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Sociología del público wnsti-

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Sociología del arte
4. Sociología del público

Segunda edición

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Biblioteca I. T. E. S. O.
Sección: Ciencias sociales.
Arnold Hauser:
Número: 243 Sociología del arte
4. Sociología del público
Otras obras de la misma sección: .
A. Hauser: «Historia social de la literatura y el arte» (P.O. 19,
20 y 21).
J. Soustelle: «Los cuatro soles. Origen y ocaso de las culturas»
(P.O. 71). .
A. de Tocqueville: «La democracia en América» (P.O. 74).
L. Marcuse: <<Filosofía americana» (P.O. 77).
L. Strauss: «¿Qué es filosofía política?» (P.O. 91).
M. Kidron: <<El capitalismo occidental de la posguerra>> (P.O. 109).
E. Ruiz García: «América Latina hoy» (P.O. 114 y 115).
J. Vogt: «El concepto de la historia de Ranke a Toynbee»
(P.O. 116).
J. de Castro: <<Geopolítica del hambre>> (P.O. 140 y 141).
L. Bonilla: <<Las revoluciones españolas en el siglo XVI» (P.O. 148).
]. P. Harroy: <<La economía de los pueblos sin maquinismo»
(P.O. 152).
G. Duncan Mitchell: <<Historia de la sociología>> (P.O. 144 y 164).
H. Lefebvre: <<Marx» (P. O. 172).
M. Berthold: «Historia social del teatrm> (P.O. 177 y 178).
A. Hauser: <<Fundamentos de la sociología del arte» (P.O. 180).
G. Gurvitch: <<Proudhon» (P.O. 181).
l. C. Jarvie: «Sociología del cine» (P.O. 182).
S. de Coster-F. Hotyat: «Sociología de la educación» (P.O. 184).
R. L. Heilbroner: <<El porvenir humano» (P.O. 191).
M. Twain: «Las tres erres» (P.O. 192).
D. Lacalle: «Técnicos, científicos y clases sociales» (P.O. 216).
J. Maquet: <<El poder negro de Africa» (B.H.A. 66).
A. Hauser: <<Sociología del arte».
E. V. Schneider: «Sociología industrial. Relaciones sociales entre
la industria y la comunidad».
S. F. Nade!: «Teoría de la estructura social>>.
J. Monnerot: <<Sociología del comunismo>>.
T. Parsons: «La estmctura de la acción social».
Ediciones Guadarrama
Colección
セ@ Universitaria

m de Bolsillo
Punto
Omega

Biblioteca I. T. E. S. O.
Título original: <<Sociologie der Kunst»
Traductor: Vicente Romano Villalba
i i
Portada: Estudio R&S
Printed in Spain Cuarta parte

Sociología del público

1. Alocución y pronunciación

\
r l. El sujeto productor y el receptor

Tanto la historia como la crítica del arte, la doctrina de los gé-


neros y técnicas artísticos como la psicología y la sociología del
arte consideran e interpretan la obra de arte principalmente desde
el punto de vista del sujeto productor, y sólo a modo de comple-
mento desde el del sujeto receptor. Sin embargo, pese a la circuns-
tancia de que el objeto de la vivencia artística es el producto común
de autor y público, tampoco puede equipararse ni poner de acuerdo
al autor de la obra con el lector, oyente o espectador que se compe-
netra totalmente coq ella. No sólo se trata de personas particulares,
de diferente intención y emoción, aunque se parezcan por el senti-
miento de la vida y el pensamiento social, sino también de sujetos
que funcionan de manera distinta, portadores de objetivaciones es-
téticas diversas. Lo mismo que el esteta, el crítico o el historiador
© Arnold Hauser no pueden confundirse nunca con el autor, por fina que sea su sen-
© Ed. esp. Editorial Labor, S. A. Calabria, 235-239, sibilidad, por muy profunda que sea su participación en el destino,
Barcelona-15, 1977. las inclinaciones e idiosincrasias de éste, por muy dispuestos que
Dcpósi to legal: ,\l. 3ll6<J--l '177 estén a vivir, amar y sufrir con él, la novela leída tampoco es ya
ISBN: 84-335-02-13-3 la escrita, ni la pieza de música tocada tampoco es ya la compuesta
ISBN: 84-335-2970-6 (obra completa)
o la imaginada por el compositor. Y por insignificante que sea lo
Impreso en Gráficas !barra, S. A. l\!atilde Hernández 31
MADRID--19. ' ' que objetivamente aporte a la obra recibida el lector, oyente o es-
pectador, la creación del artista se desplaza a otra esfera o a otro
plano al ser consumada por el receptor. Pues por insignificante que
sea el desplazamiento desde el punto de vista de la teoría o de la

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historia del arte, da lugar a uno de los giros más decisivos que puede 2. La obra ofrecida y la recibida
experimentar la obra de arte. En la identidad de todos sus elementos
formales y de contenido varía su función, su sentido y su finalidad La obra de arte recibida no es en modo alguno idéntica a la
en la vida del sujeto respectivo. obra producida, aunque sólo sea porque los caminos del autor y del
El arte parece estar determinado, principalmente, por una ne- receptor llevan en direcciones opuestas, a pesar de que se crucen. El
cesidad de expresión, por un afán de tensión, aunque esencialmente ·artista parte de la vida, es impulsado por uno u otro de sus aspectos,
no es más que comunicación e información, y sólo puede conside- problemas y contradicciones a la creación de obras autónomas, se-
rarse logrado cuando se efectúa la pretendida transmisión y com- paradas de la vida. El observador parte de las obras independientes
prensión, cosa que raras veces ocurre de acuerdo con la intención y busca en ellas aclaración y elucidación de la vida y alivio de su
sino. El pintor piensa en un cuadro determinado cuando pinta un
original. Tanto el acto de presentación como el de recepción implica
paisaje, el poeta en la musicalidad de una poesía cuando describe
la cooperación y acción recíproca de dos sujetos, el productor y el
una vivencia, el compositor en un complejo rítmico-armónico-mo-
receptor; si bien ambos representan funciones singulares e incon-
tivista cuando pretende expresar sus sentimientos. El contemplador,
fundibles. Su diferencia no estriba, sin embargo, en que el artista es
lector u oyente apenas sabe algo, con frecuencia, de la obra en
la parte realmente activa y el receptor la meramente pasiva. Pues
cuanto estructura organizada y sólo piensa en el hermoso paisaje,
si así fuese, el público artístico recibiría de modo invariable la obra
en la vivencia particular o en la conmoción emocional que sirvie-
ofrecida, y la vivencia artística no sería más que ratificación, cosa ron de ocasión, motivo o pretexto para la creación artística. Artista
que nunca es exclusivamente y que ocurre cada vez menos a me- y público no hablan la misma lengua desde un principio. La obra
dida que aumenta la distancia histórica. de arte tiene que ser traducida a un idioma propio para que resulte
La hipótesis de la existencia de receptores pasivos e indiferentes generalmente comprensible y para que la mayoría pueda gozarla.
corresponde a la leyenda acerca de la poesía como lengua materna El abismo que existe de antemano entre el sujeto productor y el re-
de la humanidad. Mas, en realidad, ningún artista se dirige a la ceptor no sólo aumenta con la distancia temporal que los separa,
ィオュセョゥ、。@ a secas, ni tampoco escribe para un lector cualquiera, sino también con la profundidad, complejidad y singularidad de las
lo mismo que ningún lector lee sin ninguna elección, sino que cada obras. La inmediatez y amplitud de su efecto guardan una relación
uno emprende su lectura con deseos determinados, por muy indife- inversa con su diferenciación. Cuanto más exigentes y sublimados
renciados que sean críticamente. Las capas de público que prevea sean los medios de que se sirven, tanto más imprescindibles son los
el artista al crear sus obras, el tipo de obras que gusta a un público vehículos de transmisión entre un artista intransigente, por notable
o que espera que le guste, cómo se manipulan las obras, por así de- que sea, y un público acrítico, por ambicioso que sea.
cirlo, y cómo conserva o modifica su identidad una capa de la socie-
dad bajo la influencia de las obras que se le ofrecen, en suma, las
expectaciones y satisfacciones de los procesos desarrollados con estas 3. Los mediadores entre autor y público
funciones diferenciadas constituyen los giros del espectáculo que ana-
liza e interpreta la sociología del arte. · Mas, cualquiera que sea la constitución de una obra de arte, nor-
Sociológicamente no existen los libros que no se leen, igual que malmente pasa por muchas manos antes de llegar del productor
tampoco es música, sino tan sólo anotación de ella, la partitura que al consumidor. La sensibilidad y capacidad asociativa, el gusto y
no se toca o no resuena en el oído interior. El proceso artístico es el juicio estético del público son influenciados por una larga serie
alocución y pronunciación. En cuanto mera ensoñación o monólogo de intermediarios, intérpretes y críticos, maestros y expertos, antes
de constituirse en pautas más o menos obligadas y criterios rec-
sin respuesta carece por completo de cualidad ontológica. El texto
tores para obras que todavía carecen de una asignación cualitati-
impreso no alcanza realidad estética hasta que no es leído; sin leer,
va, de un sello académico, y problemáticas según la opinión públi-
no es más que una serie de signos jeroglíficos.

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l
ca. Es evidente el importante papel que desempeñan en este proceso que parezca casual e inadecuado todo efecto derivado de Qセ@ ヲオョ」ゥ￳セ@
los momentos estéticamente irrelevantes, tales como la moda, el privada, referida al artista. No obstante, caree: de toda cahdad e_ste-
esnobismo, la ilustración ficticia y el miedo a quedarse por detrás tica objetiva la obra que es incapaz de producir un efecto emancipa-
de los portadores del gusto. Cuanto más brusco sea el giro de una dor de la intención creadora individual.
dirección artística a otra y cuanto más moderno sea el lenguaje
formal del movimiento de actualidad, tanto más importante es la
función del mediador entre autor y público, entre la producción y el 4. Yo y tú
consumo, los conoscenti y los muchos que todavía ignoran la nue-
va forma expresiva. Hay que familiarizar a los profanos con los En el sentido de que una auténtica obra de arte no es mera ex-
elementos de la renovación lingüística antes de que comprendan de presión sino también comunicación, no es tampoco mera alocución
qué se trata. El monopolio de la ilustración, íntimamente relacio- sino también pronunciación. Nadie se habla a sí mismo en verso,
nado con los privilegios socioeconómicos, no se abandona sin más. nadie experimenta sus impresiones de la naturaleza en cuadros, sin
La cultura democratizadora y la crítica a los valores tradicionales que también quieran hacérselas ver a otros. Cuando se dice que el
forman la clave para la liberación de la esclavitud de la práctica ar- artista transmite algo al expresarse, se quiere decir que habla a al-
tística y lingüística anquilosante e inexpresiva. Mas la llave no abre guien al manifestarse. Toda expresión artística, toda descripción evo-
todas las puertas, y muchas menos si:p. pedir una remuneración a cadora de ideas, sensaciones y objetivos, se dirige a un oyente o
cambio de ello. A medida que los intermediarios abnm el acceso a espectador efectivo o hipotético. Tampoco las manifestaciones de
las obras antes cerradas alejan con frecuencia a los iniciados del sen- índole puramente íntima, en apariencia referidas únicamente al
tido original y principal de las creaciones. El supuesto significado locutor son totalmente monológicas, sino que suponen la presencia
de las obras de un pasado olvidado se compra generalmente al pre- de un testigo al menos ideal o de un destinatario anónimo. El «mo-
cio de graves malentendidos. En vez del concepto de la verdadera nólogo interior» corresponde a la disposición anímica de un perso-
voluntad artística, se obtiene el reflejo muchas veces roto de un nexo naje del escritor o a un papel que él hace. En cuanto tal, el escritor
histórico irreconstruible en su forma auténtica. Pero por muchas no monologa.
veces que se logre la reconstrucción, no existe ninguna garantía se- La producción y recepción artísticas son interdependientes y,
gura para la interpretación correcta del arte que ha perdido su ac- en verdad, no sólo porque el yo que habla se dirige a un tú hablado,
tualidad, como es el caso, por ejemplo, para el pronóstico de un arte sino también porque las formas de organización y los contenidos
que aún ha de producirse.
sensibles del lenguaje se forman de antemano con relación a su
Como es sabido, Goethe decía que «el libro que ha tenido una recepción y se mueven tanto en las formas conceptuales del sujeto
gran influencia, ya no puede en realidad ser juzgado» '. Si por esto receptor como en las del productor. La interacción entre ambos no
entendía la fase en que se encuentra una obra de arte después de significa solamente que el acto creador pueda cambiar continua-
haber pasado del terreno individual de su autor al ámbito social del mente bajo la influencia de la conducta del receptor, sino también
público, ninguna de ellas puede ser juzgada después de cierto tiem- que la reacción se modifica constantemente bajo la influencia del
po, esto es, que no se puede interpretar en el sentido del autor. Al ofrecimiento, y al final de una representación teatral o al final de un
perder su significado original, referido a la persona de su autor y concierto los espectadores u oyentes no son ya los mismos que eran
a sus contemporáneos, adquiere, sin embargo, una naturaleza dis- al principio.
tinta, póstuma y anónima, con la que, al compararse con ella, el Ambas fases del proceso artístico están socialmente condiciona-
sentido original y auténtico tiende a convertirse en una mera ilu- das por una relación mutua entre el yo y el tú. Todo yo se convierte
sión, en un ideal vano. Según la intención artística original cabe en objeto para el tú y todo participante adquiere sentido y finalidad
1
gracias a la relación con el de enfrente. La conducta productiva y
Goethe al canciller F. von Müller, 1822. la receptiva presuponen espontaneidad y sensibilidad: ideas y sen-

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saciones comunicables, de un lado, y receptores capaces de resonan- n más arte que el que figura como tal, confirman la pri
cia, aptos de reconstrucción y 」ッューセョ・エイ。ゥ￳L@ por otro, los 」セャN・ウ@ no recOnoce ., 1 'd f 1'
· de la recepción sobre la produccwn, en e senti o enomeno o
se entienden por medio de un lengua¡e formal común. La condlCIOn [セi。イクゥウエL@ pero no en el psicológico positivista. En una palabra,
básica de todo arte es el hallazgo de tal lenguaje. ahora solo es arte lo que se consume como tal.
Pero el carácter social del arte se manifiesta no sólo en que el
artista se sirve de un «lenguaje» cuyos elementos toma de otros y
que comparte con otros, sino también en que su lenguaje es un me- 5. La producción como producto del consumo
dio para conseguir su fin, en que ha de someterse no sólo a las re-
glas de la gramática, sino también a los principios de una estilística, El lenguaje no expresa ningún contenido 」ッョセゥ・エ@ dado an-
esto es, a las normas de un gusto de vigencia más o menos general. tes del lenguaje. Este contenido nace con ellengua¡e, 。セョアオ・@ no de
Esta dependencia se mantiene por mucho que los portadores de la él. Forma y estructura de la expresión se 、・ウ。セイッャョ@ セ。ョ@ pasu Y van
recepción sean formados por los de la producción y por alternativa · d' lublemente unidas ' pero son tan Irreductibles
tanmiso ,. 1una a la
que sea también su acción recíproca. Para el artista no hay nada que otra como el ser y la conciencia, la materia y el セウュエオL@ a セ・イ」M
encame mejor la fuerza de los poderes sociales que el gusto del pú- ción sensorial y el aparato categorial. El lengua¡e ュ」ャセケ@ s_Imulta-
blico, con el que puede muy bien porfiar, pero de cuya influencia neamente el principio de la subjetividad y el de la ob!etividad: セᄋ@
no puede escapar. En contra de él no se hace valer ninguna clase en cuanto expresión, el arte es en la misma medida realidad sub¡eti-
de autonomía, sino a lo sumo el impulso dialéctico de la creación vamente organizada, contenido anímico articulado y artefacto como
artística. Cada obra, por singular y moderna que sea, sigue más o calidad objetiva, hallazgo y sonido natural. Igual .que todo セウエ。ッ@
menos el gusto predominante, gusto que cambia, sin embargo, con anímico objetivamente comunicable, todo comple¡o de 」ッョゥセ。@
cada obra nueva. artístico es también algo no lingüístico, no pensable, no consciente,
La regla general se convierte en cadena opresora de la práctica, lingüísticamente expresable. .
pero la regla es producto y no principio productivo de la práctica. Cabe que la obra de arte se deba a la necesidad de autoafirma-
La producción no surge hasta que no se ha hecho visible la posible ción y autodefensa, a la protesta contra la injusticia o al dolor ーセイ@
aplicación de los productos. Como dice Marx, «el consumo crea el el destino humano, cabe que se derive del orgullo de los que domi-
impulso a la producción» 2 • Así, pues, el empleo no constituye nin- nan el idioma y «pueden decir cómo sufren», o cabe que resuene
gún elemento meramente regulador o modificador, sino más bien en el júbilo del «¡Uníos, millones!», pero es. y ウゥァセ・@ siendo セカッ」。@
un elemento constitutivo del proceso productivo. En este sentido, ción de ideas y sensaciones, invitación a ュ。ヲ・ウエ」キョセ@ Y 。」セキョ・ウL@
las formas del lenguaje no se dan ultimadas para servir a la pro- llamamiento a ponerse en claro y hacer las paces consigo mismo. Y
nunciación; es ésta la que crea los medios de la comprensión. Es con el mundo. Su ser y esencia radican en lo evocador. Ya desafie,
decir, por utilizar de nuevo la terminología de Marx, que: «la pro- lisonjee, persuada 0 sorprenda, se mantiene en la forma de una alo-
ducción crea a los productores» •. El origen de la alocución y de cución, denuncia o defensa.
prestar atención es la necesidad de comunicación, el deseo de unión Tal como observa el joven Marx acerca del lenguaje en general,
de un sujeto con otros. el arte surge de la necesidad del tráfico con otros hombres. En él
Los últimos progresos, que no sólo ponen en tela de juicio tal o se objetiva por primera vez, quizá antes aún de la génesis de un
cual movimiento artístico sino el arte a secas y que al fin y al cabo lenguaje articulado, el fenómeno de la conciencia .de una ュ。ョ・セ@
perceptible para el locutor mismo y para los demas. «El ャ・ョァセ。ᄀ@
2 Marx: Fundamentos de la crítica de la economía política. Borrad01 de es tan antiguo», se dice en La ideología alemana, «como la concien-
1857¡58, 1953, p. 13 de la edición alemana. cia, el lenguaje es la conciencia práctica, existente también para otras
3
Ibídem.
personas, real, y el lenguaje nace, igual que la conciencia, de la ne·

554 55 S
cesidad del tráfico con otros seres humanos» •. De esta suerte. el {era a la otra y uno pueda resarcirse de la vida en el arte y de las
arte. es en todo caso una variedad, si no una forma previa, del len- formas demasiado exigentes del arte en la vida.
gua¡e. La afirmación de Walter Benjamín en el sentido de que la «con-
セ。ウ@ obras más numerosas e importantes del arte del pasado se sideración del receptor» resulta estéril para el conocimiento de una
debteron a encargos expresos, y eran, por tanto una alocución al obra de arte, y de que una poesía no vale para el lector, un cuadro
menos indirecta. Las creaciones de las artes plás;icas apenas se da- tampoco vale para el observador ni una composición musical para
セ。ョ@ de otra manera hasta los tiempos del Renacimiento. y compo- el auditorio •, se deriva de la hipótesis de que lo esencial de una poe-
sitores como Bach y sus coetáneos, incluso sucesores, produjeron sía o de una obra de arte no es en absoluto «comunicación ni
ウオセ@ obras por encargo o para cumplir con sus deberes oficiales, poco manifestación». Cierto, lo que Benjamín llama «lo incomprensible,
セ。ウ@ o menos como «portavoces». Haydn compuso todavía sus úl- misterioso», forma parte cÍe su esencia, pero lo que se olvida de men-
timas grandes misas para cumplir su contrato de trabajo con el prín- cionar es el hecho de que lo incomprensible y misterioso del arte
cipe eウコエ・セィ£ケN@ Por lo セZョ・イ。ャL@ Mozart trabajaba bajo la presión de no estriba sencillamente en lo que él denomina «forma» •. Todo el
unas イ・ャ。セQPョウ@ de serviCIO a menudo casi insoportables y el deber proceso mental que atañe al problema de la comunicación artística
de produe1r piezas para los propios conciertos o satisfacer los deseos gira en tomo a cuestiones de la traducción de obras poéticas, y pre-
de toda clase de cantantes e instrumentalistas. En sus últimos años tende subrayar la circunstancia de que el criterio de una buena tra-
creadores Brahms, incitado por la amistad con el clarinetista Ri- ducción radica en la comprensión del estado de ánimo, de la mu-
chard Mühlfeld, se entregó a interpretar en un medio nuevo para sicalidad lingüística, de los tonos concomitantes, en una palabra,
él como solista. de la transparencia de ese «misterio» no revelado en ningún ele-
Algunos de los problemas más importantes del arte giran en tor- mento de contenido. La obra de arte tiene que entenderse de ante-
n? セャ。@ relación.de la autonomía de las formas estéticas con la praxis mano como algo así como una «traducción», la representación indi-
diana de los su¡etos que reciben las obras de arte. Por correcto que recta de una objetividad captada ya en categorías artísticas, a fin de
ウセ。@ ・セ@ アセ・@ toda vivencia artística auténtica incluye en sí las expe- que pueda asimilarse en el concepto claro y relajado, en y de por sí
nenctas, mtereses y objetivos decisivos de sus portadores, sería igual- adialéctico, de la forma.
mente falso, por otro lado, esperar o exigir que la vida de los recep- El esfuerzo del artista va encaminado a ャセ@ solución del cometido
セッ・L@ Y a 、セ」ゥイ@ verdad también la de los entendidos y capaces de de hallar una forma comunicable y comprensible para la expresión
JUICI?, セ・@ onentase por el arte. El amor y la comprensión del arte de sus vivencias, experiencias y sensaciones. Sus sentimientos y vi-
no セiァュヲゥ」。@ el deseo de que la vida gire en tomo a él, sino al con- siones se convierten en material artísticamente utilizable al salir del
セイ。ゥoL@ que el arte gire en torno a la vida. Es absurdo e inútil que- terreno de la mera intimidad y pasar de estados anímicos amorfos,
prse. de que la ᆱ・ウヲセ。@ 、・セ@ sentimiento» no empieza hasta que cesa de humores e inclinaciones fluidos a estímulos articulados, capaces
el ᆱエャ・セーッ@ セ・ャ@ negocio»; esta es precisamente la regla. Pero el arte de recepción y vinculación. La idea artística más primitiva y em-
no :sta 、・セエZョ。ッ@ a los estetas sino a los hombres de la praxis con brionaria tiende ya a la transmisión. Y toda comunicación compren-
sent.Ido estetico y sentimiento de la calidad. El mal empieza donde sible presupone, por su parte, un sistema de signos más o menos de-
se siente como carencia la lejanía de la propia vida profesional res- sarrollado, la posesión común de los medios de expresión por un gru-
pecto de una vida estética, valorada según criterios formalistas de po social. Los medios están condicionados por la voluntad de comu-
「・セャコN。L@ Y dond; •. al desear proseguir tranquilamente su existencia nicación, y ésta por los medios disponibles de expresión.
ーイ。セエ」ュ・ョ@ uttl, se exige y favorece un arte que se aleje lo más Ahora bien, si también puede afirmarse que todo arte es una
post ble de la vida cotidiana, a fin de que no se recuerde en una es- especie de lenguaje, no puede explicarse en absoluto que una cons-

• Walter Benjamín: Escritos, 1955, 1, p. 40.


4
Marx: Primeros escritos, p. 357 de la edición alemana. • Loe. cit., p. 41.

556 557
trucción es «artística» porque sea lingüística, como reza la tesis de un público que mira y goza... un diálogo con quien se ィ。ャセ@ 。ョセ・@
Heidegger sobre la esencia poética de todo arte'. «El lenguaje no lla» 9 • «El colorido plumaje de las aves resplandece tambien セュ@
es poesía», dice, «porque sea la poesía primigenia, sino que la poe- セオ・@ se vea, su canto resuena sin que se セゥァ。L@ el lirio, セオ・@ solo flo-
sía se sucede en el lenguaje porque éste conserva la esencia origina- e una noche, se marchita sin ser admirado en las tierras de los
ria de la poesía» •. Las demás artes son tan «lingüísticas», comu- bosques meridionales ... Pero la obra d e arte,_ d"Ice en otro pasaJe
rec . de
nicativas y evocadoras como la poesía. Y ésta no es la lengua ma- la Estética, no existe para sí, sino que es esencialmente una ーイ・ァオョエセL@
terna de la humanidad como tampoco lo son las otras formas del una alocución al pecho en donde resuena, una llamada a los senti-
arte, ninguna de las cuales encierra como ella algo más o menos mientos y a los espíritus» •
10

secreto, infundado, callado e inefable. La pregunta requiere respuesta y resuena en espera de una. Las
Tanto en la poesía como en el arte en general, comunicación ersonas a las que se dirige el artista no son meros receptores, oyen-
significa comprensión entre el sujeto productor y el receptor, la ies 0 espectadores mudos y pasivos, sino interlocutores. Su voz sólo
esencia del vehículo entre obras de arte y su recepción, es decir, «me- in,directa, perceptible a través de la de los artistas, pero no por
diación», pero sólo en el sentido de que un contenido sensorial ya :o deja de contener la obra, además de la 」ッョエイゥ「オ￳セ@ セイゥュ。■L@
articulado se transfiere a una hoja todavía sin escribir desde el pun- una serie más de contribuciones que conducen al nacimiento de
to de vista artístico, pero no en ese sentido más radical, objetivador, una forma en cuanto objetividad que reacciona a la subjetividad
de que la mediación significa la formulación de un material aún espontánea del artista, forma cuya estructura dialógica es inconfun-
totalmente inarticulado en categorías racionales especiales y en ob- dible. En el diálogo entablado, el público desempeña, en cuanto in-
jetividades específicas, correspondientes a ellas. Esto es, tampoco terlocutor, un papel anónimo y encubierto. Su participación en el
corresponde al principio que en la teoría del materialismo histórico proceso artístico no se percibe hasta después de haberse terminado
une la supraestructura con la infraestructura, que parece reempla- éste y estar listos para análisis los factores de la recepción. Pero
zar el salto entre ser y conciencia, materia y espíritu, naturaleza el mismo artista tiene siempre presente en el proceso creador la
y cultura, y parece salvar el abismo entre ellos. Cuando se comunica esperada acogida de su producto, se juzgúe correcta o incorrecta-
la expresión artística se ha efectuado ya la mediación estéticamente mente. La configuración de sus obras se efectúa como una incesante
constitutiva: ser y materia han devenido inteligentes y culturales, solicitud por la aprobación del público, con la anticipación de las
lo que todavía queda por comunicar es la forma artística terminada. objeciones y la estimación del posible eco por parte del gran des-
Ahora son únicamente las obras individuales las que requieren una conocido, que se hace valer durante el acto de creación como «voz
mediación hermenéutica ulterior. interior» del artista en lucha por el éxito.
El receptor no sale directamente de esta función indirecta has-
ta que se ha consumado el acto receptor. En la forma de la vivencia
6. La obra de arte como diálogo artística concreta, de Qセ@ comprensión o incomprensión, de la apro-
bación o del rechazo, de la reconstrucción resultante u omitida, es
La obra de arte es una construcción dialéctica, no sólo como donde el diálogo dialéctico entre el artista que se abre y el receptor
contenido formado, no sólo como alocución que pone en juego un que se hace oír conduce a la respuesta final de la pregunta plantea-
tú hablado o un vosotros, además del yo hablante, sino también, da por la obra. El artista ha pronunciado su última palabra y se calla;
y en verdad principalmente, como pronunciación que se entabla el receptor toma la palabra y la historia ulterior de las obras se
entre autor y auditorio mediante una continua acción recíproca. realiza en las formas de la recepciÓP, historia en la que el artista
Como dice Hegel, la obra «no está para sí, sino para nosotros, para desempeña ahora el papel anónimo e indirecto. En la supervivencia

7
Martín Heidegger: El origen del arte, 1960, p. 82. 9
Hegel: Estética, edición de Fr. Bassenge, 1955, p. 276.
8
Ibídem, p. 85. 10
Loe. cit., p. 109 y sig.

558 559

de las· obras así desplegada es donde se contiene la mayor parte de d . ¡- •t d · dividuos s·no en la
la evolución de la historia del arte. siones intemas y e sensacl?nes lml a as a m , 1 .
'1 d l"d d . . . participación de otros en el1mpulso creador y en el acto de la ob]e-
D e t od os m od os ' no , . so o carece e rea. 1 a soc1o1og1ca concreta . . . . b" . E "d
tivación de acontecimientos su ]et1vos. Vl entemente no se trata
1a pura voluntad artlstlca, la forma sencillamente deseada, 1mag¡. . . ., d . . . , b" d 1 · 1 ·•
d ' · t f d 1· · . . t de una extenonzacwn e VIvencias, smo mas 1en e a me us1on
ョセN@ a y セョMjc。ュ・@ e e ・」エオセ@ セ@ en e ュエ・セキイ@ por e1 artlsta, smo 。セM . s asivos en el roceso de creación.
b1en obJetivamente no rec1b1da. Comumcarse y hacerse comprens1- de testigo P P
ble es tan solo el primer paso del complejo socio artístico, la garan- «La 。」エゥカ、セ@ positiva por parte 、セャ@ elemento 。ーイセョエ・ュ@
tía de su realización la constituye la acción recíproca entre obra y pasivo», en relacwnes tales .como las ・クQウセョエ@ entre_ 。イエNiセウ@ y re-
receptor. Hasta que el artista no se enfrenta a un sujeto receptor ceptores de arte, la observo ya Georg S1mmel. Y anadw que «el
real y claramente manifiesto, hasta que no se convierte en testigo de orador que se enfrenta a la asamblea, el maestro que confronta la
la reacción de un oyente o espectador que vive su obra, y hasta que clase, el dirigente solo, que parece estar ュッ・ョエ£。セ@ セ_イ@
no se inicia entre ambos un proceso recíproco, dinámico, no se encima; sin embargo, todo el que se encuentra en tal s1tuacwn
transforma en un acontecer dialéctico, sociohistórico, lo que tan solo siente la reacción determinante y rectora de la masa, en apariencia
era un proceso psicológico y un logro puramente técnico. La meta- tan solo receptora y dirigida por él... Todos los dirigentes son diri-
morfosis adquiere su significado gracias a la circunstancia de que la gidos ... El ejemplo más claro se tiene en el periodista, que da con-
simple coexistencia de artista y público, obra y efecto, producto ar- tenido y dirección a las opiniones de una multitud silenciosa, pero
tístico y vivencia artística no oculta en absoluto la dependencia que ha de oír, combinar, sospechar, cuáles son en realidad las ten-
mutua, ni en modo alguno garantiza que se correspondan mutua- dencias de la multitud, lo que ésta quiere oír, desea saber confir-
mente de una manera inteligente. El cambio decisivo ocurre cuan- mado, a dónde quiere ser conducida. Mientras el público aparente-
do las obras de arte, en cuanto substratos de vivencias receptivas, mente sólo se halla bajo su sugestión, en realidad también él se
adquieren síntomas que no poseían en cuanto meros portadores de encuentra bajo la del público. Así, pues, bajo la apariencia de la
aspiraciones creadoras. Estos rasgos de los productos son tan impor- pura superioridad de un elemento frente al pasivo dejarse-conducir
tantes que habría que buscar muchos de los principios más funda- del otro, se oculta aquí una acción mutua sumamente complicada,
mentales de la sociología del arte en el efecto estético, en la con- ambas de cuyas fuerzas espontáneas poseen, naturalmente, formas
ducta del público frente a las ofertas artísticas y en el sentido que muy diversas» 11
obtienen las obras por vías de su recepción, si no se supiera ya que La acción mutua a que se refiere Simmel es, evidentemente, una
la producción, como dijo Marx, presupone el consumo, y que la acción dialéctica en la que están implicados no un sujeto activo y
estructura social común de los artistas y del público no es tanto un objeto pasivo, sino dos principios activos. A lo largo de la ac-
el resultado como el origen de ese efecto. ción ejercida sobre él, no sólo se modifica el receptor de la im-
Mientras el arte no exprese más que una visión formal puramente presión, también la actividad dirigida a él se desenvuelve y dife-
subjetiva y sólo consista en una forma de reconocimiento y de dis- rencia en la medida y en el sentido de la resistencia que encuentra.
tensión de una presión interna, sólo tiene que ver con la sociolo- De esta suerte, el elemento originariamente activo y en apariencia
gía en tanto que ninguna de estas funciones se realiza de un modo independiente incorpora en sí el modo de reacción del principio su-
totalmente íntimo y privado, sino que cada una de ellas presupone puestamente solo pasivo.
un testigo concreto o ゥュ。ァョセッN@ セQ@ proceso desarrollado entre oyen- Por imprescindible que sea también la recepción como parte del
t: y lo_cutor no es consecuencia ウQセッ@ Aオセュエ・@ del acto creador y de la proceso sociológico-artístico, no hay que identificarla con el ser so-
vャセョ_i。@ receptora, y desde un prmc1p10 transcurre Mセッュ@ un acon- ciológico de lo estético, ni reducir a efecto artístico todo lo que lo
エ・_Qュセョッ@ con dos agentes, .se ⦅hセァオ・@ o no a u.n «dialogo» real. El estético tiene de interhumano. Los investigadores que intentan hacer
entena de la naturaleza socwlogJCa de los fenomenos artísticos no
estriba solamente en la exteriorización y objetivación sensible de vi- 11
Georg Simmel: Sociología, 1922, p. 104.

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algo parecido 12 , ignoran hasta qué punto la acción misma es pro- 2. Vivencia artística
ducto de las fuerzas sociales que originan la creación artística en
cuanto causa de la acción. Cabe que la recepción resultante vaya
anticipada con la producción, pero no representa siempre más que
una de las varias acciones posibles, de modo que cualquier acción
es el resultado de una selección y nada primario, ninguna variable
artísticamente independiente. Por eso la recepción parece ser menos
espontánea que la producción, porque supone una reconstrucción
y una compenetración psicológica. Pero de ningún modo es más
generalizadora ni alienada del individuo que el acto de creación,
que es ya enajenación del yo, y, debido a la objetivación y emanci-
pación de los contenidos anímicos, significa un abandono de la
intimidad.

1. Educación del artista y del experto

En la definición de la recepción artística, y ante las dos funcio-


nes fundamentales de propaganda y distracción que le corresponden
al arte, generalmente se piensa en la última. La comprensión ade-
cuada del proceso se suele dificultar con la consideración unilateral
de una de las dos funciones. Cierto que la vivencia artística es so-
bre todo goce y placer sensorial; un cuadro logrado es un encanto
a los ojos, una composición afortunada un deleite al oído, una poe-
sía hermosa una maravillosa figura lingüística. Pero ninguna autén-
tica obra de arte existe únicamente para placer nuestro. Claro que
hay innumerables obras de arte delicado, ligero, frívolo, que nin-
gún conocedor ni amante del arte quisiera echar de menos. Pero el
puro placer de índole culinaria, sibarítica, no tiene nada que ver
con el gusto claramente diferenciador y no es apropiado a la de-
terminación más profunda del arte. El placer sensual y la satisfac-
ción reservada, seria, que proporcionan las auténticas obras de arte
son por lo común inseparables, aunque irreductibles el uno al otro.
La satisfacción que constituye la vivencia, la coejecución, la apro-
piación interior de obras de arte, no es ninguna alegría fácil ni cla-
ra, sino por lo general una tarea difícil, una rigurosa prueba inte-
lectual y moral. La recepción completa de una auténtica obra de
arte no ocurre nunca como una distracción agradable y cómoda,
amena y sencilla. Fundamentalmente no tiene nada de hedonista,
" Alphonse Silbermann: «Kunst», en Soziologie, ed. de René Kiinig, 1958, de finalidad sensualista, aunque sí contiene mucha mediación sen-

562 563
sorial. El estímulo sensible al que no puede renunciar ninguna obra toda セ」ゥ・、N。@ ni セッ、N@ individuo son capaces de efectuar una recons-
de arte, tiende siempre a algo suprasensible, extraformal, humanís- t:uccwn, smo mas b1en en el de que quienes son capaces de ello
ticamente substancial, en el que adquiere significado e importancia. セ・」オエ。@ セQ@ acto de una manera diferente cada uno. «Dos personas»,
La creación artística no es ninguna fruta madura a punto de Ice Wilham Empson, «pueden experimentar la obra de arte de
coger. Para disfrutarla hay que proseguir un proceso que el artista un mo?o muy セゥNウエ_ッL@ sin que ninguna de ellas esté totalmente en
mismo dejó sin terminar. La comprensión adecuada de una obra error» · La legitimidad de los juicios diversos de una obra de arre
importante requiere, por tanto, no sólo madurez, concentración, coloca los ヲセョ￳ュ・ッウ@ estéticos en una categoría especial, fundamen-
sensibilidad, sentimiento de la calidad y juicio, sino que además talmente divergente de la esfera de validez de otras manifestacio-
presupone una capacidad de complemento y no sólo de reconstruc- nes. eク」ャオケセ@ sobre todo el riesgo del relativismo. La alternativa de
ción del producto artístico. Es el hombre de realidad vital universal, que una actitud es «correcta» y la otra «falsa» apenas sale a relucir
exigente, el que recibe con la mayor tensión de sus fuerzas los pro- en donde se trata de grados de sensibilidad y diferencias de gusto.
ductos del arte. La apropiación de las obras, que a menudo le caen Igual セオ・@ una obra de arte no es sencillamente «verdadera» 0 «fa-
al artista como regalo de los dioses, le cuesta una lucha dura. Esen- laz», smo que está condicionada por otros innumerables criter·
. 1 · lOS
cialmente se nace como artista, por lo general el experto se educa. va1ora t Ivos, as Interpretaciones sensatas y absurdas de ¡ b
· b' · · fi · as o ras
El camino más largo y tortuoso no es el de la naturaleza al arte tienen tam Ien m mtas variedades. Son convincentes, revitali7.ado-
sino el del artista al experto. Ambos están condicionados no sólo ras, temporales, avanzadas o retrógradas desde el punto de ¡ t
"!' · b d v.s a
individual sino también socialmente, mas la educación de un artista est1 IStico, o a sur as, irreales, históricamente desarraigadas si
consiste en el desarrollo de una aptitud para la que existe, en lo sentido en relación con el presente y el pasado. ' n
principal, la disposición; la educación estética del experto, en cam- En el curso de la historia de su aceptación y enjuiciamiento las
bio, consta de una operación a menudo mucho más elemental e obras. de arte cambian, además, no sólo el valor de sus ヲ。」エセイ・ウ@
incomparablemente más variada. ・ュッ」キセ。ャウL@ no sólo la significación estética de sus elementos for- •
La consolidación de la intimidad del sujeto creador en forma males, smo también los criterios de su función social. Así por e'e _
fija, en una figura artística autónoma, inmanente, que se separa del P.lo '..eomo yセ@ se m . d' . l . . ,
Ico, a mus!Ca «aristocrática» de Chopin se con-
Jm

nexo vivencia! originario, es lo primero que convierte a la recepción virtw en セイエャ」オッ@ de masas gracias a la influencia de las condicio-
de la obra de arte en una tarea difícil, con la cual tenemos que nes postenores, de la popularización de los medios de d'f .. d ¡
· d 1 1 uswn, e
habérnoslas aquí, y que impide al receptor unirse directamente a la negociO e os conciertos y de la industria del disco •.
subjetividad del artista y hacer de la vivencia artística una recons- En algunos ?e ャッセ@ grandes poetas y artistas, como Shakespeare,
trucción sencilla del acto creador. La emancipación de la figura ar- bセャコ。」@ Y Dostmevski, Delacroix y Courbet, Berlioz y Wagner la
tística respecto de su génesis, su desprendimiento de la persona del mas poderosa fuerza creadora va unida a un gusto incierto vac·- 1
productor y de las circunstancias de la producción hacen posible, lante, problemático. En general, como sobre todo en Shake'
1 d' · speare,
sin embargo, la formación de la idea de autonomía en la interpre- a. Iscrepa?c¡a es consecuencia evidente del gusto dividido del pú-
tación del arte y en su repetida reinterpretación. blico, a qmen el autor intenta hacer concesiones. A menudo como
;n bセャコ。」@ Y dッセエゥ・カウォL@ se debe a las intolerables 」ッョ、ゥセ・ウ@ de
rab.a¡o en que tienen que producir la continuación de sus obras los
2. La legitimidad de distintas pautas artísticas escntores sin medios antes de poner en claro la organización de
su ュセエ・イゥ。ャN@ Es bien conocida la explicación que da Taine de la
La afirmaCión de que la recepción de una obra de arte no es la pecuhar forma expresiva de Balzac, de su verbosidad autoembria-
sencilla reconstrucción de su producción y de que en la reconstruc-
ción del proceso creador no ha de verse una re-ejecución mecánica, : セュ@ Empson: Sorne Variations of Pastoral, 1950, p. 5.
no debe entenderse solamente en el sentido de que no toda época, ni · · Adorno: Introducción a la sociología de (a mu's1'ca, 1962, p. 71 .

564 565
gadora, de su patetismo barato, de sus artificiosas metáforas, de la implicados momentos que han influido en el sujeto receptor antes
ruidosa admiración y セ・@ la quejumbrosa emoción de su estilo lí- de la génesis de la obra en cuestión, sino también los que han apa-
rico. Parte del hecho de que la Comédie humaine no se dirige ya al recido después y han modificado el efecto de productos existentes
público sibarita y reservado de las cortes y salones de los siglos XVII desde hacía mucho.
y xvm, el cual, debido a la tradición ininterrumpida en que estaba Aunque las obras de arte no siempre mejoran en el curso de la
arraigado el gusto literario, no reaccionaba a tonos tan apremiantes historia, sí se complica su efecto, y pueden alcanzar una profundi-
y chillones como los de Balzac. Este se dirigía a un círculo de lec- dad, un trasfondo y una riqueza de relaciones que no poseían de
tores semiinstruido a grandes rasgos, acostumbrado al gusto áspe- antemano. El arte de Homero, heterogéneamente compuesto, que
ro de las novelas de folletín.' Se vuelve a verificar así la prioridad se remontaba a una larga prehistoria y presuponía un público en
del consumo sobre la producción. ningún modo falto de elección, no fue nunca tan «ingenuo», espon-
El público que llena hoy los cines y da rienda suelta en las lá- táneo y original como quisiera la leyenda. Pero poco a poco adoptó
grimas a sus sentimientos de placer y dolor, sigue perteneciendo, rasgos que conllevan ya el carácter de una gracia casi propia del ro-
en el fondo, a la misma capa social y de instrucción que los segui- cocó y que, por cierto, no pertenecían a· su constitución original.
dores sentimentales de Balzac. En algún sitio observa Thomas Mann Los milenios que han pasado desde la redacción final de las epo-
que en las obras realmente grandes de la literatura, como por ejem- peyas han participado en el efecto que producen ahora tanto como
plo en las de Homero, Dante, Shakespeare, Cervantes, las de la alta los siglos que le dieron la forma que tenían hasta la aparición del
tragedia griega y de los maestros de la novela moderna no se llora poeta cuyo nombre llevan. Además, aunque siga siendo tan «senci-
nunca, y que las lágrimas por el destino de personajes se vierten en llo», el arte elevado e importante apenas lo puede comprender de
la oscuridad irresponsable de los cines. Esto parece tentador, pero un modo adecuado la posteridad. Cabe que Homero fuera compren-
no es cierto si lo miramos más de cerca. Tampoco los grandes poe- sible sin más para sus contemporáneos, o al menos para aquellos de
tas se resisten a la tentación de poner en funcionamiento los lacri- sus contemporáneos a quienes iban destinadas las poesías; pero ya
males de sus lectores, e incluso Dostoievski opera a veces con efec- no lo es. Volver a ser «infantil», como quería Marx, no se logra
tos a los que no hace sombra la Pequeña Dorrit. Pues lo mismo que cuando se quiere, y tampoco nos serviría de mucho. Por el contra-
la baja burguesía leía a un Dickens y la alta leía a otro distinto; rio, hay que ser muy adulto y muy poco ingenuo para gozar· la
un Dostoievski debía su fama al eco que produjo El Idiota, y otro poesía homérica, creada de una manera sumamente artificiosa, la
la debía a Los hermanos Karamasov. Unas veces reflejan la sensi- cual presuponía relaciones totalmente desaparecidas, presuposición
bilidad y otras el sentimentalismo del público al que sirven. En su a la que se llegó gracias a la mediación del neoclasicismo; del Re-
estilo desigual compiten siempre dos capas de instrucción y de gustos nacimiento, de Dante y de Virgilio.
diferentes. Son siervos y señores de los consumidores; por someterse
a ellos y al mismo tiempo, dirigirlos.
Igual que el sujeto creador da el primer paso que conduce a su 3. La recepción como malentendido o <<mejor>>
obra no como artista sino como hombre de la praxis, y entra «preve- comprensión de la obra de arte
nido» en la producción, tampoco el sujeto receptor es ningún ser
sin experiencia ni prejuicios, por muy incondicionado que parezca Es increíble lo mucho que cambian las comunicaciones más sen-
y abierto a la impresión que va a sufrir. Aporta tanto vivido ya, cillas y las observaciones casuales al pasar de boca en boca y trans-
tanto que determina su reacción a la obra respectiva, que el ar- mitirse de una persona a otra. Cuanto más complicado el pensamien-
tista sólo es responsable parcialmente del efecto que produce su to transmitido y cuanto más personal el mensaje, tanto más decisivo
obra. Mas en el complejo de las vivencias artísticas no sólo están puede ser el cambio que experimentan en el sentido y en la forma
a lo largo del proceso. La vivencia artística, en cuanto transforma-
3
Taine: Nouveaux essais de critique et d'histoire, 1865, pp. 104-113. ción de la producción en recepción de la expresión artística, puede

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1
ser considerada, en el fondo, como una de estas deformaciones y temente, en particular desde el nacimiento del psicoanálisis. Pero
falsificaciones de la visión original. La cuestión estriba tan solo en si uno persiste en la noción de que la intención consciente del ar-
averiguar hasta qué punto se tiene en cuenta de antemano el des- tista constituye el guía más seguro para la comprensión de sus obras,
plazamiento de la producción por el aspecto receptor. ¿No ha de entonces toda interpretación posterior como toda vivencia meramente
habérselas todo artista con la necesidad de una exageración y am- receptiva y, en cuanto tal, secundaria, parece contener un malenten-
pliación más o menos fuerte de esa visión, igual que el actor tiene dido más o menos arriesgado.
que contar con la distancia de la audiencia respecto del escenario? No sólo el arte en general y los tipos individuales de arte son
¿Acaso no consiste ciertamente la enajenación ae la intimidad por la fenómenos históricos que varían con la evolución de la sociedad, del
obra sensorial de arte en esta ostentación embrutecedora? ¿No es gusto y de los estilos, también cambia cada obra aislada su sentido
este exhibicionismo el que indujo a Hegel a declarar que la obra de vez en cuando, pese a su forma concreta, fija de una vez para
ultimada no pertenece ya al artista? De todos modos sigue siendo siempre. Incluso aunque uno no se dé cuenta del hecho de qüe los
suya en parte, y al menos revela el hecho de que es consciente y distintos estilos artísticos sólo se comprenden adecuadamente y se
dueño de su intimidad, aunque sea en forma estilizada, gracias a valoran de un modo correspondiente bajo determinadas condiciones
su arte. Su lucha por el favor del público es al mismo tiempo una históricas y de que bajo otras, en cambio, pasan inadvertidos e
lucha por el dominio de sí mismo. Debido a la proyección hacia fue- inapreciados, apenas puede escapársele el hecho de que, a menudo,
ra y a la accesibilidad desde fuera, los procesos artísticos se consu- las mismas obras, particularmente las de música, se interpretan de
man en el medio social del que surgieron y se evaporaron en lo manera distinta dentro de períodos relativamente cortos. La viven-
inefable. cia e interpretación de una obra es con frecuencia más compleja que
El hecho de que las cosas que el artista comunica a su público su concepción y estructura originaria. La recepción de obras anti-
no son por entero las que él quisiera decir, se debe a la circunstan- guas de arte presenta al menos la combinación de dos estilos: la
cia de que la voluntad artística subjetiva y la expresión objetivada, de los principios estilísticos de su génesis y los de su correspondien-
el impulso creador y la vivencia artística no se cubren, y la recep- te renacimiento. La producción es el resultado de la evolución artísti-
ción no es ninguna mera reconstrucción de la producción. Y no ca hasta el nacimiento de la obra, la reproducción lo es del desarrollo
sólo porque el receptor no es ningún oferente, porque construcción efectuado desde su génesis. Muchos de los contemporáneos actuales
y reconstrucción presuponen distintas aptitudes e inclinaciones, sino recuerdan todavía vivamente la ejecución «romántica» de las obras
también porque el proceso creador y receptor representan fases dife- musicales del repertorio clásico, especialmente la tradición de Clara
rentes de un desarrollo dialéctico. La respuesta a la pregunta del ar- Schumann, modelo de la penúltima generación, considerada ahora
tista es, de un lado, la obra consumada, de otro, la vivencia de la no sólo como anticuada, sino como un estilo que falsifica el verda-
obra por el receptor, el cual puede comprenderla erróneamente, pero dero carácter de las obras.
también entenderla mejor que su autor •. En relación con Hamlet, La función que cumple la obra de arte para el autor es desde
Goethe puede haber tenido el sentimiento de haberse compenetrado un principio diferente a la que tiene en la vida del receptor, del
más con la idea de la obra que su autor, y lo mismo puede haberle lector, oyente o espectador nacido al mismo tiempo o después. Para
ocurrido a Schlegel con Don Quijote. Finalmente, Unamuno pre- el artista, la obra es la definición, articulación y organización de
tende ver en esta obra un sentido en el que Cervantes no pudo ha- estados anímicos caóticos, inconscientes en términos generales y, por
ber pensado. La idea de que el artista no puede saber todo lo refe- de pronto, indesignables, la disolución de una tensión insoportable
rente a los trasfondos secretos de sus creaciones y de que ni siquiera en su inefabilidad e inarticulación. Para el sujeto de la vivencia re-
quiere saberlo todo, se ha convertido en patrimonio general recien- ceptora es un medio de la catarsis, de la mejor comprensión del mun-
do y de sí mismo, un guía para una vida correcta, sensata, una es-
• Cf. G. Dilthey: «Die Entstehung der Hermeneutik», Philos. Abhanilun- cuela de purificación, identificándose con el autor que hacen examen
gen, dedicadas a Chr. Sigwart, 1900, p. 202. de conciencia y ahondando en situaciones en las que éste coloca a

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sus personajes conscientes. Al autor le sirve de vehículo de liberación 3. Los consumidores del arte
Y distensión, al receptor de medio de participación en destinos aje-
nos, a través de los cuales aclara la problemática de su propia exis-
tencia.
Para los simbolistas como T. S. Eliot y Paul Valéry, la creación
artística es un proceso de despersonalización y, en su sentido de este
concepto, una especie de deshumanización. En cuanto individuo
con su vida privada, el artista tiene que desaparecer por completo
de la obra de arte, lo mismo que «los hijos de Lady Macbeth» de
su tragedia. Este aislamiento de las obras respecto de todo lo que
no pertenece a su contenido concreto y su mutua exclusión es lo que
se ha de entender por su inmanencia y autonomía, el desprendimien-
to de su ser respecto de su génesis, la alienación respecto de su crea-
dor y el suelo en donde echan sus raíces. Cabe que su enajenación
vaya tan lejos que signifiquen algo totalmente distinto a lo que
pretendían sus autores. Este es el sentido de la opinión frecuente
l. Estructura social e intereses artísticos
de que los personajes, la acción y el desenlace de la complicación
siguen su propio rumbo y no el elegido por el autor. Interpretar la
Entre las organizaciones sociales, los artistas y los clientes del
obra de arte en este sentido y considerarla un microcosmos cerrado
arte existe una coordinación correspondiente a las respectivas con-
en sí mismo, forma parte indudablemente de la comprensión co-
diciones, coordinación que cambia con ellas. La primitiva comunidad
rrecta de su esencia, aunque no encierra toda la verdad acerca de
de cazadores constituía el suelo social del Paleolítico, sus producto-
su constitución. Los motivos de la génesis no surgen en modo alguno
res artísticos eran magos y brujos y los consumidores de su arte
al mismo tiempo y con el mismo valor que los criterios de la es-
los parásitos que creían en la magia imitadora y explotaban los do-
tructura estética. La consideración del origen puede desviar la aten-
ción de la belleza formal de la obra e incluso destruir su goce nes de la naturaleza. Hasta el Neolítico no se desarrolló una socie-
artísticamente adecuado. Génesis y validez, producción y consumo, dad campesina económicamente productiva con una necesidad co-
forma autónoma y compromiso ideológico nunca están, sin embargo lectiva e individual de arte, con una producción artística correspon-
tan rigurosamente separados uno de otro como en la teoría estética. diente al rito animista y una satisfacción de las necesidades indi-
Mas lo esencial es que, en la creación artística, van entrelazados viduales condicionada por la familia privada y limitada a tareas
los principios de ambos órdenes, los del genético y los del fenomeno- decorativas. El despotismo del Antiguo Oriente produjo luego el tipo
lógico, y en la auténtica vivencia receptora. por el contrario, se bo- de patrono política y religiosamente interesado, creando la base para
rran y desaparecen las huellas del origen de los motivos individuales. la existencia de artistas no libres que trabajaban en el marco de la
economía del templo y del palacio. El clero medieval se servía del
arte como instrumento de la cultura autoritaria cristiana, vinculan-
do el artista al monasterio, la diócesis o la logia. La burguesía eman-
cipada del vínculo del feudalismo y de la iglesia autoritaria cicsa-
rrolló y destruyó en seguida el orden gremial aut(Jflómo, echó los
cimientos de los oficios libres, de la praxis artística セオエ￳ョッュ。@ y pre-
paró las formas en que se movieron la clientela artística individual,
el consumo privado del arte, así como el mercado artístico, libre de

