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Ejemplo:

En la antigüedad, los derechos y obligaciones del trabajador variaban según la civilización y el


contexto histórico. En la Antigua Roma, por ejemplo, los trabajadores se dividían en diferentes
niveles sociales, cada uno con distintos derechos y responsabilidades laborales. Tres diferencias
significativas entre los derechos laborales en la Antigua Roma y la situación actual en Bolivia
podrían ser:

Acceso a la Justicia Laboral: En la Antigua Roma, los trabajadores de diferentes niveles sociales
tenían acceso desigual a la justicia laboral. Los esclavos, por ejemplo, tenían pocos o ningún
derecho legal, mientras que los ciudadanos romanos libres tenían más protecciones legales. En la
actualidad en Bolivia, la legislación laboral garantiza derechos laborales básicos para todos los
trabajadores, independientemente de su posición social, y existen mecanismos legales para
resolver disputas laborales.

Protección Social y Beneficios Laborales: En la Antigua Roma, los trabajadores de niveles sociales
más altos podían tener acceso a ciertos beneficios y protecciones, como pensiones, mientras que
los trabajadores de niveles más bajos, como los esclavos, carecían de tales beneficios. En
contraste, en Bolivia contemporánea, se han establecido leyes y regulaciones que garantizan
beneficios laborales mínimos para todos los trabajadores, como seguro de salud, vacaciones
pagadas y seguridad social.

Movilidad Laboral y Oportunidades de Avance: En la Antigua Roma, la movilidad laboral y las


oportunidades de avance estaban fuertemente influenciadas por el estatus social. Los esclavos rara
vez tenían la posibilidad de cambiar su situación laboral, mientras que los ciudadanos romanos
libres tenían más opciones para cambiar de profesión o mejorar su estatus. En la actualidad en
Bolivia, se promueve la igualdad de oportunidades laborales y se prohíbe la discriminación laboral,
lo que significa que los trabajadores tienen más libertad para elegir y cambiar de trabajo según sus
habilidades y preferencias, independientemente de su origen socioeconómico.

Estas diferencias ilustran cómo han evolucionado los derechos laborales a lo largo del tiempo,
desde las sociedades antiguas hasta el contexto contemporáneo en Bolivia, donde se busca una
mayor igualdad y protección para todos los trabajadores. (Mi opinión)
En la antigüedad, los derechos y obligaciones de los trabajadores variaban significativamente
dependiendo de la sociedad y la época específica. Sin embargo, puedo ofrecerte una visión general
de cómo se concebían estos aspectos en algunas de las civilizaciones antiguas más importantes:

Antiguo Egipto: En el antiguo Egipto, la mayoría de las personas trabajaban en la agricultura, la


construcción o en los servicios del gobierno. Los trabajadores solían ser bien tratados y recibían un
salario justo, aunque los esclavos no tenían derechos laborales significativos.

Antigua Grecia: En la antigua Grecia, los trabajadores libres disfrutaban de ciertos derechos y
protecciones, aunque el concepto de trabajo asalariado moderno no existía en la misma forma que
hoy en día. Los esclavos, por otro lado, carecían de derechos laborales básicos.

Antigua Roma: En la antigua Roma, los derechos y obligaciones laborales estaban definidos
principalmente por el estatus social. Los ciudadanos romanos libres tenían ciertos derechos
laborales, pero los esclavos carecían de libertad y protección laboral.

Edad Media: Durante la Edad Media en Europa, el sistema feudal dominaba y las relaciones
laborales estaban altamente estructuradas en torno a las obligaciones entre señores y siervos. Los
siervos trabajaban en las tierras de los señores y recibían protección, pero también estaban
obligados a trabajar en ciertas condiciones y a pagar tributos.

En resumen, en la antigüedad, los derechos y obligaciones laborales variaban según el estatus


social y la situación específica de cada individuo, y en muchos casos, los trabajadores carecían de
las protecciones laborales que hoy se consideran básicas. (Mi opinión)
Entendido. Aquí te presento tres diferencias entre los derechos que se tenían en la Antigua Roma
de acuerdo a los niveles sociales y su relación con la situación actual en Bolivia:

Ciudadanía y Participación Política:

En la Antigua Roma, la ciudadanía confería una serie de derechos y privilegios, como el derecho a
votar en las asambleas y el derecho a ocupar cargos públicos. Sin embargo, estos derechos estaban
reservados principalmente para los hombres libres y no se extendían a los esclavos ni a las
mujeres.

En la actualidad en Bolivia, la ciudadanía se considera un derecho fundamental para todos los


ciudadanos, independientemente de su género o estatus social. La Constitución boliviana garantiza
el derecho al voto y la participación política para todos los ciudadanos mayores de edad, sin
discriminación por motivos de género, raza o clase social.

