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Michel Lussault

EI hombre espacial Michel Lussault


a El hombre espacial
La construcción social
llt' .,t , cQré, ticnen en común el.auna¡ni det 26 de diciembre
de 2004, del espacio humano
l. ' 1u¡-d_ev1tó
las cost¿s del sudesre dc Asia: l¿ difusión
del vi¡us
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presidir; la dcsafortunada ca¡rdidaur¡ de parh a losJuegos
bU^p;.o, a. :OtZf ta ll It
Trene¿ cn comrin el hecho dc que son fenómenos
ciales, y que no deüenen plcnamenre comprensibles "oaaa,
y fáO*arro.-a"pu-
.i ,a oátu ar,u ¿ir*.r,r¿r,
espacial. En tanto quc la existencia de los seres hur¡ranos es
cspacial cn cada
momentot en tanto qu6l¿ mui.tirtiz¡cijn se maniñcsta y se cxpresa
dia a día mc-
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dia¡te fenóme¿os espacialcs espectacula¡es, profi..ua:nente m.di"tiz.dor. {

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curioso comprobar que el cspacio continúa siendo un punto cicgo
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en nu€stas rc- I h

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flexiones sobre las socicdades. Este libro intcnta paliar csc olüd_'o, proponiéndolc
al.lecto¡ un modo de empleo dcl espacio huma¡o (sobre todo, el uÁ-o;
ñándose en dilucida¡ las implicaciones politicas y sociales de tal
cnfoque.
y .rrrp.- \
McHEL Lus$ULT, doctorado en Ceograffa, es director del Instinrto F¡ancés dc
Educación de Lyon y profesor en la Univcrsidad Frangois-Rabelais
de Tours.
Desde fines de la década de 1g80, sus trabajos giran en tomo a la relación
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indiüduos con los espacios vitales. Ent¡e sus ücimas publicaciones figuran
dc los
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fu no¡uiz.
ph.rJ, Itabit¿r.
Enai sv |h¿lilation funaiw
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pnpre dz l'humaia y,junto conJacques léra., el Dtimnai¡t lr
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dz la géographiz et dt lhpaa dzs ndétx. F-
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?¡r l La construcción social
del espacio humarto
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Michei Lussault

Amorrortu editores
Buenos Aires - Madrid

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Esta obra se ha beneficiado del p.A.p. GARCÍA LORCA, progra_


ma de Publicación dcl Servicio Cultural dc la Ernbajaclo
J" ¡,irr,-
cia en España y del Minister.io francós de Asuntos Exterio¡.cs.
Biblioteca de sociología Indice general
L'hont,,rc spatial. La construction sociale d.e I'espace hunlain, Michel
Lussarüt
o Éditions du Seuil. 2oo7
Traducción: Heber Cardoso
O Todos los derechos de la edición en castellano reservados por
Amorrolttl editores España S.L., C/López de Hoyos 15,3. izquierda -
2a006 Madrid
Arr¡orrortu editores S.A., Paraguay 1225, ?.piso _ ClOSZ.dA.s Buenos Aires
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La_reproducción total o parcial de este libro en forms idéntica
o modifi-
9 Prefacio
cada,por cualquier medio mecánict¡, elecur¿"i.. 1"t...¿ii"., ;r"ir',v",,- 11 Agradecimientos
clo totocopia. grabación, digitalización o cualqurer
" sisrema de al,nacena-
mrento y recuperación de información. no aurorrzada por los
vrola derechos re§ervados
editores, 15 Apertura
Queda hecho el depósito que previene Ia Iey i" tt.72B 20 La naturaleza es un artificio
Industria argentina. Made in Argentina 24 IJn sistema espacial complejo
ISBN 97E-84-610-9049.S (EsDañal 31 La lucha por los lugares
ISBN 9zB-950-5 r8-260.2 iAr;enri;a) 34 Un punto ciego
ISBN 978.2-02-093795-5, parís, edición original 38 Una dimensión del sistema social

¿3 Primera parte. EI espacio de ias sociedades


45 7. Un espacio con características propias
Lussault, MicheI 15 Los fundamentos del espacio y de 1a espacialidad:
El hombre espacial. La construcción social del espacio humano.- Ia separación, la distancia
I" ed-- Buenos Aires : Amorrortu, 20t5.
55 Conjurar la distancia: técnicas y tecnologías del juego
352 p. ;23x14 cE.- (Biblioreca de sociología)
67 Un espacio híbrido y sus atributos
Traducción de: Hebe¡ Cardoso
ISBN 9?8.84.610-9049-5 (Esoañal 87 2. Las «especies d,e espcrcios» d,el geógra.fo
ISBN 978-950-51 8- 260-2 (Argentina¡
89 Del buen uso de los lugares
1. Sociología. I. Cardoso, Heber. rrad. Il. Tirulo. 103 EI área: un espacio topográñco üvisible
CDD 30T
L26 IJn espacio topológico: la red
130 Formar paisaje
134 Del espacio a tra espacialidad

139 Segunda parte. Hacer cor¿ el espacio


14r 3- La operación espacial
Impreso en los ?alleres Gráficos Color Efe, paso
192. Avellaneda, provincia
de Bueoos Aires, en abril de 2015. L42 Los humanos y los no-humanos: pequeña
Tir¿rd.r dc asra edicióD: 2.000 ej.,r¡rplares.
presentación de Ios operadores de la espacialidad

l
t62 El espacio como operador: un ejerlplo
de casi-personaje Prefacio
t7t La acción esPacial

181 4. [Jna geografía de las situaciones


181 La prueba del esPacio
196 Las tres relaciones con el espacio

207 5. Los juegos de lenguaje d,e la acción espacíal


207 Un giro lingüístico En eI comienzo de.Espéces d'espaces, uno de sus Iib¡os
222 Del buen uso espacial de lo legendario más famosos, Georges Perec presentaba así su tema: «El
246 Dominio espacial espacio de nuestra vida no es continuo, ni infinito, ni ho-
mogéneo, ni isótropo. ¿Sabemos, empero, con precisión
25t Tercera parte.Vadaciones geográficas dónde se quiebra, dónde se curva, dónde se desconecta y
sobre el tema de lo urbano dónde vuelve a unirse? Raramente procuramos saber más
sobre ello, y la mayoría de las veces pasamos de un espa-
253 6. De la ciudad a Io urbano cio a otro sin pensat en medir, asumi¡ o tomar en cuenta
254 La ciúé, la ciudad, Io urbano esos intervalos de espacio».
258 Lo urbano sin figuras Perec anunciaba, además, que Espéces dbspoces sería,
como reacción a ese desconocimiento, el r<disrio de un
285 7. Un nueuo enfoque de lo,s realid,ad.es utbanas usuario del espacio», un intento de leer el espacio cotiüa-
no, eI de la üda habitual, y destacaba que Ia aparente eü-
286 L¿ u¡bano como horizonte dencia de esa cotidianidad encubría, de hecho, «una forma
304 Una gramática de los espacios urbanos de opacidad» que anestesiaba la capacidad para compren-
Hacia un urbanismo pragmático der aquello con 1o que se constituye.
Este libro tuvo origen en esa comprobación de Georges
329 Epílogo. Habita¡ el espacio terrest¡e Perec. Nuestra existencia, en cada momento y de princi-
del Iugar al Mundo pio a fin, es enteramente espacial. Se compone día a día de
f¡acciones de espacio que organizamos para el logro d.e
ó.1.' Bibliografía nuestros ñnes, compele a que dispongamos esos diferentes
Indice de nociones espacios vitales relacionándolos, que Ios ajustemos a nues-
tras acciones prácticas. Sin embargo, esos espacios mú1ti-
ples, que nos parecen evidentes, se revelan impensados.
Constituyen un punto ciego en nuestros discursoa y nues-
tros conocimientos. Los analizamos muy poco; a menudo
nos conformamos con privilegiar un enfoque descriptivo
de ellos, a Io cual contribuye la geografia clásica, o con pro-
poner ingenierías espaciales: las de los ordenamientos de1
espacio, eI urbanismo, la promoción inmobiliaria, eI comer-
cio, el turismo, etc., todas ellas utilitaristas y positivistas.
De esta manera, pese a que la vida humana consiste
siempre en áoáilor el espacio, pesc a que Ia vivcncia de los

n
9
co, por mi parte, pienso que este cambio se puede apre-
individuos siempre está fi-rndada, en m¿ryor o menor mecli- hender mejor gracias a la perspectiua espociol. En efecto,
, da, en u.¡e erperiencia espacial, el espacio de 1as socieda- las propias caracteristicas de Ia sociedad mundializada,
. .des humanas permanece en silencio. Aun cuando «el es- que se construye ante nuestra vista, son predominante-
' pacio es una duda» (Perec), las ciencias humanas y socia- mente espaciales: movilidad, auge de Ias telecomuriicacio-
les, que a menudo 1o reducen a una simple superficie cle nes, cambio de los regímenes de proximidad, coespaciali-
proyección de los fenómenos sociales, no consideran parti-
dad, constitución de hábitats politópicos (es decir, aumen-
cularmente importante su estudio metódico. Sólo la an_
tropología le otorga importancia, aunque centrándose en to de Ia cantidad de personas que habitan de manera per-
una escala, la de1 espacio doméstico, lo cua1, como se verá, manente en varios lugares), urbanización generalizada,
no es suficiente. aparición de grandes conmutadoles espaciales (como los
El¡ecor¡ido que le plantearé al lector será en verdad aeropuertos), especialización funcional del espacio en tor-
muy distinto: a partir de numerosos y variados no de algunas grandes figuras (como el parque de diver-
(un tsunami, el acto fundador d" eiemplos siones o el centro come¡cial), creciente segregación social,
;.ui;;";;;;á;;, incremento deI poder de las identidades fuertemente te-
de-los derechos civiles de los negros "" norteamericanos, una
política territorial en Liverpool, tu pro_o"iár, rritorializadas, multiplicación de Ios conflictos derivados
ger de Dubai, Ios rechazos io""i"" á auÉ;; deI ordenamiento urbano, aumento de Ia preocupación
miento de-I espacio, un mic¡oconflicto entre
,";i;;;;^ü";;;; por eI medio ambiente, etc. Todas estas expresiones de Ia
sentados frente a frente, la voluntad ind.ividuos constitución deI mundo contemporáneo son espaciales y
elec.to de cambiar el nombre de un
d;;l;;;i;;;;;" las encontraremos a lo largo del libro. Del mismo modo
t""¡i*ü-"t".j, l"át""¿ que Ia modernidad occidental llevaba a insistir, sob¡e to-
de demostrar que es imposibl" p"""u,
tomar en cuenta su dimensión
ir" do, en eI dominio del tiempo, dándole a este el lugar más
"."ñ;á;;"i"
ñJ;;;li;;;"
al mismo riempo. ""pu"iut. relevante, ¿no podríamos decir, con Ed Soja (1989), que en
lresent¿r, las crr."t..¡"ri""" J" fr" la actual fase histórica la ventaja se transfiere al espacio?
i:":"^:^T ]i: sociedades y tas modatidades de su ,"o po" ".- Así, comprender eI espacio y la espacialidad implica do-
los actores sociales. De esta manera.
al intentar *od.sta- tarse de los medios para captar el mundo tal cual es. Si la
mente prolongar las intuiciones de Georges p...",-u"J"á-
mo las de su diario espacial, me propongo geografia asume el espacio, Io hace, sl.n duda, para tratar
formular eI mo_ de comprender las modalidades de constitución de las ac-
do de empleo del espacio humano.
Flste libro ha sido escrito por tuales ¡ealidades sociales: se dirige, pues, a todos aquellos
un geógrafo, a partir de lo interesados en los problemas de Ia sociedad.
q-ue la geografia puede aportarle
f,ra[a, por lo tanto, de un manua] "l
á";;iJ;t^N,
para especialistas. De ""
dedicaré_ exposiciones eruditas a1 pensamiento
il]::"-"" u su historia, sino que recurriré en grur,
5:,"T-ut-r"o, "r. ,r,"_ Agradecimientos
=lfa 3 t.1oa:o.s de sociologia, ñlosofia, historia, -urbanis_
uro,_clencla politrca y semiología.
Esta obra es fruto de una reflexión iniciada hace casi
, Quise redactar un ensayo destinado a aportar alsunos
probarorios capaces de sostener veinte años. No se trata, sin embargo, de una compilación
::"::1,:" consecuencias, dos hipátesis
de artículos retomo elementos de trabajos ante-
:,.J^":ili" en especial políticas:
e_r. nomDre es un,<animal
ante todo,
espacial»r y las sociedad.es consti- riores-, sino-aunque
de una nueva síntesis, que desarrolla nume-
tuyen una organización de las espacialidades. rosas hipótesis inéditas. Esta empresa es tributaria de
tanto.que MicheI Serres y muchos otros Luego, en muchas contribuciones, di¡ectas o indirectas, de colegas y
."trr""-¿""?át". amigos. Entre todos aquellos cuya frecuentación y diáIogo
ulr3 etap3 de cambio sociat co^p o,.
r(,rnunos (to ""
:_1.:_:l]l-?" a m plil ld. ul ¡rrrsrje cl.l p¡¡lcolitico más o menos prolongado mr¡ rcsultaro¡r valiosos, debo ci-
al ^bt",
nc,,iiLi_

10 1i
tar en primer lugar a Jacques Lévy, sin el cual nada ha- Por último, quiero dedicar este libro a Ia memoria de
bría sido posible y que me acompaña desde hace diez años Roger Yvars, de su mujer, Sylvie, y de dos de sus tres hi-
en tuüchas aventuras intelectuales, como la edición del jas, desaparecidos eI 26 de diciembre de 2004, en el litoral
Dictionnaire de géographie et de I'espace des socíétés, en de Tailandia, durante eI tsunami.
2Oó3. Su enfoque sobre 1o que la geografía puede aportar
en términos de conocimiento me sigue pareciendo ejem-
piir- Asimismo, gracias a los intercambio" q.ru *r.rtrlrn
con cada uno de ellos en su momento, también alimenta-
¡on mis reflexiones los geógrafos Raffaele Cattedra,
Christine Chivallon, Bernard Debarbieux, John Ent¡ikin,
Hervé Gumuchian, Christian Grataloup, Rémy Knafou,
Denis Retaillé, Jean-Be¡nard Racine, Ola Sóáerstróm.
Mathis Stock,_Jean- Frangois Staszack, Angelo Turco y
Anne Volvey. Entre los que no son geógrafo-s, estoy pai_
ticularmente en deuda con Thier.y eáqrot y g""iá fu*
el debate de ideas, así como Jl"rr_Fr".rioi"", Á;g;;""d"
"o., Devismes, patriJt"Ca¡-
J.ea1-§amye_t Bordreuil, Laurent
cia, Marcel Gauchet, yves Grafmeyer, I"r"; t.";;;;
B;;-
Sandra Laugier, Hervé ie B".", L..;;;;'M;;-
l. !ut1l:,
dada, Ulivier Mongin, Jean-Luc pinol, Serge Thibault,
Jean-Paul Thibaud y Christian Topalov.
Agradezco también a Frangois bon, Laurent
-- Evrard v
Martin A¡nold, así como a Gill"s Bouilior,, B";;;;J pico
todo el equipo del Centre Dramatique Régional ;
Todos ellos me suministraron el oiígenJne"""r"io
d. T;;J.
posibilitaron las indispensabt"" up.it"rr" u _.
para tratar de evitar un encier¡o demasiado gra"d"
iit.i;;;,i#;
problemáticas de las ciencias sociales. "; i;;
Mi especial gratitud para yves Winkin, quien durante
cuatro años siguió este trabajo desde É¿itio.r"
Sus punzantes lecturas de las
-difer".rt"" d; S;"il.
to me permitieron aventurarme en terrenos
,"."io.r." iJiüo
nuevos y des_
cubrir aspectos del pensamiento geográfico
cia ni "ryu "*i"i..r_
-siquiera sospechaba. Je"n_"Luc.- Gi.ibo.rl ;;-;;;;_
dió el honor de inclui¡me en la colección «il ;r;;;;;;
idées» y sugirió útiles modificaciones_
. Este_ reconocimiento no estaría completo si no agrade_
,,Li"l.""e
:l:-11 de todo
Ver por su energía y cánsra";.;-p;;;;i"
largo este recorrido. En ocasión de nuestros in-
tercambios-y viajes. a menudo fue lu pri-"".""
de mis hipótesis, y to hizo con una paciencia"urin"".y
:11:.ili:.,
generosrdad sin par.

t2
lll

I
Apertura

Comencemos con dos cortos relatos.

l. El26 de di.ciembre de 2004, a las 7.58 (hora local;


0.58 UTC),* se produjo un violentísimo temblo¡ de tierra,
de magnitud 9 en Ia escala abierta de Richter, a lo largo
del ütoral indonesio, frente a la región de Atjeh, en eI ex-
tremo norte de Sumatra. Se trataba del cuarto sismo en
orden de magnitud entre todos los registrados desde co-
mienzos del siglo XX, después de los verificados en Ch .e,
el22 de mayo de 1960, en Alaska, en 1964, y en las islas
Andreanof, en 1957. Como se puede apreciar, semejante
manifestación geofísica, pese a su intensidad excepcional,
no dejaba de tener equivalentes en Ia (corta) escala de los
tiempos contemporáneos. Ese temblo¡ de tierra provocó
un reacomodamiento vertical del fondo marino de una
vei.ntena de metros, originando así un espectacula¡ tsuna-
mi. El brutal movimiento de la corteza terrestre repercu-
tió sobre toda la masa de agua, generando varias oleadas
cuya potencia no residía tanto en la altura como en el in-
menso volumen de 1a masa de agua desplazada por cada
ola y en la velocidad de desplazamiento (entre 500 y 800
km/h) del conjunto. De este modo, cada ola que llegaba a
la costa podía penetrar profundamente en las tierras cuyo
nivel era similar al del mar, con un enorme potencial des-
tructivo. Esto fue Io que sucedió aquel 26 de dj.ciembre,
tanto por Ia potencia del maremoto como por la configu-
ración de las costas que barrió.
A las 8.38 hora local (1.38 UTC), una primera ola lle-
gaba a las costas de Ia región de Atjeh, ya afectada por el
* El tíempo unütersal coordinado, oUTC (sigla que deriva de la conci
Iiación entre la expresión inglesa Coordinated, Uniaersol Time y lafrar,-
cesa Tenrps Llniuersal Coordonrró, es el principal estándar que se uti-
liza en el nrundo para la ¡egulación (lc los relojes y el tiernln. (N. clef'l'.)

li
--
sismo, y devastatr¡ la Ii.anja lito¡¿rl, car. acterizada
hábitat urbarro pobro y dc construcció n más por un se fue midiendo eI considerable y perdurable impacto so-
bien modesta bre la fauna Y la flora.
A las 2.43 (UTC), tarnbién eran ¿rlc¿r nzadas
Tailandi¡r (en parlicrr iai., las playas e islas las costas de Rápidamente, Ia conmoción ante 1o que aparecía como
Phuket, Khao Lak, Phi phi. l ugares muy del sur, como una tragedia incomparable adquirió dimensión mundial;
mania y Sri Lanka. Luego, el tsunam turísticos ), Bir- de todas partes afluyeron las donaciones, que a fines de
i llegó a la cost a este
de la India, para afec¿a; d espués enero sumaban más de 2-000 millones de dólares. Pronto
la
desh y Singapur. Su propagación costa norte, Bangla- surgieron polémicas acerca del uso y eI control de esos
(U?C) alcanzando e ¡rtonces c ontinuó hasta
Ios lit orales de Somalia 12
las fondos, de la capacidad local para gastarlos correctamen-
Tanzania, a 5.O00 kil ometros
del epi centro del sismo v te y de la desigualdad de hecho entre 1as víctimas de ca-
La extrema violen cia del
maremo to, que llegó tástrofes ampliamente mediatizadas, como el tsunami, y
modificar notoriame nte algunas incluso a otros fenómenos no tan presentes en la esfera mediática
difíci] de im agrnar. EI balance lín eas costeras, ¡esulta mundial. Los distintos operadores humanitarios, institu-
ble y por o tra parte imposible mate rial y humano, terri- cionales y no gubernamentales disputaban con frecuen-
tud, hab.la por sr mismo. de cu antificar con
Los perrmetros coste
exacti- cia, más o menos veladamente, por el control de Ias accio-
Jos y poblados fue¡on devast ¡os más ba- nes de socorro y luego por las de reconst¡ucción.
viendas, constr ucciones, ados. La mayor la
de las vi- La propagación a escala global del eco de la catást¡ofe
dustrias resul taron dest¡ui infr aestructutas , come rcros e in- estuvo acompañada por Ia difusión d,e v,na d,ramaturgia
agua se IIevó todo a su pas dos en las zo nas afectadas. El espectacular, que aunaba relatos, imágenes de profesio-
combros, rest os y cuerpos o; enormes cantidades de e s- nales y de aficionados, descripciones relativamente cien-
vueltos. pa¡a tene¡ una fueron arrastrados y
refere ncra, se piensa que luego de- tífrcas del tsunami y de sus consecuencias, y discursos que
mr anastró, s ólo en la el tsuna- pronosticaban las futuras réplicas previsibles de seme-
costa de Atjeh, más
volumen de e scomb ros _esti de üez veces el jante fenómeno. Todo ello, mediatizado por las grandes
bicos- que se de splomó mado en 1.200 .000 metros ¡edes informati.vas, en especial Ias de cobertura planeta-
atentados del 11 de septiembso bre el Ground Zero tras los ria, como la CNN, pero también por primera
nes, la búsqueda de
víctima
¡e de 2001. En e
sas condicio- -y de Internet, vez
tanta intensidad- a través de sitios
con
foros y
plica la gran ca ntidad s fue dificultos a, Io cual
ex- ólo6,s. Esta sobreabundancia de escenilicaciones contribu-
la comple¡idad de ia de cue rp os que no fueron h allados y yó a elevar el episodio a la catego¡ía de acontecimiento de
lim pieza d e la zona.
Se contab ilizaron una amplitud inédita, que excedía en mucho al agregado
nesia, 700 de los cual mas de 128.000 mu ertos en Indo- de cada drama humano. A mi juicio, se asemeja, en el or-
es, por lo menos, era
muy important eeim p n turistas; una den de las calamidades «naturales», a 1o que fue el atenta-
recrsa cantidad de
s estimaciones os cil desaparecidos do contra eI World Trade Center del 11 de septiembre de
an ent¡e BZ.00O y 116.000),
500.000 p"""oo. s desplazadas y más 2001. Un «acontecimiento-catástrofe» munüal de un nue-
os fueron Sri La nka, Los parses más afec- vo género, del cual constituye otro ejemplo concluyente eI
con más de 3O.O00
con más de 12 000, y muertos, fn- paso del ciclón Katrina po¡ Luisiana, entre el 28 y eI 29 de
Tailandia , con rnás
dos (entre ello s, 2.245 de 5.000 fa- agosto de 2005.
parecidos (g98 de turistas v mas de 2.800
los desa-
contabiliza¡on má s cuales e¡an turistas ). En total, se 2. El 1 de diciembre de 1955, en Montgomery, Alaba-
que es preciso á gregar
de 180.000 víc timas h umanas,
a las ma, tuvo lugar un hecho en apariencia inocuo: Rosa Parks
y millones de ew acuadosdecenas de mi_les de desaparecidos se negó obstinadamente a obedecer cuando el chofe¡ de1
y sin techo 1 Poco
a poco, también ómnibus en el que se había sentado le ordenó que cediera
-","X"..i;".ii:ll* -ás
baja entre las divers su lugar. Rosa Parks, una costurera negra de cuarenta y
aB evaluaciones
de las víc¿i
dos años, integrante de la sccción Alabam¿r de la Nation¿rl

16
-
Assó¿iátion fo¡ Advancement of Colored People (NAACP), principios de su acción (desobediencia ci.vil y no violencia),
que volvía de su trabajo, estaba sentada en uno de los tres exigió inmediatamente: 1) que los blancos y los negros pu-
sectores con que contaban todos los ómnibus de Montgq- dieran sentarse Iib¡emente, donde lo desearan, en Ios óm-
me¡y, dado que cstos tenían entonces una geografia e in- nibus; 2) que los choferes fueran más corteses con los ne-
cluso, como veremos enseguida, una gcopolÍ'tica particuia gros; 3) que se contrataran choferes negros.
re s, a saber: 1) la parte dela ntera,
mente para los blancos- rlonde los
;";.r"d;":;;;;;- En la víspera del juicio a Rosa Parks se distribuyeron
quiera el derecho a cstar de pi., volantes que incitaban a los negros amplia-
tenían que subir al ómnib.
.".l "ugro" "o;;;j;;
p-."i]ü, ;;;;, "i- mente mayoritarios de la compañía de-clientes
ómnibus de Mont-
gomery- a no utilizar los transportes públicos eI 5 de di-
"
de
¡,r"., y rül
"
atrás, con
;#""::
L'ü Jrl.,l,"if,[Xi ;i i*:Xil ciembre. Esa consigna activó eI comienzo del hoy céIebre
e.l riesgo de que el

:l l*to"1: antes- de que prdi"rur,"h"f", ;;-";;;;;-;;r"h" boicot cont¡a los ómnibus de Montgomery, que se prolon-
gó por trescientos ochenta y un días. El movimiento tuvo
que sucedia con frecuencia; ";;;;;";;;";'á;'i"
Z) l" pr.t.-i.u"-ul;, ;;;;d; una considerable difusión, tanto en Estados Unidos como
para los negros y donde a
-enudo faf,"¡""l"" en el resto del mundo. A pesar de las dificultades que se
Ia zona intermedia, o «sjs¿g¡¿¡,
lu q"" É;;;;;;;;""1""r""ij planteaban en la vida cotidiana a causa del boicot, a pesar
"
acceder, pero cuyos asienás auUiu.r'.Uárao"?,
;i;ü; de las provocaciones, amenazas, violencias y presiones,
l]l1T-1"".*ny"rÍa. Aquel r a. aictemlr.,
ora encont¡ado un asiento ñ;";'p;;;:il- los negros de Montgomery, conducidos por King y poco a
unos blancos le ¡eclamaro¡
en la zona bt;;;;;;;"";d" poco apoyados por los blancos, tuwieron éxito. El 13 de no-
viembre de 1956, Ia Corte Suprema de Estados Unidos de-
u¡,.,ao.,_,i ;-"';;á'É1:";:r1::ff"'il::?iai
"i de un ómnibus, ;?ii"# claró inconstitucional Ia segregación en el transporte pú-
bia expulsado l,
el lugar: la mujer mantuvo su decisión
i,ti-¿-j"luliá;;:ffi; büco. La noticia llegó a Montgomery el 20 de noviembre y
lugar. Furioso, el conducrorla;a d";;;.;;;;; eI boicot cesó al día sigrriente. Esa lucha de más de un año,

"" ir""l"a" l;;ilfí que fue Ia primera del gran movimiento por los derechos
.,nosa parks. quren a continuación civiles, se ce¡raría con la Ciüc Rights Act, de 1964. De es-
*r:^O:1"":
da de atentado contra el orden públicoy;i;i;;;;;;;i;;
fue acusa-
l
leyes locales.
ta manera, Rosa Parks se conrrirtió en una de las grandes
figuras del movimiento negro. Su fallecimiento, el, 24 d,e
Todo podrÍa haber te¡minado
.
primera allí, pues Rosa no era la octubre de 2005, provocó una verdadera conmoción en Es-
en desobedecer la orden de
;;;h;f.. §; tados Unidos, por lo menos en la comunidad «afrono¡tea-
f^o:1.l1l.r1"do
había premedi,.d. ";;";
,;";,'ñ;.;;;;; mericanar».
ro asum¡o en su"o ",
totalidad v de inmediato-d."i;t;;
se.avasallar. Se comunicá con un G;;:
"bogado,
al igual que ella y su marido,
El;;; ñi;; ¿i.Qué tienen en común estos dos acontecimi.entos en
-integrante,
quren entendió el interés simbólico de la NAACp_ apariencia tan poco comparables? Cada uno a su manera,
du ;q;i i;;;"-;;; Ios dos constituyen, parafraseando a MarceI Mauss, un
convencer a un abogado blanco, Clifforá
rmpugnara Ia ley de seg.regacron D";;, ;;;;;;; «hecho espacial totab». Es decir, se trata de un ensamblaje
oe que era víctima Rosa- de variadas realidades humanos y no huma-
Aprovechando la coyun tuia f"uo"rbi".-; -operadores
que el movimiento negro se ; ;;;; nos, enunciados, materi.ales formalizados, disposición
estaba."g";;;;l;;;;;;;l
cu€nta- dirigentes de la comunidaa
"; (construida en el acontecimiento) de esos tres órdenes de
a" U"rt*"."r".
-r]uii.'" cosas procedentes de un determinado estado de la reali-
liderados pór un joven pastor. Mariin ".É* iil?.lll1- dad social-, que permite observar y comprender Ia im-
dreron reaccionar en contra de aqrut
rr"".to yfr,.rá?.o.,i, portancia que adquiere el espacio en la organizaci.ón y e1
Improvement Associati on, encabezada funcionamiento de las sociedades. Dicha observación y tal
f\j.onteSmerf
King. Esc movimin¡rt,,, ¡or
"n,,1,t,,,:;:;;': ;;;;;fi;:1;: comprensión constituycn la razón de ser de este libro. Iln

18
r!)
efecto. el espocio (el conjunto
de fenómenos que expresan De esta mane¡a, sólo me ocupo del «tsunami»
la r.egulación sociaI de i"" -pala-
realidades distintas)2 v la ""r"c¡on]]J"
e,
a-lJr""il""rr" bra vernácula de origen japonés que se impuso mundial-
ci<tti dad (er coniu nto de mente en los medios de comunicación, fuera del círculo de
,";" ;;i;;;;io';T""i;Ji;"'J"'"
Ios especialistas, durante el episodio narrado, lo que de-
centro de esos dos episodios. i,lY:::::1::1.:"_,1:
co. o un revelador, sino evidentl;:il'H:
:, :l muestra la socialización del fenómeno mediante la deno-
gunas explicaciones resultan Hi:#Jiil minación aceptada por la mayoría- cuando se convierte
estas afirmacion"". .,, spensables para.aclarar en protagonistq social y, sobre todo, en lo que me concier-
r.eclsaremos
"o., "r"ln.dj los obJetrvos ne, en un operador espaciol, es decir, en una entidad que
de esta obra.
tiene capacidad para actuar con t<performance»» en el espa-
cio geográfico de Ias sociedades implicadas. Aquí, la ola
resultante del sismo pasó, en algunas horas, del estatus
La naturaleza es un artificio de simple fenómeno fisico de gran intensidad aI de tsuna-
mi, fenómeno natural espectacula¡. Hubo una transfo¡-
mación del hecho fisico en hecho natural mediante la ins-
Retomemos nuestro nrimer ro L ante to- cripción del primero en una dinámica social. El aconteci-
do, que et geógrafo o"" ,o iil1r^o:::11-t:r-nos:
por el origen y la" "o, q"," preocuparse miento espacial del maremoto nos permite aprehender,
-á¿"u¿.¿"" ".-j-t-.pE
del m a re mo ro. a u nq pues, la construcción social. de un estado natural a partir
ue p ued a ;;'ii""r"j""T"ff
el temblor de tierra orioinal
to
ffi : l?: ::: de una manifestación geofísica. Este punto merece algu-
nos desarrollos.
á" i; ;i',';; ;":f¿ ffi' ff e ra b ru ta I su b -
á, uc d
";;; :'S ra mrcroplaca b]r- Puede sorprender esta preocupación por separar lo que
mana, un accidente tectónico "flr]i "ÍJ"
efecto, to que aqui "l l]'j::::'1t:,"^":l::. pertenece aI orden de los sistemas biológicos y físicos de lo
-" io,po.t,
'¡o es en modo alguno""el
-'"* que corresponde aI orden de la natu¡aleza. EIlo obedece a
azar geofisico d;;;;üá
ha visro, de que ocurra uescartable, á*o la necesi.dad de no suscribir el punto de vista moderno,
"" -ro
"3t*?9i
sea dentro dá un siero)_ no es
""
qe esla lndole aunoue que consiste en hacer de Ia naturaleza una instancia autó-
urual?á1""'""I?l"j;'l".l",il§rdadel.riesgofl ap.oüa- noma, exterior a Ia sociedad. Esa necesidad demuestra,
cho más. ra vurnerablid'a,
tersección, y de la mezcla v hrb
(..,itijl lTlillláill,lfll. muy simplemente, Ia voluntad de comprender mejor las
reaüdades de la sociedad que nos son accesibles y el lugar
ridación subsiguientes' que Ia naturaleza ocupa en ellas. Por supuesto, existen
d"
"' ;l;;;;
-á";;;:
;i"ñ"t; ;;.',':
l:;;í;:;J o";;:'*,- upamiento hrimano) v,
a vult¡erabüdad'
sistemas físicos y biológicos independientes del hombre,
fe propiamente Ia catásirá- en eI sentido de que es factible su existencia sin este (y, por
dicha. otra parte, existían antes de que aparecieran los homíni-
2 Emplearé la
dos), incluso si su pensamiento y, por lo tanto, su concep-
expresión esoocio eeosr., ción en cuanto sistemas son íntegramente obra humana.
humano en cua¡rto construcción sociar'¡; t_'"o pu:1des¡gnar eI espacio
rico. En términos más específicos, uritirJ*Y?t^ o","oncepto más gené- Sin embargo, un sismo, en sí, no es un fenómeno social,
para referirme a la manera en
_._e,la expresiót espocío social aunque sí 1o es su impacto cuando, por interposición de Ia
oue se
le§ en el espacio geog¡áfico. Asi. un eueti -auzan tas estructuraa aocia_ onda marítima, desquicia un hábitat humano, y Io es }a
al misao tiempo, un espaeio geoaoáfio v: negro en tsstados unidos es. manera en que cada sociedad integra en su organi zací6n y
afronorteamericánr. Cu"trao-"tia, " - i espaclo socral de la minotia
su funcionamiento datos relativos a la manifestación de
.-pr"""é i;;;;;;;;"""""i;]"]]i¡l Bil\-ampo soclal "ociar
-:,,"1:1":.,
absrracra
norteamericñno las potenciales consecuencias de sismos sobre el grupo hu-
se caracteriza por la desieualdad e¡
r"" a""p.".ia""'i*,i;;:r"r"::ifi:;'::::t uellos.que tienen recu¡sos v mano. Asimismo, un virus es una entidad biológica cuyo
te espacios sociales particulares en-el t se tdencia median_ carácter natural sóIo se manifiesta cuando perturba a Ia
no norteaner.icano
send 1:er:ua .ev
espacto geograttco urba.
sociedad. A este rcspecto, el casr¡ del virus del sida restrlt¿¡

20
2t
ejempla.r, así como es fascinírnLe seguir los caI»bios (le es- A contrapelo de esta cosLumbre, se trata de captar la
nos.
tatus d.el virus tle la gripc aviaria, desclc rltte se lo consicle- naturalidad, consideracia un artificio, como el resultado
ra responsable inequívoco dc una mutaclón que scrla po d.e tn
compromiso, presente por doquier en medio de la di-
tencialrnente portado¡a de grandes riesgós epidémicos mensión espacial de la sociedad y de entender, en cada si-
mos aqu í, entonces, un¿r «toma» y ut-r «tratarnicnto»
ideal) de los fenómcnos lísicos y biológicos por tuación observable, cuánto le corresponde a la naturaleza
e
y cuánto a las disposiciones espaciales de las realidades
ciedades. En eso consiste el fenómeno dc co¡tstru,c'
de la naturaleza. Ella constituye, pttes, el conjunto de
actuales que de ello resultan. No se debe confundi¡ este
enos, conocimientos, representaciones, discursos y enfoque con un simple análisis en términos de «antropiza-
prácticas que part.icipan y tlcrivan clc un proceso clc intc- ción» del medj.o natural, ni tampoco se debe pensar que es-
gración social clr: los datos llsicos y biológicos etr la socie- tá marcado por el sello de alguna «teoría» adaptativa. No
dad, por ella y parn clla y en clcterminado contexto. Cada se trata de la adaptación de los hombres a su naturaleza,
-;,gociedad construye artificialmente sus eslodos naturales,, sino de la permanente inuención de una naturaleza con-
que aseguran una partición, un reparto y un régimen de forme a las lógicas de Ia sociedad considerada y en función
relación legítimos (aceptados por la mayoría) entre Io hu_ de los acontecimientos que en ella ocurren. Así, en Ia ac-
mano y lo no humano, entre 1o natural y io social (Latour, tualidad inventamos Ia naturaleza que corresponde a la
1991). Esta partición, este reparto, este régimen relacio_ aprehensión del cambio climático por la sociedad, noción
nal y los sistemas ideológicos y prácticos quá marchan a la en modo alguno natural y muy construida, que poco a poco
par expresan un ,((compromiso». * En efecto, «la naturale- se transforma en ideología. Se capta bien, de modo intuiti-
za, al igual que la sociedad, no es considerada el funda- vo, que ese complejo proceso de invención, que habría que
mento externo y evidente de la acción humana y social, si- estudiar con precisión, es portador de profundas revisio-
no un compromiso extremadamente probtemático» (La_ nes de las organizaciones sociales y espaciales de los gru-
tour, 20O1, pág. 329). pos humanos.
El «c6¡¡¡p"o*i"o moderno» fue el de la separación radi- EI caso del tsunami es un claro ejemplo de lo que impo-
cal, y no es muy difícil encontrar indicio" dá qu. .. l. ;;- ne tal procedimiento de análisis de la naturaleza. A partir
tuali.dad se halla en curso de redefinición. e p".ti. á" de su índole espectacular y brusca, el maremoto permite
se pueden concebi¡ otros compromisos, ot;os,,.o"-o",1 ""á aprehender el proceso que une lo fisico y Io biológico bajo
otras naturalezas (Berque,2000), incluso la ausencia to_ Ia especie de lo natural en Ia sociedad, un movimiento que
tal de naturaleza, en el sentido occidental ¿"f tá"Áir", iál se manifiesta y se expresa en y por el espacio. La irrup-
todo, como lo demuestran los trabajo" a" efrifipp" ción de los datos biofísicos en el campo social, durante el
ñ"""áf".á maremotci del 26 de diciembre de 2004, fue dramática pre-
Lo expuesto le confiere un alcance dilerenie ui""aii"i"
de la ¡aruraleza y de sus espacios. g. i"ai"p""""¡i" cisamente por la confrguración de los espacios alcanzados
tacarlo, porque eI sentido común suele asignarle a Ia geo-
J."- por olas de una fuerza mayúscula y por Ia ausencia de pro.
qr1ffa u.n papel de descripción de 1os medfos cedimientos de alerta que hubieran permitido minimizar
v
de la relación adaptativa entre estos y los grupos ""t"i¿Z"
huma"_
Ias pérdidas humanas, si no los daños materiales. Así, aI
sorprender tanto a los pobladores como a los turistas
* En el sentido chos de los cuales miraban aI comienzo con curiosidad -mu- la
de acuerdo de concesiones mutuas. (N. del T)
e., demuest¡a que el naruralismo onda del tsunami que Ilegaba hasta la costa, como si se
-,,3 !e1c.ot1
crqenEal.
{.ZOOS)
tp,.,r,io a" ,i"t" o". tratara de un hermoso espectáculo «natural»-, el mare-
l¡rstórrcamente datado. de separación entre
naturaleza y cul-
tura) no es úás que una de las cuatro maneras _junto moto encontró en muchos casos un ütoral vulnerable por
al animismo, el
totemismo y el analogismo- inveútada" po" la" la densidad de población y la modesta urbanización en
so"ied"Jes ;i;;;;;:
partir las continuidades y discontinuidaáes entre
.iil;;;;;"ii. términos de calidad de las construcciones y de las infraes-
¿ructur¿ls. Dn los es¡tacios dc mayor co¡rcr-'ntración derl trr-
rismo, numerosos establecimientos hoteleros construidos ra cuya importancia, con algunas notables excepciones,
sobre las playas fueron los primeros afectados; el hecho de suele ser escamoteada en muchos de los análisis de las
estar situados frente al mar, fundamental para seducir y ciencias sociales. Ahora bien, ¿cómo no captar eI papel de
atraer clientes, se convirtió en un factor determinante de la interfase primordial que constituye la piel (cuya preg-
su desaparición. nancia en la constitución de1 yo fue pensada por Didier
En esas costas abiertas y muy pobladas, Ias olas se lle- Anzieu, 1995), duplicada en sus prolongaciones en la ves-
varon todo y a todos, en un vasto torbellino destructor de timenta? ¿Cómo no recordar, asimismo, el poder de los
:
cuanto alIí existía, pero también creador de disposiciones instrumentos que consti.tuyen Ios sentidos (en particular
originales de las realidades sociales. El maremoto creó un Ia vista, herramienta espacial por excelencia, puesto que
; nuevo estado social, orro espacio, inédito y perdurable, permite evaluar las distancias y las formas)? Todos con-
! que continúa existiendo mucho después del reflujo. Si tribuyen a la instauración del primer Iímite espacial ex-
bien el fenómeno biofisico desapareció, el cc,,sí-oersonaie terno fundamental: el de Ia esfera que define el perímetro
natu-ra-l aú-n se halla muy presente4 y continúa i*p.eg- de nuestra integridad personal, aquella que en muchas
na-ndo las dinámicas sociales, la organización espaciÁI, Iás ocasiones preservamos para que ninguna intrusión 1a per-
cultivos, las conciencias. La vida cotidiana se h" r.r.rrdr- turbe. Aunque el límite de esa «burbuja» sea inmaterial,
d,o sobre y con ese sustrato, construyendo de tal
modo una no por ello es menos sensible y más «vigilada» por eI indi-
«disposición espacial catastrófica>i, en el sentido de que viduo: artes marciales como eI aikido han desa¡roIIado
aún e.s di¡ecte-mente producto de la catástrofe _^u";;; una teoría muy sofisticada del ma-ai (espaciamiento, dis-
con el paso del tiempo ese vínculo directo con ella se irá tancia), cuya puesta en práctica asegura la gestión de la
atenuando-. relación distante entre los individuos, basada en una ex-
trema atención de Ios signos de transgresión del invisible
borde de la célula espacial propia de cada uno.
Esta esfera fue estudiada por la proxémico, o sea, eI
IJn sistema espacial complejo anáIisis de las relaciones culturales de Ios seres humanos
con eI espacio, surgida de la antropología de Edward T.
El tsunami originó una nueva organización espacial de
,Ia sociedad, Hall (1971), o, en otro registro, por los trabajos de Ab¡a-
que vincula espacios áe tamaños y ham MoIes dedicados a los diferentes «caparazones¡r del
muy düerentes sobre el que deseo insistir_, ""rutr.r"
pero hombre (1977), o también, a su manera, por Erving Goff-
importantes por-punto
igual- man (1973). La labor desarroll.ada por HaIl sigue siendo
Ante. todo el espacio personal ----el del cuerpo_ d.e una referencia insoslayable para reconocer la importan-
-está
cada sujeto afectado cia de esta «burbuja» indiüduaI, sempiterna, primera es-
por el tsunami (víctima, testigo, alle-
gado. pariente, simple espectador a través cala de todo espacio geográfico y de toda espacialidad hu-
d.e losLedios
de comunicació-n), dei sujeto que se vio implicado, mana. Por supuesto, parece cierto que.la esfera íntima y
qué-manera! El tsunarni fue un acontecimiento ¡y de personal, que HalJ. definía rigurosamente como el espacio
ináivi_
dual. pues c.'nmocionó el espacio Íntimo y corporal de mi_ entre el contacto corporal y Ios 45 centímetros de dis-
l.tones de individuos, esa envoltura espaciai tancia, de hecho varía en magnitud e intensidad según las
inmediata
que constituye nuestro primer entorno, áonde situaciones. El pánico, como eI que se produce durante
cad.a uno de
nosot¡os decide ya muchos actos determinantes una catástrofe, conmociona su perímetro, el régimen d.e
en cuanto
a estar en el mundo y a Ia interacción social: r.¡na su control, las reglas de su transgresión, pues para un in-
envoltu-
dividuo lo esencial es, en ese momento, garantizar su inte-
a A tal punto que,
gridad física. En el subterráneo de París, durante 1as ho-
en julio de 2006, Indonesia fu( afectada por otro ras pico, el áro:r per.sonal se ve r<¡strir-rgirla casi hast¿r srr
lbullirr¡¡r. arrnqLre rnpnos dcv¡stador.

24 2

l
ar¡ulación, pero de hecho nunca desaparece por completo:
cada uno intenta casi siempre sustraerse a los demás, al frágiI red de servicios púb1icos. La llegada, tras la catás-
hecho de que el otro esté pegado a uno, mediante un movi- trofe, de otros operadores, ONG, instituciones de benefi-
miento de la cabeza, un juego de miradas, eI movimiento cencia con sus grandes sumas recolectadas y su caritativa
de los pies o de las manos, gestos que tienden a asegurar buena voluntad ello, bajo la mirada de los medios
e1 propio espacio personal.
-todo
de comunicación-, implicó, más que una reconstrucción,
Pocas cosas bastan para perturbar Ia gestión paralela wa reinuenciótl del espacio vital cotidiano.s
de personas cuyas respectivas esferas individuales inter- Por otro lado, espacios regionales y nacionales resul-
actúan. Veamos un ejemplo. En nuest¡as sociedades ca- taron igualmente afectados por el tsunami: nos referimos
racte¡izadas por la movilización, se puede advertir el in- a los de Ios Estados alcanzados directamente por la catás-
cremento exponencial dei equipaje de los viajeros en las trofe, a los que tuvieron que lamentar la desaparición de
valijas con ruedas que arrastran sin esfuerzo tras de sí. muchos de sus ciudadanos (Francia y Alemania, por ejem-
No se necesita tener una gran experiencia en estaciones plo) y a aquellos en 1os que se produjo una vasta movi-
ferroviarias y aeropuertos para darse cuenta de que esos lización humanitaria para llevar ayuda a las víctimas. En
elementos, muy prácticos, son aI mismo tiempo muy per- todos los casos, el acontecimiento tuvo un gran impacto,
turbadores de Ia espacialidad interindividual, sobre todo provocó evacuaciones, traslados de individuos y de merca-
en las horas pico, porque al instalarse en eI espacio que va derías, flujos de información y de capitales, reflexiones
quedando detrás del viajero modifican la forma en que Ios veces, seguidas de efectos- sobre Ia vulnerabiiidad
actores en movimiento regulan la distancia entre las dife- -a
de las sociedades a las catástrofes «natu¡ales», cambios
rentes áreas personales. A la obstrucción en eI piso, ahora más o menos notorios de la organización del espacio. Se
patente, Ie corresponde la necesidad de modifrca¡ las tra- verificaron consecuencias políticas sorprendentes: por
yectorias para eütar los choques. Cuando no existían esas ejemplo, el desarme de Ia guerrilla del Gerakan Achec
vaüjas que siguen a su dueño, siempre era posible, y a me- Merdeka,6 supervisado por Ia Unión Europea, que los me-
nudo fácil, avanzar por el margen posterior de la esfera dios autorizados atribuyeron a la «diplomacia tsunami».
personal de otro viajero sin correr eI riesgo de provocar un En Indonesia, el maremoto provocó una apertura política
conflicto de intrusión cuya importancia y ca- hasta entonces impensable, que puede tener efectos noto-
rácter ofensivo demostró -conflicto
Goffman-. La difusión de esas rios en materia de administración territorial del conjunto
valijas rodantes determinó que aumentara la complejidad del país administración territorial es uno de los cam-
espacial hasta esa escala, siempre muy delicada para eI -la
pos fundamentales del funcionamiento espacial de Ias so-
individuo, en Ia que tropezar con una de ellas suele ser to- ciedades-.
mado a mal por su propietario, lo que prueba que ese obje- Finalmente, otro nivel del espacio resultó di¡ectamen-
to ha sido integrado a su burbuja individual. te implicado en y por eI maremoto: el del Mund.o, conside-
EI episodio del maremoto demuestra que no se puede rado aquí una realidad espacial especíñca, reconocida y
ignorar ese nivel elemental, ya muy complejo, de Ia espa- compartida, el espacio social de dimensión terrest¡e.7 AI
cialidad, que será uno de los objetivos principales de este
6 En la India, páís
Iibro, así como explicar sus lógicas. Sin embargo, no pode- donde Ia reconstrucción fue más rápida, las autori-
mos detenernos sólo en esto, dado que el tsunami subvir- dades recházaron las intervenciones del exterio¡, y en muchos casos,
como en las costas de Tamil Nadu, reconstruyeron en forma idéntica las
tió asimismo el espacio de las viviendas y de sus alrededo- aldeas de pescadores, compuestas pol chozas construidas con palmas,
res. También produjo, de manera brutal, otra geografia de tal como pude comprobarlo en eI verano de 2006.
las cercanías cotidianas, otra geografía económica IocaI y 0 GAM, «Movimiellto por un
Atjeh libre», opuesto al poder indonesio.
? Eü todo el libro
regional, especialmente al socavar la actividad pesquera, eú¡plearé la inicial mayúscula para designar exclu-
debilita¡ la del trr¡ismo y el transpor(,t:, dosmantelar la ya sivamente ese espacio geográfico específico que constituye el N,lundo.
No sr'l l¡; clet¡e confundir con olr.¡s rtcepciorlcs d{rl lérnrino, que esc¡ibrr(l
con n¡inúscula.

:(;
,G-

respecto, no se puede ignorar el papel que desempeñó el nado es más realista que el trabajo del profesional. Al res-
turismo, en articulación con el que cumplieron los medios pecto, no resulta superfluo destacar que, por primera vez,
de comunicación las fotografías tomadas por los turistas con teléfonos mó-
La presencia de gran cantidad de turistas en e1 mo_ vi.Ies se impusieron como materia prima privilegiada por
mento del sismo, así como la desaparición de varios mi-
llares de ellos, contribuyó a que latpinión públ;;;;;;- todos 1os operadores de la mediatización del tsunami, en
ne¡al se sensibilizara particular_".,iu u,rt.i particular por la prensa popular, los sitios de Internet y
por eso mismo se volvía universal, r á;;; ñ otros álogs. Se volverá a manifestar ese papel predomi-
1, -.di;;;;;;;; nante del teléfono móvil durante los atentados de Londres
da potencial individuo_turista _es""
decir, ü;;;;"-;;; del 7 de julio de 2005. De allí en más, esa comprobada pro-
dad.de especLadores que se compadecían
frente aI aconte_ moción hizo del espacio personal un sitio potencial de cap-
catastrófico_ podía imaginarse enfrentado
:lTlu",o
m r,sma prueba. Dada su importancia
a la tación8 de cualqui.er acontecimiento. Sería ilusorio creer
en las costas devas- que una evolución acelerada semejante no tendrá impor-
tadas, el turismo contriburS
locales, así "como
""".ri,_rr.
tJ;;il#bñ; tancia ni impacto en el espacio y en la espacialidad.
::1.:,soc*o"o:s de la sociedad_Mundo, Los relatos de los turistas presentes durante el tsuna-
ar¡Le el maremoto. por añadidura, mediante
labras e imágenes que difundiero" el flujo de pa- mi constituyeron una de las materias primas del aconteci-
f r"*, á"il,"""#i
sea por los medios de comu.ri"r"ia, miento y, más allá del artefacto mediático, permitieron
-.ya que fuera experimentado en el largo plazo como un drama
o los ¡elatos que realizaron i "ü"1"J",;;;;;;
to"t,"i"t-.-"-Joii;,:fi ;:1;' j:?;TH:Ti:':il;";;;;; compartido, en el seno de una sociedad mundial así inte.
acontecimiento. a su apropiación en grada por eI p@ráos de la catástrofe. Por otra parte, se ob-
:)"^".::"dul
ud.rrure experrmentada en qran cuanro ca- servaría una reactividad mucho más débil de la opinión
escala y a la perduración
de su impacto mediático- pública luego del temblor de tierra que eI 8 de octubre de
, .Una emisión conmemorativa del primer anive¡sario 2005 devastó a la Cachemira paquistaní, una zona muy
del tsunami, programada por la poco accesible, apartada del sistema turístico. Ese sismo
partir del 22 de noviembrra" zooá cadána ii;;";i;i;
l
_"i]l;;il:;J, ;": causó Ia muerte de 76.000 personas y dejó a millones sin
ticiparse al pico de difusión de emisiones hogar, muchos de los cuales permanecían sin vivienda un
que la mayoría de las cadenas d;i;;;;; año después. A pesar de la movilización de las institu-
habfr;;;;;;;,;;ffii;
e¡ Francia-, estaba íntegramente constituida
por el tes- ciones internacionales y de las ONG, a pesar de una in-
trmonio de turistas que hábían tensa cobertura mediática especial, de las grandes
sobreviüdo, o;;;;;;i;- -eny BBC World-,
tos respecto del tsunami y de redes anglófonas, como Ia CNN Ia compa-
su regreso a.los lugares del
dra ma, transformados en espacios sión del público fue mucho meno¡ que 1a generada por el
partida, aunque más no fuera du l. memoL .om-
^
en la fo._á a.r-i"r".á_ii" tsunami. No se puede dejar de pensar que a esa catástrofe
comercial.-Las imágenes que acompañaban le faltó la mediación d.e las imágenes y los relatos turísti-
al reportaje
como un filme-catástrofe cos para convertirse en un acontecimiento de Ia misma
-concebido
cruzaban destinos- e¡an las de g."t" "" "i;;"'*.;;i;;-
i y
q;;;";;;;";; magnitud que e1 maremoto. No cabe duda de que el turis-
119"9" se vio envuelta .n el má..moto, ,;;;;;;;;n; mo contribuyó enormemente a la construcción de una con-
dejaba de filmar. Con esa dele.itable
cida en los.medios televisivos, 1,
hip"";;;; b;";;;: ciencia colectiva de la mundiaüdad y de sus espacios com-
partidos, mundialidad cuyo carácter resulta cada vez más
preocupación por no caer e., ""d:;;;;;;;';;
.l ,roy.urism;
ta y_valo-rizaba el ca¡ácter i"édi;; ""í"r"t;;;
;;;;;Jffi;;t: I E incluso de difusión instalrtánea, coroo ee pudo comprobar en oca-
l-:q.:". pavorosas, así como su hrerzn oxprt,sivi, sión de la «viotencia rrrbana» de noviembre de 2005 en Francia, donile
trrrl del pri.ci¡tio actual segírrr ,,1 cn vir- los inccndi,rrios sc corrrr¡¡ricaban casi e,r tiompo real las imágencs rle
cual la t;;;;;;, ;;;;;i; s\rs respcctivas «haz¡ñas».

2¡i
dujo, en un momento dado, un nuevo estado de las socie-
notorii), pcro q ue se fija opor.ttlnamento c¡r cicrtos aconte- dades, en todas las escalas al mismo tiempo, desde la es-
tos, ya cI ue el turisrno constitlryar, ctl especial corl el fera personal hasta el Mundo, y una infinidad de nuevos
uno de los operadores de dicha fijáción espacios de exPeriencia.
n suma, sería crróneo r:l't:t:¡ c¡ue los llcrímetros irnpli-
or el tsunarni fttcron los úrnicos ¡rlcanzados clirccla-
por las ol:r s. El marem<¡to organizó un complejo
de espacios interrelacionados, cspacios afecta- La lucha por los lugares
óatástrofe que no están vinculados por una rela-
'ój8h de e.rc."tre, corno las muñecas rusas, sino en interac- La historia de la negativa de Rosa Parks y sus conse-
'
oipn sistémica. El mayor (eI Mundo) no contiene al menor cuencias es, asimismo, ejemplificadora, aun cuando en un
como si fuera un simple co¡a¡¡rrur-rte de este: forma con é1 y registro muy diferente, en cuanto a la importancia del en-
con todos los espacios de otra cscala un sistema que asistL foque mediante el espacio. Por e1 simple hecho de su vo-
a la permanente interacción de Ias fracciones espaciales luntad de permanecer en su asiento, Rosa subvi¡tió el or-
de distinto tamaño y Qle se engloban mutuamente. En den político. Quebró 1o que se consideraba decoroso; su
ciertas circunstancias. lo global resulta englobad.o por eI actitud inflexible le dio visibilidad a la injusticia, aportó
espacro mas pequeno, eI de Ia vida cotidiana, dentro del la prueba mediante eI espacio sobre la iniquidad de las re-
cual el mundo se reduce y se manifiesta en la presencia de glas sociales. Su acto espacial fue performativo, en el sen-
objetos, signos, artefactos. Cuando miro en ia televisión tido de adaptado a Ia situación en particular,
las imágenes del tsuna_mi, el vasto Mundo sufriente ingre- hendido inmediatamente por ciertos -y, actores, entreapre-
ellos
sa por enlero en mi esferq personal. Sin embargo, en nin- Martin Luther I(ing, como portador de un real potencial
gun momento deJo de ser un componente de ese Mundo político-, aun cuando Rosa explicaba que no Io había pre-
que contengo y que me excede.
Esás complejas relaciones, meditado. Estaba cansada de su jornada de trabajo y de
cuya enunciación es un tqnto extraña, son empero bana- Ias vejaciones que tan bien conocía: no pudo aguantar que
les y c-aracterÍsticas de la i.rt"r""pu"i"iia"ad Ie ordenaran abandonar su lugar. No quiso aceptar una
nea. Más adelante veremos que "o-.rt..,,porl-
ei filósofo peter SIote;dijk vez más la relegación y deciüó en el momento, sin otra in-
propone eI concept-o metafórico para
ti de «espuma» denotar tención ni cálcu1o, simplemente qued,arse ollí. Mantuvo
la estructuración de Ia soqi"¿"d en cétulas cán relaciones su lugar, se negó a cederlo, y así se convi.rtió en el deto-
permanentes, en las que cada una nante de una etapa crucial de la lucha por 1os derechos so-
es, aI mismo tiempo, el
contenido y el continente de todas Ias demás. cj.ales. Su papel primordial consistió en estar allí, senta-
El enfoque del fenóme¡6 del maremoto mediante el es_ da, y permanecer así, 1o que desencadena¡ía una serie de
pacio me parece pertinerlte, pues
no sólo propone pers- actos, el más espectacular de los cuales acaso haya sido e1
pectivas precisas acerca de
Ia geografia de lls sociedádes, boicot contra los ómnibus. En efecto, la permanencia de
no sólo nos enseña que la época contemporánea
se carac- Rosa en su asiento desembocó en una situación que ponío
teriza por ese régimen de e;pacialización sisrémica de las en peligro de manera radical eI sistema de transporte de
rearrdacles socrales, stno q\re nos incita, por añadidura, a Montgomery, en Io que fue uno de Ios instrumentos más
plantear una hipótesis co¡lsistente, que áste libro tratará efrcaces de la lucha política de los negros.
de demostrar: el mundo social
está constituid.o por eI espa- Esa lucha posoó o por el espacio, por la reivindicación
c¡o como mundo de-experi encia
compartid.a por los indivi- de no moverse, por una parte, y por Ia opción de ¡enunciar
duos y los grupos. Desde este punto de vista, el Lsunam.i a una modalidad esencial de desplazamiento, por Ia otra.
tue un operador espacial Farticularmente eficaz. pues pro- EI primer objetivo que se perseguía era, ante todo
-como
ya se h:r clicho-, lograr qnc ncgros y bl¿rncos trrvicran el
l usta pal,rl,rrr dr:sisr'r los nrt, a1.,. ¿. ¡.laciórr {,¡¡r.r(. espacios (lisr.intos.

itI
:i0
mismo derecho a sent¿¡.rse y ubicarse do¡rde sc, les ocurrie- do en materia de acción) y 1os emplazamientos que puede
dentro del ómnibus. Se tratab¡r tlc consegrtil c¡uo fueta ocupar en eI espacio material; es posible advertir fáciI-
ble una nueva gcografía en ttrr lttgar-móvil h¡lstn cn- mente que eI lugar ocupado por Rosa Parks responde a es-
emblemático de los funcl:r¡ncIltos norntativos de la ¡¿ definición. A mi juicio, esta búsqueda de los buenos Iu-
ación ¡acial: una geogralll lil¡er'¿rl del libn: usufltc- gares, siempre cuestionada y eventualmente conflictiva,
d.e los lugares por individuos iguales. Sólo en l¿r medida debe anteponerse en nuestros análisis a Ia atención que
en que ese derecho fue¡a reconocido podían tcner sentido se presta a las cIásicas luchas de clases o a sus diferentes
'. las otras dos reivi ndicaciones iniciales de la Montgomery vicisitudes. Esto no qul.ere decir que Ia noción de clase so-
Improvement Association. Reclamar relaciones corteses cial ya no tenga sentido, sino que en las sociedades de in-
entre chofe¡es y usuarios negros y exigir la contratación dividuos ----características de nuestra hipermodernidad-
de choferes negros constituían objetivos secundarios: de
nada hab¡ía servido ganar en estos puntos, que remitían la realización de los proyectos personales se convierte en
un objetivo imperioso para cada uno. Esta realización se
a la socialidad y a la economía, si no se lograba el triunfo
conduce, expresa y maniñesta en Ia búsqueda de los mejo-
en cuanto a la primera exigencia. La diferencia de régi-
men respecto de las espacialidades autorizadas a los ne- res lugares a los que cada individuo cree que puede y/o
gros en los ómnibus, signo flagrante de su cotidiana quiere aspirar, haciendo caso omiso, si fuera necesario, de
dis- las supuestas solidaridades que existen en los grupos de
criminación en los actos más elementales, debía ser aboli_
da antes que cualquier otra cosa. Esta abolici¿n conáicio_ referencia a los que pertenece. Desde luego, esta preocu-
naba las evoluciones en los otros campos- Obt".re, pación por los lugares no es nueva, como lo mostraré en eL
juego del mercado de los lugares, ái iiU." capítulo 4, basándome en un texto del duque de Saint-Si-
d" I" mon. Sin embargo, lo que parece nuevo es la cantidad mu-
decisión de ia Corte Suprema, sería "n-tel"orr""".,"ar"iu
manifiesto (espa-
cial) que esperaban los dirigentes negros- cho mayor de posibilidades: a diferencia de Ios grupos hu-
Este episodio es uno de Ios que pe"rmiten sacar a la manos con estructuras sociales muy rígidas y de las impo-
luz siciones de las pertenencias como la sociedad corte-
el papel político y social del g".r"r;i;;ui -tal preocupada por la eti-
".pu"io "., rino 1"g"". sana descripta por Saint-Simon,
De esta manera se pone de manifiesto
a" lÁ i"ai"ra, queta y el decoro-, las sociedades actuales no regulan o
res de una evolución capital: e1 ,"".rao
(occidental, por lo menos) fue testigo p."".""iuf,-";
"o.rt"r,.rporj.r"o priori la distribución de los lugares que corresponden a
cada cual según su rango. EI mundo contemporáneo se ca-
mite una formulación un tanto.U-.uptr, a" q"" l-Zr"Zrc ";;u.- r^ctetiza por Ia multiplicidad de posibles espacios de
por los lugares reemplazaba po"o po"o , i. f"1iu
^
clases. En efecto, hoy en día es es".r"i.ipr*
a" afranzamiento de uno mismo y de sati.sfacción de las nece-
iodo" ,"""a., sidades y los deseos. Se t¡ata, sin duda, de una de las ca-
a los lugares y mantenerlos, en el sentido _j" á_ou"
la expresión. Si «ser uno mismo, consistiá
a" racterísticas p¡incipales de la mundialidad.
_"i_" f, Los órdenes sociales estables preconizan siempre, en
recuerda Marcel Gauchet_, sobre todo, e.,""r"" fu.rdir"e .r, ..r,
ideal colectivo, en nuestros dias, user mayor o menor medida, que cada cual y cada cosa deben
-i"_r,
afianzar la singularidad cultural, "", ái"1"","l*"iii". estar en su lugar. Este régimen de afectación muy norma-
eventualmente exigir derechos qr""""i"f,
.?*""r, Iizado de los espacios de la situación que
lu .""o.ror".;, ;;""- reinaba aún en Montgomery -característico
en 1955- fue cediendo poco
car siempre los lugares adecuados prr, _u"if."iurú.-
a poco frente al régimen liberal del mercad.o d,e lugares, ert
lugares a los que aquí me ."ii..o .ro
,Los el que todos Ios Iugares son buenos para apropiárselos y,
calizaciones topográficas, ni coordenadas "o., ;;;;;"" "i-pt" lo_ por 1o demás, su cantidad no deja de aumentar debido a la
sión,.sino posiciones espaciales, * a."ir, ";
"l """:""i. a.
relaciones ent¡e la ubicación del individuá-ei-;;;;;o. multiplicación de Ias diferentes unid,ades espaciales. Dn
efecto, particularmente a causa de la urbanización y la
social (qr.re contribrrvo a clofinir lo q, rc 1,, r,stá
,, r," ,r,,.rr;,i rnu r rrl ialización, sc ¿rsiste a la uurltiplicación dc las unida-

:i2
des re sidenciales, 10 las unidades cle consumo y esparci-
miento (comercios, parques temáticos, etc.), 1as unidades ¿por qué, entonces, habria que preocupa¡se por éI? Sin
gran interés para eI pensamiento social, les corresporrde
de movilidad Qos medios de transporte, eI auto, que cons- pues a los físicos, a las técnicas y a 1os tócnicos apoderarse
tituye tanto un espacio como un instrui¡ento de movih.- del espacio para transformarlo, estruclurarlo, volverlo
dad), las unidades de producción (1as empresas), Ias uni-
apto para cumplir su papel de simple receptáculo funcio-
dades de sociabilidad (1os espaci.os «públicos»). La canti-
nal de todos los objetos sociales. Esta condescendencia
dad de entidades espaciales diferentes que se pueden ocu-
par es, pues, cada vez mayor, pero la codicia crece en Ia hacia Io espacial es producto, sobre todo, de que consti,
tuye un punto ciego de las teorías sociales.
misma proporción. Respecto de la fiIosofía, si bien el espacio forma parte
de su léxico clásico, ella da muestras de una indudable
«molestia» en 1o atinente a captar su «ser», como lo com-
probaba Heidegger et Sein und Zeit- La ftlosofi,a del siglo
IJn punto ciego )Q( no colmó en verdad esa laguna, y Ia reflexión sobre el
ser y Ia existencia renunció a un verdadero enfoque del es-
Desde esa perspectl.va, el verbo <<existin recobra su sig- pacio en cuanto realidad social fundamental, como si Ia
nificado inicial, si se nos permite volver a la etimología de existencia fuera algo demasiado importante como para
<<ex-sistere». <<8ístere», derivado de la raíz indoeuropea
«rebajarla» a un devenir-espacial, como si fuera necesa¡io
<(sror), que quiere decir «mantenerse de pie», «inmóvil» (de
postular que existir remitiría, ante todo, a una interro-
donde viene eI latín «sfore»), significa r<colocarr y/o «colo- gación sin fin sobre la esencia del ser, sobre su aparición,
carse». Existü es, pues, colocar y/o colocarse <<e.p¡, «fuera su develamiento. Una excepción notable es, sin dudas,
de»: al mismo tiempo, colocarse y desplazarse; en suma, Hannah Arendt (de Ia que volveremos a hablar más ade-
actuar pa¡a encontrar los @uenos) lugares propios- Como Iante), quien le p¡estó gran atención al espacio. EIla consi-
veremos, esto exige saber y poder dominar las dÍstancias deraba que este era una de las tres realidades dadas al
que hay entre Ias reaüdades sociales. Ese incesante juego hombre (unto con eI tiempo y Ia razón) y lo definía como
combinado de distancias, lugares y colocaciones se halla «un lugar donde levantar nuestras tiendas en el seno del
en el centro de Ia actividad de los individuos en sociedad. universo» (Arendt, 2005, pág. 150).
La existencia sería, así, :una accíón espacial permanente. No obstante, en general, Ia filosofía ha mostrado una
Sin embargo, las ciencias sociales han tendido a no gran discreción en Ia materia. Una confirmación de ]a idea
tomar en se¡io esta dimensión fundamental del estar en el de que el. espacio constituye un punto ciego del pensa-
mundo. En primer término, porque con enorme f¡ecuencia miento vuelve a aparecer en una frase de Michel Foucault:
han reducido eI espacio a una simple superficie donde se «La geograña debe estar en el centro de aquello de lo que
distribuyen los fenómenos. Tendré muchas ocasiones de me ocupo». Así, con esta confesión casi incrédula, concluía
denunciar esa confusión entre el espacio y Ia extensión, una entrewista que Foucault Ie había concedido a Yves La-
que impulsa a no ver en aquel más que un residuo de los coste en eI lanzamiento del primer número de la revista
análisis; según esta concepción, eI espacio sóIo es una su- de geografia y geopolitica Hérodote, en 1976. EI comienzo
perficie de proyección de Ias estructuras y las prácticas: del diálogo entre ambos no había sido, sin embargo, par-
ticularmente fructífero: cuando el geógrafo le preguntó si
10 La evolución
hacia el principio: una vivienda po¡ pareja con una la geografía tenía un lugar en 1a arqueología de los sabe-
habitación por persona, como mínimo, se halla en el centro de la teoiia res, Foucault le replicó, bastante acremente, que esa cues-
a¡quitectónica conteúporáúea, por analogia cou Ia proÉoción de la
individualidad que se maniliesta, por otra parte, en las sociedades occi- tión no le concernía. Luego, poco a poco, Foucault fue com-
dentales, al menos, por eI fuerte aumento de la cantidad de parejas cons- prendiendo que Lacoste no le estaba pidiendo que hiciera
tituidas por personas aisladas. la etrqucología clc 1a gcogl.rfia, sino que hablura del espa-

34
cio según su propio pensamiento. Entonces, cl diálogo se p5¡¿ «poliesferologÍa» o teoría de la cspuma, desarrollada
fue üstendiendo, para concluir en una reflexión final con por cl filósofo alemán. pretendc ser una «teoría tecnológi-
la frase citada. Michel Foucault insistía. en que las tírcti- ca clc los cspacios habitados por el sor humano". Con pa-
cji§ y tas estrategias de poclcr «se despliega¡ a través de sión, aborcla el anál.isis de las estaciones orbitales como
iÉplaiitaciones, distribucio¡res, recortes, control de terri- modelo de las nucvas espacialidades, cuestiona de ¡nar.re-
'tor{os, organizaciones de tlominio, que bie¡ podrían consti- ra pertinente e1 concepto de isla y dedica inesperadas ex-
tüi¡ u.ra especie de geopolítica» (1976, en Foucault, 2001. posiciones a la biología de los microorganismos y a 1a in-
páe.39). munología; todo ello, acompañado, a la luz de esta «esplr-
A pesar de su afirmación, Foucault no iría muclro rnás mología», de una lectura renovadora de algunos mitos
lejos en la ¡eflexión. Aunque el espacio fue un tema fre- griegos y de grandes obras del canon filosófico.
cuente en sus esc¡itos hasta 1976 en menor rnedid¿r Aun cuando resulte difícil, el pensamiento de Sloter-
luego, a partir del mol¡ento en que-y concentró su trabajo dijk se muestra como una referencia para quien desee in-
en la }¡ermenéutica del sujeto-, en verdad no lo teorizó,i r . teresarse en el espacio y la espacialidad. Ofrece una cohe-
y evidentemente no utilizó la geograña, o ¿ Io rente metateoría de las sociedades, que sólo son «compre-
sumo lo hizo
en forma marginal, como fuente respecto d hensibles como asociaciones agitadas y asimétricas de
e ciertos textos
antiguos de geografÍa. pluralidades de espacios cuyas cé1ulas no pueden estar ni
Sin embargo, Peter Sloterdijk rompió rssientemente realmente unidas ni realmente separadas» (ibid.., pág.
con esa tradición, aI efectuar en Spháres .-.rr" i50). Cuando Sloterdijk escribe: r<Entendemos por sociedad
filosófrc3 det espacio. E-peñado
;";il;i;;;" ,.un agregado de microesferas lindantes de diferentes for-
l:cjll:1
lo que les permite a los seres humanos coe;istir.r,l. ";il;;; ñ;;
.matos (parejas, hogares, empresas, asociaciones), como
ciedad, Sloterdijk postula que el espacio Ias burbujas en una montaña de espuma, que se deslizan
funda Ia coexis_ "o_
rencla. Asr, propone una visión que les da por encima o por debajo de las demás pero sin ser, unas
las burbujas, una importancia central, p.r"" a las esferas, a
i"- 'respecto de las otras, verdaderamente alcanzables ni efec-
mano üve en una microesfera contenida, ""a, "",át.* tivamente separables (ibíd., pág.52)», ys6 allí una ma-
a l"
burbujas y que las contiene en potencia, .o., ""r, ""
lu ne¡a de concebir las cosas del espacio bastante similar
tica de que todas están siempie ligadas "á*"t..í"
¿ D;;"; con otras modalidades de escritura y otras refe-
-aunqueteóricas- a Ia que procuro construir, y que
manera se compondría una espuma, es decir, ";;;.una red de jrencias co-
lazos entre todas las esferas, «un tejido f;;;;;;;;;- ;mencé a presentar con eI ejemplo del tsunami.
pacio_s-hu_ecos y paredes muy
sutiles» (Sl;;;;;¡;:;óó;, ¡ Sloterdijk sienta los fundamentos de una verdadera fi-
L." burbujÁ, ra det úteü-co""iii"v" ,losofía del espacio más aI1á de la c1ásica concep-
prot,otrpo det,o:rmera
l1^*:^??l. funcionamienro diádico (la burbuja en re- "r ,ción estática- sistémica, -mucho relativista e hiperrelacional.
lación indispensable con al menos ot¡al,
af qu" Slot..aijL
relevancia, ya que según ét i" p;;;;;;;;;
Esta última palabra se debe entender en un doble sentido:
1."_1.f:i" las relaciones entre las burbujas son, por cierto, numero-
una drmensrón más real que el individut (ibid.. rsas y sus modalidades participan en forma creciente del
pág.9).
,principio del hipervínculo de Inte¡net, característica prin-
trabajo sobre la heterotopía, que él mismo
consideraba con mu- lipal de la actual interespacialidad. No obstante, pienso
-.rrSu
cn_a es bien conocido, pero no su-peró el es.;á;;; 'que al filósofo alemán le falta insistir en un punto para
rreaerva,
pensamiento. Surgido de una i;;;;;t;",
, ser por completo pertinente, justamente en aquello que
cra de
conterenc¡a pronunciada en I967,
cuya publicación Foucault recién auto¡izó
topía» !rocu¡aba designar espacios
en 19g1, ;;;" :remite a 1o qr.re el ejemplo de Rosa Parks me permitió po-
"i;¿;;;
di[erentes en rt¡¡la"*'""" f"'"""r,- 'ner de manfiesto: Ia veftiente pragmática. Así, a lo que las
nuidad espaciat (Foucault, zóor, págs.
1521-81). A-J;;ue ;li;;;;;;;" .intuiciones de Sloterdijk revclan, yo añadiría que el espa-
concepto gozó de una prolongada difusión,
en las dé -;¿";;i;;;;l; ,
rl¡l rñvc¡rl.t, crr le g".grafía-ar.glofurr,r.,¡rorrr, ,dcr.n: l., cio osl:i c,¡r ircr:itin, prrcs r¡r¿¡rifir'st.a, cr¡¡¡o lo verenlos ¡¡ lr¡

;l (;
:37
largo de este libro, la indispensable c incansable actividad del espacio organizado, concebido como una dimensión de
de los seres humanos con Ia distancia y los lugares. En su 1a sociedad, que aprehendo como un Tod,o sístémico ctrue
trabajo, Sloterdijk se concentra en la organización del constituye un objeto de investigación especifico corres-
espacio, lo cual es necesario, pero no trata lo suficiente la oondiente a las ciencias sociales. Ese Todo no se organizn
organización de la espacialidad, es decir, la acción espa- según una lógica «particional,,. en Ia cual Ia sociedad seria
cial de los operadores sociales. Por mi parte, intentaré divisibie en fracciones casi autónomas, lindantes, como
equilibrar el enfoque de ambos aspectos, equilibrio que ci- objetos de diferentes materias, cadá uno de los cuales po-
mentará la arquitectura de este libro.12 dría, entonces, replegarse sobre su en-sí: el espacio para
- De esta manera, a contrapelo de todas las teorías que la geografia,lo social para la sociología, el tiempo para la
hace-n del espacio un simple reflejo de la sociedad y quein- historia, etc. Puede reconocerse aquí e1 recorte c1ásico de
validan, por eso mismo, su carácter de objeto de lá ciencia las disciplinas, cuya permanente reivindicación de auto-
y la disciplina encargadas de su estudio, es conveniente nomía y singularidad no se puede ignorar, pues la concep-
consolidar el papel del espacio humano en Ia organización ción de Ia partición fue y sigue siendo dominante en eI
y el funcionamiento de las sociedades. y ello, en todas las universo de las ciencias sociales.
escalas, pues creo que el aporte más relevante de la geo- Contra esta visión, postularemos que la configuración
grafia el ejemplo de1 tsunami (y también, en átro de la sociedad es «dimensional» (Lévy, 1994). Toda socie-
-como
registro, eI de Rosa Parks) me permitió sugerirlo_ reside dad se organiza en la articulación de dimensiones, a sa-
en la capacidad de incluir en un mismo análisis realida- ber: la económica, la sociológica, la po1ítica, la espacial, la
des espaciales de magnitud y estatus muy diferentes, y en temporal, Ia i.ndividual, la natural. Cada dimensi.ón per-
pensar su interespacialidad. La geograña aborda, por con- mite inclui¡ en un índice, en forma analítica y abstracta,
siguiente, los «juegos de escalas» (Revel, 1996) no sólo el conjunto de fenómenos que corresponden a una «clase»
al insistir en que a cada escala le corresponde un estado de aspecto de Ias realidades sociales. De.esta manera, Ia
específico de las realidades, lo cual condiciona un modo de dimensión económica reúne lo que atañe a la producción y
observación y razonamiento particular, sino también la distribución de Ias riquezas y 1os bienes; la sociológica,
es la única en intentar esto- al examinar los .egím".re" -y Io que engloba 1o social; la individuai comprende todas las
de ¡elaciones entre los espacios de dife¡entes majnitudes manifestaciones sociales de importancia en la esfe¡a del
y considerar que esos regímenes son constitutivos de las individuo; la política subsume las estructuras, i.ns¿itucio-
sociedades. nes, normas, reglas y prácticás que permiten producir la
unidad gobernable a partir de la multiplicidad y la varie-
dad de Ia sociedad; Ia espacial involucra eI conjunto de
manifestaciones inherentes a1 problema de la distancia y
Una dimensión del sistema social Ia ubicación; la temporal, eJ. conjunto de manifestaciones
átinentes al problema det tiempo; la natural, el grupo de
Para dar consistencia a las afi¡maciones que acabo de fenómenos que participan en 1a i.ncorporación social de los
efectuar, construiré mi propuesta en t¡es etapás. Deücaré datos flrsicos y biológicos. Queda entendido que esta parti-
la primera parte del libro a la presentación d.e una teoúa ción es un artificio científico: toda realidad social, tal co-
mo se la aprehende en Io cotidiano, siempre combina to-
12 Para ello me basaré en investigaciones surgidas de diversas cien- das las dimensiones; pero ese artificio es una condición de
.
cras socrales, asi como en los logros de numerosos geógrafos francófonos posibilidad para eI trabajo de pensamiento de la sociedad.
y anglófonos que desde hace veinte aaos contribuyen a dotar a la geo- Cada dimensión atraviesa a Ia sociedad de lado a lado,
g.afia de un corpus teórico sólido y pertinente. A Iin de estabilizar e'i l¿- y su asociación no es jerárquica, por lo cual ninguna domi-
xico de ese corpus, elaboré, junto a Jacques Lévy, el Dictio»noirc
tte la na ¿r las otras. I)e est.a manr:ra, cl cs¡racio es social dc li¡ilo
géographíe et de li:space d.es sociétés (2OOZ).

38 it 1)
a lado, así como la sociedad es espacial de cabo a rabo, pe- variantes consti.tuyen los fondos de la gramática generati-
ro no exclusivamente (porque es a la vez temporal, social, va de los esPacios humanos.
politica, etc.). E1 espacio constituye, pues, el subsistema La segunda parte de la obra esta¡á dedicada al examen
de un Todo, un Todo q.ue también reside en la parte: la di- de la espacialidad. Trataremos de comprender qué hace el
mensión espacial, objeto dc Ia geografía, contiene a todas hombre co¿ el espacio organizado, cuyos grandes princi-
Ias demás, de la misma manera que el espacio se inserta pios definiremos previamente. El análisis de la espaciaJ.i-
en todas las demás. dad me parece prioritario hoy, porque estudia¡ los actos
De la afi.rmación de la presencia del Todo (la sociedad espaciales de los operadores sociales nos permite descu-
multidimensional) en Ia parte (la dimensión espacial) se bri¡ fenómenos de una gran riqucza, nos enfrenta a situa-
deduce que la idea de un objeto social no espacial, así como ciones espaciales de una variedad casi infinita, tal como lo
1a de un objeto espacial sólo espacial, sin ninguna sustan- sugieren 1os dos ejemplos con que se ab¡e este libro. Esto
cia social, es una aporía. La idea fundamental de] carácter también nos permite pensar mejor eI espacio en cuanto es,
ectoplasmático de Ias cosas sociales sin su dimensión es- a Ia vez, un recurso de la actividad humana y un resultado
pacial nos incita a reflexionar sobre el hecho de que eI es- una disposición espacial de las realidades sociales
'poreIIa,
de
pacio, y en especial su parte material, constituye lo que los actores en situación de acción.
denominaremos principio de realidad social. Por sus es- En Ia segunda parte definiré, ante todo (capítulo 3), a
pacialidades, de una infinita variedad, las sustancias so- los üferentes operado¡es espaciales, y demostraré que cier-
ciales se vuelven visibles, su existencia se cristaliza: ha- tas realidades no-humanas pueden, como en el caso del tsu"
blar de espacio implica aludir al régimen d.e uisibilidad de nami, constituir «actantes» de las situaciones espaciales.
las sustancias sociales. Volveré permanentemente a este Al respecto, ofreceré un estudio de Ia propagación de la
advenimiento a lo visible, a esta presentación ante las mi- epidemia de «neumopatía atípic¿», que afectó aI mundo en
radas, que parecería ser un proceso clave en el funciona- 2OO2 y 2AO3, pues ello me dará 1a posibi.Iidad de explicar
miento de los grupos humanos. Semejante concepción por qué un virus, eI del SRAS en este caso, puede ser con-
multidimensional funda la voluntad de elaborar una cie¿- siderado un operador espacial. También destacaré Ia im-
cia social del espacio que pretende hacer inteiigibles Ios portancia del individuo, entidad específica en medio de la
hechos sociales a partir del «plano de corte» particular que sociedad y actor espacial trascendental.
ofrece eI análisis de Ia dimensión espacial. Acto segundo expondré (capítulo 4) lo que denomino
La primera parte del libro se dedicará, pues, a 1a expo- «geografía de las situaciones», es decir, una captaci.ón
sición de una axiomática del espacio geográfico, la cual pragmática del uso del espacio, a partir de algunos ejem-
tiene su fuente en un postulado que se explicará en eI ca- plos en que volverá a aparecer Ia cuestión central de los
pítulo 1: el espacio es producto del modo en que los grupos lugares y las ubicaciones. De ahí se desprenderá un últi-
humanos tratan el temible problema de la distancia. Ese mo paso de la investigación (capítulo 5), dedicado a poner
tratamiento impone «tecnologías» específicas que están en evidencia la necesidad de tomar en consideración las
en la base de Ia construcción de espacios por las socieda- modalidades de1 lenguaje de los actores sociales para
des: la copresencia, la movilidad, Ia delimitación. De ahí captar Ia espacialidad humana.
se desprenden todas las características fundamentales llna vez planteados los elementos de comprensión de1
del espacio, que presentaré en detalle: Ia métrica, la esca- espacio y de Ia espacialidad, podré entonces abordar en la
la, la sustancia, la confi.guración. A continuación propon- tercera parte, a modo de campo de experimentaci.ón de la
dré (ya en eI capítulo 2) «pensar/clasifican) todas las «es- pertinencia de la teoría geográfi.ca enunciada, un objeto
pecies de espacios» observables gracias a una tríada de espacial de enorme complejidad: el d.e lo urbano, palabra
conceptos: el lugar, elárea (y particularmente el tipo ideal que habremos de preferir de ahora en más, como ya lo ex-
r¡r-te forrna cl ter-ritorio), la rr:d. llstas l.res cat,egorírs y sus plicarí', a «ciud¿rd» para invcntirrirrr cl conjuuto dc fcrró

/lo rll

I
¡nenos que incluye. La razón de esta elección es sencilla:
el mundo urbano contemporáneo es emblemático de la o¡-
Primera Parte. El esPacio
gar,izaclír: y e1 funcionamiento de Ia sociedad mundiali- de las sociedades
zada. De aquí en adelante hay una verdadera homología
entre la sociedad y la urbanidad, que se construyen mu_
tua y recíprocamente.
Este enfoque dará comienzo a partir de una genealogía
del hecho urbano que se basará en el establecimientoáe
una correlación entre la urbanización y la regulación de
Ios problemas de distancia por las sociedad"" h,r-r.ru", y
la manifestación de tres estados de u¡banización: el de la
cité, el de Ia ciudad y eI de Io urbano (capítulo 6). Una vez
finalizado este trabajo, enunciaré con argumención quin_
ce proposiciones destinadas a definir la urbanidad. con-
Lemporánea (capítulo Z).

A.)
t-

1. lJn espacio con características propias

El espacio debe ser pensado a partir de una cuestión


primordial, en Ia estricta acepción de la expresión: la de la
separación de las ¡ealidades sociales, su imposible confu-
sión en un mismo punto. De esta simple comprobación re-
sultan «tecnologías sociales»r específicas, que los hombres
han elaborado y perfeccionado sin pausa, utiüzándolas, si
no para reabsorber, al menos para atenuar los efectos del
principio separatista, pero también, en muchas ocasiones,
para gozar de ellos, como lo demuestran los casos de dis-
tanciamientos intencionales.l Estos juegos con la distan-
cia construyen el espacio humano, que por eso mismo no
tiene nada de espontáneo: no es biofísico sino social, se
trata de un artificio cuyas características y atributos (que
presentaremos aI frnal de este capítulo) proceden directa-
mente de la necesidad que los actores sociales tienen de
i
regular Ia distancia.

Los fundamentos del espacio y de la


espacialidad: la separación, la distancia
Sin duda, cabe admitir, de manera muy abstracta, que
la extensión física existe independientemente del hom.

I Llamo «distanciamiento» a aquello que alude a la voluntaria puesta


a distancia de un individuo o un grupo respecto de otros individuos,
grupos, objetos, cosas. Aunque se pueda halla¡ en esta defrnición algu-
nos ecos de la Verfremd.ung teoizada por Brecht, o del concepto tlaba-
jado por Norbert Elias (1993), que la deline como la capacidad de los in-
dividuos para dominar y objetivar una situación Éediante el autocon-
trol de los afectos, la geograña emplea esta palabra en una perspectiva
muy especifica, Se trata de un término que denota uno de los modos de
usc, nl¿is corrientes y cficaccs de la distar¡ci¿r.

