momento de la creación, es decir, a la relación que tiene el
hombre con Dios revelado en Cristo1. Ahora bien, siendo Cristo el revelador del Padre, éste
será un conector entre la Antropología y Teología, ya que Cristo siendo Dios asume la
1
Cfr. L. F. LADARIA, Introducción a la Antropología Teológica, 9.
1
naturaleza humana2. Por lo tanto la revelación es punto de partida para el encuentro entre la
antropología y la teología.
2. Gracia
La gracia, Kharis, designada ya en AT. Pero de manera muy particular en el NT, el cual
le dio un nuevo sentido, utilizánd1ola para caracterizar el nuevo régimen instaurado por
Jesucristo. Por tanto, la gracia viene a ser el don de Dios que contiene todos los demás
dones, es decir, el don de su Hijo4. Dios mismo se define como un Dios de gracia, “Dios de
ternura y de gracia, tardo a la ira y rico en misericordia y fidelidad” (Ex 34,6). De esta
manera la gracia de Dios tiene su plenitud en Jesucristo, en ella se muestra hasta dónde
puede llegar la misericordia de Dios, como bien menciona la carta a los Romanos, “el que
no perdonó a su propio Hijo, antes bien lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿Cómo
no va a darnos gratuitamente todas las demás cosas juntamente con él?”(Rm 8, 32), por
tanto, en la persona de Cristo se han hecho presentes tanto la gracia y la verdad5. La gracia
es el don que Dios concede al hombre mediante el cual llega al conocimiento de Dios.
La gracia, tiene un sentido de benevolencia, de una persona de rango mayor con otra
persona que tiene rango menor. En este caso de Dios con el hombre. El hombre recibe por
pura benevolencia de Dios este don maravillo6. Además la gracia es la antesala para
entender el concepto de Dios.
2
Cfr. L. F. LADARIA, Introducción a la Antropología Teológica, 10.
3
T. STANCATI ., “Antropología” en L. PACOMIO-V MANCUSO, Diccionario Teológico enciclopédico, 55.
4
Cfr. LEÓN-DUFOUR X., “Gracia” en Vocabulario de Teología Bíblica, 365.
5
Cfr. Ibid, 367.
6
Cfr. HERNÁNDEZ S, Antropología y Gracia, 14.
2
3. Dios
Dentro de lo que se entiende por Dios es necesario saber que en el conocimiento y las
relaciones que la humanidad tiene con Dios pueden verse tres ángulos diferentes: el
fenomenológico (qué se ha entendido y se entiende con el término Dios); el filosófico (qué
ha dicho y que ha comprendido el intelecto humano respeto de Dios) y por último el de la
fe (como acogida de la revelación que Dios ha hecho de sí mismo)7, este último es el que
interesa en esta materia.
Para ganar mayor comprensión en lo que se ha entendido por Dios es necesario decir por
lo menos una palabra de lo que se entendía en el AT para luego poder entenderlo en el NT.
Ahora bien, en el AT la idea de Dios existe pero de una manera no completa, Dios se revela
en el comportamiento de los que le conocen y en los nombres que le dan, aunque claro está
que todos los nombres referidos a Dios quedan cortos a lo que realmente es. Será hasta el
NT donde tomará un rostro concreto, Jesucristo. En Jesús, Dios se reveló en forma total y
definitiva8, así lo avala la carta a los Romanos; “habiéndonos hecho el don de su propia
Hijo, no tiene ya nada que reservarse y no puede ya menos que dar”, (cfr. Rm 8, 32), es así
que Dios se deja conocer por el hombre permitiéndole acercarse a Él, mediante Jesucristo.
Cuando se habla de la gracia de Dios, puede decirse que Dios mismo esa gracia. El
hombre si bien, remite a la realidad frágil, efímera del hombre insertado en un tiempo y en
un espacio, tiene algo diferente a los demás seres. Dentro de la creación, en el libro del
Génesis por un lado aparece la creación de los seres inanimados y por otro los animados, el
hombre que no es ni animal, ni vegetal, sino que es humano, en los cuales existe una
relación, pero que es diferente a la relación del hombre con el Creador.
7
Cfr. T. STANCATI., “Antropología” en L. PACOMIO-V MANCUSO, Diccionario Teológico Enciclopédico,
263.