570 571
vínculos institucionales y basado en una clientela constante, aunque gio psicológico y un parecido más o menos amplio 、セ@ las イ・。セゥᆳ
también fluctuante. nes. Mas la negación del principio de iniciativas colectivas no slgm-
La paulatina disolución de las cortes del ancien régime y el de- fica en absoluto que la reacción del individuo a las impresiones ar-
sarrollo del nuevo capital financiero dieron lugar al coleccionista ar- tísticas no esté influida por la naturaleza del grupo al que perte-
tístico en el sentido moderno del término, el cual no adquiría ya obras nezca. El concepto de público como unidad espiritualmente activa
de arte exclusiva o principalmente por razones de prestigio, repre- i es, ciertamente, una hipóstasis que en modo elguno se revela de
sentando ya el tipo de comprador anónimo, personalmente situado manera concreta, permaneciendo una ficción del pensamiento lle-
1
en el trasfondo del comercio artístico. Este pudo ocultarse general- vado a categoría numérica. Pero no por eso deja de haber agrupa-
mente por poco tiempo, pero el tipo de obras preferidas por él se ciones especiales de público por cuya composición se diferencian
hizo pronto decisivo, y el conocido interés coleccionista constituyó entre sí o adaptan mutuamente las vivencias artísticas de los indivi-
una forma nueva y efectiva de mediación entre artista y público. duos. Por escasa que sea la exactitud del concepto de «público» en
El coleccionista adoptó algunos rasgos del experto, convirtiendo a general, las distintas categorías de público sí están claramente dife-
éste en consejero suyo. El consumo artístico se cosificó, se hizo cAda renciadas. En los tiempos históricos no hubo nunca un arte homo-
vez más dependiente de formalismos y tecnicismos. Y a medida que géneo porque nunca hubo un público uniforme, y po:que l?s dis-
se relajó la relación entre productor y consumidor se afianzó el co- tintos grupos de público motivaron tipos de arte espec1ales, mcom-
mún interés objetivo de la creación y recepción artísticas. El recep- patibles por la ideología y la intención, el sentido y el valor, la
tor se fue alienando cada vez más de la persona del productor, mien- complejidad y la sutilidad.
tras que la obra despersonalizada se hizo cada vez más familiar para
el receptor.
Los cambios decisivos en la relación entre artista y comprador 2. Estabilidad y movilidad de las capas de instrucción
artístico yacen en el camino que lleva del permanente patrono y
amo, esclavista y señor feudal, al mecenas y patronizador, cliente A las distintas capas de instrucción y, dentro de ellas, a los dis-
y comprador, experto y aficionado, participante en subastas y co- tintos grupos ideológicamente diferenciados, corresponden forma-
leccionista. Las fases más evidentes de la evolución de la esclavitud, ciones de público claramente definibles. Mas los partidarios de cual-
del feudalismo, de la tutela eclesiástica y de la disciplina gremial quier clase de arte, ya sea del elevado, popular o del pueblo, tam-
hasta la burguesía emancipada y el predominante capital financiero poco constituyen un todo completamente homogéneo. Igual que el
vienen representados, expresadas en las categorías de, la producción arte sublime de la élite instruida es «elevado» en diferente medida
y recepción artísticas, por el artista que dispone libremente de sus y sentido y el arte popular es mediocre de manera distinta, el セᆳ
obras, el mercado abierto del arte, el productor libre de todo encar- blico se compone también en cada estadio de elementos que no solo
go directo y el coleccionista que elige espontáneamente entre las se hallan individualmente a diferente distancia del ideal artístico
existencias de la producción respectiva. típico de su capa de instrucción, sino que también están separa-
No existe un público colectivamente receptor de la obra de arte; dos en general del público artístico de las otras capas por límites
tampoco existe un sujeto creador en cuanto ente colectivo. Igual fluidos. Todos los grupos sociales se caracterizan por cierta flexibi-
que sólo se distinguen siempre individuos productores aislados, tam- lidad de contornos, siendo esta flexibilidad uno de los rasgos esen-
bién son siempre únicamente individuos aislados los que viven las ciales comunes de toda sociedad estratificada, organizada según es-
obras de arte, por muy unidos que estén, por muy directamente tamentos y clases. La movilidad social, en cuanto ascenso de una
que continúen el estímulo recibido de otro, o recojan, representen capa a otra más alta, encuentra en el terreno de la instrucción me-
y suplan la iniciativa de otro. Dicho en o(ros términos: la obra es nos resistencias que en la economía y en la política, aunque la as-
vivida por cada individuo a su manera, aunque la masificación de censión en la escalera cultural tenga también en un principio con-
los individuos en auditorios pueda motivar una especie de canta- diciones económicas y políticas. No por ello deja de reunir a me-
572 573
nudo una capa de instrucción y el público correspondiente a ella ce un efecto semejante al de la lectura íntima, pero lo normal es
individuos de situación económica y social muy diversa. La lite- que la sugestión emocional, en cuanto rasgo característico del efecto
ratura francesa de la Ilustración, por ejemplo, se dirigía a un pú- de masas, se revele en el teatro y en la sala de conciertos de todo
blico lector de igual formación y de pensamiento progresista. Pero tipo. El fenómeno curioso de que el arte teatral, «democrático» por
suponer que, por ejemplo, Voltaire y Rousseau tenían los mismos
lectores, o que hallaban en ellos el mismo reconocimiento y la mis-
ma e ilimitada comprensión, equivaldría a tener un concepto suma-
1 naturaleza, basado en la nivelación sentimental de los espectadores,
tuviese tanto eco en las cortes principescas de la época absolutista,
se explica por la circunstancia de que se daba de antemano el acuer-
mente simplificado de la Ilustración y una idea muy esquematizada do del auditorio y no había que establecerlo a través de la sugestión
de sus portadores. de masas. El sentimiento comunitario que aumentaba con el número
Si, como se afirma, es correcto que no se entiende al burgués de asistentes en los auditorios de Versalles y particularmente de
francés si no se conoce a Voltaire ', también lo es que no se com- Atenas, era más bien del tipo de la reacción que acompaña el cere-
prende a Voltaire si no se concibe lo arraigado que está en la clase monial o ritual efectuado con mucha asistencia, antes que el de una
media, pese a sus modales señoriales, a sus grandes propiedades pura vivencia artística. La fuerza de cohesión del efecto artístico es
y a sus amistades reales. Burgueses, totalmente burgueses son sus tanto más sensible cuanto más diversa la composición del público
simpatías y prejuicios, su sobrio clasicismo,· su desinterés por los y cuanto más parecidas sean estas relaciones a las de la edad media
grandes pmblemas metafísicos, si, su aversión a toda ocupación con cristiana y a las de la época isabelina. El auditorio es entonces, efec-
ellos, su religiosidad anticlerical, hostil a toda mística, su oposición tivamente, un gran crisol en donde se nivelan con relativa facilidad
a todo romanticismo, a todo lo impenetrable, confuso e inexplica- las diferencias de clase y los deseos de las distintas capas de ins-
ble, su confianza en el sano entendimiento del hombre, su convic- trucción, y donde los criterios del gusto parecen ser idénticos gra-
ción de que con los medios del entendimiento se puede comprender cias a su reducción a un común denominador, a menudo mucho
y juzgar todo lo digno de saberse, su inteligente escepticismo, su más bajo. Pero la semejanza del efecto en condiciones sociales di-
tranquilidad racional ante lo próximo, ante lo directamente asequi-
ferenciadas nunca se conserVa en relación con todos los factores
ble, ante lo que nos trae y exige el día. Todo esto es burgués, si bien
de la vivencia, ni tampoco los medios artísticos que producen un
no agota la idea de burguesía, pues también el subjetivismo y el
emocionalismo que anuncia Rousseau constituye asimismo otra cosa, efecto común profundizan por igual en todos los participantes.
igualmente relevante, del espíritu burgués. Las creaciones de arte auténtico y de gran calidad no contaron
siempre más que con la adhesión de capas de público relativamente
limitadas. En este sentido, tampoco fueron excepción fundamental
las obras de Shakespeare, pues los medios de acción que atraían a las
3. La dimensión de los grupos de público
masas a sus piezas de teatro no constituían los elementos más valio-
Cuanto más pequeño sea el grupo de público, tanto más di- sos de sus creaciones. Estas tuvieron un eco general no gracias a su
recto y personal, íntimo e intensivo será el goce artístico desarrollado calidad artística sino pese a ella. Pero no por eso, puede objetarse,
en él. El ejemplo extremo de esto lo constituye la lectura solitaria, dejaron de ser los componentes artísticos los que hicieron atractivo
muda, aislada del mundo exterior, de obras poéticas. En otros gé- y eficaz lo ofrecido, aunque fuese de una manera inconsciente e in-
neros artísticos, como sobre todo en el teatro y en los conciertos, motivada. Pues los momentos que desempeñan el papel decisivo en
aumenta generalmente la intensidad del efecto con el tamaño del la estimación de las obras no son aquellos de los que se es consciente
auditorio. El drama lírico destinado al «teatro intimo» moderno,
como, por ejemplo, el de Maeterlinck o el de Hofmannstahl, produ-

Joseph Aynard: La Bourgeoisie franraise, 1934, p. 350.


:• en la vivencia artística. La conciencia de los factores del efecto ar-
tístico sólo tiene importancia psicológica. Para el receptor «ingenuo»,
es decir, normativo, que goza la obra de arte en un nexo práctico,
transartístico, puede permanecer oculto e insignificante el valor ar-

'
1

574 575
tístico. Ni siquiera tiene por qué saber que se trata de «arte» cuan- singular del tú hablado no exime en absoluto al artista del recono-
do se encuentra bajo el efecto de agentes artísticos. cimiento de la esfera privada. El carácter social se inicia con la in-
Toda vivencia artística, ya sea la creadora o la receptora, tiene clusión de un grupo en el proceso. ¿Pero dónde comienza la partici-
sus raíces tanto en lo referente a su origen como a su efecto, en pación del grupo en la pronunciación? La soledad del individuo ais-
una 」ッュセョゥ、。L@ aunque no de modo absoluto en una conciencia de lado, en busca de unión, termina ciertamente con la presencia de
comunidad. Cabe que los rasgos comunes de la vivencia artística la segunda persona. Pero el grupo, en el sentido de un público, no
de individuos diferentes no tengan nada que ver con la convicción se produce ni con éste solo ni con un círculo cuyos miembros se
de pertenecer al mismo orden o al mismo grupo social. En las co- conozcan tan bien que no pueda surgir ni tenga que efectuarse en-
munidades primitivas, dominadas por ideas mágicas o animistas Y tre ellos ningún tipo de tensión, contraste y conflicto, ningún anta-
penetradas del espíritu de ayuda mutua, el condicionamiento social gonismo de índole dialéctica.
de las vivencias artísticas, aunque no el conocimiento de esta cua- La unión de dos personas, ya sea en la forma del matrimonio,
lidad, puede haber sido más fuerte que en las estructuras sociales de la amistad o de socio comercial, no presenta en y de por sí, en
posteriores, más incoherentes. Pero en tiempos de gran atomización, el sentido aquí indicado, nada social, dinámicamente dialéctico.
donde una vivencia comunitaria que recuerda reacciones de socie- A la relación de una dialéctica artísticamente fértil pertenece, al
dades anteriores, más cerradas y compactas, sólo ocurre por lo ge- menos, un tercer participante. Como explicó Georg Simmel, en una
neral en representaciones con grandes auditorios, como sobre todo unión a tres, «cada elemento actúa de intermediario de los otros
en el teatro, el carácter solidario del efecto no depende únicamente dos y manifiesta la función doble de éste: unir y separar. En una
de la magnitud del público. En la sala de conciertos, donde existen comunidad constituida por tres elementos A, B y C, a la relación
semejantes criterios numéricos de aprobación, sucede con menos directa existente, por ejemplo, entre A y B, se suma la indirecta que
frecuencia y en forma más débil un efecto de masas de este tipo, adquieren a través de su común relación con C. Las disensiones
por ruidoso que sea el aplauso de los oyentes más jóvenes, recién que no pueden reajustar los participantes por sí solos, se arreglan al
adquiridos. En el teatro actúan evidentemente momentos determi- ser incluidas en un todo circundante. La conexión directa no sólo
nados, inherentes al drama, los cuales faltan en el concierto, para es reforzada por la indirecta, sino también perturbada. No existe
establecer el contacto mágico entre escenario y sala. La directa en- ningún nexo tan íntimo entre tres en donde ocasionalmente cada
carnación y presencia del actor ha de tener su influencia. El contac- uno sea considerado por los otros dos como intruso ... La estructura
to entre reproductores y receptores de una pieza de teatro es en cier- sociológica de la unión en ,dos se caracteriza porque a los dos les fal-
to modo somático-sensual, esto es, en sentido literal, interhumano, y ta: tanto la vinculación reforzada con un tercero, esto es, con un
no suprapersonal o corporalmente indiferente, como el existente en marco social que va más allá de los dos, como también la perturba-
la música entre artistas ejecutores y auditorio. ción y desviación de la reciprocidad madura y directa» 2 •
La relación entre el yo y el tú, a menos que los miembros sean
totalmente indiferentes el uno al otro, no se caracteriza ni por un
4. Tú y vosotros abismo insoslayable ni por una proximidad enteramente carente
de tensión. Con la intromisión de un tercero se reanima la relación
El mero hecho de que el artista se dirija con su obra a un lector, al disminuir unas カ・」セ@ o aumentar otras la distancia existente en-
oyente o espectador concreto en vez de a uno imaginario, sólo con- tre ellos. En la relación del artista con el público se lucha constan-
diciona en medida relativamente pequeña las implicaciones sociales temente por la aprobación y el reconocimiento, especialmente por
de su actividad. No se mueve en la esfera social hasta que, en el favor de los elementos desvinculados que no toman por de pronto
vez de al tú, se dirige al vosotros. Pues igual que la confesión ninguna posición y desempeñan el papel de ese tercero, cuya adhe-
no crea ninguna relación «social» entre sacerdote y penitente, sino
una relación impersonal, desprovista de toda interhumanidad, el 2
Georg Simmel: Sociología, pp. 68-69.

576 577
sión se puede ganar o perder. Este papel personalmente libre, que de ambos partidos, del productor y del consumidor, en la fluctuante
se ha de cumplir no sin presuposiciones individuales, caracteriza el coyuntura del mercado.
modo de ser del receptor independiente, que efectúa una elección li- Debido a la disolución del patronazgo que garllntizaba a los ar-
bre y toma decisiones no preconcebidas. tistas, o en todo caso a una parte considerable de ellos, la seguridad
Claro que, prácticamente, tampoco tres personas constituyen material, y a causa del nacimiento del mercado libre, que motivó
todavía ningún grupo social calificable de verdadero público. Pero en el terreno del arte una competencia ilimitada, se originó un pro-
la diferencia entre dos y tres personas implica el desplazamiento letariado artístico con necesidades desconocidas hasta entonces. Sin
más esencial en su composición y en la conexión interna de sus embargo, la creación de los estados de previsión social en Occidente
miembros. Cabe que la tercera persona forme un vínculo reforzan- y el general afán de educación de la creciente y cada vez más セゥ」。@
te o una valla distanciadora entre los dos. Puede poner en peligro clase media suavizaron pronto los rigores de este proceso de proleta-
la intimidad de las relaciones, pero también puede producir un en- rización y crearon incluso condiciones por las que, finalmente, nin-
gún experimento artístico quedó sin eco ni protección, de suerte
tendimiento en la desunión inminente. El auditorio que debe llegar
que puede afirmarse tranquilamente que el patronato público del
a un juicio objetivo sobre representaciones artísticas y encuentra en
floreciente comercio artístico ha resarcido suficientemente, aunque
el camino resistencias que ha de superar, empieza a formarse de to-
de modo confuso e inadecuado a los valores reales, el desaparecido
dos modos con esta «tercera persona». mecenazgo. El público atemorizado por los artistas avanzados y ca-
Cierto, siempre es el individuo el que lee libros y el que, en los
rente todavía de juicio reaccionó con aplausos a la afrenta más
tiempos del mecenazgo y del coleccionismo individual, goza de los grave. Cuanto más atrevidos eran los rebeldes tanto más seguros
cuadros y de las estatuas. Mas, por su intención creadora, los li- podían estar de su efecto desconcertante. La única defensa eficaz de
bros no se escriben para un solo lector, ni los cuadros o estatuas, la agredida burguesía era que no se sentía afectada y maldecía con
aunque producidos para conocedores y coleccionistas individuales, ellos. La conciencia de que la tolerancia de la burguesía para con
tampoco están destinados a ellos. En la definición del público artís- la revolución que se efectuaba en el arte no alteraba en absoluto
tico, lo mismo que en la de otras categorías sociales, se trata de la falta de influencia práctica de los artistas militantes, hacía que
la transformación de la cantidad en una calidad nueva. ¿Cuándo éstos se desesperasen, permitiendo, sin embargo, que los atacados
empiezan los «granitos» a constituir un montón? La conocida pre- aplaudiesen en tanto se sentían seguros en lo demás.
gunta no es esencialmente numérica y no se refiere al número セ■ᆳ
nimo de los elementos implicados, sino que se trata de una cuestwn
principalmente cualitativa, y sólo puede responderse con el califi- S. Tipos históricos y composición del público artístico
cativo del salto, gracias al cual los clientes artísticos individuales,
aislados entre sí, se masifican en un grupo coherente, con lo que El público presenta diver-sos tipos, con representantes en todos
al mismo tiempo termina la relación privada y personal entre mece- los géneros artísticos. Pero donde se diferencian con más claridad
nas o protector y artista, cediendo el puesto a una relación más es en la literatura, donde los clientes fijos tampoco pueden aspirar
objetiva entre productores y consumidores desvinculados entre s!. en modo alguno al rango de la intelectualidad literaria, sino que
Amos y mecenas, clientes continuos y partidarios firmes no consti- tan sólo quieren ser entretenidos literariamente, aunque lean sin
tuyen, en el sentido estricto de la palabra, ningún público artístico, ninguna selección en absoluto. La mayoría del público lector per-
pues éste sólo existe donde las relaciones son inciertas y variables, tenece a este tipo, particularmente en las épocas en que la certeza
aunque no continuamente precarias. De todos modos, en el concep- ideológica está limitada a una fina capa social e ilustrada y la con-
to de este público forman parte la movilidad de las capas influyentes, ciencia de clase se ha borrado a consecuencia de la multiplicidad
la disminuida seguridad de los artistas aislados, así como las cre- de los factores determinantes locales. De los representantes de este
cientes oportunidades de los artistas en general y la participación tipo, ideológicamente más o menos conscientes, se diferencian sobre

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que empezaba a leer libros a ser posible en aislamiento individual.
todo los lectores vinculados al autor por inclinaciones personales, En el Norte de Francia y en el cambio del siglo xn surgió un tipo de
emocionales o intelectuales, o que por ser literatos, críticos e historia- poeta parecido en cierto modo al escritor moderno, poeta que ya
dores de literatura profesionales forman parte de la base de su pú- no redactaba canciones y cuentos para ser recitados sino historias
blico y aconsejan y dirigen a los demás lectores gracias a su senti-
para ser leídas. Antes los viejos poemas épicos se cantaban ante
miento de la calidad, a su sensibilidad o a su información histórica.
una nobleza militar, las epopeyas cortesanas se recitaban aún ante
Pero esta tipología, al igual que toda tipología histórica, es de-
una aristocracia ampliada por los empleados de la corte, mientras
fectuosa e inconclusa. Según el surgimiento de tareas nuevas y posi-
que las novelas de amor y aventura surgidas ahora estaban desti-
bilidades de éxito los tipos nuevos se actualizan y permanecen en
nadas exclusivamente a la distracción, especialmente para el entre-
un sistema abierto, cada vez más diferenciado. El tosco auditorio
セ・ョゥュエッ@ de las damas. Albert Thibaudet, quien atribuye la mayor
de los bardos prehoméricos deviene la audiencia exigente de los rap-
Importancia a esta función de la nueva literatura narrativa, consi-
sodas, los cuales procuran satisfacer a un público más diversificado y,
dera que esta variada composición del público lector gracias a la
además de los convidados de los banquetes de las cortes principes-
entrada de las mujeres es la causa principal de los cambios forma-
cas y nobles, también intentan agradar a la gente en las fiestas po-
les que experimentó la literatura occidental'. Afirma que es ahora,
pulares, en los mercados y en estufas públicas. El literato, esto es,
cuando la poesía se convierte en lectura, cuando por primera vez su
el lector estilísticamente interesado, conocedor de la historia y capaz
goce se transforma en una pasión, a la que uno no deja de aban-
de juicio estético, es un producto del helenismo, con su orientación
donarse ya, en una necesidad diaria y en un pasatiempos, desvincu-
internacional, sus centros de enseñanza y sus cometidos especializa-
lados ya de las ocasiones festivas, sino a los que uno pueden entre-
dos. La división económica del trabajo y el principio de acumulación
garse a cada hora del día. De esta suerte pierde la poesía el t¡ltimo
del nuevo capitalismo, transnacional, helénico, constituyen las ba-
vestigio de su carácter sagrado, mítico, libre ya de toda ilusión cons-
ses de los literatos, que no son un gremio profesional, aunque tam-
ciente: se convierte en «ficción» pura, sin rodeos, en una invención
poco un lectorado difuso en cambio continuo, sino que son mera-
en la que no tiene ya que creerse para interesarse por ella.
mente lectores que necesitan distracción.
En contraste con la recitación, la lectura motiva una nueva téc-
De acuerdo con su cultura religiosa autoritaria, la Edad Media
nica narrativa, facilita la utilización de efectos especiales, práctica-
limita, por de pronto, no sólo la escritura sino también la lectura
mente desconocidos hasta entonces. Las obras destinadas al canto o
a una capa especial, al clero encargado de la propaganda eclesiás-
a la recitación se servían mayormente de la yuxtaposición como
tica y de la formación de la ideología clérico-feudal. La leyenda he-
medio de composición: se componían de partes y episodios aislados,
roica, la lírica caballeresca y el teatro popular florecen a la sombra
más o menos independientes. Su declamación podía interrumpirse
de la literatura espiritualmente autoritaria o son desplazadas tem-
a capricho, sin perjudicar por ello al conjunto de la obra. Así se
poralmente por ella. Pero el escritor erudito, de formación y pensa-
compuso la Canción de Rolando, como ha observado Karl Vossler '.
miento religioso, todavía no es idéntico en absoluto con el lector
Chrétien de Troyes, sin embargo, utilizaba ya efectos de tensión,
habitual y competente de la Edad Moderna. Fue el humanismo del
dilataciones e interpolaciones, resultantes no ya de las partes aisla-
Renacimiento el que por primera vez desarrolló el concepto nuevo
das de los poemas sino de las relaciones entre sus elementos. Tales
del público lector, distinto a las ideas medievales, debido al ejemplo
recursos, apenas posibles en una exposición oral corta y a menudo
セ・@ la ←ャセエ・@ ・ウーゥイセオ。ャ@ de los filólogos helenistas y gracias a la propia interrumpida, sólo puede emplearlos el poeta ahora, cuando escribe
1deolog1a comphcada, basada parcialmente en talento y en cultura
para lectores y no para oyentes. Con estas novelas para leer se ini-
laica. Entre las presuposiciones del humanismo se cuenta ya un
público nacido en la segunda mitad de la Edad Media y descono-
3
cido todavía a principios de ésta, un público que no presenciaba Albert Thibaudet: Le Liseur des romans, 1925, p. XI.
ya en grupos más o menos grandes la exposición oral de sagas, his- ' Karl Vossler: Frankreichs Kultur im Spiegel semer Sprachentwicklung,
torias de héroes, acontecimientos bíblicos y leyendas de santos, sino
192
1', p. 59. Bibl1·oteca I. T. E. S. O.
580 581
cia realmente la moderna literatura narrativa, y en verdad no sólo vicción de que el gusto natural, ingenuo, tiene su justificación y, de
porque son las primeras historias de amor románticas de Occidente un lado, el sentido común humano y, de otro, la vista sin prejuicios
en las que el lirismo y el sentimentalismo dominan todo lo demás, pueden tener razón frente al juicio artístico del sabio.
sino también porque son los primeros récits bien faits, por modificar El cambio efectuado en la estimación del público profano en la
una conocida expresión de la dramaturgia indicadora de los teatrales composición de la opinión pública decisiva se debía naturalmente
efectos de sorpresa. a supuestos en parte económicos. Los donativos que recibían los ar-
Debido a la lectura convertida ahora en necesidad constante y tistas de Luis XIV, disminuyeron a finales de su reinado y la Aca-
en hábito puro, el oyente atento, solemnizado, se convierte en el lec- demia tuvo que compensar esta disminución de la ayuda real con
tor indiferente, tendente unas veces al formalismo de los expertos la clientela de un público más amplio. Du Bos sacó la conclusión
en estilo, otras al desorden del consumo de masas. Pese a toda la de las premisas de Roger de Piles, a saber, que el arte no tiene que
oposición, ambas actitudes tienen en común la alienación de los «instruir» sino «conmover», y que la competencia en arte no yace
principios de la praxis. Tanto la literatura abandonada por entero en la razón sino en el sentimiento. Pero el sentimiento se embota
al goce de palabras y giros preciosos, como la devorada en masa en la gente que se dedica siempre a las mismas cosas, mientras que
permanece alejada de la vida y despreocupada por la verdadera exis- permanece fresco y espontáneo en los profanos y aficionados. A pe-
tencia. Cada una de ellas puede cumplir parcialmente las funcio- sar de la ideología del prerromanticismo, dominada por el «senti-
nes que desde siempre correspondieron al arte, pero el alejamiento miento candoroso», el cambio en la composición del público artís-
del lector respecto de la praxis ocurre inevitablemente en ambas. tico no ocurrió, sin embargo, de la noche a la mañana. Pues tam-
El arte no ha disfrutado nunca de tantas facilidades.ni encon- bién la comprensión ingenua, emocionalmente condicionada, como
trado jamás un reconocimiento y ayuda tan amplios y fáciles como el mero interés por el arte, tenían presuposiciones educacionales, a las
recientemente. Pero tampoco fue nunca tan evidente el hecho de que cuales no se podía corresponder sin más. Pero el público artístico
sus más elevados productos se dirigen contra el instinto de la mayo- aumentó en volumen, abarcaba a elementos cada vez más diversos y
ría de los hombres. La fatigada tolerancia frente a las direcciones constituía ya a fines del «gran siglo» una capa que no era por mu-
artísticas modernas, por agresivas que sean, y el fácil éxito de los cho tan uniforme en el pensamiento y tan claramente manejable
bestsellers y canciones de moda no suponen ninguna respuesta ade- como la sociedad ilustrada de la era de Le Brun. Con lo cual no
cuada a la pregunta contenida en la existencia y función del arte. queremos decir en absoluto que el público del arte elevado, clásico,
Lo que el arte significa para una sociedad no depende del número fuese totalmente homogéneo y se limitase a los círculos cortesanos.
de entusiastas del mismo ni de la cuantía de las cantidades que se El rigorismo formal arcaico, el tipismo impersonal, la fidelidad a las
reparten a los artistas como premios y estipendios. La evolución convenciones sociales y tradiciones eran, sin embargo, rasgos que
presente de la clientela artística, a pesar del declarado entusiasmo, en sí correspondían mejor e ideológicamente eran más propios al
no corresponde de ningún modo a la tendencia liberal que reveló la sentimiento aristocrático de la vida que a la concepción del mun-
oposición al academicismo anquilosante de Le Brun, ni a la demo- do de la nueva burguesía liberal, no sujeta a normas inflexibles.
cratización de la participación en el arte efectuada en el siglo siguien- Pues para una clase que basa sus privilegios en la edad, el origen y la
te. En tiempos de la Ilustración se formó un círculo cada vez más actitud, el pasado es más concreto que el presente, la familia y la
amplio de amigos del arte, constituido ya no sólo por especialistas, sangre más real que el sujeto y el individuo, la medida y el orden
artistas, mecenas y coleccionistas, sino también por profanos que se más dignos que el sentimiento y el ánimo. Mas en lo referente al
atrevían a emitir su propio juicio. Antes la Academia era la única racionalismo, que reclamaba para sí el clasicismo, no debiera olvi-
en conceder a gente del oficio el derecho a hablar en cuestiones de darse que la ideología burguesa estaba más arraigada en el sentido
arte. Desde entonces se fue aceptando cada vez más la calificación común que la aristocrática. Cabe que la nobleza se haya decidido
del público profano como juez artístico, y, a decir verdad, sobre todo lo que quiera por el pensamiento claro, lógico, libre del sen-
todo porque, como decía Roger de Piles, se había llegado a la con- timiento, la arrogancia y la sensiblería. La concepción racional de

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raras veces continúan siendo propiedad suya. Naturalmente, todo
la existencia, los principios de la vida racional, sin ostentación, mo- artista desea que sus creaciones las adquieran sus partidarios, y tien-
derada, que cuenta con los medios disponibles, los desarrolló por de a considerar de antemano a sus compradores como «amigos»
primera vez la burguesía sobria, enemiga de toda teatralidad y re- suyos. Pero, en sentido estricto, estos no pertenecen siempre a su
tórica. El burgués industrioso, consciente de los límites de sus me-
カ・イ、セッ@ público, y a menudo ni siquiera saben qué es lo que pre-
dios y fuerzas se rigió por un plan de vida racionalista, realizable y
tendian en su creación. Sea como fuere, el llamado público artís-
sostenible antes que el aristócrata que insiste en sus privilegios cada
tico es un grupo de composición sumamente mezclada, cuyas capas
vez más problemáticos. Por eso tuvo también más eco entre la bur-
aisladas se distinguen por límites difusos.
guesía la claridad, objetividad y sencillez del clasicismo liberado de
los adornos barrocos, que en la nobleza que se quiere imponer por Cuando un cuadro no cae en las debidas manos, garantes de
su goce adecuado por el propietario y de su accesibilidad a personas
la pompa y la ostentación. Mientras ésta se hallaba todavía bajo
capaces de ese goce, este estado de cosas se parece mucho a la situa-
la influencia del gusto artístico románico, ampuloso, caprichosa-
ción en que un libro se «agota» o se considera «extraviado» en una
mente extravagante, de los españoles, los expertos y coleccionistas
biblioteca. Para tener un «público» las obras de arte no sólo tienen
de origen burgués se entusiasmaban ya por la lucidez y normativi-
que separarse de su autor, sino también ir de boca en boca y de
dad de Poussin, cuyas obras, creadas todavía, en su mayor parte,
mano en mano. Pero el artista no tiene por qué saber él mismo
en tiempos de Richelieu y Mazarino, eran adquiridas y colecciona-
de esta circulación. Tras la decadencia del viejo mecenazgo y la
das por miembros de la burguesía, funcionarios del Estado comer-
ciantes y financieros. Es significativo que Poussin no 。」・ーエセウ@
pérdida de la inherente seguridad material de los artistas, tras el
nin-
gún encargo de pinturas decorativas de formato monumental. Y como nacimiento del comercio artístico en el sentido moderno del término
no podía establecer ningún nexo interno entre el arte oficial de su y el correspondiente anonimato de las relaciones entre los produc-
tiempo y el ideal estilístico clásico en que pensaba, también aceptó tores y los consumidores del arte, originóse una situación en la que
raras veces encargos de la Iglesia. el artista apenas sabe ya en qué manos se encuentran sus obras y
¿Pero de dónde procedían y con qué se mantuvieron vigentes las en la que también le preocupa cada vez menos esta circunstancia.
pautas de acuerdo con las cuales crearon sus obras en Francia Pous- Ya no se enfrenta a personas aisladas, sino al coloso enorme, des-
sin y la mayoría de los artistas posteriores, y cuya tradición resultó conocido e incalculable que se llama «público». Puede que se sienta
tan vital que hasta Cézanne se declaraba partidario de ella? Poussin lisonjeado si sus cuadros van a parar a una colección famosa, pero
mismo no las creó, como tampoco produjo la burguesía los princi- los comerciantes y consejeros del coleccionista son tan responsables
pios formales del arte dramático del abogado de Rouen, Corneille, de ellos como su rango de artista y la calidad artística de sus cua-
aunque el clasicismo racionalista no sería imaginable sin la tenden- dros. No puede elegir los compradores de sus obras como tampoco
cia burguesa del público ni sin la teatralidad estilizante de la corte puede elegir el dramaturgo o el compositor la gente que va a pre-
real. Las dos, la Cour et la Ville, tuvieron su parte en la génesis de senciar la ejecución de sus obras y composiciones. En términos ge-
los antagonismos del barroco clasicista. Por acertada que sea tam- nerales es más difícil asustarlos que cautivarlos. A menudo, el ata-
bién la circunstancia de que aparezca generalmente una clase espe- que más violento a una capa del público no impide a ésta que ad-
cial o un determinado círculo de ilustración como portador de la mire al atacante. Pero la insolencia no es un medio infalible del
evolución cultural, una concepción demasiado simplificadora de esta éxito como tampoco la adulación.
función y, en particular, una idea que homogeneíce totalmente a los De siempre hubo consumo de arte por razones de prestigio; mas
portadores del gusto, tergiverse la imagen del proceso real. aumenta de día en día y se hace cada vez más incalculable debido
Cabe que el artista cree sus obras teniendo presente un grupo a la fluctuante coyuntura. También en el aspecto cualitativo se
especial de clientes, pero no las produce única y exclusivamente manifiesta de modo diferente la ampliación del mercado artístico
de acuerdo con los criterios del gusto de este grupo. Tampoco caye- según los casos, y es incierta su influencia en la formación del gusto
ron siempre en las manos de aquellos a quienes iban destinadas, y artístico. Normalmente, el sentimiento de la calidad se refina con

584 585
el creciente interés por el arte y se refuerza el juicio del público.
Mas el incremento de la clientela puede ir unido también a un des-
- él. Pero tampoco existe para cualquiera. Debe ser asequible a gente
que tiene necesidad de él, pero no puede ser impuesto a nadie. Ser
censo del nivel y a una falta de principios en las normas. Evidente- un aficionado al arte no es ninguna obligación ni ninguna virtud,
mente se gana poco cuando ante el ofrecimiento de obras de arte sino una prueba de fuerza y un triunfo.
hay más gente dispuesta a aburrirse o a reducir sus exigencias a fin
de distraerse.
La regla fundamental del desenvolvimiento de la clientela ar-
tística es y sigue siendo, cambie lo que quiera el volumen y compo-
sición del público artístico, que los progresistas de hoy serán los
conservadores de mañana. Progreso y conservadurismo no están
condicionados por el carácter y el temperamento de sus represen-
tantes, sino por la respectiva constelación histórica. Cuando Matisse
expuso en 1906 su famosa obra La Joie de vivre, Paul Signac, él
mismo pintor famoso y progresista y entonces vicepresidente del
Salan des lndépendants, fue uno de los que más protestó contra el
cuadro «disparatado». Un año más tarde Matisse se portó del mismo
modo con el cuadro de Picasso Las señoritas de Avignon. Lo califi-
có de atentado a todo el movimiento artístico moderno. Y, de esta
suerte, casi siempre fueron artistas que pertenecieron antes a la
vanguardia y no filisteos enemigos del arte y reaccionarios los que
interceptaron el camino hacia el éxito a los innovadores más revo-
lucionarios. Como miembro del jurado del Salón d'Automne, Ma-
tisse rechazó en 1908 los cuadros de Bracque de una manera tan
tajante como rechazaron los cubistas los de Duchamp en 1912.'
El «aburguesamiento» de los revolucionarios y el anquilosamiento
de la vanguardia constituyen un proceso sin fin en el que no se
enfrentan mutuamente con el rechazo más agudo artistas y profa-
nos, sino distintos estadios evolutivos, por lo general dentro de una
misma generación. Los artistas se transforman en un público apo-
cado, a menudo egoístamente crítico, cuando se enfrentan a una ge-
neración más joven de artistas que intenta rebasar los logros de sus
antecesores. Por tanto, tenemos que ver aquí, en el público, con una
categoría funcional y no ontológica •. Es decir, no se es «público»,
se deviene tal bajo determinadas circunstancias.
Mas el arte no existe para los artistas, sino para los profanos:
para gente que, en primer lugar, no tienen nada que ver con él,
aunque finalmente puede que aprendan a tener mucho que ver con

• Leo Steinberg en: The New Art, 1966, p. 27 y sig.


• Ibidem.

586 587
4. Los mediadores La más clara es la importancia de la mediación en la música,
donde la forma expresiva dejada por el compositor y directamente
manifiesta consta únicamente de una serie de signos abstractos, la
cual tiene menos en común con la forma acústica que la escritura
corriente con el texto leído o recitado de una poesía, y donde una
fase determinada de concreción de los signos fonéticos tiene que
haberse efectuado ya antes de que pueda emprenderse ese género
de interpretación que importa en la literatura. El ingenuo aficionado
a la música no oye nada cuando únicamente lee las notas, que no
resuenan para él y no significan nada artístico. Sin embargo, las
formas trazadas por el autor de las obras en otras artes tampoco
son, en y de por sí, mucho más asequibles directamente que las
notas para los que carecen de educación musical. También en éstos
la recepción adecuada no ocurre sino tras la ejecución de un pro-
ceso de varias fases que lleva, desde formas vacías de contenido y
de sentido, a un complejo en donde cada rasgo adquiere sentido y
l. Signo e interpretación contenido según su valor posicional en el sistema respectivo.
Normalmente no se tiene la menor idea de lo dilatado, ramifica-
La doctrina de la espontaneidad de la creación artística tiene su
do, difícil y tortuoso que es este camino, ni de lo perplejo y confun-
equivalente en la teoría del carácter inmediato de la vivencia artís-
dido que estaría uno ante las creaciones artísticas más importantes
tica, de la posesión no mediatizada de la obra de arte por el sujeto y atractivas de no estar preparado para ellas, de no saber qué espe-
receptor. En ambos casos la base de la teoría es la noción de un rar de ellas ni cómo reaccionar ante ellas a firi de sacar sentido Cle
acto irracional, indivisible e irreductible, que sucede a modo de su- su lenguaje cifrado, el cual es a menudo una especie de lenguaje
gestión e inspiración, sin mediación ni intervención ajena. Pero común. La necesaria comprensión de la prehistoria de las obras pre-
igual que no hay ningún proceder espiritual relacionado con la rea- sentes y de su especial lugar historicosocial, del papel de los modelos
lidad que carezca por completo de composición y aparezca sin me- y competidores de los artistas, de los medios técnicos disponibles y
diación ninguna, que se base totalmente en el sujeto y en sus cate- de los cometidos solucionados con ellos, de las pautas para los valo-
gorías constitutivas, también la idea de actitudes puramente subjeti- res cualitativos y para la sensibilidad situada a la altura del desa-
vas e individuales, autónomas e inmanentes, tanto en relación con rrollo son por lo general irrealizables en una fase más avanzada de
la producción como con la recepción de obras de arte, es una fic- la evolución sin los correspondientes mediadores, maestros, direc-
ción que apenas puede justificarse sin mistificación de las disposi- tores, intérpretes y críticos.
ciones y aptitudes artísticas. La creación artística presupone un len- Sociológicamente, una obra no está en absoluto terminada tal
guaje formal de comunicación clara, la validez de tradiciones histó- cual sale de la mano del artista, sino cuando se ha efectuado s.u
ricas y convenciones sociales, la recepción artística de mediaciones, recepción. Por eso tiene la mayor importancia averiguar en qué
instrucciones y ejercicios hermenéuticos. Cuanto más avanzado sea fase empieza una idea a corresponder a su destino receptor. ¿Es la
un desarrollo estilístico, cuanto más modernas sean las obras en visión del artista intencional de antemano, y puede considerarse su
consideración y cuanto menos entendidos y competentes en arte los mera insinuación como expresión suya, como ocurre, por ejemplo
sujetos receptores, tanto más grandes, diversas e importantes ten- con las notas del compositor? ¿O no pertenece más bien la realiza-
drán que ser las mediaciones. ción sensible, como la efectuada siempre en las obras de las artes
plá,·ticas o en la música tras haber tocado las notas, a la concreción
588 589
de la visión e intención del artista? ¿No es a través de esta concre- se aferra a un principio y excluye otro, el arte anula también el
ción cuando se determina la conducta del receptor? Desde el punto principio seleccionado y destruye con esa alternativa todo el sistema
de vista del idealismo, visión subjetiva y configuración objetiva son al que debe su existencia. Pues la génesis y evolución del arte, se
idénticas, y, bajo un aspecto puramente formal, carece de impor- mire bajo el aspecto que se quiera, es un proceso dialéctico, cuyos
tancia decisiva la cuestión de la presencia o ausencia físicas de los momentos antagónicos son inseparables entre sí y sólo cambian
participantes receptores. Mas en cuanto praxis social, transcendente cuando cambia uno de ellos.
a la forma, el arte no realiza su intención real hasta que se ha efec-
tuado el acto receptor concreto.
Por espontánea e irresistiblemente que se comunique el artista, 3. Clases de mediación
necesita intérpretes e intermediarios para que se le entienda de un
modo correcto y se le estime de una manera apropiada. Sólo en los La vivencia artística receptora es en la misma medida producto
casos más raros recibe el receptor las obras directamente de él. La de la cooperación social y expresión de la comunidad espiritual, re-
mayoría de las veces necesita toda una serie de mediadores e ins- sultado de la dirección autoritaria y adaptación subordinante, como
trumentos de mediación para comprender lo que el artista preten- actividad artística creadora. Ambas cosas son el resultado de un
día con su obra y los medios que empleó para formular su visión proceso en el que se revela una iniciativa personal como trabajo
y organizar su material. Un lenguaje formal nuevo, desconocido aún extendido a varios individuos. Al final, del experimento resulta una
para la generalidad no pierde su extrañeza e inaccesibilidad hasta institución, algo permanente y continuable, de una cosa propia y
que pasa por ellos. Mas la aureola del secreto, la magia del milagro, privada, un bien apropiable y transferible. Se mire del lado que se
el que algo más allá de la forma y aparentemente inefable adquiera quiera, en cuanto propiedad de la sociedad, el arte es la obra de
forma, no lo pierde jamás el arte cuando es realmente arte. una colectividad, en la cual participan por igual inspirador y ofe-
rente, receptor y mediador.
Toda persona o institución que se interponga entre la obra de
arte y la vivencia artística del receptor efectúa una función útil o
2. Ser y significado
inútil de mediación. Los representantes e intérpretes de las obras,
La obra de arte no sólo significa algo, también es algo, y se desde los más primitivos bailarines y mimos, cantbres y narradores,
queda en una especie de fetiche que debe su efecto inexplicable, bardos y rapsodas, hasta los actores y músicos de nuestros días, des-
o explicable sólo en parte, a su existencia peculiar, confundida con de el primer escoliasta hasta el experto artístico más refinado y eru-
su significado, y sin embargo independiente, unas veces lejana y dito, desde las primeras cartas de los humanistas hasta las revistas
otras próxima. Y lo mismo que una obra de arte no sólo significa de la Ilustración y la prensa diaria actual con sus reseñas regula-
algo sino que también es algo sencillamente inexplicable, constituye res de los acontecimientos artísticos, de las últimas apariciones lite-
asimismo una posición autónoma y comprometida ante el mundo y rarias y de los innumerables conciertos, desde el primer aficionado
la realidad. El arte se eliminaría a sí mismo si se quedase en mera al arte, protector y mecenas, hasta el moderno conocedor y colec-
forma, en arabesco u ornamento, con la anulación de su contenido cionista, todos ellos son intermediarios que allanan el camino que
como elemento relevante. Pues no es imaginable sino como forma va del artista al público, refuerzan su relación, y al mismo tiempo
de algo que no es «forma»; lo mismo que un contenido informe no la complican también, los ponen en contacto, pero también los dis-
es ningún «contenido», y en cuanto tal resulta impensable. El arte tancian y alienan. En la medida en que aumente y se multiplique
toma la realidad, la acepta y absorbe, la critica, corrige y rechaza con el tiempo el papel de la mediación personal, las formas institu-
al mismo tiempo; se somete a ella, pero también se independiza de cionales diferencian y distancian también el· contacto entre los ele-
ella. Sin embargo, siempre que ante estas antinomias de significa- mentos productores y receptores del proceso artístico. Los círculos
do y existencia, de forma y contenido, de compromiso y libertad, caballeresco-cortesanos de la Edad Media, las cortes de príncipes y

590 591
damas del Renacimiento, los salones literarios de los siglos, xv:I y
XVIII, las academias clasicistas y los cená:ulos 、セ@ ーセエ。ウ@ romanticos, en un fenómeno diario, aunque tampoco se tome generalmente con
atención.
las colonias de pintores naturalistas e iューイ・ウゥoセエ。L@ los ュオセ・ッウ@
y exposiciones, las editoriales y sociedades de 」セョゥ・イエッウL@ los con¡un- La auténtica vivencia artística presupone cierta espontaneidad,
tos de teatro, radio y televisión, los viajes 。イエ■ウセi」ッ@ セ@ cursos noctur- una reacción sensible esencialmente espontánea, sin obstáculo ni
n ás que puentes que acortan la distancia entre la pro- reflexión, ante la impresión producida por la obra de arte. Pero esto
nos no so m . . 1 ' Como significa tan solo que la vivencia normativa es concreta, personal-
ducción y el consumo, aunque al mismo tiempo a acentuan. ,
mente diferenciada, afectiva y determinada por la situación vital
objeto de intervención institucional, el arte se cosifica 」オ。ョエセ@ mas
del individuo receptor, mas no significa en absolutp la falta de fac-
se le administre. La ambivalencia del estudio artístico se mamfiesta
tores estimulantes, activadores de la impresión de fuera, en la for-
en que la aproximación a la persona del autor puede tener por con-
mación de la vivencia. El goce artístico libre de toda mediación es
secuencia el distanciamiento de su obra, mientras que la 」ッューイセョᆳ uno de los dones más raros de los expertos mejor informados que
sión directa y adecuada de la obra va unida a セ・ョ⦅オ、@ con セョ。@ m- imaginarse puedan, copartícipes en la determinación de nuevos cri-
diferencia fundamental y el sentimiento de la msigmficancia final terios valorativos estéticos y en el incremento de la sensibilidad
frente a la persona del autor. . . artística, expertos que con su talento especial, propio de ellos, se
Igual que la génesis de una obra de arte no se ィセオエ。@ セ@ 」ッセーᆳ hallan poco más o menos en el borde de la producción y de la recep-
nentes que dimanan del individuo creador y de sus カセ・ョ」ゥウケ。ᆳ ción. En general, la importancia de las instancias mediadoras aumen-
das, sino en su mayor parte proceden de su herenCia ・ウーュエオセ@ Y ta con calidad superior de las obras y el descendente nivel de ins-
de la comunidad con sus contemporáneos y compañeros de profeswn, trucción de los receptores. La mediación entre artista y público
tampoco los factores de la recepción de una obra resultan. de _la puede muy bien elevar la fase en que ocurre la recepción, pero la
relación directa entre el sujeto receptor y el objeto. 、セ@ expenenc.Ia. popularización del arte mediante el número creciente de mediacio-
Son muchas las instancias que participan en las ュ・、Q。」セッョウL@ gracias nes y la disminución de las exigencias que plantean a los receptores
1 s cuales las obras se hacen por primera vez accesibles, les dan puede también contribuir al descenso del nivel al que se acepten
セョ。@ sentido que el público puede comprender, セ@ ・ャゥュセ。ョ@ la ex- obras exigentes. Una vivencia artística que se adquiere al precio de
la insipidez y vulgarización de su substrato no constituye ningún
trañeza inherente en su novedad, ウオーイゥュ・セ@ su iューイ・セョ@ descon-
logro, pues a la estimación adecuada del arte sublime no se llega a
certante, las ponen de acuerdo con lo habitual y ヲ。ュイャセL⦅@ Y ・ウエセᆳ
través de la tolerancia del arte inferior. La capacidad de gozar arte
blecen entre lo anticuado y lo que se anuncia esa 」ッョエュ、。セ@ sm
auténtico presupone una esforzada preparación del gusto. Se llega a
la que el arte perdería su historicidad, continuación y 」。ーQ、セ@
ella a través de una educación paciente, y finalmente mediante un
de resurrección. A estas mediaciones se debe el que de un lengua!e salto, y no, por ejemplo, a lo largo de un avance gradual de pro-
secreto y de mandarines salga una vulgata, el que la vanguardia ductos defectuosos y mediocres a otros cada vez más puros y exi-
disconforme adquiera un sentido más o menos generalmente 。」セーエᆳ gentes. El desarrollo no estriba en el cambio de los objetos sino en
ble y el que su desconcertante rebeldía se haga tratable y en セ・Zエッ@ el de las actitudes. Por muchas presuposiciones y preparaciones que
modo respetable. La rutina de la crítica de arte regular en dian?s requiera, se descubre de pronto lo que es arte auténtico, como si
y revistas, la literatura teórica popular y los libros ilustrados セ@ his- todo lo vivido y aprendido con anterioridad no tuviese nada que
toria del arte, la visita preceptiva de las colecciones y exposiCIOnes ver con la revelación. Se concibe de repente lo que es el arte, igual
de arte, la constante representación de los últimos productos セ・@ la que se puede nadar de una vez. Sólo hay que saltar al agua cuando
literatura dramática y de la música, las continuas presentaciOnes tal vez se ha debido tener un maestro de natación en el que ya no
se piensa.
en la radio y en la televisión, pueden tener en y de por sí un セ。ャッイ@
muy dudoso, pero crean una atmósfera en la que el arte se convierte Mas igual que en una fase cultural determinada puede existir,
sin mediación especial, una relación adecuada entre las obras de
592
593
receptores de la creación objetiva, afectada ya de determinadas con-
arte sublime y su recepción, tampoco el arte popular necesita ningún cesiones, constituye otra deformación de la visión creadora debido
mediador entre sus productores y consumidores, quienes a menudo a esas mediaciones que se interponen entre artista y público. Pero
son las mismas personas y siempre pertenecen a la misma capa so- igual que el proceso creador no sólo desvirtúa la concepción origi-
cial y de instrucción. Sin embargo, a medida que se propaga la civi- nal de las obras sino que también la desarrolla y precisa con ayuda
lización occidental y aumenta el público de masas del arte popular, de los medios de concreción empleados, la recepción facilita la vuelta
se reduce, de un lado, el ámbito del arte del pueblo y disminuye, a la intimidad del artista gracias a las mediaciones utilizadas. De
de otro, el número de expertos en relación con el resto de los recep-
esta manera, con sus momentos de producción y recepción. de vi-
tores. De acuerdo con este descubrimiento, aumenta naturalmente el
sión Y su exteriorización, de enajenación y reintimación de la es-
número de mediadores y de instituciones mediadoras entre el arte
pontaneidad alienada, así como toda la actividad referida a la rea-
de la élite y los clientes en masa del arte.
lidad, todo el proceso artístico consta de una serie de pasos dialécti-
camente antitéticos. El proceso no transcurre sin peligros. Pues por
imprescindible que sea la función del mediador profesional en la
4. El experto y el receptor ingenuo relación entre artista y público, y por indudable que sea también
la capacidad del experto para comprender y juzgar la calidad esté-
La principal diferencia entre las posibles actitudes frente al arte tica de una obra de arte, con frecuencia se le escapa al especialista
viene determinada, de una parte, por el punto de vista del cono- un aspecto que otorga una autenticidad especial a la vivencia artís-
ced<;r, del experto competente y educado en la teoría e historia del tica espontánea del profano, pese a todas las demás insuficiencias.
arte, y, de otra parte, por el del receptor ingenuo quien no se siente En la autonomía de la crítica de arte y de la separación del experto
impulsado a o capaz de comparar con otra la ob;a de arte que tiene respecto del artista, por un lado, y del receptor ingenuo, por otro,
enfrente. El observador ignorante vive la obra de arte como parte se manifiesta un principio de especialización y de división del tra-
de la realidad, como complemento de su experiencia vital; el ob- bajo, extraño a la esencia de la vivencia artística coherente.
servador crítico la juzga como ficción pura, por significativa que Georg Lukács afirma que todo el que se alce «sobre la esponta-
sea, como una forma de ilusión consciente, un producto del talento
セゥ、。@ de la mera impresión» experimenta también, con la recep-
creador y de la facultad de imitar, transformar y reinterpretar las cwn de la obra de arte, su pertenencia a un género '. Según el esta-
cosas: de una fuerza espiritual que cada artista posee en proporción dio de instrucción del sujeto receptor, también cambian en la re-
especial, suya propia. El goce artístico del experto va siempre uni-
cepción de una obra las categorías mentales y las asociaciones de
do a la estimación de este talento. Claro que la autenticidad viva-
este tipo, aunque es dudoso que, como opina Lukács, formen parte
cidad y profundidad de la experiencia artística depende parciaimente
de la esencia estética original de la vivencia y no motiven más bien
de la espontaneidad de la creación que se conserva más o menos en
una desviación de la norma de la impresión sensible concreta. El
todas las circunstancias, pese a toda la certeza con que se perciba
experto ve en el cuadro no sólo una representación especial, el reflejo
la artificiosidad de los fenómenos fingidos y se hagan valer las nor-
de un objeto individual, de una figura o paisaje determinados, sino
mas críticas. Por otro lado, el momento medio serio, caprichoso,
sobre todo un rendimiento «pictórico», la solución de una tarea de-
de que se trata de un mero artefacto, tampoco falta del todo hasta
terminada por el medio de la representación. Pero tal aspecto, que
en el goce artístico más insospechado. Ninguna vivencia artística
para el experto se mueve todavía dentro de la vivencia estética
es totalmente natural o artificial, como tampoco es ninguna total-
suprime la homogeneidad y la unidad de la esfera artística cuand¿
mente directa o indirecta.
se trata de una contemplación más ingenua, menos compleja.
La realización creadora de la voluntad artística se conquista al
precio de concesiones y, como ya se sabe, supone una traición a la
idea, a la idea originaria del artista. La recepción de la obra la
vivencia artística de los sujetos reconstructores del acto cread¿r y 1 Georg Lukács: Estética, 1963, vol. 1., p. 629 y sig.