,t5
bre. Aun sin poblaciones humalas, Ia superficic terrestre
tiene una extensión, como cualquier planeta, y d.e hecho la tensión del sistema solar en un dispositivo espacial en e1
cual se imponen el hecho de la distancia y el imperativo de
tenía antes de que aparecieran los homíniclos. No obstan-
su gestión.
te, hay que reconocer que la distancia sürge como fenóme-
no específico, obscrvable, controlable (en mayor o menor
medida) con la antropización y luego la humanización de juego modelo
la Tieüa. Señalemos, por otra parte, que las cuestiones de Un
distancia, en el marco de una «exogeografia» implementa-
EI espacio geográfrco y Ia espaciall.dad humana surgen,
da en cie¡tas universidades de nstados Unidos, comien-
pues, de una dificultad fundamental que se les presenta a
zan a plantearse con seriedad en relación con Marte. como
antes se lo hizo en relación con Ia Luna, desde el momento las sociedades, y que cada una de ellas tiende a regular
en que se concreta una actividad humana (a t¡avés con sus medios propios, variables según Ia época y eI esta-
de los do de las estructuras sociales: la distancia. El espacio y la
programas Flxplorer) y se proyecta una ocupación,
sea ínfima, de ese planeta. La superficie dá Marte se
aunque espacialidad sólo constituyen respuestcts a u.n problerna
cán- mayor. Para demostra¡ la validez de esta afirmación con-
vierte así, poco a poco, si no en un espacio de «pleno ejerci_
tamos con una solución muy simple, pues basta con jugar,
cio»,.por lo menos en un preespacio ; u., protáespa"iá,
det en una computadora, a1 juego más geográfico que existe:
q."" que preocuparse, en términos ¿. ¿i"t..r"i^, á" l"
Igy el SimCity.
elección de emplazamientos, etc. Recordemos brevemente el objetivo del juego, que es
I - Desde viajar
planeado
este punto de vista, a todos aquellos que tengan un éxito mundial: se trata de crear una «ciudad» y asegu-
I
a Washington Ies recomendaría una v"isi_ rar su funcionamiento espacial, económico, social y políti-
l ta al Museo del Aire y del Espacio. Más allá de Ia alegoría co Para hacerlo, eI jugador demiurgo- dis-
: patriótica no_rteamericana, que se advertüá con fac ídad, pone de numerosas her¡amientas -urbanista
que le permiten gestio-
la museografia ofrece el seguimiento de una epopeya hu- nar convenientemente el espacio urbano, t¡atar de dotar-
:
mana: la conquista de la nueva frontera del ci;lo, j luego Ia de una población solvente que es necesario
del espacio galáctico, escenificada de manera .,otáUt". S-o_ contar con recursos para -puesto
asegurar el ordenamiento-,
bre todo, se descubre que poco a poco eI espacio d.e Ios as- regular los conflictos sociales, preveni.r la delincuencia y
trónomos y de los astronautas se humanlza, va convir_ las rebeliones, así como toda cl.ase.de catástrofes, y desa-
tiéndose, muy discretamente aún, g.og"áfi"o, rrollar sistemas productivos. Este juego, provisto de un
". ""pr"io aJ."pu"láy
de una clase muy particular: microburbujal impresionante sistema de inteligencia artificial, que hace
hurmalo ¡listantes, de ocupación más o
-erros p;.;;;;
evolucionar la ciudad c¡eada en función de 1as opciones
tez el robot reemp'laza a menudo al'hombre_, del jugador, constituye a su manera un fo¡mid able labora-
-do-ndepor flujos
vinculads-q tor'io espacial, que expresa, por supuesto, determinada
de información inüspensables para
la supervivencia del conjunto y por algun;s nrrltr", qr. concepción de lo urbano, ya que todo lleva a constitui¡ una
aseguran eI encauzamiento de los humános y Ios mateia_ metrópoü mundial de tipo norteamericano. Sin embargo,
les hacia los nodos de esa red. Se pued.e no quisiera recurrir aquí a la vía de Ia crítica social y polí-
una perfecta ilustración del despliegue de "a"."iii
*t.
un pri-""",-rilr"i tica sobre eI contenido del programa lúdico, pues lo que
de esa espuma_espacial, muy simpleiodavía, que put.. me interesa es lo que SimCity revela acerca de la distan-
Sto_
terdijk ponía de manifiesto. También lr. áq,lí It.*;;;_ cia y sus efectos.
sión de la transformación de pequeñas "e fracciones d.e lá ex- ¿Cómo se presenta 1a primera etapa de cada partida?
El jugador se halla frente a una extensión de terreno libre
2 Las cápsulas espaciales, las estaciones orbitales, los saté1ites, de asentamientos humanos. Si lo desea, puede trabajar el
los
est¡blccimicntos prcvistos c¡r la Luna () crr tta¡_re_ rclie¡ve de esa slr¡tcrficie, aglcgarlc montal-rírs, ríos, bos

.1G
47
ques; en suma, puede modelar el substrotum que recibirá
- .a1lá de una simple gestión de la extensión, lo cual, dicho
su establecimiento urbano. Ahora bien, todo eso no es más ,sea de paso, desaparece rápidamente de las preocupa-
que una amable distracción en comparación con lo que le
ciones, excepto que reaparezcan las imposiciones <(natura-
espera: organizar el espacio. para ello iendrá que trazar
Ies». Así, se convierte en productor de1 espacio geográfico,
el primer perímetro de urbanización, cuyo tamaño dete¡_
minará de acuerdo con los créditos de que disponga, pues virtual por cierto, aunque muy cercano a la realidad, me-
la creación de espacio siempre tiene un costo, y pá.r'""u- diante las lógicas que rigen su concepción. Para lograrlo
gurar su financiamiento se cuenta con una suma global del mejor modo posible debe movilizar técnicas, compe-
que se otorga al comienzo de cada partida, antes tencias, saberes, ideologías, imaginarios sociales que gr.ria-
de poder ¡án las modalidades de cstructuración física del espacio
recaudar ingresos fiscales, si es que la ciudad fu.r"iona
que va a elegir.
bren. tll carácter de la uzona» es la palabra que se Por ejemplo, deberá realizar elecciones en materia de
-esa tratarse dr rar^ rorru
emplea- debe especificarse: puede
residencial, comercial o industrial. hábitat: ¿Privilegiará el hábitat individual, poco denso, o
hábitat colectivo? ¿Aceptará o no la diversidad social y,
Obüemos los detalles a este respecto para concentrar- sobre todo, la cercanía entre grupos sociales dife¡entes?
nos en lo esencial. Ubicar las zonas se presenta como
una ambién deberá reflexionar acerca de las estructuras de
actividad engañosamente sencilla, y prog.r-" r;io producción y comerciales y su emplazamiento, sobre Ias
"i
vence aI jugador no empapado en ta cuesiiónl f
En efecto. el odalidades de transporte que priwilegiará (individual o
Juego se apoya en reglas elementales de una eficacia in- lectivo), las clases de fuentes de energía que convendrá
quietante: 1) Ninguna zona, ningún objeto (puesto que llar más, la densidad y 1a ubi.cación de las infraes-
es
posible implantar estructuras dántro áe
cturas culturales y de formación a las que desea llegar
perímetro), puede ocupar el mismo espacio ";'d"t"."n;ud;
que .tr;. ñ; á materiales formalizados y ordenados, e ideas que
hay superposición posible. SimCity ¡""ui" articipen de esa formalización y ordenación. En suma,
cepción geográfica rad,ical de la imposible
"á ""u "o._
confusión, en nstruirá y dará existencia ¡rirtual a un espacio geográfi-
un mismo punto o una misma área, de dos realidaa." aif.-
, donde eI lugar de cada elemento sólo se entenderá en
r9n-t1s.- 2) A partir de ese principio fundador,
resulta cru_ relación con todos los demás, y a espacios sociales. mun-
cral delimitar rigurosamente cada zona (y así definir su dos posibles de experiencias individuales y colectivas.
tamaño) y ubicarla de la manera más ¡acitnal en las cer_ Si bien resulta innegable el carácter lúdico de SimCity,
canías de las demás, habida cuenta, por supuesto, de las seriedad de los conceptos que están en juego en él no
características iniciales de la superñcie disponiUte. 3¡ Os- ¡er¡iste ese carácter: desde hace mucho tiempo se sabe que
ta_proximidad puede ser lindante ¡las ,onas juego es una actividad muy reveladora de las diversas
colocadas unas junto a otras) o estar en "o" "rto.,L" ;;: ace tas de Ias sociedades humanas. Me atengo, entonces, a
""";;; d"¿;"
nas se relacionan mediante las infraestructt,.u"
t"^.r"- City como mod,elo en el sentido estricto de Ia palabra:
porte, que se deben ubicar también con gran n esquema simpiificado y simbóIico que permite dar
cuidado).
Si eI jugador consigue, a partir dellmperativo áe la
,. uenta de una realidad este caso, la realidad espa-
drstancia, delimitar bien, ubica¡ en forma correcta y ma- ial-. En él obtengo la -en evidencia de 1os principios ele-
nejar adecuadamente las proximidades, oigÁi- mentales del espacio humano y, en particular, una clala
zará lna coexistencta espacial uirtuosa,".rtor""",
q"" ilust¡ación de 1a relevancia de la dista ncia, así como de La
compensada con un rápido c¡ecimiento geográfico "r;";Z;-(hori- importancia de Ia delimitación.
Sontal J, vertical, dado que las construccionás cobran al-
tura), demográfico y económico de su ciud.ad t"á"¿" J.f
programa. Esto es más difÍcil de lo que parece " (¡incluso
p¿tra lrn gcógrafo!), y el jugaclor se ve llevaclo
,,r rrcho ¡r,ás

,,1 s
41)
,?"

La sociedad en Ia d,istancia material: de este modo se la reduce al espaciam,iento, a lo


que separa fisicamente dos puntos distintos. Aho¡a bien,
La distancia expresa un hecho difícil de refutar, casi. si se admite que úodo la sociedad está contenida, en lo sus-
trivial, que podemos experimentar todós los días: dos rea- tancial, en la dimensión espacial, se debe reconocer que la
Iidades sociales materiales, dos objetos físicos, dos cuer- distancia es una noción intrínsecamente multidimensio-
pos, no pueden ocupar, sin alguna clase de artificio, sin ar- nal, tanto como la cosa a la que designa: el conjunto de
dides, un mismo punto de la extensión. Están separados manifestaciones de Ia separación de las realidades socia-
y, por Io tanto, distantes. Esa comprobación elemental les y sus efectos. Por esto mismo, el espaciamiento só1o
funda una actividad social. específica, que reúne la totali- constituye uno de las manifestaciones de la distancia en
dad de los medios humanos inventados y utilizados para acción en el campo social, ia más visible por cierto, 1a más
conjurar Ia distancia, la cual seporo las realidades y aI inmediatamente perceptible duda, más poderosa
mismo tiempo permite, si se Ia domina, acercarlas hasta que otras para imponer acciones -sinespecíficas, más «rugo-
ponerlas en contacto unas con otras, aspecto que eI juego sas»- y, por Io tanto, necesitada de respuestas impe-
SimCity muestra bien. La historia de Rosa Parks me riosas de los individuos y los grupos; mas está lejos de ser
parece igualmente explícita al respecto, en la medida en Ia única. Los juegos especíñcos del espaciamiento existen,
que todo se origina en la imposibilidad de que dos perso- pero sólo en Ia interrelación con los de todos los demás re-
nas ocupen un mismo asiento, salvo excepciones: la de los gistros político, ideológico, etc.- de 1a distancia;
niños pequeños, que se sientan en eI regazo de alguno de resultan-social,
necesarios para Ia aprehensión de esta, pero no
sus padres aún no han concluido ese trabajo de se- son suficientes.
paración que -pues
los llevará a la autonomía-, y Ia de los ena- En especial, los hechos referidos a la distancia les im-
morados, que así se niegan a distanciarse. Por otra parte, ponen a los operadores sociales ----como se señaló en el ca-
la situación de superposición de cuerpos humanos sólo se so deljugador de SimCity- estrotegias espaciales y, sobre
produce en condiciones particulares: Ia intimidad amo¡o- todo, estrateg'ias de ubicación, de Iimitación, de estableci-
sa, por ejemplo, pero también la violencia, en episodios miento de regímenes de proximidad. Los actores no se
paroxísticos que quiebran durante un momento el orden conforman con colocar objetos en determinados puntos de
geográfico común. En otro registro, no puedo dejar de pen- Ia superficie visto que esa clase de actitud conde-
sar que la mayoría de Ias grandes místicas buscan e idea- naba aljugador -hemos
de SimCity a una rápida derrota-. Cons-
lizan la fusión de todos y de todo en un mismo punto úni- truyen en un contexto particular disposiciones espaciales
co. Las místicas son ideologías «a-geográfica$): rechazan de las reaüdades coexistentes (ILamadas a evolucionar con
la distancia y Ia separación, aspiran a Ia constitución de el tiempo, pues el espacio se halla ma¡cado por su histori-
una re-unión sin fisuras- cidad, no es una sustancia inmutable), que expresan sus
Los seres humanos han tenido que elaborar tecnolo- «artes y técnicas» de Ia distancia. La geografía se debe
gías de la d,istancia (cf. infra) que proceden de Ia incues- ocupar de pensar esas estrategias, y no sólo de comprobar
tionable comprobación de esa separación fundamental. Ia existencia de separaciones o de espaciamientos mate-
Esas tecnologías permiten los actos espaciales de los indi- riales, abroquelándose en un enfoque limitado a medir po-
viduos, quienes pueden recunir entonces tanto al acerca- siciones en el marco de una topografía cartesiana de los
miento y la conjunción como al distanciamiento y ta dis- objetos sociales. Así pues, el concepto de espacio compren-
yunción de cosas y hombres. de eI conjunto de relaciones, en todos sus aspectos mate-
La geografia no ha descubierto la distancia reciente- riales e ideales, establecidas por una sociedad, en un tiem-
mente: son innumerables las obras que tratan esta cues- po dado, entre todas las diferentes reaüdades sociales.
tión. Sin embargo, en general se considera a la distancia En eI origen, lo que prevalecía era la separación ffsica,
dc nrane¡a «cartesiaua», col)lo un atributo de la sullerñcic cs dn,,ir. )a doblr' , onr¡rr.oha,.ión rlt, lr irnposiblo confr¡sión

50 5l

j
-'
reagrupamiento en un solo y mismo punto- y de la 1o cual constituye un buen ejernplo de estrategia de 1a dis-
-el
imposible ubicuidad de una misma realidad material o tancia. Cuando el gran conglomerado dejó de resultar
corporal (cosa, ser humano). En el cent¡o de la experiencia atractivo en un contexto de crisis de la vivienda, el espacio
individual y social se halla el carácter radical det princi- periférico vino a satisfacer e1 deseo de alojarse de los resi-
pio de separación. La distancia nace de esta comprobación dentes de mayor solvencia económica. 'Iodo el1o, encua-
«materialista» y de Ia voluntad de acomodarse a ella. Con- drado en una política de Estado que primero preconizó y
tinúa, por supuesto, al evaluarse y experimentarse fácil- alentó masivamente la reunión en las zonas de hábitat co-
mente mediante la separación
-o deespaciamiento_.
el Iectivo sea, legitimó cierta clase de cercanía-, y lue-
que se considera la expresión fÍsica la distancia. No go, -o
pocos años después, incitó a las familias solventes a es-
obstante, la total socialización del espaciamiento y su de esa clase de residencias para ir a poblar las peri-
capar
transformación en distancia se imponen a partir del mo- promovidas como nuevo ideal espacial francés ofi-
mento en que para los humanos se torna necesario deno- ferias,
cial. Es conocida la evolución de esa historia urbana: la
minar y calificar las separaciones y sus efectos, y domi_ los grandes
degradación de conjuntos determinó que no se
:".1o:._Pl espaciamiento pone en evidencia Ia distancia,
l¡ dejara de hablar de eIIa.
visibiliza. Sin embargo, eI me¡o examen de Ia amplituá
de ese espaciamiento y de sus características físicas no Expongo este ejemplo para que se entienda bien que Ia
permite comprender cómo este se convierte socialmente, reflexión debe presidir siempre eI estudio de los registros
aI mismo tiempo, en un índice, en un instrumento v en ,r., espaciales de la distancia (es decir, todo lo que remite a
factor de separación entre las realidades, Ios dispositivos materiales, a sus tecnologías, a las corres-
qr.," pondi.entes ideologías), así como el de ios registros socia-
no se verá necesariamente ocultada por la ""pr.""ió.,
áesaparición
de Ia distancia. les o políticos. Así pues, no hay una distancia social y una
De este modo, 1a política de «heterogeneidad social». distancia espacial que sean diferentes, sino regímenes
que predica la cercanía física entre individuos pertene_ porticulares de manifestación de la separación. que se de-
cientes a grupos sociales muy diferentes, fracasar-á sin du_ ben estudiar de consuno.
da en el intento de crear la dinámica social y cultural bus_
cada,.pues la proximidad espacial instauraáa contribuirá,
por cierto, a modificar Ios modos de expresión de Ia dis_ La políttca surge de lo que separa
tancia social, pero no la suprimirá. puede incluso fortale_
cerla, como hace mucho tiempo ya lo demostraron Jean_ A su manera, esto es lo que proponía Hannah Arendt,
Clau.de Chamborédon y Madeleine Lemaire (1970) en su quien intentaba aprehender la política ¡, deseaba darle
anÁlisis de las poblaciones de grandes conjunios .,rb^rro". una definición no metafisica ni naturalista,S cuando escri-
Ambos sociólogos señalaron de modo magistral que la bía que «e1 hombre es a-político. La política nace en eI es-
coexistencia en un mismo nicho habitaciooul d. fu¡nili." pacio-que-hay-e¿rre los hombres, o sea, en algo fundamen-
pertenecientes a grupos sociales muy diferentes, aI punto talrrtente exterior-ol hombre. No existe, pues, una sustan-
de no compartir nada particular, Ia misma visión del cia verdaderamente política. La política nace en el espacio
-en soclales y residenciales
hábitat y 1as trayectorias a las
intermedio y se constituye como relación» (Arendt, 19g5,
que cada uno puede aspirar-, acentuaba eI deseo pág. 33, las bastarüIlas son mías)-
de dife_
renciación y distanciamiento espacial de los habitantes Arendt deseaba apartarse de una visión esencialista y,
más dotados en cuanto a capital social. Mas esto, por otra al mismo tiempo, volver a hacer de lo político un verda-
parte, tuvo sus efectos: las clases medias huyeron de los
grandes conglomerados en la década de1 setenta, para 3 En ot¡as palabras rec}.azat el zoon politi,/zoz
, de Aristóteles, que in-
ac_
cerler a la propiedad retsidencial tipo chalet en 1a periferia, cita a creer que en la naturaleza del hombre hay una suerte ¿le esencia
de la politica.

52
dero bjeto de pensamiento. De allí ia afirmación sobre el
apolÍtico del individuo, quien no te»dría por na- atinada profundidad y coadyuva con 1a proposición que
ningún fluido mágico de Ia política.a Esta nace estructura mi trabajo. IJsa definición de la distancia per-
propla organlzacl ón de todo grufo humano como mite comprender mejor, en todo caso, que 1os hombres y
de entidad,es disúozles, los hombres, que ponen en los grupos no sólo están preocupados por reabsorber el
procedimientos relacionales que no se espaciamiento que los aleja entre sí y de sus lugares, sino
-palabra que asumen, muy a menudo y de muy buena gana, Ia op-
debe e ntender só1o en su acepción virtuosa orientados a
t.rt.r e.e Froblema del espacío-que-hay-entre ellos; en ción aparentemente aberrante del distanciamiento, del
apartarse sí mismos o de 1os demás-. La organiza-
suma. de la distancia tal co¡no la hemos de[inido. Contra- -de
riarnente a Io que llevaría a suponer una lectura apresu- ción segregativa, en todas las escalas, de muchos espacios
rada, Hanqo¡ 4rend.t no reducá 1o que ella denomina «es- muestra Ia amplitud de las estrategias de «atrinchera-
Pacio» al espa"iamiento fisico miento» y Ie confiere su sentido a la expresión kantiana
tampoco ignora este
último-, s.ino que con ese término -como sobre la <<insoci.able sociabilid.qcl»r. Del lado de ia sociali-
designá todo.lo que se-
pard a tos hombres y les impone juegos y escenas relacio- dad, el acercamiento, la atracción por el grupo. Del lado
nales LSe Frincipio de separación es exlerior al ser hu- de 1o insociable, eI rechazo de la alteridad, de la mezcla
mano, en el sentido de que no constituye una esencia, inherente a toda sociedad; el deseo de encontrar una ho-
sino
vn medLo atnbiente mouilizctdor- mogénea socialidad de Ia identidad; el repliegue en el te-
A juicio de Hannah Arendt, cuando esta distancia en- rritorio de pertenencia. La toma de distancia, eI distan-
tre los indivi¿,los d.esaparece, irrumpe eI terror totalita- ciamiento espacial y 1a separación constituyen instru-
no' cuya sr ngularidad y radicalidad son producLo, precisa- mentos privilegiados para cumplir con ese deseo.
men[e, de esa abolición: «Al aplastar a los hombres unos
contra
,otros, el terror total destruye eI espacio que media
en[re ellos. Reemplaza un víncu]o de hierro qr" lo" -an-
tlene tan estrechamente juntos que su pluraiid.ad parece Conjurar la distancia: técnicas y tecnologías
oesvanecerse en un Hombre único de dimensiones gigan- del juego
tescas»,(A16,r¿ L, 1972, pág.216). El
terror toralitari,o iun-
de a todos los individuos en una misma Los seres humanos siempre han debido conciliar con Ia
aleación, pretend.e
reabsorber toda distancia social y cultural, e incluso tien- ineluctable distancia, conjurarla, para Iograr (sobre)vivir
de esp..ial. durante las múltiples grand.es ceremo- y desarrollarse en ella, para ponerse en contacto con las
-en
T?""q":,o exaltan 1¡:iénsese en las misas y en los desfiles
oer rascrsmo, del nazismo y del estalinismo)-
diferentes realidades sociales necesarias para sus proyec-
a reducir el tos y actividades. ¿CuáIes son las tecnologías5 que han po-
espaclamle¡ato tanto como sea posible, a amalgamar a las dido poner en juego? Es posible distinguir dos principales
personas eh :una muchedumóre (e incluso iniciales): Ia copresencia y Ia moviiidad. La se-
compacta, sin hiatos entre
qulenes Ia COmponen_ gunda se abre en dos subtecnologías: el desplazamiento
,Todo
esto nás sitúa en una concepción muy social d.e Ia (movimiento de realidades físicas y materiales) y la tele-
política, Que es concebida como una relación al utilizar un comunicación (movj.miento de realidades inmateriales),
q.'e l. dn a 'la distancia una función preeminente. que constituyen dos registros, en permanente articula-
:y"q': l\-t'endt
nannan le procura aI análisis de la distancia una ción, de 1a movilidad.

--l 9t,!o"t. mírespefta.esloyembarcádoFn unapmpresa dela mis-


11á.lndole P.ue.to q.,e también inLenro ápartarme de una visión esen-
crálrsla y.rcdrr<.ciorista dFI csp¡.io. par¡
hr¡.ér dF Ál rrn vordad"ro ohjc 5 Se entiende po¡ «tecnologia» un conjunto de técnicas, p¡escripciones
tu dc ¡ ál rsis
e ideologias.

54
5l¡

t.
l¿-
La copresencia, o Ia búsqueda del contacto ticula¡, de las inLeracciones sociales,G Ia copresencia no
topográ[ico basta por sí sola para crearlas, ya que estas dependen en
especial de las volr¡ntades de los operadores humanos.
La copresencia puedc parecer el jrrego más simple con Ella crea un potencial relacional (humanos-humanos, hu-
la distancia, aunque en verdad su elección no tenga nada manos-no-humanos) que únicamente se realiza según la
de evidente, por más que implique organizaciones y tccno- opción de los oPeradores.
logías espaciales, como en el caso de la arquitectura y el ur-
banjsmo. Se traLa de reunir en un mismo espacio, en con-
tigüido.d. físicct, entidades y objetos espacializados con la La mouilidad, o el domínio de Ia lejanía
ñnalidad de hacer posibles sus relaciones. En situación de
copresencia perfecta, la distancia entre dos objetos es nt.la: Junto con la copresencia y sus efectos de reagrupa-
D[a,b] = 9. miento contiguo, también se puede conjurar Ia distancia
La organización espacial de }a copresencia está, corno acercando Ias realidades mediante eI movimiento. Se in-
se verá en el capítulo 7, en relación directa con la cuestión gresa así en eI dominio de la movilidad. La movilidad es
de la urbanización y la urbanidad. En efecto, las lógicas un concepto globalizador, a cuyo respecto es importante
inherentes a la copresencia producen de t'acto una acen- determinar todas las nociones a que da lugar (desplaza-
tuación de la densidad y, en general, una mayor diversi- miento, transporte, migración, etc.), que muy a menudo se
dad de los objetos copresentes. Ahora bien, el acoplamien- confunden con é1. Tanto para los individuos como para los
to de la densidad y la diversidad se halla en el fundamen- g¡upos, eI dominio de Ia distancj.a mediante la movilidad
to de las dinámicas de las ciudades y de lo urbano. no se limita aI desplazamiento fisico efectivo ni a sus téc-
El desarrollo de la copresencia produce expansión en eI nicas (que llamaremos <<transporte»), sino que comprende
área del espacio habitado, como bien lo demuestra, r- na además las ideologías y las tecnologías del movimiento
vez más, el juego SimCity o, de manera más «cientíñca», reinan en una sociedad. La movilidad impli.ca, pues,
toda la historia de los emplazamientos humanos de hábi- mismo tiempo, lo siguiente:
tat agrupado. La constitución de agregados cada vez más 1. Un conjunto de valores sociales más o menos explíci-
extensos implica, por eI propio hecho del «éxito» de Ia co- to para Ios actores, que estos pueden objetivar: ¿Está per-
presencia, utüzar de manera más adecuada el desplaza- mitido o no, es valorizado o no, eI hecho de tener movili.-
miento y la telecomunicación, o sea, la movilidad. Esto lle- dad dent¡o de un grupo humano? Desde este punto de üs-
va a recordar que en las sociedades que las ponen en ma.r- ta, la movilidad es histórica y geográficamente va¡iada.
cha, las tecnologías de Ia distancia se conjugan y combi- tos valores pueden cristalizarse en ideologías espacia-
nan, antes que oponerse. predominantes y condensarse en leyes y reglamentos.
Los imperativos de regulación de Ia copresencia por los E'n nuestros días, la movilidad constituye, mucho más que
grupos humanos se sitúan, muy tempranamente (desde una necesidad funcional, Ia reivindicación de una gran
las primeras ciudades), en eI origen de las reglamentacio- ayoría de individuos que la concibe como condición para
nes y prescripciones en materia de organización y p¡ácti- la realización de la existencia y Ia consotidación de la li-
cas del espacio, que van desde Ia definición de las cerca- bertad. Algunos querrían incluso que se introdujera el
nías aceptables, Ios buenos usos de la vecindad y las for- derecho a la mouilid,q.d, entre los derechos universales del
mas de civiüdad hasta las normas y las leyes de «e¡dgn.- hombre. En ese sentido, Frangois Ascher ha señalado que
miento». En cuanto tal, la gestión colectiva y política de J.a «en una sociedad fuertemente desarrollada, donde la divi-
copresencia es un poderoso vector de estructuración de 1as
sociedades. Si bien parece a priori lavorable al desarroflo 6 Concibo aquí la interacción social como una relación
de influencia
absoluto de las interLrccir¡ncs ent¡e re¿rli<l¿clcs y, en p ¿lr recíproca cntre actorcs sociales en situación dc copresencia física.

5(; l:¡7
sión del trabajo no deja de profundizarse, las movilidades tencial, una virtualidad no actualizada, que es justamen-
cobran una importancia y un significado nuevos, y le te Io que permite eI movimiento realizado, es decir, el des-
otorgan al derecho al ¡novirniento un lugar creciente, pues plazamiento.e La movilidad es posible porque hay una
se c;nvierte de alguna manera en un derécho genérico del oferLa de ella: la accesibilidad, que no es reduclible a la so-
que proceden muchos otros derechostr (Ascher, en Alle- la dimensión tócnica, sino que integra todas las condicio-
mand, Ascher, Lévy (dirs.), 2005, pág. 23). Sin duda, no es nes de posibilidad de los desplazamientos contextuales
casual que la historia de Rosa Parks se haya desarrollado del actor. Este no es un agente neutro del movimiento, un
en un Iugar caracterizado por 1a movilidad, ni que se haya simple componente de un sfocft amorfo; en cuanto prota-
basado en la reivindicación de una movilidad en buenas gonista activo, domina una competencia y posee un capi-
condiciones- Son numerosas las luchas por 1os lugares que tal de movilidad que se inscribe en el seno de 1o que más
reivindican e1 desplazamiento, y muchos los regímenes Ii- adelante denominaré su capital espaciol global.
berticidas que obstaculizan las movilidades. Si bien Ia movilidad y sus exigencias se remontan al
2. IJna serie de condiciones geográficas (no todos los es- origen mismo de la organización de los grupos humanos,
pacios, en función de su organi.zación, conforman el mis- eI mundo contemporáneo se caracteriza por una acentua-
mo marco de movilidad, y en cada espacio 1a superficie no ción del peso y de los roles de las movilidades. La cantidad
es isótropa), económicas (la movilidad tiene un costo co- de realidades materiales e inmateriales en movimiento
Iectivo e inüvidual, como se puso bien de manfiesto en el crece de manera exponencial desde 1850, es decir, desde
período de encarecimiento del precio del petróIeo), socia- que los avances técnicos permitieron encarar un doble
Ies y políticas (Ia posibilidad de moverse difiere según los proceso fundamental: la disminución del costo del trans-
grupos sociales y las variables de edad y sexo).? EI caso de porte y la aceleración de los desplazamientos de hombres
Rosa Parks demuestra que las condiciones de segregación y mercadeúas. Los primeros grandes súeor¡¿ers constituye-
influían enormemente en las modalidades de movilidad ron un indicador inicial de esta transformación, a1 mismo
de Ios negros. tiempo que daban testimonio de las nuevas capacidades
i
3. Un dispositivo tecnológico y su arsenal de técnicas.8 para desplazar a bajo costo tonelajes importantes. Desde
4. tln sistema de actores: los grandes operadores de ¡e- entonces, Ia búsqueda de velocidad no ha cesado; constitu-
I
des, como es el caso de Ia Société Nationale des Chemins ye uno de los rosgos d,istíntiuos de nuestras sociedades
de Fer Frangais (SNCF), o la Régie Autonome des Trans- mundializadas.
ports Parisiens (RATP), o Ia alianza de compañías aéreas La promoción de Ia instantaneidad del desplazamiento
Sky Team, o incluso Dussolier-Calberson, son actores pre- para las realidades inmateriales digitales es, en ese senti-
eminentes. Pero también un simple ciclista, un «caminan- do, el término lógico de una historia plurisecular. La trans-
te-r», un usuario del subterráneo, son actores de Ia mowili- ferencia en «tiempo real», mediante Internet, de datos ca-
dad, en vista de que todos ellos dominan técnicas y utili- da vez más cuantiosos y variados constituye el punto cul-
zan material. minante de semejante búsqueda que se realice Ia
Para cada acto¡, Ia mowilidad es a Ia vez un proceso ve- -hastade Ias reaüdades
vieja fantasía del transporte i-nmediato
riñcado, que se traduce en mor¡imientos efectivos, y un po- inmateriales de un punto a otro. deseo que algunos conti-
núan creyendo posible-. Esta instantaneidad estuvo en
? Recordemos, por
ejemplo, que en A¡abia Saudita las oujeres sufren germen en los balbuceos de las técnicas telegráfrcas y, por
limitaciones en cuanto a su movilidad, pues no se les permite co¡rducir supuesto, se concretó con eI advenimiento del teléfono,
autoEóviles. pues el mowimiento de Ia voz es el de una realidad social-
E Al respecto, digaEos que
ciertos objetos técnicos pueden constituir
vetdaderoa «áctanteg en t¡edio de un sister¡ta de desplazae.iento, como I A los efectos de eliminar esta ambigüedad, Vincent KaufEan (2OOO)
Io deñuest¡'an el estudio de las cadenas logisticas y el papel que eñ ellas propone emplear la pallbra nrofilidod para cirr:unscribir el potencial y
desenrpeñan los grandcs sistemas expertos y Ios autómatas. rcslrvar «ntovjlidad» p,rr.l l.¡ qr¡e correspondc al desplazamiento.

59
Y.

Insisti.mos en que el desplazamiento de bienes inmateria- distancia que puede recorrer cada dÍa.1I Hasta la más
1es (capitales, informaciones, Lmágenes, lenguajes) debe pequeña ganancia en materia de rapidez eu eI transporte
ser considerado una auténtica movilidad, un poderoso or- se compensa slempre con una extensión del espacio que
ganizador de disposiciones espaciales en todas las esca- debe recorrer cada individuo. Todos los estudios llegan a
las, desde eI escritorio dondc uno se conecta con Internet la misma comprobación.
hasta el Mundo. El aumento en la velocidad de los desplazamientos ori-
La búsqueda de velocidad en 1os desplazamientos, evi- gina, pues, una mayor complejidad en 1a espaci.alizaci.ón
dentemente, no ha concluido. Las exigencias de rapidez de los individuos y los grupos. En cada caso, a medida que
imponen logísticas cada vez más pesadas y costosas, así es posible desplazarse con mayor rapidez, cobra mayor
como sofrsticadas competencias de los actores (incluido el importancia el espacio ¡elativo del desplazamiento y se
simple ñomo turisticus). Los costos económicos generales torna más sutil el juego cotidiano con las distancias. Por
de la movilidad tienen tendencia a incrementarse, así co- añaüdura, los medios rápidos de movilidad, que se han ins-
mo los costos temporales y sociales, por el simple hecho de cripto ya en nuestras vidas como instrumentos indispen-
que aumenta la movilidad tanto de los individuos como de sables de un esfilo de uida, necesitan espacios especílicos:
las cosas. En contraposición a una idea aceptada y a algu- autopistas, estaciones, aeropuertos, que se convierten,
nos tópicos en boga,10 Ia carrera por la rapiáez y Iá proÁo- con todo Io asociado a ellos (hoteles, comercios, servicios),
ción de Ia instantaneidad, a la vez como hecho, como obje- en hitos fundamentales de la existencia de gran cantidad
tivo último y como valor social e incluso cultural, no pare- de personas. Muy lejos de ser no-Iugares, como afirmaba
cen alienar la dimensión espacial. Muy por eI contrario. Marc Augé (1993),12 quizás un tanto apresuradamente,
de ello resultan inéditas organizaciones del espacio y de las constituyen emblemas de espacios contemporáneos, facto-
espacialidades. res de atracción para nuestras espacialidades de movili-
En verdad, cuanto más se convierte la velocidad. en una zación. Se trata, de alguna manera, de «híper-Iugares»
apuesta, más se consolida la relevancia del espacio, pero que en el capítulo 7 denominaré «conmutador
de un espacio cada vez más variado, que no es eI de los d.ro- -aque1lo
espacial»-, creaciones donde la estandarización de Ias
mólogos, quienes 1o reducen, en una concepción rudimen- formas no impide la familiaridad, Ia alegría de encontrar-
taria, a una extensión a recorrer. PodrÍamos multiplicar se en terreno conocido; no supri.me la apropiación, el pla-
Ios ejemplos que dan cuenta de que eI aumento de lá velo- cer de «habitar¡¡ aIIí con plenitud, aun fugazmente, ni eli-
cidad refuerza la importancia de Ia cuestión espacial. Así, mina la interacción o Ia intersubjetividad.
es bien sabido que el continuo aumento, en las úItimas dé-
cadas, de Ia velocidad promedio de desplazamiento coti- 11 Esta evolución resulta extraordinaria
en el caso del TGV [tren de
diano en particular, aI acondicionamiento de alta velocidadl. El despliegue de la.ed para t¡enes de alta velocidad
-gracias,
las rutas, que favorece la automovilidad, y también d.e las dilató el espacio de los desplazamientos laborales entre las principales
metrópolis vinculadas por una línea rápida. Un coloquio organizado en
grandes redes ferroviarias en Ias principales organizacio- uoviemb¡e de 2006, en ocasión de celebrarse los veinticinco años det
nes u¡banas europeas- ha generado un ext¡aordina¡io TGV, demostró que mediante ese tren enblemático y sus ramiñcacio-
c¡ecimiento de las superficies urbanizadas. En efecto, nes (Eurostar, Thalys, etc.) se había constituido una nueva geografía de
cuando se incrementa la velocidad del trayecto, en mu- Eovilización cotidiana.
12 En eI próximo capítulo (i¿lro, págs.
chos casos el habitante no reduce la duración deI tiempo 134-5) d€mostra¡é que el no-
lugar uo es sino un espacio diferente del luga¡: un á¡ea, una red. para
que emplea en el desplazamiento, sino que aumentala un geógrafo, la expresión empleada por Marc Augé resulta probleDáti
ca, pues connota negativaúente el espacio, que es designado como si só-
r0 En especial. eotre los pa¡tidarios lo fuera una «nada». Pues bien, ningún espacio es nada o es eólo la pura
_ de una concepción trágica de la
dromología, ciencia de la velocidad, desarrollada por paul Vi¡ilio (I984, negación de algo. Marc Augé fuerza las cosas a partir de un análisisjus-
1993), quien plantca rtna crític¡ a ¡a vclocidad como princjpio corruptor to de Ia estandariz¿ción formal. Veo allí, sobrc todo, un alccto retór.ico,
de k¡ real. pues en otros aspectos el libro a nrerrrrdo ¡r:sulta per¿inente.

60 ri I
,7'

La instantaneidad de la comunicación, por su parte, no ciales y de las prácticas correspondientes, muestr.a desde
anula el espacio ni la espacialidad: les da una función y hace años una creci.ente profusión de ofe¡tas basadas en
nuevos registros. Así, la telecomunicación Ies confiere al la lentitud, orientadas especialmente a una clientela más
espacio de emisión y al dc rccepción habitación, la of,r- bien dotada de capital social, con caminatas que garanti-
cina, el lugar donde el teléfono móvil-la
está activado, etc.- zan, según se considera, una auténtica relación de descu-
un papel preeminente de polarización de la vivencia. La brimiento a quien se entrega a ellas. Pienso, en particu-
telecomunicación maneja simultáneamente un conjunto lar, en las prácticas pedestres, que consisten en tomar los
ilimitado de espacios como telecomunicantes en antiguos caminos de peregrinación o los senderos rurales,
un momento determinadol--¡tantos y alimenta espacialidades o también el resurgimiento de las caminatas urbanas co-
banales, pero de una extraordinaria variedad. Todo ello, mo modo de conocer la ciudad. Muy a menudo se trata de
en escalas que no se suelen considerar con Ia suficiente prácticas de movilidad basadas en la búsqueda de una
atención. Quienes estiman que la telecomunicación ani- particular experiencia del espacio y de una diferer,te expe-
quila eI espacio no son capaces de ver, sobre todo, Iá com- riencia de sí mismo.
plejidad de las situaciones espaciales que permite.
l El espacio de las sociedades contemporáneas hipermó-
viles es relativo, relacional, y está marcado por la coespa- Las dos proximid,ades
cialidad, es decir, la capacidad de gozar al mismo tiempo
de varios espacios de diferente tamaño (cf. ínfra)- Las n| He mostrado antes que el SimCity llevaba al jugador,
croescalas resultan particularmente fundamentales, por- cuando menos, a discriminar intuitivamente entre una
que es en ellas, en e1 seno de esa esfera personal cuya im- proximidad de contacto di¡ecto, cuando ubica dos zonas
portancia ya he señalado, en el espacio doméstico, en cada que se juntan fisicamente, y una proximidad basada en Ia
automówil constituye aI mismo tiempo una exten- accesibilidad, que se resuelve recurriendo a medios de
-quepersonal y una concentración del espacio
sión del espacio transporte que unen dos perímetros o dos infraestructu-
doméstico-, donde se despliegan las prácticas telecomu- ras separadas en la extensión. El juego presenta, de ma-
nicacionales- nera evidente, una distinción de importancia para quien
Por otra parte, hoy en día no es tanto la velocidad pura quiere comprender el espacio de las sociedades.
(que en mayor o menor medida resulta accesible a Ia gran La lógica de Ia copresencia promueve la contigüidad de
mayoría), sino la capacidad de dominio de las diJerentes contacto físico enfie Ias realidades unidas y desarrolla
métricas de la moviüdad, incluida la de la lentitud, Ia que más bien Ias interfases y los encajonamientos, en tanto
desempeña ei papel de elemento distintivo entre los inü- que la iógica topológica, winculada con Ia movil.idad, ins-
viduos y entre los grupos sociales. Al respecto, el sedenta- táura una conexión que conserva la separación material
rismo absoluto y eI elogio de la lentitud aplicada a todas entre Los dos objetos unidos. La düerencia no es menor, y
Ias prácticas sociales constituyen actualmente una pos- todas las investigaciones empíricas demuestran que la
tura de distinción raücal. Uno y otra hicieron su ingreso «ubicuidad mediática» no es comparabJ.e para los indivi.
triunfal en Ia esfe¡a social gracias a su promoción, por duos, en términos de vivencia como de representaciones,
ejemplo, en Italia (donde la moda del «slou /ood» se ha di- con la copresencia material y física. EIlo se debe a que las
funüdo tempranamente y la apología del desplazamiento modalidades de proximidad establecidas por una no son
u¡bano Iento gana terreno), y ahora también en Francia, idénticas a Ias establecidas por Ia otra.
en medios tan diferentes como los de 1a gran burguesia y Consideramos úti1, entonces, disti.nguir la proximidad
una cierta izquierda «altermundialistarr, que asimilan topográfíca de la proximida d, topológica. La primera ca-
velocidad con capitalismo. Cabe destacar que el turismo, racteriza los espacios marcados por Ia continuidad y la
gr¿tn campo social de cristaIiz¿rción cle lzrs ideologías espa- cont.igiiidad: es una proximidad de contacto inr¡ediato

(;2 6:l
(entre 1as realidades espaciales contiguas) que define un cindad estructura entornos topográficos y fracciones espa-
entorno. EI entorno es el conjunto de espacios contiguos en ciales conexas, pero de ninguna manera esto constituye
contacto físico recíproco. La segunda es la que permiten un ordenamiento liso y llano, sin hiatos ni rupturas, pues
las redes de transporte, de comunicación, a las que se pue- el individuo discrimina bien 1o que en términos de proxi-
de denominar de conexidctd: aquí, 1o cercano no es necesa- midad es contiguo y Io que es conexo. Por eso mismo orga-
riamente contiguo, sino conexo, en eI sentido de la teoría ¡¡iza su práctica jugando a Ia vez con la copresencia y la
de los grafos, es decir, lo situado en un nodo de la red que coesPacialidad.
es accesible a través de una línea, de una «arista» de1 gra-
fo. Lo que cuenta es el acceso a otro nodo, minimizando la
cantidad de líneas del grafo que se deben recorrer, y no el El instrumento separad,or
i.ngreso al entorno topográfico. Esta proximidad es, pues,
mediáta. Además de las tecnologías de domi.nio de la distancia
La proximidad topográfica valoriza lo lind,o.nte, rr,iet- que les permiten a los operadores disponer a su antojo las
tras que con Ia conexidad lo esencial es estar rápidamente realidades sociales, hay ot¡a familia de instrumentos: la
uinculado con (una cantidad máxima de otros puntos de Ia d.eL recorte espacial. En efecto, jugar con la distancia,
red a través de un mínimo de aristas), y no junto con. Co\ organizar la coexistencia de las realidades espaciales, exi-
Ia telecomunicación uno incluso se emancipa, por lo me- ge saber y poder, a Ia vez, reagrupar realidades en conjun-
nos en apariencia, de las aristas de la red ñsica. Se accede tos que compartan una misma modalidad signiñcativa de
directamente aI prójimo comunicacional, o, más bien, el espacialización, y distinguir ese conjunto de otros. Para
medio que pe¡mite eI acceso parece transparente. Sólo se esta distinción se cuenta con dos herramientas comple-
nos impone el «operadorr) comercial y administ¡ador de la mentarias: 1) Ia designación y la calificación, con las que
red técnica, ya casi naturalizada, incorporada a nuestras reconozco un espacio al darle nombre y otorgarle cuali-
costumbres, como una prótesis cuyo carácter de artefacto dades que Io caracterizan; 2) la delimitación, con Ia que
olvidamos. De ahí el desasosiego que experimentamos reconozco el espacio en cuanto a extensión, por definición
frente a una falla o una avería del objeto técnico comuni- de límites espaciales que separan una entidad geográfica
cacional: es casi una parte de nosotros Ia que deja de fun- de otra.
cionar. Esta especificidad de la telecomunicación permite Vuelve a aparecer aquí la separación, mencionada aI
distingrrir entre una proximidad topológica reticular, po- comienzo de este capítulo, mas esta vez en cuanto principio
sibilitada por eI desplazamiento, donde la ¡ed de t¡ans- de organización deI espacio geográfico, resultante de las
porte es claramente aprehenüda en cuanto mediación por elecciones y acciones de los actores para hacer frente a Io
el usuario, y una proximidad topológica comunicacional. que atañe a Ia distancia. Así, la separación seúa, a la vez,
EI transporte, la comunicación, crean en todo caso pro- la fuente de ld construcción del espacio por los seres hu-
ximidad al «eufemizar¡» la separación, es decir, la manifes- manos y una herramienta eficaz de organización espaci.al
tación ñsica de la distancia, mediante la eñcacia del «ac- de Ias realidades sociales. Se circunscribe mejor este pa-
ceso a», cuyo crecimiento se procura sin pausa. «Eufemi- peI instrumental a1 interesarnos en los operadores y las
zap), mas no «suprimip), para destacár que las proximida- operaciones «separatistas» y, muy en particular, en aque-
des topográficas y topológicas no son semejantes desde eI llos que remiten a la delimitaciór¡, puesto que delimitar
punto de vista del espacio ni desde el de 1a espacialidad. constituye un acto espacial separatista tan común como
Este enfoque permite, cuando menos, definir Ia noción de poderoso, que contdbuye en gran medida a configurar los
uecindad, que es eI conjunto de espacios considerados cer- espacios humanos. He insistido en que eI SimCity obliga
canos por un actor, sean cuales fueren Ios regímenes de aI jugador a delimitar estrictamente Ios perímetros que
¡rloximidad utiliz¿rdos para ponorlos en cont¿rcto. La vo- pretende est¿rl¡l<¡cer. La dcsatención en estc ejc«:icio lo

(;.r (i5
,

condena a una rápida derrota, debido a que el programa


del juego se caracteriza por 1a relevancia de la zona y de Ia lógicas segregacionistas en medio de las organizaciones
división en zonas. A Io largo del libro proporcionaré mu- urbanas contemporáneas (cf . infra).
3. Límites abiertos continuos; por ejemplo, una fronte-
chos otros ejemplos con respecto a la impbrtancia de Ia de-
limitación. ra en un espacio de libre circulación, como el llamado «es-
pacio de Schengenr.
Si bien ia propensión a delimitar parece constante y 4. Límites abiertos desdibujados (el espacio de transi-
universal, son numerosos y muy variados, por supuesto,
ción, no materializado pero a menudo interiorizado por
Ios tipos de límites, tamaños y alcances:
Ios actores, que separa dos áreas o, más generalmente, dos
1. Límites cerrados, materiales, que definen un encla-
entidades espaciales diferentes).
ve, que Io separan claramente del resto: una muralla; una
Toda geografía se debe interesar en los límites y en su
barrera; un muro fronterizo impenetrable; un cercado con
franqueamiento, unos y otros creadores de configuracio-
alambre de púas, uno de los más eficaces instrumentos
nes espaciales y de espacialidades que tienen considera-
geográficos de la época industrial, cuya «polivalencia» es
ble gravitación en la diferenciación de los espacios huma-
flagrante, ya que supo contribuir, al mismo tiempo, a la nos. Se entiende, pues, Ia necesidad de identificar a ios
instalación de vallados en las grandes praderas nortea- operadores, Ias operaciones y los marcadores (materiales
mericanas y, más generalmente, a Ia consolidación de Ios o no) de los recortes y las limitaciones, operaciones que in-
Iímites de las tierras, la protección de las trincheras en ducen siempre a juegos con la üstancia. Entre los opera-
1914-1918, Ia delimitación de los campos de concentra- dores en cuestión, algunos son, por supuesto, institucio-
ción (Razac, 2000); pero también el umbral de las vivien- nalmente relevantes: Ios actores económicos, los propios
das, un límite fundamental que puede adoptar, por otra geógrafos y sus herramientas de conocimiento, como Ios
parte, características muy dive¡sas y resultar más o me-
mapas, cuyo poder de desarticulación analítica de Ios
nos infranqueable.
componentes del espacio y de delimitación es evidente.
2. Límites cerrados inmateriales, como Ios impuestos
Pero también están, sobre todo, los individuos, que día
hoy en día por los sistemas de televigilancia y teleseguri- tras día establecen los hitos y Ios límites que jalonan y cü-
dad, muy eficaces operadores de delimitación y discrimi- cunsc¡iben sus espacios ütales.
nación, o Ios instaurados por las reglamentaciones, como
el que estaba presente, por ejemplo, en el espíritu de los
habitantes de Montgomery, y que explica el hecho de que
en 1955 Ios ómnibus se caracterizaran por Ia segregación Un espacio híbrido y sus atributos
espacial. IJna campaña ofrcial de lucha contra Ia discrimi-
nación y eI racismo, expuesta en eI mobiliario urbano pa-^
risino en 2003, jugaba inteli.gentemente con la existencia Lo id,eal y lo material
de esa clase de limitación inmaterial. La imagen mostra-
ba un espacio público visto desde arriba, en forma oblicua. Para completar esta clave de lectura de la organiza-
IJna Línea amarilla lo cortaba en dos, y a ambos lados de ción de la dimensión espacial de la sociedad restaría pre-
ella había grupos de individuos que se ignoraban «visible- senta¡ las características fundamentales de todo espacio
mente». El eslogan planteaba el interrogante acerca de si humano. La primera de ellas, la hibridez ideal./material,
Ias discriminaciones no existían sólo en las cabezas, o sea, se desprende de un postulado simple: lo real es mayor que
si el límite espacial no demostraba ser, ante todo, un lími- la materia.
te mental, psicológico, cultural y socl.al. Sin ninguna du- Se debe en particular a Maurice GodeLier la ruptura
da, esa clase de separaciones es frecuente e incluso tiende con eI clásico antagonismo contraproductivo que oponía la
a incrementarse, lo clue explicarí¿r t l reforzamiento de las idea a la materia y, a la vez, haber sacado a lo ideal de su
redr¡cto lilosófico y hacer de él una noción dc primer orden

66 67
para las ciencias sociales. En un lib¡o esencial, Godelier desde las que más se basan en lugares «temasr de imáge-
demuestra que 1a fuerza propia del hombre consiste en go- nes mentales y representaciones hasta Ias más abstrac-
zar de la capacidad de transformar la naturaleza. Al ana- tas, desconectadas de un refe¡ente espacial preciso.
lizar los mecanismos de producción de Iá sociedad que uLi- El ejemplo del SimCity ya me permitió destacar que el
Iizan los hombres, explica que la realidad social nace de la jugador que pretende colocar y delimitar en forma correc-
dialógica permanente entre lo material y Io idea1. AI insis- ta «zonas», manejar convenientemente sus relaciones,
tir en la relevancia de la materialidad, Godelier pone de tiene que apoyarse en luna ideología espacíal, es decir, en
manifiesto una laguna en las ciencias sociales, que consis- un conjunto de ideas y principios abstractos que le permi-
te en la prolongada ocultación de Ia i.mportancia de la es- tan definir ]a correcta organización del espacio urbano y
fera ideal, aun cuando está siempre activa, en las múlti- de las prácticas convenientes, y que Ie sirvan para enmar-
ples manifestaciones y formas de existencia, puesto que car su intervención y sus acciones espaciales. Ese sistema
constituye «eI pensamiento en todas sus funciones, pre- ideal (al que es preciso conectarle todos los demás, ya
sente y actuante en todas las activj.dades del hombre» (Go- sean individuales o colectivos), no siempre objetivable ne-
delier, 1992. pág. I 99). cesariamente por eI individuo, abierto a los valores socia-
A partir de este hecho, no es posible estudiar ninguna les y culturales en curso, forma parte plenamente de Ia di-
sociedad, por minúscula que sea, sin comprender la rela- mensión espacial de una sociedad.
ción permanente entre la materialidad y la idealidad y su En una disciplina caracterizada por el materialismo e
carácter c¡eador del orden social. La idealidad no es la incluso, du¡ante mucho tiempo, por una especie de obse-
instancia de las ideas abstractas, sino el pensamiento, en sión por lo concreto, los geógrafos se apoderaron de esta
todas sus formas (incluidas aquellas que Io fijan en enun- teorización para dar un lugar a las idealidades en la cons-
ciados materiales, como los mapas, las pinturas, Ios obje- trucción social y en el despiiegue del espacio y de la espa-
tos, o en üspositivos formales, como los edificios, los pai- cialidad. Esto permitió plantear el postülado de la natura-
sajes, etc.), puesto en acción en Ia construcción y estabili- Ieza híb¡ida del espacio que combina siempre lo ideal y Io
zación de los ordenami.entos sociales y en las prácticas de material. De esta manera se ¡econoció Ia dimensión ideal
los seres humanos. de la espacialidad humana y se produjo Ia «semanti.zación
A los ñnes del anáIisis espacial resulta necesario ¡eco- de Ios objetosr de la geografia (Gumuchian, 1991, pág. 69).
nocer esta tensión dinámica entre Ia idealidad y la mate- Conviene comprender eI alcance de esta «semantiza-
rialidad. Esto permite refutar la reducción materialista y ciór»». ElIo significa, en particular, que el espacio y Ia es-
eI conocimiento truncado deI espacio que ella sostiene y, a pacialidad están presentes en los lenguajes que expresanr
Ia vez, Ia deriva del puro idealismo, tan perjudicial en el denotan y connotan, en eI seno de Ia esfera de comunica-
plano científico. Asumi¡ eI carácter híbrid.o ción e interlocución, visiones del espacio, concepciones de
rial- de la dimensión espacial enfrenta aI -ideaymate-
geógrafo, sin Ia espacialidad, modalidades de relación de los individuos
duda, con objetos complejos. Por ejemplo, eI espacio viven- y 1as sociedades con 1a distancia, los hechos de localiza-
ciado por cada indiwiduo demuestra ser, en efecto, un com- ción, delimitación, recorte. . . «Caminaré hasta esa cum,
puesto complejo: es una mezcla indisociable de formas y bre para mirar el esplénüdo paisaje que tendré a mis pies»
estructuras materi.ales, de variadas escalas pie- es un enunciado banal explícitamente espacial que contie-
-desdehasta
zas y objetos propios de Ia esfera íntima del hábitat ne una parte de la dimensión espacial de Ia sociedad en la
Ios espacios más grandes, que por otra parte resultan que parti.cipa quien 10 enuncia. Otros enunciados no son
enormemente abstractos debido a las construcciones, Ios tan claramente espaciales, aunque, por poco que se refle-
espacios públicos urbanos- y de idealidades muy diver- xione aI respecto, Ia mayoría de los juegos de lenguaje de
sas, desde las menos ¡eflexivas hasta las más objetiva- los individuos suelen referirse, di¡ecta o metafóricamente,
blcs, desde las más singulirrcs hasta l¿rs rnás generales, al cs¡racio y a la espacialidad. 'I'endré ocasión cle volver so-

6¡i (it)
bre este punto en los capítulos 3, 4 y 5, pero aquí (metáfo- 1as ciencias sociales y cuya aplicación excede e1 árnbito cle
ra de posición, como se habrá advertido) quisiera detener- lo visual. Una definición de 1a representación se puede en-
me un momento en las clases de enunciados importantes contrar en e1 trabajo de Louis Marin, para quien esta es
para quien se interese en el espacio social: los que forman «la enunciación poderosa de una ausencia» ([4arin, 1gg3,
e1 campo de la imaginería espacial, esas visual.izaciones pág. 10): presenta de nuevo algo que no está allí, y en los
que ponen en imagen al espacio. orígenes mitigaba Ia ausencia de lo que Ia muerte, la co-
rrupción del tiempo, había hecho desaparecer, para llegar
a manifestar por extensión Ia presencia de todo 1o que se
La imagen más allá de la representación escabullía aI aquí y ahora, fueran cuales fuesen los mo-
tivos. Al mismo tiempo mención resulta fundamen-
Según el sentido etimológico original, Ia imagen es la tal-, exhibía su propio-esta
estatus de enunciado representa-
reproducción invertida que una superficie pulida devuel- tivo, Io cual Ie permitía al espectador y/o al lector consti-
ve de un objeto que se refleja en ella. La imagen es, pues, tuirse en sujeto que miraba y/o leía.
una copia, eI doble analógico de un objeto. De esa manera Este enfoque representativo puede ser hoy criticado y
se considera a la imagen en Ia acepción estrecha de} enun- enriquecido. Muchos geógrafos lo han empleado de mane-
ciado icónico. EI ícono es, para Charles Sanders Pierce, un ra mecánica al postular que la re-presentación (e1 mapa,
signo en relación de similitud con su objeto referente, jun- por ejemplo) mostraba, deformándolo, un espacio real «ob-
to con eI sÍmbolo, que está en relación arbilraria, y el índi- jetivo», existente en sí mismo. Sin embargo, esta idea sólo
ce, que se halla en relación IÍsica con eI objeto. Por ejemplo, se sostiene si se cree que lo real geográfrco es un «dado» y,
eI World Trade Center de Nueva York era un índice del por añaüdura, reducido a su materia, cuando Ias realida-
paisaje de la shyline del centro de ta metrópoli, un ícono des espaciales construidas son siempre híbridos de mate-
de Manhattan y de Nueva York, y un símbolo de la «po- rias, prácticas e i.deas. De hecho, la imagen no representa
tencia imperialista» y de la mundialización. Su desapari- tanto aquello que sería su antecedente (1o «rea1 espaci.al
ción, que por otra parte puso de manüiesto Ia fuerza vi- independiente»), sino que presenta 1o que inventa, lo que
sual de esa arquitectura y su potencial para fijar 1os signi.- hace advenir. No muestra un orden preexistente estabJ.e:
ficados, modificó las representaciones y los discursos en expone lo que no exíste sin ellq. }iace existir el mundo es-
Ios t¡es «niveles». pacial en un ordenamiento que consti.tuye uno de sus or-
En todo caso, hoy en día, la palabra «ícono» se utiliza denamientos posibles, socialmente aceptables. Ese espa-
corrientemente en las ciencias sociales (y no sóIo en las cio «figurado» por Ia iconografía no es, pues, <<sólor¡ una
ciencias del arte) para designar, mucho más allá del ícono imagen espacial, un doble mimético, una réplica reducida:
stricto sensu (Ia imagen religiosa bizantina), cualquier es también, sobre todo, espacio-propiamente-d,icho, confí-
enunciado visual fijo en relación directa con un objeto re- gurado por la imagen, soporte de discursos y prácticas es-
presentado. Por extensión del sentido literal inicial, es paciales de 1os operadores (poiíticos, urbanistas, habitan-
imagen cualquier representación visual, ya sea material o tes, etc.).
mental, que se refiera a una realidad objetual «concreta» o
a una ideáIidad abstracta. Vuelve a aparecer también
aquí la acepción inicial de la palabra «figura>», a saber, re- Lo uisual y el espacío
presentación de un objeto.
Esta primera aprehensión de Ia imagen hace de eIla Es importante, pues, superar e1 enfoque clásico de la
una modalidad de expresión de Ia representación que se imaginería y de la iconografía fija o móvil, para abordar
puede tener de algo. Nos hallamos dentro de un paradig- todos los dispositivos visuales, que incluyen, por ejemplo,
e1 paisaje, la escenografía, las clivcrsas instalaciones; e»
ma representativo clásico, cuya irnportancia se conoce en

70 71
suma, todo Io estructurado que sea visible (Sóderstróm, tivo local desde la altísima ubicación del satélite) está en
1998). EI examen de ia dimensión visual del espacio geo- vías de imponerse como un estándar visual universal. Ya
gráfico es desde ahora fértil. Nos referiremos a dos car¡- muchos noticiosos televisivos utilizan el zoom d.e Google
pos de investigación que consideramos particularmente para localizar el lugar de1 reportaje anunciado. Sin ningu-
interesantes. na duda, nucstra relación con la imagen de la superficie
Un primer problema es eI de la producción de la imagi- terrestre está cambiando con esta clase de herramientas.
nería y de los dispositivos visuales: comprender cómo es- Todos estos servicios les brindan a 1os internautas la
tos se pueden materializar y difundir en determinados posibilidad dc elegir un destino, ubicar un proveedor, un
contextos soci.ales, sondear sus condiciones de posibilidad café, un restaurante, indicar a los visitantes la ruta que
(ideológicas, cognitivas, tecnológicas, técnicas), constitu- tienen que segu1r para encontrarse, preparar un despla-
yen investigaciones de la mayor importancia y de un inne- zamiento. Muy a menudo se busca también localizar la re-
gable interés, como Io demuestra el notable trabajo de De- sidencia propia, el Iugar de vacaciones, o simplemente di-
nis Cosgrove sobre las nuevas representaciones de la Tie- vertirse o cultivarse gozando con el espectáculo propuesto
rra vista desde el espacio (Cosgrove, 1994). Sin duda, Ia y con la capacidad de ubicar con una impresionante preci-
presencia de Ios geógrafos continúa siendo escasa en esta sión, en el caso de Google Earth, objetos espaciales incluso
materia, en un periodo en eI cual las nuevas imágenes es- del tamaño de un automóvil.
paciales proliferan, en especial a través de los sistemas de Otros sitios web, cada vez más numerosos y cuya au-
info¡mación geográfica (SIG) y de los nuevos servicios diencia es asimismo considerable, proponen vistas pano-
ofrecidos en la Web. Es de temer que falte hoy en día una rámicas de 360 grados y/o visitas vi¡tuales. La panorámi-
wigorosa captación crítica de esta imaginería ya omnipre- ca de 360 grados, por ejemplo, resulta sin duda fascinante
sente, aun cuando se han publicado trabajos importantes y su éxito en todo e1 mundo es extraordinario. Sus presta-
pero todavía muy aislados @ickles, 1994). Sería de desear ciones se multiplican y la cantidad de adeptos crece expo-
que, al sali-r poco a poco de su fascinación por el mapa, Ios nencialmente, a medida que Ias técnicas de realización y
geógrafos no caigan en otro deslumbramiento: eI de Ia de puesta en línea de las imágenes se vuelven, desde el
imaginería digital de los SIC. punto de vista financiero, acccsibles y manejables por 1a
A este respecto, la aparición en 2005 de «Google Earth», mayoría de las personas (cf. http://www.pano¡amas.dk o
herramienta con la cual se pueden interpolar en un mis- http://www.geopanorama.com). Cada uno puede ahora
mo «documento», mediante imágenes satelitales, datos proponer a Ia mirada de los demás las panorámicas que
cartográficos que permiten obtener una visualización en toma desde cualquier elevación del terreno en un medio
3D y generar «mapas digitales», constituye un ejemplo ambiente más o menos paisajístico, en el sentido de que no
particularmente significativo del potencial de Ia imagine- siempre un paisaje en torno a un punto de vista panorá-
ría espacial de última generación. Por supuesto, Microsoft mico de 360 grados es el mejor. En efecto, dado que el pa-
siguió de cerca a Google y en eI verano de 2005 lanzó su norama puede ser captado casi desde todas partes, no
propio servicio, «Virtual Earth». MSN y Yahoo, así como todos los espacios resultan paisajes atractivos como para
también el Instituto Geográfrco Nacional en Francia, con captarlos en imágenes.
su «Géoportail»», ofrecen desde hace poco servicios compa- El panorama desde 1a cima del Everest constituve un
-re^i-
rables y muy apreciados. No se puede menos que recono- ícono muy valorado (es uno d.e Ios más mirados), q,re
cer, empero, eI éxito incomparable de Google Earth, cuyo te a modelos canónicos de la visión paisajística. Cabe citar
modo de presentación de ia superficie terrestre (en parti- como ejemplo, entre otros, eI registrado por el espectador
cular, por la asombrosa rapidez y precisión del zoom sobre de un acontecimiento «deportivor, este caso, una com-
La zona geográfica que se desea mirar, 1o cual da, en ver- petencia de s¿or¿ áoord estival (¡!)-€nen una pista artifrcial
dad, la fascinante impresión de prccipitarse sobrc cl obje- dc'Iaipci, cl 2ll dc julio dL-- 2005 , quc se poclía ver corrro

72
I
«imagen de la semana)r a mediados del mes siguiente en el da de 1990, los trabajos sob¡e lo visual en ordenamiento
sitio www.panoramas.dk, remite más bien a un género espacial, urbanismo y arquitectura (Pousin, 1995; Pousin
(ed.), 2001) hayan sido los más propicios para la reflexión
que es eI de1 telerreportaje de aficionados, en eJ. cual se
procura 1a complacencia de los demás en torno al carácter acerca de Ios poderes de la imagen, dado que es aI1í donde
se manifiestan con más claridad los vínculos entre las
i.nsólito de una situación.
imágenes, las realidades construidas y los actos.
Se crea así una familia de imágenes espaciales de una
gran variedad, pero homogeneizadas por 1a técnica de
captación y de consulta: siempre se vuelve a encontrar el la imagínería
principio que consiste en simular, mediante un clic pro- Los pod.eres de
longado en el rnouse, eI giro total sobre sí mismo del obser-
Si nos basamos en las conclusiones de esas investiga-
vador, en un sentido u otro, a veces con la posibilidad del
ciones, que se pueden extender aI conjunto del campo de
movimiento ascendente o descendente de la «mirada»,
la imagen espacial, eI éxito y la efrcacia de los documentos
también controlado por medio d.el mouse. La panorámica
visuales, su valor pragmático, parecen obedecer a dos «po-
de 360 grados es resultado de retomar un tipo clásico de
ds¡s9» esenciales:
mirada espacial, muy valorizado en Ia imaginería soci.al 1. Constituyen inst¡umentos de dominio deI espacio
occidental, en particular en la actividad turística y/o de por su aptitud para reducir radicalmente la complejidad
descubrimiento, en eI contexto de Ia difusión de una nue- de este. La amplitud de la función cognitiva y social de la
va cultu¡a técnica: Ia de la imaginería digital y de Inter- flgura es fruto, ante todo, de Ia aparente conflabüdad que
net, que ofrece a una cantidad cada vez mayor de indivi- aporta en Ia captación del espacio. En un texto dedicado a
duos Ia posibilidad de producir, manipular y difundir do-
Ias técnicas científicas, Bruno Latour expresa con clari-
cumentos yisuales. dad este poder de méd,ium frg.urativo: «No hay nada que el
Esto no debe llevar a temer o denunciar una supuesta hombre sea en verdad capaz de dominar: todo es de pronto
desrealización del mundo meüante la creaci.ón de un ur:.i- demasiado grande o demasiado pequeño para é1, demasia-
verso virtual mi juicio, actitud revela cierta pere-
-a Toda estaesta
za intelectual-. imaginería forma parte de la
do mezclado o compuesto por sucesivas capas que hurtan
a la mirada lo que quisiera observar. ¡Sí! Sin embargo, una
dimensión espacial de Ia sociedad mundializada e incluso sola y única cosa se puede domina¡ con Ia mirada: una
constituye la signatura d,e esta. EI Mundo existe en cuan- hoja de papel dispuesta sobre Ia mesa o colgada de la pa.
to nuevo objeto geográfico ¡econocido (lo cual no quiere red. La historia de las ciencias y de las técnicas es, en gran
decir apreciado) por todos no sólo como mayor ¡eferen- parte, Ia de los trucos que permitieron que eI mundo fue¡a
-y a esa iconografia. Es pre-
te en escala-, en parte, gracias Ilevado a esa superñcie de papel. Entonces sí la mente lo
ciso, pues, analizar más bien, con rigor y espíritu crítico, domina y lo ve- Nada puede ocultarse, oscurecerse, disi-
tanto las modalidades de constitución y funcionamiento mularsen (Latour, 1985, pág. 21).
de esos universos ñgurativos como los efectos de su uso en Este enfoque se puede transponer fácilmente a Ios do-
el proceso de construcción de espacios y espacialidades cumentos visuales espaciales, en particular a Ios que se
inéditos. utilizan en urbanismo y en ordenamiento territorial, por
Este úItimo punto nos ofrece una transición para refe- ejemplo. En ese campo, la cartografía (y no sóIo Ia carto-
rirnos aI segundo campo problemático: el de la eficacia grafÍa urbanística, sino también Ia producción de los geó-
pragmática de Ia imagen. ¿En qué sentido instaura ella grafos o cualquie¡ otra cartografía) está destinada, más
cuanto enunciado producido, activado por actores y allá de la generación de datos i-nformativos, a neufemizarr¡
-en
que circula entre estos como instrumento de sus actos- la la abundancia de los fenómenos del espacio «real», ¿ ¡r""-
visión de un mundo espacial en el cual puedan actuar? No tirlos, depurarlos, purgarlos, en hechos incuestionables.
es casual que en cstir rnateria, desdc conrienzos de la déca-

7 i-¡
74

l[
unívocos, como si procedieran del orden de la naturaleza imagen impedía ver. Ahora, vale como prueba» (Debray,
de las cosas. Gracias a esta práctica «catártica», e1 «caos» 1992, pás. 391).
del agregado urbano termina organizado, ¡326¡¿fle Las representaciones gráficas son consideradas con-
conocido-, por la captación del urbaniita. El uso carto- -¡s- fiables; Ia mayoría de los actores les reconocen ese esta-
gráfico es producto, por Io tanto, del deseo de imponerle tus, tienen confianza en el1as, aunque a menudo sean so
«al desorden del mundo el orden de una lectura posible» metidas a la crítica- Aun cuando puedan ser cuestionadas,
(Lussault, 1996), ordenamiento que se considera indis- si pese a ello suele presentárselas como pruebas, exhibír-
pensable, pues sin é1 probablemente no se podría encarar selas como medios que expresan 1a verdad, ello se debe a
acción urbana alguna. Sin embargo, Ias imágenes pro_ que la crítica se apJ.ica al contenido representado, y no a1
puestas por Google Earth, o las de los sitios especializados estatus epistemológico ni a la función política y social de
en panorámicas, o incluso las de los grandes reportajes de la «representación», objeto en principio siempre legítimo.
cadenas como National Geographic, son partícipes de esa Todo 1o que es puesto en imagen resulta visible, se Io pue-
i misma función. Exponen un espacio en orden, captable, de mirar con seriedad, es decir, se 1o puede considerar en
comprensible, que conforma un espectáculo que se puede toda su realidad, incluida Ia de Ia propuesta caprichosa,
mirar con placer, justamente porque allí eI espacio hace irrealizable, puesto que el irrealismo y la fantasía siem-
tn buen papel- pre atañen a 1a cosa figurada y nunca a 1a figura ni a la fi-
2. Segundo punto fundamental: hay un efecto d.e ver- guración. EI cuestionamiento sólo concierne, por consi-
dad consustancial al ícono. Sin duda, Ia imaginería cons- guiente, a 10 contingente visualizado, ¿l ¡sfs¡s¡f,g
tituye, para los actores que se valen de ella, e1 arma del de las variantes posibles del espacio proyectado que -u¡¿se
<<hacer que parezca uerd,ad,ero»», y para aquellos que Ia reci- ofrecen a Ia mirada-, de ninguna manera al principio de
ben de emplearla en otras ocasiones-, un enun- verdad del ícono.
ciado-antes
difícilmente refutable, que no confunde las cosas v La iconografia espacial se impone así, incuestionable-
despliega eI espacio, actual o fuLuro, en Ia evidencia de su mente, como un instrumento esencial en el ordenamiento
ordenamiento. Mientras que, como lo destaca Algirdas espacial o en Ia comunicación territorial, por no hablar de
Julien Greimas, «eI lenguaje [en Europa y en Francia] es su importancia comunicacional g1obal: los protagonistas
comúnmente considerado una pantalla engañosa, desti- se apoyan en ella para persuadir a los destinatarios del
nada a ocultar una ¡eaüdad y una verdad que subyacen mensaje enunciado, para convencerlos de la legitimidad
en él» (Greimas, 1983, pág. 108), la iconografía, por su de lo que se propone. Y e1lo, por una razón simple: Ia ima-
parte, sería el medio de develamiento de la verdad desnu- ginería no ¡esultaría en absoluto sediciosa, como el len-
da de las cosas, cristalizadas en sus esencias, que eI len- guaje, porque no ocultaría nada, porque expondría Ia in-
guaje articulado callaría o encubriría. Al lenguaje, «pre- tegridad del objeto rep¡esentado, sin los encubrimientos
texto de múltiples connotacionesn (jbid.), seücioso, siem- de Ia frase, del estilo, de los sobrentenüdos, ni de los múl-
pre abierto a la polémica, a la üsputa, a avivar los enco- tiples sentidos de las palabras. En cuanto pura forma de-
nos y profundizar las fracturas, se le opondría la seguri_ notativa, proscribiría, por esencia, Ias perturbaciones de
dad de lo que puede ser visto. Ia connotación. He ahí, brevemente expresada, una pode-
He aquí, pues, Ios elementos de la «Ecuación de la era rosa doxa. Mientras que el discurso queda marcado por eI
visual: 1o Visible = lo ReaI = lo Verdadero», que puso en sello de la subjetividad de quien 1o enuncia, y por esta ra-
evidencia Régis Debray, quien consideraba que «somos Ia zón sólo constituye una opinión más o menos autorizada,
primera civiiización que puede sentirse autorizada (. . .) a por cierto, pero siempre experimentada como contingente
creer en lo que ven sus ojos, Ia primera en plantear un ne- de la persona y de sus intereses, el ícono, cuyo enunciador
xo de igualdad ent¡e visibilidad, realidad y verdad. Todas es anónimo incluso transparente, al punto de parecer
las demás, y 1a nuestra hasta ayer, consideraban que la -e
auscnte , expondría la verdad de1 punto de vista supe

76 't7
-
rior (el del «Dios observador», analizado por Michel de para demostrar una vez más que la imagen no representa
Certeau, 1980) que trasciende todas las opiniones.
La reflexión aplicada a las figuras del espacio permite nada, sino que crisLaliza una ficción, un mundo de acción
:
captar Ios desaños de toda clase espacial verosimil'
cogni-
tivos, sociales, políticos- que -epistemológicos,
proceden del uso de los
enunciados gráficos. Muy lejos de la «objetividad» apaci-
ble y segura que se le atribuyó durante mucho tiempo, la Escala, métrica, sustancia, configuración:
imaginería espacial demuestra ser, a Ia vez, uno de los los atributos d,e todo esPacio
más eficaces instrumentos de reducción de ]a complejidad
del mundol3 y un extraordinario vehículo de Iás mito- Para terminar con eI ((retrato» del espacio de las socie-
Iogias programadas y de las ideologías espaciales. dades, con la presentación de sus características, faltaría
No existe, pues, espacio sin 1o visual, visual que consti- agregar Ios atributos propios de cualquier realidad espa-
tuye una de las modalidades de existencia del espacio, cial, por ínfima que sea: la escala, Ia métrica, la sustancia
uno delos regímenes de expresión de la dimensión espa- y Ia configuración.
cial de las sociedades, de la experiencia espacial de los in- 1. ¿Grande o pequeño? Todos nos planteamos esta pre-
dividuos, experiencia productora de disposiciones espa- gunta en innumerables ocasiones, ante la necesidad de
ciales. Mucho más que representación, los üspositivos vi- aprehender las características de un objeto o de una reali-
suales constituyen espacio-en-sí e incluso espacio en más. dad más estructurada. ¿Ha de ser grande o pequeñá esa
En efecto, ante cada nuevo enunciado visual prod.ucid.o y pa que me aportará la segunda piel espacial indispensa-
difundido (que los operadores pueden, por Io tanto, mirar , y que a veces elegiré teniendo en cuenta que si es pe-
y discutÍr), aumenta Ia cantidad de espacio en una socie- eña dejará al descubierto, y si es grande envolverá y di.-
dad y se abre la posibilidad de que se consoliden nuevas ulará? ¿Será grande o pequeño ese mueble que debo
prácticas espaciales de los actores, o sea, nuevas espa. ubir por la escalera, ese departamento o esa casa, ese te-
cialidades- ¿Acaso no es un buen ejemplo el de los frescos y no, ese centro de vacaciones donde acabo de alquilar
cuadros del Renacimiento? Mediante la perspectiva, estos un bungalow, esa ciudad a Ia que debo dirigirme, este país
que habito, Ia Tierra con relación a lo que la rodea? Así, en
ofrecieron por primera vez (y siguen ofreciendo) a las
miradas, a Ios pensamientos, nuevos espacios que se pue- la vi.da de todos Ios días se plantea la cuestión de evaluar
den recorrer con continuidad, soportes de üscra"o". las relaciones de tamaño entre dtferentes fenómenos, pues
"a, "u- se admitirá que el tamaño de una cosa sóIo se puede esti-
Iación con los cuales debe ubicarse el ind.ividuo-observa-
dor, aunque más no sea para ver bien, comprometiendo mar si se lo refi.ere aI tamaño de otra cosa. Entonces. la
pregunta que se plantea es, más bien: ¿más grande o más
así su cuerpo en una verdadera espacialidad vinculada
pequeño? La esc@¿o es, justamente, lo que permite respon-
co¡ la necesidad de aprehender ese excedente de espacio.
derla: es eI instrumento de definición de las relaciones de
¿Y qué decir de los actuales programas informáticos de
simulación, Ios de arquitectos y urbanistas, por supuesto, tamaño entre diferentes entidades espaciales. Si uno se
pero también los de Ios juegos, que nos dan la posibilidad dedica a captar esas relaciones, 1o hace en razón del prin-
de simula¡ casi ffsicamentel4 una trayectoria en medio de
cipio de que el tamaño de un objeto constituye una de sus
un «ambiente» espacial? Estos dos casos simples bastan características fundamentales.
En materia de espaci.o y espacialidad, esta caracte¡ís-
13 Por ocultámiento,
tica no tiene nada de accesoria. Las realidades espaciales
en especial, de casi todo Io que remite a lás vi-
vencias y a las prácticas constructivas de espacialidades siempre calo- cobran especificidad en su tamaño y en sus efectos. Así,
biantes y proteiformes. las organizaciones urbanas se diferencian según su tama-
l¡ Y pronto ñsicamente, gracias a las nuevás inte¡fases ño, incluso si se reconocen los principios generales de la
sensoriales
qr¡e preparan los progranadores. urb¿rnidad en tod¿rs l¿rs situacioncs rlrl)irtras, sea cual fue-

7¡l
7t)
re su magnitud. ¡La gran «ciudad» es diferente de la pe- No obstante, se advie¡te de inmediato que el tamaño
queña, ante todo, porque es granCe! Esta especificidad de lo local es variable según las situaciones consideradas.
surge del hecho de que e1 observador cambia su observa- En F¡ancia, habida cuenta de 1as formas de administra-
ción según que estudie objetos pequeñoi o grandes (geo- ción territorial, el espacio de Io local cuadra bastante a
gráficos, sociológicos, históricos), y, más aún, deI hecho de menudo con la aglomeración o eI área urbana, aun cuando
que la propia configuración de una realidad espacial, e1 esto no es así en todos los casos, pues algunos pequeños
ensamblaje de sus componentes, está intrínsecamente conglomerados siguen siendo infralocales no hablar
vinculado con su tamaño. -por un «ba-
de Ias comunas r¡¡¡¿|ss-. Desde esta perspectiva,
En geografia, esta cuestión es a menudo fuente de am- ¡¡i6» urbano ----<omo sería el caso de un espacio identifi.ca-
bigüedad, en Ia medida en que los geógrafos confunden do como tal- encuadra casi siempre en un nivel infralo-
voluntariamente escala geográfica con escala cartográfr- cal, en razón de que no cuenta con todos los atributos ne-
ca, y utilizan de hecho la segunda para hablar de la pri- cesarios para constituir una sociedad; lo mismo se puede
mera, cuando esta no puede ser confundida con aque11a. decir de ciertos espacios que exceden el marco comunal
En efecto, mientras que 1a escala geográfica permite dis- pero que están poco poblados, por ejemplo, y tienen escasa
tinguir los espacios según su tamaño, Ia escala cartográfi- diversidad social.
ca sólo remite a una relación de proporción entre un espa- Lo local marca un eje, un gradiente de tamaños de es-
cio y su <<representación» (mapa, maqueta), entre un refe- pacios, que avanza hasta Io global y que los operadores
rente y un referido. Esta concepción «representacionab) de sociales utilizan en sus actos, en Ios cuales Ia evaluación
la escala se expresa en la fo¡ma de una relación matemá- de Io grande y lo pequeño, siempre importante, está vin-
tica (1/n) y parece universal: Ileva a invertir eI signifrcado culada con los contextos de acción. De esta manera, lo lo-
de grande y pequeño con ¡elación a la escala geográfica. cal, y por lo tanto lo infralocal,lS así como los niveles su-
Así, Io pequeño, en té¡minos geográficos, remite a la gran pralocales, son realidades cuyo tamaño es relatiyo con
escala cartográfrca. respecto a los objetos espacial.es precisos que se consid.e-
Los geógrafos clásicos no se privaron de este uso de Ia ran. En eI otro extremo de ese eje se halla, pues, el nivel
noción cartográfica para diferenciarse de una concepción global, cuya forma más acabada es el Mundo. Empero,
más «intuitiva» y cercana de la vivencia, a la que sin duda hay que admitir que 1o global no siempre se ha confunüdo
],i consideraban trivial. Ahora bien, de esa manera se priva- con Io mundial, y que Ia mundialización en curso (que
ban de comprender eI verdadero inte¡és de la escala geo- tiende a sistematizar la confusión de la escala global con
I
gráfica, que responde a que las modalidades de determi- la escala mundial para numerosos fenómenos) no signifi-
I nación del gradiente de tamaño de los objetos espaciales ca la desaparición de situaciones espaciales en que los
no son, justamente, universales. En efecto, tanto Ia defi- operadores no refie¡en la globalidad aI Mundo. Se puede
l nición de los diferentes órdenes de magnitud como Ia de advertir, entonces, toda Ia riqueza y la complejidad de la
Ios umbrales que los separan dependen de Ia opción del escala, Ia cual no constituye sólo una her¡amienta d.e me-
actor o de los actores que los operan en situaciones de ac- dición a disposición del geógrafo, sino también un instru-
I ción- Por consiguiente, só1o se pueden fijar a priori refe- mento al se¡vicio de los actores espaciales y, al mismo
rencias muy generales: propongo, así, considerar Io locol tiempo, un atributo de todo ordenamiento espacial.
i
como la más pequeña escala de existencia de una sociedad TaI como lo sugerimos en la introducción aI presentar
l multidimensional completa, donde los espacios infraloca- el ejemplo del tsunami, cabe recordar que la relación en-
I les carecen de ciertas características de las sociedades; tre los espacios característicos de las sociedades contem-
por ejemplo, en Io que atañe a las instituciones políticas o
15 Plantear lo local
como ¡efe¡encia básica no signifrca que las escalas
I Ia variedad de Ias pertenencias sociales de Ios miembros inferiores carezcan de intcrés. Muy por el cont¡.ario, ailquieren sus es-
del grupo. pecificidadcs en csta ¡rosición, sin tlegar a )o )ocal y lo que eilo suponc.

tio ¡iI
:-".

puede ver obligado a modificar su régimen métrico habi-


poráneas no pone en duda Ia importancia de las escalas.
No todos Ios espacios se fusionan en un metaespacio mun-
tual. Ei día del tsunami, en medio del estado d.e pánico
imperante, los marcos de referencia de las distancias que
dial. Los actores siemple trabajan para distinguir órde-
acostumbraban utiJ.izar tanto los turistas como los lugare-
nes de magnitud de los diferentes espacios geográficos, a
ños desapa¡ecieron para dar lugar a una métrica de crisis.
los que discriminan y, al mismo tiempo, asocian. Así, el
En todos los casos, las evaluaciones de la distancia suelen
individuo es capaz de separar sus espacios de vida según
asociar el espacio y el tiempo.16
el tamaño: la esfera del cuerpo, la deI domicilio y del ve-
Más allá de esta variedad, creo en esto a
cindario, eI conjunto del área urbana donde desarrolla sus -siguiendo
Jacques Lévy (1994)- que se pueden defrnir dos familias
actividades profesi.onales, comerciales y de tiempo libre,
principales de métricas: la métrica topogró.fíca y la métri-
el país de ¡eferencia nacional, Ias áreas internacionales
ca topológica, que ya hemos mencionado al presentar las
más identiñcables, los lugares lejanos adonde se viaja, eI
dos proximidades.
vasto mundo. Todo esto forma un conjunto espacial, una
La primera reúne todas las tecnologías de evaluación
espuma que asocia esferas de tamaño variable y que se
de la distancia de los espacios regidos por los principios de
despliega desde la persona hasta eI Mundo, donde Ia esca-
la demuestra ser un principio de organización y reconoci- continuidad y contigüidad. La segunda alude a las tecno-
logías de evaluación de Ia distancia de los espacios regu-
miento de Ios diversos componentes elementales.
Iados por Ios principios de discontinuidad y conexid.ad. ya
2. Si con Ia escala un actor define el orden de magnitud
me he referido a esta distinción en la presentación de las
en el que se inscribe un espacio con relación a otros, por
proximidades, y en el próximo capítulo veremos que ella
medio de la métrica regrla su relación con 1o cercano y Io permite discriminar dos grandes familias espaciales: las
lejano- En efecto, este té¡mino designa, a mi juicio, todas
áreas y Ias redes.
Ias operaciones e instrumentos que les permiten a los Esta concepción de Ia topografía, que atañe a uná ma-
operadores, a partir de un cotejo socialmente aceptado, nera de medir Ia distancia, le hace perder a la palabra (y
definir y medir Ia distancia que separa realidades en un aI adjetivo «topográfrco») su acepción elemental. En efec-
mismo espacio o entre dos espacios. Cuando decido des-
to, la topografia se relaciona, por Io común, con la disposi-
plazarme hacia algo o alguien, debo captar, aunque sea
ción formal de un espacio, ante todo con la de su geografia
sucinta e intuitivamente, la distancia que me separa de física, así como con el modo de representación de las for-
mi objetivo, percibir si estoy muy lejos o no. Esto ocurre mas de un terreno en eI plano. EI significado que propon-
tanto aI preparar un viaje turístico como al ir a buscar un go denota esencialmente un régimen de apreciacián áe la
objeto que se halla en Ia habitación contigua. En cada dist¿ncia que contribuye a organizar eI espacio. La topo_
caso, la métrica estará adaptada a Ia situacj.ón. grafia se convierte en confrguración de un espacio
La medición euclidiana de la distancia, considerada rizado por una métrica de 1o continuo y lo contiguo."ur""t"-
universal, es necesaria en las actividades en que resulta Sugie-
ro emplear entonces la palabra /isjografía para designar
indispensable el perfecto dominio de la separación: e1 Ia organización material de un espacio, sea cual fuere su
transporte, la logística, la estrategia militar. . . Otras for- escala, tal como puede ser descripta por un observador y/o
mas referenciales de medición, menos <<universales» y un analista-
cuantificadas, e igualmente normativas, se vinculan con Al iguai que en eI caso de la escala, también hav una
las prácticas y ios códigos compartidos por un grupo. Pién-
relación intúnseca entre Ios actores en situación y las mé-
sese, por ejemplo, en las de la vida cotidiana y doméstica,
tricas. Los actores defrnen las métricas que utilizan según
donde el sistema de referencia no es eI del metro, o en las
de las tribus nómadas del desierto de Mauritania, que ma- 16 La instantaneidad
coE¡unicacional establece una Eétrica en la que
nejan perfectamente las distancias sin recurrir a los indi- el tiempo necesario para asegurar el contacto ya no constitrrve u., drtn
cadores estandarizados. I'or ()Lra p¿rrte, cada individuo se

8? 83
'-r

los contextos de acción en los que viven, ya sea apelando a tos. IIe insistido cn que el tsunarri, ¡rn hecho espacial to-
sistemas de métricas convencionales, normas socialmente ta1, se nraDifestó mediante uua subversión de la configu-
aceptadas, ya sea definiendo otros, específicos, ad hoc.La ración. El ÍIaremoto trastrocó el orden de las cosas y de
medida de Ia distancia se inscribe en ef acto espacial, que las personas, y estableció un nuevo estado de las relacio-
siempre induce juegos con ella. Actuar es jugar con las nes entre las realidades sociales.
mét¡icas. Hasta las prácticas más sencillas exigen domi- La configuración dcnota no tanto la disposición de las
nar eI recurso espacial, o sea, poner en acción diferentes diferentes entidades en su relación recíproca, sino el cam-
medidas y tecnologías de la distancia. Todas las activi- po de relaciones posibles entre esas entidades, en relacio-
dades las más elementales, incluida la lectura, el nes activadas o no. Esta noción representa, pues, una con-
-desde
soliloquio, la discusión, eI dormir, eI uso de Internet o del cepción del espacio que, más allá de su carácter formal
teléfono, hasta las más excepcionales, como escapar de la (que 1o tiene, aunque no Io parezca, pues la mayoría de los
ola del maremoto del 26 de diciembre de 2004- imponen espacios se manifiestan en una forma material que ofrece
lograr Ia mejor disposición posible del espacio, elegir el Iu- respuesta a Ios actores), tiende a circunscribir el sistema
gar adecuado para uno mismo, para los demás y para las relacional que permite una forma. La confrguración es, al
cosas, eI modo apropiado de ¡elación con Ias diferentes mismo tiempo, formalización y relación, una y otra indiso-
realidades, o sea, medü y regular 1as distancias. ciablemente unidas, como se ve¡á en el análisis de Ia ur-
3. La sustancia alude a lo que en determinada situa- banidad, en la tercera parte de} Iibro.
ción espacial denota la presencia activa de la sociedad con A fin de cuentas, la escolo define el tamaño del espacio;
eI espacio (y no en él). Es una característica que no remite la rnétrica, ]a manera de medir la distancia en medio det
a una relación de continente a contenido, pues eso impli- espacio considerado; Ia sasloncio, la dimensión no espa-
caría una concepción ruümentaria deI espacio como sim- cial de los objetos espaciales, es decir, la representación
ple amplitud de inscripción de un fenómeno. La colocación de todas las demás dimensiones en el espacio, y la confi-
en eI espacio (ideal y material) de Ias cosas sociales (un gutación,la expresión formal de la economía ¡elacional
gusto, una actitud cultural, un hecho económico, un acto entre los objetos espacializados. Ni la escala ni la mét¡ica
político, etc.) es mucho más que su distribución sobre una ni, por supuesto, Ia sustancia o la configuración son inva-
superficie: es u¡a traducción y :urla expresión en la dimen- riables, es decir, esencias inmutables del espacio. En ver-
sión espacial de los hechos sociales, que se pueden estu- dad, las cuatro nociones expresan atributos relativamen-
üar, pues, de manera pertinente por eI desuío del espacio. te simples, que se pueden veriñcar en todas partes, o sea
Los dos ejemplos de Ia introducción, y en particular el de que denotan un orden genérico. Empero, Ia conc¡eción de
Rosa Parks, permiten ilustra¡ esto. La geografía de los esas reglas en principios verificados de organización y
asientos en eI ómnibus de Montgomery era la expresión funcionamiento de una disposición espacial precisa es
espacial de una sustancia po[ticá y socia]: la disc¡imina- cada vez específica y contextual, sea cual fuere el espacio
ción racial. considerado. AIlí, los actores y los opeíadores salen a la
4. ÚItima característica de cualquier esp acio; la confi- palestra, puesto que construyen y utilizan contextual.-
guración. Se entiende por configuración la modalidad de mente las escalas, las métricas, Ias sustanci,as y las confi-
disposición espacial de las sustancias, de Ias realidades guraciones propias de cada situación.
sociales. Lo que caracteriza a un espacio no es, pues, sólo
aquello que este despüega, no son únicamente Ios recortes
de escala que se Ie pueden aplicar o las métricas que se
pueden verificar en é1, sino también las modalidades de
organización de todo eso en una disposición formal, que
implica una economía relacional entre los objetos dispucs-

