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Administración de la educación y

gestión de instituciones escolares Clase 7

Epílogo. TODO LO SÓLIDO SE DESVANECE EN EL AIRE


Según SILVIA DUSCHATZKY

Barthes, en "El susurro del lenguaje," expresa que un texto consiste en


múltiples escrituras de diversas culturas que dialogan, parodian y contestan entre
sí, destacando que el lector, no el autor, es donde se reúne esta multiplicidad. La
idea de escritura inconclusa, enfocada por el autor, es una característica recurrente
en el libro. Las escenas escolares iniciales no concluyen en sí mismas, sino que
dialogan con escritos posteriores. Los textos de varios autores forman una
polifonía, una conversación rica en voces divergentes, convergentes y en conflicto.
Las páginas subsiguientes se originan del impulso generado por la lectura del
material y tienen el potencial de transmitir la energía de la escritura o una lectura
más allá de lo literal si cumplen con el requisito de la donación. Larrosa resume que
la acción del texto es el texto futuro, y tomar la palabra implica romper y
transgredir lo dicho. El valor de un texto radica en lo que permite pensar, no solo en
su contenido. Las escenas escolares provocan reflexiones entre los autores sobre la
situación actual de las escuelas, los modos de existir en ellas y cómo continuar en
circunstancias antes inimaginables. A partir de estas reflexiones, emergen cuatro
ejes de discusión: la pérdida de una ilusión, la ruptura de la representación, las
complejidades de la conflictividad social y la gestión concebida como ética.

LA CAÍDA DE UNA ILUSIÓN (QUE NO ES IGUAL A LA CAÍDA DE LAS ILUSIONES)


El texto discute la caída de una ilusión en la educación argentina, vinculada a
la famosa frase "civilización o barbarie" de Sarmiento, que conectó la educación
con la promesa de un mejor futuro y ascenso social. Sin embargo, se plantea que
esta ilusión se ha desvanecido en la actualidad. Las escenas escolares revelan la
coexistencia de opuestos, como "civilización y barbarie", dentro de la misma
institución. La escuela ya no logra instaurar identidades homogéneas ni cumplir su
promesa civilizatoria de integración social. Los alumnos se agrupan en circuitos
restringidos y el concepto de familia también cambia, lo que afecta la base de la
educación. La institución educativa se originó para formar ciudadanos en función
de la ley y la representación, pero estas bases se desdibujan en la actualidad, lo que
lleva a cuestionar la naturaleza de la educación y su relación con la sociedad y el
Estado-nación. El texto aborda el cambio en la relación entre el Estado-nación, la
educación y el mercado en la sociedad actual. Se menciona que la ilusión
civilizatoria de la escuela, que prometía crear ciudadanos iguales ante la ley,
portadores de valores nacionales y capaces de participar en el bien común, se ha
desvanecido debido al desplazamiento del poder soberano del Estado hacia el
mercado. El mercado no impone un orden simbólico unificador como lo hacía el
Estado, y en este nuevo contexto, las personas deben gestionarse a sí mismas en
medio de la vulnerabilidad. Se plantea que el mercado y el consumo siempre han
sido parte de la vida social, pero su nuevo papel ha tenido profundas repercusiones
en todos los aspectos de la sociedad y la cultura. La promesa de integración social
del Estado parece haber sido reemplazada por la promesa del mercado, donde todo
está disponible para el consumo, generando un nuevo ideal del yo y un horizonte de
aspiraciones.
El texto cuestiona qué tipo de sujeto se instituye en esta nueva dinámica, y
sugiere que el mercado no necesita ciudadanos en el mismo sentido que lo hacía el
Estado. El consumidor se relaciona principalmente con los objetos y experimenta la
ilusión de la satisfacción plena, mientras que el acto de consumo se disuelve en el
presente, sin construir una trama de sentido. En contraste con el ciudadano, el
consumidor es un sujeto del instante. El texto aborda la transformación en la
relación entre el sujeto, la institución educativa y el mercado en la sociedad actual.
Se menciona que el consumidor contemporáneo se construye mediante prótesis
identitarias y se forma por fuera de la ley, el otro y el tiempo histórico. La función
simbólica antes proporcionada por instituciones como la escuela ha perdido fuerza
debido al desplazamiento del poder hacia el mercado. Se destaca que la referencia a
un Otro autorizado permitía la construcción de discursos, pero ahora el sujeto se
define autorreferencialmente, y el mercado se convierte en su fuente de
realización. La caída de la ilusión de la escuela como forjadora de un sujeto
universal plantea interrogantes sobre su función en la sociedad actual. Se cuestiona
la productividad simbólica de las instituciones educativas en tiempos de mercado y
si es posible la constitución de un sujeto sin un discurso autorizado. Aunque la
transformación puede parecer desafiante, el autor sugiere que esta caída de la
ilusión podría llevar a repensar las escuelas y los opuestos binarios, reconociendo
la complementariedad y la pluralidad en la condición humana.