Derechos Laborales:

En la Antigua Roma, los trabajadores libres tenían ciertos derechos laborales, como el derecho a
recibir un salario justo y a ser protegidos de abusos por parte de sus empleadores. Sin embargo,
estos derechos no se extendían a los esclavos, que carecían de libertad y protección laboral.

En la actualidad en Bolivia, existen leyes laborales que protegen los derechos de los trabajadores,
incluyendo el derecho al salario mínimo, a un ambiente laboral seguro y saludable, y a la
negociación colectiva. Estos derechos se aplican a todos los trabajadores, independientemente de
su estatus social.

Derechos de la Mujer:

En la Antigua Roma, las mujeres tenían roles sociales y derechos limitados en comparación con los
hombres. No tenían derecho a votar, ocupar cargos públicos o participar en la vida política de la
misma manera que los hombres.

En la actualidad en Bolivia, la Constitución reconoce la igualdad de género y garantiza los derechos


de las mujeres en todas las esferas de la vida social, política y económica. Las mujeres tienen
derecho a votar, a ocupar cargos públicos y a participar plenamente en la vida política y cívica del
país. Además, existen leyes específicas que protegen a las mujeres contra la discriminación y la
violencia de género. (Mi opinión)
ORIGEN Y ANTECEDENTES DEL DERECHO LABORAL

La historia del derecho laboral no es tan antigua como la del trabajo, esta última existe desde que
el hombre comenzó a trabajar para satisfacer sus necesidades básicas. Durante muchos años
fueron varias las culturas que implementaron el esclavismo como medio de dominación.

Los primeros vestigios del derecho laboral aparecieron en la antigua Roma, donde los empleadores
tenían ciertas obligaciones frente a sus trabajadores (como garantizarles techo y comida) que a su
vez juraban fidelidad a su dueño. Tras la caída de este Imperio y en la Edad Media se comenzó a
pensar en el trabajo como una actividad social y a tomar dimensión de su importancia.

El cambio significativo en la forma de abordar la temática del trabajo se dio a partir de la


Revolución Industrial, punto de partida para la toma de conciencia de que la riqueza no se
obtendría solamente de la tierra. La industrialización expuso a los trabajadores a condiciones de
trabajo riesgosas e insalubres.

La Revolución Francesa y el posterior liberalismo económico postularon que al trabajador debía


pagársele lo necesario para que pudiera vivir, pero sin dejar de ser el mercado el asignador natural
de recursos. La alternativa que surgió fue el marxismo, que exigía una abolición del modo
capitalista y reclamó por los derechos laborales para los trabajadores.

En este período se gestó una conciencia de clase trabajadora, dando inicio a las primeras huelgas y
a la formación de sindicatos. Las primeras leyes laborales surgieron a fines del siglo XIX (ley del
seguro de enfermedad, ley de accidentes de trabajo). En mayo de 1886 trabajadores
norteamericanos realizaron una huelga para reducir a ocho horas la jornada laboral, así se
estableció el 1 de mayo como el Día Internacional del Trabajo.

En 1919 se creó la Organización Internacional del Trabajo cuyo objetivo era proteger y promover
los derechos del trabajo. El derecho al trabajo fue reconocido como un derecho básico de todas las
personas en la Declaración de los Derechos Humanos, documento proclamado por la Asamblea
General de las Naciones Unidas en 1948.

Fuentes del derecho laboral

Las fuentes del derecho son todas aquellas normativas y resoluciones que contribuyeron a crear el
conjunto de normas que forman el derecho laboral. Entre las más significativas están:

 Constitución. Formada por derechos civiles entre los que está el derecho al trabajo.
 Tratados Internacionales. Convenios entre países y organizaciones para regular de manera
conjunta la normativa laboral.
 Leyes. Disposiciones legales que regulan las condiciones y relaciones de trabajo.
 Decretos. Contenidos normativos que deben ser cumplidos por todos los ciudadanos.

Características del derecho laboral

 Dinámico. Está en constante evolución de acuerdo a los procesos socioeconómicos que


vive cada país.
 Social. Apunta a representar el interés general, pero también es un derecho profesional,
porque se ocupa de las personas que ejercen alguna profesión o trabajo.
 Expansivo. Nació con competencias muy bajas que se fueron actualizando y continúan
haciéndolo.
 Autónomo. Forma parte del derecho positivo, pero tiene una normativa propia.
 Específico. Trata sobre deberes y derechos, pero se restringe a las relaciones de trabajo.
Una de las grandes limitaciones del derecho laboral es que alcanza únicamente al empleo
formal. Es deber de cada estado aplicar sanciones frente al trabajo no registrado y alentar
el trabajo formal mediante incentivos.

