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CRISTO NUESTRA JUSTICIA - 1

La Justificación por la Fe

Hoy, se difunden numerosos errores entre el pueblo de Dios sobre la justificación por la fe, la
santificación y otras doctrinas de salvación. Como resultado, muchos miembros son engañados y
cautivados por errores inexcusables, la mayoría de los cuales se originaron en las iglesias del
mundo, que conocemos como Babilonia. En cuanto a la justificación, la sierva del Señor nos dijo:
“El enemigo de Dios y del hombre no quiere que esta verdad sea presentada claramente; porque
sabe que si la gente la recibe plenamente, habrá perdido su poder sobre ella” (Exaltad a Jesús, p.
150).

¿Sorprende acaso que Satanás haya infiltrado la verdadera iglesia de Dios con algunos de sus
pastores, inspirándolos a predicar una falsa justificación por la fe? Recientemente encontré estos
pasajes alarmantes: “No hay uno en cien que entienda por sí mismo la verdad bíblica sobre este
tema que es tan necesario para nuestro bienestar presente y eterno” (Mensajes Selectos, t. 1 p.
422).

“Nuestras iglesias mueren por falta de enseñanza acerca de la justicia por la fe y otras verdades”
(Obreros Evangélicos, p. 316).

Estos hechos desconcertantes, me han llevado a preparar esta serie de mensajes.

Primero, notemos que aunque parezca extraño, frecuentemente el enseñar y predicar el error a
nuestros hermanos, puede resultar en grandes bendiciones. Me parece oírlos diciendo: “hermano
Nelson, ¿cómo es posible? Obtengamos valor frente al siguiente consejo del Señor. “Cada vez que
avanza el error, obra para el bien de los que sinceramente aman a Dios. Porque cuando el error
eclipsa la verdad, los centinelas de Dios harán que ésta sea más penetrante y clara. Escudriñarán
las Escrituras para encontrar evidencias de su fe. La propagación del error es un llamado para que
los siervos de Dios se levanten y coloquen a la verdad en un marcado relieve” (Signs of the Times
[Señales de los Tiempos], January 6, 1898).

Es mi mayor deseo, que con la presencia del Espíritu Santo en mi vida, pueda ser un centinela para
Dios.

Oremos. Amante Padre, el evangelio de la justificación por la fe es un mensaje muy valioso.


Ayúdanos a proclamar esta gloriosa verdad tan fuerte y tan clara para que todos los que la
escuchen tengan absoluta seguridad y que esta doctrina de la justificación por la fe sea
sinceramente entendida, creída y experimentada. En el precioso nombre de Jesús, Amén.
Las escrituras introducen la base para la justificación por la fe, al explicar lo que Cristo quiere hacer
por nosotros. “¡Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29).

“Porque el pan de Dios es aquel que desciende del cielo y da vida al mundo” (Juan 6:33).

“Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea
salvo por él” (Juan 3:17).

La base de la justificación por la fe es lo que Cristo dispuso para nosotros y lo que quiere hacer por
nosotros. No sólo debemos saber cuál es la base sobre la cual se hace posible la justificación por la
fe, sino también cuáles son las condiciones para recibirla.

Primero consideremos la base. En la Biblia, ambos Adán y Jesucristo, representan a la raza


humana. Por consiguiente, lo que espiritualmente ocurrió con Adán y Cristo, atañe a todos los que
han nacido en este mundo. Por ejemplo, cuando Adán, el representante de nuestra raza fue
tentado por Satanás para rebelarse contra Dios, y al hacerlo pecó, trajo la muerte sobre sí mismo y
sobre todos sus descendientes. Cristo, nuestro representante, al venir a este mundo en forma
humana por medio del milagro del Espíritu Santo, también fue tentado por el diablo a pecar, pero
no se rebeló como lo hizo Adán, obedeció a Dios, nunca pecó. Gracias a su victoria sobre Satanás,
estuvo dispuesto a morir por nuestros pecados, para que la condena de muerte por culpa de Adán,
fuera cambiada a vida eterna, si es que aceptamos su muerte en nuestro lugar.

Como consecuencia del pecado de Adán todos los hombres pecaron y recibieron la sentencia de
muerte. ¡Alabado sea Dios!. El Hijo de Dios eligió tomar el lugar de Adán, como cabeza y
representante de la raza humana. Por su muerte en la cruz, pagó el castigo de nuestra pena de
muerte, disponiendo así la redención para todos los que creerán en él: “Porque tanto amó Dios al
mundo, que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él, no perezca, sino tenga vida
eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él” (Juan 3:16,17).

Esta base para la justificación por la fe está confirmada en la Palabra de Dios. Por ejemplo: “Por
tanto, así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la
muerte pasó a todos los hombres, pues todos pecaron. Porque, si por el delito de uno reinó la
muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, por Jesucristo, los que reciben la abundancia
de la gracia y del don gratuito de la justicia. Porque así como por la desobediencia de un hombre
los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno los muchos serán
constituidos justos” (Romanos 5: 12, 17, y 19).

El Espíritu de Profecía que siempre está en armonía con la Palabra de Dios, también enseña que
para salvarnos, Jesús tomó el lugar de Adán como nuestro representante. “Jesús, se humilló a sí
mismo revistiendo su divinidad con humanidad vino a este mundo para estar a la cabeza de la raza
humana como el hombre modelo” (Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, material
suplementario de Filipenses 2).

He aquí la base sobre la cual se edifica la justificación por la fe.


Ahora, consideremos las condiciones que hacen posible la justificación por la fe y la santificación,
para los individuos. Alguien puede preguntar, ¿Qué? ¿Hay condiciones para que un hombre pueda
ser justificado? ¿No es la justificación un don gratuito?

Desde Nueva Zelanda Elena White escribió a, A. T. Jones, uno de los dos hombres que presentaron
a la iglesia la verdad acerca de la justificación por la fe en 1888. Para el año 1893, éste ya había
empezado a proclamar una y otra vez “No hay condiciones”. El Señor le mostró su error a Elena
White en una visión. De su carta a Jones, se saca la siguiente cita: “Hay condiciones para que
recibamos la justificación, la santificación y la justicia de Cristo” (Mensajes Selectos, t. 1, p. 442).

Esto no significa que contribuimos para nuestra salvación cumpliendo con lo estipulado. Las obras
del hombre antes o después de la justificación, no tienen ningún valor en sí mismas. No pueden
comprar la salvación. Ésta es un don gratuito, pero Dios dice que es solamente para los que
cumplen con las condiciones.

Adán eligió creer la mentira de Satanás. Se rebeló contra su hacedor. Al pecar, aceptó las
condiciones por creer la mentira de Satanás, que sería como un dios. Ignoró la verdad de Dios, que
la paga del pecado es muerte. Pero, cuando elegimos creer lo que dice Cristo, ese proceso, es
inverso. Rechazamos a Satanás y aceptamos las siguientes condiciones establecidas por Cristo para
poder escapar a la muerte y recibir la vida eterna.

1. Aceptamos por fe que el sacrificio de Cristo sustituye nuestro lugar en la cruz del calvario.
2. Nos rendimos completamente, nos arrepentimos y confesamos a Dios nuestros pecados.
3. Creemos que Dios perdona nuestros pecados individuales.
4. Experimentamos la dádiva de la justificación por la fe por medio del nuevo nacimiento.
5. Permanecemos en Cristo por medio de una continua, amante relación de confianza y
obediencia. Esta quinta condición, resulta en nuestra santificación.

Hablemos de estas cinco condiciones, una a la vez.

La primera condición requiere que creamos y que aceptemos personalmente el sacrificio de Cristo.
Al desarrollar este tema, observaremos que creer significa mucho más que de lo que muchos
suponen.

Estas cinco condiciones mencionadas, están expresadas en las palabras, “cualquiera que cree en
él, no perecerá, pero tendrá vida eterna”.

Creer, trae consigo más que un asentimiento verbal o emocional, debemos comprender lo que se
llevó a cabo por la muerte de Cristo en la cruz. Por ejemplo, leemos en Romanos 6:23 “Porque la
paga del pecado es la muerte”. Cristo murió para expiar la paga de tu pecado y el mío, que es la
muerte. Pero ¿de qué muerte estamos hablando? ¿De la primera o de la segunda? La Palabra de
Dios nos da la respuesta. “¡Dichoso y santo el que tiene parte en la primera resurrección! La
segunda muerte no tiene poder” (Apocalipsis 20:6). ¿Y por qué la segunda muerte no tiene poder?
Porque Cristo murió la segunda muerte por los que creen en él, y lo aceptan como su sustituto.
¡Alabado sea Dios! ¡Qué Salvador, murió en nuestro lugar!. Murió para que nosotros tengamos, no
la muerte eterna, sino la vida eterna.

La segunda condición es una entrega total. Esto trae consigo; arrepentimiento, muerte al pecado y
confesión. En Hechos aprendemos que debemos arrepentirnos: “Pedro contestó: ‘Arrepentios, y
sed bautizados cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo para perdón de vuestros
pecados” (Hechos 2:38). Ahora observemos la importancia que Elena de White le da a esta
condición. “Arrepentios, arrepentios, era el mensaje que hacía resonar la voz de Juan el Bautista
en el desierto. El mensaje de Cristo a la gente era: ‘Si no os arrepentís, todos pereceréis
igualmente’ (Lucas 13; 5). Y a los apóstoles se les ordenó predicar por doquiera que los hombres
debían arrepentirse” (Mensajes Selectos, t. 2, p. 20).

Pero observen, ¿Podemos nosotros arrepentirnos por nuestra propia fuerza? De ninguna manera.
Por medio de su sierva el Señor dice: “¿Quién desea llegar al verdadero arrepentimiento? ¿Qué
debe hacer? Debe ir a Jesús, tal como es, sin demora. Debe creer que la palabra de Cristo es
verdadera y, creyendo en la promesa, pedir para que reciba. Cuando un sincero deseo mueve a los
hombres a orar, no orarán en vano. El Señor cumplirá su palabra, y dará el Espíritu Santo para
inducir al arrepentimiento con Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo” (Mensajes Selectos, t. 1, p.
461).

Nosotros también debemos confesar nuestros pecados: “Si confesamos nuestros pecados, Dios es
fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de todo mal” (1 Juan 1: 9).

La misma condición existía en el Antiguo Testamento: "si mi pueblo que lleva mi Nombre se
humilla y ora, si busca mi rostro, y se convierte de sus malos caminos, entonces oiré desde el cielo,
perdonaré sus pecados” (2 Crónicas 7:14). ¿No es eso maravilloso?

¿Cuán importantes son estas condiciones?

“Los que no se han humillado de corazón delante de Dios reconociendo su culpa, no han cumplido
todavía la primera condición de la aceptación. Si no hemos experimentado ese arrepentimiento,
del cual nadie se arrepiente, y no hemos confesado nuestros pecados con verdadera humillación
de alma y quebrantamiento de espíritu, aborreciendo nuestra iniquidad, no hemos buscado
verdaderamente el perdón de nuestros pecados; y si nunca lo hemos buscado, nunca hemos
encontrado la paz de Dios. La única razón porque no obtenemos la remisión de nuestros pecados
pasados es que no estamos dispuestos a humillar nuestro corazón y a cumplir con las condiciones
de la Palabra de verdad”. (El Camino a Cristo, p. 37).

La tercera condición revela que debemos creer que Dios perdona nuestros pecados y que hay que
satisfacer ciertas condiciones antes de que realmente podamos creer que Dios lo ha hecho. “El
hombre debe despojarse de sí mismo antes que pueda ser, en el sentido más pleno, creyente en
Jesús” (Deseado de Todas las Gentes, p. 247).
Esto es muy importante porque Jesús le dice a los que no han sido perdonados ¡“Nunca os
conocí!”. ¿Porqué? “No os habéis arrepentido genuinamente delante de Dios por la trasgresión de
su santa ley y no podéis tener fe genuina en mí, porque mi misión fue exaltar la ley de Dios”
(Mensajes Selectos t. 1, p. 281).

“Creer en Jesús significa aceptarlo como nuestro Redentor, como Modelo” (Manuscrito 26, del 17
de octubre de 1885, (Cada día con Dios, p. 300). Después de cumplir con estas condiciones
específicas, de verdad podamos creer en Cristo y entonces podemos creer que “en el momento
que pedimos perdón con contrición y sinceridad Dios nos perdona. ¡Oh qué gloriosa verdad!.
Predícala, ora por ella, cántala” (Signs of the Times, September 4, 1893).

Así que hablando claramente, somos justificados por fe en Cristo, quien murió por nosotros. La fe
en si misma, no nos salva. Es la fe en el Hijo de Dios la que salva. Permítanme decirlo en las
palabras de (John Janiuk en El Juego Final de la Gran Controversia, libro 2, p. 3): “Cuando tú y yo
por fe, mediante arrepentimiento, confesión y entrega aceptamos la muerte de Cristo en la cruz
por nosotros y su justicia como nuestro sustituto y nuestro salvador, entonces Dios nos acepta,
porque aceptamos a su Hijo. Él nos ve como si nunca hubiésemos pecado y nos acepta como si
fuésemos sin pecado. Este es el meollo de la justificación por la fe”. ¡Qué espléndido!

La cuarta condición indica que debemos experimentar el nuevo nacimiento.

Cristo le dijo a Nicodemo: antes que puedas ver el reino de Dios, “debes nacer de nuevo”. Cuando
Dios perdona a un hombre, le proporciona un nuevo corazón, un nuevo nacimiento. “Os daré un
corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vuestra carne el
corazón de piedra, y os daré un corazón de carne” (Ezequiel 36: 26). Muchos no se dan cuenta que
la justificación por la fe, incluye el nuevo nacimiento, que obra una nueva mente, un nuevo
pensamiento, porque la inspiración revela claramente esta verdad: “Ser perdonados en la forma
en que Cristo perdona es no solamente ser perdonados, sino ser renovados en el espíritu de
nuestra mente” (Mensajes Selectos, t. 3, p. 217).

Esto se lleva a cabo cuando venimos al Señor como lo hizo David después que había pecado con
Bath-sheba. Considere su oración: “Lávame a fondo de mi maldad, y límpiame de mi pecado.
Purifícame con hisopo, y seré limpio. Lávame, y seré más blanco que la nieve. Oh Dios, crea en mí
un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Salmos 51:2, 7, 10).

Elena de White comenta acerca de esta experiencia de David: “Pero el perdón tiene un significado
más abarcante del que muchos suponen... El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por
el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del
pecado”. [Me gusta eso] “Es la efusión del amor redentor que transforma el corazón. David tenía
el verdadero concepto del perdón cuando oró "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva
un espíritu recto dentro de mí" (El Discurso Maestro de Jesucristo, p. 97).
Gracias a Dios, cuando él perdona, también limpia el alma y crea un nuevo corazón en el cual
puede habitar Cristo. ¿No es eso maravilloso? ¿Cómo recibimos una santificación tal? “Recibimos
nuestra santificación al recibir a Jesús” (Mount of Blessings [El discurso maestro de Jesucristo], p.
18).

Cuando morimos al yo, el nuevo nacimiento trae a Cristo con su justicia a nuestros corazones para
habitar allí: “No están reconciliados con Dios, ni podrán estarlo, hasta tanto hayan crucificado el yo
y Cristo viva por la fe en sus corazones” (Exaltad a Jesús, p. 334).

¡Que maravillosa experiencia para todos los que están dispuestos a morir al yo! Entonces podemos
decir: “Cristo es mi justicia”.

¿Amén? Yo espero que obtengamos un panorama claro de la justificación por la fe. Elena de White
escribió: “Cuando la doctrina de la justificación por la fe fue [correctamente] presentada en la
reunión de Roma, llegó a muchos como el agua que recibe el viajero sediento” (Mensajes Selectos,
t. 1, p. 422).

En mi juventud, a menudo hice excursiones al desierto. Recuerdo muy bien una vez en que se me
había terminado el agua y estaba desesperado. De pronto descubrí una pequeña vertiente que
caía a gotas en la arena. Provenía de una montaña lejana pero fue suficiente para apagar mi sed.
¡Cuán agradecido estaba a mi Dios porque me permitió encontrar agua!. Cuando descubramos las
maravillosas verdades de la justificación por la fe, también nosotros exclamaremos con Elena de
White: “Las melodías más dulces que provienen de Dios a través de los labios humanos, la
justificación por la fe y la justicia de Cristo”. (Joyas de los Testimonios, t. 3, p. 61).

La paz del cielo inunda el alma con la justificación,. Pablo nos dice: “Así, habiendo sido justificados
por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5: 1).

¡Oh, Cuán gloriosa verdad! Porque cuando somos justificados, “quedamos sin falta delante de
Dios”. Puede preguntar ¿Cómo es posible? Es posible porque estamos vestidos con las hermosas
vestiduras de la justicia de Cristo. “Cuando el pecador, penitente y contrito delante de Dios,
comprende el sacrificio de Cristo en su favor y acepta ese sacrificio como su única esperanza en
esta vida y en la vida futura, sus pecados son perdonados. Esto es justificación por la fe... El perdón
y la justificación son una y la misma cosa. Mediante la fe, el creyente pasa de la posición de
rebelde hijo del pecado y de Satanás, a la posición de leal súbdito de Jesucristo, no en virtud de
una bondad inherente, sino porque Cristo lo recibe como hijo suyo por adopción... De esta manera
el hombre, perdonado y cubierto con las hermosas vestiduras de la justicia de Cristo, comparece
sin tacha delante de Dios” (Fe y Obras, p. 108).

