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Los 2 extremo

Salvo siempre salvo… y si cae nunca estuvo salvo


Los que creen que por la obediencia tienen segura la salvación
Mientras obedecemos la palabra de Dios, Debe haber seguridad de salvación teniendo la fe en Cristo
Perfeccionismo
Preciencia de Dios
Miles
La iglesia va al cielo
La importancia de las escrituras es que no alerta de un Peligro… si al aceptar a Cristo ya no pecamos entonces miles
de textos no estarían

Jesucristo nació de Dios o no

¿Si Jesús hubiera pecado, que habría pasado?


Muchos suelen hacerse esta pregunta y siempre me resisto a
responderla porque es una invitación a especular sobre temas de los cuales
nada sabemos. Lo sorprendente es que algunos se toman sus especulaciones
tan en serio que se vuelven dogmáticos al respecto. La humildad debería ser
una característica fundamental de todo estudiante de la Biblia. En este caso
en particular, mi resistencia se basa en lo que sí sabemos.

Sabemos que Jesús no pecó.

Esto debería ser suficiente. Pero algunos se siguen preguntando: ¿Podría


haber pecado? Si hubiera pecado, ¿cuáles habrían sido las consecuencias de
su pecado? Aunque evitaré responder esta pregunta, permítame hacer
algunos comentarios que acaso le resulten de utilidad.

1. Jesús y el pecado: ¿Podría haber pecado Jesús? Respondo sin dudar: ¡Sí!
Así lo enseña la Biblia. Jesús fue plenamente humano y estuvo sujeto a
tentaciones similares a las nuestras, y a otras que nosotros jamás tendremos
que enfrentar (Heb. 4:15).

Cada día Jesús luchó contra el pecado, y salió vencedor. Este fue un conflicto
real, no porque tuviera una naturaleza corrompida por el pecado sino porque
él, al igual que cada uno de nosotros, tenía libre albedrío. Es esta libertad de
elección la que nos permite ponernos de parte de Dios en el conflicto
cósmico. La rebelión es el rechazo a esa libertad o, más
específicamente, la renuncia a ella para elegir en cambio la muerte.

El ejemplo típico del potencial para pecar que tuvo Jesús, es su experiencia
en el Getsemaní, cuando su voluntad lo instaba a preservar su vida, mientras
que su deber hacia el Padre y la salvación de la humanidad lo llamaban al
sacrificio y a la muerte (Mat. 26:39).

El poder y la realidad de esta tentación radicaron en la posibilidad de no


hacer la voluntad de Dios. De lo contrario, toda su lucha habría sido una
pantomima, un ejercicio de autoengaño, una ilusión.

2. La singularidad de Jesús: El hecho que Jesús venció todas las


tentaciones nos resulta incomprensible porque todos somos
pecadores. La perfección de Jesús crea problemas teológicos para los que
creen que fue exactamente como nosotros. Es en este punto que su
singularidad se manifiesta con gran poder. Lo queramos o no (personalmente,
sí lo quiero), ¡él es diferente de nosotros! Jamás pecó de ninguna manera, ya
sea en acción o pensamiento. Es el único ser humano que vivió alguna vez sin
pecado. Es esta singularidad la que parece llevar a que la gente se
pregunte: ¿Y si hubiera pecado? Parecemos incómodos con su perfección.
Pero no debería ser así, dado que la perfección de Jesús es el requisito
previo de la expiación.

3. El futuro de Jesús: Podemos también afirmar que el futuro de Jesús y


nuestro futuro son uno, porque él venció al mal y nos reconcilió con el Padre.
¿Podríamos postular un futuro alternativo en caso que Jesús pecara? Aquí es
donde la especulación se transforma en argumento teológico. Permítame
expresarlo sin rodeos: Si Jesús hubiera fracasado, el Dios que conocemos no
sería nuestro Dios. En otras palabras, para nosotros, él habría dejado de
existir. El fracaso de Jesús habría significado que Dios es incapaz de
vencer las fuerzas del mal y que Satanás es lo suficientemente poderoso
como para vencerlo al desbaratar el plan de salvación, forzando así a que Dios
nos abandone. Como puede ver, las consecuencias de mis especulaciones
son muy elevadas. La derrota del Dios de la Biblia en el momento de su
mayor manifestación de poder en la cruz de Cristo es algo que difícilmente
podamos comenzar a imaginar y mucho menos tomar con seriedad. Como el
Dios de la Biblia es por definición invencible, nuestra pregunta queda casi
sin respuesta. Si la naturaleza humana del Hijo de Dios hubiera fallado,
Dios mismo habría fallado. Pero no fue así. ¡Amén!

Una pequeña colección de versos que demuestran quién fue en realidad nuestro
Salvador.
A pesar que era el Hijo de Dios, podemos leer en la Biblia que Jesús eligió venir a la
tierra en forma de hombre. Está escrito que Él tenía una naturaleza humana y una
voluntad humana, pero que venció y nunca pecó. Debido a esta vida victoriosa pudo
vencer a la muerte y hoy está sentado a la derecha de su Padre en el cielo.
Como cristianos esto es de suma importancia para nosotros. Porque venció siendo un
hombre como nosotros, esto significa que también podemos vivir la misma vida que Él
vivió en la tierra. ¡Es plenamente posible seguir a Cristo en la verdad! ¡Si lo seguimos,
también llegaremos allí donde Él está!

Aquí hay 12 versos de la Biblia que demuestran que Jesús fue un hombre como
nosotros, al cual podemos seguir.
Jesús fue tentado en todo según nuestra semejanza
«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin
pecado.» Hebreos 4,15.
Jesús tuvo una voluntad propia, la cual negó
«Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
Lucas 22,42.
Jesús nos anima a seguirle en el camino de la negación
«Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a
sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la
perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.» Mateo 6,24-25.
Jesús tuvo un crecimiento y desarrollo espiritual
«Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.»
Lucas 2,52.
El Espíritu de Dios da testimonio que Jesús vino en carne
«En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha
venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido
en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído
que viene, y que ahora ya está en el mundo.» 1 Juan 4,2-3.
Jesús se humilló y vino en semejanza de hombre
«Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo
en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se
despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y
estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz.» Filipenses 2,5-8.
El apóstol Pablo escribe sobre «el hombre Jesucristo»
«Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo
hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a
su debido tiempo. Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en
Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad.» 1 Timoteo 2,5-7.
Jesús se llama a sí mismo un hombre
«Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos
de Abraham, las obras de Abraham haríais. Pero ahora procuráis matarme a mí,
hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.»
Juan 8,39-40.
Jesús tuvo que luchar y ser obediente para ser salvado de la muerte
«Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y
lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y
aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido
perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen.»
Hebreos 5,7-9.
Jesús es llamado nuestro «precursor»
«La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del
velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para
siempre según el orden de Melquisedec.» Hebreos 6,19-20.
Jesús fue «semejante a sus hermanos»
«Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de
lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte,
esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante
toda la vida sujetos a servidumbre. Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino
que socorrió a la descendencia de Abraham. Por lo cual debía ser en todo semejante a
sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se
refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo
tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.» Hebreos 2,14-18.
La Biblia nos dice que seguiremos las pisadas de Jesús
«Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros,
dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló
engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando
padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien
llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros,
estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis
sanados.» 1 Pedro 2,21-24.

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