Principios del derecho laboral

Los principios del derecho laboral son las pautas e ideas esenciales sobre las que se basa y sustenta
la norma, fundamentales para garantizar el orden jurídico y sirven como guía para todo aquel que
quiera o necesite interpretarla.

 Principio protector. Es el principio fundamental del derecho laboral que implica la defensa
de la parte más vulnerable en una relación laboral (el trabajador). Está regido por tres
normas principales: regla de la norma más favorable (en el caso de concurrencia de dos o
más normas se debe aplicar aquella que más favorezca al trabajador), regla de la condición
más beneficiosa (una nueva norma no puede empeorar las condiciones de un trabajador),
regla in dubio pro operario (ante una norma que posea dos o más interpretaciones se debe
aplicar la que más beneficie al trabajador).
 Principio de irrenunciabilidad de derechos. Implica que ningún trabajador puede renunciar
a los derechos básicos laborales como: descanso y vacaciones pagas, organización sindical
libre, acceso a condiciones de trabajo dignas, entre otros.
 Principio de continuidad de relación laboral. Implica que el contrato que se firma entre
empleador y empleado es de duración prolongada, ya que supone que el trabajo es la
principal fuente de ingreso del trabajador.
 Principio de la primacía de realidad. Implica que ante la discrepancia entre los hechos que
ocurren en la realidad y lo que está asentado en documentos, prevalece aquello que se
basa en los hechos.
 Principio de razonabilidad. Implica la utilización de la razón y el sentido común a la hora de
aplicar las normas en el ámbito laboral.
 Principio de buena fe. Implica actuar de manera recta y honrada en toda relación laboral.
Este principio está presente en todas las ramas del derecho.

Sujetos del derecho laboral

En el ámbito del derecho se considera sujeto a toda persona física o jurídica a la que se le imputan
derechos y obligaciones.

 Trabajador. Persona física que presta a otra un trabajo subordinado.


 Empleador. Persona física que contrata los servicios de una o varias personas.
 Intermediario. Persona que interviene en la contratación de una o varias personas para
que presten servicios a un patrón.
 Empresa. Entidad económica que produce o distribuye bienes o servicios.
 Sindicato. Asociación integrada por trabajadores para la defensa de sus derechos.

Contrato de trabajo

El contrato de trabajo es el acuerdo que se da entre un trabajador y su empleador y se detalla en


un documento legal. En el contrato el trabajador se compromete a realizar un trabajo a cambio de
una remuneración.

Un contrato puede ser individual, cuando se establece entre un trabajador y un patrón; o colectivo
cuando las condiciones del contrato se negocian entre una agrupación de trabajadores o sindicato
y un empleador.

Los contratos de trabajo suelen incluir ciertos elementos:

 Remuneración. Se refiere al pago que recibe el trabajador periódicamente. Son muchos los
países en los que existe el salario mínimo, que hace que esta negociación no esté sujeta
únicamente a las leyes del mercado.
 Jornada laboral. Se refiere a la cantidad de horas que se trabajará. En la mayoría de los
países se estableció una jornada máxima de ocho horas diarias.
 Vacaciones. Se refiere a una cantidad de días al año en los que el empleado no irá a
trabajar, pero no dejará de recibir su paga.
 Condiciones de trabajo. Se refiere a algunos requerimientos básicos que debe tener todo
entorno laboral: ambiente saludable, herramientas de trabajo disponibles, control de los
factores de riesgo. (Equipo editorial, 2022)

1. EL CIUDADANO ROMANO.

La ciudadanía romana aparece con la fundación de la ciudad el 753 a.C. La Roma primitiva es una
monarquía en la que el reconocimiento de la ciudadanía se limita a los patricios, que son los
hombres mayores de 17 años que participan militar y financieramente en la ciudad.

La República (a partir de 504 a.C.) inaugura, bajo influencia ateniense, un cambio en las
instituciones políticas que conlleva una modificación en la ciudadanía. El rey primitivo es sustituido
por dos magistrados, los cónsules, que constituyen un poder ejecutivo, evitando así, que el poder
recaiga en una sola persona como en los tiempos de la monarquía. En la ser ciudadano, a
diferencia del período anterior, significa velar por la res publica, por la "cosa pública", en definitiva:
por el bien común.

