Está en la página 1de 10

EL PROCESO SOCIAL DEL TRABAJO

EN LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA: ¿MITO O REALIDAD?

Cuando en el año 1999 el Comandante Hugo R. Chávez Frías asume el poder en Venezuela, el
panorama del mundo laboral era desolador. Con una deuda externa inmensa, el barril del petróleo a $ 7,
la imposición de medidas neoliberales por parte del FMI y del BM, una inflación superior al 40%, una
tasa de desempleo rondando el 30%, un nivel de pobreza rayando con el 80%, necesidad de vivienda
para más de tres millones de venezolanos y una nómina de empleados públicos sin recursos suficientes
para cancelar la quincena. Con todo y eso, el hombre que había dado un golpe de Estado, que había
estado preso, que asumió su responsabilidad y que salió a recorrer la patria en todos sus rincones, años
más tarde pronunció una frase para la historia: “Con los trabajadores me la juego”, y agregó “El trabajo
es uno de los valores esenciales del socialismo, darle al trabajo la verdadera dimensión humana, moral,
social, política y económica que tiene por encima de los anti valores del capitalismo” [1].

Uno de los primeros TDecretos del Comandante Hugo Chávez fue para llamar a referéndum
consultivo para que el pueblo se pronunciara sobre el llamado a la realización de una Asamblea Nacional
Constituyente. Aprobado esto por el soberano, el quince de diciembre de 1999 y mediante referéndum
aprobatorio las y los venezolanos nos dimos un nuevo texto constitucional que desde hace quince años
se ha instituido en el nuevo contrato social que rige los destinos de la Patria de Simón Bolívar.

La Constitución de 1999 y los derechos de los trabajadores.

La nueva Carta Magna consagra en su Capítulo V los derechos sociales y de la familia. En lo referente al
trabajo, por primera vez en la historia republicana de nuestro pueblo y desde una concepción
revolucionaria, con rango constitucional se consagra que “El trabajo es un hecho social y gozará de la
protección del Estado. La Ley dispondrá lo necesario para mejorar las condiciones materiales, morales e
intelectuales de los trabajadores y trabajadoras” [2].

Esa nuestra nueva Constitución establece los principios rectores del proceso social del trabajo con
lo cual se rompe con la vieja concepción positivista que se olvida del hombre trabajador para poner su
acento en la fábrica y en los patronos que explotan su fuerza de trabajo de manera inmisericorde.

Principios Rectores del Proceso Social del Trabajo


Esos principios rectores son los siguientes: 1.-Ninguna ley podrá establecer disposiciones que
alteren la intangibilidad y progresividad de los derechos y beneficios laborales. En las relaciones
laborales debe prevalecer la realidad (concreta) sobre las formas o apariencias (pseudoconcreción). 2.-
Los derechos laborales son irrenunciables y es nula toda acción, acuerdo o convenio que implique
renuncia o menoscabo de estos derechos. La transacción sólo es posible al término de la relación
laboral. 3.-Ante la duda en la interpretación de una norma o principio que aplique al hecho social del
trabajo, se aplicará la que sea más favorable al trabajador y su aplicación se hará de manera integral. 4.-
Todo acto patronal, contrario a las normas constitucionales es nulo de toda nulidad y no tendrá efecto
jurídico alguno. 5.-Se prohíbe todo tipo de discriminación por razones de política, edad, raza, sexo o
credo o por cualquier otra condición. 6.-El trabajo de las y los adolescentes, en labores que puedan
afectar su desarrollo integral queda prohibido, debiendo el Estado protegerlos ante cualquier
explotación económica y social.

La Jornada Laboral.

En adición a los principios rectores señalados, la Constitución regula la jornada laboral diurna que
no debe exceder de 8 horas y la nocturna de 7 horas. La jornada no debe exceder de 35 horas
semanales. No se podrá obligar al trabajador a laboral horas extraordinarias. La utilización del ocio
productivo debe ser la aspiración en la nueva relación del hecho social del trabajo para que el trabajador
desarrolle sus potencialidades físicas, espirituales y culturales. Los descansos y las vacaciones deben ser
remunerados en las mismas condiciones que las jornadas efectivamente laboradas.

Protección del Salario.

