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Yo, tú, él: ¿quién es el sujeto?

El tema abordado se centra en la pregunta sobre quién es el sujeto en diferentes contextos,


comenzando con una reflexión de Wittgenstein sobre el dolor y la conciencia en relación con las
piedras. Se plantea la metáfora de Italo Calvino sobre el arco y las piedras para hablar sobre la
posición del sujeto en la reflexión filosófica.
El texto continúa discutiendo la educación como una actividad humana que tiene como objetivo
la formación y desarrollo de individuos, ya sea para adaptarse a roles sociales específicos o para
desarrollar sus capacidades inherentes. Se menciona que la educación siempre tiene una
dimensión de futuro, donde las expectativas sobre el futuro de los individuos influyen en las
decisiones educativas presentes.
Se examina cómo el sistema educativo y los docentes trabajan con suposiciones sobre la
identidad de los estudiantes, lo que influye en la manera en que se diseñan los currículos y se
llevan a cabo las prácticas pedagógicas. Se ilustra con ejemplos cómo estas suposiciones pueden
limitar o dirigir las oportunidades educativas de los estudiantes, basadas en las expectativas de
su futuro.
Luego se aborda la transformación de las categorías de infancia y adolescencia en la sociedad
contemporánea, influenciada por factores como el consumismo, los cambios en las relaciones
familiares y el acceso a la información a través de los medios de comunicación. Se discute cómo
estas transformaciones desafían las concepciones tradicionales de la infancia y la adolescencia
como etapas claramente definidas y diferenciadas.
Se plantea la idea de que el concepto de sujeto está en constante evolución y transformación en
el contexto educativo y social. Se discute cómo las identidades y subjetividades de los
individuos están en constante cambio y cómo estas transformaciones impactan en la práctica
educativa y en la forma en que se conciben las relaciones entre los diferentes sujetos educativos.
Finalmente, se propone revisar el concepto de sujeto para comprender mejor las identidades y
subjetividades en el contexto educativo y social, sugiriendo que pensar en términos de sujetos
ofrece una perspectiva más amplia y compleja que simplemente considerar a las personas como
individuos.
CONCEPTOS PARA LA IDENTIDAD
En este apartado se exploran diversas concepciones del sujeto, comenzando con una distinción
básica entre sujeto y objeto, donde el sujeto se considera como el agente que conoce y
transforma, mientras que el objeto es aquello que es conocido y transformado. Esta perspectiva
se denomina concepción ingenua del sujeto epistémico.
Se examina cómo la estructura de las oraciones se compone principalmente de un sujeto y un
predicado, donde el sujeto realiza la acción. Se hace hincapié en que el sujeto puede estar
implícito, pero siempre está presente, a menos que se dé una excepción, como por ejemplo,
cuando llueve. Esta perspectiva se conoce como concepción sintáctica del sujeto.
Se señala que la palabra "sujeto" proviene de un verbo que complejiza sus significados, ya que
puede entenderse tanto como el que realiza una acción como el que es sujeto a alguna influencia
o fuerza. Se exploran distintas interpretaciones del sujeto según diferentes disciplinas, como el
derecho, la sociología, la psicología y la historia, donde el sujeto puede estar sujeto a diversas
condiciones sociales, históricas o personales. Esta variedad de interpretaciones refleja la
complejidad de las sociedades y las experiencias humanas.
Finalmente, se propone una definición provisional del sujeto como una construcción explicativa
de la constitución de redes de experiencias en individuos y grupos, señalando que estas redes no
son permanentes ni definitivas, pudiendo cambiar con el tiempo y las circunstancias. Esta
definición invita a un análisis detallado y continuo del concepto de sujeto en diferentes
contextos y disciplinas.
El sujeto se constituye
Se explora la idea de que el sujeto no es una entidad dada, sino que se constituye a lo largo del
tiempo y en relación con diferentes factores. Se mencionan ejemplos como el rechazo de los
hijos de inmigrantes hacia los nuevos inmigrantes o la formación de la identidad de un hijo de
obrero en contraposición con sus condiciones de vida. Se argumenta que la pertenencia a una
clase social o un grupo de referencia no determina automáticamente la identidad de un
individuo.