La república romana no es una democracia. Aunque a Roma le corresponde el mérito de extender


el status de ciudadano a una gran parte de la población, estos no son ciudadanos activos. Porque,
aunque todo hombre libre nacido en Italia a partir del siglo II a.C. es considerado ciudadano
romano no puede participar activamente en política ya que la ciudadanía creada por Roma se
caracteriza por la creación de status diferenciados de ciudadanía. La participación política basada
en un sistema censitario y en la manipulación electoral lleva a una progresiva aristocratización de
la república romana. Esta ciudadanía aristocrática constituye una elite que supone el fin de la
república y el triunfo del imperio.
Con el imperio vuelve un sistema político que se rige por unos intereses personales, familiares o
dependientes de otros vínculos que están sobre el bien común, tal y como defendía la república,
aunque fuera sólo teóricamente. (ub)

1.1 MOVIMIENTOS SOCIALES Y PARTICIPACIÓN POLÍTICA EN BOLIVIA

En los últimos años se han modificado las pautas de participación política en Bolivia debido al
protagonismo del movimiento campesino e indígena que respalda al gobierno de Evo Morales. El
despliegue del proyecto político del MAS implica un proceso de transición estatal que comporta
una ampliación de la ciudadanía y de las instituciones democráticas.

Un rasgo peculiar de la política boliviana es el protagonismo de los movimientos sociales, un


protagonismo acrecentado desde principios de la década pasada y que acompaña las
transformaciones políticas que se condensaron en la aprobación de una nueva Constitución
Política del Estado en enero de 2009 que modifica la trama normativa de la participación política y
de la ciudadanía. Un aspecto novedoso que caracteriza este proceso es el peculiar lazo que existe
entre el partido de gobierno y los sindicatos campesinos y obreros y varias organizaciones
populares, entre las que se destacan los pueblos indígenas. Una relación que presenta distintas
fases, donde entran en juego combinaciones y tensiones entre autonomía, colaboración y
cooptación en el transcurso de la primera gestión gubernamental de Morales (2006-2009) y
adquirió nuevas connotaciones en su segunda gestión presidencial (2010-2014).

La autonomía respecto del Estado es un elemento central de la cultura sindical, que proviene del
origen contestatario del proletariado minero desde los años cuarenta del siglo pasado y que se
extendió a otras organizaciones de la sociedad civil como modalidad organizativa dominante. En
algunas circunstancias de la historia política, se produjeron situaciones de colaboración entre
sindicatos y Estado que adoptaron la forma de cogobierno: entre 1952 y 1954, los primeros años
de la revolución nacionalista; en 1970, bajo un gobierno militar de izquierda; y entre 1983 y 1984,
en los inicios del primer gobierno de la transición democrática. El movimiento obrero,
particularmente el proletariado minero, fue un actor decisivo en estas experiencias y desde la
década de 1970 el movimiento campesino asumió una importancia similar. Por su parte, diversos
gobiernos desplegaron acciones de cooptación o control de las organizaciones sindicales para
instrumentar su comportamiento con fines electorales y también para resolver conflictos con
sectores opositores, como ocurrió entre 1952 y 1976 con los sindicatos campesinos, inclusive bajo
una alianza con gobiernos militares, con rasgos de heteronomía.

Es decir, el vínculo entre Estado, gobierno y movimientos sociales, así como la presencia de
organizaciones sindicales en la arena política, tiene vastos antecedentes en la historia política del
país y esos elementos forman parte del actual proceso político con sus obvias peculiaridades. A
partir de un análisis de las relaciones entre organizaciones sociales y partido en el seno del
oficialismo, evaluaremos las nuevas pautas de participación política y la ampliación de la
ciudadanía.

El MAS y los movimientos sociales: una coalición original

Desde el arribo de Morales a la presidencia, los sindicatos campesinos y las organizaciones


indígenas, junto con otros sectores populares como colonizadores, cooperativistas mineros,
mujeres campesinas e indígenas, obreros, jubilados y juntas de vecinos conformaron nuevas
modalidades de organización y movilización en apoyo al gobierno del MAS y su proyecto político.
Esta participación en la esfera política expresa también una transformación en las elites, con la
masiva presencia de dirigentes sindicales, sobre todo campesinos e indígenas, en las instancias de
representación y de gobierno a escala nacional y subnacional. Este resultado es parte de un
proceso que tiene como hitos centrales a las victorias electorales del MAS en las elecciones de
2005 y 2009 y tiene como antecedente, a mediados de los años noventa, la determinación del
sindicalismo campesino para conformar un “instrumento político”.

Se trata de una compleja relación entre partido de gobierno y organizaciones populares, porque
existe una tensión entre autonomía (sindical) y cooptación (gubernamental), que se caracteriza por
una recíproca influencia y colaboración que varía de acuerdo a los temas de la agenda política
nacional y que adquirió contornos más complejos a fines de diciembre de 2010 –un año después
de la reelección de Morales– que ponen en cuestión la hegemonía labrada por el MAS en cinco
años de supremacía política y directriz sobre los movimientos sociales.