Cuanto más entendamos sobre la justificación por la fe, más gloriosa será, pero recuerden: “Sin el
proceso transformador que se produce mediante el poder divino, las propensiones originales hacia
el pecado permanecerán en el corazón con toda su fuerza, a fin de fraguar nuevas cadenas que
impongan una esclavitud que nunca pueda ser rota por el esfuerzo humano” (Review and Herald,
19 de agosto, 1890). “Los hombres nunca podrán entrar en el cielo con sus viejos gustos,
inclinaciones, ídolos, ideas y teorías” (Mensajes Selectos t. p. 217).

Pero, ¡alabado sea el Señor! A causa de la justificación por la fe, por la cual somos perdonados y
renovados, la imagen de Dios queda sellada en la mente, en el corazón y en el alma, haciendo
posible para el hombre “tener la mente de Cristo” como la tuvo el apóstol Pablo. Solo una persona
santa puede entrar al cielo. Los oigo preguntar: ¿Cómo puede ser santa una persona? “Cuando el
pecador, atraído por el poder de Cristo, se acerca a la cruz levantada y se postra delante de ella, se
realiza una nueva creación. Se le da un nuevo corazón; llega a ser una nueva criatura en Cristo
Jesús. La santidad encuentra que no hay nada más que requerir. Dios mismo es ‘el que justifica al
que es de la fe de Jesús’ Romanos 3: 26 (Palabras de Vida del Gran Maestro, p. 128).

La recepción de un nuevo corazón y de la justicia de Cristo hace que un hombre sea santo. ¿Se
imaginan eso?” De una persona que ha nacido de nuevo se puede decir: “La santidad encuentra
que no hay nada más que requerir” (Ibíd.).

¿Podemos pedir algo más? Pero, no olviden que un hombre nunca se sentirá santo ni admitirá
serlo, sin embargo, así lo ve Dios debido a la justicia de Cristo que le es imputada. Aún más, por el
mismo proceso, es idóneo para el cielo. Nacido nuevamente y convertido, que es lo mismo.

“Cuando el pecador se convierte, recibe el Espíritu Santo que lo hace un hijo de Dios y lo prepara
para la compañía de los redimidos y de las huestes angélicas. Es hecho un coheredero con Dios”
(Mensaje Selectos, t. 2, pp. 551, 552).

“La gracia de Cristo purifica mientras perdona, y prepara a los hombres para un cielo santo” (A Fin
de Conocerle, p. 338).

Es la justicia de Cristo que reside en el hombre la que lo justifica y capacita para el cielo. “Cristo en
vosotros, la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27).

Una vez completa la justificación, recién empieza la santificación, porque Jesús comienza a vivir su
vida dentro del hombre, imputándole su justicia y haciéndolo más y más digno del cielo, mientras
éste desarrolla el carácter de acuerdo al modelo, Cristo Jesús. La experiencia del apóstol Pablo,
será nuestra experiencia diaria. “Con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive
en mí. Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó, y se
entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2: 20).

¿No es esta una noticia emocionante? Al perdonar la desobediencia pasada, Dios aplica su
obediencia en la cuenta del pecador arrepentido, como si él mismo hubiera obedecido. “La ley
demanda justicia, y ante la ley, el pecador debe ser justo. Pero es incapaz de serlo. La única forma
en que puede obtener la justicia es mediante la fe. Por fe puede presentar a Dios los méritos de
Cristo, y el Señor coloca la obediencia de su Hijo en la cuenta del pecador. La justicia de Cristo es
aceptada en lugar del fracaso del hombre, y Dios recibe, perdona y justifica al alma creyente y
arrepentida, la trata como si fuera justa, y la ama como ama a su Hijo” (Mensajes Selectos, t. 1, p.
430).
¿Captó el significado en la última línea? “Dios recibe, perdona y justifica al alma creyente y
arrepentida, y la trata como si fuera justa, y la ama como ama a su Hijo”. ¿Porqué ama tanto Dios
al hombre? ¿No es acaso que por medio del Espíritu Santo el hijo de Dios mora en el corazón del
hombre? Entonces, no ve los trapos de inmundicia de la desobediencia, sino la justicia de su
propio hijo morando allí en el corazón. ¡Qué Dios!. Dios nos ama como ama a su hijo.
¡Incomprensible!, Pero es verdad. ¡Qué salvación!

El verdadero cristiano no obra para ser salvo, hace la obra de Cristo porque es salvo. Una
experiencia tal, llena el corazón de inexpresable gozo y paz, porque tiene una verdadera relación
viviente con su salvador. Es una experiencia que hace posible, obtener la victoria sobre toda
tentación y pecado, ¡qué seguridad ocasiona esto al hombre!.“Si usted está bien con Cristo hoy,
usted está listo si Cristo viniera en este momento” (Heavenly places [En lugares celestiales], p.
227.) ¿No le gusta esa seguridad?

Pero, alguien puede preguntar: ¿Cómo puedo saber si estoy bien con Cristo? ¿Cómo puedo saber
que Jesús con su justicia mora en mi corazón y en mi mente? “La justicia exterior da testimonio de
la justicia interior” (Mensajes para los Jóvenes, p. 32).

La quinta condición es la obediencia continua. Es por medio de la obediencia que mantenemos


nuestro estado de santificación. Pero, también descubrimos que la obediencia continua es la única
forma en que podemos retener nuestro estado de justificación. “Pero al paso que Dios puede ser
justo y, sin embargo, justificar al pecador por los méritos de Cristo, nadie puede cubrir su alma con
el manto de la justicia de Cristo mientras practique pecados conocidos, o descuide deberes
conocidos. Dios requiere la entrega completa del corazón antes de que pueda efectuarse la
justificación. Y a fin de que el hombre retenga la justificación, debe haber una obediencia continua
mediante una fe activa y viviente que obre por el amor y purifique el alma” (Fe y Obras, p. 103).

Ahora, una gran verdad más. ¿Sabían que mientras mantenemos nuestra justificación y nuestra
santificación, la vida eterna ya ha empezado para nosotros aquí y ahora? ¡Oh amigos, esto es real!.
“El que tiene al Hijo, tiene la vida” (1 Juan 5:12).

“Por el Espíritu es como Cristo mora en nosotros; y el Espíritu de Dios, recibido en el corazón por la
fe, es el principio de la vida eterna.” (El Deseado de todas las Gentes, p. 352).

¡Qué gloriosa verdad! Mis amados, ¡Esta es una noticia apasionante!. Esta verdad está confirmada
también por el apóstol Juan. “Este es el testimonio: Que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida
está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.
Estas cosas, he escrito a vosotros que creéis en el Nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que
tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios” (1 Juan 5:11-13).

Con razón Pablo exclama: “Estad siempre gozosos. Dad gracias por todo, porque ésta es la
voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:16, 18).
Con razón Elena de White proclama: “Predícala, ora por ella, cántala” (Signs of the Times,
September 4, 1893).. Oremos: Amado Padre, que cada uno de nosotros experimentemos en este
momento esta vital justificación por la fe. Que Cristo more en nuestros corazones. En el nombre
de nuestro precioso Salvador Jesús, Amén.

CRISTO NUESTRA JUSTICIA - 2

La Falsa Justificación por la Fe


Todas las citas bíblicas y del Espíritu de Profecía en este artículo fueron tomadas de la Biblioteca
Electrónica Fundamento de la Esperanza.

Comencemos con una pregunta: ¿Porqué se rechazó la justificación por la fe en la conferencia de


Miniápolis en 1888?

La respuesta es: ya en la edad de las tinieblas, Dios empezó a preparar un pueblo para la segunda
venida de Jesús al usar a Martín Lutero para iniciar una gran reforma protestante, predicando la
justificación por la fe. Luego, en 1844, Dios levantó el movimiento adventista, para predicar una
verdad adicional: que, la ley divina de Dios, preservada dentro del santuario celestial en el lugar
santísimo, debe ser obedecida a fin de recibir totalmente la justicia de Cristo.

Muchos en la iglesia, en su celo de predicar la ley, lo hicieron en una forma legalista y se olvidaron
que necesitamos a Cristo en nuestros corazones, antes de poder guardar la ley y vivir la vida
cristiana. Elena de White reconoció este problema cuando escribió: “Como pueblo hemos
predicado la ley hasta que estamos secos como los montes de Gilboa desprovistos de lluvia y
rocío” (Review and Herald, 11 de marzo de 1890).

Para ayudar a la sierva del Señor a hacer frente a este problema, el Señor envió a E. J. Wagner y a
A. T. Jones para que, junto con la ley, predicaran la justificación por la fe. Pero muchos en la
iglesia, especialmente nuestros dirigentes, pensaron que estaban proponiendo deshacerse de la
ley. Por eso la Conferencia General de Miniápolis en 1888, la rechazó.

Hoy, nos enfrentamos a la venida inminente de Cristo, y una vez más, Satanás ha infiltrado a la
verdadera iglesia, con la admisión de una nueva teología que proclama una falsa justificación por
la fe, enseñando que todo lo que necesitamos para la salvación, es amor y unidad. Que nadie debe
preocuparse por guardar la ley, siendo que Cristo la guardó por nosotros. Como resultado,
millones hemos sido incautos al creer la mentira de Satanás, que la ley de Dios no puede ser
guardada, aún con el poder del Dios Todopoderoso. Y que, por lo tanto, seguiremos pecando hasta
que Jesús venga. ¡Que Dios nos libre!
Oremos. Oh, amado Padre, nuestros corazones desfallecen cuando vemos, que la mayoría dentro
de nuestra iglesia hoy sigue ciegamente las falsas enseñanzas sobre la justificación por la fe sola,
en amor y unidad, sin enfatizar igualmente la obediencia a tu ley divina. Por favor, Padre, abre
nuestros ojos para que veamos que solo por medio de la experiencia de un nuevo nacimiento, por
medio del arrepentimiento, la confesión, el perdón y la obediencia, somos vestidos con la justicia
de Cristo y habilitados para el cielo. Concédenos esta experiencia, en el nombre de Jesús, Amén.

Abriendo la Palabra de Dios leemos: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos. Porque,
¿qué tiene en común la justicia con la injusticia? ¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas?
¿Qué armonía hay entre Cristo y el diablo? ¿O qué parte tiene el creyente con el incrédulo? ¿Y qué
acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente,
como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos. Seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual,
salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor. No toquéis lo impuro, y yo os recibiré. Y seré
vuestro Padre, y vosotros seréis mis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Corintios 6:14-
18). Ahora, en vista que es tan claro que en la palabra de Dios se nos aconseja no mezclarnos con
los de Babilonia, examinemos cómo esta falsa doctrina de la justificación por la fe sola, está
afectando a la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Del Remnant Herald N° 43, de noviembre de l998, saco a relucir lo siguiente. En 1975, Bill Hibolls
comenzó una iglesia de estilo Pentecostal Inter-denominacional cerca de Chicago, que enfoca al
crecimiento de la iglesia. Hoy, unos 17.000 adultos, asisten a sus servicios secretos semanales, y
unos 6.000 a sus servicios en la mitad de la semana. De acuerdo con el estándar humano, la iglesia
de Willow Creek es un gran éxito. Además, esta iglesia ha formado la Asociación de Willow Creek,
con las iniciales WCA. Actualmente, unas 2.200 iglesias, se han unido a WCA y por lo menos
cincuenta y seis de ellas, son iglesias adventistas del séptimo día. Y tres son asociaciones
adventistas del séptimo día. Las tres asociaciones son: la Asociación de Alaska, la Asociación de
Dakota, que incluye los estados Norte y Sur de Dakota, y la Asociación de Greater New York que
encierra a toda la ciudad de Nueva York y sus alrededores.

No pienso mencionar a todas las iglesias, algunas son muy conocidas en los círculos adventistas,
tres son iglesias que están muy cerca de hospitales adventistas, como el Sanatorio de Hinsdale, el
Sanatorio de Florida y el de Kettering en Ohio. Otras incluyen la iglesia Sligo, Columbia Union
Church, que introdujo la ordenación de las mujeres al ministerio y la iglesia de College View de
Lincoln, Nebraska, en la Universidad de Union College. Esta fue la iglesia en la cual el arzobispo
cardenal de Baltimore predicó acerca del bautismo, y en Pacific Union College, donde Desmond
Ford todavía es miembro. Siete de las cincuenta y seis iglesias, están en Canadá. No son pocas las
que adoptaron nombres que no reflejan que son iglesias adventistas del séptimo día. Por lo menos
debemos darles méritos a esas iglesias, porque profesan lo que practican. Porque sin duda ya no
son iglesias adventistas aunque sean así consideradas por las asociaciones. De esa forma no
desacreditan públicamente el nombre de Adventistas del Séptimo Día.
Los nombres de algunas de estas iglesias son: The Center for Creative Activity [El Centro de
Actividad Creativa], esta iglesia está en Nebraska, The Hamilton Community Church [la iglesia de la
Comunidad de Hamilton], en Tennessee, The New Church Plant [la Nueva Planta de la Iglesia], en
Canadá. The New Hope Church [Nueva Esperanza], en Maryland. The New Life Celebration
Fellowship [Comunidad de Celebración de Vida Nueva], en Oregon. The New Life Christian
Fellowship [Comunidad de Nueva Vida Cristiana], en Washington. The Oasis Christian Center
[Centro Cristiano Oasis] y The Sun Valley Fellowship [Comunidad del Valle del Sol], en Canadá y
South Hills Bible Fellowship [Comunidad Bíblica Colinas del Sur], en Pensylvania.

La Asociación de Willow Creek es una organización de una iglesia caída de Babilonia. Es una iglesia
carismática que guarda el domingo. Estas asociaciones e iglesias ahora han ido a una iglesia de
Babilonia para ser mejores adventistas, mas vale fueran a la pitonisa de Endor. Estas asociaciones
e iglesias han entrado a Babilonia. Sería casi imposible recuperar estas entidades
denominacionales porque lo han hecho bajo la luz completa de la verdad. A menos que pensemos
que estas asociaciones e iglesias han incurrido en el desagrado de la organización de la iglesia o
por lo menos que la asociación de Willow Creek no es fidedigna al listar estas iglesias en la
Internet, dirigimos la atención de nuestros lectores a la evidencia que documenta lo contrario. Un
artículo en Adventist Review [Revista Adventista], del 18 diciembre de 1997 tenía estos puntos
como prefacio:

1. Los adventistas deberían dar la mano imparcialmente a Willow Creek.


2. Los adventistas deberían continuar cosechando de Willow Creek.
3. Cosechando del mensaje de Willow Creek no significa que abandonamos nuestro mensaje.
Estos subtítulos contienen dos reprimendas vergonzosas y una total falsedad.

¿Cómo podemos ser tan ciegos?.. El artículo de la Review citado en la declaración previa, afirma
que “los adventistas, tanto pastores como laicos consistentemente forman parte de uno de los
grupos mayores en los seminarios anuales de Willow Creek”. Esto no es solamente así en los
Estados Unidos, en 1997 numerosos pastores y laicos asistieron a la reunión de la Asociación de
Willow Creek que se llevó a cabo en Gathensburg, Suecia. Este informe está escrito para advertir al
rebaño de todo el mundo acerca de este fenómeno dentro de la iglesia adventista. Ya el fruto de
esta unión con Babilonia es bien conocido entre los administradores de la iglesia.

Otra vez cito del mismo artículo de la Review donde encontramos admitido: “el hecho de que las
tres iglesias adventistas mayores, que salieron de Sunny Side en Oregon, de Damasco en Maryland
y de la Comunidad Adventista de Cristo en Colorado, fueron influidas claramente por Willow
Creek”.

¿Hacen estas acciones que la iglesia adventista sea babilonia? ¡No, mil veces no! Vea Testimonio
para los Ministros las primeras sesenta y dos páginas. Sin embargo, es sólo debido a un pequeño
remanente según Isaías 1: 9, que no somos babilonia, somos el israel apóstata. Estas asociaciones
locales e iglesias locales están ahora en babilonia. Allí permanecerán, a menos que por un milagro
de la gracia de Dios lo busquen con profundo arrepentimiento. Pero la iglesia adventista del
séptimo día limpia y purificada es todavía la depositaria de su verdad, (su ley y el mensaje de los
tres ángeles) triunfará gloriosamente. Su conquista será lograda según Isaías 42 en el poder de
Dios, por medio de la fidelidad y del celo evangélico de un pequeño remanente.

El pastor Roberto Pearson, ex presidente de la Asociación General percibió lo que ocurriría como
resultado de esta nueva teología de una falsa justificación por la fe. Escribió en la revista Ministry
de octubre de 1977, “Sería bueno que cada dirigente adventista estudiara con oración los planes
sutiles del ángel de luz apóstata, que trata de desbaratar el movimiento adventista. Busque su
Biblia y el Espíritu de Profecía, especialmente Mensajes Selectos, libro 1, páginas 226-243 y sobre
sus rodillas considere los hechos asombrosos fielmente relatados por la sierva del Señor. Ahora
note cuidadosamente lo que según Elena de White advirtió, puede marcar el trabajo de la
apostasía Omega.

1. Los principios de la verdad que Dios en su sabiduría ha dado a la iglesia remanente, serán
ignorados.
2. La verdad, será criticada, menospreciada y ridiculizada.
3. El efecto de la verdad celestial será entorpecido.
4. La religión será cambiada.
5. El sábado será livianamente considerado como también el Dios que lo creó.

6. Los principios fundamentales que han sostenido la obra durante los últimos cincuenta años
serán considerados como error.
7. Existirá la creencia que una gran reforma se realizará entre los adventistas y que esta reforma
consistirá en abandonar las doctrinas que son los pilares de nuestra fe.
8. Se introducirá un sistema de filosofía intelectual.
9. La nueva filosofía “robará la experiencia del pueblo de Dios dándoles una falsa ciencia”.
10. Buscará debilitar la predicación de la segunda venida de Cristo enseñando que “las escenas
que están delante de nosotros no son de suficiente importancia, como para darles una atención
especial”.
11. Se escribirán libros de un nuevo orden.
12. Se establecerá una nueva organización.
13. No se permitirá que nada se interponga frente a este nuevo movimiento.