Se hace referencia al pensamiento de René Descartes y su famosa frase "pienso, luego existo"
como punto de partida de la concepción moderna del conocimiento, donde el sujeto se presenta
como soberano y dominante. Sin embargo, se señala que esta visión pronto fue cuestionada al
reconocer que el sujeto está condicionado por diversos factores como su posición social, historia
personal e ideología.
Se discuten críticas al concepto cartesiano de sujeto, incluyendo las aportaciones del
psicoanálisis de Freud, que reveló la existencia del inconsciente y cuestionó la idea de un sujeto
autónomo y racional. Se menciona la reflexión del politólogo Ernesto Laclau, quien propone
revisar la relación entre el individuo y la estructura, argumentando que el sujeto no está
determinado, sino que se constituye a través de sus experiencias y su interacción con la
estructura social.
Se explora la propuesta de Laclau de reconsiderar la relación entre el individuo y la estructura
social, destacando que el sujeto no es externo a la estructura, sino que está intrínsecamente
relacionado con ella. Se argumenta que la realidad no es un conjunto estático de hechos, sino
que está en constante cambio y adquiere significado a través de la interacción humana y la
interpretación de las experiencias. Se ilustra esta idea con un ejemplo de interpretaciones
psicológicas divergentes sobre la conducta de un niño que imita comportamientos televisivos.
Se plantea un ejemplo contemporáneo relacionado con la docencia en Argentina en 1995, donde
se discute la propuesta de establecer una escala de sueldos docentes basada en la productividad.
Se destaca que la percepción sobre esta propuesta varía según el contexto y las condiciones
laborales, sugiriendo que el sentido de una medida no solo depende de su contenido, sino
también del contexto en el que se implementa.
Se argumenta que el sujeto se constituye en relación con las estructuras sociales, pero no está
completamente determinado por ellas. Se discute la capacidad del sujeto para atribuir
significados al mundo y tomar decisiones, señalando que estas decisiones no siempre son
racionales ni conscientes, pero contribuyen a la formación del sujeto.
Se presenta el caso de Jesualdo, un maestro de la década del 30, quien enfrenta a un grupo de
alumnas con bajo rendimiento y falta de interés en la escuela. Jesualdo opta por abordar el
problema desde una perspectiva diferente, cuestionando el sistema de clasificación escolar y
proponiendo un nuevo enfoque que permite a las alumnas desarrollar habilidades antes no
trabajadas. Se destaca la capacidad de Jesualdo para actuar en las fallas de las estructuras y
generar nuevas posibilidades para sus estudiantes.
Se introduce la idea de que el sujeto es la distancia entre la decisión y una estructura sobre la
cual no se pueden tomar decisiones. Se recurre al ejemplo de las letras "B" para ilustrar cómo la
identidad está determinada tanto por lo que es el sujeto en sí como por el lugar que ocupa en la
estructura social. Se argumenta que esta tensión entre lo que uno es y el lugar que ocupa no se
resuelve fácilmente, destacando la importancia de comprender cómo se constituyen los sujetos
en diferentes contextos y situaciones.
El Sujeto en las Redes de Experiencias
Se ilustra la manera en que el sujeto se constituye en relación con las experiencias y las
situaciones específicas. Se plantea un ejemplo donde un soldado debe decidir si dispara o no a
un miembro del IRA, destacando que la misma persona puede ser percibida de manera diferente
dependiendo del contexto. Se argumenta que las experiencias escolares también influyen en la
construcción del sujeto, ya que la institución enfatiza ciertos aspectos de la identidad del
estudiante.
Se discute la importancia de comprender al sujeto en su totalidad y no solo como un estudiante
o un alumno, ya que esto afecta la forma en que se diseñan las prácticas educativas. Se contrasta
la enseñanza individualizada con una pedagogía que considera las necesidades individuales de
cada estudiante, planteando que la didáctica debe moverse en el espacio de la tensión entre estas
dos perspectivas.
Se explora el concepto de experiencia según John Dewey, quien propone una visión más amplia
que va más allá de las vivencias individuales. Se destaca que la experiencia no solo se realiza
sobre objetos particulares, sino que también genera una comprensión general y una capacidad
organizada para la acción. Dewey vincula el hacer y el pensar, argumentando que la experiencia
está influenciada por una red de conceptos previos que dan significado a nuestras vivencias.