En el discurso gubernamental se sostiene una discutible tesis acerca del protagonismo excluyente
de los movimientos sociales en el proceso político de toma de decisiones y la irrelevancia del
sistema de partidos. Una idea reforzada a partir de la obtención del control oficialista en las dos
cámaras de la Asamblea Legislativa Plurinacional, merced a su victoria electoral en diciembre de
2009, y del control de la mayoría de los gobiernos departamentales y municipales autónomos
conformados mediante voto en abril de 2010. Esa tesis es reiterada por algunos voceros del
gobierno, como el vicepresidente del Estado, Álvaro García Linera, quien señala que “la clave del
momento es la política de los movimientos sociales, que va más allá del Estado, pero que necesita
también al Estado”, y que el desafío es cómo construir el Estado desde los movimientos sociales (La
Razón, 18/3/2011). Esta tesis refuerza la confusa noción de “gobierno de los movimientos sociales”
que también es utilizada por el discurso oficialista para caracterizar su estilo de gestión y ha sido
motivo de diversas interpretaciones. En este trabajo no abordamos el debate en torno a esta
caracterización porque constituye un falso problema. Nos interesa analizar las relaciones entre el
partido de gobierno y las organizaciones sociales, para evaluar los cambios en la democracia y en
las pautas de participación política como parte de un proceso de institucionalización de las
prácticas y demandas de los movimientos sociales, en particular, los campesinos e indígenas.

A partir de estos criterios analizaremos las modalidades de imbricación entre partido de gobierno y
movimientos sociales, prestando atención a dos entidades que desempeñaron importantes
papeles en diversas circunstancias: el Pacto de Unidad en el seno de la Asamblea Constituyente
realizada entre 2006 y 2007, y la Coordinadora Nacional por el Cambio (CONALCAM) durante el
transcurso de la primera gestión gubernamental de Morales, como fuerza de presión en
situaciones de conflicto y base de apoyo electoral para la aprobación de la nueva Constitución
Política del Estado y la reelección. Sin embargo, a fines de 2010, al cumplirse el primer año de la
segunda gestión gubernamental del MAS, se produjo una inflexión en este vínculo, porque se
dieron las primeras protestas populares contra el Gobierno. Diversos sectores sociales –incluyendo
sindicatos afines al MAS– y en regiones consideradas sus bastiones electorales manifestaron su
descontento ante una medida gubernamental que incrementó el precio del combustible,
provocando una ola especulativa en los precios de alimentos y tarifas de transporte. La medida fue
promulgada el 26 de diciembre y, debido a la reacción popular, fue derogada en vísperas de Año
Nuevo. Este evento no solamente provocó un evidente menoscabo en la popularidad de Morales y
su gobierno, sino que también puso en evidencia los límites del poder de un partido de gobierno
que tiene como sello peculiar su lazo con movimientos sociales y muestra las tensiones,
precisamente, entre autonomía, colaboración y cooptación. (Mayorga, 2011)

2. LA VIDA LABORAL EN ROMA: ¿QUÉ CONSIDERACIÓN TENÍAN LOS TRABAJADORES?

El trabajo ha sido una necesidad humana desde el amanecer de los tiempos. Mujeres y hombres se
han visto en la necesidad de trabajar para subsistir y mejorar sus condiciones de vida. Hoy
concebimos el trabajo como una dignidad y un derecho fundamental, pero hay que recordar que
esto no siempre ha sido así, porque en las sociedades grecolatinas progresivamente se incubó un
sentimiento de desprecio hacia el trabajo en general y, especialmente, hacia el trabajo manual y
retribuido.

La causa principal de ese sentir negativo hacia el trabajo fue la existencia de la esclavitud y su
integración en la estructura económica de muchos pueblos. La tenencia de uno o varios esclavos
suponía para sus dueños disponer de una mano de obra numerosa, forzosa y gratuita, así como la
ventaja de excluir el trabajo de sus condiciones de vida.

A los esclavos les fueron reservadas las tareas físicas más duras, las actividades manuales, aunque
también hubo esclavos dedicados a otras tareas más intelectuales, como la enseñanza, la
medicina, etc., las denominadas profesiones liberales.

Al mismo tiempo, filósofos e intelectuales como Platón, Sócrates y Cicerón fomentaron entre las
clases altas la idea de que el trabajo era un “dolor”, un “castigo”, algo que era propio, por tanto, de
los esclavos.

Profesiones manuales e intelectuales (o liberales)

Del pensamiento griego procede también la distinción entre “profesiones manuales” y


“profesiones intelectuales o liberales” (studia liberalia), una clasificación que Cicerón llevó a la
praxis laboral romana, rechazando la mayor parte de las actividades de los comerciantes, usureros,
artesanos y, en general, de todos aquellos que recibían un salario por sus esfuerzos y no por sus
talentos (actividades inliberales et sordidi). Por el contrario, ensalza la agricultura y otras
profesiones que denominan “sabias” o “liberales”, como la medicina, la arquitectura o la
enseñanza.