El Pastor Pearson sigue diciendo: “Ahora repase estos trece puntos, estúdielos cuidadosamente y
con oración. Tendrá que enfrentarlos antes de lo que se imagina. Las semillas de dicha apostasía
están en las iglesias del cristianismo, alrededor de nosotros. Antes del retorno de Cristo la iglesia
adventista será confrontada con una crisis que excederá en magnitud a la apostasía Alfa de Kellog.
“Será de una naturaleza asombrosa”.
No sólo estoy de acuerdo con el pastor Pearson sino que creo que nosotros estamos en la crisis
omega ahora, este no es otro que el trabajo del espiritismo, que ha invadido la verdadera iglesia
de Dios.

“Hasta en su forma actual, lejos de ser más tolerable, el espiritismo es en realidad más peligroso
que anteriormente, debido a la mayor sutileza de su engaño. Mientras años atrás atacaba a Cristo
y a la Biblia, declara ahora que acepta a ambos. Pero su interpretación de la Biblia está calculada
para agradar al corazón irregenerado, al paso que anula el efecto de sus verdades solemnes y
vitales. Los espiritistas hacen hincapié en el amor como si fuese atributo principal de Dios, pero lo
rebajan hasta hacer de él un sentimentalismo enfermizo y hacen poca distinción entre el bien y el
mal. La justicia de Dios, su reprobación del pecado, las exigencias de su santa ley, todo eso lo
pierden de vista. Enseñan al pueblo a que mire el Decálogo como si fuera letra muerta. Fábulas
agradables y encantadoras cautivan los sentidos e inducen a los hombres a que rechacen la Biblia
como fundamento de su fe. Se niega a Cristo tan descaradamente como antes; pero Satanás ha
cegado tanto al pueblo que no discierne el engaño” (El Conflicto de los Siglos, pp. 614, 615).

La pluma de la inspiración nos dice como reconocer a estos falsos maestros, “Guardaos de los
falsos profetas”.

“Surgirán por doquiera maestros de falsedades para apartaros del camino angosto y de la puerta
estrecha. Guardaos de ellos; aunque estén ocultos en ropajes de ovejas, por dentro son lobos
feroces. Da Jesús una prueba por la cual pueden distinguirse los maestros falsos de los verdaderos:
‘Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?’

“No nos dice que los probemos por sus suaves palabras ni su exaltada profesión de fe. Se los ha de
juzgar por la Palabra de Dios. ‘¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no
les ha amanecido’. “Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas que te hacen divagar de las razones de
sabiduría”. ¿Qué mensaje traen estos maestros? ¿Nos hace venerar y temer a Dios? ¿Nos hace
manifestar amor, hacia él mediante la lealtad a sus mandamientos? Si los hombres no sienten la
obligación de observar la ley moral, si se burlan de los preceptos de Dios; si traspasan aun el
menor de sus mandamientos y así enseñan a los hombres, no tendrán ningún valor a los ojos del
cielo. Podemos saber que sus pretensiones carecen de fundamento.

Hacen la misma obra que se originó con el príncipe de las tinieblas, el enemigo de Dios” (El
Discurso Maestro de Jesucristo, p. 122).

Seré franco, ¿cuánto hace que su pastor ha predicado en el sermón, acerca de cualquiera de estos
temas, como ser, la ley de Dios y la obediencia? ¿El poder de celebración está afectando sus
sermones? Piénselo.

Muy pocos en la iglesia hoy tienen idea de cómo empezó todo esto. Créanlo o no, es un hecho.
Celebración nació en el consejo y corazón del Vaticano, al principio de la década del sesenta. Tan
pronto estas decisiones de Vaticano II fueron publicadas, la Asociación General empezó a llevar a
cabo seminarios de Celebración alentando a nuestros pastores a conducir servicios de celebración
de adoración dentro de nuestras iglesias. El documento papal declara que “el culto celebración
será observado por todas las iglesias para volver al redil, que es ‘un pastor, el Papa’. Este
documento declara, además: “toda la humanidad se unirá en un redil, es decir, la Iglesia Católica
Romana”. Ese es el objetivo de Celebración.

Permítanme enumerar los objetivos del segundo concilio Vaticano que fueron tomados de ese
documento:

1. Que como costumbre, se use la palabra celebración.


2. Que como costumbre, haya reavivamiento en el culto celebración, en el cual las personas se
involucren, participando directamente en forma verbal y física.
3. Que como costumbre, haya un diálogo entre el pastor y las personas en el culto celebración.
4. Que en el culto de adoración se use una mayor variedad posible.
5. Que la música, mientras adoran allí, sea la más efectiva.
6. Que disminuyan la diferencia entre la Eucaristía y la Cena del Señor, y que enseñen a la gente,
que la Eucaristía y la Cena del Señor forman el fundamento para la unidad cristiana, la amistad y la
celebración en el día del Señor, es decir, en el día domingo.
7. Que hagan todo lo posible para alentar la observancia del domingo incluyendo el descanso del
trabajo.

Ahora, ¿puede usted ver cuál es el propósito del movimiento celebración dentro de nuestra iglesia
hoy? Como resultado de estos objetivos de Vaticano II el culto de celebración comenzó en la
Iglesia Católica con música ruidosa y pronto la Iglesia Carismática Pentecostal, siguió. El antiguo
método de infiltración Jesuita en las iglesias protestantes fue suspendido por la nueva infiltración
de filosofía católica, llamada amor y unidad. El segundo concilio Vaticano agregó su bendición al
no llamar herejes a las iglesias protestantes, sino hermanos separados de la iglesia madre. Así es
como, entonces el Concilio Vaticano II empezó a enfatizar el Espíritu Santo, haciendo
reavivamientos entre monjas y sacerdotes. El resultado fue asombroso. Miles de sacerdotes y
monjas empezaron a hablar en lenguas. Ahora, tanto los católicos como los protestantes tenían
algo en común. Ambos hablaban en lenguas en el movimiento celebración.

Ahora, yo quiero comparar este movimiento celebración con el mensaje de los tres ángeles. John
Janiuk en su segundo libro “The Great Controversy End Game [El último juego del gran conflicto]
hace una clara diferencia entre la verdadera y falsa justificación por la fe.

1. El mensaje de los tres ángeles es un llamado de Dios para salir de Babilonia. Es un mensaje de
separación, pero el mensaje del movimiento celebración es un llamado a la unidad de todas las
iglesias.
2. El mensaje de los tres ángeles es de advertencia pero el movimiento celebración es un mensaje
de paz y seguridad y también de amor y unidad. Considera livianamente al pecado y a la ley de
Dios.

3. El fundamento del mensaje de los tres ángeles es el del evangelio eterno, la verdadera
justificación por la fe. Pero el fundamento del movimiento celebración es un evangelio falso, una
falsa justificación, que enseña la salvación en el pecado. “Seguirá pecando hasta la segunda venida
de Cristo”, es un evangelio sin poder. Si continúa en pecado después de haber aceptado el poder
del evangelio, si acepta un evangelio falso, una falsa justificación, no tiene poder de Dios. Satanás
también tiene poder. ¿Sabe cual es el poder de Satanás? Su poder se manifiesta por medio de sus
mentiras. Por ejemplo, Satanás lo demostró con gran eficacia en el Edén y todavía estamos
afectados por ese mismo poder hoy. Actualmente dice que no podemos guardar los
mandamientos de Dios. Si creemos en esta mentira no obedeceremos la ley de Dios. La Biblia dice:
“¡Aquí está la paciencia de los santos los que guardan los Mandamientos de Dios y la fe de Jesús!”
(Apocalipsis 14:12) La inspiración nos dice: “Cristo dejó su hogar celestial y vino a este mundo para
mostrarnos que, solamente estando conectado con la divinidad, el hombre puede guardar la ley
de Dios. En sí misma la humanidad está manchada y corrupta, pero Cristo produjo fortaleza moral
en el hombre, y los que viven en comunión con él, vencen como él venció. No somos dejados en
este mundo como huérfanos, Cristo ha unido al pecador a un Dios infinito. Abrió un camino para
que nuestras oraciones asciendan a Dios, y la fragancia de su justicia, asciende con la oración de
cada pecador arrepentido” “El que no tiene suficiente fe en Cristo para creer que él puede
guardarlo del pecado, no tiene la fe que le dará entrada en el reino de Dios” ( Mensajes Selectos,
p. 412). “La obediencia del hombre sólo puede ser perfecta gracias al incienso de la justicia de
Cristo, que satura de fragancia divina cada acto de obediencia” (Exaltad a Jesús, p. 306).

4. El mensaje de los tres ángeles llama a toda la humanidad a temer, es decir, a reverenciar a Dios,
en una entrega completa a Él y también a su palabra y a su voluntad, (los diez mandamientos
morales del evangelio), pero el movimiento celebración depende de la teología: “Pero su
interpretación de la Biblia está calculada para agradar al corazón depravado, al paso que anula el
efecto de sus verdades solemnes y vitales... hacen hincapié en el amor como si fuese atributo
principal de Dios pero, la justicia de Dios, su reprobación del pecado, las exigencias de su santa ley,
todo eso lo pierden de vista” (El Conflicto de los Siglos, p. 614).

5. El mensaje de los tres ángeles llama a dar gloria a Dios, la pluma inspirada nos dice como
podemos dar gloria a Dios, dice: “Dar gloria a Dios es revelar su carácter en el nuestro, y de esta
manera hacerlo conocer. Y glorificamos a Dios en cualquier forma en que hagamos conocer al
Padre o al Hijo” (MS 16, 1890). (Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 990). Pero el
movimiento celebración no predica esto, todo lo contrario, se le opone abiertamente.

6. El mensaje de los tres ángeles proclama: porque la hora de su juicio ha venido, este es el juicio
investigador previo a la venida de Cristo que empezó en el año 1844. El movimiento celebración
no advierte a las personas acerca de esto, sin embargo, si se menciona el tema dicen simplemente:
“No tema el juicio, si cree en Jesús no se preocupe”.

7. ¿Cuál es la razón para adorar al que hizo los cielos y la tierra, la mar y las fuentes de las aguas?
Dios eligió una manera en la que podemos adorarlo. Dios nos dice que santifiquemos el día sábado
como un día especial en memoria de su creación y redención, pero el propósito, objetivo y blanco
del movimiento celebración, de acuerdo con el Vaticano II, es observar el domingo y reconocer al
Papa como el Vicario de Jesucristo y someterse a él.

8. El mensaje del segundo ángel dice: “ha caído Babilonia”, ¿por qué ha caído Babilonia? Porque
Babilonia rechazó las verdades bíblicas. Apocalipsis 18: 2, describe la condición de Babilonia en los
últimos días, “Y clamó con potente voz: ‘¡Ha caído, ha caído la gran Babilonia! Y se ha vuelto
habitación de demonios, guarida de todo espíritu impuro, y albergue de toda ave sucia y
aborrecible’”. Las iglesias caídas, católicas y protestantes, atacan nuestro mensaje final con el
movimiento celebración. La Biblia dice: “habitación de demonios”, por supuesto Dios todavía
tiene, en estas iglesias, algunos individuos que son sus hijos. Nuestro mensaje, especialmente en
el tiempo del fuerte pregón es y será: “¡Salid de ella, pueblo mío!” (Apocalipsis 18:4).

9. El mensaje del tercer ángel es el más aterrador de todos. Este mensaje fue proclamado a
hombres mortales como una advertencia contra la marca de la bestia, que es la observancia del
domingo en lugar del día Sábado, santo, bendito y especial. De acuerdo con el documento del
Vaticano II el propósito del movimiento celebración es que todo el mundo llegue a observar el
domingo y se someta al papado, no les importa lo que usted cree, mientras se someta en estos
dos aspectos. ¿Ve usted a dónde nos está llevando este movimiento? El mensaje de los tres
ángeles está resumido en Apocalipsis 14: 12, y describe cómo serán las personas después de
aceptar el mensaje de los tres ángeles, dice: “¡Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan
los Mandamientos de Dios y la fe de Jesús!” Aquí se presentan las características principales y las
cualidades del pueblo de Dios, la paciencia de los santos, guardan los Mandamientos de Dios y
tienen la fe de Jesús. Pero el movimiento celebración dice: “No podemos guardar los
mandamientos de Dios” en este punto son honestos, porque no pueden guardar los
mandamientos de Dios y ¿por qué no? Porque aceptaron una falsa justificación por la fe que dice
que en la justificación no hay transformación. El nuevo nacimiento y el Espíritu Santo no llegan al
corazón del creyente, con la justicia de Cristo y Dios no escribe su ley en sus corazones. Es por eso
que no tienen poder para guardar los mandamientos de Dios. Si alguien dice que Dios requiere
que su pueblo obedezca la ley, dicen que eso es legalismo. El Espíritu Santo nos dice: “Los
hombres que están bajo el control de Satanás repiten estas acusaciones contra Dios, diciendo que
el hombre no puede guardar la ley de Dios” (Signs of the Times, January 16, 1896). Debemos, “no
solamente aceptar a Cristo como el salvador del mundo sino como nuestro salvador personal que
nos salva del pecado y de pecar, la fe no es nada si es menos que esto” (Signs of the Times, August
26, 1889).
Ahora permítame ser más específico. El meollo del estilo celebración de adoración se encuentra
en la música. ¿Qué tipo de música? La respuesta es; música contemporánea, música que dice ser
cristiana, o como algunos lo llaman “rock cristiano”. ¿Cuál es el mensaje de la música cristiana
contemporánea? La mayoría es amor y alabanza, ¿Qué falta? Un llamado al arrepentimiento,
apelaciones a sacrificar y orar por los pecadores.

La segunda venida de Cristo está por así decirlo ausente. No se encuentran doctrinas bíblicas. Por
supuesto, no se menciona el séptimo día, sábado. ¿Se ha detenido a considerar qué es lo que falta
en el servicio de celebración? Como un escritor menciona en “los cantos típicos de culto y
alabanza contemporánea, no hay expresiones de confesión, petición o sumisión, solamente una
pseudo alabanza.

Los pioneros adventistas cantaron muchos himnos que contenían nuestro mensaje, himnos con
varias estrofas. Así lo hacían porque creían que Dios los había llamado a proclamar un mensaje
aún en los cantos. Si observamos en nuestro himnario adventista actual, hay un índice temático de
los himnos. Casi cada doctrina importante está representada allí, la salvación por la fe en Cristo, la
segunda venida, el sábado, el juicio, el sueño de los muertos, mayordomía y hasta el santuario
entre otros. Dios quería que se cantaran grandes himnos de fe para enseñar el mensaje del fin del
tiempo, por ejemplo: el himno número 278 ilustra esto.

“Reconciliados por tu morir justificado por tu vivir, santificado al obedecer, glorificado al verte
volver”. ¡Qué hermosa presentación equilibrada del evangelio en un himno así! Los pastores y los
laicos, ambos tendrían menos posibilidad de perderse del sendero de la verdad si prestaran
atención al mensaje de dichos himnos. En el himnario adventista hay una gran variedad entre los
himnos de teología simple a los de teología profunda. Sus mensajes de aliento y orientación
pueden alcanzar a cada viajero cristiano. Si comparamos esto con el mensaje de la música
contemporánea de rock cristiano, “la mayoría entra bajo una amplia categoría de himnos de
alabanza, que se caracterizan por repeticiones monótonas de una sola frase. Temas tan básicos
como contrición, arrepentimiento, obediencia, testificación, están notablemente ausentes o por lo
menos son muy raros. La gran teoría es que estos cantos contemporáneos que se reproducen,
están reemplazando totalmente a los himnos que tienen mensajes y están haciendo su parte para
producir una generación desprovista de certeza doctrinal. La música de nuestras iglesias no es
solamente un vehículo para socializar o para ponernos en un estado de ánimo feliz, es una parte
esencial de auto identidad, es un testimonio organizado, y aún es un equipo de supervivencia. La
unidad de nuestro movimiento final requiere la influencia unificadora de himnos comunes”. La
mayoría de esto fue tomado de Adventist Afirm [Adventistas afirman] de la primavera de 1998, pp.
8-21).

El ex director de música del cielo usa su música celebración para encantar a las personas, para
atraerlos a sí mismo y para controlarlos, por lo tanto usa una religión orientada al emocionalismo y
sensacionalismo que depende de los sentimientos en vez de la palabra de Dios. Y ahora otra
pregunta: ¿Cómo está afectando a la iglesia o pueblo de Dios el adventismo liberal?
Receiving the Word [Recibiendo la palabra], pp. 31, 32]

“El mayor desafío que la iglesia adventista encuentra hoy no proviene de la derecha independiente
que opera desde afuera sino más bien de la izquierda liberal que opera desde adentro. Estos
liberales moderados tratan de redefinir las creencias del adventismo histórico de acuerdo a su
nueva interpretación de la Biblia. En efecto, cuando algunos de nuestros eruditos adventistas
empezaron a usar el crítico enfoque histórico de la teología liberal, desafiaron las verdades
distintivas de la iglesia, como ser: el significado profético de 1844, la necesidad de la expiación de
Cristo por los pecadores y la auto-comprensión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día como el
remanente de Dios en el fin del tiempo.

Asimismo, la iglesia fue puesta en confusión sobre el tema del aborto, poligamia, divorcio y nuevo
matrimonio, la ordenación de las mujeres y la homosexualidad. ¿Puede imaginarse, un profesor
adventista de religión que escribió en el Spectrum [Espectro] de 1993, p. 46, un artículo titulado
Apocalíptico, ¿quien necesita? Al principio en este artículo, hay una pregunta que hace reflexionar.
¿Cuánta importancia deben dar los adventistas, a los libros apocalípticos como Daniel, Apocalipsis
y El Conflicto de los Siglos? Este teólogo responde: “Quizá deberíamos reemplazarlos con el
evangelio de amor, aprobación y perdón” Este es el mensaje central del movimiento Celebración y
de sus servicios de adoración.