Se enfatiza que el sujeto se entiende como una red de experiencias donde se unen modos de ver
el mundo y modos de actuar sobre él. Se hace referencia a Oscar Wilde para ilustrar cómo
nuestras experiencias y errores influyen en nuestra percepción y comportamiento.
Sujeto, Poder y Deseo
Se analiza la construcción de la experiencia y la subjetividad en relación con las redes de poder.
Se destaca que estas relaciones no son uniformes, algunas visiones se imponen como legítimas
mientras que otras son marginadas o reprimidas. Se introduce la obra de Michel Foucault, quien
plantea que el sujeto es la intersección entre los actos que deben ser regulados y las reglas
impuestas. Se cuestiona la noción de un sujeto autónomo y se argumenta que las experiencias
están atravesadas por las relaciones de poder.
Se explora el papel del deseo en la construcción del sujeto. Se argumenta que el deseo es una
fuerza constante que nunca se satisface por completo y que impulsa nuevas redes de
experiencias. Se plantea que la insatisfacción es inherente a la condición humana y que la
satisfacción completa del deseo equivaldría a la muerte del sujeto. Se ejemplifica cómo la
adaptación total al deseo del otro en una relación amorosa puede extinguir el deseo mismo.
Se discute la tensión entre el poder y el deseo en la construcción de la experiencia. Se
argumenta que el sujeto se encuentra en una lucha constante entre obedecer las normas
impuestas por el poder y excederlas a través del deseo. Se destaca que las identidades son
provisionales y relacionales, definidas por la interacción entre el yo y las estructuras sociales. Se
cuestiona la noción de un sujeto cartesiano autónomo y se plantea que la identidad
contemporánea está en constante confrontación y cambio.
Los Sujetos Educativos Hoy
Se reflexiona sobre las identidades de los sujetos educativos contemporáneos en Argentina en
1995. Se destaca que durante dos siglos las identidades educativas estuvieron marcadas por la
cultura escolar, que buscaba redimir a la población de la ignorancia o la barbarie. La educación
moderna negaba las culturas preexistentes y se basaba en la construcción de una nueva identidad
en la escuela.
Se mencionan figuras históricas como Manuel Belgrano y Sarmiento, quienes tenían la visión
de formar nuevos sujetos sociales a través de la educación escolar. Sin embargo, se reconoce
que la construcción de estas identidades sociales encontró dificultades en la realidad, ya que las
personas tejían sus experiencias desde múltiples lugares. Se señala que la escuela intentaba que
los alumnos olvidaran sus culturas originales para adoptar la identidad escolar.
Se cuestiona la primacía de la escuela en la definición de las identidades sociales y se destaca
que esta primacía se ha roto. Se menciona que los maestros ahora son vistos como trabajadores
y que los cambios profundos en las identidades de los niños y adolescentes han dejado a las
escuelas argentinas con dificultades para conectarse con ellos. Se señala que la escuela ya no
promete futuros mejores y que muchos estudiantes la ven como una amenaza a la identidad que
están adquiriendo fuera de la escuela.
Se plantea el desafío de la escuela para adaptarse a las nuevas identidades de los estudiantes. Se
menciona que la escuela todavía habla del "niño" y del "adolescente", identidades que han
cambiado de lugar en la sociedad. Se cuestiona si los adolescentes estarán dispuestos a
permanecer sentados durante horas en la escuela, considerando las representaciones mediáticas
de la adolescencia como una etapa sin problemas. Se concluye que la legitimidad de la escuela y
su cultura está en crisis en la sociedad contemporánea.
Se destaca que en las sociedades contemporáneas se observa una fractura de las autoridades
tradicionales. Se menciona el caso de la Iglesia Católica, donde, a pesar de que el Papa conserva
una autoridad espiritual, muchos católicos, incluidos altos prelados, han asumido posiciones
individuales sobre temas como el uso de preservativos, el aborto o la homosexualidad. Se
muestra cómo la serie española "Ay, Señor, Señor" refleja las nuevas formas de abordar la tarea
pastoral en la sociedad actual, donde emergen nuevas interpretaciones del dogma católico en
función de las nuevas experiencias.
Se menciona que las autoridades tradicionales, como las de padres sobre hijos, maestros sobre
alumnos y gobernantes sobre gobernados, han cambiado, lo que a menudo se percibe como una
crisis. Se señala que muchas personas educadas bajo estas autoridades no se integran fácilmente
a esta nueva situación y expresan quejas sobre el ruido de las discotecas o la juventud "perdida".