La jurisprudencia romana también se hizo eco de esta clasificación, que por otro lado fue
modificándose al compás de los tiempos: trabajos antiguamente considerados indignos pasaron a
tener un reconocimiento social mucho más positivo. El jurista Ulpiano enumera una serie de
profesiones consideradas un ars o pertenecientes a los studia liberalia, pero lo hace desde un
punto de vista jurídico-económico, en función de la forma de percibir la retribución por sus
servicios.

Por regla general, los trabajadores intelectuales recibían unos honorarios (honorarios) por el
trabajo realizado, mientras que los trabajadores manuales percibían una merces (renta, que aquí
sería el equivalente de un salario o salario), en función de la forma contractual con la que se
hubiera formalizado el acuerdo de trabajo. Por el hecho de recibir una merces en las fuentes los
trabajadores aparecen denominados mercennarii (trabajadores manuales, no especializados,
asalariados, de donde procede el vocablo “mercenario”).

El trabajo en el campo

De todas las ocupaciones del Mundo Antiguo, en Roma la agricultura fue siempre considerada la
más digna y provechosa. No puede olvidarse que fue la actividad económica principal entre los
antiguos y Roma fue, durante siglos, una comunidad de agricultores.

Catón el Viejo recordaba, en el prefacio de su tratado De Agri Cultura, que al hombre de bien los
antiguos lo llamaban “buen agricultor”, considerándolo el mayor elogio. Y Cicerón, entre los oficios
dignos, enumeraba en primer lugar la agricultura. Sin embargo, la coyuntura de la esclavitud
desvirtuó la práctica de este noble oficio. Los esclavos, desde el siglo II aec, fueron desplazando
progresivamente a los hombres libres de las explotaciones agrícolas.

La Medicina

Los médicos fueron apreciados en Roma, pero no en todas las épocas. Procedentes de Grecia, cuna
de la Medicina, muchos de ellos llegaron inicialmente en calidad de esclavos a finales del siglo III
aec, aunque ejercieron posteriormente su profesión unos como libertos y otros como hombres
libres.

Por Catón sabemos que no eran apreciados en su tiempo (s. II aec) y despertaban escasa simpatía
en la sociedad de la época. A través de Plinio sabemos que llegó incluso a prohibir a su hijo todo
contacto con médicos: “interdixi tibi de medicis”.

En el siglo I aec, Cicerón considera ya la Medicina un ars . Sus servicios eran muy valorados en
Roma y, además, remunerados, salvo que fueron libertos y estuviesen ligados por el derecho de
patronato. Durante la época imperial se incrementó notablemente su prestigio social y llegaron a
ser receptores de numerosos privilegios, como la concesión de la ciudadanía romana y la exención
de impuestos.

Las profesiones jurídicas

En Roma existieron dos profesiones jurídicas: la de los juristas, que impulsaron el nacimiento de la
jurisprudencia romana (iurisprudentia), y la de los abogados (advocati), que se dedicaban al
ejercicio práctico del Derecho.

Los primeros fueron los artífices del brillante desarrollo de las instituciones jurídicas, crearon
Derecho y asesoraban a magistrados y particulares. Los abogados eran peritos en Derecho y se
encargaban de la representación procesal de sus clientes. Ambas profesiones fueron muy
valoradas en Roma en todo momento.

la educación

La enseñanza fue una actividad que durante mucho tiempo estuvo ceñida al ámbito doméstico: la
madre los primeros años y luego el padre se encargaban de la formación de sus hijos. Cuando
Roma entró en contacto con el mundo griego, la educación se confió a esclavos y libertos
procedentes de esta cultura, de modo que el reconocimiento social que tenían los profesores era
escaso como consecuencia de su condición civil.
Más adelante, el interés por la cultura superó los antiguos prejuicios, valorándose esta actividad.
Como los médicos, los profesores en la época imperial recibieron inmunidades y privilegios.

El trabajo de los artesanos.

Escasa consideración social tuvo casi siempre el trabajo de los artesanos. Con el término artifex
(artesano) se denominaban a los trabajadores que integraban la mayor parte de los oficios
tradicionales y conocidos, como pescadores, orfebres, sastres, cocineros, alfareros, etc., pero
también a otros que se dedicaban a actividades que hoy denominamos. artísticas, como la pintura
o la escultura.

Para Séneca, pintores y escultores no ejercían un arte liberal, sino un oficio servil, servidores del
lujo ajeno. Sin embargo, es obvio que el artesano se hallaba en posesión de un ars , gozaba de los
conocimientos técnicos y la habilidad necesaria para el desarrollo de su profesión y la elaboración
de manufacturas y obras de arte. Aun así, eran considerados simples trabajadores manuales,
mercenarios por el hecho de percibir un salario por sus servicios.