El profesor Steve Daily que enseñó en la Universidad de La Sierra y que también fue capellán es
uno de los más liberales entre nosotros hoy. Él da unas insinuaciones muy provocativas, sugiere
algunas cosas prácticas que pueden hacer los adventistas para contribuir con este blanco, entre
ellas están:

1. “Podemos dejar de pensar o hablar de nosotros como la iglesia remanente y vernos a nosotros
mismos como parte del gran remanente de Dios.

2. “Podemos tomar ventaja de las oportunidades especiales que tenemos de asistir a otras iglesias
siendo que ellos se reúnen en otro día para ser amigables, aprender de ellos, compartir con ellos y
afirmar las cosas buenas que vemos en ellos.

3. “Cada uno de nosotros puede hacer un esfuerzo especial para ser un miembro activo en por lo
menos una organización no-adventista, de servicio a la comunidad, para combatir nuestra
tendencia natural de aislarnos.

4. “Podemos involucrarnos en estudios bíblicos Interdenominacionales y en un grupo carismático


de oración intercesora para ampliar nuestra percepción espiritual”.

Tomado del libro de Steve Daily, (Adventist for a new generation [Adventistas para una nueva
generación], pp. 315, 316).

Dicha admonición es completamente contraria al Espíritu de Profecía. ¿Es este el momento para
que los adventistas busquen nueva luz, sobre adoración y el crecimiento de la iglesia para
aprender de otros? El Espíritu de profecía nos ha advertido: “Si Dios tiene alguna nueva luz que
comunicar, permitirá que sus escogidos y amados la comprendan, sin necesidad de que su mente
sea iluminada oyendo a aquellos que están en tinieblas y error.

“Me fueron mostrados aquellos que creen poseer el último mensaje de misericordia, y la
necesidad que tienen de estar separados de los que están bebiendo diariamente nuevos errores.
Vi que ni los jóvenes ni los ancianos debían asistir a sus reuniones; porque es malo alentarlos así
mientras enseñan el error que es veneno mortal para el alma, y mientras presentan como
doctrinas los mandamientos de los hombres. La influencia de tales reuniones no es buena. Si Dios
nos ha librado de tales tinieblas y error, debemos destacarnos firmemente en la libertad con que
nos emancipó y regocijarnos en la verdad. Dios siente desagrado hacia nosotros cuando vamos a
escuchar el error, sin estar obligados a ir; porque a menos que nos mande a aquellas reuniones
donde se inculca el error a la gente por el poder de la voluntad, no nos guardará. Los ángeles dejan
de ejercer su cuidado vigilante sobre nosotros; y quedamos expuestos a los golpes del enemigo,
para ser entenebrecidos y debilitados por él y por el poder de sus malos ángeles, y la luz que nos
rodea se contamina con las tinieblas” (Primeros Escritos, pp. 124, 125).

Nunca olvidemos que Dios terminará su trabajo en su iglesia o pueblo y luego terminará su trabajo
en el mundo. Pero, si la iglesia (estructura denominacional) rechaza la verdadera justificación por
la fe y continua proclamando una falsa justificación, entonces no habrá un verdadero
reavivamiento y reforma y no podrá recibir el gran derramamiento del Espíritu Santo en la lluvia
tardía y nunca se terminará la obra de Dios en este mundo. También perderá su identidad,
credibilidad y el propósito para su existencia. ¡Qué tragedia sería!

Por otro lado si aceptamos la verdadera justificación, se llevará a cabo el último reavivamiento y
reforma y recibiremos el gran derramamiento del Espíritu Santo en la lluvia tardía y Dios terminará
su obra en este mundo ahora, a través de nosotros. Dios tiene un pueblo fiel, su iglesia (los siervos
consagrados que viven, por la fe en Cristo, lo que predican y se rigen por toda palabra que sale de
la boca de Dios, creen y se alistan del lado del mensaje de los 3 ángeles, bajo el estandarte
ensangrentado del Príncipe Emanuel Apoc.14:12) aunque muchas veces aparente ser un tanto
invisible, el cual está rogando a diario por el don del Espíritu Santo, es un pueblo humilde, pobre
de espíritu y honesto hasta las últimas consecuencias (Ver Zofonías 3). ¡Alabado sea nuestro
Señor!

Que Dios nos dé maestría, entendimiento, sabiduría y poder para completar esto para su honor y
gloria y también para salvación de las personas del mundo. Entonces iremos al hogar para alabar al
que nos amó y se dio a sí mismo por nosotros, esta es la oración sincera del autor.

Gracias John Janiuk por tu percepción espiritual.

Querido amigo, al leer - oir esta presentación puede haber descubierto que la iglesia a la que
asiste ha llegado a ser una iglesia celebración en doctrina, música, adoración y otras cosas más.
¡Qué Dios le dé sabiduría celestial para saber qué hacer para restaurar o iniciar un servicio de
adoración que Dios pueda bendecir! Puede ser que el Señor lo guíe a una iglesia cercana con un
pastor histórico adventista. ¡Alabado sea Dios, todavía quedan algunos centinelas fieles! Tal vez le
sea necesario, y Dios le ayudará y dirigirá a una iglesia laica de hogar, o que usted comience o
inicie (como su coordinador) una iglesia laica de hogar donde sinceramente se pueda decir: “¡Aquí
está la paciencia de los santos, los que guardan los Mandamientos de Dios y la fe de Jesús!”
(Contamos con materiales de apoyo para iniciar y confirmar iglesias laicas)

Oremos: Amado Padre, ayúdanos a no estar entrampados en la música, adoración y doctrina de la


“celebración de Satanás”, abre nuestros ojos para que podamos comprender claramente tu
consejo divino para que nunca nos apartemos de la verdad. En el nombre de Jesús, Amén.

CRISTO NUESTRA JUSTICIA - 3

La Justicia de Cristo Imputada e Impartida


Estas palabras; justicia imputada e impartida, son muy poco utilizadas últimamente. No obstante,
son muy significativas en el plan de Dios para la salvación. El Señor me ha persuadido a dedicar
este mensaje a ese tema para que lo comprendamos, y estemos listos para encontrarnos con Jesús
cuando regrese. Al leer esta declaración de Elena de White, podemos ver que hay una gran
diferencia entre la justicia imputada y la impartida.

“La justicia por la cual somos justificados es imputada; la justicia por la cual somos santificados es
impartida. La primera es nuestro derecho al cielo; la segunda, nuestra idoneidad para el cielo”
(Review and Herald, 4 de junio de 1895).

Oremos para que Dios nos ayude a entender este precioso don de la justicia de Cristo que justifica
y santifica. Amante Padre: en nuestro tema anterior hemos aprendido la preciosa verdad que
gracias a la justicia de Cristo, podemos empezar la vida eterna aquí y ahora. Por esto, alabamos tu
nombre y te suplicamos que en este mensaje, el Espíritu Santo nos ayude a comprender cómo
podemos obtener el derecho y la idoneidad para el cielo y estar preparados para vivir en la tierra
nueva con Jesús. Te lo pedimos en el nombre de tu amado hijo, Amén.

Leo concerniente a la iglesia de Cristo: “para presentarla para sí, una iglesia gloriosa, sin mancha ni
arruga, ni cosa semejante; antes, que sea santa e inmaculada” (Efesios 5:27).

Sin duda, alguna vez visitaron una casa donde todo estaba impecable, las alfombras sin manchas,
las paredes recién pintadas, no había platos sucios en la pileta y las ventanas hermosas y limpias
relucían a la luz del sol. En el dormitorio, no había arrugas en la colcha. En realidad, toda la casa
estaba tan limpia y atrayente que les hubiera gustado vivir allí. En este versículo, encontramos que
Jesús no se está refiriendo a alfombras, ni ventanas, ni muebles, sino a su iglesia. Nosotros somos
la iglesia que él describe, y Dios tiene un propósito final para su pueblo. Él quiere que cada
miembro de su iglesia llegue a ser santo y sin mancha y cuando se cumpla este objetivo, su iglesia
será gloriosa, sin mancha ni arruga ¡Alabado sea Dios, este blanco será alcanzado! Leemos:
“Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación” (1 Tes. 4:3).

Antes de examinar la justicia imputada e impartida, observemos el proceso de la santificación,


porque la santificación es el medio que Dios usará para lograr su glorioso propósito para su iglesia.
El proceso de la santificación produce santidad en nosotros, y la santidad, es justicia.

Permítanme ser más específico. Una persona justa, es un individuo que ha experimentado una
entrega completa a Dios sin reserva, tanto en su mente como en su cuerpo. Por medio del poder
del Espíritu Santo, Dios puede transformar el carácter para que sea sin mancha en Cristo Jesús.

¿Cómo puedo presentar este proceso en una forma tan simple que hasta los niños lo puedan
comprender? He aquí una ilustración bíblica. Tomemos el ejemplo de Juan, un discípulo de Cristo.

Generalmente pensamos en él, como en el discípulo más afectuoso y el artista siempre parece
representarlo recostado en el seno del Salvador, mirando el rostro de Jesús con ternura, con amor
y compasión, pero les diré que esa no era la naturaleza de su carácter cuando Jesús lo llamó para
ser su discípulo. El Espíritu de Profecía afirma que Juan tenía un carácter violento. Sabemos lo que
es la violencia. Cerramos las puertas de los autos con llave, y también aseguramos las ventanas
cuando viajamos a ciudades grandes, porque nunca sabemos si un vicioso decidirá abrirlas cuando
paramos en una luz roja, para apuntarnos con un revólver. Juan tenía un espíritu violento que
Jesús pudo cambiar, porque el Salvador diariamente le advertía, amonestaba y reprobaba, y,
¿cómo reaccionó éste al reproche?

Descubrió sus deficiencias y se humilló a sí mismo. Juan resistió sus malas tendencias y usó todas
las energías disponibles para vencer. Lento pero seguro, Juan progresó. Cedió su temperamento
pecaminoso al poder modelador de Cristo.

¿Está usted luchando con un mal temperamento? No se desanime. Dios puede darle la victoria así
como Juan pudo alcanzar un carácter afectuoso. La clave secreta del cambio en el carácter de Juan
se encuentra en el hecho de que él deseaba ser como Jesús. Quería que el amor de Cristo, lo
transformara completamente. De esa forma, Cristo pudo hacer un trabajo de santificación en él, y
los resultados fueron maravillosos. Este “hijo del trueno”, como lo describe la Biblia en Marcos
3:17, era alguien a quien temer. Al estudiar su vida, sentí que antes de conocer a Jesús, era el tipo
de persona que si lo veía venir en la calle, mi primer pensamiento podía ser, “voy a doblar en esta
callecita para evitar encontrarme con él”. Porque uno nunca sabía lo que podía hacer. Pero,
¡alabado sea Dios! Juan permitió que Cristo transformara completamente su vida, de tal modo que
más adelante, Dios pudo darle una revelación divina en la cual él vio al redentor que había
ascendido al cielo. Cristo pudo darle una revelación poderosa acerca de los eventos del último
tiempo, mostrándole la destrucción final del reino de Satanás. Fue el poder santificador de Dios
que cambió a Juan, de un pecador violento a un santo afectuoso.

Ahora, como contraste, examinemos la vida de otro discípulo, Judas. En su conexión diaria con
Jesús, obtuvo solo una forma de santidad. Judas al igual que Juan, observó la misma paciencia,
humildad y ternura expresadas por Jesús, pero no se humilló a sí mismo. En vez de desear un
cambio en su vida, resistió al amor divino. Rehusó reconocer sus fracasos.

Juan y Judas, representan las dos clases de individuos que encontramos hoy en la iglesia de Dios.
Ambas clases, profesan creer. Mientras Juan luchó seriamente contra sus faltas, Judas diariamente
violaba su conciencia. Cedía a la tentación, en vez de ceder su voluntad a la de Cristo. Al hacer eso,
rehusó la sabiduría divina. Judas eligió andar en tinieblas. Secretamente albergaba deseos
pecaminosos, aún la codicia. Llenaba su mente con pensamientos tenebrosos y peor aún,
albergaba dudas si Cristo era el hijo de Dios.

Permítanme hacer una pausa aquí por un momento para hablar brevemente acerca de la duda.
Unos años atrás cuando era director de jóvenes de la Unión del Sur, a menudo me encontraba con
un joven llamado Walter Rea, un joven pastor que asistía a las reuniones de obreros donde yo
tenía que disertar. Descubrí que entre las reuniones, él trataba de atraer un grupo a su alrededor,
para contarles sus últimos descubrimientos en cuanto a las obras de Elena White, en las cuales ella
había usado las mismas palabras que otro autor en sus escritos y en consecuencia creaba duda
acerca de su inspiración.

Lo aparté a un lado, y le dije que si continuaba proyectando dudas sobre esos escritos, algún día él
mismo iba a perder la confianza y entonces llegaría a ser un enemigo de la verdad de Dios. Bien
recuerdo su respuesta. Pastor Nelson, yo creo en los escritos de Elena de White. Ella es una
profetisa de Dios, jamás me volvería contra sus escritos. Pero yo insistía firmemente: si continúas
aferrándote a la duda, recuerda lo que te digo, algún día llegarás a ser un enemigo de la mensajera
de Dios. Ahora, verán ustedes lo que sucedió. Después de años de tanta duda, él finalmente
escribió el libro “La mentira White”, negando la validez de la misión de Elena White y de sus
escritos. Les aseguro, no pueden albergar dudas y permanecer fieles a Dios.

Precisamente eso es lo que sucedió con Judas, continuó dudando cuando Cristo afirmó ser el hijo
de Dios hasta que finalmente Satanás ganó total control sobre él, aunque profesaba ser creyente y
era uno de sus discípulos. Espero que esta comparación los haya alarmado, porque ambos
tuvieron las mismas oportunidades de estudiar el modelo divino.

Ambos se asociaban diariamente con Cristo, ambos escuchaban las enseñanzas de Jesús, ambos
poseían serios defectos de carácter, ambos tenían el mismo acceso al poder divino, pero noten la
diferencia. Juan entregó su vida para ser más y más como Jesús, llegó a ser un hacedor de la
Palabra, fue santificado por su fe en Cristo, Judas por el contrario, resistió el poder transformador
de la gracia y finalmente fue esclavizado por Satanás, mientras todavía profesaba ser su discípulo.

Perdóneme, pero debo hacerle esta pregunta. ¿Es usted un Juan o un Judas? Sé que usted ha sido
atraído a Jesús, o no estaría leyendo u oyendo este mensaje. Si usted es un profeso creyente,
actualmente es un discípulo de Cristo, pero debo preguntarle una vez más, ¿Es usted un Juan o un
Judas? Oh, ¡Cuánto confío que sea un Juan en su vida diaria, que esté permitiendo que la justicia
de Cristo lo santifique diariamente por medio de su gracia transformadora!. Como predicadores de
la palabra, cuando queremos un ejemplo de lo que la santificación puede lograr, pensamos en
Juan quien por experiencia propia enseña en su libro: “Todo el que tiene esta esperanza en él, se
purifica así como él es puro” (1 Juan 3:3). Y una experiencia tal, se logra acatando la voluntad de
Dios. Por eso dice: “El que dice que está en él, debe andar como él anduvo” (Juan 2:6).

Nunca debemos estar satisfechos con una profesión vacía, porque la santificación puede ser
resumida en estas palabras: “Así como Dios es santo en su esfera, el hombre caído, por medio de
la fe en Cristo, debe ser santo en la suya” (Hechos de los Apóstoles, p. 446).

El secreto para obtener una meta tal en esta vida es permanecer continuamente en el amor de
Cristo, y Juan aprendió eso por experiencia. “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos
tiene, y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor, permanece en Dios, y
Dios en él” (1 Juan 4:16).

Sí, es tan simple. Cuando Cristo habita en el corazón, la vida revelará una santidad práctica. El
carácter será purificado. Una doctrina pura se unirá a las tareas de justicia. Los preceptos
celestiales, formarán un conjunto armonioso con una práctica virtuosa y esto es lo que llamamos
santificación. Y, amados míos, ésta es una experiencia de toda la vida. Leo: “La santificación no es
obra de un momento, una hora, o un día, sino de toda la vida. No se la consigue por medio de un
feliz arranque de los sentimientos, sino que es el resultado de morir constantemente al pecado y
vivir cada día para Cristo. No pueden corregirse los males ni producirse reformas en el carácter por
medio de esfuerzos débiles e intermitentes. Solamente venceremos mediante un prolongado y
perseverante trabajo, penosa disciplina y duro conflicto.

No sabemos en el día actual cuán intenso será nuestro conflicto en el siguiente. Mientras reine
Satanás, tendremos que dominarnos a nosotros mismos y vencer los pecados que nos rodean;
mientras dure la vida, no habrá un momento de descanso, un lugar al cual podamos llegar y decir:
Alcancé plenamente el blanco. La santificación es el resultado de la obediencia prestada durante
toda la vida” (Hechos de los Apóstoles, pp. 447, 448).

Una experiencia tal, demanda que confiemos plenamente en Cristo.