84 85
2.Las «especies de espacios»
del geógrafo

Acabamos de examina¡ las grandes características del


espacio humano; resta ahora comprender las formas orga-
nizadas que puede adoptar. Los espacios de las sociedades
no son producto de un movimiento cualquiera, espontáneo
y natural, de adaptación de los hombres al medio, ni de su
ciega sumisión a las leyes fisicas o a las de las estructuras
sociales, ni tampoco son el resultado azaroso de movi-
mientos brownianos de individuos utilitaristas. Son cons-
trucciones sociales, <<arreglos»» retomar la criterio-
sa expresión de Claude Raffestin -para
(1986)- o, si se quiere
aceptar este sinónimo, cuyo uso promuevo, disposiciones
,I
'"11 formalizadas de materia e ideas, dotadas de atributos (la
escala, la métrica, la sustancia, la confi§uración) por esta
construcción. Los operadores sociales, individuales y co-
lectivos, disponen, pues, sus espacios para tratar cuestio-
I
nes vj.nculadas con la distancia. IJna vez producida y for-
malizada, una disposición perdura con esa marcada per-
sistencia que caracteriza al espacio material, pero tam-
bién con Ia más discreta, aunque muy rea1, permanencia
propia de los valores espaciales que 1e están asociados, e
ingresa, en cuanto recurso, en la implementación de nue-
vos <<arreglos't>.
Los dos episodios narrados en la apertura de este libro
muestran la relación de la disposición de 1os espacios con
acontecimientos y acciones vinculados con ellos. EI tsuna-
mi y las reacciones que trajo aparejadas dispusieron las
realidades de maneras nuevas. Asimismo, Ia actitud d.e
Rosa Parks desembocó en una inédita organización del es-
pacio, por eI cambio de régimen normativo en 1a atribu-
ción de los lugares que e1la originó. Evidentemente. esos
dos casos no se entienden si no se los remite al examen d.e
sus condiciones de posibilidad (sociales, económicas, po,
liticas, espnciales, ctc.), pero tambié¡r clemucstral la per-

a7
---

durabilidad de que advicne en el acontecimiento. Por


1o El empleo de 1a palabra «espacio» se debe reservar pa-
supuesto, hay un onúes del acontecimiento espacial, que ra designar de manera general Ia dimensión de la socie-
es preciso estudiar, y wrt clespués, del cqal hay que preocu- d.ad-sistema. Ese espacio se realiza, contextualmente, ba-
parse. El tsunami creó un espacio que se convirtió en el jo la forma de lugares, áreas y redes. Esta posición teórica
fundamento de actividades humanas. Sus huellas perma- permite evitar la habiiual confusión de los discursos que
necerán durante mucho tiempo y cualquier anáIisis debe- utilizan a menudo las palabras «espacio», «luganr, «área»,
rá identiñcarlas. A1 mismo tiempo, e1 27 de diciembre de x¡sd», «territorio»r, «extensiónr», «sitio», eLc., casi como si-
2004, Ios actos espaciales de los operadores en situación nónimos, cuando en verdad la primera de las citadas es el
de crisis comenzaron a constmir nuevas disposiciones, a metaconcepto integrador de todas las demás y estas de-
partir de esa materia espacial que es el acontecimiento- signan variantes, tipos específrcos que no deben se¡ con-
catástrofe. fundidos. En ese marco de pensamiento, se puede hacer
El estudio de1 espacio humano no puede dejar de tomar de \a extensión otra noción genérica, aunque de escaso al-
en cuenta, pues, Ia dimensión temporal. y esto excede am_ cance para la geografía: la palabra designa, entonces, una
pliamente Ia adopci.ón de la perspectiva histórica clásica fracción de espacio reducido a sus estrictas condiciones
para aprehender simultáneamente eI pasado (el examen geométricas y fisiográficas, depurada de sus caracterís-
de las condiciones de posibilidad de la existencia de un es- ticas de métrica, escala, sustancia, confrguración. Se trata
pacio), la actualidad (el análisis de la fabricación del espa- de un enfoque que permite simplemente identificar Ias
cio por los operadores en situación) y el futuro (Ia refle_ coordenadas de Iocalización de objetos dispersos.
xión respecto de 1a persistente presencia de d.eterminada Las formas espaciales propiamente dichas (el aspecto
disposición en una sociedad). Se advierte la importancia formal de Ias disposiciones que constituyen Ios Iugares,
de incluir esta cuestión en 1os enfoques científicos, pero Ios territorios, las redes) no carecen, por supuesto, de im-
también entre los interrogantes políticos. En efecto, esto portancia, pero no bastan para comprender los espacios,
debería llevar a cada planifrcador espacial a incluir en to- sino que simplemente Los califican. Un espacio puede se¡
dos los proyectos, por más sencillos que sean, una refle- circular, alargado, lineal, cuadrado, rectangular, angular,
xión acerca de la duración y los efectos, en diferentes tér- etc.; puede ser plano o no, etc.: todo esto lo caracterizo, pot
minos, de las acciones espaciales que el proyecto instaura, cierto, pero no 1o define, pues esos caracteres no son espe-
reflexión que supera en mucho el simple anáIisis de los cíñcos de una especie de espacio. De hecho, los aspectos
impactos funcionales inmediatos de una operación y que fo¡maIes son interesantes, sobre todo, para pensar Ia es-
está ínsita en Ia problemática del posible futuro que un pacialidad, en la medida en que contribuyen a configurar
espacio es capaz de generar. una experiencia práctica en la que cumplen el papel de un
recurso (cf. ínfra).
A continuación presentaré en forma sucesiva el lugar,
Tres especies eI área y la red, procurando, tan sistemáticamente como
me sea posible, compararlos entre sí.
Las disposiciones pueden ser diferenciad.as en algunos
grandes tipos, en «especies de espacios» genérico" q..ó p".-
miten incluir todas las formaciones espaciales
que es posible observar. Esos tipos-ideales, que""pL"ífi"u" constitu- DeI buen uso de los lugares
yen la base del repertorio espacial que las sociedades po-
nen en práctica para disponer sus espacios, son tres: el lu_ ¿Cómo pensar eI lugar sin enredarse en las ideologías
gar, eI área y la red, y parecen apropiados para pensar/ del lugar que para consolidarse recuperan, llegado el ca-
clasific¿rr la divcrsidaci cle Ias d is¡r osicio tr.,s espt,"ialcs. so, elementos dc los discursos cientiñcos? Desde este pun-

¡i8 u9
l
l
to de vista, resultó j.nteresante, en estos últimos años, se-
guir Ia explotación «dóxica» deI extraordinario trabajo di- área, una red), que constituye una referencia utilizada
por uno o más actores que Ia practican para definirse dis-
rigido por Pierre Nora, consagrado a'los Lieux de mémoire
(1993). Los especialistas reunidos por é1 director de esta tinguiéndose de Ios demás actores. Expresa una Iógica de
separación, de clasificación, de discriminación de entida-
vasta empresa procuraban, en general, evitar cualquier
des significantes en el mundo de los fenómenos. En efecto,
desliz y mostraban que Ios lugares de la memoria (y la
alegar la identidad de un objeto espacial (sea cual fuere)
memoria fijada en esos lugares) nacían, en la contingen-
implica proponer su dLstinción, en el sentido fuerte de la
cia, de las Iógicas sociales.l Se redimían, pues, de la idea palabra, al postular que puede ser identifi.cado y reconoci-
del genio del lugar, que consiste en una hipóstasis y en el do por ciertos rasgos que lo particularizan de entrada; se
consecuente afianzamiento de la autonomia de este con lo coloca, entonces, en un lugar síngular dentro del con-
relación a la sociedad y sus avatares, de su carácte¡ in- junto constituido por la seriación de todos los objetos es-
trínsecamente suprasocial y suprahistórico; en ciertos paciales.
casos, eI lugar terminaba por producir la historia, como lo La identidad de un espacio no existe suü generis, sino
demuestran ciertas alegorías del lugar sagrado, sea cual que es construida, inventada colectivamente, por los ac-
fuere la vara con que se mida esa santficación. to¡es de determinada sociedad que a contj.nuación pueden
Por eI contrario, entre quienes utilizaron no tanto los tender a naturalizarla en su uso, a hacer de ella una esen-
libros como la temática general reducida a eslogan cia inmutable, aun a riesgo de deformarla; por ejemplo, Io
lugares de la memo¡ia existen y son esenciales para -losIa que la ciencia histórica puede decir acerca del origen y el
identidad colectiva-, muchos de ellos fueron, en general, desarrollo de un espacio. La identidad de un lugar, de un
menos escrupulosos, puesto que su punto de wista deriva- ter¡itorio, de una red (Ia que trazan, por ejemplo, las ru-
ba de la mitología localista y se adscribía a ella. Recordé- tas que llevaron a Ia dispersión de un grupo, a su üáspo-
moslo bien: los Iugares, intrínsecamente sociales, nacen, ra), puede surgir, pues, de una construcción mítica y cons-
evolucionan y eventualmente desaparecen en función del titui¡ una de esas numerosas mitol.ogías espaciales que
curso de Ia sociedad en la cual se inscriben y a cuya exis- pueblan el imaginario en acci.ón de los grupos humanos.
tencia contribuyen. En ese caso, la identidad espacial es un poderoso instru-
mento en medio de las retóricas de ca).ificación y clasi-
ficación de los objetos sociales por los actores sociales, y de
La identidad espacial: justificación de sus acciones. Permite, sobre todo en rela-
la construcción del espacio singular ción con eI discurso acerca de los límites, Ileva¡ a cabo eI
trabajo de recorte de Ia extensión espacial, de estabiliza-
De hecho, el caso de la relevancia de Ia ideología social ción y especificación de espacios singulares- Esto se aplica
del lugar permite plantear eI problema mucho más gene- con particular intensidad a los protagonistas del campo
ral de Ia identidad espacial, problema que, habida cuenta político, pero, más allá de este, cada actor está afectado
de su importancia, merece ser desa¡rollado. por ese trabajo.
La identidad espacial se puede concebir como el con- Los individuos y los grupos suelen actuar en nombre
junto de valores frjados en un espacio §ra sea un lugar, un de Ia identidad espaciai, y en muchas ocasiones lo hacen
de manera polémica. La identidad fue así utilizada (y se
I En este sentido, a ua geógtafo podrá resulta¡le abusivo el eapleo de la sigue utilizando) al servicio de discursos raciales, de ex-
la palabra «lugao para reloitir a realidades que no siempre constitu- clusión, de conflictos; no hay necesidad alguna de insistir
yen Iugares sr¡íc¿o ser!6t¿, r¡i tampoco espacios, eino frjadores de la me- en esto, pues los ejemplos del pasado y Los actuales son
moria colectiva, ¿ópicos de relatos nacionales. Se presenta aquí un pro- muy numerosos. Las retóricas espaciales identitarias son,
:
bleña corriente: la utilizació¡r metafórica de conceptos cspaciales. asimisrno, omniprcsentcs cn cl campo publicitario y en el

90 91
de las políticas locales y territoriales, como 1o mostraré s¡ nte historizadas. Dubai se pone explícitamente en es-
la segunda parte del 1ibro, aI examinar el caso de Li.ver- na como eI nodo de una red mundial dsl 6qms¡sie
pool y e1 del uso de 1a leyenda identitaria en Orléans. Se ríamos decir «del shoppíngt», pues de eso se trata-, -ds-
de
podrían multiplicar los ejemplos de estar caracterÍsticas, gocios. deI entertoinment, del solaz. La reva]orización
por cuanto son abundantes en la comunicación territorial. las tradiciones del ¡e¡ruño es cosmética: sólo es útil
Pienso que los casos más fascinantes de Ia actualidad son ra recordar una inquietud «atávica» de hospitalidad y
los del intento de creación de una identidad espacial nue- rte de vivir compuesto de cordialidad y refinamiento.
va por los operadores políticos y/o económicos. brinda a1 potencial vlsitante algunos vestigios arqueo-
Así, eI emirato de Dubai está empeñado, desde hace a]- gicos y monumentos para contemplar, pero lo esencial
gunos años, en convertir ese territorio en un espacio privi- tá en otra parte: en Ia alegoría de 1a metrópoli mundial
J.egiado para e1 exclusivo comercio de lujo, destinado a los shopping para categorías sociales superiores y sus
ricos súbditos del Golfo y también de India, Indonesia, Pa- os anexos de residencia y servicios 1os cua-
quistán y, cada vez más, de 1os países occidentales. El -entre
e1 espectáculo deportivo cobra cada vez mayor impor-
emirato apuesta, asimismo, al desarrollo del turismo in- . Dubai se presenta sin maquillaje como el mode-
ternacional «de litoral», y ha realizado en todos esos cam- del urbanismo de consumo, de la especulación, del es-
pos extraordinarias inversiones, al nivel de 1os más gran- culo y deI flujo, del cual el Mundo móvi1 y consumis-
des proyectos económicos de su tipo. EI emirato se ha cu- es el único territorio de referencia verdadero. Mucho
bierto de gigantescos shopping molls, de complejos hotele- ás que Las Vegas, cuya desmesura es dificilmente ge-
ros de audaz arquitectura y de conjuntos residenciales de üzable, Dubai puede constituir un horizonte urbano
gran categoría. El desarrollo portuario recibir a lectivo.
los cargueros que transportan mercaderías -para
y también a Otro ejemplo instructivo al respecto es e1 del abortado
"l
I
los transatlánticos de gran porte-, aeroportuario y de in- to del presidente de la región Lang.uedoc-Roussillon
fraestructuras de comunicación es particularmente sor- emplazar el nombre de esta por,9eptimaníe. Georges
prendente.2 Todo eIIo está signado por el sello del urba- che, ardoroso alcalde de Montpellier, fue elegido en
nismo internacional especulativo, pero ese derroche de 04 presidente de la región en contra de su acreditado ri-
medios propio de los países petroleros hace de Dubai un , Jacques Blanc. De inmediato manifestó La voluntad
fascinante caso de afianzamiento de una urbanidad hi- romper con las políticas de su antecesor en todos los
permoderna: una burbuja de espacio humano en medio pos, incluidos los de la comunicación y la imagen,
del desierto, cuya existencia depende de sus vinculaciones a lo cual propuso cambiar eI nombre de la región por
con todos los demás niveles de espacios al mismo tiempo, timanie», a Ios efectos de hacerle recuperar los manes
aun cuando una parte del espacio local esté, en sí misma, la historia languedociana y occitana. Georges Fréche
desconectada con relación a esta esfera del Dubai interna- uyó uno de sus primeros discursos presidenciales
cional, aI mismo tiempo autónomo y totalmente depen- te la asamblea regional con una instructiva perorata:
diente de Ia renta petrolera. Las autoridades de Dubai se Languedoc-Roussillon se levanta, Ia Septimanie resu-
han lanzado a una enérgica actividad de construcción de . ¡Gente del sur, poneos de piebr.
una identidad espacial, 1o cual no es nada sencillo en el consideraba que el nuevo nombre remitía a una de-
caso de una organización urbana tan poco anaigqd,q. n que se empleó en Ia época romana, a comienzos
La carta que se ha jugado es la de la consolidación de Ia Edad Media.s Los partidarios del proyecto argüían
una identidad futurista, sorprendente para un europeo
acostumbrado a la relevancia de Ias identidades fuerte- 3
Nunca hubo unanimidad siquiera sobre Ia pertinencia de la relación
stórica del término r<Septinronie» con un espació perfectamente iden_
2 ¿ificado y estable en tal periodo. Algunos incluso cuestionaron la exis-
Cf. et sitio www-dubaitou¡ism.co.ae

92 9li
. atributos de posición y de recorte (eI sitio, la situa-
una gran perdurabilidad de Ia identificación de] territorio
del Languedoc actual con ese vocablo sept¿mdniano, y ción, los límites de Ia realidad espaci.al que es blanco de1
veían en el cambio onomástico eI signo de la capacidad de discurso identitario, el Mundo para eI de Dubai, 1a región
Ios lugareños para deshacerse de un nombre de región para la SePtimanie);
. atribulos de métrica y escala (que contribuyen a de-
impuesto, en su tiempo, por los «burócratas» de Ia Déléga-
tion á lAménagement du Territoire et á I'Action Régiona- finir el tamaño del espacio identitario y el principi.o de
le (DATAR), quienes de ese modo negaban las especifici- medición de la distancia que prevalece);
dades culturales IocaLes. Los detractores denunciaban, en ' atributos de configuración (que definen una geogra-
eI mejor de los casos, un capricho más i¡ónicos no de- fia material deI espacio identitario, cuyo alcance veremos
-Ios casi homofonía en-
jaban de señalar y utilizar la temible más adelante, cuando abordemos la cuestión del modelo
tre «Septimanie» y «septicemia»)- y, en el peor, un golpe territorial);
semántico y político, destinado a imponer una visión ' atributos de sustancias y, por lo tanto, de valores y
dogmática de la historia del Languedoc.Roussillon. No es normas (a organización ideal del objeto, que incluye Ias
inocuo eI hecho de que Ias críticas más virulentas proce- normas de comportamiento, es decir, lo que resulta del
dieran de Perpignan y sus alrededores. Los «catalanesn no buen uso del espacio en cuestión).
aceptaban en absoluto el intento de los «occitanos» de Ese üscurso identita¡io circula entre los actores a tra-
monopolizar los valores de la identidad regionai. vés de los üferentes medios de comunicación (desde eI in-
Como consecuencia de las protestas cada vez más nu- tercambio interpersonal hasta los escritos eruditos o de
merosas y vehementes manifestacio- frcción, mediante la prensa, la publicidad), pero también
-multitudinarias
nes tuvieron lugar en Perpl.gnan en contra de Ia nueva de- se cristaliza en fracciones de espacios emblemáticas, que
nominación-, a las que se agregaba eI escaso apoyo in- significan en sí mismas el espacio identitarizado. De este
cluso de sus partidarios, Georges Fréche renunció, ale- modo, por ejemplo, Downtown Manhatterl significa Nue-
gando que no se «podía tener razón en contra de todo eI mun- va York. Más globalmente, el discurso i.dentitario se apo-
do». Era una manera de decir que la identidad espacial ya en un modelo del espacio que él despliega, y entonces
se convierte en una alegoría del espacio i.dentitario, carga-
nunca se impone por sí misma, sino que exige una adhe-
sión. Si no significa nada para un colectivo espacializado, do de valores, considerado en sí rnismo un mundo perfecto
(cf. infr<t). EI caso es particularmente claro en lo concer-
tiene pocas oportunidades de alcanzar verdadera popula-
ridad. Se trata, entonces, de una designación sin capaci- niente a las identidades vinculadas con los lugares y 1os
dad de otorgar identidad. territorios, que vehiculizan poderosos modelos espaciales
de referencia y pertenencia. Estos resultan eficazmente
La identidad espacial no es, pues, un caparazón vacío,
sino una representación dotada de atributos (esencializa- fijados y mediatizados gracias a los instrumentos de vi-
dos y natural.izados, y por ende planteados como eviden-
sualización (los mapas, en primer término y desde hace
cias por aquellos que los enuncian y Ios utiüzan, disimu- mucho tiempo, y, más recientemente, el cine), y también a
los discursos políticos, Ias novelas, etc.
Iando aI mismo tiempo el artifrcio de su elaboración y es-
tabilización). En materia de calificación del espacio, en
las retóricas identitarias se puede haüar, en efecto, Io si-
guiente: Una entid,ad. espacíal indiuisa

Volvamos al lugar: se trata de Ia más pequeña unidad


tencia del noúbre, respecto del cual no se sabía bien ei se relacionaba espacial compleja: más pequeña, porque constituye el es.
con la presencia de veteranos de la séptima legión romana o con Ia exis- pacio básico de la vida social; compleja, porque en él se
tencia de siete ciud¡des sedes de obispados que jalonaban el territorio muestra Ia comp'lejidad de la sociedad y porque resulta ya
en cuestión, con limites históricos poco claros.

9.1 95
de una combinación de principios espaciales elemeutales. Esta distancia, aunque sea limitada, contribuye a dar
Si se considera un espacio urbano como un lugar, con ariedad a la configuración interna del lugar: intervienc
fuente, bordeado de construcciones, se disciernen con faci- nara descomponerlo en microdisposiciones. Si retomamos
lidad esos diferentes componentes eleinentales, no todos el del Iugar urbano, es posible d.iscernir en él srrb-
eIIos permanentes. Un lugar tiene una arquitectura fija: "j"mplo
conjuntos distantes intervinculados e interactuantes;
forma y extensión propia del sitio y del tratamiento del Densemos. por ejemplo, en los efectos ctel establecimiento
suelo, mobiliario u¡bano y diversos objetos, fuente, plan- regular de un grupo de individuos sin hogar cn un punt o
tas, jardín planificado, diferentes construcciones de varia- de ese lugar, aunque sea exiguo, que pone en juego claros
das características; pero tambj.én presenta caracteres fenómenos de distanciamiento, o bien en e1 impacto de la
cambiantes, como los flujos de automóviles y de peatones, existencia de juegos infantiles, o de una fuente. Empero,
Ias luces, los olores. . .; y aI lugar en cuestión «adhieren» esos «componentes», que polarizan una parte del espacio y
asimismo representaciones, discursos, relatos, lo cual de su práctica, estarán siempre sensiblemente integrados
hace que esté siempre desbordado por algunos de sus com- en el espacio circunscripto que los contiene, que les confie-
ponentes y no pueda contener perfectamente todo 1o que re significado y función(es), y continúa siendo un marco
lo constituye, superándolo. Así, una imagen del lugar en explícito de la copresencia posible de los individuos y las
un Libro, una palabra a su respecto en otro lugar, son algu- cosas.4
nas de sus partes componentes que existen fuera de é1. Los lugares se caracterizan por Ia relevancia de sus Ií-
Por otro lado, ese principio se aplica a toda clase de espa- por los efectos de «umbral», ds
-y EI lugar existe, ante todo, ,r.^¡.,
mites que de e1lo
cio que no pv.ede corutener jamás por completo todas las resultan-. en cuanto super-
realidades, en especial las inmateriales, que é1 dispone. ficie explícitamente delimitada, de microescala. EI límite
Los principios de configuración local de esas realidades debe ser sensible en el sentido de que constituye uno de
sociales forman parte, en cuanto ta1es, de 1o que define a los elementos claves de Ia práctica efectiva, fisica, de ese
un lugar. lugar. Un actor experimenta, pues, en la práctica del Iu-
Según Jacques Lévy, el lugar es un espacio «en eI cual gar la presencia de límites explícitamente percibidos, que
eI concepto de distancia no resulta pertinente» (Lévy, se inscriben como componentes efectivos del lugar en
1994, pág. 52), y cuando entra a jugar la üstancia se pasa cuestión. Las á¡eas también están limitadas, pero los lí-
del lugar aI área. En este punto, yo seria un poco más fle- mites de las áreas no pueden ser aprehendidos por entero
xibie que el autor que acabamos de citar. Creo que la dis- sin medj.ación de instrumentos representativos (ios ma-
tancia influye incluso en los lugares, pero no es determi- pas, los esquemas, las imágenes mentales), pues casi
nante, ya sea en cuanto a configuración como en cuanto a siempre exceden las capacidades humanas de aprehen-
prácticas, en la medida en que Io que constituye eI lugar sión inmediata, i¿ sir¿. Por e1 cont¡ario, los límites del Iu-
es, justamente, la consolidación de la relevancia de la lógi- gar son percibidos y vividos en situación, sin otra media-
ca de Ia copresencia. IJn lugar dispone, en una superficie ción que la de los sentidos comprometidos en la práctica.
restringida, elementos en contacto- Se ajusta a Ia métrica La aplicación de límites y su puesta en escena consti-
topográfica, marcada por Ios principios de congruencia, tuyen, por otra parte, acciones esenciales de cualquier
exhaustividad y continuidad, a1 igual que el área, pero en operador social que desee instituir un lugar. Observemos
una escala más restringida. De esta manera, el tamaño cómo proceden los urbanistas, por ejemplo, cuando conci-
cuenta mós que la distancia para definir un lugar. Las
realidades sociales dispuestas en un lugar se hallan, por a En un espacio que ya no es el lugar que los identiñca, esos mismos
cierto, en una relación de proximidad topográf:.ca y, por lo individuos sin hogar pierden Ia poca visibilidad social que les queda.
Esta eg una de Ias causas de su reticencia I abaodonar los Iugares que
tanto, pueden estar distantes, pues no se confunden en un signan su existencia, d pesar de ¿odo. Alli disponcn de la Linica carta
misnro punto. para jugar en la lucha por los lugares.

96 1)7
ben o reacondicionan un lugar: prestan mucha atención a Clases de lugares
que los límites sean visibles y sensibles. EI iugar forma,
pues, un conjunto diferenciado y aislabIe. Esta diferencia- Se pueden proponer modulaciones en 1o que atañe a la
ción y esta posibilidad de ser aislado Ió caracte¡izan. En noción de lugar.
cuanto pequeño objeto geográfico de las burbujas
El topos constituye eI grado cero del lugar, en el senti-
del espacio humano-, también resulta -unai¿diuiso, carácter que la palabra alude simplemente a la localización
do de
importante sobre el que no se insiste Io suficiente. IJn de- de realidades sociales cuyas características de métrica y
terminado lugar no puede ser dividido en dos lugares de sustancia corresponden a las del lugar, en una superfici.e
la misma especie, semejantes, dotados estrictamente de cualquiera. Se t¡ata, pues, de una pequeña parte determi-
los mismos atributos. nada del espacio, de un continente estátj.co de las cosas.
Para que exista un lugar, siempre tiene que ser posi.ble Esta localización del topos se expresa en coordenadas y
«fisicamenter», mediante una corta caminata o
"orr¿¡61¿¡ls basta para agotar cualquier otra consideración. El interés
un rápido desplazamiento de la vista; por otra parte, ¿aca- de esta subnoción es escaso en cuanto tal, salvo que se in-
so los lugares más intensos no son los que se pueden abar-
tente, a partir de ello, poner de manifi.esto las relaciones
car íntegramente con Ia mirada y en los que las referen- entre un Iugar y otros incluj.dos en un mismo sistema de
cias visuales de los Iímites resultan más fáciles de regis- puntos geográficos. La localizació¿ se convierte entonces
trar? Es decir que no se debe consolidar un efecto de esca- en una posición que abarca, justamente, Ia Io-
Ia y de espaciamiento tan marcado que de pronto quiebre calización más -término
las relaciones-, y el ,opos se conüerte así
eI lugar y lo transforme en área. en lugar tomado dentro de una red.
Dado que eI tamaño cuenta para defrnir y circunscribir Se pueden discernir tipos de lugares en función de su
un lugar, no adhiero tan fácilmente a la idea de que el tamaño. Se define, de este modo, un gradiente que corre
Mundo pueda constituirlo, a menos que sea de manera del lugar-punto , o emplazamíento, al lúgar-superficie. El
metafórica o por delegaciones visuales: por ejemplo, una primer término designa los lugares más restringidos,
imaginería que transforme, por Io menos momentánea- aquellos cuyo dominio mediante el desplazamiento resul-
mente, un vasto espacio en un pequeño objeto geográfico, ta casi instantáneo. El segundo alude a los lugares que,
al jugar con las escalas cartográficas. Al respecto, eI mapa aunque constituyan pequeñas unidades espaciales indivi:
es un instrumento idóneo para Ia simulación que consiste sas, son lo suficientemente amplios como pa¡a que se
en ver como un único y mismo lugar un espacio que no Io ofrezcan también cual una superfrcie que se puede reco-
es. El uso cartográfico es funcional al deseo de transfor- r¡er- Desde este punto de vista, esos lugares conñnan con
mar un área amplia en un casi-lugar, dominable con un eL área, pero el área, por su parte, no es indivisa, puesto
solo golpe de vista (donde se ¡evela eI ¡oI de la mi¡ada en que agrega varios lugares «autónomos», específicos, e in-
la definición y Ia activación de Ios marcos de recorte de Ia cluso otras áreas. Los grandes lugares urbanos son bue-
realidad espacial), a través de 1a reducción y la simplifica- nos ejemplos de lugares-extensos, en tanto que el patio in-
ción de los espacios representados. La hoja de papel o la terior de un palacio florentino o i.ncluso un monumento en
pantalla de Ia computadora se convierten, entonces, en sí mismo son emplazamientos.
casi-lugares que contienen el espacio que, sin embargo, Otra diferenciación de los lugares que cabe menciona¡
las contiene a ellas. Esta especie de perspectiva abismal atiende a otro criterio: eI del movimiento. Contamos en
se capta muy bien con Ia imaginería satelital, sobre todo nuestro tiempo con un tipo de lugar muy difunüdo: el lu-
cuando eI observador se concent¡a en una vista del sector gar-móvil, es decir, un Iugar cuyo carácter fundamental
que se ha propuesto mirar, situación muy corriente con ea que se mueve tret, el awión, el barco, el ómnibus, eI
los nuevos servicios del tipo de1 Google Earth. automóvil-. Se -el trata de realidades espaciales que tienen
las caracteristi<:as de1 lugar y que irdcnrás se desplazan y

9¡i 99
Llevan consigo otras realidades sociales' No mc refiero a lo elante del cine constituye una buena imagen emble-
que ciertos investigadores denominalr «lugar-movimie¡- de Ios efectos visuales que implica Ia relación pe-
to, para designar los espacios de t¡ánsito fle los viajerog Si bien en ambos casos hay movimiento, los efec-
lestaciones de trenes, corredores del subterráneo) En mi locidad y de mediación de la relación con el espa-
ooinión, habida cuenta de la intensificación de las moviLi- distintos: el caminante, operador del movimiento,
dades urbanas, gran cantidad de espacios (y no sólo de Iu- en contacto; el viajero, sujeto al movimiento, está ins-
gares) son espacios-movimiento.S en el lugar-móvil. No se aprehende por completo la
Sobre la base de esos Iugares-móvi1es, los actores cons- tancl¡l de Ia misma manera en ambos casos. La métrica
truyen una muy particular experiencia social del espacio. no se confunde con las métricas automovilística,
En efecto, este se halla al mismo tiempo en relación con el o aerea.
espacio propio del lugar-móvil6 y en relación visual con el n Europa y en Estados Unidos, las formas culturales
espacio donde eI Iugar-móvil inscribe su trayectorl.a. Esa t1mas fueron influidas desde eI siglo XIX por Ia impor-
relación visual instaura uta relación cinética particular que adquirió la cuestión del flujo, del movimiento,
con eI espacio. Esta se convierte en una de las modalida. desplazamiento (urbano, en particular). Esta relevan-
des estándar de Ia espaciaüdad de los individuos y modifi- se acentuó luego continuamente, hasta hacer de la mo-
ca en profundidad Ios esquemas cIásicos de aprehensi.ón y de su rapidez, en nuestros días, una cultura es-
del espacio. , con sus valores y sus usos, tendientes a dominar
En la cultura occidental de la modernidad hubo duran- cluso a «cub¡in» todas las demás. Esta cultura Ie otor-
te siglos, efectivamente, tres modos principales de relacio- Iugar fundamental a la mirada en 1a definición que
nes visuales Iegítimas con eI espacio, cada uno de ellos ex- viduo formuló acerca de su régimen de atención a
presado por una imaginería emblemática que procede de otros y Ias cosas, de su ajetreo, de su actividad. Hoy en
él manifestándolo y fortaleciendo su relevancia social: ese rég:imen y ese ajetreo suelen estar intrínsecamen-
1) Io cenital, que tiene como emblema eI mapa; culados con eI movimiento y Ia velocidad, que se le
2) Io frontal, que tiene como emblema eI paisaje pictó- ponen al indi¡¡iduo y condicionan «mane¡as de ver»r es-
rico, el paisaje pintado en fresco, en caballete, con un esce- cíficas, hasta producir una verdadera estética particu-
nario grandioso, el que sin duda mejor modeliza Ia pri- . De modo tal, el emblema visual de la relaci.ón cinética
mera ¡elación visual «modernan con el espacio, aquí fijado erada se debe buscar por el lado del cine de acción, o
en su expresión estética «canónicá»; los videojuegos, transformados, estos últimos, en un
3) Io panorámico, con el panorama como emblema, del verso visual que no ha sido suñcientemente examina-
cual eI panóptico constituye una variante antigua, y la a pesar de que en ciertos grupos sociales determina
panorámica de 360 gados, una expresión contemporánea s legítimas de relación con el entorno espacial del
de este. uo.
A partir de entonces se impone otra modalidad, que no En los tres primeros modos, e1 <<uoleur»» «Dios
suprime Ias anteriores: Ia relación cinética acelerada, que u»r del que hablaba Michel de Certeau cuando -eI recor-
üñere de la que instaura Ia caminata trauelling t,a- ba la mirada cenitál y fría del cartógrafo- está fijo.
-el enta el espacio material o frgurado, ya sea tomado en
5 Sio embargo, la necesaria insiste¡cia en el movimiento no debe ha- ma plana ----€l mapa- o en corte, con visión desde arri-
cernoe olvidar que hay tiempos (voluntarios o forzados) y espacios para , real o abstracta (el mapa, la panorámica), o sin ella. EI
hacer un alto, desde la pausa breve hasta el reposo duradero, y por lo nto desplazami.ento de1 caminante y los múItiples mo-
tanto, lugales de la detención, de la inmovilidad. ntos de descanso que se permite para gozar, por ejem-
6 Espacio propio cuya forma suele ser concebida con una preocupa- lo, de un panorama mantienen la atracción del individuo
ción ergonómica, de ma¡rera qrre esta forma, en el espí¡itu de qu;ones Lr por el cspacio inmcdiato. EI modo cinético acelerado pro-
conciben, sca gencradora de prácticas.

100 101
voca una significativa desconexión. EI olro-espocio del lu- incluso- responden, en general, a los criterios de defini-
gar-móvil se convierte en el campo de la experiencia es- ción de los lugares, pero el carácter privado y, sobre todo,
pacial inmediata del individuo y constituye, al mismo íntimo se impone en ese ámbito como el patrón de funcio-
tiempo, eI medio de la relación con e1 espacio-otro, qtue to- namiento del espacio. AIIí, Ios valores son explícitamente
dea e1 lugar-móvil. Ese espacio-otro se reduce a una ban- configurados no tanto con la vara de Ia individualidad
da que desfila (en automóvil, en tren) o a un plano-soporte (que expresa la faz sociai del sujeto) como con Ia de la per-
Iejano, a veces oculto por las nubes que lo reemplazan y sonalidad (que expresa la subjetividad y Ia interioridad. de
que ofrecen a Ia mirada su asombrosa materialidad de la persona), según Io demuestran Ios análisis de las prác-
«espacio visual de reemplazo» (en avión), cuando no está ticas habitacionales. Esos espacios, aunque enteramente
totalmente disimulado cuando viajamos bajo tierra. modelados por las lógicas de Ia sociedad. se muestran
Considerar así los lugares-móviles permite aprehen- fuera del campo de Io «público», es decir, de Io que cada
derlos por lo que son: esenciales lugares de vida, marcos uno acepta compartir y exponer a Ia mirada de Ios demás
de la experiencia social cotidiana; por ende, crisoles donde en la experiencia social del espacio. Por eso, sugiero desig-
los individuos experimentan el espacio, ponen en marcha nar con Ia palabra «sitio» a los <<lugares» domésticos sus-
tecnologías de la üstancia, inventan espacialidades. traídos a la aprehensión deI grupo social. Esto permite
aborda¡ la esfera privada conservando los principios de
análisis utilizados para los espacios exterio¡es al mundo
El sitio doméstico-

ÚItima precisión: un lugar no existe plenamente en


tanto no alcanza una dimensión social relevante, ya sea
en términos de sustancias como de prácticas y representa- El área: un espacio topográfico divisible
ciones de los actores. Se inscribe como un objeto identifi-
cable, y eventualmente identificatorio, en un funciona- E1 área constituye la segunda especie de espacio. No es
miento colectivo, está cargado de valores comunes en los un lugar, aunque una y otro se ajustan a la misma métri_
que pueden potencialmente sistemáticamente- re- ca topográfrca; pero el área es siempre un espacio de ma_
conocerse los individuos. EI-nolugar importante, la plaza yor escala relativa que eI lugar (en una sociedad dete¡mi_
pública, el monumento-lugar de memoria, la galería co- nada), aunque sea de tamaño muy variado. Además, se
mercial, eI vagón del TGV: todos ellos están marcados por compone del delimitado ensamblaje de otros varios espa-
Ia posibie copresencia de los componentes sociales y, en ci.os autónomos y i¿djuisos. El área
primer término, por Ia posible copresencia de los demás, es, pues, mayor que -eventualmente-
eI lugar y divisible, y por otro lado
de otros individuos que no pertenecen aI círculo restringi- mantiene una ¡elación de contraste con la red, tercera es-
do de la famüa o a Ia red de afinidades electivas de quien pecie de espacio. Es una relación que se pued.e id.entificar
está en eI lugar. En un lugar, uno se enfrenta a Ia aI- empíricamente a partir de la oposición continuidad./dis_
teridad, a lo que no es uno mismo. Incluso cuando los otros continuidad. El área remite a la continuidad y a J.a conti_
individuos están ausentes, lo social no se sustrae nunca, güidad; es, pues, un espacio de métrica topográfica que
pues reside en los signos de los valores, de Ias normas, de asocia sin ruptura espacios contiguos, ya sean lugares u
Ias mitologías, de los imaginarios colectivos que jalonan eI otras áreas. Por su parte, la red es (como lo mostra¡é más
Lugar y que son eI soporte de las imágenes de este. adelante) un espacio caracterizado por la discontinuidad
En tal sentido, la esfera de Ia domesticidad se muestra y la conexidad. El área se particulariza también por la
diferente. Muchos de los espacios allí involuc¡ados existencia de límites, como el lugar. El área forma un todo
-de-
p¿lrt¿rmer)Los, c¿rsas, habitacioncs, jardir-res, ¿rutomrjviles limitado y esta lintitación es constitutiva cle esta especic

102 103
de espacio, en tanto que la red forma un todo ilimitado, lo Jacques Lévy, quien emprendió tempranamente una
cual implica otra diferencia fundamental. Iudable empresa de anáIisis crítico del término «te¡rito-
, formuló ocho defrniciones genéricas, cada una de las
uales Ie da a esa palabra una acepción diferente, no nece-
Un tipo-id,eal d,e área: el territorio riamente muy explícita en Ios distintos escritos donde
ede encontrárselas (Lévy, 2003, pág. 907). No retomaré
El territorio responde perfectamente a la definición de se trab ajo, como tampoco realizaré aquí un examen pre-
área, de la que constituye e1 tipo-ideal. Numerosas cien- iso de las diversas concepciones que se enfrentan en eI
cias sociales (la geografía, por supuesto, pero tambi.én la mpo de Ia geografÍa, que asiste desde hace veinte años
antropología, la sociología, Ia economía, las ciencias poIí- auge del paradigma territorial. Esa historia, así como
ticas) utilizan a discreción la noción de territorio sus epistemología del concepto de territorio, resultan apa-
derivaciones, como el adjetivo «territorial», a veces -y sus- nantesT pero exceden el marco que me he frjado. Mi ob-
tantivado, y el sustantivo «territorialización»-, muy a tivo se Iimitará a presentar un enfoque del territorio
menudo sin darle una definición real, precisa, explícita, scripto coherentemente en una teoría integrada de} es,
estable. De hecho, Ia propensión a usar el vocabula¡io te- acio de las sociedades. Para eIIo, es preciso, sin embargo,
rritorial sin circunsc¡ibir su marco ni. precisar el conte- oner algunas observaciones sobre tres referencias en
nido, a convertirlo en descriptor universal de todo espacio ateria de signficado del término «territorio» que me ser-
humanizado suma, a ceder a la magia de ese voca- n para que se comprenda mejor mi propia posición
bIo-, resulta-en particularmente notoria desde comienzos
de Ia década del noventa del siglo pasado. El carácter pro-
blemático de esta evolución, entendámonos bien, no resi- El sentido común, el modelo polítíco,
de en Ia importante difusión de1 término, sino en su bana- la inspiracíón etológica
Iización, es decir, en su propagación indiferenciada sin
contenido estable preciso. En primer lugar, según un sentido muy banal, común,
En numerosos estudios, eI territorio se convierte de- el territorio es una simple extensión de Ia superficie te-
masiado a menudo en una pantalla que disimula un vacío. rrestre, más o menos delimitada, cuya «homogeneidad» se
A partir de entonces, todo fenómeno pertenece opriori, ert postula. Esta puede ¡eferirse a Ios datos «natural.es>r, con
mayor o menor medida, aI campo de la territorialidad; en Io cual eI territorio se confunde con el terruño (ya que am-
las investigaciones no se sopesa Io sufrciente eI empleo de bas palabras comparten 1a misma etimología, pues deri-
tal léxico, no se Io evalúa en sus expectativas ni en sus \¡ar.: de <<teÜítoriumr», q\e a su vez surge de «úerror, Ia tie-
consecuencias. Así, el territorio se transfo¡ma en una rra), o a los hechos humanos, de población en esencia, y
extraña fuente de atracción de los fenómenos más dispa- entonces eI terrj.to¡io es el espacio vital de un grupo. La
res. Esta fase de sobreabundancia de Io territorial primera definición es la que aún aparece e¡ el Tlésor in-
ha visto surgir innumerables anáIisis heterogéneos,-que tanto formatisé de la langue frangaise: «Extensión de tierra,
por sus objetivos como por sus métodos o sus estilos de más o menos claramente deU.mitada, que generalmente
escritura, concernientes al territorio de Ias empresas mul- presenta cierta unidad, un carácte¡ particular», o en el
tinacionales, al territorio de los ciclistas domingueros, al Grqnd, dictionnaire Robert de Ia langue franqoise, que ha-
territorio poütico. al ¡erritorio de Ios emigrantes, al terri- ce mayor hincapié en la dimensión humana: «Extensión
torio personal, aI territorio comercial, al territorio festivo, de Ia superficie terrestre en la que vive un grupo humano»
a1 te¡ritorio de Ios diferentes grupos sociales en Ia ciudad,
etc.-, aún en curso, pone de manifiesto el éxito de una vul- 7 Algunos jalones ya han sido establecidos @e Bernardy, Debarbieux,
gat¿\ pcrezosa. 2O03).

I0.1 1 01,
(1989, vol. 9, pág. 256), definición que eI Trésor formul¿, preferían, siguiendo las huellas de Paul Vidal de La
por su parte, en segundo térmrno. e de la escuela francesa de geografia, a
-fundador
del siglo XIX, e impulsor de su implementación en la
Todo esto es muy neutro: eI terrilorio no es más que
una comarca; en el mejor de los casos, un eventual sinóni. tución universitaria-, con escasas excepciones (en-
mo de región. Sin embargo, desde hace mucho tiempo, s, Ia de André Siegfried), concentrarse en las rela-
una semántica más precisa y fija reconduce a .la acepción s entre el hombre y el medio natural. Consideraban
inicial de1 término. En efecto, el vocablo «territorio» ¿p¿- estas constituían el campo de elección para una disci-
reció en 1278, aunque su empleo sólo se difundió en ver- a concebida explícitamente sobre el modelo descrip-
dad con este significado específico recién en eI siglo XVIII. y clasificatorio de las ciencias naturales clásicas- En-
Se trataba entonces de una parte del país que formaba ces resultaba normal que el ter¡itorio político en sí
una circunscripción política. o no interesara en absoluto a los geógrafos y que la
El territorio constituía allí eI espacio de representa- pia palabra no ingresara de manera alguna en su 1éxi-
ción, donde se efecti¡rizaba un poder. La filosofía, el derg- .omo no fuera en Ia acepción acotada ci.tada en primer
cho y la ci.encia política tomaron posesión con toda natu- mino. Y ello, a pesar de que 1a geografia escolar
-sos-
da a comienzos del siglo XX por el empeño de Vidal de
ralidad de esa palabra, que dio Iugar a célebres variacio-
nes. Piénsese, por ejemplo, en Montesquieu, como tam- Blache y su cuadro geográfico de Francia como intro-
bién, en un registro muy diferente, en Carl Schmitt. En tre cción a Ia historia francesa de Ernest Lavisse- había
nonlos de Ia tete (2OO7), este analiza eI papel fundamen- tificado a la nación, dándole un fundamento natural al
tal del espacio y del suelo en Ia constitución del poder del o de la patria. Empero, no veamos en esto una para-
Estado territorial y en la edificación de un «derecho de a. La geografia clásica escamoteaba el carácter social
gentes» (es decir, del pueblo). EI Estado, según Schmitt, cualquier construcción de un territorio político, para
se apoya en ese «¿olnos» telúrico, esa ley que es al mismo rivilegiar 1a revelación del carácter natural de la matriz
tiempo institución (Ia palabra griega <<nomos>> tenía esos nstituida por eI espacio nacional, que siempre estaba
dos sentidos), para construir y mantener su poder. Por , antes aun que cualquier historia. De esta manera, eI
otra parte, es posible, sin duda, descubrir parentescos, in- territorio era naturalizado.
cluso alguna filiación explícita, entre eI enfoque de Carl Las dos geografias, Ia alemana y la francesa, compar-
Schmitt en 195O- y la primera geograffa ins- n, sin embargo, una creencia: eran los espacios
titucional-pubücado
alemana de fines del siglo XIX, la de KarI Ritter territorios nacionales- los que actuaban. En el-aquí,
espíri-
o Ia de Fried¡ich Ratzel, sobre todo en la reflexión con tu de aquellos geógrafos, los espacios tenían, por sus ca-
respecto al vínculo atávico que habría entre las «gentesr y racterísticas (eI víncuIo entre el Volh y el Boden, por un
su suelo, ent¡e el orden político y el orden espacial. No ol- lado; la relación entre la natu¡aleza y Ia mitología históri-
videmos que esta primera geografía alemana sirvió de ca del destino de Francia, por el otro), fuerza propia, y se
fuente para los teóricos pangermanistas de la geopolítica la imponían a Ias comunidades humanas. He aquí un ejem-
del espacio wital.8 plo de Ia transformación de un espacio geográfi.co cons-
Señalemos, al pasar, que en esa misma época los geó- truido en un casi-personaje del gran relato histórico. La
grafos franceses no contemplaban ese campo de la ¡ela- fuerza de la creencia común en la existencia del territorio
ción entre un espacio y un poder, cristalizado en un terri- personificado, soporte de Ia identidad espacial, no debe
llamar a engaño: 10 importante es deconstruirla.
8 Así, los t.abajos de Karl
Haushofer, quien desarrolló la geopolítica Junto a esta mole semántica hay otra, más reciente,
entre 1920 y 1945, fueroü utilizados por los tazis. En ellos ¡etomaba la que se consolidó en el siglo XX y no dejó de ser influyente
noción de,Lebe¿srour¿, de Friedrich Ratzel, que postulaba ya Ia plena entre los geógrafos, los sociólogos, los psicóJ.ogos (tanto en
correspondencia del p\reblo (yor,/i) con su suelo (Bode¿). He ahí los dos Frar¡ci¿r como orl el rcslo clcl mnnclo): nos rcfcrimos ¡r li¡
componertes fundamentales del espacio vital (Raftestin e¿ a¿., 1995).

106 101
mole constituida por los resultados de los trabajos de la importancia fue demostrada por Goffman mediante la 1i.-
etología y la ecología. Los especialistas de estas discipli- mitación geopolítica de un sector bajo control), que no se
nas tomaron la palabra «territorio» de las ciencias huma- entiende por qué el territorio sería la única realidad espa-
nas, que la habían «inventado, (la filosóña, el clerecho, las cial que la incluye. . . salvo que se considere que todo es-
ciencias políticas), la transpusieron y <<tradujeron>» a s¡ pacio es un territori.o, lo cual no es satisfactorio, puesto
campo. Para los etólogos, el territorio es un área ocupada, que así sóIo se cambia una palabra por otra, sin que se en-
limitada y controlada por un individuo o un grupo de ani- riquezca ni se afi.ne el léxico cj.entífico. De hecho, cada
maIes, que rechazan a otros individuos o grupos mediante individuo, cada grupo, se apropia (en el doble sentido de la
comportamientos agresivos o señales de rechazo. Las co- palabra) hasta del objeto más pequeño de sus respectivas
¡rientes territorialistas de la geografía y la psicosociolo- prácticas, Io cual es, incluso, una de las condiciones sine
gía han abrevado mucho en este enfoque (merced a un in- qua non de Ia existencia de cada práctica. Por consiguien-
te¡esante efecto de retorno, en eI campo de las ciencias te, no podemos basarnos en la apropiaci.ón para diferen-
humanas, de una noción transformada que era originaria cj.ar eI territorio, porque desde ese punto de vista resulta
de otras disciplinas de estas mismas ciencias) y han toma- indiferenciable, al quedar colocado en eI mismo nivel que
do de é1, particularmente, 1o que era necesario para darle las otras realidades sociales.
a Ia idea de apropiación un papel central en la definición La única manera de defrni¡ convenientemente eI terri-
del te¡¡itorio. torio consiste, pues, ante todo, en negarse a convertirlo en
En este caso, 1a apropiación se concibe como una acción un sinónimo de espacio (no todos los espacios son territo-
de atribución y toma de posesión de algo por alguien a los rios, aunque todos los territorios sean espacios), y luego,
efectos de convertülo en un «bier»r propio. Este acto tiene en insertarlo en una conjunción más o menos general de
un significado en que Ia idea dominante es Ia de propie- los dife¡entes tipos de espacios sociales. Esto es Io que
dad, y no la de aCaptación (volver un objeto apropiado a su trato de hacer aI colocarlo dent¡o de la familia del área,
uso), que constituye eI segundo sentido posible de ese tér- inspirándome decididamente en el modelo de interpreta-
mino. Si se le da c¡éüto a una de las principales definicio- ción política de los hechos territoriales.
nes del territorio en un diccionario que fue referencia de
los geógrafos durante una década, «Espacio apropiado,
con conciencia o sensación de su apropiació¡»», el proceso La ideología territorial de lo continuo
de apropiación de un espacio por un grupo transforma así, y d,e la coherencia
ipso facto, el sustrato espacial en territorio (Brunet er ol.,
1993, pág. 436). Bien se ad\rierte Io que esta concepción El territorio es un espacio estructurado por los princi-
toma, acaso de manera subliminal, de ciertos autores de pios de contigüidad y de continuidad. Estos dependen, sin
visión etológica, puesto que el ter¡itorio es aquí una frac- duda, no tanto del mero aspecto material de los espacios
ción de superfrcie dotada de atributos de identificación y no es posible hallar contigüidad y continuidad
posesión, y defendido como tal. -¿acaso
por doquier, aunque ciertas formas las signifiquen más
Más allá de tal afirmación, quedaría por explicar cuá- que otras, y los muros las quiebren eficazmente?-, sino
les son los mecanismos y los signos de esta apropiación de sistemas ideales que enmarcan eI espacio en cuesti.ón,
que especificarían al territorio y sólo a é1. Por otra parte, así como de las prácticas correspondientes que allí se des-
si se siguen las lecci.ones de la antropología y Ia psicología, pliegan. Un territorio se impone, entonces, como un área
la apropiación parece un fenómeno tan general y remite a delimitada afectoda por una id,eología territorial qwe Ie
órdenes de cosas tan diversos (desde Ia marcación de los atribuye a una porción del espacio e1 estatuto de territorio
objetos de 1os que se es propietario hasta Ia apropiación y, por lo tanto, de extensión limitada continua, dema¡ca-
sir¡rbólic¿r de los microespacios a escala del ctrcrpo, cuya da por polos y valorizacla cr¡mo tal. Cada uno de los indivi-

10E 109
duos incluidos en ella puede experimentar y calificar la lógico-- es Io que no debe ser desgarrado. Es la trama
contigüidad, Ia demarcación, la deümitación y el valor, la I kiritorio, su carne. Y en Francia las políticas terito-
congruencia de todos los componentes en una misma dis- les, en todos los pIános, desde eI urbanismo hasta eI or'
posición coherente, dotada de sentido.-Esta ideología te-
enamiento nacional, estuvie¡on y siguen estando marca-
rritorial puede emanar de una sociedad nacional, p or la voluntad de <t¡ecomponer el tejido», de volve¡ a
etc.-, de un grupo amplLo o restringido,-Iocal,
de un indi.viduo
acom odar el territorio, lo cual Ilegó a convertirse, en la dé-
aislado, que haría de un área cualquiera su territorio. .catla de1 noventa, en la consigna de los profesionales,
Sin embargo, en este último caso se llega a los límites
cuando se difundió la idea de que la fragmentación espa-
de la noción, pues un territorio, como un lugar, requiere y la fragmentación social estaban vinculadas. Se llegó
una sociabilidad activa tanto en la definición como en el
a pensar entonces que se podía resolver la crisis social me-
reparto de la configuración territorial. EI territorio supo- diante la recomposición territorial.
ne esta ideología y los modos de consoüdación de su legiti-
midad, así como las instancias que aseguran la regulación
. En cierta medida, eI movimiento culminó con Ia políti-
ca Ilevada adelante por el delegado de la Ciudad entre
de ese tipo de espacio y de su ideología espacial. Se en-
lg97 y 2OO2. Para justificar la acción que emprendía,
cuentra este modelo en el secto¡ de Ias áreas estructura- Claude Bartolone, ministro titular de Ia cartera, afirmaba
das y controladas por instancias políticas. Me parece un
en una publicación de Ia DATAR, Territoire 2020: «Debe-
hecho comprobado que Ios actores políticos son «territo- mos enfrentar en nuestros conglomerados urbanos una
rialesr. Buscan y valorizan Ia continuidad espacial, eI he, fractura territorial que ahora se superpone con la fractu-
cho de que su territorio de referencia sea local, regi.onal, ra socialr, (Bartolone, 2001, páe. 7). Y a continuación pre-
nacional. sentaba la política de renovación urbana en estos térmi-
Todos mis trabajos me han enfrentado con la ideología nos: «Se ha comprometido un vasto programa de renova-
dominante (al menos en el universo cultura] europeo, ción urbana y de solidaridad a los efectos de recomponer
aunque algunas investigaciones demuestran que el fenó- el tejido urbano y reinscribir a los barríos más desvalori-
meno ocune en otras partes; cf. Olivier Legros, 2003) de1 zados y a sus habitantes en las dinámicas de desarrollo de
indispensable continuum del «tejido territorial». Muy par- los conglomerados urbanos» (íbid., pág. 8). Bien se advier-
ticularmente en Francia, va acompañada en general por te Ia relación de homología que se establece entre los dos
el rechazo de su «dssga¡¡¿miento», que escandaliza por- desgarramientos y la apelación a la solución de la «recom-
que se manifestaría como una «fractura social». Hay allí posición», cuya naturaleza parece apuntar a resolver las
una poderosa representación territorial, utilizada ince- diflcultades urbanas.
santemente por los actores políticos para «mantener jun- En la actuaüdad sigue vigente Ia metáfora del tejido,g
tos» los diferentes componentes de su espacio de acción. aunque ya no aparezca tan explícitamente en las políticas
para vincular sóIidamente entre sí unidades discretas de Estado, que se focalizan en el hábitat, en Ia gravosa re-
áreas-, y de ese modo contribuir a producir la estructuración de Ios grandes conjuntos, acompañada por
-Iugares,
necesaria continuidad para la existencia del territorio Ia destrucción masiva de inmuebles y Ia ayuda para la i.n-
Iegítimo. El mismo de su intervención. serción económica.
Así pues, he podido comprobar que Ia mayoría de los
ediles de Ias ciudades francesas adhieren, a veces de ma- I En la lista confeccionada tras una investigación llevada adelante
nera compulsiva, a esa ideología territorial, a ese deseo de gracias a Yahoo! para registra! la cantidad de veces que apa¡ecía la ex-
lazo espacial irrefragable que augurarÍa el vigor del lazo presión «recomponer el tejido» en las plesentaciones de políticas urba-
social, a esa obsesión por el desgarramiento del «tejido ur- nas públicas, se seleccionó al azar el caso de Béthune-métropole. En el
bano», metáfora explícita y difundida a gusto. El tejido sitio de esta comuoidad de conglomerados, en la presentación del pro-
este caso, alusión tanto a lo textil como a1 cornpucsto yecto 2004-2007, se lee: «Se trata de recomponer la ciudad desgarrada,
-en de ascguralle una nueva coherencia ur-barra y humaoa".

110 111
En Francia, Ia voluntad de recomposición espacial v¿ enta (cerrado, abierLo, demarcado, incierto) y/o aI tama-
de Ia mano de otra mitología territorial complementaria, (desde e1 más pequeño hasta e1 más grande). Me con-
muy presente en los discursos de los planificado¡es espa- traré en algunas de esas subdivisiones
ciales, de los políticos, de los ciudadanós: la del equilibrio Jacques Lévy proponía diferenciar los territorios en
territorial. Este equilibrio, que expresaría la armonía de ón de los tipos de límites (Lévy, 2003). En efecto, la
un territorio, es a Ia vez un instrumento y un objetivo de n de métrica permite, por lo general, especificar lími-
muchas políticas públicas, sea cual fuere su escala. Im- s, o sea, reqíntenes de pasaje d,e un espacio a otro. De es-
porLa equiJibrar tanto el territorio nacional como el de un modo, un límite topográfico, que corresponde a la mé-
departamento, un conglomerado,l0 un «barrior». Este ideal trrca del mismo nombre, instaura una relación de conti-
estaba ya manifiesto en el libro de Jean-Frangois Gravier, uidad entre los dos espacios que une y a 1a vez separa
Paris et le Désert frangajs (1947), de gran influenci.a en la o se trata de una ruptura, sino de una franja de transición.
definición de Ia política de Estado en materia de o¡dena- Ei límite topológico, por su parte, establece una discon-
miento. Gravier fustigaba Ia hipertrofia parisina y denun- nuidad (Gay,1995) entre dos espacios: quien Io fran"
ciaba eI riesgo que acarreaba Ia «ca¡gg.¡i6r cerebral de uea experimenta esta discontinuidad y el cambio de su
Francia». Era necesario, entonces, que se descongestiona- ndo de acción, una confusión de las referencias y de las
ra, como comenzó a hacerlo eI Estado en las décadas del Ias con relación al espacio de partida. La frontera es
cincuenta y el sesenta, en el marco de Ia descentralización de sus modelos, por 1o cual resulta útil detenerse un
industrial y de ias políticas de metrópolis equilibradas y poco en e lIa, pues muchos territo¡j.os son dehnidos por sus
de ciudades medianas. EI mito del equilib¡io constituye, ites fronterizos. La frontera, aI ser un 1ímite topoló-
junto aI de Ia continuidad dos se confirman mutua- co, está dotada de un significado geopolítico y/o social.
mente-, eI basamento de Ia -los
ideología territorial nacional vesar la f¡ontera es experimentar explícitamente un
y de Ia planifrcación «a la fiancesa». Se puede ver en ella cambi.o de estado en 1a organización social, que pone de
una transcripción del ideal republicano de igualdad al niliesto la llegada a un país diferente (significado geo-
«lenguaje» del territorio. En todo caso, ese discurso aún político y social) o simplemente un espacio social distinto
está activo, aunque haya una contradicción cada vez más en eI seno de un mismo país (significado social).
evidente entre Ias aspiraciones armónicas y los efectos de No todas las fronteras separan, entonces, Estados geo-
la evolución espacial, que tiende, en todas las escalas, a políticos, te¡ritorios nacionales. Así como no todos los lí-
fortalecer la concentración en torno a los polos económicos mites entre los Estados soberanos constituyen actualmen-
y sociales más consolidados. te fronteras, también hay verdaderas fronteras dentro de
un mismo espacio geopolítico. Las fronteras intraurbanas
son innumerables, pues la urbanización contemporánea
Código de proced,imien to espacial se caracteriza, entre otras cosas, por Ia prevalecencia ca-
da vez mayor del principio separatista, muy eficaz ya sea
A-1analizar las derivaciones de la noci.ón de ter¡itorio en eI campo funcional (se Io denomina <rzonificación») o en
se descubren diferentes géneros, en particular cuando se el campo social (se trata entonces ds «ssg¡sg¿sió¡»). Por
hace lugar en el análisis aI tipo de límite que se toma en ejemplo, los límites que separan a las comunidades socia-
Ies homogéneas cerradas @ated. communiújes), en el seno
10 La Ley de Solidaridad y Renovación U¡bana, sancionada en 2000, de un creciente número de organizaciones urbanas
tenía como objetivo equilibra! el espacio urbano (Io que motivaba Ia Estados Unidos, por supuesto, pero también en América -en
creació¡¡ de una t¡ueva herramienta: el esquema de coherencia territo- del Sur, donde las clases medias privilegian ese tipo de re-
rial), pero también armonizar lae relaciones entre las ciudades y las zo-
nas rurales, o sea, contribuir, en otro nivel de escata, al equilibrio glo-
sidencia, y en Europa, donde esos espacios se multipli-
b¿rI del territo¡io fra¡rcés. c:rn-, constiLuycn fronte¡as. lln una y otr.a ¡rartc, los rnun-

112 113
dos sociales se distinguen cla¡amente: en particular, po¡- los espacios que diferencia. Por otra parte, recordemos
que dentro de los enclaves la homogerreidad social es la respecto que el término inglés «boundaries» (utilizado
regla, puesto que justamente la h.eterogeneidad del
es un sentido a veces cercano a trlrorufrenr) significa «Io que
«medio urbano» lo que así se intenta mantener a distan- mantiene junto» («rl¿@, which bind,s together») (F'all,
cia. El gueto, uno de los tipos-ideales del espacio social 03).
segregado, suele estar separado del medio que Io circunda
';' La cuestión esencial, dicho sea de paso, no consiste
por una verdadera frontera, matcrializada por trazados anto en saber si se puede o no pasar un límite, sino en
viales propios, y se caracteriza por puertas de ingreso en aluar los costos sociales, culturales, así como el impacto
las que suele haber un control social estricto para permi- del pasaje para la persona o la mercadería que franquea
tir o no el acceso aI perímetro. En Francia, las fracciones límite. Así, eI intercambio que una frontera permite y
urbanas que constituyen los grandes conjuntos de hábitat ondiciona está sometido a 1o que definiría como un par-
g.iar cód.igo de procedimiento espacial «oficial», que
social, aunque no llegan a ser guetos srric¿o se¿su, están
cada vez más separadas de los demás perímetros por lími-
nstituye entonces una norma legítima, y también a có-
gos no regulares, cuyo análisis es asimismo muy impor-
tes de tipo fronterizo. EI «barrio» se convierte en un espa-
cio aparte, en una entidad claramente identificable, que ante, como Io demuestran los recientes casos de pasajes
se üstingue radicalmente de lo lindante. irregulares masivos de Ios ümites fronterizos en Ceuta y
En otro registro, se comprueba también la eficacia de Melilla, en Marruecos. Esos códigos influyen en los hom-
bres, en las informaciones y en los objetos que tienen que
fronteras cada vez más numerosas que delimitan una mul-
titud de perímetros especiales, funcionales, de tamaño atravesar el límite, pero también en la organización geo-
gráfica d.e Ios hombres, de las info¡maciones, de los obje-
muy variable: Ias grandes áreas de producción controla.
tos a un lado y otro de Ia frontera. También allí eI caso de
das (centrales nucleares, industrias químicas, empresas
los enclaves españoles en Marruecos resulta significativo,
de alta tecnología, labo¡ato¡ios de investigación estratégi-
sobre todo por la wigencia de un régimen específico de üs-
ca), zonas de retención de inmigrantes clandestinos, par-
ques de diversión y grandes zonas turísticas privadas.ll
tribución geográfica de los «clandestinos» en Ios accesos a
las fronteras, vinculado con las posibles modalidades de
En todos Ios casos se ponen de manifiesto algunos gran- paso, Ios códigos de procedimientos, o sea, integrados por
des p¡incipios del límite topológico: el fiIt¡ado, Ia necesi-
los «pasadores» en su estrategia de «venta» de la migra-
dad de someterse a reglas de acceso muy codificadas, que
ción clandestina a sus «clientes». Las características de la
reflejan la entrada a un universo muy particular, la dis. transgresión espacial les han impuesto a las autoridades
torsión entre las reglas y los códigos inte¡nos y externos. marroquíes una modifrcación del espacio fronterizo pro-
La frontera instau¡a .una partición que separa muy cla. piamente dicho, con el fin de volver ineficaz el código de
ramente, a un lado y otro de Ia línea, Ios dos espacios que procedimiento utili.zado por los clandestinos. Así como
se enfrentan, en tanto que un límite topográfico organiza
la frontera está marcada por el sello de la historicidad
dos espacios lindantes. Ello no es óbice para que esta se-
que existe una genealogía de los límites y de sus
paración funcione como una interfase, puesto que una fron- -puesto
evoluciones-, los dife¡entes códigos de proced.imientos
tera nunca es totalmente estanca y une a la vez que sepa- espaciales, regulares e irregulares, también evolucionan.

11 Por otra parte, ¿acaso Ia noción de frontera doméstica no tiene un


real significado? En efecto, baata con pensar efr las expresiones cada Clases d,e teruitorios
vez Éás evidentes de las lógicas de discriminación entre los sexos, que
en numerosas sociedades tienden a estructurar los espacios de Io coti.
disro y a sobredeterúina¡ sus prácticas: alli, los eepacios y las €spacia- Volviendo a la modulación de los territorios en función
Iidades femenines y los espaci<ls y Ias espacialidades masculin;rs no se de loslímites, cabe distinguir (Lévy, 2008):
coDfunder. sr¡ separ:rcrór es nslrrcla.

714 115
1) eI país, modelo de territorio de 1ímite cerrado, ¡qp6.l Sur y también el continente europeo-, eI barrio puede
lógico, Ce tipo frontera: arecer más bien como un <<país». Se muest¡a entonces
2) el horízont (para retomar una palabra de la geog¡¿. o un espacio con Iímites estrictos, incluso con altas
fía cultural alemana. «Horizonl», según su orLografia), te- cas y barreras, como puede comprobarse desde que las
rritorio limitado por confines, es decir, circunscripto po¡ cas de separación espacial de las categorías sociales se
un límite impreciso, incierto, topográfico. vuelto cada vez más marcadas, según ya lo he men-
«Pcys» es una expresión antigua que designa tanto el nado. Recordaré más precisamente este punto en el mo-
espacio de un Estado territorial como una pequeña por- nto de la reflexión dedicada a los fenómenos urbanos
ción de territorio ruraI. Vuelve a encontrarse esta equiv¿- n índice de la evolución urbana contemporánea sería,
lencia en las palabras que corresponden a <<paísr en nume- or otra parte, la consolidación, sobre todo en Europa, de
rosas lenguas de Europa Occidental, aunque ha desapare- a partición intraurbana de tipo «Faís» cad¿ ,., -6" ¡..-
cido en Europa Oriental. La equivalencia se explica por el ente, que reemplazaría a una partición territorial de
paralelismo entre las sociedades rurales y el Estado terri- po horizont
torial en esos sectores occidentales de Europa. En todo ca. Es posible cruzar esta primera dj.ferenciación con Ia
so, Ia palabra designa siempre un espacio continuo, con- ue surge al tomar en cuenta eI tamaño de los espacios
frnado, limitado por una frontera estricta. Por otra parte, nsiderados. Recordemos que Io que importa, en esta ma-
el Tlésor d,e la langue frangaise Io define de una manera tena, es a doptar el nivel local como patrón para eI anáIi-
similar: «División territorial habitada por una colectivi- sis del tamaño de los espacios (cf. supra)- Resulta enton-
dad». Resulta útil, pues, conservar eI término para especi. ces factible diferenciar los territorios, ya se trate de país o
ficar un tipo de territorio cuyo tamaño puede ser muy va- de horízont, según que sean locales, infralocales o supra-
riado, pero que se caracteriza y se reconoce por la relevan- Iocales.
cia del límite. Desde esta perspectiva, un «barrio» urbano forma par-
<<Horizonb, es, por su parte, un vocablo que eI geógrafo te, casi siempre, de un nivel infralocal, pues no posee to-
alemán Gerhard Sandner utilizó en 1987 para designar el dos los atributos necesarios para constituir una sociedad
paisaje cultural de la MittelEuropo [Europa Central]. (y, sobre todo, suele no tener dimensión política). Esto
Este se caracterizaría por el ajuste de los espacios socia-les mismo se puede decü de muchos de los «paísesr rurales de
y culturales a métricas topográficas, aun cuando la in- Francia, que exceden eI marco comunal pero están poco
fluencia del Estado y de las zonas rurales decir, del poblados y apenas tienen üversidad social. Sin embargo,
<<país»»- es aIIí más débil, lo cual expüca que-essus límites en eI marco de las grandes organizaciones urbanas, un
sean por lo general más inciertos, imprecisos, y casi nunca barri.o (de tipo «áorizont¡> o de tipo «paíor) puede ser un te-
adopten la forma de una Iínea claramente discernible. rritorio a escala local. En Francia, la comuna es un tipo-
li
Esta noción de horizont resulta interesante en la me- ideal de teruitorio, que puede ser infralocal (de hecho, Ia
dida en que permite afinar el estudio de los territorios- mayor cantidad de comunas, rurales o urbanas, poco o
Sin duda, algunos terútorios están marcados por límites medianamente pobladas), local (Ias comunas-centros de
imprecisos, áunque en su interior el despliegue espacial las organizaciones urbanas modernas) o supralocal (Ias
de Ias realidades sociales se efectúe en continuidad y con- comunas de París, Lyon, Marsella, etcétera).
tigüidad. Sería el caso, por ejemplo, de ciertos tenitorios
culturales transestatales, transfronterizos, o también de
barrios urbanos de ciudades europeas que, aunque especí- Otras áreas
ficos, ündan entre sí sin efectos de limitación muy eviden-
tes. En otras condiciones urbanas de Estados Uni- Si bien en nuestro universo cultu¡al el territorio cons-
-lasparlc de los países
dos, Repírblica dr: Sudáfrica, la rnayor tituyc la form¿r de área más acabada y valorizada, otros ti-

lt6
pos de esta di.fieren del territorio (pero 1o completan y/s Un mismo espacio se puede desglosar, pues, en catego-
son fracciones de é1) en 1a medida en que no cargan con el ¡ías diferentes según la mancra en que se 1o aprehenda.
Iastre de ideologías sociales te¡ritoriales dominantes. Asi Si se privilegia eI interés dedicado al espaci.o y a la dimen-
pues, propondré algunas variaciones. más para señalar sión social de los hechos, se pensará en territorio, et terri-
que aún queda trabajo por hacer que para intentar un en- nrialización (construcción social de un área en territorio)
foque exhaustivo de todas las variantes de área. v en terrilorialidod lrelación de los operadores colectivos
Ante todo, se puede tomar un nivel cero de área: la su- con el territorio como construcción social,¡. Si se conside-
perfície, que es un espacio humano (y, por lo tanto, no una ran Ia espacialidad y la individualidad, se pensará en do-
simple extensión, palabra que pa¡a mi remite a un estado rninio, en dominialización (construcción de un espacio to-
que no es el del espacio social.izado), confinado, Iimitado; pográfico vital por eI individuo) y en d,ominialid,od (rela-
pienso, por ejemplo, en terrenos destinados a ser lotes en cron del individuo con su dominio). La primera serie de tér-
el ma¡co de una operación de ordenamiento espacial, o en minos corresponde, más bien, a una visión política del área
terrenos agrícolas de gran tamaño, cultivados de manera territorial; la segunda, a una visión más etológica, pero
extensiva. He ahí estilos de áreas particulares. La actividad sin omitir que todo hombre está siempre inse¡to en una
humana es áIIí real pero discreta, y lo mismo ocurre si las colectividad social, que tiene sus reglas y normas y que
superficies pueden convertirse poco a poco en territorios. regula sus actos espaciales cual exime de cualquier
La zona es un área homogénea, con predominio funcio- -lo de Ia dominialidad-.
tentación de naturalizar el enfoque
nal. Se trata de una fracción de espacio continuo, organi- Ciertas áreas particulares se benefician aI ser conside-
zada para satisface¡ prioritariamente una función (tra- radas casi-temitorios, espacios que, aunque no cuenten en
bajo, comercio, residencia). Con relación al territorio, la modo alguno con las características de los territorios,
zona suele ser de tamaño más pequeño y se caracteriza tienden fuertemente a parecérse1es. Quiero recordar aquí
por Ia escasez en cuanto a ideologías espaciales colectivas eI caso muy especial de las superficies de agua, como los
y por la discreción de la presencia del actor político. lagos o los mares, algunas de las cuales se han territoria-
Cabe int¡oducir otro matiz, que expresa una variación lizado, en eI sentido de que se han convertido en fraccio-
del foco del anáIisis. Como se sabe, Ia geograña, Ia etnolo- nes del espacio geográfico de métrica continua, delimita-
gía y la sociología han abordado a menudo el paradigma das, dotadas de ideologías territoriales fuertes, y forman
territorial para explorar el espacio vital de los individuos, así una esfe¡a espacial humana a 1a vez específrca, autóno-
Io cual trajo aparejado que se multiplicaran los anáIisis de ma y relacionada con todas las demás, que a veces pueden
los territoúos individuales. Esta expresión, aunque es co- incluso polarizar una importante cantidad de espacios. EI
rriente, me resulta molesta, como lo he señalado antes, sust¡ato particular del agua ya no es aquí una imposición,
I pues se oculta allí un aspecto importante; eI territorio es y en tanto que por lo general las superfrcies marítimas y
una formación social, cuyo régimen de constitución y fun- oceánicas imponen, más bien, priviJegiar la Iógica del lazo
cionamiento es eI de lo colectivo. Por ello utüzo eI término topológico (ei de la ruta ent¡e dos puntos), esos casi-terri-
<<do¡nínío>» c'uando se trata más bien de especificar un área torios se conüerten en perímetros topográ6.cos, cuya ocupa-
inscripta en el hábitat de una persona o de un grupo res- ción y poblamiento son pensados como 1os de un territorio.
tringido (una familia, un clan). EI dominio es aI terri.torio Sin duda alguna, cabe mencionar aquí el caso del Me-
lo que eI sitio es aI lugar. Es un territorio gravado con su üterráneo: mare nostrum, se decía en una afrrmación que
carga de ideología colectiva, un espacio topográfrco de ¡ea- testimoniaba, a mi parecer, la territorialización ---que fue
lización de la espacialidad del indi¡riduo. El dominio pue- realizándose al cabo de un largo peúodo- de ese mar en-
de corresponder así a un territorio, pero tomado, en este tre las tier¡as y las sociedades, de las que finalmente se
caso, desde el punto de vista muy particular de la vivencia convirtió en su emblema. Por otra parte, la famosa conti-
y la acción dcl individuo. nuidad territorial entrc el «conlinente» y Córcega, noción

tl¡i I 1.!)
que estaba en el centro de 1as relaciones políticas entre eI antes de los conglomerados urbanos de La Rochelle y
poder púbüco y los actores sociales corsos - sobre todo' en efort. EI sociólogo insiste en eI papel del mar de An-
io concernicnte al servicio público de continuidad territo- oquia en Ios proyectos, Ias acciones poIíticas, Ios debates
rial que debía asumir la sociedad nacional marítima Cor- Iocáles y Ia conciencia social y cultural de 1os habitantes.
se Méditerranée-, se debe entende¡ de varias maneras: Este análisis me pa¡ece muy
justo, pero yo iría incluso un
1) los naviosl2 que aseguraban el enl.ace entre Ia isla y la ooco más lejos. El mar de Antioquia no se presenta sólo
costa francesa eran fracciones embarcadas de territorio como un objetivo para acciones territoriales surgidas de los
nacional; 2) eI mar, si bien supone condiciones de despla- actores litorales; también constituye un territorio propio,
zamiento, no implica cuestionar en verdad el tejido terri- que se inserta en un ensamblaje complejo, en una dispo-
torial, porque también constituye uno de ellos. sición que reúne variados lugares y diferentes áreas
Otro caso evidente es eI de los grandes lagos alpinos, gunas territoriaLes, otras no-, todo 1o cual está recorrido-al-
muy en particular el del Léman, que forma un casi-terri- por redes.
torio transnacional totalmente integrado en las espacia).i- El mar de Antioquia es uno de los componentes de una
dades de todos los días. Desde este punto de vista, Ios des- ispuma espacial, en la que desempeña un papel central.
plazamientos laborales cotidianos, muy numerosos y En efecto, en esta porción de espacio se encuentran opera-
atendidos por barcos que recorren el lago, no se caracteri- dores espaciales de gran influenci.a y desafios a la altura
zan tanto por métricas topológicas como por métricas to- de esa influencia: quienes se entregan a 1a recreación; los
pográficas, del tipo de las que involucran a los ómnibus turistas; Ias autoridades locales que se consideran admi-
urbanos. No se va de un punto de una red a otro: se crro- nistradores del maná turístico; Ia sociedad productora na-
uieso un espacio continuo y limitado, en el que cada cual cional, que filma en ese escenario una emisión televisiva
se preocupa del ordenamiento, Ia preservación, la valori- muy lucrativa (Fort Boyard, que es un producto de expor-
zación, eI equipamiento. El iago no queda reducido a sus tación); Ios ostricultores y Ios criadores de moluscos, sin
costas; existe «en extensiór»r, como una entidad específica, olvidar a Ios propios mariscos, que son actantes dotados
como un territorio bien identifrcado. de un gran poder, como se demuestra cad.a vez que el sec-
Veamos un tercer ejemplo, menos conocido. E1 soció- tor tiene algún problema. De esta manera, Ias 100.000
Iogo Jacques Beauchard, especializado en planificación hectáreas del mar de Antioquia están humanizadas en
espacial, postula la existencia de un mar de Antioquial3 continuidad y mucho más te¡ritorializadas que numero-
(Beauchard, 2004). De esta manera designa a la fracción sas áreas ru¡ales de las tierras interiores ce¡canas. Dado
oceánica comprendida entre Ias islas Ré y Oléron, que que los litorales que Io bordean no son límites topológicos,
constituye un perímetro muy resguardado, salpicado de sino más bien líneas de transición entre territorios, eI mar
islas e islotes (la isla de Aix, Fort Boyard), bordeado de de Antioquia y su entorno forrnan un horizont-
playas muy apreciadas, ocupado densamente por activi-
dades de ostricultura (se trata de1 dominio Ilamado Ma-
rennes Oléron)- Esa franja marítima cuentá con numero- Una fígura de ensamblaje
sos puertos, entre ellos eL de La Rochelle, y las actividades
náuticas recreativas son intensas en ese espacio. Beau- Según su tamaño, un territorio puede estar compuesto
chard considera a ese mar (que no es reconocido por Ia to- por un conjunto que asocia en contigüidad sitios, empla-
ponimia oñcia1) wt espacio público de las comunidades in- zamientos, Iugares, superficies, zonas y territorios de ta-
maño más pequeño, pero también puede haber áreas que,
12 Los navíos en cuestión constituían claros ejemplos de burbujas de
aunque no sean tenitorios stricto sensu, contienen algu-
espacio humano, dotadas de todas Ias caracterGticas y los atributos de nos de ellos. Así, muchas de las á¡eas urbanas multicomu-
l3 Del lombre del brazo de rnar que separa las isl¡s de Ité y Oléron. nales, definidas o¡r Frarrcia por: el InstituL National de la

I
l2t) I

I
Statistique et des Études Économiques (INSEE) a partir
de} examen de las estructui'as sociales, 1as actividades y
Ias movilidades, y retomadas por Ios principales operado-
res institucionales del ordenamiento espacial, no pueden
ser consideradas territorios. Por Io general, faltan en ellas
Í-- a las ideologías y los imaginarios territoriales (que se pue-
*-"\- ,l ¡¡ !
I
a den manifestar, sobre todo, como la sensación que tienen
c.j
¡ o los individuos de estar insertos en ese territorio de refe-
Ix-- l ! rencia, y también se expresan mediante la cristalización
a
-t, de las identidades territori.al.es, por la constitución de em-
a blemas territoriales), como, asimismo, un ve¡dadero esce-
I
7 nario comunicacional (una esfera pública especíñca) y «fi-
guras» políticas (candidatos locales capaces de constituir-
se en vocelos del conjunto geográfico) claramente identili-
a cables (Lussault, 2005).
'1
Surgen, así, numerosas áreo,s geográficas compuestas,
§t
I 13 recortadas y delimitadas por actores especializados en
estas operaciones: los geógrafos, los planifrcadores espa-
ciales, los urbanistas, los expertos en geopolítica o en geo-
ñ
economía, los periodistas, etc. En suma, todos aquellos ca-
¡ paces de dar existencia, mediante eI texto y la imaginería,
r,i a espacios continuos que, sin ser ellos mismos territorios,
trl congregan, en particular, territorios.
¡
$ z El grabado de la página anterior constituye un ejemplo
§; E interesante de esta «mostración» fls ¡n ¿q¡;unto geográfr-
I 9 co compuesto- Es la reproducción de una infografía publi-
Él
t cad.a en Le Monde eI 30 de noviembre de 2003, en uno de
los números de una serie deücada a las grandes «metró-
\ t polis» regionales que cambiaron el «rostro de Francia».
d Cada «metrópoli.»r fue objeto de un trabajo en eI cual se la
comparaba con las demás, en una puesta en escena homo-
q génea de los polos urbanos, crisoles de Ias nuevas dinámi-
o cas de las regiones. La imagen expone, aquí en lo concer-
:E
ou ÉgEÉi§§ I
niente aI caso de Lyon, una buena organización del espa-
.od as ÉÉÉEtü§
i .o
cio ent¡e los siguientes componentes:
l-2 ;P s E
Zá t=
bté tc[;BgeE iÉici§ii§,
§
É
. La comuna de Lyon, ¿l territorio de referencia (la ciu-
>ur IÑ I Cc dad d.e Lyon), emblema del conjunto, en la medida en que
constituye su epónimo, signo de pertenencia colectiva de
cada uno a ese ensamblaje que configura el elemento de
atracción de las prácticas urbanas y las acciones políticas.
. El área de urbanización densa y continua, según el
INSEE, qrre excccle sc vorá--- sólo el perímctro de
-conro

12:,,

I
la continuidad construida, lo cual se entiende, pues las
- Se podria agregar que esta imagen del espacio de Lyon
infraestructuras funcionales forman parte del espacio se abre a uno o dos territorios políticos o espacios y luga-
denso y continuo. Hay allí ttna multicomu,nalidctd d.e he- res más, que aquÍ no se han representado pero que mu-
cl¿o, constituida en este mapa a partir del dictamen técni- chos lectores pueden utilizar, más o menos espontánea-
co, pero que recorta, aunque no sea explícitamente visible mente, para la comprensión del documento: e1 departamen-
aquí, una intercomunalidad, d.e d,erecho. En efecto, existe to, la región, para los primeros espacios mencionados; Ia
otro territorio político, encubierto: el de 1a comunidad del colina de la Fourviére, el centro histórico, la Ópera de
conglomerado, «el Gran Lyon», que forma un segundo ob- Jean Nouvel, la Part-Dieu, la Ciudad internacional, las
jeto territorial en vías de consolidación, poco a poco dota- \dinguettes, la ciudad de ViIIeu¡banne, Vaux-en-Velin,
do de una imagen y un imaginario colectivo. Por otra par- etc., para los demás. Si bien su presencia gráfica es su-
te, «el Gran Lyon» se beneficiaba con una mención publici- bliminal, el texto del informe ilustrado por el mapa, de he-
taria al pie del mapa, publicidad que afirmaba: «EI G¡an cho, se refiere más claramente a ellos.
Lyon, un territorio aI encuentro de sus ríos», y promovía Estos diferentes espacios puestos en imágenes, que en
ordenamientos espaciales en curso, todos ellos a orillas de su disposición forman una totalidad limitada, no se ha-
Ios cursos de agua. Se afianzaba así Ia existencia de un te- Ilan en una relación de encajonamiento jerárquico de es-
rritorio, espacio de proyectos e intervenciones, cuyo vector cala, del más pequeño aI más grande, a pesar de Io que Ia
de identificación propuesto a los habitantes era el del «pa- imagen y su epígrafe dejan ver. Es importante desechar
trimonio» geográfico constituido por los ríos. Vuelve a esta concepción clásica de la interespacialidad de encajo-
aparecer aquí eI papel del imaginario geográfico, es decir, namiento, concepción que aún se suele imponer como una
el que remite a valores de una geografia primordial, de un yulgata. Entre el territorio-Lyon, el espacio de continui-
medio, enla ideología ter¡itorial. Mucho se necesitó para ilad de Ia edficación, el área de la comunidad de conglo-
que el proceso de territo¡ialización del área comunitaria merado (en vías de territorialización) y e} área urbana (un
concluyera, ¡aunque l,a primera comunidad urbana fue crea- área de geógrafo experto y un espacio de prácticas en red),
da en 1969! Prueba visual de esto: no obstante la impor- Ias relaciones son las de Ia coespacialidad, una interac-
tancia de las inversiones concretas de la comunidad en el ción de espacios que ocupan una misma superficie. fJn es-
ordenamiento urbano, su perímetro no figura en eI mapa pacio no se aloja dentro de otro mayor, como en eljuego de
2003!- ni su nombre aparece en el info¡me. Este es- Ias muñecas rusas, sino que todos ellos forman un sistema
-¡en
pacio ya no es sólo un peúmetro estadístico, pero tampoco espacial abierto donde el todo contiene a la parte que con-
todavía, aun cuando su nombre apanezca en mayúsculas, tiene al todo. Se producen así, más bien, incesantes juegos
un territorio tan legítimo como eI de Ia ciudad, yla falta de espejos y de correspondencias entre todos Ios espacios
de imagen lo pnteba. aquí presentados; cada uno de ellos ya está presente en
. EI área urbana, también en eI sentido del INSEE, los otros, contribuyendo a su definición y a su existencia.
que define el espacio ampliado de la i¡rfluencia lionesa di- EIlo ocurre, por supuesto, con diversa intensidad. EI
recta- El mapa nos muestra una auténtica área, si bien en territorio de Lyon §z el «casi-personajer> que Ia ciudad fo¡-
términos de viviendas y hábitats esta¡íamos obligados a ma) «trabaja» intensamente los espacios del conglomera-
hablar de prácticas masivamente reticulares. En efecto, do, del área de urbanización densa, del área urbana. Ese
vivi¡ en Ios perímetros más alejados dei área urbana, con trabajo es, al mismo tiempo:
relación aI centro referencial (por otra parte, el mapa nos . cognitivo, pues Lyon cubre el pensamiento especiali,
induce la ficción de un centro único, aun cuando ya vere- zado y político;
mos que esta monocentralidad no es tal en la actualidad), ' ideológico y normativo, pues Lyon es el ¡eferente
impone una movilidad basada en la utilización de redes (elogiado y/o impugnado) de la ideología urbana dominan-
do comunicación. te y cle la ar:ción política;

t24 125
. cultural y práctico, pues Lyones eI centro de grave- o 1a de las redes del transporte, o de la comunicacj.ón
dad del campo dc valores de la ciudatianía local, es decir, proseguir con lo desarrollado antes, vale aclarar
de esa consteLación de valores que se manifiesta en las contrariamente a1 lugar y al territorio, e1 espacio-red
prácticas y que contribuye a organizarlas; puede existir plenamente en cuanto tal para un solo
. funcional, «práxico» y material, pues Lyon, en cuanto uo-productor que goza de la exclusividad de una
objeto espacial de fuerte capital urbano, cuenta con un ración organizada a su medida, como lo demuestra
elevado potencial de institución de Ios funcionamientos so de las innumerables espacialidades reticulares de
sociales, económicos, espaciales- I-os operadores de 1os otros habitantes de Ia ciudad, todas ellas comparables pero
espacios siempre tienen que uérselcts coru ese elemento dg semejantes. IJna misma noción recubre así la ver-
atracción, y ese «vérselas> es constructor de disposicioneg social y la versión individual de1 espacio-red
espaciales materiales. tra diferencia esencial, la significativa indefinición
Sin embargo, esta influencia del «territorio» de Lyon te de la red otra parte, ¿acaso la noción de lí-
-por
no demuestra ser aporética cuando se trata de Ia
(ese trabajo de actantes, espacios, funciones, ideas, actos)
sobre las otras áreas va acornpañada, a cambio, de la in- --, susti.tuye a la relevancia del límite que configura
fluencia cada vez más marcada de estas sobre Lyon, sobre ugar o eI área. La red es una totalidad ilimitada pero
sus operadores políticos, sus habitantes, muchos de los nita, puesto que una red tiene extremos, más allá
cuales, por ejemplo, frecuentan Ios importantes agrega. s cuales deja de existir, como 1o sabe bien cualquier
dos de centralidad comercial de los espacios periféricos. del transporte colectivo. Esta frnitud no se actua-
Por ello pi.enso que esta visión de los territorios encajo. bajo la forma de una línea de separación entre un es-
nados es i.nexacta. Ella es, aI misrno tiempo, poderosa y y otro. La red es un espacio abierto, mientras que eI
y el área son espaci.os «cer¡adosr». Esto da un sentido
activa en eI seno de las ideologías espaciales, y esta carto-
grafía experta da testimonio de ello, a su manera. Nos diferente a las nociones de interior y exterior. En lo
permite comprender, asimisrno, cómo Ios «especialistas» ncierne al lugar y aI área, resulta bastante fácil de-
del espacio pueden dar existencia con exquisita eficacia a una posición de interioridad o exterioridad para toda
áreas no te¡ritoriales, y contribuir, mediante las figura- dad social, que puede así estar contenida o no estarlo.
ciones, a su difusión y, por eso rnismo, a mantener su ca- operación elemental y fundamental es mucho más
pacidad de pert'ormance social y política. ada y ambigua en eI caso de la red.
Como se sabe, Los Estados te¡ritoriales y, a fin de cuen-
todas 1as colectiwidades muy territorializadas han ju-
, para bien y a menudo para mal, con esta facilidad
un espacio topológico: la red inclusión y exclusión. Sin duda, no es casualidad que
gran cantidad de teóricos (geo)poüticos hayan hecho
La red se canacteriza, por sr¡ parte, como Io inverso del Ia relación de las «comunidades» con su <rsuelo natal»
área. En cuanto espacio de Ia discontinuidad, reemplaza clave de su sistema, una apología del te¡rito¡io, de
Ia conexidad por la contigüidad: a Ia métrica topográfica fronteras, un lechazo del afuera, de lo que circula y
del territorio le responde Ia rnétrica topológica de Ia red; a alrededor de 1os límites de1 área de identidad, la que
ia ideología espacial de lo continuo la enfrenta la de lo dis- rta defender
continuo, Ia del estallido, que configura Ia reticularidad. Al respecto, cabe tener en cuenta el ejemplo de Carl
Existen, evidentemente, ideologías espaciales ---en 1o que mitt. Un libro de Reinhard Mehring (2001) muestra
a esto respecta, repartidas entre los geógrafos y los opera-
mente 1os fundamentos ideológicos de la obra de Carl
dores políticos- que tienden a conferi¡le a un espacio los
hmitt y, en particular, el sustrato que constituyen en
rasgos dc uni¡ rccl: }a dc las recles de Ia ciudarl, por ejeur'
lla el antisemitismo y el antilibe¡alismo. EI judío y el

126 127
capitalista liberal (1os dos se ven asociados en Ia gran ven más complejas. En efecto, estas últimas organizan
tradición antisemita) son considerados por Schmitt Ios cad.a vez más los espacios, producen sin cesar lugares y
enemigos más irreductibles del Estado territorial fuerte, áreas tanto como redes, y por e1lo se puede estimar que Ios
del cual aqueL, en Le nomos d,e la tene, tatto destacaba su espacios van dejando de ser simples superficies. De este
desaparición como deseaba su restauración. Schmitt re- modo, 1a espacialización de las sociedades se consolida, en
chaza al judío y al capitalista porque son Ios actores de re- e1 sentido de que estas organizan cada vez con más vigor
des desterri.torializadas, redes que escapan a la influencia (y la ayuda de tecnologías que se superan día tras día, en
de Ias totalidades limitadas, de los territorios basados en particular 1as del control, la regla y 1a norma) sus disposi-
el «suelo»> y en e1 «pueblo», Io cual mina sus bases. Son re- tivos espaciales.
des financieras, de circulación diñcil.mente controlable de En apariencia, las superficies que dibuja una red, Ios
hombres, mercaderías, ideas, culturas. La diáspora cons- entramados que delimitan las líneas y los puntos, están
tituye la figura emblemática de la red sociaL y espacial, y «vacíosrr, mientras que en un área la superficie está «p1e-
sigue siendo hoy execrada por todos los partidarios de las na» de realidades sociales contiguas. De modo tal ,-e1 fe-
ideologías territorialistas de fuerte dimensión identitaria. nómeno parece evidente--, el entramado de una red pue-
Esas ideologías, lamentablemente, no dejan de ser influ- de ser un área. IJn nodo de la misma red es con frecuencia
yentes y se aplican a conjuntos te¡ritoriales de variadas un lugar, pero también puede ser un á¡ea: todos van, pues,
escalas: desde el «barrio», territo¡io que se debe marcar y a inscribirse en la fisiografía de la red espacial.14 Esas
defender, hasta eI área religl.osa y cultural, concebida en áreas y esos lugares todos los diferentes géneros
forma abstracta y elevada a Ia categoría de metaterrito-
-con no dejan de estar atravesados
que es posible considera¡-
rio, cuya identidad, integridad y valores trascendentales por redes de mayor tamaño, donde las líneas y los nodos
declarados hay que garantizar (pensamos en todos los se pueden alojar. También incluyen frecuentemente, co-
poderosos imaginarios que dan fundamento a Ios discu¡- mo uno de sus componentes, espacios en.red de menor ta-
sos sobre el ineluctable choque de civilizaciones y que maño. Esta inserción es, por ejemplo, Ia del espacio para
siempre se apoyan en la territorialización como base para ei tránsito habitual de peatones en un área residencial,
Ia identidad de Ias «culturas»), mediante Ia renovación de que se organiza en una retícula de puntos unidos por Ií-
Ios nacionalismos de todo pelaje. Todos confluyen en la de- neas. O también la de la práctica urbana de un individuo
nuncia de Io que es alógeno y/o no asignable a un territo- en Lyon que compone un espacio de configuración reticu-
rio, en eI rechazo de Io reticular. Iar, pero que está inserto en el área que presentaba el ma-
La red escapa a Ia lógica simple de la inclusión y la ex- pa antes estudiado. Bien se advierte, entonces, que el Iu-
clusión, en cuanto está abierta a su siempre posible pro- gar, el área y la red están arti.culados, y que en eI proceso
longación. Mientras que eI área, para ser tal, requl.ere un de organización espacial de Ias sociedades los operadores
recorte y una clausura, la red necesita extenderse para los disponen como elementales «ladrillos» de estructura-
ser en verdad una red. Esta falta de delimitación constitu- ción, que permiten la disposición de Ios espacios huma-
tiva es una de sus características primeras y predominan- nos. Por consiguiente, eI espacio geográfico contemporá-
tes, que fundamenta su estatus de espacio específico. neo no puede ser ¡educido a una figura reticular. Se ad-
Las sociedades contemporáneas, por Ia importancia vierte, entonces, la importancia del trabajo de Peter Slo-
esencial que Ies confi.eren a las movilidades, resultan cada terdijk. Insistir en la espuma que forma eI espacio es ne-
vez más marcadas por los espacios en red, por las métri- garse a reducirlo a la seca geometría de la red y reconocer
cas topológicas y las conexidades. Sin embargo, eI desa-
rrollo de las redes no ha acarreado ia desaparición de 1os 14 Desde eete punto
de vista, suscribo la críticas de Peter Sloterdijk,
Iugares y las áreas (y menos aún de Ios territorios), que in- quien les reprocha a los partidarios del concepto de red que oñitán que
cLuso se nrr.rltiplicirn a nrcdicl¿r c¡ue las sociedadcs sc vuel' los puntos de una red son espacios propios, al igual que las lineas.