El salario es objeto de protección constitucional. Por eso, el trabajador venezolano tiene derecho
a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades
básicas materiales, sociales e intelectuales. Se garantiza el pago de igual salario por igual trabajo y se
debe fijar la participación que debe corresponderle a los trabajadores en las utilidades de la empresa. El
salario es inembargable y se debe pagar periódica y oportunamente. El salario mínimo vital se garantiza
a los trabajadores del sector público y privado y será ajustado cada año tomando en cuenta los índices
de inflación y los costos de la canasta básica alimentaria. En todos los años de la Revolución, el ajuste del
salario mínimo siempre ha estado por encima del acumulado de la inflación.
Prestaciones Sociales.

Todo trabajo en la generación de su antigüedad, causará el derecho a recibir el pago de


prestaciones sociales que les recompensen y amparen a los trabajadores en caso de cesantía, siendo
créditos de exigibilidad inmediata. Toda mora o retraso en su pago genera intereses que constituyen
deudas de valor y gozarán de los mismos privilegios y garantías de la deuda principal.

Estabilidad Laboral.

La estabilidad laboral está garantizada, limitando toda forma de despido injustificado. La


Revolución lleva ya quince años decretando la inamovilidad laboral en defensa del empleo, protegiendo
a los más humildes. Los intermediarios o contratistas son responsables de manera solidaria ante la
pretensión de desconocer los derechos de los trabajadores. La simulación o fraude en la contratación es
nula y sancionada por la ley, cuando a través de ella se pretende desconocer u obstaculizar la aplicación
de la legislación laboral. La tercerización o flexibilización de la relación laboral está prohibida
legalmente.

Libertad Sindical.

Los trabajadores venezolanos, sin restricción alguna y sin necesidad de autorización previa, tienen
derecho a constituir libremente las organizaciones sindicales que estimen convenientes para la mejor
defensa de sus derechos e intereses, pudiendo afiliarse a ellas o no. Los sindicatos no están sujetos a
intervención ni liquidación administrativa. Los promotores y directivos sindicales gozan de inamovilidad
laboral durante el tiempo y en las condiciones que requieran para el ejercicio de sus funciones. En la
práctica de la democracia sindical, las directivas sindicales aplicarán el principio de la alternancia. La
corrupción sindical será objeto de sanciones y los dirigentes están obligados a rendir cuenta y presentar
su declaración jurada de patrimonio.

Derecho a la Contratación Colectiva.

La contratación colectiva está garantizada y es de rango constitucional. Los trabajadores del


sector público y privado pueden negociar libremente sus contratos colectivos de trabajo. El Estado debe
favorecer el desarrollo de las relaciones laborales colectivas, así como la solución pacífica de los
conflictos laborales. Los contratos colectivos ampararán a todos los trabajadores activos al momento de
suscribirse la contratación así como a los que ingresen posteriormente. El derecho a huelga como
expresión de las luchas superiores de los trabajadores está garantizado en la Constitución, dentro de las
limitaciones que establezca la legislación laboral.

La nueva Ley Orgánica del Trabajo, de las Trabajadoras y los Trabajadores.

Uno de los mayores compromisos del Comandante Hugo Chávez fue el darle a los trabajadores
venezolanos una Ley que dignificara el inmenso esfuerzo que realizan a diario mujeres y hombres que
desde muy temprano se levantan para ir a sus trabajos a construir patria. Seguramente Chávez tenía
muy presente cómo en el pasado reciente, los gobiernos de la llamada democracia representativa,
asumiendo compromisos neoliberales con el FMI y con el BM, habían eliminado la retroactividad
prestacional, congelado los salarios por varios años, creado mecanismos de flexibilización y de
tercerización en la relación laboral que habían aumentado la explotación, conduciendo a los
trabajadores a límites que rayaban con la miseria. Por eso, en abril de 2012 promulgó la vigente Ley
Orgánica del Trabajo, de los Trabajadores y trabajadoras.

Este instrumento legal, sin duda que es una Ley revolucionaria. Nunca antes, en toda su historia
republicana, Venezuela había tenido una Ley Laboral que incluyera en su articulado un Capítulo referido
a la justa distribución de la riqueza y las condiciones de trabajo, la participación de los trabajadores en
los porcentajes de ganancia y utilidades de las empresas o unidades productivas. Se parte de la
concepción marxista de que la riqueza es un producto social, generado (...) por los trabajadores en el
proceso social del trabajo, vértice de la teoría del valor, “sólo el trabajo genera valor”. Su justa
distribución debe garantizar una vida digna junto a su familia, cubriendo las necesidades materiales,
sociales, intelectuales.