8
Cfr. LEÓN-DUFOUR X., “Gracia” en Vocabulario de Teología Bíblica, 246.
3
Dios. La relación que existe puede verse en un sentido intermedio, es decir por un lado el
hombre como creación única de Dios, con ciertas características parecidas a las del mismo
Dios; dones preternaturales, los cuales un determinado momento los pierde y por tanto
entra la fragilidad y con ella las dificultades de la vida humana. Sin embargo, estos dones
no son arrebatados de la naturaleza humana, sino que el pecado los opaca y el hombre
comienza a preocuparse más por las cosas terrenales, es así que el pecado impide ver al
hombre cual es realmente su naturaleza. Por lo que fue necesario, que para recobrar
nuevamente estos dones se eliminara el pecado y esto solamente podía hacerlo un hombre
en su estado original. Por ello Dios mismo asume esta labor y mediante su Hijo muestra
nuevamente la verdadera naturaleza al hombre caído. Es así que el Hijo de Dios se
convierte en el mediador entre el hombre y Dios, por un lado, le muestra al hombre su
verdadera naturaleza y por otro el Hijo le da a conocer al hombre a Dios (cfr. GE 22).
Aun cuando pareciera que son dos realidades aparentemente muy distantes, realmente
tienen una relación demasiado íntima, esta lo menciona el primer libro de la Biblia,
“Entonces dijo Dios: hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, según nuestra
semejanza” (cfr. Gn 1, 26). Ahora bien, el hombre considerado en unidad de fuerza vital
está en relación con Dios y con todo lo que lo rodea. En cuanto destinatario de la
revelación, el hombre es el objeto de la misma. En cuanto destinatario del amor del Padre,
el hombre llega a saber hasta las últimas consecuencias quien es él mismo9. Siendo el
hombre y no otros ser, a quien Dios se revela, la relación entre ellos será única, referida de
Dios al hombre será amorosa, misericordiosa y del hombre a Dios será trascendental.
9
Cfr. L. F. LADARIA, Introducción a la Antropología Teológica, 10.
4
verdaderos. Atendiendo a las diferentes ciencias; filosofía, sociología, medicina, psicología,
etc. puede decirse que es posible ponerle una definición, que al final será meramente
conceptual, más que esencial.
Dios, que es el creador, entra en relación con el hombre mediante notas bien precisas,
primeramente; Él quiere compartir con esta creatura su imagen y semejanza (cfr. Gn 1, 27)
posteriormente mediante la demás creación la cual es pensada para que él pueda vivir y
gobernar sobre ella, además en la historia la elección de un pueblo, “los adoptare como mi
pueblo, y yo seré su Dios” (Ex 6, 7) y finalmente mediante la venida de su Hijo, quien
muestra la verdadera naturaleza del hombre.
Uno de los elementos mediante los cuales el hombre puede participar de la realidad
divina es mediante la fe. El movimiento de hombre a Dios está en la naturaleza, pero no
tienen en sí mismo ninguna eficacia, tampoco signo de ninguna exigencia. En nosotros está
el deseo de conocer a Dios, sin embargo, el conocimiento que vamos teniendo de Él, será
mediante la gracia que el infunda en cada uno10. Otra manera es mediante la obedeciendo a
los mandamientos de Dios y finalmente siguiendo al Cristo quien se proclama como
Camino, Verdad y Vida.
En el AT, se ve al hombre con una visión mucho más antropológica, dado que el hombre
no tiene tan claro la idea de transcendencia. En el NT, se concibe la idea más de la
transcendencia, existe la visión de la filiación, el Dios Padre que se hace presente en su
Hijo Jesús y de esta manera se habré a la participación con Dios.
10
L. F. LADARIA, Teología del pecado original y de la gracia, 21.
5
La remisión del Cristo, en el NT da sentido al hombre caído e incompleto que era la que
más se tenía en el AT. El hombre es un ser frágil, pero llamado a trascender,”Yahve Dios
formó al hombre con polvo del suelo, e insufló es sus narices aliento de vida” (cfr. Gén
2,7). El hombre es un ser con necesidad de ser rescatado y con su dignidad perdida, “al
llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la
ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley y para que recibieran la condición de
hijos” (cfr. Gál 4 4,5)