Finalmente, Constantino dictó en el año 337 una ley por la que hasta un total de cuarenta
profesiones quedaban eximidas del pago de ciertos impuestos o cargas económicas (pintores,
escultores, plateros, carpinteros, etc.), lo que en cierta medida era un reconocimiento. a su
trabajo. (Gómez, s.f.)

2.1. DERECHO AL TRABAJO

Al haberse aprobado la nueva Constitución Política del Estado, que establece claramente el
derecho al Trabajo Digno, con seguridad industrial, higiene y salud ocupacional, con una fuente de
trabajo y un salario justo para una existencia digna, prohibiendo toda forma de trabajo forzoso y
de explotación. Sin embargo, los trabajadores y los desocupados, vemos con preocupación la
situación crítica de los bolivianos por el deterioro permanente de la calidad de vida en nuestro
país.

Por tanto, no es casual que miles de trabajadores se vean forzados a migrar a otros países en busca
de una fuente de trabajo, con un costo social muy alto, como la desintegración familiar
(alcoholismo, drogadicción y delincuencia)

El gobierno actual, al no tener una política clara y concreta referida a la generación de empleos,
emiten disposiciones transitorias, como el D.S. de Bono Dignidad, Juancito Pinto, Juana Azurduy de
Padilla, que, si bien son medidas sociales importantes para determinados grupos vulnerables de
nuestra sociedad, lo cual significa que dejen de ser pobres o mejoren su calidad de vida, porque
sólo representan medidas paliativas y políticas.

Por tanto, considero que es importante que el gobierno ponga en práctica e implemente políticas
de desarrollo sostenible con una economía de nuevo enfoque que tenga como prioridad la
generación de empleos productivos, para eliminar toda forma de explotación y de esa manera
garantizar el empleo para los adultos del núcleo familiar. Los trabajadores y el movimiento sindical
en su conjunto históricamente hemos realizado una lucha frontal a los diferentes gobiernos
neoliberales de turno, exigiendo cambios estructurales y a la vez siendo propósitos, elevando
propuestas al Poder Ejecutivo como a la Asamblea Constituyente. Es preocupante y lamentable la
posición y el accionar que asume la Central Obrera Boliviana frente al Gobierno actual,
convirtiéndose en un aliado más y de esa manera dejando postergadas todas las reivindicaciones
socio-económicas de la clase trabajadora, como del pliego petitorio de la COB, aprobación de la
nueva Ley de Pensiones, incremento real de los salarios.

Por tanto, el movimiento sindical atraviesa una crisis orgánica al no respetar lo que establece el
estatuto orgánico de la COB, que señala la independencia sindical.

El reto que tenemos los trabajadores de contribuir al Estado es el de considerar a la población


sobre la cultura tributaria progresiva, la lucha contra el contrabando, la comercialización de la ropa
usada, y la revisión del Régimen Simplificado. (Ríos, 2009)

3. ¿ERAN CIUDADANAS LAS MUJERES DE LA ANTIGUA ROMA?

Una persona, un voto. Ésta es probablemente una de las descripciones más sucintas de una
democracia. De hecho, votar para elegir a unos representantes se ha convertido en uno de los
rituales que nos hacen sentirnos parte de una comunidad política. Sin embargo ¿es ciudadano una
persona que no vota?

La RAE define como ciudadana a toda persona que sea “considerada miembro activo de un Estado,
titular de derecho político y sometida a sus leyes”. A lo largo del siglo XIX y comienzos del XX, la
lucha política de hombres y mujeres sufragistas se centró en la consecución del derecho al voto,
porque éste se consideraba la llave maestra que daría paso a la igualdad entre hombres y mujeres.

Esta lucha política ha llevado a plantear incorrectamente, incluso hoy en día, que un ciudadano es
únicamente una persona que vota. Sin embargo, esto no es así, ni actualmente ni en otras épocas
históricas, y el caso de las mujeres de la antigua Roma lo pone de manifiesto. Ser ciudadano o
ciudadana va mucho más allá que votar en unas elecciones. Este dilema es crucial para entender la
historia de las mujeres.

¿Ejercer de ciudadanas?

En la antigua Roma se definía la ciudadanía como un estatus legal; un ciudadano o ciudadana tenía
unos derechos y deberes específicos, y se le aplicaban leyes diferentes a las de los no ciudadanos.
Además, hacían falta un padre y una madre ciudadanos, casados en matrimonio válido, para que
un hijo o hija heredase esa condición. Este requisito legal ya es una declaración de ciudadanía en
toda regla.

De hecho, ser ciudadano romano era un privilegio que muchos súbditos de Roma deseaban pero
que las personas libres no romanas sólo podían alcanzar tras una concesión de ciudadanía por el
Senado, un general o, posteriormente, un emperador. Todo cambió en el 212, cuando Caracalla
otorgó la ciudadanía a todos los habitantes libres del Imperio.