El derecho al salario, su estipulación libre, así como su fijación, es un derecho que toma en cuenta
la satisfacción de las necesidades del trabajador, la justa distribución de la riqueza como reconocimiento
del mayor valor del trabajo frente al capital, la cantidad y calidad del servicio prestado, el principio de
igual salario por igual trabajo y la equivalencia con los salarios devengados por trabajadores de la
localidad o de aquellos que presten el mismo servicio. En la protección al salario, la Ley prohíbe el cobro
de comisiones bancarias por el mantenimiento de cuentas de nómina y de manera expresa señala que el
salario es irrenunciable y no puede ser cedido total o parcialmente.

Tal vez la Ley aún no remonte ciertas categorías que la separen definitivamente de las
concepciones economicistas que impiden el elevamiento de la conciencia de clase de los trabajadores
que le permitan marchar hacia la construcción de la sociedad socialista, fin último del Proyecto Político
Bolivariano que en La Ley Plan de la Patria dejó como legado el Comandante Hugo Chávez. Mucho de la
estructura burocrática del viejo Estado en el aparato administrativo se mantiene aunque remozado.
Vicios de vieja data en la concepción sindicalera –no obstante los cambios- están presentes en su
articulado, impidiendo un verdadero arranque en la participación de la dirigencia sindical en la
edificación de un aparato productivo que rompa con el viejo esquema del rentismo petrolero que ha
alimentado a la burguesía parasitaria y también a un sindicalerismo “lochero, pedigüeño”, corrupto,
practicador de las viejas mañas del populismo, que desdice de una verdadera concepción revolucionaria
que ponga a los sindicatos al servicio del pueblo y de la nueva sociedad. Así mismo, la Ley no ahonda en
la conceptualización de un empresariado verdaderamente nacionalista que asuma la generación de
riqueza como un hecho socialmente necesario, que realice inversiones productivas, capaz de acompañar
las políticas públicas del Estado y que se sume a las fuerzas transformadoras de la sociedad.
Parafraseando a Gramsci, nuestra Ley Orgánica del Trabajo –con todos sus avances- aún mantiene cosas
que no terminan de morir y anuncia otras que no terminan de nacer.

Logros del Proceso del Trabajo visto como un Hecho Social.

Siguiendo lo reseñado en la Memoria y Cuenta del Ministerio del Poder Popular del Trabajo y la
Seguridad Social para el año 2013, destaca la creación del Órgano Superior de Defensa Popular de la
Economía, desde donde se coordinó, a partir del mes de noviembre, el Plan de Inspecciones, logrando
realizar 1.389 visitas de inspección, a través de las cuales se dio garantía a los derechos laborales de
68.592 trabajadores y trabajadoras de los establecimientos fiscalizados.

El 2013, fue un año complejo para el país, sin embargo, no fueron pocos los esfuerzos realizados desde
el Ejecutivo Nacional para garantizar el bienestar del pueblo venezolano, manteniendo la ejecución de
políticas públicas que privilegiaron la satisfacción de necesidades materiales y espirituales, donde el
62,5% del presupuesto de la Nación se destinó a la inversión social, como estrategia fundamental para la
lucha contra la miseria y la pobreza. Destaca en este sentido, el reconocimiento otorgado a nuestro país
por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO) a mediados de 2013,
por la lucha del Gobierno Bolivariano en contra de la desigualdad social y el hambre.

De igual modo, cobra especial relevancia mencionar que en este escenario de adversidades, año de reto
para la Revolución Bolivariana, según la CEPAL, en su informe Panorama Social de América Latina 2013,
Venezuela se ubica como el país de América Latina donde se registró la mayor disminución de los niveles
de pobreza, en tanto, logró reducir la pobreza en 5,6 puntos porcentuales (del 29,5% al 23,9%) y la
pobreza extrema de 2,0 puntos porcentuales (del 11,7% al 9,7%). Destaca igualmente en dicho informe,
que la reducción de la pobreza lograda en Venezuela y Brasil fue de gran relevancia, en tanto, implicó la
disminución de 6 millones de personas pobres en América Latina. A su vez, en cuanto a la distribución
del ingreso, de los 13 países estudiados, Venezuela obtuvo una reducción del Índice de Gini que superó
el 1%, conjuntamente con Argentina, Brasil, Perú y Uruguay.