594 595
Es relativamente fácil interpretar una obra famosa del pasado, najes míticos los autores de las novelas de Balzac, Stendhal y Tols-
estimarla y afirmarla, es decir, unirse al consenso de los instruidos. toi, de las poesías de Goethe, Holderling y Baudelaire, de las com-
Para el receptor la dificultad estriba en la tarea de distinguir lo posiciones de Bach, Mozart y Beethoven, incluso contemporáneos
bueno de lo mediocre en el caos de la producción diaria reconocer como Cézanne, Van Gogh, Proust y Kafka se transformaron ante
la. autoridad competente en la que pueda confiar y ィセャ。イ@ el ca- nuestros ojos en figuras legendarias. Tahití se ha convertido en un
mmo correcto entre el conservadurismo egoísta y mezquino y los lugar de peregrinación, e Illiers no sólo en Combray sino también
ウセュー。エゥコョ・@ sin juicio propio. La novedad de un producto artís- en una especie de !taca. Esta mitificación va tan lejos que las obras
tico es una de las presuposiciones necesarias de su valor estético de arte, con frecuencia, no se juzgan ya por su valor intrínseco sino
Y la capacidad de distinguir el derecho a la originalidad forma ー。イエセ@ por el nombre que se les cuelga como etiqueta. El nombre inscrito
de los criterios indiscutibles del juicio estético. Estar informado de en el catálogo de la exposición o en el programa del concierto sirve
los valores vigentes es, en el mejor de los casos, una característica de pauta, y cuando el verdadero se confunde con el falso, el asistente
de educación apropiada, y la facultad de reconocer valores nuevos y de la exposición o del concierto se confía, como se sabe, a lo que lee
hacerlos valer es lo que caracteriza al verdadero experto. antes que a lo que ve u oye.
La gente que sólo es capaz de apreciar los artistas más importan-
tes y corroborar las obras más destacadas, no siempre pertenece a
アセゥ・ョウ@ エゥ・ョセ@ la relación más directa y personal con el arte. Apre- 6. Facilitación e impedimento
Cian a los 。イエQセウ@ que reconocen y recomiendan sus maestros y mé-
todos de ensenanza, pero no poseen el criterio seguro de los va- En nuestra época, tan rica en medios, se han incrementado tan
lores artísticos, basado en la experiencia y en el juicio propios. repentina como considerablemente los ゥョセエイオュ・ッウ@ técnicos de la
Pero no sólo se trata del papel creador de los expertos allí donde mediación entre las creaciones artísticas y los sujetos dispuestos a
se habla de conocimiento y aprecio de nuevos movimientos artísti- su recepción. Los distintos órganos de prensa, revistas, reproduccio-
cos, sino también cuando se habla de nuevos descubrimientos, reva- nes y diapositivas, el gramófonQ, el film, la radio y la televisión acer-
ャッイ。」ゥセョ・ウ@ y reint.erpretaciones de estilos artísticos pasados, ignora- can a las masas del público los productos artísticos de por sí extra-
dos o mcomprens1bles. Y este papel es tanto más importante cuanto ños a ellas, pero por lo general lo hacen al precio de perder su
que la ィゥウエッイセG@ del arte, como ya se observó, consta en su ma;or parte singularidad y su aureola personal: los instrumentos de la media-
、セ@ una suceswn de «resurrecciones» o, como se diría hoy, «renaci- ción se limitan por lo común a formas de la técnica de reproduc-
ュᄀ・セZッウᄏL@ en los que セQ@ historiador y el crítico de arte desempeñan la ción 2 • Algo fundamentalmente irrepetible se convierte en algo re-
funcwn de parteros, 1gual que los artistas mismos implicados en los petido infinita e invariablemente. La mediación, que debiera salvar
movimientos del Renacimiento. la distancia entre producción y consumo, se interpone como impe-
dimento insalvable entre ambos. El maestro, intérprete o crítico
puede también alejar al sujeto receptor del objeto de arte, pero al
5. La leyenda del artista mismo tiempo profundiza su involucración en la creación artística.
El aparato técnico del proyector de cine, del gramófono, del recep-
El creador de los valores artísticos es el autor de las obras que tor de radio y televisión, en cuanto medios de reproducción, es, por
responde a las necesidades resultantes, y el de la reputación artísti- el contrario, desde un principio, y sigue siéndolo hasta el final, una
ca lo es el experto, el crítico e intérprete de los productos. El artista caja mecánica de maravillas, que no sólo está muerta ella misma,
crea la ヲッセ。@ de la obra, el mediador su leyenda. No sólo los poe-
mas homencos, las creaciones poéticas de Dante y los dramas de
Shakespeare, las obras de Miguel Angel y de Rembrandt son en 2
Cf. Walter Benjamín: Das Kunstwerk im Zeitalter seiner technischen
parte creaciones de su posteridad, no sólo se convirtieron en perso- Reproduzierbarkeit. Escritos, 1, pp. 366-405.
\

sino que también embota en cierta manera los sentidos del oyente en un oficio especifico ni en una calificación particular. Ya no puede
o del espectador y destruye la singularidad individual de las obras. hablarse de una «situación de monopolio»', p¡¡.recida a aquella en
que se encontraban, por ejemplo, los sabios chinos de la escritura,
el clero medieval, los humanistas del Renacimiento y los literatos de
7. El director la Ilustración. Críticos e intérpretes individuales de obras de arte
gozan ciertamente de cierta reputación personal, la cual otorga una
No hay nada que revele con más claridad el papel del mediador autoridad incondicional dentro de un circulo cada vez más limita-
correspondiente a la idea general, y a veces estimado en demasía, do. Pero una situación de monopolio en la interpretación compe-
entre obra de arte y público artístico como la parte manifiesta del tente presupondría la coherencia de la cultura y el consenso sobre
director en la ejecución de una orquesta. A los ojos del público de los valores vigentes, cuya ausencia caracteriza precisamente a la si-
conciertos el símbolo puro no sólo de un dirigente en el sentido tuación actual. Mas cuando la mediación entre producción y con-
técnico-organizador, sino también el de un elegido e iniciado caris- sumo de arte se ejecuta también por las agencias más diversas y,
mático, único entre todos los presentes capaz de leer y transmitir en la sociedad actual, dominada por el principio de la movilidad,
la sagrada escritura secreta del compositor. Su batuta expresa con está muy lejos de verse limitada a un grupo especial, es ciertamente
más claridad que ninguna otra cosa lo histriónico y fantástico, el signo de una situación controlada y nada anárquica, en la que, ade-
mero gesto y la mueca vacía del mediador en pose. El carácter de más de la producción y recepción, se hacen valer vehículos de me-
baile, lo corporalmente demostrativo, lo sensorialmente sugestivo, diación racional, aunque en forma tan diferente y con efecto tan
pertenece naturalmente a los recursos legítimos del director, y su distinto, y contrarrestan el desmoronamiento completo de la cultura
exhibicionismo sirve, con toda su insistencia, para acercar la pieza artística.
de música a sus oyentes, que también son sus espectadores •. En rea-
lidad, el mal estriba en que procura hacerse valer no sólo a costa
de los demás actuantes sino también a costa del compositor. Pero
no debe olvidarse que la música romántica y posromántica está pre-
dispuesta de antemano a este papel de general del director •.

8. Monopolio de la exposición

La interpretación destinada al público profano de los factores


formales e ideológicos del arte se basa en un cometido propio, si
bien callado, para el desempeño de este cargo. Todo el que reacciona
sensible y espontáneamente a las impresiones artísticas y juzga de
un modo competente en asuntos de arte y de gusto cumple así una
función más o menos importante. En la índole difusa y poco de-
finida de la intelectualidad se basa la función, a excepción de cier-
tos grupos, como los de los críticos profesionales y literatos, y no

• Cf. Th. W. Adorno: Introducción a la sociología de la música, pp. l!S- ' Cf. Karl Mannheim: «Die Bedeutung der Konkurrenz im Gebiete des
118. Geistigen», Verhandlungen des VI. deutschen Soziologentages, 1928, Zurich,
• Ibldem. 1929, pp. 35-83.

598 599
!
¡
5. La crítica de arte 1 estética: En una época como la actual, donde las obras más impor-
tantes de arte son las más difíciles y las más incomprendidas, su
interpretación semántica es tanto más importante, ya que la inter-
pretación aclaratoria encierra el juicio adecuado, mientras-que el jui-
cio en sí apenas aclara algo de su contenido semántico. Sin críti-
cos como Winckelmann, Diderot, Lessing, Federico Schlegel, Cole-
ridge, Matthew Amold, Baudelaire y Paul Valéry, que eran en pri-
mer lugar intérpretes y no jueces de arte, no se hubieran reconocido
o se hubieran ignorado los movimientos artísticos que dieron la pau-
ta en su tiempo y en parte hicieron época.
Emst Robert Curtius, Charles Du Bos, Albert Thibaudet, Sartre,
Edmund Wilson y T. S. Eliot, y profesores académicos como Allen
Tate y William Empson participaron de un modo decisivo en la
formación de la idea que se tenía de las tendencias estilísticas y me-
dios artísticos de la literatura más moderna. Deben su papel de in-
térpretes competentes de obras de literatura, en primer lugar, a sus
l. Interpretación y valoración
conocimientos y a su erudición. A su método eminentemente fértil,
La tarea más importante en la mediación entre autor y público tal como se revela, por ejemplo, en la interpretación de Edmund
recae en el critico, en cuanto portador profesional de la mediación. Wilson de la historia de la herida de Filoctetes o en el análisis de
Con autoridad supuestamente absoluta aconseja al receptor de im- Allen Tate del capítulo final del Idiota, de Dostoievski, llegaron me-
presiones artísticas sobre las pautas de la significancia y calidad con diante la unión de su atenta lectura de los textos y su temperamento
que ha de abordar los objetos de su vivencias. poético. Pero no se trataba solamente de la formulación de ideas no
Al ejercicio de la crítica pertenece sobre todo el afán de saber, articuladas del lector, ni de la producción de valores latentes, ma-
en el sentido de Baudelaire, quien describía del modo siguiente el nifiestos en el inconsciente, sino también de complementos, que eran
objetivo de su reseña de una representación de Tannhiiuser: «Mi en- totalmente auténticos sin estar contenidos en los textos.
canto era tan fuerte y terrible que decidí averiguar sus motivos Y
transformar mi entusiasmo en sabiduría». El sentido de la aclaración
era evidente: no quería saber más de la obra de arte, sino de sí mis- 2. Crítica y traducción
mo al llevar a cabo su intención. Y supo más de sí mismo después
de haber comprendido al artista y su obra. Una observación crítica de este tipo no constituye ninguna mera
A menudo la crítica no significa más que concientización y for- «traducción» de las obras o pasajes respectivos, sino de su reorgani-
mulación de sensaciones, imágenes e ideas que aparecen fugazmen- zación, que, pese a toda la originalidad, se mantiene fiel a la con-
te en el receptor durante la vivencia artística y quedan sin articular. cepción del autor, si no a su formulación. Pero mientras una sim-
En su verdadero elemento, el análisis crítico se inicia en todo caso ple paráfrasis no es ninguna crítica, la traducción sí puede conver-
con la corrección de la exposición superficial, confusa e insuficiente tirse en una interpretación creadora. La traducción poéticamente va-
de una obra. La función de la crítica estriba más bien en la interpre- liosa es al mismo tiempo una interpretación fecunda de la obra tra-
tación correcta, penetrante hasta el fondo ideológico y hasta los ducida; no repite algo ya existente, sino que crea una nueva figura,
problemas decisivos de la vida, de las creaciones artísticas, en. vez bajo cuya luz adquiere sentido la forma original, que necesitaba del
de en la formación de juicios valorativos acertados sobre su calidad traductor para manifestarse.

600 601
Igual que en cada esfera de la actividad humana, también en
para el crítico preocupado de la calidad formal. En cuanto construc-
la crítica del arte lo primero que se da no son los valores y juicios
ción formal, la obra de arte conserva para él una completa inma-
valorativos sino los impulsos y las correspondientes inclinaciones y
necesidades. En el arte, lo mismo que en los demás terrenos de lo nencia y autonomía.
Cierto, los críticos son imprescindibles como mediadores entre
humano y de lo social, es bien poco lo que se puede empezar con
artista y público, sólo que la idea general que se tiene de su papel
los valores; sólo pueden deducirse de las necesidades. Son éstas las
corresponde bien poco a la situación real: las obras más importantes
que condicionan primero los valores, los cuales caen del cielo sólo
de arte son las que menos efecto producen por sí solas y las que
para un idealismo irreal. Pero vengan de donde quieran, la crítica
más necesitan de una aclaración e interpretación. Los productos ar-
no se preocupa en realidad de su posible relación mutua, de su co-
tísticos mediocres, las obras del arte de masas y de la industria
rrespondencia o identidad en las distintas obras de arte, sino que
de la diversión, actúan, por el contrario, de la manera más directa
más bien acentúa y preserva su particularidad y unicidad. Su ser
y deben su popularidad precisamente al carácter directo de su efecto.
concreto se caracteriza por su validez única, vinculada a obras de
Como intérprete, el crítico debe su existencia a la extrañeza y aver-
arte individuales, lo mismo que la validez general de los valores
sión y no a la simpatía que muestran la mayoría de los hombres
en otras esferas es un signo de su abstracción enajenada de la
praxis. frente a las grandes obras de arte.
La crítica de arte, en cuanto hermenéutica, es esencialmente des-
criptiva. セャ@ crítico indica rasgos directa o indirectamente percepti-
bles, mamfiestos o latentes, de una obra y pregunta: ¿veis lo que 3. El critico como experto
veo Y creo yo? Si se ve, se ha conseguido entonces el objetivo. Sin
El crítico es el literato por excelencia, el especialista literario.
emitir juicios valorativos expresos, ha llamado la atención sobre
Con las editoriales, revistas y periódicos que se interponen como
la existencia de valores reales, antes desapercibidos, y ha facilitado
órganos de mediación entre la producción y el consumo artísticos,
un goce artístico cuyo acceso estaba cerrado hasta entonces. Sin
surge el experto en la persona del crítico profesional, el cual repre-
embargo, la crítica más instructiva tampoco domina toda la tarea
senta pautas generales, aunque históricamente condicionadas y de-
de la イ・セー」ゥ￳N@ Tan solo apunta un sentido cuyo camino tiene que
sarrolla y hace valer los principios del gusto artístico de actualidad.
descubnr el mismo lector. Tras recordarle que existe un secreto don-
El crítico ideal no es siempre el juez de arte ideal, ni tampoco
de parece haber una construcción bien clara, lo deja a solas con la
tiene que serlo necesariamente. Mas, dentro de lo posible, debe ser
セl@ 1
el lector ideal, capaz de reconocer y dar a conocer a otros lo que
. nゥョァオセ@ interpretación de una obra de arte cubre un solo sig- existe en la obra escrita. El principio lo estableció ya Sainte-Beuve,
mficado posible y aceptable de la figura; cada una de ellas insinúa formulándolo del modo más conciso en la conocida expresión: «Le
tan solo tal o cual de los significados posibles. El criterio de la lici- critique n'est qu'un homme qui sait lire, et qui apprend a lire aux
tud de distintas interpretaciones del sentido estriba en que se com- autres» '. Ningún crítico, lo mismo que ningún hombre histórica-
plementan mutuamente en vez de excluirse. Si la interpretación co- mente condicionado y limitado,. ve al mismo tiempo y con la misma
rrecta consistiese únicamente en la revelación de la intención del exactitud todas las características de una forma cultural. No sólo
autor, sólo habría un acceso real a cada obra. Pero esta intención es .
porque no todas existen marcadas de antemano, sino también por-
tan difícil de averiguar con certeza, cuanto que el mismo autor no que se revelan por primera vez según la situación histórica en que
puede estar seguro de ella. Por eso el análisis crítico tiene mucho se encuentre el crítico. Pero no todos los contemporáneos ni todos
menos que ver con la psicología del artista que con la estructura
los críticos competentes de una generación pueden ver desde la mis-
de la obra, con las relaciones internas y las funciones recíprocas de
me perspectiva, sí, ni siquiera el mismo crítico juzga siempre en el
los elementos de la obra. Comparadas con estas relaciones, todas las
presuposiciones extraartísticas de la creación pierden su significado
' Sainte-Beuve: Portraits littéraires, 1862, III, p. 546.

602 603
mismo sentido. «El crítico», dice Federico Schlegel, «es un lector
que rumia. Debiera tener más de un estómago» '.
- gico o lo psicológico, sino una facultad históricamente desa.rrollada
y culturalmente 、ゥヲ・イセ。@ ..una ー・セウッョ。@ en y de セッイ@ SI menos
Al crítico no deben faltarle sentimiento de la calidad y capaci- sensitiva puede ser cntiCO mas apropiado de un artista que un
dad de juzgar las obras de arte por su valor estético, aunque no observador más semejante a éste en la sensibilidad pero con raíces
forman parte de las preocupaciones más indispensables para el cum- culturales en otro sitio 3 •
plimiento de su tarea. De la mayor importancia es la interpreta- Sin la resistencia de una sensibilidad irracionalmente manifiesta,
ción correcta del contenido semántico de una creación artística, la disciplina es, desde el punto de vista artístico, tan estéril como
incluso en la estimación demasiado alta o demasiado baja de su va- la sensibilidad y el sentido de la calidad sin la disciplina de la ra-
lor formal-cualitativo. Una estimación excesiva de este tipo ocu- zón y la consideración de las convenciones y tradiciones vigentes.
rrió, con la consideración total de las implicaciones de las obras La sensibilidad aquí en cuestión no tiene nada que ver, sin embargo,
respectivas, en relación con James Joyce, Franz Kafka y Samuel con emocionalidad, lirismo ni sentimiento. Hay gente que compen-
Beckett, y una estimación demasiado baja, debido a la insignifican- sa su insensibilidad con la preferencia por el arte sentimental, y
cia ideológica de los productos en cuestión, en relación con Victor otros a quienes les repugna todo sentimentalismo debido a la pu-
Rugo, Tennyson y Dickens. reza y espontaneidad de los sentimientos propios. Mas la cuestión
La interpretación adecuada del contenido semántico de obras de no gira en modo alguno en torno a si la reacción emocional o la
arte es una cuestión de inteligencia, madurez, experiencia vital y de intelectual es la correcta en relación con las obras de arte; la reac-
enjuiciamiento correcto de los problemas de la existencia, de los ción «correcta» resulta siempre en una forma de dialéctica de ambas.
lugares sociales y de los cometidos humanitarios. La facultad de La doctrina del New Criticism de los años cuarenta, que tanto
juzgar valores formales estéticos es una cuestión del sentimiento de eco tuvo sobre todo en América, llamó la atención sobre la insufi-
la calidad y de la sensibilidad subyacente a éste. Ambos aspectos ciencia de la crítica romántico-histórica y la impresionista-subjetiva,
y capacidades son diferenciables entre sí, pero no absolutamente in- observadas y discutidas ya antes en otros países, particularmente
dependientes. Existe entre ellos una reciprocidad e interdependencia, en Alemania. Los partidarios de la «crítica nueva» afirmaban sobre
sin que sean deducibles del mismo principio.
todo que el efecto psicológico de una obra de arte no es decisivo
para su calidad estética como セ。ューッ」@ su origen psicológico. Con lo
que querían decir que la estructura de una obra de arte puede ser
4. Sentimiento cualitativo y juicio valorativo tan independiente de la intención del autor como su valor cualitativo
respecto del efecto emocional que produce en el receptor. El error
Cierto grado de sensibilidad es la presuposiciOn de un gusto
funesto consistía en que no se hacía ninguna diferencia correcta
apropiado y del juicio artístico. Ambas aptitudes van juntas, sin ser
entre génesis y vigencia, entre psicología y sociología, y en que se
idénticas. El gusto es la categoría más compleja, la sensibilidad el
consideraba irrelevante todo lo que yacía fuera de la inmanencia for-
dato más original. Un cambio de gusto productivo presupone una
mal de las obras.
sensibilidad más refinada o más coherente, que abarque de una vez
una serie de propiedades. Cuando haya defectos de sensibilidad, la
consecuencia es cierto embrutecimiento del gusto. ¿Cómo han de
5. División del trabajo en la critica
juzgarse, pues, las impresiones sensoriales cuando se es «sordo» o
«miope»? Naturalmente, la sensibilidad tampoco es ninguna dispo- ' Pese al significado que se atribuyó a la particularidad de los
sición puramente natural, condicionada únicamente por lo fisioló- distintos lugares, en el afán de integración cultural se ha calificado

2
F. Schlegel: Prosaische Jugendschriften, ed. de Jacob Minor, 1882, 1, 3
Cf. F. R. Leavis: «Johnson as Critic», en: Anna Karenina and other
página 143.
Essr"IS, 1967, pp. 198-199, 216.

604 605
la diferenciación entre bellas letras y crítica como una lamentable por el impulso de expresión subjetiva o el informe objetivo de los
«división de trabajo», y a los poetas y críticos, en su relación mutua, hechos.
como «especialistas» extraños •. Como si hubiera existido antes algo
así como una universalidad de la literatura en donde la creación poé-
tica de la intimidad y la crítica extravertida constituyeran una uni-
6. Crítica de arte subjetiva y objetiva
dad homogénea. En los períodos anteriores a la división profesional
de los literatos del humanismo y de la Ilustración no hubo en abso- Ambos géneros de crítica son subproductos y sus portadores
luto ningún tipo de crítica literaria. El Renacimiento y la Ilustra- cómplices indirectamente subvencionados de las fuerzas interesadas
ción fueron los primeros que empezaron con ella. Así, pues, apenas en el soborno de la sociedad dada. La dependerieia de los críticos
puede hablarse de que en tiempos de la nueva sociedad industrial de la prensa diaria respecto del sistema al que sirven es más eviden-
«el escritor (como crítico) hiciera un oficio lucrativo de su intimi-
te, la de los representantes académicos de la crítica respecto del
dad» •. Toda la tesis no es más que parte de la crítica social unila-
establishment que decide la ocupación de las cátedras, más oculta.
teralmente orientada, basada en la noción mistificada de la división Pero esto no impide en absoluto que la crítica periodística sea a me-
del trabajo. La división real del trabajo, correspondiente a los he-
nudo más impresionante e influyente que la académica. Las reseñas
chos, se efectuó, en cambio, dentro de la misma literatura crítica del
de un Edmund Wilson no son solamente más originales y atractivas,
arte. Con el desarrollo efectuado por los literatos desde la Ilustra-
sino también más efectivas y competentes que las pomposas expo-
ción, se especializaron en ella diversas ramas de la crítica, separán-
siciones de la mayoría de sus rivales.
dose en particular la praxis académica de los eruditos del arte y de
La crítica imaginativamente creadora revela tanto del crítico
los profesores universitarios respecto de la información sobre lite-
como de la obra criticada; es confesión, expresión de sensaciones,
¡: ratura, teatro, cine, conciertos y exposiciones en las revistas y en la
1
prensa diaria. ideas e ilusiones personales, igual que la poesía de primera mano.
La crítica esencialmente subjetiva, expresionista, resulta, sin em-
Entre los periodistas que desplegaron este tipo de actividad y
los críticos de arte realmente creadores no existe, como decía James bargo, tan insuficiente como la impresionista descriptiva pura. Cabe
Joyce •, ninguna clase de parecido. Prescindiendo del tono diferente que la tarea principal de la crítica auténtica, practicante de su
de sus escritos, de la frecuente crudeza y mezquina venganza de verdadera profesión, sea la interpretación de las obras discutidas,
unos, y de la objetividad normal, aunque no sin excepciones, de pero el juicio valorativo sobre su cualidad artística constituye una
otros, los dos se diferencian principalmente en que las discusiones de sus obligaciones. La crítica que elude fundamentalmente los
periódicas de los acontecimientos artísticos quieren sobre todo infor- juicios valorativos objetivos, que sólo interpreta subjetivamente,· era
mar y orientar, y dirigen la atención del público hacia los sucesos producto de una época pobre en normas obligatorias y en necesi-
de la vida artística, que de otro modo podrían pasar inadvertidos. dades generalmente reconocidas. Cumplió su papel con el fin del
Los críticos de interés académico y con ambiciones de creación pro- período impresionista-expresionista.
pia, por el contrario, aspiran a crear un género literario aut:Jnomo. La crítica de arte normatiYa se rige por criterios objetivos, sin
Mas aunque surge así, dentro de la crítica, una especie de «división incurrir por ello en un dogmatismo ahistórico, supratemporal. Un
del trabajo», ninguno de los dos terrenos está totalmente dominado equilibrio en continuo desplazamiento entre el relativismo y el dog-
matismo es lo que caracteriza al proceso dialéctico en que está impli-
cada. El crítico juzga siempre la obra de arte desde una perspec-
4
G. Lukács: «Escritores y críticos>>, en: Problemas del realismo 1955, y
tiva sociológica y psiCológicamente determinada; pero su juicio no
en Escritos para la sociologia de la literatura, 1961, pp. 198/99. ' se pierde ni con el tiempo que pasa, como tampoco desaparece la
• Ibídem. obra de arte. Responde a las demandas del día, pero no es absoluta-
6
The New Review, mayo 1891. mente efímera, y preserva su importancia no sólo como documento

606 607
....
del tiempo pasado sino también como semilla que vuelve a florecer un problema en mutua competencia. Por lo general, no pueden com-
en las condiciones adecuadas. pararse entre sí como más o menos correctas, acertadas o decisivas,
sino que revelan un número mayor o menor de rasgos ilustrativos
de la obra respectiva. Queda abierta la cuestión de si se trata en
7. Critico, esteta, historiador del arte y ensayista general de una consideración objetiva, racionalmente inmejorable,
o más bien de un punto de vista situado en el límite entre poesíac
La crítica ocupa un lugar especial en la p(oblemática que gira y verdad, teoría y praxis. Cierto, la crítica auténtica se rige en
en torno a las creaciones del arte. Lo que le importa a ella es el parte por el principio de controlabilidad, pero es igualmente cierto
sentido inmanente y la calidad inconfundible de las obras individua- que ninguna crítica de arte puede ser totalmente objetiva, ajena al
les, su significación efectiva y ontológica para el receptor. A la presente, atemporal y definitiva. Cada crítica es esencialmente crí-
estética le importa la definición de las categorías particulares cons- tica del día y se emite desde el punto de vista de las condiciones
titutivas de la objetividad artística, a la historia del arte las fuentes respectivas. Por eso la opinión de un crítico que se. atiene a los
y las influencias mutuas de los movimientos y direcciones artísticos, problemas, objetivos y direcciones estilísticas actuales, tiene mayor
al ensayo las cuestiones filosóficas e ideológicas motivadas por la importancia para sus contemporáneos que la de un observador en
obra de arte, aunque a menudo sólo guarden una relación asociativa y de por sí más importante, más rico de pensamiento y de juicio,
con ella. El crítico interpreta y juzga siempre la obra individual, que se aferra a los conceptos estilísticos, principios formales y cri-
especial, el historiador de arte tiene presente la diferencia de los terios estéticos del pasado.
estilos y el fenómeno del cambio de estilo, el esteta pretende llegar a Claro que no es nada fácil establecer hasta qué punto la crítica
la estructura del arte en el todo de sus distintos géneros y elemen- profesional es responsable del éxito o fracaso final de las obras en
.os, el ensayista justificar la riqueza de conexiones de una creación cuestión, además de las otras formas de influencia, de la propaganda
artística con el observador, para el que arte y vida son inseparables directa y de la difusión privada de la aceptación positiva o negativa.
entre sí. Se afirma con razón que los juicios oídos a amigos y conocidos tienen
«La crítica es más o menos un experimento en la obra de arte», más influencia en las posibilidades de éxito de una pieza de teatro
dijo Walter Benjamin '.La definición lleva al crítico a las proximida- o de una película que los juicios leídos en la prensa. La crítica más
des del ensayista, el cual no se plantea ninguna tarea hermenéutica decisiva y fecunda suele ser anónima. Su origen y desenvolvimiento
o valorativa, sino que busca una forma de expresión para la que se reparte entre todo el público en consideración, y el veredicto re-
el artista y la obra de arte sólo sirven de ocasión y pretexto para presenta la esencia de la opinión pública sostenida por los distintos
pasar del ciento al mil. Cabe que en la critica las cosas no sean interesados. Como toda forma de manifestación espiritual de un
de tantos colores, pero tampoco se trata en ella de ninguna doc- grupo, no es ningún producto colectivo espontáneo, sino una actitud
trina demostrable o de ninguna valoración clara. Ante el elogio o condicionada por las circunstancias histórico-sociales, surgida dia-
la censura de las obras, el crítico se abandona con frecuencia a una lécticamente, sometida a un devenir constante y a una transforma-
declaración de amor indirectamente motivada o al desbordamiento ción continua.
de un resentimiento oculto. Habla de lo que le gusta en ellas o, Cuando el primer paso de la crítica se dirige a la interpretación
mejor dicho, de lo que le gustaría. Parte de tal o cual motivo, lo del artista, el paso más decisivo se da al averiguar los motivos
desarrolla, enriquece y varía como un tema musical. Las distintas que lo impulsaron a realizar la obra de arte, que a menudo, le pa-
observaciones críticas en relación con la misma obra se comportan san total o parcialmente inadvertidos. La dificultad de la tarea
entre sí, de hecho, más como variaciones que como soluciones de estriba en el descubrimiento de los motivos ocultos y aparentemente
inextricables, de la creación artística, de su trasfondo, ambigüedad
7
Walter Benjamin: Der Begriff der Kunstkritik in der deutschen Roman- Y equívoco, y la solución de la tarea en la transmisión de los cons-
tik. Schriften, 11, p. 420 y ss. titutivos secretos del efecto. Si en todo lo auténticamente artístico

608 609
....
subyace un secreto, toda crítica ilustrativa nos hace a todos en cier- Por lo que respecta a la objetividad y a la veracidad de la crítica
to modo clarividentes y perspicaces. de arte, Osear Wilde tiene razón cuando afirma que nadie se preo-
La teoría de la crítica en el sentido de que alcanza tras la inten- cupa ya de si el juicio de Ruskin sobre Turner era objetivamente
ción del artista y descubre motivos de la creación que no sólo tras- correcto, ni nadie se rompe la cabeza por averiguar si Leonardo de
cienden el propósito consciente del autor sino que incluso se hacen Vinci pensó o no en lo que Walter Pater indicó de la Mona Lisa. Lo
valer en su opuesto, se basa esencialmente en la doctrina de la que realmente cuenta es que, gracias a él, el cuadro se ha enriquecido
con un nuevo sentido. De lo que Wilde deduce que es el artista, «en
ideología de Marx y en la psicología de Freud, en resumen, en la
cuanto crítico», el que descubre los significados infinitos de la be-
opinión de que el arte, como otras muchas manifestaciones huma-
lleza n. El que Ruskin tuviera razón respecto a Turner sólo era
nas, contiene más de lo que saben de él sus portadores. La expre-
importante para sus contemporáneos, y si Leonardo de Vinci se
sión lingüística o la indicación más sencillas, un mero gesto o ade-
ocupó o no de las ideas que le atribuye W alter Pater no tiene im-
mán encierra en sí significados e indicios interpretables de manera
portancia más que para la historia del arte. Pues aunque Ruskin
diferente. El poeta destaca siempre en sus comunicaciones expresas y Pater se hubiesen equivocado objetivamente, su crítica de arte
cierto número de estas insinuaciones ocultas, pero se calla y aban- conserva una validez propia, además del estado de cosas represen-
dona muchas otras. Pero en toda poesía actúan también, de un tado por el pintor. Es creadora en el sentido de que con cada nueva
modo más o menos decisivo, los significados de la expresión efec- capa que descubre en la estructura de una obra le da una nueva di-
tiva reprimidos en el inconsciente, y el análisis del contexto se- mensión a su significado, le añade, pues, un nuevo sentido descono-
mántico así encubierto constituye la parte más importante de la cido tanto al autor como a los críticos anteriores.
crítica hermenéutica. A los críticos como Diderot, Dr. Johnson, Lessing, Sainte-Beuve
Hasta el desarrollo de la psicología reveladora en los dos últimos y Matthew Arnold les importaba todavía la explicación del contenido
siglos, principalmente desde el descubrimieento de los impulsos in- concreto de las obras. Querían averiguar lo que existía realmente
conscientes de nuestras inclinaciones, valoraciones y acciones por en las creaciones artísticas. Los románticos, como F. Schlegel o Co-
el marxismo y el psicoanálisis, no se ha hecho habitual hablar de leridge, y los precursores del impresionismo, como Ruskin, W alter
una «crítica creadora» y abandonar la aceptación ingenua de los Pater y Osear Wilde, miraban, por el contrario, tras la figura y
hallazgos literarios_ En este sentido distingue Guillermo Dilthey en examinaron nexos semánticos, elementos formales y complejos in-
su hermenéutica una psicología «analítica» de otra «descriptiva», y existentes en las obras discutidas y que tuvieron que ser descubier-
exige de la crítica literaria fecunda: «comprender a un autor mejor tos y formulados por ellos. Pero también les importaba mucho me-
que se ha comprendido él mismo» •. En consonancia, Bernard Shaw nos la constitución objetiva de las obras que sus propias «impresio-
decía también a Bergson, que protestaba contra su explicación: nes», pues para ellos el objetivo de la crítica, como aclaró finalmente
«Querído amigo, lo entiendo mejor que se entiende usted a sí mis- Wilde, consistía en el registro de los procesos ocurridos en el alma
mo» •. Y de la misma suerte afirmaba Unamuno que Cervantes del sujeto receptor.
había sido incapaz de comprender a su propio héroe ' 0 • En cierto Igual que toda la teoría de la cualidad creadora de la crítica,
modo pertenece también a este tipo de aclaraciones la conocida ex- se remonta al romanticismo, principalmente a Federico Schlegel,
presión de Max Liebermann, quien replicaba así a las objeciones de la idea de que el crítico es el verdadero artista. La doctrina de la
un cliente retratado por él: «El cuadro se le parece más que usted primacía del arte respecto de la naturaleza y de la superioridad del
mismo». paisaje de un buen pintor, por ejemplo, frente a su modelo, la to-
maron fielmente y desarrollaron los últimos impresionistas, en pri-
mer lugar los Goncourts, con la deducción de que la belleza natural
8
G. Dilthey: Obras Completas, 1922-36, VII, p. 217.
• Bertrand Russell: Portraits from Memory, 1956, pp. 73-74.
10
11
Osear Wilde: The Critic as Artist.
Miguel de Unamuno: Vida de Don Quijote y Sancho, 1914.

610 611
La objeción que se suele hacer contra el método genético, tanto
vi":e del arte así como el arte de la crítica 12• El aforismo de Osear el psicológico como el sociológico, viene a decir que descuida o re-
Wilde de セオ・@ no es el arte el que imita a la vida sino la vida al duce los valores artísticos en cuanto tales. Según él, importa más
。セ・L@ constituye la conocida fórmula a que se ha reducido la concep- la presencia evidente y el significado inconfundible que el origen
cwn del arte basada en la noción de la recepción y de la critica. de los valores. La duda está, sin embargo, en si en general son
pセイ_@ el arte que debe ser imitado así por la vida, al igual que la imaginables y tienen sentido en cuanto fenómenos independientes,
cntic.a de la que habría de derivarse el arte en su diversidad y pro- inmanentes, cerrados al exterior. Pues, prescindiendo de que nunca
n:ndidad no es más que un reflejo y no el original. En cuanto me- se producen sin las necesidades correspondientes, jamás- adquieren
taforas, セュ「ッウ@ ・ウエセョN@ カセョ」オャ。、ッウ@ a algo primario, y serían inimagi- validez sin ir dirigidos a un ッ「ェ・セゥカ@ situado fuera de su inmanencia.
nables sm una obJetlVldad firme, obligada, aunque los objetos tal De esta suerte hay que entender también este pasaje de una lec-
como los イ・ーウセ。ョL@ セッ@ existen en ningún sitio fuera de :nos. ción de F. R. Leavis: «No creo en absoluto en ningunos 'valores li-
Toda Nイセー・ウョエ。」ゥッ@ artistica, igual que toda imagen concreta, es terarios', y verán que nunca hablo de ellos; lo-s juicios de los crí-
:etafonca en este sentido; ninguna es mera imitación de la realidad ticos literarios son juicios sobre la vida» ,. .
esnuda. Cada cual es una forma nueva, peculiar, una figura autó-
noma, que se refiere ciertamente a la realidad objetiva, pero a la
que nunca se parece tanto como para confundirla con ella. E igual-
8. Autocrítica
mente, la reconstrucción del acto creador en la vivencia receptora
nunca Zセ@ el reflejo fiel de la concepción imaginada por el artista y La participación del critico en la educación estética del público
transmitida por el crítico. Sobre todo porque el sujeto que trata de es evidente, lo dudoso es, sin embargo, si también ejerce una acción
c?mprender y reproducir la creación artística no es ya del mismo ca- educadora sobre el artista e influye en la dirección de su creación.
racter アセ・@ el artist.a ejecutor del acto creador, pero también porque La critica apenas inculca al artista, una nueva voluntad artística.
セョ@ 」セュオョ@ denommador psicológico no puede garantizar ninguna Pero a quien menos va destinada es al artista, y resulta superflua
Identidad セ@ resultados en este ámbito de los procesos sociohistóricos. cuando se dirige a él con objeciones, consejos y directivas. Es insos-
.un cnt1co corr:o Sainte-Beuve creía poder hallar todavía en el tenible, sobre todo, el que el artista esté llamado a desempeñar el
car.acter Y el destmo de un escritor la explicación decisiva de la papel de un crítico competente frente a sus propias obras. No está
」。セi、@ de ウセ@ obras, y, en consecuencia, su interés se concentraba capacitado en absoluto para ello, porque él produce sus obras y su
m.as :n cuestiones de psicología y biografía que de texto y de herme- facultad de producir obras de arte incluye su capacidad de juzgarlas
neutica. Pero ァセョ・イ。ャゥコ「N@ a causa del material insuficiente, como adecuadamente. Su interés particular, su prevención motivada por la
lッュセイウL@ por eJemplo, qmen creía que el arte dimana de una forma rivalidad y su sensibilidad unilateral pueden incluso menoscabar su
de ーウゥcosiセL@ o Freud, セオゥ・ョ@ enseñaba que se derivaba de una forma competencia y su juicio. Prescindiendo de que la critica ejercida
de ?eurosrs. A. este tipo de explicaciones pertenece también la ale- por el artista no sólo está condicionada generalmente por la propia
gorra de la セ・ョ、。@ de Filoctetes, según la cual a cada aptitud corres- voluntad de arte, sino que se debe también a los celos, al resenti-
ーッセ、・@ una msuficiencia, defecto, aflicción. Ninguna de estas expli- miento y a la envidia, la principal objeción contra tal critica estriba
caciones? por a .menudo que se confirme, revela toda la verdad. Todas en que, como observó Winckelmann, convierte a la superación de
ellas deJan abierto el interrogante de por qué sólo está artística- las dificultades técnicas en criterio del valor artístico y descuida la
セ・ョエ@ 、ッエセ_@ un número relativamente pequeño de enfermos invá- significación de la esforzada creación.
lidos Y afligidos Y en qué consiste el principio de selección セゥァ・ョエ@ Los poetas contribuyen del modo más eficaz a la mediación en-
en ellos 13 • tre arte y público con el revestimiento mitológico de la propia per-

12
Albert Cassagne·· La th'eone
· de l'art pour l'art en France 1906 325 14 F. R. Leavis: Lectures in America, 1969.
13 Cf. S. E. Hyman: The Armed Vision, 1948, p. 35. ' ' p. ' '
613
612
sona. No sólo presentan en sus obras al artista en forma alegórica duce desconcierto, y que en general uno se siente perplejo ante ella.
como hace Dante con Virgilio, por ejemplo, sino que, en especiai La primera impresión que produce es que le hablan a uno en un
desde el romanticismo, pretenden reemplazar a los santos, héroes y idioma extraño !: intencionadamente desconcertante. Mas la «cla-
soberanos con poetas y naturalezas artísticas, como Novalis con se de lenguaje» que da el crítico encierra un peligro doble: o per-
Heinrich von Ofterdingen, Gottfried Keller con el verde Heinrich, severa en un lenguaje secreto, comprensible tan sólo para los «ini-
Proust con «Marcel» y Thomas Mann con sus hijos burgueses. ciados», o se transforma el lenguaje del arte en una lengua vulgar,
. , El autoexamen . a que se somete el artista a lo largo de su crea- con lo cual se diluye su contenido y se abandona su originalidad .
cwn constituye オセ。@ parte inevitable de su actividad, pero en modo En ambos casos pierde el crítico su influencia como mediador, maes-
。ャァオセッ@ pue¿e 」セィヲゥ。イウ・@ de «crítica» en sentido estricto. Ambas tro y juez. En vez de construir unos cimientos sobre los que pudie-
funciones solo tienen en común el rasgo de la con · · d 1 ra aclarar y consolidar, en vista del arte nuevo, las ideas confusas
· d' · .d Ciencia e as
operacwnes mg1 as a la obra de arte Mas el acto de · · y dudosas de los profanos, se convierte en portavoz incomprendido
1 • · conciencia
・セ@ que ; artista acompaña los momentos espontáneos de su crea- de una vanguardia incomprendida o en traidor.
cwn, esta mucho me!or calificado como una especie de censura in- Cuando se trata de obras conocidas y reconocidas, sin proble-
tema, como un obstaculo levantado en la esfera de la con · · mas ni dudas, la mediación del crítico puede ser efectuada por ei
que ,. d ciencia,
como una cntiCa セLーッイ@ sí objetiva, autónoma, independiente. esteta o el historiador del arte. La apreciación de la calidad y signi-
En gran parte, la creacwn artística consta de manipulaciones que ficación de las creaciones nuevas, sin embargo, recae con todo su
セ・@ revelan 」セュッ@ rechazo de ciertos medios técnicos. La conciencia peso en el crítico, y la inherente responsabilidad disminuye única-
1
e proc:so tiene sus límites en los momentos espontáneos del acto mente cuando, como decía Johnson, la validez de las normas está
セイ。、ッL@ Igual セオ・N@ Ia.conciencia de la crítica verdadera, independiente asegurada por «la larga duración y la continuidad de su reconoci-
e artista, ., . esta limitada ., y de 1a
por los elementos de la tr ad'ICion miento» .
convencwn, Introvertidos, convertidos en una segunda naturaleza La mediación entre producción artística y recepción culmina
Se vea. 、ッセ﾿・@ s; quiera la verdadera tarea de la crítica de arte. en la leyenda con que se revisten arte y artista al convertirse en
セ@ la ・クセィ」。キョL@ Interpretación o valoración de las obras en cues: objeto de la veneración tributada por el crítico. No hay que afe-
Zセッョ@ lo 」セ・ゥエッ@ ・セ@ que .no se limita a la apreciación de los problemas rrarse ya a personas y artefactos dados, sino que pueden otorgar
ecmc?s. e 。イエゥウセL@ smo que más bien estriba en el sentimiento de un valor en sí a las figuras en que se han transformado. Después
セッ@ artisticamente Importante, peculiar y original. Los criterios por de haber dicho F. Schlegel que «el verdadero lector tiene que ser
os que se イ・」ッョセ@ _al crítico auténtico son la franqueza ante los el autor ampliado», y haber afirmado Matthew Arnold que es el
nuevos ・ヲセ」エ_ウ@ artisticos y la facultad de distinguir entre los ro- crítico el que determina la atmósfera espiritual de un siglo, solo
duetos artisticos nuevos los superiores de los inferiores lo f necesitaba dar Osear Wilde un paso para colocar al crítico por enci-
menos logrados. y si fuese demasiado afirmar que todo 'artes ¡'mmpasoro ma del artista. Esta primacía de la crítica ante la obra de arte
tante choc 1 · · · 1 -
bl" l セ@ a prmcip!O con a incomprensión y resistencia del pú- llevó finalmente a la disposición de aceptar un sucedáneo por el
sセ」@ o Cierto es que la única excepción notable a esta regla es original y a contentarse con una introducción cuando la cosa mis-
a . espeare. Pero su arte no es con mucho tan nuevo como si ni ma se había hecho inaccesible. Se leía lo que se escribía sobre es-
ficativo. En_ el éxito de Balzac y Dickens, que parece 」ッョエイ。、・ゥセ@ l; critores y libros, y se escuchaba lo que se decía de la música, mejor
reg!a,_ contnbuyeron muchos momentos extraartísticos y hasta anti- que las obras mismas'".
artisticos, y en lo que se refiere a Byron, por ejemplo, tam oco fue Fetichización significa generalmente depravación de la reali-
セゥョO・@ ャセウ@ mJores poetas, como el W erther no fue una de fas prin- dad; mas la crítica de arte resulta más fecunda cuando produce fe-
p es o ras e Goethe, a pesar de su enorme éxito inmediato Así tiches e ídolos. Toda la grandeza de maestros como d。ョゥセL@ Sha-
pues, hay que admitir la verdad de la afirmac¡'o'n de qu d.. '
" ' · f d e una Irec-
Cion artist!Ca un amentalmente nueva y• en cuanto tal , ba's·1ca, pro- 15
Cf. Th. W. Adorno: Introducción a la sociologia de la música, p. 53.

614
615
kespeare, Miguel Angel, Rembrandt, Goethe y Tolstoi revela en-
otro modo, y a mediados del siglo se extiende ya, estimulada セッイ@
tonces su leyenda, su imagen bajo el aspecto múltiple que han He-
Johnson, la idea de que la crítica ャセZ・イ。ゥ@ es uno de セッウ@ medios
vado a un todo homogéneo las generaciones sucesivas. Tal leyenda más eficaces de la educación de la nac10n. Se desarrolla pnmero, par-
es en general obra de una larga supervivencia, aunque a veces em-
cialmente aún en el sentido del ideal educador feudal, la idea del
pieza a formarse ya ante nuestros propios ojos. Personas que ayer
crítico que reúne los méritos del sabio y del caballero, y sobre. el
se llamaban todavía Proust o Kafka, son hoy personificaciones de
que recae la tarea de formar lectores competentes que vayan _bien
la magia que se oculta tras sus obras. Los sucesos más triviales de
informados al abrirlos libros que se les ofrecen para ャ・」セオイ。N@ Fmal-
su vida se convierten en elementos de esa aureola que los rodea. No
mente, con el carácter indispensable de las イ・ウ￱セ@ de hbros ・セ@ セ。ウ@
sólo las figuras de Botticeili sino también las canciones de un Rey-
revistas, se forma el concepto de la profesionalidad de la cntlca
naldo Hahn nacen a una vida nueva gracias a Proust. Cosas to-
y, con la evidencia de su efecto, la 」ッョゥ・セ。N@ de su papel propagan-
talmente indiferentes adquieren valor y encanto porque él las amó,
dístico en la vida política y social. La cntlca ー・イエョセ」[@ セィッイ。@ al
porque forman parte de su mito. Pero un fetiche no es más que
aparato publicitario de las editoriales, editores de penodicos, go-
una ficción, y la historia siguiente muestra hasta qué punto puede
biernos, partidos, clases, grupos de intereses y capas ilustradas Y el
degenerar la fe ciega en un objeto fetichizado. En 1837 debía eje-
soborno de sus representantes llega hasta el punto de que a menudo
cutarse en París un trío de Beethoven y otro de un tal Pixis. Pero
no se defiende siquiera los intereses del grupo al que se pertenece
los nombres de los compositores se confundieron en los programas
ideológicamente y con el que uno debiera identificarse a largo plazo,
セ@ ・セ@ público, que se componía de gente ilustrada y en modo alguno sino los objetivos del que puede y está dispuesto a ofrecer más de la
mdiferente en música, escuchó impasible la obra de Beethoven
que creía de Pixis, mientras que aplaudió vivamente la pieza 、セ@ noche a la mañana.
Pixis, atribuida a Beethoven ". En la industria editorial y periodística el crítico adopta la fun-
ción de un peón, aunque aparente mayor o menor independencia.
Forma parte del establishment y, en 」オ。ョセ_@ ァオ。イセゥ£ョ@ de idé:s re-
9. La democratización de la crítica gues, cumple una tarea vital en la preservac10n del sゥウエ・セ。@ セュ。ョᆳ
te. A veces comete los pecados más graves contra el prmcipiO de la
libertad de pensamiento y de conciencia de la iャオウエイ。セゥ￳ョN@ p・イセL@
La é?oca de la crítica de arte en sentido estricto empieza cuan-
do ャセウ@
igual que sus antecesores, vuelve a llevar pronto una VIda parasi-
literatos, en cuanto miembros de esa capa privilegiada a la
taria en lo existente y aparentemente seguro, especula sobre la pe-
que mcumbe la exposición, el juicio, la justificación o el rechazo
、セ@ p:oductos セイエ■ウゥ」ッL@ empieza a hacerse valer con autoridad pro-
reza mental y la tendencia al conservadurismo de los hombres, Y de
abanderado del progreso pasa a ser enemigo.
pia, mdependiente del poeta y del artista. El giro sucede principal-
mente por el hecho de que la época de la Ilustración es sencilla- El aumento de la función y reputación del crítico es signo no
!a
セ・ョエ@ más «crítica», y el cambio político que se avecina crea una sólo de la comercialización de la prensa y de la necesidad de la
siセオ。」キョ@ ヲ。カセイ「ャ・@ desde un principio a la crítica profesional. A co- crítica artística y literaria como una de sus atracciones, sino tam-
mienzos de Siglo predomina todavía en el juicio de la crítica de arte bién de la democratización y nivelación del público, lo cual 」セ_ᆳ
?or parte 、セャ@ público, la reprensión por la maldad y la ヲイ・」オョエセ@ lleva sobre todo la extensión del círculo de lectores y la elevac10n
mc?mpetencia de sus representantes. En este sentido, también de las necesidades culturales generales. Hay más gente que se inte-
Swift Y Pope encuentran mucho que señalar en ellos ". Pero Addi- resa por el arte y la literatura y también se interesa p?r セッ、オ」エウ@
son, él mismo editor de una importante revista crítica, juzga de artísticos de mejor calidad que antes. Mas la democratizaciOn de la
lectura y de la crítica no lleva necesariamente, y cada vez menos,
16 a la liberalización y al progreso. Sainte-Beuve, uno de ャセウ@ イ・ーセᆳ
Henri Peyre: Writers and Critics, 1944, p. 265.
17
J.
W. Atkins: English Literary Criticism, 1951.
sentantes más típicos de la crítica periodística, y 」ッセ@ {llas _rarti-
darios que ningún crítico profesional anterior, es al mismo tiempo

616 617
el representante modelo de la crítica conservadora, que se deja
arrastrar por la opinión pública en vez de dirigirla. La burguesía, de Ana Karenina. Los críticos contemporáneos ignoraron casi sin
que creó· la crítica moderna, liberal y vanguardista en su juventud excepción el significado de la conclusión de la Éducation sentimen-
romántico-progresiva, se adhirió en su madurez conformista y aco- tale. En relación con el pasaje indecente que elogiaba la buena
modaticia al periodismo reaccionario-romántico, clasicista-acadé- princesa Mathilde con franca admiración, el «diabólico» Barbey
mico, representado por Sainte-Beuve. El folletón crítico-literario per- d' Aureville escribía que Flaubert empuerca el arroyo en que se
dió su flexibilidad originaria, si bien reforzó su carácter, política y baña 18 • Y el final igualmente magistral, tal vez más grandioso aún,
socialmente propagandístico. Nunca fueron las condiciones transar- del Idiota de Dostoievski, había de esperar a Allen Tate para hallar
エ■セゥ」。ウ@ de la crítica más evidentes que en los tiempos de este cam- una interpretación adecuada 19• Pero por lamentables y, a menudo,
biO. Hasta que no desaparecieron el romanticismo de salón y el funestos que sean los juicios falsos y las omisiones de los· críticos,
neoclasicismo burgueses no volvió a recuperar su anterior flexibili- en principio no cambian en nada la verdad de la tesis de Matthew
dad. Wordsworth, Coleridge, Shelley, Keats y Tennyson, igual que Arnold de que son ellos quienes en primer lugar determinan la at-
la mayoría de sus contemporáneos franceses y muchos de los ale- mósfera espiritual de una época.
manes, .son juzgados ahora de los modos más diferentes, según el Hasta en el siglo clásico francés, uno de los períodos más fe-
pensamiento y el punto de vista de sus críticos. Jane Austen se re- cundos y competentes de la cultura occidental, tampoco se concedía
tira de repente al fondo y vuelve a avanzar al primer plano de la en absoluto a los escritores el rango que siempre les correspondía
atención, mientras que la fama póstuma de Dickens se mueve en por sus méritos artísticos. Mas no por eso comunicaba el crítico Boi-
dirección contraria: su popularidad, su inmerecido menosprecio y leau una imagen más correcta del espíritu del clásico que, por ejem-
su nuevo reconocimiento se suceden directamente en forma de es- plo, el poeta La Fontaine, el dramaturgo Racine o el filósofo Pascal.
piral アセ・@ circunda a s.u objeto y se hace visible desde un lugar Los cortesanos de Versalles apenas los hubieran contado necesaria
en contmuo desplazamiento, en vez de descubrirlo desde un nivel y unánimemente entre los representantes más grandes de su tiem-
cada vez más alto. po, y habrían preferido Quinault a un Racine, Benserade a un La
Fontaine, mientras que a Pascal no lo habrí:an considerado tal vez
como uno de los inmortales del grand siecle. Solamente Boileau, el
juez de arte, que en sus tiempos no gozaba de una competencia
10. Juicios falsos
totalmente indiscutida, reconoció la significación de las obras que
aún hoy figuran como ejemplares.
Por ウセL@・ a セ・ウ。イ@ de todo el progreso de la crítica, los· juicios fal-
Todavía en el tolerante siglo XVIII se condenaron Manan Les-
sos en セ。@ histona del arte. no ocupan ni menos espacio que los juicios
caut y La Nouvelle Hélo!se por su tono «inmoral». Tampoco el nada
セ。ャッイエゥカウ@ acertados, m tampoco disminuye su número con el
エゥ・ュセッN@ Johnson ignoraba la grandeza de Donne, Milton y Swift, puritano Voltaire encontraba nada digno de elogio en estas obras,
lo mismo que Goethe subestimó el significado de todo el romanticis- y rechazó sobre todo la r¡.ovela de Rousseau por la «vulgaridad» del
mo. alemán junto con Holderlin, Kleist y Novalis, apreciando ex- autor. De entre los líricos más conocidos del romanticismo, los que
cesivamente a Byron, y no 'creía que Béranger y Delavigne fuesen más se apreciaron fueron los más insignificantes, Béranger y Dela-
ー・セイウ@ poetas que Lamartine y Victor Hugo. Matthew Arnold no vigne, y entre los poetas y novelistas del Segundo Imperio los que
estimaba en mucho a Coleridge, Shelley, Keats, Tennyson 0 Swin- peor se trataron fueron algunos de los más grandes, Baudelalre,
burne. Sainte-Beuve condenó de la manera más ingenua a Balzac, Stendhal y Flaubert. A pesar de su grandeza, Balzac salvó su gusto
セエ・ョ、ィ。ャL@ Flau?ert y Baudelaire. Como es sabido, Gide, en su ca- problemático, y Flaubert debía sus escasos partidarios al proceso
ィNセ。、@ de conseJero de Gallimard, tomó posición contra la acepta-
cion de la novela de Proust. F. R. Leavis descuidó la novela fran- 18
Albert Thibaudet: Gustave Flaubert, 1963, p. 175.
cesa ni tampoco se entusiasmó mucho por la rusa, con excepción
19
Allen Tate: «The hovering fly>>, The Sewanee Review, 1943, reim-
preso en The Man of Letters in the Modern World, 1955, pp. 146-161.