Se destaca que estos cambios generan argumentos gerontocráticos y críticas culturales más
profundas sobre los valores y la era que se avecina.
Se describe cómo estas transformaciones afectan a las identidades educativas y docentes. Se
menciona que los docentes han visto su identidad afectada por la sindicalización docente y las
condiciones de trabajo precarias, lo que llevó a importantes huelgas en la década de 1980. Se
indica que las imágenes sobre los docentes se han fracturado, y ahora se los ve tanto como
sospechosos de no querer trabajar como figuras públicas que enfrentan la crisis educativa. Se
destaca que la identidad docente se conforma también en el aula, donde se observa una
conceptualización estereotipada de la adolescencia por parte de los docentes, lo que puede
influir en las respuestas de los estudiantes.
Se señala que otra forma de descalificación puede surgir de la propia propuesta escolar. Se
menciona un ejemplo donde los adolescentes se sienten subestimados al recibir lecciones
simplistas sobre cómo ordenar carpetas en un comercio, lo que perciben como una pérdida de
tiempo y una muestra de falta de respeto hacia su inteligencia. Mientras tanto, se destaca que la
cultura adolescente y juvenil ha ganado fuerza con el tiempo, donde los jóvenes han obtenido
independencia económica y social, ya sea a través de cambios en la gestión familiar del dinero o
mediante empleos mal remunerados en la industria de la comida rápida o como cadetes. Se
menciona que los jóvenes han pasado a ser íconos del consumo y la independencia económica,
aunque esto no siempre se traduce en una independencia simbólica real, ya que muchas
subculturas adolescentes se conforman alrededor del consumo estandarizado.
Se observa una brecha entre la cultura juvenil y la educación escolar, donde los docentes tienden
a desconocer o desvalorizar la sociabilidad y la cultura juvenil, mientras que los jóvenes valoran
principalmente la escuela como un lugar de encuentro con sus pares. Esta discrepancia dificulta
el compromiso y la participación de los jóvenes en el proceso de aprendizaje.
Se plantea la pregunta sobre si aún se puede sostener una imagen monolítica de la infancia. Se
menciona la variedad de experiencias infantiles tanto dentro como fuera de la escuela, como los
niños de la calle, aquellos que trabajan, participan en actividades extracurriculares o tienen
acceso a la tecnología en casa. Se señala que estas diferencias han aumentado desde la década
de 1980, pero aún no se han tenido suficientemente en cuenta en el ámbito educativo. Se destaca
la necesidad de considerar estas diversidades para una educación más inclusiva y efectiva.
Se aborda la dificultad que enfrenta la escuela para establecer un diálogo efectivo entre las
experiencias de los jóvenes y los docentes, lo que se atribuye a varios factores, incluyendo la
sospecha sobre la cultura contemporánea y la brecha entre las experiencias escolares y
culturales. Además, se señala que la crisis no afecta solo a la escuela, sino también al sujeto
moderno en su totalidad, con algunos autores argumentando que el concepto mismo de sujeto
está en crisis y se está disolviendo.
Sin embargo, se propone que en lugar de abandonar la tarea, se debería reconsiderar la
construcción de identidades, reconociéndolas como provisionales y relacionales. Se destaca que
la escuela no solo transmite conocimientos estáticos, sino que también es un lugar donde
circulan saberes que se transforman a través de nuevas experiencias, incluida la escolar. Se
resalta la importancia creciente de otras experiencias fuera de la escuela, como la cultura
juvenil, que cada vez tienen más influencia y son más difíciles de ignorar.
Se plantea la posibilidad de que las identidades sociales articulen la identidad escolar en lugar
de al revés, lo que implica una revisión del papel del alumno y una consideración más amplia de
las complejidades psicológicas y sociales en el proceso educativo. Se sugiere que la crisis actual
puede llevar a una acción más realista y menos moralista por parte de la escuela, que se adapte a
los cambios en la sociedad y contribuya a la formación de sujetos capaces de enfrentar los
desafíos contemporáneos con capacidad crítica y resolutiva. Se plantea el desafío de si la
escuela puede proporcionar experiencias que fomenten la formación de estos sujetos en
evolución.

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