I
r 29
1a complejidad de su organización, los dj.ferentes planog ó cuatro criterios pará Ia existencia del paisaje en una
de composición de un conjunto que evoluciona sin cesa¡. dad:
1) representaciones lingüísticas, es decir, uso de pala-
'bras para exPresar e1 Paisaje;
2) representaciones literarias, orales o escritas, que
Formar paisaje cantaran o describieran las bellezas del paisaje;
3) representaci.ones pictóricas, es decir, empleo de imá-
Llegados a este punto, algunos Iectores podrán asor¡- ¡ss para ver el paisaje;
brarse de que no me refiera aI poisoje, que para muchog 4) representaciones de jardinería, que denotan una
constituye, sin embargo, el objeto de conocimiento por ex- apreciación artística de la naturaleza.
celencia del geógrafo y, por consiguiente, uno de los prin- Según Berque, hubo en Ia historia dos sociedades pai-
cipales temas deI discurso geográfico. Pues bien, quiero sajistas:la china, a partir de Ia dinastía Song (960-1279),
adelantar que eI paisaje no se refiere aI mismo tipo de rea- v la europea, a partir del siglo XV. El paisaje es, pues, un
'género
lidad espacial que eI lugar, el territorio o Ia red, sino que cultural. cuya existencia depende de la manera de
guarda mayor relación con eI desarrollo que involucra Io ver las cosas y de reunirlas en un dispositivo espacial pai-
visual (Cosgrove, Daniel, 1989). sajístico muy particular.
EI paisaje configura una disposición material particu- El punto de vista por eI que cobra existencia el paisaje
lar, que recorta las tres especies de espacios fundamenta- es diferente del que permite captar la organización del es-
les sea más pequeño, más grande o Lateral-, pero, pacio proponemos pensar a partl.r del trío: lugar,
sobre-yatodo, no es tanto un espacio particular aI que se po- área, -que
red-. El punto de vista sob¡e Ia organización es
d¡ía dotar de características especíñcas de métrica, escala siempre relativamente cenital, llevado a la abstracción, y
y sustancia, sino más bien un «punto de vista» sobre los se emblematiza mejor en eI mapa. El punto de vista paisa-
espacios üspuestos. Al respecto, es preciso volver al ori- jístico, por su parte, es ante todo el de una mi¡ada se¿si-
gen del sentido de la palabra, el cual, si nos remitimos al áJ¿: Ia del actor espacial, el indiüduo que mira una f¡ac-
Trésor informatisé de la langue frangaise, se remonta a ción del espacio de manera horizontal o, mejor aún, obli-
1573: «Extensión del país que la mirada puede abarcar en cuamente, cuando se halla en un punto elevado o en con-
su conjunto»r. Esa palabra se difundió para caracterizar trapicado: por ejemplo, vista de las cumbres desde el pie
algo que había nacido en eI mundo de Ia representación. de un macizo. Se trata de dos arquetipos de Ia mirada
Fue, en efecto, Ia pintura la que en Occidente se convütió paisajística, que son también las mi¡adas del turismo y de
en el campo (social, sensible y técnico) de invención del los descubrimientos. Esto no debe sorprender, pues el tu-
paisaje. Yves Lacoste ha demostrado que en Europa debió rismo fue y sigue siendo un campo de eJ.ección para la con-
transcurrir mucho tiempo para pasar del gusto estético figuración de Ia sensibilidad paisajística y para la cons-
por eI paisaje mítico o alegórico, presente en los cuadros, trucción de paisajes, a partir de 1as formas codificadas por
al interés que comenzó a despertar (en los geógrafos, lue- la pintura-
go en los militares, y poco a poco, a partir del siglo XIX, Estos códigos del buen paisaje han sido retomados, mo-
también en los turistas, cada vez más numerosos) e1 pai- dulados, difundidos, y continúan siéndolo, por las guías de
saje como dispositivo materi.al y social (Lacoste, 1990). turismo, sobre todo las más populares, que se ocupan muy
Cabe señalar que en China el paisaje se impuso más tem- especialmente de identificar, calificar y recomendar her-
pranamente, como también Io demuestra el arte pictórico, mosos paisajes, en particular aquellos que se pueden cap-
y que no todas las sociedades fueron paisajistas, es decir, tar desde alguna elevación del ter¡eno. La panorámica es,
no se caracterizaron por ese modo de representación espa- pues, el paisaje por excelencia, cuyo predominio se puede
cial de las realidades sociales. Augustin Rerque (1995) de' comprobar en la mayor parte dc los medios de comunica-

130 131
ción visuales. incluido el cine. Desde un punLo elevado, a ser tal (por operadores con categoria de arquitecto o
eventualmente con el auxilio de un marco de orientación ajista) o que es sentido como tal, aunque el espacio no
esencial para Ia configuración de la mira- sido formado a lropósito para eIIo y ni siquiera sea
-herramienta
da paisajíst ica -. se puecle obtener una vista de conjunto rehendido eventualmente así por todos Ios individuos.
de una extensión (urbana o, mejor, «campestre» o, mejo¡ Para que se Pr oduzca ese reconocimiento es necesario
todavía, «naturab», puesto que eI paisaje más hermoso en e los códigos paisajísticos sean integrados por los acto-
nuestro universo cultural es, por Io común, natural, o se¿, s. Es entonces cuando vuelve a apreciarse la importan-
el que está poco influido, en apariencia, por Ia presencia de la mediación visual, dado que e1 paisaje existe, ante
humana), que es así transformada por esa mirada en pai- do, en y por Ia imaginería, bajo la forma de tipos'ideales
saje. En cambio, desde un avión, al mirar por la ventanilla e se actualizan en numerosos casos, ellos también pues-
sóIo se ve el espacio organizado, que no «forma» paisaje s en imágenes, en las revistas dedi.cadas a los descubri-
porque falta 1o esencial: esa manera especíñca de ver. ientos, por ejemplo. Se advierte una gran economía se-
Por su parte, Alain Roger, en su Co¿¿r, traité du pay- ca, pues eI paisaje aparece como una representación
saqe (7997), destaca Ia diferencia entrepoys* y paysage. A ogeferenciada, es decir, remitido a una posición en el
partir del resultado de investigaciones que dan cuenta de pacio que por Io general articula varios planos. Esta
cierta indiferencia de los «campesinos» [<<poysozs»], de los resentación permite la localización de Ios objetos dis-
agricultores, ante los paisajes propios de la tierra que ocu- estos y comporta casi siempre una dimensión estética.
pan y trabajan, Roger postula que un <rpoysr15 sólo se con- buen paisaje es, muy a menudo, un bello paisaje: la
vie¡te en paisaje mediante una operació u la artíaliza- lleza es el patrón del graüente de calificación de la ca-
ción. Esta artialización (Ia fabricación de un artifrcio pai- d paisajística. Esta economía semiótica, variable se-
sajístico) puede surgir de un trabajo iz sitri que hacen n Ias cultu¡as en la actualidad, a partir de Ia
los jardineros, Ios paisajistas, los artistas-1odel land, art, undialización, -aunque
se observa cierta estandarización del gé-
etc.- y/o depender de mediaciones, como Ia de los mode- ro paisajístico-, circunscribe eI campo del paisaje y
Ios visual.es cine, fotografías- o textuales, nstituye una matriz práctica que les permite a los acto-
-pinturas,
que estructuran la cultura de determinado grupo social s identificarlo. Esta matriz otorga, en particular, la ca-
en materia de paisaje. idad de dominar las técnicas de mirada necesarias, 1os
El paisaje es, pues, .una fracción d.e espacio prepo,rad.a ntos de wista más convenientes, los juegos de referencia
que en la práctica se conu¿erte en paisaje para un indivi- turales; en suma, aquello que asegula que e1 paisaje
duo o un grupo que la mira. Ese individuo o ese grupo sea aprehendido y que todos esos componentes sean «com-
vuelven a hallar en Ia disposición que contemplan, en de- endidos»r por 1a visión de un individuo.
li
terminado momento, Ias formas canónicas, Ios modos de , Por consiguiente, el paisaje remite, a mi juicio, más bien
disposición espacial, de Ias reali.dades sociales que son a la espacialidad, dado que pone de manifiesto una capa-
reconocidas en cl.santo forrnan paisd.je, aI que se le puede cidad de Ios actores para captar en sus prácticas el espacio
aplicar un juicio normativo según Ia escala de valores vi- n forma de paisaje. Cuando un espacio forma paisaje pa-
gente en Ia sociedad. Los actores reconocen en una «esce- ra un operador, este interactúa entonces con aquel y en-
na» espacial un paisaje que puede haber sido construido cuentra allí estímulos para la acción, un soporte para los
juegos de lenguaje y las prácticas. El paisaje es, así, uno
* En este caso se hace referencia a Io que en español podríaÉos defi- de los r¿oliuos del hábitat humano, una unidad de sentido
nir como «pequeña porción de territorio rural» (ver supro, pág. 116). (N. identilicable que hace que el mundo de la acción sea com-
d.el T.) prensible para un actor, aquello que Augustin Berque I1a-
r5 Es decir, para Roger, el lugar donde se vive, que para mi correspon-
matía geogramo, cuando las tres especies de espacios son,
de a lo que defino como espacio organizado de la vida cotidiana, que no
necesaria¡nente es un poys, t,rl c(}jno yo lr¡ cutie¡rdo.
más I¡io¡r, los csr¡rrernas cstruct.rlrirlcs de la organización

1:12
de ese hábitat, sobre Ia base de los cuales se pueden cor¡- trictos entre enti.dades espaciales que se tiende claramen-
poner }os motivos. te a recortar.
Planteado esto, se podría afrnar el análisis y proponer Así, al observar 1as cosas desde una escala global, el es-
variaciones paisajísticas a partir de Ias formas visuales tí- pacio se vuelve «Iiso» (tara transponer la noción de Gilles
pico-ideales presentes en nuestra sociedad y de las moda- Deletze y Félix Guattari, 1980) y cada entidad espacial
lidades específicas de lectura que sugieren. En efecto, es pasa a ser estrictamente comparable con otra del mismo
posible distinguir el paisaje-panóptico, donde todo se pue- género. Como se sabe, Marc Augé (1992) había intentado
de captar con un golpe de vista, después de una fase de traducir ese fenómeno mediante la noción de no-lugar,
eventual desciframiento; eI paisaje-panorama, caracteri- para designar los «lugares» perfectamente inte¡cambia-
zado por el necesario desplazamiento de la mirada, que bles (aeropuertos, grandes ce¡tros come¡ciales) en todo el
abarca poco a poco Ia totalidad, renuente a una sola visión mundo. Sin embargo, en mi opinión, la ausencia de singu-
de conjunto; eI paisaje-movimi.ento, cada vez más impor- laridad de un lugar r con relación a un lugary no significa
tante, pues está vinculado con la promoción de la relación que no sea un lugar, sino que se inserta en una familia de
visual cinética acelerada, que ya he presentado. El pai- lugares genéricos válida también para las
áreas y las redes-. -observación
Así, sería más exacto señalar que el
saje-movimiento voluntariamente organizado, por
ejemplo, por los -hoy
operadores de los grandes emprendi- l.ugar 17 es semejante al lugar 12, que ambos pertenecen
mientos viales o ferroviarios- se caracteri,za por eI conti- a1 conjunto genérico de Iugares X (r 1, xn) nuestro
-.en
caso, por ejemplo, eI conjunto de grandes aeropuertos- y
nuo desplazamiento de Ia secuencia paisajística ante el
observador, quien, aunque esté en movimiento, parece un que sus caracteres constitutivos se pueden enunciar de
punto ñjo. manera que un lugar cualquiera rz pertenezca al conjun-
to X si, y sóIo si, esos caracteres se hallan en é1.
Me parece que abordamos aquí un punto esencial para *
.;t, aprehender eI mundo espacial contemporáneo. Ei arqui-
Del espacio a la espacialidad tecto Rem Koolhas fue uno de los primeros po.r"" d"
manifiesto correctamente esta promoción del"., espacio ge-
nérico, como una de las características esenciales de Ia
Genérico / específico: d,os registros espaciales (pos)modernidad. En la noción de «genérico» se enlazan
las sociedades
d.e las exigencias económicas de estandarización de Ia pro-
ducción y las exigencias sociales de normatividad de los
La evolución actual de los espacios en las sociedades espacios y las prácticas, cada vez más sujetas al marco de
resulta bastante paradójica. En efecto, Ia modernidad se las reglamentaciones de seguridad, en las que abundan
ha manifestado mediante una verdadera estandarización las prescripciones de los buenos usos sociales, aunque no
de las disposiciones espaciales. Y 1o mismo sucede, a la sean explícitas, pues suelen camuflarse bajo el vocábula-
vez, con la evolución de las formas arquitectónicas y espa- rio técnico.
ciales, con los materiales utilizados para producir esas Resulta fácil demostrar que los espacios están someti-
formas: configuraciones, en todas las escalas, impuestas dos en forma creciente a los principios de una gramática
para componer los espacios contemporáneos (Ios de lo ur- generativa caracterizada por el dominio de algunos es_
bano, en primer lugar, pero también los de los grandes es- tándares, repli.cados ad libitum en comarcas que se mul-
pacios recreativos, campestres), ya sean lugares, áreas o tiplian y cubriendo ahora funciones antes difárenciadas
redes- Este proceso acompaña al de Ia zonificación, que bajo eI mismo paño de lo uniforme.l6 De este modo, Ios
concluye en la separación espacial de los grupos socl.ales y l0 Esto es asi aunque la cantidad
de materiales y piincipios formales
las funciones, y, por lo tanto, cn la definición de límitcs es' utilizados en el ma¡co de los estándares constructivos tiendc a aumen_

1ll i¡

I
grandes hoteles, Ios aeropuertos, las estaciones fe¡rovia- espacio en la medida en que constituye un recurso de los
rias, Ios museos, los centros comerciales, los espacios des- actos de los operadores. Así, mediante sus prácticas, un
tinados a la recreación, resultan cada vez más comunes, actor estructura y da existencia a una configuración p1u-
intercambiables, identificados só1o por coordénadas ((geo- ra1 de escala múltiple, que interactia o.l mismo tíempo con
gráficaor, no tanto las de su localización, sino las de su po- el sitio, el lugar, el territorio y la red. En efecto, ese indi-
sición ende, las de su inserción en cuanto nodo en viduo tiene diversos polos de experiencia espacial, sitios,
-porEl repertorio de configr-rraciones constructivas
una red-. lugares y/o territorios, separados, a veces claramente; las
parece hoy relativamente restringido, lo cual es, en opi- separaciones, Ios hiatos, marcan una discontinuidad: la
nión de algunos, testimonio de un movimiento de empo- de la red. El todo se organiza en una forma abarcadora
brecimiento de la diversidad espacial de conjunto en la so- que es parte y procede de la asociación de los tres tipos de
ciedad global. espacios; esto es Io que recojo de la noción de «espuma», de
Si.n embargo, paralelamente a este auge del poder del Sloterdijk. En forma paralela, pienso que la mayor parte
orden genérico, no cabe duda de que, si bien su repertorio de los actores disc¡iminan, intuitivamente, bastante bien
es restringido, su combinatoria de detalle es casi ilimita- esos tres tipos. En efecto, las investigaciones demuestran,
da. Además, aumenta la cantidad de espacios de todo ta- por lo general, que los individuos son muy sensibles a las
maño organizados y ordenados espacialmente, sobre todo cuestiones de continuidad y discontinuidad que impreg-
a causa de Ia urbanización, mientras se mantienen y a ve- nan fuertemente la vivencia espacial, así como a1 proble-
ces se restauran los espacios más antiguos. Como conse- ma de la distancia y la escala, y se muestran muy atentos
cuencia de eIIo, el espacio resulta a Ia vez liso y genéri.co, a 1as ideologías y los valores espaciales, que contribuyen
considerado en sus grandes principios de organización, y en gran medida, como se ha visto, a especificar un espacio.
aparece cada vez más salpicado, modulado, diferenciado, Los actores no confunden Io que pertenece aI orden del Iu-
partido, estriado, recortado, cuando se lo observa más gar, lo que remite al área y Io que encuadra de la red, aun- .¡
atentámente. que para discriminarlo empleen léxicos diferentes a Ios de
Por su parte, las actividades espaciales de los operado- los especialistas.
res muestran, asimismo, una infinita variedad, puesto
que cada uno, como veremos, dispone su espacio práctico
en relación con Ias necesidades de su acción. Se compren- t
de, entonces, que el trabajo del geógrafo consista, al. mis-
mo tiempo, en localizar los órdenes genéricos de Ia insti- :i
tución espacial de las sociedades, órdenes que constituyen ii
:rb
eI potencial espacial de una sociedad, y las modalidades
ií+
específicas de realización actualización- de ese po-
-de
tencial que reviste cada dispositivo situado. Es, en ver-
dad, un vasto programa.
Esta observación permite desplazar el análisis de la
cuestión del espacio a Ia del juego de los individuos y los
operadores con el espacio, a mi juicio, más apasionante.
La comprensión de la espaciaüdad, que será objeto de Ia
parte siguiente del libro, se debe apoyar en Ia teoría del

tar incesantemente. La estandarización genérica puede así ir acompa"


ñada de una multiplicidad de opciones específicas posibles. I

13 (i
l
I

i
Segunda parte. Hacer con el espacio
Segunda parte. Hacer con eI espacio

.1.

I
,[

i1
!. La operación espacial

IJna primera definición común deL término espacíali-


dod lo considera un simple descriptor del aspecto espacial
de un fenómeno (o sea, por lo general, en el sentido de la
distribución geográfica de este):la espacialidad del co-
mercio, por ejemplo, es así pensada como la forma de des-
pliegue de esa actividad en el espacio geográfico. Una se-
gunda manera sencilla, menos elemental, de defrni¡ la es-
pacialidad consiste en afirmar que alude aI hecho de que
todo objeto social tiene una ümensión espacial. Esta no es
reductible únicamente a Ia localización, ni siquiera a los
efectos de Ia posición relativa de una realidad social con
relación a otras, pues importa considera¡ Ias cuestiones
de genealogía y expresión de esta espacialidad bajo sus
múltiples formas ideales y materiales. Si se adopta esta
definición, la espacialidad de un conjunto de üviendas en
una organización urbana se convie¡te en un fenómeno
complejo, que se desplaza del sistema de producción de
bienes raíces e inmobiliario a Ias estrategias del querer-
habitar de los individuos, a t¡avés de Ias políticas públi-
cas del hábitat. EI todo engloba muy variados espacios de
métricas, escalas y sustancias.
No me atendré a estas primeras denotaciones, sino que
haré de la palabra un descriptor del conjunto de relacio-
nes de los operadores (es decir, cualquier instancia, cual-
quier individuo o grupo que realice una operación espa-
cíal) con el espacio, aquí concebido como un recurso mate-
rial e ideal para los propios operadores. Este ¡ecurso pone
de manifiesto el hecho de Ia di.stancia: los operadores no
advierten forzosa ni explícitamente toda su riqueza, sino
i que hacen de por sí uso del espacio-recurso en sus accio-
nes, puesto que ninguna acción es a-espacial. Esta defini-
ción «fuerte» implica reconocer la pertinencia de dos pos-
tulados que presentaré detalladamentc en este capitulo.
:

141
I

Tras ello analizaré, en los dos capítulos siguientes, situa. se refrere a toda entidad definible y distinguible, acti.va en
ciones espaciales que darán un panorama más preciso so- un proceso social, que opera actos. Esta capacidad carac-
bre eI modo en que se puede considerar la captación de la
teriza a los actantes y los erige en operadores de la reali-
espacialidad.
dad social. A veces, el término «operador» es preferible a
l(actante», y por ello lo utilizo como sinónimo.
Act{¡ta u oDc¡dor
Los humanos y los no-humanos:
pequeña presentación de los operadores
/t\
./{\
de la espacialidad Hu¡Dú.84 lllb¡ido No,huna¡o

I "- | *-..u..
.
I I J"i.,r,r"c-,..""i.,. J
Primer postulado: se debe tomar en serio la acción de I¡diüduo Coletivo DúDo.i¡iós Opa¡do¡¡s A¡td¡ctos,
todo operador, por ínfimo que sea, y abordar sistemáti_ etp¡dil vivo. oüj.toc
(r.i..r4.üj.6 (¡!b..L, t&dicos
camente ese campo de actividad, en cuanto esta organiza -F¡¡l.r.) vit¡¡,.r¿)
la espacialidad humana. En esta materia, y d.e manera
muy prosaica, si se desea hacer inteligible Ia actividad es. I I
pacial de los operadores, no se puede sino ¡eflexionar sobre A¿tor A€FIrto

el estatus y las características de Ias instancias que reali- La sociedad incluye iq¡lumerables actantes, cuya can-
zan la acción. Ese problema está en eI centro del proyecto tidad y calidad evolucionan incesantemente. Así, no hay
de conocimiento de las ciencias sociales, como lo señáIaba
nada que nazca actante en virtud de la realización de una
Jean-Michel Berthelot, según eI cual las ciencias sociales esencia inmutable y eterna; un actante. adviene a Ia exis-
«son llevadas, en su espacio propio, a problematizar formas
tencia social en razón de un contexto que impone su adve-
de interacciones entre actantes, sea cual fuere el nombre nimiento. Por lo tanto, un actante es siempre circunstan-
que se les dé (agentes, actores, Iocutores, fuerzas sociales,
cial. Una vez que se somete a la prueba de la sociedad y de
incluso institución)» (Berthelot, 2001, pág. 13). sus dinámicas, un actante manifiesta competencias y ca-
pacidades (construidas y adquiridas, en su mayor parte,
El actante o el operador genérico en el propio juego de la interacción y de lo que esta exige),
y puede estar dotado, por si mismo o por los demás, de una
esencia, es decir, de un discurso de ficción que esencializa
Presentaré una serie, la de los grandes tipos de opera- y naturaLiza competencias pragmáticas adquiridas aI ca-
d.ores espacíoles (I-évy y
Lussault, 2O0O), sintetizada en el lo¡ de la acción.
esquema de Ia página siguiente, que permite adoptar un
La palabra dctante tíene la ventaja de que no limita el
léxico relativamente claro y estable.
análisis a los seres humanos. Los no-humanos constitu-
En Ia parte superior de la ¡ed semántica representada yen posibles actantes: Ios animales domésticos, por cierto,
en eI esquema ubico eI término o ctante.l Se trata d.e Ia ex_
presión más general que designa una realidad social cual_ así como Ios animales salvajes, pero también el virus del
sida o el del SRAS (ci. dnlro), eI bacilo del ántrax,2 el geno-
quiera (por Io tanto, no necesariamente a una persona)
ma, el agujero de ozono, la inundación, el Monte Blanco o
dotada de la capacidad de contribuir a la organizáción y Ia
dinámica de una acción inüvidual y/o colectiva. En suma, 2 EI propio hecho de que esta designación se háya irnpuesto en Fran-
cia, en el otoño de 2001, como er¡ otras partes, cuando el término médico
I Transpongo el concepto de la semiótica estructural (Greimas, 19g3), reconocido es «ca¡ bón», constituye un indicador de esta construcción de
inspirándome en el uso que de él hace Bruno l,atour (Ig89). un actante a lavor del episodio do «t-¡iolerrorisrlro» en llsLrtdr.-¡s llnidos.

112 1.111

I
eI Everest, París, Nueva York, Bombay o Kandahar, i¡- otos (Dios, la igualdad, la equidad, el progreso, pero
cluso la penillanura posherciniana, el devastador tsun¿- mUi¿".t rejido territorj.al continuo, el periurbano. el ru-
mi del sur de Asia, etc. En ciertas condiciones sociales v l, o incluso abstrac¿iones personificadas, como el cam-
dentro de ciertos grupos sociales más o menos vastos, to'- esino, el ciudadano, eI holgazán, etc.), son incuestiona-
dos ellos son acLantes que operan actos que implican, q6- s actantes posibles de relatos colectivos, según Ias cir-
mo reacción, actos de otros actantes. No necesariamente nstancias sociales. Sus potencialidades de acción son
hay que entender por no-humano algo que esté fuera de Ia normes e inciden, en particular y a modo de ejemplo, en
sociedad, inmundo, in-humano: Ios no-humanos son de- s relatos de las políticas territoriales, tema que aborda-
signados y construidos como tales por Ios humanos. So¡ más adelante.
siempre estos }os que defi.nen los límites que los sep¿¡¿¡ En numerosas situaciones, los actantes constituyen
de lo que es exteri.or a ellos, al mismo tiempo que elaboran ompuestos híbridos, colectivos de humanos, de no-huma-
todos los procedimientos de captación de los no-humanos , de ideas, de casi-personajes, de cosas. Recordemos,
por eI hombre. En consecuencia, siempre hay una parte de ejemplo, las grandes instituciones (el Estado) y las or-
humanidad en Ias operaciones no-humanas. nizaciones complejas. Allí, eI término <(actante» remite
A veces, esos actantes no-humanos, por el hecho mis- un operador global. que luego se puede encarnar, en cier-
mo de las acciones en que se inscriben, son provistos por s circunstancias de acción particulares, en actores bien
otros operadores y, por Io tanto, dotados de entificados y/o en actantes no-humanos particulares.
-humanos
competencia enunciativa, una ventaja comparativa enor- or su parte, los objetos materiales, los artefactos, se re-
me- de una especie de carácter: casi. personificados, se velan, asimismo, como actantes posibles, en sociedades
transforman entonces en «cosú-p ersonajes»t- Esos casi-per- como las nuestras, donde 1a cantidad y ia sofrsticación de
sonajes no son únicamente objetos de los que se habla en tales objetos aumentan. Pensamos, por cierto, en las má-
eI discurso y sobre los que se actúa, sino tambl.én sujetos uinas que se comunican, a veces casi personificadas
que hablan y actúan en Ios discu¡sos. Esto puede compro- üualquier investigación permite ver que hasta el objeto
barse con facilidad, pero sólo merced a un análisis de los -más trivial e insignificante constituye potencialmente un
Ienguajes de la acción, en los que se revelan figuras de es- operador de temible eficacia.
tilo que no engañan: «La ciudad de París ha decidido. . .», Volveré sobre eI tema.
«El vúus del sida coloniza entonces. . .», etc. Esos proceü-
mientos, esas formas de enunciación que nacen espontá-
neamente, sin que aquellos que Ias enuncian suelan pres- LA tNTERI.ENCIóN socrAl DE t N AoTANTE ESPAoIAT:
tarles atención, demuestran que los actantes se trans- EL CORONAVIRUS DEL SRÁ.S
forman en casi-personajes, a menudo dotados de figuras
que los exponen socialmente, es decir, con un corpus ico- 16 de noviembre de 2002. El primer caso de «neumopatía
nográfrco que los hace üsibles, que les da una forma com- atípica», parecido a una especie de gripe, se preseDta en la
parable a la del «cuerpo» del casi-perso naje (cf. infra). ciudad de Foshan (provincia de Guangdong), e¡ China. El
caso recién será identifrcado en abril del año siguiente.
Desde este punto de yista, sin duda resulta útil distinguir
10 de febre¡o de 2003. La ofrcina de la Organización Mun-
entre los operadores no-humanos simples (que operan, y a
dial de la Salud (OMS) de Beijing recibe un alerta que des-
los que propongo denominar protagonistds, empleando c¡ibe una curiosa enfe¡medad contag-iosa, que por entonceg
aquí una palabra genérica y neutra) y los actantes casi- habría matado a más de 100 personas en la provincia de
personajes, que están muy cerca del estatus de un opera- Guangdong, en e1 lapso de una semana.
dor humano. 11 de febrero. El Mi.nisterio de Salud chino anuncia of¡cial-
Los actantes también pueden ser totalmente inmate- mente una epidemia de síndrome ¡espiratorio agudo, con
riales. En efecto, grandes ideas, grandos princi¡rios, con- 300casosy5deccsos.

14,1 14 5r
21 de febrero. Un médico de la provincia de Guangdong lle- 24 de marzo. Se identfican 25 nuevos casos por día en Hong
ga a Hong Kong y se lnstala en el noveno piso del hotel Me- Kong (242 casos al 23 de marzo de 2OO3).
tropole. Se sabrá después que había atendido a pacientes 24 de rnarzo. El Center fo¡ Diseases Control (CDC) norte_
afectados de neumopatía atípica antes de abandonar China americano cree haber identificado el tipo de agente: un coro_
continental. Tiene que ser hospitalizado al día siguiente de navirus.
su llegada a Hong Kong y fallece el 4 de marzo. Fue el vector 30 de marzo. El balance mundial da cuenta de 1.600 casos v
de difusión topológica de la epidemia. 58 decesos, entre ellos el del doctor Carlo Urbani, quien ha-
23 de febre¡o. Una turista de setenta y ocho años procedente
bía descubierto la enfermedad en Hanoi.
de Tor:onto se aloja en el hotel Metropole. A su regreso a Ca-
14 de abril. El núme¡o de casos en el mundo supera los
nadá se reunirá con su familia. 3.000.
26 de feb¡ero. Un hombre de negocios chino-norteamericano 16 de abril. La OMS anuncia que un nuevo agente patógeno,
es ingresado al hospi.tal francés de Hanoi Sietnam): se un coronavirus nunca antes observado en el hombre, es el
sabrá que había viajado por la provincia de Guangdong y agente causante del SRAS.
que se había alojado en el noveno piso del hotel Metropole 19 de abril. Se decodiñca el material genético del co¡onavi-
de Hong Kong. rus causante del SRAS.
1 de ma¡zo. Un primer integrante del personal deI hospital
23 de abrii. La OMS aconseja postergar los viajes hacia 1as
f¡ancés de Hanoi es afectado por la neumopatía atípica, y
proüncias de Beijing y Shan Xi, en China, y hacia Toronto,
una mujer de veintiséis años es ingresada a un hospital de en Canadá. Esta ¡ecomendación se agrega a las que ya se
Singapur: se averiguará que también eUa había estado en habían efectuado respecto de la provincia de Guangdong y
Hong Kong, alojada en el noveno piso del hotel Metropole. Hong Kong.
28 de abril. Vietnam es el primer país en se¡ reti¡ado de las
5 de Earzo. Ci¡co integxantes de la famüa de la turista ca-
nadiense contlaen la enfermedad. zonas de transmisi.ón local reciente del SRAS y, por Io tanto,
8 de ma¡zo. Un hombre de negocios que había viajado por la en haber contenido elicazmente la epidemia. Se supera la
provincia de Guangdong experimenta síntomas respirato- barrera de los 5.000 casos en todo el mundo.
22 de mayo. Toronto es nuevaruente víctima de casos grupa-
rios y es hospitalizado en Taiwán.
les. Se supera Ia cif¡a de 8.O00 casos.
L2 d,e marzo. Se declaran 42 casos de neumopatía atípica en
23 de mayo. Se levantan las restricciones respecto de los
el hospital de Hanoi. El primer enfermo identifrcado es tras-
viajes a Hong Kong y a la ptovincia de Guangdong.
Iadado a Hong Kong, donde mue¡e. La OMS emite un bole-
17 de junio. Comienza en Kuala Lampur, Malasia, la prime-
tín de alerta. La causa de 1a enfermedad sigue siendo desco-
nocida- ¡a confe¡encia üternacional sobre el SRAS.
23 de junio. Hong Kong sale de la üsta de zonas de t¡ansmi-
15 de marzo. La enfermedad es bautizada con el nomb¡e de
sión local ¡eciente del SRAS.
síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) por la OMS, que
multiplica los consejos y las recomendaciones sobre vigilan- 24 de junio. Se levantan las recomendaciones para quienes
cia y control. Se ide¡tifican 100 casos en Hong Kong, 16 en
üajan a Beijing, última zona aún comprendida por esa clase
de preveuciones,
Singapur, 7 en Canadá (con dos fallecimientos), vinculados
2 de julio. Toronto sale de Ia lista de las zonas de t¡ansmi-
con viajeros de regreso de Asia, y uno en Estados Unidos. Se
confrrma la transmisión a t¡avés de las líneas aéreas. sión local reciente del SRAS.
5 dejuüo. Taiwán sale de la üsta de zonas de t¡ansmisión lo-
17 de Earzo. La OMS pone en funcionamiento una ¡ed de
once laboratorios con eI objetivo de detectar el agente cau- cal reciente. Pa¡a la OMS, la cadena de transmisión del
sante y elaborar un diagnóstico confiable. SRAS de hombre a hombte se ha roto.
22 de ú,arzo, Trece países infornan un total de 386 casos y
11 Euertes. (Fuentes: Sitios web de la OMS, de ?¿me Magazine, d.eRadio
23 de marzo. El primer caso francés, un médico que había Canadá y del Instituto Pasteur.)
trabajado en el hospital de Hanoi, es ingresado en el hospi-
tal de Tourcoing.
I

I
146 )47
En todo caso, Ios actantes, que suelen ser alimentados espacial del opelador que fue el virus. En efecto, para una
con ficciones (con di.scursos que otganizan un mundo posi- gran canti.dad de individuos y de actores económicos, po1í-
ble), son incuestionables hechos reales de Ia sociedad y ticos e institucionales, la «actividad» del virus desempeñó,
vectores de la construcción social de Ia realidad. Intentaré en mi opinión, el papel de revelador de las fragilidades de1
dar sustancia a esta afirmación a partir de la espectacular sistema del espacio mundial.
aparición de un operador espacial no-humano, cuya pro- El agente patógeno del SRAS fue objeto de un acoso sin
gresión siguió e1 mundo entero y cuyas consecuencias lo precedentes: se 1o identificó, se Io designó y se secuenció
hi.cieron estremecer. su genoma casi en un mes. Esta celeridad3 fue resultado
de Ia sofisticación de las técnicas de microbiología utiliza-
das por eI consorcio de labo¡atorios de punta movi-lizados
Un uirus particularmente actiuo para realizar ese trabajo, así como del estado de urgencia
mundial decretado frente a la progresión de aquel síndro-
EI coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo me desconocido. La urgencia era producto de la angustia
(SRAS) constituyó, entre febrero y mayo de 2003, un casi- que embargaba a buena cantidad de grandes operadores
personaje y un actante espacial sobresaliente. No es vano en razón del carácte¡ incontrolable del avance de una epi-
recordar las principales etapas de esta epidemia, que demia que comenzaba a llegar a los países de1 Norte, como
provocó una ale¡ta sanitaria mundial y una alarma social fue el caso de Canadá, afectado por un foco epidémico, 1o
y política de gran amplitud (cf. recuadros precedentes). cual servía como emblema de lo que podría U.egar a pasar
Aparecida en noviembre de 2002, en una provincia del su- en otros.
deste de China, Ia epidemia de neumopatía atípica afectó La movilidad del virus y, sobre todo, las modalidades
rápidamente a viajeros de diversas nacionalidades. Sin con que se desplegó en forma tan acelerada, involucrando
embargo, hubo que esperar hasta marzo de 2003 para que esencialmente a Ias líneas aéreas du¡ante la fase de difu- i!

la OMS lanzara Ia alerta mundial. La epidemia causó es- sión munüal, pusieron bruscamente en peligro la moviü-
tragos hasta junio de 2003 y luego preciso señalar- dad de bienes y personas, Io cual es concebido como un
le no hubo rebrote de la enfermedad, -es pese a que las ins- valor central del Mundo, ese sistema globaI de espaci.os
tituciones sanitarias estiman que eI virus del SRAS sigue sociales interconectados. Señalemos que los atentados del
siendo un peligro- 11 de septiembre de 2OO1 y sus derivaciones ya habían
En cierta medida, se puede considerar que eI estado constituido un primer episodio, también muy dramático,
rayano en eI pánico que se apoderó de los responsables y de cuestionamiento de uno de los fundamentos de la mun-
de muchas otras personas no tuvo relación con Ia morbili- üalización: Ia circulación aérea sin trabas y en altura de
dad del vi¡us: hubo aproximadamente 8.500 infectados Ia mayor cantidad posible de individuos. Ese principio
durante eI episodio epidémico en 32 países, con alrededor fundador de Ia mundialidad fue utüzado entonces por los
de 800 víctimas fatales. Entre los países más afectados terroristas para volverlo contra las sociedades occiden-
estuvieron China (donde se contaron 346 muertes en eI tales que Io habían promovido, terroristas que a partir de
continente y 288 en Hong Kong), Taiwán (81 muertes), allí converti¡ían las redes de movilización de las grandes
Canadá (32) y Singapur (31). En Francia, 7 personas que metrópolis y Ios grandes contingentes turísticos en objeti-
se contaminaron finalmente se curaron. Es cierto que son vos privilegiados, pues emblematizaban la mundializa-
datos relevantes, pero no guardan relación con los estra- ción occidental y los valores que ellos aborrecían. En 2003,
gos del virus del sida o con las enfermedades que causan mientras las secuelas del 11 septiembre eran aún noto-
otros agentes patógenos. A mi juicio, la conmoción provo- rias, Ia actividad del coronavirus renovó los temores e
cada por eI SRAS estaba vinculada con la dinámica propia
cle su espacitrlización, con l¿rs mc¡d¿rlidades de dcsplieguo 3 El mismo trabajo con el vi¡us IIIV demandó cinco años

148 141)
hizo pensar que las propias bases del espacio-mundo ya lugares de confinamiento de la enfermedad y a la vez fo-
no resultaban estables. Era preciso, pues, entablar Ia lu- cos epidémicos. También se puede citar el caso del grupo
cha contra eL agente del SRAS del mismo modo en que se de edifrcios (Amoy Garden) de Hong Kong que estuvo en eI
combatía a los <<enemigos»: un periodista de Neu;sweeh, al centro de la atención a comienzos de abril, pues aI1í hubo
comentar el descubrimiento del virus, sostuvo que se tra- una gran cantidad de casos de SRAS,5 lo cual tendía a de-
taba del «equivalente médico de la operación "Choque y mostrar que desde una sola persona infectada el virus po-
sobrecogimiente"» que acababa de desarrollarse en Bag- día transmitirse a muchas otras. Proliferaron hipótesis
dad (Neu-tsuteek, 28 de abril de 2003). Se debía retomar sin referidas a una posible contaminación ampliada, en razón
demora el control de ia movilidad espacial. de un modo de transmisión que no estaría vinculado sólo
IJna vez identificado, eI virus se convirtió de manera con Ias microgotas de saliva suspendidas en eI aire, sino
prácticamente instantánea en un casi-personaje (eI cual con la t¡ansferencia por simple contacto de un objeto an-
reemplazaba aI operador anónimo que constituía eI sín- tes tocado por un enfermo, incluso por las redes de agua
drome), dotado de una figura que reproducían todos los corriente. Se hicieron extrapolaciones que preveían, en
medios de comunicación del planeta, como si fuera la foto- ese marco, la posibilidad de que un tercio (!) de la pobla-
grafía de un enemigo públi.co. Estuvo en el origen de una ción del planeta pudiera resultar afectada. Eilo denotaba
disposición geográfica mundial, abundantemente me- una fue¡te preocupación frente a una posible munüaliza-
diatizada: la de su epidemia. Desde este punto de vista, eI ción en área, por generalización de una difusión topográfi-
SRAS fue un revelador de los progresos de Ia mundializa- ca de contacto, más peligrosa que la mundialización re-
ción y de Ia constitución dei Mundo como una realidad ticular.
geográñca coherente. Hubo también un actante que podia 2. Áreas epidémicas relátivamente circunscriptas: Ias
ser figurado y designado, mucho más allá de Ios círculos de Ia difusión por proximidad topográfica. Estas áreas
de los especialistas en virología, por una gran cantidad de eran los espacios de Ia contaminación local, vinculada con
otros operadores, cuyo desplazamiento creaba una geo- eI contacto topográfico entre enfermos y personas sanas.
grafía específrca. Esta geogtaña, a menudo cartografiada Fue aquí donde las medidas sanitarias tendieron muy
en sus principales aspectos,4 era más compleja de lo que precozmente a suprimir Ia epidemia, por confinamiento.
parecía. A partir de un área original provincia de De esta manera, el control espacial topográfico se presen-
Guangdong, en China- se localizaron los -laprimeros focos tó como la única respuesta rápidamente eficaz ante eI
de contaminación en ese país, en Vietnam y Iuego en Hong riesgo de ampliación topológica. Se circunscribió eI ac-
Kong, desde Ios cuales Ia enfermedad ganó puntos de con- tante coronaürus, se lo confrnó en Iugares cerrados, a los
taminación fuera de Ia zona asiática, Io que significó eI efectos de diñcultar su devastadora movilidad. Se entien-
coñienzo de un proceso topológico de difusión mundial. de que el grupo de edificios de Hong Kong haya preocu-
La actividad del vi¡us organizó un espacio en red que pado, pues i.mplicaba la posibilidad de que el dominio es-
dispuso lo siguiente: pacial ya no fue¡a asible, expresaba eI riesgo de difusión
1. Puntos precisos de focalización: en particular, un Iocal masiva y rápida, que es la más grave en té¡minos
hoteL de Hong Kong, el Metropole, identificado a partir de epidemiológicos y la más di-ficil de circunscribir, en parti.
marzo como sitio originai de la difusión mundial, pero cular en las zonas de población densa.
también hospitales, que fueron espacios fundamentales 3. Los espacios que son instrumentos de la difusión a
de Ia epidemia en la medida en que constituyeron, median- gran velocidad y de largo alcance, así como de su eventual
te el desplazamiento aéreo de los médicos y del personal, control: los aeropuertos, los propios aviones, las líneas

a Bajo la forma de un planisferio que rep¡esentaba a los principales 6 Las autoridades anunciaron que 213 personas estaban enfermas
sectores afec¿ados por la epidemia. con el virus del SRAS.

150 151
aéreas, cuya trayectoria prefiguraba de modo inmejor a r entonces aI hacer viajes aéreos, y surgió una retóri-
la del virus y, por lo tanto, la de Ia epidemia en su ia SE ue señalaba que se ponia en peligro la economía mun-
mundialización. Allí , se pasaba al predominio ds q debido a los obstáculos a Ia movilidad profesional y
metr' rca y una proxlml dad topológicas, lo que explic tica. Empero, la contención de Ia amenaza que eI co-
instalación de un conju nto de espacios virus hacía pesar sobre los propios principios de la or-
de las redes de relaciones estructuradas"oar"*o",
a partir "al,
de ación espacial del Mundo imponía reducir momentá-
y de Hong Kong de la difusión epidémica_ v, po ente el potencial de movilidad de todos. Señalemos
-nodode una geografia de las circulacio-
consiguiente, iniciador eI fantasma de instaurar un control más estricto so-
nes mundiales. El hecho de que Canadá, más preCtSamen ciertos tipos «indeseables» de movilidad (las migracio-
te Ia región de Toronto, estuviera en primer a línea entre clandestinas) durante ese rebrote epidémico se dejó
Ios países del Norte, después de una prime ra fase de ¡e en diversas partes. En China, las tardías medidas de
ticulación de Ia epidemia circunscripta a Ia s zonas dire namiento estuvieron acompañadas por una acentua-
tamente bajo influencia china, revela el papeI estratégico clara de1 control político en 1os territorios afectados,
de ese país en los sistemas de movitidad in ternacional- I propósito de que Ia reacción interna contra Ia ges-
4. En el trasfondo, eI conjunto del espa c10 -mundo de gubernamental sanitaria de Ia epidemia no desembo-
la
sociedad mundializada, zona de posible ex pansión de la en una crítica más general aI régimen, que aI mismo
actividad del ürus. Los habitantes de este espacio fueron po multiplicó las expresiones de tranquilidad desti-
espectadores de Ia puesta en escena mediática de una Iu- das aI exterior, en un contexto en que la apertura del
cha, de una carrera de velocidad. entabla da entre los ope- a Ias redes de movilidad mundiales era un objetivo
radores sanitarios económicos y políticos, por una parte, y 6
eI actante coronavirus, por Ia otra, lucha que fue ante todo Así, con el fin de destruir el virus se diseñó una contra-
espacial. También en este caso se impon e la comparación siva mundial que trajo aparejados daños espaciales
con un conflicto armado: se trataba de frenar, medi.ante terales: Ias trabas al desplazamiento de muchos indi-
una intervención en el espacio, el avance de un enemigo uos; la fragilización de Ia economía (sobre todo, de la
que actuaba eficazmente, una especie de .«bioterroristá» onomía turística mundializada y de sus espacios);7 Ia
del cual era urgente conseguir una imagen, {(tener su re- tuación, a raiz d.e la epl.demia, del control de1 espacio
trato», a Ios efectos de que finalmente se identifica¡a al ciertas regiones de China; la expresión de ciertos ope-
sujeto buscado- Al respecto, el papel de las grandes redes adores respecto de una ideología espacial discriminato-
mundiales de información ¡esuItó esencial: cubrie¡on la a entre buena y mala movilidad. Todo ello revelaba un
epüemia como se cubre una guerra. Todas las respuestas de la organización de Ia sociedad-mundo, si no en-
de los operadores institucionales a Ia acción del vi¡us fue- mente movilizada por esta crisis, en todo caso, toma-
ron espaciales, clásicas por lo demás, y retomaban 1as como testigo.
buenas bases de control médico de Ias epidemias: fue pre-
ciso acantonar, confinar, aislar, vigilar, filtrar, impedir I 6 El 3 de abril de 2003, el ministro de Salud chino aseguró en una con-
los desplazamientos; en suma, reconstruir un conjunlo de ferencia de prensa que la ¡egión de Beijing sólo registraba algunos ca-
límites estancos, introduci¡ un recorte y barrerás, a los aos de SRAS, e invitó a los extranjeros a viajar a China, ya fuese por ra-
efectos de evitar Ia contaminación por proximidad topo- zones de turisño o de negocios. A raíz de esas decla¡aciones, un ci¡uja-
no integrante del Partido Comunista, Jiang Yanyong, denunció en una
gráfica o topológica. Todo esto fue eficaz, pero contrario a carta a los medios de comunicación, publicada por la ¡evista Tinre, los
Ia lógica del espacio fluido de las líneas de Ia red munüal. esfuerzos del gobierno chino por mantener en secreto Ia difusión de la
Este encuadre espacial provocó mucho descontento. enfermedad. El cirujano fue sancionado por las autoridades.
7 En Torcnto, las autoridades
Aparecieron numerosos artículos en los cuales los viajeros estiEaron que Ia recuperación de la
se rluejaban por cl ver.claclero «vía c¡ucis» quc debían pa- economíc turística al nivel que tenín antes deI surginiento del SRAS sc
habir lo6rado r.ciéI J,."pu,.s d" ,,r:,¡to

I 5li

i
Estrategias espaciales de crisis s poblaciones.La «movilización planetaria» para res-
onder a l as necesidades generadas por los devastadores
EI casi-personaje virus del SRAS irrumpió en la diná- fectos del tsunami de diciembre de 2OO4 constitu ye el
mica espacial mundial y forzó a otros perdonajes a contr¿. po-ideaI de esta geoestrategia, cuyas consecuen clas no
rrestar su actividad. Con tal objeto, se puso en acción lo son mensurables actualmente, ya que el proceso de re-
que cabría denominar óiogeoestrategia global, es decir, construcción está lejos de culminar. La movilización que
u;
uso polÍtico del espacio (a diferentes escalas) en el períáo iguió aI tsunami retomaba Ios marcos establecidos du-
de crisis sanitaria. Esta biogeoestrategia se orie.rtá a ej""l ran te Ias grandes c¡isis humanitarias anteriores -_como
cer sob¡e los individuos y las sociedades tanto el conirál las vinculadas con Ias hambrunas africanas-, pero con
del espacio (aisiando, delimitando) como el de las e"paci¿- una amplitud diferente y una mayor eficacia, circunstan_
lidades (obstaculizando la moviiidad y prescribiendá com- cia que no dejaron de señalar con tristeza, por otra parte,
portamientos inherentes tanto a la intimidad como a los s responsables de organizaciones no gubernamentales
modos de actuar en público). mplic;das en África, sobre todo en relación con la ham-
Las biogeoestrategias están llamadas a desarrolla¡se bruna que sufrió Nigeria en eI verano de 2005
en el futuro, habida cuenta de Ia creciente importancia 2. Luego, corresponde referir, asimismo, el poderoso
que los actores y, muy en particular, los grandes operado- esarrollo, a partir del 11 de septiembre de 2001, de Ia
res sociales le conñeren a la cuestión de los riesgás sani. trategia antiterrorista- Fue particularmente ewid.en-
tarios, desde Io local hasta el Mundo. por otra parte, des- te en el verano de 2005, después de los atentados de julio
pués del virus del SRAS, eI de la gripe aviariá también en Londres, y de nuevo muy acuciante en el ve¡ano d.e
q"9yg"ó enorme preocupación.8 No obstante, el episodio 6, como consecuencia del desmantelamiento de una
del SRAS fue concebido y presentado por muchos especi¿- terrorista británica. No cabe sino mencionar este fe_
Iistas y actores institucionales como anuncio d.e un nuevo meno y llamar la atención sobre su existeneia en cuanto
tipo de peligro planetario, que amenaza a variadas pobla- bajo polítíco sobre eI espacio, pues su estudio aún está
ciones, sobre todo por el modo de propagación de los virus, por hacerse.g A raíz de la polé mlc a en torno al desplaza-
movilidad cuya expansión permanente constituye el ma_ miento de uno de los autores de Io s atentados del 21 de ju-
yor vector de Ia mundialización. lio de 2005 Londres y Ro ma, a través de Francia,
Ju¡to a las biogeoestrategias hay otras estrategias es_ gracias sobre -entre
todo al Eurosta¡-, o durante la reconstruc-
paciales para responder con urgencia a situacion"" qr" au ción del recorrido de los terroristas antes de sus acciones,
revelan hoy como muestras del estado del Mundo y que queda bien en cla¡o que allí también el problema de las
siempre implican un trabajo sobre las movilidades, ias ovilidades, de las proximidades y de su encuadre resul-
proximidades, los Iugares y los límites. ta central. El lugar que ocuparon en el desarrollo de 1a in_
- 1. Anle todo,Ia Eeoestrategirt hume,nitario que se pone
de manifiesto ante las grandes catástrofes unaturales, o
vestigación, tanto en 2005 como en 200 6, Ios sistemas de
deovigilancia también constituye un apasionante cam-
Ios efectos de la guerra y/o la incuria política que padecen po de reflexión. La generalización de esos poderosos me-
8 Ello se debe a que en este
dios de observación, generalización que el clne contempo_
caso también interviene otro actante es- ráneo o las series de televisión exitosas utilizan cada vez
pacial, las aves migratoria§, casi incontrolables, a lo cual se agrega la
incertidumbre de una mutación viral, es decir, la aparición d" ,.r, ofe"a- más como soporte para ficciones policiales, afecta la evo_
dor euplementario cont¡a eI que habría que precaverse antes aun de Iución det estatus del espaci.o común de prácticas, el de
(re)conocerlo. En el caso del SRAS, un animal, cierta especie sus usos posibles y/o legítimos, y confunde las limitacio-
de gato de
algalia, generó Ia sospecha de ser el foco viral, pero ese peque¡ota¡rí.
fero, cuya carne es apreciada por los chinos, no preocupó d_e la misma ma-
nera que las aves migratorias, pues el vector siempie quedó confinado 0 El ejemplo de Israel resultaría, sin duda, párticularmente ¡ico en la
en su área geográfica de origen.

r54 155

I
¡

nes espaciales clásicas. Por otra parte, la puesta en prác- ención sobre los individuos, sus cuerpos, sus id.eas,
tica de drásticos procedimientos de control de 1os embar- s prácticas, los lugares que ocupan. Sea cual fuere su
ques aéreos, decididos en agosto de 2006 por los británicos ecásidad, deberían ser democráticamente debatidas y
y generalizados enseguida por las autoridades aeropor- utidas, pero se prescinde de este imperativo aludien-
tuarias del mundo entero, muestra muy bien otro impacto o a la urgencia, real, de Ia situación. Sin embargo, este
espacial de esta geoestrategia, y también constituye un umento se podría superar mediante la anticipación y
interesante ejemplo de pasaje banalizado del procedi- a lns tauración de un debate público
permanente acerca
miento de urgencia a una nueva rutina, a partir de enton- e tan delicados temas
ces basada en el hipercontrol, es decir, en un control a la
vez fisico, in situ, de Ia persona y también virtual, r¡s-
diante Ios hiperenloces de las bases de datos de seguridad. (Jna realid,ad social índíuisa
3. Hay, asimismo, geoestrqtegias migratorias. En este
caso, se trata de intentos de controlar los flujos de inmi- Cuando Ios actántes están dotados de una interioridad
grantes clandestinos. Se puede citar como ejemplo la res- consciente, de una reflexividad potencial, de una compe-
puesta del gobierno marroquí, apoyado por gobernantes rcncia lingüística y de una capacidad estratégica que les
europeos, a Ios repetidos pasajes, masivos y dramáticos, permite, por lo menos, tratar de hacer coincidir sus accio-
del otoño de 2005 en Ia frontera de los enclaves españoles nes con los objetivos que son capaces de expresar como
de Ceuta y Melilla. Frente a los millares de africanos en una intención, se los denomina ocror¿s. Los actores son in-
situación irregular que intentaban ingresar todos los días dividuos socializados, las más pequeñas unidades comple-
a Europa, las policías marroquÍ y española, desbordadas, jas indivisasl0 de la sociedad, en interacción(es) perma-
hicieron uso de la fuerza en vadas ocasiones. De ello deri- nente(s).
vó una crisis entre Marruecos y España, cuyo resultado Lo que caracteriza a los individuos-actores es que ac-
fue el significativo refuerzo de los Iímites fronterizos, el túan. Si bien eI individuo de las ciencias sociales es, por
aumento de la presencia de fuerzas del orden de ambos cierto, un sujeto, no lo es en el sentido de la filosofia clási-
paises y Ia sistemática detención de los clandestinos, que ca del sujeto, sino en el sentido gramatical de «sujeto de
eran devueltos a la frontera sur. Ese episodio remite al un actuar sobre sí mismo» (Descombes, 2004). Negar Ia
tratamiento de Ia delicada cuestión de Ia inmigración en hipóstasis del sujeto trascendental y preferir al individuo
Ia Europa comunitaria, problema que se manifiesta me- que actúa socialmente construido es una condición si¿e
üante intervenciones espaciales a diferentes niveles: con- qua non para llevar adelante un verdadero enfoque desde
trol de Ios límites externos de Europa; organización de un las ciencias sociales.
conjunto de lugares de contención, Iocalización, arresto y En un tiempo f, los individuos están provistos de capa-
devolución de los clandestinos que a pesar de todo logran cidades para actuar. No se concede esta atribución de una
ingresar; establecimiento de procedimientos de recepción yez y para^ siempre: es construida por y para la socializa-
de urgencia de los inmigrantes regularizados, etc. El caso ción, que se puede operar en variados meüos sociaies. EIIo
europeo no es más que un ejemplo entre otros, pues el sis- implica comprender que no hay duda de que las socieda-
tema-mundo, caracterizado por Ia amplitud de la proble- des están estratificadas; sin embargo, aun cuando en eIIa
mática migratoria, Ie da a esta cuestión una considerable hay dotados y desproüstos, todos los actores resultan mo-
importancia. vüzados por la necesidad y la voluntad de actuar, e inclu-
Estas tres estrategias espaciales de crisis, que siempre
tienden a instaurar una disposición espacial particular, 10 Mediante el término «indivisas» se señala que no §e puede dividir a
herramienta de prescripción social que más adelante un individuo en individuos de la misma especie (Auroux (dir.), 1990'
-lo , implican
dcsignaré con eI término «dispositivo» una in- pás.1272).

157
I l¡Éi

I
so los más débiles suelen tener (salvo en casos límites) neal, siempre e¡r la mis¡na vía,11 es forzoso reconocer el
competencias estratégicas, márgenes dc acción, capacida- carácter fragmentario del individuo-actor contemporá-
des de arbitraje, y pueden provocar mediante sus actos neo. Esta fragmentación no significa que el individuo sea
(individuales y/o colectivos) poderosos efectos. un tejido de incoherencias, o que no exista la personalidad
De ahí la necesidad de prestar la misma atención a las -_ese
perfil integrador que se ofrece a sí mismo y a Ios de-
estructuras sociales y a Ia inventiva de los individuos-ac- más, que sintetiza la heterogeneidad de nuestra inte¡iori-
tores, a las «artes del haceD) que ponen en acción, a partir dad y la de nuestra experiencia del mundo-. Sólo quiero
de matrices prácticas propuestas en el conjunto social, es destacar con esa palabra que en un mismo ser humano
decir, formas de uso cuya validez sea reconocida por un hay varias instancias complementarias y (eventualmen-
grupo, de las que Ia persona se apodera eventualmente y te) conflictivas, ya que este debe componerse con esa di-
ajusta a su proyecto. El individuo y lo social son, cada uno versidad, que impregna toda experiencia a la vez que re-
para el otro. un recurso, sulta de la experiencia. Así pues, el individuo es plural,
La opción de otorgarle un amplio lugar al individuo en Ileva a cabo acciones en una pluralidad de mundos de ex-
la reflexión va acompañada por una afirmación indispen- periencia, despliega acciones con una gran variedad d.e
sable: eI indiüduo, en cuanto protagonista social, en cuan- registros, de racionalidades fuorque es multirracional), d.e
to personaje de la sociedad, no ha existido desde siempre. A instrumentos, de actitudes (Lahire, 1998). Sóto el recono-
su manera, Michel Foucault había identificado muy bien cimiento de ese carácter permite comprender Ia aparente
eI problema, a partir de la deconstrucción arqueológica de falta de coherencia que suele revelar la se¡ie de acciones
los saberes de las ciencias humanas, aI insistir, en la con- Ilevadas a cabo por un i¡dividuo en Los diferentes compar-
clusión de Les mots et les choses, en que el hombre moder- timientos, abiertos los unos a los otros, lo cual complica
no occidental (es decir, eI tipo-ideal del individuo-sujeto- aún más las cosas en cuanto a su vida en sociedad-
actor) era una «invención reciente» y, en cuanto tal, su fr-
gura «podúa borrarse» «como un rostro de arena a la orilla
del mar»» (Foucault, 1966, pág. 398). colectiuo en acción
No tengo la intención de entrar en el debate sociológico
ni de recordar Ias grandes teorías acerca de Ia invención Los actores llevan a cabo acciones individuales, en Ias
del indiwiduo. Pretendo simplemente señalar que hay una que interactúan con otros actantes, pero también acciones
doble historia: la de la constitución del yo moderno, del colectivas, cuando actúan intencionalmente junto flo cual
proceso de indiuiduación y de subjetivación no siempre significa de manera convergente, como cierta
-instaura-
ción del sujeto en cuanto yo, dotado de una intimidad (Sen- ingenuidad analítica podría hacer pensar) con otros acto_
nett, 19?9)-, que es paralela y complementaria a la del res, dentro de un grupo, Iatente, semiorganizado u organi-
movimiento de indiuid.ualizació¿ ----construcción del i¿d¿- zado (Crozier y Friedberg, 1972), con los que comparten
uid¿o en cuanto elemento social básico-. una o va¡ias características comunes. La acción colectiva,
También es necesario admiti¡, con miras a comprender al ser fruto del ajuste de las acciones individuales, es tam-
bien los actos espaciales de los actores sociales, que el in- bién vehiculada por un actante particular: el propio colec-
dividuo no es un operador cartesiano, perfectamente ho- tivo. A esta entidad se Ia puede llama¡ «actor colectivo» o,
mogéneo, sin «discontinui.dad» en su persona ni contradic- más estrictamente, «¿s¿¿¡¡g colectivo» tt operador colecti-
ciones internas. Si los hombres y las mujeres, sobre todo uo Qo que permite reservar la palabra «actorr para los in-
mediante el relato es entonces una función relevan- dividuos). Algunos de estos operadores sol organizacio-
-que
te-, regulan a Ia vez su psiquismo y su sistema de rela-
ción con el mundo de los fenómenos y construyen ¿is¿orios 1r De ahi procede la ilusión biográfica,
el poder de esa ficción con
en que aparecen de maner¿r cornplct¿unente r¡nívoca, li- fuerte efecto de verdad.

r58 1l¡.9
7

--
¿es, cuando eI colectivo está real y explícitamente orga- Falta el actor
nizado y regulado; algunas de estas organizaciones son
instituciones, cuando participan en la dimensión política En ciertas situaciones, eI actor puede ser totalmente
de la sociedad. nrivado, durante un lapso más o menos prolongado, de su
La intrincación de las acciones individuales intencio- intencionaliilad estraLégica y de sus Potenciales de op-
prrvaclon
ción; en tal caso, lo denomino agente't" !;sta
nales a cabo en colectivos, pero no todas al ser-
-llevadas
vicio de ese colectivo, como, por ejemplo, cuando un indivi- ser momentánea y consentida: en tareas muy par-
''rrede
duo puede desplegar en su empresa otras facetas sociales ii",,lu."" d.e su üda personal y/o profesional' un individuo
r., y hasia enorgullecerse de serlo'
que no sean Ias de asalariado, o bi.en realizar acciones sin "r.d. ^g..,t.,
".aagentes
'Otros son por obligación' pero no por ello dejan de
relación con las que esa empresa demanda-, de las accio-
Muchos regímenes totalitarios nos han
nes colectivas propiamente dichas y de esa acción particu- ''".r""r lo mismo.
'mostrado que incluso se podía optar por la alienación del
lar que es la del colectivo genérico en cuanto actante (la
misma empresa actuando en calidad de tal, con un regis- propio u"tui r" de actor para convertirse en agente de una
tro específico, cuando, por ejemplo, compra a otra) forma empresa holista.
conjuntos prácticos de una gran complejidad. bonsideramos indispensable hacer hincapié en la com-
He destacado Ia fragmentación del actor contemporá' plejidad de esta problemática de Ia relación actor/agente
neo. Va de suyo que no es forzoso pensar que eI operador !n ia vid" cotiüana: Ia mayor parte de los actores son a la
colectivo constituye un monolito homogéneo: también él uL, en ciertas condici.ones'13 Cuando la rutina de
^g"rrtu",
Ia práctica aliena en parte la reflexividad y Ia competen-
experimenta la fragmentación entre 1as diferentes facetas
(a veces contradictorias, como se 1o puede comprobar d.Iibetatira, un individuo es ganado por eI registro de
"i"
acción del agente, pero vuelve a retomar la condición de
cuando huelguistas y dirigentes hablan en nombre de una
empresa y cada uno de ellos proyecta una imagen diver- actor, sobrelod.o, cuando se le presenta una ocasión' un
gente de aquello que se considera que el colectivo está re- momento de prueba, en el que puede verbalizar y pensar
clamando). Por consiguiente, no hay que perder de vista reflexivamenie su práctica. Esta prueba -señalémoslo-
que detrás de Ia aparente uniformidad de operadores co- puede ser, llegado el caso, Ia situación de entrevista que
mo el Estado, Ia comuna, eI parlamento, etc., se descubre impone un investigador de las ci.encias sociales' En suma'
una profusa reali.dad y divergencias. se podría formular la hipótesis de que eI individuo suele
ser-, aI mismo tiempo, actor y agente' Desde este
punto-de
Hemos visto que los actores se distinguen de otros ac- Un
visia, el ejemplo del magistrado parece esclarecedor'
tantes por el hecho de que demuestran ser los únicos que
tienen la competencia intencional estratégica (es decir, de juez, que ás ilcuestionablemente un agente, también mues-
elabora¡ e implementar una estrategia) y, como ya se ha
sus
ira s,l-pod.. como actor al interpretar el derech,o enjuris-
fundamentos, su contenido, sus proceümientos' La
señalado, Ia capacidad Iingüística y reflexiva. Por otra
parte, y no es poca cosa, los actores construyen los actan- prudencia cristaliza en el texto esa capacidad de actor de
tes no-humanos y los dotan de sustancias soci.ales en el los agentes jurídicos.
propio juego de las situaciones de acción. Los actores co-
Iectivos también están dotados de esas potencialidades,
pero las explotan según otro registro, distinto al del actor
individual. Así, un operador colectivo sóIo habla a través
de los «vocerosr y es evidente que la intencionalidad, Ia re- 12 Térroino que no utilizo aquí en el IliBmo sentido en que lo hace Pie_
flexividad y Ia modalidad estratégica de un colectivo no rre Bourdieu.
son del mismo estilo que las de un individuo. i3 En rerdad. ca¿la operador halla su estatus momentáneo en situa_
ción de acció¡r y habida cuel)ta de esta'

161
1(io
El espacio como operador: de una rnetrópoli en efervescencia,l S dotada de una im-
un ejemplo de casi-personaje presionante dinámica. Desde hace unos quince ar-ros, muy
particularmente luego de 1997, fecha en que comenzó a
Si bien el individuo y los colectivos se muestran como actuar un equipo municipal muy activo, Liverpool cam-
principales y bien reconocidos operadores espaciales, ¿s- bió. Los operadores políticos, apoyados por los medios so-
mo «agencias humanas» de efectivización de Ia espacialj- cioeconómicos y por gran parte de los principales actores
dad, es importante no desdeñar el papel de Ios actantes de la sociedad local, regional e incluso nacional (respon-
no-humanos. El ejemplo del SRAS ya nos ha permitido sables de establecim j.entos culturales y universitarios, así
demostrarlo, pero una entidad espacial particular en sí como de fondos y programas de intervención, muy nume-
misma puede desempeñar ese papel de operador, cuando rosos en Gran Bretaña, etc.), pretendían volver a darle
Ios manejos materiales e ideales se cristalizan en paisajes lustre a Ia ciudad; mejor aún, a hacer de ella una «¿r.¡orld
emblemáticos, en espacios identitarios (lugares, áreas o class cíty»», cuyo desarrollo descansa¡ía en un tríptico a
redes), en realidades espaciales singulares (una montaña, partir de entonces casi canónico: patrimonio y cultura,
un cabo, un pantano), que intervienen en cuanto ¡eales formación e innovación (las universidades estaban muy
protagonistas de una situación social. Numerosos conllic- favorecl.das) y economía mundiaLizada, en medio de Ia cual
tos o controversias espaciales, y también innumerables Ia alta tecnología, Ia investigación y Ia formación supe-
operaciones de ordenamiento espacial y muchas políticas rior, el turismo y los servicios a las empresas ocupaban el
territoriales,l4 se caracterizan por esta intervención des- primer rango.
tacada del objeto espacial actante. Forzoso es señalar que los operadores locales resulta-
ron excelentes para poner en marcha proyectos mowiliza-
dores y para utiliza¡ la más amplia gama posible de apo-
yos institucionales y financieros, tanto regionales como
El <cenacimiento» d.e Líuerpool
nacionales y europeos. En todo caso, su éxito fue patente.
Dos acontecimientos se convirtieron en emblemáticos de
Entre incontables ejemplos posibles, elegiré el de Li-
que me servirá para varios propósitos en esta Ia renovación: en 2004, Liverpool fue eiegida Capital Eu-
verpool
segunda -lo
parte del libro- a modo de ilustración de lo que
ropeá de la Cultura, en nombre de Gran Bretaña, y en
2008 la UNESCO la incluyó como <<maritime mercantile
un geógrafo puede intentar en materia de reflexión sobre
Ia espacialidad. cily» en eI Patrimonio Mundial de la Humanidad. Esos
dos reconocimientos, que para las autoridades Iocales de-
A comienzos del siglo XX, en su apogeo, Ia ciudad de Li-
verpool era considerada por muchos la segunda ciudad del
mostraban Ia buena marcha de Ia política u¡bana em-
prenüda, pues reflejaban la concepción de la metropoüza-
Imperio Británico, Iuego de Londres. Una lenta y prolon-
gada declinación, que se inició entre 1914 y 1918, dejó a ción llevada adelante, fueron muy comentados y celebra-
dos localmente, y suscitaron el entusiasmo de Ia pobla.
Liverpool exangüe a principios de la década del ochenta.
ción. Por su parte, la perspectiva de 2008, de Ia que la mu-
Incluso Ilegó a erigirse en una especie de modelo superla-
nicipaüdad espera resultados ya cifrados,l6 satura desde
tivo del deterio¡o urbano británico. Hoy en día, cualquiera
entonces Ia agenda de Liverpool.
que visite Liverpool descubrirá la mayoría de los signos
r5 El centro de la ciudad cuenta a la fecha con 463.000 habitantes, y
14 Es decir, acciones intencionales llevadas a cabo por instancias polí- el área urbana, a treinta minutos del centro, agrupa a 1.400.000 habi-
ticas institucionales y orientadas a desarrollar un territorio legítimo de tantes.
intervención. Desde este punto de vista, una política territorial involu- rG Por ejemplo, 14.OOO
empleos, 1.7OO.OO0 visitalte8, 2.OOO Eillones
cra la espacialidad, puesto que enfrenta a los actores con el recurso es- de Iibras en inversiones suplementarias, según se Iee en el sitio oñcial
pacial. relativo ál acontecimie to.

162 163
I
Durante todo este proceso, las fracciones de espacio ur- y/o un monumento, incLuso una vasta área dentro de un
bano ocuparon un lugar esencial. Se trataba de sectores territorio.
donde se realizarían grandes intervenciones: en primer Las Torres Gemelas del World Trade Center constituían
término, e[ del «WaLerfronbr, en Ia ribera deiecha del rio uno de Ios emblemas de Nueva York y, en otra escala,
Mersey. Esta fracción lineal del territorio local, constitui- iambién de Estados Unidos, e incluso del ámbito cultural
da por diques y cuencas en estado de semiabandono desde áccidental. Después de todo, Ias Torres Gemelas continúan
existiendo en cuanto imagen perfecta de Nueva York, su
y
hacía veinte años de haber sido eI crisol donde
-después oresencia iconográfica no ha quedado desmentida, como
se forjaron la identidad y eI poder portuario de Liver-
pool-, es hoy Ia piedra angular del edificio compuesto por io señalaba en septiembre de 2004, en vísperas del tercer
todas las politicas locales' EI primer signo de renovación ániversario de la d.estrucción de las torres, un artículo del
de Ia ciudad fue la espectacular restauración de los mue- New Yorh ?imes titulado «Twin Towers Still Stand for
lles Albert, una de las piezas maestras de esa vasta zona New York CitYr.
portuaria que se despliega de manera continua a lo largo Un emblema constituye un ícono del territorio' Este
de varios kilómetros, trabajo llevado a cabo a partir de ícono, cuando se lo ve, Ileva a decir, como de la Torre Eiffel
1983, cuando Liverpool parecía naufragar irremediable- para París, no sóIo «.Eso esló en Pa,rís>», sino «Eso es Porís»
puede decir, pues'
mente. EI éxito arquitectónico y funcional de la restau- iefecto metonímico). En nuestro caso se
que el Waterfront es Liverpool. Un emblema también pue-
ración serviría como prototipo para la reclasificación del puede posibilitar
áe terrer una función simbólica, esto es,
conjunto del área portuaria del Wate¡front' Antes aún de arbitraria
la manifestación de valores e ideas en relación
concluir en su totalidad La rehabütación, el conjunto ar- arbitra-
quitectónico y urbano portuario se ha convertido en un con é1. Así, las Torres Gemelas podían sj.mbolizar,
y
ria secundariamente, a juicio de los actores, la mundia-
emblema colectivo, en la «firma» de la identidad urbana
de Liverpool. Si se admite que Ia imagen espacial es una liz^ció.r, o sea, una noción abstracta y una espacialización
relación entre una visibilidad y un conjunto de signlfica- de escala diferente a la del territorio neoyorquino aI que
dos, para retomar la definición de «imagen» de Jacques emblematizaban. Esta función simbóIica a menudo resul-
Ranciére (2003, pág. 43), eI Waterfront es pues, por exce- ta menos unívoca que Ia del emblema, que se muestra más
Iencia, Ia imagen de Liverpool, Ia mejor image Liverpool. elemental e inmediato, pero poderoso y movilizador, ya
que este constituye un recurso muy utiüzado por los acto-
res en sus acciones espaciales.
El emblema espacial de la renouaciórt La existencia de un emblema supone que este puede fr-
jar espontáneamente valores sociales y condensar, en
He ahí, pues, un buen ejemplo de lo que denomino ern- iarticular, una gran cantidad de características y atribu-
blema espacial: una f¡acción localizable de un espacio, ios que las ideolágías espaciales comunes otorgan aI te¡ri-
este mismo identi-ficable en cuanto entidad significante (a
torió de referencia' También es preciso que Ia disposición
menudo, como el caso que nos ocupa, un territorio s¿ricro espacial emblemática sea puesta en imagen, mediante
unia imaginería a la vez va¡iada y Io suñcientemente ho-
sens¿), que por metonimia representa y sígnifica ese es'
pacio y los valores que se Ie atribuyen. El emblema no pro- mogéneá y normalizada como para que pueda ser com-
cede de una esencia, aunque Ios locutores pretendan ha-
p""t üdt, para que Ia gran mayoría se Ia pueda apropiar,
pu"u qr" se pueda difundir y trasladar a lenguajes verba-
cer creer que exi.ste desde siempre y que expresa, por lo
tanto, eI genio del lugar específico. Surgió de un proceso ies. Un embie^a territorial no existe si no es, por su ico-
de construcción social, cuyo ¡esultado es un recorte y un nografia y Ios discursos y relatos que permite, mediatiza-
ble-, como un es, ereotipo espacial capaz de producir senti-
ordenamiento de Ia disposición espacial emblemática, que
puede consistir cn un dispositivo paisajístico y/o un lugar do para eI grupo humano.

1 61-,
164
Una fracción de espacio se erige en emblema te¡rito- terfront como expresión de la mundialidad posmoderna
¡ial en razón de los objetivos y Ios fines que persigue una de Liverpool, espacio de posibles realizaciones d,e la world
sociedad determinada. Esta operación puede ser explícit¿ class city). A fin de cuentas, en medio de ese Waterfront
y estar muy definidamente encuadrada (como Io demues- aparecen subemblemas: los diferentes diques principales
tran los innumerables ejemplos producidos por las expe- y, sobre todo, las «Tres Gracias», ese grupo de tres cons-
rj.encias de los regímenes totalitarios del siglo XX, que han trucciones levantadas a comienzos del siglo XX, que exal-
sobresalido en esta clase de ejercicio), pero también puede taban Ia potencia conquistadora de Liverpool. A medida
ser parte de una producción casi no objetivada por los ac- que Ia ciudad perdía su soberbia, estas fueron declinando,
tores sociales. convirtiéndose cada una por separado particular,
Por su existencia, un emblema, que determina y valo- -en que con-
una de ellas-, gracias al paisaje arquitectónico
riza el territorio aI espacializar los valores sociales, cons- formaba su asociación, en íconos, en vectores de identifi-
tituye un actante potencial, sobre todo en el campo políti- cación. El documento de presentación de Ia postulación de
co, pero también en el del desar¡ollo de las prácticas y de Liverpool como Patrimonio Mundial de 1a UNESCOl8 es
la economía turística, por ejemplo. Habida cuenta de su muy explícito: «El punto focal del frente acuático (Water-
capacidad para movilizar a los actores y para dar naci- front) es eI trío de construcciones situadas en el extremo
miento a acciones y discursos, los emblemas conforman del muelie: eI ediñcio Royal Liver, el edificio de Ia Cunard
elementos de atracción que tienden a polarizar eI campo y el de Ias autoridades portuarias. Como agrupamiento,
de la acción territorial. conforman la imagen inmediatamente reconocibLe de Li-
Todas estas caracteústicas se presentan claramente en verpool, en particular por el Royal Liver y sus d.os Liuer
eI Waterfront de Liverpool. Su función emblemática es in- Birdslg de cobre posados en Ia cumbre del tejado. Por eI
cuestionable: ícono d,e Liverpool, es un índice de Ia reno- conjunto que constituyen, en medio deI gran espacio del
vación urbana y un sínr.bolo del posible acceso de Ia metró- muelle, componen una de las más impresionantes zonas
poli al rango de world, class city, en razón de la apertura aI portuarias del mundo» (Autores varios, 2002).
Mundo, de Ia diversidad de refe¡encias culturales y de los Se debe señalar el encuadramiento de emblemas espa-
potenciales económicos que denota. Se debe señalar que el ciales que establece e1 texto, desde eI más pequeño hasta
Waterfront, aunque sea una reliquia funcional,lT conser- eI más grande: los dos pájaros de cobre (emblema 1) que se
va una eficacia simbólica considerable. Lo marítimo que yerguen en Ia cumbre del más famoso de los edif:.cios (em-
representa ese vestig'io, aI que se desea cristalizar en for- blema 2) de las «Tres G¡aciasl> (emblema 3), que en sí mis-
ma paisajística mediante la inscripción del frente acuáti- mas se sitúan en el punto focaL del Waterfront (emblema
co en el patrimonio mundial, es lo que permite mostrar 4). Ese Waterfront se impone como el paisaje fetiche, cuya
que Liverpool es una ciudad abierta aI vasto mundo, a su fotografia ilustra casi sistemáticamente los documentos
diversidad, a sus redes. Así, se ha convocado un imagina- oficiales que promueven los proyectos de Liverpool. La
rio geográfico simple y efrcaz, integrado por el relato polí- iconografia producida y difundida por la política Iocal de
tico en eI seno de una ideología espacial coherente: la que Liverpool resulta particularmente abundante (cf. 1os dife-
da apoyatura a Ia concepción de Ia uorld class city. rentes sitios web oficiales), y excede al Waterfront y sus
La puesta en imagen funciona a la vez en el registro re- componentes. Empero, tanto aquella como estos están
trospectivo (Liverpool, gloriosa capital marítima de1 Im- presentes siempre, como si su ausencia le quitara toda le-
perio), actual (LiverpooI, que redescubre sus manes, re- gitimidad aI di.scurso sobre la ciudad. Así, la visibilidad
conquista y valoriza su patrimonio) y prospectivo (el Wa-
rs Cl Liverpoolworldhe¡itage.coDi.
19
1? Puesto que Liverpool ya no es uno de los principales puertos mun- El Líuer Bird. es un pájaro imaginario, que se parece al pelicano v
diales y no volverá a serlo. se ha conver'tido en el emblenra de Liverpool.

166 767

I
deI Waterfront con relación a Ia retórica de renovación y más seres humanos. Dicho fenómeno estructura nuestra
del ingreso a la éIite de las metrópolis mundiales Ie da socialización y nuestra espaciali.dad.
sustancia y legitimidad a la política desplegada, y de- Son cuatro los roles principales de los objetos en la es-
muestra por ld írzogen que 1o que allí se ha emprendido es pacialidad, fuera de los regi.stros funcionales ha-
justo y está bien fundado. blar con propiedad- del compromiso de los objetos -paraen la
Sin embargo, en medio de esta economía semiótica, asÍ práctica, es decir, esos preafectados por aquello que quien
como en medio del territorio físico, eI Waterfront no es los concibió quiso como norma de uso. Este uso funcional
más que un objeto espacial, eI destinatario de una acción. no es, sin embargo, separable de los otros tipos de compro-
Se consolida también como uno de los protagonisÚos del miso, y a menudo los funda. En cada uno de esos roles, e1
sistema de acto¡es de Ia renovación urbana, presente en objeto puede estar afectado por un estatus de actante más
Ia escena pública, a través de las imágenes que permiten o menos marcado, desde el de simple operador hasta el de
movilizar sus valores ciudadanos y ponerlos en circula- un casi-personaje.
ción entre todos los operadores. A partir de ello, esta frac- 1. El primer rol clasificación que sigue no es en ab-
ción del territorio de Liverpool se muestra como uno de los soluto jerárquica--la es el de objeto marcad,or, o sea, el que
actantes de la política urbana, o sea, un actante espacial, contribuye a que los individuos identiñquen los diferentes
y, en cuanto tal, dotado de una forma material identifica- espacios de acción. Se trata, en este caso, de una capaci-
ble, de atributos de identidad y ciudadanos, y capaz de ha- dad común, pero que no deja de ser importante. EI objeto,
cer reaccional e inte¡actuar a los demás operadores, que y también, más globalmente, Ia conñguración que forma
hablan de éI como de un casi-personaje. Gracias a los dis- con otros, a menudo califican un espacio de manera muy
cursos descriptivos (que enuncian una calificación de los eñcaz, hasta confe¡irle una calidad, e incluso una identi-
operadores acerca del estado de la sociedad local y de su dad, aunque sea subrepticiamente y sin que eI usuario
espacio), los relatos (que presentan como intriga lcf. infra) pueda y/o quiera verbalizarlo. Pensemos en lo que consti-
a la poütica llevada a cabo) y 1as imágenes (que permiten tuye el perímetro doméstico de la casa, o el del espaci.o pú-
que eI espacio «haga un buen papel»), el casi-personaje Wa- blico, cuya reciente empresa de recalificación se tradujo,
terfront está muy presente en la escena política púbüca. justamente, en una proliferación del «mobiliario urbano».
En ciertas circunstancias, el retiro de un marcador o eI
agregado de uno nuevo se puede experimentar muy viva-
El trato d,e objetos mente, y puede llegar a provocar hasta un trauma.
2. Nos deslizamos, de esta manera, hacia una segunda
Resulta oportuno, por otra parte, interesarse en eI es- «función», que se combina con Ia anterior y nos pone en
tatus y en los roles que desempeñan los objetos mate- presencia del objeto identiterio, eI cual contribuye, a veces
riales entran en Ia constitución de todas las dispo- poco, a veces mucho, a Ia identficación social y espacial de
-que
siciones- en la dinámica de las situaciones espaciales. Ios sujetos- Se supera así la referenci.a calificadora para
En determinadas ocasiones, esos objetos, esas cosas, pue- desembocar en Ia apropiación de los espacios por los acto-
d.en cumpür la función de operadores de Ia espacialidad. res. Cada uno de nosot¡os tiene sus fetiches cargados de
La importancia de nuestro trato cotidiano con los objetos afectos, puntos de anclaje del imaginario y de la memoria
comunes, de todos los tamaños, en las situaciones más o erigidos en emblemas del espacio personal, por más que
menos ritualizadas en que los encontramos ¡gqsss- se trate de objetos sin importancia a juicio de los demás y/o
-5i¡
riamente utilizarlos-, parece evidente. Ese trato consti- funcionalmente banales, que marcan y pautan eI mundo
tuye Ia trama de fondo de nuestra existencia, en la medi- vivencial. Puede tratarse de simples objetos domésticos:
da en que cada vez más nos vemos confrontados con Ios un teléfono móvil; alguna chuchería más apreciada que
objetos técnicos, a veces más intcnsamente que con los cle- las dem¿is por(lue parcce casi fr¡rntar pnrte dc uno misrno;

I6u 169
la bicicleta de carrera, amada por eI ciclista dominguero; plazas públicas. Los objetos de la transición asegurada de
el tatctmi, componente elemental en los hogares japone- un espacio a otro son ahora las balizas comunes que jal.o-
ses, base de toda la gramática espaci4l doméstica y, ¿1 nan nuestros espacios vitales. ¿Le prestamos a esta evolu-
mismo tiempo, vector de la identidad cultural nipona. O ción la atención que merece?
bien objetos más voluminosos; el automóvil, que pa¡a una A veces, este fenómeno va acompañado por un despla-
cantidad no despreciable de individuos representa lo que zamiento que sólo es ideal: por ejemplo ejemplo li
les gusta mostrar de sí mismos a los demás en el espacio; terario en este caso, pero cuya pertinencia-unen términos fe-
la máquina con la que se trabaja en una empresa o en un nomenológicos es incuestionable-, eI «viaje» a Combray
laboratorio de investigación; la que permite definir una que Marcel Proust narra a partir de Ia experiencia de la
competencia y justificar una posición, un lugar.20 taza de té y de Ia famosa magdalena, objetos que no lo
3. A este rol emblemático se agrega otro, aI que llama- Ilevan fuera del campo, sino hacia un repliegue de la t¡a-
ré distíntivo, pues La <<cosar es signo de distinción. En este ma espacial, hasta entonces oculta. La t¡ansformación de
marco, el sujeto alega Ia posesión y eI uso de objetos para las cosas comunes Ie permite aI narrador, y seguirá per-
colocarse en un lugar particular del tablero social, acto mitiéndoselo, realiza¡ Ia primera experiencia sensible,
que defrne, al mismo tiempo, una posición espacial «justa» una vez almacenada, de recorrer, reconociéndolos, esos
con respecto a la imagen que el individuo tiene de su esta- fragmentos de Ia memoria espacial, que de ese modo vuel-
tus y de Ias pretensiones que abriga. En eI capítulo si- ven, a Ia luz de la vivencia, a un lugar muy preciso. Se po-
guiente, a partir de un texto de Sai.nt-Simon, veremos un d¡ían recordar numerosoa casos en que los objetos institu-
ejemplo de objeto distintivo en acción. yen anamnesis o evocaciones menos nostálgicas y compro-
4. Finalmente, propondré la noción d,e objeto trdnsiti- meten.más directamente los marcos actuales de la vida
uo. Se trata de objetos que permiten experimentar y mar- social del individuo, aunque todos ellos aseguran Ia tran-
car el pasaje desde una fracción espacial bien califrcada a sición desde un «rincón del mundo» así como Gaston
otra. Este mecanismo es importante en la vida cotidiana Bachelard llamaba a la casa- hasta -es
otro, sin necesidad
para significarle aI usuario la alternancia de espacios de de recur¡ir aI trayecto fisico.
naturaleza y estatus diferentes: contribuye a que el indi- Desde luego, estos cuatro roles no son irreductibles en-
viduo integre eI conjunto de fracciones espaciales en un tre sí; por 1o general, un objeto «funciona» simultánea o
espacio global de referencia, aunque no esté frjo y sus lí- sucesivamente según esos dife¡entes registros. En todo
mites sean imprecisos. Es sorprendente obse¡var la ac- caso, me parece que la atención hacia los objetos se justifi-
tual multiplicación de esta clase de objetos. En efecto, Ias ca por cuanto a menudo son, a minima, comunicadores
«exigencias» de seguridad conocidas en nuestros días entre Ia espacialidad (contribuyen a generar y organizar
llevan a establecer en todas partes una cantidad cada vez operaciones espaciales) y los operadores espaciales.
mayor de barreras de frltrado, de puertas de seguridad, de
máquinas de rayos X para los equipajes, de sistemas de
cámaras de wigilancia, sobre todo en aeropuertos, po¡ su-
puesto, pero también en centros comerciales, espacios de La acción espacial
recreación, museos, bibliotecas, instituciones públicas,
empresas, laboratorios de investigación, gqted conmuni- Pod.emos ocuparnos aho¡a del segundo postulado
úles o inmuebles privados de acceso controlado, calles y anunciado: toda acti¡¡idad compromete una relación del
operador con Ia dimensión espacial (ideal y/o material) de
Ia sociedad. No se pueden separar, pues, actos que serían
m Nos ateueroos aquí a u¡ re8istro de atención sobre hechos ínñmos
espaciales de otros que no lo seúan, puesto que ya siempre
que Pierre Sansot valorizó bien, a su manera, en Les fornr.es sensibles de
lo son. E¡r efecto, incluso ltr práctica más simple exige do-
la uie sociale (1986).