618
en torno al escándalo de Madame Bovary, de un lado, y a la 」ゥイセョウᆳ Junto a los vástagos complejos, antirrománticos y 。ョエゥセオイャウL@
tancia de que, como una gran parte セ・@ _sus lectores, pertenecra a del expresionismo y del surrealismo, a los arrebatos ウ。ャセᄀ・L@ deses-
los «rentistas», de otro lado. A este pubhco de conducta y hechos perados, inarticulados, de unos artistas 。ャゥ・ョセ、ッウ@ de SI mismos Y
ideológicamente muy consecuentes, pero tan confundido en lo re- de la sociedad, se iba abriendo paso el atemonzante balbuceo o ・セᆳ
ferente a la conciencia de clase apenas podía servírseles algo que no truendo regresivo de la neurosis masiva calificada de pop art hacia
podía tragar. Ningún escritor más dotado quedó tan olvidado y la posición de un nuevo punto de vista crítico.
abandonado, por mucho que despreciase él mismo a sus lectores, pero Ahora resulta irrelevante la concepción formalista del arte, que
ninguno recibió el premio que él merecía, por importante que fuese. había sido ampliamente decisiva desde el Renacimiento para la セウᆳ
La critica oficial de esta burguesía atemorizada y soportadora de timación de los productos artísticos, en ー。イエゥ」オャセ@ de sus valores セョᆳ
los reproches más atrevidos era, de una parte, más intransigente, y, manentes concernientes tan solo a la coherencia y a la proporcro-
por otra parte, más tolerante que la clase a cuyo servicio estaba. alidad 、セ@ los elementos de la obra. La crítica de arte se dirige ahora
Sólo defendía principios de gusto en los que viera una garantía de la セ・ョッウ@ al sentido y a la estructura de las obras ゥョ、カオセャ・ウ@ アセ・@
preservación del sistema dado. al problema de la posición del arte en el conjunto _de ャセ@ exrstencra.
La generación francesa de escritores nacida hacia 1870, enca- y aunque no puede mantenerse la tesis sobre la ?nmacia 、セ@ _la cri-
bezada por Valéry, Gide, Du Bos, Sartre y Merleau-Ponty, produjo tica respecto del arte, sí se transforma el arte mismo e:r cntica del
una serie de críticos a cuya atención no sólo no escapó ningún acon- arte y pone en tela de juicio su propio derecho a la Lカゥ、セN@ Muchas
tecimiento literario de importancia, sino que apenas podía imputár- de las novelas recientes, particularmente desde Andre Gide, Y, オョセ@
seles ya la insensibilidad de Sainte-Beuve. Al pasar en gran medida parte considerable de la poesía moderna, ya desde Mallarme, gi-
la discusión de los acontecimientos artísticos destinada al público ran en torno a la descripción y análisis de ャセ@ _manera en que se
literariamente formado de las manos de los periodistas a las de los ucen las novelas y las poesías en las condiciOnes actuales, y se
profesores académicos y de los críticos que trabajaban más bien prad ., d h ' d
lantean directa o indirectamente la cuestron e asta cuan o po-
para revistas que para periódicos, se redujo el número de gente que p od
drán producirse t avia. '
leía crítica de arte y de literatura, en favor de aquellos para quienes
la función asesora e indicadora la tomaron otros medios de infor-
mación, la radio y la televisión, los anuncios y carteles. Nunca se
ha practicado la crítica con tanto celo como desde que se reconoció
que un arte nuevo se sirve de un lenguaje nuevo que hay que apren-
der y que puede ser aprendido, pero nunca ha gozado de menos pres-
tigio que desde que se descubrió que un arte radicalmente nuevo
es rechazado por la mayoría de los críticos tanto como por los legos.
Los impresionistasfueron rechazados ya igualmente por ambas par-
tes, y los escritores con tendencias vanguardistas, como por ejem-
plo Joyce, Kafka o Samuel Beckett, fueron tan sermoneados como
antes Baudelaire, Rimbaud y Mallarmé.
Inmediatamente antes y después de la Segunda Guerra Mun-
dial los movimientos artísticos de tendencia expresionista y surrea-
lista eran en general más accesibles. En los años cincuenta y sesen-
ta, sin embargo, volvió a ahondarse la ruptura entre el pasado y el
presente, iniciándose incluso un cambio antitradicionalista más agu-
do que nunca desde finales de la Antigüedad o de la Edad Media.

620 621

dos a un desarrollo continuo como los contenidos comunicativos que
6. Instituciones de la mediación forman sus substratos. El teatro, por ejemplo, no sólo cambia con
el drama, sino que también es el compañero dialéctico de la litera-
tura dramática. Se condicionan mutuamente, de suerte que nin-
guna de las dos formas tiene más derecho que la otra a una pri-
. 1 macía o aparece antes que la otra, sólo tienen sentido completo e
1 il
'1· importancia real en relación mutua. Cierto, seria imaginable que
:1¡· el instinto de comediante, el impulso de ficción y de exhibición pre-
1''
11
11,1
ceda al interés por las acciones, intrigas y conflictos dramáticos, pero
1

',1¡
habrá de reconocerse que hasta la representación teatral más pri-
mitiva tiene por base una situación dramática, aunque en circuns-
1'
1,1
tancias se manifieste en forma de monólogo. Ni el dramaturgo se en-
cuentra desde un principio en posesión de un aparato teatral, ni,
!!'
¡ 1 como quería Bertolt Brecht, por ejemplo, tal aparato posee y domina
la producción dramática que lo provee de material. Ninguno dispo-
!
ne libremente y sin resistencia del otro. Ni los dramaturgos y com-
1. Función y evolución de las instituciones positores se sirven de un aparato constituido por el escenario, el
director y los actores o la orquesta, el director y los solistas, «sobre
Las organizaciones mediadoras entre la producción y el consu-
el que ya no ejercen ningún control», ni el aparato se sirve de ellos
セッ@ de arte, セオ・L@ en contraste con los vehículos de mediación impro-
y los somete a su mecanismo. En cuanto vehículos de la recepción,
visados, vanables de un caso al otro, constituyen carriles más o
las instituciones de la mediación no están ni en «pro» ni en «con-
menos profundos de entendimiento y en las que las ventajas de los
tra» de los productores. En verdad son siempre instrumentos dados
convencionalismos se compensan con la duración de la conservación
」ッセ@ en las cortes, salones, cenáculos, asociaciones y colonias 、セ@
y hallados en un estado determinado, pero la cosa para la que sirven
no sólo depende de su constitución objetiva sino también de la ma-
artistas, talleres, escuelas y academias, empresas teatrales, de con-
」セ・イエッウ@ ! ・、ゥセッイ。ャウL@ museos y exposiciones, así como en las agrupa- nera en que se utilice y de las fuerzas a que se enfrente.
」キョセウ@ moficiales de vanguardia, continuamente renovadas, y en las El público de teatro o de conciertos es producto de las obras a
secesiones, estas organizaciones representan por así decirlo la malla cuya representación asiste, aplaudiendo o protestando, y de los
de la movilidad en la sociología del arte. Constituyen las raíces autores que causan diversas posibilidades de reacción en un mismo
por las que circula la evolución de la historia del arte, determinan auditorio. Pero en la medida en que el público es producto del
la dirección que toma el cambio del gusto, hacen bien evidente artista, también la obra es al mismo tiempo creación del público.
que tanto el acto creador como la vivencia receptora artísticos son La influencia es recíproca y el proceso social resultante es el re-
procesos sociales y que el contenido de una obra de arte no se sultado común de la ejecución y de su recepción. Bajo un aspecto
セゥ・イエ@ directamente de un alma a otra, de un individuo a otro, aparece como artefacto concreto, bajo otro como disposición subje-
smo que pasa por un número de instancias de índole tanto personal tiva, actitud individual o colectivamente unida. Estímulo y acepta-
como objetiva, antes de hallar eco. ción se mueven en el marco según la medida de esta relación. Tanto
Las instituciones como el teatro, los conciertos y las editoriales, uno como otra son unas veces río y otras cauce. El lecho de las
los セオウ・ッ@ y ・クーッセゥ」ョウL@ las revistas y la prensa diaria, que, como relaciones sociales parece ser el elemento más objetivo, factual, es-
mediOs de entendimiento, parecen estar listos a la disposición de table, y el río de la iniciativa personal el más activo y espontáneo. Si
los necesitados de comunicación, se hallan en realidad tan someti- uno se queda en la orilla, se mueve el río; si se deja arrastrar por

622 623
llevan desde un principio, con sus particulares cometidos artisticos
la corriente, cambia la imagen de las riberas. Uno de los elemen- y criterios de gusto, a una amplia diferenciación y relajación de las
tos se consolida al hacers!! el otro más fluyente. formas de mediación entre la voluntad artística de los productores
. , En nin.guna ヲッセ。N@ de arte ocurre ャオ・」セZゥ￳ョ@ sin una institu- y la vivencia artística de los receptores. Cuanto más se divide la
cioNAセp・Z。ャ@ al sez:viCIO de la aceptación. Las obras de teatro no nueva burguesía en distintos grupos de riqueza y de ilustración,
pueden eJecutarse sm actores, ni las piezas de música sin orque t tanto más diversa y polivalente se hace la clientela del arte, ahora
coros o .solistas, y sin . ellos l' 'ts ads,
. sólo excepcionalmente 0 en form aimiaa fundamentalmente heterogénea, aunque cada vez más emancipada
1

se 」ッセカゥ・イエョ@ en vivencia. y lo mismo que la pieza de teatro necesita de la norma aristocrática, si bien con interrupciones.
オセ@ director y セ」エッイ・ウL@ la composición un director y músicos, tam- Tampoco es totalmente homogéneo el público de arte y el pro-
1 bien un ・ウー」エセオャッ@ de danzas necesita un coreógrafo y bailarines ceso artístico-sociológico en los períodos en que se interrumpe el
para poder reahzarse. Hasta el goce de la poesía presupone durante aburguesamiento del arte, dando lugar a una cultura en general
largos períodos de. la historia portadores personales de la med. . , tan uniforme como la del ancien régime en Francia. La Cour et la
Hasta el predominio de la imprenta y la difusión del ャゥ「イセ。i_[ᄋ@

l
Ville, el Versalles real-histórico y el París de la gran burgue-
a. solas y en silencio, la recepción de productos literarios ・ウZセ「@ sía son inconfundibles por lo que se refiere a su actitud ideológica
カセョ」オャ。、@ a un marco social, a mediaciones exteriores y a institu- y artística, por numerosos que sean también sus puntos de contac-
ciOnes subyacen.tes a ←ウセ。N@ Apenas sucede sin un disertante, cantor to. Al principio se aleja la sociedad cortesana de su dogmatismo clá-
o narrador, y sm un circulo social dispuesto a cuidar de ello E sico y toma la dirección de los salones liberales; pero luego también
todos estos casos se trata de un proceso colectivo con ヲオョ」ゥッZセ@ ウセ@ abandonan los salones su proteccionismo algo unilateral y dejan
paradas que raras veces permiten la unión personal de los papeles. sitio a la crítica libre y al mercado de arte abierto.
Al desplazamiento de los centros de mediación en la literatura
desde el patronato permanente a los salones y revistas, a los dia-
2. Cortes y salones rios y editoriales, corresponde en las artes plásticas el desarrollo que
va de la producción al servicio de un señor y mecenas hasta la pro-
/--'Las
vid primeras
· 1 1 instituciones fomentadoras del arte, basad as en 1a ducción para clientes variables y compradores ocasionales, a la or-
1 1a socia son- as. cortes principescas, amantes de la representación ganización de exposiciones y subastas con una composición cada
y as casas senonales de los primeros tiempos h. t, .
de tem 1
1 ' vez más heterogénea del público en cuestión. セ。ャッNl「ゥAnァ_@
1 nomías d l
d
P os Y pa1acios e los sacerdotes del Antiguo Oriente
Is oncos, as eco-
k la ￉」セ、ゥNュZaイA@ _CQ!l§!Í11JÍan _al principioynainstiWción
je os イ・ケセ@ カゥセ」オャN、ッウ@ a ellos, que, en cuanto centros culturales .Jlgw::...._Q'Samente académica, lo .1llismo que las alcóves literarias eran
L 0 イュ。セ@ セ_。@ mstitucion basada en la autoridad y conservadora 、セ@ ,todavia ·peqÚeñas Nセ」ゥ\ャ・ュ。ウ@ ャAセ⦅HIᆰ」Lゥ。・ウN@ Ambas formas .se. demo-
セ@ エイセicoョ@ frente al capricho individual. La escisión decisiva en la cratizaron con el tiempo, peroconservanm y..h.asta in\:r.ementaron
.ncwn entre ・ウエセ@ ゥョウセエオ」￳@ de la mediación, con sus tradiciones ᄋセ@ papel -iJ1stitucional, _edúéador, 'í1elmente !llediad()! eritre los ele-
fiJas, 'dY una
indi 1 praxis ' flmas . libre, meJor· ad apta d a a las inclinaciones mentos produétores y receptores de la· praxis artistica. Mas desde
VI ua es, mas exibles, ocurre con セーャァLコ。ュゥ・ョエ@ J_ 1- un principio llevan en 'sí eT'germen dé t。Mイ・ョッカ」ゥVセᄋ@ La industria
centros
」ャ・ゥsMセ@
cu1エオイ。Qセ@ • .le.Je..1l.aS.S.Qr!§..jj ___..jNwlセ。@ 1-- lqj[ャ・セ@ -· セキZNウ@ prescindiendo
que, del templo y del palacio, el taller del monasterio, la logia, ei taller
セオ@ e as cortes ·caballerescas . aisladas de la Edad Med'Ia, surgen con gremial y la bottega mediaban todavia, sobre todo, entre las dife-
. d encii a comienzos del Renacimiento, _y cuya influencia rentes generaciones de artistas. eANHIャG⦅セ」。、・ュゥク@ ... セNxrosゥ」ッᆳ
me_Ja_ora en _os ウゥセャッ@ d--.-.- · - -·
セイエ[ッK@ d " セNGZィャ[ョ@ s XVII Y XVIII es ecJSlVa en la relación entre nes, la critica de salón y el mercado abier_!._o _derart(l()s gue se. ma-
セᄋ@ PQL un lado, y.las_.digintas 、ゥイ・」ッョセ@ re- ￱ゥヲ・セエ£Nイッ@ por primera vez y principalmente como instituciones de
ウ・ョエ。Nj、yicAャァセ」eRイッオゥ￳@ l。ウセ@
_
artísticaW2QLOtiD. lamedíaeión entre las distintas capas sociales, llegll,clas en el mismo
mas. de coalición de la burguesía 、セ・ャ。@
partiCular los gremiOs, ·
Edad M d'
1as corporaciones y fraternidades eurbanas 1a, en
-
..___ --' -- --
-moméhfo histórico a la influenéiá-ardsticíl.' -

625
..

624
3. Teatro セ@ de teatro es, pese a la preferencia más general de
ciertas película5,eT?inico -ejemplo de grtlpo ィ・エAセャイッMーNウオ@
Donde con más evidencia_ se revela _el papel que desempeña la origen, status ケ⦅ェセ。ャZゥ￳￱[@ q1ii,_ID:idas..a la.-insti.tuciM-eomún de
medi<idónen la víveiicia artística es en ・ャエセイq@ ゥセ・イ」[qZウエッL@ la mediación, recibe セ`・ケ@ \AセNj。@ misma especie en las mismas
y, por-cierto, no sólo como vehículo de entendimiento entre la obra creaciones artisticas, aunque Shakespeare es por cierto el único
ofrecida y su recepción, el conjunto actuante y el auditorio, sino gran dramaturgo que se dirigió a un público mezclado, heterogé-
también entre las distintas capas de ambos grupos. También aquí neo en todos los aspectos, que comprendía prácticamente a todas
es más evidente el hecho de que la mediación real, a diferencia de las capas de la sociedad, y tuvo un éxito indiscutible ante él. Mas
la mera exposición de las obras en el marco de formas determinadas lo dudoso es que las obras, hechas de componentes tan diversos
de sociabilidad y de representación profesional, es un rendimiento como los suyos, hallaron eco con los mismos medios en la dife-
creador, complementario del trabajo del poeta y del compositor. rentes capas del público. La tragedia griega era de antemano un
Una función de teatro o un concierto crea wlores_quenQJ;;ontienen fenómeno tan complejo, la participación en ella tan diversamente
Mセョ⦅ケス・@ por sí los_ textos 、セャ。ウ⦅@ piezas ni las .12artituras de las com- determinada, debido a los motivos religiosos y politicos en juego,
ーッウゥセNᄎョ・L@ Y: ャ。セ@ エイ。ョウヲッZセ@ en los suí;stnÍ:tÓs 、・Zカゥセi。Nᄃ⦅ウ@ y y, prescindiendo de la limitación de los ejemplos a los festivales
ー⦅ヲAセィᄀイ・ウL@ SI bien condiciOnadas -dialécticamente_ AャolDァウ⦅}R。・セN@ relativamente raros, tan selectiva por la restricción de la entrada a
Mas los actores y directores de teatro no sólo son los intérpretes los ciudadanos de plenos derechos, que apenas puede estimarse su
del drama, sino también los representantes de las normas de las atractivo para la totalidad de la población. El drama medieval, tan
que セゥュ。ョ@ la 」セイ・ゥ￳ョ@ escénica de una pieza. セッ@ es al mis- accesible a todos como el isabelino, no disponía de ningunas obras
mo エセューッ@ el 」ョウッセ@ en que se mezclan las distintas capas de ins- importantes, es decir, que su popularidad no constituye ningún
truccwn deillla so_c:Iedad, Como ha dicho Erich Auerbach en Roma problema para la sociología del arte en el sentido del drama de
constituía sencillamente el puente espiritual entre los 'instruidos Shakespeare. Mas este problema no estriba esencialmente en que el
Y el pueblo'. Y una función parecida cumple el cine todavía hoy mayor poeta de su tiempo era también el dramaturgo más popu-
el cual ha イセ」ゥ「、ッ@ el legado del teatro en este aspecto. ' lar, y que las obras suyas que más nos gustan eran también las
1 El parecido entre ambos medios lo perturba, sin embargo, un que más éxito tenían en sus tiempos, sino más bien en que el
ras?o ーイッョオ」セ。、@ de diferencia. セM⦅」ゥ。@ セQ@ teatro estriba en público de teatro juzga más acertadamente que la élite de los ilus-
セ、。lュゥ_⦅イエ・NMケ@ clara 、・lーイッ←キセゥャ@
i
trados, por mediano que haya sido, a consecuencia de la índole
⦅yセエオ。ュ・ョ@ ャゥdアqウ⦅e」セッ@ y alma. En el film generalmente atractiva de la mediación. La fama literaria de Sha-
no ーオ・セ@ ィ。「ャセイウ・@ セ・@ セ。@ イ・セゥーッ」、L。@ -ae
1

de refaciones este tipo. kespeare disminuyó, como es sabido, hacia 1598, es decir, cuando
En el eme, la Imphcacwn ps1cosomatica del espectador, que deja había alcanzado el apogeo de su evolución poética, pero el público
pasar las frías y distanciadas sombras del film, es totalmente uni- habitual de teatro se mantuvo fiel a él e incluso reforzó su posición
ャ。エセイN@ El ?roceso de_ la _escena se despliega, por el contrario, bajo anterior.
la mfluenc1a del auditono, lo mismo que la conducta del público Para refutar la tesis de que el de Shakespeare había sido una\
se ve afectada por la presencia viva de los actores. A consecuencia especie de teatro de masas en sentido moderno, se echó mano de
、セ@ este contacto parcialmente corporal entre los participantes, la la escasa capacidad de los teatros de su tiempo. La pequeñez de las
?Ieza セ・@ teatro lleva ya un carácter en cierto modo mágico, cuya salas, que se compensaba además con las funciones diarias, 。セ・ョウ@
mtens1dad se ve aumentada aún por la ejecución pública, casi ri- altera el hecho de que el público se componía de las capas mas di-
tual.
versas de la población. De todos modos era el público de un エ・。イッセャ@
popular en el sentido de una institución arraigada en el _cristianis-
eイゥ」セ@
1
• Auerbach: Literatursprache und Publikum in der lateinischen An-
tzke und zm Mittelalter, 1958, Cuarta parte. mo medieval. Pues si los visitantes de las entradas de a- pie no eran
en absoluto los señores del teatro, asistían en tan gran número
que podían desempeñar un papel decisivo en el eco de las piezas. tes. Cabe que en éstas se omitieran precisamente los pasajes poé-
Aunque las capas altas estaban mejor representadas en el teatro ticos más precisos. La extensión de las piezas indica en todo caso
de lo que hubiera correspondido al porcentaje de su número en la que el poeta no sólo había pensado en el es5!enario sino también
población total, las clases bajas, que formaban la gran mayoría en su publicación impresa a la hora de redactarlas.
de la población urbana, representaban de hecho la mayoría del pú- Ya....sea cOII!.P danza-mimo o como discurso-diálogo, el teatro
blico de teatro. com.tituye セM[@ _M jas ヲ\^Neセj[@ セイエ@ ウッ」ゥ。ャセ@ .. más セョエゥァ。ウ@ .y. al
Cuando se habla en teatro de una relación entre la creación ュゥウjョ\lᅪセャpo@ .. más p\lras e-inco!l[úl1QiÍ¡Íes. ··Es interhumano tanto
artística y su aceptación más o menos apropiada, no puede eludirse por la estructura interior como por la presentación exterior. Una
la pregunta de si la conjunción de calidad y popularidad, como es obra literaria que no tenga por objeto ninguna exposición conflic-
el caso de Shakespeare, por ejemplo, se basa en una conexión ra- tiva ni se ofrezca a ningún auditorio, carece de carácter dramático.
zonable o en la mera casualidad, o en un malentendido. De cual- El proceso dramático es el resultado de un antagonismo doble: de
quier manera, en las piezas de Shakespeare el público parece ha- uno existente entre los diferentes particulares en el conflicto dra-
berse interesado no sólo en las burdas chanzas y luchas sangrientas, mático, y de otro entre las partes productoras y receptoras de la
en la alta declamación y en la acción violenta, sino también en los
representación.
efectos poéticos más tiernos y en las implicaciones psicológicas más
Cabe que el drama se derive del ritual, todavía esencialmente
profundas, de otro modo los medios de este tipo no habrían ocupa-
adialéctico y ajeno al arte, pero, sobre todo en su forma trágica,
do tanto espacio. Pero también es posible que el elemento poético
la idea de la naturaleza humana puesta en peligro por potencias
influyera en el público de pie por la simple resonancia y el exa-
hostiles y el recuerdo de la práctica de la víctima en la muerte
cerbado ánimo dramático, tal como puede ocurrir con un público
amante del teatro y de reacciones ingenuas. Mas tampoco hay que del héroe, proviene de la ideología primitivo-religiosa o casi reli-
estimar excesivamente la misma diferencia en educación entre las giosa de la magia. Hasta la más ruda escena de palos y las bromas
distintas capas del público isabelino y suponer que únicamente los más divertidas encierran algo de la inquietud del atemorizado sen-
espectadores ignorantes se divertían con la acción manifiesta y los timiento de la vida, expresado y desviado en las primitivas acciones
chistes ambiguos. Los recibían con gusto tanto los instruidos como mágicas. En toda función de teatro está próximo el símbolo de un
los ignorantes. Por otro lado, una obra como Hamlet disfrutaba sacrificio y la asociación entre escenario y altar.
del mismo éxito en los populares teatros «públicos» como en los Lo que se entiende por atmósfera del teatro es producto de un
elegantes teatros «privados». Como institución, el teatro desempe- colectivo en donde la acción conjunta de todos con todos juega
ña un papel más nivelador de lo que se suele suponer, pero parti- un papel irracionalmente sugestivo. La irracionalidad de los acon-
cularmente en las épocas culturalmente menos diferenciadas y re- tecimientos se revela no sólo en la improvisación parcial de la re-
finadas. presentación, por muy preparada que esté, junto a la cual todo
GMsャQ。ォセ⦅ーイ・@ no escribió sus obras para retener vivencias espe- film parece más o menos rígido e inerte, sino sobre todo en el sen-
ciales o para resolver problemas ideológicos, sino sobre todo para timiento del espectador de que el actor es una persona viva, incal-
enriquecer y refrescar el repertorio de su teatro. Mas no debe lle- culable, sometida a toda clase de sorpresas, y no un artefacto. La
varse demasiado lejos aquí el principio de la corrección escénica magia del teatro dimana principalmente de que el espectáculo es
de las obras, al olvidar, por ejemplo, que iban 、・ウエゥョ。_セ@ cierta- un arte corporal y de que el efecto escénico se manifiesta como reac-
megte a オョセ@ teatro popular, pero アオセ@ surgieron ・ョ⦅オ。セNGZ、■@ ción al cambio anímico-corporal de los actores. Igual que la trans-
ィオュ。ョゥセ\Z@ ᄀZオセ、@ A。セ「ゥ←ャ@ _se leía mucho, No ha escapado a formación del artista en una persona ficticia es un acto en cierto
la atencwn de Jos mvestJgadores que la mayoría de las piezas de modo mágico, el espectador también está sometido a una especie
Shakespeare eran demasiado largas en dos horas y media, en rela- de magia al abandonar sus dudas acerca de la veracidad de esa
ción con la duración normal, para poder ser representadas sin cor- transformación.

628 629
,

Si s: parte del drama como poesía, argumento o análisis y se


La historia del teatro moderno tiende a la creciente intimidad
y sigue la línea que desde finales de la Edad Media lleva el carácter
1
ve en el el momento original, intencionalmente decisivo de la intimo de este género de arte, si se exceptúan algunos fenómenos
función teatral, entonces se ha de considerar el proceso セウ」←ョゥッ@ más drásticos, como el drama isabelino, el drama sensacional ro-
como mero vehículo de la mediación. Si, por el contrario se ve lo mántico y la piece bien faite, psicológicamente primitiva por lo
histriónico y teatral como sentido y finalidad de la produ::Ción en
セッョ」・ウ@ cambian los papeles el drama y la escena, 」ッョカゥイエ←セ、ウ@
general. Ibsen, Strindberg, Chejov, Maeterlinck, Hofsmannsthal
marcan el camino hacia la victoria final de la intimidad sobre lo
este en mero substrato de la pieza, en vez de constituir su subs- heroico-retórico. Los dramaturgos que siguen la evolución de estos
tancia. La escena, en cuanto institución de la mediación, no nos autores líricos e impresionistas, en particular los surrealistas y sus
。セ・イ」@ necesariamente a la intención del autor; incluso puede des- descendientes, son ambivalentes, pues utilizan unas veces efectos
viamos de ella. Su materialidad, su concreción y evidencia dificultan intensos, y otras insinuaciones intelectualmente exigentes.
a セョオ、ッ@ la, セッューイ・ョウゥ￳@ adecuada de la esencia espiritual de la A fines del siglo XIX existían todavía tipos de teatro muy diferen-
accwn dramatiCa y, a veces, la obstaculizan precisamente. El dra- tes, según las distintas clases económicas y capas de instrucción,
ma primitivo, idéntico o muy parecido todavía a la danza la co- Junto a las grandes óperas y teatros estatales y los teatros medianos,\
media. ァイセ・。@ y romana, el mimo antiguo y medieval, han 'surgido reducidos a las piezas dialogadas, se daban también los escenarios de)\
del. セョ」QーP@ del teatro, de la necesidad de exhibición-juego y de operetas y variedades, así como los nuevos teatros de cámara. Pero
ficcwn. En el teatro moderno, en cambio, la escena, con\todo lo por muy reducida que fuese su capacidad y por muy diferentes
que brota de su セウー■エオL@ es de importancia secundaria y sirve a que fueran, tenían un rasgo común: el fundamental carácter de
ャセ@ s.umo セ。イ@ exphcacwn y representación material de la poesía es- grupo de las vivencias surgidas en ellos. El teatro es un lugar de;
セ・ュN」。@ ..セュ@ embargo, de acuerdo con la relación prototípica entre sociedad; el grado de publicidad del goce artístico que ofrece es
mst1tucwn e improvisación, puede que haya existido antes que el variable, pero su carácter social es constante. Cada asistente es
drama, esto es, la sustancia a la que sirve más tarde de substrato. mediador y al mismo tiempo producto de la mediación, mientras que
En t.odo caso, desde el siglo pasado, el drama, cada vez más pro- los visitantes de una pinacoteca, por ejemplo, no se dan cuenta uno
d.uctiv?, andaba a la búsqueda de una escena acorde con sus múl-
de otro en el mejor de los casos.
tiples 1deas y cometidos, y no al revés, el teatro a la busca de ma- Todo público de teatro, el aristocrático exclusivista como el
terial correspondiente de representación. democrático, se divide en capas diferentes, aunque no por eso deja
. El drama para leer, producto de la poesía dramática desnatura- de constituir una comunidad cerrada, si bien efímera, que aparece
lizada Y carente a menudo de la mediación a través del escenario unida por intereses homólogos, dentro de formas de vida y crite-
constituye un género literario sumamente problemático. g・ョイ。ャセ@ rios de gusto similares. La coherencia del grupo no sólo se mani-
mente lo consumen lectores aislados, pero tampoco produce nunca fiesta en la emotividad más o menos uniforme y en el efecto de lo
un verdadero efecto de masas en el teatro cuando llega a repre- ofrecido aumentado con esta uniformidad, sino también en la con-
sentarse. Sus valores puramente poéticos, sus efectos fmamente es- ciencia más o menos clara de los reunidos de formar una comu-
calonados, basados en la musicalidad de la dicción, su tonos líricos nidad. Como forma más relajada de la comunidad que caracterizaba
Y de efecto ambiental, son ciertamente más accesibles al lector so- al público de la tragedia griega, del drama religioso medieval y
litario, 、セュッイ。@ a placer en el detalle, que al espectador del tea- hasta del teatro barroco, se revela aquí una convivencia superficial
11
tro. Se ーQ・イセZ@ con todo, lo vehementemente pasional, lo ostento- que se seculariza por completo en el simple trato del aficionado del
samente retonco, lo sensiblemente conmovedor. Mas precisamente teatro burgués en el siglo pasado. Mas el aplauso de este público
por esta o:tentación expresiva y la colectividad de la reacción que contiene todavía un vestigio del ritual que une a los representantes
1? ac?mpanan, figura el teatro comb forma paradigmática de las ins- de una comunión espiritual. Todo rito puede calificarse de ilusión
tituciOnes
" artístico-sociológicas mediadoras entre la producción y 1a ceremoniosa, y no hay nada que recuerde más el papel de la ilu-
セョN@ .
631
630
sión a que uno se entrega en el teatro que el aplauso 2 , el cual no una colección de objetos amplia, en consonancia con la complejidad
es sólo expresión de satisfacción y aprobación sino también de una de las manifestaciones. Pero los museos la efectúan siempre median-
disposición anímica mucho más compleja y elemental. No sólo te la unión de productos estéticamente incompatibles entre sí. Su
pone en libertad un mecanismo que en momento de profunda con- función radica en el establecimiento de relaciones inteligentes en-
moción sirve de válvula de seguridad a las sensaciones reprimidas, tre cosas que, en y de por sí, se presentan de un modo independiente
sino que libera al mismo tiempo el alma de la opresión angustiosa; y aislado, presas de su individualización. La colección de productos
conlleva el encantamiento de la realidad, la transformación de la de una escuela especial o período no es, en el sentido literal de la
personalidad y la pérdida de su identidad. El arrebato del aplauso palabra, un «museo», como la de obras de un artista aislado. El
no sólo aligera el peso de la acción de culto con que está cargado museo empieza cuando lo individual se disuelve en un todo nuevo,
el teatro serio, sino que también sirve de justificación a la broma según el sentido. La disolución de la obra singular, del artista indi-
con que se efectúa la comedia: el espectador se adhiere abiertamente vidual, de la escuela local, del estilo nacional, es igual que la desa-
a la diversión que le gusta. parición de la persona en la sociedad, el precio de la cultura consoli-
dada en la forma de instituciones más o menos permanentes.
El museo es, como se ha observado, un absurdo, en parte una ne-
4. Museo gación del arte, y una víctima que no queda sin compensación. El
concepto del arte en general, en cuanto logro que afecta y abarca
Ni siquiera en los museos continúa siendo el arte lo que fue ori- a toda la humanidad, es en cierto modo producto del museo. Sin
ginalmente. También ellos cumplen el cometido de instituciones de esta institución, la idea de un «arte universal», como paralela de
una mediación ambigua para salvar la distancia entre producción la «literatura universal», sería inimaginable. El concepto colectivo
y recepción. Llevan a la revaloración y, de esta manera, a la preser- aquí en cuestión parece haber desempeñado un papel tan decisivo
vación de creaciones artísticas históricamente alejadas y alienadas en la génesis de los museos, que hay que preguntarse si las primeras
tanto sociológica como psicológicamente, creando valores nuevos colecciones helenísticas que pretendían representar la evolución to-
donde los antiguos han perdido su validez o amenazan con per- tal de la escultura griega surgieron de una idea teórica didáctica
derla.
o de una noción estética concreta. El principio didáctico lo soporta
La tarea primaria de los museos estriba en la selección de obras el hecho de que se daba más valor a la mayor totalidad posible
de arte cualitativamente valiosas o históricamente importantes en- de las colecciones que a la originalidad y autenticidad de los obje-
tre la cantidad enorme de las mediocres e insignificantes, y la for- tos de exposición.
mación de criterios por los que los productos representativos pue- Se ha denominado a los museos mausoleos en donde las obras
dan diferenciarse de los efímeros e indiferentes. Su otro cometido, de arte pasan su vida abstracta, autosuficiente, separadas de la vida
casi tan importante como éste, consiste en la colección de monumen-
que les dio origen y en la que cumplían una función práctica. Lo
tos de arte que sean adecuados para transmitir una imagen más o
mismo que aparecen allí dispuestas o colgadas según un principio
menos completa de las tendencias estilísticas de una época, de una de ordenación estilístico o decorativo, irreal y ajeno a las obras, tam-
nación, de una comarca o, a ser posible, de las fases más impor- bién pierden su nexo original con la praxis y entran en una rela-
tantes de la evolución artística en general. Igual que la obra aislada
ción mutua insospechada antes. Se convierten en ejemplos de un
de un maestro raras veces da una idea suficiente sobre la índole y
estilo, de una dirección artística o del arte a secas, los cuales inclu-
el volumen de su arte, la formación del concepto de un estilo, de la yen en igual medida imágenes de devoción, representaciones his-
voluntad artística de un pueblo o incluso de la sucesión de direc- tóricas, retratos, paisajes, cuadros de género y naturaleza muertas.
ciones artísticas como estadios de un proceso evolutivo general exige No son ya iconos, ídolos, imágenes rituales o ceremoniales, retratos
2 representativos, monumentos festivos o instrumentos sencillos, prác-
Cf. Julius Bah: Das Theater im Lichte der Soziologie, 1931, p. 120. ticos, sino obras de arte con un común denominador. En este sen-
.,

tido, las primeras y más modestas colecciones privadas en donde Pero la transformación de un artefacto de substrato de una fun-
se guardaron creaciones artísticas por sí solas, llevaban ya en sí el ción social en el objeto de una vivencia estética y su transición del
ámbito de la pura praxis al de los fenómenos subordinables bajo
. germen de los museos.
De los colectivos que devinieron las obras de arte en los mu- la categoría del «arte», manifestaciones que, en cuanto tales, se dan
seos surgió un macrocosmos gracias al desarrollo y difusión de las del modo más evidente en los museos, no se deriva originariamente
reproducciones fotográficas, de las ilustraciones de los libros de arte de la colección, como ya se ha dicho. La institución del ュセウ・ッ@ es
y de las diapositivas de las instituciones docentes, macrocosmos, más bien consecuencia y centro de la objetivación que enaJena la
que André Malraux ha denominado les Musée imaginaire ', y que, obra de arte de su función práctica, convirtiéndola en una pieza
en el sentido que él le da, se ha calificado de «Museo sin paredes». de exhibición. Mientras no haya adquirido ninguna autonomía es-
Debido a la coordinación de los distintos productos artísticos en el tética, el lugar que le corresponde no es el museo. Se juzgue como
mismo marco y a su reproducción similar en los mismos libros y fas- se quiera la transformación que acompaña a la セ「イ。@ .セ・@ arte en el
cículos, daban la impresión como si fuesen porciones de un mundo camino que va desde su lugar original de determmac10n セQ@ セオウNッL@
homogéneamente conexo, extendido al infinito. ídolos prehistóricos, se ignorará su natupaleza si se hace responsable de la ob]etiVac!On
imágenes paganas, estatuas de las tumbas egipcias, decoraciones de de la intención artística viva al producto final del proceso, a la
los templos hindúes, aderezos de los tiempos de las invasiones, ilus- obra de arte como pieza de museo, cuando la tendencia al anquilo-
traciones cristianas de la Biblia, composiciones renacentistas, retra- samiento y a la enajenación de la forma viva es la que en realidad
tos barrocos, paisajes naturalistas-impresionistas, figuras formales constituye el origen del proceso.
cubistas y abstracto-expresionistas, se colocaron bajo un mismo te- Paul Valéry opinaba ya, mucho antes que Malraux, que el mu-
cho; pero, debido a la comunidad en que entraron unas con otras seo es la tumba de las obras de arte'. La pérdida que sufrían, le
y con sus iguales, rompieron las paredes de los museos y yacían parecía, sin embargo, mucho más funesta que a Malraux, a quien
ahora enterradas en un cementerio común para dar lugar a una no le importaba en absoluto su destino. Valéry creía que se anqui-
realidad desconocida hasta entonces. La noción de la unidad del losan en meras sombras, apiñadas en el espacio vacío de los museos,
arte, derivada de la institución del museo, se basa, sin embargo, sin ningún contacto con el exterior ni entre sí. Su cuidadosa orde-
en una ilusión. Un concepto de la actividad artística, tan indiferen- nación es desorden organizado. Están rodeados por el sentimiento de
ciado e independiente de sus diferentes aspectos, no es producto de amedrentada devoción de las criptas. Cierto que se habla en su
los museos, sino que son más bien los museos los que deben su proximidad un poco más alto que en una iglesia, pero mucho más
existencia a la noción en un principio indudable, aunque confusa e bajo que en la vida normal. Uno se siente sobrecogido, sin saber
incoherente, de un arte homogéneo y a la idea del arte por el arte a ciencia cierta para qué ha venido. ¿Quería uno ampliar su for-
dimanante de este concepto. Mas los gérmenes del principio del mación, saber más de lo que se sabía? ¿Se esperaba un mayor
arte por el arte alcanzan, como se ha mostrado, hasta el arcaísmo deleite, un encantamiento más completo? ¿Se buscaba tras las obras,
griego, la colonización jónica y la especificación de los valores. Sin incomparables en su aislamiento y aisladas entre sí en su propia
la idea, por muy pálida que sea, de que los productos artísticos se perfección, un sentido nuevo, común, más profundo, en el que to-
corresponden de alguna manera, jamás se habría establecido ningún das participaban y que se transmitía en todas?
museo. Mas los primeros museos estaban aún muy lejos de figurar Para Valéry la esencia del arte radicaba en la singularidad de
como templos del arte. Hasta el siglo XVIII conservaron algo del ca- toda obra auténtica, que no sólo excluye la imagen simultánea de
rácter de los gabinetes de cosas raras y curiosas y continuaron sien- obras diferentes, sino que también elimina la validez de todos los
do principalmente lo que habían sido desde un principio, coleccio- conceptos estéticos de conjunto, como los del arte en general, del
nes de artefactos que habían perdido su función práctica.
• Paul Valéry: «Le Probléme des musées», Le Gaulois, 4 abril 1923, im-
3
André Malraux: Les Vais du Silence, 1951, pp. 11-126, preso en Oeuvres, edición de la Pléiade, II, 1290-93.

634 635
estilo común, de las escuelas locales y de las direcciones artísticas
temporalmente condicionadas. El universo del arte, cuya imagen nace síntoma de la vida, de la expresión del aspecto variable bajo el que
・セ@ el museo, no significa para él la menor reparación por la pér- se presenta la vida, de la diferente calidad del medio en que toma
dida de la espontaneidad, unicidad, inmanencia y autonomía que conciencia de si mismo, de sus recuerdos y de su victoria sobre los
sufren las obras individuales, inconmensurables e inconfundibles efectos destructores del tiempo. Tampoco para él se trata en el arte
en cuanto piezas de museo. ' de cosas sino de funciones, no de obras individuales de arte o del
Pero ni para Valéry ni para otros críticos indiferentes del museo arte como un sistema de valores que se objetiva, sino de lo artístico
como institución, son en absoluto las paredes desnudas de las sa- como forma existencial, del único aspecto totalitario de la existencia,
las de los museos las que anquilosan las obras de arte. Los cuadros que, en cuanto tal, entra en consideración junto con la praxis. Cabe
del Palazzo Pitti, con un destino repleto de objetos artísticos produ- que se pierda de vista esta forma, mas apenas puede darse por per-
cen un efecto tan extraño, y, en cierto modo, tan 。ャゥ・ョエセL@ como dida una vez que se ha comprendido el sentido del «museo sin pa-
los de los del Palacio de los Uffizi. Se momifica el mismo ambiente redes». Malraux recorre los museos en su busca, persigue celosa-
vital, antes animado. Así que no es el parecido exterior del marco mente sus huellas, con impasibilidad estoica, templada en el largo
el que nos enajena las obras del pasado, sino sti variada función en ejercicio de la investigación buscando el secreto enterrado. Para
ョオ・ウセイ。@ existencia, el desplazado punto de vista desde el que las quien pretende restablecer lo «artístico» como recuerdo de una exis-
consideramos, el aspecto continuamente variable bajo el que se nos tencia perdida, razonablemente coherente, toda obra es una huella
presentan, algo así como los recuerdos del «tiempo perdido» del que conduce a una meta que desaparece de vez en cuando, que des-
narrador Proust, su cambiante perspectiva, que Theodor W. Ador- plaza su perspectiva, pero segura. Pasea pacientemente por las sa-
no ha comparado acertadamente con el cambio de significado de las de los museos y observa divertido los monumentos más o me-
las ッ「セ。ウ@ en Valéry •. Las reflexiones de Proust a este respecto giran nos desvirtuados de una existencia cuyo secreto intenta descubrir
exclusivamente en torno a la conexión de las vivencias artísticas en tanto dentro como fuera de los museos. Mas no solo estos monumen-
エセ。ョウヲッイュ」ゥ￳@ _Y el sentimiento diverso de la vida y las formas va- tos sino los mismos museos son productos del tiempo, igual que
nables de la misma, de suerte que, para él, las obras de arte pue- todas las instituciones que conservan el rostro variable de las cosas
den permanecer en las paredes indiferentes de una sala de museo y la convierten en objeto de nuevas interpretaciones. También estas
más intactas que en el ambiente familiar, por artístico o inartístico campanas de cristal colocadas sobre un espacio sin aire, forman
que sea, de nuestra vivienda. parte de la vida póstuma.de las obras de arte que tienen que olvi-
Para Proust, lo mismo que para Malraux, las obras de arte de- darse y resucitarse, que caducan, se destruyen, para volver siempre
ュオセウエイ。ョ@ su verdadero ser y su valor especial en la praxis. Pero no a ganar un nuevo plazo de vida. Adorno cita las palabras de Proust:
obtienen por completo su significado de ella ni lo pierden del todo «Ce qu'on appelle la postérité, c'est la postérité de l'oeuvre», lo que
en .el museo prácticamente afuncional. Cabe que, amontonadas como se llama posteridad es la posteridad de las ·obras. Continúan vivien-
estan, se obstruyan mutuamente el acceso, y que la proximidad a do no a pesar de su decadencia sino a consecuencia de ella. Lo que
que se encuentran, oculte su imagen. Mas pueden liberarse de los destruye su ser original y su sentido intencional es su función con-
vínculos artificiales del museo y restablecerlas de nuevo en su fun- tinuamente renovada.
ci_on;l!dad y actualidad. Malraux no cree en ninguna esencia supra- La insuficiencia de la concepción proustiana del arte estriba en
ィゥウエッセicL@ 。エ・ューッイセL@ del arte; sólo se atiene a la posibilidad del la total disolución de las obras en funciones y en el abandono del
renacimiento y al significado distinto de los estilos con cada rena- momento de que no corresponden solamente a necesidades e incli-
c.imi.ento. Tampoco Proust da ningún valor a la permanencia del naciones variables, sino que están determinadas al mismo tiempo
significado de los principios estilísticos. Para él, su cambio es un por un prjncipio objetivo, por la lógica de una estructura idéntica,
aunque flexible. Lo mismo que en Proust las experiencias vitales
5
Th. W. Adorno: «Valéry Proust Museum», en P.rismen, 1955, pp. 215-231. no adquieren su verdadero sentido y expresión sino en el recuerdo,
las grandes obras de arte significan, en ciertas circunstancias, más
- -,

para la posteridad que para los contemporáneos, porque la posteri- El hecho alentador, prometedór de salvación, al que se aferra
dad es también parte de su producto. La confianza que Proust pone Proust en contraste con Valéry, y cuyo conocimiento da peso a su
en el museo se basa en la convicción de que en nuestra existencia concepción del arte, pese al idealismo subjetivista al que está some-
el arte desempeña un papel indestructible, aunque variable, de que tido, consiste en que el camino hacia «la libertad», el camino de
significado y función de las obras individuales cambian ciertamente, vuelta a la vida y a la actualidad, lleva a travé's del museo. En
pero la idea de lo artístico es imperecedera, en sentido platónico. Va- consonancia con toda su filosofía de que toda vivencia no surge
léry cree, por el contrario, solamente en la sustancialidad de la obra a la vida real y esencial sino en el recuerdo de si misma, se adhiere
individual, cualitativamente única, que en el museo anula estéti- Proust a la concepción de que las obras de arte sólo adquieren en
camente a todas las demás obras con que entra en contacto o es el marco del museo la calidad que las vuelve a hacer relevantes y
destruida por ellas. Como el sentido de la vida, según la doctrina de actuales. Pero la alienación que parece recaer sobre el arte del pasa-
Mallarmé, a la que él se adhiere, radica en la producción de obras do en los museos, se apodera ya de las obras del presente inmediato
especiales, incomparables, el museo priva de sentido al mundo, se- tan pronto como se desprenden de sus autores y se objetivan antes
gún esta concepción. Malraux, por el contrario, que no cree ni en de ser tomadas de nuevo en la intimidad de un sujeto. La aliena-
la idea absoluta del arte ni en la unicidad ni univocidad de la ción se convierte aquí del modo más claro en el precio de la intimi-
obra de arte individual, pone su esperanza en la fecundidad de las dad renovada, de los renacimientos, de la continua reinterpretación
reinterpretaciones a que son sometidas en el museo donde transcurre y revaloración, a que el arte auténtico debe su vida inagotable.
su vida póstuma. Su vida estriba en su historia, y su historia en
una desviación continua de su sentido originario.
El objetivismo idealista de Valéry, que afirma únicamente la idea 5. Biblioteca
de la obra individual, y el subjetivismo adialéctico de Proust, que
disuelve la obra de arte en la corriente de las vivencias, del tiempo, En cierto aspecto la biblioteca es la institución más parecida al
del olvido y del recuerdo, se han soslayado en el historicismo de museo entre las mediadoras entre producción y recepción espiri-
Malraux, apareciendo en su lugar el concepto del estilo, en el que se tual. Pero en muchos conceptos son totalmente ·distintos. Cierto,
diluyen más o menos tanto la figura artística autónoma y unívoca, ambos son colecciones de obras para conservar, destinadas a la con-
pero no fácilmente accesible a la posteridad, como la intención tinua oferta y recepción. Mas en un caso se trata de productos ori-
creadora única e incomparable. El museo lleva ad absurdum el ginales de arte, en el otro de meros apuntes, cuyo significado no se
fetichismo histórico de Valéry: la obra de arte exenta de la totalidad manifiesta sino en su recepción. La totalidad de los libros de una
de la praxis se cosifica en tal medida que su relación con el objeto biblioteca no crea ninguna objetividad nueva, ningún contenido
vivo y con la cultura actual parece puesta generalmente en tela de semántico distinto esencialmente al de los libros aislados. En com-
juicio. Separada de la vida, y pese al axioma de la autonomía de lo paración con los de una colección de arte, los límites y contornos
estético, resulta mero fragmento de un todo descompuesto. «Nos de una biblioteca son a menuilo casuales, nulos, flexibles, en conso-
convertimos en sabios», escribe Valéry en relación con el cambio de nancia con su determinación variable de caso en caso y la necesi-
función aquí en cuestión, introducido por el museo en el significado dad, interés o gusto de su fundador o propietario. Los libros se dan
de las creaciones artísticas, «pero en cosas de arte la erudición es la cubierta unos a otros. Cabe que se complemente por el contenido,
una derrota: explica lo que no tiene nada que ver con sensibilidad que pertenezcan a la misma categoría, pero no constituyen ninguna
y ahonda en lo insignificante. Sustituye vivencias por hipótesis, ma- unidad en el sentido de estilos, movimientos y escuelas artísticos, Y
1 i ravillas por memoria estupenda, y añade una biblioteca inagotable tampoco las bibliotecas más grandes representan en absoluto el
al museo sin límites. Venus se ha transformado en un documento». substrato de un concepto como el de la «literatura universal», en
i
Reteniendo el aliento escapa de la tumba a la libertad. contraste con los museos de historia del arte que, por modestos que

sean, están encaminados a la formación de un concepto colectivo y en cuanto tales son accesibles a todos, aunque en la práctica no
del arte. toda la burguesía disponía de ellas en la misma medida. De acuerdo
La diferencia entre una biblioteca privada y otra pública es, en con la circunstancia de que surgieron de las colecciones de los patri-
cierto modo, más decisiva que la existente entre una colección de cios, se mantienen durante mucho tiempo vinculadas a la ideolo-
arte privada y otra pública, aunque en ambos casos la institución gía del patriciado y a las necesidades de sus representantes. Biblio-
puede provenir de una iniciativa privada. El rasgo más diferencia- tecas públicas, tal como las entendemos hoy, ni siquiera nacen en
dar entre el establecimiento de una colección privada y otra pública germen antes de la época del humanismo progresista y de la Refor-
estriba en que en el primer caso el acto parte de una relación posi- ma, cuando en verdad son todavía inseparables de las exigencias de
tiva existente ya entre producto y recepción, mientras que en el la élite ilustrada, aunque al mismo tiempo llevan a la transformación
otro aún ha de establecerse. El coleccionista es mediador y su co- de esta capa.
lección el fruto de la comunicación ya realizada entre obra de arte De acuerdo con sus doctrinas acerca de la obediencia directa a
y goce artístico. Por otro lado, la colección, tras la que no se oculta Dios y de la autorresponsabilidad de los creyentes, los reformadores
ningún principio de selección individual como punto de partida o estimularon la fundación de bibliotecas. Pues, igual que los medios
norma, está destinada a ser instrumento de una mediación aún no de la gracia, también los medios de la educación debían pasar de las
efectuada. manos del clero a las de la comunidad. Los humanistas querían
En tiempos del helenismo y del imperio romano hubo biblio- utilizar las bibliotecas de nuevo para aumentar su independencia
tecas públicas como fundaciones de los soberanos, quienes perse- respecto de sus poderosos mecenas. A partir de la Ilustración, del
guían, sobre todo, objetivos políticos •. En la Edad Media la separa- desarrollo de las revistas, de las editoriales y del comercio del libro,
ción entre bibliotecas privadas y públicas es aún desconocida en las bibliotecas se convierten en oficinas de cambio del espíritu como,
tanto que los emperadores y reyes disponen libremente de las colec- por ejemplo, los cafés y clubs, donde impera la palabra impresa.
ciones de libros fundadas y sostenidas por ellos. Todavía no existían
las bibliotecas nacionales en el sentido moderno; su cometido lo cum-
plían, a ser posible, las bibliotecas de los príncipes. Las bibliotecas
de carácter impersonal, no vinculadas a un sujeto, y de duración
permanente sólo se crean por, de pronto, en el marco de las organi-
zaciones eclesiásticas, particularmente en los monasterios. Mas están
sometidas al poderío de los príncipes de la Iglesia lo mismo que las
colecciones cortesanas y señoriales al de los poderosos terrenales.
Cierto, la biblioteca del Vaticano tiene un carácter suprapersonal,
pero no por eso dejan de mantener los papas una relación· propia
con ella, y aunque no se manifiesta, sí forma parte del presupuesto
papal.
Las bibliotecas laicas públicas no se independizan de los gober-
nantes individuales hasta que aparecen organizaciones sociales en
donde los derechos de disposición no están vinculados ya a una sola
persona, es decir, no antes de que intervinieran en asunto de arte y
de cultura los consejos urbanos de finales de la Edad Media. Las
bibliotecas concejales se convierten de hecho en propiedad pública

• Cf. Peter Karstedt: Studien zur Soziologie der Bibliothek, 1965.