“Así debe ser con todos los que contemplan a Jesús. Cuanto más nos acerquemos a él y cuanto
más claramente discernamos la pureza de su carácter, tanto más claramente veremos la
extraordinaria gravedad del pecado y tanto menos nos sentiremos tentados a exaltarnos a
nosotros mismos. Habrá un continuo esfuerzo del alma para acercarse a Dios; una constante,
ferviente y dolorosa confesión del pecado y una humillación del corazón ante él. En cada paso de
avance que demos en la experiencia cristiana, nuestro arrepentimiento será más profundo.
Conoceremos que la suficiencia solamente se encuentra en Cristo, y haremos la confesión del
apóstol: ‘Y yo sé que en mí (es a saber, en mi carne) no mora el bien’. ‘Mas lejos esté de mí
gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo me es crucificado a mí,
y yo al mundo’” (Romanos 7: 18; Gál. 6: 14.) (Los Hechos de los Apóstoles, p. 449).
Esto nos transporta a la base de nuestro tema. En el proceso de salvación, ¿cuál es la diferencia
entre la santificación imputada e impartida? La inspiración responde a esta pregunta con la
definición más clara que haya podido encontrar. Observen cuidadosamente. “La justicia por la cual
somos justificados es imputada; la justicia por la cual somos santificados es impartida. La primera
es nuestro derecho al cielo; la segunda, nuestra idoneidad para el cielo” (Review and Herald, 4 de
junio de 1895).

Definamos el significado de estas dos palabras:

Imputada, significa acreditar inmediatamente a la cuenta.

Impartida, significa dar diariamente de la abundancia de uno, a otro.

La imputada sucede instantáneamente.

La impartida, sucede constantemente, durante toda la vida.

Ahora examinemos de cerca la frase “Justicia imputada”. Este es el término usado para describir lo
que sucede cuando le pedimos a Dios que perdone nuestros pecados del pasado que hemos
confesado, porque él instantáneamente nos justifica al imputar la justicia de Cristo al registro de
nuestros pecados. Por lo tanto, podemos estar delante de Dios como si nunca hubiésemos pecado,
y debido a esto, Dios nos da el título al cielo. ¡Alabado sea Dios!

Porque quiero que capten lo que realmente implica, permítanme ilustrarlo mejor usando esta
alegoría de mí mismo. Digamos que yo soy un joven casado. Tengo que mantener a mi esposa y a
mis dos niños. Pero mi problema es que perdí mi trabajo y tengo dificultad para encontrar otro.
Entretanto, estoy atrasado con el alquiler y mi esposa me dice que en casa, no hay nada para
comer. Las alacenas están vacías y los niños tienen hambre. Afortunadamente tengo una pequeña
cuenta de ahorros, así que voy al banco a buscar dinero para comprar comida y pagar algunas de
las cuentas apremiantes. Me paro en la fila esperando mi turno, finalmente me acerco a la
ventanilla con mi documento firmado para retirar $ 100.00 pero, al presentarlo, la empleada en la
ventanilla tiene una expresión inexplicable en el rostro. En realidad, parece preocupada.

Finalmente me dice: Señor Nelson, no se los puedo dar porque usted sobregiró su cuenta en este
banco por $ l00.00 en realidad, usted le debe al banco $l00.00 ¿Qué? Estoy desconcertado. No
sospechaba que mi cuenta estuviera tan mal. No sólo estoy sin trabajo y con muchas deudas como
el pago del alquiler, sino que también le debo al banco y hoy mis hijos tienen hambre. ¿Qué voy a
hacer? Parado justo detrás de mí, en la misma línea, está un hombre muy compasivo que me
conoce, porque trabajé para él más de una vez. Dios lo ha bendecido abundantemente y él ha
ayudado a muchos en su momento de necesidad. Viendo mi dilema, se adelanta y habla con la
empleada y le dice: tome $100.00 dólares de mi cuenta y acredítelos a la cuenta de este hombre.
Yo casi no puedo creer lo que escucho. Instantáneamente ya no le debo al banco un centavo. Mi
cuenta ha sido totalmente pagada. Este amigo ha imputado crédito de su cuenta a la mía.
En otras palabras él me dio algo que no era mío, sin embargo, al acreditarlo a mi cuenta, canceló
mi deuda. Me vuelvo hacia él con una gran sonrisa, agradecido por su generosidad, le doy la mano
y salgo del banco y allí me paro. Es demasiado bueno para creerlo. Cuando hago una pausa para
evaluar mi situación y decidir que hacer para conseguir comida para mi familia, el mismo hombre
sale y cariñosamente me pone una mano en el hombro y con la otra pone un billete de $100.00 en
mis manos y me dice: “señor Nelson, usted todavía está en un apuros. Sus chicos necesitan ropa y
tienen hambre, vaya al mercado y compre la comida necesaria. ¿Cómo puedo demostrarle mi
reconocimiento y gratitud? Porque este hombre ve mi necesidad y me dice: “quiero que cada
mañana, mientras necesite ayuda, me llame por teléfono y me diga cuánto necesita para ese día”.
Mis necesidades cotidianas serán suplidas por este buen hombre que me las impartirá
diariamente. Justo lo que necesitaba para hacer frente a mis necesidades. Quiero cooperar con él,
llamándolo a diario y haciendo frente a mis necesidades financieras, como ser; ir de compras etc.
¡Alabado sea Dios!.

En esta alegoría descubrimos el significado de la justicia imputada e impartida. Así es exactamente


como Dios provee para las necesidades de los pecadores. No solamente imputa perdón
instantáneo por nuestros pecados del pasado al mismo tiempo que cancela nuestra deuda, sino
que los cubre con la justicia de Cristo. Esto nos proporciona derecho al cielo, pero necesitamos
algo más. Necesitamos la justicia impartida de Cristo para nuestra santificación diaria, porque la
justicia de Cristo aplicada en nuestros corazones nos da poder para vencer diariamente todas las
tentaciones y pecados.

Además, por medio de este proceso de santificación, llegamos a ser cristianos victoriosos, porque
el Espíritu Santo nos capacita diariamente para el cielo, donde jamás pecaremos otra vez. Cristo,
mientras estuvo en la tierra nos demostró en su vida diaria cómo se realizará esto. “La humanidad
de Cristo estaba unida con la divinidad y en esa fortaleza podía soportar todas las tentaciones que
Satanás acumulara contra él, y sin embargo mantendría su alma inmaculada sin pecado. Y ese
poder para vencer, Cristo lo daría a cada hijo e hija de Adán que aceptara por fe los justos
atributos de su carácter... Demostró que, por el arrepentimiento y el ejercicio de la fe en la justicia
de Cristo, el pecador puede ser reconciliado con Dios y puede llegar a ser participante de la
naturaleza divina, venciendo la corrupción que hay en el mundo debido a la concupiscencia”
(Mensajes Selectos, t. 1, p. 262).

Y ¡qué tremendo es este poder que está disponible para todos nosotros!

“Los hombres pueden tener un poder para resistir el mal: un poder que ni la tierra, ni la muerte, ni
el infierno pueden vencer; un poder que los colocará donde pueden llegar a ser vencedores como
Cristo venció. La divinidad y la humanidad pueden combinarse en ellos” (Ibíd. p. 479).

Ahora, recordemos la historia de las diez vírgenes. Elena de White nos dice: “Contó a sus discípulos
la historia de las diez vírgenes, para ilustrar con ese suceso la experiencia de la iglesia que viviría
precisamente antes de su segunda venida” (Palabras de Vida del Gran Maestro, p. 336). Y amigos,
se está refiriendo a nosotros.

“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes, que tomaron sus lámparas, y
salieron a recibir al novio. Cinco eran prudentes, y cinco insensatas. Las insensatas tomaron sus
lámparas, y no llevaron aceite extra con ellas. En cambio, las prudentes tomaron aceite en sus
vasijas, junto con el de sus lámparas. Y como el novio tardaba, todas cabecearon y se durmieron. A
medianoche oyeron el clamor: ¡Ahí viene el novio! ¡Salid a recibirlo!’ Entonces todas las vírgenes
se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Las insensatas dijeron a las prudentes: ‘Dadnos de
vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan’. Pero las prudentes respondieron: ‘Para que
no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad’. Y mientras fueron a
comprar, llegó el novio, y las que estaban preparadas, entraron con él a la boda. Y se cerró la
puerta” (Mateo 25:1-10).

Aunque aparentemente no se note, hay una gran diferencia entre los dos grupos, las prudentes y
las fatuas. “La clase representada por las vírgenes fatuas no está formada por hipócritas. Sus
componentes manifiestan respeto por la verdad, la han defendido, tienen la intención de ir al
encuentro del esposo, son atraídos hacia aquellos que creen y van con ellos teniendo lámparas
que representan un conocimiento de la verdad. Cuando hubo un reavivamiento en la iglesia sus
sentimientos fueron estimulados, pero fracasaron. No tuvieron aceite porque no disfrutaron
diariamente de los principios de la piedad en sus vidas ni en sus caracteres. No han caído sobre la
Roca, Cristo Jesús, ni permitido que su vieja naturaleza fuera quebrantada.

No se puede obtener una piedad práctica al dar lugar a las grandes verdades de la Biblia, en el
atrio externo del corazón. La religión de las Escrituras debe manejar todos los asuntos de la vida,
sean grandes o pequeños. Debe proporcionar motivos poderosos y grandes principios que
orienten el carácter y el curso de acción del cristiano...” (Review and Herald, libro 3, p. 291).
“Quienes escudriñan las Escrituras con diligencia y mucha oración, y confían en Dios con una fe
firme y obedecen sus mandamientos, están representados por las vírgenes sabias” (Recibiréis
Poder, p. 18).

Las vírgenes prudentes, por fe guardan los mandamientos de Dios. Las insensatas no habían
nacido de nuevo. Su vieja naturaleza [corazón] no había sido quebrantada, no tenían justicia
imputada ni impartida. Es posible que haya habido períodos en sus vidas, en que fueron
justificadas y hasta fueron santificadas, pero no persistieron.

“Las vírgenes fatuas se contentaron con una obra superficial. No conocieron a Dios. No se
rindieron a la obra del Espíritu Santo” (Lecciones de Vida del Gran Maestro, p. 338), para
proporcionarles impulsos y principios poderosos que influirían en sus acciones y cambiarían su
carácter. ¡Ay! Al mismo tiempo que tenían buenas intenciones, que amaban la verdad e incluso la
enseñaban, no siguieron el ejemplo que Cristo había dejado.
Ahora, consideremos a las vírgenes insensatas, con el correr del tiempo. Veremos que la diferencia
entre los dos grupos aumenta y llega a ser más visible. Durante el tiempo de demora, la luz de las
vírgenes insensatas disminuyó y se apagó. Si la luz de la parábola representa “un conocimiento de
la verdad” como lo declara Elena de White, ¿qué significa entonces? Ella nos dice que las vírgenes
insensatas, se convirtieron en agentes de Satanás, para pronunciar sus falsedades y transmitir su
oscuridad.

El enemigo tiene hombres, en nuestras filas, por medio de los cuales trabaja para oscurecer la luz
que Dios permitió brillar en nuestro corazón e iluminar los recintos de nuestra mente. “Hay
personas que han recibido la preciosa luz de la justicia de Cristo, pero no actúan en conformidad
con ella, son vírgenes insensatas. Prefieren los sofismas del enemigo más bien que el claro ‘así dice
Jehová’” (Reflejemos a Jesús, p. 295).

“Cuando las bendiciones de Dios descansaban sobre ellas para que fueran canales de luz, no
fueron de esa luz a una mayor sino que permitieron la duda y la incredulidad, así que la verdad
que habían visto, llegó a ser incierta para ellas” (Review and Herald, August, 19, l890).

“Los que esconden su luz, pronto perderán toda habilidad de alumbrar. Son representados por las
vírgenes fatuas y cuando llega la crisis y se hace el último llamado ‘He aquí viene el esposo, salid a
recibirle’, encontrarán que mientras se han estado mezclando con el mundo, sus luces se
apagaron. Ellas no continuaron abasteciéndose con el aceite de la gracia. La proclamación de paz y
seguridad las hizo adormecer y les hizo descuidar su luz” (MS 4, 1898).

Las vidas de Juan, el discípulo amado y de Judas el traidor, son una excelente demostración de la
experiencia de las vírgenes prudentes e insensatas. Aunque las vírgenes insensatas habían oído el
precioso mensaje de la justificación y santificación por la fe, no obraron decididamente.

Cuando nos acercamos al fin del tiempo, las vírgenes insensatas en la iglesia, serán más y más
descuidadas mientras se mezclan con el mundo y permiten que las envuelva la duda y la
incredulidad. Hasta que la crisis llegó repentinamente sobre ellas no se habían percatado que sus
lámparas de la verdad se habían apagado, que esa verdad que una vez habían abrazado, había
llegado a ser para ellas, oscuridad e incertidumbre. En vez de presentar “la verdad” al mundo,
habían estado proclamando el error de Satanás, como ser, la nueva teología, el culto de
celebración, etc.

¿No es esta la parte de la parábola de las diez vírgenes que se está cumpliendo en nuestro medio
en este mismo momento? Así como Judas, las vírgenes insensatas terminaron traicionando a su
Señor.

“El tiempo de prueba nos llega a todos, ¿cómo nos conduciremos bajo la prueba y el escrutinio de
Dios? ¿Se apagarán nuestras lámparas o las mantendremos encendidas?” (Review and Herald,
Libro 3, p. 292).
Consideren los hechos. Las cinco vírgenes prudentes, tenían aceite extra para sus lámparas.
Cuando las vírgenes insensatas les pidieron que compartieran su aceite, ellas rehusaron. ¿Porqué?
Porque “El aceite es la justicia de Cristo. Representa el carácter, y el carácter no es transferible”
(Testimonio para los Ministros, p. 236). El aceite del Espíritu Santo, cambia el carácter por medio
del proceso de la santificación. Por lo tanto, las vírgenes prudentes estaban preparadas para el
cielo, y prontas para el esposo.

Ahora ustedes pueden comprender porqué las vírgenes prudentes no podían dar de su aceite.
Obtenemos nuestra preparación para el cielo mediante el Espíritu Santo que mora en nosotros. Es
un proceso de toda la vida en el cual la justicia de Cristo es impartida diariamente a nuestro
carácter de acuerdo a nuestra necesidad. Es una experiencia personal y no puede ser transferida.

Amados, hablo francamente. Esposos, ustedes no pueden ir al cielo por el carácter de sus esposas,
y esposas, ustedes no pueden ir al cielo por el carácter de sus esposos. Hijos, cuando lleguen a la
edad de ser responsables de sí mismos, no pueden ir al cielo por el carácter de sus padres.
También deben tener una infusión diaria de la justicia impartida de Cristo en su experiencia con
Jesús.

Así que, siento el deseo de proclamar esto abiertamente. ¡Alabado sea Dios, él ha provisto una
salvación completa para cada uno de nosotros! Cuando nosotros pedimos perdón por nuestros
pecados pasados que ya hemos confesado, instantáneamente la justicia imputada está a nuestra
disposición, y él nos la impartirá de acuerdo a nuestra necesidad diaria, cuando la pedimos con fe.

Elena de White expresa correctamente esto en el Comentario Bíblico “Cristo lleva el castigo de las
transgresiones pasadas del hombre, e impartiendo a éste su justicia hace posible que el hombre
guarde la santa ley de Dios” (Comentario bíblico, t. 6, p. 1092).

Mis amados, ¿Son ustedes vírgenes prudentes? ¿Se dan cuenta de este valioso regalo de justicia?
¿Ruegan a Dios diariamente por su justicia? ¿Permiten que la justicia impartida cada día
transforme su carácter? ¿Anticipan cada día la venida de Cristo, para poder ir al cielo con él
porque están preparados para vivir en la presencia de los santos ángeles donde nunca más
pecarán?

Recuerden que esta experiencia fundamental, sucederá para las vírgenes prudentes cuando se
derrame la lluvia tardía, porque esta las preparará para la traslación.

“Los que resisten en cada punto, que soportan cada prueba y vencen, a cualquier precio que sea,
han escuchado el consejo del Testigo fiel y recibirán la lluvia tardía, y estarán preparados para la
traslación” (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 65).

Concluyo con estas palabras aleccionadoras. “En la tierra es donde debe adquirirse un carácter
celestial o nunca podrá ser adquirido” (Testimonios Selectos, t. 3, p. 91).

Oremos. Amado Padre, por favor revélanos los pecados que no hemos confesado, para que al
arrepentirnos y pedir perdón, supliquemos que la justicia imputada los cubra. Te imploramos que,
por medio de tu justicia impartida, nos prepares diariamente para que podamos estar entre las
vírgenes prudentes y prepararnos para vivir sin pecado en el cielo. En el nombre de Jesús, Amén.

CRISTO NUESTRA JUSTICIA - 4

Los 144.000
Hay muchas preguntas concernientes a los 144.000, algunas pueden ser respondidas otras no. Por
ejemplo. ¿Es el número 144.000 literal o simbólico? ¿Están sellados antes o después de la lluvia
tardía? ¿Convertirán ellos a una gran multitud a la verdad de Dios? ¿Por qué serán trasladados sin
morir? Y ¿cuáles son las características necesarias en el desarrollo del carácter para ser parte de
ellos?

En este estudio no haremos especulaciones ni diremos que hemos recibido nueva luz, pero
descubriremos lo que ha sido revelado en la Biblia y en el Espíritu de Profecía.

Primero busquemos la dirección divina. Amado Padre, creemos que el fin está muy cerca. Por
medio de tu Santo Espíritu has desarrollado a un grupo especial de santos descriptos como los
144.000 que revelarán al universo que cuando una persona une su humanidad con el poder de la
divinidad puede observar tu ley eterna. Por lo tanto estos 144.000 individuos han experimentado
una completa justificación y santificación en Cristo nuestra justicia. Te rogamos Amado Padre que
nos ayudes a comprender el desarrollo de carácter necesario para que podamos ser dignos de ser
contados como parte de ellos. Esto pedimos en el nombre de tu querido Hijo, Amén.