170 171
minar eI espacio, poner en práctica diferentes tecnologíag te, una apuesta. Para los humanos, el espacio es ante todo
de Ia distancia, jugar con eI recurso espacial. Todas las ac- tt recurao de ualor(es).
Se puede definir eI valo¡ espacial como eI conjunto de
tividades imponen alcanzar Ia buena organización espa-
cial, elegir el. buen lugar para sí mismo y para Ias demás cualidades socialmente valorizables de un espacio. Para
realidades, eI buen modo de relación con cada una de ellas los operadores, este último no es un material neutro: cier-
(y con sus espacialidades propias), que se disponen en si- tos espacios tienen más valor que otros, fenómeno muy ac-
tuación. Aun cuando todos estos ajustes espaciales no lle- tivo en 1os procesos de diferenciación espacial- Si bien esta
ven a la conciencia del «practicante», que persigue otras comprobación no deja ninguna duda, no por ello se debe
finalidades, remitirían a registros bien identificables de caer en la natu¡alización de los valores espaciales ni creer
la espaci.alidad humana. en su carácter a-histórico. No se debe suscribir la idea de
que cada espacio tiene intrínsecamente un valor inmuta-
ble y eterno. Esta mitología sigue estando muy viva en el
No sobre, sino con sentido común y también entre numerosos practicantes y
expertos de la arquitectura deI ordenamiento espacial,
A mi juicio, Ios operadores no actúan sobre eI espacio, del urbanismo.
sino co¿ eI espacio. ¿Qué significa esto?: que eI espacio no EI valor de un espacio es el que los individuos, Ios gru-
es una simple extensión material, soporte de prácticas pos y Ias organizaciones, en un determinado contexto his-
que Ia expresión <<actuar sobre» denota y connota-, tórico, proyectan y fijan en é1, en razón del estado
-lo
sino un recursozt social híbrido y complejo, movilizado y -en lay
sociedad de que se trate- de los sistemas de defrnición
así transfo¡mado en, por y para la acción. Por otra parte, calificación de los valores sociales. Así, ha sido posible
un rasgo permite diferenciar a los actantes humanos de mostrar la evolución de Ios valores afectados a la montaña
Ios no-humanos. Puesto que los humanos son actores so- a partir del siglo X\{II en Europa, o a lás costas (Corbin,
ciales dotados de atributos de lenguaje y reflexivos, y es- 199O), y vincularla con cambios más generales de las sen-
tán insertos en una sociedad cuyas características organi- sibilidades, de los esquemas intelectuales, de los conoci-
zativas y sistemas normativos incorporan, eI espacio se mientos, de Ios marcos económicos y sociales; entre estos,
convierte en un verdadero bien social: de allí que resulte eI desa¡rollo de los medios de transporte y la consolida-
importante hacer con é1. ción de Ias actividades recreativas y del turismo no deja-
Los no-humanos, o aI menos algrrnos de ellos, poseen la ron de tener su influencia-
capacidad, socialmente construida, de convertüse en pro- La cuestión del valo¡ remite, pues, al anáIisis de las
tagonistas de una situación y contribuir así a lanzar y/u condiciones sociales generales y a Ia condensación en las
orienta¡ Ia actividad espacial de los humanos. Pero eI es- disposiciones espaciales de valores (positivos y/o negati-
pacio no se les muestra nunca como un bien, y ello, justa- vos) por los actores sociales. Esta condensación
mente, porque son operadores, y no actores. En el caso de -tanto
ffsica, en objetos espaciales materiales particulares, como
Ios no-humanos, eI espacio es un material sin valor(es), ideal, en ideologías y representaciones- valoriza el espa-
aun cuando las operaciones que se les imputan22 contri- cio y espacializa los valores, confrriéndoles así un registro
buyan a valorizar un espacio, a hacer de é1, eventualmen- específico. Dicho fenómeno inyecta eI espacio en el univer-
so del sentido e inscribe el sentido en la dimensión espa-
21 Empleo eI térmiuo «recurso» de manera neutra. Así, rJ\L recurSo
cial. Esta pareja interactíva espacialización-semantiza-
puede ser una inlposici¿i¿ espacial. EI hecho de estar obligado a ajustar-
ció¿ instaura el estatus de objeto valioso del espacio, esta-
me espacialr¡ente a veci¡os que no aprecio e¡¡cuadra en el recurso de la
necesidad de á.ace¡ con el espacio. Aclaro esto pa¡a expresa¡ que no tus cuyo alcance nos permitió apreciar eI ejemplo del Wa-
rrbordo l¡r nociórr de re"rrrso "n forma irrgenua. terfront de Liverpool.
22 Y esta inrputación siem¡rrc es obta humana
'

t72
En ciertas circunstancias, en el. marco restringido ds1 ¿¿da elemento sostiene y
justifica a1 otro), reificado por
intercambio comercial, el precio es una forma dc expre- 1os propios protagonistas y que ante todos aparece, a par-
sión del valor espacial. La traducción del valor social glo- tir de ello, como exterior a las personas, como un dato ob-
bal en precio (valor social condensado) es un proceso com- ietivo que expresa el estado de una fracción urbana. cons-
plejo. El caso del mercado inmobiliario en general y urba- iitry. rn indicador mixto (cuantitativo y cualitativo) del
no en particular se rerzela, desde este punto de vista, muy valor esPacial.
interesante para circunscribir la construcción de los valo- E1 precio traducido en cifras de 1os valores espaciales
res espaciales, su circulación en la inte¡acción entre los ouede ser considerado un buen indicador de la importan-
actores y su papel en el proceso de construcción de nuevas d"."ro", aunque no se llegue en verdad a identificar
disposiciones urbanas. "iu
únicamente en el precio lo que en realidad son. Por el con-
No se trata de reducir el valor de un espacio a su ev¿- trario, si al anáIisis de los precios i.nmobi.liarios se agrega
luación inmobiliaria, como bien raí2, sino de comprende¡ el de los sistemas discursivos que están asociados a los
mejor que en el mercado rigen poderosas convenciones precios, y si se intenta pensar las lógicas y las formas de
normativas de evaluación y valorización, construidas y esta asociación, se ingresa en un proceso de comprensi.ón
aceptadas tanto por los vendedores como por los compra- de los vaLores fijados y de los modos de fijación de estos.
dores, es decir, un modo común y convenido de designa- Por añadidura, se da la posibilidad de diferenciar espacios
ción de un orden de magnitud de las cosas (en este caso, (dentro de una misma entidad urbana y/o entre üferentes
los valores espaciales). Así, Ia evaluación del valor mone- entidades) que, reunidos en una misma clase de precios
tario de un bien se basa en criterios simples, a la vez «ob- inmobiliarios, resultan, sin embargo, muy diferentes en
jetivoor (ubicación en la ciudad, accesibilidad, atractivos cuanto a las convenciones discursi.vas que pubücitan la re-
del bien, de1 entorno y del barrio) y «subjetivosr (represen- presentación de sus valores y en cuanto a los valores que se
taciones de las mismas ubicaciones, accesibilidad y atrac- les asigna.
tivos que poseen los operadores, articulados con Ia visión
que tienen los vendedores de la imagen que Ias diferentes
categorías de comprador-tipo se hacen de Ios criterios an- Io" dos recursos d,e la acción espacial
tes mencionados). J
Esta const¡ucción y estabi-lización del valor espacial en ¿En qué consiste exactamente este recurso espacial
valor inmobiliario no se resume en la asignación de un
el. cargado de valor, que un operador puede movüzar en una
precio. En efecto, este sóIo es tal respecto de los discursos acción cualquiera?
que 1o acompañan (eI muy específico y estandarizado de 1. Hay, ante todo, un espacioyo dodo, es decir, una dis-
los anuncios inmobiliarios, eI de las publicidades para posición preexistente a Ia acción, a Ia vez como materia
operaciones de construcción, el del intercambio entre el organizada, mensajes e imágenes. Tomemos dos ejemplos
comprador y eI vendedor, etc.) y lo hacen circular entre los aparentemente muy poco comparables: Times Square, en
operadores. Así, al enunciado discursivo, escrito Nueva York, y un aula cualquiera de un instituto cual-
-forma
que ofrecen Ias convenciones más unificadas y económi- quiera. Cuando entro a un saión de clases, el espacio se
cas, sin duda las más significativas en términos de eva- presenta formalizado, está (¿bien?) dispuesto: la sala está
luación y las más abiertas a las comparaciones intra e in- cerrada, delimitada; las mesas y las sillas se halLan en
terurbanas- u oral, que caracteriza al bien se agrega el cierto orden; Ias paredes pueden estar cubiertas de carte-
precio, que condensa en valor monetario las cualidades les § las mesas, de grol/ili); el pizarrón, si no ha sido bo-
(objetivas y subjetivas) evaluadas, cualidades que el de- rrado, deja ver las anotaciones de una clase anterior. Los
mandante adquirirá con el bien en cuestión. Este conjun- operadores se apoderarán de esta forma y de los signifi-
to «precio + calificación discursiva convencional» (donde cados que la caracterizan. Se inscribirán en su espaciali-

174 t75
dad, que consistc, por ejernplo, para un docente ,en
rnenzar de buena o mala gana por borrar el przarró¡, enos sonoros, Augoyard fue en la década del ochenta un
cual induce una posición relativa con res p ecto a los otro onero deI enfoque de Ios ambientes arquitectónicos
opetadores, posición que no puede dejar d e tener efe 995, 1998). Demostró que el anáIisis de las situaciones
Al respecto, se sabe que en ciertas c rrcunstancias resul acción debía abrirse aI examen de La interacción sensi-
delicado volver la espalda a los alu mnos antes de le entre eI individuo y 1o que Io rodea, y propuso valiosos
zar a dictar la clase. Cuando lle go a Times Square,
come rogl:amas de investigación, que permitieron precisar la
enfrentado, en otra escala, con una situación comparabl
me ción de ambiente (Amphoux, 1998) y profundizar en los
tan rutinaria como la anterior SI todos los días tengo dos de enfoque originales de1 entorno sensible (Gros-
24 Dos aspectos de esos trabajos re-
atravesar ese espacio que es en sí mrsmo un mundo q ean Thibaud, 2002)
y
periencias. Me es preciso capta¡ u n dispositivo de e tan particularmente importantes. Ante todo, el am-
mate¡ial nte es abordado de manera ünámica, puesto que no se
un universo de signos e imá genes, aquí proüferantes.
ta deI contenido estático de una cosa construida, sino
En ambos casos, debo co locarme en relación con
las realidades copresentes, en particular con la
toda una interacción dinámica, in situ, entre un actor, un
mirada d torno material y construido, un conjunto de representa-
esas realidades particula res que son las demás perso-
nas.23 Tengo, pu es, que encontrar Ias buenas distanc nes sociales, técnicas y estéticas referidas a ese entor-
ras y y a }a propia prácti.ca. Así, se puede demostrar que ca-
los buenos luga res. Pero he ahí que esto nos lleva
segunda dime nsión de 1o preexistente, es decir, a lo que
a a acto establece una configuración sensible dinámica,
permite oper ar a un operador, o sea, realizar op le wincula aI individuo con lo que Io rodea.
eraclones Sin embargo punto fundamental-, esa re-
a partir de ese primer potencial que constit uye la -segundo
disposi- ción sensible sóIo expresa una dimensión fisiológica de
ción de ma teriales, imágenes, mensajes.
2. En efecto, el a ctor actuará, habida cuenta de
la acción espacial, pues el uso de los sentidos deriva de
curso espacial o, m ás exactamente, de lo que de
este aprendizajes eminentemente cultu¡aLes. Los sentidos
él a pre- constituyen una de las modali.dades de expresión de las
hende, mediante el juego combinado de sus sentidos y
competencias prác ticas. Los sentidos
sus competencias prácticas, entendidas estas como eI conjun-
Io olvide to de capacidades de que dispone un actor para llevar a
no cuentan poco en la definición que el -no
individuo formula cabo una acción. Esas competencias práctj.cas, en lo que
acerca del carácter de una situ ación. Cada situación
acción instituye una configura ción sensible, dinámica,
de concierne al espacio, las agrupo dentro del capítal espa-
que expresa la interacción per manente, mediada por ciol, es decir, eI conjunto interiorizado de los modos de re-
los Iación (intelectuales y prácticos) de un individuo con eI es-
sentidos, entre el actor y aque Ilo que 1o ¡odea. Las
rela- pacio-recurso.
ciones de un actor con los sonid os, los colores, las
luces, las Ese capital, que se inscribe en el capital social de cada
temperaturas, los olores, pero también con la ergonomía
uno, se constituye socialmente en y por la experiencia. Re-
de los materiales (los de los suelos, las paredes,
Ios ob sulta instituyente de la práctica espacial (sus registros y
tos), resultan fundamentales e n Ia calificación que
este modalidades), aI mismo tiempo que es instituido por ella.
tor hace de las conüciones de s u expeltencia.
Contrl.buye a la definición de Ia identidad social de un in-
Al respecto, los trabajos lI evados a cabo por eI labora- dividuo. Esta idea de capital me parece importante para
torio Cresson, de Grenoble , bajo la autoridad de Jean-
Frangois Augoyard, constit uyen avances científicos salir de un inmanentismo del hace¡ en nu-
rele_ merosos enfoques de las ciencias sociales -detectable
que adhie¡en en
vantes. A partir de investi gaclones dedicadas a los fenó-

24 Métodos de aicloanálisig muy sutiles, sob¡e todo el del ¡ecorrido


23Los otroe, porel hecho de su presencia, ñuy a menudo
contribuyen comentado, que permite reunir los juicios de calificaciones sensibles
a «coconstrltir» la sitr¡acjón espaciál que experimcn¿o.
que un actor en desplazamiento enuncia acerca de lo que lo rodea.

176
777
mayor o menor medida a} pragmatismo- que desconoce una lógica a la vez paradójica y esencial, que nos aleja de
la importancia de la memoria espacial, de los hábitos, los la supuesta incoherencia de los locutores para llevarnos
usos y costumbres de1 operador en materia de juego con Ia ante un hecho fundamental: los actores eligen 1a contra-
distancia. Si bien es cierto que cada acto espacial es una dicción con perseverancia, desbaratan 1os pronósticos en
aventura, abierta cuando menos al azar, si no siempre a 1o materia de acción, se muestran difícilmente asignables a
desconocido, esta aventura experimenta sus condiciones categorías en los casos de una matriz de prácticas dema-
de posibilidad. Entre ellas está lo que eL actante conoce so- siado rígida y que olvida que, en 1o que atañe a los ape-
bre el espacio y la espacialidad en general, sobre el espacie titos y los rechazos, Ios individuos mezclan los géneros.
preciso de la situación de experiencia que tiene que vivir y Así, en el momento en que una acción va a comenzar, e1
de los registros de espacialidades que impone o sugiere. operador tiene la posibilidad de explotar, más o menos ex-
Este saber más o menos objetivable, esta competencia pIícitamente 1os niveles de objetivación, que pue-
den mostrarse -según
muy variables-, dos tipos de potenciales:
para pensar, sentir, actuar en Ia configuración dinámica
de la situación, proceden de una capitalización, de una in- el potencial de la disposición preexistente y eI potencial
tegración mental de esquemas de aprehensión y de reper- del capital espacial que le ofrece identificar, mediante los
torios de acciones, fruto de J.as experiencias sociales. Hay sentidos y la cognición, Ia situación espacial de experi.en-
allí una buena parte de normas y valores colectivos, inco¡- cia en que se halla. A partir de esto, y en un juego perma-
porados y traducidos aI Ienguaje particular, idiosincrá- nente de adaptación y ajuste, eI actor dispone espacial-
sico, del actor, y una buena parte de singularidades. No es mente las realidades espaciales, organiza esas realidades,
preciso ver en ese capital una férula, un determinante de materiales e inmateriales ellas, é1 mismo-, en un
-entre
dispositivo de distancias relativas.
prácticas unívocas. La espacialidad, como toda acción so-
cial, se caracteriza más bien por Ia tensión dinámica entre Este dispositivo, que es siempre un trabajo con eI espa-
Ia costumbre, Ia rutina, la reproducción y 1a creatividad, cio y Ias distancias, expresa la espacialidad: ¿qué queda
la innovación, eI cambio, la espontaneidad adaptatlva. Ni de éI una vez que cesa Ia situación precisa a Ia que da 1u-
inmutable ni exclusivamente cambiante, une 1o inva¡ia- gar? Un dispositivo, una disposición de materiales, men-
l

ble y la variación, impulsa a apreciar todo y su contrario, sajes, imágenes (eI salón de clases, Times Square, para
y Io justifica mediante un juego de lenguaje. Georges Pe- volver a nuestros ejemplos), más o menos modificados por
rec había puesto de manifiesto muy bien, a su manera, Ia la acción interactiva del operador y un capital espacial,
contradicción de sus gustos espaciales en un texto famoso, también é1 más o menos modificado y enriquecido por la
«De Ia dificultad de imaginar una Cité ideal>», del cual no experiencia y por su memoria (selectiva). Y eI todo queda
a Ia espera de nuevas acciones.
resisto citar las primeras frases @erec, 1985, págs. 129-31):
Una vez planteado esto, cerremos pues e1 círculo: cuan-
«No me gustaría vi¡rir en Norteamérica pero a veces sí. do el actor, al actuar, hace con el espacio (a menudo, en in-
No me gustaría vivir a Ia intemperie pero a veces sí. teracción con otros actores), contribuye a poner en mar-
Me gustaría wivir en e1 quinto pero a veces no. cha y en forma nuevas disposiciones espaciales; por lo
No me gustaría vivir en üna torre pero a veces sí. tanto, fabrica espocio. Se comprende entonces que la rela-
No me gustaría vivir de expedientes pero a veces sí- ción entre espacio y espacialidad no exprese una ¡elación
Me gusta vivir en Francia pero a veces no. causal simple, una consecución entre los dos términos.
Me gustaría vivi¡ en el Gran Norte pero no demasiado I La organización del espacio geográfico, en todas las es-
calas, desde eI lugar hasta eI Mundo, se inscribe en Ia ins-
tiempo (. . .[.
tau¡ación y a la vez procede de la combinatoria de las ac-
El resto del texto prosigue según e1 mismo procedi- ciones de los actantes. Ese proceso de construcción del es-
miento de afirmaciones contradictorias. Perec expresa pacio-recurso por la espacialidad en verdad rro ha finali-

178 179
zado, en el sentido de que sólo una minoría de actores ac- 4. Una geografía de las situaciones
túa para organizar a sabiendas, explicitamente, el espacio
colectivo (aunque cada individuo pueda contribuir a la
construcción de1 espacio, como lo demuestran Ias prácti-
cas). Tampoco está ya totalmente regulado y controlado,
aunque haya numerosas instancias que enuncian y apli.
can más o menos directamente la norma espacial. Así, I¿
construcción espacial de las sociedades mediante Ia agre-
gación de acciones constituye un proceso impuro, multi-
rracional, donde coexisten múltiples divergencias, Ios Para intentar entreabrir, por lo menos, esa caja negra,
controles son parciales y el desorden no da paso al orden. para salir de Ia opacidad de Ia complejidad (sin negarla) y,
Sin embargo, está autoorganización ¡elativa fabrica espa- pese a todo, pensar Ia acción espacial y sus funciones, pro-
cio a partir de las acciones: semejante caja negra encierra pongo focalizar Ia atención en cómo los actores (individua-
eI enigma que movi-liza al geógrafo. Ies y colectivos) en acción fabrican espacio(s). A partir de
allí, importa analizar microsituaciones espaciales, aque-
IIas donde se pueden captar mejor los juegos directos de
los operadores con eI espacio. Se llama «situación» s ¡¡¿
convergencia relacional que no signilica consensual,
-lo de actantes en la cual se de-
ni necesariamente prevista-
sarrollan estrategi.as de los actores y se manifiesta Ia im-
portancia de Ias herramientas y de objetos diversos- En
una situación, los operadores, y sobre todo los actores, se
someten a la prueba del espacio.
Avanzaré en mi explicación basándome en casos que
me permitirán mostrar con claridad las características de
la espacialidad y que llevarán, en particular, a una mejor
comprensión de la complejidad de las disposiciones que
instaura una práctica espacial.

La prueba del espacio


Un ejemplo tomado de Ia literatura, que a mi parecer
es muy explícito, resultará útil a los fines de presentar Ia
acción espacial.

Un incid,ente
En un célebre pasaje de sus Mérnoires, Saint-Simon re-
lat¿rla vida y 1a muerle del príncipe de Conti, al que esti-

IUO 181

I
maba mucho. Al narrar los funerales de este, que tuvieron ciente cantidad para todos 1os duques, y, según las reglas,
lugar en febrero de 1709, Saint-Simon se detiene en un se colocó urro
junto al del Señor Príncipe de Conti, que era
episodio muy significativo para un geógrafo. Citaré un en un todo igual al suyo, en la misma línea, y a continua-
fragmento bastante largo de ese texto del memorialista de ción otros cuatro o cinco, y luego todos los que había, uno
«estil.o fulgurante», como lo designaba Montherland: «§g iunto a otro, y uno más para el último duque, a Ios efectos
celebró (. . .) un soberbio servicio, donde todo abundaba; l¿ áe que todos fueran considerados sillones. y que todos los
famiüa sóLo había invitado a los obispos y a los parientes duques estuvieran sentados en ellos. Así se vio que los ha-
(. . .). EI Señor Duque, ei Señor Duque d'Enghien y el Se- bía de reserva para casos de necesidad, con Io que la ma-
ñor Príncipe de Contil hacían eI duelo. Los obispos se mo- quinación fracasó y eI Señor Duque se mostró indignado».
lestaron al comprobar que no contaban ó-n sillones (. . .). Se ve aqui con claridad cómo se fijan Ios contornos de
Sin embargo, tras algunos movimientos, tomaron asiento una escena con (por Io menos) cuatro «participantes»:
en sus "formas".2 La regla habitual era que en esas cere- 1) Ios individuos-actores,3 que actúan en función de su
monias todos debían recibir el mismo tratamiento que ha- rango, ponen en acciín estrotegias y buscan }os rn ed,ios pa-
búa observado en vida el príncipe cuyas exequias se reali- ra alcanzar sus /ines este caso, para satisfacer algu-
zaban. Por eso mismo, los duques debían disponer de si- nos de sus apetitos; en -en
otros, para hacer valer su posición-;
llones en un todo iguales a los de los príncipes de sangre 2) la sociedad cortesana, en la que se mueven Ios pri-
real. EI Señor Duque, siempre afecto a las maquinacio- meros mencionados, que los hace eústü tal como son § ya
nes, Ios había ocultado: sólo quedaban tres para los tres no como eran sus padres y sus abuelos, que bajo Luis XIII
púncipes del duelo (. - .). Los primeros en llegar se dieron vivían y se comportaban de otra manera) y a la que hacen
cuenta y se quejaron en voz alta, mas eI Señor Duque hizo existir tal como ella es doble relación de confi.gura-
oídos sordos. Poco después Llegaron los Señores de Lu- ción-, y cuyo «arbitraje» -una
algunos, en definitiva, aceptan @
xemburgo, La MeiJleraye y La Rocheguyon, quienes Ie ha- pesar de rodo, aunque poniendo de manifiesto su descon-
blaron sobre eI asunto; el Duque se excusó por la falta de tento de actores;
sillones y por no saber dónde conseguirlos, a Io cual los 3) eI «colectivo» concreto, formado por Ia asamblea reu-
tres duques Ie manifestaron que entonces iban a retirarse rrída hic et nun c, Ia instancia social la que se desarro-
junto con todos los demás. Esa pronta decisión asombró aI -en
lla y se resuelve eI incidente- q\e representd a la socie-
Señor Duque: quería dar un ejemplo de modo indirecto, dad muestra probatoria de esta- y que meüatiza
pero que rechazaran los sillones le parecía algo inacepta. -una
La relación entre los individuos y la sociedad «abstracta»;
ble. Alegó que nunca había imaginado no ofrece¡les sillo- 4) el espacio, por úItimo, omnipresente.
nes, que no sabía cómo hacerlo; Iuego, al ver que aquellos Esta intriga, que se concentra en torno a la cuestión
señores ya le hacían Ia reverencia para retirarse, los detu- del deco¡o, produce una espacialidad simultáneamente
vo y dijo que era necesario, no obstante, enconttar el modo «objetiva» decir, que se puede describir en términos
de satisfacerlos. Entonces, la treta se reveló por entero: de -es
de üstribución fisica de los objetos y los indiwiduos, y de
inmediato aparecieron sillones desde Ia parte de atrás. El sus múltiples y respectiYos desplazamientos- y simbóü-
Señor Duque se excusó diciendo que no los habia en sufr- ca. La microgeog¡aIia, instituida por el ballet de los acto-
res y las cosas, constituye eI síntoma visible, ante todo,
I del disfuncionamiento del teatro social el Du-
O eea, reepectivamente, Luis III de Borbón, hijo del príucipe de -cuando
Condé lo tanto, nieto del Gran Condé- y cuñado del difunto, su que decide, por cuenta propia, asignar sillones solamente
-por
hijo y, ñnalmente, eI hijo del príncipe de Conti, cuyos funerales narra a los príncipes del duelo y, después, cuando finge que no
Saint-Siñon.
2 Las «foroas» eran bancos forrados elr tela, o sea, asientos muy poco
3 Este episodio se sitúa al comienzo del proceso histórico de indivi_
dignos en comparación con los silloncs, que ocupaban, corno veremos, el
centro de lá es.ená duación e individualización-

182 183
puede poner en orden 1o que los duques consideran una Dresenciar en ocasión de ttno de mis desplazamientos cn
escandalosa denegación de sus de¡echos-, luego del re- Ll tre., d. alta velocidad (TG$, en 1999. Dos jóvenes (se-
greso a la normalidad. Aquí, el espacio tiene sentido, ño- gún me pareció, veinteañeros), que s.in duda se conocian y
blo explícitamente a través del juego de presencia-ausen- v.iajaban juntos, compartían una plataforma entre dos
cia de los sillones. Estos, cuando el asunto queda resuelto- vagones (Ia unidad estaba atestada). Yo también me ha-
reúnen
- al conjunto de quienes tienen derecho. "ryo "rn- Ilaba allí, esperando que el tren llegara a la estación. Los
go los lleva a estar sentados en dichos asientos, y ni si- jóvenes hablaban de una cosa y otra, en tono jovial, ale-
quiera pueden considerar Ia renuncia a ellos, ya que la gre. Mientras el TGV disminuía la velocidad y se aproxi-
pérdida del objeto sería una pérdida de identidaa y aL aig- maba a la estación, la conversación de ambos se interrum-
nidad- y delimitan estos y a otros ind.ividuos que, p; pió, se instaló un silencio entre el1os, circunstancia que re-
su parte, no pueden -a pretender gozar de tales asientos, los gistré y que hizo que prestara mayor atención a mis com-
que a partir de esto quedan relegados aI trasfondo de la pañeros de viaje. En aquel momento estaban sentados
escena, porque no son (aquí, en el sentido literal de la ex- frente a frente, cada uno de ellos en uno de esos asientos
presión) del mismo rango-. plegables, a uno y otro lado de Ias puertas de1 vagón
A partir y alrededor de los sillones por la hecho de situarse frente a frente siempre atrae la aten- -el
disputa, cuyo comienzo o final determinan, -dotados
del papel de ción del observador, pues maximiza las probabilidades de
operadores-4 se cristaliza una geografía dL p."- alternar y de interacción espacial-. Uno de eIIos estiró
ticular legibilidad. Sin embargo, evitemos "o"iri darles dema- entonces las piernas para distenderse. El otro reaccionó
siada autonomía a los principios que perniten el desarro_ de inmediato y Ie espetó, sin agresividad, en tono de bro-
llo de esta secuencia, porque para cada uno de los partici. 6¿; «¡Eh, quítate de mi espacioS», a 1o que el primero repli-
pantes hay un o tra po.rte de la relación con los individ.uos có enseguida, en el mismo tono: «¡No es tu espacio; es eI
y las cosas cuyo advenimiento permite este episodio. y. espacio!», mient¡as recogía, sin embargo, un tanto las
además, porque para cada actor hay un proceso de espa- piernas. Los dos protagonistas tenían, pues, una organi-
cialización que Ie permite enfrentarse con los demás v con zación espacial para su proximidad. Esa microcontrover-
los objetos, en el marco de un sistema d.e reglas y r^io".. sia muy amistosa se cerró así, y rápidamente el contexto
explícitamente o no, aceptados o no. . ._ de Ia situación cambió, pues otros pasajeros afluyeron a la
-experimentados
que esta puesta en escena particular del funcionamiento plataforma, para bajar lo más rápido posible.
del espacio social pudo originar en torno al objeto-apuesta Tenemos ahí una situación trivial de Ia vida corriente,
del deseo de representación. E1 iugar cerrado del enf¡en_ en la que se pone de manifiesto, a través de Ios hechos y
tamientoS narrado por el autor sólá me interesa como geó. los gestos de ambos operadores, una dialéctica fundamen-
grafo porque se inscribe en un sistema de espacios y espa- tal: la de1 espacio personal y la del espacio común. El pri-
cialidades: eI de la «sociedad cortesana» (Elias, f9Z+). mero de los jóvenes llevó a cabo, a juicio del otro, una in-
trusión en Ia esfera personal. Esta siempre existe, pero su
tamaño y sus límites va¡ían según los contextos que impo-
Un d,úo nen las situaciones. No es la misma en un vagón lleno del
subterráneo en horas pico que en ese mismo vagón cuando
Se podría recurrir a ot¡as situaciones más corrientes se halla casi vacío, o en una plataforma de TGV, o aun en
e igualmente signiñcativas. Por ejemplo, la que me tocó plena montaña, cuando se camina en soledad. Consecuen-
temente, Ias modalidades de su delimitación y del fran-
'4 Aquí, los sillones desempeñan el papel de objetos distintivos. queamiento de sus límites (e incluso Ia posibilidad de tal
5
No sin crispaciones, a la úredida de la importaDcia de Ia afrenta a franqueamiento, sin que medie ¡espuesta alguna de la
los usos espaciales del decoro, sjn lc,s cuales, a juicio cle los duques v rie persona que sufre la intrusión) se modifican asimisnlo so-
Saint-Siu on, no hay orden posiblc.

184 185
gún los contextos. Aquí, eI intercambio fue amistoso, pero La actitud del intruso, su repliegue fisico, pone de ma-
uno de los protagonistas sintió las piernas del nifiesto que se niega a aceptar la rel.evancia de un régi-
otro se estiraron hasta casi debajo -cuando
de su propio asiento, o men privado de interacción espacial y, a Ia vez, que ha en-
sea, cuando los cuerpos estuvieron en una disposición dq tendido bien el sentido de la conminación que se le ha diri-
contacto sóIo correspondiente a las relaciones de tipo do- gido, que ia tiene en cuenta. El intruso comparte, por ende,
méstico o íntimo- una amenaza a su integridad espacial. e1 mismo sistema normativo que su interlocutor, a quien,
Frente a la intrusión, la víctima utilizó el arma de Ia otra parte, pretende inducir, con su argumentación, a
defensa del espacio personal, pues a menudo esta resulta establezca una connivencia en torno al discutible es-
eftcaz- La réplica del intruso fue picante: aI invocar el ca- tatus de ese espacio en eI tren y, por Io tanto, a sus usos le-
rácter no privado de la situación, entendía asegurar que gítimos. Pero su repliegue no es total, y ambos protagonis-
el espacio era común, y por lo tanto compartible, aunqqs tas encuentran entonces una nueva di.sposición de sus
fuera aI precio de una negociación, según eI régimen par- piernas y de sus cuerpos. Ese ajuste refleja una reconcilia-
ticular del reparto en ese tipo de espacio. En una situa- ción como consecuencia de la interlocución, de una nego-
ción espacial interactiva de tales características, los ope- ciación y de un acuerdo implícitos en que }a vista desem-
rado¡es definen, más o menos explícita y pacíficamente peña un papel esencial acerca de Ia manera en que cada
la construcci.ón del espacio común no está exenta cual puede colocarse y administrar Ia distancia con res-
-pues
de disputas y fricciones-, Io que pueden compartir, en pecto al otro.
términos de experiencia, de actitud, de actividad, de aten- Se crea así una organización espacial, determinada
ción a los demás y a las cosas, de relaciones distantes, de por la ergonomía de la plataforma del tren, de la que yo
juegos de posiciones y de limitaciones. Esta definición co- también formaba parte, puesto que mi propi.a posición re-
mún exige, por supuesto, que los actores conozcan y reco- lativa y el tercero en cuestión que yo representaba inter-
nozcan la pertinencia de las reglas sociales y las normas nían también en la secuencia. Durante todo e1 inter-
wigentes en un grupo humano, que contúbuyen a determi- ambio verbal, visual, corporal, lo esencial de la disputa
nar, para todos y cada uno, las posibles modalidades de giraba sobre Ia cuestión del }ímite: el que discrimina, en el
actividad a las que es posible entregarse. marco de esta situación, eI espacio personal y el espacio
Uno de los dos jóvenes intentó éxito- privatizar común, y define, en consecuencia, eI repertorio de actitu-
eI espacio para definir Ia relación-sinque podía haber ent¡e des posibles y la confrguración del conjunto de las realida-
ellos en el TGV. EI espacio privado ----cuyo tipo ideal es la des copresentes. Ese límite espacial no es visible, aunque
vivienda- es aquel en eI que Ia presencia del mundo so- estructure la relación, en una nueva ilustración del carác-
cial queda, a juicio de los individuos, suspendida, en el ter fundamental de la definición práctica del límite.7 A
sentido de que sóIo interviene por mediaciones (de los ob- menudo, Ios límites son mentales e inmateriales, están in-
jetos), pues está colocado en posición de exterioridad y Ia tegrados en el capital espacial de cada operador, y por ello
referencia predominante es la de lo doméstico, eI sí mis- sus efectos son poderosos, pues perduran, se imponen aun-
mo, Io íntimo. Al respecto, parecería que en Ia actualidad que no haya barrera física, y organizan la espacialidad.
una creciente cantidad de actores ha erigido lo privado y
lo privativo en marco referencial para la calificación de
los espacios y sus prácticas. Para muchos individuos, el paeajeros, o aus respectivas distlacciones ----€n particular, para que se
espacio privado forma cada vez más el marco de referen- pueda eacar el mayor provecho al tiempo que demanda el desplaza-
cia que configrrra, por defecto, en ciertas ci¡cunstancias, el rEiento úismo, e incluso a los eñbotellamientos-. Esta burbuja pri-
vativa se atribuye casi gratuitamente el espacio público urbano y tien-
espacio común.6 de a imponerle allí su ley.
c El automóvil es un tipo ideal de espacio privado (incluso íntimo), ? Aquello qua Erving Goffman, cuyo
trabajo es una fuente esencial,
cada vez más organiztdo para acoger cI trabajo del conductor y de los de¡rost.ó muy bien.

18(; 1ti7
La disposición espacial de una situación tivos de Ia acción. Tomemos el ejemplo de una plaza pú-
blica, lugar de numerosas interacciones. Si uno se inclina
Este ejemplo debe ser pensado en los mismos términos ¿ Ia comprensión ñna de la espacialidad, Ias cosas se vuel-
que el narrado por Saintlsimon:8 los de una teoría de la ven muy complejas, puesto que es preciso tomar en cuenta
espacialidad que se apoya en eI concepto de dispo sición es- Ia manera en que cada actor, todos eüos dotados de un ca-
pacial. Esta expresión denota la forma de la dimensión pital espacial específico, compone Ia disposición que co-
espacial de una práctica cualquiera, de un actor cual- rresponde a cada circunstancia de su práctica en la plaza,
quiera. A partir de un marco material preexistente a Ia para luego, por generalización, proponer un perfil de dis-
convergencia de los actores constituye eI funda- posición correspondiente a un perfi,I de actor. ¡Menuda ta-
-quey procede del estado de
mento del espacio de la situación, rea, sin duda!
la sociedad material y de 1a civilización de Ia época-, eI Para un actor que utiliza esta plaza, siempre según un
desarrollo de una situación instaurará una disposición contexto de acción particular, la disposición constituye un
espacial correspondiente a lo que está en vías de jugarse. conjunto que asocia:
Se trata de un ensamblaje espacializado, circunstancial y 1) la forma espacial material tal como es percibida y
Iábil, de objetos, cosas, personas, ideas, lenguajes, confi- captada a través del filtro de los sentidos, de Ia cultura
gurado en ocasión de la actividad de un actor. Este en- personal, de los imaginarios y de las normas sociales inte-
samblaje dispone eI espacio en y para una acción. La idea riorizadas;
de la formalización espacial de Ios componentes mate- 2) las representaciones y los lenguajes que expresan
riales de Ia disposición parece evidente, pero, por añadi- esta percepción y esta aprehensión;
dura, en cada situación práctica los protagonistas dispo- 3) los movimientos del actor y los movimientos relati-
nen (en eI doble sentido de la palabra) ideas, üscursos, fi- vos e interactivos de los demás actantes, pues si Ia acción
guras (eventualmente) en el espacio (Mondada, 2000). Es- es una üsposición, Ias modalidades de desplazamiento de
ta disposición les permite a los actores caliñcar, valorizar las cosas y las personas contenidas en la di.sposición for-
y marcar eI espacio práctico, espacializar los actos me- man, por supuesto, parte integrante de esta. qr1

diante el lenguaje. Nuest¡os dos ejemplos nos han colo- La forma material preexistente al acto espacial (es de-
cado ante este tipo de ordenamiento localizable y signifi- cir, Ia «fisiografia» que mezcla en una configuración iden-
cante de la acción en curso. Una disposición, que es a la tificable, dotada de una cierta escala, atributos del medio
vez síntoma de Ias acciones e instrumento de estas, desa- bioñsico, objetos, artefactos arquitectónicos y urbanísti-
parecerá en cuanto tal con Ia situación precisa que Ia cos, etc.) constituye un recurso práctico que será incorpo-
vehicula y la sostiene: también a este respecto nuestros rado específicamente por el actor en Ia disposi.ción que
dos ejemplos demuestran ser claros. Así pues, una vez que construye. Esta forma-recurso es af mismo tiempo una es-
el acontecimiento ha pasado, un espacio situacional no es tructura de orden contribuye a la organización de
del todo eI mismo ni, sin embargo, completamente dife- cada disposición y a-que
que esta sea comparable con Ias otras
rente, a la espera de una nueva ocasión de activación y de que se crean en el mismo lugar- y un material que se
la i.ncorporación en otra disposición. ofrece a la inventiva específica del operador.
La disposición se despliega en eI espacio según una(s) EI uso de Ia forma espacial material que, según sus ca-
escala(s) y uná(s) métrica(s) vinculada(s) con los impera- racterísticas, Ie brinda mayor o menor potencial a la prác-
tica es producto del juego de los sentidos, como se dijo en
8 Se advertirá que aprecio mucho las historias con lugares coüstitui el capítulo anterior, pero también de Ia localización del
dos por asientos, ya que hasta la de Rosa Parks era una de esas histo- actor con relación a los sistemas normativos que deñnen
rias. Encuentro en ellas materiales muy ricos para peasar los juegos Ios modelos referenciales del espacio, Ios modos de prácti-
interactivos de di6tancia, de delimitación, de lugares. De esta manera,
la gcograña se preocupa por el decoro.
cas espaciales legítimas y de comporLamientos y relacio-

133 rs9
nes autorizadas con los demás y con Ias cosas. Me parece e cuestiones que demandan respuestas y fijan acc|ones
que esta noción de disposición tiene un doble interés. d¡¡u e los operadores. Así, no todos Ios problemas exterio¡i-
todo, permj.te analizar Io que significa la espacialidad p¿- ¡1una <rcrisis», un peligro: algunos son problemas «eufó-
ra un actor, en la mayor cercanía posiblé con los actos es_ . Pensemos, por ejemplo, en el problema que consti-
paciales que realiza. En este sentido, encuadra en un pa. establecer estructuras necesarias a los efectos de que
radigma individualista. No obstante, también impons n gran acontecimiento deportivo o festivo se desarrolle
examinar los valores sociales y las normas en que se ins- e] mejor modo posible. Mediante este papel de traduc-
criben Ias acciones individuales, sin abandonar nunca el n, eI espacio asegura Ia unión entre un conjunto de ac-
estudio de Ias condiciones de posibilidad de toda práctic¿ res sociales, un conjunto de fenómenos y un conjunto de
espacial. tinata¡ios de los actos previstos y/o emprendidos (Ia
blación como objetivo).
2) el de un soporte de delegación, a saber: un objeto es-
Dispositi uos legí tintos acial organizado y cargado de valores-, so-
bre el cual nos -material
apoyamos para que Ia acción alcance sus
Ciertas disposiciones espaciales tienen un marcado ca- bjetivos.
rácter normativo y prescriptivo: constituyen modelos d.e Los trabajos de Bruno Latour (1989) pusieron de mani-
organización deI espacio que son portadores, intrínseca- sto la pareja traducción-/delegación, que luego fue trans-
mente, de modelos colectivos de las buenas prácticas so- puesta a 1a geografia (Sóderstróm, 2000; Lussault, 1998).
ciales. A este tipo de disposición la del entier¡o d.el ejemplos desarrollados por Michel Foucault permiten
-como
príncipe de Conti- se Io puede denominar d,ispositiuo es- comprender bien eI juego dialéctico de la traducción y Ia
pacial. Muy a menudo los ponen en acción actores con elegación a través del espacio. Los hospitales y las cárce-
elevado capital social (Ios actores políticos y sus relevos, Ies que Foucault estudió fueron concebidos para ser ope-
pero también ciertos actores privados: empresas, grupos rado¡es espaciales destinados, por sus características
profesionales, etc.). Por generalización, se estimará que mo rfológicas, a contribuir directamente al tratamiento
un actor que en determinada situación cueDte con un ca- político de poblaciones que había que confinar, en el con-
pital social si.gnifrcativamente mayor que los demás acto- texto de ese gran movimiento de encierro iniciado en la
res tendrá Ia capacidad de construir un dispositivo, o sea, época clásica, y a disciplinar por y con un yugo espacial.
de disponer el espacio de manera que pueda servir como EI caso del panóptico de Bentham constituye una de las
marco normativo para ot¡os actores. IJn üspositivo espa. cumbres de Ia arquitectura disciplinaria, puesto que se
cial procede de una intencionalidad y se orienta a produ- trataba de proponer un medio formal a los efectos de que
cir efectos de regulación del campo social y político. Extra- ningún individuo ubicado en eI edificio pudiera escapar
polaré la palabra de los trabajos de Michel Foucault (1922, jamás a Ia escrutadora mirada de los guardias
1975), quien estudió los üspositivos particulares ----<(disci- Dispositivos que no están a tal extremo marcados por
plinarios»- que constituyen las cárceles, los hospitales, el control se caracterizan también por el juego traducción/
los cua¡teles- delegación. Una plaza púbIica ordenada espacialmente en
EI dispositivo es una confrguración estable en la que eI eI marco de una política urbana de rehabiütación de un
espacio desempeña un doble papel: barrio de hábitat social es un dispositivo.que pone en es-
L) el d.e operad,or de traducción, que permite Ia trans- cena hechos tanto comprobados como inventados (remito
formación y Ia puesta en escena de hechos brutos en pro- aquí a la insociable sociabilid.ad),9 t¡aducidos en proble-
blema(s) social(es) y político(s). La palabra «problema»r se
I Mediante esta expreEión, tomeda de Kant, se expresa la tensión
debe entender aquí como un enunciado que cristaliza el permanente que anida en los individuos entre la aspiración al lazo so-
interés de un grupo en la medida en que define una se¡ie cial y el rechazo de este-
:

190 191
mas (la incivilidad, la anomia, la falta de diversidad) que
uestra Ia historia de la arquitectura y del urbanismo
preciso tratar medi.ante la organización de un disposi¡1-
esde la época moderna. AIIí, e1 dispositivo espacial se
es
vo espacial virtuoso. Nada obsta a pensar que Ias panorá- anifiesta en la representación de idealidades que se
micas, los bellos paisajes y 1os sitios excepcionales en figuras (mapas, croquis, planos de conjunto,
nos los muestran las guías turísticas y las revistas -coms
espe- togr^fias, etc.). El ejemplo de la ¡eciente campaña de
cializadas, así como nos prescriben las modalidades auto.
adjudicación de los Juegos O1ímpicos 2012 constituye, al
rizadas para frecuentarlos- constituyen dispositivos es- pecto, un material pertinente para medir esta cons-
paciales. Asimismo, los grandes parques de atracciones
trucción de un dispositivo espacial en imagen, al que en
(los de Disney, por ejemplo) son dispositivos espaciales
Pa¡ís se Ie quería hacer jugar sin duda el papel de opera-
normativos, donde eI espacio es el traductor y el operador dor de traducción y de delegación, para convalidar diag-
por delegación: aquí, una de las problemáticas reside en el ticos políticos sob¡e el estado u¡bano general de la ciu-
empleo del tiempo libre y la importancia que adquiere el ad y legitimar objetivos de ordenamiento espacial a lar-
registro lúdico en las sociedades contemporáneas desa- plazo.
rro[adas. EI espacio está organizado allí para que ningún Ya he señalado que eI paisaje remite tanto a Ia espa-
espectador escape al mandato de la diversión y todos en- Iidad como al espacio: una disposición práctica, en si-
cuentren en todo momento un marco donde sus activida- tuación, se convierte en paisaje a través de un operador,
des sean consideradas funciones estándar a satisfacer. sea cual fuere, pero en ci.ertas circunstancias el paisaje
También se podrían analizar desde este ángulo los gran- puede ser pensado en cuanto dispositivo espacial J.egíti-
des ordenamientos espaciales a escala macrourbana, des- mo. En ese caso, los actores consideran formalizar un
tinados a acoger competencias «deportivas» como los Jue- paisaje que plred.e conuertirse en autoridad. Puede tratar-
gos Oiímpicos. se de la organizacj.ón de todo e1 material (y eI paisaje es
Por otra parte, todo esto no rep¡esenta sino la conti- entonces un dispositivo-producto, como en el marco de
nuación de una lógica en acción desde hace mucho tiempo. ciertas operaciones urbanísticas) o de una información de
Al respecto, el urbanismo y Ia arquitectura <<mode¡nos»¡ este mediante un trabajo de semantización. En ese caso,
han trabajado incansablemente en la cuestión del trata- se «convierte en paisaje» a una forma ya existente me-
miento formal de las necesidades humanas. La Carta de diante un trabajo semiótico, y uno o varios operadores e1e-
Atenas, al promover las cuatro grandes funciones urba- van a Ia categoría de paisaje una fracción del espacio. Ese
nas (trabajar, alojarse, circula¡, recrearse) y definir un trabajo exige, en particular, poder poner en representa-
vocabulario espacial para disponer del mejor modo cada ción dicha fracción, en hacer de ella una fuente de imagen
espacio funcional y organizar de manera óptima Ia coexis- y de relato.
tencia del conjunto, propuso un repertorio de dispositivos Así, a través de las guías turísticas, de los relatos de
espacial.es cuyo alcance fue notable. En el conjunto, eI ur- los viajeros y de sus imágenes, numerosas regiones han
banismol0 y el ordenamiento espacial constituyen formi- sido convertidas en paisajes. Recordemos, por ejempio, 1o
dables instancias de producción de dispositivos espacia- que fue Ia historia del paisaje de montaña, un movimiento
les, así como de definición y utilización de sus técnicas y que comenzó en eI siglo XVIII. En dos siglos, la montaña
sus tecnologías. fue integrándose progresivamente como objeto geográfico
Los dispositivos pueden existir tan sóIo bajo la forma pertinente en el imaginario occidental. Y 1o fue, por otra
particular del proyecto, del dibujo del diseño, mientras es- parte, hasta Ia década de1 cincuenta del siglo XX, según
tán poderosamente activos en e1 campo social, como lo de- dos perspectivas: por un lado, Ia montaña constituyó uno
10
de los espacios de consolidación de Ias voluntades prome-
Por lo menos desde la aparición del urbanismo cientfico, al que se
acostumb¡a darle acta de nacimiento con la aparición, en 1a6?, de Ia teicas de las sociedades, en cuanto fue intensamente in-
Tcoría generaL de h u¡ bo¡u.ztLci<jn. de I ldefi¡nso Ce ¡.dr dustrializada, en primera instancia, y lucgo ordenada es-

191 193

*ii
pacialmente gracias a su acondicionamiento turístico; p cada vez más visible demostraba la crisis u¡bana. La
eI otro, desde el siglo XVIII, la montaña cristalizó u novación urbana ----como se ha señalado- se basaba en
sensibilidad estética, espiritual, aunque hoy sea más bie oner de relieve ese frente marítimo que acababa de ser
ecológica (Bozonet, 1992; Debarbieux, 1995, 2001). nuentado,luego de veinte años de trabajo de los operado-
En nombre, sobre todo, de la consolidación de est s locales, en calidad de dispositivo paisajístico de fuerte
sensibilidad (de allí en más predominante, a no dudarlo) timidad. El Riuerside d.ecadente se convertía entonces
pero también mediante Ia transformación de la monta ¡ Waterfront reconquistado. Las vistas más antiguas
en zona turística, numerosas fracciones montañosas fue- s del siglo XVIII) no eran paisajísticas srricro se¿su, si-
ron convertidas en paisajes. Entonces, se promovió un un retrato, la descripción visual de una entidad perso-
positivo espacial incorporaba a Ios montañeses, sus ada, que retomaba los rasgos estándares de Ia repre-
-que que permitía usos legitl.mos y,
prácticas y tradiciones- tación de Ia mayoría de las demás ciudades de Ia épo-
en particular, se estimuló cierta manera de uer a Ia mon- ca. Ese tipo de imagen ciudadana proliferó entre los sigl.os
taña como paisaje natural y cultural. En efecto, no debe- y XVIII, y a menudo el grabador o el acuarelista no
mos omitir un punto importante. Un dispositivo espacial, n más que elaborar una variación en torno a un tipo-
en general, y paisajístico, en particular, implica si.empre ideal iconográfico. EI dispositivo paisajístico, por su parte,
un código oftálmico (Urbain, 1991), es decir, un conjunto exige el afianzamiento de su singularidad, se lo debe reco-
de prescripciones, más o menos explícitas, sobre las bue- nocer sin esfuerzo y tiene que manifestar su identidad.
nas maneras de mirar y ver un paisaje. Gracias a esta pro. Las descripciones visuales del siglo XIX mostraban sobre
moción del código oftálmico montañés, se comenzó a uer todo un poder económico considerable, una actividad hu-
bien a la montaña en cuanto paisaje, sin por eilo dejar de Eana que bullía, y ensalzaban la audacia comercial e in-
conside¡arla un medio geográfrco «natural». dustrial de un imperio. Empero, tampoco allí había una
El ejemplo del Wate¡f¡ont de Liverpool nos coloca ante preocupación paisajística predominante; se pretendía ce-
Io que fue un lento proceso de construcción de un disposi lebrar en especial el poder portuario y urbano de Live¡-
tivo paisajístico. Desde eI siglo X\{III, 1os grabados mos. pool, y eI de su burguesía marítima.
traban eI «retrato» de la ciudad de Liverpool wista de per- Hoy en día, Ia imagen urbana, o sea, esa relación entre
fil desde la ribera derecha del río Mersey. Esta iconogra- lo visible y el significado, se establece en torno aI hecho de
fia destacaba ya Ia función portuaria de la ciudad, enton. que el Waterfront constituye, ante todo, un paisaje arqui-
ces en eI comienzo de su expansión winculada con su fun- tectónico y cultural estructurado por Ia actividad huma-
ción comercial y marítima. Aunque no había sido hasta na, un patrimonio que es fuente de juicios estéticos y de
allí más que una ciudad de estuario, como cualquier otra, valores sociales. El paisaje del Waterf¡ont es una inven-
Liverpool se consolidaba en cuanto gran lugar marítimo; ción reciente, una disposición circunstancial de elementos
Ia iconografia, los discursos y las descripciones acompaña- construidos y de valores, realizada con Ia perspectiva de
rían permanentemente su impresionante promoción (la renovar Ia u¡banidad de Liverpool. Antes, en las imáge-
ciudad contaba con 5.000 habitantes en 1700, 58.000 en nes de Liverpool el paisaje era tn incidente; hoy es Ia pro-
1790 y 685.000 en 1901). El Riuerside se convertía en eI pia sustancia de la iconografia. Su imagen está ahora om-
ícono del poder urbano. En un primer momento de la nipresente, y el paisaje del Waterfront demuestra ser un
-el so-
gloria creciente-, las imágenes y los textos insistían operador de traducción y de delegación: se Io utiliza como
bre todo en la actividad y las infraestructuras de esa zona apoyatura para actuar y se cuenta mucho con su potencial
portuaria, marcada por Ia construcción de imponentes para aglutinar energías. Si Ios actores de esa renovación
diques durante todo eI período de prosperidad. están tan interesados en los documentos oficiales
de presentación del proyecto-tantourbano de Liverpool como en
Lógicamente, Ia declinación de Liverpool provocó tam-
bién la de la pucsta en imagen cle la ribera, cuya dccaclen- los que la postulan para que sea capital europea de la cul-

19.1 195

I
tura o para que se Ia convierta en Patrimonio Mundial de rnijuicio ilustran bien el interés de tales anáIisis. Expon-
Ia UNESCO- en exhibir imágenes antiguas del «retrato» dré a continuación eI tenor de dos de ellas, que completan
de Liverpool (Ia más antigua data de 1682), 1o hacen para 1os casos anteriores y ofrecen referencias sobre espacia-
tratar de inscribir su acción en una tiadición histórica [dades y disposiciones un tanto diferentes.
«naturalizada», en una memo¡ia, en una leyenda dorad¿,
pues nada mejor que Ia leyenda para justificar las actua-
les empresas (cf. ínfra). Pero no nos engañemos: entre eI Dos controuersías para pensar las situaciones
Riuerside de fines del siglo XIX y el Waterfront del siglo
XXI no hay nada en común, fuera de las formas materia- Desde comienzos de 2003 fue posible seguir en Indre-
les residuales que han servido de osidero para la operació¡ et-Loirel1 dos controversias espaciales de fue¡te connota-
de creación del actual üspositivo paisajístico legítimo. 6if¡ «medioambiental», cuyos desa¡rollos no dejan de es-
tar vinculados. En primer lugar, se trata del alboroto pro-
vocado por el proyecto de coustrucción de un gran incine-
rador destinado a tratar los residuos domiciliarios del
Las tres relaciones con eI espacio área urbana turonense, en el marco del «Plan departa-
mental de eliminación de residuos y similares» elaborado
He construido mi presentación de Ias disposiciones es- con el fin de aplicar Ia Iey. Luego, pudo comprobarse una
paciales a partir de ejemplos de dos controversias en las fuerte disputa, en varias comunas periurbanas situadas
que se expresa un diferendo en la apreciación de la orga- en Ia gran periferia, en torno a una cuestión que durante
nización del espacio y las espacialidades por los actores. mucho tiempo había sido insignificante pero que poco a
La historia protagonizada por Rosa Parks, que permite poco se imponía en toda Francia, como un gran activador
captar esta noción, constituye un caso de conflicto, a sa- de controversias: eI esparcimiento de los efluentes de Ias
ber: una disputa que no se puede cerrar si no es por un plantas de depuración por los agricultores.
acuerdo o por la renuncia de los actores a proseguirla y A) En eI primer caso, se constituyó un colectivo de aso-
que tiene una fase jurídica- El tsunami del 26 de diciem- ciaciones con eI fin de luchar contra la construcción del
bre de 2004 o Ia epidemia de neumopatía atípica constitu- incinerador. Ese colectivo era bastante heterogéneo: mez-
yen, por su parte, casos de catástrofe o de crisis. ¿Por qué claba asociaciones medioambientalistas con asociaciones
Ia focalización en este tipo de acontecimientos? No por I de vecinos de Ios Iugares que podrían ser elegidos para la
tendencia a lo espectacular, sino porque ellos permiten futura implantación. Las motivaciones de Ia protesta
poner mejor de manifiesto los desafíos espaciales de una eran diversas, aunque el discurso de que se ponía en peli-
situación y observar de manera efrcaz las prácticas espa- gro eI «medio ambiente» servía como integrador de esta
ciales de operadores fortaleci.dos por el rigor, la aspereza, I coalición. Empero, si se escuchaba con atención Io que se
Ia urgencia de una coyuntura. sostenía, y se Ieían los textos difundidos en numerosas
No es, pues, una casualidad que Ios geógrafos se hayan reuniones y manifestaciones, se advertía Ia importancia
consagrado ampliamente, desde hace unos quince años, a de la argumentación que consistía, para los eventuales
estos análisis, ocupando en particular el campo del orde- vecinos, en que un incinerador amenazabala esfera de Ia
namiento espacial y el urbanismo, en los cuales las situa- I
uecindad lnnediata (topográfica). Dicha implantación po-
ciones de cont¡oversias o de conflicto son innume¡ables. I nía en riesgo un espacio social resi.dencial que había sido
Yo mismo pude aprovechar numerosos datos de microcon- elegido, justamente, por su lejanía respecto de la ciudad
troversias que tuüeron lugar en el área urbana de Tours i
I
densa y sus perjuicios, perjuicios que el incinerador em-
(comuna de 135.000 habitantes, en medio de un área ur- I

bana extensa, poblada por casi 350.000 habitantes), que a lr Se podrían realizar observaciones conrparables en toda Francia

1 !)6 197
E-------------

blematizaba, por lo cual era preciso seguir manteniéndo


a distancia. B) E1 diferendo ¡eferido a Los efluentes de la principal
Sin el apoyo de los colectiyos de vecino s, en lanta de depuración del conglomerado se desarrolló en
dominaban las clases medias vincul ada s con la
Ios que pre rno a una discrepancia, planteada en una decena de co-
pública a menudo esenci ales e n ese tipo
funció unas periurbanas afectadas, a propósito del uso del es-
-actores
vrmientos, que denuncian Ia posible pér dida de ¡¡ cio agrícola integrado al área u¡bana. Se trataba, en es-
del valor caso, de la utilización, por parte de los cultivadores, de
dinero de sus bienes inmobi lia¡ios-, las asocraciones
dioambientalistas, por sí so las, no habría n podido, t¡g- residuos barrosos procedentes del tratamiento de las aguas
da, darle a la dispula sem elante repercu sión. sin dr¡. servidas, de los cuales se aprovechaba su riqueza como
El impact6 materia orgánica. La controversia, mediatizada por la
mediático llevó a los candi datos de izq uierda (socialist¿
comunistas, verdes) del d epartamento de Indre_et-Lo prensa local y desplegada en numerosas reuniones públi-
en la campaña para las elecciones regionales lte, cas sumamente animadas, movilizó a numerosos protago-
mave¡a de 2004, a prometerles a los contestatarios
de la Prr- nistas, sin que por entonces pareciera posible llegar a un
moratoria respecto de la i nstalación del incinerador una acuerdo:
so de que fueran elegidos. Y esto fue lo que
e n ca- 1. Los agricultores que justilicaban esa práctica, a ve-
ocurrió, ya que ces basándose en la necesi.dad de minimizar el uso de com-
ganaron la elección. Así p ues. el sindicato
departa mental ponentes químicos, aseguraban que 1os resl.duos eran ino-
«Touraine limpia», que supervisaba la puesta
del antes citado esquem a departamental y, por marcha
en cuos. La mayor parte de ellos no deseaban hacer de ese
del proyecto del inciner ador, que era su pieza
lo tanto, problema un conflicto mayor y procuraban minimizar su
paso a ser dirigido por u n socialista maestra, influencia en Ia disputa.
electo de un a comuna 2. Los residentes periurbanos que denunciaban, ante
periurbana. Ese candi dato electo se vio
así co Iocado en todo, los perjuicios de carácte¡ olfativo se preocupaban
una posición ambigua frente a sus pares y
amtgos.
Los defenso¡es de la operación, por su parte, también por Ia posibilidad de que Ios résiduos contuvie-
la absoluta necesidad de hallar una soluci para
sostenían ran «metales pesados» y otras sustancias peligrosas para
miento de Ios residuos, ya que Ios procedimien¿osel trata-
ón Ia salud y el «medio natural». La preocupación por los ries-
enton- gos sanitarios y la degradación medioambiental era me-
ces utilizados estaban cerc a de Ia saturación.
Negaban los nos evidente aquí que en el marco de Ia di.sputa por eI i.n-
daños medioambientales v garantizaban
la inocuidad de cinerador. Los vecinos se quejaban, entonces, por la pérdi-
la incine¡ación en todas la s. escalas. Aseguraban
equrpamiento se¡ía econó mrcamente viable, que
que el da de valor potencial de su bien, un argumento recurente
convenientemente insertado en el espacio estaría en este tipo de controversias (cf. infra)-
que la protección visual del ve cindario
ci¡óundante 3. Los técnicos que se esforzaban por resolver eI pro-
sería perfecta. blema de los olores proponían encalar los barros o ente-
nunciaban también el espíri tu de egoísmo
de los residen_ rra¡Ios, solución que ciertos agricultores-üspersadores no
tes periurbanos, grandes usua¡ios de las
infraestructuras deseaban, en el marco de la implementación de técnicas
colectiyas pero poco üspue stos a aceptar Ia
implantación de cultivo sin labranza.
de estas en su cercanía , aun cuando el
inte¡és general lo 4. Diversos expertos designados por 1os responsables
exigiera.12 Esta cont roversia sob¡e em plazamientos
dio a los operadores la posibilidad de po les de la planta, pero también otros que responüan a los opo-
ner de manifiesto sitores, pugnaban por demostrar la validez de Ias respec-
una visión del rnejor mund,o espacial posible y,
de discutir acerca de las distancias adecuadas
sobre todo, tivas posiciones de cada grupo.
necesa¡ias 5. Los candidatos electos de las comunas más impor-
entre los diferentes componentes urbanos.
tantes y cent¡ales del área urbana hacían hincapié en la
12 Se obse¡va
aqui una denuncia necesidad de alcanzar una solución para la cuestión de los
sindrome NrM By i;,,;,;; ;;i;.;;;."J:]:::""i"1[J,:ii::.tr;:,," cfluentes. Se poclízr, por supuesto, ittcinerarlos, como re-

r f)8
t(t()
f

clamaban aquellos que vivían en su vecindad, pero osición de 1o Iocal, y su particularismo rei.ündj.cado,
tratamiento era costoso y, como se había visto, la ins
I sustento en genera lidades normativas. Se trataba así,
ción de un incinerador no resultaba sencilla. Vem os aq
el caso de los residentes periurbanos -puntas de lanza
cómo se producía Ia unión entre esas controversi as, au
que no todos los actores aceptaban ese vínculo. Los op los movimientos opositores-, de focalizar las preocu-
ones en Ia esfera de la vecindad cotidiana y, aI mismo
nentes a Ia diseminación de los efluentes se es forzaúa po, cuidarse de la acusación de egoismo por Ia movili-
por separar los problemas, en un clásico afranza mtento
ción de grandes principios e ideas generales sobre el
su propio interés13 y en detrimento del interés gener
en espacio, la buena sociedad, la buena salud para to-
Los candidatos electos de Ias comunas más urba nas, r
s, el buen medio ambiente perdurable. Los candidatos
nidas en una comunidad de conglomerados, int c ¡rtaba
por su parte, imponer permanentemente una visión e ectos del conglomerado invertían el o¡den de los facto-
. Privilegiaban, ante todo, los principios de mayor esca-
ci.al de conjunto del problema, en un contexto en que Ia
co_ : Ia voluntad de contribuir aI desarrollo sustentable, la
munidad de conglomerados realizaba un colosa I esfuer
ecesaria coherencia territorial del ordenamiento espa-
de inve¡sión a los efectos de moderniza¡ v aume nta¡ Ia ca
del área urbana, Ias indispensables soüdaridades en-
pacidad de tratamiento de la principal planta de depura.
todas las fracciones de teritorio de esta. Luego inten-
ción, la que proveía lo esenci.al de los efluentes, en aras del
ban insertar lo local y lo infralocal en esta perspectiva
mejoramiento de la calidad del medio ambiente u¡bano neralizadora
6. Los candidatos electos de Ias co munas afectadas por
En un momento u otro, todos invocaban 1a necesidad
la dispersión de efluentes suelen in clinarse a preferir el
e preservar el carácter «campestre¡» de esas f¡acciones
apoyo má s o menos explícito de sus habitantes periurba.
banas periféricas. Los agricultores eran los menos im-
nos y elec tores, antes que jugar Ia carta de la solida¡ida
licados por esta temática, pues Ia campaña de Ia que
urbana entre electos de una misma área funcional , solida- quí se trata es un mito de los habitantes urbanos. Pero
ridad que reclaman en muchas otras ci¡cunstan cias. Es. opiniones divergían luego acerca de 1a naturaleza de
tos poiíticos electos procuran igualmente no aI ejarse de
Ia amenaza que pesaba sobre esa Arcadia. Para los resi-
los agricultores, que a fin de cuentas no son m uchos.
dentes periurbanos opositores, eI proyecto del incinerador
o Ia diseminación de efluentes constituían un cuestiona-
miento de ese caráctet «campestre»); los promotores de ese
Peligro en la nlorada proyecto y de esos usos garantizaban, por el contrario, su
mantenimiento, e incluso anunciaban que ese paso era in-
En eI cu¡so de estas dos controversias, Ios actores del üspensable a los efectos de conservar, a escala del conglo-
diferendo se oponían confrontando siempre sus concepcio- merado, la calidad de los espacios urbanos en general y de
nes acerca del buen ordenamiento del espacio, de las dis_ Ia campaña en particular. El esfuerzo local necesario para
tancias convenientes entre las realidades sociales, de los admitir un ordenamj.ento espacial debía permitir el mejo-
Iímites que debe haber entre 1os diferentes subconjuntos ramiento de las condiciones para una mayor cantidad de
dentro del área urbana y entre esta y los perímetrás ,,ru_ ciudadanos.
ralesl». Sus discursos oscilaban permanentemente entre la Por otra parte, Ia retórica de la «exposici.ón aI peligro»
(Hirschmann, 1991) era movilizada constantemente, en
rs Ese interés situado es el de Ia esfera de vecinda¿l, de ese mic¡oespa- particular entre 1os habitantes que denunciaban la inmi-
cio social de la proxinridad topográfica, aun cuando en ot¡os
".ao" ""i"-
duce al interés individual. La utilidad púbtica se disuelve entonces
nencia de numerosas amenazas: probable ruina del medio
en ambiente, riesgos sanitarios, devastación de paisajes, im-
el utilitarisEo de cada cual. Así, por ejemplo, un mielobro del colectivo
opositor siempre puede dejar de ser solidario si estima que la cuestión pacto sobre Ia tranquilidad y la calidad de vida, y coro-
no vale la pena. n¿¡ndo todo ersLo, ¡rcrjuicio Iitrauc-iero imprlrtante e irrepa-
i

200 I 201

i
rable. producto de la imparable pérdida de valor monér-
nacen de un acto espacial que pLantea problernos, y el es'
rio de las propiedades inmobiliarias. Resultaba oacio, a continuación, constituye el objeto'apuesta que
"1"";;;;
el valor inmobiliario servía- para crista.lizar el .leb.iu'Jn
fr1a la atención y cristaliza las dispulas sobre los valores.
torno a los valores espaciales.I4 En .l f"r.,-"i. una de esas situaciones es posible genera'
donde la propiedad de la vivienda constituye
"ontexto En -y
""d"
lizar- aparecen tres cuestiones centrales idénticas:
social predominante y funda la capacidad aá _""fro""_;;;;üiu- 1. Una de ellas es Ia del estatus, la organización y 1a ca-
trimonios para constituir un capital económico
[dad de Ios espacios involucrados (la zona bisagra del óm-
y transmisible por filiación, no resulta ".g.;i;;Lo-u" nibus de Montgomery, la disposición de los lugares en los
"orp...ra.ltu
ese argumento tenga tal eficacia movilizado¡a. pero ii
«exposición al peligro" era utilizada po. to" funerales, Ia plataforma del TGV, el sitio del incinerador,
ot.o" *ioi"", Ios campos regados con efluentes). Casi siempre se produ-
los candidatos electos del conglo-.r^do, p*
ce, al respecto, una tensión entre eI espacio común y el es-
dían a la pérdida de la coherenci, v f" "j.*;ü;1," pacio personal, tanto en el caso de los contestatarios como
riales,r5 o la del modelo técnico y "áua"riará't*.]i]-
en el de los responsables de proyectos o los defensores de
";;;;;t;;i;;;;-
miento de los ¡esiduos por la coleciividud. Lu ;,.;;;;;; Ias prácticas.
al peligro» constituye, sin duda, ..,.,,
2. Otra cuestión es Ia de Ia relación entre eI espacio co-
en las controversias espaciales. "*pr"J, ";;";;; mún y eI espacio personal, y otros espacios de referencia
Estas disputas revelan, asimismo, la dificultad (eI entorno de los sitios controvertidos y, sobre todo, 1as
para definir el régimen de verdad común que actual
f";;r;;;;;_
nistas pueden aceptar. Los debates ¡n"""t"u" ü iuii,-ii"aj- casas, pero también la ciudad centro, toda eI área urbana,
cación que cada actor hace de su derecho no
Ia «campaña», incluso eI vasto mundo)' AIIí es donde se
observa mejor el juego combinado de los operadores con
sino a decir la ve¡dad. Muchos se .p"y^" "ób;;;;i;;.
las distancias y los lugares.
en la es¡¡_acialidad para probar l. ,á.á"idua ";;i;;;;;;
aá 3. Por último, está la cuestión de la leg:itimidad de los
mentos. Hay aIIí una forma de interacción e. q";"J;;;;
,^".::::l^"" reduce a una yuxraposició" d";";;i;;;" i; ;;'";_ actores que intervienen y de los actos e intervenciones
que se despliegan.
aosolurlstas, en el sentido de que cada inte¡locutor
eláva Así situados, Ios diferentes protagonistas multiplican
una opinión particular a la categoría d" id". á"
general. TaI situación impone un anáIisis ;t;;;; los discursos descriptivos sobre una disposición espacial
decididame.ri" legítima (aquello que es, según los actores, Ia buena forma
pragmático, que consiste en aprehender ,"riirl,
v 1"" espacial) y abundan en La enunciación de propósitos pres-
discursos en que cada op""udo"L*por" J";;;;;;;:
criptivos con respecto a [os espacios y sus usos; califican a
tualm€nte, captar cómo se alcanzan ,"".rd;;;;;;;;-
unos y otros refiriéndose en particular a grandes oposicio-
neos. Este particula¡ contexto explica, sin
chos proyectos de ordenamiento espacial
d;il;;;;_ nes binarias, tales como bien/mal, justo/injusto, lícito/ilí-
no lleeuen hov cito, permitido/prohibido, etc., que remiten a poderosos
en üa a su término o experimenten Iluctua"t;;."'i;;;
sistemas normativos, aunque los individuos no necesaria-
tes a causa de las constantes prórrogas.
mente objetiven sus fundamentos ni todos sus aspectos.
Todos los casos de controve¡siaslspaciales que
he re_ En esos juegos de lenguaje interactivos, Ios actores se opo-
cordado en este capítulo desde .f
-y aáji¡"".]
"á-i."r, nen y enfrentan sus visiones del espacio y de sus valores.
l4 En resumidas cuentas.
Esas controversias aseguran, por consiguiente, Ia capta-
se advertirá el carácter ción de Ios sistemas normativos que sustentan los actos de
tal prejuicio, diñcilmente evaluable desp"¿" a",.a.. muy hipotético de
cesió¡r del bien.
i""i"".""" II Ios protagonistas y los correspondi.entes valores que estos
15
"r"" proyectan en los objetos, las cosas, Ias personas, los espa-
.da. noElobsta
hecho de que ninguna de las dos exista. y ni
siquiera esté defini-
a que s, pueda anunciar su p¿.¿ia" S. ,iri"'i" cios, los lugares, 1os comportamientos, las actitudes, los
il"ü,":
cspaciales cornprometidas e¡r las uccrones_ discursos sobre sí ¡nisrno y sobrc los demás; en suma, cn

203
todos los ingredientes dispuestos por y para Ia práctica en perficie de realización de una serie de acciones, estatus aI
una situación. que se 10 reduce demasiado a menudo- Es un instrumento
esencial para la construcción de la legitimidad de Ios acto-
res políticos. Al respecto, es preciso destacar un punto
Tres modos muy importante: mientras que la intervención sobre lo so-
cial, Ia cultura, la economía, etc., suele resultar muy poco
Los ejemplos expuestos también ofrecen la posibilidad sensible tanto por sus medios como po¡ sus resultados, eI
de intentar una síntesis y definir tres modos de relación espacio es una herramienta preciosa, puesto que constitu-
de1 operador humano con el espacio geográfico. ye un material inmediatamente significati.vo de lo que se
1. El espacio material constituye, ante todo, un soporre ha emprendido. Si, por ejemplo, una empresa dinamiza-
para la acción, cuyas características influyen sob¡e esta. dora de una práctica cultural, por más destacable que sea,
Sin que sea cuestión de caer en eI fetichismo de la forma, permanece en general poco activa en cuanto a presencia
es necesario reconocer que ninguna configuración mate- en la opinión pública, incluso si resulta fácilmente cues-
rial Ie ofrece a un actor Ia misma soluencia q:ue otra. Toda tionable, cualquier emprendimiento cultural, por peque-
persona debe elaborar, pues, permanentemente una eva- ño que sea, aunque haya sido desarollado sin necesidad,
luación-calificación de ese soporte dctiuo, que en ciertas mqnifiesta la efrcacia de la política que lo decidió. Por otra
ocasiones puede constituirse en casi-protagonista, en ac- parte, esta manifestación es doblemente efrcaz, dado que
tante de la situación- Así, en el caso del funeral del prínci- juega en eI plano material presencia fisica de Ia edifi-
pe, los si-llones desempeñaron un papel esencial- Estuvie- cación- y en el plano de las -laimágenes, a través de Ia ex-
ron en eI centro de una ve¡dadera dramaturgia, pautada plotación, mediante la comunicación, de Ia realización de
por eI pasaje de su notoria ausencia a su aparición no me- tal implantación, ya que allí también eI espacio resulta
nos notoria. Eñ el caso de Rosa Parks, la disposición inte¡- mediatizable más fácilmente que cualquier otra dimen-
na del ómnibus fue un ingrediente esencial de la situa- sión de la sociedad. Esto impulsa a las autoúdades muni-
ción. Los asientos rebatibles del TGV, por su parte, en cipales a buscar la publicidad de las acciones emprendi-
cuanto imponían la ubicación frente a frente, estaban a das en todos los campos mediante eI recurso casi sistemá-
disposición de Ios actores en copresencia, quienes podían tico de la espacialización.
utilizarlos como quisieran, incluso disputándose su uso, o El espacio constituye, pues, un material fundamental
actuar en función de la neutralización de este (como en el para eI establecimiento d,el régimen de uisibilídad, de la
caso del pasajero que no desea que otro se instale frente a política locáI, régimen de visibilidad esencial para la cons-
éi). EI soporte ----<omo ya se habrá entendido- no resulta t¡ucción de la legitimidad. Este afianzamiento deI papel
neutro ni es la simple sombra proyectada desde un nivel fundamental del espacio, que consiste en asegurar el régi-
instituyente cualquiera, sino un componente dinámico y men de üsibiüdad de una acción en la sociedad, parecería
ünamizable de la espacialidad. ser aplicable a todas las esferas de Ia vida social. Llama-
2. Todo esto nos ofrece la transición hacia el segundo mos «régimen de visibüdaü aI conjunto de üsposiciones
plano relacional, el del espacio como instrumento d,e la espaciales que vuelven visibles las sustancias sociales pa-
acción. La cuestión resulta bastante clara en el caso de las ra los individuos y los grupos. Por otra parte, es posible
situaciones eJ.egidas. Desde este punto de vista, las dispu- preguntarse si, a medida que crece ia inmaterialidad de
tas a propósito del incinerador y del esparcimiento de los componentes de la sociedad, esta capacidad del espa-
efluentes son interesantes, pues nos enfrentan con la pro- cio (sus materiales, sus representaciones) para hacer visi-
blemática de las políticas espaciales, donde se cru zar, y se ble, para conformar imágenes, o sea, para establecer la
mezclan numerosos operadores en múltiples situaciones unión entre Ia visibilidad y los significados, no está llama-
dc prueba. En ese campo, el espacio no es más clue la su- da a cobrar rrna importancia cada vez más decisiva.

204 205
Si bien esta ins trume n talización no es plenamenr. juegos de Ienguaje
consciente y objetivab.le, en cuanto t"t, po" to" p"otu*o'ni.". . Los
tas, es forzoso admitir que estos-.su¡"" jug". _"y
¡i;;;1.; de la acción espacial
la espacialidad para lograr sus fines _piéirsese.
oo.
plo, en los actores políticos_. por suiuesi., ";jI,.
.i;;;i;:
instrumento del espacio no se circunscrib" u l* _;;:;;i,:
dad; las imágenes espaciales rambién _".ii;'.";;:;
actos, e¿ los actos. ".
Al respecto, la campaña llevada a cabo en diciemhré n^
2006 por la asociación Los Hijos d" Do"
propósiro de denunciar tas condiciones a" euijo;,';;;:; Todos los ejemplos que he propuesto muestran a acto-
a.'láI^ill
"iaá o,r.""rll-
salojados, demuestra tanto el pod", ¿u ,i"i¡iUJua res que actúan con el espacio y que lo hacen ft.q.blando. Es
ga el espacio como la destreza de los responsr¡i."-j" este, sin duda, un punto fundamental: la geografía de Ia
l'" espaciaüdad impone el rodeo lingüístico. Lo explicaré cen-
asociación para explotar ese pode". l""tulá"
na ciudad, lograr que esa toma de lugares f""; "urp." trándome en un terreno particularmente rico en Ia mate-
imágenes. resultaron operaciones espaciales
p;;á";
"rr-iU1
ria: el de la política local considerada como una espaciali-
d;s"r;;;..
cacia. El éxito.mediático y político á. 1"" HrjáJalb"I dad particular, es decir, un juego (más o menos intencio-
Quijote es, a mi juicio, un buen .¡-pt a" l"llp""t""íi"' nal, según el tipo de actos políticos) de los actores po-
-Ios
líticos electos, en primer lugar- con el. recurso espacial.
adquirida por la «lucha de lugaresr en nuestra
socieaaá.
Muestra también la capacidad del poder d. ü il;;;;;-
pacial_ En todo caso, el acontecimiLnt.
zado obligó a los actores polÍticos a
i?áiuij-
""pu"iui
re.""lo"á, _, u"e"r;u.
3. Insisti¡ en las idealidades activas nos X;";;l;;- Un giro lingüístico
bral del tercer plano relacional u"tl. y
este es una realidad social que""tru "t "iGr"i", Partamos de una proposición simple: «Ninguna acción
los operadorás
cargar.de valores. ya he presentadá tu
h";;;;" humana es posible sin eI lenguaje y eI pensamiento» (Al-
jl-"liJ,
espacial que permite t¡aducir ese h""ho "o"i¿" thusser, 1994). Así pues, dado que los individuos hablan y
A p;;;;; semiotizan incesantemente, Ia espacialidad, en cuanto ex-
de é1, la acción espacial conUeva siu-pr" "r"""i"i.
rador con.los valores del espacio. Mái ""lr"go;ei;;.: periencia práctica del espacio social llevada a cabo por un
",i",
i. ,Z"iá" operador, es asible por los lenguajes que constituyen sus
que permite realizar y actualizar "Ji. instrumentos aI mismo tiempo que sus manifestaciones.
""tor"", "o_fiái.úZ.rl
dolos en la práctica en cuanto valores
referentes abstractos. ""ó."i"-f'"q
ll" Al actuar, cada actor despliega una economía semiótica:
eso se¡ían sólo il n"Á." "il produce y difunde enunciados que adoptan características
""'-p."-
bado en relación con los diferentes ejemplos p"";";l-J;J
muy variadas, desde la palabra «espontánea» hasta los
El análisis de la espacialidad obliga, pues, a textos o los íconos más elaborados, a través de esos casi-
tomar en enunciados que son las formas de 1a práctica. Cualquier
cuenta estos tres registros de relación con el p""'"-
¿cómo hacer para ir más allá de una ""pu"io. análisis espacial, por mínimo que sea, confronta aI inves-
los actos de los operadores, una descripción"b""*.;;;;-;;;""1: tigador con una polifonía enunciatiua, resultante del de-
fría¿ seo y Ia necesidad inquebrantables que tienen los indivi-
ciones y de ias disposiciones q"u tr" ";;;;;_
"ip"""r.ri ¿¿;"'
ner de_manifiesto la riqueza. la compiejidaá,
;i;;;;
duos de emitir mensajes, de su insaciable apetito por esos
biográfico, histórico, cultural de l, u"p""irüá" j;;.i;;i r<juegos de lenguaje» (Wittgenstein, 2005) que en su multi-
El próximo capítulo sugerirá algunas pistas al plicidad, su apertura, su indetermi¡ración, su incesante evo-
..r";.;;;...' lución, nos sirven para ¡ru¡delar el munclo en que vivimos-

20 (;
207
.. Por consiguienrc, .la enunciación excede el mero
lingüístico, ya que todo acLo lingtiístico es siá;;;;;;;;:marc^ Si se tratara de enumerar grandes criterios que permi-
ten caracterizar al relato, cabría menciona¡ cuatro:
::"1..1.. *.,,"1:
cte..una performance e invesrido d" . un relato es un texto, y en particular un texto escrito
p-acralldad. "";;;:
Un discurso pronunciado pbr un funcionari-o (aun cuando pueda ser emitido en forma oral; y en lo que
.,1":9, por ejemplo, debe se¡ considerado u na t.,erda-
11:r, practrca
oera me concierne, conservo la oralidad en mi acercamiento al
espacial, al mismo tiempo que un decir y
áacer que forman y transforman un relato);
esprcio. s".rt" . un relato despliega una sucesión temporal de accio-
"l
do, para un edil, organizar el territorio implica, ante"ánii-
tod., nes, 1o cual introduce un juego con el tiempo absoluta-
Produ,cir texto, lenguaje, sobre el terriLori;;
mente caracteristico e indispensable para la existencia
";;;;;;t;;. v
cton (Lussault, 1993). Por otra parte, las controversias
del relato;
tos conllrctos espaciales son también _y, . un ¡elato está organizado por Ia construcción de una
últimamente"-
¿acaso no es lo más dificil de resolver?_ confli"to" a. pli intriga que da sentido a esa sucesión;
l.ab¡a¡ e imágenes. Creo que todos los qu"-h*g . un relato está marcado por eI compromiso de actan-
da^do lo evidencian, y tamüién lo demostrarán "¡"-plosrr"-.¡".- tes (toda entidad que contribuye a la dinámica narrativa),
ptos geopolíticos de conflictos te¡riLoriales.
que por lo general verán modificadas sus propiedades
iniciales en y por Ia intriga.
Así pues, el relato es una formación discu¡siva particu-
Geografía y relato
Iar, que se ubica dent¡o del vasto campo de lo narrativo y
de Ia nanatividad, y que en amplia medida lo organiza.
nartil.de esta premisa, planteo otro principio: eI re-
,--A constrtuye Esto quiere decir que no toda narración se mani-fiesta bajo
rato el registro fundamental del estar en el la forma de ese acto de lenguaje específico que es el relato.
mundo de los individuos. En cuanto instrumento
esencial Hay otras formas na¡¡ativas, como el cine, Ias artes visua-
de conversión de la interioridad e*terioiiá"¿ ;;;; les Qos cornics), las artes plásticas.1
".,
cuales fue¡en el motivo de esta conversian y et desáo que Cuando se actúa, por Io general se realizan actos de
se persigue, el relato resulta izdispez"oá|" par.la
tencia de los hombres en sociedad. bl t¿.-i.ro ur"t.io,
.*'i"l Ienguaje y, sobre todo, se enuncia un relato de caüficación
y justficación de los seres, de las cosas, de sus relaciones,
tá dotado de múltiples d.enotaciones, hasta el pr.rto ""_ de los acontecimientos y de su desar¡ollo en e1 tiempo, y
qrre parece difícil encontrar au
una definición úni"a que sa- de ubicación de uno mismo con respecto a todo eI conjunto.
tisfaga en verdad a tod.os los especialistas a"
lu" ,,r-."o- A partir de esta comprobación, sugiero que una acción
sas üsciplinas.
espacial se puede estudiar, en la mayoúa de los casos, en
Fuera del.campo de Ia gramática, la palabra <rrelato»
_ . cuanto forma narrativa, a Ia que denomino relato d,e ac-
trene ur signi-6.cado que cubre vastas reaúdades lingüÍsti- ción, qlue se revela como una manifestación aI mismo
cas (a fin de cuentas, como «discurso, q".
pleado para cücunscrlbi¡ el conjunto
p""d;;;;";_ tiempo que un instrumento performativo de la acción con-
de reaiizaciones ora-
les,o escritas-y que engloba. pues, «relato»).
siderada. Una política territorial, por ejemplo, se puede
a lo cual será concebir entonces como un conjunto de prácticas espacia-
mo[rvo aqu.i de nuestro inrerés. La lingüÍstica,
la semióti- Ies que trabajan el material espacial bajo su forma ideal o
:i:l:: litera¡ios. la antropolágía esLrucLural, .la material, prácticas destinadas a organizar un territorio
"",rr*i""
nlstona, la f-rlosofia, todas ellas han coniribuido
ce meüo siglo a la reflexión sobre
desde ha_ Iegítimo de intervención y que se manifiestan mediante
el relatá ;l;-";;;;,
y nombres muy impo¡tantes han producidt
cada,s, como Vlaümi¡ propp, "b";;-J;;;l
Clauáe rcl.u_St.ur".. ÁI"_ I En efecto, hay narlatividad en muchos cuadros e imágenes fijas, co-
flas.,ullen Grcirn¡rs. Gérard CerretLt.. p.ul mo lo ha dr:mostrado Pierre Frcsnault-D erLtelle en L'éloquence des inxt-
Ri,.,.r.,'.f ses (1993).
"1

208
201)
una economia semiótica especifica, con fuerte dimensión l. El modelo territorial: una geografíct legítima
na¡.rativa. Más adelante ofreceré ejemplos de ello. Esta
economía semiótica debe ser captada a.partir del examen Ante todo, se dirigen a un casi-personaje: el territorio
I preciso de las situaciones 1as que he presentado legítimo de intervención (o la fracción emblemática de te-
antes-, pero también, más-como globalmente, espigando entrg rritorio, como en el caso de Liverpool) det poder en cues-
todos los enunciados que circulan sobt e la esieia qr.. tión. En suma, eI territorio sobre y para el cual di.cen que
tituye una política local. "oar"- actúan. Se sostiene aquí Ia hipótesis de que Ios actores po-
el campo político tiene la característica espe- líticos institucionales son, ante todo, operad.ores tenito-
.
-En,efecto,
cifica de que para configurarse cabalmente debe riales, o sea, que el territorio es su tipo predilecto de espa-
!r\a escena comunicatiua e institucional, visible"o.,strui¡
desde el cio de intervención. Incluso se puede pensar que aquellos
«exterior», es decir, para el caso, del grupo social territo_
son los principales a¡tífices de la territorialización. El
rializado y de los individuos que lo Sobre esa modelo territorial q.ue tod.o poder elabora y mediatiza
"ó-fo.u.r. _no
escena publicitada, organizada y estructu¡ada sobre asegura Ia presencia en Ia escena política de ese objeto es-
un campo isótropo, sino sob¡e un campo de fuerzas_ se pacial relevante.
colocan y se desplazan Ios diferentes frotagonistas, que La noción de modelo temitorial permite precisar las
siempre tienden a da¡ visibilidad sus e inteác- características de la relación entre un operador político y
ciones. La escena política constituye ^ una "ccio.res
instancia en Ia su espacio de acción. En efecto, ninguna instancia puede
que se expresan tanto los conflictos y los desacuerdos co- actuar sobre el. espacio si no cuenta con un modelo de este,
mo los acuerdos y los entendimientos, unos y otros bien es decir, una vasta representación, aportada por Ia insti.
apareados. tución, de Ia confrguración territorial que sustenta Ia ac-
escena y su publicidad son consustanciales aI po- ción política que la alimenta. Se trata de un conjunto de
-_ .La
lítico desde que este existe. Empero, las sociedades deÁo_ mitologías e ideologías espaciales, incesantemente ali-
cráticas las cuales la cuestión d.e la representación mentadas y actualizadas por Ias diversas narraciones y
(en los dos -en
sentidos de la palabra) del pueblo sobe¡ano ¡e. descripciones activadas por los operadores políticos por y
sul.ta esencial, y Ia creciente especificidad de la entid.ad para sus acciones- El modelo estabiliza, pues, en determi-
inüvidual, así como su añanzamiento como libertad en el nado momento histórico, una disposición legítima del es-
marco de la transición del indiwidualismo teórico ai indiü- pacio Iegítimo. Esta disposición organiza y dispone las
dualismo práctico, introdujeron asimismo novedades radi- ¡ealidades sociales en sitios y lugares bien definidos, en
cales-al cabo del tiempo- instauraron principios «escéni- una geografía ((oficial» dotada de sentido para los actores
cos»» diferentes a los de las comunidades t¡adicionales (Ba- poüticos y sus administrados. Pone de manifiesto emble-
lanüer, 1984, 1992). En el caso de las políticas territoria- mas territoriales, como eI Waterfront de Liverpool,'paisa-
les, esta escena ¡esulta esencial en Iá medida en que la jes y otras fracciones significantes (espacios witales más o
cuestión del Iugar del espacio en la acción se plantla en menos valorizados), así como prácticas sociales, «ideasr y
todos los casos. Volveré sobre este punto. valores que, según se considera, manifiestan <rcaractereg,
Si la presencia de los políticos y de Ios actores institu- locales, expresan un genio propio del territorio.
cionales es fuerte y clara en esta escena, ¿a quiénes se di- Durante la candidatura de París a los Juegos Olímpi-
rigen cuando hablan y, por Io tanto, actúánf;
¿para quié- cos de 2012, los operadores políticos llevaron a las djferen-
nes ponen en acción la praris? A mi juicio, destinan sus tes escenas Iocales, nacionales e internacionales un mode.
actos y sus dichos a dos «entidadepr diferentes. Io territorial. Se comprende entonces, con este ejemplo, lo
que se puede entender mediante la expresión «geografia
oficial»: un conjunto coherente y organizado de represen-
taciorres de fi¡erte valor institucion¿rl, del cual se estima

270 2t I
que crislaliza la imagen de un territorio. A los fines de flesto por Ia importancia de los áisúros, de las terrazas, de
es-
ta candidatura, dicha imagen fue particularmente traba- los espacios Públicos.
jada, como 1o fueron la de Londres o la de Madrid, a partü Todo eIIo debía dar testimoni.o de la existencia de un
de las exigencias de la competencia entre lás ciudades y alma urbana, de una civüdad, incluso de una civilización
¿s
la importancia del imaginario en las opciones a. lo" inü específica. Esta imagen geográfica iba acompañada por la
grantes del Comité Olímpico Internacional (COI). Todas puesta en escena de una leyenda local, hecha de grande-
Ias candidaturas se¡ias resultaban convincentes técnicaJ za, de audacia, de proyectos siempre realizados, de cruza-
funcionalmente. e incluso económicamente. Era precisJ, miento entre el destino de París, el de Francia y e} del
pues, ganar en otro terreno: el de la adecuación entre una mundo, y se apoyaba en ella. De este modo, se procuraba
ciudad dotada de sus propiedades identitarias, y una com- demostrar, mediante el recurso d,e la uerd,q.derq. nouela d.e
petencia embanderada en los «valores» olímpicos. Fue ne- la historia oficia}, que París siempre había sabido y podi-
cesario hacer explícitas Ias cualidades propias de paris, do construirse a partir de grandes desafíos, de realizacio-
además de congruentes con las aspiraciones del COI. Si; nes majestuosas. Por eso mismo, se quería establecer una
embargo, si bien París fracasó, ello no se debió, a mi juicio, füación natural entre el futu¡o éxito de los Juegos en Pa-
tanto a un déficit de imagen como a un exceso de ella: la d.e rís y Ios múItiples éxitos pasados, como e1 del renacimien-
una ciudad que constituía un mundo en sí misma, apo- to del olimpismo. En suma, se inscribía la historia en la
yada en un capital-irnagen formidable, más para admirar actualidad de una geografia legítima.
que para compartir. Mientras tanto, Londres se presenta_ El expediente proponía, finalmente, una abundante
ba como un lugar de recepci.ón más neutro, más abie¡to a iconografía y descripciones de Ias operaciones urbanas
quienes quisieran investirlo, y Madrid, como una ciudad previstas para 2012, o sea, de una París estavezímagina-
joven, en devenir, que tomaba los Juegos en cuanto ins- da y en imá.genes, de un porvenir radiante. El modelo te-
trumento para proseguir Ia mouida madrlleña. rritorial parisino, aquí captado merced a un episodio que
EI expediente sobre Ia candidatura de parís 2072.2 es- exigía que fuera muy explícitamente consignado,3 unía,
pectacular y alegórico, aseguraba, en primer término. la por lo tanto, eI pasado, eI presente y eI futuro en un mismo
puesca en imágenes y en palabras de un espacio parisino conjunto coherente de relatos y figuras. Mas esto puede
mítico: el de «la ciudad más hermosa del mundo», caracte- ser generalizado a todos los casos, pues se trata de una
rizada por emblemas territoriales <<extraordinarios¡». ?ai- constante.
sajes (Montmartre, los muelles del Sena) y lugares ea To- IJn modelo territorial es, así, un conjunto que media
rre Eiffel, eI Louvr.e, Notre-Dame, los Champs-Élysées. . . entre la fabricación de espacio por el pol.ítico y las üsposi-
y también el Estadio de Francia, signo de los tiempos que ciones espaciales que componen el territo¡io. Este con-
cambian) eran elogiados por entusiastas p"""o.rrlid"d"", junto no necesáriamente adviene de modo pleno y total a
a menudo cercanas aI pasmo, con ese sentido de Ia hipér- la conciencia de los protagonistas en cuanto modelo terri-
bole que por lo general se le confiere a esta clase de tásti- torial formalizado de Ia acción. Empero, como instrumen-
monio mütante. Sin embargo, también se insistía en las to al servicio de Ia autoridad legítima, está presente desde
prácticas ciudadanas ideal-típicas, de manera de explotar que el espacio es invocado, pues ningún actor político pue-
eI ñIón de Ia alegre sociabüdad de parís, puesta de mani_ de actuar si no cuenta con una visión, aunque sea rudi-
mentaria, al mismo tiempo retrospectiva y prospectiva,
2 De una gran
-
sofrsticación, reunia ñlmes, documentos eu papel, una
abundante iconografia, un sitio web, y también se basaba en manifes- 3 Esta necesidad vuelve a aparecer cada vez que un proyecto
i!!¡-
taciones populares de apoyo in si¿¿¿ (como lá transformación de lo§ portante exige Ílediatiza¡en la escena de la comunicación lo que el ope-
Champe-Elysées en un vasto espacio de práctica de casi todos Ios depor- rador político desea hacer. Esto explica el hecho de que el dominio de
tes olímpicos), así como cn la visita del grupo de expcrtos orquestada las políticas de ordenamiento espacial sea propicio para el anáIisis cle
como un de"^c¡¿ári¡r¡¿e¡¿¿o d(]l genio propio de paris. los modelos territoriales.