640 641
---l

7. El comercio artístico o de obras parecidas puede ser consecuencia de un cambio de estilo


y de gusto, pero también de circunstancias más o menos secundarias,
extrañas al arte e independientes del artista. La economía de tráfico
desarrollada con los mercados, que, en comparación con la econo-
mía para cubrir las necesidades, aumenta de modo descomunal, se
caracteriza por la paradoja de que en vez de vender, como de cos-
tumbre, para poder comprar algo necesario al vendedor, ahora se
compra para volver a vender lo adquirido. De esta suerte, las obras
de arte pasan en el mercado artístico por una serie de manos antes
de que lleguen a propiedad de cómpradores que piensan conservarlas
y quedárselas finalmente para sí.
Los valores nuevos creados con el progreso del mercado ar-
tístico y la ampliación de los mercados de arte se rigen principal-
mente por la rareza de los objetos vendibles. En toda clase de co-
lección la rareza compite con la calidad y a menudo desplaza a esta
como norma de los precios. Las obras de un pintor del que sólo
1. Mediación y alienación se conocen o son comprables pocos cuadros, tienen no sólo un mayor
valor de mercado, sino que con frecuencia también disfrutan de
Igual que otras formas de mediación, el comercio artístico -desem- mayor prestigio que las de un maestro más grande, pero más fe-
peña también un papel ambivalente en su función de mediación. cundo o incautado en menor medida por los coleccionistas y mu-
Como vehículo del tráfico de productos vincula círculos cada vez más seos. A menudo, el valor de rareza es producto de la moda, que fa-
amplios de la sociedad al arte y crea clientes cada vez más com- vorece a las obras de un artista o de un movimiento determinados.
prometidos, pero se interpone al mismo tiempo como elemento dis- Pero a veces la rareza existente aumenta en y de por sí la demanda en
tanciador entre los sujetos productores y receptores, y contribuye a tal o cual dirección y entra en acción recíproca con la moda, que pue-
la cosificación de las creaciones artísticas, facilitando su transfor- de estar determinada por otros motivos.
maci?n en artículos de comercio, en mercancías despersonalizadas, Como las obras auténticas de los viejos maestros no aumentan o
vendibles y comprables sin más. Gracias a la publicidad de los lo hacen muy poco, debido a nuevos descubrimientos y atribuciones,
comerciantes, las obras de arte pasan con más frecuencia y facilidad constituyen generalmente objetos de inversión más seguros que los
a propiedad de nuevos aficionados, adquieren con más rapidez y productos de los artistas contemporáneos. Aquellos sólo se desvalo-
libertad una relación con ellos. Pero la relación es más superficial rizan en relación con direcciones de gusto radicalmente nuevas,
Y corta que bajo las condiciones de una relación personal entre pa- éstos con muchos acontecimientos incalculables del día. Las desva-
trono, cliente, mecenas o aficionado, de un lado, y artista, de otro. lorizaciones ocurren, en todo caso, muy raras veces, como la de las
El comercio artístico padece el mal fundamental de toda econo- obras de los maestros barrocos de Bolonia, reconocidas antes como
mía de mercado: transforma la obra de arte, cuyo significado con- clásicas en grado sumo. La regla es, más bien, que los maestros
sistía antes en un «valor de uso» y resultaba del placer, la satisfac- viejos aumenten de valor. El rápido incremento de precio de las
ción Y la felicidad que proporcionaba al observador, en el substrato obras de contemporáneos más o menos directos, como los impresio-
de un valor de cambio. No se juzga ya por su calidad estética o el nistas, postimpresionistas y muchos de los vanguardistas actuales,
rango artístico de su autor, sino por la coyuntura y el valor de hay que atribuirlo, por lo general, a la mera busca de inversión del
curso del respectivo artista, estilo o género en el mercado artístico. capital libremente disponible y recuerda el floreciente negocio de
El cambio de la apreciación comercial de las mismas obras de arte bulbos de tulipanes en la Holanda del siglo xvn. En tales casos la
demanda condiciona evidentemente los criterios del gusto, y no son al mismo tiempo la alienación del artista respecto del público. Los
en absoluto los valores artísticos emanados independientemente del clientes se acostumbran a comprar lo que encuentran asequible, Y
mercado, por ejemplo, los que deciden la formación de precios. a considerar la obra de arte, en cuanto producto también ゥューセイᆳ
sonalmente condicionado, como cualquier otro tipo de mercanc1a.
A su vez, el artista se habitúa gustoso a trabajar para comprado-
2. Coyuntura res extraños, personalmente indiferentes para él, para gente de la
que únicamente sabe que está dispuesta a comprar オセ。ウ@ veces
El comercio artístico se desarrolla junto con la extensión y el esta y otras aquella clase de cuadros. Se aliena ante sus セィ・ョエウ@ en
predominio final de las colecciones como forma de consumo de arte, la misma medida que estos se alienan del arte contemporaneo. Ade-
del paulatino desplazamiento del protector y mecenas por los com- más es contradictorio también el efecto del comercio artístico en la
pradores que ocasionalmente eligen directamente entre las obras del formación de los precios que logra el artista. Cabe que 。オュ・セエ@
taller del artista. El mecenas, patrón constante, el cumprador di- la venta en el mercado artístico, pero los precios pueden hundirse
recto y el fundador son fenómenos relacionados con las condiciones debido a una mayor oferta. Cuando el público se ha acostumbrado
feudales y patriarcales de la Antigüedad y de la Edad Media. El a comprar al comerciante en vez de al productor de las .obras, .el
coleccionista, por el contrario, que adquiere obras de este o de 。アセ・ャ@ comerciante se convierte en verdadero patrono del artista, dic-
artista, según se presente la ocasión, es representante del capital tando los precios siempre que ーオ・セN@ cッセ@ la ゥョオN、。」セ@ de mer-
financiero disponible, de un lado, y de los artistas que trabajan en cancías entran también en circulacwn copias y falsificaciOnes, figu-
libertad y disponen libremente de sus productos, por otro. Los co- ran como originales y contribuyen a disminuir el valor de las obras
leccionistas, el mercado artístico abierto y la libertad económic¡¡ del auténticas.
artista, la libre competencia, la libre iniciativa, la emancipación A pesar de ello, el comercio artístico actúa en términos gene-
y la pérdida de la seguridad se condicionan mutuamente. rales más bien de mediador que de alienador, y a decir verdad no
La especialización de los pintores en determinados géneros es sólo porque contribuye a llevar los productos artísticos al hombre
una de las consecuencias más importantes del comercio artistico y a mantener e incrementar el interés de los vendedores en las obras,
que se desplega desde finales del Renacimiento. Resulta de la cir- sino también porque estabiliza las relaciones en el terreno del arte
cunstancia de que los comerciantes en arte exigen siempre de sus mediante la cre<J.ción de una clientela continuamente interesada Y
proveedores el tipo de obras más vendible. De esta suerte se pro- descarga al artista de cuando en cuando del trabajo de solicitar el
duce también en el terreno del arte la división mecánica del tra- favor del público. El mero hecho de que el público y los artistas se
bajo, conocida en la producción industrial, que limita la actividad aproximen y encuentren en el punto de intersección de sus intereses,
de un pintor a la representación de animales, la de otro a la pro- o sea, dentro de la actividad del comerciante artístico Y de que
ducción de fondos de paisajes. También en este concepto cumple surja así una situación en la que los compradores han de competir
el comercio artístico una función ambivalente. Estandariza la pro- por las obras que desean lo mismo que los artistas ーッセ@ el renom-
ducción, pero estabiliza al mismo tiempo la demanda; fija la crea- bre, el éxito y la recompensa, significa P?r ello. el comienzo de un
ción artística a unos tipos estables, pero regula a cambio la circu- proceso de mediación peculiar en su funciOnamiento Y regulado por
lación, de otro modo anárquica, de las mercancías estereotipadas. El sí mismo.
comerciante en arte crea una demanda regular al intervenir él a Mas el comerciante en arte redunda en beneficio del artista no
menudo cuando falta el cliente directo. Mas también media entre solo como representante comercial. El disponer de un agente cons-
producción y consumo al informar a los artistas sobre los deseos tante que acepta su producción representa para él un aumento de
del público y las condiciones de la salida de tal o cual tipo de prestigio. El comerciante conocido garantiza una especie de linaje
obras con más rapidez y amplitud de lo que ellos pudieran imagi- y a menudo significa para el comprador una ウ・ァオイゥ、セ@ ュセケッイ@ que
narse por sí solos. Sin embargo, este género de mediación motiva el nombre del artista. Mas también existe en esta relac10n cierta des-

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confianza entre los socios. Ninguno puede perdonar al otro el papel Inorgánicas, es decir, amontonadas casualmente, fueron de siem-
que juega en ella. El artista echa al comerciante la culpa de que pre las colecciones artísticas de príncipes y personas privadas, y·
sus obras figuren como mercancía, pese a toda su inapreciabilidad, hasta los museos del helenismo carecen todavía en términos gene-
aunque su carácter de mercancía le viene dado por la economía rales de la unidad cerrada que se persiguió desde siempre como
de· tráfico. A su vez, el comerciante menosprecia con resentimiento objetivo en la construcción de colecciones públicas, aunque raras
al artista, bien como hombre de confianza del cliente, con el sen- veces se realizó. En todo caso tiene que haber producido una im-
timiento de superioridad del burgués, o como outsider que se cree presión más bien heterogénea que homogénea la «totalidad» de
,¡!·
formar parte de la disciplina. la obra glíptica de los centros culturales helenísticos, ilustradora de
f toda la evolución del arte griego, aunque en su mayor parte for-
mada de copias. Y al incluir bajo un mismo techo los productos
3. Desarrollo del mercado artístico estilísticos más diferentes, habituaron la vista no sólo a tolerar con-
juntamente una variedad de direcciones artísticas sino a conside-
Hasta el helenismo y su capitalismo internacional no puede ha- rarla como prueba de una floreciente producción de arte.
blarse de un mercado artístico en sentido estricto, de un libre trá- Como ya se sabe, tampoco las aspiraciones artísticas de épocas
fico de mercancías artísticas con una oferta constante y su corres- anteriores eran siempre totalmente uniformes, y también se en-
pondiente demanda, de precios fluctuantes y dinero al contado dis- cuentra en ellas, junto al arte en general formalmente riguroso de
ponible. La época que crea los primeros institutos de investiga- las capas altas, un arte sin forma de los grupos sociales bajos, o
ción, museos y bibliotecas, los primeros centros culturales, establece junto al conservadurismo del arte sagrado el liberalismo del profano.
también sobre bases nuevas el mercado artístico como mediación No obstante, apenas hubo antes una época en la que principios
entre producción y recepción. La presuposición más importante de la estilísticos y direcciones del gusto totalmente distintos fueran deci-
investigación internacional fue el eclecticismo determinante de la at- sivos para la misma capa social, como ocurrió en tiempos del hele-
mósfera espiritual de la época, tal como correspondía a la erradica- nismo, cuando surgieron sucesivamente un naturalismo, un barroco,
ción general de las grandes culturas comunitarias nacionales por el un rococó y un clasicismo, pero pudieron coexistir durante mucho
progresivo aislamiento y la posterior unión de los intereses eco- tiempo.
nómicos e ideologías sociales. Según la regla por la que el estado La industria del arte organizada al modo capitalista, la extra-
burocrático helenista mezcla a sus funcionarios sin consideración ordinaria actividad copista en los talleres de escultura y el 」ッュセイᆳ
a su origen y unidad étnica y la economía de tráfico capitalista se- cio ampliado, efectuado principalmente con copias, son síntomas,
para a los sujetos sociales de su lugar de .nacimiento, también se pero al mismo tiempo también causas, de un eclecticismo cada vez
arrancan las formas artísticas y culturales de su nexo orgánico y se más agudizado. Los escultores, encargados de copiar las creaciones
ponen en contextos artificiales. más diversas, tendían de antemano a experimentar también en sus
El mismo eclecticismo que se manifiesta en el afán insaciable, obras originales con distintos estilos y maneras. El interés del oú-
anticuario-hermenéutico, de sabiduría, en la erudición de la época, 「ャセ」ッL@ ・セゥュオャ。、ッ@ desde muchos lados, condujo a la extensión y ·ra-
históricamente orientada, dispuesta a aceptar todo lo que ha exis- mificacwn del comercio artístico, el cual, por su parte, también
tido, se revela también en la naturalidad con que se practica el actuó de una manera estimulante en la sensibilidad artística y en
comercio artístico y se reúnen los productos de las escuelas más el sentido de la calidad de sus clientes con el rico material que daba
distintas. La conexión fortuita a todo lo históricamente presente, a conocer y difundía ..
decisiva para la fundación y desarrollo de los museos, actúa al mismo El comercio artístico se detuvo también a finales de la Anti-
tiempo de impulso para la formación y diferenciación de nuevas güedad, cuando terminó transitoriamente su economía moneta-
direcciones artísticas. El resultado es la coexistencia de tantos prin- ria. A comienzos de la Edad Media y hasta que renacen las ciu-
cipios estilísticos como nunca antes. dades despobladas e insignificantes y se reanima el tráfico in-
ternacional en el siglo xn, se paraliza casi por completo; y hasta principal, el rey francés, y no sólo compra a artistas, sino también
después de un largo período de atomización de la economía y de a la propiedad privada. Le siguen pronto otros comerciantes que en-
su limitación a cubrir las necesidades de los distintos principados cargan cuadros para la especulación, para volverlos a vender con
y cortes señoriales, del aislamiento espiritual de las diferentes re- beneficio'. Un caso aislado del interés 」ッュ・セゥ。ャ@ inicial por pro-
giones y pueblos, y con la renovación del tráfico económico y cul- ductos artísticos lo constituye el pedido por escrito de un comer-
tural, no se presenta un nuevo cambio de propiedad de obras de ciante de Prato ".
arte, principalmente de manuscritos ilustrados y productos artísti- El comercio artístico, que no se limita a la actividad ocasional
cos, primero mediante regalos ocasionales o también por simples de agentes aislados sino que representa la industria regular de un
robos y secuestros de un país a otro, y solo esporádicamente por estamento profesional especial, surgió en los Países Bajos del si-
medio de encargos y compras. Se inicia así una nueva fase del co- glo xv y, por de pronto, estribaba principalmente en la exporta-
mercio artístico casi ininterrumpido, aunque de momento todavía ción de productos artísticos buscados y deseados ya en la Edad
bastante limitado, entre los distintos territorios de Occidente, en el Media, en particular miniaturas, tapices e imágenes de devoción
que las regiones meridionales participan por lo general como pro- procedentes de los talleres de Amberes, Brujas, Gante y Bruselas.
ductores y los septentrionales como consumidores. El comercio de obras de arte se mantiene también en el siglo xvr
Entre los siglos XII y xv, empero, la adquisición comercial de en manos de artistas que no sólo quieren deshacerse de los trabajos
obras de arte basada en la oferta y la demanda es aún poco fre- propios, sino que también compran y venden los de otros artistas.
cuente. Las necesidades se cubren por regla general mediante el tra- Para ellos es una ocupación marginal practicada con frecuencia con
bajo de artistas en servicio permanente o la ejecución de encargos la que se mantienen a flote. Muchos la practican, igual que otros
exactamente especificados. En Italia, sobre todo en Florencia, las comercian, por ejemplo, con bulbos de tulipán. La mayoría de la
fundaciones eclesiásticas de burgueses ricos y prestigiosos, junto con gente que por entonces compra cuadros en Holanda y no lo hace
las fundaciones de los príncipes con fines propagandísticos, cons- ni como aficionados artísticos ni como especuladores, los adquiere
tituyen la base de la producción artística en cuestión. El burgués para invertir su dinero en algo de valor constante. Cuando esta
medio adquiere mercancías medianas de tipo artístico, si es que en práctica gana adeptos produce frutos que no ha sembrado. Nor por
general interviene como consumidor de arte. Sin embargo, antes eso deja de ocurrir a menudo que gente sencilla conserve sus cua-
de terminar el Quattrocento existen ya botteghe que, en tanto lo dros cuando no necesita el capital invertido en ellos, y cuando la
consiente la concentración del capital libre disponible en pocas propiedad artística originalmente modesta proporciona verdadero
manos, efectúan una especie de producción en masa según las placer a sus hijos o a los hijos de sus hijos y da lugar a colecciones
normas de entonces '. metódicas y notables.
A principios del Renacimiento, cuando hay ya ejemplos aisla- En Italia y Francia, con el elevado status que gozaban los artis-
dos de colección sistemática de objetos artísticos, también es casi tas en estos países, sería impensable el fenómeno de que muchos
desconocido el comercio artístico autónomo, separado de las re- pintores neerlandeses, y entre ellos algunos tan famosos como David
laciones personales de los productores. Éste no comienza a desple- Teniers d. J. y Cornelis de Vos, practicasen el comercio artístico
garse hasta el Renacimiento tardío, con la creciente demanda de todavía en el siglo XVII. Mas con el tiempo también cambia aquí la
obras de la Antigüedad y el vivo interés por las creaciones de los situación. Debido a la creciente producción, a la reducción del pa-
maestros famosos de la actualidad. El primer comerciante en arte tronazgo como institución y a la disminución del número de mecenas
de nombre conocido y de actividad internacional, Giovanni della influyentes y con un gran capital, el comercio artístico se desplaza
Palla, aparece en Florencia a comienzos del siglo xvr. Encarga ob-
jetos artísticos deseados y compra los existentes para su cliente 2
M. Wackernagel: Der Lebensraum des Künstlers in der florentinischen
Renaissance, 1938, pp. 289-91.
3
1
Cf. G. Simmel: Sociologia, p. 2!6¡7. R. y M. Wittkower: Born under Saturn, 1963, p. 20.
cada vez más hacia las relaciones con clientes extranjeros, franceses, unos cuantos centros, estando los más importantes en Flandes, Ita-
españoles, ingleses y alemanes, sobre todo en Italia, donde el nego- lia, Praga Y Munich, pero las filiales están muy ramificadas y se
cio interior se limita generalmente a objetos baratos, estampas y extienden en realidad a todos los talleres en que se produce ra-
pequeños cuadros, y en parte, como aún en tiempos de Durero, cionalmente y se desenvuelve un tráfico comercial regular.
se efectúa en ferias y en las puertas de las iglesias. Aunque el trá- La Guerra de los Treinta Años implicó, entre otras cosas, el
fico comercial entre los maestros reconocidos, como Bernini, Pietro saqueo de la colección de Rodolfo en Praga y de la biblioteca del
da Cortona, Annibale Carracci, Poussin, Claude Lorrain y los fun- Palatinado de Heidelberg. Los tesoros de Hradschin continuaron en
dadores, aficionados y coleccionistas importantes era principalmente gran parte en propiedad de los Habsburgo y marcharon únicamente
directo, los comerciantes en arte cumplían ya una tarea importante a Viena, pero la Palatina pasó a botín de los invasores para ser
al menos en la introducción de talentos jóvenes, todavía descono- incorporada en la biblioteca del Vaticano. Esta forma disimulada
cidos, en la vida artística y en el fortalecimiento del vínculo entre de robo fue durante mucho tiempo el modelo del cambio de propie-
artistas y coleccionistas. Incluso Caravaggio aceptó al principio los dad de numerosas obras de arte. Como algunas excepciones si-
servicios de un comerciante francés, aunque luego no los necesi- guió practicándose durante toda la época del absolutismo. Viejas
tase más. colecciones que no fueron expoliadas tuvieron que ser malvendidas
Mas la aparición del comerciante artístico y la expansión del a menudo después que sus propietarios, como ocurrió con los Gon-
mercado de arte no significaron todavía el fin del modo antiguo, zaga, entraron en dificultades económicas. Y lo mismo que los te-
principesco, de adquisición de obras de arte por medio del saqueo. soros artísticos de Mantua pasaron a propiedad de Carlos I, tam-
Algunos gobernantes coronados y sus ministros, como Francisco I, bién fueron a caer los de Wittelsbach a las de Gustavo Adolfo, quien
1 Rodolfo II, Felipe IV y Carlos I, Mazarino, Richelieu y el duque además, no limitó sus incursiones a Baviera, sino que las exten-
Leopoldo eran verdaderos expertos. El arte de Rafael, Tiziano, Hol- dió a toda Europa. Cristina fue una inteligente hija de su padre;
11 bein, Rubens, Van Dyck y otros servía, empero, a sus patrocina- llenó sus palacios con objetos robados, aunque luego devolviera gran
dores, en términos generales, de simple medio de propaganda, y parte de los tesoros capturados.
soberanos como Gustavo Adolfo, la reina Cristina, los Tudores y El saqueo y disipación de las colecciones establecidas a base de
1
algunos Habsburgo consideraban sus tesoros artísticos como bo- amor y comprensión provocó por parte de los contemporáneos pro-
tín de guerra, que tomaban en prenda para promover objetivos po- testas repetidas y a veces violentas. Pero sería impensable que
1 líticos •. fuesen víctimas de la disolución y destrucción sin la idea capi-
A la diligente actividad coleccionista practicada en general con エセャゥウ。@ cada vez más extendida acerca de la movilidad de la pro-
1 medios legales de los aficionados del Renacimiento, de los Medici piedad, por un lado, y sin el ánimo iconoclasta de la época de la
en Florencia, de los Gonzaga en Mantua, de los príncipes borgoño- Reforma, por otro. El espíritu del capital aflojó el vínculo a toda
1 nes, de los Valois en Francia, de los Habsburgo en España, siguie- 、。ウセ@ de propidead, prescindiendo por completo de que las co-
ron durante la Guerra de los Treinta Años y las campañas napoleó- leccwrtes de arte «inútiles» y costosas pudieran parecerles a los
/ nicas otros períodos de adquisición de obras de arte mediante el reformados apropiadas como monumentos de un mundo anticuado.
robo y el saqueo. Mas desde finales del siglo XVI desarrollóse, junto Sin embargo, la parte más grande y valiosa de las obras de
con el manierismo, los monarcas coleccionistas apasionados, prín- arte que todavía cambiaron de manos en el siglo xvn no llegó nunca
cipes de la Iglesia, ministros y grandes de las finanzas, se desarro- al mercado abierto. Con el fin de las guerras religiosas, no obs-
lló el· nuevo mercado artístico internacional en forma bien orga- tante, desapareció no sólo la indiferencia iconoclasta respecto al
nizada, estereotipada. En verdad, el mercado artístico sólo tiene 、・ウセゥョッ@ de, las obras de arte, sino que también surgieron formas
Ir r sociales mas favorables a la continuación del comercio artístico nor-
mal. Por de pronto, sobre todo en Francia, la nobleza de sangre
1 4
Cf. H. Trevor-Roper: The Plunder of the Arts in the Seventeenth Cen-
tury, 1971. fue aumentada esencialmente con la nobleza de pergaminos y lue-
1 1

lJ 650 651
go la nobleza en general fue sustituida por la burguesía como que por lo general, aunque con ュ・ョセウN@ ヲイ・」オセョゥ。@ que o_tros. sujetos
portadores de la cultura, y el comercio artístico recibe un nuevo de la sociedad, sólo trabaje para VIVIr de el, se cons¡dero desde
impulso debido al desplazamiento de las riquezas inherente a estos · mpre como algo tan natural que ni siquiera se pensó en la po-
procesos. Ahora deviene mera forma del cambio de propiedad en el sie
·bilidad de censurarlo. Hasta que e1 artista no se separo, dec 1a
terreno del arte con una oferta continuamente variable y una SI •
directa relación de servicio con su amo y empezo a tra a¡ar para
b ·
demanda apropiada, dándose ahora el comerciante libre, que corre clientes distintos con deseos y facultades diferentes, no se formó
su propio riesgo en el comercio, y el comprador sin privilegios, el concepto de la libertad artística como ideal y el de la remuneración
que gana influencia según su poder de adquisición. En un sentido por los rendimientos artísticos como posible ー・ャゥセイッN@ _El . contraste
más riguroso que antes, la obra de arte se convierte en mercan- entre valor ideal y valor real en el arte lo subrayo prmc1palmente
cía que, en principio, cada cual puede comprar y disponer de ella. el romanticismo, a causa de su idea:lismo irreal. Y el pensamiento
Con la acumulación del capital y el aumento de las colecciones pri- de que el «carácter de mercancía» de los productos artísticos pudie-
vadas, particularmente en América, se refuerza el sentimiento de ra ocultar su esencia estética no surgió hasta que aparecieron obras
que la propiedad privada de tesoros artísticos ha de considerarse un que sólo querían llegar al hombre y el aspecto de explotabilidad
estado provisional que prepara la transición de las obras a una co- amenazaba su auténtico valor artístico. Antes de la era burguesa de
lección pública. Pues, de esta suerte, se cumple por primera vez los siglos xvm y xrx, la cual halló expresión en el romanticismo,
el papel del museo como mediación entre arte y público. Mientras nadie dio con el hecho de que las obras de arte tienen un precio
esto no ocurra, la apropiación de obras de arte puede despertar in- de mercado, y de que su valor ideal va unido a un valor de uso.
cluso cierta animosidad contra el coleccionista, quien pone la mano Y desde entonces sólo protestan de su relación mutua y del prin-
en algo que pertenece a todos. cipio de derivar los valores de las necesidades quienes se aprove-
Tal sentimiento parece especialmente justificado en relación chan de su separación ideológica. Sólo cuando se intenta meter
con los coleccionistas reales del período manierista en Hradschin, de contrabando una ideología encubierta en la conciencia de los
en El Escorial o en la corte de Munich, quienes mantenían con sus hombres se despiertan dudas en el carácter de trabajo de la en-
cuadros favoritos una relación íntima, celosamente erótica, por así carnación de «valores ideales» en forma de mercancías aptas para
decirlo. Las obras no están destinadas, como suele ocurrir con los el mercado. Mas la extensión de las reglas del trabajo al arte no
aficionados reales, para sus salas de representación sino para su ga- equivale en absoluto a la limitación del concepto de un producto
biente privado, y los monarcas las consideran una propiedad tan artístico aprovechable al de la mercancía. Si se escribiesen libros
suya que preferirían llevárselas con ellos a la tumba, igual que exclusivamente para que los vendieran editores y libreros, la lite-
los déspotas del Antiguo Oriente a sus esposas y caballos. Tal vez ratura y la poesía desaparecerían totalmente en el concepto de
los millonarios americanos no sean altruistas, pero sí mejores cal- mercancía, lo mismo que la pintura se· disolvería en trabajo manual
culadores, y, al fin y al cabo, después de entregar sus obras a un si el pintor intentase repetir un tema vendible en tantos ejem-
museo nacional, reciben la eternidad que en realidad querían com- plares como pueda vender. Para el cumplimiento de las condicio-
prar por dinero. Sus nombres están grabados en letras doradas nes mediante las cuales una forma artística se convierte en subs-
sobre las puertas de las salas en donde cuelgan los cuadros descu- trato de un acontecimiento interhumano perfectamente válido, esto
biertos o seleccionados por sus comerciantes. es, de la reconstrucción de un proceso artístico productivo, se re-
quiere en todo caso el acto de cambio de propiedad entre autor y
comprador privado o público de la obra. El cumplimiento de las
4. Valor ideal y valor real ャ・セウ@ _del mercado transcendentes a la obra constituye uno de los
cntenos del acto artístico-sociológico perseguido.
La circunstancia de que el artista, tal como es normal para
un miembro de la sociedad, viva del producto de su trabajo, y de

652 653
S. Pérdida del aura del original a la imposibilidad de comparar el valor monetario y el valor artís-
tico carece también de importancia el que se pague por un cua-
El momento de la posibilidad de venta puede considerarse el dro la cantidad X o cien veces X. A lo sumo, el arte sólo puede
primer paso del proceso que Walter Benjamín ha calificado de compararse con el arte, y uno no puede sino preguntarse si el
pérdida del aura, de la autenticidad mágica del original, y cuyo importe que se paga por una obra no pudiera haberse empleado
final ve en la reproducción de un film en tantas copias como se mejor en la adquisición de otra. Con lo cual permanece intacta
quieran, donde ya no pueden distinguirse entre sí el original de la cuestión de si el valor de una obra de arte puede expresarse
la copia.' La palabra impresa y la escrita carecen ya de la ma- en absoluto en categorías de precio. La hipótesis de una analogía
gia de la palabra hablada, pues la formulación no sólo vincula sino entre valor y precio en el ámbito del arte sería el ejemplo más
que también aliena. Expresión, comunicación, repetición, repro- grave de esa cosificación que roba el sentido a un estado de cosas.
ducción, alejan cada vez más de la intimidad, de la singularidad Por importante que sea la institución del comercio artístico como
y unicidad de la vivencia creadora al hacerla asequible a círculos instrumento de mediación entre producción y recepción artística.
cada vez más amplios. El comercio artístico comporta el carácter la formación de precios en el mercado artístico tiene que ver con:
ambivalente inherente a esta función. De una parte, aisla a la la moda, la rareza, el prestigio, la inversión y la ostentación más
élite compradora de obras de arte respecto de la multitud de los que con la calidad, decisiva en la recepción artística. Es una cosa
visitantes de museos, quienes a lo sumo compran reproducciones, del comerciante en arte y de su manipulación del público, y no del
mas democratiza al mismo tiempo a la clientela artística al au- artista y de su mundo.
mentar la comunidad de expertos mediante el círculo creciente Mas el comerciante no sólo administra el público al organizar
de poseedores de obras de arte. La posesión artística constituye in- a los clientes en grupos, al definir las direcciones del gusto, al crear
dudablemente un estímulo muy fuerte para una comprensión más modas, al canalizar la disposición receptora de los consumidores
profunda del arte; la acción cosificadora del comercio artístico, sin en determinados canales, sino también al tomar el papel de mece-
embargo, no se expresa solamente en el impulso que da a la pro- nas y cliente en relación con los artistas. Asegura su existencia con
ducción de tipos de mercancías parecidos y vendibles, sino también donativos y anticipos regulares, y compra a riesgo propio donde el
en el hecho de que las obras de arte se convierten, gracias a él, comprador del público se hace esperar. De esta suerte toma Durand-
cada vez más en objetos de la economía de tráfico, pasan con más Ruel la dirección de los impresionistas, después de haber rechazado
frecuencia de mano en mano, y se enajenan con la misma facili- Monet la responsabilidad de ella y después que ninguno de los ar-
dad que una cabeza de ganado y, a menudo, con más facilidad tistas era apto para desempeñar ese papel, ni el fiel Pissarro ni el
que un trozo de tierra. siempre reservado Degas. El comerciante sólo deja de ser agente, y,
Claro que una obra de arte no pertenece a la persona que com- en pセエ・@ por su olfato para la tendencia del mercado, y en parte
pra la tela sobre la que se pinta. Quien haya comprendido un tan:bien. porque puede permitirse ahora llevar una marca propia,
cuadro con entendimiento, con sentido de su calidad y penetra- se Identificará con una dirección artística a representar en más de
ción de su estructura, puede poseerlo de un modo más completo un concepto y una escuela como la impresionista después que esta
que el comprador que lo coloca en su colección como un¡¡ nueva h.aya perdido su impulso original, y la ramificación de las tenden-
adquisición. No puede adquirirse únicamente a través de la com- cias personales dentro de su unidad amenaza con escapar al control.
pra, como tampoco puede apropiarse una obra literaria o musical El impresionismo era, además, el último movimiento estilística-
con la adquisición del libro correspondiente o de las notas. Debido mente coherente, extendido a toda la evolución occidental. Desde
entonces los estilos se diferencian tan a menudo y en tantos as-
pecto.s que no todas sus variantes podían ser representadas por co-
' Walter Benjamin: Das Kunstwerk im Zeitalter seiner technischen Re-
produzierbarkeit, Schriften, I, p. 366 y ss. merciantes especiales y las obras correspondientes a ellas no se
encontraban siempre en comercios de arte aparte, especializados en
direcciones individuales. Hubo y todavía hay comerciantes que se
limitan a maestros antiguos, al arte moderno o a obras de vanguar-
8. Comprensión y malentendido
dia. Pero algo así como un programa cultural o la observación de
un principio particular del gusto se les ocurre a lo sumo a estos
últimos, sin fijarse sin embargo a uno u otro de los muchos movi-
mientos progresistas, movimiento que, de todos modos, apenas fi-
guraría en algunos casos como decisivo más de lo que se tardaría
en repintar el rótulo.

l. Comprensión y fundamento

Federico Schlegel habría calificado el objeto del estudio siguiente


de «comprensión de la comprensión». Mas si se quiere conservar
su terminología, no se debe perder de vista, sobre todo, la diferen-
cia entre «comprensión» y «fundamento», contexto intencional y
genético, coincidencia sensible y necesidad causal. La comprensión
se basa en la explicación evidente, pero no en ningún tipo de prue-
ba. Dimana de un análisis inmanente en la obra, hermenéutico,
mientras que el fundamento se deriva de una síntesis transcendente
a la obra, derivativa. Una obra de arte sólo puede comprenderse
por sí misma, pero su existencia se puede fundamentar con mu-
chas circunstancias situadas fuera de ella misma. El motivo de la
existencia de una obra de arte puede tener conexión con las cir-
cunstancias más diversas y no tomar en cuenta muchas más, pero
su comprensión presupone la aprehensión por parte del sujeto re-
ceptor del contexto total de sus componentes en la vía de la recons-
trucción del acto creador.
Cuando se dice que primero hay que aprender el «lenguaje» en
que se expresa el artista a fin de comprender su obra, hay que
tomarlo literalmente. Lenguaje significa aquí sencillamente ins-
trumento de comunicación no sólo de procesos mentales lógicamente
d,iscursivos, sino también de signos y símbolos irracionales, espon-
taneamente descubiertos, aunque cimentados en la práctica y con-
venidos tácitamente. Si no se ha comprendido más que el conte-
- dar. La vivencia compenetradora y la apropiación interna de una
nido comprensible y los momentos totalmente expresables en el obra de arte ocurre a distintos niveles incluso en el caso de efectos
lenguaje de la praxis de una obra de arte, aún no se ha entendido calificables de adecuados, según la ideología y la formación, la pre-
prácticamente nada de su calidad artística especial ni de su estruc- paración intelectual y los principios morales del sujeto receptor. La
tura estética. Su esencia se halla entre líneas y puede permanecer reacción a los estímulos artísticos se mueve en'tre una comprensión
callada a pesar de toda la claridad de la expresión. La verdadera meramente intelectiva de los motivos representados o la impresión
visión y forma artística carece de todo equivalente intelectivamente fugazmente sentimental que producen, y una vivencia vital, conmo-
claro. Cabe que un signo sensiblemente expresivo incite al sujeto vedora y transformadora de toda la personalidad del sujeto receptor.
receptor a la reconstrucción del acontecimiento vivido o imaginado Mas por mucho que puedan variar la dirección, la profundidad
por el artista, pero la vivencia instigadora de la creación artística y la complejidad de la comprensión según el momento histórico, el
o estimulada por el deseo de expresión artística no está contenida fondo social y el nivel espiritual de la recepción, cada obra supone
en el signo, y n0 hay nada que garantice que la llamada «compene- para el receptor una tarea objetivamente obligada, aunque a me-
tración» del receptor corresponda realmente a las sensaciones y re- nudo no se cumpla o sea imposible de cumplir, una exigencia, a la
presentaciones del artista. que se debiera corresponder según un criterio inmanente la propor-
La insuficiencia de la interpretación genética de las obras de arte ción, aunque se corresponde siempre según presuposiciones varia-
no proviene tanto del irracionalismo subyacente en ellas, sino que bles. La recepción del arte, lo mismo que su producción, tiene con-
depende más bien del hecho de que la lógica del pensamiento cien- diciones funcionales inmanentes a la obra, esto es, estructurales, y
tífico causal セ・ウオャエ。@ incompetente para el enjuiciamiento del arte, transcendentes a la obra, en parte sociales y en parte individua-
aunque también éste sigue una lógica sui generis. Las categorías de les. Pero la coyuntura más favorable de condiciones no garantiza
esta lógica, es decir, la de la visualidad en las artes plásticas, de ni la comprensión fundamental de la obra de arte ni la posibilidad
la armonía y del ritmo en música, la evolución del conflicto hasta de su comprensión adecuada, en aumento con la calidad artística.
llegar a una crisis y al desenlace en el drama, no son ningunos Esté constituida como quiera la obra, nunca se produce una rela-
medios formales racionalmente estereotipados sino funciones del ción directa entre artefacto y persona, comunicación y receptor, for-
contenido variable. En y de por sí, una forma artística carece de ma y sentimientos, a la manera en que se vierte un alma en otra
sentido propio y claro; no puede colocarse a capricho, como por cuando la sobrecoge el amor o la compasión. Siempre se interpone
ejemplo un vocablo, o conjugarse y modificarse, como un verbo. De algo entre locutor y oyente, y si no hay nada, el lenguaje.
acuerdo con el contenido dado, no persigue siempre más que un A la tesis de que una obra de arte se emancipa de su autor y
fin particular, sin que pueda identificarse con uno u otro momento de su intención tan pronto como se termina, corresponde también
del contenido. La apropiación mecánica de una forma hallada es un el hecho reconocido en relación con la teoría de que las formas cul-
ejercicio puramente «lingüístico», el cual resulta estéril de por sí. turales del pasado son siempre malentendidas, y con el tiempo re-
Lo mismo que no se puede deducir un contenido determinado de sulta que sus autores pjensan siempre algo distinto a lo nuestro
antemano de una constitución formal, tampoco se puede deducir cuando parecen afirmar algo correspondiente a la concepción ac-
una forma necesariamente apropiada de un motivo de contenido; tual, y a decir verdad, no sólo porque están dentro de otro contexto
ambos constituyen antinomias de una dialéctica y se condicionan mental sino también porque piensan desde otro nexo vital 1 • Y aun-
mutuamente. El que en la comprensión y goce de una obra de arte que sean incapaces de reconocerlo, no debe olvidarse que las inter-
se parta de uno u otro momento es siempre un paso provisional, pretaciones que dan a sus propias obras no es más auténtica que
al que sigue otro de dirección opuesta. Pero no sólo los pasos de la la de cualquier otra persona, en el sentido de estas palabras de Paul
comprensión están condicionados antonómicamente en relación unos
con otros, en términos generales también la recepción es una forma 1
Karl Mannheim: «Historismus», Archiv. f. Sozialwiss. u. Sozialpolit., 1924,
de superación e inversión como la toma y repetición del acto crea- vol. 52, núm. 1, p. 35.
Valéry: «Quand l'ouvrage a paru, son interprétation par l'auteur saber, que no los entiende bien ninguno de los que presume de estar
n'a pas plus de valeur que toute autre par qui que soit». totalmente familiarizado con ellos, podría decirse de todas las gran-
La explicación genético-causal de una obra de arte, que, en con- des obras de arte. El aura de impenetrabilidad ante el sentimiento
traste con la interpretación analítico-inmanente, siempre rebasa los de completa individualidad forma parte de su paradoja.
límites de la obra respectiva, es prácticamente posible y lógicamente Cierto, puede afirmarse que sólo es posible una comprensión
pensable, aunque en modo alguno siempre realizable, en cuanto totalmente adecuada o un malentendido enteramente desacertado
revelación del motivo psicológico de la «racionalización» de un de las obras de arte, y que ha de resultar nociva toda relación con
impulso reprimido, de una inclinación oculta o en cuanto descu- ellas que no esté a la altura de la complejidad e intensidad de su
brimiento del estímulo sociológico, localmente determinado e ideo- mundo mental y sentimental. Pero esto no significa que uno tiene
lógicamente condicionado, hacia una actitud o una acción. La inter- que ser un experto y capaz de reconstruir el proceso creador para
pretación estéticamente inmanente de una obra, para la que son irre- entrar en una relación normativa con el arte. Hasta la música de
levantes e indiferentes las relaciones causales de la génesis, tiene, Mozart serían capaces de entenderla muy pocos si la presuposición
en cambio, motivos irracionales cuya validez fundamental es pro- de una audición correcta fuese la prosecución consciente del trabajo
blemática y de los que los autores no saben con frecuencia mucho causal dominado por el compositor, de la ejecución temática y del
más que sus lectores. A la pregunta acerca de la relación entre Ham- desarrollo armónico. Para la recepción adecuada de una obra, aun-
let y su madre, Shakespeare podría haber dado una respuesta pa- que no para su total agotamiento, basta a menudo la excitabilidad
recida a la de Samuel Beckett respecto a quién y qué entendía por del receptor, la disposición a entusiasmarse en uno de sus momen-
«Godot>>. «Si lo hubiera sabido», parece haber dicho, «lo habría tos. Igual que, de otro modo, uno puede quedar totalmente indi-
dicho». Mas el hecho de que ni el uno ni el otro pudiera dar una ferente pese a toda la competencia y juicio de que disponga. ¡Qué
respuesta satisfactoria no significa en absoluto que no hubieran pen- significaría entonces si, compositores de por sí difíciles, como Schon-
sado nada en sus figuras problemáticas y en la situación en que se berg o Webern, exigieran de sus oyentes que no los recibieran de
encontraban, o que no les hubiera quedado nada que pensar ni una manera distinta a Mozart, o cuando T. S. Eliot afirma haber
...
.r. '
decir sobre ellas. Significa tan solo que el intento de interpretación gozado de determinadas. poesías francesas mucho antes de ser capaz
de figuras artísticas apenas es posible en tal caso sin momentos du- de traducir correctamente siquiera dos líneas de ellas!
dosos. La comprensión insuficiente o el malentendido no es sólo La tensión existente entre el artista creador y el receptor es-
la forma normal de reacción ante el arte del pasado, no es sólo la timulable a una vivencia artística se manifiesta bien a las claras en
forma provisional de una comprensión posterior más apropiada, sino el cambio de los principios del estilo y del gusto. Lo que más difi-
la manera regular de la reacción que produce la obra de arte, cuyos culta la comprensión de nuevas visiones y formas de expresión ar-
supuestos históricos son irrepetibles. tísticas es debido al hecho de que se trata de contenidos y vivencias
Independientemente del aspecto variable bajo el que se presenten que no son concebibles ni formulables más que de la manera ele-
de una persona a otra, y tan pronto como pierden su actualidad, su gida por el artista, esto es, sólo nacen como producto de los medios
función original y el valor práctico inherente a ella, las obras de elegidos por él. No hay ningún camino directo para la apropia-
arte se transforman en las sombras más o menos veladas de su esen- ción de la sensibilidad y complejidad de su arte. Los órganos de los
cia única, imbricada en la realidad respectiva. En cuanto aparecen sentidos tienen que acostumbrarse paulatinamente al nuevo tono,
por sí solas, no son ya lo que puedan haber sido para sus autores a los nuevos complejos formales y valores cromáticos, y la inteligen-
y receptores originarios; mas no por eso han de ser con el tiempo cia artística y el sentido de la calidad tienen que conseguir mediante
cada vez más falsificadas y alienadas. En condiciones favorables pue- la disciplina la capacidad para su percepción y apreciación. Puede
den ser incluso más familiares para el observador, lector u oyente, que una iluminación fulminante abra el acceso tanto al arte nuevo
sin revelar naturalmente el secreto que forma parte de su signifi- como al viejo, mas no ahorra el esfuerzo que requiere su conquista.
¡' t cado. Lo que se ha dicho de ャッセ@ últimos cuartetos de Beethoven, a El oído es en y de por sí sordo a las diferentes impresiones musicales

660 661

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...
y la vista insensible a los efectos pictóricos. Así es como hay que rangón en el mundo de los fenómenos naturales. Una manifesta-
entender también la alegoría de Schopenhauer en sus Parerga y pa- ción espiritual no tiene sentido más que en relación con un todo
ralipómenos de que el mago produce su mejor artificio ante gente anímico, y cambia de significado según el contexto en el que se
que resulta ciega. La interpretación de una comunicación artística, encuentre. Es decir, el fenómeno natural se explica suficientemente
que en parte pretende siempre comunicar algo inefable, peligra con con el establecimiento de la causalidad de la cual resulta, mientras
la posibilidad, y generalmente con la inevitabilidad del malenten- que una expresión anímica, tanto el gesto más espontáneo como la
dido. Aunque la comunicación sea racional y traducible en forma forma más relacionada, no puede entenderse sino a base de la
discursiva, la manera en que uno se dé cuenta de ella, el camino identificación interna del observador con el sujeto de la expresión.
por el que llegue a uno y los criterios por los que se juzgue su rele- La unión entre el sujeto productor y el receptor no sólo corrige la
vancia pueden ser ilógicos, estar condicionados parcialmente por forma objetiva de la expresión, sino que la constituye. De ahí que
momentos inconcebibles e inanalizables. una represeatación artística pueda tener un sentido distinto con
cada nueva interpretación y ofrecer finalmente toda una serie de
significados, mientras que un fenómeno natural no puede tener más
2. Referencia vital de la comprensión que una explicación.
La limitación de una clara interpretación de las obras de arte
La dependencia de la recepción artística de la teoría artística crí- a casos relativamente escasos y excepcionales proviene de la par-
tica y de la formación de conceptos de la historia del arte respecto ticipación decisiva de componentes social e individualmente varia-
de la correspondiente praxis vital, dicho en otros términos, la co- bles e irracionales en su configuración. Por decisiva que sea la
rrespondencia fundamental entre sentido artístico y su interpreta- parte de lo racionalmente explicable, lo socialmente considerable.
ción, procede, en contraste con la autonomía del conocimiento cien- lo técnicamente comprobable y lo reconstruible de individuo a indi-
tífico-natural y la particularidad y consistencia de su aspecto ante la viduo, las formas artísticas, en general, no son siempre accesibles
realidad, de la constitución especial de la «comprensión» con que por vía racional, ni están totalmente abiertas a una consideración
uno se acerque a las obras de arte. A diferencia de la explicación impersonal, exenta de emoción. La afectividad latente forma parte
de las ciencias exactas, esta actitud es vital y afectiva. El desconoci- de su sentido tanto como el contenido conceptual manifiesto y la
miento de esta índole de la comprensión, arraigada en la vida y función ウッ」ゥ\セャ@ explícita. Los conceptos y objetivos prácticos pueden
en el sentimiento dimana de la hipótesis de que los rendimientos ser totalmente claros y, en cuanto tales, comparables entre sí, las
creadores están histórica y socialmente vinculados, mientras que emociones, por el contrario, reciben una forma única y peculiar
su interpretación y juicio son históricamente libres y socialmente en cada obra de arte auténtica. De ahí que la «comprensión» de ma-
¡1 insignificantes. nifestaciones artísticas a base de emociones personales implique siem-
1
Guillermo Dilthey vio la verdadera dificultad, y al mismo tiempo pre el peligro de! malentendido.
1

también el encanto peculiar de la investigación, descripción y ex- La cuestión de las presuposiciones de la comprensión en el sen-
posición de las formas y acontecimientos históricos, en que sólo tido de una recepción artística adecuada no puede responderse de
pueden concebirse en unión directa con el ser y la vida, y en que, un modo claro. U na tesis de las ciencias exactas puede compren-
al juzgarlos, hay que deducir algo «interno», suprasensible, de los derse o malentenderse totalmente, pero una manifestación anímica
signos sensibles dados 2 • Pero esta dificultad no se inicia en absoluto afectiva, una <:onfesión o un estado de ánimo fugaz, sentimental-
con los complejos signos y símbolos del arte. La manifestación aní- mente condicionado no puede ni comprenderse por completo, en
mica más sencilla, una carta corriente o una palabra dicha ca- la forma de una reacción espontánea, ni tampoco malentenderse del
sualmente, puede constituir un problema de interpretación sin pa- todo. Ninguna emoción puede reconstruirse totalmente a base de
signos exteriores, mas toda expresión anímica es en cierto modo
2
G. Dilthey: Obras completas, V, p. 318. «responsable>> del efecto que produce. A la incomprensión absoluta
con que puede recibirse una manifestación teórica corresponde en caracterizadas por una imaginación y dominio del lenguaje impo-
relación con la obra ele arte una falta de todo efecto directo, es nentes. Hasta la psicología de Shakespeare nos conmueve más que
decir, el total embotamiento y vacío, esto es, no un desconoci- nos convence. A fin de apreciar sus logros, tenemos que olvidar
miento de lo que puede haberse querido decir con la manifestación, precisamente determinadas características de los estilos históricos, tal
sino la ignorancia del hecho de que se quería decir algo en absoluto. como la perspectiva invertida de la pintura medieval, la perspec-
Si Goethe había de tener ya el sentimiento de haber contribuido tiva central del Quattrocento, construida con tanto esfuerzo, o los
a la creación de Hamlet bajo el aspecto de la posteridad, y Unamuno colores del Renacimiento en general, condicionados solamente por
creía poder sacar del Don Quijote un sentido que no sólo tenía que la composición. ¿Pero puede hablarse todavía de una compren-
ignorar el autor sino que ni siquiera quería saber de él, esto ocu- sión adecuad<! de las obras, con tales limitaciones, cambios de as-
rrió en el sentido de la advertencia: «No te fíes del narrador, fíate de pecto y desplazamientos de acento? ¿Son todavía las mismas cosas
la narracióm'. Si, a pesar de todo, se mantiene la opinión de que de las que se habla a lo largo de los siglos? Mas, aunque Cervantes
la intención consciente del artista y la concepción de sus contem- y Shakespearc. Rafael y Rembrandt, apenas estarían de acuerdo
poráneos son necesarias para la plena comprensión de una obra, con nuestra interpretación de sus creaciones, ¿debiera rechazarse
habrán que sacar entonces la conclusión de que la posteridad la com- por irrelevante todo lo que han puesto en ellas, desde distintos
prende mal inevitablemente y tiene que hallar un camino hacia puntos de vista, los historiadores, críticos y expertos? ¿Acaso no
su comprensión. forma parte del mismo cuerpo de sus obras la imagen que las gene-
raciones posteriores han obtenido de ellas? ¿No se han convertido
paulatinamente en lo que son ahora? ¿Puede separarse ya en abso-
luto lo añadido del estado original? ¿No ha desaparecido para
3. El inevitable malentendido
siempre el Shakespeare o Cervantes «auténtico»? ¿No es el malen-
La vivencia artística de un observador posterior va acompañada tendido el precio ineludible de nuestra relación con ellos, sea ésta
siempre del sentimiento de extrañeza, el cual se debilita ciertamente como quiera? ¿No recibimos una forma cultural del pasado sino
al familiarizarse más con las obras, pero nunca se esfuma tanto cuando la arrancamos de su contexto original y la trasladamos al
que se le escape a uno la diferencia fundamental entre el arte del de nuestra propia concepción del mundo y cultura? ¿Deben ser
pasado y el del presente. Uno se hace parte de la cultura y de la en el arte las tosas diferentes a como ocurren en la filosofía donde
educación, el otro permanece unido directamente a la vida real y como sabemos, ante nuestro acuerdo con un pensador ant:rior, イ・セ@
a la praxis concreta. Salvar la distancia entre ambas categorías sulta normalmente que se trata de cosas distintas bajo un mismo
es uno de los cometidos más importantes de una teoría artística nombre, y las ideas aparentemente idénticas poseen cada vez una
tendente a la uniformidad. La tensión que no se puede suprimir función propia y un sentido propio en consonancia con ésta?
en este respecto entre saber y sentir, y la continua revisión a No se requiere mucha sagacidad ni ninguna crítica especial-
que han de someterse los juicios acerca de los movimientos artís- mente profunda para revelar la insuficiencia del historicismo adia-
ticos del pasado sin que fuesen más apropiados, muestra del modo lécticamente unilateral. Nada está más claro que el hecho de que
más claro lo inaplicable que es la idea del progreso al desarrollo tienen que conocerse al menos diversos grados de comprensión para
del arte y de los juicios artísticos. Igual que no se entiende hoy a poder hablar de malentendido. Si no fuéramos capaces de com-
Rafael mejor que hace doscientos o trescientos años porque se p_render el arte del Renacimiento mejor que el del Antiguo Oriente, o
SI la concepción artística de los griegos no nos fuese más familiar
」ッョコセ@ más hechos de él y de su arte, tampoco se comprenden hoy
mejor las obras de los trágicos griegos, aunque se conozcan más, que la de los indios americanos, no sabríamos en absoluto que
desde el punto de vista filológico que en tiempos del barroco o del también puede entenderse mal un arte. Y si no consiguiéramos
clasicismo. Las interpretamos, como por ejemplo La Divina Come- establecer desviaciones y fallos de la interpretación, seríamos en
dia o Don Quijote, como ficciones alambicadas, si bien inmensas, general incapaces de percibir la tensión existente entre una actitud

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....
históricamente crítica y otra ideológicamente preconcebida, presa la historia de nuevo, tienen que interpretarse de nuevo las obras
de la respectiva voluntad artística, o entre una observación que de arte y traducirse de nuevo las obras de la literatura universal.
se da cuenta de los motivos del efecto artístico y un placer incom- Y de ahí que, pese a las objeciones que tal vez sean justificadas
prometido, semi-inconsciente, en el arte, una tensión que tal vez frente al historicismo total, no sea en absoluto tan desatinado afir-
no se elimine nunca por completo, pero que puede reducirse unas mar que toda supuesta comprensión del pasado incluye un fatal
veces más y otras menos. Los críticos de Malraux no fueron los malentendido. Pues el mismo punto de vista desde el que se obser-
primeros en descubrir estas insuficiencias del historicismo. Mas va y juzga la historia no yace fuera de la historia, sino que también
los historiadores las aceptan para evitar las insuficiencias peores es producto de ella. El sentido del pasado es un concepto teleológico.
del pensamiento adialécticamente ahistórico. La circunstancia de Se pregunta constantemente: «sentido», ¿para quién?; «sentido»,
que la historia sea siempre la historia de un substrato en y de ¿en qué contexto?
por sí no histórico, y de que en las distintas variantes de una meta Con el cambio de lugar varía no sólo la imagen del presente y
científica y otra artística se revela siempre una potencia espiritual del futuro inmediato, sino también la del pasado visible. Cada cul-
idéntica en estas modificaciones, se conocía ya mucho antes de la tura tiene su propio árbol genealógico, su propia historia épica; a
crítica efectuada a Malraux y al nuevo historicismo. Desde los elea- cada una de Pllas conduce un camino distinto de la evolución un
tas nadie tiene ya derecho indiscutible al mérito del descubrimiento camino que no se destaca claramente hasta alcanzar la met:. El
de que las formas históricas son sencillamente insuficientes e in- manierismo, por ejemplo, no sólo fue descubierto con la aparición
comprensibles, si el espíritu, en cuanto sustancia ontológica del del moderno expresionismo y surrealismo, sino que hasta que no se
acontecer, cambiase por completo en el curso de la historia 3 • puso en relación con ellos no se convirtió en una fase integrante y
Si se examina más a fondo, resulta esencialmente infundado el definible de la historia del arte. Cierto que ya existían antes obras
antihistoricismo, en cuanto expresión del temor de que la revalora- manieristas, pero parecen haber surgido sin razón suficiente y haber
ción de las formas históricas va unida a un relativismo inevitable permanecido sin continuación correspondiente. En su génesis y
mediante las generaciones sucesivas. Pues igual que se pueden tener desarrollo faltaban los rasgos característicos de la continuidad y
distintas ideas de la vida y del mundo en las diversas fases evo- discontinuidad. Mas con la relegación y ambigüedad del arte mo-
lutivas del propio ser y, a pesar de eso, no tiene que admitirse que derno cambió de repente no sólo la imagen de estas mismas obras,
no corresponden a ninguna clase de realidad objetiva o que no son sino también el sentido del arte clásico precedente, cuya armonía
capaces de transmitirla correctamente, tampoco se tendrá que admi- autosuficiente y regularidad aparentemente sin problemas contie-
tir que no corresponde ninguna validez, sea de la clase que sea, a nen ya los gérmenes del manierismo y parecen haberlo provocado
las diferentes ideas, mutuamente anuladoras, de las evoluciones his- como reacción.
tóricas y, sobre todo, histórico-artísticas •. El mero conocimiento y registro de los acontecimientos no es
エセ。カ■@ ninguna «historia». Pues al saberse ya antes del expresio-
msmo moderno acerca de los manieristas individuales y de sus
4. La fuerza <<retroactiva>> del presente obras, no eonstituían éstos aún ningún objeto de la historia del
arte. Murieron y se olvidaron, y en verdad no porque se rechazasen
El pasado carece en sí de importancia y de significado; sólo los sus obras como productos artísticos, sino más bien porque no se
adquiere en relación con el presente. De ahí que cada presente ァ⦅オ。セ、「@ ya ninguna .relación real con ellas, porque ni siquiera
se cree un pasado distinto, y por eso tiene que escribirse siempre S!gmficaban ya algo en sentido negativo para el período que va
desde el alto barroco hasta el fin del impresionismo.
3 Cf. F. A. Hayek: The Counter-Revolution of Science, 1952, p. 78. El pasado, con todas sus manifestaciones, es producto del pre-
• Cf. K. Mannheim: Betriige zur Theorie der Weltanschauungsinterpreta- セョエ・L@ no sólo porque toda coyuntura histórica está situada en una
tion, 1923, p. 27. mea espechl · dE' la evo1ucwn
"' y tiene
· sus propias presuposiciones,