Roma comenzó como una pequeña ciudad en Italia, pero llegó a conquistar y gobernar todo el
Mediterráneo y buena parte de Europa desde el siglo II a.e.c.
Todos estos dominios eran gobernados desde la metrópoli, donde anualmente los ciudadanos
(hombres) votaban en elecciones a los magistrados que les gobernarían al año siguiente y, en
asambleas, las leyes que serían promulgadas.

Visto así, parecería que las mujeres no podrían ser consideradas ciudadanas, ya que no podían
votar en ninguna de esas ocasiones. Pero ésta es una idea errónea: las mujeres romanas eran
ciudadanas y ejercían como tales porque, además de detentar esa categoría legal, expresaban su
opinión sobre temas políticos, pagaban impuestos, eran incluidas en el censo, participaban en los
rituales cívicos y tenían un papel relevante en la vida pública.

El dinero de todos (y todas)

¿Qué identifica más a un ciudadano que el deber de pagar impuestos, que se considera
generalmente uno de los actos que crea comunidad política?

En Roma, el Estado romano recaudaba tanto lo que ahora denominamos impuestos directos, es
decir, sobre la renta, como indirectos, a saber, el dinero que el Estado recauda por ciertas
transacciones (en Roma, por ejemplo, el impuesto que había que pagar al liberar un esclavo o al
recibir una herencia).

Las mujeres romanas pagaban impuestos, al igual que los hombres, porque eran propietarias.
Desde el siglo II a.e.c. hasta el fin del Imperio, tras el fallecimiento de su padre, toda mujer romana
(soltera o casada) pasaba a ser legalmente independiente, es decir, poseía de pleno derecho sus
propiedades, teniendo libertad para gestionar todo tipo de operaciones de compraventa,
préstamos, negocios, etc. Por ello debía declarar sus propiedades en el censo, un registro de todos
los ciudadanos romanos que se efectuaba cada cinco años en el centro de Roma y que constituía
uno de los rituales cívicos más relevantes.

En ocasiones pensamos que la historia es lineal, es decir, que hay un progreso continuo desde
tiempos remotos hasta nuestros días. Sin embargo, esto no es así: los derechos económicos y
sociales que las mujeres romanas disfrutaban fueron desapareciendo progresivamente tras la caída
del Imperio y no fueron recuperados hasta bien entrado el siglo XX y sólo tras intensas luchas
políticas.

Mujeres en la vida pública

Es un hecho que las mujeres romanas no podían votar leyes o elegir magistrados, lo que no quiere
decir que estuvieran ausentes de la esfera pública. La política en Roma y en las ciudades bajo
dominio romano tenía lugar preferentemente en la calle, a la vista de todo el mundo.

Así, las mujeres podían acudir al foro o centro político de cada ciudad para escuchar a los oradores
exponer sus argumentos en favor o en contra de medidas políticas. Como pasaba también en el
caso de los hombres, las mujeres de la élite tenían una participación mucho mayor, ya que
formaban parte, junto con los miembros masculinos de su familia, de redes de conversación y de
intercambio de información y noticias.

El caso de la ciudad italiana de Pompeya, que fue sepultada por el Vesubio en el año 79 de nuestra
era, es sorprendente: allí se han conservado 400 grafitis electorales en los que una o varias
personas solicitan el voto para un candidato a las magistraturas locales. 54 de esos grafitis (es
decir, el 15 %) estaban firmados por mujeres, solas o acompañadas, con exactamente el mismo
tipo de mensaje electoral que el que encontramos en los grafitis firmados por hombres. Sabemos
que varias de estas mujeres eran ricas propietarias, pero otras eran mujeres más humildes. (López,
2023)

3.1. DERECHOS DE LAS MUJERES EN BOLIVIA ACTUALMENTE

(Defensoría del pueblo)

Bibliografía
Defensoría del pueblo, E. P. (s.f.). defensoria. Obtenido de trip_5_32x21cm_PATH_baja:
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Gómez, S. C. (s.f.). the conversation. Obtenido de La vida laboral en Roma: ¿qué consideración
tenían los trabajadores?: https://theconversation.com/la-vida-laboral-en-roma-que-
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López, C. R. (16 de enero de 2023). Diario de la Universidad Pablo de Olavide. Obtenido de ¿Eran
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https://www.upo.es/diario/theconversation/2023/01/eran-ciudadanas-las-mujeres-de-la-
antigua-roma/#:~:text=Desde%20el%20siglo%20II%20a.e.c.%20hasta%20el%20fin%20del
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Mayorga, F. (2011). biblioteca. Obtenido de cheresky-cap1.pdf:


https://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20120404113303/cheresky-cap1.pdf

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http://www.ub.edu/ciudadania/hipertexto/evolucion/introduccion/21.htm

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