Ahora, primero busquemos en las Escrituras:

“Entonces vi a otro ángel que subía del este, y tenía el sello del Dios vivo. Clamó a gran voz a los
cuatro ángeles, que habían recibido poder de dañar la tierra y el mar, y les dijo: "No dañéis la
tierra, ni el mar, ni los árboles, hasta que sellemos en sus frentes a los siervos de nuestro Dios". Y
oí el número de los sellados: y fueron 144.000 sellados de todas las tribus de Israel” (Apocalipsis
7:1,2-4).

“Entonces uno de los ancianos me preguntó: "Estos que están vestidos de ropa blanca, ¿quiénes
son, y de dónde han venido?" Yo respondí: "Señor, tú lo sabes". Y él me dijo: "Estos son los que
han venido de la gran tribulación. Han lavado su ropa, y la han emblanquecido en la sangre del
Cordero” (Apocalipsis 7:13,14).

“Miré, y vi al Cordero de pie sobre el monte Sión, y con él 144.000 que tenían el Nombre del
Cordero y el nombre de su Padre escrito en sus frentes. Y oí una voz del cielo como el estruendo
de muchas aguas, como el estampido de un gran trueno. Sin embargo, era el sonido de arpistas
que tañían sus arpas. Cantaban un canto nuevo ante el trono, ante los cuatro seres vivientes y
ante los ancianos. Y ninguno podía aprender ese canto sino los 144.000 que fueron redimidos de
entre los de la tierra. Estos son los que no se contaminaron con mujeres, porque son vírgenes.
Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron comprados de entre los
hombres por primicias para Dios y para el Cordero. Y en sus bocas no se halló engaño, porque son
sin mancha” (Apocalipsis 14:1-5).

Qué maravillosa descripción de los redimidos que estarán vivos cuando venga el fin. Debo ser muy
franco con ustedes porque hay muchos miembros de nuestra fe a quienes oí decir que: “los
144.000 no son diferentes de ninguna otra generación del pueblo de Dios, que Dios no tiene más
de un estándar de principios; uno para los 144.000 y otro para todas las otras generaciones. Esto
es absurdo, insisten. Los 144.000 serán diferentes solamente en que estarán con vida cuando
venga Jesús”. Ahora ¿Es esto realmente verdad? ¿Serán ellos diferentes en algún aspecto? Y si lo
son: ¿Cuál será la diferencia? La primera verdad que quiero establecer es muy importante. Es
cierto que Dios no tiene un estándar diferente de salvación para los justos vivos que serán
trasladados, y otra para los santos resucitados. Los que murieron debían estar bien con Dios en el
momento de su muerte, estar justificados y santificados y debían dejar de cometer pecados
conocidos e invitar a Cristo que habitara en sus corazones por fe y que les diera el poder necesario
para obedecer a su Señor voluntariamente. Habrían lavado las ropas de su carácter y las habrían
emblanquecido en la sangre del cordero.

Aunque el estándar de salvación para la última generación viviente y para los santos muertos es el
mismo, no obstante hay una diferencia ¿por qué? Porque las severas pruebas que tendrán que
afrontar al fin del tiempo y la gran tribulación que no ha sido experimentada por ninguna otra
generación, desarrollarán el carácter de los 144.000 santos vivos.

Más que ninguna generación anterior ellos llegarán a ser más y más como Cristo en carácter.
Alcanzarán una madurez de carácter que revelará que han ganado la victoria sobre el mal. Tan
intenso será su odio por el mal que preferirán morir antes de cometer pecado. La diferencia no
estará en el estándar de salvación sino en la calidad de desarrollo de carácter que hayan obtenido.
Con este mismo propósito, Dios nos ha dado algunos ejemplos bíblicos, para que podamos
clarificar y comprender mejor esta diferencia. Empecemos con el ejemplo de Moisés: “Moisés,
cansado por cuarenta años de peregrinación e incredulidad, perdió por un momento su confianza
en el Poder infinito. Fracasó precisamente en los lindes de la tierra prometida” (Profetas y Reyes,
p. 127).

Ahora, me gusta la forma en que Leola Roosevelt expresa la lección personal que debemos
aprender de la experiencia de Moisés cuando al producir agua de la roca pecó quitando la gloria
de Cristo. Ella cita en su libro “Cristo usa la vida de Moisés como una lección objetiva para
demostrarnos que habrá una diferencia en la experiencia entre los que mueren y son resucitados y
los que son trasladados. Un solo pecado le impidió a Moisés ser trasladado, aunque se arrepintió
inmediatamente, pero eso no le impidió ser resucitado” (El Remedio p.98) y luego cita: “Satanás
había procurado acusar a Moisés ante los ángeles. Se alegró del éxito que había obtenido al
inducirlo a desagradar a Dios..., Debido a su trasgresión, Moisés cayó bajo el poder de Satanás, el
dominio de la muerte. Si hubiese permanecido firme, el Señor le habría dejado entrar en la tierra
prometida, y le habría trasladado luego al cielo sin que viese la muerte” (Primeros Escritos pp.
163,164).

Hay otra cita: “Si la vida de Moisés no se hubiera manchado con aquel único pecado que cometió
al no dar a Dios la gloria de sacar agua de la roca en Cades, él habría entrado en la tierra prometida
y habría sido trasladado al cielo sin ver la muerte” (Patriarcas y Profetas, p. 510).

Sabemos que Moisés cometió más de un pecado en su vida. La verdad es que hasta asesinó a un
hombre, mató a un egipcio. Y aunque él había confesado y se había apartado de sus pecados Dios
usa ESTE pecado que cometió a sabiendas en las orillas del río Jordán antes de cruzar a la tierra
prometida para enseñarnos y destacar en nosotros el hecho de que los santos vivos deben poner
fin al pecado en sus vidas, antes de entrar en la Canaán celestial. Nada puede ser mas claro,
aunque Dios pensaba trasladar a Moisés sin que pasara por la muerte, no estaba listo para ser un
prototipo de los que serían trasladados; debía morir.

Sabemos que Moisés murió, pero después de unos pocos días, Dios lo resucitó y lo llevó al cielo
para que fuera un prototipo de los santos resucitados. Un modelo de los que se arrepienten y que
no les será permitido pasar por las circunstancias del tiempo del fin y de la gran tribulación. Por
otro lado Enoc fue el prototipo de los santos vivos, de los 144.000. Observen su antecedente, la
Biblia dice que caminó con Dios por trescientos años antes de ser trasladado” (Génesis 5:21,22).

En el libro Reflejando a Cristo p. 299 se encuentran estas palabras iluminadoras: “Enoc tuvo un
carácter notable, y muchos miran su vida muy por encima de lo que la generalidad de los mortales
puede alguna vez alcanzar. Pero la vida y el carácter de Enoc, fueron tan santos que pudo ser
trasladado al cielo sin ver muerte, representa las vidas y los caracteres de todos los que serán
trasladados cuando Cristo venga”. "Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte; . . . antes
que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Dios nos llama a una comunión
tal. Como fue la de Enoc debe ser la santidad de carácter de aquellos que serán redimidos de entre
los hombres en la segunda venida del Señor” (Obreros Evangélicos, p. 55).

Esta es una declaración tan importante y provocadora que debo repetir la última frase otra vez.
“Como fue la de Enoc debe ser la santidad de carácter de aquellos que serán redimidos de entre
los hombres en la segunda venida del Señor”.

Elías también era un prototipo de los 144.000. Fue un hombre de una fe poderosa y lo demostró
en lo que sucedió en el monte Carmelo y que está registrado en 1 Reyes 18. Sin embargo después
de su majestuosa experiencia leemos: “depresión se apoderó de él... Mientras estaba bajo la
inspiración del Todopoderoso, había soportado la prueba más severa de su fe; Pero en el
momento de desaliento, mientras repercutía en sus oídos la amenaza de Jezabel... perdió su
confianza en Dios” (Patriarcas y Reyes, p. 118, 119). “Elías no hizo bien al abandonar su puesto del
deber” (Comentario bíblico adventista del séptimo día, t.2 sobre 1 Reyes 19:3). La palabra
inspirada dice que “El desaliento... es pecaminoso e irrazonable” (Ministerio de Curación, p. 382).
Elías pecó porque: “En un momento de cansancio permitió que el temor de la muerte venciese su
fe en Dios” (Patriarcas y Reyes, p. 129).
Ahora pensemos esto, ¿cuál fue la diferencia entre el pecado de Moisés y el de Elías? Mientras
que Moisés pecó justo antes de entrar en la tierra prometida no fue así en la experiencia de Elías.
Como Moisés, él se arrepintió inmediatamente pero no murió pronto, siguió viviendo y demostró
su fuerte fe en el Señor la que recuperó instantáneamente y la retuvo. Dios lo envió de regreso a
Israel para traer un reavivamiento religioso y una transformación en la tierra. Cuando Dios
finalmente le pidió que llamara a un campesino, Eliseo, para que lo reemplazara, él pasó cierto
tiempo instruyéndolo. Fue con él de lugar en lugar y de escuela en escuela enseñándole como dar
la ayuda que cada uno necesitaba.

Por lo tanto Elías pasó varios años demostrando que él era un leal y santo siervo del Señor antes
de ser trasladado. Y es por eso que Dios pudo declarar: “Elías fue un símbolo de los santos que
vivirán en la tierra en ocasión del segundo advenimiento de Cristo, y que serán "transformados, en
un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta" (1 Corintios 15: 51, 52), sin pasar por la
muerte” (Profetas y Reyes, pp. 169, 170). ¿Por qué es necesario que los santos vivos trasladados,
sean diferentes con respecto al desarrollo de su carácter, y obtengan una madurez tal, que jamás
vuelvan a pecar? Y ¿En qué consistirá que esa madurez sea una necesidad absoluta?

1. Primero, serán forzados a pasar la prueba suprema, la imagen papal de la bestia.

2. Segundo, después de cerrado el tiempo de gracia deben estar preparados para vivir sin pecado
sin un mediador en el santuario celestial.

Consideremos la primera prueba, la imagen de la bestia. Algunos miembros se habrán preguntado


por qué el descanso en domingo impuesto por la imagen de la bestia, es la gran prueba para el
pueblo de Dios por lo cual su destino eterno será decidido. ¿No sería natural asumir que esta crisis
va a ser una prueba para las personas en el mundo, para los incrédulos y los que no se han
decidido? La verdad es que cuando el pueblo de Dios se enfrente con esta gran prueba se verán
obligados a hacer una elección inmediata entre la vida y la muerte, entre la obediencia y la
desobediencia. Si sus caracteres no están desarrollados hasta el punto de que prefieren morir
antes que pecar, sin duda elegirán pecar y ponerse bajo la bandera negra de Satanás. Frente a la
prueba, la gente recibirá el sello de Dios o la marca de la bestia. Así, su destino eterno será
decidido para siempre.

En el Comentario Bíblico dice: “El Señor me ha mostrado claramente que la imagen de la bestia
será formada antes de que termine el tiempo de gracia, porque constituirá la gran prueba para el
pueblo de Dios por medio de la cual se decidirá el destino de cada uno... [luego cita Apocalipsis 13:
11-17, luego sigue diciendo]... Esta es la prueba que deberán enfrentar los hijos de Dios antes de
ser sellados. Todos los que demuestren su lealtad a Dios observando su ley y negándose a aceptar
un día de reposo falso, se alistarán bajo la bandera del Señor Dios Jehová y recibirán el sello del
Dios viviente. Los que renuncien a la verdad de origen celestial y acepten el domingo como día de
reposo, recibirán la marca de la bestia” (Comentario bíblico adventista, p. 997).

Concerniente al segundo argumento, el fin del tiempo de gracia. Los santos, que serán
trasladados, deberán vivir a través del tiempo de angustia, referido como el tiempo de angustia de
Jacob, sin un mediador en el santuario celestial. El tiempo de gracia se habrá terminado para este
mundo viejo y malvado. ¿Estamos al tanto de lo que significa esto? Significa que si un santo peca
después del tiempo de gracia no habrá perdón disponible. No creo que ninguno de nosotros que
estamos viviendo en este momento comprendemos plenamente lo que significará vivir en ese
momento en condiciones caóticas y bajo la presión de la pena de muerte sin un intercesor. “Los
que vivan en la tierra cuando cese la intercesión de Cristo en el santuario celestial deberán estar
en pie en la presencia del Dios santo sin mediador. Sus vestiduras deberán estar sin mácula; sus
caracteres, purificados de todo pecado por la sangre de la aspersión. Por la gracia de Dios y sus
propios y diligentes esfuerzos deberán ser vencedores en la lucha con el mal” (El Conflicto de los
Siglos p. 478.

Cristo es el único ejemplo de un hombre que vivió en la tierra sin un intercesor y ¿cuál fue su
experiencia mientras estuvo en esta tierra? Él declaró acerca de sí mismo: "Viene el príncipe de
este mundo; mas no tiene nada en mí." (S. Juan 14: 30.) Satanás no pudo encontrar nada en el Hijo
de Dios que le permitiese ganar la victoria. Cristo guardó los mandamientos de su Padre y no hubo
en él ningún pecado de que Satanás pudiese sacar ventaja. Esta es la condición en que deben
encontrarse los que han de poder subsistir en el tiempo de angustia” (El Conflicto de los Siglos, p.
681).

Quizás debo repetir esta última frase “Esta es la condición en que deben encontrarse los que han
de poder subsistir en el tiempo de angustia”. Espero que esto, esté haciendo que usted y yo
pensemos sobriamente, porque; para que cualquiera pueda vivir en esta tierra sin un mediador,
debe lograr la misma condición sin pecado que vivió Cristo mientras estaba en esta tierra.
Consideremos un momento a Cristo en el Getsemaní, “Cristo asumía ahora una actitud diferente
de la que jamás asumiera antes... Hasta entonces había obrado como intercesor por otros; ahora
anhelaba tener un intercesor para sí.

Sintiendo quebrantada su unidad con el Padre, temía que su naturaleza humana no pudiese
soportar el venidero conflicto con las potestades de las tinieblas... Frente a las consecuencias
posibles del conflicto, embargaba el alma de Cristo el temor de quedar separada de Dios. Satanás
le decía que si se hacía garante de un mundo pecaminoso, la separación seria eterna. Quedaría
identificado con el reino de Satanás, y nunca mas seria uno con Dios” (El Deseado de todas las
Gentes, pp. 637, 638).

Así mismo al terminar el tiempo de gracia, los santos se encontrarán en una posición diferente a la
que jamás hayan experimentado. ¿Cómo serán capacitados? En efecto, será siguiendo el ejemplo
terrenal de Cristo. “Cristo dejó su hogar celestial y vino a este mundo para mostrar que solamente
estando conectado con la divinidad puede el hombre guardar ley de Dios. En si misma la
humanidad está manchada y corrompida pero Cristo trajo poder moral al hombre y los que viven
en comunión con él son vencedores así como él venció, no somos dejados en este mundo como
huérfanos” (Señales de los Tiempos, del 10 de diciembre, 1896).
¡Alabado sea Dios! Me gusta eso. A menos que los santos sigan el ejemplo de Cristo uniendo su
humanidad con la divinidad estarán entre los perdidos que serán consumidos en la venida de
Cristo; es absolutamente necesario que tengan una preparación especial, porque la gloria de Dios
destruye todo, pecado y pecadores; no puede existir pecado en la presencia visible de Cristo
porque la gloria de Dios es un fuego consumidor.

La Biblia es muy específica cuando dice que la misma presencia de Dios consumirá a todos los que
se encuentran en pecado: “Entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el
aliento de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida” (2 Tes. 2:8).

Mientras Cristo se acerca a esta tierra su misma presencia consumirá a los pecadores al consumir
sus pecados. Por lo que es evidente que todo pecado debe ser eliminado de los 144.000 en los días
de preparación antes de que sean sellados. Este es el momento que estamos viviendo, es el
tiempo de preparación. Los tiempos están tensos, todavía hay oportunidad para prepararnos,
¡alabado sea Dios!

Quiera Dios que los ministros en los púlpitos prediquen mensajes vibrantes al alma, llenos de
convicción divina que conmuevan a los oyentes a sentir la enormidad del problema del pecado,
haciendo que caigan en sus rodillas rogando a Dios por victoria. Créanme mis amigos este no es el
momento para celebrar con mensajes simples, que, para satisfacer la naturaleza pecaminosa
enseñan a las congregaciones que pueden continuar pecando hasta que venga Cristo.

Antes de presentar los así llamados errores atractivos los pastores deberían estar atentos al
consejo de Joel: “Tocad trompeta en Sión, y pregonad alarma en mi santo monte. Tiemblen todos
los habitantes del país, porque viene el día del Eterno, porque está cercano. Reunid al pueblo,
santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los niños de pecho, salga de
su cámara el novio, y de su tálamo la novia. Entre la entrada y el altar, lloren los sacerdotes,
ministros del Eterno, y digan: "Perdona, oh Eterno, a tu pueblo" (Joel 2:1,16,17).

Mis amados compañeros en el ministerio; ¡este es el momento de llorar, un tiempo para llorar
entre la entrada y el altar por todos los pecados que se están cometiendo en la iglesia!.
Ciertamente este no es el tiempo para celebrar y para entretenimiento o para predicar sermones
frívolos y agradables que hacen cosquillas en las orejas del rebaño, mas bien como ministros,
debemos hacer resonar un mensaje tan alarmante que pueda despertar a los miembros de
nuestras iglesias del adormecimiento de Laodicea a su necesidad de suspirar y llorar por sus
propios pecados, y por los de los otros miembros de la iglesia.