666 667

Mセ
que constituyen precisamente el pasado del presente respectivo, sino
--
En la mediación entre presente y pasado es fundamental la cir-
tambien porque desde los lugares respectivamente dados se presen- 」オセウエョゥ。@ de que, 、・「セッ@ a la génesis de una nueva concepción
tan aspectos diferentes de los mismos sucesos. En este sentido pue- 。イエjウ」セL@ las. ob:as antiguas pueden adquirir un nuevo carácter
de hablarse tranquilamente con Nietzsche de la «fuerza retroactiva valorativo, SI b1en esto puede significar taJ¡lto una disminución
del presente>.>". Bergson exagera esta idea cuando afirma que el como セョ@ aumento de valor. Maestros como Frans Hals, Rubens o
presente no sólo saca a relucir aspectos ocultos del pasado, sino Chardm parecen haberse anticipado a la visión artística de Manet
que produce momentos inexistentes en él, es decir, no solo los des- Delacroix Y cセコ。ョ・[@ ganan en importancia en la medida en アオセ@
cubre sino que los crea por primera vez. Cuando, por ejemplo, se aparecen los ーイセエッ・ウ@ modernos y cumplen en cierto modo su pro-
refiere a que hay que ver los orígenes del romanticismo en el mesa. En cambw, un .Perugino pierde valor tan pronto como se
clasicismo, quiere decir que lo hallado no ha sido más que un hace valer Rafael; y Signorelli produce un efecto de pedantería y
producto de la fuerza retroactiva del aspecto romántico. En la his- monotonía junto a un Miguel Angel. En estos nexos los maestros
toria se perciben indicios de lo que va a ocurrir porque se conoce a.ntiguos se presentan como meros «precursores», que no hacen
ya el curso seguido por la evolución. Los supuestos indicios son smo ーイ・セ。@ los logros posteriores, pero en modo alguno los eje-
en realidad consecuencias remontadas a los acontecimientos ante- cutan pnmero. Desde el punto de vista del impresionismo el estilo
riores •. De esta manera Bergson mistifica la observación correcta セ。イ、■ッ@ de Tiziano adquiere una nueva dimensión; ュゥ・ョセイ。ウ@ que,
de que los rasgos románticos del clasicismo apenas hubieran sido ¡unto a las obras de Rembrandt, toda la pintura de claroscuro pa-
perceptibles sin el romanticismo posterior. Indudablemente habrían rece un simple amaneramiento. En todas estas modalidades de la
existido, mas no se habrían diferenciado ni definido de entre los イセャ。」ゥョ@ ・ョエイセ@ presente y pasado se trata de comunicaciones en dos
rasgos predominantes del clasicismo. Cierto es únicamente que el d1reccwnes dtversas; unas veces la vivencia del arte moderno faci-
romanticismo constituyó la presuposición para una diferenciación lita Qセ@ 」セューイ・ョウゥ￳@ del antiguo al observador actual, otras veces el
más exacta de los rasgos del clasicismo, no es cierto ni defendible, conocimiento del arte antiguo ahonda la conciencia de las tende _
por el contrario, la hipostatación de un concepto meramente teórico- cias artísticas actuales. n
histórico como realidad histórica. Pues si algo que figuraba como
clásico se denomina de repente romántico, se introduce sencilla-
mente una categoría nueva, y se descubre a lo sumo un aspecto 5. Tipología de la comprensión musical
nuevo, pero no ninguna realidad nueva. En T. S. Eliot, el pensa-
miento acerca del papel constitutivo del presente para la signifi- Comprensión Y malentendido del arte no están en absoluto tan
cación del pasado adopta un carácter más exacto, aunque en el separados .uno de otro como parece, sino que más bien están mutua-
fondo sigue aferrado a la noción nietzscheana y bergsoniana del mente umdos por una larga serie de transiciones. Theodor W.
tiempo histórico. También en él se trata de modificaciones que tdorno establece en la música una tipología bien diferenciada de
experimentan los fenómenos de la historia del arte desde la pers- セウ@ receptores, cuya conducta oscila entre audición perfectamente
pectiva de acontecimientos posteriores, pero, según él, el nacimiento ab. セ」オ。、@ e insensibilidad completa •. Tipos seme¡'antes se dan tam-
de obras nuevas, realmente creadoras, cambia tan sólo el contexto ren en el ' b' d
. am Ito e otras artes, pero al parecer en ninguna son
y la relación mutua de los monumentos de arte existentes, pero tan d!Versos y tan e1aramente defi m'dos como aquí. A la cabeza
de 1a escala de Ado t' ¡
éstos se mantienen intactos en su ser 1 • 'be od rno es a e experto, e1 oyente ideal a secas que
セ・」ャゥ@ t 0
lo ofrecido intencionadamente y con pleno conocimiento
e proceso musical ·
5
Nietzsche: Die frohliche Wissenschaft. «Historia abscondita». paz d d • a qmen no escapa nada esencial y que es ca-
" Bergson: La Pensée et le mouvement, 1934, pp. 23¡24. e arse cuenta de todo lo que lo conmueve. Como se pretende
:1 1
T. S. Eliot: Tradition and the Individual Talent. Selected Essays, 1934.
p. 15. s Th W. Adorno: Introducción a la sociología de la música, pp. 16-29.
en toda música desarrollada consecuentemente en el tema, oye si- ñana redescubrirá a Mendelssohn. Solo que no entiende correcta-
multáneamente y con la misma participación todo lo sonado, lo que mente lo actual de verdad e indicador del futuro. Su gusto es
suena y lo que va a sonar. Concibe la música como unidad homo- conservador porque él mismo carece de juicio. Su conformismo
génea en donde todo el contenido se traduce en forma, y la forma, no excluye toda la capacidad de goce artístico, pero le priva de la
el desarrollo temático, los contrastes armónicos y rítmicos, la li- satisfacción de darle validez por sí solo a un arte nuevo. La rele-
nea melódica y la sucesión de tonos, existe para llevar el «pensa- vancia psicológica del tipo estriba en que su conformismo es la
miento» musical. Para él, la técnica, en cuanto forma «lógica» de base más segura de las convenciones predominantes, y que los con-
la sustancia emocional e ideal de la obra, es inseparable de la formistas ocupan una posición clave en la vida artística, debido al
argumentación musical. Los representantes de este tipo se limitan hecho de que constituyen el núcleo del público fijo de los concier-
hoy día a los músicos profesionales. Pero algunos mediadores profe- tos, de los asistentes regulares a la ópera, de las audiencias de los
sionales de la música separan el trabajo manual que practican del festivales Y la mayoría de los comités, direcciones y consejos admi-
verdadero sentido de la técnica, y ellos mismos terminan por no en- nistrativos responsables, decisivos para la determinación de los pro-
tender siempre lo que debieran hacer comprensible a otros. gramas, directores y solistas.
El tipo siguiente según el rango es, tal como lo denomina Ador- Los demás tipos se distinguen por una ignorancia más o menos
no, el buen oyente, que es capaz de comprender espontáneamente amplia del verdadero sentido de las composiciones de la música en
la composición en su contexto y de juzgar tanto por el sentido mu- cuanto tal. El oyente que Adorno llama emocional carece en abso-
sical como por la calidad artística, es decir, que no se deja condu- luto de relación directa con la música en cuanto estructura musical
cir a error ni por el prestigio del compositor ni por tal o cual ele- y con un producto objetivo que se ha de juzgar únicamente por
mento agradable sin más, pero el cual no es siempre totalmente sus cualidades artísticas. Su reacción a la música es más espontá-
consciente de los medios técnicos por los que se logran los dis- nea que la del «oyente ilustrado», determinada por una norma fija,
tintos efectos. Este tipo, que ocupa una posición media en la cla- pero más inconsecuente, irresponsable y casual que ésta. Sus emo-
sificación de los receptores, tiene cada vez menos representantes y, ciones son sinceras, pero consisten por lo común de agitaciones de
como afirma Adorno, amenaza con desaparecer del todo. «Se anun- ánimo prontas, libres y no seleccionadas, en las que la música de-
cia una polarización hacia los extremos de la tipología: actualmente sempeña más bien el papel de pretexto que el de motivo suficiente.
uno entiende tendenciosamente todo o nada» •. S_e alimentan con toda clase de sentimientos y arranques de entu-
Entre este y el tipo siguiente, el llamado oyente ilustrado, se siasmo y melancolía, reunidos de todas partes y descargados en toda
abre la cisura más sensible. El amor espontáneo por la música y el ocasión posible e imposible. Cualquier música es bastante buena
abandono directo a ella es sustituido por una especie de respeto para hartarse de llorar con ella. Encarna el profesional ajeno al
y sentido del deber. El «consumidor de ilustración» es insaciable, arte que busca en la música distracción y vivencias estimulantes sin
quisiera conocerlo todo, haberlo oído todo, a ser posible poseer todos ningún interés particular, compensación por todo lo que echa de
los discos que le dan prestigio. En este estadio, el estar informado menos en la vida, motivo para creaciones fantásticas, sueños, pasio-
equivale a la compensación por el conocimiento deficiente de la nes, que es incapaz de producir por sí solo. Mas por muy abajo
necesidad estructural, y el disfrute de componentes aislados, melo- que se encuentre este tipo de oyente en la jerarquía de los recepto-
días exquisitas, ritmos picantes, armonías sublimes, es la com- res, la emocionalidad que caracteriza sus vivencias artísticas partici-
pensación por la integración de estos elementos en la vivencia de pa en el efecto de la música, incluso a su nivel más alto, de una
la obra como un todo. Está enamorado de «pasajes hermosos» o manera más decisiva de lo que Adorno quiere reconocer. Y hasta
de compositores de moda, confirmados por la «buena sociedad». Eduard Hanslick puede tener razón con su doctrina de la libertad
Ayer era todavía wagneriano, hoy se entusiasma por Berlioz, ma- ウ・セエゥュョ。ャ@ de la recepción musical correcta sólo en tanto se trata
セ。ウ@ de una emotividad, de una disposición emocional, que de emo-
• Ibídem, p, 18. CIOnes claras e inconfundibles. La insuficiencia de la teoría acerca
...
de la recepción sentimental de la música estriba únicamente en que
se conciben el afecto y el intelecto como principios opuestos, y se En la protesta contra el arte y la cultura oficiales, aunque tal
olvida que los afectos pueden tener presuposiciones intelectuales y vez sólo aquí, se une el tipo adorniano del experto en jazz y el
amante del jazz con el oyente resentido. Emparentado con él está
las reflexiones racionales pueden ir acompañadas de emociones. La
también el entusiasta del arte pop, no tenido en cuenta por Adorno.
diferencia entre los tipos de audición divergentes en este respecto
Todos tienen en común la ostentosa aversión contra la herencia
resulta sencillamente de que en la recepción adecuada el efecto
clásico-romántica, aunque denotan una inclinación secreta, aunque
emocional es un coeficiente de la comprensión estructural, mien-
por lo general apenas disimulable, por la melancolía romántica.
tras que en ls audición puramente emocional de la música se con-
Procuran siempre darle a su protesta contra el «fraude cultural» de
vierte en mera ocasión para satisfacer necesidades subjetivas.
la crítica oficial de arte un carácter «técnico-deportivo» ' 0 •
Mientras que los tipos analizados hasta ahora corresponden a Adorno reserva una categoría especial para el oyente para el
una actitud más o menos positiva hacia la música, los demás tipos que la música no es más que entretenimiento. Mas en realidad
considerados por Adorno traslucen una tendencia negativa, que re- apenas se diferencia de los demás tipos que se hallan por debajo
chaza los valores supremos de la música. El tipo calificado de oyente del nivel del experto. Pues por útil que sea la múltiple diferencia-
resentido representa en cierto modo la imagen opuesta del consu- ción de los tipos de oyentes, la única cisura importante es la que
midor por ilustración, del oyente que afirma y está dispuesto a separa a los expertos de los no expertos. Para éstos la música no es
apropiarse todc lo establecido y reconocido oficialmente de algún más que distracción, es decir, esparcimiento sin esfuerzo, sin come-
modo. El oyente lleno de un rencor tácito, impotente, excluido de tido ni responsabilidad especiales. Goza de ella, escucha partes y
la vida creadora, desprecia y niega la música públicamente aceptada trozos de ella con gusto y satisfacción, sin comprender las compo-
e institucionalmente reconocida. La acusa de ser brutal, conven- siciones en su unidad, sin apropiárselas, sin concebirlas como ri-
cional, venal y dispuesta a cualquier concesión con tal de lograr gurosamente coherentes, de acuerdo con su racionalidad musical,
el éxito. Rechaza lo eficaz no, por ejemplo, en interés de una van- y como necesarias, en el sentido de una regularidad inmanente. Los
11 .
guardia, no a causa de una esperanza que transciende lo corriente,
Jll i encaminada al futuro, sino por un impulso conservador y regresivo,
límites entre los distintos tipos de subexpertos son fluidos, y la evo-
lución impulsa hacia su mayor mezcla y acomodación en forma de
que recurre a una dirección aparte, noblemente anticuada, de un una masa que recibe inadecuadamente hasta la música mejor. El
1[ 1 pasado lo más lejano posible. De esta suerte se produjo la reciente «buen oyente», el «consumidor de ilustración» y el aficionado re-
moda de Monteverdi en círculos relativamente amplios, igual que sentido de estilos arcaicos, antirrománticos, pese a la insuficiencia
1 antes el culto de Bach, el vivo interés por Vivaldi y los otros maes- igualmente lamentable, pueden difícilmente incluirse en la catego-
tros del siglo xvm, el limitado interés por casi toda la música ro- ría de un público de masas claro, sobre todo porque el consumo ma-
mántica, y los sentimientos tibios frente a toda la producción musi- sivo de medios de estímulo y placer, ya sean de tipo sexual, culina-
cal entre Bach y la última vanguardia. Contra las elevadas cifras rio, aumentador del confort o espiritual, corresponde más bien a
de aceptación de los viejos programas clásico-románticos confir- un hábito que a una necesidad real. Se echan de menos tales medios
mados se protesta con el rechazo de la licencia emocional y la susti- de placer cuando faltan, pero apenas se notan cuando están a la
tución del rubato anarquista por el rígido tempo recto de los mejores disposición de uno. En América, los aparatos de radio resuenan
artistas modernos. El rasgo más saliente del resentimiento contra el constantemente en todas partes, en la consulta de los dentistas y
arte del siglo pasado, de un éxito aún no superado entre el pú- en las barberías y cafés; pero uno no se da cuenta de ellos hasta
blico en general, es una tendencia antirromántica, inclinada unas que se apagan al cerrar la tienda. Evidentemente la gente cree es-
veces a la reacción, otras al nihilismo, esto es, a la negación del capar a su soledad con la música de fondo. Mas el constante zumbi-
arte en cuanto vehículo relevante de la mediación, del entendimiento do los aísla incluso de quienes están sentados con ellos en la misma
y de la cultura comunitaria. 10
Ibídem, p. 25.
.
mesa. La música adormece, y el trabajo se efectúa de una manera mientras que el conservadurismo puede reforzar el principio de la
tanto más mecánica. Resulta el acompañante más modesto, lo deja coherencia, a pesar de toda su desigualdad. En este último triunfan
a uno en paz, y sólo nos hace escuchar con atención unos minutos las fuerzas de la continuidad y de la tradición, mientras que en el
ante una conocida melodía de opereta o una canción bailable. La primero lo hacen las de la discontinuidad y de la emancipación.
música que sólo sirve para distracción requiere oyentes «distraídos», El éxito de la mediación entre los distintos grados y formas de
que ni tienen clara conciencia de sí mismos ni piensan en someter la recepción, sin embargo, tiene, además de las sociales, una serie
el efecto del que son presa a ningún criterio concebible ni a ninguna de presuposiciones naturales, psicológico-biográficas. La transforma-
norma crítica. Cuando son afectados espiritualmente, adolecen de ción de un receptor ignorante en un experto exige no sólo una edu-
un orgullo de mendigo espiritual. Su veredicto reza así: «me gusta cación larga, que a menudo ocupa toda la juventud de una per-
o no me gusta, piensen lo que quieran los señores sabelotodo». Mas sona, muchos y esforzados amos de aprendizaje, sino también un
de esta suerte se ha rebasado también el límite que encierra a los cambio de personalidad que puede quedar sin realizar pese a la
musicalmente indiferentes, amusicales, o antimusicales. El motivo mejor voluntad y al mayor esfuerzo. Quien no nació para eso, tal
para encerrarse o para rechazar también es en este caso, si es que vez no llegue a serlo nunca. La educación social sólo puede desa-
no se debe a una insuficiencia fisiológica o psicológica, como con rrollar y dirigir disposiciones existentes. Pero, en ciertas circuns-
tanta frecuencia ocurre, ese orgullo y obstinación dirigidos contra tancias, también la educación puede hacer de una persona no muy
una sociedad que niega a sus miembros menos privilegiados las pre- sensitiva un oyente o espectador bueno, capaz de emitir un juicio
suposiciones para participar de los tesoros de una cultura común. y de reaccionar más o menos correctamente a las diferencias de ca-
La cuestión más necesitada de aclaración y que requiere del modo lidad. Hasta la recepción adecuada perfecta, igual que la produc-
más urgente una solución en relación con los distintos tipos de re- ción perfectamente eficaz, pueden producirse de una semilla minús-
cepción consiste evidentemente en saber si y hasta qué punto un · cula, aunque, en todo caso, no lo hacen sino bajo la acción con-
tipo es capaz de rendir para otro servicios de mediador en interés junta de numerosas condiciones favorables, tanto sociales como
de una comprensión mejor, más profunda y más adecuada entre individuales. La mera mediación, instrucción y ejemplo, dirección
artista y público, producción y consumo. ¿Es imprescindible el con- y corrección por parte de maestros experimentados, de críticos pers-
curso de maestros, críticos, actores, coleccionistas, direcciones de picaces y de expertos consagrados o de legos más receptores no con-
museos y sociedades de conciertos en las mediaciones eficaces, o aca- vierten en ningún entendido a la persona sin sensibilidad para las
so resulta la mera coexistencia de los distintos tipos de recepción cualidades artísticas, sin sentido de las implicaciones de un cometido
en y de por sí tan estimulante y acrecentadora de la sensibilidad artístico y sin juicio acerca de los criterios más sencillos del logro
que los tipos inferiores ven y oyen más claro bajo la influencia de artístico. Sin embargo, por vía de la mediación, pueden formarse
los superiores? Sea como fuere, la creciente distancia entre los ti- «oyentes instruidos» capaces de un goce artístico sincero, buenos
pos medios y los ideales, y en particular la diferenciación de la lectores y amantes visualmente sensibles de la pintura, los cuales,
recepción viene en gran medida socialmente condicionada. Se tra- aunque sean incapaces de penetrar en los últimos misterios de las
ta principalmente de una progresiva estratificación de las capas ilus- obras de arte más grandes, pueden hallar verdadero placer en ellas.
tradas como consecuencia del aumento y la movilización de los Los mediadores decisivos pertenecen al medio imprescindible en el
diferentes grupos económicos y profesionales. Igual que la forma- que sucede la educación social de los receptores «buenos» y «edu-
ción de los tipos receptores, también el ascenso de un tipo a otro cados». Mas el hecho de que personas medias tan numerosas y
depende de condiciones sociales. Un orden social liberal y progre- competentes sean incapaces de garantizar el éxito, denota los límites
sista fomenta, mientras que otro antidemocrático y regresivo obs- de la mediación en el sentido aquí indicado y en el terreno aquí apli-
taculiza la aproximación de los distintos estadios y modalidades. cado. La influencia del mediador no va directamente de persona a
No obstante, el liberalismo puede ciertamente nivelar los sujetos persona, de espíritu a espíritu, sino a través de una serie de hechos
sociales, pero también puede debilitar la coherencia de la cultura, objetivos o cosificados, naturales o convencionales e institucionales.

674 675
pst

mientos estilísticos afectistas del helenismo, la extravagancia egoísta


9. Exito y fracaso del arte manierista, los movimientos románticos en torno al sujeto
y todo el lirismo predominante en el siglo pasado de la música y la
poesía occidentales aparecen en momentos de superproducción, de
un mercado artístico inundado de mercancías, de la libre competen-
cia, de la independencia material y del simultáneo desamparo de
los productores. La particularidad estrafalaria, excéntrica, nunca
dada, es el triunfo en el juego de azar por el éxito, en trampa para
el público y en medio de seducción del artista amenazado por el
peligro de la falta de efecto y que se prostituye a cualquier precio.
Uno de los aspectos de la fe ciega de los partidarios del psicolo-
gismo y de los dogmas incomprobados de la teoría antigua del arte
estriba en que el verdadero talento es indestructible, y que éste se
impone al final, a pesar de todas las adversidades, del repetido fra-
caso y del continuo malentendido. Claro que no se sabe nada de
los talentos que no se imponen y cuyas voces se ahogan. La idea del
l. Talento y éxito
talento desconocido no es, en todo caso, únicamente el consuelo del
chapucero poco inteligente. Pero la hipótesis de que el genio per-
Rilke definía la fama, en particular la del artista, como la suma
de un malentendido creado en torno a un nombre. Con ello que- manece generalmente ignorado en sus tiempos y de que tal vez
nadie dé con él que sea capaz de preparar su reconocimiento pos-
ría decir, evidentemente, que nunca se le da al artista lo que se
terior, esta hipótesis es un signo del mismo pensamiento ahistórico,
merece, y que el reconocimiento de sus ュ←イゥセッウ@ es tan infundado como
igual que la idea de que uno puede adelantarse a su tiempo y antici-
su desconocimiento. De todas maneras, los criterios del reconoci-
par el futuro.
miento, incluso cuando resulta merecido, son inconstantes y poco
No por eso deja de haber bastantes pesimistas que creen y afir-
seguros. La fama bien merecida puede destruirse lo mismo que el
man que los obstáculos, el ser ignorado y el fracaso forman parte
desconocimiento. Como se dice proverbialmente, nada es tan efi-
del estímulo que necesita el espíritu creador para producir sus me-
caz como el éxito, aunque también puede venirse abajo el éxito
jores obras. La existencia de caracteres obstinados, llenos de resen-
basado en el éxito. Indudablemente constituye uno de los estímu-
timiento, patológicamente ambiciosos, no altera en absoluto la regla
los más efectivos que puede experimentar el artista, y lo anima
de que la comprensión, la ayuda y la cooperación son fuerzas socia-
con frecuencia a efectuar los trabajos más atrevidos y logrados. Pero
les positivas y la competencia estimulada por ellas produce más
a veces también mima y corrompe al hacerlo ligero e irresponsable
fruto アセ・@ el afán de fama, alimentado por el rencor, la envidia y los
y confiar demasiado en su suerte y prestigio.
celos. Sm embargo, sería una conclusión precipitada creer que to-
El artista aspira al éxito a fin de asegurarse los medios para su
das las obras importantes del arte provienen de sentimientos desin-
mantenimiento, su independencia material, el honor y la influencia.
téresados, modestos, lo mismo que es un axioma infundado suponer
Muchos trabajos en apariencia desinteresados no son con frecuencia
que están dirigidas necesaria, directa e instintivamente a ob¡·etivos
más que vehículo para este fin. Sobre todo los medios para producir hu mamst1cos ' · genera1es. Kierkegaard advertía ya del error de con-
un efecto nuevo y original sirven más a menudo para hacerse va-
ヲセョ、ゥイ@ a los santos con el genio. Mas igualmente erróneo sería dedu-
ler, mantenerse junto a unos y elevarse por encima de otros, que al
セZ@ del arte como bendición el artista como benefactor. También la
deseo de expresar y comunicar el carácter propio. El individualismo
etJca de la personalidad creadora es una forma dudosa de la unión
extremado es, evidentemente, un síntoma de la competencia cre- entre prod ucc1on
"' y recepc10n.
"' p u ed e faItar o ser inefectiva, y el con-
ciente y un medio para atraerse la atención del público. Los movi-
677
676
pz

tacto entre público y autor puede establecerse por otros medios; pero 3. El culto de ser ignorado
también puede contribuir a la separación de la obra, en cuanto ex-
presión intencional, del portador de la vivencia artística receptora, y Es relativamente tarde en la historia cuando se encuentran ejem-
aumentar así la enajenación de la intimidad del artista mediante la plos de artistas que, pese a ser competentes en su disciplina, no
producción, la cual, en y de por sí, no es ningún hecho ético ni en logren tener éxito. Aunque no el primero, Euripides fue, como es
modo alguno intenta hacer valer directamente el efecto moral. Todo sabido, el primer poeta famoso cuyas obras no tuvieron un eco apro-
lo que se expresa de manera distinta al lenguaje formal del artista piado entre el público. Pero esto no ocurrió únicamente porque sus
mediatiza la obra, se interpone entre ésta y el receptor, aunque pa- antecesores trabajasen bajo empleo y orden de patronos constantes
rece unirlos mutuamente. La imagen del artista presentada en for- 0 por encargo de autoridades e instituciones establecidas, mientras
ma de éxito y reputación es una de las vinculaciones menos segu- que él llevaba la vida de un literato completamente libre, sino
ras entre producción y recepción de .arte. Fija la estimación de las también porque antes había relativamente pocas obras donde ele-
obras en el sentido de un ideal determinado y obstaculiza esa flexi- gir, y ahora, sin embargo, se producía más bien mucho que poco.
bilidad de interpretación y valoración que mantiene vivas las crea- El dominio puramente manual de la técnica poética, que antes
ciones del arte. garantizaba en si cierto éxito, no bastaba ya para imponerse.
La razón principal del relativo fracaso de Euripides estribaba
evidentemente en la falta de una clase media ilustrada que hubiera
2. Tensiones entre pensamiento artístico y político compartido las normas estéticas del poeta. La vieja nobleza le era
extraña en pensamiento y el nuevo público burgués en instruc-
El vinculo más fuerte entre autor y público es, indudablemente, ción. Los poetas griegos con éxito son ahora y lo siguen siendo du-
el lugar social común y la ideología idéntica o semejante corres- rante mucho tiempo, igual que en la época del alto clásico, de pen-
pondiente a éste. Una actitud progresista, de un lado, y otra regre-- samiento conservador, aunque su naturalismo artístico, cada vez
siva del otro lado de las cuestiones políticas y artísticas es a me- más acentuado con las formas de vida urbano-burguesas, no co-
nudo, aunque no siempre, el motivo del fracaso de obras de por sí rresponde ya a su actitud política. Su dividida lealtad y la ambi-
logradas. En todo caso, este desacuerdo es tanto menos la razón valencia de sus sentimientos se revelan de la manera más notable
exclusiva o suficiente de la falta de éxito, cuanto que la contradic- en Platón, en su idealismo filosófico y en su realismo artístico, que
ción puede estar, en ciertas circunstancias, en la misma persona del recuerda el estilo del mismo plebeyo.
artista, sin perturbar su relación con el público. Una persona po- Esta coyuntura singular se repite en un momento histórico tan
líticamente conservadora o incluso reaccionaria puede muy bien ser tardío como el siglo xvm con Watteau y Marivaux, dos artistas que
de pensamiento y sentimiento progresivo. A veces este tipo de con- con frecuencia se han comparado entre sí y que, entre otras cosas,
tradictoriedad es precisamente la explicación del éxito <!_rtístico, a se parecían en que ambos se expresaban en las formas sumamente
saber, en los casos donde un público conservador acepta el progre- cuidadas y convencionales de la buena sociedad, sin alcanzar un
so de un arte por la tolerancia política del autor, o un público pro- éxito particular. W atteau sólo tenía unos cuantos seguidores y Ma-
gresista se mantiene en una dirección artística anticuada porque rivaux fracasó una y otra vez con sus piezas. Los medios artísticos
surgió de ideas revolucionarias y se considera todavía importante su de Watteau eran obviamente demasiado finos y llamativos para un
contenido ideológico anticuado por falta del sentido histórico de la amplio circulo, mientras que el diálogo chispeante de Marivaux se
distancia. Ésta es la explicación de que, por ejemplo, los rusos de rechazaba por su amaneramiento. Ambos colocan a uno ante el
hoy quieran quedarse en el arte a mediados del siglo pasado, con- mismo problema sociológico; pero si en relación con W atteau se
siderado sencillamente como ejemplar, y pongan en tela de juicio quisi:ra hacer valer la explicación de que era demasiado grande para
todo lo que se ha producido desde Balzac, Dickens y Courbet, como ウセ@ tiempo, no puede admitirse ésta en lo que se refiere a Ma-
algo sospechoso de decadencia burguesa. nvaux, que no era ningún «gran» poeta. Su fracaso no tiene nada
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que ver con el rango artístico de sus obras y no puede explicarse adecuada hasta entre el público burgués interesado, con insultos,
más que con su impropiedad histórica. Los contemporáneos no per- veneno y bilis.
cibían los nuevos matices en su forma de expresión convencional. La Pero hay aspectos del fracaso bajo los que es más difícil juzgar
generación siguiente encuentra generalmente el rasgo nuevo en la su significado y el artista no encuentra ninguna compensación por
forma diluida o vulgarizada que le dan los epígonos, sobre todo del su inadecuacidad y la derrota sufrida. La misma obra puede pare-
arte de W atteau, y la posteridad, especialmente la que se aproxima al cerle un éxito o un fracaso y tanto uno como otro aspecto ser ina-
impresionismo, que podría interpretarlos estilísticamente de una propiado e injustificado. Aunque sabe lo que quisiera lograr, en modo
manera más adecuada, no puede salvar ya la distancia histórica alguno sabe siempre si ha conseguido, y hasta qué punto, alcanzar
que los separa del sentido de la vida y de la voluntad artística del su objetivo. El éxito eventual ante el público lo compensa por la
maestro. El siglo xrx se enfrenta en sus obras a un mundo total- insatisfacción consigo mismo mucho menos que su conciencia de
mente anticuado ya en los temas y no puede salvar más que la forma la incompetencia del público por el fracaso externo. El éxito inte-
sublimada de su arte. rior. además, es siempre problemático, pues en el logro perfecto, a
El romanticismo postrevolucionario y, con él, los artistas de toda juzgar por todas las apariencias, el autor de la obra tendrá que
la era burguesa del siglo pasado crearon un culto del desconoci- preguntarse si la suerte y el azar no han tenido en él una participa-
miento y del fracaso. Mas su llamamiento a la posteridad y su con- ción igual a la de su voluntad y poder. Nunca puede estar satisfe-
fianza en la fama póstuma era, por lo general, una renuncia invo- cho de sí mismo. Eso sólo cabe hacerlo al dilettante. Sólo este con-
sigue lo que pretende, y está satisfecho. '
luntaria a la aprobación de los contemporáneos y un mero gesto de
La satisfacción del artista verdadero con su obra aumenta con
vencidos. Alienados de la sociedad con la revolución en gran parte
el sentimiento de comprenderse mejor, de haberse expresado de una
perdida, los románticos y rebeldes de la generación artística siguiente
forma más adecuada y haber comunicado de un modo más convin-
presumían de estar orgullosos de la incomprensión y del fracaso
cente que antes. Pero en el fondo, también se siente un extraño ante
que encontraban. En vez de ceder y hacer concesiones al público
la obra «lograda». Sí, cabe que ésta le parezca más extraña, insufi-
perplejo por los conceptos, pretendían desconcertarlo con la oscuri-
ciente, insatisfactoria, que otra. Conquista la realidad y se pierde
dad y el excentricismo y hacerse los provocadores, cuando en realidad a sí mismo en ella.
eran las víctimas impotentes de la sociedad burguesa ascendida al
poder.

4. Derrota sin compensación

La burguesía postromántica, el público de Courbet, Daumier,


Baudelaire, Flaubert y los impresionistas, disponía de dinero y po-
siciones para repartir, pero, como dice Walter Benjamín, «ya no
podía dar ninguna dignidad». Los artistas recibían su salario de
una burguesía despreciada y traicionada, pero no gozaban siquiera
del prestigio mezclado de aversión que se les otorgaba todavía a los
románticos. Pese al número creciente de clientes, incluso de los
círculos conservadores, y a pesar de la mayor seguridad económica,
se sentían cada vez más degradados y compensaban su ineficacia po-
lítica, la incertidumbre de su rango social y la falta de comprensión

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10. Motivos sociales y antisociales mente egocéntrico y aislándolo de los demás individuos. Esta ambi-
alencia del objetivo artístico representa también uno solo de los
:spectos bajo los que se confirma la tesis hegeliana acerca de la
posesión compartida de la obra de arte, la cual pertenece y no
pertenece a su autor.
En tanto puede hablarse de una sociología del arte, el artista
es inimaginable sin un público, mas también se ha afirmado con
razón que «nunca está de acuerdo con ningún público» '. Puede
'dentificarse con tal o cual capa, pero no puede constituir con nin-
セオョ。@ una comunidad enteramente coherente, que anule el principio
de la individualidad, espontaneidad y originalidad. Puede haber vi-
vido en un pasado irreconstruible de acuerdo con la sociedad enton-
ces existente, y tal vez sea absorbido totalmente en la sociedad que
venga. Mas, en lo que alcanzan nuestros conocimientos históricos,
siempre vivió en una especie de exilio y tuvo que resignarse a que
l. Humanismo y egoísmo lo ignorasen y abusaran de él. De todos modos, una de las con-
tradicciones más desconcertantes del periodo histórico, al que se li-
Los ejemplos de la regla de que apenas puede afirmarse algo mita nuestra existencia y nuestra conciencia, consiste en que el ar-
acerca del arte sin que también pueda afirmarse lo contrario, los tista, que .se expresa en un medio social por excelencia, se siente tan
antagonismos de que es al mismo tiempo individual, y supraindivi- a menudo un ser asocial, incapaz de socialización, y que él, que ha
dual, espontáneo y convencional, histórico y ahistórico, próximo de dirigirse siem,pre a otros para afirmarse, no sólo los teme, sino que
y lejano a la naturaleza, se complementan con la afirmación de que con frecuencia también los desprecia y le repugnan. Sus servicios en
puede tener efectos hostiles o favorables a la sociedad. El arte que interés de la socialización y del sentimiento comunitario los rinde
sirve a la necesidad de comunicación y comprensión, a la obra de por lo común de una manera involuntaria e inconsciente. En todo
socialización y unidad, deviene al mismo tiempo substrato de las caso se convierte en benefactor de la humanidad sin sospecharlo.
vivencias más personales, íntimas e intransferibles, medio de enmas- Él mismo necesita apoyo y amor, y, como una gran parte de su
caramiento de secretos celosamente guardados y fuente de un placer público, es no pocas veces sentimental y egoísta. Lo humanitario de
tanto más intensivo cuanto mayores son las exigencias que requiere su arte estriba en el deseo de describir la condition humaine, la
de quienes lo disfrutan. Con toda su finalidad práctica, actúa como preocupación por la propia existencia, sinceramente, sin engañarse
un estupefaciente que produce a menudo cierta irresponsabilidad a sí mismo ni hacer concesiones baratas, y de ayudar a otros a defen-
respecto a las cuestiones más acuciantes de la vida y que se utiliza derse de su propia piel.
para eludir la desesperación de algunas condiciones de la vida. Pue-
de convertirse en objeto de un culto, el cual le hace olvidar a uno
que no cree realmente en nada más, o en instrumento para la ilu- 2. El terror mágico
sión de una compasión que mueve a uno a verter lágrimas sin com-
promiso. Entre sus paradojas más manifiestas se cuenta el que El recelo de los patronos y mandantes contra los artistas es tan
esté motivado por igual de una manera egocéntrica y altruista. Pue- justificado como la desconfianza de los ocupados y comisionados
de dimanar de una necesidad comunitaria, pero no alcanza su ob- contra sus señores y clientes. Se necesitan mutuamente, conciertan
jetivo particular, estético, formador más que dejando al individuo
creador desplegar sus energías vitales en un microcosmos total- ' William Empson: Sorne Versions of Pastoral, 1950, p. 15.
p:st

entre sí contratos de trabajo, se hacen recíprocamente concesiones


ha perdido para la idea de la hermandad de los hombres. Esta
forzadas y viven unos con otros por lo general en un armisticio
precario. Se elogian y alaban mutuamente a fin de ser elogiados y oposición conduce a su progresivo aislamiento y a la disposición
alabados, pero sólo raras veces se llega a unas relaciones cordiales. a la autodefensa contra todo lo extraño y todo lo impuesto desde
Pese a toda la felicidad que deben los hombres al arte, alimentan fuera. La actividad creadora del artista puede manifestarse tanto en
contra él una sospecha y un rencor ocultos, a menudo no disimu- contra como en favor del hombre, pese a su sentido social, humani-
lados. La vieja precaución, radicada todavía en la magia, nunca su- tario en última instancia. En y de por sí no garantiza en ningún
perada del todo, contra sus seducciones y peligros, se manifiesta aún caso la solidaridad de todos con todos, ni la de los artistas con sus
en el temor de Lenin, quien, como dice Gorki, después de haber iguales. Por estrecho que sea su parentesco ideológico y estilístico,
oído la Appassionata de Beethoven, parece haber dicho: «Podría ]os separa la ambición, la competencia y el acento de su manera
escucharla todos los días. ¡Qué música tan grandiosa, suprahuma- propia.
na!. .. Mas no debo oír música con demasiada frecuencia; le ataca En el origen social y el carácter del arte no cambia nada la cir-
a uno los nervios; se dicen cosas tontas y bonitas, y uno quisiera cunstancia de que el artista parezca estar a menudo solo con su
pasarle la mano por la cabeza a la gente que crea tal belleza, mien- obra y de que procure conservar todo lo personal, íntimo y se-
tras viven en este infierno terrible. Pero uno no debiera pasarle la creto para sí y reprimir todo lo exhibicionista, retórico y teatral.
mano por la cabeza a nadie, podría mordérsela». Lenin no era en Se convierte en supuesto refugio de una sociedad que puede negar al
absoluto ningún hombre amusical; su temor denota, por el con- artista pero no excluirlo. La lírica de la soledad no es más que el
trario, la receptividad de una persona sensible a las impresiones reverso del arte de la comunidad; ambos están socialmente motiva-
artísticas. Recuerda al ateo consciente, que está más cerca de Dios dos, sólo que uno se dirige a los valores positivos de la socializa-
que el feligrés para quien la oración diaria se ha convertido en há- ción, el otro a sus formas insatisfactorias.
bito. Y se encuentra en la sociedad de muchos más que son tan
admiradores sinceros del arte como amigos desinteresados de la
humanidad y se preguntan cómo es posible crear tal belleza «en 4. Evasión a la inarticulación
este infierno». En la problemática de la relación entre productores
y consumidores de arte no se trata de obras, estilos o direcciones del Desde la disolución de las culturas homogéneas, penetradas
gusto, sino de arte a secas, a saber, de la cuestión de si la sociedad, bien del principio de comunidad o bien del de autoridad absoluta,
tal cual es, puede permitirse en absoluto el placer del arte. toda forma de arte va unida a la vivencia de la alienación. De esta
suerte cae el manierismo víctima de su sentimiento de la vida aun-
que es más bien expresión de la inquietud, temor y confusión sobre
il un proceso de alienación inminente que síntoma de uno ya efectua-
3. Aislamiento
do. Así, pues, en este sentido, el fenómeno de la alienación no forma
l',!
:¡ El artista alimenta de antemano sentimientos antisociales al ver parte del principio estilístico ni del elemento formal, sino de la
un principio hostil al arte en cada institución permanente, en cada materia prima de la creación artística que se ha de dominar. Claro
organización rígida, en cada orden extraño al sujeto. Se resiste con- que la preocupación del artista por una evolución que amenaza con
tra toda institución y convención sin darse cuenta de que el arte el dominio de la despersonalización y desespiritualización no excluye
mismo es una «institución», un orden sui generis y que contiene en absoluto que sus propias obras se conviertan en manifestaciones
tanto elementos convencionales como espontáneos. La oposición 、セ@ la alienación, es decir, que sean inanimadas, amaneradas, y no
solo manieristas. Y lo mismo que forma parte de las contradiccio-
del artista contra la sociedad, prescindiendo de los motivos de alie-
nación originarios que lleva en sí el arte en cuanto forma autónoma, nes internas del manierismo el que encabece una lucha contra el
dimana de la incertidumbre de los objetivos en un mundo que se f?rmalismo y el convencionalismo del Renacimiento, y al mismo
tiempo esté dominado por principios muy formalistas, convencía-
684
P'

nales y estetizantes, ajenos a la libertad del sujeto creador, perte-


Quinta parte
nece también a la índole del arte del presente el que, por su origen,
naturaleza y determinación, lo muevan por eso fuerzas asociales, in- La diferenciación del arte
dividualmente arbitrarias o suprasocialmente irracionales, porque
no pretende estar de acuerdo a cualquier precio con la mera aparien- por capas instruidas
cia de la socialización.
La inarticulación del arte de nuestros días, su timidez ante las
palabras, su tartamudeo y balbuceo, su acomodación a la inexpre- 1. Clase e instrucción
sabilidad de lo únicamente digno de expresión, no supone que se
encuentre en un espacio socialmente vacío, sino tan solo que se
niega a cambiar el medio en el que los hombres pasan unos al
lado de otros y no se entienden con una esfera en la que podrían
entenderse mutuamente. La admisión y aceptación del hecho de que
la sociedad funciona en contradicción con su sentido y finalidad,
y la pasividad inherente a esta concesión, no significa que uno se
encuentra así fuera de la esfera social, sino únicamente que se ha
comprendido la diferencia entre una sociedad incapaz de responder 1. Concepto de capa instruida
a sus tareas, y una humanidad que, de acuerdo con su idea, sería
capaz de pensar y actuar. El descontento y el valor de confesarlo . El título de l,as deliberaciones siguientes contiene dos conceptos
es una prueba mucho más evidente de la conciencia social que la ligeramente ・セQ⦅カッ」ウZ@ el 、セ@ «instrucción», con sus límites poco
apariencia de un entendimiento que en realidad no tiene lugar. La claros, algo dihciles de defimr, y sus difusas gradaciones, en con-
pasividad es algo negativo, pero no una mentira. エイ。ウセ@ con セQ@ concepto sociológicamente más fundamental y claro
de «Ideologla», y el de «capa social», con su composición hetero-
5. Narciso y Orfeo génea Y de múltiples derivaciones, a diferencia de la «clase» social
más original y coherente. La idea de capa ilustrada compuesta 、セ@
Mas los rasgos negativos que se encuentran a cada paso en el arte elementos heterogéneos por su origen ha de responder, a este res-
del presente no consisten solamente, por ejemplo, en las consecuen- ーセ」エッL@ de la insuficiencia de la determinación puramente socioló-
cias de la falta de un común denominador, apto para conservar to- ァセ」。@ ?e los valores artísticos. Para éstos, pertenencia de clase y con-
davía algo del espíritu comunitario en la sociedad atomizada de la セ・」A。@ de 」ャセウ・@ no son nunca totalmente equivalentes, la posición
economía industrial de エイ£ヲゥセッ@ y competencia, sino también de au- ッ」セ。ャ@ del artista, el status de sus compañeros de profesión v parti-
sencia de fuerzas, impulsos e inclinaciones que concilian al hombre, da:¡?s. no determinan nunca directa ni exclusivamente el セ。イ£」エ・@
en cuanto ser social, consigo mismo y con otros, y lo salvarían del estihstico y la calidad estética de sus obras.
destino del Narciso de nuestros días, esto es, de la maldición de f La categoría de capa instruida no es por cierto la forma más
convertir al artista abanderado de la confraternidad en enemigo de urtamental Y decisiva de la clasificación social, y la sociología que
la comunicación y comprensión mutua. Desde Narciso, el artista se asara en las diferencias educacionales de los grupos habría de
アオセ 。イウ・@
solitario, dependiente y enamorado de sí mismo, hasta Orfeo, el
cantor amante y amado, lleva el camino más largo, esforzado, si es
SOCiO oQ o
en la superficie de la socialización. Pero sobre todo en la
dl '
. gia e arte Y de la cultura, en la medida en que la comunidad
de Intereses e
que se supera en absoluto, de la mediación. En su coexistencia di- f
o • •
conomiCa Y socia l sea motivo insuficiente de unión los
actoresdel . a ms · t ruccron
., ad .
qmeren mas , y más importancia 'con
recta e irreconciliada, encarnan ambos la ambivalencia que llena 1a reputación correspon d"lente y 1a m . fl uenc1a
. espmtual
.. . '
el arte moderno. mherente

686 687
a ellos. La tradición continuada, la sensibilidad incrementada, el 3. Movilidad social
gusto refinado, el aumento de la fuerza creadora, del talento y de la
autocrítica llenan el espacio que deja vacío la explicación histórico- Como ya se sabe, Pareto vislumbra el rasgo esencial de las élites
m¡;¡.terialista de la productividad artística. Mas no debiera olvidarse en esta movilidad y en el ciclo, en cuanto forma particular suya. No
que la instrucción, destinada a complementar la motivación mate- solo los individuos aislados entran unas veces en la élite respectiva
rialista, tiene ella misma presuposiciones materiales y depende de y otras salen de la élite amenazada de alguna manera, también las
los privilegios económico-sociales de capas relativamente finas. Gu- élites se desplazan mutuamente en un cambio eterno. Y esta circu-
yau, presa todavía del esteticismo romántico, opinaba que el arte lación caracteriza no sólo la transición de la función portadora de
es en y de por sí socializante, fomentador de la sociabilidad y crea- la cultura de la aristocracia a la burguesía, de la alta burguesía a la
dor de solidaridad, pero, en realidad, debido al privilegio de la ins- media, y de las clases medias a la intelectualidad de posición y com-
trucción, crea entre los hombres tantas barreras y contrastes como posición heterogénea, sino también la entrega del dictado del gusto
sentimientos comunitarios y muestras de solidaridad. desde los representantes de una dirección artística a otra. La doc-
trina de Pareto acerca de la decadencia de las élites instruidas no
tiene nada que ver con el destino de la nobleza de sangre y sus
2. La <•intelectualidad flotante>> privilegios heredados, pese a la formulación de que «la historia es
el cementerio de las aristocracias». Corresponde más bien al prin-
La tesis de la «intelectualidad flotante» ', establecida por Alfred cipio del ciclo general de los privilegios en el sentido, por ejemplo,
Weber, discutida con más detalle por Karl Mannheim y reconocida de la circulación observada por Henri Pirenne en el dominio eco-
por muchos, no fue tan bien recibida en ninguna parte como entre nómico de la sociedad, de la separación de las capas saturadas res-
los artistas que se sentían en una situación demasiado estrecha e pecto de la vida económica activa, y del avance a las posiciones
incómoda en los límites de una clase materialmente condicionada. libres de grupos nuevos, que hasta entonces no han participado en
Lo que, en todo caso, equivocó a los partidarios de la doctrina de las oportunidades del éxito; resumiendo, corresponde al concepto
la situación «flotante» de la intelectualidad fue el hecho evidente de la movilidad social a secas'.
de que el intelectual, en particular el artista, dispone de mucho más La productividad y receptividad artísticas, a decir verdad, están
movimiento libre entre las clases que la mayoría de los otros miem- íntimamente relacionadas con la existencia de capas privilegiadas,
bros de la sociedad. En modo alguno «carece de clase», lleva una pero las aptitudes artísticas y los privilegios sociales no se correspon-
existencia más- allá de las clases, indiferente a ellas, pero sí es capaz, den por igual. No se adquiere ninguna educación sin cierta ausen-
y casi siempre también está dispuesto, de revisar su pertenencia cia de preocupaciones y disposición de tiempo libre, y sin una ins-
de clase, de ponerla en tela de juicio y unirse a otra que puede ser trucción correspondiente a las condiciones respectivas no se produ-
esencialmente distinta a aquella con la que está unido por su ori- ce ningún arte importante. Pero el estadio de la educación artísti-
gen o con la que antes se ha declarado solidario. La noción de un ca obtenible no se rige exclusivamente por los medios materiales exis-
grupo de instrucción en cuanto categoría abierta con límites fluidos tentes, y la calidad de las obras creadas no corresponde en mucho
y condiciones de acceso liberales responde a su idea de una forma a estar libre de preocupaciones y necesidades. Para la producción
positiva de sociedad mejor que a la de una clase económica rígida, de obras de arte sublime se requieren más bien, como ya observó
aunque también ésta, a diferencia del estamento, el linaje y la fami- Hegel, la necesidad y el sufrimiento, golpes del destino y pruebas·
lia, constituye una comunidad de intereses relativamente flexible, de de los que no salvan el poder y la seguridad económica. La crea-
una organización y coherencia más relajadas. ción artística oscila entre un mínimo imprescindible de capacidad

1 Alfred Weber: «Die Not der geistigen Arbeiter», en Schriften des Ve- 2
M Henri Pirenne: «Le mouvement économique et social», en Histoire du
reins für Sozialpolitik, 1920. oyen Age, edición de G. G1otz, VIII, 1933, p. 20.