212
E---------------

del espacio donde se producirán Ias acciones. Este straba con cr¡ánto vigor se ponia en peligro, por Ia con-
to asegura la traducción de los valores , mitología seid adicción cl.entífica, el modelo territorial que acompa-
logías sociales en valores, mitolo gras e ideologías esp¿si ba Ia política de limitación del tránsito automotor.
les de alcance general y esp acializada s, es decir, afect
Todo poder, sea cual fuere su grado de intervención,
aun OS espacio(s) particular(es). Los valo¡es , mitos bora y mediatiza un modelo territorial: desde este pun-
g
ideología s del modelo territorial no son hermé ticos
al de vista, una autoridad local, un Estado o incluso la Co-
saberes científicos, sino que se alimentan de ellos.
No isión Europea están sujetos a la misma exigencia de
sulta infrecuente, sino al contrario, que lós contenido nstrucción de un modelo tal que relacione lugares califl-
los métodos de las cien cias sociales estén incorpora dos de manera diferente, afectados por diversas funcio-
dos4
en los modelos territori ales. Incluso se puede estima
r que , y asigne a los habitantes eI espacio virtuoso tal como
los actores de las polí ticas territoriales suelen esfor diseñado por Ia política territorial. Por otra parte, se
zalse
por consolidar Ias id eologías espaciales mediante pone que asegura Ia apropiación por los ciudadanos de
argu-
mentos autorizados extraídos de los saberes científic referida política y deI territorio resultante. Además,
o-téc-
nicos «objetivos». nstituye un medio para hacer sensible eI lugar del es-
Por ejemplo, la «noción» d,e world, class city, utilizada pacio en la acción y permitir que los habitantes aprehen-
por los
.operadores de Liverpool, remite de h;ú" áan eI ter¡itorio de intervención como una totalidad orde-
que de la metropolización tal como .s clásica-ente "i;-r;:
abii- nada, dispuesta por la acción.
dado por los especialistas anglófo"o" a" u"t"aio" r.Uuiá.. Gracias al enunciado del modelo y a su mediatización
r-amDren se puede interpretar. por contraste, el enojo
de l¿ en la escena política, la globalidad de la entidad teritorial
alcaldía de París con"e",réncia de la difusió", ;";;;: ello muy inciertá en su delimitación y contenido-
ro de 2006, de las"omo
principales conclusiones ¿u -sin
restJlta f¿gurable; sobre todo, porque se la puede transpo-
llevado a cabo por universitarios especialistas""'""lrlJio
;;;;: ner a mapas e imágenes, producidos gracias.a Ios proyec-
mía urbana y ordenamiento espacial, que estim^ú. "" ñ-ü tos,6 pero también para 1a comunicación territorial común
políti.ca municipal de transporte no resultaba productiva u otros tipos de fuentes, como 1as guías de turismo, las
(Prud'homme, Kopp y Bocajero, 2006). Lo"
ur..,to."", qrl obras enciclopédicas, Ios textos de especialistas en eI aná-
comparaban los casos de parís y Londres, Iisis de los espacios y de sus ordenamientos. Señalemos,
que los costos económicos directos e ind.irectos
"onsiderab^n por otra parte, que no todos los espacios están en conücio-
de la ¡es-
tricción de los desplazamientos en eI ámbito del área ui_ nes de ser trasladados a imagen, de ser frgurados. Algunos
bana, así como los impactos contraintuitivos en términos hacen «mejor figura» que otros, y en esto reside una de las
de contaminación,5 d.eterminaban que plu";;;;-i; preocupaciones de los poderes políticos: trabajar sobre esa
""
duda acerca del buen fundamento de ta estraieg"i. posibilidad de transposición en imágenes del territorio y
pal. La impulsiva y mediatizada reacción aa il""ia", -,_r.l'iJ
t"- de los lugares, de las áreas y las ledes (de transporte, por
:"d: :l fibra íntima por la afirmación d.e que i";á; ejemplo) que los componen. También en este caso el ejem-
también "" superaba a París en materia de transporte, de- plo de Liverpool me parece particularmente claro. El caso
de la candidatura de París a los Juegos Olímpicos 2012
demuestra, asimismo, que la iconografia asegura de modo
' A través de operadores co¡Do, por ejemplo. Ia Délégation á I,Aména-
gemenL du .terriroire et á l Action Régionale (DATAR).
las agencias de eficaz la «mostración» (una exhibición que tiene eI valor
urbanismo, los servicios estatales o de las coiectividááe"
f""1J", p"r" de Ia prueba) de un modelo territorial: mapas, fotografias,
también de los propios especialistas de las ciencias
dibujos, etc., permiten la exposición magnificada tanto de
"."i"f*, v. ""Il-l-
rectaEente, por medio de una peritación, o indirecrámente.
-Al andar más Ienta6en¿e y circular, por lo
tanto, du¡ante más tiem-
po. Ios automóvilps prodrrcirían m¡vor coot¡rnináción c Desde el proyecto urbano más puntual hasta los grandes prcyectos
por racl;r kilóme-
tro recorrido. a escala nacional, incluso internacional.

214
de1 territorio como de su p onal en escena se dirige al colectivo, utilizando como
:f:l';tr"ifl:'""fr:ticas o e1 objeto espacial. Este procedimiento sería uno de
Aunque he forjado esta noción d.e mod elo ter¡i
partir de los análisis de los actores p olíticos, en la vectores de la legi.timación. En efecto, el poder realiza
tiva de una mejor comprensión de as relaciones
pg rdris sobre un bien social común que puede parecer
a las personas y trasciende los intereses privados,
instancia política y el es pacto, se me permitirá e nt¡e
que también podría s ervir para el ad iendo así de manifiesto su papel en el desarrollo del
análisis de los acto rés general.
paciales de toda clase de actores so ciales.
Habría, Pues, pesde hace unos cuarenta años, eI movimiento de Ia
modelo espacial para cada indivi duo y cada
lectivo (las empresas, por ejem plo) involucrado
ope rador dad, caracterizado sobre todo por Ia enorme cantidad
ticas espaciales, ai mismo ti empo como un en las pr impugnaciones a proyectos territoriales, ha generado,
(cognitivo y tecnológico) de la acción y instru men embargo, una evolución de ese colectivo de ciudadanos
como una he¡
mienta de calificación y justificación de este, entes en la escena política. Los dos casos de controver-
de retor s antes expuestos demuestran que el colectivo se fisura,
sobre la experiencia. E se modelo sería,
en todos I os casos,
el instrumento indisp ensable para Ia unión tima a 1a vez del surgimiento de la autonomia de los
humana con el espa cio. Permite que un actor I aac
de viduos y de Ia aparición de microgrupos que actúan en
juntas las realidades sociales en una m antenga mbre de una singularidad y de su preservación, en con-
misma confrguraciá¡ veces- del interés general. Esos nuevos actores ya
espacial dotada de se ntido y que constituye
el marco (acti. -a simples miembros anónimos del colectivo, sino pro-
son
vo y reactivo) de la a cclon.
agonistas dotados de una faceta como acto¡es bien identi-
ficable y reivindicada. Se consolidan, sobre todo, en oca-
2. La fragmentación de lo colectiuo sión de un acontecimiento que se maniñesta por medio de
una disputa o un conflicto espacial, se fijan en la escena
política y la polarizan durante cierto tiempo.
. Los operadores poüticos se dirigen igualmente a un co-
lectivo genérico y abst¡acto, pobl.áo pó
Dotados de un verdadero poder, esos nuevos actores no
mas (los habitantes), que adopta lo" ";;;;;;"- i,,i;- se perpetúan necesariamente una vez cer¡ado eI aconteci-
d" J"l-;#;;. miento que los hizo salir a escena. Lejos de elio, a partir de
dor-actor formado por ciudaáanos liU"."-""t"
"u"go"
que delegan su sobe¡anía: lo" t.rro.r"rr"""l;;,
r"r"i¿'ji1, entonces, y llegada Ia ocasión, entran en lucha contra eI
Tours, los.fra_nceses para F¡ancia, lo"
;ü;;; d: poder Iocal aunque le hayan otorgado su voto en las elec-
para Estados Unidos.T ciones, contra ciertas características del modelo territorial
"o"t"rrrl""-iir"rrll tal como ha sido organizado por los ediles, y contra eI co-
El trayecto comunicativo que va de las
.
gítimas
autoridades le-
al colectivo genérico necesita ¿. ,., i.rt"rmááii-
Iectivo genérico del que proceden pero en e1 cual, circuns-
d. tancialmente, ya no se reconocen. La escena poütica y, pa-
tercero que asegure q". ..
l:' "l y mas precisamenre ralela y dialécticamente, Ia práctica de 1a acción local se
úr espaclo. aqui"lel"ootu"to
te¡ritorio ".u-üi. vuelven así considerablemente más complejas, hasta eI
sonaje, desempeña ese papel: asegura "u"i-p"i-
t.
mrca d.e ta.autoridad legÍtima y del colecrivo
lirrá_ extremo de que se puede comprobar el reciente cambio de
"or,¡,-,.r"iO.r
ejemplos de controve¡sia" to it""t.u., ¡i.". ;";¿;t;;. ü;
Ia relación de los individuos y los grupos que constituyen
Ái';;r;;;:
plícitamente sobre, por y par" ul t.r"ito"io,'Jñ;;il;_ con un espacio al que desde entonces se aferran cada vez
más, sobre todo en ciertas categorías sociales, como si fue-
ra un objeto-apuesta. Todos los estudios convergen aI de-
Acaso todsvía Eo los europeoe para Europa: mostrar 1a importancia que en todas partes han adquüido
__7 surre la esceoa poütica euro-
pea unacierta defección detcotecti". gi"¿.i"..
q,"li"l*"" iirl. asociaciones de un nuevo estilo, que graci,as a una con-
cultades pa¡a existir. t¡ovcrsia en ctue cl cspr¡cio focaliza el diferendo, enticnden

216
I

que promueven la competencia de los «ciudadanos expusieron un model.o territo¡ial con el que estaban
mente reunidos, para pensar el Lerritorio y prop....;i:
lib¡.
- "v¡ir ociados:
ciones de ordenamiento espacial. 1) componentes te¡rito¡iales (la densidad, Ia disposi-
En ocasión de las protestas a que dio lugar la n de las residencias, los paisajes y las prácti.cas agríco-
cons
ción del TGV Médi[erra née, Ja cques Lolive analizó
e I sur s, eI microclima);
grmiento de los colectivos co mo medio para
defend er un 2) Iímites reconocidos, a cuyo respecto es importante
espacio vital que se consid eraba amenazado por
la
línea feroviaria (Lolive, 1 999). Uno de los casos futura eñalar que los miembros de Ia UDA colocaron en la en-
da del territorio grandes carteles: «Aquí comienza Du-
torios en la materia p arece ser el de la constitu mas no-
ción de la rance_ AlpiIIe»,8 en un clásico proceso de limitación indis-
Union Durance-Alpill e (UDA), c¡eada en febre ro ensable para darle existencia a ese tipo de espacio;
de 1990
por la federación de comités locales, que 3) emblemas territoriales, en la forma de importantes
den unciaba el
proyecto de un traza do en torno a la pequeña
ciudad de lugares y, sobre todo, en este caso, en Ia de un actor no hu-
Cháteau-Renard. eu ienes protestaban, que sabí no: el águila de Bonelli, un ave rapaz cuya desapari-
an hacer-
se escuchar, estigma tizaban una infraestructu
ra que se- cj.ón se temía y que se convirtió en eI símbolo de la lucha
gún ellos destruiría Un ((eCOSiStema humano» (sic) por la supervivencia de «1a última» pequeña región homo-
nal, eI de un denso espacio rural y agrícola (2b0
origi-
habitantes génea de Bouches-du-Rhóne. Así, en Ios documentos del
por kilómet¡o cuadrado), carac terizado por colectivo se Ieía esta afi.rmación: «Todos nosotros somos
una práctica
agrícola intensiva, presentada c omo una jardinería águilas de Bonelli», que podía ser de dudoso gusto pero re-
secular y paciente de tierras q ue Ia cercanía del multi- sumía, según se consideraba, la naturaleza de la amenaza
río y
vientos favorables dotaban de un mic¡oclima propicio. los que pesaba sobre eI territorio (Lolive, 2003, pág. 148).
UDA no sóIo agrupaba a agricultores, sino también La
a resi- Los contestatarios ganaron la causa, por lo cual el tra-
dentes secundarios, peri urbanos, en muchos casos zado del TGV fue modifrcado. ¿Qué creen que ocurrió? La
de ni-
vel social relativamánte elevado. Se estableció UDA se desmembró rápi.damente en 1992 y el territorio
una coa-
lición de intereses entre actores que inventaban reactiyo, que algunos meses antes había sido capaz de
una causa
comun: «la defensa (por la UDA) de su integridad reunir todas las voluntades, se evaporó. La comunidad de
territo_
rial (. . .), el manteni miento de la integridad territoriab¡ proximidad desapareció y cada cual se replegó a su hábi-
(citado por Lolive, 2 0O3, pág. 146). En tat cotidiano, sin otra cosa para compartir desde entonces
este caso
puesto impacto de I a futura infraestructura pro , el su- que no fuera Ia utilización individual de un mismo espa-
vocaba
una conmoción que comprometía a los operadores cio. Una vez que desapareció el peligro, el argumento te-
a cons-
truir un espocjo reactiuo: ese nuevo «territorio» identi- rritorial perdió su razón de ser, con lo cual se comprueba
tario de ]a UDA, cuya consistencia al principio era retóri- que la labilidad de los colectivos constituidos en casos de
ca. El reiato de l a existencia del territorio controversia,9 la de Ios espacios «reactivos», que demos-
era producto de
la traducción de un hecho funcional traron ser sóIo construcciones momentáneas, y Ia de los
una línea de T GV en un área habitada- -la eninstalación
problema es-
de
pacial y polític o destrucción de una com unidad terri-
torial-. El p roy-laecto, ((tercero» extraño, representaba un
I Carteles que el prefecto, de manera significativa, hizo reti¡ar en va-
operador de la constitución de una disposición inédita nas ocasiones, en un gesto de denegación de Ia capacidad de desarrollo
del de esta «territorialización salvaje».
espacio local. E ra indispensable proveer de I Los miembros de la UDA se desligaron incluso de otros espacios de
fundamentos
materiales a e se territorio inventado por las palabras y controversias. IJna vez ganada la causa de Durance-Alpille, loe diferen-
los actos fund aclo nales de la IIDA. Fu e entonces tes coeités no se involucraron en uDa protesta comúD contra eI TGV,
cuando
los miembros de este colectivo enunciaron los eucabezada por uüa coordinación asociativa regional de defensa del
elementos medio ambiente, que la UDA integraba y que había apoyado activa-
característicos d e una geografÍa tangible; en suma,
cuan_ mente su «lucha».

27a 211.)
discu¡sos vinculados con la disputa predomina ron uar exige sintetizar 1o heterogéneo, establecer una con-
pliamente sobre la perdurable üs posición de los materia am
encia entre las cosas, Ios hombres y los acontecimien-
les, de los imaginarios, de los rela tos y de las prá
cticas ne Ese material es potencialmente convertible por la
cesarias para la perpetuación de los edifiéi os territoriales.
unciación en un relato o parcial- de esa expe-
Así present ada, la escena política, e n la a ctualidad social, dominada, -total
controlada, integrada por el
cada vez más m ediatizada por el ¡odeo de Ia riencia
comunicación ivid,to, in fine, gracias a Ia competencia narrativa. Al
territorial , y de manera creciente por los rnedios digitaleg
como los s itios web ofrciales o inde pendi respecto, Ios dos ejemplos de Ia apertura de este li.bro me
entes parecen explícitos. El tsunami. fue eI c¡isol para una pro-
sobre todo durante episodios de controversias-, -activados
como la cristalización de una fra cción
aparece fusión narrativa de la que ya se han enunciado algunas
de la esfera públic caracte¡ísticas. La propia Rosa Parks contó varias veces
de debate. Sobre tal escena
,eles pacro de las sociedades es su historia, y esta fue Ia fuente de múltiples relatos, entre
planteado como tn proble ma político c
apital, que
Ia movüzación de los a ctores, como lo demuestra requiere ellos el mío. Tanto en un caso como en eI otro, las nar¡a-
plo de Ia constitución del territo¡io de e1 ejem- ci.ones fueron y siguen siendo fuentes para aprehender y
Durance-AJpi1le. comprender los juegos de Ios actores con las distancias y
los lugares, dado que esos juegos son muy bien puestos en
escena Por las intrigas.
La intriga Este proceso se afianza con particular claridad en el
caso de las polítj.cas territoriales, en que a los actores les
Los actores espaciales acostumbran contar historias.
- p¡ecrso, pues, escucharlos y comprenderlos, tarea resulta imperativo enunciar discursos que adoptarán un
¡rs
permite la transposición de Ias tesis oup registro narrativo, mientras que en Ia vida cotidiana no
de p""lni"-rrllr" todas Ias prácticas, si bien exigen sintetizar 1o heterogé-
trab.ajo resulta, a mi juicio, f""¿u-".,iul_n;;;;;"#":
neo, desembocan sistemáticamente en una. verbalización
tizaba el Ia- d-efinición lingüistica
que Io aborda-ba por el sesgo de su "unó"i";
J" ;";;; narrativa, aunque contar historias sea uno de los actos
función narrativa. 'S'e_- más frecuentes de Ia vida de todos los días. El procedi- ,il
gun el, «con el relato, la innovación semántica
consiste en miento de «puesta en intriga» parece muy activo en cada
ra rnvencrón de- una intriga que (. . .)
es una obra de sínte- proyecto territorial de ordenamiento espacial: el urbanis-
:1:l ".1 "r"t"gla de la intriga, objetivos, causas,.azares son ta, por ejemplo, debe asegurar 1a síntesis de Io heterogé-
unidad temporal de una acción total y com- mundo y su complejidad- y proponer Io inédito
::llrY:.""
pteta. Esta sÍntesis de lo heterogéneo
neo
-el
es la que acárca el ---el plan urbanístico, eI proyecto-. Así también, Ios polí-
relato a la metáfora. En ambos casos, lo nuelrá _lo ticos ponen en acción retóricas teleológicas que le dan sen-
aún no
dicho, lo inédiro- surse en t""e"á¡e, ;qri,
l, _",ai..^ tido mismo tiempo, orientación y significado- a la
vtva, es decir, una nueva pertinencia
"t en la Dredicación: -aI urbana, y esto constituye una de sus funciones
política
arrl, una rntriga fingida, es deci¡, una ru.ra esenciales-
congruenciá
en la üsposición de los incidentes»
@iceur, 199i oáe. 91. Plantear la candidatura de París para los Juegos de
Ricceur retoma aquí la noción jri","iáii"" 2012 consistía, ante todo, en proponer una intriga. Hubo
como disposición de Ios hechos en un relato
a" ir r".¡gá
.str,rctrraío. un ajuste de los diferentes hechos y realidades en una
T" cey fo" la intriga, Ia heterogeneidad intrÍnseca ael _un- misma historia, donde se imponían grandes aconteci-
q.o los tenómenos. a la que el acto¡ se enfrenta,
es venci_ mientos, como eI renacimiento de1 olimpismo en París
oa, pues estos son clasiñcados, jerarquizados, gracias a Pierre de Coubertin: grandes hombres (entre
caliñcados-
integrados e¡ el orden gtoUatizáa". y i,;;ñ;;;;;;;.
ellos, Coubertin), grandes lugares del pasado, actuales y
1\o nay accron humana que no esté referenciada.
de una futuros. Esta intriga, que narraba eI encuentro de Ia gran
manora u olrir. porstr ubjcaciri¡r don[r,¡ de una
inlriga. Ar- ciudad con el espíritu olímpico, no ora un sirnple ropaje de

220
22t
la acción, sino que constituia su centro, en Ia medida c.
que fundamenLaba el discurso dejustificación a" lo una relación con el tiempo, en cuanto coloca Ios diferentes
qr" sodios que Io pautan en concordancia dentro de un
emprendía. Por otra parte, o contrario,,..la uder¡ot» jI "á
París no deb.ilitó acaso, a juicio del propiollcald" aá so conocido de la historia. Es preci.so detenerse en esta
v cuestión, que constituye uno de los núcleos del enfoque
allegados, al gobierno parisino y su proyecto urbano? "i.
porque las operaciones de alojamienlo, de i.rf.ae"tru"iul Ni propuesto: también aquí eI trabajo de Riceur significa un
ras, de equipamientos fueran menos acordes a los cánonlg aporte decisivo. En efecto, Paul Ricceur señala que «Ia
urbanísticos del momento o perdieran i*portro"i"-iil apuesta úLtima, tanto de ia identidad estructural de la
trínseca, sino porque el agotamiento a" ", i.rt¡g" ,o función narrativa como de la exigencia de verdad de cual-
comp_ensada por el surgimiento de ninguna

".ru otr" t istorii quier obra narrativa, es eI carácter temporal de la expe-
movilizadora. El desorden de las cosas no ." ,".r"iao riencia humana (. . .): el tiempo se vuelve humano en la
la planificación narrativa; provisori am ent", fii 6edida en que es arti.culado de manera narrativa; en cam-
auáá. bio, el relato es significativo en Ia medida en que dibuja
ningún relato nuevo del mismo alcance pu"*it""inq,r"
relanzada la circulación de valo""", ,rorrná", id."l";í;;"_*
""1 Ios rasgos de Ia experiencia temporal» (1991, pág. 17). El
paciales- autor destaca que todas las especulaciones teóricas
sóficas y cosmológicas- tropiezan con eI prciblema de la
-fifo-
Así, cuando se aborda e] estudio de una acción d.e orde-
namiento espac-ial o, más globalmente, de definición de la naturaleza profunda del tiempo. Única-
potitiá mente el relato puede responder a Ia angustia que ani.da
""u y Ia es-
tocal, se deben identifica¡ las intrigas que la basan
tructuran, y comprender sus sustratos en términos de en los pliegues de esta permanente aporía «esta es-
tructura aporética del tiempo» <ibid.)-, -de
pues <<la especu-
ideologías- espacia les, o sea, captar bien el juego
de la es- lación sobre el tiempo es una rumia inconclusa a }a que
pacraurrad en esta(s) intriga(s) y su(s) fo¡malización(es).
Identütcar Ias intrigas que sintetizan lo heterogéneo con- sóIo le replica la actividad narrativa. No es que esta re-
srste en comprender las historias que cuentan lás djferen- suelva las aporías por suplencia. Si las resuelve, es en un
tes actores, en primer té¡mino ias vehiculada" poi sentido poético, y no teórico, del té¡mino. La puesta en in-
¡elato oficial que actúa, califica y justifi"u u, .ro-Ui" "t triga (. . -) responde a la aporía especulativa por un hacer
aái poético capaz de esclarecerlor» (ibid.,pá9.24). En suma, el
Poder legítimo. Esas ficciones verosímiles narran la a;_
ción sobre, por y para el territotio, y d fr"".rio ..rli.g; relato humaniza y socializa la experiencia del tiempo con
una visió¡ del espacio, de sus valorls y aut los individuos y los grupos, gracias a la capacidad de la in-
que excede en mucho el ma¡co del territorio -""ao "áiüi triga pará dar sentido y coherencia a una actividad que
en cuestión y siempre es temporal y temporalizada. Contar, narrar, es
de la época de enunciación. Están pautadas p;.;;l;;J,
peripecias, que tienen un comiená y un frnal, p";;; colocar en una perspectiva, inscribirse a sí mismo, inscri.-
f;: bir a los demás y las cosas en un contexto y una duración.
nal en permanente retroceso, un final iripotátlco qrre s.
escabulle, pues ese relato nunca aeae
¡i"ttzar, i^ qiá
siempre está abie¡to a un futuro dei territorio t*í"¡áJá
por la praxis. El relato de acción d,e Liuerpool

Volvamos una vez más al caso de Liverpool. El i¡forme


sobre Ia candidatura de la ciudad para que se la clasiñca-
Del buen uso espacial de lo legend.ario ra, dentro del patrimonio mundial, como <<¡narititne mer-
cantile city»» es un claro ejemplo de esta capacidad del re-
El caso de 1a candid.atu¡a patisina permitió plantear lato para dominar el tiempo de la política territorial y ase-
un punto esencial: el relato de la acción siempre mantiene gurar que la dimensión tempo¡aI de la acción espacial en-
tre en cl campo del lenguaje y la comunicación, dc la inter'

222
22:)

I
I

locución, y así se socialice y pueda ser expresado y discq¡i_ de la regeneración urbana. En efecto, esta se impone
do. Ese corpusl0 Liene un carácter institucional rque es preciso recuperar eI poder, la capacidad de in-
"onfi.¡¡^-
do por el primer apartado, «Introduction», que contiene;l ovación11 y la proyección mundial que caracterizaban a
compromiso de las autoridades locales y nácionales. ri; verpool y que de alguna manera habían abandonado a
como la lisLa de todos los part¡cipantes. Esta introduccú"n ciudad. EI marasmo constituye el indl.spensable opo-
se abre con un portal ilustrado con una foto de las «Tres nentc del relato de Ia política teuitorial, sin el cual este
Gracias», o sea, de esa fracción particularment. imporl tendría el mismo alcance. Resulta importante, pues,
tante del Waterfront. El ícono representa un embl;ma r apoyarse en un episodio «disfórico» para poder cons-
que sintetiza a la vez Ia ciudad, su carácter de ciudad truir eI relato del regreso aI estado «eufórico» de la (re)con-
mal
rítima, el proyecto en curso y, más globalmente, el conjun- quista urbana.
to de la acción de renovación urbana empren¿iaa por ta" Puede comprobarse también el lazo que la narración
autoridades locales. Para que se Ia decodificara correcta_ establece entre el pasado (glorioso), el presente de la ac-
mente, para que no fuera una simple estampa decorativa, ción territorial y el futuro virtuoso, que será fruto de la
era necesario que esa imagen contuviera los gé.mu.re" dei tica que se lleva a cabo. Esta se implementa en nom-
relato que daría a conocer la gesta de Liverpóol, y qu" ese del territorio, pues es posible distinguir claramente
relato ¡emitie¡a permanentemente al lectár u ."u fig.,"u que la autoridad local, delegataria de la soberanía política,
de excelencia. es también garante del territorio, de sus valores y grande-
El relato se despliega a continuación en diferentes zas, y se hace cargo de su integridad material e ideal. El
capitulos, en particular en los Litulados «J ustification». relato compone un todo integrador, eI de la leyenda, q.ue
que explica las motivaciones de la candidatura, y «,F1js¡6- permite calificar un estado presente y legitimar una ac-
ry», vasto fresco que bosqueja eI destino de Liverpool. Ese ción espacial.
¡etrato histórico es preciso, aunque escamotea eI período
de crisis que se extendió durante t¡es cuartas partes del
siglo XX: la mayoría de los ¡elatos d.e acción incurren en UN EJEMPLO DE RELATo LECENDARIO
ese proceso de ocultación de los períodos considerados me- ll

nos propicios, que aparecen como repliegues momentá- La ciudad de Liverpool es, sin ninguna duda, una ciudad
neos entre las fases de dinamismo. por otra parte, en el de proyección internacional. Es célebre por sus logros pasa-
caso de Liverpool, Ia declinación urbana es ubicad.a en 1a dos y actuales en el campo del deporte y la música, pero su
intriga, discretamente, casi de manera subliminal, como renombre universal es producto de su destacado papel por-
un peligro insidioso que parece demand.a¡ una indispen_ tuario y mundial desde comienzos del siglo XVIII hasta co-
sable reacción: la de volver a dar a la ciudad una ambición mienzos del siglo XX, así como del paisaje urbano heredado,
que da testimonio de ese papel. (. . .)
a la altura de sus fastos de antaño. Es útil reproducir un
En el período que transcurrió desde comienzos del siglo
fragmento del comienzo del capítulo «Justifiiation», que XVIII hasta comienzos del siglo XX, las sociedades huma-
me parece muy explícito acerca del juego del ¡elato de la nas experi.meotaron espectaculares cambios en el mundo
acción con Ia histo¡ia urbana. entero. Liverpool desempeñó un papel relevante en esos
cambios, sobre todo mediante su contribución al desa¡rollo
En este caso se trata de un relato legendario. Es evi_ del comercio mundial, a Ia Revolución Industrial, aI creci-
dentela omisión del período de declinación, que constitu- miento del Imperio Británico y a la emigración masiva, en
ye un hueco en la narración y al mismo tiempó sustenta el particular hacia e1 Nuevo Mundo. Liverpool fue también

10 Tal como 1l Presentada como una evidencia, a través de la expresión «tradición


se lo pre6enta én el sitio oficial www.liverpoolworldheri
ta8e.com. de innovación».

.l
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224 ,l 22'.-¡
l
una ciudad pionera y su tradición de innovación hizo de ella cilación en que un «territorio»» (strícto sensu, urbano o no)
una ciudad de referencia internacional en materia de técni- es fundamentalmente una memoria cuya consolidación,
cas por:tuarias, administración de puertbs, rDétodos de cons- apropiación y uti.lización (cuitural, social, política, tácti-
trucción de infraestructuras y sistemas de transporte. El ca) son indispensables a los efectos de const¡uir una legi-
sitio elegido [para ser considerado por la UNESCO] forma timidad para discurrir y actuar. A partir de nuestro ejem-
un paisaje urbano completo, que engloba lo esencial del co- plo, se puede afirmar que Ia reflexión sobre eI tiempo de1
¡azón de la ciudad de Liverpool y aporta Ia evidencia tangi- «organismo ciudadano» es, por eso mismo, central en e1
ble de su carácter de importante ciudad histórica. Ese silio proceso político. Señalemos, por otra parte, que 1a mayo-
contiene numerosos conjuntos arquitectónicos de renombre
üternacional, como el trio de construcciones del «pier Heaór,
ría de los investigadores admiten sin dudar esta conjun-
las sedes administrativas de William Brown Street, los di- ción territo¡io/memoria. Así, al concluir una obra pionera,
ques y depósitos, y el centro comercial. Bernard Lepetit afirmaba: «El territorio es esencialmente
Además de ese patrimonio arquitectónico, el sitio elegido una memoria, y todo su contenido está hecho de formas
se-ve enriquecido por un importante patrimonio histórico y pasadas» (Lepetit, 1993, pág. 296).
cultural. El espiritu de innovación y audacia que caracterizó Va de suyo que tal cantinela merece ser criticada en
a la ma¡cha de Liverpool hacia el éxito y la proyección pre- cuanto maniflesta la ¡elevancia de una doro cuyos efectos
valecen aún hoy, y las actuales iniciativas de ¡enovación ur- políticos no son desdeñab1es: estos adoptan el aspecto, por
bana se orientan a volver a darle a Liverpool el estatus d.e ejemplo, de una cierta forma de conservacionismo patri-
ciudad mundial. A comienzos del siglo XXI, la ciudad se monial en que el espacio es pensado, ante todo, como un
halla a 1a vanguardia del movimiento de renovación urbana conservatorio de memoria, al que se le debe impedir cual-
y cuenta con ¡¡umerosos ejemplos de logros en los enfoques
quier evolución más ma¡cada en Francia e
pioneros de rehabütación y recalificación de espacios urba- -tendencia
nos históricos. La i.nclusión [en el pat¡imonio mundial] del Ita1iá, por ejemplo, que en Gran Bretaña-. Por añadidu-
sitio elegido constituiría una etapa fundamental en el actual ra, muy a menudo esta memoria se conjuga en singular, y
proceso de regeneración de la ciudad (2002). queda mucho por hacer para que Ias autoridades legíti-
mas (y también la mayoría de los demás actores) acepten
realmente las memorias plurales y sus necesarias dife-
rencias, cuestión que el relato de acción de Liverpool valo-
Concordo,ncíct de los tíempos riza mejor que la mayoría de los relatos que he poüdo es-
tudiar en F¡ancia. Esto no sorprende, habida cuenta de Ia
, Las representaciones y los usos de los tiempos que se
despliegan en los relatos de acción de los proiagonistas
diferencia de apreciación del multiculturaüsmo en Gran
Bretaña y Francia, pero también de la necesidad de dar
constituyen componentes esenciales de dicha acción. Ex- un valor positivo al pasado colonial de Liverpool. El relato
presan, con relación al referente temporal biográfrco de los multicultural posibilita así transformar en virtudes urba-
actores, la concepción con ¡especto a tres elementos fun- nas, en Ia actualidad del momento, Ios defectos de la colo-
damentales: nización.
1. El tiempo y las temporalidades del espacio de inte¡- 2. EI tiempo d.e la praris, una problemática particular-
vención, a saber: Ia organización urbana o cualquier otro mente deli.cada, pues engloba la del tiempo de cada acci.ón
territorio sobre y por el que se actúa. Como lo destaca el y, tras ella, Ia de cualquier acto en particular, la de Ia re-
caso de Live¡pool, el te¡ritorio más precisamente Iación entre las temporalidades de cada acto sincrónico y
-aquí,
la ci ,dad- constituye a la vez un objeto (aquello de lo que la de la inserción de ese conjunto en el más vasto de Ia po-
se habla) y un sujeto (ese casi-personaje qu; habla) de 1os lítica. De hecho, esto consti.tuye eI terreno para una prue-
¡elatos. La rnayoria de los indivitluos concucrdan sin va- ba de calificación discursiva del entorno, la sustancia y el

227
es¿atus del presente de la occión por los protagonistas. SF espacialidad) consiste en definir y legitimar la qctuali-
trata de que los actores políticos convenzan a lo" otroi d,ad, d.e su acción. Conla lectura de la cita se advertirá, de
operadores de la co¡rección de 1as inte¡venciones previsi aso, 1a voluntad de publicitar las operaciones mediante
tas, E¡r el caso de Liverpool, recurrir.los g.andes acol- el exP ediente de dirigirse a la población, en un funciona-
tecimientos (a caiificación, la obtención del título de ó;- ¡¡iento clásico de la escena po1ítica.
pital.Eu-ropea de la Cultura) permite d"-ost.ar l" pei¿]-
19lgi1 du la acción presente. EI plazo a" "".r"i-i"rto ui 3. Finalmente, ia dialógica ent¡e las dos concepciones
2008 desempeña un papel muy importante. Abre el lañ anteriores de Ia temporalidad; en otros términos, el modo
de tiempo del futuro cercano: un presente próximo, de^ai en que, a juicio de Ios actores, se conjugan y ajustan (o no)
guna manera, en que se inscribe el conjunto de la política el tiempo de la ciudad y el tiempo de 1a proris. También
teuitorial. Por ejemplo, los importantes trabajos de reha_ en este caso, algunos fragmentos del documento de la can-
bilitación del centro de Liverpool (le fueron ."ig.r.ao" didatura de Liverpool resultan muy explícitos. La actuali-
millones-de libras), acompañados por Ia mejoraáeI t¡ansl
if
dad del obrar está en relación directa con la intriga histó-
porte público central y la puesta en marcha d. u.r" ac"ión rica. La leyenda funda la posibilidad de poner en escena
Sedigsmlf9ntat, quedan justificados así ten e1 sitio dela la Iegitimidad de Ia acción presente; a cambio, los prLme-
Municipalidad: www.liverpool.gov.uk): esta política tei- ros resultados tangibles de esta son profusamente media-
drá «r¡¡ i¡¡p¿s¡e considerable en eI asiecto a"l ce.rt¡á áe tizados. La obtención del nivel UNESCO y la condición de
la ciudad, en el modo en que las personás ll"gu., t u"t, éij Capi.tal Europea 2O08 alimentan numerosos documentos
se desplazan por é1, ya sea en automóvil, y están en eI origen de diversas manifestaciones que pre-
for medio dá
transporte público o a pie, así como sobre áI u""""o pu"u tenden ser Io más populares posible. Así, cada gran acon-
las personas discapacitadas. Se trata del más import'anie tecimiento cultural es vinculado por un relato oficial con
programa de acción que haya tenido el centro, tendiente el año 2008, y se convierte en una ocasión para gozar por
a
c¡ear un área de gran dinamismo. Lo que pretendemos es anticipado del estatus a1 que se pretende eleva¡ a Liver-
desar¡olla¡ una alta calidad med.ioambiLntal pool. La Municipalidad incluso organiza una jornada
nos acercamos a 2008, y hacer de Liverpool una -i"rrt"u" festiva específica, el 20 de agosto de 2004, jugando con e1
ciudad
atractiva en el plano mundial. por otra parte, queremos hecho de que «20 de agosto» puede escribirse «20108». Et
que la mayor cantidad de persoaas y grupos expresen eslogan de esa gran jornada cultural, especie de ,edsi¿g
sus
puntos de vista y opiniones, a los efectos de coni¡ibuir festiva urbana, es: <<20th August - It's a. date to celebrate».
a la
evolución que experimenta la ciudaór. El final de ese mi.smo mes de agosto es consagrado al
EI período que corre entre 2004 y 200g constituye, Waterfron t Weekend, festival muy variado que incorpora
pues, un buen momento para actuar a 1os efectos de devol_ en particular a 1os sectores claves deI Waterfront (Dock
verle a Liverpool su rango d,e utorld. clq.ss cify. Este último Albert, «Tres Gracias»). AIIí, eI espacio de ia acción (el
año cumple la función de plazo movilizador, de fuerte sig- Waterfront) permitía unir eI proyecto cultural y eI proyec-
nificado, puesto que sintetiza tod.os los objetivos que s"e to patrimonial, significando así que se trataba de dos li-
desea alcanzar y los valores urbanos que se pretende pro- neamientos de una misma trama narrativa: la de Ia con-
mover: limita un tiempo para 1a acción, al que l1amará oc- solidación de la ciudad mundial. Señalemos que las malas
tualidad. La actualidad se refiere a ese período de1 pre_ condiciones meteorológicas obligaron en 2004 a trasladar
sente abierto para Ia concepción y reatzáción de un pro- las manifestaciones previstas, que debieron migrar del
yecto movilizador. En cie¡ta medida, una de las tareas Waterfront a una sala de espectáculos, afortunadamente
más importantes de todo actor institucional de políticas también ella integrada en el perímetro UNESCO. Esta
espaciales (aunque, a fin de cuentas, sin duda se puede circunstancia abatió a los funcionarios, que de ese modo
am¡rliar el ¿rlc¿rncc de csta afirmación a torlo c,¡,er,rilor,l,, sc vieron privados clc la efic¿cia clcl «efecrto lug¿¡r". El con-

229
junto de la política teritorial fue también abunda gias temporalizadas que progresa, por virtud de la intriga
nt
mente mediatizado, y es preciso señalar que los resulta de sus instrumentos, a lo largo de una serie ordenada de
dos de las numerosas rehabilitaciones urbanas constitu tados narrativos- ]a figura descriptiva, «significante
yeron, en sí mismos, pr¿rebas por el espacLo m.aterial Marin, 1973), provoca realmente
eo1ógico codificads» (L.
que las cosas cambiaban, de que el futu ro de Liverpool de
ss. ¡na suspensíón del movimiento diacrónico, una esrosis
taba bien orientado, de que la ciudad navegaba de nUevo sincrónica, desde donde volverá a partir el relato, enri-
hacia su destino por la leyenda- de gr¿¡ quecido por esta pausa.
metrópoli -consálidado Relato y figura no forman una pareja de duelistas, da-
De esta consolidación se hacía cargo el relato de acción do que uno y otra están íntimamente vinculados, y ese anu-
de Liverpool, pero este englobaba además múltiples ve-n. damiento y su movimiento constituyen incluso un prjnci-
tanas descriptivas y figurativas. Si se vuelve aI docume¡¿q pio d.inámíco de la economía semiótica antes citada. La
de presentación de la candidatura d.e la ciudad pu;"i: narración toma a su cargo la dimensión temporal de Ia ac-
"I
monio mundial, extensos capítulos describen el pe.ím"tro ción. Difunde el discurso sob¡e la legitimidad de actuar
sujeto al reconocimiento de la UNESCO, así sr.s pol con respecto al mito histórico del terruño y, a la vez, e1 de
te¡cialidades patrimoniales. Sin embargo, "omo
estos silo los fines úItimos del proyecto. Mezcla, pues, Io legendario
cobran sentido pleno y total respecto del propósito g"""i"i y lo teleológico, y ál hacerlo anuda el hilo de la continui-
de afranzamiento del carácter de maritime merca"liU dad temporal, vincula en un conjunto coherente, dotado
En suma, el discurso descriptivo es siempre remitido"ia. ái de sentido, el pasado, eI presente y el futuro. Proporciona
relato que i.o integra y le conf:rere su alcance socirl. Si;;;; un marco cronológico para la descripción en imágenes que
¡elato, los momentos descriptivos sóIo inte¡esarían a los expone figuras de totalización ideal de1 espacio de acción
especialistas en historia local; junto con eI ¡elato sob¡e el y/o del espacio previsto, así como representaciones emble-
cual siempre abren, en una especie de hipertextuaiidad, máticas de los lugares y las áreas que cuenúon en el mode-
las descripciones se convj.erten en realiáades políticas, lo territorial.
lr integradas en una acción territorial. A lo largo áe los do.
cumentos se destaca también la abundancia de figuras
(no menos de dos o tres por página) que muestran ta-nto La historía que se escucha a las puertas
eI
Waterfront, o algunos de sus detalles, como objetos patri- de la leyend.a
moniales (construcciones, grabados, d.etalles rrqrrit""-
tónicos, objetos artísticos, etc.). También en este caso. esos Se podrían multiplicar los ejemplos d,e esas lelend.as
documentos iconográficos. de mucha calidad, sólo superan d,oradas locales, instaladas en el corazón de los ¡elatos de
su estatus de ilustración o de fuentes eruditas en la medi- acción espacial, que articulan, en una mecánica cíc1ica
da en que la pausa visual que instauran ¡epresenta un eco clara, fases «eufóricas» (episodios propicios, estandartes
del canto legendario, no rompe con este, sino que permite de la ciudadanía del terruño que habrían forjado la perso-
más bien empalmar con el relato así enriquecido por el nalidad urbana y, en consecuencia, la de 1os habitantes) y
material frgurativo. algunos incidentes «disfó¡icosr. A 1as manifestaciones vir-
En consecuencia, la narración y Ia fi.guración no hacen tuosas de Ias horas de gloria responden reveses que fun-
más que respaldarse: cada una de ellas áncierra en sí mis- cionan en eI relato como oponentes necesarios y promue-
ma los índices de Ia presencia codificada de la otra, que se ven una mejor valorización de los momentos propicios.
despliega a Ia menor ocasión; así, eI relato existe e; la fr- Los ¡ecu¡sos legendarios representan 1os ingredientes de
gura y Ia fi.gu,ra eru el relato. El reconocimiento de la com- ese registro del relato de acción; constituyen un material
plementariedad relato/figura no obsta a destacar que en bastante homogéneo, en una cultura determinada, de ciu-
ulr proc(rso d(! narraciótr
--o sea, en utt¿r scric dc sccur:tr- dad en ciudad (donde se suelen producir los misrnos tipos

2;t0
de episodios históricos), que se presta por su ductilidad, Fue posible comprobar esta relevanci.a en ocasión de
por su carácter genérico, que incluso permite todas las
las fiestas de 2001, que se desarrollaron en un contexto
manipulaciones, a Ia invención de una identidad arraiga- particuLar: el de 1a derrota, bastante inesperada, algunas
da, de una autoctonía, en una leyenda,'en un patrimoiis
semanas antes, del alcaLde de Orléans, Jean-Pierre Sueur.
transpuesto en relato.
Este ex ministro, considerado imbatible, era un emblema
A juicio de numerosos protagonistas (sobre todo, los dg
nacional para la izquierda gubernamental. Encarnaba el
la escena política institucional), a menudo uno o d.os he_ tipo ideal de alcalde, imbuido de la importancia de cam-
chos cristalizan la quintaesencia de ese capital-imagen le-
biar Ia política urbana. Con ese título, había dirigido una
gendaúo. El caso de la ciudad de Orléans me servirá esta
célebre comisión que produjo un informe para el ministro
vez como ejemplo.
del Empleo y la Solidaridad, en 1998, del que surgió un Ii-
La «mitoideología» (Detienne, 2008) de la «Iiberaciónr» bro (Sueur, 1999) que sintetiza, según se considera, todas
de la ciudad por Juana de Arco constituye un ejemplo de
Ias ideas relevantes para la promoción de un nuevo urba-
esta posible cristalización. La memoria mitificada de nismo. A la conmoción que causó ese revés electoral, que
aquel hecho armado del 8 de mayo de 1429, c¡eador de un fue vivido por muchos habitantes como un grave quiebre,
rasgo esencial del carácter identitario ciudadano, es per-
como eI desgarramiento de un tiempo de acción de]
petuada por la organización anuaI, a comienzos de mayo,
equipo de Sueur, respecto de quien muchos orleanenses -eI y
del gran acontecimiento de las frestas dedicadas a Juana, observadores externos pensaban que contj.nuaría en su
en un período propicio, se convendrá, para Ia interpola- puesto sin mayores problemas-, los nuevos ediles res-
ción de imágenes y simbologías de la Iucha y la liberación. ponüeron de dos maneras.
Durante varios días, la ciudad se contempla en el espejo Ante todo, multiplica¡on las declaraciones que expre-
(deformante) de su leyenda. Todo culmina, aI día siguien- saban sus deseos de «tomarse su tiempo», proponer una
te de una solemne misa en Ia Catedral, con un desfrle du- pausa en los proyectos encarados hasta allí, para evaluar
rante el cual una Juana, elegida entre las jóvenes de la re- su inte¡és y la pertinencia de las opciones realizadas; en
gión, emprende a caballo un recorrido que, según se consi-
suma, manifestaron la voluntad de crear una métrica y un
dera, rememora y conmemora eI de la he¡oína. A conti- uso del tiempo que Ies serían propios y no heredados de su
nuación pasa eI cortejo formado por representantes deI predecesor, del cual querían despegarse radicalmente. De
Estado, de Ios cuerpos constituidos, de asociaciones, de este modo, antes aun del trabajo sobre la sustancia de la
oficios, de escolares. La procesión, con trajes protocola- acción, eI cambio era narrado, enunciado, en este caso, ba-
res," es preced-ida por discursos, entre ellos eI del alcalde jo la forma de un suspenso, indispensable para la inven-
y el del padrino de la edición anual Io general, un ción de un presente y de un ritmo que serían especÍficos
«gran personaje» que de ese modo honra -por eI recuerdo de del nuevo equipo municipal. Pero, en forma paralela, ¿có-
Juana a-l mismo tiempo que gratiñca a Orléans por acep- mo hace¡ frente a todos aqueuos que denunciaban el ries-
tar su presencia-, en que la acción de Juana es siempre go de inmovi-Iismo que amenazaba a Orléans con este nue-
el pretexto para reflexiones sobre eI presente y eI futuro vo equipo inexperto, si no era apropiándose espectacular-
de Orléans. Ese acontecimiento, muy mediatizado y do- mente de las festividades en honor a Juana, asumiendo eI
tado de imponentes medios, podría causar gracia si no ropaje de Ia leyenda local?
fuera sorprendentemente popular, si no reuniera a grupos La municipalidad recién electa pudo encontrar el te-
sociales que suelen mostrarse indiferentes entre si, si no rreno de Ia consolidación de su apego a Ios manes de Ia
constituyera un verdadero objeto de debate en la sociedad ciudad; pudo demostrar, mediante su presencia intensa y
local y una real apuesta polÍcica. «parlante» antes, du¡ante y después de ese episodio de co-
12 Tanto el rcctor como los univr'rsitarios, por ejclrplo, desfilan e¡r to- munión identitaria, que retomaba la bandera, que se
ga ac:rdórnica. iusert¿rl¡a cn h tr¿¡cliciirn local, quc hacia suyo el destincr

23lJ
de Orléans, Ese acto y los discursos que lo acompañaron ca de grandes proyectos llevada a cabo desde 1989 (que
fueron importantes, pues así como una autoridaá es res- había culminado con Ia operación de construcción, muy
ponsable del espacio legÍtimo cuya regulacj.ón le es confia- mediatizada, de una importante línea de tranvías)- co-
da a través del acto electoral, también
capital legendario que funda la identiilad "" "."po.,"rbt" áit mo indicador evidente de un cambio mayor, anunciado y
y q.,o, po, oi.* autorizado por el vereücto de las urnas. Habia al.Ií, pues,
s.e condensa en lugares y áreas emblemáticos un trabajo politíco sobre eI tiempo, la invención de un pre-
larie,
teritorio del
el caso de Orléans, los lugares a"¿icados a sente y eI comienzo de la defrnición del perfrl de un nuevo
tecordar a-en Juana son numerosos, muy en particular el futuro territorial posible. Pero el nuevo equipo municipal
propio recorrido de Juana y la plaza de ia también inventó su propia historia de los primeros tiem-
Caiedral_.
Las f-restas de 2001 constituyeron, pues, unapr ueba pos utilizando eI mito, invirtiendo eI gran relato de Juana,
-
lificad,ora para las autoridades q,re ácababan á.
ca-
.IJ- que pone en escena el nacimiento de Ia ciudad moderna en
gidas, una primera demostración a" "".pálu condiciones adversas. Así, la gran leyenda, el gran relato
co¡rstruir un relato de acción específico ".. "upu"i¿J
inscripto án et original, sostenía Ia pequeña historia en cutso de crea-
relato legendario, una primera manifestación de iu ción, y así, los políticos que acababan de ser elegidos indi-
tución de su presente de acción y, sobre todo, de s*p.;;;;- "orr"ti- caban, mediante esa manera de obrar, que no precipita-
cia- e.n el territorio legítimo. Eialcalde ban a la ciudad en Ia aventura, sino que, por eI contrario,
¿" ó"t¿""J
ció, de manera_ sincrónica, que introducía ,", p",r.u"rrr.r- le daban los fundamentos para estar mejo¡ a la altura de
tluJo temporal contextual de la política municipal "r,
lt
y se su destino.
adhería aI curso continuo (por lo tanto, d""";";;;;";: Al examina¡ este ejemplo, así como eI de Liverpool, se
lizado) del caudal legendario, todo ello mientras se as;;- descubren varias funciones del discurso sobre el tiempo,
taba.en.el territorio. Esto permite ver que t" rrpt,r"r que siempre adopta, en mayor o menor medida, la forma
tu
continuidad, lejos de rechazarse, se aliaban en el actáv del relato Iegendario.
,,"lg d"
.uj. polÍtico. Luego de 2O01, el alcalde de Orléans no
oeJo de recordar su adhesión a las celebraciones
1. Se observa, ante todo, ur.a función mitológica, en el
de Juana sentido estricto del mito concebido como un ¡elato de los
y su deseo de fortalece¡ el papel d.e estas como g."" orígenes. De esta manera, se establece Ia idea de un an-
tecimiento movilizado¡. ""oi- claje, de una antigüedad, que sería Ia condición misma de
En Orléans, así como en Liverpool y en todas partes, una perpetuidad y de una grandeza, a tal punto es cie¡to
una de las tareas de todo actor polí1ico ierritorial consistÉ que Ios esquemas de inferencia y los estereotipos de nues-
en deümita¡ un «lapso», un campo temporal tra cultura permiten conve¡tir la antigüedad y la perma-
ümensionad.o
que limita la acció_n, sea cual fuere. Esto pr";"" nencial3 en indicado¡es de Ia calidad y el poder.
Lógr;;;;
-to que concierne a los límites venideros
de una prois, que 2. El relato legendario tiene tamblélr una función iden-
a ñn de cuentas pueden ser impr.cisos p.rá
¿á r* titaria, mernorística e históríca, aI señaLar cuáIes son los
todos tienen c_onciencia, puesto que nadie ignora que "rij""
hay acontecimientos y Ios períodos que se pueden ofrece¡ a los
u¡ término. No obstante. también es imperioso ciudadanos para que los admiren y se Ios apropien, y que
el relato del origen y de los primeros tiempos. De "onstr.lir contribuyen a distinguir un territorio de otros, a confe-
esto se
ocupaban Serge Grouard y sus principales colaboradores ri¡Ie una identidad espacial arraigada en la historia. Esta
en aquellos üas de 2001- En esa acción comunicativa, memoria oficial, encarnada en lugares y espacios del mo-
pro_
yectaban la€strategia poütica estableciendo delo territorial, es permanentemente actualizada por eI
tapousá'j_ae
rnmedrato denunciada por las autoridades anterio¡es
co-
mo un repliegue, como el signo del abandono de
que conformaba la vitalidad de Orléans gracias
aquello l3 Por ser estae una hcción, pues Io perenne no es tanto la «ciudaó) eu
al equipo su integridad de casi.personaje, tal como se la concibe en la actualidad,
de Jcan-Picrre Sueur, cs <iocir, la prosecrición
de f" p,,fiii, sino la ocupación humana, que no es lo mis¡ro-

234 231¡

Íi
relato de la acción. y ello explica que ciertos episodios n¡^ El futuro encarnado Por el esPacio
dan ser excluidos de Ia leyenda acLival4 V otros _nrr]-
incluidos, sobre todo los qu. ri."rl". J,i. La cuestión de la presencia del fuf¿ro en Ia acción urba-
periodos más contemporáneos, lo cual u".er"u"" .ro "on na nos lLeva al papel de Ias figuras espaciales. La impor-
una concepción frjista de la leyenda urbana. Si ". "."^"
il tante imaginería que alimenta todo proyecto de ordena-
""tn "u
organizado en torno a fases «canónicasr. la incanoahl-'^' miento espacial, y más globalmente toda política territo-
tividad de construcción y utilización au 1r"."p...*iijl. rial, expone, en efecto, el espacio futuro magnificado por la
nes que los a^ctores desempeñan t, .""u". jo"ul praxís. Las figuras de Ios proyectos les proponen a todos
Duye a modr-rlcar y enriquecer eI "., capital_imagen Iegenda- "árri"l- (actores políticos, profesionales, ciudadanos, etc.) eI orde-
rio dc.la ciudad por agregado (o supresión) deiusta;;;"; namiento pre-visto y así pre-visible, con una evidente
episodios. En esa leyenda común, á menudo preocupación por Ia perfección. Cada uno puede entonces
zada por los diferentes ¡elevos institucionales, -"y _"ál;;i-
ú" ;;;;; ver, graciaa a los dibujos y los planos de conjunto -docu-
encuentran el repertorio de estereotipos que pu.d"n mentos fetiches del urbanismo-, el proyecto en su pureza
corporar a sus discursos.
inl
y su estabilidad de ideal-típo, al margen de Ios rumores de
, 3- Se ve¡ifica, ñnalmente, una función gez ealógica y te-
leológica d,e la narración de los tiempos ciidad.an;". Eí;;-
la sociedad y del tiempo corruptor. La iconografia expone
sin descanso un mundo perfecúo, depurado, claramente
lato cuen¿a.en continuo Ios grandes momentos yI"" planificado, inmutable; hace presente, aunque parezca
il-
drchasi les da carne a los personajes heroicos y consisten- imposible, eI radiante espacio virtual (Lussault, 1998).
cla a sus hechos y gestos; señala los lugares emblemáticos Esta imaginería urbanística o de ordenamiento pros-
gu9 fijan Ia sustancia legendaria; dib-u¡a los pectivo, cuya presencia en la escena poütica es esencial en
l
define el contenido de una genealogír, d. l, qru "o"to"r,o"l todos los momentos claves de ia acción local, diñere de la
dadano .es, vi¡tualmente, herede¡á: f" ¿" fu ";;;i"'- representación cIásica en que hace presente Io que nunca
personaje. Además, la genealogía establece otra "i"a"á1á"i-
frliacián ha estado presente. No mitiga la ausencia derivada de una
más sutil: Ia que debe haber ent¡e las fases pu"rd;;;;; corrupción de las cosas, de una destrucción, sino que reob-
}
expresan la grandeza de la ciudad, el presente de t" sorbe por anticipad.o la uacuid'ad de lo que aún no existe, i

ciación y de la acción, y el futuro esperado. por medio"",r.r_ de la exponiendo a la vista de todos el dibujo de un lugar trans-
reyenda, .tos protagonistas políticos acomodan el pasado figurado, en un tiempo apaciguado por eI éxito de Ia ac-
glonoso, el presente activo y el futuro ürtuoso ción. Mediante e1 poder de su efecto de verdad, Iogra hacer
en un todo
coherente dotado de una ñnalidad: la realización del desti- olvidar que muestra, frja en eI tiempo suspenüdo del pro-
no-ciu.i¡dano, es decir, la del casi_personaje y de yecto, un referente ausente, es decir, la organización es-
nidad de ciudadanos. El presente deb. e"iar ";""^;- con pacial que aún debe producirse. La expresiín referente au-
e-t peso de la historia, en el sentido de que "arg.do
imporia que la senúe puede parecer aporética. Especifrco, pues, que para
acción, si pretende ser innovadora, enci-er¡e fo" p"ii_ ser comprenüda la frgura debe referirse, por supuesto, a
cipios de grandeza acordes a la identidad locaj, "" q".
"i ;;;il- formas y organizaciones típicas-ideales que sostengan el
tica no sea amnésica. EI futuro, si se le da crédito ,l signiñcado. Pero tampoco deja de ser cierto que el espacio
sólo-se¡á virtuoso si el presente es activamente ";irto,
memorio_ virtual representado, Ia referencia objetiva y objetal, falta
so; de ahí que la teleología se vincule t, g"".áIo;i..-- en verdad, y es precisainente esta defeccíón ra.dical Io q,ue
"o" mitiga la imagineria gracias a su efecto de ve¡dad.
Muy lejos de destaca¡ esta ausencia, la ñgura urbanís-
tica Ia escámotea y exhibe eI espacio pre-visto como un ob-
jeto esplénüdo, siempre ollí- Fse curioso registro tempo-
¡a Y co¡rfinados entonces a los carnpos ce¡¡ados de l:r ral de una presencia tanto perpetua se miran los dise-
crudición -si
ños, eI mundo urbano perfecto que se desea edificar ap¿- la genealo-
renta estar fuera del tiempo corruptor_ como anticini- escena de aquellos a los que no se esperaba. A
da." parece característico del funcionamiento urbanísiico ría, que dispone los fenómenos en un orden causal simple
y arquitectónico í fin"U"t., que naturaliza de alguna manera el estado ac-
tual de la organización urbana' que vuelve necesario el
- La imaginería ofrece así al relato de acción global v, ¡or
lo tanto, a la escena política su poa"" a" Dresente tal como adviene y anuncia un futuro dominable,
""pi"";il;iJqul
luturo. que erigirá .la ciudad y garaniizará c,lya" figr.tts tiend.en a aportar por anticipado la prueba
L:r,u."y.".ro
su h.slorta coincida con su destino. La iconografia adqu; de su realización, Ia ruptura opone la evolución contin-
re un papel decisivo en la función teleológi"u gente, el cuestionamiento de las cadenas genealógicas ex-
a"t ."t"io alu oerimentadas. Por eso mismo. la ruptura le ofrece'la aper-
la acción y mitiga el déficit de ¡ealidad delespacio
venidero, espacio que sin embargo debe ;*i;; tur" tarrto de una historia inédita como de un futuro im-
presente en la escena política en cuanto""t;;;;;-("-;ó: previsible.
prueba tangibíe Es comprensible que, desde este punto de vista, eI
de Ia virtud de la acción-
Un estado espacial concretamente exhibido por los relato del nuevo equipo municipal de Orléans, aunque ju-
do- gara con Ia noción de ruptura ruptura con un pasado
cumentos visuales queda así eficazmente irr"".ipto
inmediato y contingente, que -Ia
aún no era legendario-, se
proceso político gracias a esta sjmul¿cj¿¿ "t
sin ta cual lo"a,vlr- asemejara más bien al discurso genea).ógico canónico,
tual no puede existir plenamente en cuanto ión uerosí-
rnil, aunque esto no significa que sea seguida/iccpor igual que eI de las autoridades de Liverpool; los dos se ba-
la reali- saban en Ia permanencia de lo legendario local. No cues-
zación, como.[o demuestra, una vez máÁ, el cáso
de pa¡Ís tionaban el orden aparentemente inmutable de la leyend.a
2012. Aun cuando el relaio constituye el indispensJiJ
marco de Ia experiencia temporal de la poiÍtica dorodc, no redistribuían Ia palabra en favor de los olvida-
la rnstancia ligurable consolida ese ma¡co
territoriJ dos por Ia historia oficial, de los sin voz descartados por Ias
cristalizando, a mitologías. Para hallar ejemplos de irrupciones intempes-
su manera, el futuro en el presente y contribuyendo
oemostrar que aquella existirá seg.uramente, qrr"
asi a tivas en la escena local de ¡elatos de interrupción que sub-
d.ará en le.tra muer¿o, en vana especulación.
,ro q,ru_ vierten la genealogía oficial, sería preciso más bien volver-
EI pod., de la se hacia las acciones de ciertas asociaciones de ciudada-
imaginería le permite ce¡tiñcar que el espacio ,"p"""".r-
tado, ese buen espacio material e; ei q"" nos16 o, más explícitamente aún, hacia las de las listas Mo-
p""au'"o"n"" úiuá-es de las elecciones municipales francesas de 2001.
""
que se sabe que dura, que dámuesi.a que el an_
-puesto
tes existió. y, por lo ranto. que el después También se podrían consultar las páginas web que dan
¡a-, dlbuJa los rasgos de un mundo posible. t.-¡l3n e*isii_ cuenta de Ia oposición a proyectos como eI de la línea vial y
ferroviaria entre Lyon y Turín, muy cuestionada en eI va-
lle de Susa, en Italia. En La actualidad son numetosos los
La impugnación del relato sitios y foros surgidos de grupos anarquistas y «altermun-
dialistas» raücales que denuncian eI modelo social y eco-
Frente-a ese potente relato genealógico y teleológico, nómico que despliega el ¡elato oficiaI. Cuestionan en tér-
q.ue es el de. minos virulentos eI desarrollo y la mundialización, Ia bús-
la institución legítima y el áe ."l";;"-;fi_ queda de Ia velocidad y Ia estructura en red entre territo-
crares, puede haber, sin embargo, un
relato"rsde imnugna_
ción. Este.se mani-fresta bajo la fi"-, a" rios, y predican una polarización de comunidades microlo-
rncerrupcrón del curso de la historia y de """la ;";;-;J;;
irrupción en
caIes, autoproductoras de individuos. Esta retórica, si
bien produce malestar como consecuencia de Ia frecuente
l¡ Como si el espacio antecediera siempre propia construrción y, O bien de asociaciones como Derecho a la Vivienda o Los Hijos de
por añadidr¡ra, no hubiera nirrgún proceso a su
16
de construcción. ,]
Don Quijote.

I
239

l
violencia de sus manifestacio nes,
exp¡esa una sub
de la leyenda ofrcial del progreso
colectivo m ediante én de la invención de otra leyenda, apoyada en 1a movi-
denamiento espacial co ntinuo, ei ción de «valores en sí» de un espacio mítico: eI de la
e incluso , a veces,
clon de cualquier sent ido prospectivó, la a ntaña. EI lugar para un futuro colectivo es, por el con-
sea posible una histo ria de la idea más discreto, ya que Ia única perspectiva implícita
colectiva a esca la de una d ario,
que supere el ma rco soc s 1a de Ia destrucción del capitalismo mundializado, una
del individuo a
Así, el 12 de ene¡o de Pegado a Ia loc alidad specie de parusía en ese tipo de creencias. Si bien pocas
20O6 se difundió esta
dente diatriba a p¡opósito de sorplen- nas adhie¡en al compromiso militante y a las moda-
la línea Lyon-Tu rln las manifestacion es
cont¡d lidades agresivas a las que esos movimientos apelan con
"A
partir de ahora , el espacio se opone al territorio us posiciones, es preciso advertir que ciertas ideas con-
te nito¡io reduce el ti empo al procurar tenidas en esas intenciones ejemplares vuelven a apare-
redu
P o¡ eso, sob¡e todo,
ri empo hacia adel ante. t enemos una perce pcióncirdeel fuga
esp¿ en diferentes doros actuales, aunque no empleen las
mas palabras ni el mismo estilo. La c¡ítica de Ia ra-
de decir que ,,el tiempo ¿Acaso no ten emos la costum pidez, de los flujos, de las redes y de la destrucción de es-
vuela,, o"nom e doy cuenta
mo pasa eI tiem po"? pacros y cu Ituras que de ello resultaría es f¡ecuente en
Pregúnte nle, emp ero, al pastorde
montaña si ha carDbiado en la muchos me dios;18 no Io es menos ia de la mundialización
responderá que no, pues su percepción del tiem Po. Les «liberal», y Ia alegoría nostálgica del pastoreo en Ia mon-
srgue teniendo el tiem po
dispone del espacio ante sí y taña es un cliché de amplia repercusión social.
,,t hast a donde llega su üsta.
conoce el erritorio,,. 1\r srquiera Se puede formular, pues, Ia hipótesis de que poco a po-
truyendo la s zonas de pE ntonces, ¿por qué con tinuar des- co, sobre todo gracias a la promoción del altermundialis-
rede s para los , flujos astoreo para const¡ui¡ en su lugar mo, ese relato de impugnación se convertirá en un im-
rías"? (. .) Pero hay
h umanos" y los "flujos d
e mercade- portante factor de atracción para individuos y grupos que,
una chispa de esperanza:
del vaile de Susa creó Ia población sin embargo, no comparten están de ello- los mis-
yecto, como m uchos un es pacio, se alzó contra ese pro- mos objetivos. Para unos, la -lejos
cuestión consiste en subvertü
ot¡os pueblos en el mu
Ahora lo sabe mos: la ndo entero un vergonzoso orden social, económico y político; para mu-
Ió ica del "te¡ritorio,, que
"capitaI,, , se ha mun
diali zado. Los pueblos que es la del
, chos otros, se trata sólo de la expresi.ón de Ia voluntad de
las montañ as siempre han sido particular mente
habitan en ver evolucionar los principios de Ia dinámica de la socie-
tes, ante to do al frío, pero resisten- dad, conservando Ias bases del sistema actual y una lógica
res. En Mé xlcoJ fue también a los ataques exterio_
en de progreso. Para otros, en fin, se trata de expresar la nos-
lucharon contra la m las montañas don de los zapatistas talgia por un mundo mítico perdido, hecho con eI genio del
undia.lización neolib eral
de sus cu Ituras en y la pérdida lugar, Ia autenticidad, eI arraigo y el apego a los valores
b enefrcio de urla econ
mrza todo».17 omía que unifor- del terruño, que se suponen más justos que los difundidos
por una mundialización concebida como alienante en sí
misma-
Cuidémonos, entonces, de querer encontrar alguna
clase de homogeneidad en Ios puntos de vista, en Ias pro-
puestas, en las concepciones políticas de esos actores que

I
n-#Nsl*tu#rffi
l? En t
enuncian el relato contestatario de Ia interrupción: predo-
mina la diversidad. Los aúna, sin duda, Ia manera en que

18 Desde el trabaio de Paul Vi¡ilio


hasta las asociaciones de protec-
,.1 sitio r|t,.Iyur.inl.o. ción del medio ambiente, a través de componentes de partidos políticos
de izquierda.

240 I
i
241

I
i

usan el espacio y el argumento espacial como instrumento universalización de Ia legitimidad del contenido de una
de impugnación del relato oficial, pero .sta p.op"nsiól disputa que aparece muy encuadrada por eI recurso al ar-
vuelve a aparecer mucho más a1lá del grupo a" aiiu- gumento espacial.
""."
rentes actores ¡adicales. Mis dos ejemplos de controver-
sias, así como e1 caso de la Union Durance_Alpille, tienden
a sostener esta última idea y muestran también ta
ambi- Un modelo de la acción espacial
valencia de esta referencia al espacio, f,o" i."prg.ruá;;;
de proyectos se apoyan en la anteposici.ó., de .,.rá Merced a esa focalización en Ia intriga y en la relación
za espacial tanto para proteger su posesión como para "me.ral del relato con el tiempo, e1 trabajo de Riceur también per-
tentar demostrar que su descontento no está vinculado i;-
mite modeliza¡ la acción espacial, sea cual fuere. En efec-
únicamente con la voluntad de protegerse a" p".¡"i"il to, Paui Ricceur ubica la construcción de la intriga, que
"" ;i;;;;
La refe¡encia aI espacio en el rálato Jirv", p""", constituye eI corazón de todo proceso narrativo, en el cen-
tiempo, para defender un bien personal (la casa, Ia vecin. tro de una «triple mímesl.sr»: «Esta mediación [entre tiem-
dad) y.un bien colectivo, exteriár en apaiiencia á f"" po y relatol pasa por las tres fases de la mímesis. O, dicho
reses de Ias personas, cuya integridad t atria qu" presei_
iiü-
de otro modo, para resolver eI problema de Ia ¡elación en-
var en.todos los niveles (desde el lugar amenazadá hasta tre el tiempo y eI relato tengo que establecer e1 papel me-
er medlo ambiente global). diador de Ia construcción de Ia intriga entre un estaüo de
Así, los proyectos son cuestionados porque pond.rían la experiencia práctica que la precede y un estadio que la
--
doblemente en peligro el espacio. Ante tádo, ;-;".r;"í;; sucede» (pág. 107). En torno a la fase central de configura-
er atract¡vo de un marco ütal de proximidad topográfica, ción dinámica de la intriga, que consiste en anudar los hi-
de una fracción del hábitat d.e las personas, los de una historia, se halla: sobre todo, antes, «una pre-
dividuos se conciben, si no como propietarios fi;l;" i;:
"" de comprensión del mundo de la acción (. . .) [pues] si es cier-
Ia inte-
gridad-de ese marco, por lo menos como usufructuarios. to que la intriga es una imitación de ia acción, se requiere
§e produce allí una instrumentalización del espacio mar- una competencia previa: la capacidad de identiñcar en ge-
cada por el individualismo egoísta, neral la acción por sus rasgos estructurales» (páC. 108). Y
tante pero no exclusiva del discurso. """Enrnoauliá.J mpo"-
efecto, al mismo después, «Ia intersección del mundo del texto y del mundo
tiempo, los contestatarios recuerdan po"ibi" del oyente o del lectopr (pág. 136), o sea, el ingreso del re-
fragilización del «¡1sdlq geográfico»,rs "i"-p."'1,
d. ,;";";";;; Iato en Ia esfera de la comunicación.
numano) antepuesto por la UDA, considerado ""'; patrimonio Esta presentación inserta la enunciación de lo que se
común. Esta retó¡ica bífida tiend.e a signiñca" cuenta en un proceso que avanza del mundo de la expe-
yecto es impugnado no sólo para gr.r.rrtirr" que á"" ;;;; riencia, y de su evaluación, a Ia ürupción del acto de len-
los pro-
pietarios gocen de su tranquildad; ,*h;;;; guaje narrativo en ese mj.smo mundo. Sorprende por su
srno también- para asegurar eI mantenimiento,
ñ;r"""i;;,
en aras dei efrcacia para dar cuenta de la acción espacial y, sobre to-
mayor beneficio de la sociedad, de un bien espacial que do, de la acción política, pero no exclusivamente, pues en
pertenece a todos. Uno puede no estar totalmente cie¡ta medi.da toda espacialidad puede se¡ conside¡ada
convln-
ctdo por esta historia que cuentan los actores, puede una reálización de un proyecto por un operador. Si uno se
ver
en-esas disputas la prueba de una düusión del'sí.rdrom. atiene por un momento aI campo político, es posible trans-
NIMBY, forma espaciaüzada del individualismo. Sin em_ poner del texto de Paul Ricceur Ia idea de que hay tres re-
oargo, me sorprende la omnipresencia de ese proceso gistros de la actividad espacial:
de
1. Precomprensión del mundo de la acción, que es, por
rg En sus diversas I ejemplo, el de Ia operación de ordenamiento espacial o de
dimensiones sociales, arquitectónicas y paisajísti- 1a política encar¿rda. En el caso de l¡¡ candidatura de París
cas, rnedioambientales

24il
a los Juegos O1ímpicos, se imponía identificar con preci- dades de acción específicas, o sea, prácticas cognitivas do-
sión los pormenores de la prueba de selección y, en for¡na cumentales, discursivas, iconográficas, comunicativas,
paralela, aprehender convenientemente la manera en qu; particulares. Está claro que 1as exigencias comunicativas,
el espacio parisino podía prestarse, hábida cuenta de sui
eJ. tercer ni.vel, se manifiestan en mayor o menor medida a
caracteristicas, a la posible recepción, captando Ias condi- lo largo de todo el desarrollo de un proyecto y, por ende,
ciones de posibilidades sociales, económicas y políticas pesan sobre Ia precomprensión y Ia intriga.
necesarias para avanzar con semejante apuesta. En su- A Ia Iuz de todos 1os ejemplos citados desde el comienzo
ma, se trataba de un trabajo arduo, propio de un proyecto
del lib¡o, se podría ampliar este cuadro interpretativo a
muy ambicioso, que por eso mismo pudo contal con recur-
cualquier acción espacial y completar entonces nuestra
sos sustanciales, Io que no siempre ocurre. Muy a menudo. presentación de la espacialidad humana hasta llegar a
esta precomprensión es más rápida, más intuitiva, menos una síntesis teórica original. Al frnal de1 capítulo 4 vimos
objetivada en cuanto a enunciados y peritaciones. Sirvi que un operador decodifica eI espacio según tres registros
para dominar eI campo de actividad y preparar su realiz¿-
de relación: el espacio es, a la vez, un soporte activo de Ia
ción, para comenzar por definir cómo y por qué se actuar{. actividad, un instrumento de esta y una realidad cargada
2. Configuración de la intriga, es decir, formalización de va1or. A esta primera trinidad geográfica Ie agregaría
de la operación proyectada. Se trata d.e dar con la histoúa
otra. Toda espacialidad supondría:
que una política espacial tomará a su cargo y narra¡á. 1. La precomprensión del mundo de la acción espacial
También en este caso, eI expediente parís ZOíZ apar""á y, en particular, Ia identificación del recurso espacial,
como un ejemplo que «habla». De lo que se trata es, por su- material e ideal por eI operador. Esta precomprensión no
puesto, de deportes, de construcciones, de e qurpamlen es exhaustiva: un operador no capta nunca la totalidad
de consecuencias económicas, pero todo eso es integrad del contexto de Ia experiencia que vive. TaI limitación
en cuanto ingrediente, en uná epopeya que tiene, por contribuyó al elevado nivel de vulnerabilidad de las cos-
p arte, sus héroes y sus hechos significativos: Ia epope
tas afectadas por eI tsunami. Asimismo, dado que los indi-
d e una política urbana al servicio de Ia grand eza de viduos no contaban con las ca pacidades para comprender
ciudad, sostenida aquí por los valores intrí nsecos del los hechos y anticipar los actos necesarios para su seguri-
acontecimiento oIímpico. d, fueron arrastrados por un acontecimiento espacial
3. Inte¡sección del mundo del proyecto con eI de los c poco dominable. Los actores que lidiaban durante la epi-
manditarios, usuarios, medios de comunicación. etc. demia del SRAS tuvieron que dar con las claves de inteli-
mateúa de poütica territorial, la concertación o lá encia de un contexto espacial en un comienzo poco esta-
versla representan modalidades de esta intersección. "o.rt
bilizado. Rosa Parks , por su parte, aprehendi.ó en los he-
mrsmo, para retomar nuestro ejemplo, Ia recepción chos lo esencial de los datos necesarios para defini¡ su ré-
grupo de evaluación del COI constituyó uno de los n de conducta, y los duques y pares presentados por
pales episodios del ingreso del proyecto aI campo d Saint-Simon hicieron gala de una precomprensión casi ex-
municación. ustiva de los pormenores de 1o que iban a experimentar
Hay que cuidarse de no inducir a pensar, por esa hacer.
de p resentación, que el proyecto espacial tiene las 2. La puesta en intriga: un ensamblaje sintético de los
terí sticas de una acción U.neal en tres etapas bien sep s (¿qué busca obtener eI actor mediante su actividad
bIes, que se suceden sin solución de continuidad. EI m acial?) y de los medios (¿qué tecnologías de Ia distancia
1o de Ia triangulación no representa un rrguroso esq one en acción?). La atropellada fuga de las personas
de desarrollo lineal y virtuoso que corr e de arriba ab enazadas por las olas del 26 de diciembre de 20O4 fue
Esta formalización flexible sóIo ofrece tres planos de mani-festación de las capacidades de unos y otros pa¡a
cionamiento, articulados, a los que corresponden moda construi¡ secuencias dc actividad dcstinadas a <<salvarse»,

244
24l-¡
E__________'___'

expresión que da perfecta cuenta del carácter cons


por cada uno, de este intento. Este habrá sido fru ctífe¡o s decir, por garantizar su capacidad para ubicarse de
no, según los casos, pero muy a rnenudo se presenta nera tal que sus actos tengan como consecuencia efec-
to a opciones estraté gicas y/o intuitivás Rosa abie s deseados y siempre sea posible el control de su acción
ventó la intriga de q uedarse sentada y Parks v de su medio ambiente. Va de suyo que se Lrata de una
d. e eso nació u
historia. Las autori d ades que respondi concepción ideal, que no deja de ser desmentida por el de-
eron a la propa
ción del SRAS con medidas de confina seo equivalente de los demás actores; y la apelación a los
miento y control
los flujos elaboraron un ensamblaje sistemas normativos en 1as situaciones de interacción se
de fines y medios ¿]
que he denominado « bioestrategia». explica por Ia necesidad que cada indi.viduo tiene de ase-
3. Una interacció n con la esfe¡a gurar su dominio refiriéndose a una regla «objetiva» que
comunicacional , du- lo protege, según se supone, de las pretensiones de los de-
rante y después del acto. se caracteriza,
capacidad para con tar la historia sin duda , po¡ la más. Este dominio se basa en algunos instrumentos cog-
de la acción espacial ¿
terceros. Al respec to, remito a Io que nitivos y prácticos (o sea, que dan la posibilidad de apre-
propósito de los ¡e latos tu¡ísticos ya se ha esc¡ito a hender una reali.dad y actuar).
enun cla dos después det EI dominio del espacio supone, ante todo, (l) un domi-
26 de diciemb¡e
nío de las métricas, de las maneras de medir la distancia,
A fin de cuentas, el enfoo r Io cual es denominado por Jacques Lévy, acertadamente,
Iidad de ;;;;;; J,';"'j""'r:""ffi'r",l:'J: j,:':lÍ:'l:nl?l:
tg" tenguajes, que se instáuÁ
«metricia)» (Lévy, 1999). Esta competencia en cuanto a
«metricia» le permite a cada actor en particular discrimi-
Tli l* "";;;;;.;;""'; nar Io cercano de Io lejano y, como nuestros dos jóvenes
:::,::p""i." de acción. Medianre
accron se capta el proceso de la "t "*r_." Jái;;i;;";: sentados frente a frente en aquel espacio confinado del
espacialidad, 0". tren, evaluar Ia adecuada üstancia que se debe conservar
Ia.interioriz¿ción de los valores, l;" ";;;-J;
nos espaciales por los actore¡ "."-;" ;l;" #;;: entre uno mismo y las demás realidades sociales, puesto
que Ia espaciaüdad de los humanos se despliega siempre a
:.,:ii:;;;..;J;;;".:",:l#:#"::""*,i#llÍlX'll,m.
ye a espacializar esos valores,
normas e imaginarios. es
partir de la persona y de Ia concepción de su posición con
decrr,. a atar.los, por medio relación a Io que Io rodea. No saber dar con la buena dis-
del ¡elato, a dis;Ui;;J ;" tancia es una importante desventaja social, y las disputas
espacios.
espaciales conllevan siempre debates acerca de Ia distan-
cia conveniente. Gran parte de Ia energia de los indivi-
duos en sociedad es consumida por Ia gestión de la distan-
Dominio espacial cia y, en particular, por eI juego que cada actor instaura
ent¡e acercamiento y distanciamiento. Esta competencia
también asegura, en y por la práctica, saber y poder dis-
Las competencias espaciales elementales poner adecuadamente las ¡ealidades sociales en una con-
figuración en que estas se hallan a una distancia relativa
que he citado desde el comienzo conveniente entre sí, lo que denomino (2) competencia d,e
,. -.Lo"
lrsrs "r:o" identifica¡
permiten de este aná_
ale colocación, y ensamblaje. La capacidad para regular Ia dis-
t"",ái"t,iu.,ia,I;;ffi lT,::t",T; tancia está, pues, en Ia base de otra capacidad importan-
actores, aunque su puesta""i"J¿?:i:?Tffi".fi
en acción
da con el esratus social de cada eiié;;;;:
"oncr.t" j;;";;;;_
te: la de ubicar, sabe¡ hallar para sí, para los ot¡os, para
uno d"-.iil;; los objetos, el buen lugar. El ejemplo de ios sillones, el de
nes que viven.
los asientos del tren y eI de Rosa Parks resultan muy cla-
efecto, tengo la impresión de que ros, como lo serían los de cualquier situación en que se pu-
-rcs-_En todos los operado_
hurnanos esl:in prec,eupaclos por
cl ,¡_;;;l;;:;;;i;¡, sieran en juego 1as reglas de cortesí¡r y decoro, según las

246
cua-les cada cosa tiene asignado un lugar
en un orden dg ares y los territorios. No nos asombremos, pues, de vol-
realidades coexistentes.
er a hallarla permanentemente en eI dominio de 1as po1í-
Estar a buena distancia, disponer a los otros, las cosas,. icas públicas. Esas ci¡ico competenci.as espaciales son, a
los objetos. las realidades, a conveniente distancia gri. parecer, los fundamentos de la vida de los individuos
buen lugar, constituye
r]l
,":,
"".oracLica en sociedad. Su análisis preciso, en situación; el estudio
no se detiene nunca v se "cti"iaoJ "o"i"i;;;;;l
d";J;;i;;;;;;;;[:: e sus genealogías y sus condiciones de posibilidad so-
diato del cuerpo hacia ul ;;;;;;';;':;T eI examen de sus dimensiones culturales, lingüísti-
-""ao.-o.ia
situación: incluso dentro d.l ;20
."r;_;;ll ;;; ;il;ü:1 ¿as, ideológicas e imaginarias, constituyen uno de los
:::::".:.1t9" oasajeros deben dedj.carle gran parre de su aportes de Ia geografía a1 conocimiento de las sociedades.
al rgual que el jefe de ,ru .-p.""u á-Uu.""á" En el marco de tal enfoque de la espacialidad, el espa-
::.,"",o1,
en la rernstalación de su anarato de p.odr""iá",-,
cio no es pensado como un contenedor neutro de funcio-
tico electo que prepara un; polírica "" o"i-
;e;;;;;;;i;'"";;i.d: nes, ni como una especie de bien comercial, ni como una
viduo que encara un viaje turístico.
de la definición de toda of
S.;;iñ; #";;;; guperficie de proyección de relaciones sociales, ni como un
simple atributo de lo político, sino como una realidad cons-
sea,.esdecir,d"ú:;;;;;""TÍ jilx",i3l;lSlliim::: truida en Ia acción y que significa alguna(s) cosa(s) para
ta^a_l no controlarya las distancias
y, ;n;a;;ü;;;il;,r alguien, para un operador. Se capta, pues, eI espacio des-
vrcurrua oe una rntrusión que merece reparación, para
re- de el punto de vista de actores tomados en serio, actores
tomar aquí un vocabulario a" i""piru"iá.,
goi#;;;
En suma, está en Ia base de la e"p.cir[daáiu;;;;;:,;
que disponen de é1, que se desplazan en é1, que actúan e
'¡qq¡q¡¡. r tr interactúan, que dentro de é1 se pelean, se enfrentan, fes-
la constirución dei hábitat por
el *aiJá""- tejan, gozan, padecen o sufren, ríen, lloran, viven y mue-
el espacio
significa también ser capaz de dis- ren, etc. Se trata de considerar Ia variedad de hechos que
-*3:Tr""" lo pequeño y io grande, o
:llrli:
e¡ ramano:":r"
absoluto v rela¡ivo ""r, "ii"fr""a""
de los objetos espaciales.
se desarrolLan en esa microescala de la vida cotiüana, a la
que es fundamental tomar en cuenta. Y eIIo, sin renunciar
veo en ello (B) una iompeten"¡o
¿. a Ia idea de que Ios actos individuales están expuestos a
esencial, que completa la ante¡ior. """ilii,-#;;r;;"d
EI d"-i;i";;;;irl atractores, es decir, sistemas de normas prácticas que
asimismo, en gozar de una a"¡1"
::l"i:t",
recortar el espacio en unidades A"-""trl"! ""pr"iaráiirá"
contribuyen a conferir a las diversas acciones indivj.dua-
comoaenc.ia
p."tl".itl" 1es formas de regularidad sociales.
;!4) .de
recorte_ y la comptementá;i;il'dl: A frn de cuentas, al abordar así esta cuestión se rompe
rrml¿ar, poner Iímites espaciales con la costumb¡e de separar lo que es del orden de Ios es-
entre iu" aU.r".rt""
dades discriminadas competencia d,e d.elimitación_. ".rti_ pacios (demasiado a menudo rebajados únicamente a Ias
Se puede recortar -(8) jáii-it"", p"""i"^-.ri" ."1"¿, formas materiales) y 1o que corresponde a las prácticas so-
"i., sin dar importa""i;rl
caso, y se puede delimitar ciales. La espaciaüdad constituye e1 concepto que permite
o a.todos los niveles del reco¡te. ;;;;;,
do-lo demuestran. El de los jóvenes
Los +_pl;;;; h";;ü: Ia unión entre esos dos campos.
en los asientos del tren
destaca que la apuesra es e.l límite, p"r"
espacio, más aLIá de esta primera ;;;i;;r-;;;;i
constituye la esfe¡a p.r"o.,rl. ilJ;;;;", ""iarJá. ,]r"
;" """r.i"
ñilJ";
están más allá del marco de la si¿uación.
f^l:ii]"" controversias
rerences que he recordado están, po.
Las ál-
urarto, mas ma¡cadas oor las ¿p1¡€,5¿¿5 "i "or,_
de recorte y delimi-
/r tación. Esta doble capacidad está particularm;;í;"ttr;
20 Puesto que esas competencias son socialmente construidas y ad
cn Ia .onst it¡¡r,iórr de cierl,,s r ipo. j..
n.po"irr, ;;;;1; qui ridas.