Elena de White nos informa: “Las abominaciones por las cuales los fieles suspiraban y lloraban,
eran todo lo que podían discernir los ojos finitos; pero los pecados mucho peores, los que
provocaron los celos del Dios puro y santo, no estaban revelados. El gran Escrutador de los
corazones conoce todo pecado cometido en secreto por los obradores de iniquidad” (Testimonios,
t. 2, p. 66).
Así que Dios nos amonesta a proclamar enérgicamente: “Clama a voz en cuello, no te detengas.
Alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado”
(Isaías 58:1).

Elena de White pregunta, “¿Qué estáis haciendo, hermanos, en la gran obra de preparación? Los
que se unen con el mundo reciben su molde y se preparan para la marca de la bestia. Los que
desconfían de sí mismos, se humillan delante de Dios y purifican sus almas obedeciendo a la
verdad, son los que reciben el molde celestial y se preparan para tener el sello de Dios en sus
frentes. Cuando se promulgue el decreto y se estampe el sello, su carácter permanecerá puro y sin
mancha para la eternidad” (Joyas de los Testimonios, t. 2, pp. 70, 71).

Este, mis queridos amigos, es el último mensaje de Dios de preparación. Es urgente porque el
tiempo es corto. Antes de terminar les contaré una historia verídica. Una señora adventista, a
quien llamaré Raquel, vivía en el estado de Oregon. Ella estaba estudiando con una mujer muy
consagrada, ahora Raquel tenía cierto problema en cuanto a nuestro mensaje pro salud. Su
maestra le demostró que el Espíritu de Profecía revela claramente que nadie que esté
consintiendo con cierto vicio, podrá estar entre los santos vivos que serán trasladados. Esto la
sacudió un poco a Raquel y por dos semanas se abstuvo, pero luego, olvidándose de su reforma
volvió a su antigua práctica con este comentario: “he decidido seguir consintiendo y prepararme
para estar entre los santos resucitados en vez de luchar para estar entre los vivos que serán
trasladados.”

¡Qué razonamiento tan peligroso! Porque estamos viviendo en el tiempo del fin y Dios nos llama a
hacer la preparación apropiada al tiempo en el cual estamos viviendo. Sin duda no tenemos la
opción de hacer una elección como la que hizo Raquel. Ella no se dio cuenta que el estándar de
salvación es exactamente el mismo para los santos muertos así como lo es para los que están
viviendo. Debemos arrepentirnos de todo pecado conocido y debemos abandonarlo antes de
morir o antes de la traslación, lo que sea.

Si cierta práctica es un pecado para un santo viviente, uno que le impedirá ser trasladado después
que reconoció su pecaminosidad y si continúa en esta práctica ¿podrá ser elegido entre los santos
resucitados? Esto sería muy cuestionable. En este tiempo del fin se nos amonesta: “Esforcémonos
con todo el poder que Dios nos ha dado para estar entre los ciento cuarenta y cuatro mil” (Review
and Herald, September 3,1905).

Cerrando quiero reafirmar las palabras de Ezequiel el profeta apelando a los pastores al igual que
a los laicos. A todos, a los santos que estarán entre los vivos y los que morirán en el Señor. El
mensaje del Señor por medio de Ezequiel tiene la misma urgencia como los mensajes de Joel en
Isaías. "Por tanto, yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, oh casa de Israel -dice el Señor, el
Eterno-. Convertios, y volveos de todas vuestras iniquidades, y la iniquidad no os será causa de
ruina. Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y adquirid un
corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? No me complazco en la
muerte del que muere -dice el Señor, el Eterno-. Convertios, pues y vivid" (Ezequiel 18:30 y 32).
Oremos. Nuestro Dios y Padre. Temblamos al presentir la batalla que está delante de nosotros.
Nos vemos a nosotros mismos impotentes sin tu divina ayuda. Padre despiértanos para que
podamos comprender totalmente como, diariamente, unir nuestra humanidad con tu divinidad
para que experimentemos una victoria completa sobre el pecado por medio de Cristo nuestra
Justicia. Debemos tener la seguridad como Enoc que agradó a Dios y pedimos esto en el nombre
de Jesús tu amado Hijo, Amén.

El tema de los 144.000 es tan vasto y tan extremadamente importante que creemos necesario
continuar este tema en nuestro próximo sermón mensual. Usted no querrá perderse este mensaje
porque traerá más diferencias entre las experiencias y las vidas de los 144.000 vivos y los santos
resucitados. Tratará más preguntas de las que muchos de nosotros nos hemos hecho. Aunque los
144.000 recibirán honores especiales en el cielo nunca debemos considerar a los santos
resucitados como ciudadanos de segunda clase. Moisés ciertamente no lo fue. Él fue un prototipo
de los santos resucitados

Parte 2

Por más de 6.000 años, el hombre ha cedido a las tentaciones de Satanás, para quebrantar la ley
eterna de Dios, y como consecuencia, está sujeto a muerte: “Porque la paga del pecado es la
muerte” (Romanos 6:23 NRV).

Satanás odia la ley de Dios y asevera que solamente unos pocos están obedeciéndola al guardar el
sábado, pero que aún ellos lo abandonarán cuando se enfrenten a la crisis que se avecina. Por eso,
obligará la adoración en domingo, que según nos enseña la palabra de Dios, es la marca de la
bestia. La adoración en domingo, será impuesta por una ley mundial, con sentencia de muerte
para los que no la obedezcan. Así, Satanás declara que ningún hombre guardará la ley de Dios.
Pero amados, Dios tiene un plan para esta última generación, para los que estarán viviendo en
esta tierra después del juicio investigador, cuyos nombres están escritos en el libro del Cordero.
Estos serán llevados al cielo sin experimentar la muerte. Los l44.000 probarán al universo que la
ley de Dios puede ser guardada, no importa cuán terribles las persecuciones que Satanás pueda
infringir sobre estos santos a través de sus agentes, durante lo que Dios llama el tiempo de
angustia, tal como nunca existió. Dios dice acerca de estos l44.000: “¡Aquí está la paciencia de los
santos, los que guardan los Mandamientos de Dios y la fe de Jesús!” (Apocalipsis 14:12).

Oremos. Amado Padre, este puede ser el sermón más importante que jamás haya predicado. Este
mensaje se compromete a revelar el blanco que cada uno de nosotros debe alcanzar si hemos de
ver tu rostro y estar con vida en la segunda venida de Cristo.

Por favor Padre, abre nuestro discernimiento espiritual a este evento final, que está justamente
delante de nosotros, para que podamos ser totalmente como tú en carácter, para que seamos
dignos de ser contados entre los 144.000. En el nombre de nuestro Salvador Jesús, Amén.
Para refrescar nuestra memoria en el último sermón, hemos visto que debido a las 10 pruebas y
tribulaciones del fin del tiempo, se desarrollarán 144.000 santos vivos cuyos caracteres habrán
llegado a ser como el de Cristo, más que los de cualquier otra generación de santos durante toda
la historia del mundo porque sus caracteres revelarán que ellos, “prefieren morir antes que llevar
a cabo un acto malo” (Testimonies, tomo 5, p. 53). Tanto que preferirán morir antes que pecar. Y
¿Qué hará que esto sea posible? ¡Alabado sea Dios! Él quiere derramar una gran bendición sobre
la iglesia de la última generación. Una bendición que no había sido manifestada anteriormente,
porque no era necesaria. Sin embargo, en el tiempo del fin, llega a ser una necesidad. Se la llama,
la lluvia tardía. Dios sabía que la última generación necesitaría una provisión extra de la gracia del
Espíritu Santo para prepararlos para pasar por el tiempo de la angustia de Jacob y para
encontrarse con Cristo en su venida.

“Vosotros también, hijos de Sión, alegraos y gozaos en el Eterno vuestro Dios; porque os dio la
primera lluvia a tiempo, y os enviará lluvia temprana y tardía, como al principio. Las eras se
llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite” (Joel 2:23 y 24).

Además de comisionar a esta última generación a proclamar el fuerte clamor a cada nación, tribu,
lengua y pueblo, que será un resultado de los últimos días, la lluvia tardía, logra algo para los
mismos santos. Esta obra de gracia para los santos, se compara en la inspiración, con el grano
maduro para la ciega, y créanme, este será el tiempo de la cosecha para la iglesia de Dios.

En Joel 2:24 explica que cuando caiga la lluvia tardía “las eras se llenarán de trigo” ¡Alabado sea el
Señor! Pero tengamos en cuenta que es absolutamente necesario que estos santos vivos reciban
ambas, la lluvia temprana y la tardía. “Si no progresamos, si no nos colocamos en la actitud de
recibir tanto la lluvia temprana como la tardía, perderemos nuestras almas, y la responsabilidad
descansará a nuestra propia puerta” (Testimonios para los Ministros, p. 517). “La maduración del
grano representa la terminación de la obra de la gracia de Dios en el alma. Por el poder del Espíritu
Santo la imagen moral de Dios ha de ser perfeccionada en el carácter. Hemos de ser totalmente
transformados a la semejanza de Cristo.

“La lluvia tardía que madura la cosecha de la tierra, representa la gracia espiritual que prepara a la
iglesia para la venida del Hijo del hombre. Pero a menos que la primera lluvia haya caído, no habrá
vida; el brote verde no surgirá. A menos que los primeros chubascos hayan hecho su obra, la lluvia
tardía no puede perfeccionar ninguna semilla” (Ibíd., p. 515).

Así que la lluvia tardía logrará en los santos una labor más avanzada de refinamiento o de
perfección del carácter. Esto no sólo preparará a la iglesia para la venida de Cristo, como fue
declarado en la cita anterior, sino también: “La lluvia tardía es la que los revive y fortalece para
que puedan pasar por el tiempo de angustia” (Eventos de los Últimos Días, p. 205).

Con razón el profeta Zacarías dice: “Pedid al Señor lluvia en el tiempo de la lluvia tardía. Y él hará
relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba en el campo a cada uno” (Zacarías l0:1).
¡Qué hermosa promesa! Lamentablemente muchos en nuestro pueblo, parecen esperar la lluvia
tardía, para obtener su victoria sobre el pecado, pero se nos advierte que están haciendo un
terrible error. Este no es el propósito de la lluvia tardía. Debemos hacer una preparación previa
antes de que la lluvia tardía caiga sobre nosotros.

“Muchos [¿Cuántos?] Muchos han errado en gran manera al no recibir la lluvia temprana. No han
obtenido todos los beneficios que Dios ha provisto para ellos. Esperan que su falta será suplida por
la lluvia tardía. Tienen la intención de abrir el corazón para recibirla cuando sea concedida la
generosa abundancia de la gracia.

Pero incurren en un terrible error La obra de Dios, que comienza en el corazón al momento de
conceder su luz y conocimiento, debe crecer continuamente. Cada persona necesita descubrir su
propia carencia. Para que pueda habitar el Espíritu en el corazón, éste debe ser vaciado y
purificado de toda contaminación.

“Sólo mediante la confesión y el abandono del pecado, la oración ferviente y la consagración a


Dios, los discípulos pudieron estar preparados para el derramamiento del Espíritu Santo en el día
de Pentecostés. Una obra semejante, pero en un grado superlativo, debe hacerse ahora”
(Recibiréis poder, p. 27).

Elena de White, hace esta importante declaración: “Habéis de tener hoy vuestro vaso purificado,
para que esté listo para el rocío celestial, listo para los aguaceros de la lluvia tardía; pues la lluvia
tardía vendrá, y la bendición de Dios llenará toda alma que esté purificada de toda contaminación.
Es nuestra obra hoy en día rendir nuestras almas a Cristo, para que estemos preparados para el
tiempo del refrigerio de la presencia del Señor: preparados para el bautismo del Espíritu Santo” (El
Evangelismo, p. 509).

Quizás el primer trabajo de la lluvia tardía, será sellar a los santos vivos con el sello del Dios vivo en
sus frentes. Sin embargo, observen esta cita “Ninguno de nosotros recibirá jamás el sello de Dios
mientras nuestros caracteres tengan una mancha. Nos toca a nosotros remediar los defectos de
nuestro carácter, limpiar el templo del alma de toda contaminación. Entonces la lluvia tardía caerá
sobre nosotros como cayó la lluvia temprana sobre los discípulos en el día de Pentecostés” (Joyas
de los Testimonios, t. 2, p. 69).

Por favor noten otra vez estas palabras. Toda contaminación debe ser lavada en la sangre del
cordero. Entonces y solamente entonces, la lluvia tardía caerá sobre el pueblo de Dios. Entonces y
solamente entonces, el pueblo de Dios recibirá el sello del Dios viviente.

“¿Será puesto este sello sobre los que tienen impura la mente, sobre el fornicario, el adúltero, el
hombre que codicia la mujer de su prójimo? Que vuestras almas contesten la pregunta:
¿Corresponde mi carácter a las calificaciones esenciales para que pueda recibir un pasaporte a las
mansiones que Cristo ha ido a preparar para los que estén listos para ellas? La santidad debe estar
impresa en nuestro carácter” (Testimonios para Ministros, p. 454).
Otra vez esta verdad cortante se presenta con voz alta y clara: “Los que reciban el sello del Dios
vivo y sean protegidos en el tiempo de angustia deben reflejar plenamente la imagen de Jesús”
(Los Primeros Escritos, p. 71).

Confío que esta verdad alarmante está despertando su corazón como ha despertado el mío,
porque antes de que el sello sea puesto sobre los santos vivos, todos deberán comparecer ante el
juicio de Dios para recibir su recompensa de acuerdo a sus obras. Y ¿cuándo se lleva a cabo el
juicio de los vivientes? Los siguientes párrafos responden a esta pregunta. “El tiempo del juicio es
un periodo muy solemne, cuando el Señor reúne a los suyos de entre la cizaña.” (Testimonios a los
Ministros, p. 237). “No está muy lejano el tiempo, cuando la prueba vendrá para cada alma, la
marca de la bestia será impuesta sobre nosotros. En ese momento el oro, que son los suyos, será
separado de la hojarasca, la cizaña en la iglesia” Testimonies v. 5, p 81).

Cuando el pueblo de Dios se enfrente a la prueba del domingo impuesta por el papado, la prueba
del domingo-sábado, la hora del juicio habrá llegado. Los que hayan pasado esta prueba, serán
sellados con el sello del Dios viviente y todos los que fracasan, recibirán la marca de la bestia. Por
su propia elección su destino eterno será decidido. Y es por eso que se dice esto de los que
deciden ser fieles en guardar los mandamientos. “Sus nombres permanecen en el libro de la vida
del Cordero, registrados entre los fieles de todos los siglos. Han resistido los lazos del engañador;
no han sido apartados de su lealtad por el rugido del dragón. Ahora están eternamente seguros de
los designios del tentador.” (Joyas de los Testimonios, t. 2, pp. 178, 179). ¿Pueden imaginarse esta
preciosa experiencia? “Los ángeles santos, invisibles, iban de un lado a otro poniendo sobre ellos
el sello del Dios viviente” (Ibíd., p. 179). Averigüemos qué es el sello de Dios y cómo recibirlo.

Después que los santos son sellados, sus caracteres van a “permanecer” sin pecado, como lo
fueron en el momento de ser sellados: “Cuando se promulgue el decreto y se estampe el sello, su
carácter permanecerá puro y sin mancha para la eternidad” (Joyas de los Testimonios, p. 71). ¿No
es esto maravilloso? Dios tiene un plan. El sello de Dios es una marca imborrable, que los ángeles
pueden leer pero no los hombres. Es una marca permanente que nunca será removida. “Y aun
después que los santos han sido sellados con el sello del Dios vivo, sus elegidos pasarán
individualmente por pruebas. Vendrán aflicciones personales; pero el horno es estrechamente
vigilado por un ojo que no permitirá que el oro sea consumido. La indeleble, marca de Dios está
sobre ellos. Dios puede alegar que su propio nombre está escrito allí, El Señor los ha sellado. Su
destino está escrito: ‘DIOS, LA NUEVA JERUSALÉN’.

Ellos son la propiedad de Dios, su posesión” (Testimonios para los Ministros, pp. 453,454). Al leer y
oír cosas como éstas, ¿No le provoca decir amén?

“El sellamiento es un pacto perpetuo entre Dios y sus escogidos proveyéndoles perfecta seguridad
(Éxodo 31:16-17). Indica que han sido elegidos, que Él los escogió para sí mismo. Sellados por Dios
somos su posesión y nadie podrá sacarnos de sus manos” (MR 15, p. 225).
Oh, ¡cuan maravilloso! Es evidente que cuando la gente recibe la marca de la bestia o el sello de
Dios, indica que sus nombres han sido presentados en el juicio investigador, que su destino ha sido
decidido y que su tiempo de gracia individual, ha concluido.

Noten también que, en cuanto al pecado y a la contaminación en sus vidas, deben hacer la misma
preparación para el fin del tiempo de gracia que hicieron aquellos que murieron en el Señor. La
lluvia tardía no caerá sobre ellos, sino hasta después que hayan hecho esta preparación. Así que, a
no ser por las persecuciones del tiempo del fin que favorecen la madurez del carácter, la última
generación del pueblo de Dios no tendrá más ventaja antes de cerrar el tiempo de gracia que los
que han muerto en el Señor. Todos los seres humanos deben hacer su preparación, bajo la lluvia
temprana. Repito: Todos los seres humanos, deben hacer su preparación, bajo la lluvia temprana.
¡Ya!

Mientras observamos la experiencia, logros y bendiciones de los ciento cuarenta y cuatro mil
señalados, respondamos a algunas preguntas que muy a menudo se hacen.

¿Es el término ciento cuarenta y cuatro mil un número simbólico o literal? Nadie lo sabe.