EL ESTALLIDO DE LA REPRESENTACIÓN
El texto explora el cambio en las representaciones tradicionales de la
educación y cómo estas están siendo desafiadas en la sociedad actual. La
concepción histórica del estudiante y el maestro se basaba en normas, valores y
autoridad, con la escuela como institución proveedora de saberes para formar
ciudadanos socialmente integrados. Sin embargo, estas representaciones se están
fragmentando. El autor se pregunta quiénes son los estudiantes en la actualidad y
cómo encajan en los atributos tradicionales de la educación moderna. Examina el
caso de madres adolescentes, resaltando cómo la adolescencia y la escolarización
han evolucionado en diferentes grupos sociales y géneros. La escolarización tardía
de las niñas influyó en la concepción de la adolescencia femenina. El embarazo
adolescente en sectores populares presenta desafíos y particularidades, y las
alumnas en esta situación luchan por equilibrar sus roles de madres y estudiantes
en una sociedad que tradicionalmente no tenía instituciones para abordar esta
dualidad. Antes, ser estudiante estaba asociado con ser hijo, caracterizado por la
dependencia del adulto y la falta de responsabilidades plenas. El texto sugiere que
el universo institucional a menudo limita la identidad y la autonomía del
estudiante, postergando la toma de decisiones y la responsabilidad completa de la
vida personal.
El texto examina cómo nuevas identidades de los estudiantes están
transformando las representaciones tradicionales de la educación. El autor observa
cómo la maternidad y otras realidades como el trabajo infantil están alterando las
concepciones de lo que significa ser alumno. La responsabilidad por el sustento
familiar y las complejidades sociales están disolviendo las fronteras tradicionales
entre padres e hijos. El texto también aborda la aparición de comportamientos
delictivos en el entorno escolar y cómo esto desafía la eficacia de la escuela como
agente socializador. La relación entre docentes y alumnos también está siendo
redefinida, con la autoridad del docente cuestionada y evaluada por los alumnos.
Además, los roles de cambio y estabilidad se invierten, ya que los estudiantes
pueden ser críticos y controlar la actuación de los profesores. Las representaciones
tradicionales de la figura del rector también están cambiando. En lugar de ser una
figura distante, los rectores se involucran en las vidas de los alumnos y buscan
formas de adaptarse a las complejas realidades que enfrentan. El orden burocrático
también se ve afectado por estas transformaciones, como se ilustra en la
instalación de un jardín maternal en una escuela secundaria para alumnas-madres.
Esta medida responde a las necesidades emergentes y busca brindar un espacio
para las nuevas realidades de los estudiantes.