Estos datos, no hacen sino confirmar los grandes avances obtenidos por el Gobierno Revolucionario en
este panorama de ofensiva y contraofensiva económica, donde la protección a la clase trabajadora y su
familia, así como la defensa de su ingreso fue fundamental, y donde, contra todo pronóstico, se aprobó
en un lapso menor a nueve meses un incremento histórico del 59,72% del salario mínimo nacional de los
trabajadores y las trabajadoras del sector público y privado, que lo ubicó al inicio del año 2014 en Bs.
3.270,30 el cual tuvo impacto consecuente en la Escala de Sueldos de Funcionarios y Funcionarias y en el
Tabulador Salarial de Obreros y Obreras al servicio de la Administración Pública Nacional. Este
incremento, sumado al beneficio mensual de alimentación, colocó el Ingreso Mínimo Nacional en Bs.
4.407,76 (699$US) y situó una vez más a Venezuela como el país con el ingreso más alto de América
Latina. En la actualidad, el salario mínimo s aproxima a los Bs. 6.000 mensual (unos 952 US$).

Se mantuvo igualmente, en el contexto de crisis inducida, una política orientada al fortalecimiento del
empleo, que permitió generar 4.185.697 nuevos empleos entre diciembre de 1999 y diciembre de 2013
(63,3% sector privado – 36,7% sector público). Observándose, el crecimiento continuo y sostenido del
empleo formal en 17,1 puntos porcentuales entre diciembre de 1999 (45,0%) y diciembre de 2013
(62,1%). A su vez, el Gobierno Bolivariano, logró mantener en un dígito la cifra de desocupación durante
2013, que actualmente se ubica en 5,6%, en contraposición con diciembre de 1999 cuando alcanzó
10,6%, lo que evidencia una reducción en 5,0 puntos porcentuales en este importante indicador.

Gran relevancia reviste la puesta en vigencia de las nuevas regulaciones de la jornada de trabajo
establecidas en la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras, reivindicándose así la
lucha histórica de la clase trabajadora de reducción de la jornada sin disminución del salario, que
promueve a su vez, el uso del tiempo libre como parte del desarrollo y bienestar de los trabajadores, las
trabajadoras y sus familias.

Igualmente, a fin de avanzar en la universalidad de la Seguridad Social, se continuó el incremento del


número de pensionados y pensionadas, el cual se ubicó al cierre de 2013 en 2.517.401 personas adultas
mayores amparadas, lo que significa un crecimiento del 550,48 % entre 1998 y 2013. Es importante
destacar el impacto positivo y de inclusión social generado, en materia de pensiones, por la Gran Misión
en Amor Mayor Venezuela, a través de la cual han sido incluidos 511.608 adultos y adultas mayores
desde su lanzamiento. De igual modo, y gracias a la Reforma en la Ley y Reglamento del Seguro Social
aprobada en 2012, durante este año se afiliaron al sistema de seguridad social 55.253 nuevos
trabajadores y trabajadoras no dependientes, alcanzándose un total de 152.216 nuevos trabajadores y
trabajadores por cuenta propia que gozan de todas las prestaciones.

De igual modo, con el compromiso fortalecer la actividad sindical, garantizando la autonomía,


democracia y el funcionamiento de las organizaciones sindicales para la defensa de sus derechos e
intereses, puso en funcionamiento el Registro Nacional de Organizaciones Sindicales. Durante el
Gobierno Revolucionario, se han mantenido todas las garantías a la libertad sindical, siendo que desde el
año 2000 al 2013, se han registrado 6.086 nuevas organizaciones sindicales, lo que contrasta con las
4.198 organizaciones sindicales que se registraron en los últimos 12 años de la IV República (1986-1998),
y evidencia un incremento de 44,97%.

Estos logros alcanzados demuestran el compromiso con la transformación a una sociedad más justa e
igualitaria, la capacidad organizativa, política y de coordinación, para crecer ante las dificultades y
ataques, tal y como lo hiciera el Padre Bolívar en la ruta por la conquista del bien más preciado: La
Independencia; y a su vez, permite visibilizar los niveles de conciencia revolucionaria que se han
desarrollado en los trabajadores, las trabajadoras y los diferentes sectores sociales organizados, para
avanzar, desde una perspectiva del no retorno, hacia la transición al socialismo, y así alcanzar la
suprema felicidad para nuestro pueblo.