No sabemos si las doce tribus de Israel son selladas como se las menciona en Apocalipsis 7. Esto
simboliza al moderno Israel. Y eso es todo lo que sabemos, y no podemos hacer especulaciones.
Hay un consejo de la Sierva del Señor sobre este tema. “Otro asunto sobre el cual conversamos un
poco fue el de los elegidos de Dios, de que Dios tendría un número definido, y cuando ese número
estuviera completo terminaría el tiempo de gracia. [Luego siguen estas palabras] Ni usted ni yo
tenemos derecho a hablar sobre estas cuestiones. El Señor Jesús recibirá a todos los que vienen a
él. Él murió por los impíos, y toda persona que quiera, puede ir a él. ¡Alabado sea el Señor! “El
hombre debe cumplir con ciertas condiciones, y si rehúsa cumplirlas, no podrá formar parte de los
elegidos de Dios. Si cumple, es un hijo de Dios, y Cristo dice que si continúa siendo fiel, firme e
inconmovible en su obediencia, no borrará su nombre del libro de la vida, sino que confesará su
nombre delante de su Padre y de sus ángeles. Dios quiere que pensemos y hablemos y
presentemos a los demás estas verdades que son ampliamente reveladas, pero nadie tiene nada
que hacer con estos otros asuntos o especulaciones, porque no tienen ninguna relación con la
salvación de nuestras almas (Mensajes Selectos, t. 3, p. 361).

Siempre debemos tener presente que sólo debemos preocuparnos por lo que ya ha sido revelado.
“No es su voluntad que entren en controversias por cuestiones que no los ayudarán
espiritualmente, tales como: ¿Quiénes han de componer los 144.000? [Luego noten estas
palabras], Fuera de duda, esto lo sabrán dentro de poco los que sean elegidos de Dios” (Mensajes
Selectos, t. 1, p. 205).

Descansemos satisfechos. ¿No es esto maravilloso?

¿Quiénes constituirán la gran multitud de Apocalipsis 7: 9?

A pesar de que hay mucha especulación en el esfuerzo de responder a esta pregunta, a menudo la
gente llega a la misma falsa respuesta. No debería ser así, porque la sierva del Señor dice:
“Mirando a través de los siglos, al tiempo de esta restauración de Israel en la tierra hecha nueva, el
vidente de Patmos testificó: “Miré, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar, de
todas gentes y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del
Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos; y clamaban en alta voz, diciendo:
Salvación a nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al Cordero” (Apocalipsis 7: 9-10.)
(Profetas y Reyes, p. 532).

Es muy claro ver que el Espíritu de Profecía designa a la gran multitud de Apocalipsis 7 del
versículo 9, como a los redimidos de todas las edades. “Inmediatos al trono se encuentran los que
alguna vez fueron celosos en la causa de Satanás, pero que, cual tizones arrancados del fuego,
siguieron luego a su Salvador con profunda e intensa devoción. Vienen después los que
perfeccionaron su carácter cristiano en medio de la mentira y de la incredulidad, los que honraron
la ley de Dios cuando el mundo cristiano la declaró abolida, y los millones de todas las edades que
fueron martirizados por su fe. Y más allá está la ‘gran muchedumbre, que nadie podía contar, de
entre todas las naciones, y las tribus, y los pueblos, y las lenguas . . . de pie ante el trono y delante
del Cordero, revestidos de ropas blancas, y teniendo palmas en sus manos’ ” (Apocalipsis 7: 9,
V.M.) (El Conflicto de los Siglos, p. 723).

Se nos advierte que en el tiempo del fin, “muchos serán mártires por causa de Cristo al
permanecer firmes en favor de la verdad” (Mensajes Selectos, t. 3 p. 154). Estos mártires
resucitarán con el mismo nivel de madurez de carácter que los ciento cuarenta y cuatro mil porque
prefirieron morir antes que pecar. Esto, ellos lo demostraron al ser mártires por Cristo. Noten que
cerca del trono, estarán aquellos que una vez fueron muy celosos en la causa de Satanás, y cerca
de ellos estarán los ciento cuarenta y cuatro mil y los mártires, y después de ellos, se encontrará la
gran multitud de Apocalipsis 7: 9. El sufrimiento ha sido parte del pueblo de Dios desde los días de
Abel el mártir. Ninguno, que como Moisés no haya escogido sufrir aflicción con el pueblo de Dios,
estará allí. El profeta Juan, vio la multitud de los redimidos y preguntó quienes eran. La pronta
respuesta fue: “Estos son los que han venido de gran tribulación y han lavado sus ropas, y las han
blanqueado en la sangre del Cordero” (Joyas de los Testimonios, p. 415).

Observen que la gran multitud así como los ciento cuarenta y cuatro mil, “han lavado sus ropas, y
las han blanqueado en la sangre del Cordero”. Los ciento cuarenta y cuatro mil, forman un grupo
que se puede contar. La gran multitud que nadie puede contar, incluye a todos los santos
resucitados de todas las edades, incluyendo los mártires. Esto es todo en cuanto a estas
preguntas.

Ahora volvemos al tema de los santos señalados, los ciento cuarenta y cuatro mil. Inmediatamente
después del sellamiento, los santos darán el fuerte clamor del mensaje del tercer ángel al mundo.
La inspiración nos dice, que como resultado del fuerte clamor, grandes multitudes serán
convertidas.
“El mensaje no será llevado adelante tanto con argumentos como por medio de la convicción
profunda inspirada por el Espíritu de Dios... A pesar de los poderes coligados contra la verdad, un
sinnúmero de personas se alistará en las filas del Señor” (El Conflicto de los Siglos, p. 670).

“Habrá hombres de fe y de oración que se sentirán impelidos a declarar con santo entusiasmo las
palabras que Dios les inspire... Estas solemnes amonestaciones conmoverán al pueblo.

Miles y miles de personas que nunca habrán oído palabras semejantes, las escucharán... Así la luz
llegará ante millares de personas que de otro modo no sabrían nada de estas verdades” (El
Conflicto de los Siglos, pp. 664, 665).

“El Espíritu... será derramado sobre los que cedan a sus impulsos... multitudes abrazarán la fe y se
unirán al ejército del Señor” (Recibiréis Poder, p. 156).

¡Oh, qué día será ese! ¡Qué maravilloso! Pero, ¿Qué sabemos de esos nuevos conversos?
¿Tendrán tiempo para perfeccionar el desarrollo del carácter necesario como para encontrarse
con Jesús y vivir? El Espíritu de Profecía responde a esta pregunta: “Pero ahora el tiempo está casi
agotado, y lo que hemos tardado años en aprender, ellos tendrán que aprenderlo en pocos
meses” (Primeros escritos, p. 67).

Recuerden el consejo divino, con Dios, todo es posible. Bajo las persecuciones y las tribulaciones
de los últimos días, los conversos de la hora undécima habrán logrado en el refinamiento de su
carácter, en unos pocos meses, eso que a nosotros nos llevó años desarrollar. Sin duda, algunos de
estos conversos, serán calificados entre los ciento cuarenta y cuatro mil y vivirán para ver a Jesús
venir en las nubes de los cielos. ¿Cuál es el mensaje que los santos darán al mundo durante el
fuerte clamor? Será un mensaje que estremecerá a los habitantes de la tierra que lo escuchen. Los
siervos de Dios presentarán el mensaje de los tres ángeles como está escrito en Apocalipsis 14,
que la inspiración considera: “La más terrible amenaza que haya sido jamás dirigida a los
mortales” (El Conflicto de los Siglos, p. 503).

Esto acontecerá por medio de la incomparable justicia de Cristo y de su amor. “El mensaje de la
justicia de Cristo ha de resonar de un extremo de la tierra hasta el otro para preparar el camino del
Señor. Esta es la gloria de Dios que termina la obra del tercer ángel” (Eventos de los Últimos Días,
p. 204). “A medida que el mensaje del tercer ángel crece y se convierte en un fuerte clamor, gran
poder y gloria acompañarán a su proclamación. Los rostros del pueblo de Dios resplandecerán con
la luz del cielo” (Ibíd., p. 205)

“Los siervos de Dios con semblantes iluminados y resplandecientes de santa consagración, se


apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje celestial. Miles de voces predicarán el
mensaje por toda la tierra. Se realizarán milagros, los enfermos sanarán y signos y prodigios
seguirán a los creyentes... hasta el punto de hacer descender fuego del cielo a la vista de los
hombres. (Apocalipsis 13:13.) [Siempre pensé que era Satanás el que iba a hacer eso, y es verdad,
pero aquí nos dice que los santos también lo harán]. Es así como los habitantes de la tierra
tendrán que decidirse en pro o en contra de la verdad” (El Conflicto de los Siglos, p. 670).
Además los ciento cuarenta y cuatro mil santos vivos, tendrán otra función. Darán una evidencia
máxima a todo el universo, al demostrar en sus vidas el amor de Dios y su justicia impartida en
ellos. En el tiempo del fin, Dios describe la justicia de Cristo en sus caracteres, como “la justicia de
los santos”, porque la escritura dice: “Y le fue dado que se vista de lino fino, limpio y
resplandeciente, porque el lino fino representa las obras justas de los santos” (Apocalipsis19: 8).
Sin embargo, los santos serán enteramente concientes que no tienen justicia intrínseca en ellos,
que su propia justicia es como trapos de inmundicia. Saben que los hermosos ropajes de boda que
están usando, fueron otorgados por el Rey de reyes. Declararán de sí mismos: “En mí, no hay
justicia propia, pero Cristo es mi justicia” (Review and Herald, August 5, 1890).

“Habrá un sólo interés prevaleciente, un sólo propósito que absorberá todos los demás: Cristo,
justicia nuestra” (Review and Herald, 23 de diciembre de 1890).

Así, por medio del carácter de los santos, Dios demostrará su propia justicia al universo. “En aquel
tiempo, el Retoño del Eterno será para hermosura y gloria, y el fruto de la tierra será la grandeza y
la honra de los librados de Israel. El que quede en Sión, y el que sea dejado en Jerusalén, será
llamado santo; todos los que en Jerusalén estén inscritos entre los vivientes” (Isaías 4: 2, 3).

Finalmente, en nuestro mensaje estamos llegando al tiempo del fin. Después de que el último
santo ha sido sellado, y no hasta entonces, cesará el tiempo de gracia para los habitantes de este
mundo malvado. Las siete últimas plagas serán derramadas, después de las cuales, Jesús vendrá.
Entonces una gran multitud resucitará. ¿Se imagina el entusiasmo?

Cuando venga Jesús, los ciento cuarenta y cuatro mil señalados, verán que se abren las tumbas de
los justos y reconocerán a seres amados que son resucitados.

“Luego resonó la argentina (plateada) trompeta de Jesús, mientras él iba descendiendo en la nube,
rodeado de llamas de fuego. Miró los sepulcros de los santos dormidos. Después alzó los ojos y las
manos al cielo y exclamó: ‘¡Despertad! ¡Despertad! ¡Despertad! Los que dormís en el polvo, y
levantaos’. Entonces hubo un Formidable terremoto. Se abrieron los sepulcros y resucitaron los
muertos revestidos de inmortalidad. ‘¡Aleluya!’, Exclamaron los ciento cuarenta y cuatro mil, al
reconocer a los amigos que de su lado había arrebatado la muerte, y en el mismo instante fuimos
nosotros transformados y nos reunimos con ellos para encontrar al Señor en el aire” (Notas
biográficas de Elena de White, pp. 73, 74).

Entonces los ciento cuarenta y cuatro mil y la gran multitud de los muertos resucitados, ascienden
juntos al cielo: “Así como Enoc fue trasladado al cielo antes de la destrucción del mundo por el
diluvio, así también los justos vivos serán traspuestos de la tierra antes de la destrucción por el
fuego. Dice el apóstol: ‘Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados, en
un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta. Porque el mismo Señor con aclamación, con
voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Porque será tocada la trompeta, y
los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados. Los muertos en
Cristo resucitarán primero: luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con
ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el
Señor. Por tanto, consolaos los unos a los otros en estas palabras’ ” (Patriarcas y Profetas, p. 77).

Finalmente, todo habrá terminado y los santos podrán disfrutar y explorar su nuevo mundo. Esto
nos lleva a un sitio muy hermoso, el más hermoso descrito por Elena de White en su visita a la
tierra en visión, cuando ella vio los ciento cuarenta y cuatro mil y los mártires por su fe:

“El monte de Sión estaba delante de nosotros, y sobre el monte había un hermoso templo. Lo
rodeaban otros siete montes donde crecían rosas y lirios. Los pequeñuelos trepaban por los
montes o, si lo preferían, usaban sus alitas para volar hasta la cumbre de ellos y recoger
inmarcesibles flores. Toda clase de árboles hermoseaba los alrededores del templo: El boj, el pino,
el abeto, el olivo, el mirto, el granado y la higuera doblegada bajo el peso de sus maduros higos,
todos embellecían aquel paraje. Cuando íbamos a entrar en el santo templo, Jesús alzó su
melodiosa voz y dijo: ‘Únicamente los ciento cuarenta y cuatro mil entran en este lugar’. Y
exclamamos: ‘¡Aleluya!’ Este templo estaba sostenido por siete columnas de oro transparente, con
engastes de hermosísimas perlas. No me es posible describir las maravillas que vi. ¡Oh, si yo
supiera el idioma de Canaán ¡Entonces podría contar algo de la gloria del mundo mejor! Vi tablas
de piedra en que estaban esculpidos en letras de oro los nombres de los ciento cuarenta y cuatro
mil. Después de admirar la gloria del templo, salimos y Jesús nos dejó para ir a la ciudad. Pronto
oímos su amable voz que decía: Venid, pueblo mío; habéis salido de una gran tribulación y hecho
mi voluntad. Sufristeis por mí. Venid a la cena, que yo me ceñiré para serviros. Nosotros
exclamamos: ‘¡Aleluya! ¡Gloria!’ Y entramos en la ciudad” (Primeros Escritos, p. 19).

Ahora, por esto aprendemos que los ciento cuarenta y cuatro mil recibirán honor especial por toda
la eternidad. Eso es debido a la madurez del carácter que desarrollaron aquí en esta tierra. Van a
seguir al cordero a donde vaya. ¡Qué honor puede ser mayor!

“En el trayecto encontramos a un grupo que también contemplaba la hermosura del paraje.
Advertí que el borde de sus vestiduras era rojo; llevaban mantos de un blanco purísimo y muy
brillantes coronas. Cuando los saludamos pregunté a Jesús quiénes eran, y me respondió que eran
mártires que habían sido muertos por su nombre. Los acompañaba una innumerable hueste de
pequeñuelos que también tenían un ribete rojo en sus vestiduras” (Ibíd.).

Así que por esto aprendemos que los mártires, también recibirán honor especial, ¡alabado sea
Dios!

Y por último, pero no por eso con menor importancia, uno de los logros más importantes de los
ciento cuarenta y cuatro mil, es que ellos vindicarán a Dios: “Satanás declaró en su sinagoga que ni
una sola alma humana mantendría su lealtad a los mandamientos de Dios. Una sola que se salvara
probaría que esta afirmación era falsa” (Alza tus ojos, p. 221).

Pero aquí están ellos, Maravilla de Maravilla. No solo uno, sino todo un grupo de hombres y
mujeres que probarán al mundo que Satanás es un mentiroso. Ante todo el universo probarán que
el hombre puede guardar los mandamientos de Dios, por medio del poder de la gracia divina aun a
través de las mayores perplejidades y circunstancias. Esta última generación, los más débiles de los
débiles, darán la más fuerte y convincente demostración que haya sido proporcionada al universo.
Estos santos están descritos por Juan: “¡Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
Mandamientos de Dios y la fe de Jesús!” (Apocalipsis 14:12). Por eso Cristo declara que Satanás es
un mentiroso, porque hay ciento cuarenta y cuatro mil santos vivos para demostrarlo, que han
guardado la ley de Dios y en sus bocas no ha sido hallado engaño. “Y en sus bocas no se halló
engaño, porque son sin mancha.” (Apocalipsis 14: 5).

Sí, los ciento cuarenta y cuatro mil formarán un grupo especial de santos, una iglesia especial.
Cantarán un nuevo cántico que nadie puede cantar, excepto los ciento cuarenta y cuatro mil. No,
ni siquiera los ángeles en el cielo, porque es el canto de su inconfundible experiencia, una
experiencia tal, que ningún ser humano ni en el cielo ni en la tierra, habrá pasado por ella. Por
cierto, comprendemos porqué este grupo es tan especial, y porqué necesitan el poder
perfeccionador de la lluvia tardía, que no fue concedida antes de las generaciones anteriores.
Ahora nosotros comprendemos porqué ellos y los mártires, recibirán honores especiales en el
cielo, y en la tierra nueva.

¡Alabado sea Dios! Aunque todos estaremos perfectamente satisfechos con su posición y su
sanción, en el cielo, todavía Elena de White advierte “Esforcémonos con todo el poder que Dios
nos ha dado para hallarnos entre los ciento cuarenta y cuatro mil” (Dios nos Cuida, p 362).

Y ¿cómo nos esforzamos? Lo primordial es que debemos procurar poner fin al pecado en nuestras
vidas. Debemos limpiar nuestras almas de todo lo que corrompe, para que podamos estar
preparados para recibir la lluvia tardía y el sello del Dios viviente. Elena de White lo resume todo:
“Esforcémonos con todo el poder que Dios nos ha dado para hallarnos entre los ciento cuarenta y
cuatro mil” (Ibíd.).

Oremos. Amado padre, permite que estemos tan preparados ahora, día tras día, para ser dignos
de formar parte de esa gran multitud que alabará tu nombre para siempre. Y, Padre, habilítanos
para que podamos llegar a ser como tu precioso hijo, en obediencia y carácter, para que si
estamos con vida, por tu gracia hasta la segunda venida, podamos ser contados entre los ciento
cuarenta y cuatro mil. En el nombre de Jesús, Amén.

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