LOS PLIEGUES DE LA CONFLICTIVIDAD SOCIAL


El texto explora la idea de "pliegue" como un enfoque más complejo y
matizado para comprender la conflictividad social en las instituciones educativas.
Se critica la tendencia a pensar en términos binarios de excluidos e integrados, y se
sugiere que esta dicotomía no captura la realidad compleja de las interacciones
sociales. Se analiza cómo diversas situaciones de ruptura y cambio están afectando
a las instituciones educativas, desafiando las representaciones tradicionales y
erosionando las autoridades institucionales. Se señala que las escuelas ya no
pueden considerarse aisladas de la conflictividad social, ya que todas las
instituciones están siendo afectadas por turbulencias sociales. Se resalta cómo la
ilusión de una escuela protegida se ha desvanecido, y cómo las nuevas identidades
y filiaciones están rompiendo los pactos morales entre la escuela y las familias. La
violencia y la competitividad también se analizan en este contexto, y se sugiere que
están relacionadas con la incertidumbre y el desencanto que caracterizan la época
actual. La idea de "pliegue" busca cuestionar tanto la homogeneización
totalizadora como la visión reduccionista de las instituciones, y busca un enfoque
más completo y matizado para entender las complejidades de las interacciones
sociales y las dinámicas institucionales.

LA ÉTICA DE LA GESTIÓN
El texto aborda dos enfoques de gestión educativa: "gestión como fatalidad"
y "gestión como ética". La "gestión como fatalidad" busca ajustar la realidad
educativa a un nuevo orden global, donde se impulsa un cambio constante sin
considerar la experiencia histórica. La "gestión como ética", en cambio, se basa en
la capacidad de reconocer la propia ignorancia y crear condiciones para que algo se
movilice en los sujetos y las instituciones. La "gestión como ética" se centra en la
capacidad de crear condiciones para la movilización de los sujetos y las
instituciones, mientras que la "gestión como fatalidad" trata de ajustar la
educación a un deber predefinido. Se explora cómo la ética en la gestión no busca la
armonía perfecta, sino que abraza la ambigüedad y la disonancia, permitiendo que
las instituciones nombren lo que ocurre en ellas y habiliten nuevas posibilidades.
Se destaca la importancia de reconocer la singularidad en lugar de buscar
identidades absolutas. La singularidad no se refiere a la identidad de una escuela,
sino a los modos en que se presentan diversas situaciones. La descripción y el
reconocimiento de las formas de presentación institucional son esenciales para
formular hipótesis y activar nuevas posibilidades en todas las escuelas.
La "gestión como ética" implica la capacidad de leer situaciones, tomar
decisiones frente a su singularidad y reconocer que las diferencias en la
presentación institucional pueden dar lugar a nuevas posibilidades. La "gestión
como ética" busca generar posibilidades inexistentes en la institución sin fijar
rumbos y sujetos. Se basa en la implicación y en un acto de decidir que se declara
incompleto. Implica reconocer la singularidad de situaciones y desafía a pensar en
cómo hacer de la educación una experiencia que permita a los sujetos trascender
las categorías predefinidas. Comparada con la "gestión como fatalidad", que busca
ajustar la educación a un deber predefinido, la "gestión como ética" elige una
posición ante la realidad educativa. En lugar de imponer esquemas de
representación, esta perspectiva se deja alterar por los problemas y busca moverse
más allá de las medidas usuales para analizarlos.
El texto destaca la importancia de dejar que los problemas alteren la forma
en que se abordan, como en el caso de las madres adolescentes en la escuela. La
gestión como ética no se limita a medidas efectivas como el establecimiento de un
jardín maternal, sino que reconoce que los problemas persisten y que hay mucho
más por desandar en relación con nuevas identidades y la manera de concebir la
educación. La conflictividad es crucial en los estilos de gestión. La "gestión como
ética" reconoce el poder perturbador de la conflictividad, ya que no solo expone
errores o rompe armonías, sino que recuerda que las existencias que se
desencadenan en la educación son incontrolables, a pesar de las influencias
moralizadoras pasadas.

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