2,18
2,1.()
Tercera parte. Variaciones geográficas
sobre eI tema de Io urbano

i
6. De 1a ciudad a lo urbano

Las dos partes anteriores han permiti.do echar las ba-


ses de una teoría coherente de Ia dimensión espacial de
las sociedades. A partir de Ios principios generales enun-
ciados, y a los efectos de mostrar su carácter operativo, es
posible renovar el enfoque de una realidad espacial cuya
importancia en las sociedades mundializadas no deja de
aumentar: la de la urbanización. Nuestro hábitat es cada
vez más urbano, y lo será aún más dentro de una genera-
ción. En efecto, dentro de veinticinco años, las organiza-
ciones urbanas deberán acoger a más de 3.000 millones de
habitantes suplementarios, Io que constituirá casi. una
duplicación con relación a Ia cantidad actual, y así la po-
blación urbana se estabilizará en unos 6.700 mi.llones de
almas, sobre un total de 10.000 millones de seres huma-
nos. Se comprende con facilidad que el problema, que
afectará tanto a los países del Sur como a los de1 Norte,l
está a Ia altura de dicha cif¡a: proyoca vértigo. Para en-
frenta¡ ese movimiento será necesario desarrollar políti-
cas (de infraestructuras, de vivienda, sociales, económi-
cas, culturales) creativas y enérgicas, que no se podrán
basar en el reciclaje de las acciones llevadas a cabo en eI
transcurso del siglo anterior. EI orden urbano que se pone
en marcha es nuevo, el pensamiento que puede ayudar a
su regulación política y social debe ser nuevo. En esta úl-
tima parte me ocuparé de construir eI esbozo de esa nueva
perspectiva- Expondré un enfoque que le da al espacio un
Iugar propio entre los fenómenos urbanos y, al mismo tiem-
po, ofrece la posibilidad de modificar profundamente los
conceptos del análisis urbano, hasta terminar con la pa-
labra «ciudaó» y proponer otro léxico: eI de Ia urbanidad y
1os geotipos.
1 Países del Norte que deberán afront¡r, además, cl c¡vejecimiento
denrográfico.

2i¡3

t
La cité,* la ciudad, Io urbano lquiera (individuo, colectivo) acceda al máximo de rea-
des sociales en un mínimo de tiempo y de costo (sociaI,
Sin duda, resulta sensato no obligarse a plante nómico, simbóIico) y pueda disponer de é1. La búsque-
tod o, como una especie de preámbulo indi spensable, aI an
r¡ del máxi.mo de copresencia puede derivar de Ia volun-
P¡egunta de falsa sencillez: l,Qué es Ia ciu da d? No se pu d de aumentar Ia efi.cacia económica, desar¡ollar las in-
de b¡indar una respuesta r ealmente satisfactoria, racciones sociales, asegurar del mejor modo el gobierno
que si bien es cierto que desde hace milenio da
s hay ciud ela cité. La teoría geográfica de la ciudad propone así
por doquier, ellas presentan particularidades a lectura globaI que conlleva posibilidades de variada
riedad que para definirlas r esulta difícil ir más t
de
a terpretación, sin ocultar la importancia de la dimensión
una enumeración bastante llana de ca¡acteris ticas pacial.
gen
rales, muy relativas y vagas. En verdad es posible A medida que va aumentando Ia intensidad de Ia co-
, p
gu nta¡se si la ciudad, en las dife¡entes
sociedades en qu resencia y, por Io tanto, se incrementa el tamaño de la
ha aparecido y se ha desarrollado no es ante todo udad, se plantean Ios problemas de su estructuración en
, lo
los individuos y los grupos a prehenden y piensan espacio. Los actores han podido responder a las exigen-
de
o cual remite a con figuraciones sociales y as de la primera circunstancia jugando con Ia expansión
espa
muy diferentes, y redu ce el in terés de la citada pregunta horizontal, es deci.r, creando agregados cada vez más ex-
preliminar-. Es preferible, e ntonces, plantear otra tensos y organizando las áreas, pero también eligiendo la
gunta, más sugerente y que permite, por otra parte, pre xpansión vertical. Esta otra forma de acumulación espa-
dar luego la primera, pero desde otra perspectiva: abor- cial, fundamental en términos de explotación de la renta
qué (la ciudad)? ¿por qué los seres humanos de los bienes raíces, aunque p¡esente desde los orígenes
cons truyen,
en universos sociales y culturales muy diversos, de las ciudades, estuvo limitada hasta el siglo XIX por
ese modo
específico de ensambl aje de realidades sociales que imposiciones técnicas.
se de-
nomrn a «ciudad»? Para abordar este interrogante Tanto en un caso como en el otro, el éxito de la copre-
es pre-
ciso admitir que la aparición y el desarrollo sencia y la exposición urbana de contacto que de ello re-
de ciud.
no fueron f¡uto de I a casualidad, sino que expresaron sulta obligaron rápidamente a utiliza¡ del mejor modo e1
cas colectivas nec esarias para eI tratamiento
lógi
de proble- desplazamiento (al respecto, no olvidemos que el ascensor
mas fundament ales de una comunidad o una sociedad es una formidable técnica de desplazamiento) y la teleco-
municación, o seá, la movili.dad. A partir de entonces, pa- I

ra los grupos urbanizados es fundamental acceder con la


Una respuesta al problema de la d,istancia mayor rapi.dez y eficacia posibles a las reaüdades sociales
llr ,

distantes y relacionarse con ellas, conjugando las herra-


Es p-osible estimar, entonces, que la ciud.ad. constituye mientas de 1a copresencia y las de la movilidad. Las lógi-
una de las respuestas factibles que los grupos h;.;;;i; cas inherentes a la copresencia produjeron d,e facto :una
dan a- 19 cuestión de la distancia: acentuación de la densidad y, en general, un aumento de
pacial b^asada en la opción inicial""de""á """ná.."iá" ""- la diversidad de los objetos copresentes. Por el contrario,
priujl i; ;;p;;
sencia- Se trata de disponer a los tu" "gí"; y to"-ui"- eI incremento de las capacidades de movilización permitió
Xr-entos
dg mane¡a que la proximidad "i"r" iofágr;.
""ru",ae contacto privilegiar, en cie¡tas circunstancias, Ia conexión por con-
trco se anteponga y permita con facüdad qr. ,.,r, opá"ido. tacto inmediato, abriendo eI campo a la expansión geográ-
* En este caso, tal coEro fica y al estallido urbano, o sea, al debilitamiento de las
el autor lo aclara más adelante, el término densidades y, en muchos casos, de 1a diversidad.
"cj¿á alude a la forma que el cooglomerado urbano tuvo desde la Anti_
güedad hasta fines de la épocc
clá1ica. recluido denrro de sus nrrrrallas.
tN. det 1'.)

254 255
La cité y Ia cíudad forjada por analogía con las funciones fisiológicas, en
así
cular la circulación de Ia sangre, un modelo de trans-
A-l analizar las modalidades y los resulLados de esta ción absolutamente eficaz, que durante mucho tiempo
re-
lación entre copresencia y movilidad, se pü"d" estimJ" onstituiría el arcano mayor del pensamiento sobre Ia
que Ias sociedades humanas occidentales han experimei-
ciudad y lo que la vivifica: la circulación (de hombres y
tado, esquemáticamente, tres fases principales en mats_
¡¡ercaderías). En Francia, la preocupación de los médicos
ria de urbanización. Durante e1 período qu" trans"u.r-e se aunaba aquí con La de 1os ingenieros reales de puentes
desde la Antigüedad hasta fines de la época c1ásica, prei
y calzadas, quienes también desarrollaban un pensa-
domina eI modelo ciudadano. La cité, qu. se c"ra"te"ira
por la relevancia de Ia copresencia, constituye una enti: miento prescripti.vo basado en la necesidad de organizar
los espacios a partir de la circulación. La ciudad se conver-
dad discreta en el espacio y en la sociedad q... iu
"grr"i" tía entonces, 1ógicamente, en un organismo cor\ \rr\ tej¿do y
rodean. l,a evolución de la sociedad, a partü del sigl. XrYlI1. ún corazón, en el que había que asegurar Ia fluidez circu-
desembocará en un primer cambio, magistr^I-ártu u.r^l
latoria a los efectos de evitar las congestiones (Roncayolo,
lizado por Jean-Claude Pe¡rot (192b) en una obra que hi- 1990)- Esto debía permitir, y también desarrollar, las re-
zo época.
laciones entre los organismos urbanos purgados de sus
En poco más de ciento cincuenta años, con d.iferencias miasmas, para el mayor beneficio del comercio, de los in-
cronológicas notables según los países, Ia ciudad fue reem. tercambios comerciales. El pensamiento y eI vocabulari.o
plazando aIa cité, de la que conservó, sin embargo, sus
nuevos de la ciudad y de su ordenamiento espacial, que
grandes principios organizativos y sus valores sociales ,
¡etomaban un fondo organicista que se había ido impo-
culturales predominantes.2 Empero, ya se caracterizab; niendo poco a poco desde el Renacimiento, se pusieron a
por un primer cuestionamiento de Ia circunscripción tra_ punto a partir del siglo XVIII, o sea, antes aun del despe-
dicional, por una evolución profunda de las fo¡mas, las gue del gran período de industrialización. Contra¡iamen-
estructuras, las funciones, que comenzaba en la etapa te a lo que se suele creer, Ios grandes marcos y principios
protoindustrial. Las murallas desaparecían prácticamen- cognitivos que contribuirían a estructurar la ciudad in-
te en todas partes. En la ciudad, Ias estructuras sociales dustrial nacieron antes de que esta se desarrollara masi-
lllriili

cambiaban, aparecían nuevas éIites económicas y cultu- vamente por doquier. Y, por otra parte, eI acompañamien- , ilil
rales, portadoras de nuevos saberes, y las mentalidad.es to ideológico y científico de Ia expansión urbana de} siglo
,

evolucionaban, pues ella constituía el crisol donde se for_ XIX üo un amplio lugar a pensamientos que se inscribían il:lllill,
jaban y difundían nuevas actitudes, como lo muestran las
en línea di¡ecta con las reflexiones méücas anteriores.
novelas de Balzac o también, más tempranamente, los Así, los trabajos de los higienistas del siglo XIX o de
trabajos de los ingenieros y los médicos del siglo XVIII, aquellos que, aunque no médicos, estaban imbuidos de los
que contribuirían a construi¡ un pensamiento nuevo de la preceptos del higienismo (como Charles Booth, cuyas
ciudad. investigaciones, llevadas a cabo en Londres y publicadas
destacar la impottancia de los médicos y de su colJao Life and Labour of the People in London, represen-
-Cabe
enfoque de la ciudad, que desde su origen era de tendencia tan un importante hito en Ia historia del análisis urbano),
reformadora, puesto que se trataba de organizar las ciuda- conformaron una matriz cogrritiva esencial para la consti-
des a Ia luz de Ia F,;az6n. La noción d.e función urbana fite tución de Ios púncipales saberes científicos, de peritacio-
2 nes y acciones consagradas a la ciudad: los avances de la
Se puede leer un apasioüante enfoque de esas evoluciones en el to-
mo II de la Histoire d,e I'Europe urbaine, di¡igida por Jean-Luc pinol sociología, así como de la geografia urbana o del urbanis-
(2008). Olivier Mongin (2005) realizó también una genealogía mo, Ies debieron mucho a las investigaciones de los higie-
del adve-
niñiento cle lo urbano, muy argumenta cla, en La coid.itionLrbaíne, u¡o nistas, para quienes la lectu¡a de las conüciones urbanas
cle lirs libros rn:is ricos corsagrados r csLas cucstionos. cstaba condicionacla por la volrrntnd dc poner de m¿rnifies-

25 (i
257

ll
to los «efectos del medio». Todas las ciencias de Ia c ruda ísticos; no hablaré de metropolización, de cambio de Ias
se inspiraron con frecuencia, particularmente ,enlosIn ellos, elementos importantes, por
unciones, etc.
todos de Ias investigaciones higienistas
tra parte-. -todos
Daré cuenta, en cambio, de Ia subversión de
Sin embargo, aunque Ia ciudad que se im po nía duran ciudad y la aparición de 1o urbano mediante un análisis
el período industrial ya no era la cité c\ás rca, aunque
de las imágenes. En efecto, el pasaje de la cilé a la ciudad y
superficie urbanizada crecía, dilatando los espacios, gs¡. e la ciudad a Io urbano, y los problemas que esto plantea
tinuaba siendo una totalidad Iimitada , marcada por Ias sociedades, se pueden Ieer a través de la imaginería.3
principios de continuidad edifrcada y fuerte densidad.
oy a mostrarlo basándome en una iconografía en suma
bién seguía estando muy diferen ciada de su antino mia,
campana, pese a que Ia urbanización de esta tam bién la
¡¡uy trivial, mas representativa, por esa misma triviali-
dad, de Ios cambios en los regímenes de urbanización.
desarrollaba. En las ciudades, si bien la mov ilidad se l. Consideremos un grabado de Abraham Bosse (l).
se
aftanzaba como un importante instrumento de regulación
elegido entre los centenares que realizó ese artista del.
intraurbana e interurbana del acceso, la co presencia sq- siglo X\rII. Se trata de1 que se titula Entrega d.e Mantua a
guía siendo esencial
Charles de Gonzague-Neuers (véase la figura 1). Datado
No obstante, a partir del siglo XIX aparecieron nuevoo en 1631, forma parte de una familia de grabados muy
signos perturbadores. En principio p.rlrtirr^-"rrt" yiull apreciados en la época, que muestran en primer plano a
go a un ritmo cada vez más intenso, Ia ciudad se extlnüa
un gran personaje, por lo general a caballo, acompañado
y cambiaba, en Europa y pronto en Estados Uni¿os,
dona! por su séquito y mirando al destinatario, durante el sitio o
no se tardarÍa en inventar un nuevo urbanismo. En o."ii-
1a toma de posesión de una ciudad, que aparece en segun-
cular, la zonificación funcional se consolid.aba; la do plano, frecuentemente sobre la parte inferior del cam-
rizacióru» de los hombres y de las actividades cobraüa "pgr¡;.
una po, de modo que eI espectador Ia ve desde arriba, de mane-
amplitud cada vez más notable, hasta convertir". i"- ra oblicua. Abraham Bosse hizo muchos grabados de esta
gla; Ios sistemas de desplazamiento se volvían.rrás".,
clase, y el que he elegido se halla en perfecta conformidad
plejos; Ios lugares centrales se multiplicaban. EI siglo"ori-
XX con el esquema estándar- Poco importa aquí el episodio al
presenciaría eI espectacular afianzamiento de e"a"" lógi- que hace referencia: en este caso, la recuperación por el
I
cas a escala mundial, en un mundo que la urbanizacián duque de Nevers, merced a Ia tregua de Ratisbonne y Ia
planetaria contribuiría a construir como reaüdad geográ- paz de Cherasco, de la ciudad de Mantua, que los impe-
fica reconocida y comparrida. Hemos cambiado aI ¿p"o"" riales le habían arrebatado. Lo que me interesa es, por el
en materia de urbanización, hemos ingresado en Ia terce- contrario, señalar que Mantua se presenta aquí bajo Ia
ra fase, después de la de la cité y ta d.e la ciudad: estamos forma de un arquetipo visual, eI del «retrato» (sin duda,
hoy en la hora de Io urbano, y la palabra nciudad» ya no bastante alejado de la realidad topográfica y fisonómica
parece encuadrar a la cosa que designa.
de Mantua): \na c¿té, mirada como una totalidad identifi-
cable, rodeada por murallas, a orillas de un río, compacta,
pero con jardines y enclaves no edificados, erizada de
campanarios. El ret¡ato de ciré fue una de las figuras más
Lo urbano sin flguras apreciadas, a punto tal que son incontables sus realiza-
ciones como tema iconográfico principal o como elemento
de una composición más vasta. Producido en serie, su di-
U na i m agi nería signi fi c atiu a.
3 La hipótesis que da sustento a este análisis consiste en que eI cam-
No presentaré los inücado¡es habituales de esas con- bio iconográfico procede y forña parte, al mismo tiempo, del carobio ur-
mociones contemporáneas; no suministraré cuaclros esta- bano. Las imágenes no son reflejos, simples representaciones, sino ma-
nifestáciones de la realidad espacial, como 1o mostré en el c;rpítulo 1.

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fusión fue considerable en el mundo europeo (dilatado p¿- mo, un fetiche muchas veces reproducido, comentado, ad-
ra los espacios de su expansión). Se trata de una imalen mirado.
masiva, pues pedía ser inmediaLamente ¡econocida;or Ni Joseph Stubben ni su plano de Colonia tuvieron se-
gran cantidad de personas de toda condición. que deja;cr mejante posteridad, pero precisamente este proyecto
una dimensión de Ia ¡ealidad ciudadana clásica. para atraería la atención en cuanto ejemplo, entre muchos otros
ilustrar la iconografia de la cit<í podríamos haber elegido. posibles, de las figuras que se multiplicaron y se impu-
asimismo. uno de los numerosos planos elaborados y di- sieron a partir de 1860. E1 mapa a1 que hago referenci.a
fundidos a partir del siglo XVI, como eI de Imola, dibujado (véase Ia figura 2) muestra la manera en que eI urbanista
por Leonardo da Vinci. Todos estos planos muestran ¡¡¿ intentaba resol.ver eI problema de la relación ettre la cíté
realidad ciudadana perfectamente circunscripta por mq- antigua (constituida antes del período industrial) y los
rallas y bien diferenciada de 1a campaña. nuevos espacios previstos para la urbanización que desde
2. Examinemos un documento de 1880 (2): el plano de entonces Ia rodearían. Mostraba, asimismo, e1 proyecto de
ampliación de Ia ciudad de Colonia propuesto por Joseph reestructuración urbanística de esta cllá antigua que ha-
Stubben, que ganó en 1881 el concurso destinado a definir cía implosión a partir del crecimiento.
las modalidades de ordenamiento espacial de esa ciudad. La respuesta elaborada por Stubben para los proble-
IJna de Ias más antiguas «cifás» germanas, Colonia af¡on- mas de Colonia, que se consolidaba por entonces como
taba por entonces, desde hacía ya varias décadas, una ex_ una ciudad industrial, era bastante cIásica: articulaba las
pansión espacial no controlada, una industrialización im- dos entidades por medio de un Ring, un trazado semicir-
portante, una notoria obsolescencia de Ias antiguas es- cular que tanto al norte como al sur se apoyaba sobre el río
tructuras funcionales, una dinámica demográfrca y social Rin (dispositivo que ya se había impuesto en 1852 en Vie-
que desbordaba por completo a Ia sociedad ciudadana cIá- na). Delimitaba ese nuevo conjunto con una seg.unda línea
sica. El trabajo de Stubben se inscribía en un conjunto de semicircular, paralela aI Ring y que separaba eI espacio
gran amplitud: el de los planos rectores de grandes ciuda- de la ciudad (compuesto por la antigua cjtá y el perímetro
des europeas implementados por las autoridades prácti- urbanizable emergente, merced a la liberación de los do-
camente en todas partes, a los efectos de dominar un c¡e- minios militares, ambos asociados a través del Ring) del
cimiento que, como ya se sabía, subverti¡ía los marcos ciu- espacio rural y agrícola, cuyo parcelamiento caracte¡ísti-
dadanos y plantearía enormes problemas (económicos, ur- co se reconocía. «Irrigaba» el conjunto urbano con amplias
banos, sociales, políticos, nuevos). avenidas recti-líneas, que convergían hacia los «Iugares de
En ese contexto, Ildefonso Cerda esc¡ibió en 1862 su
1l

ci¡culación» a partir de los cuales se organizaba toda una


Teoría general de la urbanizació2, que se conve¡tiría lue- red wial que distribuía la circulación urbana. Esta imagen
go, retrospectivamente, por invención na¡rativa, en eI ac- reflejaba un orden figurativo en el cual, aunque los signos
to fundador de una «ciencia» (el urbanismo) que pretendía de los cambios fueran patentes, tanto los ejecutores como
ser, al mismo tiempo, conocimiento racional de las leyes los destinatarios se apegaban aún a la existencia de una
de urbanización y teoría del ordenamiento espacial vir- ciudad ordenada (por Ia trama vial, he¡ede¡a en este caso
tuoso, del control de la urbanización basado en dicho co- de los principios clásicos) y delimitada. En este sentido, Ia
nocimiento; todo ello, signado por una concepción pesi- imaginería de la naciente ciudad industrial reciclaba los
mista sobre el estado contemporáneo de las ciudades y por rasgos visuales de Ia iconograña ciudadana.
Ia fe en eI progreso, el único capaz de salvar a las poblacio- 3. Analicemos un famoso documento producido por eI
nes urbanas de la miseria, Ias enfermedades y el oscuran- Grupo Archigram en 1964, títlulado Plug in City &éáse la
tismo. Cerda fue quien concibió eI plano de ampliación de figura 4). No se aprecia allí una totalidad, sino un frag-
Barcelona de 1858, cuya imagen (véase la frgura 3) cons- mento, en corte, de una extraña realidad urbana. De he-
tituye uno de los ícr¡nos escnciales dcl canc¡n clel r¡rlranis cho, se trata de la prcscnttrción dc uno de los aspc<:tos de

264 ).(;it
la combinatoria qr.re los micmbros de Archigram intenta. trata de una imagen característica de la urbanidad con-
hnn promover. dentro dc su empresa de destrucción d". if- temporánea francesa. Pueden encontrarse millares (mi-
esquemas de la cirrdad trtilizados por sus pred".""o.n. n"I Ilones) comparables, como múltiples testimonios anóni-
efecto. consideraban necosar.io que lo urbano ao.on"iiu*,1 mos de una extensión urbana que parece discontinua, casi
yera a parrir de la conexión al infinito de unidades ilimitada y homomorfa, entre una localizaci.ón y otra.
ujl- Vista desde aqui, desde este punto elevado, en desplaza-
menlales con otras unidades elementales. persesuírnll
el objetivo de liberar la arquitectura (es decir, o"ru.ill"' miento, la noción de localización parece no tener prác-
la concepción de lo que es habitable) a. ta i-po"iciOn j""ü ticamente interés para aprehender esa disposición espa-
ciudad (en cuanl o orden preestablecido) g independizar cial o, en todo caso, un interés secundario. Así, la urbani-
la urbanización en su conjunto de las imposicj.ones dei-ie]
l dad contemporánea les ofrecería a los actantes un poten-
rritorio (o sea, del espacio preexistente). p.opo.ío. un-u cial de recursos en el que Ia relación con la Iocalización de
gramática generativa que permitiera construir las realidades se vuelve secundaria respecto de la cues-
.l"i"l tión de su movil.i.zación en un acto espacial, es decir, de su
ma ilimitado y homogéneo, despegado del su.lo y"" sr"
tingencias, cuya generalización termi.nara por atohr toda "oi. accesibilidad. EI problema princi.pal para un operador ya
estr-uctura, incluida Ia que aparecía en el origen de esa no consiste en responder a la pregunta ¿dónde?, puesto
implantación. Lo urbano conectado e"tarí, entonc"s que Ias realidades circulan y existen cada yez más en todo
todas partes y en ninguna, Iaberinto sin fin ofrecido a "i punto del espacio, sino a Ia pregrrnta ¿cómo (y por quQ ac-
la ceder a las realidades y ensamblarlas espacialmente?
deriva, sin eI obstáculo del ciudadano Li.berado de las denl
sidades pasadas. Era posible, pues, ofrecerla a la vista no 5. Tomemos aho¡a el frlme Zosl in Ilanslation lPerdi-
bajo la forma del plano que encierra y reúne toda una ioi dos en Tokiof, de Sofia Coppola (2003), que permite seguir
taLidad signifrcante, sino bajo Ia especi.e de un corte verti- Ia deriva u¡bana de los personajes, dos no¡teamericanos
cal que presenta Ia posible disposición de un fragmento perdidos en Tokio, en una trama en que Ia depresión pro-
entre otros, sin límites ni umbral, puesto que nunca se en- vocada por la desorientación radical rivaliza con Ia dulce
tra allí, ni tampoco se sale. Ese documento también podría euforia del encuentro amoroso. No hay duda de que Tokio,
ser equiparado con muchos otros del mismo estilo, surgi- más que un escenario, es un verdadero protagonista: es
dos de inspiraciones similares, producidos desde Ia déá- un casi-personaje. El filme plantea el espectáculo de una
da de 1960 hasta nuestros días. A mi juicio, demuestra el metrópoli inasible. La protagonista principal aparece ob-
afianzamiento de una estrategia de visuaüzación de rup_ servando la ciudad desde e1 piso alto de un hotel, sin com-
tura que, para terminar con eI antiguo orden de Ia ciudaá, prender eI dispar agregado urbano, sin referencias, que se
se emancipa radicalmente de la legítima imagen de esta. Ie ofrece a Ia vista, expresado por la cineasta meüante un
4. Consideremos una serie de fotografias aé¡eas de la mor¡imiento oscilante de la cámara. Allí, la panorámica ya
zona urbana de Valenciennes, disponibles en eI sitio web no es un eficaz instrumento de comprensión. AI mismo
de Valenciennes Métropole (www.valenciennes_metropo- tiempo, Tokio se muestra saturada de Iuz, de ruidos, de
le.fr). Nos muestran, desde una perspectiva ligeramente movimientos, ofreciendo permanentemente numerosas o
ob_licua, enfocada desde poca altura, de modo que los de_ inéditas sensaciones. En suma, es un medio en eI que uno
talles sean perfectamente visibles, un espacio urbano po- se sumerge sj.n referencias, sin que una posición elevada
co denso y poco diverso, al menos en Ia apariencl.a que posibilite hacerse de los marcos, identificar Ias líneas de
adopta allí, aun en el centro del conglomerado, fr¿.erza.
-r""ádo
por la importancia de las rutas y rotondas, que aparecen 6. Consideremos, finalmente (aunque mi lista no tiene
siempre. Y, sobre todo, un espacio cuyo límiie resulta in- ninguna pretensión de exhaustiwidad), un reportaje cual-
distinguible, que abarca importantes perímetros no edifi_ quiera acerca de un hecho bélico que se desarrolle en una
caclos (artlines, criirlcs, lrosr¡rres, parcelas agr.ícolas). Sc organización nrl¡ana: Grozni, Bagdad, Faluya, Kabu1, Ga-

266 267

I
za hoy, Sarajevo, Beirut ayer y hoy, y no tendríamos difi- también el cambio funcional, pero aún se intentaba reunir
cultad (;ay!) en seguir prolongando la Usta, a la qu" se ü bajo los rasgos de una visualización integradora 1os ele-
podrían agregar Ias imágenes de los grandes ac"ident"s mentos que componían eI conglomerado, aún se simulaba
urbanos, catástrofes enormes, que marcan con su conti_ una síntesis de 1o heterogéneo. El plano propuesto por
nua presencia los flujos informativos. En todas partes, Ias Cerda (figura 3) refleja muy bien esa tensión: junto a Ia
mismas imágenes, filmadas en general por un camarógra- arntígr;a cité deBarcelona, el en sanche (\a ampliación) des-
fo en desplazamiento, atravesando espacios sem¡.adoi A. pliega ese perfecto cuadriculado, esa trama abierta, tam-
ruinas: edificios destruidos, lugares devastados, restos es- bién aquí sometida por la voluntad de cj.rcunscribir, de ro-
parcidos por el suelo, vehículos calcinados o aún en lla- dearla. Pero se capta perfectamente que Io urbano disten-
mas, rutas destrozadas, ciudadanos extenuados y trau- dido, a escala del mundo, está allí, en germen. El plano de
matizados, rastros de sangre, cadáveres, vestigios d.e una Cerda es uno de los primeros casos explícitos de imagen
vida cotidiana devastada y signos de un generalizado «arré- en Ia que todos Ios estados de la urbanización son visibles,
glate como puedas» con el fin de sobrevivir. IJn caos pre_ han sido puestos en escena. La figura de la cifé-territorio
sentado y comentado ad, nauseam, cuyas imágenes más cede y se convierte en un relieve, en un resto confinado, ante
chocantes y crudas circulan ahora por Internet, tomadas la soberbia presencia del espacio en expansión. Por su par-
cada vez más por los propios actores de esos hechos béli- te, la ciudad «moderna» de Barcelona se ve llevada a ]as
cos y/o accidentes, que han naturalizado lo visual como La fuentes bautismales por esta imagen que la hace existir a
mayoría de los indi.viduos y, acostumbrados a los incesan- plena luz y, de allí en más, desbordada, excedida, por eI
tes raudales iconográficos y a los horrores que transmi- potencl.al ilimitado e iiimitable de la urbanización y sus
ten, registran y difunden lo innombrable sin pestañear. y redes, en primer término Ia de los servicios. De este modo,
todos miramos, semihorrorizados, semiatónitos, ese to_ la ciudad está pre serfte en majestad, y lo,arbano, en poder.
rrente visual que acaso nos entregue un nuevo arquetipo La imagen producida por eI Grupo Archigram renun-
contemporáneo: lo urbano en estado de guerra, en situa- cia a esta voluntad de circunscripción: ya no hay referen-
ción de catástrofe, un horizonte de nuestras miradas.4 cias tradicionales, ni siquiera se intenta simularlas. La
urbanidad se expresa, a partir de entonces, en eI registro
de la réplica: el límite y Ia proyección del plano son esca-
¿Se pued.e trdnsponer lo urbano en imágenes? moteados, se impone Io urbano genérico, 10 que sólo es asi-
ble mediante fragmentos. Las fotografías aéreas de Va-
Esas imágenes llevan Ia mirada a realidades espacia- lenciennes también ratifican, aunque de otra manera, eI
les (y aquí urbanas) muy diferentes, que no existirían sin final de la ciudad. Se propone acerca de ese «sitio» (super-
ellas- EI grabado de Abraham Bosse (frgura 1) muestra Io vivencia metafórica de la importancia de 1a localización,
que fue el modelo de la cilé clásica, preindustrial, ceñida que se mantiene en el enunciado de una dirección, aquella
por murallas, una saliencia predominante que se impone a la que se va en busca de imágenes de espacios reempla-
sobre el contínuum territorial, cercado por la campaña. EI zables y poco situados) una serie de üstas parciales, cuya
plano de ampliación (figura 2) denota que la urbanización suma no permite recomponer siquiera una entidad signi-
de la época industrial ya había subvertido la cifá v se ins- ficante: no se trata de un rompecabezas, de una totalidad
talaba Ia ciudad: la exposición espacial ya aprreciu ,lIí, y disociada por juego, que impulsa a cada uno a reconsti-
tuirla, sino de ventanas abiertas (¿aleatoriamente?) a una
a Para describir esta realidad contemporánea, de la que Beirut fue el realidad fractal, en Ia que sólo se pueden identificar las
primer ejemplo, Bogdan Bogdanovitch, arquitecto y ex alcalde de Bel-
grado, inventó en 1975 el término «urbicidio». La destrucción de las ciu-
unidades elementales replicahles ad libítum.
dades constituye hoy en dia una de lás dimensiones de lo urbano fMón- El filme de Sofia Coppola, por su parte, muestra una
sin, 2005, pás. 175). realidad urbana radicalmente difcrentc a la dc la ciudad,

268 269
r
pero también cambia el punto de vista: a1lí nos ve contener hoy en día eI con-
cuanto individuos, completamente inmersos en e sa
mos, término «ciudad» Y a no logra de aquello a 1o que se
nidad sin ¡eferencias ni límites, confrontados con laurba unto de manifesta ciones tangibles esta aserción,
autores comparten
¡idad, con el carácter insustituible de Ia bx perrencia alte- re fiere.5 Numeros os que proponer
el paso significa
per o pocos se atrev en a dar
urbano. Como si frente al recurso espacial genérico (ende ejemPlo, analiza de
da s partes, la misma cosa urbana) se a Iza¡a en lo suc
un nuevo léxico. D avid Mangin, Por hacia Ia «ciudad
urbana
el carácter singular de cada acto espa cial, desde en
estvo manera Pertinente Ia evolución pero sigue siendo exPli-
tonces franq ueadan -o sea, ge nérica-,
instrumento esencial para afianzar la identidad del de Pensamiento de la ciu-
acto citam ente tributario del modelo
que compone, junto con su acto. un a quí y ahora irreduc Ia euroP ea. Tiene, a fin de cuen-
dad r adioconcéntrica, a
ble y lábil. En todo caso, ya no hay ma s «Dios uoyeu» de Ia «geograflra», redu-
(D tas, una concePción rudimentana
Certau) y organizador (figuras 1 v 2): ya no hay alguie del medio esPacial Para
cida a un con¡ unto de condiciones
crl tico e irónico que enuncie, deconstru yendo y atomizan- ur bano s, y de hecho considera
do mediante su propuesta visual el m odelo ciudadano
la receP ción de fenómenos para Ia ProYección de las
los arquitectos y los urbanistas (figur a 4); ya no existe de al espaci o como una extensió n edificadas. Conserva
ese realidade s soci.ales Y de las fo rmas
obj etivo neutro y frío que fija el estad o de una realidad
en Ias nocione s clásicas, Y se confo
rma con señalar prlnclplos
apariencia ilimitada (Valenciennes ). Só1o existe la mira-
de subversió n todo, la P rivatización de fracciones
urban as cada vez más importan tes- Predicarde «Paso»
da que un szjeúo humano, fuera de s u mundo común
habi-
-sobre y métodos
tuaI, proyecta sobre otros sujetos humanos; sóIo existe que asegu ren, Por la difusión de un urbanismo
una capta clon psrco afectiva y sensi ble de individuos lleva- e n Ia menor dePendenc ia del
automóvil, la Pro-
dos a una espacia Iidad urbana sin referencias, sin ma¡cos -basado Ia s formas Y la diversidad
moción de I a heterogeneidad de «cru-
claros, sin «visión de conjunto» que los absorba. de Io que denomina
de Ios usos- , Ia imPlementación
Las imágenes de guerra, de I te¡rorismo y de catástro-
fes, finalmente, nos enf¡entan no solamente con Ia pérdi-
*;;; d.e Paso» (Iúangin, 2004)' Thomas sieveits (20-04)' tan
dad
da de las referencias tradicio na1es, sino también con 1a
il;;.¿., eI árquitecto p"tte analítica de su libro' se
,;i; ".;;; "ot"-gt "t'terreno t"
destrucción, en cuanto esta se muestra como un modo po_
i;;;;;. el riesgoso de proponer un concepto
sible de existencia banal de Io urbano contemporáneo. ""
'""""",-r"",,2¿,i" ihZnstadt", o «entreciudad»' Su propós-ito
¿Acaso esas visuales no son in dicadores de una nueva mu- :,T:";i;;i;;*'-p"'o bii'á^ una derinición algo e-ndeble
se desplie-

tación en curso? La urbaniza ción masiva, vinculada con la
mundialización, contribuir ía así a instalar el estado de
eí;";;r;;;;;;rldt: el espacio Al hacerlo'que
urbanüado
le otorga una
guerra, de catástrofe, de accidente, como régimen normal i" áÍ." i. "i"aad v el cámpo' periurbanizado que se
íustiñcada imporiancia aI conjunto
de funcionamiento. La crisis paroxística y; mundial' el cual
cepcional sino corriente (curioso oúmoron eI ""
;;i; ;;- i,i""IJ"i""ii,:ü";r-""t' "oáocona ei"ala el ámbito de la «entre-
del paroxis- se confunde en su exposlcron
mo corriente), y sus imágenes serían entonces las que po- no es suficiente para
ciudad». No obstante, creo que ello
drían caracterizar aI orden figurativo de la urbanidad áe hoy.
il""*;;;:;;"-l á¡"t aá to que ha producido lalaurba-
;i;#;;;;;ol" manifi"st" simplemente en (cfapa- in-
Lo urba.no esta ahí ;t.tó;;;';;;";"ui té"ti"o enne ciudad v campo
/ro' capítulo 7)' reemplazarla palabra
-- -:^ Ieios v--sustantivado-'
HaY que ir un Poco mas Y ello'
Esta imaginería permite revelar un proceso que lleva tér'mino «urbaío'
.
de Ia cifá singular y situada a lo u"U"rro j""a"i"o y giJ"ti- ""irilá,]p..-"r
zado Qa Generic Ciiy, de Rem Koolhas), á través áe"la ciu- ese debate semántico tendría
dad específica y estanclarizacla. Incuástionable-n"i. 5En francés, por lo menos; en inglés,
menos áIcance episterlológico
y c'ítico'
"t
270 ')'¡ 1
po¡ una razón simple: la urbanización planetaria del «la gistral, hasta qué punto la ciudad y lo urbano ya no de-
go siglo X)(lr @aquot, 1999), especialmente dura bían ser confundidos (Choay, 1994). Según ella, desde fi-
nte la f
se que comrenza en 1945 y perdura hasta nuestr a nes del siglo XIX estaban en juego las fuerzas y los princi-
déca
entre 2000 y 2010, conmovió radicalmdnte , en todos pios que iban a subvertir el modelo ciudadano para de-
niveles (sociales, económicos, espaciales ,id eológi cos, lo sembocar en eI «divo¡cio entre urbs y ciuitas»». Choay afir-
cul-
turales), Ios referentes clásicos que hacían de I r,r ci ndad ma que la dinámica de las redes técnicas y Ia hegemonía
una ciudad. En particular, el afianzamiento de I a discon- de lo ¡eticular imponen cambios espaciales, sociales e in-
t. inuidad espacial como elemento representativo
de todas telectuales que conducen al final de la ciudad, considera-
I as organizaciones urbanas contemporáneas co nstituye da tanto un modelo como una cosa concreta, una entidad
una verdadera subversión del orden tradicional , caracte- espacial discreta, caracterizada por modalidades particu-
rizado por la contigüidad territorial y la evidencia lares de vida en común, por una ideología espacial, am-
de la
delimitación entre la ciudad y su ext erior (el campo), pliamente tributaria de los modelos arquitectónicos esta-
se mantuvo hasta la déc ada de 1960 en Francia, fue blecidos a comienzos de Ia época moderna, y por una cul-
las principales metróp oIis. tura del límite. A la ciudad singular, insustituible, al te-
En su análisis de los cambios d.e Ia sociedad fran"o"o rrito¡io continuo dominado por las métricas topográficas
Henri Lefebvre habÍa presentido la importanci, J";;; y eI juego de Ia copresencia, Ios reemplazaría así el espa-
evolución que provocaría el final de la ciudad (Lefeb;;; cio urbanizado genérico, irrigado por redes marcadas por
1972). Para é1, la «era urbana» sucedía a lu *"ra irrauJ- Ia preeminencia de las métricas topológicas. La ciudad,
trial» (correspondiente a mi fase de la ciudad), q"" u heredera d,e la cité, cede ante Io urbano sin límites, carac-
vez seguía a la <<era agraria» (mi fase dela cite. S, u.rzu "" terística de las sociedades mundializadas, donde está Ila-
mada a vivir la mayoría de Ia población del planeta.
Se impone, pues, una <<condición urbane»» distinta, iné-
dita, de la que Olivier Mongin ha circunscripto sus princi-
pales aspectos culturales, sociales y políticos- Mongin de-
muestra que nuestras referencias a Ia ciudad ya no tienen
verdadera pertinencia: hemos ingresado a otra época. Se-
gún é1, esta condición u¡bana se caracteriza por una orga-
nización de la sociedad diferente a la de Ia ciudad, pero
también, y sobre todo, pol nuevos campos de experiencia
humana. Olivier Mongin vincula, pues, eI enfoque de las
estructuras formales con eI enfoque de las prácticas indi-
viduales y sociales, o sea, Io que también yo intento hacer.
Los países del Sur, aunque también Estados Unidos y
guidas en absoluto por los especialistas en la cuestión ur- Canadá, fueron en un comienzo espacios de exportación
bana durante las décadas de 1970 y 19g0, mientras en de modelos de la cité y de Ia ciudad, pero rápidamente, a
Estados Unidos el trabajo de Melvin Webbe¡, quien fue causa de las propias modalidades de u¡banización, se con-
uno de los primeros en señalar eI fenómeno de ia apari- virtieron en c¡isoles donde se forjó la urbanidad contem-
ción de lo urbano, sería muy comentado OVebber, fóOe¡. poránea. A tal punto esto fue así, que durante una impor-
Esta problemática demoraría ve.inte años.n votv., I. tante exposición, titulada «Cambios urbanos»
escena científica francesa. " zada entre el 23 de noviembre de 2000 y eI 25 de-organi-
marzo de
debe a Frangoise Choay, quien había leído a Webber, 20O1 por la Misión Año 2000 en Franci.a, en el centro de
_Se
así como a Lefebvre, habcr.tlonrostrado. en u¡.r texto n1:r_ arqrritectura conternporánca Arc,en- Ilór,c, de Bordeaux.

272
dedicada al (sombrío) futu¡o urbano del planeta-, Ia ciu- -. cursiva, una imaginería, discursos, palabras y textos legí-
dad de Lagos fue presentada y puesta en escena como un timos y autorizados. Se volvía a encontrar esta cultura en
caso emblemático de Io que nos está tocando vivir y vamos Ios innumerables planos, fiinturas y retratos de ciudades,
a seguir conociendo cada vez más. Asimismó, a comienzos así como en variadas descripciones (de ingenieros, médi-
del siglo XX, numerosos autores iban a buscar más allá cos, viajeros. . .). Habría mucho para decir acerca de su
del Atlántico todo en las grandes metrópolis de presencia en las noyelas, en particular en Ia novela balza-
Estados Unidos,-sobre
en Nueva York, en Chicago- los signog ciana, esa matriz de relatos de Ia gran ciudad contempo-
de la consolidación de una urbanidad en ruptura con la de ránea, que al mismo tiempo se revela, por otra parte, co-
Europa. mo un repertorio de 1a ciudad clásica y un espacio narra-
A este respecto, la famosa llegada de Bardamu a Nue- tivo donde se inventa una de Ias pri.meras aprehensiones
va York, en El uíaje al firu de la noche, constituye un mani- del orden urbano fragmentado e inasible que se impondrá
fiesto del cautivante descubrimiento de un mundo urbano luego. Balzac retoma una herencia cultural y figurativa
nuevo, cuyas formas, funcionamientos y costumbres so- (muy legible en sus descripciones de Ia provincia), y en
ciales no eran los usuales en 1as ciudades del continente forma paralela plantea ya Ios fundamentos de1 discurso
europeo. A su manera, los escritos de los sociólogos de l¿ acerca de Ia imposible totalización de 1a gran metrópoli
Escuela de Chicago, en la década de 1920, mostraban eI @arís) en un mismo relato integrador. El texto balzaciano
afianzamiento de un género urbano en franca ruptura con (pero también los de Baudelafue, Zola y muchos otros)
eI europeo. constituiría uno de esos indicadores precoces de Ia oscila-
Si volvemos a considerar nuestras imágenes, compro- ción de las sociedades entre Ia era de la ciudad v eI ¡eino
bamos entonces una de 1as principales dificultades del de 1o urbano.
momento: en nuestra sociedad no existe aún hoy una ver-
dadera cultura visual legítima, que organice el conjunto
de visuaüzaciones urbanas posibles en un orden figurati- En busco d.e una totalid,ad perdida
vo y normativo reconocido por Ia mayor cantidad de perso-
nas, un orden que podría encuadrar la práctica, en parti- Por lo tanto, aun cuando aquí y allá (cada vez más des-
cular la urbanística y Ia política, conferirle sentido de comienzos del siglo )OQ se iban afianzando discursos y
mismo tiempo, una dirección, una intención del acto y-aI un relatos subversivos con respecto a la idea de ciudad, y se
significado-. Para cada cual, la acción urbana se pierde multiplicaban los evidentes signos de que advenía una
en Ia bruma de 1o urbano no figurable como totalidad; nueva era urbana, eI deseo de fijar mediante Ia imagen
muy a menudo estamos condenados a errar o a confi.ar, una planificación espacial clara, que los operadores pu-
hoy y siempre, en los íconos ciudadanos, en las imágenes dieran hacer propia y utilizar, esa idea permaneció
de un mundo no obstante desaparecido. Ello no necesaria. manece- viva. Se manifiesta, en particular, entre -per-
1os
mente constituye un d¡ama: algunos gozan con esta deso- profesionales del ordenamiento espacial urbano (arqui-
rientación y con los márgenes de autonomia nueva que tectos, urbanistas), cuyo papel creció a partir de Ia segun-
permite conquistár. da mitad del siglo XIX. Si se toma el caso de los urbanis-
En materia de imagen, Io urbano difiere radicalmente tas y arquitectos <<mode¡nos», en eI sentido de su adhesión
de la ciudad, por e} momento en todo caso, porque no es a los cánones del modernismo arquitectónico que se desa-
presentable, no hqce una «buena figura». La ciudad se rrolló a partir de 1920, sorprende el hecho de que su «ciu-
cristalizaba, desde e1 siglo X\¡IfI, en un gran repertorio de dad» sea pensada, dispuesta y expresada, sobre todo, vi-
figuración clara y diferenciada, heredera en línea di.recta sualmente. Al respecto, e1 ejemplo de Le Corbusier es IIa-
del de Ia cité d,e la época moderna, y se manifestaba me- mativo, si se recuerda eI papel predominante que les otor-
diante una ¿rbundante y fornidablc cultura visu¿Ll y clis- gaba a Jas figuras en sus inte¡venciones y en sus escritos

274

teóricos. Por otra parte, no hay en ello otra cosa que la re- to, en el marco de Ia realización que de él intentó en Ma-
cuperación de un hábito profesional mucho más antiguo. drid, muestran una franja urbana sin verdadero comienzo
surgido en el Renacimiento y que impulsaa Ia mayoría d.e ¡i fin, y un corte permite imaginar el perfil transversal de
los especialistas de Ia arquitectura y el urbanismo, ¿ri¡ esa franja estándar. Esta urbanización genérica de liga-
hoy, a considerar que 1o que se concibe bien se visualiza 2gn «prefigura» la relevancia futura de 1o reticular, ejem-
con claridad. En ese sentido, eI modernismo arquitectóni- plo importante aun cuando la posteridad de Soria haya si-
co y urbanístico es clásico. do prácticamente mínima.
Si bien el impacto del movimiento moderno y de sus El plan rector de ordenamiento espacial y urbanismo
avatares es real en términos de producción de formas ur- nació en el siglo XIX y durante el siglo XX se convirtió en
banas mate¡iales, también se presenta, sobre todo, como una herramienta privilegiada para la acción sobre el es-
fundamental en términos de cultura visual. Ha aportado pacio. Reflejaba la c¡eencia en la capacidad de mantener
un repertorio de figuras para mostrar un brillante futuro una frgura totalizadora que fuera efrcaz como diagnóstico
deseable: el de la «ciudad moderna» perfecta, puesta en de un estado urbano y como instrumento del proyecto. Un
imágenes como totalidad significativa, captada gracias a verdadero plan de urbanismo, es decir, «a escala de la rea-
planos de conjunto integradores6 y a íconos arquitectóni- Iidad del conglomerado», se expresaba y se convertía en
cos y urbanísticos, exponiendo un vocabula¡io formal si¡c- una realidad discutible, ante todo, por medio de la imagen
ple y reconocible al menor golpe de wista, al mismo tiempo que ponía de manifiesto los principios u¡banísticos, antes
que referenciada en eI todo de la frgura de Ia ciudad. Así, aun que cualquier realización tangible en el espacio mate-
el urbanismo moderno proponía soluciones semióticas pa- rial. Una de Ias tareas esenciales del planiñcador consis-
¡a controlar en apariencia el iireve¡sible proceso, enton- tía en eI ¡ecorte de unidades espaciales pertinentes: ante
ces ya comenzado, de la expansión urbana descontrolada todo, la de la totalidad que se pretendía organizar me-
que los geógrafos empezaban a denominar, me- diante el gesto frgurativo, gesto que era al mismo tiempo
-aquello
diante una metáfo¡a eficaz, «urbanización como mancha preludio y condición de posibilidad de la acción política y
de aceitor-. de Ia práctica urbanística; luego, Ia de los subconjuntos
Los urbanistas mode¡nos concibieron un vocabulario y funcionales, para los que se <<encaraban» (se les daba un
una gramática visuales de mantenimiento, a pesar de rostro) operaciones específicas.
todo y fuese cual fuere la fasci.nación que experimentaran En Francia hubo varios episodios de implementación
por eI movimiento de universalización y extensión ilimi- reglamentaria de documentos de esta índole, que tradu-
tada de la urbanización, de Ia existencia de Ia ciudad or- cían a su manera, en la oquedad de esta ficción visual de
ganizada por principios racionales, «planificada», limi- ia totalidad mantenida, el arranque y luego la aceleración
tada y circunscripta, Por supuesto, a esta afirmación muy del derrumbe del orden ciudadano clásico y la promoción
general podrían oponérsele numerosos contraejemplos, Io de Io urbano. Se pueden mencionar, ante todo, los planes
cual no sorprenderá a quien acepte que Ia complejidad de de embellecimiento y ampliación desar¡ollados grácias a
los procesos aquí analizados es incompatible con la idea la Iey Cornudet, de 1919: por primera vez, el legislador to-
de una historia lineal y regular de la evolución de Ia figu- maba verdaderamente en cuenta, a escala del país, la ge-
ración urbana. Así, Arturo Soria y Mata concibió, en 1882, neralización del proceso de urbanización de todas ias ciu_
la ciudad lineal. Seg,úr, é1, la ciudad del futuro debía to- ades francesas (puesto que las ciudades, según mi propla
mar la forma de una urbanización en franjas ilimitadas, perspectiva, se urbanizan tanto como los campos), así co-
de 500 metros de ancho. Las vi.sualizaciones de su proyec- mo las consecuencias que de ello poüan resul tar. Los pla-
nes de reconstrucción de Ia segunda posgue rra mundial
también deben ser considerados en cuanto permitieron, en
6 Véase el plano para una ciudad de 2.OOO.O00 de habitantes de Le muchos casos, problematizar la cuestión de la ampliación
Corbusier.

276 277

I
y la modernización funcionales de ciudades «sin aliento» Por supuesto, los esquemas que se elaboraron desde fi-
y ello, a fin de cuentas, antes aun ¿e que fueran afectad¿5
nes de la década de 1960 no dejaron de señalar los profun-
por la destrucción.
dos cambios entonces en curso: aparecieron, en particu-
EI urbanismo francés actual fue formdiizado en la dé- 1ar, Ias lógicas de red, así como Ia consolidación de las
cada de 1960, cuando el crecimiento urbano se desbocaba. multicentralidades. Sin embargo, junto con el reconoci-
Esta elaboración se concretó, en particular, en la votación miento textual del cambio, la economía iconográfi.ca (muy
de la gran ley de 1967, cuyos márcos de referencia ssgq¡- estándar a escala nacional) seguía siendo La de la consoli-
mos utilizando, y también en los ordenamientos espacia- dación de la ciudad, en lo sucesivo pluricomunal, pero
les del conglomerado de París. Al respecto, resulta intere_ afianzándose claramente en cuanto entidad discreta, deli-
sante ir a escuchar la historia a las puertas de la ieyenda, mitada, separada de un entorno: eI espacio rural, también
como preconizaba Hugo; la del famoso episodio del diáloeo él mitificado. Por otra parte, 1os debates para fijar el perí-
entre eI general De Gaulle y Paul Delouvrier, a bordo á. metro del esquema sea, para distinguir un interior y
un helicóptero que sobrevolaba Ia región parisina, enton. un exterior y construir-o así un territorio en continuo, desde
ces caracterizada por una frenética dinámica urbana. A el centro hasta la frontera que marca que se sale de éI-
pocos metros de altura sobre un París particularizado por
fueron siempre muy intensos y constituyeron, en muchos
la planificación más visible, De Gaulle, sorprendido al casos, hitos fundacionales del relato planiñcador que todo
comprobar la patente progresión de un agregado informe proceso de esquema local produce y difunde.
de fracciones u¡banas desunidas, sin dar crédito a lo que La mayor parte de quienes intervinieron y los actores
veía, le dijo a Delouvrier: «¡Ponga orden en ese bazarlr¡.? se mostraron dispuestos a admitir que los esquemas rec-
Poco importa que eI diálogo se haya producido o no: es- tores habían fracasado en cuanto a organizar verdadera-
ta mitología ha sido contada tantas veces que por consi- mente las cosas urbanas. No oponibles jurídicamente a
guiente es real. Só1o cuenta aquí 1o que la exclamación re- terceros, mal tomados en cuenta en los planes de ocupa-
vela: la confirmación de la falta de incidencia de los operá. ción de los suelos, a pesar de la imposición reglamentaria,
dores en Ia organización urbana. EI movimiento urbano se Ios vio, a mi juicio, sobre todo superados por los aconte-
se les escapa a quienes creen cont¡ola¡lo. Esto se mani- cimientos urbanos, ¿Cómo controlar en verdad una urba-
fiesta, sobre todo, por una perturbación óptica: no se ve nización reticular, basada en Ia movilidad, en Ia subver-
nada, los esquemas de imaginería clásica resultan impo- sión de todos los marcos funcionales (en particular, los de
tentes para imponer un orden de lectura posible ante los la economía, establecidos con eI paréntesis industrial del
desórdenes de los fenómenos. Lo que De Gaulle exigía era siglo 1850-1950), con herramientas procedentes de viejas
recuperar la visión y volver a tener una legibilidad, resta- recetas del control territorial, o sea, del espacj.o continuo,
bleciendo un régimen de yisibi-Iidad clásica del espacio ur- limitado y afectado por una ideología territorial domi-
bano. Los esquemas rectores de ordenamiento espacial y nante legítima?
u¡banismo (SDAU [scñ.érnos directeurs d.bménagement et El reemplazo de los SDAU por los esquemas de cohe-
d,'urbanísme)), basados en el documento cartográfico que, rencia territoriat (SCOT lschémas de cohérence territoria-
como Io saben todos los actores, es imperativo producir, le]), en ocasión de las nuevas leyes votadas en 2000, de-
transponen y generalizan eI mandato de De Gaulle. For- muestra eI intento de retomar una vez más e1 trabajo de
man parte del intento de apresar 1o urbano, de estabili- control. Esta vez se admitía que ya no era posible recortar
zarlo, al mismo tiempo, mediante el espejismo de una fi- un solo conjunto pertinente: en una misma área urbana
gura totalizadora y la puesta en eüdencia de las zonas de (en el sentido del INSEE) pueden coexistü varios períme-
intervención. tros coherentes de planificación. Resulta conmovedor y
loable este reconocimiento legislativo y reglamentario de
? Reproduzco aquí una ve¡sión pulida de esa anécdota. la inrposibilidad de ¿rbarc¿rr cor.r un úuico y urismo gesto

97q

I
una entidad urbana que ya no es limitable. Sin embargo, redes de interacción e interlocución como un «enunciado
en el marco de los SCOT, se reconstituían agregados q-u; colectonr, apto para reunir a los operadores en una misma
pese a todo se intentaba convertir en entidades discretas- familia de inté¡preLes de las situaciones vividas.
dentro de las cuales se «zonificaba», como si esto no signi- De ahí cierta esquizofrenia de cada uno de ellos:
ficara nada. De este modo, en vez de un solo p."u Por un lado, seguimos siendo t¡ibuta¡i.os, en muchos
Ia organización u¡bana se pueden tener varios, ""qr."-upe¡o el - de la piadosa
casos, imaginería d.e la ciudad clásica, que
principio básico sigue siendo eI mismo: intentar producir en Francia y en Europa es todavía un modo expresivo pie-
territo¡io continuo, coherente, delimitado y recortado en dominante, una referencia cómoda y buscada. inclusá re-
unidades elementales (las zonas), todo ello puesto en imá_ verenciada en el marco de las ideologías ciudadanas pa-
genes mediante mapas en una larga cadena de razón vi- trimonialistas e identitarias, que en Ia actualidad sonln-
sual. EI propio nombre SCOT confi¡ma un veloz retorno a numerables. Señalemos, de paso, que durante el oficio,
lo natural: se trata de planificar jerárquicamente el espa- mientras se cantan loas a Ia ciudad, la urbanización se
cio liso del territorio, y no de regular pragmáticamente eI desboca y la condición urbana se impone cada vez más.
espacio trazado, concatenado y fractal de Io urbano con- Po¡ otro
temporáneo. Se trata de restablecer, en primer té¡mino - economíalado,
nueva
nos vemos frente a la apari.ción de una
visual, que busca una estética. Sin duda,
mediante Io visual vez más, omnipresente en el pro. es importante señalar que ese nuevo mund.o de imagen se
-una
cedimiento--, disposiciones espaciales extravagantes, en constituye masivamente fuera de las esferas de los lrofe-
el marco referencial clásico del análisis de la ci.udad.. sionales de lo urbano. En el cine, y más aún en 1os video-
juegos, en Ias publicidades, en la televisión, es donde se
modelan las nuevas figuras.
Una crisis figuratiuct Allí, aparte de la publicidad, no d.eja de sorprend.er la
omnipresencia de Ia imaginería vinculada con la guerra,
Las difrcultades de apLicación de las herramientas ope- Ios accidentes, la catástrofe. IJna buena cantidadáe jue_
rativas ponen de manifiesto, por cierto, un hiato entre el gos se basan en la propuesta de un permanente estadá de
ritmo de la actividad política y el ritmo de evolución de la ilsurrección, de guerra de todos contra todos, en medio
sociedad, pero exp¡esan, sobre todo, la disyunción, e inclu- del cual hay que sobrevivir e incluso prospera¡. No cabe
so la üvergencia incesante y creciente, ent¡e dos ¡eaiid.a- duda de que se defrnen aquí nuevas frgurás urbanas, en-
des sociales a las que se sigue queriendo ver como con- tre las que predomina
gruentes: una cultura visual que revela un modelo cogni- -en meüo
la vez ilimitado, deslocalizado,
de un labe¡into ¡risual a
y muy restringido y pobre
tivo e ideológico, el de Ia ciudad, y la disposición urbana en té¡minos de repe¡torio de formas- Ia relación viálenta
de ¡ealidades sociales que esta cultura, aún fueltemente y destructiva con eI entorno. Las situaciones que d.ebe
legítima entre los operadores de Ia intervención, d.e hecho, atravesar eljugador, con un ((realismo» (es decir, un efecto
ya no logra en modo alguno poner en imógenes, algo que de verdad) cada vez más intenso, no están referidas a nin-
no se había producido hasta entonces. guna idea de localización precisa. Todo está siempre en
Uno de los mayores problemas de Ia u¡banidad con_ todas partes, como si el mundo urbano simulado, pero
temporánea es de orden frgurativo: los espacios de las si- muy- real, se limitara a proveer recursos homogéneos a la
tuaciones de actos (sean estos actos los de la arquitectura, acción de destrucción, de lucha, de supervivencia.
el urbanismo, las políticas espaciales o la vi.da cotidiana) Ya se ha señalado la contribución de la televisión (más
ya no están inscriptos en una economía semiótica legiti- globalmente, de los medios de comunicación) a la difusión
mada y valorizada que realmente los integre y les dé Áen_ de la imaginería de la guerra y Ia catástrofe. El cine, por
tido. No se sabe ordenar Io urbano bajo los rasgos de una su parte, nos tiene acostumbrados, desde hace unos trein-
imagen aceptable totaliz¿rdora, que pucd:r circtrl¿rl on l¿rs t¿l años, con u¡ra intensicl¿rd sin par, a la visión de la jun-

280 281
g1a y/o del caos urbano que maltrata a1 ser hurnano (Mo¡- World Trade Center de Nueva York, e1 11 Ce septiembre
gin. J 995). El arte contemporáneo linstalaciones. videos- de 2001. Esta clase de amalgama forma partc del deseo de
fotografías) no le va en zaga. A esLe.respecto. vale la pená reunir el conjunto de Ia aclividad humana bajo el estan-
detenerse en un acontecimiento significativo, que tuvo darte del accidente guerra, el terrorismo, se han con-
gran repercusión: la exposición «Ce qui Arrive», organiza_ vertido en e11o-, cuyas-Ia imágenes «funcionan como una
da por PauI Virilio en París, en la Fundación Cartier pa¡a escrit u ra visual deI desastre».
e1 Arte Contemporáneo, entre el 29 de noviembre de 2002 Lo que importa, en este caso, es comprobar el auge de
y el 3O de marzo de 2003. Se editó un catálogo, y paul Viri- un régimen figurativo del mundo urbano coniemporáneo
lio sistematizó su objetivo en un libro publicado paralela- mundializado, cuyas bases teóricas, sus principios estéti-
mente (2002). Un sitio web8 permite acceder al proyecto cos. los mecanismos semióticos necesarios para su recono-
intelectual y artístico, y sus considerandos. cimiento y su Iegi.timación, se intenta plantear, apoyándo-
Para Virilio, la difusión de la velocidad a escala mun- se en un conjunto de poderosas opiniones. El espejo roto
dial va de la mano de Ia globalización de1 accidente y la del que habla Virilio, ¿no es acaso e1 que nos devolvía la
progresiva generalización de la catástrofe. Dos aconteci_ imagen tranquilizadora de la ciudad? Lo que sucede
mientos resultan emblemáticos según el organizador de que me sucede- en Ia simultaneidad de los acontecimien- -lo
la exposición: Chernobyl y el 11 de septiembre de 2001. tos, ¿no es acaso esta experiencia urbana cuyas únicas fi-
En la Advertencia, eI autor escribe: «De incidentes en ac- guras son las de Ia catástrofe? La vida urbana no sería
cidentes, de catástrofes en cataclismos, la vida cotidiana más que un devenir-catástrofe, y sólo 1a iconografía de1
pasa a ser un caleidoscopio en el que permanentemente desastre estaría entonces fundamentada para expresarla.
nos enfrentamos a lo que aparece, a lo que surge de modo Así pues, ¿no se convierte la figura de 1o urbano-catás-
imprevisto, ex abrupto podriamos deci¡. . . Hay que apren_ trofe en esta nueva referencia, en ese elemento de atrac-
der, entonces, a discernir en eI espejo roto lo que suced,e,y ción que impone su régimen visual y su repertorio de
hacerlo cada vez con más frecuencia, pero sobre todo cada prácticas? Por otra parte, ¿acaso ciertos profesionales de
vez más rápidamente, de manera intempestiva y hasta si_ 1a arquitectura y el urbanismo no recurren a ese registro
multánea». iconográfico, en particular en ese campo que se constituye
En opinión de Virilio, esa comprobación impone una en la unión de la arquitectura con la creación contemporá-
inversión, un irnpulso visual; en efecto, para superar nues- nea? Por supuesto, es posible encontrar en ese enfoque ob-
tra sensación de impotencia hay que invertir la tendencia jetivos críticos: Virilio considera que su trabajo se orienta,
y reemplazar nuestra exposición aI accidente por Ia expo- mediante 1a manifestación argumentada del accidente, a
sición permanente de1 accidente. De ahí eI acontecimiento provocar un retorno del «público» (es decir, e1 conjunto de
de la Fundación Cartier torno a1 trabajo de unos ciudadanos) a la conciencia, a hacerlo escapar de Ia so-
-en
vgir¡f,s ¿¡fisf¿g- y el concomitante proyecto de un Museo breexposición aI terror que imponen 1os medios de comu-
del Accidente, cuyas primeras imágenes, clasificadas por nicación. Empero, también es cierto que esas imágenes se
tipos (accidentes naturales, accidentes industriales, con- agregan a Ia inagotable teoría de las imágenes que circu-
taminación, accidentes aéreos, naufragios y descarrila- Ian, que instalan un régimen cada yez más reconocido y
mientos, accidentes voluntarios), se pueden ver on lín e. legítimo de visualización y contribuyen a aquello que 1os
Podrá parecer extraño, e incluso un tanto problemático, seres humanos hablan, actúan, experimentan, denun-
descubrir en una misma familia de «accidentes volunta- cian. ¿Y quién podría negar, a este respecto, que Ia inter-
rios» 1a fotografia de la destrucción de las torres HLM de acción social y la interlocución ocupan hoy en día un am-
Vénissieux, en 1994, y las del derrumbe de 1as torres del plio lugar en el registro agonista y corflictivo? ¿Quién po-
dría dejar de captar en 1as controversias urbanísticas, por
3 w,ww o¡roci.net/virilio ejemplo, y tar¡bión cn el marco cle la vicla cotidi¿ru¿r. lrrs

283
f perspectivas sombrías proyectadas sobre lo urbano por
operadores, Ias constantes alertas de peligros, los
lo f. IJn nuevo enfoque de las realidades
Pro
ticos de ruina y destrucción, eI uso d e metáforas bélicas? urbanas
¿Cómo escapar de esta melanco lía, de esta releva ncla
de Ia idea de que Ia sociedad urb ana dispo slClOnes
-cuyas
espaciales a menudo se vuelve n in-significante s, por la
impotencia para referirlas a un esquema inte grador dife-
rente :lus tamente, a1 de su insignifiq¿n¿i¿- se ha instala:
do en e1 conflicto permanente? ¿Cómo remr nclaI a pensar
lo urbano, a construir una nueva ciencia urbana, aquello Expondré a continuación los marcos de una teoría de Io
a 1o que exhortaba Frangoise Choay? y e 11o, sin caer en urbano bajo Ia forma de una serie de proposiciones gene-
patético intento de reactualizar Ia icono graffa clásica, rales. La clasificación de estos postulados no es jerárqui-
en las fáciles delicias del cinismo de la a pología de la Co ca: aun cuando he tratado de ordenar la presentación, ne-
lage Ctty o d-e la Trash Clty, ni elegir e1 refugio de1 mi cesariamente secuencial, en verdad, todas Ias afirmacio-
que predica salir de la urbanidad dañina mediante la nes están relacionadas entre sí y forman un sistema. Por
naturalización de nuestros marcos de existencia y el «re- otra parte, mi comentario no seguirá escrupulosamente el
descubrimiento» de una Arcadia sose gada (y socialmente orden de la numeración. Algunas de estas proposiciones
homogénea) pueden parecer contradictorias entre sí. De hecho, todas
Pa¡a ello es preciso plantear Io urbano como un campo ellas son complementarias, y Ias realidades urbanas de-
global, dentro del cual será posible reservar un lugar pa;a ben su complejidad a esta asociáción de características
la ciudad stricfo sezsu. A partir de ahí, provisto a Ia váz de que pueden parecer antagónicas pero en realidad se en-
la teoúa del espacio y de la espacialidad enunciada en los trelazan.
cuatro primeros capítulos, de la concepción según la cual
las modalidades de regulación de Ia distancia son el vec-
tor de Ia organización u¡bana, y de Ia idea de que el con- QUINCE pRoposrcloNEs PARA ABoRDAR Lo URBANo
cepto de ciudad ya no es eI marco de pensamiento perti-
nente, puedo volver a 1a pregunta inicial, que había eludi- 1. Lo urbano es un modo contemporáneo de organización es-
do, pero desplazándola: ya no «¿eué es 1a ciudad?». sino pacial de Ias realidades soci.ales que expresa eI juego de las
«¿Qué es Io urbano y cuáIes son sus caracteristicas espa- sociedades mundializadas con 1a distancia.
ciales más importantes?». 2. E1 campo de lo urbano se extiende indefinidamente hasta
casi confundirse, en ciertas situaciones, con el sistema so-
clal en su conjunto.
3. Lo u¡bano se caracte¡iza, con relación a lo no u¡ba¡o, por
una confrguraci.ón espacial específica de 1a densidad y la di-
ve¡sidad de las ¡ealidades sociales copr:esentes.
4. Lo u¡bano maximiza simultáneamente el contacto topo-
gráfico (copresencia), eI cqntacto topológico material (des-
plazamiento) y eI contacto topológico inmaterial (telecomu-
nicación).
5. La movilidad, constitutiva del ser-urbano contemporá-
neo, es a 1a vez un resultado y un operador de la urbaniza-
ción, a la vez un instrumento indispensable y un valor social
dc las prácticas cspacialcs urbanas.

281 2a5
r
concepto de ciudad de mane¡a general. Así pues, la urba-
6. La separación funcional y social es un principio funda-
nización no debe ser pensada sólo en términos de movi-
mental de la disposición interna de las organizaciones ur_
banas. La movilidad es el instrumcnto de gestiónde esta se-
miento de desarrollo demográfico y de expansión geográ-
paración por los actores. fica de las ciudades. Se trata de un proceso de sustitución
7. La urbanidad es el indicador del nivel dc densidad y de di- de un modo de organización social de Ia regulación de la
ve¡sidad sociales de una situación urbana. La r¡rbanidad de distancia ciudad, cuya difusión fue planetaria- por
una fracción de espacio cualquiera será tanto más fuerte otro -Ia cuya difusión contribuye a la mundiali-
urbano,
cuanto mayores sean allí la densidad y la diversidad. zac\6n -loy Ia expresa (proposición 1)-. Tal fenómeno tras-
8. Gracias a la captación de la urbanidad, sc puede definir toca todas las dimensiones de la sociedad e implica a to-
una cantidad restringida de geotipos generales, es decir. de das Ias organizaciones espaci.ales existentes. El intenso
tipos ideales de configuraciones urbanas, cada uno de ellos crecimiento demográfico mundial de Ias organizaciones
dotado de un valor específico de urbanidad. urbanas es un indicador de este cambio, y no eI cambio en
9. La centraüdad y la «periferización» son dos procesos esen_ sí mismo. Por ello, las propias ciudades se han u¡banizado
ciales, en telación dinámica, en las organlzaciones urbanas. y continúan hacl.éndolo, es decir, experimentan 10s efectos
10. E1 geotipo central y el geotipo suburbano se pueden ha-
llar en cualquier locaüzación de la extensión u¡banizada. del proceso de urbanización que Ias cierra, así como a 1os
11. Existen dos principales géneros urbanos: lo paraurbano sectores que hasta hace poco tiempo eran rurales.
(los espacios vinculados con las actividades tu¡ísticas, de- En un país como Francia, este mo\¡imiento se ha cum-
portivas, industriales, comerciales, <rtecnopolitanas». - .) y lo plido de tal modo que cábe estimar que en la actuaüdad lo
metaurbano Qos espacios vinculados con los transportes). rural ya no existe en cuanto modalidad, específica de orga-
12. Los conmutadores urbanos constituyen configuraciones nización y funcionamiento de una sociedad. Por supuesto,
espaciales que permiten la coespacialidad, El aeropuerto es Io rural y la «ruralidad» siempre están presentes, pero
un conmutador emblemático. como categorías de Ios discursos (político, patrimonial,
13. En las organizaciones u¡banas se defrnen nuevas moda- cultural). Los espacios ru¡ales apenas sobreviven de ma-
lidades poüticas de relación del individuo con la sociedad, nera muy a¡tificial. La renovación de lo rural y los «neo-
mediatizadas por el espacio. rrurales» que son sus actores sóIo constituyen manifesta-
14. Las organizaciones urbanas son al mismo tiempo (y cada
ciones de la evolución del despliegue de las lógicas urba-
vez más) «multiculturales» y «multiétnicas».
15. En las organizaciones u¡banas, la identidad de los i¡di- nas en nuevas confrguraciones sociales. Los espacios an-
viduos y de los grupos tiende a espacializarse fuertemente. tes rurales, empobrecidos, se urbaDizan con Ia introduc-
ción de formas espaciales, prácticas, valores y referencias
propios de la urbanización. En ese marco, la campaña, Ia
naturaleza, son construcciones, codiciados objetos de va-
lor que se inscriben en Ias estrategias residenciales y/o po-
Lo urbano como horizonte líticas y/o económicas de los actores sociales, y las sirven.
Vivir en eI campo es hoy en Francia, sin duda, una de
Ias posturas más urbanas que se pueda adoptar. Los «neo-
Es necesario recordar Ia expansión del campo de lo ur-
bano (proposición 2). En vista de que esta expansión gené- rrurales), que se reivindican en cuanto tales, son urbanos
que justiñcan sus espacialidades apelando a una particu-
rica se produce a escala mundial; de que el mundo se ur-
baniza incesantemente y ello crea organizaciones urba- Iar mitología urbana: la de Ia campaña y Io ru¡al, así como
nas sin límites claros; de que esta urbanización es tam- otros movilizan las del cosmopolitismo y Ia mezcla para
justificar opciones residenciales en las fracciones urbanas
bién un poderoso vector para la aparición del Mundo como
que siguen estando caracterizadas por una mayor densi-
realidad geográfica socialmente compartida y como ope-
rador espacial, nos venros obiigados a rcnunoi¿tr al uso del dad, diversidad y continuidad de la ediñcación.

286 2A7
D
Esta cuestión puede llamar a engaño só1o si se perma- cola, en geógrafos, agrónomos, ecólogos, economistas,l
nece en eI ma¡co de un análisis de las características ma- que han llegado a la certeza de que «la subsistencia de la
teriales evidentes del espacio. Entonces, dado que las agricultura periurbana depende de su capacidad para ins-
«campañas), son poco densas, porque la edilicación no es cribirse en el "proyecto te¡ritorial urbano", apoyado por
continua y eI antiguo hábitat sigue estando muy presente Ias apuestas de desarrollo sustentable de las ciudades»
predominan los bosques y los cultivos-, podria (Fleury, 2005, pá9. 3). Los promotores de esas investiga-
-pues
pensarse que se está fuera del dominio urbano. Empero, ciones postulan Ia elaboración de herramientas de orde-
la gran cantidad de «chalets» individuales, o en lote, qug namiento espacial que permitan integrar realmente esa
se hallan diseminados en la mayoría de Ias comunas esta-
agricultura y a Ios agricultores en los proyectos de ptanifi-
cación a escala global de cada área urbanizada.
dísticamente rurales para eI INSEE (menos de 2.000 ha-
bitantes conglomerados) demuestra ya el efecto de urba- ¿Existe actualmente, en un país como Francia, una ex-
terioridad aI ámbito urbano? Creo que no es precl.so bus-
nización. carla en las campañas urbanizadas ni en Ias zonas de tu-
Sin embargo, cuando se estudian 1as espacialidades, rismo a1 aire libre y naturales, que constituyen excrecen-
esos habitantes no sóIo aparecen integrados a los siste- cias perfectamente integradas aI sistema urbano, sino
mas urbanos, sino que son sus principales operadores y más bien en las áreas de depresión demográfica severa,
promotores, sobre todo porque su localización implica do- ganadas por un empobrecimiento general que no permite
minar tecnologías de Ia moviLidad, una movilidad que es ya el mantenimiento de una residencia continua ni de ac-
un carácter constitutivo del mundo urbano y de su prácti- tividades permanentes. En Francia, en numerosos sec-
ca cotidiana (proposición 5). Esta localización supone tores del Macizo Cent¡al, en Lozére, Corréze, Ardéche, en
también participar en modos de consumo y de producción el Cantal, se extinguen las poblaciones permanentes, triun-
que fundan la urbanización contemporánea; entre el1os, fan Ios eriales, Ia vegetación recubre los espacios abiertos,
Ios modos de producción del hábitat en chalets o los modos Ias antiguas vías de circulación desaparecen o sólo sobre-
de distribución comercial periférica de las mercaderías. viven como senderos estacionales para caminatas, y las
Esos residentes rurales se revelan, pues, como constructo- ribe¡as de los cursos de agua se cubren de vegetación y se
res intencionales de las organizaciones urbanas de vuelven cada vez menos accesibles. Tenemos allí períme-
sus desequilibrios-. Los propios agricultores están -y ins- tros aband,onodos, sectores no urbanos, que no se pueden
criptos en el orden de la urbanización, como Io compren- confundir con Ia organización rural, Ia cual, por otro lado,
den bien quienes, entre ellos, pretenden reinventar un continúa existiendo en numerosos países (China, India),
campesinado y un campo «auténti.cos», olvidando aI mis- aunque en todas partes su importancia disminuya debido
mo tiempo señalar que esa reinvención sóIo tiene posibü- a Ia urbanüación generalizada, salvo algunos Estados don-
dades de prosperar decir, de suscitar una adhesión de lo rural sigue siendo la norma (Birmania, por ejemplo).
-es socialmente- si se ajusta a los
que pudie¡a legitimarla
principios fundadores de lo urbano, en particular si es ca- I En Francia, el Instituto Nacional de Investigación Agonómica. el
paz de atraer Ia atención de los «ciudadanos»r que añoran Centro Nacional de Mecánica Agrícola, Ingeniería Rural, Ingenieria de
Aguas y de Bosques y el Centro de Cooperación Inte¡nacional en Inves-
Ia «naturaleza» y la «tranquilidad». EI campo campesi.no tigación Agrooórüica para el Desarrollo, o sea, los tres organismos pú-
es, desde este punto de üsta, uno de los más recientes sub- blicos especializados en cuestiones agronómicas, hicieron un llamado
productos de la urbanización. común para la investigación de esta problemática, estimando que se
En cierta medida, se podría afirmar que algunas polí- trataba de un aaunto de la mayor importancia. En ese marco, fueron
apoyados numerosos trabajos dedicados a Ia agricultura periurbana
ticas agrícolas deberían ser pensadas como políticas taoto en Francia cooo en los países en desarrollo. La sí[tesis, muy in-
urbanas- Esta comprobación un tanto sorprendente puede teresante, fue publicada en eI n' 8 de lo s Cahíers d,e la Multifonctionna-
verse en los trabajos dc cspccialistas en 1a cuestión ngrí- l¿¿é (Fleury, 2005).

28ti 289
La territoríalízación urbana d.e las icJentid,ades
Concluiría, entonces movimiento en que con-
En los países donde Ia urbanización prácticamente vergen multitud de intencionalidades particulares,2 sin
tal provoca un recorte casi perfecto del ámbito urbano y proyecto político demasiado claro-, la organización de lo
la sociedad, 1a congruencia entre ambos plant ea un pro urbano basado en el principio separatista (proposición 6).
blema nuevo. En efecto, ya no hay una evidente exte Este proceso está en curso desde eI comienzo de la fase de
dad respecto de ese generalizado mundo urbano co urbanización contemporánea, ante todo, en una perspecti-
cuya limitación no resulta clara. Lo urbano ya no se va de racionalización funcional, movimiento en 1o sucesi-
rodeado y recortado por una organización diferentc de él v vo fortalecido por la fuerte espacialización de la distinción
que signifique la alteridad geográfica. Este fenómeno sL social e identitaria:
redobla por el hecho de que el planeta, a1 transformarse
en realidad geográfica reconocida, e1 Mundo, constituye
cada vez menos un reservorio de alteridad. La conjunción Del gobierno a Ia gobernabilid,ad
entre eI cuadriculado de la Tierra, debido al hábitat hu
mano, y la expansión del ámbito urbano hasta los límites La territorialización urbana de la identidad social está
de la sociedad Ie dificulta a cada individuo definir Io que le inmersa en evoluciones sociales más generales, en que 1o
es ajeno a paxtir de Io qtue le es exterior.
urbano es a Ia vez el teatro y, en cuanto organización es-
pacial de 1a sociedad, el operador (proposiciones 13 y 14).
¿Esta falta de exterioridad no es acaso la fuente de los
intentos --cada vez más sostenidos, a veces hasta la com- En el medio urbano se expresan, sin duda, nuevas relacio-
pulsión- de los grupos e individuos de construir nuevos nes de los actores con Ios sistemas de gobierno, en todo ni-
límites, a}:ora internos, dentro de ese dilatado urbanis- vel. Se recordará la importancia que tuvo en las socieda-
mo? De esta manera se podría explicar Ia reviviscencia de des urbanas democi'áticas Ia aparición de agrupamientos
las identidades sociales fuertemente espaciali.zadas. En circunstanciales de operadores que se conve¡tíán en colec-
nuestros días, cada vez más actores individuales o colecti- tivos para lograr ciertos fines, a menudo para resolver a1-
gún problema de ordenamiento espacial. Los ejemplos de
vos construyen, expresan o reivindican su identidad po-
niendo de relieve un arraigo y un modo específico de con- controversias que expuse en el capítulo 4 resultaron para-
cebir Ia relación con el espacio identitario (proposición 15). digmátl.cos, entre muchos otros. En América del Norte
desde hace casi cincuenta años, pero también en América
A este respecto, basta con observar Ia importancia que
han adquirido los emblemas espaciales y la renovación de del Sur, cada vez más en Europa, en Ia India, en África,
los discursos fuertemente territorializados, en eI sentido
surgen modos de «desarrollo comunitario» consistentes en
que un colectivo, que actúa o no en nombre de su anclaje
estricto de discurso de pertenencia que rei\.inüca la rela-
ción identitaria de operadores con un territorio y sus lazos espacial, se hace cargo deI ordenamiento espacial de un
con lugares identificatorios.
área de pertenencia.
Ese colectivo entabla entonces una transacción, más o
En el mundo contemporáneo son innumerables esas
menos polémica, con Ias autoridades políticas legítimas,
consolidaciones territoriales, cuyo carácter pacífico está ya sea locales, regionales o nacionales, las cuales, a fin de
Iejos de ser la regla. Se trata incluso de uno de los terrenos
que eI debate político debería abordar Io más rápidamen- cuentas, resultan a veces deficitarias, es decir, son inca-
te posible, antes de que sea demasiado tarde y Ia creciente
2 Desde Ia del individuo que
rigidez de las categoúas identitarias, reíficad,as por el ro- desea alojarse en un «barrio» socialmen-
te homogéneo hasta la del colectivo que quiere cont¡olar un área tesi"
deo espacial, subviefta hasta la j.dea de la posibilidad de dencial sobre bases de pertenencia religiosa, a través del promotor in-
construir un espacio urbano común, multiplicando los lí- mobiliario preocupado por satisfacer el deseo de privacidad de sus
mites internos de territorialización de las idcntidades. clientes, o deI actor del ordenamiento espacial pirblico que desea imple,
lnentar eficaces y homogéneas zonas funcionales.

290
paces de dar respuestas satisfactorias a los problemas que rriente del término, sería un espacio topográfico de proxi-
plantea la vida urbana cotidiana. En ciertas situaciones, midad comunitaria, o sea, el tenitorío de una comunidad,
el desar¡ollo comunita¡io se convie¡te en una modalidad sea cual fuere.
predominante de regulación urbana. Se produce entonces 3) La impotencia4 de los poderes públicos para asegu-
la emancipación respecto del modelo ¿1ásico de goü,ier¿¿ rar el conjunto de 1a regulación del ámbito edilicio púb1i-
urbano (que circulaba de manera lineaI desde las instan- co, lo cual impulsó aI gobierno federal, y también a las au-
cias legítimas hacia Ios ciudadanos) para establecer una toridades federadas y locales, a confiarles a las comuni-
gobernabilid.ad. Esta pone en interacción, en medio de un dades prerrogativas en numerosos campos: ayuda social,
sistema político complejo, a variados operadores desarrollo económico, escolarización, ordenamiento del
ellos, agrupaciones de residentes-, e induce otra-entreecono- espacio y, más recientemente, administración de Ios resi-
mía relacional entre los actantes, otra circulación del po- duos urbanos y determinación de los espacios verdes.
der. Este pasaje constituiría un i.ndj.cio más de Ia salida de EI ejemplo de SeattleS es uno de los más interesantes
la fase de la ciudad (caracterizada por e1 gobierno) y eI in- en la materia. Desde 1995, Ia Municipalidad sistematizó
greso en Ia era de lo urbano (caracterizado por 1a goberna- la participación de los habitantes, definiendo treinta y
bilidad). ocho neighborhoods, cada uno de ellos encargado de elabo-
En Estados Unidos, desde hace cincuenta años, La pla- rar wn <<neighborhood plan»». Los treinta y ocho proyectos
nificaci.ón urbana, las politicas sociales y eI desarrollo Io- comunita¡ios tenían que inscribirse erltn master plan
cal les atribuyen un papel importante a las cornunidades. adoptado por los poderes públicos, en eI que se ñjaban las
La antigua tradrcíín d,el self help, según la cual cada ciu- grandes orientaciones para eI conjunto de Seattle, sobre
dadano, aI margen de cualquier intervención exterior y todo Ias destinadas a estimular la participación ciudada-
mandato legal, debe tratar de subvenir voluntariamente na, apoyar las prácticas de ordenamiento espacial y desa-
a una o varias necesidades específicas de su comunidad de rrollo respetuosas del medio ambiente, conüribuir al mejo-
pertenencia, constituye sin duda alguna un sustrato favo- rámiento del entorno y propiciar Ia dinámica de una eco-
rable, si bierr el self help encontró en eI contexto nortea- nomía basada en Ia innovación.
mericano contemporáneo un campo de expresión propicio. Cada comunidad construyó su proyecto a partir del
En efecto, t¡es tendenci.as relevantes y complementarias trabajo de consejos y comisiones- Los habitantes podían
se han observado desde la Segunda Gue¡¡a Mundial: participar a voluntad. Ellos mismos fueron los principales
1) IJna marcada segregación social, cruzada con una expertos, puesto que muchas de las operaciones fueron
segregación racial que no le va en zaga y que el movimien- concebidas sob¡e la base de sus propios análisis y pro-
to por los derechos ciwiles no ha conseguido suprimir. Ca- puestas. Los urbanistas municipales asistieron técnica-
da inüviduo está inserto en esta matriz de doble entrada, mente á las comunidades, sin ejercer monopolio alguno
que defrne su pertenencia a una comunidad social y racial. del conocimiento.6 En los casos de las comunidades que no
2) Una muy fuerte inscripción espacial del hecho co- contaban con suficientes recursos para elaborar los pro-
munitario, que se traduce, sobre todo, en una «guetiza- yectos, se recurrió a la intervención de actores exteriores;
ciór»» radical, pero también que es menos conocido- por ejemplo, asociaciones de apoyo a las comunidades ne-
-IoIa de neighborhood, térmi-
en la relevancia de una noción:
no que se puede traduci.r por «vecindario»,S aunque sea ¿ Eu cooeiderable aedida, esta impotencia es producto de uná opción
una aproximación no del todo sati.sfactoria. En efecto, un pollticá.
neighborhood,, más que un vecindario en el sentido co- 6 Reaulta provechoeo consultar en el gitio www.seattle.org la sección
Depart¡¡ent of Neighborhood, donde se expone eI eafoque del «p¿dz-
3 O también «barrio», equivalencia que parece iguálmente muy poco
ní¿p) coñunitario.
6 Lo cual constituye una antítesis de los procedimientos franceses,
precisa. donde los expertos tieneD el monopolio de la legítima pericia.

292 29:\
tr
gras p obres.T Además de esas contribuciones directa sos aspectos positi.vos.
Cuando, como en el caso de Seattle,
¿l planning está bien organizado y supervisado, permite
NlI unlcrpa lidad creó un fondo especial, integrado por
dona uso que las preocupaciones de interés general, comu-
ciones, para ayudar a solventar Ias acciqnes propues
por los netghborhoods, y otra fundación (la p Patch) s aI conjunto urbano, aparezcan en los debates y guíen
a las opclones.
yaba desde hacía muchos años los proyectos de orde
miento espacial del entorno, de creación de e spacros vet- Efectivamente, esta ((comunitarización» Ia cual }a
des. Este tipo de financiació n es una práctica habitual comunidad se cristaliza en Ia pertenencia a-en un mismo es-
Estados flnidos
en acio de proximidad topográfica- en las po1íticas urba-
Los.habitantes8 pueden ser inducidos no sólo a conce- nas redobla y álienta Ia territorialización identita¡ia. Así,
_. los bengalíes del East End de Londres, antiguo barrio
bir acciones colectivas, sino también a asegurar su rea -
zaci6n:. ya se trate de apoyo escolar, Iucha cont¡a la vii_ cockrley d,ond,e ahora son mayoría, llevan a cabo desde ha-
ce más de diez años acciones orientadas a afianzar la exis-
Iencia, ordenamiento del espacio o gestión d.e los ciuic cs¿-
tera comunitarios, los miembros d,e los neighborhos
ia de su territo¡io londinense entorno espacial
n homogéneo como posible en el -un plano de sus orígenes
suel en ocuparse ellos mismos de Ia tarea. En 2003 , la Mu-
s y, sobre todo, de Ia religión musulmana, en estre-
nicipalidad ies pidió a todos 1os neighborhood.s qtte pnori_
a relación topológica con el «desá» (territorio) de ori-
zaran sus opciones de desar¡ollo a partir de Ios planes
existentes. Tras un debate basado en un diagnósiico i¡_ gen- y, al mismo tiempo, Ia capacidad de la «comunidad»
para administrarla. De hecho, existe hoy un Banglatown
terno, cada comunidad elaboró una lista de cinco opera-
ciones prioritarias, como máximo, y Ia Municipalidad se 'f London y un Banglatoun in London, y es posible seguir
as etapas de su constitución y de las luchas sociales y
comprornetió a apoyarlas. El ¡esultado de ese trabajo se
hizo público y de ese modo quedó asegurada la sucesi¿n de
líticas para hacerlo reconocer y, a través de é1, hacer re-
realizaciones. nocer a una comunidad, sus especificidades, sus dere-
os, las competencias de sus representantes y portavoces
lJn caso así es, evidentemente, excepcional con rela_ (Garbi¡, 2004).
ción a la situación francesa, pero no Io es en América del
No¡te. Nos sorprende en la medida en que consideramos En Francia, desde hace quince años, di.ferentes proce-
que pone de manifiesto una deserción de los poderes pú- dimientos y leyes impusieron estructuras de concertación
«democráticas»9 que dan posibilidades de participación a
blicos ante lo que creemos que Ies incumbe. Este juicio
puede ser aI mismo tiempo exacto y parcial: exacto, por- los ciudadanos. Si.n embargo, estamos muy lejos aún de
que a las municipalidades suelen faltarles los medios pro- una evolución hacia la gobernabilidad comparable a la
que existe en el mundo anglófono. La capacidad de las co-
pios para llevar a cabo numerosos trabajos edilicios públi-
munidades territoriales de nivel inferior al de las comu-
cos y acciones sociales, culturales y educativas elementa-
nas es aun escasa como para convertirse en un actor per-
les; parcial, porque al considera¡ sólo ese primer aspecto
fectamente legítimo de las políticas locales. ElIo se debe a
de la cuestión se pierde Ia posibiJidad d.e comprender que
la movilización de los habitantes también tiene numero-
I Desde el origen, la política de la ciudad tuvo como ambición suscitar
la participaciólt de los habitantes. El refe!éndum legislativo se introdu-
'En Estados Unidos existen nume¡osas asociaciones y/o fundaciones jo en 1992. La l,ey Barnier, del2 de febrero de 1995, dispuso que toda
de esta clase, que llevan a cabo prácticas llarrr.ad,as «ad,oocac! plan- gran operación de ilrfraestructura debía ser p¡ecedida por una comisión
¿i¿9), destinadas a ayudar a las minorías ét4icas y sociales a eiabora¡ nacional de debate público. La Ley Voynet, de 1999, instituyó los cot-
y defende¡ su propio proyecto de desarrollo y a afianzar así sus capaci
sejos de desarrollo er¡ los establecimientos públicos de cooperación in-
dades y su lugar en la sociedad.
8 Más tercomunal. La Ley SRU estableció una coucertación con los habitan-
de 20.000 habitantes cont¡ibuyeron a la elaboración y evolu- tes. Luego, la Ley Vaillant. del 27 de febrero de 2002, sobre Ia «demo-
ción de los planes comunitarios- Seattle cu()nta con poco más de S60.oO0 c¡acia de proximidad», dio nacimic¡rto ai consejo barrial.
habita ntes.