No obstante lo dicho, quien visite Venezuela hoy en día, tal vez su apreciación lo lleva a concluir que la
situación económica y laboral es otra. En efecto, nuestro país, casi mono productor de petróleo que ha
vivido por décadas de la renta petrolera (rentismo petrolero le llaman impropiamente algunos), hoy
padece una guerra de quinta generación que además de atacar la conciencia, busca poner de rodillas al
pueblo a través de inmensas colas en busca de los alimentos de la canasta alimentaria. El
desabastecimiento, la especulación con los precios, el contrabando de extracción así como la
manipulación financiera y cambiaria y un elevado índice inflacionario (inducido), dan cuenta de una
situación a la cual hoy se le hace frente y donde los trabajadores juegan un papel fundamental,
sumándose a las líneas de distribución de alimentos que ayuden a solventar la situación. Por supuesto
que existe un problema mayor de carácter estructural que tiene que ver con el sistema económico
rentista petrolero bajo cuya sombra ha permeado una burguesía parasitaria que ha impedido que
Venezuela se desarrolle como país industrial, productivo, con una clase obrera fuerte y de elevado nivel
de conciencia. La solución a esto se instituye en la columna vertebral de la Revolución Bolivariana y debe
hacerle frente so pena de sucumbir.

El trabajo como un hecho y proceso social.

Quiero dejar ya para el final de esta conferencia, algunas ideas sobre este aspecto. Se atribuye a Emile
Durkheim [3] la noción “hecho social”, quien lo definía como “modos de actuar, pensar y sentir externos
al individuo y que poseen un nivel de coerción en virtud del cual se imponen a él”. En la Ley Orgánica del
Trabajo de Venezuela de 1936, se habló del trabajo como un “hecho social”, seguramente para
significar el deber del Estado de proteger al débil jurídico. Sin embargo, esto no fue más que una
quimera. En el año 1936 tuvo lugar en Venezuela la famosa huelga petrolera en demanda de mejoras
laborales por parte de las compañías transnacionales que explotaban el petróleo y que además de no
pagar sino el 1% de regalías, pagaban salarios de hambre, ante la mirada complaciente de los gobiernos
de turno. Eran los tiempos en que el petróleo no nos pertenecía. Las trasnacionales se encargaban de
todas las fases de la industria, desde su explotación, procesamiento y comercialización. Desde ese
entonces, se fue anidando una burguesía parasitaria que vivió siempre del rentismo petrolero, sin
realizar ningún tipo de inversión, mirando de manera complaciente como el campo era abandonado y
como las grandes ciudades se iban llenando de cordones de miseria: los patiquines del petróleo tenían la
tarea de idiotizar a la clase obrera, entregándoles artefactos eléctricos a cambio de su fuerza de trabajo,
mientras ellos les lustraban los zapatos a los verdaderos amos: las trasnacionales. El “hecho social
trabajo” era un subterfugio para encubrir la verdadera realidad imperante. Primero las crueles
dictaduras militares y luego los gobiernos de la llamada democracia representativa, se encargaban de
repartir migajas a los trabajadores, mientras ellos disfrutaban de las miles del capital.

En la concepción de la nueva Ley Orgánica del Trabajo, Las Trabajadoras y Los Trabajadores, se parte de
la idea marxista de que el “uso de la fuerza de trabajo es el trabajo mismo” [4]. De allí que, sostiene
Marx, el trabajo es, en primer término, un proceso entre la naturaleza y el hombre, proceso en que éste
realiza, regula y controla mediante su propia acción su intercambio de materias con la naturaleza. En
este proceso, el hombre se enfrenta como un poder natural con la materia de la naturaleza. Pone en
acción las fuerzas naturales que forman su corporeidad, los brazos, las piernas, la cabeza y las manos,
para de ese modo asimilarse, bajo una forma útil para su propia vida, las materias que la naturaleza le
brinda. A la par que el hombre actúa transformando la naturaleza, se transforma así mismo,
desarrollando sus fuerzas interiores, en particular su conciencia.

