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¡¡¡BASTA YA!!!!

En este año ingresó un estudiante que vino trasladado de la provincia Castrovirreyna del Dpto.
de Huancavelica. En principio su asistencia era permanente y la participación en aula era activa
y, comunicativa, le gustaba trabajar en equipo, pero después de una semana le noté que estaba
callado y ya no le gustaba trabajar en equipo como antes aislándose cada día más; un día
conversando con mis colegas me manifestaron que ellas también lo veían callado,

Cuando conversamos con Lucía le pregunté: ¿por qué ese cambio? y ¿qué estaba pasando con
él para que sienta cohibido?, y que si necesitaba a alguien no dudara en llamarme o pedirme
que conversemos. También le dije que, ante cualquier cosa, podía confiar en mí y que iba quedar
entre nosotros.

Fue así que al día siguiente Lucía me busco a la salida y me dijo maestra quiero conversar con
usted. Ante esto yo ya tenía en mi cabeza el cambio de actitud de mi estudiante y que ante eso
debería de hacer algo como observarlo o preguntar a sus compañeros que estaba pasando, pero
como ella me busco lo deje ahí.

Cuando Lucía empezó a contarme que, en la hora de recreo, sus compañeros y alguna de sus
compañeras le fastidiaban diciéndole ¡Ey, Lucía!, ¿dónde has dejado tu queso?, su cancha su
mote ,sácate el chicle y le imitaban la forma de hablar. Todo esto porque a ella se le notaba un
dejo extraño al momento de hablar causando mofa en sus compañeros.

Al escucharla me preocupé y me sentí con mucha melancolía, en ese momento aproveché de


decirle que no se preocupara y que ella era importante puesto que, ninguno de sus compañeros
sabía dos lenguas y que nosotros también comemos cancha, mote y queso; en ese momento me
di cuenta que Lucía tenía un semblante más tranquilo y de confianza hacia mí. Me sentí más
tranquila viendo que él tomó conciencia de lo importante de valorarnos tal como somos
diferentes o iguales y que de esa misma forma como su maestra Liz había conversado con ella
también debería de conversar con los demás compañeros de su aula. Luego Lucía se despidió
con la confianza de que su maestra iba hacer algo por cambiar la situación en la cual Lucía no se
sentía cómoda y por el contrario quería desertar de la IE.

Al enterarme de este problema que estaba sucediendo me puse a pensar ¿de qué manera
pudiera intervenir para dar solución a este caso, que permitiría reflexionar y sensibilizar mis
estudiantes en situaciones futuras y que no se sientan excluidos ni discriminados.

En busca de una solución recordé el enfoque de Derechos y Orientación del bien común y la
valoración de la diversidad para trabajar con mis estudiantes resaltando el valor del respeto y
empatía y así generar una convivencia democrática en el aula como en casa.

Ante todo, lo expuesto anteriormente me puse a programar una sesión de tutoría que titula
Nuestra identidad, remarcando que el Perú es un país pluricultural y multilingüe enfatizando en
el idioma quechua.

Actividades como:

a) Las diferentes culturas de la sociedad peruana.


b) Comprensión de texto sobre un caso de identidad.
En donde los niños reflexionaron cómo se sienten cuando un compañero es motivo de
burla o mofa, conversaron sobre la importancia de ponerse en lugar del otro.
Finalmente, los estudiantes asumieron el compromiso de ser buenos compañeros de
compartir sus aprendizajes y cuando lo necesitan y apoyarse.
En este proceso formativo me he sentido satisfecha de haber logrado que ellos
entiendan la diversidad cultural de nuestro país, luego se trabajó con los padres de
familia para que desde sus hogares dialoguen con sus hijos sobre la diversidad y
costumbres de cada uno de sus familias.
A esta edad de los estudiantes es muy importante la conexión que se motive con los
docentes, para que se sientas seguros y con confianza de poder recurrir a su maestra en
cualquier momento que lo necesita; ello favorecerá al respeto de la diversidad y por
consiguiente al logro de su aprendizaje. vida en la que se manifiesta inferioridad al resto
de la sociedad sufriendo violencia, exclusión y marginación (Wilfredo Arbitro Vega 2004)

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