688 689
セQ@ jP
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1

espiritual de sufrimiento y un máximo soportable de capacidad bién es cierto que había una sola capa instruida que pudiera con-
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:,1
''1! material de sufrimiento. siderarse consumidora de arte. Todos los clientes disponían o care-
1
No hay duda de que el artista no sólo crea las obras para sus cían de la misma formación, tenían la misma concepción mágica
' 1j 1
iguales; pero tampoco las crea, por ejemplo, para la «humani- 0 animista del mundo y el mismo sentimiento de la vida. En torno
1
' ,,i,! dad» a secas, sino siempre para determinadas secciones de ella, a ellos giraba todo el arte popular, mágico y sacerdotal; el resto de
para capas y grupos especiales. Beethoven destinó sus cuartetos a la comunidad carecía de necesidades artísticas, no planteaba nin-
un público occidental, y ni siquiera para este público en general, gunas exigencias artísticas ni creó ninguna clase de nociones valo-
sino sólo para una audiencia que ya estaba familiarizada con la rativas estéticas. Donde las necesidades son claras e iguales, también
música de cámara de Haydn y Mozart; y, por lo que se refiere a lo son los valores, y por cierto tanto que ni siquiera se hacen valer
sus últimos cuartetos, incluso ésta tenia que limitarse. Los partici- como tales, es decir, quedan indiferenciados y no toleran ni el conflic-
pantes capaces de comprenderlos apenas podían haber sido ya los to ni la competencia. La critica cultural moderna nos ha acostum-
mismos que tocaron y disfrutaron de los primeros cuartetos. Los úl- brado a derivar la insuficiencia de nuestros rendimientos intelec-
timos cuartetos respondían al gusto y a la comprensión artística tuales de la pérdida de la homogeneidad de la antigua imagen del
de un público que no se componía ya únicamente de los miem- mundo. La conexión fáctica de ambos fenómenos puede que se
bros de la clase media acomodada e instruida, que no constaba mantenga, pero su valoración es dudosa; complejidad o sencillez,
solamente de «buenos» oyentes, sino de «entendidos», es decir, de en y de por si, tampoco hay que juzgarla a este respecto ni como
quienes, de acuerdo con la intención del compositor, comprendían un valor mayor ni como una deficiencia, tanto una como otra puede
y juzgaban las piezas musicales con plena conciencia del aconteci- ser de mucho o de poco valor según su función en el todo del proceso
miento musical. Los distintos estilos de Beethoven no presuponían en cuestión.
solamente distintos estadios en la historia evolutiva del compositor Según las capas de instrucción importantes pueden distinguirse
sino también diferentes capas de instrucción como auditorios. en el estado actual de la evolución cultural un arte del pueblo,
En vez de orientar la sociología del arte por «espíritus popu- un arte popular y el arte de la élite social. Por arte del pueblo
lares», «espíritus de la época» o «estilos» histórico-artísticos inma- ha de entenderse la creación poética, musical y plástica de los tra-
nentes, debiera tenerse en cuenta más bien que cada sociedad pre- bajadores ignorantes, principalmente campesinos, no urbano-in-
senta tantas clases diferentes de arte como capas culturales. Hay dustriales, los cuales participan de los productos artísticos corres-
siempre tantos estilos simultáneos como categorías historicofilosóficas pondientes a ellos no sólo como sujetos receptores sino también
y sociofilosóficas distintas del sentimiento de la vida y portadores siempre como productores, aunque nunca aparecen en su cualidad
culturales correspondientes a ellas. La falta de un carácter estilistico creadora y no exigen ningún derecho de autor personal. Como arte
y de un nivel cualitativo homogéneos no es ningún fenómeno mo- popular, en cambio, figura en este contexto la producción artística
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derno. Junto a la alta tragedia ática existía ya el mimo vulgar, po- o en forma de arte correspondiente a las necesidades de un público
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:1,¡1',' 1 pular, igual que junto al drama literario de finales del romanticismo semiilustrado y a menudo mal educado, principalmente urbano,
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había la piece bien faite y el melodrama del teatro de bulevar, junto tendente a la masificación. Mientras que en el arte del pueblo ape-
a Delacroix un Delaroche, junto a Courbet y Corot un Bouguereau 1 nas se distinguen los productores de los consumidores y el limite en-
1' :,¡'',l'il : 1' 1 y Baudry, junto a Flaubert, Maupassant y los Goncourts novelistas tre ellos es fluido, en el arte popular se tiene que ver con un pú-
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de la burguesía ajena al arte del tipo de Paul Bourget y Georges blico esencialmente no creador, de comportamiento totalmente pa-
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', Ohnet. Pero además de tales extremos, junto a cada fase histórica- sivo, y con una producción efectuada profesionalmente, adaptada a
1 1
mente más o menos avanzada, prevalecen también ciertas transicio- la demanda variable. Por característico que sea también el que el
nes que aumentan con la evolución. En los primeros periodos de arte del pueblo salga del circulo de sus receptores, los productos
l,¡lii la historia de la humanidad, cuando puede que haya existido una del arte popular, en particular las coplas, canciones de moda, li-
producción artística uniforme, destinada a toda la comunidad, tam- bros populares, novelas por entregas, melodramas y otros semejan-
'1 1!
conciencia crítica varía de una época a la otra. En la Edad Media,
tes, provienen, sin embargo, de escritores profesionales oriundos de por ejemplo, a pesar del enorme prestigio que gozaban la educación
las clases sociales más altas y permanecen vinculados a ellas. Así, escolástica, el conocimiento de la doctrina eclesiástica y el pensa-
pues, la diferencia fundamental entre ambas categorías estriba en miento «correcto» según ésta, la instrucción no era ninguna presu-
· la circunstancia de que el público es distinto cada vez. Los partici- posición necesaria, impuesta particularmente al artista, para efectuar
pantes en la poesía del pueblo, unas veces más activos y otras más un trabajo bien logrado. No se convirtió en tal presuposición hasta
pasivos, son los habitantes iletrados, aunque no siempre analfabetos, las últimas fases de la evolución, cuando el arte se emancipó cierta-
de las tierras llanas, de las aldeas y cortijos, mientras que los lectores mente de las influencias extrañas, tales como las normas manuales y
y receptores de historias de horror y novelones, pliegos de aleluyas gremiales, pero se sometió a los principios educativos de los huma-
y cromolitografías, a diferencia de sus autores, pertenecen en su nistas, literatos o académicos.
mayor parte a las capas inferiores de la población de las ciudades El artista-obrero, lo mismo que el devoto admirador de las obras
grandes y pequeñas, diferenciable en todos los conceptos de los ilus- del arte cristiano, no está necesariamente instlfllido. No es sino a
trados. partir del Renacimiento cuando el arte va destinado principalmente
a los ilustrados, aunque sus obras también antes sólo fuesen com-
prendidas adecuadamente por expertos bien capacitados. En el Anti-
4. El privilegio de la instrucción guo Oriente y en la Antigüedad clásica aún estaban excluidas capas
considerables del goce artístico en general o de la participación en
Como siempre hay tantas direcciones artísticas como capas de ciertos tipos de arte. En la Edad Media cristiana una parte de la
instrucción, la exposición adecuada de la evolución artística debie- producción artística, en particular obras plásticas y de música ecle-
ra orientarse más bien por cortes transversales que longitudinales. siástica, iba destinada al público más amplio, pero no en calidad
Tal exposición acentuaría más el hecho de que en los períodos más de público artístico. El hecho de que los analfabetos fuesen incapaces
desarrollados actúan siempre varias tradiciones paralelas, y al mis- de gozar y apreciar de una manera adecuada las obras del arte
mo tiempo destruirían la leyenda de que todo lo simultáneo está re- sublime, no es necesario que se ¡¡.centúe mucho, pero sí es de notar
lacionado «orgánicamente», como enseñaba la historia de la filoso- que no se crearon con la intención de producir un efecto artístico
fía romántica. Naturalmente, la tarea inmediata, relativamente fá- a todo el mundo. Y aunque implica siempre cierta dificultad esta-
cil de solucionar sería la diferenciación de los estilos histórico-artís- blecer quién, por qué y en qué proporción goza y aprecia una obra
ticos según que las direcciones individuales partan de la élite inte- de arte en cuanto tal, en una época de arte comprometido como la
lectual, de las masas urbanas o del pueblo de las tierras llanas y Edad Media cristiana es bastante difícil, incluso en relación con los
conduzcan a la ramificación del arte sublime y popular junto al arte ilustrados, esto es, los clérigos. ¿Quién podría decir entonces con
del pueblo. Quedaría por averiguar la relación existente en térmi- seguridad cuántos de los miembros de la comisión religiosa res-
nos generales entre nivel de instrucción y situación de clase, qué ponsable de la construcción de una catedral del gótico sabían real-
antagonismos especiales, dialécticamente condicionados, existen den- mente de lo que se trataba artísticamente en el ejercicio de sus
tro de las distintas capas de instrucción, y cómo se equilibran las funciones?
tendencias entre los motivos clasistas y educacionales. La dificultad
de la solución adecuada de esta tarea dimana principalmente de
que la peculiaridad y la extensión de la educación no corresponden 5. Historia del arte por cortes transversales
sencillamente a las circunstancias económicas y sociales, aunque
no se forman independientemente de éstas, es decir, según inclina- Una historia del arte dividida según las tres capas de instruc-
ciones y aptitudes individuales, sino que amplían o reducen sus lí- ción importantes no se podría trazar en todo caso sino a partir del
mites y componentes según la situación histórica general. El valor Renacimiento o quizá sino a partir de la Ilustración, esto es, el
y sentido para el arte atribuidos a la instrucción, en su calidad de
693
692
artística cuyos clientes no pertenecen ni a la élite social ni al pueblo
p.eríodo en que aparecen independientemente las distintas catego-
campesino, y que responde a las necesidades de una burguesía me-
nas de clientes artísticos y se distinguen entre sí con más claridad.
dia, en parte urbana, con no mucha capacidad adquisitiva, aunque
De todos modos, el principio de una diferenciación de este género
no totalmente indigente. Las hojas gráficas de la época de transi-
エ・ョ、イセ。@ _que extenderse a manifestaciones muy anteriores, aunque
ción vendidas en las puertas de las iglesias y en los mercados y
con limites menos claros, y, en verdad, no sólo a ejemplos tan evi-
difundidas por los comerciantes y libreros ambulantes, forman parte
dentes como la coexistencia del teatro oficial ateniense y del mimo
de los primeros productos conocidos de este tipo.
popular o la sucesión directa y la próxima vecindad de la poesía
La distancia entre el arte sublime y el popular o del pueblo
épica de la nobleza guerrera y de la balada popular en la Antigüe-
aumenta continuamente desde comienzos del período artístico corte-
dad y en la Edad Media. Semejante punto de vista podría facilitar·
sano-aristocrático y burgués-urbano de los siglos xvn y xvm. Y des-
también la inclusión de muchos productos artísticos más modestos
de el predominio de la economía industrial de tráfico pierden atrac-
elaborados evidentemente para una capa inferior, ーイゥョ」。ャュ・エセ@
ción y significado representativo los dos extremos;el arte minorita-
de objetos de devoción. Mas, por lo que se refiere a la Edad Media
rio y el arte del pueblo, en comparación con el arte popular de
sería aún irrealizable en términos generales la diferenciación ・ョエイセ@
masas. El arte del pueblo va desapareciendo en un país tras otro,
obras de arte del pueblo y de arte popular, porque es difícil de trazar
y el arte de los expertos puede, por cierto, ganarse un público mayor
el límite entre rezagamiento clasista e ineptitud personal. Junto al
que antes, mas en relación con el arte de distracción pierde una parte
arte sublime de la Iglesia y de las cortes sólo puede hablarse con
cada vez mayor de su prevalencia numérica. Al perder su dominio
reservas en este período de un arte popular en el sentido aquí utili-
exclusivo la cultura autoritaria de la élite ilustrada entre mediados
zado, pero sí de un arte del pueblo.
del siglo pasado y mediados del presente y disolverse los portadores
En una época en que está desapareciendo la clase señorial, como
del arte del pueblo en las masas híbridas, establecióse el arte popu-
por ejemplo el público de los rapsodas homéricos, puede calificarse
lar como arte verdaderamente representativo de la época.
de «arte popular» la poesía descendida al pueblo, a diferencia de
Las insuficiencias que presentan el arte del pueblo y el arte banal
una praxis artística realmente ingenua, derivada del pueblo. Y a
de entretenimiento, comparados con el arte de los cultos, entendidos
comienzos de la Edad Media, cuando no se produce ninguna obra
en arte y expertos, parecen de antemano más marcadas y decisivas
de arte sublime y no se sabe nada cierto de un arte del pueblo, puede
que los rasgos positivos que tienen en común con este arte. Arte
hablarse de cierta «popularidad» del arte, aunque falta, natural-
sublime, madurado, riguroso, que ofrece una imagen de por sí evi-
mente, su conexión con la población masiva de las ciudades. Así,
dente de la realidad, que tiene por objeto el análisis serio de los
pues, aunque en general es de suponer que junto al arte de los
problemas de la vida y la lucha continua por el sentido de una exis-
gobernantes haya existido siempre un arte del pueblo, de los cam-
tencia responsable, puede a duras penas colocarse en la misma cate-
pesinos analfabetos, es difícil de cerciorarse en los primeros períodos
goría que el arte popular, que nunca pretende ser más que diver-
de la historia de si se trata en el caso particular de un ejemplo de
sión y pasatiempo. Cuando-se piensa en creaciones como las de Bach
arte señorial depravado, de simple imitación de un arte elitista o de
o Beethoven, Miguel Angel y Rembrandt, Shakespeare y Tolstoi,
arte puro del pueblo. El arte del Neolítico, como en parte también
no se querrá hacer valer, en el mismo sentido, como arte las can-
el de la época de las migraciones, era arte del pueblo y de los seño-
ciones y decoraciones de los campesinos, los bestsellers y canciones
res a la vez. Era producto de una sociedad de campesinos. Pero no se
de moda del público de masas. Y aunque se puede sentir el entu-
aporta ninguna prueba de su origen ingenuo, popular con que en
siasmo del romanticismo por el arte del pueblo y el optimismo de
las primeras fases evolutivas de la poesía se distingan restos de una
la democracia respecto del arte popular, no se inclinará uno a equi-
tradición oral respecto de otra manifiestamente literaria, tal como se
parar una opereta de Franz Lehár o de Leo Fall con una ópera de
ha logrado en la última evolución de las epopeyas homéricas y de
Mozart, sí con una opereta de Offenbach. Quien conoce la con-
la Canción de los Nibelungos. Pero sea como fuere, hasta finales
moción inherente a la vivencia de una verdadera obra de arte, no
de la Edad Media no aparecen los contornos de una producción

694 695
,.
caerá en la trampa de los efectos baratos de que se sirve la ーイ。セゥウ@ Debido a la estructura en varias capas y de diversa composi-
artística popular, y cuanto más sienta amenazada esa ・クーョセエ。L@ ción cualitativa de las obras, a menudo es difícil decir, y tanto más
más se inclinará a pensar que sólo existe un セイエ・L@ uno cuyos ente- difícil cuanto más se remonte uno en la historia, a qué grupos de
ríos son inalienables y cuya vulgarización se convierte en no-arte. público tenía intención de dirigirse realmente el artista. Como es
Mas aunque Mozart y Lehár no pueden reducirse a ningún . sabido, todavía en Shakespeare es difícil de trazar la línea entre ver-
común denominador, la distancia entre ellos está graduada por nu- dadera poesía y mero juego de palabras, entre golosinas para los
parcos y alimento para el patio de los de a pie, igual que con fre-
merosos pasos. Las obras de arte no surgen en el espacio vacío
cuencia es imposible distinguir en la Edad Media entre las obras
de un mundo espiritual homogéneo. La creación artística se roza
no logradas del arte destinado al clero ilustrado y los productos más
y enreda con actividades no artísticas o casi artísticas del modo más
o menos logrados del arte creado para y por el pueblo. A medida que
diverso. El logro del atrevimiento creador está continuamente en
avanza la evolución resulta cada vez más fácil establecer el origen
juego y corre el peligro de los compromisos y simplificaciones. Las
social y la determinación de las distintas obras. Mas en géneros
obras del arte sublime incluyen también, casi siempre, elementos
aislados, como especialmente en el teatro, tiene un carácter heterogé-
de un arte inferior. También la obra más sublime de arte quiere
neo todo lo que sirve para la distracción del público. La conexión
agradar, entretener, y utiliza a menudo medios y métodos de distrac-
del teatro con el culto y la danza parece imborrable. En otros géne-
ción menos exigente. Los románticos inventaron o estimaron dema-
ros, por el contrario, con la alienación de la producción respecto
siado la inocencia infantil del artista, que nunca crea de una mane- de una capa del público y su aproximación a otra, se efectúa un
ra tan ingenua y espontánea como ellos querían. Sin embargo, su cambio cualitativo radical sin indecisión estilística. De este modo,
seriedad va siempre mezclada con cierto juego. Igual que la fanta- por ejemplo, el dibujo de Durero en los sucesores que popularizan el
sía del niño, tampoco le es totalmente extraña la fantasmagoría del arte del maestro experimenta al principio una modificación paula-
bromista común. La lucha más desesperada por el sentido de la exis- tina, pero adquiere ya en los pliegos de aleluyas del siglo xvm un
tencia y la autocrítica más despiadada se avienen paradójicamente carácter popular, muy divergente de los antiguos modelos artís-
en el arte con el entretenimiento más frívolo y la afectación más ticos •.
vanidosa.
Por su calidad la obra de arte es tan poco homogénea como por
sus motivos y 。ウセゥイ」ッョ・@ sociales. Siempre contiene partes mejor
y peor logradas. La figura artística simplemente per:ecta, ゥョカ。イセ「ャ・@
e insuperable es una atrevida ficción filosófica lo mtsmo que la ms-
piración divina por la que el artista llegaría a la posesión . los d:
originales del ser. La perf!'!cción no forma ー。イエセ@ de las セッョ、イ」エウ@
del logro artístico. Cierto, las obras de arte subhme son mconfundt-
bles con productos inferiores, pero a menudo se rozan formas del
arte del pueblo y del entretenimiento popular sin sufrir daño. Des-
cienden a la simpleza del arte popular y ascienden de la sencillez del
arte del pueblo al convertir a estos en fuente de ゥョウーイセ」￳@ セオカ。@
para el arte más exigente. Pues igual que una 」。セZイッョ@ artrsttca
puede estropearse o también mejorarse al pasar a cancron del ーオ・セャッL@ t
puede prostituirse un artista que sólo quiere entretener y agra ar,
3
pero también puede superar inhibiciones paralizantes procedentes h W. Franger: «Deutsche Vorlagen zu russ. Volksbilderbogen des 18. Jahr-
de su narcisismo. underts:o, ]ahrb. f. hist. Volkskunde, II, 1926, p. 16.

696 697
2. El arte de la élite ilustrada historia de los grupos de instrucción, y no sólo en el de las élites,
i un papel incomparablemente más importante que en el de las ca-
pas económica y socialmente más integradas. Sin embargo, según
el tipo de arte y cultura a los que se refieran, los limites del nivel
de instrucción son fluidos en distinta proporción. El campesinado
de las tierras llanas y la población de los lugares pequeños, organi-
zados todavía en aldeas, representan, en cuanto portadores del arte
del pueblo, la capa de instrucción más homogénea y estable. Mas
tan pronto como penetran en su lenguaje formal normas de gusto
y pautas ajenas, se inician la decadencia y la disolución del arte
del pueblo. Generalmente es el arte de todos preferido por el pú-
blico urbano menos ingenuo y de ideas más variables el que despla-
za los modelos tradicionales y la praxis correspondiente a sus tra-
diciones. Lo que queda entonces de él se limita a los recuerdos di-
fusos de generaciones en extinción y los hallazgos de investigadores
1. Historicidad de las capas instruidas interesados por lo antiguo y folklórico. El conservadurismo de las
capas campesinas es extraordinariamente resistente de acuerdo con
Los distintos tipos de arte diferenciados de acuerdo con la edu- sus instintos y sus inclinaciones. Pero si el campesinado choca una
cación de las diversas capas de público, el arte sublime, popular y vez con formas de vida más fáciles y agradables, entonces se rompe
del pueblo, no representan ningunos tipos supratemporales, que se con una rapidez asombrosa su fidelidad a los hábitos, usos y cos-
complementan sistemáticamente, determinados de una vez para tumbres acendrados, sin dejar huella ninguna de la nostalgia ro-
siempre, sino categorías históricas, y en verdad no sólo porque se mántica con que recuerdan las capas ilustradas superiores sus tra-
dan uno tras otro, sino también porque cada uno de ellos está y sigue diciones perdidas.
sometido a un devenir, crecimiento y cambio históricos. En la histo- La élite ilustrada tiende a la estabilidad, en cuanto portadora
ria de la cultura cumplen funciones dyversas, ocupan una posición del arte elevado, riguroso, sin concesiones, a causa de su respeto
especial en la imagen respectiva del mundo y adquieren un signi- por todo lo institucionalmente seguro. Sin embargo, gracias a su
ficado continuamente- variable en su relación mutua. El arte del sentido crítico de la realidad y a la conciencia histórica, percibe
pueblo, que se ha convertido en un «bien cultural disminuido», claramente los límites de la validez de las tradiciones y la inevita-
puede que haya sido antes un arte «sublime», sí, el único arte prac- bilidad del cambio en la composición de los grupos portadores de
ticado. El arte popular, que representa actualmente el producto y cultura. El acceso a esta élite no está cerrado, pero tampoco se
el consumo de las masas semiinstruidas y mal educadas, estimuló abre sin más; la ascensión encuentra a menudo en su camino obs-
también a los creadores del arte sublime en la forma del mimo, du- táculos difíciles de vencer. Los limites más sueltos son los exis-
rante la Antigüedad y la Edad Media, o de las canciones populares tentes en tomo al circulo de productores y consumidores del arte
en tiempos del barroco y hasta del clasicismo. popular, al servicio de la pura distracción. Este último se caracteri-
En cuanto formas sociales cada vez más diferenciadas, las ca- za sobre todo por la flexibilidad de sus contornos, y debe la nu-
pas de instrucción están menos perfiladas no sólo como categorías merosa clientela que tiene a las incitaciones que afluyen a él desde
de una casta o raza, sino también como las de una clase o coalición, arriba y desde abajo y que parte de él en todas direcciones pese
cuya duración también está sometida a vinculaciones históricas, a la inferioridad de los productos propios.
pero que, mientras perduran, conservan claramente su carácter. La Mas los conceptos por los que se diferencian entre sí el arte de
movilidad social, los tránsfugas y el proselitismo, desempeñan en la la minoría ilustrada y el de las masas analfabetas o semiinstruidas,
son equívocos. La doctrina de que un arte es tanto más autónomo,
tanto más libre de los vínculos sociales y estéticamente tanto más es en parte el resultado de su forma de vida y de su lucha por la
inmanente, cuanto más serios, rigurosos e intransigentes sean sus existencia en grupos, es decir, en el marco social.
criterios, no puede mantenerse sin ninguna limitación. En realidad, Las obras de arte elevadas e importantes, correspondientes a
el arte destinado a las capas más amplias y menos educadas de la las exigencias de la élite ilustrada ofrecen una variedad de tipos
sociedad resulta más inflexible, estereotipado, rígido, y aferrado a JJ1Ucho más rica que los productos artísticos destinados a las capas
las respectivas convenciones, modas y modelos que la praxis artís- de instrucción más bajas. Se mueven más libres, con menos obstacu-
tica de la minoría social e ilustrada, más regida por principios inma- lización y más independencia mutuas. Cierto, en cuanto formas de
nentes. Pero, en última instancia, ni el arte superior ni el infe- la actividad social, no carecen de convenciones, ni siquiera de todo
rior responde a un público totalmente homogéneo, enteramente formulismo, mas cada una de ellas es única en tal o cual aspecto.
claro y constante en sus deseos espirituales. Cada público está Lo que las diferencia de los productos del arte popular y del pueblo,
más o menos mezclado, por muy claros que se formulen sus crite- estriba sobre todo en la renuncia a estructuras automáticamente
rios del gusto y sus pautas. repetidas, mecánicamente producidas, aplicables en cliché, aunque
en absoluto consisten en la falta de fórmulas complejas y exigentes.
Las grandes obras de arte giran en tomo al sentido de la vida,
2. Tipos ideales de instrucción las condiciones de la conditio humana, el precio de una existencia
digna del hombre; cuestionan la validez de valores que pueden ser-
Los conceptos del arte sublime, del arte popular y del arte del vir como criterios de la diferenciación entre el bien y el mal, lo mejor
pueblo son tipos ideales; en su pureza abstracta no se dan prácti- y lo peor. Su transcendencia se la deben no a la respuesta que dan
camente nunca. La realidad histórica se mueve entre sus mallas, y sino a las preguntas que hacen. Bajo su aspecto, los problemas del
la historia del arte casi no conoce más que formas mezcladas de individuo y de la sociedad aparecen en una perspectiva más amplia,
ellos. Tipos de arte como el jazz, el cine o el arte pop no pueden in- y las presuposiciones de la vida acertada en un contexto más com-
cluirse en ninguna de sus respectivas categorías. Todos ofrecen va- plejo; bajo su efecto uno se entiende mejor a sí mismo y a los de-
rios rasgos heterogéneos de los diferentes ámbitos del arte, separa- más. Impelen a uno a «cambiar de vida». Devienen motivo para
dos entre sí según la educación. La definición de casi cada ejemplo ' examinarse y juzgarse a sí mismo. ¿En qué iba a consistir su rigor,
concreto requiere una diferenciación más precisa de las categorías su elevado idealismo, el premio por el sufrimiento que raras veces
de las capas de instrucción que se suponen fundamentales. El ciu- nos ahorran sino en el sentimiento de que el «infierno» de donde
dadano Beethoven, el burgués Schubert, el rebelde romántico Schu- vela Lenin surgir una obra como la Appassionata, pueda conver-
mann, el gran burgués pomposo Brahms, el romántico tardío sen- tirse en purgatorio, si no en paraíso?
timental Tchaikovski, el intelectual desarraigado Mahler, el deca-
dente vástago de la alta finanza Richard Strauss, no son más que
descendientes congéneres, intercambiables, de la misma clase social. 3. Las obras de arte sublime
Y así como los miembros de la misma clase pueden tener un
equipo y dirección diferente según su educación, también los de El gozo que proporciona el arte sublime, augusto, grandioso,
la misma capa ilustrada pueden corresponder a distintos elementos no consiste de ningún modo en una vivencia que pudiera calificárse
sociales. Como la educación es un producto esencialmente social, sencillamente de «placer». Su recepción adecuada supone más bien
no puede hablarse de motivos y medios educacionales autónomos en una dura prueba, tanto intelectual como moralmente; requiere una
las actitudes como tampoco de sujetos fisiológica y psicológicamente entrega incondicional, el mayor esfuerzo y abnegación, la admisión
determinados que fuesen socialmente indiferenciados e indiferentes. de las necesidades de la vida y la reconciliación con ellas, una prue-
Hasta el desarrollo de las disposiciones y facultades de los animales ba, como ya se ha dicho, no sólo del examinando sino también del
examinador. Se supera y «se cambia de vida» al estar dispuesto, pese
700
701
,..
a toda la alegría que regala la belleza del arte, a aceptar cada vez l'· La doctrina de la supuesta «sencillez» de todo arte auténtico
más responsabilidad, a soportar cada vez más la conciencia de cier- proviene del pensamiento burgués-ilustrado nivelador, tendente a
ta culpabilidad e insuficiencia. En un momento cualquiera se se- la popularización de los valores culturales, y es signo del proceso
paran aquí los caminos de la minoría ilustrada y de la élite so- de racionalización, en cuyo transcurso pretendía desplazar el clásico
cial. Las capas superiores únicamente por su posición social no ' francés del siglo XVII al extravagante y raro manierismo del período
son en absoluto más apropiadas para soportar las necesidades y sa- . estilístico anterior, y que tendía a la lógica y sobriedad de la clase
crificios inherentes a la vivencia adecuada del arte sublime, la con- . media, a pesar de su orientación cortesana y de la conciencia de
ciencia de culpabilidad e inferioridad inherente a ello, que los gru- clase en parte aristocrática y en parte altoburguesa de sus porta-
pos inferiores, subalternos hasta en sus preferencias intelectuales. l dores.
Claro que los límites de la élite ilustrada son más estrechos f Las grandes obras de arte no corresponden ni al pensamiento
que los de la élite social, y los de los expertos artísticos más re- J· y gusto de la generalidad ni al entendimiento humano sencillo, in-
ducidos que los de la educación. La validez indudable del arte su-
blime, clásico, su ejemplaridad y claridad es, por lo tanto, una le-
yenda, incluso en lo que concierne a los instruidos. El gran arte es
raras veces claro y sencillo, y si figura como tal, no corresponde a
la denominación ni un criterio valorativo positivo ni otro negativo.
¡·
e
•.
genuo y sano. El clásico de la época de Pericles no era ya de ningún
modo propiedad espiritual de la mayoría, lo mismo que los momen-
tos culminantes posteriores del arte, el gótico o el Renacimiento.
Como es sabido, el mismo Pericles decía que la grandeza de Atenas
se debía más a las hazañas de sus guerreros que a los poemas de
Mas aunque la dificultad del contenido y la complejidad de los me- ¡ Homero. Los templos de la Antigüedad, las catedrales de la Edad
dios no representen en y de por sí ningún valor artístico, ·no por Media y hasta las iglesias del barroco puede que ofrezcan más pun-
eso dejan de ser más apropiados a la evolución que se realiza y que tos de contacto con la vida diaria, la fe, la sensibilidad y el pensa-
complica las relaciones interhumanas, que una representación sim- miento de sus contemporáneos que las obras de arte del presente;
plificadoramente clara y unidimensional de las relaciones, las cua- mas en ningún caso se han comprendido mejor. El gran arte no se
les son cada vez más equívocas e impenetrables, habida cuenta de
la tendencia actual de los procesos.· Dentro de una fase cerrada y
t
•.
aliena paulatinamente de una sociedad estratificada; es ajeno a ella
en cuanto parte de un monopolio cultural. En una sociedad seme-
continuada de la historia cultural, el desarrollo de las obras de arte jante sólo figura como auténtico el arte de la élite ilustrada; cual-
corresponde, pues, desde el primer momento, al principio de la com- quier otro, procedente de una capa de instrucción media o baja, pa-
plicación. rece inferior en relación con él, por notable que sea ideológicamente.
Si se prescinde de los procesos en la Antigüedad, las formas ar- J Únicamente el arte puro del pueblo, conservador de su originalidad,
tísticas son ya desde el gótico cada vez más diversas y complicadas, · aunque en parte represente un «bien cultural disminuido», logra
y se componen de elementos cada vez más heterogéneos y contra- .I producir formas artísticas auténticas, canciones conmovedoras, sin
dictorios. Wolfflin indicó especialmente la complejidad y simultánea r justificar naturalmente los derechos del romanticismo a este res-
dinámica de la visualidad en tiempos de la transición del clásico al pecto.
barroco, dando como ejemplo la representación de una rueda en
movimiento que, anticipándose en cierto modo al impresi?nismo,
pierde sus rayos'. Esta evolución no es, sin embargo, constante· 4. Tradición y vanguardia
mente progresiva; la rueda vuelve a encontrar sus rayos en el neo· ,.
clasicismo. Hasta el romanticismo, naturalismo e impresionismo no · Todo arte creador y significativo es estilísticamente avanzado y,
se vuelve al proceso de complicación. . en cuanto tal, popular, como dijo Ortega y Gasset. Siempre agrada
Únicamente a unos pocos; lo cual no significa en absoluto que no
quiera agradar ni entretener. Los momentos divertidos de una obra
1 H. Wi:ilfflin: Kunstgesch. Grundbegriffe, 1929, p. 24. importante no están, sin embargo, en ninguna oposición a su serie-

702 703
dad, a su rigor y dificultad, sino que más bien son inherentes a su bienes culturales solamente por razones de prestigio; de esta ma-
ser sublime. Mas en esta heterogeneidad del efecto artístico no se nera, al .menos funcionalmente, el arte sublime se convierte en po-
trata de un antagonismo dialéctico del tipo que existe, por ejemplo, pular. Formas culturales como la ópera o el drama serio pueden
entre la conservación de tradiciones capaces de evolucionar, fecun- perder su verdadero significado para el «público ilustrado», pero
das, y un vanguardismo creador, orientado a principios formales pueden seguir viviendo de su prestigio anterior. Cabe que se man-
fundamentalmente nuevos. Sin el antagonismo, el conflicto y el tenga el abono a los teatros de ópera como <<consumo ostentoso» y
equilibrio entre la continuidad y la discontinuidad del desarrollo no se prosiga la lectura de los clásicos como «distracción ostentosa»,
habría ningún arte auténtico que, para afirmar su identidad, tiene incluso aunque no exista ya ninguna correspondiente necesidad in-
que apoyarse ciertamente en la continuación de determinadas for- terior para ello. Pero no se trata ya del mismo fenómeno que en los
mas expresivas, pero que no puede persistir en su estática sin incurrir casos en donde las obras son recibidas por un público para el que
en un academismo estéril y en un puro epigonismo. van destinadas. Hasta quienes adornan las paredes de su casa con
A consecuencia de esta contradictoriedad de las condiciones, el preciosos originales en vez de oleografías baratas, a fin de causar
arte de la élite ilustrada aparece unas veces vinculado a su pasado, la impresión de un ambiente culto, viven a costa de medios espiri-
y otras variable y fundamentalmente progresista en el sentido de su エオ。ャ・セ@ atesorados, por muy buenos que sean los originales.
esencia creadora. Semejante fórmula de cambio de un extremo a otro
caracteriza támbién al arte del pueblo, que durante mucho tiempo
se aferra tenazmente a sus tradiciones, pero que las abandona luego
con sorprendente facilidad. La diferencia entre ambos estriba, sin
embargo, en el hecho de que el arte sublime conserva su calidad
tanto en sus formas tradicionalistas como vanguardistas, mientras
que el arte del pueblo, al abandonar sus formas tradicionales, no
sólo deja de ser lo que ha sido en general de ser tenido en cuenta
como arte. Mas ni las tradiciones ni el vanguardismo obstaculizan
de antemano el arte popular de las masas urbanas que, en cuanto
producto de la industria de entretenimiento, no conoce otra norma
que el cambio inofensivo de clichés temporalmente seguido con ri-
gor, el marchar al compás de la moda continuamente variable,
la avidez de las innovaciones, las cuales se favorecen con frecuencia
no para cubrir una necesidad sino para crearla.
Tanto el público del arte sublime como el del arte del pueblo
se reduce constantemente, y, a pesar, de la apariencia en contrario,
también disminuye el volumen y el papel de la vanguardia. La única
capa del público que aumenta continuamente y con una velocidad
extraordinaria es la de los partidarios del arte popular, cualitati-
vamente dudoso. Y crece no sólo a consecuencia del ascenso-de masas
antes desinteresadas en el arte, sino también como consecuencia de
la decadencia parcial de la élite anterior y de la depravación del
gusto, de la que no escapa por completo ninguna parte de la po-
blación actual de las grandes ciudades. Partes considerables de los
círculos sociales superiores mantienen un «consumo ostentoso» de

704 705
·consciente, acompañada de pautas críticas, es el origen del artefacto
3. El arte del pueblo artístico y, al mismo tiempo, de la desaparición del hombre natural.
Ni siquiera el arte más primitivo y espontáneo del pueblo es ya
«natural»; nace de necesidades culturales, aunque tenga condicio-
nes naturales.
Pese a su aparente parentesco, el arte del pueblo y el arte po-
pular tienen pocos puntos de contacto entre sí. Generalmente, el
arte del pueblo no es más que un calco del arte sublime, y los valo-
res que crea raras veces guardan una relación apropiada con la pér-
dida de calidad artística que experimentan los modelos en el proce-
so. La concepción que uno se encuentra a veces de que el arte des-
tinado al actual público de masas es la continuación del primitivo
arte del pueblo, se basa únicamente en el rasgo de lo «popular»,
común en apariencia a ambos fenómenos, concepto que, en realidad,
tiene cada vez un significado diferente. En sentido lógico, arte del
pueblo y arte popular son a lo sumo conceptos contingentes; puede
1. Teoría que tengan su origen común en el arte sublime, aunque de ningún
modo manifiestan su validez al mismo tiempo y por igual y ninguno
Lo ingenuo y lo natural de ellos lo continúan en ningún sentido. Evolucionan del arte de
No basta con mencionar el valor problemático de la producción los magos, sacerdotes y gobernantes en dos direcciones distintas. El
situada entre el arte sublimado de la élite ilustrada y el arte del arte del pueblo es relativamente sencillo, libre y atrasado, mientras
pueblo ingenuo y sin unión interior con ninguno 、セ@ ellos, セケ@ que ! que el arte popular es refinado a su manera, técnicamente avanza-
poner en tela de juicio la claridad, pureza y vahdez estetlca de セ@ do, aunque también vulgar, y cambia de la noche a la mañana,
la ingenuidad en el arte en general. La creación a:tística. del セオ・「ャッ@ . aunque raras veces para mejor. El arte del pueblo descompone o
tampoco es totalmente «ingenua», ・ョエイ。ュセ@ iューオャセv。L@ セi@ se- . simplifica los modelos del arte sublime, el arte popular los vulgariza
lección ni crítica. El arte empieza donde se reunen la mtencwn, el • o estropea.
medio y la habilidad. La configuración automática, sin ョゥセァ@ plan : Si por arte del pueblo se entiende la producción artística de la
que la dirija y sin ninguna crítica que la controle, no tiene nada población campesina inculta, efectuada sin modelos, y en este sen-
que ver con él. Ya no existe, si es que lo hubo alguna vez, el ᆱセッュM
bre sencillo, natural, de impulsos sanos y gusto no corrompido»,
que correspondería al ideal rousseauniano en el 。イエセN@
1
El buen ァオウセッL@ .•
tido ingenua y no refinada, destinada a cubrir las necesidades pro-
pias, entonces, en circunstancias determinadas y en ciertos períodos.
puede figurar como tipo primigenio de arte. Sin embargo, en el
«incorrupto», no es ningún don de la naturaleza smo una conquis- momento en que ningún grupo social se hace valer como estamento
ta de la cultura, y el buen arte, y el arte en general, lo desconoce 1 especial o como clase privilegiada junto a la población a la que per-
tenecen los productores actuales y virtuales de tal arte, y además
el hombre «natural», puramente impulsivo. No proviene del poder,
como suele decirse, sino del percibir, elegir y juzgar. Las construc- de los pocos que lo dominan y dirigen, no puede hablarse de nin-
ciones de los castores, los tejidos de las arañas y las pinturas de los guna capa social calificable de «pueblo», portadora de un carácter
· · entre inferior en relación con el resto de la sociedad y productora de
monos no son arte, por muy fluidas que sean 1。セ@ tranSICIOnes . a r·. ,
sus trabajos y el diseño y rechazo de las concepciones de un artist ' un «arte del pueblo» divergente del arte de los señores. Su noción
la planificación y acomodo de sus planes a los medios dados ..セ[@ P.resupone una estratificación social que falta aún en estas condi-
cultura en cuyo marco y por cuyas normas se desarrolla la creaciO Ciones.

706 707
El arte del pueblo conserva durante toda su duración sobre todo
propia, pero fuera de los distintos individuos concretos no hay nin-
rasgos de una praxis artística primitiva, comunal, en tanto ョセ@ se
gún substrato real que portase estas manifestaciones. Y si hay algo
pueda distinguir fundamentalmente entre productores y consumido-
así como una propiedad espiritual colectiva, tal como se puede ima-
res. Los límites entre ambos factores aparecen borrados セッ@ solo
ginar, por ejemplo, el arte del pueblo, lo cierto es que no existe
en el sentido de que el receptor puede convertirse en cualqmer mo-
mento en productor, sino también en el de que, por lo genral, son ningún creador supraindividual, homogéneo, espiritualmente inte-
desde un principio las mismas personas las que cumplen la fun- grado, a quien se pudiera atribuir el origen de las partes individuales
de esta propiedad.
ción de producir, recibir y reproducir.
El alma del pueblo es una construcción puramente psicológica;
puede atribuírsele un sentido exactamente definible, pero no ninguna
Hipóstasis de las actitudes de grupo actividad espiritual espontánea y autónoma. La creación artística
colectiva que no estuviera compuesta a base de aportaciones indi-
La circunstancia de que un grupo social no conste sencillamente vidualmente autónomas seria impensable en su proceso y en su
de un montón de individuos y la persona individual se comporte nexo. Su noción, en cuanto unidad indivisible, forma parte de ese
unida a él de una manera diferente a como lo hace cuando esté, mito del «genio del pueblo», que, según la opinión de Guillermo
separada de él, esto es, que como miembro del grupo 、・ウ。セイッャ@ Dilthey, es tan inútil para la explicación histórica de los procesos
rasgos comunes con los demás miembros y, de acuerdo con estos, espirituales como, por ejemplo, el concepto de la fuerza vital para
reaccione a las impresiones, es bien conocido y comprobado como las tareas de la fisiología'. La obra de arte es producto de un indi-
principio fundamental de la sociología. Tal como .se ha セッウエイ。、N@ viduo no sólo como totalidad final sino también en todas sus par-
resulta inadmisible, en cambio, hipostasiar esa actitud umforme de tes estéticamente diferenciables. Igual que tuvo que abandonarse el
grupo como fuerza anímica autónoma, セ・@」。コ 、・ウーャセ。イ@ una ca- alma del pueblo como portadora de una función artística, también
pacidad propia de pensamiento y de accwn, mdependiente de los hay que abandonar el concepto de clase o grupo social como per-
mie· mbrosi'ndividuales del grupo, tal como. han
l .enseñado . . la escuela , . sonificación del proceso creador. No sólo cada canción popular ais-
histórica para el espíritu popular y la psico ogia etmca romantica lada o cada versión de un cuento popular es producto de un autor
para el alma del pueblo y del grupo. De esta ウオ・イセL@ la Zセョ、オ」エ。@ individual, también las formas artísticas más impersonales, las va-
colectiva del grupo se presentaría no sólo como mamfestacwn d: l.a riantes más insignificantes de una canción y los adornos especiales
adaptación mutua de distintos temperamentos, カッャオョエセ、・ウ@ Y o?J:tt- más pequeños de una decoración por lo demás idéntica, proceden
vos, esto es, como mera función, sino como sus.tancia ontologica. de personas individuales. La sociedad, el estamento o la clase, la
En cuanto concepto científico racionalmente aplicable, al. alma. de ideología de una comunidad de intereses carecen de ojos y manos
grupo no le corresponde en realidad ninguna causa de ッョァ・セ@ smo f;,. para pintar, de oídos y pulmones para cantar, de vivencias y de vo-
un efecto final, ningún agente dado y activo de a.ntemano, smo el l luntad colectivas, lo mismo que el alma o el espíritu popular.
resultado visible a posteriori de acciones ya realizadas, las :ual;s , Solamente el individuo puede pintar, cantar, expresarse de una
se personifican debido a su compatibilidad. No se trata. aqu.I mas manera comprensible, aunque lo haga siempre «por encargo» y
que de un nombre colectivo que, en cuanto tal, nunca es iュ。ァAセ「ャ・@ como «portavoz» de un colectivo y desde un principio sea parte de
«antes» sino siempre únicamente «después» de la comprenswn de un grupo o portador de su espíritu, de una ideología que no puede
sus elementos. El alma de grupo consta solamente de factores que L revelarse de otra manera. Pero si se considera en este sentido la crea-
producen los miembros individuales del grupo a través de su coope- f· ción artística como actividad inseparable del individuo, no ocurre
ración y coordinación. El sujeto que viene a cuento como portador セ@ rrque se supone, por ejemplo, que la génesis de una obra de arte
de la adaptación mutua de unos momentos a otros carece tanto epende necesariamente de la efectividad de un ser inspirado y pre-
de realidad psicológica como biológica. Así que, a lo sumo, セ。ケ@
. d as, conec t ad as por una «lógtca» ·,'-'
acciones y reacciones coor d ma
1
G. Dilthey: Einleitung in die Geisteswissens·chaft, 1922, p. 31 y sig.

...
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709

____________________⦅NセM
supone la integridad e indivisibilidad de un espíritu mítícamente pueden ser, naturalmente, tan populares que al fin nadie pueda
dotado y movido. La inevitabilidad de la participación de una indi- decir ya quién los inventó, y debido a la repetición constante y a la
vidualidad en la creación de una obra de arte puede mantenerse adaptación continua adoptar un aspecto tan convencional que se
aunque uno no persevere incondicionalmente en el principio de la borren sus rasgos peculiares, individualmente condicionados. Mas
uniformidad y homogeneidad del factor creador. Las distintas facul- no por eso dejan de ser sus autores individuos, pues hasta el menor
tades espirituales, funciones, inclinaciones y objetivos de un indi- cambio en las figuras, como la torsión de una línea del modelo
viduo, reveladas en el proceso creador, la capacidad de concepción original o la sustitución de una palabra por otra en un texto por lo
artística y su ejecución adecuada, las habilidades técnicas, los cri- demás inalterado, es una empresa personal, aunque el innovador
terios del gusto, la autocrítica, la voluntad y el valor de corregir y no tenga la menor conciencia de haber emprendido y realizado algo.
acomodar, de adaptación mutua de los medios y del contenido ex-
presivos presuponen una división tan amplia de las formas de pro-
Romanticismo y psicoanálisis
ceder dentro de la dotación espiritual de la personalidad individual
como la diferenciación más meticulosa de los cometidos y de la Toda la teoría romántica del arte del pueblo se basa en un
división más específica del trabajo dentro de un colectivo por variada error de pensamiento: ignora que en la composición de una can-
que sea su composición. ción pueden participar ciertamente varios individuos uno tras otro,
La idea de una capacidad espiritual comunal como origen de pero no uno junto a otro, y que nace como resultado continuamente
creaciones artísticas es tan impensable como la de un artista que modificado de una adaptación paulatina, y no como la decisión
se expresara en formas totalmente personales, únicamente creadas unánime de una especie de comité de acción. Como todo estilo
por y referidas a sí mismo, sin pensar en ningún oyente ni obser- artístico y mental, el arte del pueblo es la creación de individuos
vador, en ningún público ni en ninguna comunicación entre el yo y la propiedad de muchos, y lo mismo que no existe ninguna obra
y el tú. Mas si el individuo piensa, siente y crea siempre en el con- de arte que represente totalmente un estilo histórico, tampoco hay
texto de un grupo, no existe fuera de él ningún principio que entre ninguna versión de una canción popular que pueda considerarse
en consideración como portador del pensamiento o de la creación la única decisiva, todas las versiones son lícitas y relevantes. El ca-
por el grupo. La idea de que la propiedad espiritual común de un rácter colectivo de las canciones populares consiste más bien en que
pueblo, sus usos y costumbres, convenciones e instituciones, su van de boca en boca en vez de en el fenómeno más raro de que
arte y su poesía, son creación de un esfuerzo espiritual común y se canten por muchos al mismo tiempo y de igual modo.
resultado del trabajo coordinado según un plan o de la improvisa- El romanticismo desvistió al arte del pueblo de sus rasgos histó-
ción colectiva, no es más que fantasía romántica. No existe ninguna ricos concretos, transformándolo en un fenómeno conceptualmente
norma moral o costumbre decisiva, ningún principio de fe 'O de de- indeterminado, indefinido por su génesis, a fin de poner de relieve
recho, ninguna idea artística o poética, que deba su origen a un su supuesto carácter universal y primigenio. A ningún producto del
impulso puramente colectivo, anónimo, completamente impersonal. espíritu humano se aferraron tanto las ideas irracionales de la filo-
Hasta el ornamento más sencillo, la canción de amor más corta y sofía romántica de la historia y del arte como en la epopeya, la can-
el cuento popular más ingenuo son creaciones individuales, aun- ción Y el cuento populares, los cuales, en la forma que los presenta
que se las apropie en un tiempo muy corto un grupo social y se el romanticismo, son más bien su invención que su descubrimiento.
conciertan en «arte del pueblo» por adopción, reproducción o va- Se necesitó bastante tiempo hasta que la ciencia consiguió liberarse
riación. No existe ningún alma popular que sea capaz y se sienta de la idea de un pueblo colectivamente improvisador y situado en
motivada a componer un poema o una canción, de inventar una un medio indiviso de la prehistoria, y darse cuenta de que todo pro-
historia o una decoración, o incluso de crear únicamente un nuevo ducto del arte del pueblo, toda canción popular y todo motivo de
giro lingüístico, una nueva imagen poética o la forma lingüística una canción tiene su hora y su lugar de nacimiento y su autor
extraordinaria más sencilla. Una canción, un cuento o un ornamento particular.

710 711
El llamado crecimiento ingenuo y natural, vegetalmente orgá- El público del arte del pueblo no es capaz ni apto de considerar
nico e instintivamente inconsciente del arte del pueblo era para el el arte como arte y juzgarlo según pautas formales, a diferencia del
romanticismo el prototipo del acto secreto de creación, del que jャ「ゥセッ@ del arte sublime, que valora el producto artístico como una
creían poder derivar todo lo artísticamente valioso. Los puntos de victona de su autor sobre una dificultad técnica y se interesa más
contacto entre romanticismo y psicoanálisis no son en ningún sitio por las vicisitudes inherentes a la creación artística que por el des-
tan evidentes como en la fetichización de este acto aparentemente tino del héroe ficticio en torno al cual gira la obra. Los portadores
oculto. La interpretación psicoanalítica de las formas espirituales del arte del pueblo ignoran por completo tales dificultades y los
tuvo en el arte del pueblo su campo de investigación más fecundo, autores del arte popular están precisamente orgullosos a menudo
y el folklore romántico no experimentó más estímulo ni confirma- de no haber dado nunca con ellas. El arte del pueblo parece estar
ción aparente por ningún método científico moderno que por el ya en relación directa con el inconsciente a causa de esta despreocu-
psicoanálisis. Evidentemente, la identificación del pueblo con sus pación formal.
poetas y cantores es más fuerte y duradera que la de los ilustrados
con sus dirigentes y portavoces espirituales. Es sobre todo en este
Arte popular y arte campesino
sentido en el que el arte del pueblo crea una situación importante
desde el punto de vista psicoanalítico. En esto radica el carácter co- La separación fundamental de la poesía popular respecto de la
munitario y se basa la popularidad de las obras. A la proximidad artística efectuada por el romanticismo en el sentido de que el arte
entre productores y consumidores del arte del pueblo se opone la del pueblo es algo crecido orgánicamente y trasplantado en el ca-
incoherencia y discontinuidad de su estructura interna. Y la incohe- mino de una tradición ininterrumpida, mientras que el arte de los
rencia de las ideas e imágenes que permite a menudo una mirada ilustrados es una actividad consciente y experimental de acuerdo
directa en lo inconsciente, deviene para el psicoanálisis una fuente con un plan, sigue siendo aún decisiva para Alois Riegl '. Al ex-
de información tan valiosa como la identificación total de los suje- cluir, en principio, del arte del pueblo todo lo que conlleva un ca-
tos receptores con los comunicantes. Por eso falta en las obras del rácte; ᄋセイッヲ・ウゥョ。ャ@ lo define sencillamente como trabajo e industria
arte del pueblo ese equilibrio de las contradicciones y esa ligazon domestica de los campesinos, quienes producen y consumen ellos
de las fisuras que predominan en las demás representaciones artís- mismos sus utensilios. Pasa sobre todo a la construcción campesina
ticas y borran las huellas delatoras de actividades mentales, impulsos セウ■@ セッュ@ a la ーイッ、オ」セ￳@ de Qセ@ mayoría de los utensilios para las
e inclinaciones inconscientes. Iglesias y obras escultoncas. Cierto, el pueblo participa evidente-
La particularidad del arte del pueblo reside principalmente en ュZョエセ@ en la producción del arte propio mucho más que la clase
la circunstancia de que, pese a su necesidad, la influencia del indi- senonal セ@ la población urbana en estrecho contacto con ésta, pero
viduo se reduce a un papel relativamente pequeño, y que, en cuanto la mayona de las representaciones figurativas, las tallas y grabados
portador del proceso artístico, es representante de los objetivos ar- que adornan sus aposentos, los objetos institucionales de las iglesias
tísticos uniformes de su grupo en un sentido mucho más riguroso de aldea y de los lugares de peregrinación, proceden en su mayor
que en el caso del autor o receptor de las obras de arte sublime. Pues parte de artesanos que, por lo general, provienen del pueblo pero
aunque el elemento ュセウ@ pequeño de una canción popular o de un que. apenas pueden incluirse en el pueblo en el sentido de ese es-
tudw.
trabajo artesanal campesino es un producto individual, también
es cierto que sus formas más complejas están constituidas de tal セゥ・ァャ@ se aferra también a la teoría romántica acerca de la homo-
manera que cada miembro de la comunidad puede sentirse como feneidad del espíritu popular e insiste en que las formas tradiciona-
autor suyo. Y aunque una canción popular no pudo ser compuesta セ@ de arte son propiedad común de todo el pueblo y no de una
por cualquier miembro de la comunidad, ocurre que los talentos e ase especial. No ve que sólo puede hablarse de un arte del pue-
son, en verdad, individuales, pero los intereses espirituales y las
2
vivencias expresadas son comunes y se repiten constantemente. 'Alois Riegl: Volkskunst, Hausfleiss und Hausindustrie, 1894.

712 713
blo ante la existencia de diferencias de clase y de educación Y úni- puede relegarse al fondo, mas no por eso deja de ser una de las pre-
camente en contraste con el arte de capas de instrucción no perte- !fpposiciones de toda actividad artística. En ningún caso puede
necientes al pueblo. El arte del pueblo no es ningún arte de comu- haber existido el arte en un estado natural alejado en la historia.
nidad sino, como la producción artística en general, un arte de cla- La necesidad de arte, la habilidad y los valores artísticos son fe-
se 0 de grupo social. Cabe que en la identificación de arte del pue- pómenos históricamente condicionados que sólo pueden manifes-
blo con arte campesino Riegl haya sido inducido a error por la tarse tras la conclusión de una evolución puramente instintiva y
circunstancia de que el arte moderno del pueblo proviene en su el comienzo de una planificación y organización conscientes de las
mayor parte de los campesinos. Pero aunque todo arte del pueblo actividades individuales.
fuese arte campesino, no todo arte campesino podría figurar como Igual que con el arte campesino, el arte del pueblo tampoco
arte del pueblo. En el Neolítico o en la época de las migraciones puede identificarse con el arte provincial. Su contraste con el arte
de pueblos, como ya se observó, puede hablarse por cierto de una de las ciudades y de los centros culturales orientados por ellas es,
cultura y de un arte campesinos, mas apenas si puede hablarse de por cierto, una de sus características más salientes, mas en modo
un arte del pueblo en sentido propio puesto que junto al arte de alguno es un arte de tendencias urhanas ni tampoco puede serlo.
los campesinos, la gran mayoría de la producción activa, no existe El arte provincial, a diferencia del urbano, depende continuamente
ningún arte señorial, a no ser en forma de objetos de adorno para del gusto de la gran ciudad y, debido a esto, va marcado por los
los campesinos ricos y unos cuantos gobernantes, objetos que, por huellas de un sentimiento de inferioridad. También el arte del pue-
el tipo, no se diferencian de los demás productos del arte campe- blo está influenciado, naturalmente, por el arte superior, practicado
sino. Pero si falta la diferenciación social y educacional que forma en los monasterios, cortes y ciudades, pero no lo imita consciente
parte del concepto de arte del pueblo, entonces hay que calificar e intencionadamente. Cabe que sea un arte de segunda mano, pero
a toda la producción artística de la época como «arte del pueblo», no uno que quisiera competir e identificarse con otras direcciones
con lo que se oscurece así el verdadero sentido del concepto. artísticas.
En la posesión del arte propio y de las tradiciones culturales
propias, el pueblo se halla aún fuera de la economía industrial y
Cultura comunitaria de tráfico competitiva y no persigue ningún arte particularista, fun-
· Apenas puede pensarse ya en una «primitiva cultura comunita- l damentalmente distinto al de las otras capas sociales. «Nunca hubo
ria» en los tiempos de las invasiones nórdicas, por ejemplo, cuando J un arte del pueblo consciente, esto es, intencionalmente creado»,
las tribus campesinas germánicas eran las portadoras de la cultura, afirmaba con razón un importante folklorista '. El hecho de que
puesto que se ha roto ya la actitud anímica subyacente a semejante la mayoría de las canciones populares no se compongan en dia-
cultura, aunque aún faltan las distintas capas de instrucción en el i lecto sino en la lengua literaria', muestra mejor que nada lo libre
sentido posterior. Es dudoso, además, que haya existido nunca tal f
«cultura comunitaria» según la imagen romántica de Hans Nau-
mann ', y que la noción de cultura no incluya de antemano, más
r que es el pueblo de toda vanidad y partidismo. Las canciones en
dialecto proceden en su mayor parte de poetas profesionales que
creen tener que descender al pueblo, mientras que el pueblo, cuando
bien la de una división de la sociedad. La fase evolutiva en la que
ーオ、セ@ aparecer la poesía, tal como nosotros la entendemos, エゥセョ・@
que haber emanado ya del estado de esa comunidad. Pues es ;m·
t compone poesías, no se ofrece «naturalmente», como opinaban los
románticos, sino que se presenta emocionar y lingüísticamente en
el traje de los domingos •.
pensable que se compusieran poesías antes de poder tener concten· .·
cia de sí mismo como individuo y querer diferenciarse de los セM・ᄋ@ :R. Forrer: Von alter und iiltester Bauernkunst, 1906, p. 6.
más. Como ocurre siempre en el arte del pueblo, la individuacto!l • C!. Eduard Wechss1er: Begriff und Wesen des Volksliedes, 1913, p. 13.
H. Mor!: «Das franz. Vo1kslied>>, en Dichtung und Sprache der Roma-
nen, II, 1911, p. 90.
3 Hans Naumann: Primitive Gemeinschaftskultur, 1921.

714 715
,.
«Bien cultural dii!'itninuido» como una cosa de por sí, sino también de la facultad de distinguir
La representación del arte del pueblo como. un ᆱ「ゥセョ@ cultural lo mejor de lo menos bueno en arte. Es sabido que, cuando se le
disminuido» se ha convertido en un lugar comun. Nadie duda ya pide que cante, el campesino ofrece siempre todo su repertorio y
de que temas 0 motivos aislados, 、ゥイ・」ッョセ@ estilísticas y figuras wezcla verdaderas canciones populares con imitaciones pobres o
coplas ajenas al pueblo 9 •
formales, elementos sentimentales e intelectuales de la 」オャエイセ@ su- セ@
perior descienden y devienen propiedad del arte del ーオ・セャッN@ s・ァオセ@ la , La ignorancia estética del pueblo no significa, sin embargo, que
opinión hoy generalmente difundida, el pueblo es ・ウョ」ゥ。セュエ@ Im- todo lo que produce en poesía, música y decoración sea artística-
productivo; apenas produce artísticamente, sino アオセ@ ュ。セ@ bien re- wente inferior. La famosa frase de Émile Faguet: «La littérature et
produce. Opiniones de que «no puede 」ッセーョ・イL@ s:no セッャ@ armo- l'art ne sont pas populaires qu'a condition d'etre médiocre» 10, es
nizar o a lo sumo variar, de que no crea smo que ehge» , o de que tan reductora únicamente porque barre de un modo tan radical
la mayor parte de las canciones populares no son más アオセ@ plagi? ', la leyenda romántica acerca del arte del pueblo. Más correcto se-
se explican en parte como meras reacciones contra la teona roman- ría, empero, el juicio de que el pueblo es ciertamente inseguro en
tica del arte admitida en este respecto por la crítica socialista del su gusto, pero que en su creación artística no sólo se rige por el
arte a pesa; de su ideología realista. La estimación del arte del セ@ gusto. Incluso en la hipótesis de tal creación acrítica, hay que guar-
pueblo fue de siempre un asunto político, y de acuerdo con el 」。セーッ@ darse en efecto de atribuirle al pueblo facultades que le impone
en que se esté, se interpretan ャセウ@ mismos. セ。ウァL@ como, por ejem- un poder e inteligencia superior. A saber, el hecho de que en su
plo, su renuncia a la particulandad y ongmahdad, unas veces en impulso creador, y ante su timidez simultánea por ultimar, adopte
sentido positivo y otras en negativo. Pero, en todo [セウッL@ ・セ@ poeta formas tradicionales que con frecuencia no sabe apreciar acertada-
popular, se considera bajo el aspecto que sea, es el tipico diletante mente, no significa que estas formas caigan del cielo. También
a quien se le ocurren toda clase de modelos tan pronto 」ッセ@ se proceden de rendimientos individuales, y en el arte del pueblo
atreve a componer poesías. No puede liberarse de las. canciOnes, habrá de reconocerse la acumulación de tales trabajos de primera
imágenes y giros que se le han grabado en la .memona; mas s.u o segunda mano, según que se vea en él creaciones originales, con
ambición tampoco está en la originalidad. No tiene que 」ッュ「セエゥイ@ los defensores de la teoría productora, o repeticiones más groseras,
ninguna competencia ni necesita ninguna propaganda. La doctrma con los representantes de la teoría receptora.
del «bien cultural disminuido» incluye la tesis del retraso 、セャ@ arte La moderna investigación de canciones populares llevó a des-
del pueblo. Desde el punto de vista de la historia del estilo va cubrimientos que demuestran que, en su mayor parte, las canciones
un período de tiempo más o menos largo por detrás del arte de los populares son «canciones artísticas en boca del pueblo». No obs-
ilustrados y expertos, y en las primeras fases. de su 、・セ@ arrollo no se J tante, sólo puede hacerse valer la teoría receptora con ciertas limi-
taciones. Sobre todo hay que suavizar el contraste demasiado brusco
dispone a menudo de otro criterio para su tipo especial que el del
entre arte «sublime» e «inferior», «culto» e «inculto», arte para
retraso. d ·¡
Al popularizarse, el arte de la élite ilustrada pier e no ウセ@ o su
modernidad sino también su calidad estética. El pueblo no solo se
aleja de él al juzgarlo por normas inapropiadas a su ser, .sino tam-
¡ expertos y arte para el pueblo. En este contexto hay que imaginarse
también los procesos, igual que en la historia en general, como cami-
nos con pasos, puentes y veredas laterales, en vez de accesos direc-
bién por la praxis, creando objetos artísticos que ウ￳ャセ@ 」ッョゥ「・Nセ@
tos. La concepción positivista de obras de arte sublime no eleva
«arte» los ilustrados; el pueblo mismo los produce sm la 」セョゥ・@ セ・ューイ@ al nivel más alto. Y no sólo son los discípulos y epígonos
de crear algo que trasciende los límites de sus formas de vida Y sus los que pretenden hacer accesible a un público más amplio las obras
necesidades diarias. El pueblo carece no sólo del concepto del arte de un artista difícil al precio de algunas concesiones; los mismos

7
W. Tappert: Wandernde Me/odien, 1868, p. 38. ' C!. Henri Daveson: Le Livre des Chansons, 1946, pp. 26¡27.
10
s Gabriel Vicaire: Études sur la poésie populaire, 1902, P· 80. F:mi!e Faguet: Politiques et moralistes, I. p. 167.