Por eso, el proceso del trabajo considerado como “un proceso de consumo de la fuerza de trabajo”, por
un lado responde al control del capitalista sobre los medios de producción, cuidando de su uso
“debido”, que no se malgasten y por el otro, que el producto es propiedad del capitalista. De allí que
visto así, el proceso trabajo como mercancía sólo responde al valor de uso. En la concepción de la Ley
venezolana, su intención, su espíritu es otro bien distinto. Es reconocer el valor trascendental de la
fuerza de trabajo para que “se sepa el sabor del pan y de quien lo hizo”. Se trata de que el trabajador
participe del proceso del trabajo visto éste como un hecho social, no solamente vendiendo su fuerza
laboral, sino propiciando y participando en una justa distribución de la riqueza, interviniendo en las
cuentas de las empresas donde labora y en sus utilidades, liberando su conciencia, aprovechando el ocio
productivo, teniendo tiempo para su educación y esparcimiento. Como bien lo apuntaba el viejo Marx:
“el patrón de la riqueza no será ya el tiempo de trabajo, sino el ocio”. Se trata de ver a la fuerza de
trabajo, no como una mercancía que puede costear el capitalista, sino que, los trabajadores son una
fuerza de clase que además de empujar el proceso productivo, son elementos fundamentales para la
transformación de la sociedad.

Según cifras del Ministerio del Poder Popular para el Trabajo y la Seguridad Social, las empresas
ocupadas y recuperadas por los trabajadores llegan ya a cerca de 500. De ellas, algunas están en plena
producción, otras afinan sus proyectos y otras, a pesar de haber sido puestas en manos de los
trabajadores, han revivido los viejos vicios del burocratismo y de la corrupción y son un pésimo ejemplo
del gran esfuerzo que se ha hecho al dotarlas de presupuesto y equipamiento. En la actualidad se
trabaja para ponerle correctivo a esto que deforma y atrasa los cambios que la revolución se ha
propuesto.

Como puede apreciarse entonces, no se trata de un simple saludo a la bandera hablar del trabajo “como
hecho social”. Es pasar a otro estamento de la estructura social para entender que el trabajo es un
“proceso” liberador del hombre frente a la fuerza del capital que le subyuga, oprime y explota. Es
aceptar que los trabajadores son los sujetos protagonistas de las transformaciones sociales de estos
tiempos de cambios de épocas como gusta decir al compañero presidente del Ecuador Rafael Correa.

En el plano regional y, desde la perspectiva de lo establecido en La Ley Plan de la Patria, el hecho social
del trabajo visto como proceso, procura avanzar en la unidad de las y los trabajadores latinoamericanos
en la búsqueda de nuevos caminos liberizadores del gran capital. Así, en los organismos que han ido
naciendo fruto del esfuerzo de nuestros pueblos y gobiernos, en la UNASUR, CELAC, ALBA-TCP, los
trabajadores y sus expresiones organizativas legitimadas están presentes con sus voces, sus proyectos y,
ante las acometidas del gran capital son sin lugar a dudas el muro de contención que sabrá siempre
brindar respuestas en defensa de nuestras independencias y soberanías.

Si lo vemos desde un enfoque netamente jurisdiccional, el proceso laboral venezolano tuvo un cambio
radical en 2002 cuando entró en vigencia la Ley Orgánica Procesal del Trabajo. Esta Ley ha hecho posible
que juicios laborales que duraban años, ahora se resuelvan en cuestión de meses, constituyendo la
etapa de mediación y de conciliación la más fructífera del proceso al tener un promedio de resolución
que supera el 80% de los casos.

Queridos compañeros, al venir a Cuba, a este histórico recinto, no nos toca más que agradecer con gran
modestia la inmerecida invitación que se nos ha hecho y decir que estas ideas no son nuestras. Son el
sentir de millones de trabajadoras y trabajadores venezolanos que luchan a diario por un destino y un
mundo mejor que, sin lugar a dudas, es posible. Pueda que nuestro proceso aún no sea una realidad
pero mito sí que no lo es. Por lo pronto, es nuestra utopía, nuestro sueño y tenemos derecho a soñar.
canaimaprofundo@hotmail.com

NOTAS

[1] Chávez, Hugo, Mensaje a la Asamblea Nacional, 11-01-2008. Caracas, Ministerio del Poder Popular
para la Comunicación y la Información, 2008.

[2] Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999. Artículo 89.

[3] Durkheim, Emile, (1956) Las reglas de los métodos sociológicos. París. Presses Universitaires de
France, p.5 (citado por Héctor A. Jaime Martínez)

[4] Marx, Carlos, El Capital, Tomo I. Editorial pueblo y revolución, cuarta reimpresión, 1983. La Habana,
Cuba. P 139.

vltimaratio en 13:43

Compartir

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

También podría gustarte