29,1
295

l
La reticencia de Ios protagonistas institucionales a ¡eco-
nocer el principio mismo de apertura del campo politico a política (ideología espacial interesante, a fin de cuentas).
operadores cuya naturaleza y orígenes, en cuanto a legiti- Sin embargo, la ley se revela como demasiado «cosméti-
midad, son tan diferentes a los de las instrancias clásicas s¿». El problema del desarrollo urbano «compartido» de-
de la democracia representativa. bería ser abo¡dado mucho más francamente, aunque más
Por ejemplo, durante los debates que precedieron a Ia no fuera porque Ia severa segregación espacial que los po-
aprobación de la Ley Vaillant, la Asociación de ALcaides deres públicos Ilevan a cabo desde hace unos treinta años,
de Francia afirmaba: «Los alcaldes siempre se han mos- sobre todo a través de Ia política del hábitat, ha provocado
trado favorables a todas las medidas que permitan mejo- una separación cada vez más marcada de las categorías
rar eficazmente el funcionamiento de la democracia, Ia sociales.
transparencia y la información de los ciudadanos». Pero Como se sabe, las «clases medias»> han accedido masi-
Iuego de ese preámbulo generoso recordaba «solemne" vamente a la propiedad periurbana tipo chalet. Los gru-
pos sociales frágiles, surgidos sobre todo de la inmigra-
mente que, en nuestro régimen republicano, el sufragio
universal es 1a única fuente de poder, y que las colectivi- ción, se encuentran concentrados en áreas residenciales
dades Iocales se administran libremente mediante conse- de grandes conjuntos de viviendas colectivas que se terri-
jos eiegidos por todos los ciudadanos. (. . .) [La Asociación] torializan cada yez más. Se convierten, pues, en territo-
no puede, pues, en ningún caso, dar curso a proposiciones rios identitarios, y a partir de eIIo progresan la «etniza-
que amenazan con l]evar, a través de consejos ba¡riales ción» (cf. infra) y la «comunitarización».1l Así se produjo
obligatorios (. . .), al cuestionamiento de ia legitimidad de el comunitarismo que se pretendía rechazar, en un movi-
los funcionarios electos, los únicos califrcados para apre- miento clásico de la sociedad francesa, que suele tene¡ 1a
ciar el interés general y adoptar Ias medidas necesarias tendencia a instaurar Io contrario de Io que proclama. De
para hacerlo prevalecen¡ (citado por Hannoyer, 2001). Se- esta mane¡a, en eI país de la igualdad ilevada a la catego-
ría imposible señalar mejor las prevenciones. Los funcio- ría de objeto de culto, eI sistema escolar geriera una des-
piadada üscriminación, a la vista y paciencia de todos, y
narios electos serán escuchados por eI Iegislador: la ley so-
bre Ia «democracia de proximidad» plantea numerosos re- el sistema de organización de lo urbano instituye una se-
gregación implacable, aun cuando la mezcla continúe
caudos, y Ios ediles conservan el control de los consejos ba-
rriales o de los consejos de la wida loca1, de 1os que son pre- siendo una ideología espacial predoml.nante entre los ac-
sidentes. Po¡ añadidu¡a, Ias estructuras participativas tores políticos-
tienen esencialmente una función de información y discu-
sión, así como competencias para formular propuestas y
emprender acciones concretas muy limitadas y encuadra- Socíedad,es uariadas
das, y por Io general el presupuesto de que di.sponen es li-
Todos esos debates en torno a las comunidades y su pa-
mitado.lo
pel en Ia escena política revelan también una tendencia
Si bien Ia Ley Vaillant es de por sí meritoria, también
hay que decir que no define realmente qué se puede espe- esencial: Ia «etnización» y la multiculturalización de las
sociedades urbanas y sus espacios (proposición 14). Estas
rar de Ia <rdemocracia de proximidadr», como si, po! otra
parte, Ia «proximidaór bastara por sí sola para fundar una se hallan cada vez más marcadas por la afrrmación de mu-
chos actores acerca de que el origen «étnico» y Ia cultura
son valores fundamentales para la definición del indivi-
l0 En Estados Uúidog, a los ciudadanos se les confían muchas de las duo y del colectivo.
responsabilidades que [os funcionarios electos fianceses reclaman. Es
el caso de Seattle, donde los consejos y los grupos de trabajo propios de
11 Fenómenos que los disturbios u¡banos de novicmbre de 2OO5 pu
cada rtcigltborhood son dirigidos por los p¡opios habitantes.
sieron muy bien de manifiesto.

296
297
¡¡undial vuelve a Ias organizaciones urbanas, en su
En nuestros días, la etnia es una «noción» y una reivin- conjunto,-quecada vez más costnopol.itas- reactivara la uti-
dicación en plena reviviscencj.a. Aparece nat uralizada, g5 lización del instrumento étnico por los operadores con fi-
decir, erigida a la categoría de evidencia incuestionable v nes de diferenciación del espacio social int¡aurbano; corno
a-histórica, pese a tratarse de una construcción. y reifica- si el auge, a escala mundial, del género común urbano, ca-
da. Para los actores, la reivi.ndicación étnica remite a Ia da vez más estandarizado y homogéneo en sus grandes
fantasía del origen y a Ia apología de la filiación. En efec- principios, impulsara a los actores a buscar asideros para
to, Ia etnia establece la conjunción de un origen geográfico la consolidaci.ón de düerencias específicas y a recurrir a 1a
territorio identitario como referencia- y una filia- «mitoideología» (Detienne, 2O03) de la etnia. Esta se pue-
-un
ción biológica, que se reconoce en un grupo social definido de utilizar tanto defensiva como ofensivamente, pero siem-
entonces como homogéneo e integrado por esos valores ét- pre para distinguirse y precaverse de los demás.
nicos en apariencia inmutables. Una identificación tal, Por otra parte, la cultura eI sentido antropológi-
que hace derivar imperativamente de1 origen 1a cultura -en
co- hipostasiada tiende, asimismo, a convertirse cada
de pertenencia, determina la coherencia entre el colectivo vez más sistemáticamente en vector de identidades indi-
«etnizado» y el individuo que proclama la pertenencia a üduales y colectivas, y de su espacialización. En el mundo
dicho colectivo. Entre ciertos operadores, en particula¡ los urbano genérico y globalizado, la refe¡encia a la etnia y a
promotores del islam úgorista, y, más en general, entre los la cultura se convierte en un instrumento de distinción e
partidarios de las teocracias, se comprueba la voluntad de identificación ello, más aún en Ia medida en que las
confundir el origen y la cultura en una misma matriz: la añliaciones a las-y clases sociales o a las familias políticas
de Ia religión, la cual, según se considera, subsume las clásicas parecen cad.a yez menos pertinentes-. «Etniza-
identidades individuales y encuadra hasta Ia práctica ción» y culturalización se asocian y se completan sin con-
más simple.l2 Esto puede tener severas consecuencias en fundi¡se. En efecto, eI multiculturalismo es t¡ansversal. aI
materia de organizacl.ón y funcionamiento del espaci.o; campo de la etnicidad. Por ejemplo, se puede demostrar
por ejemplo, Ia preocupación por sepa¡ar cla¡amente los que existe una cultura ((joven» ----en ¡ealidad, varias- en
sexos, aun en el espacio público, que está en total contra- el seno de los diferentes grupos a los que Ia «etnización»
posición con Ia urbanidad occidental contemporánea. Es- puede separar. Esas culturas jóvenes, nacidas en su ma-
ta regresión Ia modernidad había permitido diso- yoría de lo urbano, se cristalizan en actitudes, en usos del
ciar eI origen,-pues
Ia cultura, Ia religión, la pertenencia políti- cuerpo, en reglas de vestimenta, prácticas y lenguajes muy
ca, lo colectivo, 1o individual, etc.- provoca muchos cam- específicos: se puede citar eI caso de los «s&otfers» o los
bios u¡banos. <<ro,uersr». Adherir a una de esas culturas implica que se
En este caso se tiende a ocultar que ningún origen es adopten sus códigos, sobre todo los códigos espaciales,
puro, que ningún conjunto de valor está al margen de Ia pues cada cultura se inscribe en espacios veces identi-
mezcla y la hibridación. Ese retorno de Ia etnia, del deseo ficatorios y, como tales, protegidos por los -amiembros del
de adherir a un linaje autóctono, de origen y filiación pu- grupo- y en espaciaüdades.
ros,13 resulta muy claro hoy. Es como si la urbanización El multiculturalismo atraviesa hoy a muchas fami-
12 Planteado eBto, no olvidemos que muchos musulmanes aspiran al lias14 y a cada grupo social que se considera homogéneo.
«sell islam» (Bíd,ar,2004), es deci¡, a una práctica de Ia religiór que va- Este fenómeno es mucho mayor cuando las sociedades ur-
lorice al individuo y la difelenciación. Abdenour Bidar, quien analiza banas son comunicacionales; por lo tanto, Ios colectivos,
ese proceso, reconoce, sin embargo, la relevancia deI prejuicio, entre los incluidos aquellos que construyen una identidad y una et-
propios musulmanes, de un islañ holista, un sistema ideirtitario que se
impone a la comuDidad por eotero.
13 Incluso cuando se traslada esa autoctonía al espacio de una metró- la En las familias, la diferencia generacional entre padres e hijos
poli extranje¡4, donde sc convierte en un rccu¡so dc inserción en r¡n tiende a expresarse cada vez ¡r:is «¡¡no una diferenci¿r cLrlt.ur¡l
«barrio» étnico.

299
298

T
nicidad fuertemente territorializadas, están atravesados riurbanos de viviendas tipo chalet, en lechazo de la Cons-
por el incesante flujo de las expresi6nes culturales, las r¡q- titución Europea en eI referéndum del 29 de mayo de
das, los valores. 2005, ¿no expresa, a su manera, Ia voluntad de guardar
distancia de una diversidad social que llegado eI caso se
puede consumir como una utilidad, que se debe soportar
Un espacio en espuma en lo cotidiano pero no vivir en cuanto ciudadanos cosmo-
politas, lo cual tendería a corroborar eI voto contrario de
Lo urbano contemporáneo está signado por la voluntad las comunas urbanas del centro de los conglomerados?
de muchos operadores de buscar la seguridad de la homo- Antiguamente, eI espacio representable de Ia totalidad
geneidad social, étnica y cultural del territorio residencial de la ciudad le ofrecía al grupo de ciudadanos Ia evidencia
de pertenencia y, a 1a vez, por la imposibilidad de aislarse de su contenido y el poder de sus potenciales simbóIicos.
tanto de Ia multitud de referencias y de los universos de Por el propio hecho de la urbanización genérica y de la
senti.do que circulan permanentemente como de la varie- zoniñcación funcional y social que en todas partes tiende
dad de los demás habitantes (r/o de sus imágenes) que en- a imponerse, el espacio urbano se convierte en un ensam-
cuentran infaltablemente en su vida cotidiana. Los más blaje de fracciones poco claro y no figurable. Estas, en sí
aislacionistas de los residentes urbanos de ciertas mismas, nunca significan excepción de algunos em-
<<gated communiúi¿s» de Estados Unidos- -]ostienen una blemas- Ia organización-con que las reúne, pero, en forma
fuerte inclinación a circunscribir sus prácticas a sitios y paralela, «sobresignificant en el marco identitario y, por
Iugares cerrados: la fortaleza doméstica abastecida por Io tanto, cada una de ellas constituye «un mundo en sí»
Ios servicios a domicilio y la telecompra, Ia comunidad re- para quienes viven aIIí, vinculado con otros <rmundos en
sidencial cerrada y segura, Ia ciudadela móvil, el sáop- sí» asociables en términos de valo¡es.
ping center de acceso ñltrado, eI club de esparcimiento se- Por otra parte, a medida que crece esta «insigniñcan-
lectivo, las salas donde se ofrecen espectáculos por invita- cia» de Ia realidad urbana, de Ia que da testimonio la cri-
ción. Todo ello, intervinculado por las redes de movilidad sis de lo visual, aumenta eI papel de los emblemas
y comunicación. tipo del Waterfront de Liverpool- y de los espacios -deliden-
¡ Son ejemplos de prácticas extremas, por cierto, a Ias titarios. Se convierten en los íconos en los que es preciso
que se podria denominar secesionístas, que se difunden y creer para poder seguir ubi.cándose en un grupo social con
para algunos constituyen incluso modelos. Revelan la ob- el que se compa¡te cotidianamente ut hóbitat. Esta evo.
sesión por Ia alteridad, eI rechazo de todo cuanto lo urba. lución explica la importancia que han cobrado Ios lazos
no supone de diversidad, y, en forma paralela, eI imposi. entre los individuos y sus espacios de pertenencia y refe-
ble desenganche de esa u¡banidad que permite vivi¡ en rencia: estos constituyen los osideros en los cuales los ope-
esas conüciones de encerramiento, cuando el nivel econó- radores pueden apoyarse para encarar el trabajo de cons-
mico lo hace posible. En este sentido, Ias expectativas de trucción de sentido de Ia experiencia social y de sus mar-
ciertos grupos sociales dominantes en materia de promo- cos urbanos.
ción de lo urbano digital t¡aducen eI deseo de realiza¡ un Así, para los bengalíes de Londres, eI Banglatown es
sueño: gozar de los potenciales urbanos sin salir ese mundo en sí vinculado con los demás «barriosri ben-
-gracias
a las telecomunicaciones y a los servj.cios a distancia que galíes de Gran Bretaña y, sobre todo, con eI d¿sl¿ de ori-
ellas posibilitan- de esos espacios cer¡ados de homoge- gen, alli donde se arraigán la etnia y sus frliaciones y de
neidad perfecta. Es un ejemplo más de la voluntad de una donde se despliegan gracias a las redes urbanas de la mi-
creciente cantidad de operadores de no ver más que su gración. Esos enlaces se operan a través de las ¡edes de te-
propia imagen en el espejo de la vida urbana. Asimismo, lecomunicación y de desplazamiento migratorio, que los
en Francia, el voto dc muchos habit¿rntes de conjuntos pe- inmigrantes dominan a la perfección. Los bengalíes del

300 301

1
L.' -A

dc Lonctres viven una espacialidacl complej¿


II X:*1jowr-r
(Uarbrrr, 2004). que articula: del urbanismo científrco, a fines del siglo XIX. Empero, la
.] 1) lu.gares, como 1a mezquita del East London, faro, primera teorización valiosa fue la del movimiento moder-
,l punto de convergencia y emblerna del «l¿¡¡i6¡, y también no, con las cuatro funciones universales promovidas por
I aeropuerto, que permite
eI ingreso a Gran Éretaña, y la Carta de Atenas (trabajar, alojarse, recrear eI cuerpo y
i "l
que se revela como un po-lo del espacio bengalí, Iugares el espíritu, circular) y Ia postulación de 1a disociación y
de1
(""1. original,. a menudo mitificados, t.f,"rus urbanos especialización de los espacios aferentes. Muy adaptada
|
] londinenses o de otras ciudades británi.cas, etc.; tanto a las lógicas de la producción económica como a las
i 2)-ó.reos territo¡iales (el Banglatown, el desñ «origi¡¿1,, de la planifi.cación, la separación se fue generalizando.
basa la etnicidad. . .) o simples áreas de prácticas En Ia actualidad, lo urbano dispone espacios diferen-
I 9.u"
(dentro de la metrópoli londi¡rense o en otras partes); ci.ados, cada vez más homogéneos, funcional y/o social-
.i mente. La separación funcional es defrnida por eI término
.l 3) redes inmateriales y materiales: estas últimas orga-
nizan la circulación de htmb¡es y zonificación, mientras que la segregación remite a los pro-
'iI -".""a..i"",- poturlr"-
das,por nodos, como los situados en Oriente Medio, que blemas de reparto espacial de los grupos sociales y los in-
.r suelen constituir un espacio de relevo en el sistema mi- dividuos. No hay en eI mundo situación urbana en que Ia
.; gratorio, o, en otra escala, las de 1a red de transporte común segregación no aparezca,lS a veces hasta constituir un
¡l de Londres. modo relevante de organización.
Este espacio en <(espuma» y esta espacialidad conjugan La segregación es, al mismo tiempo, un proceso y un
I los anclajes territoriales (el desñ. y eI Banglatown) de lími- estado de tajante separación espacial de los grupos socia-
fl (púncipio de te¡ritorialización de las identi_ Ies, que se manifiestan en la configuración de áreas carac-
ll !". marcados
ll Oaaes y de separación), los espacios abiertos y las movili- terizadas por una débil diversidad social, por límites c1a-
i dades transnacionales y transculturales. En cierta medi- ros entre esos espacios y los que lindan con ellos y los en-
i d", los sistemas bengalíes de linajes y de familias am- globan; constituye Ia legitimación social, por una parte de
l, nliadas un occidental rápidamente calificaría como los actores aI menos, de ese proceso y ese estado. Muy Ie-
arcaicos--quemuestran ser instrumentos privilegiados para jos de ser un fenómeno espontáneo y guiado exclusiva-
fl ayudar al individuo a dominar, al mismo tiemlo, Ios áife_ mente por estrictos determinantes vi.nculados con los bie-
i,
¡ rentes espacios y los distintos tj.empos de la trayectoria nes raíces, con los factores económicos, que son por cierto
migratoria y de-la inserción u¡bana. Resultan, pues, muy importantes, Ia segregación procede y forma parte de las
{; pertinentes y eficaces en materia de gestión de los marcos estrategias espaciales de Ios actores y operadores, de los
i"
i contemporáneos de la vida urbana riundializada.
¿Acaso
juegos de estos con la üstancia.
; el ejemplo de los bengalíes del East London tantos Ese proceso y ese estado se pueden aplicar a todo grupo
I otros- no constituye un modelo de la espaciatidad-entre urba- social: un espacio segregado puede ser muy rico (una go-
; na contemporánea? ted community) o muy pobre (un gueto). Uno puede 1a-
mentarse por estar obligado a vivú en una zona de segre-
gación, o alegrarse por hallar acogida en ese mismo lugar.
De la separacíón a la segregación Así, Ios enclaves reservados a los grupos sociales más aco-
modados, que son Ia regla en Améri.ca Latina, constituyen
Todos los casos que acabo de presentar nos ponen fren- un perímetro apreciado por los individuos que aspiran a
te a Ia cuestión de la separación espacial d.e las realidades resiür allí, pues los pone a distancia de quienes son más
sociales, principio que caracteriza a la urbanización con- pobres que ellos y da lugar a un aislamiento identifrcato-
temporánea (proposición 6). La existencia y la iegitima_ 15 En comparación con las ciudades francesas, las de la India siguen
ción del principio separatista surgieron con el naci¡ient,,
est:rndo ¡r<,r:o segrcgadas y zonificadas, pcro el movimiento de separá'
ción espacial progresa con rapidez desdo hace algunos años.

30rl
303
¡io. Sin embargo, el bengalÍ londinense busca el acceso aI un espacio particularizado por el juego del par indisocia-
Banglatown, territorio más bien pobre, en un procedl- ble densidad/diversidad (proposición 3),
miento comparable al anterior: desea enco4trar la inser- Defino Ia densi.dad como un indicador de la importan-
ción identitaria que transmite seguridad, aprovechar las cia de la copresencia ante el contacto topográfico de ¡eali-
redes de ayuda mutua, las bases económicas del espacio dades sociales (materiales e inmateriales, incluyendo las
comunitario, y distanciarse de Ios demás grupos sociales, humanas) distinguibles (rero no necesariamente diferen-
a los que eventuaLmente frecuenta durante sus activi- tes). Se puede evaluar esta densidad en toda f¡acción del
dades cotidianas. A la inversa, en el caso francés, los habi_ espacio. Como se ha visto, Ia ciudad optó por la maximiza-
tantes de los grandes conjuntos suelen experimentar dolo- ción de la copresencia, que llevó al establecimiento de
rosamente lo que viven como una relegación espacial pro- densos agregados sociales materiales, tanto horizontal co-
vocada por el funcionamiento discriminatorio deI merca_ mo verticalmente. Hoy en día, Ia importancia adquirida
do inmobiliario. En América del Sur, los pobres sufren por la movilidad (proposición 5) y la proximidad topoló-
también una obligada reclusión en los sectores de hábitat gica han dado por resultado Ia extensión de espacios d.e
informales, allí donde se hallan las únicas viviendas que densidad cada vez más baja. Esta es una de 1as caracterís-
les resultan accesibles. ticas de Io u¡bano contemporáneo: si bien la proximidad
La segregación se aplica esencialmente en espacios topográfica sigue siendo probada y buscada en gran canti-
continuos como el área, lo cual no excluye que sus residen- dad de situaciones cuaL asegura que se encuentren
tes se integren a lógicas como las de la red a través de la -Io
siempre, en cada organización urbana, perímetros densos
movilidad; Ios habitantes padecen entonces, aI mismo y densamente practicados-, en todas partes se imponen
tiempo, Ia segregación y la movilidad, como se vio en el las métricas topológicas.
ejemplo del Banglatown de Londres. Esta situación pare_ Así pues, se verifica hoy un estado inédito: en las orga-
ce ser la más corriente. La asignación de residencia ás po- nizaciones urbanas se maxi.mizan al mistsro tiempo los
sible, pero no constituye una de las condiciones sine qua contactos topográfrcos, los contactos topológicos materia-
non de la modalidad segregacionista, que va d.e la máno Ies y los contactos topológicos inmateriales (proposición
de la capacidad para franquear límites. En ciertas condi_ 4). Las tres tecnologías de ja distancia se combinan per-
ciones, dichá asignación involucra sobre todo a las muje- manentemente aun en los menores aspectos de Ia üda co-
res, quienes entonces experimentan una doble exclusión: tiüana. A partir de ahora es posible asegurar Ia copresen-
la impuesta por Ia cultura que ¡ige la vida social, cotidia_ cia influencia no deja de aumentar en una socie-
namente, y la de Ia reclusión espacial. dad-cuyá
mundializada- sin hacer la opción exclusiva de Ia
densidad y la proximidad topográfica. Estas tienden a ser
privilegiadas todo caso, en los países del «Norte»-
-en cada
sólo para actividades vez más estanda¡izadas: Ios
Una gramática de los espacios urbanos servicios a las empresas, eI comercio, eI esparcimiento, las
fiestas. Los espacios que de ello resultan, en ciertas cir-
cunstancias sociales (como Ias que se experimentan en
La densidad y Ia d.íuersidad Estados Unidos), terminan por conve¡tirse en marginales
superficialmente, al mismo tiempo que muy fácilmente Io-
Hasta aquí he presentado principi.os generales del cam. calizables por Ia extraordinaria disposición de su densa
po urbano contemporáneo. Ahora me es preciso abordar concentración ejemplo, el del
las proposiciones que permiten captar los caracteres espa- trict, caracterizado -por por Ia densidadcentral business dis-
vertical, eI agrupa-
ciales fundamentales de cualquier organización urbana. miento en un perímetro restringido de inmuebles de gran
Prrra cllo, se clcbe pcnsar lc¡ urba¡ro exa¡¡riná¡rdolo conto alttrra, cr <:l dcl sltopptrLg center.

Ito 4
305
=-

son fuertes, y sus interacciones, importantes últi-


En otras partes, la movilidad permite desarrollar pt -estas
mas, vinculadas en parte con el potencial de Ia configura-
contacto topológico y proponerles a los actores, al mism"
ción espacial-.
tiempo, que gocen de un acceso físico ampliado a Io-"^I No se trata de un fenómeno invariable y se puede, en
tenciales urbanos y, por Io tanto. a las oportunidades ¿Jt
un tiempo ,, discriminar cada entj.dad urbana en función
densidad: Ia de una red de comunicación casi ilimitada l
de la intensidad de su urbanidad, así como se pueden dis-
la de un espacio de práctica y/o residencia po.o ¿"."o. Éi criminar variaciones de Ia uibanidad de una misma en-
un contexto en el cual es posible advertir claramente que tidad en diferentes momentos de su historia. Hay, pues,
aumenta Ia tendencia de los actores a privilegiar la baii tn grad.iente d.e urbqnidad, al que es posible acercarse
densidad en materia de estrategia de localización resideíl
sintéticamente a partir de estudios empíricos y con ayuda
cial y de prácticas sociales domésticas cotidianas, lo urba-
de ciertos indicadores, que permiten distinguir estados
no amplifica sin medida común esta asociacj.ón de tecnolo_
urbanos diferentes, aI mismo tiempo, en una perspectiva
gías de la distancia que ya se hallaba en forma embriona-
de comparación interurbana y en una perspectiva de cap-
ria en las ciudades. tación de Ios diferentes geotipos intraurbanos (cf. infra).
T,a densidad siempre se debe analizar en su relación
El enfoque de la urbanidad no la reduce a sus dimen-
con la diuersid.ad. La diversidad de una fracción espaciai
siones materiales y funcionales, sino que integra Ias ¡eali-
representa la relación (teórica) entre la cantidad de obje- dades inmateriales (ideologías, normas, valores colectivos
tos y de realidades diferentes copresentes en esta fracción
e individuales, etc.). No todos los conjuntos urbanos fijan
y la <<suma»> de todos los objetos y realid.ades diferentes
la misma cantidad, la misma calidad ni Ia misma diversi-
disponibles en eI mismo momento en la sociedad global. A dad de idealidades, las que no siempre mantienen entre sí
menudo se capta intuitivamente Ia diversidad (árquitec- Ias mismas relaciones. Nuestro ejemplo del Waterfront de
tónica, social, funcional, cultural) de un lugar cualquiera, Liverpool permitió demostrarlo. En efecto, ese paisaje con-
pero es posible encarar su análisis de manera rigurosa y
centra sin duda más valores sociales e imaginarios colec-
sistemática, ildagando, además, si toma en cuenta eI con- tivos que otros. Por eso confo¡ma un emblema.
( junto de realidades sociales.
El nivel de urbanidad de una situación urbana no de-
pende úni.camente del nivel de densidad y de diversidad
sociales, ni aun de los registros del par densidad/diver-
Urbanid,ades sidad, sino también de la configuración espacial de este. A
;
igual masa de densidad y diversidad, dos situaciones ur-
Toda fracción de espacio urbano puede ser tomada em- banas pueden ser calificadas por una urbanidad diferente
píricamente en términos de densidad y diversidad y en ra- a partir de una diferencia de disposición espacial y de Ias
zón de su disposición espacial. Esto es lo que permite potencialidades particulares que esta es capaz de ofrecer.
abordar un concepto clave (proposición 7): Ia urbanidad, En ciertas circunstancias, la disposición espacial incluso
expresión a la que le daré un sentido muy particular.16 La Ie permite a una entidad urbana compensar, por ejemplo,
urbanidad permite caracterizar un estado de estructura- un déficit de diversidad mediante una espacialización efi-
ción de las realidades sociales en una determinada situa- caz de la densidad, de los accesos y de los contactos que
ción urbana, conside¡ada desde e1 punto de vista específi_ hace posible.
co de la organización espacial de la densidad y la diversi_ Una situación urbana cualquiera, sea cual fuere Ia es-
dad. La u¡banidad de una situación urbana es tanto más cala considerada, del conjunto formado por una determi-
elevada en la medida en que la densidad y Ia diversidad nada organización (París, Marsella, Lond¡es, Lima, Ber-
lín, etc-), en las diferentes fracciones que la componen,
16 En los lineamientos
de los trabajos del colectivo VillEurope (1995, siempre está dotada de una urbanidad. Esta es al mismo
1998) y de Jacques févy (2000).

',t07
306
tiempo potencial, pues la configuración espaci.al de la den_ E1 nivel de urbanidad es sensible al tamaño de 1os
obje_
sidad y Ia diversidad de las realidades sociales p".-ii. tos urbanos considerados: una metrópo1i rn.,y gru.ráu
cierto grado de relaciones entre el1as, y actual, eI sun- tiene, por su propia magnitud, una urbanidad
"n
tido de que se manifiesta por funcionamientos comprob¿- que un polo urbano secundario. por ello importa -áJfu..t.
apre-
dos. Esos funcionamientos están en el origen de lo q.r" se hender no só1o Ia urbanid ad absolutct. d.p"rrd",
puede denominar capital urbano, q.ue consiste .., lo qun -qu"
pues, directamente del tamaño de las organiza"iorr"" ,
produce efectivamente una organización urbana, habida permiLe clasificaciones jerárquicas-, sino también la ur_
cuenta del potencial de urbanidad que contiene. Ese capi- ba¡ídad, relatiua, es decir, específica de Ia escala propia de
taI es eI conjunto de bienes materiales e inmateriales pro- cada objeto urbano considerado. Sin duda alguoá, y a *r-
ducidos e intercambiados que son resultado del juego ds nera de ejemplo, la urbanidad absoluta comprobaúe en el
un estado urbano particular, dotado de una urbanidad es- área neoyorquina es muy superior a Ia que se veriñca en
pecífica. Tours, aunque también es verdad que, en términos relati_
FI capital urbano puede ser aprehendido, más allá de vos, ciertas situaciones turonenses están caracterizadas
Ias habituales estadísticas básicas, construyendo ciertos por una urbanidad significativa.
indicado¡es como el PBI por organización urbana, pero
también a través de las evaluaciones de ciertas produicio-
nes que pertenecen a la esfera de los valores sociales e Los geotipos: otra captación de los espacíos u'lbc,nos
ideales. De este modo, la imagen convencional de una ciu-
dad, estereotipo actualizado por Ia práctica de los indivi- De este modo, muy intuitivamente, un ind.iüduo es ca-
duos, en cuanto es instrumentalizada por los actores so_ paz de captar, en Ia situación concreta, que la urbanidad
ciales como un bien fungible por lo me- de Times Square, en Nueva york, es mucho más fuerte
nos indirectamente, en otro -transformable,
tipo de bien- y negociable que la de ia Plaza del Capitolio, en Toulouse, o más aún
tar¡to dentro como fuera del sistema local, forma parte del que la de Ia Plaza Jean-Jaurés, en Tours, para tomar ejem_
capital urbano. llna vez más, el caso de Liverpool resulta plos de lugares urbanos centrales de tres entidades urba-
evidente: Ios relatos y las figuras que ponen en escena el nas de muy diferente tamaño. Si se visitan esos tres luga_
paisaje emblemático del Waterfront han pasado a consti- res, se podrá comprobar su densidad, su diversidad., Jus
tuir uno de los bienes más importantes en el capital urba- respectivas configuraciones. Todo ello se traducirá en tér-
no metropolitano. Este valor de imagen capitalizado fun_ minos de ambiente, de atmósfera, de paisaje, y esos datos
da en parte Ia renovación de Liverpool y laposibilidad de sensibles_y-cognitivos, surgidos de la experiencia del espa-
acumular nuevos bienes, o sea, de aumentar la urbanidad_ cio, se calificarán y evaluarán. Empero, eI visitante será
_ Asimismo, cuando los operadores decidie¡on promover igualmente capaz de captar que en cada una de Ias t¡es
la_candidatura de París para Ia organización de lás Juegos áreas tomadas aquí como ejemplo, muchos luga-
Olímpicos de 2OL2, era evidente que se apoyaban en la ^u¡ba¡ras espaciales
res y fracciones distinguibles tienen otras Ia_
imagen de Ia «Qiudad Luzr y en sus valores, yasí la lleva- racterísticas de densidad, diversidad y configuración, y,
ron adelante. Esos elementos fundaban Ia legitimidad y Ia de hecho, una urbanidad más débil.
procedencia de la candidatura de parís tanto no más_ lo tanto, un paseante curioso, con tiempo Iibre, po_
como los caracteres urbanos funcionales, los-si bienes idea-
- .Por
dría clasificar las diferentes entidades ."pu"iát". a" ñiá-
les de la imagen y de la reputación parisinas. Esos bienes va York, Toulouse y Tours a partir de una estimación dáI
fueron derrotados por Ia capacidad d.e quienes sostenían valor de la urbanidad de esas entidades. y para m.."u"
el proyecto londinense para promover un capital urbano clasificación Io más simple sería partir del punto de inien-
"r,
más adecuado a las expectativas de los miembros del Co_ sidad máxima de la urbanidad, es decir, del e"pa"io áe
mit ó Olímpico I nterna cional. 1o
los espacios, ya que pr.rede haber varios) donde e1 .cople

308
309
de la densidad y Ia diversidad pareciera más fuerte: Ti-
mes Square, la Plaza dei Capitolio, la plaza Jean-Jau¡és. máxima, se obtendrán geotipos pri.vados de una parte de
Podría, asimismo, comparar ent¡e si las urbanidades ab- densidad (el suburbano y el periurbano) o de diversid.ad
solutas y relativas de las diferentes fracciones significati- (eI paraurbano y el metaurbano), con el infraurbano en si-
vas de Nueva York, Toulouse y Tours. tuación de acumulación de los dos déficits»r (Lévy, 1994,
Creo, pues, que Ia aprehensión del valor de la urbani- págs. 319-20). Esta lista, cuyo marco voy a retomar, preci-
dad ofrece la posibilidad de especificar hasta el meno¡ sándola y matizándoia, modifica }os esquemas del anáji-
detalle identifrcable de la configuración urbana en un mo- sis urbano clásico, aun cuando asegura que no se rompe
mento y una posición geográfica determinados, y ello, sin con los fenómenos cuyo poder queda demostrado por ios
prejuzgar acerca de su distribucj.ón inmutable según un estudios empíricos: la centralidad y 1a «periferización»
gradiente que disminuiría regularmente desde el centro (proposición 9).
(histórico) hacia Ias periferias. Así, es posible establecer
una nueva clasificación de los diferentes tipos de espacios
intraurbanos: los geotipos. Se puede defini¡ al geotipo co_ El centro y la centralídad
mo una fracción del espacio urbano diferenciada, caracte-
rizada por un «valon» particular del acople de la densidad La organización de la cent¡alidad es un proceso funda-
y Ia diversidad y por una conliguración espacial aferente mental en las entidades u¡banas. Esta centralidad se cris-
(proposición 8). taliza en un geotipo central que constituye el espacio de
Los geotipos, como veremos, no se disponen según el densidad y diversidad máximas y del acople más intenso
cIásico esquema radioconcéntrico que durante Áucho entre esta y aquella. Más denso y más diverso que todas
tiempo constituyó el alfa y el omega del análisis de las ciu- Ias demás fracciones urbanas, el centro, espacio donde la
dades. En ese antiguo marco de pensamiento, que corres- copresencia es máxima, es lo que testimonia el manteni-
ponde aI modelo canónico de la ciudad, eI espacio central miento de la Iógica que rigió la constitución de Ia cj¿á lue-
histórico, eI más denso y el más diverso, hact donde con- go de Ia ciudad, marcada por la serie de geotipos.
vergen las vías de circulación, está rodeaáo por aureolas IJn centro urbano tiene un potencial: la centralidad,
cada vez menos densas. Se pasa entonces del centro al que expresa la capacidad de atracción y polarización de
«suburbio», Iuego a «las afueras», después se llega a Ia aquel cual constituye, pues, un operador de conver-
«campañarr, a través, eventualmente, de una zona «indeci- gencia-elde las realidades sociales-. La centralidad depen-
sa», «¡urbana». Hoy esta visión resulta obsoleta. Es preci- de de Ia «masa» del cent¡o y de Ia amplitud de ias intárac-
so proponer otra concepción, apoyada en la comprobación ciones entre los objetos sociales que puedan manifestarse
de las conmociones provocadas por Ia urbanización. Las alií. Cuanto más aumentan las interacciones potenciales
organizaciones urbanas ya no son áreas radioconcéntricas y/o realizadas, más se amplilica Ia cent¡alidad y más se
muy ordenadas y delimitadas, sino agrupamientos de imponen los efectos espaciales de }a atracción y Ia polari-
fracciones dispares distinguibles según su u¡banidad. zación que eI centro ejerce en los espacios ci¡cundantes.
Jacques Léry estableció una primera üsta que di.scri- Esos efectos no se reducen únicamente a los fenómenos
mina los prilcipales geotipos; central, periurbano, subur- ¡rinculados con los transportes (flujos y redes), que son por
bano, infraurbano, metaurbano, paraurbano. Esta serie cierto esenciales, sino que engloban también la
revela un decrecimiento de1 valor del par densidad/diver_
-..r.",
en que un centro actúa espacialmente sobre aquel.Io que lo
sidad, o sea, de Ia urbanidad, a partir de un valor teórico rodea y en que contribuye a organizar los perímetros que
mádmo. En efecto, eI punto de partida de Ia serie geotípi_ polariza (trasta el centro es poderoso- escaias
ca es la centralidad, donde se manifiesta la mayo" irt".r"i. muy lejanas), así -cuando
como a influir en las espacialidades d.e
dad de la urbanidad: ((A partir de un nivel de contrali(l¿rd los individuos y los grupos. El centro del conglomerado de
Nueva York, Manhattan en este caso de cuyos «hi-
-uno
310
311

I
percenl ros»17 es Times Square, y utro. el perímetro grandes infraestructuras comerciales, pero también nu-
ouo "- merosos servicios de muy alto nivel, incluidos los de sa-
halla en torno de la Bolsa de Wcll Slreet v a" t"
Wo¡ld Trade Centcr, aniquilado en 2001 . , i.";;;;;";: ",,"]i,1"^l lud, enseñanza universitaria, investigación y desarrollo,
dad. p,ara inffuir en la organLzaciórr a"l esparcimiento, todo ello organizado en burbujas climati-
pacialidades en todos 1os niveles al mismá ".pu"i" v or, L""ll- zadas. Son Ios polos de central.idad más dinámicos, conec-
tl"-p". 1," á""- tados por grandes redes de movilidad, que se imponen ca-
trucción de las Torres Gemelas. el I 1de sepli"-Or" A"ióoi-
expresó de manera dramática ese poLenc.ial: to. ,".rori"i.i da vez más, en materia de potencia de polarización, a 1os
dispusieron un espacio de1 atentaáo, a la vez, centros en posición fisiográfica central (los CBD, central
dial, regional y local, y sus espacialidades " "i"ni ;;; bttsiness d,istrict), y que se convierten así en las referen-
por su puntería para alcanzar ese hipercentro. "" ""t.""t""ui.r. cias de complejos de centro, los «hipercentros» de ]as me-
IIn geotipo central no se halla necesariamente en el trópo1is norteamerj.canas.
centro «fisiográfi.co» (cf. capítulo l) y/o histórico dul Sin llegar hasta ese punto, sorprende comprobar que
cio urbanizado. La visión geotípica _como t,. .u¡"lJ,ll "..,,- en Ias pequeñas unidades urbanas francesas el desarrollo
se ernancipa del enfoque geográfico rudimentario qr" de un sector comercial de gran distribución en la periferia
p.o_ y las exigencias infraestructurales consiguientes bastan
cede a una simple clasificación de 1os espacios en razái
su disposición con relación a un punto áe origen. ffov,
d"e para producir, habida cuenta de Ia debilidad de Ia urbani-
a"- dad general de las mencionadas unidades, centralidades
bido,a la propia evolución de Ia urbanizaci¿", 1."
periféricas cuyo potencial rápi.damente excede eI de1 cen-
urbanos en posición periférica son cada vez más p.d.;;;;; """"i.* tro tradicional.
y numerosos, no sólo en América del Norte, donde
eI mo- A partir de Ia definición de ese geotipo central, es posi-
vimienlo fue más precoz y espectacular, sino también
e b1e proponer declinaciones en subgeotipos. Ya he dado el
Ias reglones donde el hecho u¡bano es anLiguo y los
mode_ ejemplo de Io hipercentral, que se caracteri.za por una
los de organización y las ideologías dominántes hil;;;,
durante mucho tiempo, de] centro histórico exasperación de Ia centralidad, pero hay también centrali-
po"i"ió., dad.es d.ebilitad,as. Lo paracentrol designa a un centro ca-
<<central» el único verdadero polo. Ahora "., á"
manera casi general, el establecimiento de "o*p*.b.,
". un racterizado por cierta falta de diversidad y/o densidad,
cimplejo de como ocurre en Francia, en 1as metrópolis, con esos nue-
centros e\ medio de cada organización urbana. Es. torn-
plejo, en muchos casos jerarquizado, vos polos de centraiidad periféricos, organizados en torno
t"rrtn a infraestructuras comerciales, que desempeñan un im-
con_currentes como complementarios,""o"iu ".rrtro"en va-
localizados
riadas posiciones: en ese marco, cabe hac", fri.r"upiá lr, lu portante papel en la estructuración y eI funcionamiento
importancia del surgimiento, durante la décad.a á" 19¿ó; urbanos, pero que padecen de un relativo déficit de densi-
de espacios de centralidades en periferia «fisiográfica», dad, a veces, y de diversidad, siempre, con relación al cen-
por lo general desa¡rollados en torno a instalaciones tro «cLásico» europeo, de fuerte historicidad.
v
servici¡s comerciales de amplia distribución. p..o q.r" IJ-
gado el caso pueden traer aparejada una g*" ai"ur"iJ"i
en lo sucesivo se impondrian las centralidades pedféricas. Para Ga-
de actividades, experimentar u n verdadero refina miento rreau, esos nuevos centros, que contraponia a los antiguos «doLtntoun»,
funcional- «no se hallan unidos por el ferrocarril o eI subterráneo, sino por líneas

. E-sto eslo que ocurrer sob¡e todo. en Estados Unidos.


donde Ias denominadas «¿igp si¿¿ss¡1a concenr; h;;la;
aéreas, autopistas y antenas satelitales». «Su monumento emblemático
no es la estatua ecuestre de un héroe, sino el atdo soleado y plantado
con árboles perpetuamente florecidos, situado en el ceütro de los edifi-
1?-Es cios de empresas, de los "/itzess center" y d,e los centros comerciales.
decir, un lugar de concentración y de urbanidad máximas (. . .)¡r. Esos espacios manifiestan, según el autor, Ia ascendencia y la in-
den-
tro de un geotipo central.
13 La expresión fluencia social, económica y política de la «alabada residencia familiap,,
_ es de Jocl Garrr_,au, qrLien c¡r un famoso lil)ro (tO9Z)
dcscribía cor ironía et arive¡i¡rienro de i,,,,.,,,,""i¿,. la «r:asa suburbana rodcada rle césped» (1992, pág. 4).
".J,,.¡^,,;;,;;;;;

3.12 31il
: C"bría tal vcz cor.rside¡ar qrre La Défcnse, il"-de- Lo urbano más allá de un perímetro inicial: el de la ciudad.
. ",,
France, constituye un geotipo paracentral con respecto a
las centralidacles históricas de parís, mucho más densas y De hecho, Ia «periferización» manifestó y activó muy pre-
' diversas. Empero, la evolución de La Défense, la diversifi_ cozmente el pasaje de la ciudad a Io urbano, del cual es
cación y la densificación continuas que ese perímetro ex- una de sus «firmas»; pero es importante superar esta con-
perimcnta desde hace treinta años, hacen que tienda ha- cepción. La «periferizaciór»r no se reduce a un simple fenó-
cia e1 geotipo central. Resulta, en todo caso, más central meno de ampliación de una forma en Ia superficie; consti-
que Vélizy 2 o Parly 2, que no están caracterirados, por su tuye una nueva organización espacial de las realidades
parte, por la misma diversificación. Si bien e n materia de sociales, al organizar geotipos específicos que se pueden
urbanidad absoluta La Défense pertenece, sin duda, a la encontrar en cualquier posición en los conjuntos urbanos-
categoría de 1os geotipos centrales, sufre ya por su ubica- Los geotipos periféricos (suburbano y periurbano) se ca-
ción relativa con relaci.ón a otros geotipos más poderosos ractetizan por ser menos densos y diversos que los centra-
organización parisina. Este ejemplo muestra que les y los pericentrales, sea cual fuere su localización.
i
, "i Ia cuestiones
tales se aprecian pragmáticamente, en función En lo urbano, Ia «periferización» se puede manifestar
de las situaciones, por lo cual cabe esperar una real preci.- en todas partes, del mismo modo que puede hacerlo la
sión analítica y, por lo tanto, una clasificación jerárquica centralidad. Se trata de una de las características princi-
fina de los diferentes geotipos. pales de la urbanidad contemporánea (proposición 10).
También hay configuraciones de tipo infracenlrol. Es_ Así, lo central o Io pericentral se pueden halla¡ en la peri-
ta dj.visión, que revela un efecto de escala, designa la cen- feria de la extensión urbanizada, y 1o suburbano, incluso
tralidad de las pequeñas unidad.es urbanas, reál con rela- Io periurbano, en localización central. Se puede pensar
ción a los demás espacios del entorno, pero «jzlrco) con res_ que este enfoque confunde la comprensión al üstinguir el
pecto a1 tipo ideaj del geotipo central y de lo que expresa plano «fisiográfico» (el de las localizaciones en la exten-
en términos absolutos. Lo infracentral tamúién podría sión material, que a menudo parece ser el.punto de vista
servir para aprehender situaciones de surgimiento de normal, pues se olvida justamente que es el resul.tado de
centralidad vinculadas con operaciones voluniaristas. Me una construcción intelectual) y eI plano geotípico (el de las
parece igualmente útil agregar un geotipo perj central, configuraciones en el espacio). Me parece que permite, so-
que da cuenta de las configuraciones no ásiÁilables a lo bre todo, tener un enfoque más pertinente de Ia realidad
, central, más denso y üverso, o a sus declinaciones, ni a lo de Ias organizaciones urbanas contemporáneas.
' suburbano, menos denso y diverso. Ese geotipo puede ten- En eI origen de ese défrcit de densidad y diversidad con
der, en ciertas circunstancias, a Ia centralidad, pero no relación aI geotipo central se hall.an circunstancias diver-
hay ninguna ley de evolución que lleve necesariamente lo sas. Los espacios residenciales en forma de alojamientos
pericentral (o Io suburbano) hacia la centralidad.. La di- individuales separados figuran entre los geotipos perifé-
námica de la urbanidad d.e cad.a geotipo no es lineal. ri.cos más significativos: expresan opciones de 1os opera-
dores que se orientan a mantener a los demás a distancia
y a homogeneizar socialmente la vecindad. Empero, Ia
El uniuerso de lo,s periferías pérüda de densidad residencial se observa, igualmente,
en eI marco del establecimiento de los grandes conjuntos.
Si la centraüdad refleja el proceso de concentración to- Estos tienen, por lo general, una densidad edifrcada y ha-
pográfrca de las realidades sociales, Ia «perife¡ización» co- bitacional notoriamente menor que la que había en los
rresponde, a Ia inversa, a un distanciamiento de esas rea- perímetros más antiguos de Ia ciudad, y una diversidad
lidades y a una «desdensiñcación». La noción, en un prin- que tiende a ser también más baja que Ia de los espacios
cipio muy descriptiva, denotaba la expansión material más antiguamente urbanizados. Los espacios funcionales
c1e
uruy homogóncosr c¡r zona, son asimis¡¡ro buenos ejemplos

3r4
315
tt-

de geotipos periurbanos, que pu.eden confinar con el peri- Lo periurbano en continuo


central, cuando la densidad aumenta, como es el caso, por
ejemplo, de las zonas comerciales. Et geotipo suburbano denota las situaciones periféri-
Otro ejemplo interesante, que constituye un caso lími- cas que quedan, en general, en relación de continuidad to-
te, es el de los «fo¿u¿ centers» en localización fisiográfica pográfica con los geotipos más centrales. El periurbano,
cent¡a1 de muchos conglome¡ados de Estados Unidos. por por su parte, es un geotipo que revela también la periferi-
supuesto, esos ,o¡r¿ centers se ca¡acterizan por los edifi- zación, pero que se caracteriza por una discontinuidad te-
cios de gran altura (es eI espacio de Ia famosa shyline) y rrito¡ial con relación a los sectores conglomerados, y cuya
cierta densidad edficada; también hay allí muchos espa- densidad y diversidad son aún más débiles que las del su-
cios vacíos u ocupados porporlaizgs aéreos o subterráneos. burbano. La urbanidad de esos geotipos se reúne, en este
Empero, esos «centros» terciarios, muy poco residenciales, caso, con Ia asíntota del infraurbano (Ia densidad y la di-
tienen una escasa diversidad social; por añaüdura, eI tipo versidad sociales son allí muy débiles).
de comercio y }os horarios de actividad están calcados de EI geotipo periurbano es caracte¡ístico de los espacios
los ritmos de trabajo y las necesidades inmediatas de los de urbanización más diseminada, 1o que algunos autores
empleados de las empresas que ocupan los inmuebles de italianos denominan «cirrd d.ifusc»>. Las ¡esidencias urba-
oficinas. La diversidad comercial suele ser, pues, bastante nas son numerosas allí, pero muy a menudo se hallan dis-
restringida y nadie abre de noche ni durante los fines de persas o en pequeños agrupamientos, sin constituir nunca
semana, dos diferencias sustanci.ales respecto de los gran- verdaderos agregados densos; los contenidos sociales son,
des centros comerciales situados en otras partes. En el ca- por lo general, muy homogéneos. Predominan los períme-
so de las más grandes de esas metrópolis, eI carácter de tros de cultivo y Ios bosques; los paisajes son siempre
centralidad es muy marcado, aunque por lo general apa- aprehenüdos como los de la campaña. esa <rcampaña» mi-
rezca como más débil de Io que se puede comprobar en Eu- tificada que la mayoría de los residentes van a buscar pa-
ropa en posiciones geográfi.cas comparables, como Io de- ra escapar de las dificultades de la «ciudad», a la que rápi-
muestra el ejemplo de Los Angeles. Sin embargo, en mu- damente denuncian cuando se los interroga acerca de sus
chos casos, incluidos los de áreas urbanas de altísimo ni- motivaciones residenciales-
vel económico, en las cuales las centralidades de Ios gran- Los geotipos periurbanos se extienden en un vasto pe-
des polos situados en posición de periferias ñsiográñcas, a rímetro. En Francia, han ganado la mayoría de las comu-
menudo a¡ticuladas en torno a muy importantes s hopping nas estadísticamente rurales, pero situadas en áreas ur-
centers y nldlls, se consolidan con fuerza, se puede com- banas ampliadas, definidas por eI INSEE, institución que
probar que Ios town centers corresponden mejor a Ia cate- comenzó a considerar esta nueva realidad urbana en 1962,
goría del geotipo pericentral y a veces, a mi juicio, a Ia del aI definir zonas de poblamiento industrial y urbano
suburbano. Y considero que esto es así, a la vez, en valor (ZPI[). Se las distinguía a partir del análisis de ]a inten-
absoluto: esos espacios son de débil urbanidad con rela- sidad de Ios desplazamientos pendulares (residencia-tra-
ción al ideai del geotipo central, y en valor relativo: esos bajo), dei porcentaje de población agrícola, de la evolución
espacios son menos centrales que los geotipos en posición de la población y de las actividades vinculadas con Ia «ciu-
periférica, que constituyen en Ia actualidad los verdade- da&r. Así, se podían inventariar desde comunas estadísti-
ros polos de centralidad de primer rango de muchas de las camente rurales (pues contaban con menos de 2.00O habi-
organizaciones urbanas de Estados Unidos. tantes conglomerados en torno aI lugar eje, para retomar
eI criterio estándar) hasta conjuntos urbanos de los cuales
resultaba dificil definir su coherencia, lo qüe derivó en el
empleo del sustantivo más impreciso que pueda haber:
«zona».

:t l(; 3t7

¡
- rada aumentaba, de 1954 a 1990, entre el 25% (Saint-
Sin embargo, esta manera de conside¡ar el asunto de_ Etienne) y el IOO'yo (Tours, Valence), la superficie de áreas
jaría muy pronto de ser suficiente. A medida que la «peri-
urbanizadas se multiplicaba, según los casos, como mí-
ferización» se ampliaba, que ganaba a sectores cada vez nimo por 3 y como máximo por 6. La densidad media de
más alejados de los espacios iniciales de Ia urbanización, los espacios urbanizados disminuía de 60 a B0 habitantes
se Lmponía un estado inédito de organización espacial. por hectárea. Por su parte, el consumo medio de espacio
Mientras que muchos especialistas se circunscribían aún, por habitante crecía el 50%.
con una especie de energía propia de la desesperación, ¿ Estos indicadores reflejan una verdadera conmoción,
análisis simples en términos de nuevas relaciones entre cuya importancia fue difícil de comprender durante mu-
las ciudades y los campos, dos autores, Górard Bauer y cho tiempo, así como Io fue entender que el espacio que de
Jean-Michel Roux, desarrollaban en 1gZ6 un enfoque finó ella resultaba constituye hoy el fondo mismo de Ia organi-
y original de la situación, cuya novedad absoluta habían zación urbana suma, una pregnancia-. En 1g66, el
entendido. INSEE extraía-en las conclusiones de ese cambio notorio v
Bauer y Roux crearon los neologismos rurbanización y abandonaba las ZPIU para definir las áreq,s urbanas. ÍJí
rurbano para pensar Ia realidad que se consolidaba: se- área urbana reúne a todas las comunas en las cuales un
gún eIlos, la rurbanización instalaba «la ciudad disemi- mismo polo urbano focaliza más det 40% de los desplaza-
nada», versión francesa d.ela cittd dilzso. Captaban co¡ mientos domicilio-trabajo. Este enfoque sólo mantiene, i¿
precisión Ias nuevas condiciones de wida que fundamenta-
ban ese desa¡rollo, en particula¡ el aumento de la vivien- /ize, Ia movilidad como criterio de apreciación de Ia urba-
nización, justificado reconocimiento de su importancia.
da individual tipo chalet y la explosión de Ias movi_lidades Permite una mejor apreciación del conjunto de perímetros
automotoras. Fueron los primeros en no emitir juicios de periurbanizados y de su extrao¡dinaria ampliación. Los
valor estigmatizantes sobre los fenómenos y sus resulta- numerosos mapas que de ello resultan, producidos por eI
dos, y echaron las bases para un anáIisis de la <<suburbiq;» INSEE, ilusiran la importancia del fenómeno y muestran
como realidad espacial híbri.da entre lo urbano y lo rural. la influencia de la urbanización y Ia «periferizacióD) en un
Las palabras rurbano y rurbanización resultaron exi- país como Francia.
tosas y el análisis que subyacía en su invención era no- En to¡no a todo conglomerado urbano, aunque sea de
tabIe. Sin embargo, no sugiero conservarlas, pues deno- tamaño modesto, se dilata una zona periurbana. Cada vez
tan que la realidad que se instala es una mezcla de la ciu- con mayor frecuencia, en particular cuando se estudian
dad y el campo. A mi juicio, lo periurbano no constituye las principales metrópolis, cuya irradiación se halla muy
tanto una hibridación frjada de dos órdenes, sino una or- extendida, la zona periurbana recorta la de un conglome-
ganización inédita de la sociedad. El resultado es, incues- rado vecino. Aquello que Frangois Ascher denominaba,
tionablemente, la extraordinaria pérdida de densidad glo- hace más de diez años, «metápolis»20 se despliega ahora
bal de las áreas urbanas, puesto que la extensión de lo su- en torno a los polos urbanos. La «metapolizaciór»r se ha
burbano y 1o periurbano por la generali- generalizado, y entre Ias áreas urbanas, así como en Ios
zación de Ia automovilidad,-posibilitada
y que permitió la promoción márgenes de cada una, se descubren numerosas comu[as
del modelo de Ia vivienda individual. tipo chalet, que mar- multipolaúzadas, es decir, aquellas en las cuales los habi-
ca fuertemente el espacio francés-, consume gran canti-
dad de superfrcie para un mínimo de habitantes.
organizaciones urbar¡ag francesas dotadas de una agencia de urbanis-
Así, siempre en el caso de Francia,19 mientras que la mo. fuera de París.
población de cada unidad urbana multicomunal conside- 20 Definido como el «conjunto
de espacios donde una parte o la totali-
dad de las actividades económicas o de IoB territorios estálr integrados
rs Según un estudio preciso en el funcionamiento cotidiano (corriente) de una metrópoli,, (Ascher,
llevado a cabo por la Federación Nacional 1995, páe. 34).
de Agencias de Urbanismo (Autores varios, 1993), que analizó a veinte

aJ 18 319
t-:

tantes pueden optar entre varios polos urba¡ros de refe- cual. fue revelado de algún modo por el. balance humano y
rencia.21
material del. tsunami del Océano Indico en diciembre de
Así pues, se puede comprobar una situación un tanto 2004.
extraña: Ia de una urbanización que establece formas es- El paraurbano se revela, pues, no tanto como un (geo)-
paciales aparentemente discontinuas y, sin embargg, ss
tipo sino como un género de urbanización furoposición 11).
caracteriza por Ia constitución de un área periurbana casi Así, hay un género lúdico-turístico como puede haber un
continua de una organización urbana a la otra. La «s¿m- género industrial, todavía muy presente en todos 1os pai-
paña» hecho, el conjunto de geotipos periurbanos- ses de economía en fuerte desarrollo, como India o China,
-de
ya no es exterior a la ciudad: se convierte en el espacio de o un género «tecnopolitano» de Silicon Valley-, un
urbanización más extendido y que manifiesta de Ia mejor género comercial, etc. Desde -eI este punto de üsta, Las Ve-
manera las dinámicas de esta. Los paisajes <<¡uralesn gas es el emblema de un género urbano particular: el Iú-
abiertos se han transformad,o en figuras j¿rerzos de las dico-turístico, que tal vez llegue a convertitse, a fin de
organizaciones urbanas.
cuentas, en modelo; sería una lección para meditar, como
lo hizo en su momento Robert Venturi, pero esta vez sin
abroquelarse en Ia arquitectura.22 Se puede analizar per-
Los tipos y los géneros fectamente su organizaci.ón espacial a partir de las decü-
naciones de Ios geotipos esenciales, según un orden decre-
Jacques Lévy proponía completar esos tipos ideales ciente de urbanidad: central (paracentral, infracentral),
fundamentales que remiten a la centralidad y a Ia perife- pericentral, suburbano, periurbano, infraurbano. Su com-
l¡izacián. Denominaba «paraurbanon al geotipo correspon- binación en Ia superficie constituye la geografía urbana
diente a la diversidad mínima, junto a una densidad real de Las Vegas.
de las «ciudades temáticas» («ciudades industriales» y, En lo concerniente a lo metaurbano, resulta tentádor
sobre todo, a su juicio, las «ciudades turísticasr). Y llama-
aplicar el mismo razonamiento: se trata de un género vin-
ba «metaurbano» al geotipo correspondiente a la u¡bani- culado con el funcionamiento de los transportes y Ios des-
zación de ]as áreas ligadas a los medios de transporte; aI plazamientos. De modo tal, los espacios del transporte
respecto, tomaba el ejemplo de los grandes aeropuertos o pueden ser calificados a partir de su urbanidad, que se
Ias áreas de las autopistas (Lévy, 1994, pág. 288). muestra muy variable: un gran aeropuerto, con sus hubsy
Indiscutiblemente, la urbanización turística, en Ia ac- sus espacios conexos (Heathrow, Roissy, Dallas Fort
tualidad desplegada a escala mundial, suele presentar ras- Worth, Atlanta), constituye en mi opinión un geotipo cen-
gos marcados po¡ una verdadera falta de diversidad so-
tral o, por lo menos, paracentral. Un área de autopistas,
cial, acentuada por el carácter estacional de las frecuenta- según los casos, es infraurbana (en ella sóIo hay un sector
ciones. Así pues, se podría objetar que Ia evolución del tu-
de detención y servicios sanitarios), periurbana (se le
rismo tiende a una continuidad y una diversificación de agrega una estación de venta de combustible), suburbana
las actiüdades propuestas a los turistas, que impulsan la (se ofrecen algunos servicios comerciales, incluso de hote-
acentuación de las densidades y las diversidades. En for- Iería y esparcimiento) y aun pericentral (eI área se trans-
ma paralela, no hay que olvidar que eI turismo también se forma en un sector de actividad donde Ios individuos, al
inscribe, cada vez más, en espacios ya urbanizados, y que desplazarse, aI i.r a buscar algo, pueden hacer una pausa
los lugares, 1as áreas y las redes turísticas se insertan en
Ios otros componentes de Ias organizaciones espaciales, 1o
22 Es lo que inteota el filósofo Bruce Bégo\te¡r Zéropolís (2OO2). P^n
2l El INSEE ha formalizado esto en los mapas de los territorios, que é1,Las Vegaa será nuestro horizonte urbano en Ia medida en que allí se
se pueden co¡'rsulta¡ en el sitio u,ww.insee.fr. realice la utopia de Io funy d.e\entertain ¡¿¿¿ permanentes y todos sea-
mos habit¿rnles de Las Vegas, sin que importe dór¡de nos hallemos.

:t20 321
más prolongada y enconirarse con oLros que trabaia. sean cada vez más dominar a1 mismo tiempo varios espa-
allÍ). Se podría así desmenuzar el examen de todos Ios"es_ cios de diferente tamaño.
pacios vinculados con el transporte, cuyo carácter meta- Las tecnologías de 1a comunicación ofrecen incluso la
urbano conviene no olvidar. Esto destaca é1 hecho de qus posibilidad de transformar al individuo en un con mutad.or
están presentes en todas partes, a escala del Mundo,^el espacial permane¿re.23 No es seguro que estemos en con-
formas bastante estandarizadas. y, sobre todo, qu" io"_ diciones de captar eI impacto de este auge de Ia conmuta-
man Ia trama de despliegue de lo urbano, también en tá- ción espacial, que potencialmente podría producirse en
das las escalas. cualquier parte en que haya actores ligados a las redes de
telecomunicación. En este sentido, si los transportes loco-
lizqn los conmutadores, Ia telecomunica ción los encarna.
Los cortmutadores Gracias a Ia multiplicación de los conmutadores, lo urba-
no, de donde proceden y a cuya expansión contribuyen, no
La asociación entre la definición de género urbano y Ia está basado sóIo en Ia vecindad topológica de espacios di-
de los geotipos posibilita una grilla de lectura de gran ri- ferentes y en la interespacialidad de interfase que eI prin-
queza, que se podria esquemarizar con Ia ayuda de un cipio de separación desarrolla como modo normal de orga-
cuadro de matriz de doble entrada, sin olvidar que sobre nización. A-l mi.smo tiempo, también se basa en la articu-
esto se impone eI examen en términos de especies de espa- Iación instantánea de los lugares, Ias áreas y las redes de
cios (lugar, área, red). A1 respecto, debemos decir aigo diferente tamaño que permite la conmutación.
acerca de Ias configuraciones espaciales particulares d:e_
nominadas conm,utad,ores urbanos (proposición 12). Se
trata de lugares general, aunque en algunos casos Un lugar para la ciudad,
puede tratarse de-enáreas- que permiten la relación entre
varios espacios que aIJ-í se recortan. IJn aeropuerto es un Tras lo expuesto, se puede volver a Ia cuestión de la
conmutador (un área, en eI caso de los de mayor tamaño) ciudad y sugerir que no abandonemos totalmente Ia pa-
superlativo: en su superficie se ¡ealiza la unión mate¡ial e Iabra ni la cosa. En efecto, Ia ciudad constituye una frac-
inmaterial de una variedad muy grande de espacios que ción específrca de Ias organizaciones urbanas Euro-
allí aparecen, sóIo en inte¡sección e interacci.ón potencial. -enla cues-
pa por lo menos, ya que en otras zonas geográfi.cas
En un nivel menor, en términos de orden de magnitud. d.e los tión resulta más difícil de zanjar-: la que corresponde a
espacios conmutables, Ias estaciones ferroviarias se re_ Ios geotipos centrales y pericentrales en localización fi-
velan como importantes conmutadores urbanos, que per- siográfica central. Son sectores <<históricos»», es decir, esta-
miten Ia vinculación entre diferentes estratos esp"ciai.". blecidos esencialmente antes de la fase de expansión ur-
EI conmutado¡ es el operador de la coespaciaiidad, un bana masiva (en Francia, antes de la Segunda Guerra Mun-
modo de relación entre espacios que ocupan una misma dial). Esta fracción, densa y diversa, de configuraciones
extensión o se recortan en un mismo punto. Hoy, en razón muy específicas, que le dan un (eaisaje» y una forma que
de las propias Iógicas de la urbanización, Ia coespaci.ali_ se reconoce de inmediato, es hoy en día un relicto. Aunque
dad se vuelve cad.a vez más importante. EI desar¡ollo de cubre una extensión escasa de las áreas urbanizadas, en
Ias movüdades y de 1a telecomunicación Io explica. Así, a muchos casos continúa fijando las imágenes, alimenta mi-
través de un distribuidor de tránsito de autápistas, por tologías poderosas y de fuerte valor cultural, contiene la
ejemplo, se conmuta fácilmente entre un espácio y o[ro,
pero por medio de un teléfono móvil o de una conexión a
Internet también se accede a otros espacios, se satisface 23 Y pronto se tendrá la posibilidad de ver y grabar, en el teléfono mó-
rtn deseo de cocspacialidad, puesLo que los inclividuos cle- vil o en el PDA [asistente digital personal], imágenes de alta definición
de los espacios conmutables y conmutados.

322
mayor parte de los cmblemas espaciales que significan
ción, de Ia mezcla, del franqueamiento de los límites que
una identidad urbana, y sigue siendo un objetivo de i¿
uno se obstina, sin embargo, en convertir también en fron-
atención política y de acciones específicas, sobre todo pa,l
teras estancas, así como se obstina en producir espacios
trimoniales. Gracias a la captación ae la urbanidad se
urbanizados cada vez más estandarizados, en normar las
cuenta con la posibilidad de no contraponer la ciudad y le prácticas, mientras defiende el principio de Ia excepciona-
urbano, como tampoco confundirlos, sino pensar la aiát¿- lidad de los gustos y las acciones de los i.ndividuos. Y esa
gica de la ciudad y de lo urbano, y los juegos cruzados de
oscilación incesante va acompañada por los relatos de los
significados y valores sociales que se instauran entre esas
actores que, en Io que les concierne, a menudo proclaman
dos realidades combinadas. que aspiran a Ia permanencia, a la dulce certeza de Ia in-
mutabilidad de los usos y las costumbres, a la pureza de
los orígenes y los entornos, a Ia seguridad de las barreras
y de los límites, mientras sus actos, en lo cotidiano, cons-
Hacia un urbanismo pragmático truyen un universo fluctuante e incierto. Porque es barro-
co y contradictorio, Io urbano, a frn de cuentas, no es más
Las realidades urbanas son compuestas, lo cual expli- que humano.
ca que habitar lo urbano ponga a los individuos y alos Esta comprobación no debe llevarnos a la idea de que
grupos ante uná gran variedad de situaciones, como la de
es imposible tratar de regular Ias organizaciones urba-
vivir una cotidianidad hecha a Ia vez de anclaje domésti- nas. Incluso es urgente inventar un urbanismo adaptado
co, de apego a uno o varios territorios de pertenencia. en
a la situación de hoy, a fin de evitar que quede eI campo Ii-
ciertos casos fuertemente reivindicado(s) y defendido(s), bre para eI control de las prácticas de ordenamiento espa-
de práctica utilitaria de espaci.os funcionales, de goc. já
cial remuneradas, vinculadas tan sóIo con los intereses
Ias redes mate¡iales e inmateriales de la movilidaá. Todo
económicos y/o partidarios, cuya progresión lamentable-
ello, con órdenes de magnitud espacial muy diferentes. mente se comprueba en todos lados. Urge definir los mar-
desde el sitio residencial hasta el Mundo. por otra parle,
cos para un urbanismo al servicio del interés general y de
Ia voluntad de separarse de los demás grupos y de Ios per-
juicios funcionales suele estar acompañada por Ia de go_ la utilidad pública. Varios autores, arquitectos, urbanis-
tas, se dedican desde hace unos años a esa tarea, en gene-
zar del potencial que representan la densidad y la diversi. ral tratando de apartarse de las tesis provocadoras e ico-
dad globales de Ias organizaciones urbanas y, en particu- noclastas de Rem Kooltraas, cápaz de deducir de su exa-
lar, de sus geotipos centrales. Desde este punto d.e vista. men dela generic cíty que «Ia ciudad es un espacio donde
se puede ser hostil a la diversidad social, en lo que con-
1o político se ha vuelto impensable» (Koolhaas, citado por
cierne al espacio de residencia. y mostrarse preácupado Mangin, 2QO4, pág- 19). No hay que adherir a esa visión, y
por Ia variedad funcional y social, en lo que concierne al por ello se vuelve indispenéable no creer que el futuro se-
trabajo o al esparcimiento. Todo esto implica poder practi- rá el reciclaje de las viejas teorías y prácticas de Ia inter-
car geotipos diversos y espacios conmutables. En otros vención urbana todo, Ia de la zonificación y eI plan
términos, el habitante urbano es a Ia vez siempre 1ocal y integrador-. -sobre
mundial, está aIIí y en todas partes, al.slado y conectad.á; Para que así sea, es importante no ceder a las ilusiones
es autóctono y confronta con el mestizaje: sus espacios vi-
d.e lo que he dado en llarnar elurbanísmo curafiuo, de ins-
tales expresan Ia intrínseca impureza y la incuestionable pl.ración tecnicista y modernista, que ha prevalecido hasta
complejidad de la experiencia social cotidiana y d.e las es- hoy. Este se basa en Ia voluntad de curar a «Ia ciudad» de
pacialidades.
sus males ¡ecurriendo a una razón instrumental superior.
Lo urbano es el campo de lo inestable y del mowimiento Contra Ia pretensión que impulsa aI urbanismo a con-
que desplaza Ias líneas, de la tr¿lnsfor¡n¿rción. de la inven-
siderar tocla situación rrrbana como perfectamente reem-

325
H
plazable po¡ cualquier otra, y a creer que un mismo pen- cluso de los agrupamientos de áreas. Esta planificación no
samiento instrumental y superior puede tratar de mane- se debe ñjar como objetivo elaborar un mapa de Ias ope-
ra unívoca todos los casos que se pueden presentar, t¡¿y raciones previstas; ya se vio que esto fue un fracaso. Ante
que preferir un urbanismo pragmático y contextual (As- todo, se debe lograr que los acto¡es comprendan Ias gran-
cher, 1995). Este debe partir de las propi.as situaciones ur- des lógicas globales que concurren a la existencia de las
banas, de modalidades de disposición espacial de las ¡ea- diferentes situaciones urbanas, así como los principales
lidades sociales que pueden darse allí, integrando entre rasgos de Ia organización espacial que se pretende orde-
estas a los operadores, sus lenguajes, sus juegos con las nar. Luego, se deben someter al debate público los esque-
distancias y los lugares. Por e1lo, es necesario incluir la mas prospectivos que puedan ayudar a delimitar los perí-
reflexión sobre las espacialidades en el corazón de Ia del metros de los problemas a tratar y sugerir pistas para la
ordenamiento del espacio, mientras que el urbanismo es- resolución de estos.
tandarizado margina esta dimensión por el hecho de que Se trata de renuncia¡ a los falsos heroísmos de las poIí-
el pensamiento morfológico y funcionaL preexiste a cual- ticas clásicas de o¡denamiento espacial, justamente, por-
quier oira consideración. que la complejidad del campo urbano es impermeable a
Se trata, entonces, de definir contextualmente los pro- Ias simplificaciones de aque1las. Aceptemos, pues, eI ries-
blemas urbanos que se plantean y las respuestas que se go de la «democracia dialógica» e intentemos construir fi-
pueden brindar, que serán, como los propios problemas, nalmente un mundo urbano común.
sin duda comparables con otras, pero insustituibles. Se
comprende que esta proposición puede irritar, en cuanto
supone renunciar a Ia fantasía de aportar una sol.ución
universal, «llave en mano)), para cualquier cuestión ur-
bana. También supone que el urbanista 6r' los actores polí-
ticos que enmarcan y/o comandan el ordenamiento espa-
cial), modestamente, baje a la arena para aprehender las
t
caracteústicas de una situación y comprenda Ios diferen-
tes discursos que circulan a propósito de Ia verdad. Tanto
eI discurso del profesional como eI de otros expertos o cien-
tficos son sólo algunos de los que se enuncian, y con toda
justicia deben, en cuanto discursos basados en la preocu-
pación de propone¡ una lectura coherente y crítica, contú-
buir más que otros a que se ajusten todos los puntos de
vista vigentes, a Ios efectos de que Ia inteligibilidad de Ia
situación se pueda asegurar y a partir de ella ae compro-
meta el trabajo del proyecto.
Este urbanismo debe permitir elaborar acciones finas,
circunstanciadas con respecto a las situaciones. ¿Cómo
asegurar, en ese marco, Ia coherencia entre todos Ios orde-
namientos espaciales pragmáticos y contextuales? ¿Cómo
Iograr que ese urbanismo atento a Ia variedad de Ias si-
tuaciones sea^ ln nTetaurbanismo en la dimensión de las
«metápoüs» (Asche¡, 1995)? A mi juicio, reinventando una
verdade¡a planificación a escala de las áreas urbanas, in-

326
EpíIogo
Habitar eI espacio terrestre:
del lugar aI Mundo

«Si se marcqran sobre un papel tod,os los puntos por los


cuales he pasaclo y se los uniera med,iqnte utu trazo, ¿se lo-
Eraría acaso un minotauro?»
pabro picasso, 1960
(citado por Bassaldari, 20O6, pág. 122)

A 1o largo de este libro he querido, en particular, apor-


tar elementos probatorios para dar respuesta a dos pre-
guntas aparentemente simples: ¿Qué hacen Ios actores
sociales ante Ia prueba del espacio geográfrco? ¿Qué «pro-
ducen» por y para su experiencia espacial? Esto nos ha
llevado a descubrir Ia complejidad de las tecnologías esta-
blecidas por cada operador social para disponer, en situa-
ción de acción, una configuración en la que puede mante-
nerse a una buena distancia y en buen(os) Iugar(es). Este
juego de Ias distancias y de los lugares, y la incansable ac-
tividad de delimitaci.ón, de recorte, de evaluaci.ón de los
tamaños y de las métricas, que 1o acompaña siempre,
componen, en eI día a üa, nada menos que el espacio wital
de Ios individuos en sociedad.
Así, eI rodeo por e1 espacio nos ha permitido, de hecho,
abordar un problema esencial, y ello, de modo empírico, y
no metafísico: el de la habitación humana de nuestro pla-
neta, a todas las escalas. Esta habitación, es decir, esta
acción de habitar, es un trabajo cotidiano con los espacios,
desde los más pequeños hasta los más grandes, que poco a
poco transforma a Ia Tierra en una realidad geográfica
inédita: e1 Mundo. Al cabo de ese recorrido, he sido lleva-
do a considerar, en efecto, que Ia acción primordial del ñorn-
bre espacial esla de habitar.l Este verbo austantivado pue-

r Thierry Paquot le dedicó un hermoso libto (Demeure terrcstre,2005)


a esta c¡.restión.

329
dc incluso converlirse en un conccpto clave: el que desio- entre nómada y sedentario parece perder clari.dad, y se
na la espacialidad típica de los actores individuales. - podría formular la hipótesis de que eI nomadismo «influ-
Para cada uno de nosotros, Ia espacialidad humana ye» hoy en Ia mayoríri de los hábitats humanos.
consiste, a partir de la uiilización del esp áci o - recurso- oI Si bien importa otorgarle un Iugar destacado a la resi-
organizar un hábilqt. Esta palabra no remitc, nr"","n dencia, es conveniente no reducir todo el análisis a ella. Ei
marco de anáIisis, únicamente a la vivienda: "., iu -or.áu hábitat es, en verdad, un objeto mucho más proteiforme y
forma parte del hábitat, pero este no se reduce u uUo. poi complejo: eI espacio socialmente construido de Ia existen-
otro lado, aun cuando se considera, en general y con jusia cia humana, por Io general centrado en la casa. Para cada
razón, que eI hábitat de los seres humanos está bu"uáo u., actor, eI hábitat se despliega desde Ia esfera íntima, sen-
la residencia como punto de Ia sedenta¡ización, se desptie- sorial y corporal (primer nivel de Ia espacialidad) hasta el
ga a partir de ella, es «informado» por e1la, hay sin embar- Mundo, a través de las vecindades topográficas (Ias de ia
go hábitats sin «alojamientos» fijos: es eI caso de los «sin proximidad de contacto físico) y topológicas (las de las
techo», por ejemplo, o de los nómadas. Se estima clásica_ redes). Por eso, el anáIisis del habitar humano y de los há-
mente que el hábitat nómada (aI que se puede considerar bitats que de eIIo resultan, constituyendo sus condiciones
un tipo-ideal) se contrapone al sedentario (otro tipo-idea1) de posibilidad, es pertinente a todas las escalas. Cada in-
porque Ias configuraciones espaciales que 1o tipifican y lá dividuo dispone su hábitat, que cristaliza incluso Ia iden-
expresan no son estables, mientras que las del sedentario tidad personal; así es como entiendo Ia frase de Picasso
sí lo son, a partir del hecho mismo de Ia asignación de lo que aparece como epígrafe de este epílogo. Esta identidad
residencia. Así, el sedenta¡io estructura espacios habita_ es, pues, intrínsecamente espacial.
dos centrados en el punto de origen de Ia casa, mient¡as Por Io tanto, el hábitat individual depende de las con-
que eI nómada construye una red Iábil y multicentrada d.e diciones de posibilidad sociales. Se despliega en determi-
caminos, salpicadas por pausas. nada sociedad en función de los contextos que permite. El
Sin embargo, la aparición del hábitat polit ópico2 ----ca- hábitat adopta, según la época y los rasgos de su sociedad,
racterizado por Ia existencia de varios lugares de residen- aspectos materiales e ideales, «giroe, particulares. Como
cia más o menos permanente y numerosos espacios de prác- se ha visto, en Ia actualidad se halla cada vez más ma¡ca-
ticas electivas, elegidas y asumidas como tales, o de fre- do por algunos rasgos culturales ¡elevantes, que forman
cuentación impuesta, emblemática de Ias sociedades con- parte y proceden de Ia mundialización y la urbanización.
temporáneas con movilidad- cambia el panorama. En Entre estos, mencionaremos de nuevo Ia movilidad y Ia
efecto, el turista, eI inmigrante, el hombre de negocios, el coespacialidad. De ello se deduce un modo característico
artista, el unive¡sita¡io, etc., tienen «perfiles» de indivi- de hábitat signado por la dispersión, es decir, por Ia reu-
duos «multüresidentesr», por necesidad y/o por opción. To- nión, en una misma disposición que tenga sentido para (aI
dos deben administrar esta «politopía» organizando una menos) un operador, de sitios, Iugares, dominios, áreas,
compleja y cambiante trama de recorridos, que asegure eI territorios, practicados y vivenciados aunque distantes,
acceso a los diferentes lugares para el descanso y eI traba- agrupados en una figura reticular y organizados por las
jo, y ia conexión de los diversos tiempos biográficos que co- redes de movüdad-
rresponden a cada uno de esos movimientos y detenimien. El hábitat global de una sociedad asocia, pues, todas
tos. Desde este punto de vista, la diferencia ideal-típica Ias especies de espacios sociales e individuales, y mezcla
fracciones espaciales de escalas y mét¡icas diversas, con
2 Esta palabra
fue propuesta po¡ el geógrafo Mathis Stock, ante todo. valores muy variados para los diferentes operadores so-
en el marco del análisis del turismo, para i¡sistir en el hecho de que el
turista habita autéúticamente el espacio que practica. Mathis Stock
ciales. EI conjunto de los hábitats y las estructuras esta-
(2006) considera que la politopía es característica de las sociedades de blecidas por los grupos humanos para que esos hábitats
individuos móviles. individuales y colectivos puedan ser tan perdurables y efi-

3:10
caces como sea posible3 se consolida en disposiciones, en
Iugares, áreas y redes entremezcladas y articuladas. El
Bibliografía
hábitat contempoláneo es un compuesto complejo, una es-
puma, en eI sentido de Sloterdijk, cambiante y lábil, don-
de se entremezclan las experiencias espaciales de cada ac_
tor y las lógicas y estructuras de cada sociedad.
La historia de Rosa Parks, Ia de los turistas y las po-
blaciones alcanzadas por el tsunami del 26 de diciembie,
la de Ios operadores de la biogeoestrategia elaborad.a co-
mo respuesta a la expansión del virus del SRAS, la de los AT,LEMAND, SyJ.vain; Ascnrn, Frangois, y LÉw, Jacques (dirs.),
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ni espacialidades sin regulaciones colectivas), pragmáti- surrnod.ernité, Pa¡ís: Éd. du Seui-I, irggz lLos n;-fu;ares, es-
cas (no hay espacio ni espacialidades sin efectos colectivos pacio d,el anonirnato: una antropología d,e la sobremod,erni-
e indiwiduales), éticas (no hay espacio ni espacialidades dod, Barcelona: Gedisa, 2OO5l.
sin valores, ni normas, ni ubicaciones del individuo con Aucoreno, Jean-Frangois, «L'envi¡onaement sensible et les am-
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de la habitación humona, que intenta comprender cómo «Eléments pour une théorie des ambiances a¡chitecturales et
urbaiuesr¡, cahiers d,e la recherche @rchitecturale et urbaíne,
se puede habita¡ el espacio terrestre, a todas las escalas,
Marsella, Parenthéses, n" 42-43,1998, págs. 13-23.
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talario para uno mismo ni para los demás. péd,ie philosophique uniuerselle- Les Notions, t. I, parís:
3 No debemos Presses Universitai¡es de France, 2'ed., l.gg8, pág, 1272-
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338 ll il9
Índice de nociones

Los términos «espacio», «espacialidaór, «operado¡», «actorrr e


«individuo» y «sociedad», que forman el sustrato conceptual de
mi exposición y vuelven permanentemente, no figuran en este
índice. Sin embargo, cabe aclara¡ que cada uno de ellos está
defruido, respectivamente, en las págs. 51, 141, 143, 157 y 38-9.
Acerca de las nociones esenciales que son las de lugar, área,
territorio, ¡ed, ciudad y lo urbano, sólo se mencionan los pasajes
del übro en que se defrnen y se desa¡rollan.

Accesibilidad: 59, 63, 174, Campo urbano: 304, 327


257, 267, 306-7, 330 Capital espacial: 59, l7'l, 779,
Actante: 47, 58, 72L, 126, 187, 189
742-3, 146-9, 152, 154-6, Capital urbano: 308-9, 311
161, 164-6, t70, l7 3- 4, Casi-personaje: 24, 7O7, 125,
L77,7A4-6, 194, 209, 223, 144-5, 160, 154, 162, 168-
280,307,330 9, 2t1, 276, 227, 236, 267
Apropiación; 61, 108-9, 169, Central (geotlpo). 287, 370-4,
215, 227 920
Área: 25, 40, 48, 56, 61, 6?, 81, Ciudad: 323-4
88-9, 91, 96-8, 104-7, 110- Código de procedimiento es-
1, 115, 117-8, rZ7, 123, pacial: 112, 115
726-7, L29-97, 143, 146, Código oftáImico: 194
r49, 764, 158-9, 163, 170, Coespacialidad: 11, 62, 65,
772,204-a,2rt,222-3, 725,246, 323, 332
226, 235, 245, 247 , 272, Conexidad: 64, 83, 104, 126,
29t, 294, 304, 306, 311, r29, 255
316-8,323-5,332 Configuración (espacial): 23,
A¡ea resideucial: 129, 132 39, 81-2, 87-90, 92, 97,
A¡ea urbana: 81-2 , 124-5, Lg6- 126, L34-7, 790, 2t4, 246-
7 , 799-20r, 203, 274, 219, 7, 285-6, 312-3, 322-3, 332
319,326 Configuración sensible diná-
mica;176-?
Barrio: 81, 111-2, 114, 116-7, Conmutador: 11, 61, 247, 322-
t28, t'|4, 191, 295, 301-2, 324
326 Contigüidad: 56, 63, 83, 103,
109-10, 117, 122, 127,272

lJ41
-l
Continuo/Continuidad espa- 154, 156, 161, 165, 172, Local: 81, 92, 110, 117,200
cial: 9, 60, 67, 83, 109-10, ''1?I;iil::!T64s,50, s
185, 19 7- 8, 20r-2,204, Localización: 69, 89, 99, 133,
116, 118, 120, t22, 124, 1,27, Doruinio/dominialidad: I I 9 206, 209 -1,7, 215, 221., 223, 136, 141, 156, 190,267,
134, 145, 234, 236, 240, 272_ Dominio espacia): 152. 2+i 229, 239, 253, 256-7,265, 269, 2a1, 286, 288, 306,
3, 279-80, 304, 31? 264-72, 27 4, 245, 294-9, 315,316,324
Controversia: 162, 185, 196-?, Emblema espacial: 121, 163- 301, 303-4, 312, 324, 330-7 Lugar: 90-109
799-204, 208, 217_8, 220, 7, 769, 2t7-2, 279, 224 Fisiografía, fisiográfico: 83, Lugar-móvil: 32, 99-702
242, 245, 249, 2a4,292 290, 301, 307, 321, 324 88, 129, 189, 372-5,324
Copresencia: 40, 57, 58-9, 65-6, Frontera: 46, 67, 113-6, 727, Metaurbano (género): 286,
Emplazamiento: 83, 46, 48 31 1,
98-9, 104, 206, 257-a, 264, t56,279, 325 320-2
99, 120
275, 28a,305, 307, 313 Métrica: 37, 40, 62, 98, 101-7,
Entorno: 24, 64-8, l2t, 2g4
Escala: 10. 15, 12, 25_6, 28. Geoestrategia: 343 113, 115, 117, 119, 121,
Delimitación: 40, 49-50, 65-7, Geograma:133 131, 135, 1,42, 144, 149,
69, 110, 129, 186, 2\6, 249, 30-1, 38, 40, 55. 60, 62, 68.
74, 80_5. 87-8, 90. 95, 9?-9, Geotipo: 253, 286, 307, 314-8, 151, 153, 767, 771, 209,
273, 327 , 330 320-4 257, 269, 277, 297, 337
Desplazamiento | 87, 5b-62, 104, 109, 113, 118, 126,
129, 131, 133, 135-6, 142- Mitología: ?8, 95-6, 107, 112,
64, 73, 98-9, 70r_2, r20, Habitar:9,331-2 t16, t77, 2t6, 21,8, 244,
134, 150-1, 5, 3, 155, 166-7, 777, 782,
15 3- 1?1,
190- 1, 193, 200, 202-3,
Hábitat: 11, 16, 21, 279, 247, 298,307,323
184-5, 189, 275, 256, 259, 301,329-32 Movilidad: 11, 34, 40, 55-63,
264-9, 2A6, 303, 319-20, 247, 253-4, 264, 270, 277,
Hiperce¡tro: 312-3 100-1, 122, L25, 128, r49-
242-4, 2Aa, 292, 295, 305,
Horizont: 116-7, l.2f 55, 255-6, 258, 279, 286,
Dimensión espacial: 40, 51, 308,313,315,317,320, 288, 300, 302, 304-6, 313,
60, 6?-9, 74,7a, A4, ,4t, 326, 329 Ideal y material:. 22, 57, 59, 318-9, 323.4, 330-2
772, 174, t8A, 254, 256 Escena política; 168, 210- 1, 67 -7O, 44, t47, t6t, 772, Mundo: 27-8, 30-1, 60, 74, 81-
Disconti¡ruo/Discontinuidad 275, 2t7 , 220, 229, 232, 2LO, 224, 245, 537 2, 93, 95, 98, 149-50, 153-
espacial: 22, 83, tO4, ),74, 237-A,29A Identidad espacial: 9O-2, 94, 5, 166, 180, 229, 290, 294,
727, 736,273, 316, 319 Esfera personal: 26, 3O-1, 24g to7, 239 325, 329, 332
Disposición (espacial): 19, 24, Esferas espaciales: 86, 81 Ideología espacial: 63, 68, 78,
41, 81, 83-5, 87-8, 110, Espaciamiento: 25, 5l-2, 54-5, LL7, 726, 166, 201, 210, Naturaleza; 20-3, 54, 7O7 ,
t2L, 125, 130, 133, 150, 98 2t3, 222, 240, 273, 296 130, 170, 287-90
157, 165-6, 176, 179, 186- Espacio genérico: 135 Ideología territorial: 109- 10, No-humano; 2O-2, 41, 56, 742-
90, 193, t96, 203-5, 2t2, Espacio geográfic o: 27, 25, 40, LL2, L24, t28, 279 5, 148, 160, 162, t72-3,219
279-27, 267 -A, 2At, 28't, 46-7, 49, 65, 72, 107, 11,9, Imagen espacial:. 69, 71, 75,
307-8,313,327,331 729, 147, r80, 204 78, 163, 205 Operador espacial: 21, 41,
Dispositivo espacial: 42, 191, Espacio social: 27, Ll3-4, LB4, Interespacialidad: 30, 3?-8, 120, 148,171, 191, 286
190-4 198,299 125, 823 Organización espacial: 65,
Dispositivo paisajístico: 164- Espuma espacial: 36-2, 46, 81, ),29, 7',12, 185, 187, 204,
6, 195-6 121, 130, 136, 300, 302 Leyenda: 92, 725, 795, 272, 307, 325
Distancia: 20, 25-6,84, 88-40, Extensión: 32, 34, 46-50, 6O-3, 225, 22a-9, 231-6, 239-43, Organización urbana: 60, 66,
42, 45-57, 61, 64.5, 67, 69, 65, 70-1, 89, 91, 96, 105-6, 277 92, 74t, 226, 239, 268, 21 A,
a2-5, A7, 95-7, 70r-2, lr4, 110, 118, r20, 130, 782, Límite: 25, 65-7, 91, 111, 121, 280, 284, 305, 308, 312,
741-2, 172, 176, 178-9, L72, 267, 277, 276, 286, Lza, L34, t37, 743-7, t52, 319-20,322-4
187, 198-9, 20t, 204, 222, 305, 315, 3r9, 323, 324 157-8, 165, 170, 181, 183,
24t, 246, 24A-9, 255, 285_ 185-6, 199, 213, 215, 224, País; 117-9
6, 288, 301-2, 304-7, 3t6-7, Figura: 70, 73, 75-8, 722, 72A, 245, 269, 242, 293- 4, 297, Paisaje: 68-71, 73, l3O-4, 743,
327, 330, 332 131, 133-6, t44-7, 149, 299, 302,316, 319,20 162, 167, 192-6, 201,, 2t1-

:142
3, 2tA, 225, 306-9, 317, Sustancia: 20. 40, 51, 58.
320,323 79,84_5,87. 39,95. s;',
?A
Biblioteca de sociologÍa
Paraurbano (género): 286, 102. 130, t4l, 148, 16ó:
310-1,320-1 16 8, 195. r99, 205, 210
Peligro, poner en: 31, 148-9, 228, 233, 236, 244. g|f.
151, 153-4, 191, 197, 199,
200-2, 2t5, 279, 224, 242, Tecnologías de la distancia: 4S.
244 50, 55_7, 171, 245, 305-6
Pericentral (geotipo): 314-6, Telecomunicación: 55-6, 62.
32t-3 255,285,300,322
Periurbano (geotipo): 145, Territorio: 104 Míchele Abbate, Libe¡tad y 6ociedad de masas
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