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1. Introducción y repaso
¿Por qué fue ejecutado Jesús de Nazaret en una cruz romana? Esta pregunta,
más que cualquier otra, te lleva al mensaje central del cristianismo. La Biblia
describe la muerte de Cristo, y de hecho, toda su obra redentora como un todo,
como el acontecimiento más significativo, valioso y profundo de la historia. La obra
de Cristo es literalmente nuestra única esperanza.
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Jesús también es el sumo sacerdote supremo quien media un nuevo pacto
entre Dios y su pueblo. Somos reconciliados con Dios por medio de Cristo.
Hebreos 7:26: «Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente,
sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los
cielos».
Y Jesús es el gran Rey del universo que gobierna con paz y justicia. Somos
ciudadanos del reino de Dios a través de Cristo. Él inauguró su reino en su
primera venida, y consumará el reino al final de los tiempos: Apocalipsis
19:11, 16: «Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el
que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Y
en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y
SEÑOR DE SEÑORES».
Por tanto, debemos alabar a Jesús porque él es nuestro profeta, sacerdote y rey.
No necesitamos a nadie más. Él es suficiente y preeminente en su revelación,
sacrificio y gobierno.
Filipenses 2:7-11.
Jesús «se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». Esa es su humillación: su
encarnación, su vida perfecta y su muerte sacrificial. Luego, Pablo continúa: «Por
lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo
nombre». Esa es su exaltación: su resurrección, ascensión, sesión (estar sentado
en su trono celestial) y su regreso.
3. El estado de humillación
la obra que Jesucristo realizó en su estado de humillación.
A. La encarnación de Cristo.
¿Por qué el Hijo de Dios tomó forma humana? Por nosotros y nuestra
salvación.
El Hijo de Dios nació como un bebé para ser nuestro nuevo Adán. El infinito se
cansó y durmió, el todopoderoso sintió nuestra debilidad, el omnipresente tomó
un cuerpo humano. Él compartió plenamente nuestra humanidad para servir como
nuestro representante y mediador sacerdotal ante Dios el Padre. Hebreos 2:14-
17: «Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también
participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio
de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte
estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Porque ciertamente no
socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. Por lo
cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso
y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del
pueblo».
B. Vivió una vida sin pecado. Esto también se llama la obediencia activa de
Cristo. El primer Adán desobedeció. Pero Jesús, el nuevo Adán, obedeció por
completo a su Padre. Israel quebrantó la ley de Dios, pero Jesús vino a cumplir la
ley (Mateo 5:17)2. Él es como un nuevo Israel.
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«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin
pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro».
C. La muerte de Cristo. En Marcos 8, tan pronto como Pedro confiesa que Jesús
es el Cristo, Jesús enseña que «le era necesario al Hijo del Hombre padecer
mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los
escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días». Aquí, pisamos suelo
especialmente santo. Jesús se hizo obediente hasta el punto de morir, de morir
incluso en una cruz. Obedeció amorosamente el plan del Padre al someterse a la
pena de muerte que nuestros pecados merecían.
D. LA RESURRECCION
”…que cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra
justificación”, Romanos 4:25. Por causa de nuestros pecados, la humanidad está
separada de Dios y es incapaz de tener una relación con Él (Ro. 6:23; Is. 59:2).
Las Escrituras dicen que “éramos por naturaleza hijos de ira” (Ef. 2:3), porque
hemos quebrantado la ley de Dios. Y por causa de su justicia, Dios tiene que
derramar su ira a los que quebrantan su ley.
Cuando creemos en Cristo, somos unidos con Él por la fe. La unión con Cristo
significa que cuando Dios nos mira, Él no ve nuestra pecaminosidad, sino la
justicia de Cristo. Significa que hemos muerto con Él y vivimos con Él (Ro. 6:8).
Esta unión solo es posible a través de la resurrección de Cristo. Es semejante a
cuando una pareja se ha unido en matrimonio, que las cosas de un esposo
pertenecen a su esposa. Los cristianos reciben la justicia de Cristo por medio de
su unión con Él (1 Co. 1:30).
Isaías 53 y el Salmo 16 son algunos de las profecías del Antiguo Testamento cuyo
cumplimiento testifica de la vida resucitada de Cristo:
El hecho que Jesús vive hoy significa que Él es poderoso para salvar hoy. Este fue
el argumento de Pablo en 1 Corintios 15, donde él defiende la verdad de la
resurrección dando una explicación que el evangelio cristiano depende en ella: ”…
y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también
la fe de ustedes… y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es falsa; todavía
están en sus pecados. Entonces también los que han dormido (han muerto) en
Cristo están perdidos. Si hemos esperado en Cristo para esta vida solamente,
somos, de todos los hombres, los más dignos de lástima”, 1 Corintios 15:14, 17-
19.
Pablo explica que la resurrección no es solo una parte fundamental del evangelio,
sino que es el pegamento que sostiene cada parte del evangelio. Sin la
resurrección, los cristianos creerían en vano y no tendrían esperanza. Pero Cristo
ha resucitado y ahora tenemos la esperanza del perdón de nuestros pecados, el
derecho de estar bien delante de Dios, y la vida eterna por medio de Cristo.
”[Jesucristo] fue declarado Hijo de Dios con un acto de poder, conforme al Espíritu
de santidad, por (como resultado de) la resurrección de entre los muertos…”,
Romanos 1:4. Si Jesús hubiera muerto y quedara muerto, Él habría sido como los
millones que venían antes de Él, y como los millones que vendrían después. Pero
no sucedió así. Su resurrección prueba que Él es alguien único en la historia del
mundo: el Hijo de Dios.
Los cristianos tenemos una esperanza tremenda porque nuestros pecados han
sido borrados y somos justificados delante de Dios. Hemos pasados de ser
enemigos de Dios a hijos perdonados por Dios con una herencia eterna que nadie
puede quitar. ¡No hay una noticia mejor! “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, quien según Su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo
a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los
muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se
marchitará, reservada en los cielos para ustedes…”, 1 Pedro 1:3-4.
“Por tanto, habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora
a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan. Porque Él ha
establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un
Hombre a quien Él ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los
hombres cuando Lo resucitó de entre los muertos”, Hechos 17:30-31.
Un día, todas las personas del mundo serán juzgadas por las cosas que han
hecho. Los que no creen serán responsables de su desobediencia contra Dios,
enfrentando la condenación de Dios y siendo enviados al infierno. Los creyentes
serán responsables delante de Dios por las cosas que han hecho y serán
recompensados en los cielos según sus obras como creyentes.
La señal que Dios nos dio para confirmar su juicio fue la resurrección de Cristo
Jesús de los muertos. Si usted no cree en el Señor Jesucristo, este juicio debe de
causarle un temor profundo. Usted se enfrentará a la ira de Dios y sufrirá una
eternidad en el infierno; recibiendo el castigo que merece por su pecados. Pero
este juicio no tiene que ser algo temible.
Hay una manera de obtener el perdón y vida eterna en Cristo: crea en el Señor
Jesucristo y arrepiéntase de su pecado. Cuando creemos en Jesús, recibimos
todos los beneficios de su resurrección. Nuestra fe en Cristo es lo que nos une a
Cristo y nos ayuda recibir el perdón de nuestros pecados. Una persona
continuando en la incredulidad asegura la ira de Dios para sí.
No pierda el regalo increíble que Dios nos ofrece en Cristo: ¡crea en Jesús hoy!
“Jesús le contestó: ‘Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque
muera, vivirá, y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?’” ,
Juan 11:25-26.