716 717
maestros, por rigurosos e intransigentes que sean, pueden allanar obras, ya se trate de un motivo original o de uno prestado. La ver-
ya el camino de una popularización complaciente a lo largo de su ,,f;tadera pregunta que hay que responder dentro de este contexto no
propia creación. gira, sin embargo, en torno a las características que presenta el arte
del pueblo, sino más bien en tomo a las cualidades que ha de reunir
una obra de arte de los ilustrados a fin de que el pueblo la adopte o
Poesía artística y poesía popular
varíe.
El romanticismo indicó ya los límites fluidos entre poesía artís- Otro de los problemas estriba en la influencia del arte del pue-
tica y poesía popular. A este respecto, Achim von Arnim observó blo sobre el de las capas ilustradas superiores. Es indudable el he-
en una carta a Jacob Grimm que no existía «poesía natural» abso- cho de que la canción y la música popular puede influir de vez en
luta, porque, como él decía, «no hay ningún momento sin histo- cuando de una manera decisiva en la poesía artística y en la mú-
ria» ". Mas por «historia» entendía él esa esfera de transiciones sica seria de los expertos y maestros, y que además de un bien cul-
y mediaciones en donde la cantidad puede transformarse en una tural «disminuido» también puede hablarse de otro bien cultural
calidad nueva y donde se ha de aplicar con el mayor cuidado la ascendente. Las melodías populares las han utilizado representantes
diferenciación fundamental entre alto y bajo, natural y artificial, auténticos de la música clásica, como Haydn, Mozart, Beethoven
espontáneo y convencional. El estado natural termina con el co- y Schubert, sobre todo como temas de variación, tan a menudo como
mienzo de la historia en cuanto elemento real de la existencia huma- utilizaron temas de la música popular los últimos románticos, so-
na. Desde ese momento sólo hay transiciones entre naturaleza y ar- bre todo en el ámbito cultural de Europa Oriental. Mas prescindien-
tificialidad, impulso y finalidad, disposición y adaptación. Una no- do de los casos en que el arte sublime sólo se apropia de lo que le
ción del arte del pueblo correspondiente a este sentido no se puede perteneció originariamente y se tomó de él, en la influencia del
obtener ni por la teoría de la producción ni por la de la recepción. arte del pueblo sobre su configuración, lo mismo que en sus influen-
Ambas marcan con demasiada precisión el límite entre espontanei- cias externas en general, no se trata de ningún estímulo realmente
dad y convención. En ambas son más o menos irreales y románticos creador sino tan sólo de una oportunidad de renovación interior-
los conceptos utilizados, pues también la teoría de la recepción mente actual y realizable. También en Béla Bartók el descubrimien-
se refiere al mito de una fuerza creadora de funcionamiento no セ@ to y utilización de la música popular húngara fue en parte expre-
dialéctico, que se toma sencillamente del patrimonio intelectual de r sión de su propia voluntad artística, en la que se revelaba su rechazo
la élite ilustrada y se transfiere automáticamente al pueblo. Sin em- del romanticismo tardío y su interpretación parcialmente negativa
bargo, la validez de esta teoría está limitada en realidad por la cir- del impresionismo. Tanto la elección que efectuó entre las cancio-
cunstancia de que la adopción de las formas y motivos por el arte nes aldeanas halladas como la formulación que recibieron en sus
del pueblo va siempre unida a condiciones especiales. La recepción 1 composiciones era tan peculiar y creadora que, desde entonces, se
no sucede en absoluto mecánicamente, sino que permite reconocer セ@ ha aprendido a oír a su manera toda la auténtica música popular
ciertos principios de selección, de suerte que uno se siente una Y . húngara. Por tanto, también es difícil trazar en la línea ascendente
otra vez impulsado a preguntar por qué puntos de vista se efectuó el límite entre recepción y producción. Pero esté donde quiera, el
el préstamo. A pesar de toda la adaptación, la parte productiva del mero hecho de que el arte sublime reciba estímulos del arte del pue-
proceso no es en modo alguno insignificante, y la lógica de la trans- blo no demuestra en y de por sí casi nada respecto al valor artístico
formación a que somete el pueblo lo recibido del arte superior es de las formas que motivan los estímulos. Para el verdadero artista
evidente. No es fácil decir en qué consisten los criterios formales t' son fecundos los moti\'fos más diferentes, mientras que en artistas
del arte del pueblo, pero sí es bien claro el tono popular de las , de categoría distinta los mismos estímulos e influencias varían de
セョ@ 」セウッ@ a otro. El estilo húngaro de Liszt y el idioma musical de

セ@
11 Carta del 14 de julio de 181 ], citada en R. Steig: Achim van Arnim und

Jacob Grimm, 1904, p. 134.


artok no tienen en común más que un titulo superficialmente
generalizador.

718 719
La canción popular se diferencia del modo más claro. de la ar. ¡nado de creación del poeta agraciado por Dios. Ambos conceptos
tística de la que puede partir o a la que puede conducir, por su
mayo; difusión, de un lado, y por la homogeneidad de los grupos
sociales interesados en ella, de otro. Cierto, también el arte sublime
t vienen del legado espiritual de Herder, que fue el primero en
abiar de una «poesía natural» en el sentido de manifestación in-
genua e inconsciente del pueblo, que habla y compone poesías lo
se rige por los deseos de una capa social más o m:nos homogénea, JIIÍsmo que canta el pájaro y crece y florece la planta. Así, pues, el
pero siempre apela al individuo dentro, d:
esta オュ、。セL@ Y se _refiere rasgo más característico de la poesía artística siguió siendo, para el
a vivencias sensaciones y estados de ammo que lo d1ferenc1an de tofllanticismo, la espontaneidad e ingenuidad atribuidas por Herder
los demás :Uiembros del grupo y aumentan su especial sentimiento a la poesía popular. Sin embargo, los románticos se dieron cuenta
de personalidad. El arte del pueblo, por el contrario, sólo expresa de la limitación e insuficiencia de este punto de vista. Como ya
contenidos anímicos del patrimonio común o que pueden devenir .econoció Charles Lamb, «el poeta sueña estar despierto, no está
propiedad de todos. Esto significa, sobre エセッL@ que es un 「ゥセョ@ s.in dominado por su objeto sino que ejerce dominio sobre él». Malraux
dueño, y que ningún individuo puede o qmere hacer valer nmgun 00 hace sino cambiar el pensamiento cuando dice: «El niño se
derecho de propiedad sobre sus creaciones. Las obras no son nece- conduce a menudo artísticamente, pero no es ningún artista, pues
sariamente anónimas, pero sí son siempre impersonales. Cabe que está dominado por su talento, en vez de dominarlo». En este sentido
en tal o cual aspecto y en tal o cual fase evolutiva sean originales, afirma Marx que la circunstancia que distingue al peor arquitecto de
pero en modo alguno persiguen la originalidad. El mayor conven. la mejor abeja estriba en que él tiene ya en su cabeza el plano del
cionalismo del arte del pueblo no depende, en todo caso, ni de un edificio que va a construir. En contraste con el artista consciente,
mayor sentimiento comunitario y solidario, アセ@ _el 」。ューセウゥョッ@ 。セ・ᆳ prudente y metódico, el pueblo, en cuanto productor de obras de
nas siente nunca, ni de la falta de toda ambJCwn y vamdad, smo arte, pertenece a la misma categoría que el niño, el hombre primi-
únicamente del papel especial que desempeña el arte en su vida. tivo, el psicópata y el animal. Todos estos seres que obran instinti-
Como, por lo general, el arte del pueblo セッ@ es ningún セ・、ゥッ@ de セL@ vamente no son más que vehículos y no directores de su talento.
subsistencia ni ningún objeto de competencia y, por eso, esta exento Mas sería erróneo suponer que la improvisación del cantor del
del exagerado subjetivismo de la intelectualidad, no se siente como pueblo es totalmente ingenua y una manifestación completamente
una manifestación de la personalidad, aunque a menudo vaya pro- instintiva y espontánea. La elección de fórmulas fijas, motivos tra-
visto de rasgos personales. Ya se sabe lo mucho que gusta a la gente ' dicionales, giros típicos, epítetos firmes, metáforas e imágenes repe-
del pueblo escribir nombres y fechas en sus ッ「セ・エウ@ 、・」ッイセウL@ J aun- tidas, principios y finales estereotipados de determinados episodios,
que carezcan de interés por estatuas y otros objetos que s1rven ーセイ。@ ¡ se basa en juicios que los han hecho materia de elección. Sólo se pue-
acentuar la personalidad 12 • También existen a este respecto セゥヲ・ᆳ de improvisar eficazmente donde la descripción se puede componer
rencias históricamente condicionadas entre las distintas comumda- a base de pequeñas porciones que existen ya terminadas 13 • Las
des del pueblo; y lo mismo que el individualismo ・セ@ la capa supe- fórmulas poéticas no devienen convencionales después de haberlas
rior la conciencia de la personalidad se forma tamb1en en el pueblo improvisado; no pueden improvisarse sino cuando se apoyan en
de セ」オ・イ、ッ@ con las condiciones respectivas. Por su posición, los cam- convenciones que se han hecho ya fijas. Esto es igualmente caracte-
pesinos viven todavía en su unidad homogénea medieval, Y en ッセイウ@ rístico para el procedimiento de los rapsodas homéricos como el de
paises se aproximan a 1as farmas de VI'd a d'f 1 erenc1a · d as y d1'námJCas los cantores kirguises y servocratas 14 , Pero la prueba más contun-
del proletariado industrial urbano. ]'
1
La improvisación es el concepto alterno de la inspiració_n ay Í
cable al arte del pueblo, con la que el romanticismo des1gno e 13
John Meier: Werden und Leben des Volksepos, 1909, p. 13.
54o" George Thomson: Studies in Ancient Greek Society, I, 1949, pp. 527-
12 A. Haberlandt: Gedanken über Vo lksk unst. D te _' ・セ@ den Künste,. 1Ii,
. b'ld o. ' , p · - Albert B. Lord: The Singer of the Tales, 1964, pass. - Milman
1919, p. 230. - Karl Spiess: Bauernkunst, ihre Art und thr Smn, 1925, P arry: The Making of Homeric Verse, 1971 pass.

720 721
dente de la artificiosidad de su método es precisamente esta utiliza- 2. Historia
ción irreflexiva de fórmulas acabadas, es decir, lo que a los ojos de
Neolítico
los románticos parece demostrar su naturalidad.
Pese a su formalismo y convencionalismo, la poesía del pueblo Por muy evolutivo que sea un arte del pueblo mantenido en la
no es totalmente incapaz de evolución ni estacionaria. Cierto, los práctica, es dudoso que se pueda hablar en absoluto o con las li-
distintos giros de expresión se repiten, pero la estructura de las mitaciones que sea de una historia continuada de la actividad ar-
piezas enteras está sometida a un cambio continuo. La canción tística del pueblo. Debido a las lagunas sensibles que ofrece el ma-
popular se encuentra en un estado fluctuante y セオョ」。@ sale セ・@ :sta terial disponible, su historia completa es ya irreconstruible. Mas los
condición. No tiene ninguna forma permanente, smo que, mas bren, productos existentes también se han mantenido peor que las obras
cada una de sus versiones representa un estadio de transición. En destinadas a las capas superiores o incluso a la Iglesia, y hasta los
la poesía popular nunca ocurre esa interrupción de la corriente evo- conservados relativamente bien no siempre se pueden aplicar con
lutiva que se efectúa en el arte de los maestros con cada obra im- seguridad al pueblo. Con frecuencia apenas resulta comprobable si
portante. Debido a esta continuidad puede figurar en cierto respecto nos hallamos ante el producto de un chapucero, de un provinciano
como el medio ejemplar de la historia del arte. El desarrollo y cre- rezagado o de un artista del pueblo. Debido a estas lagunas y difi-
cimiento de la poesía popular sólo puede detenerse artificialmente, , . cultades de atribución, y a pesar de la circunstancia de que las dis-
al sacar una de sus diversas versiones. En este sentido declaraba ya tintas tendencias estilísticas se mantienen en él generalmente por
Steinthal que «poesía del pueblo» es un nomen actionis y un fenó- más tiempo, el desarrollo del arte del pueblo parece proceder más a
meno parecido al lenguaje, que cambia incesantemente. Así que saltos que los otros géneros de arte. Catástrofes culturales o conmo-
tampoco puede hablarse de la forma auténtica de una canción po- ciones de las normas espirituales que influyen tan a menudo el estilo
pular; cada una de sus versiones es tan importante 」ッュセ@ セ。@ ッエイセN@ de vida de las capas superiores y amenazan su papel dirigente, no
Bajo este aspecto representa lo contrario de lo que la estetiCa cla- penetran por lo general en las capas inferiores y apenas obstaculi-
sica relaciona con el concepto de obra de arte. Mas no por eso la zan la prosecución de sus tradiciones. Pero el hecho de que las
distancia entre una obra del arte del pueblo y otra del arte sublime obras del arte del pueblo no se incluyan sin más en las categorías
deja de ser menor de lo que a primera vista pueda parecer. Pues, de la historia general de los estilos, que con frecuencia sólo sean da-
por un lado, las obras de lbs maestros más grandes conservan tam- tables incidentalmente y, como se ha afirmado, «no presenten el
bién rasgos de esa casualidad y variabilidad que presentan las for- ritmo de los estadios primeros, altos y tardíos» ", no significa en
mas del arte del pueblo, de suerte que hasta al nivel más alto cada absoluto que estén exentas de toda historicidad. Aunque el ritmo
solución es una de las muchas soluciones posibles, y tal vez no de la historia aparezca en ellas menos articulado que en los otros
siempre la mejor para el artista. Por otro lado, la obra de .arte セ。ᆳ géneros, ello se debe a que determinados resultados de la historia
bia a cada nueva interpretación de su sentido, contenido イ、・ッャ_ァセ」@ del arte se adoptan ya acabados y, por consiguiente, se saltan cier-
y valor, incluso aunque parezca haber .recibid.o de su 。セエイ@ la umca tas fases de la evolución.
forma auténtica. Las distintas generaciones siguen escnbrendo poe- Lo mismo que la atemporalidad y la ultrahistoria, también la
sía, pintando y componiendo en las obras de ャッセ@ maestros, lo mismo primitividad del arte del pueblo es una pura leyenda. Cabe que sus
que el pueblo continúa transformando sus canciones yNセオ・ョエッウ@ pオセᆳ comienzos sean antiquísimos, mas la tesis de que se halla a la ca-
-de considerarse este trabajo de siglos como una sucesion de renaci- beza de la historia del arte y que las literaturas nacionales comien-
mientos, pero, si se quiere, también de intervenciones destructoras, ,Y zan siempre con un período de poesía popular'", está aún por de-
concebirse las aportaciones de la posteridad, lo mismo que la poesJa mostrar y apenas podrá demostrarse jamás.
y el canto del pueblo, como un proceso de descomposición. 15
H. Karlinger: Deutsche Volkskunst, 1938, p. 9.
16
R. v. Liliencron: Hist. Volkslieder, l, p. XIII.

722 723
f'
Los monumentos de arte más antiguos que se conocen no per- ., pas sociales superiores hasta la época de las invasiones de los bár-
miten deducir ningún origen definido de clase de la actividad artís- _￳セ■j[ᄀ。イッウN@ Pero ahora constituye el origen de una dirección artística
tica. Los motivos casi exclusivamente figurativos de las pinturas ru- de 、ゥセオョ@ ?.eneral. Cuando se afirma que tras la decadencia de
pestres del Paleolítico no indican, en ningún caso, ningún estilo una CIVIhzacwn urbana la renovación parte del pueblo «fresco», in-
popular en el sentido posterior. Hasta el Neolítico no encontmmos ャッZイオセ@ Y ウ。セッL@ _no se hace generalmente más que expresar la ad-
utensilios domésticos decorados, oriundos, como los productos del Jiuiracwn イッセ。ョエゥ」@ por el mistificado estado natural. Tampoco es
arte del pueblo de cada época, del trabajo doméstico y cuyo estilo otra cosa calificar el estilo geométrico de Dipylon de «punto de par-
ornamental geométrico de desorganización y esquematización de las ..tida del arte helénico» ". Pues, en cuanto manifestación funda-
formas naturales también da pruebas de un arte de este género. Es Ajセョ・エ。ャ⦅ュ@ dis:inta del arte oriental, éste no procede en absoluto
verdad que se carece de una explicación totalmente satisfactoria del セウエiッ@ decorativo geométrico sino del tardío arcaísmo, de su sus-
de la continuación del estilo geométrico en el arte del pueblo. El ra- tanc¡ahdad, corporeidad estatuaria y tendencia a la fidelidad natural.
cionalismo, que nace con el cambio de la vida irregulaí de los pri- De una manera totalmente distinta a esta situación se constituye
mitivos cazadores y colectores a la economía organizada de los ga- por el contrario, la relación entre el geometrismo del arte de ャ。セ@
naderos y agricultores, explica a lo sumo el paso del naturalismo a inigraciones nórdicas y de la evolución artística de la Edad Media
la estilización, pero la pervivencia del geometrismo como forma posterior. Igual que los materiales épicos pasan de las representa-
especial suya sigue sier do un problema. Lo mismo que Bartók de- ciones romanas tardías al arte cristiano-occidental el arte cristiano
duce las características estilísticas de la música popular húngara crea el principio de la belleza lineal 。「ウエイ」ッMョセュ・ャ@ de la ar-
de orígenes asiáticos, se reclaman también motivos milenarios para tesanía セ@ la セーッ」。@ de las invasiones, y se mantiene fiel al principio
otros géneros del arte del pueblo, como, por ejemplo, la ornamenta- de la estihzacwn al retener los materiales épicos.
ción del arte campesino rumano y se vinculan con formas decorativas Georg Dehio califica el arte de las migraciones sencillamente de
neolíticas; pero sólo hay que conformarse con suposiciones". El \セ。イエ・@ de,! セオ・「ャッᄏL@ aunque en realidad era un arte campesino, la prác-
parentesco estilístico del arte del pueblo antiguo y moderno, que tica art1st1ca de las tribus campesinas que invadieron Occidente
cubre una distancia de seis a siete mil años, no se basa evidente- vinculadas culturalmente a la producción primigenia. Si se 」ッョウゥセ@
mente ni en una tradición ininterrumpida y propagada ni en una dera el arte campesino en sí como arte del pueblo o éste como una
disposición anímica continua, sino en el parecido de las condiciones produ?ción 、・ウエゥョ。セ@ de antemano a los campesinos, entonces pue-
de existencia bajo las que han vivido los portadores de esta continui- de cahficarse sumanamente el arte de las invasiones como arte del
dad. Durante los procesos generales, revolucionadores de la estruc- ーオセ「ャッN@ Mas si por arte del pueblo se entiende una actividad no pro-
tura de la sociedad, no han cambiado tan poco las formas de vida fesiOnal y no practicada por especialistas, apenas podrá figurar como
de ninguna clase como las del campesinado, de acuerdo con la cir- tal. Como la mayoría de los productos llegados hasta nosotros pre-
cunstancia de que en ninguna rama de la industria influye menos el suponen una habilidad artística por encima del nivel del diletantis-
desarrollo de los medios de producción y las metamorfosis del capi- セッL@ es impensable que los produjesen gente sin formación profe-
tal en los métodos de producción que en la de la agricultura practi- Sional Y sin práctica, y gente que no se dedicase principalmente
cada por los campesinos. a esta actividad. Indudablemente los germanos de la época practi-
c.aban todavía parcialmente la artesanía como industria domés-
tica; mas la producción de los objetos ornamentales conservados
La época de las invasiones nórdicas
ィ⦅セウエ。@ nuestros días en ningún modo pudo practicarse como ocupa-
En todo caso, el arte del pueblo no parece haber ejercido nin- Clan secundaria.
guna influencia claramente determinable sobre el arte de las ca-

17 A. Tzigara Samucras: L'art du peuple roumain, 1925. " Karl Spiess: Bauernkunst, ihre Art und ihr Sinn, 1925, p. 282.
Edad Media ciones pertenecen a la categoría de la canción (Lied). La canción
Igual que la orfebrería, tampoco mantenía ninguna relación con \popular representa también el género en el que pensaron sobre todo
el pueblo la opesía de la primera Edad IVJ,edia, que la historia ro-
Jos románticos cuando hablaban del arte del pueblo, y en torno al
mántica de la literatura suele denominar «épica popular». Como cual ha girado la controversia entre los representantes de la teoría
la epopeya homérica, no tenía nada que ver con el pueblo común de la producción y de la recepción. En ningún género resulta más
e ingenuo ni por sus autores ni por sus receptores. Los cantares y fácil comprobar las huellas de los préstamos procedentes de la poe-
poemas épicos de donde procedía la epopeya medieval, igual que la sía artística y en ninguno se manifiesta con más claridad el talento
griega, constituían la poesía clasista más pura que haya.producido artístico del pueblo. En él se dan los plagios más burdos, pero, al
jamás una clase señorial. Originariamente no eran cantados ni di- mismo tiempo, también las inspiraciones poéticas más atractivas.
f{ans Naumann, el defensor más radical de la teoría receptora, re-
fundidos por el pueblo, ni tampoco iban destinados al pueblo ni
conoce las formas primitivas postuladas de la lírica, las primitivas
estaban adaptados a sus intereses e ideas. Eran por entero poesía ar-
canciones de trabajo, cantos nupciales, llantos fúnebres, encanta-
tística y arte de la nobleza, cantaban las hazañas y virtudes de una
mientos y otras composiciones del culto parecidas, pueden haber
capa señorial guerrera, adulaban su afán de renombre, ensalzaban
sido producto de una creación poética espontánea, aunque, de acuer-
sus principios morales trágico-heroicos y se dirigían a ella no sólo
do con su sentido, realizada «colectivamente» 19•
como el único público que venía al caso, sino que también sacaban
de ella los poetas, al menos al principio. Los pueblos de la época Edad Moderna
de las invasiones produjeron naturalmente antes y al mismo tiempo
que esta poesía aristocrática una poesía comunitaria de formas ri- La canción popular de sentido corriente es, sin embargo, relati-
tuales, fórmulas mágicas, adivinanzas, gnomos y pequeña lírica ex- vamente joven a juzgar por los ejemplos conservados. Ninguna de
p_ansiva, esto es, cantos corales, canciones de danza y trabajo que las canciones conocidas es anterior a la lírica trovadoresca, que tie-
e¡ecutaban en las acciones del culto, pompas fúnebres y banquetes. ne que haber sido su fuente más rica, y la mayoría de ellas son pos-
teriores a las primeras canciones clásicas de sociedad de la élite
Esta producción poética constituía el patrimonio común del pueblo,
en tiempos del manierismo y del barroco. Lo que se entiende en ge-
todavía homogéneo en términos generales. Frente a ella, la cantata
neral por arte del pueblo no surge sino hasta el siglo xvm, y en ver-
Y el poema épico parece haber sido invención de la migración ya
dad no sólo las canciones populares más viejas que se conocen, sino
realizada. Su carácter aristocrático se explica por las revoluciones
también todo el tesoro decorativo de formas del arte del pueblo
sociales inherentes a la invasión efectuada y que pusieron fin a la
moderno en su inconfundible particularidad. En este siglo se crean
homogeneidad de las anteriores relaciones comunitarias. Junto con
la mayoría de los modelos de los tejidos, bordados y encajes, los
la sociedad estratificada correspondiente a las nuevas conquistas, ornamentos favoritos de la cerámica, las formas fundamentales de
apropiaciones y fundacjones de estados, y además de las formas co- los muebles y enseres domésticos del pueblo. Entonces se forma el
munitarias de poesía, y en su lugar, surgro una poesía de clase セ■イ」オャッ@ temático estereotipado del pliego de aleluyas, el círculo de
estimulada evidentemente por los nuevos elementos de la exitosa rdeas de la sabiduría popular, del refranero y de las normas mora-
nobleza militar. Esta poesía no era solamente propiedad especial les. El siglo xrx enriquece únicamente las existencias con motivos de
de u?a capa privilegiada, cerrada hacia abajo, acentuadora de su asesinatos, historias de sensación y horror, acercándolo así al arte
dignidad y poder de clase, sino también, en contraste con la poesía pOpular, pero extraño al pueblo.
comunitaria más vieja, un arte aprendido, practicado, de composi- Hoy día no hay ya, por así decirlo, ningún arte del pueblo por-
ción heterogénea, creación de poetas profesionales, al servicio de una que, .como ya se dijo, tampoco hay ya ningún «pueblo» ••. Esto es
clase dominante.
El poema lírico corto es la forma más fecunda y más discutida 19
Naumann, loe. cit., p. 6.
20
de la poesía popular. La mayoría y las más cantadas de sus crea- André Malraux: Les Voix du silence, 1951, p. 512.

726 727
cierto al menos en lo que respecta al Occidente y ・ウー」ゥ。ャセョエ@ a 4. El arte popular
· 1 · nes donde no sólo la población de las cmdades
los pa1ses ang osaJO • d
industriales sino también la del campo no tiene ya na a セョ@ セᆳ
mún con los representantes del antiguo arte del pueblo. La d1fus10n
d la cultura urbana por los medios de tráfico modernos, la prensa,
ャセウ@ carteles el cine, la radio y la televisión, lleva, junto con la de-
mocratizaciÓn, a la nivelación y uniformidad de la cultura, a la
que no puede resistir la particularidad del a.rte del pueblo. _El pue-
blo canta las coplas de las ciudades y se. セャカQ、。@ de sus .prop1as 」。セᆳ
ciones, copia los «trabajos manuales» tnv1ales, producidos con _roa-
quinas y no le gustan ya los viejos y hermosos modelos campes.mos,
」ッューイセ@ los productos en masa de la cerámica más fea y sustituye
con ellos sus vasos y platos de encantadora decoración. En Hungría
se equiparó desde hace tiempo la verdadera música popula: a. la
«música cingara». Bartók y Kdály no sólo tuvieron que reumr smo 1. Determinación conceptual
precisamente desenterrar las viejas canciones populares, por lo gene-
ral olvidadas. Tan sólo los ancianos de la aldea las recordaban Tensión y distensión
todavía. En cuanto fuente del arte popular, de entretenimiento y de re-
creo para el promedio de los semi-ilustrados e incultos, el aburri-
miento es un producto de la forma de vida desasosegada, ávida de
sensaciones, de las grandes ciudades. El campesino no se aburre;
cuando no tiene nada que hacer, se duerme. En cualquier caso, no
conoce el temor insano a no hacer nada ni el vado afán de acti-
vidad que mueven al habitante de las grandes ciudades. Como la
mayoría de sus pretensiones espirituales, la necesidad de arte de
las masas urbanas no es más que hambre de material que ha de
satisfacerse a fin de mantener en marcha la máquina que abastecen.
El arte mismo no es más que combustible, un pobre sustituto.
Cabe que sea auténtico el sentimiento de la falta de que adolecen,
sólo que no saben lo que les falta. Tienen que leer novelas, ver
películas, hacer que la radio suene, grite o susurre, porque no saben
qué hacer consigo. Para la clase media, la lectura y la música se
convirtieron de placer raro en pasión en los siglos xvm y XIX respec-
tivamente. En nuestros días el goce artístico ha dejado de ser pasión
para convertirse en un hábito, en la satisfacción de una necesidad,
la cual no se nota hasta que queda insatisfecha.
En el arte popular, la seriedad y el rigor de la creación artística
sublime, auténtica, desciende unas veces al nivel de lo agradable y
ameno y otras al de lo puramente sentimental y sensacional. La

728 729
mera distracción y entretenimiento tiende a conver:irse en puro su.
cedáneo del arte auténtico, en idilio falaz, en sentimentalismo ba. público insaciables y sin elección, que en contraste con el arte de
rato, adulador de los sentidos y embotador de la conciencia crítica, la élite ilustrada tiene realmente el carácter de un medio de placer
0 en una salvaje fantasmagoría de pasiones violentas, desenfrenadas,
efímero, no deja de basarse, a pesar de ello, en una pura metáfora,
fútiles. . pues también las obras del arte sublime se «consumen» y experi-
Entretenimiento, distensión, juego inútil, y hasta travieso, son mentan un cambio de material. El consumo de bienes materiales
condiciones ineludibles de la vida; psicológica y fisiológicamente significa siempre una destrucción que, en el contexto histórico, tanto
son necesarios para la conservación y renovación de la fuerza vital, en el arte popular como en el sublime, también puede tener por
para impulsar y acrecentar la actividad paralizada. El arte puro, consecuencia un metabolismo en sentido positivo. En las dos cate-
sin embargo, no es ninguna 。」エゥカ、セ@ práctica, 。オセア@ para ュオ」セッウ@ gorías puede tener lugar tanto la sublimación como la depravación
signifique la más alta autosatisfaccion. La compa.tibJhdad de la dis- de la calidad, y, a decir verdad, no a partir del curso de la recep-
tensión con la tensión, del juego con la segundad basada en el ción sino ya en el de la producción. Las obras del arte sublime pue-
juego, f0rman parte de sus paradojas. Fonnas artísticas altas y den adoptar rasgos del entretenimiento barato, sin pretensiones,
subalternas difíciles y fáciles van a menudo estrechamente rela- debido a su excesiva difusión, pero a veces los adquieren ya a conse-
cionadas y' se condicionan mutuamente. La insuficiencia del セイエ・@ cuencia de la disposición de sus autores para aceptar gustosos las
condiciones de la amplia difusión.
popular no se deriva únicamente del ィ・」セ@ de アオセ@ es セョエイ・ュ、ッL@
divertido y ligero. Sin duda alguna, tambien アオセイョ@ diVertir MC: De acuerdo con los principios generales vigentes de la crítica de
liere y Cervantes, también quisieron componer ュオウQ」セ@ de entrete?I- arte moderna, el arte popular debe su predominio y la continua ex-
miento Couperin y Mozart, y aún en Offenbach la ligereza no _sig- tensión de su público a la victoria de la democracia, de la relajación
nificaba todavía ninguna reducción de la calidad. El mal no proviene del privilegio de la educación, a la prosecución de la productividad
de la intención de crear obras atractivas, amenas, fáciles de gozar, y competitividad económicas también en el terreno del arte, y a la
sino de la disposición del artista a hacer 」ッセ・ウゥョN@ sin reparo y perspectiva cada vez más favorable de participar activa o pasiva-
a rebajar el nivel propio con tal de conseguir el ex1to. mente en el proceso de tráfico intelectual. En efecto, el destacado
El arte sólo se produce, entonces, y sólo representa un valor carácter de mercancía de las obras es típico de toda la producción
cuando existe una necesidad de él; pero pierde su valor cuando artística de la época industria-comercial, y no es más propio del arte
sólo se produce para crear una necesidad o aumentarla. tッセ@ a_rte popular que de los demás géneros de arte. La diferencia consiste
auténtico desempeña una función social, pero el valor 」オ。ィLエセivo@ sencillamente en que el papel decisivo del mercado y del tráfico de
mercancías es más oculto en un caso y más evidente en el otro.
de ningún arte se disuelve en su función. Para actuar_ artisttea-
mente, lo socialmente instrumental ha de poseer セョ。@ 」。ィ、セ@ esp;-
cial inexpresable en las categorías de la psicolog1a. La socwlogia Alivio y evasión
no セョ」オ・エイ。@ una respuesta a la cuestión de estas propiedades como
tampoco puede hallarla ninguna disciplina no sociológica a la cues- El carácter de mercancías que ofrecen siempre las obras de arte
セッーオャ。イ@ recibe un significado especial a través de su categórica uti-
tión de lo social sui generis.
Hannah Arendt ha interpretado el goce del arte popular ィエ・イセャM
.
ィ、セM El arte sublime, serio, intransigente, produce un efecto tran-
' · en el ámbitO qUilizador, a menudo conmovedor y mortificante. El arte popular en
mente como el más parecido al de1consumo economiCo .. n
lcambio' quiere · tranqm·1·Izar, desv1ar
· de 1os problemas torturantes' de
de lo estético y ha dicho que, en efecto, sus productos se utlhza,
' se consumen y se rech azan como mutl · ' ·1es despues ;1 ・クゥセエZョ」。L@ y estimula a la pasividad y a la vanidad en vez de a
en cierto modo, d actiVIdad y el esfuerzo, a la crítica y al autoexamen.
. セ。ウ@
de usarlos '. Esta interpretación del arte destinado a las capas e
capas menos favorecidas, económica y culturalmente menos
' Hannah Arendt: «Society and culture», Daedalus, 1960, p. 281 Y ss.
P?vdegiadas
1 no toman una posición clara frente al arte superior
n ante el El · · ¡
menor. exito que otorgan a as creaciones artísticas
730
731
se rige por puntos de vista ajenos al arte. No reaccionan ante los
Jos que no entran en consideración ningunas circunstancias atenuan-
valores estéticos en cuanto tales, ante lo artísticamente bueno 0
tes ni agravantes.
malo, sino a motivos por los que se sienten tranquilizados o inquie.
tos en su esfera vital, en el ámbito de sus intereses prácticos, de todos
sus ・ウヲオイコセ@ y afanes realistas. No se oponen de antemano a afirmar ¿Qué desea el público?
y apreciar lo artísticamente valioso si es que representa para ellos El arte destinado a los amplios círculos del público no es ma-
un valor vital, corresponde a sus necesidades, deseos y esperanzas ";ipulado, ciertamente, por completo, e impuesto a la gente. Al me-
calma su miedo de la vida y aumenta su sentimiento de seguridad: nos en parte, corresponde a necesidades sinceras y espontáneamen-
Las oportunidades de éxito de las obras importantes las limita, en エ・セョゥ、。ウN@ La autenticidad de las pretensiones no garantiza, sin em-
efecto, la circunstancia de que lo nuevo, extraordinario y difícil bargo, ningún valor estético, lo mismo que la manipulación de las
produce en y de por sí un efecto inquietante y conduce a una actitud iecesidades tampoco elimina necesariamente el valor cualitativo de
negativa al público inculto y sin ninguna experiencia artística Jos productos. Tampoco aquí están tan desvinculados entre sí el
especial. El arte popular, que se disuelve en la preocupación por la arte sublime y el popular como parece indicar su definición. No sólo
vida diaria, induce a la evasión, a huir de los hechos de orden existe un arte sublime que resulta exigente para las amplias ca-
superior, de la seriedad y de ,los peligros de la existencia moral, y pas semieducadas, sino también otro popular que puede gustar a
seduce a intentar escapar de toda obligación y responsabilidad. El un público ilustrado, intelectualmente exigente y crítico ante los
miedo que motiva estos intentos de evasión embarga, sin embargo, valores estéticos. El arte de Chaplin tenía sus raíces en las va-
no sólo a las clases amenazadas desde arriba, por ejemplo, sino tam- riedades y el circo populares, mas sus partidarios pertenecían a to-
bién a las amenazadas desde abajo. La burguesía dominante, con la das las capas del público, y se hizo famoso gracias, sobre todo, a la
única excepción de las partes desarraigadas de su intelectualidad, aprobación de la intelectualidad, que creó la leyenda de su genia-
mira el futuro con la misma angustia que la capa inferior dominada lidad.
por ella. Es la amplia difusión de este miedo la que explica la am- La característica más general y sobresaliente del arte popular
plitud extraordinaria y la irreductible heterogeneidad del público estriba en aferrarse a fórmulas confirmadas y fácilmente acomoda-
interesado en el arte popular. Se favorece por el efecto tranquilizador bles. El formulismo no es de por sí contrario al arte. También el
que irradia en todas direcciones. arte más alto y eficaz, como, por ejemplo, el homérico, utiliza fór-
Mas no se puede achacar exclusivamente al público sin preten· mulas estables y se compone en buena parte de ellas. Su aplicación
siones la responsabilidad por la calidad inferior del arte popular. corresponde, en efecto, a un principio más o menos mecánico e im-
No se justifica con que la gente reciba tan sólo lo que desea recibir. plica un peligro para la calidad artística, aunque, como en el caso
Todo arte se rige más o menos por el gusto del público al que va de Homero, puede conducir a un logro perfecto.
destinado, sólo que las obras del arte sublime superan todo deseo La circunstancia de que el arte popular, en contraste con la flexi-
y toda expectación. La cuestión de si al público medio se le ofrece bilidad del arte superior, se aferre del modo más riguroso a las
la clase de arte que corresponde a sus deseos y es capaz de gozar, reglas cuya norma parece ser el secreto del éxito para los bestsellers,
o de si tiene que ser educado a contentarse con lo que se le ofrece, las piezas y las canciones de moda, constituye una de las propieda-
no afecta en absoluto la calidad del arte que él prefiere. TampOCO des más notables de este tipo de arte. Una vez que el esquema ha
dice nada la respuesta a la cuestión aquí formulada, en el sentido tenido éxito, se afirma, por evidente que sea su rigidez y su desgas-
te. Los principios formales del arte de uso al servicio exclusivo del
de que la gente recibe precisamente lo que se merece; tendrían que
entretenimiento y la distracción apenas varían por razones inma-
recibir algo mejor. Pues, a este respecto, no se trata de algo así como
nentes; pero su estilo cambia también bajo la influencia de las in-
las circunstancias atenuantes en el juicio de un malhechor, sino
novaciones ocurridas en la esfera del arte sublime, que figura como
de la calificación de productos que se han de val0rar claramente, en
modelo del popular. El arte popular, tendente a la inmovilidad
732 733
y dependiente de circunstancias extraartísticas, participa, aunque bién en parte más difícil que la averiguacwn de las condiciones
ョゥ」。セ・エ@ por este camino, en la evolución estilística general y . .;sociales del dominio de valores artísticos positivos.
en ningún modo Pstá separado de la historia formal, a lo sumo
1
de la vanguardia.
· Democracia y socialismo no significan que el arte deba deseen.
der al estadio educativo de la mayoría y que deba adaptarse a su '·
:.Jcleología del arte popular

El arte popular no se puede rechazar rotundamente porque sea


gusto acrítico. Significan, más bien, que las aúténticas creaciones
artísticas deben hacerse accesibles y paulatinamente comprensibles
a capas más anchas de la sociedad. En el buen sentido de la pala.
bra, la popularización del arte sólo puede consistir en la elevación
a él de las capas de instrucción inferiores, y no en el descenso al
r .ficiente sino porque ofrezca productos unas veces más y otras

ᄋセ■ウエゥ」ッ@
"menos satisfactorios. Carece de importancia la cuestión de si es
«arte» en general o no. Si en relación con los problemáticos intentos
de la vanguardia actual se puede hacer valer el principio
· de que arte es lo que figura como tal, es solamente justo y equi-
tativo demostrar también esa tolerancia con las formas más senci-
nivel de los torpes y de quienes reaccionan de manera inadecuada
a las impresiones artísticas.
El esfuerzo y la confianza por elevar los grados de la producción
1 llas del arte popular. Igual que el valor y la esencia de la ilustra-
ción corresponden a situaciones siempre diversas y pueden dife-
artística popular y de la tibia recepción artística pueden ir unidos renciarse de los rasgos de la semi-ilustración, aunque sólo son
a la más rigurosa actitud ante la calidad de los productos y de la セ。、オャュ・ョエ@ distintos, también el arte sublime es inconfundible
vivencia receptora, pero esperar que el lugar del público diferen- e :inconmensurable con el popular, pero tampoco está totalmente
ciado por la educación lo ocupe otro culturalmente homogéneo del ifllpermeabilizado contra él. Desde la época de la Ilustración el
todo, que se rija por príncipios de gusto idénticos, es una idea tan privilegio de la educación no es ya ningún monopolio, y la calidad
ilusoria y utópica como la esperanza en una sociedad sin estratifica- especial del arte de la élite ilustrada es bien evidente, aunque no
ción de poder y graduación de las capacidades. está limitado en absoluto a un círculo de iniciados. Por mucho que
Cabe que las afirmaciones estadísticas sobre el número de libros se guarde uno de juzgar el arte popular, al servicio del puro en-
publicados y la difusión de los bestsellers o de obras cualitativa- tretenimiento y distracción, por la misma pauta que el arte cuya
mente indiferentes sean sumamente ilustrativas para una sociolo- recepción adecuada exige sentido de la calidad, sensibilidad, ma-
gía en cuanto disciplina sin valores y dentro de los límites que durez y seriedad, hay que insistir en que la forma más sencilla de
le vienen impuestos a ésta, pero tienen relativamente poco valor un reflejo de la realidad sensorialmente concreto, autónomo e inma-
para una sociología del arte, en cuanto esfuerzo espiritual. Puede nente por su efecto, si no por su origen, posee también algo de
no ser indiferente qué libros leen los incultos o semieducados, qué la índole especial que distingue y separa a todo arte del resto del
valores lee la gente indiferente o que no le atribuye a éstos ningún mundo.
significado especial, y no es por cierto insignificante cómo estos En la relación del arte del pueblo, del popular y del sublime
lectores se convierten en sujetos receptores serios, maduros, críticos. entre sí ocurre un desplazamiento continuo. La distancia del arte
Lo fundamental, sin embargo, sigue siendo el análisis sociológico popular del público amplio y heterogéneo respecto del arte sublime
y la definición de las aspiraciones y rendimientos artísticos per- de la élite es, cualitativamente, mayor que la distancia entre el
fectamente válidos. Hasta donde nos deja vislumbrar la historia, arte del pueblo y el arte de la élite. Pero en el aspecto histórico-
éstos fueron y todavía siguen siendo el privilegio de una capa ilus- evolutivo es diferente. Algunas de las formas más importantes del
trada que ha permanecido limitada, aunque sus límites no estén arte, sobre todo el drama de la época isabelina o del «Siglo de
fijos de una vez para siempre y cedan tanto a la presión de arri- Oro» español, la novela social moderna tanto en Inglaterra como
ba como a la de abajo sin desaparecer nunca del todo. La solución en Francia, proceden de movimientos artísticos populares de, a
de los problemas sociológicos que plantea el gusto malo y. dudoso menudo, dudoso valor estético. Tampoco debiera abandonarse de
constituye, en todo caso, no sólo una tarea importante, sino tarn· antemano la esperanza de un buen final en vista de la actual lite-

734 735
+
ratura de entretenimiento y música de consumo. En todo caso, la los movimientos artísticos de parecidas tendencias ideológicas de
falta de escrúpulos del arte popular facilita innovaciones que di- este siglo carecen también de toda relación con él. El expresionis-
ficultan las normas más rigurosas en el campo de las formas su. JIIO, el dadaísmo .y en parte también el superrealismo comportan
periores. 011 ,carácter políticamente progresistas, esencialmente socialista, pero
Los límites fluidos de lo popular en el arte, sobre todo en la 110 presentan ningunas obras que se comprendan y gocen popular-
música, se hacen también valer al adquirir muchas obras del arte Jilente, es decir, sin presuposiciones culturales considerables. Cier-
sublime un carácter «popular» a causa de su difusión; aunque su to, sus autores se sentían en su mayor parte solidarios con el pro-
popularización, como en el caso de Beethoven, no afecta en absoluto letariado, mas se engañaban si creían que expresaban la ideología
la calidad real de las creaciones y cierra precisamente el camino de de esta clase. Su arte tenía tan poco en la conciencia de clase pro-
su comprensión adecuada. El oyente artísticamente inculto e inex- letaria como con la «decadencia burguesa» que le atribuyen los
perto sólo arranca por lo general componentes aislados de su con- portavoces del «realismo socialista».
texto, aún cuando parece gozar sinceramente las obras de arte
auténtico, y cree comprender una sinfonía y apropiársela al tararear
Arte proletario
un motivo, por ejemplo, el tema secundario lírico de la primera
parte, sin sospechar que en una obra de arte cada detalle tiene Los lectores procedentes de la pequeña burguesía y de la clase 1\!

su sentido en el todo. Todavía hay un camino posible que lleva de obrera disfrutan por lo general con el mismo tipo de lectura. Los
la incomprensión a la comprensión de una forma artística, pero libros que leen responden, con sus fantasías de evasión, satisfaccio-
no existe ninguno que parta de la semicomprensión, puesto que nes de compensación y represiones, a la aceptación pasiva del des-
es un malentendido. En el terreno del arte una interpretación tino de los no privilegiados y a la identificación de sus héroes con
medio buena es totalmente mala. la ideología de la clase media, que se apropian rápidamente los
Claro que hay grandes compositores, com,o Schubert, por ejem- miembros de las capas sociales más bajas en la medida en que
plo, cuya popularidad es menos extraña al carácter original de las pierden su conciencia de clase, y a cuyo efecto narcotizante se so-
obras, aunque no correspondiente del todo. Se trata de algo pare- meten sin resistencia en el arte, donde no creen estar implicados
cido a la popularidad de Dickens, con la diferencia de que en éste directamente en la lucha de clases.
las distintas capas de instrucción de que se compone su público El arte popular no es identificable en absoluto con el arte pro-
es más adecuada a la calidad de las diferentes obras. En Schubert, letario, y en verdadt no sólo porque «popularidad» es un concepto
el gran público comprende lo elevado y lo menos elevado en el educativo y «proletario», en cambio, una categoría de clase, sino
mismo nivel, unas veces más y otras menos próxima al valor inter- también porque en sentido estricto, esto es, no puramente propa-
no de las creaciones, pero nunca enteramente correspondiente a su gandístico, no existe ningún arte proletario. Si, por ejemplo, el sen-
esencia. Dickens, por el cóntrario, se mueve a menudo de antemano timiento trágico de la vida figura de antemano como antiproletario
en el plano de la parte de sus lectores reducida al mínimo común Y«decadente» porque contradice la optimista confianza marxista en
denominador. una sociedad futura sin clases y supuestamente sin conflictos, en-
El arte popular producido para las masas urbanas es, por .su tonces «proletario» es, estéticamente, un concepto sin sentido ni
ideología, pequeñoburgués y burgués medio, de donde proceden valor. Si por arte proletario se entiende, por el contrario, la repre-
también los grupos que afluyen a su público y se adaptan cultu- sentación de la lamentable división de la sociedad desde un punto
ralmente a él. De acuerdo con la conciencia de clase, la popularidad de vista humano, entonces puede incluirse en él, en cierto aspecto.
no se refiere en modo alguno al proletariado ni se limita al pen- todo arte verdadero.
samiento de los trabajadores y de sus dirigentes. Con el arte po- Dado el estado actual de las cosas, es irrealizable salvar de una
pular, en el sentido aquí aplicado, tampoco tenía prácticamente セョ・イ。@ duradera la distancia entre el arte de las capas de instruc-
nada que ver el naturalismo de tonos socialistas del siglo pasado, Y Cion inferiores y el de la élite ilustrada. Pues incluso aunque se
lograse hacer accesibles las obras del arte ウオ「ャゥセ・@ a am?lias cap.a8
nifica para ellos nada imprescindible. Nunca ha tenido la música,
de la población y se hicieran brotar en su medw creaciones art1s.
incluso la sublime, clásica, tanta difusión como en la actualidad
ticas de gran valor, el arte auténtico tendría que カッャNセイ@ a las ma.
gracias a la radio, los discos y los muchos conciertos, la mayoría
nos de una reducida capa privilegiada ante las condiciones econó..
de ellos baratos. De esta suerte, la audición de la música no sólo ha
micas y sociales dadas. En efecto, el camino d?, su 」ッュセイ・ウ￳ョ@ ge.
. ganado nuevos adeptos sino que también ha perdido mucho de su
neral daría, no sólo en la práctica sino tamb1en en pnncip!O, con
encanto .anterior. ¿Qué es lo que se consigue cuando durante el con-
dificultades casi insuperables. También aquí, como en todo el árn.
cierto se está leyendo el programa en vez de escuchar, o se escucha
hito de la cultura, consistirían principalmente en que habría de de-
a Beethoven tomando una taza de café, o le sacan a uno un diente
tenerse la evolución para que los rezagados pudieran adelantar a
teniendo como música de fondo la Chaconne de Bach? El mal ho-
los ilustrados. Esta operación se ha comparado acertadamente con
rrible que les hace la popularidad a las grandes obras de musica
el cambio de ruedas durante el movimiento de un vehículo. La in.
consiste en el abandono hedonista a una pasión convertida en puro
terrupción del proceso evolutivo crearía una situación en la que no
hábito, y en la audición distraída, con intereses compartidos, con
surgiría en absoluto el problema a resolver, puesto que la tarea
lo que la orgiástica borrachera de la auténtica vivencia musical se
estriba realmente no en recuperar la ventaja sino en mantenerse al convierte en una chispa eufórica.
compás de un proceso continuo. . .,
No sólo la enajenación de su recepción sino también la vulga-
Parece increíblemente ingenua y en contrad1ccwn con los su pues.
rización de su producción, esto es, la circunstancia de que, como
tos principios de la proclamación la consigna dirigida a los parti-
ya se indicó, la música ligera de hoy sea mala casi sin excepción
cipantes del Segundo Congreso Internacional de Compositores y
ninguna', depende de la índole especial de la música, de su mayor
Críticos de Música de Praga, a saber: «El Congreso llama a los
sensibilidad y de su predominante formalismo, de una particulari-
compositores del mundo a crear música que reúna el trabajo ma-
dad de la que ya se escandalizaron los primeros cristianos. En efec-
nual más impecable con la alta calidad y la verdadera populari.
to, en ningún otro tipo de arte pertenece desde un principio una
dad». Una concepción marxista del arte tendría que darse cuenta
parte tan grande de la producción al género ligero. Parece como
de que los movimientos artísticos no surgen por ・ョ」。イセッZ@ pues, si
si se hubiese acuñado para la música el aforismo de Nietzsche:
así fuese, podrían nacer en cada momento y en las condiciones que
«Todo lo divino camina con pies ligeros». En ningún otro tipo de
se quisieran, lo cual niega precisamente el marxismo.
arte podría llamarse «divino» lo ligero a secas; en ningún otro po-
En ninguna forma de arte es tan manifiesto el efecto depravante
drían hacerse tantas concesiones a lo ligero.
de la popularidad como en la música, donde cada cual cree poder
La acción recíproca entre la música seria y la ligera es típica
apropiársela. Las obras de la ャゥエ・イセオ。@ o ,de la pin:ura son en Yde
de todo el período clásico-romántico, en todo caso de Bach, Mo-
por sí importantes o triviales, senas o ヲイセ[ッャ。ウL@ ・クゥァセNエウ@ o ーッ「イセウN@
zart y Beethoven, y aún es decisiva en Schubert y Chopin. La Flau-
Pero en la música, mediante la reproduccwn y recepcwn ュ。ーイセNャᆳ
ta mágica es, tal vez, el mejor ejemplo, aunque también quizá el
das, superficiales y mecánicas, las creaciones más sublimes, N、ゥセicᄋ@
último perfectamente válido, del equilibrio de los dos elementos.
les y profundas pueden convertirse también en puro entretemm¡en·
Ya en Schubert, y cada vez más en los últimos románticos, lo que
to, en broma y pasatiempos, en placer hedonista, más ? menos cu:
predomina es lo serio, melancólico y nostálgico. Y en un compo-
linaria. Pues lo que Constant Lambert llamaba «hornble popula
sitor como Offenbach, lo ligero y divertido tiene a menudo el ca-
ridad de la música»', no estriba en la manifestación de que se ーイセ@
rácter de una simple compensación por la inocencia perdida en
duzca tanta música miserable, sino más bien en que la buena mu·
la que lo ligero y lo serio aún no estaban tan claramente separa-
sica la consuman tantos y de un modo totalmente inadecuado •. Y
' · no ·s1g· dos. En Richard Strauss predomina todavía el deseo de conciliar
en que tan pocos tengan el valor de con fesar que la mus1ca
lo melancólico y lo frívolo. Pero no hay nada más característico
2
Constant Lambert: Music Ho!, 1948, p. 168 y s. 3

Th. W. Adorno: Introducción a la sociología de la música, 1968, p. 240.


738
739
falsificada falaz de la realidad. Esencialmente el kitsch es un sueño Jos talleres de cerámica, que producen ya en proporciones de fábri-
una ゥュ。ァセョ@ ゥ、・セャ@ de la existencia, por lo general en estilo de cenador: ca, se inicia en grande la copia de las obras maestras de la escultura
Mas, como ya se dijo, también existen otras formas de kitsch, como, griega. Cierto, esta actividad conduce a la difusión de los princi-
por ejemplo, las de la «buena habitación» o del «gran salón», un pios estéticos clásicos, pero también induce a jugar con las formas
kitsch interior y otro extravertido demoníaco, uno religioso y otro del modelo respectivo y, con la emancipación del estilo precisamente
patriótico, uno fielmente inocente y otro lascivo. decisivo respecto de su fondo original, crea el supuesto de la popu-
Por parte de sus productores el kitsch no presupone ningún tipo laridad ideológicamente menos arraigada.
de aptitud e inteligencia superior al arte popular en general, pero A diferencia de las obras monumentales más antiguas de las ar-
sí una habilidad de prestidigitador, habilidad que les falta habitual. tes plásticas, la pintura se convierte en el arte a secas de finales
mente a los autores de las novelas por entregas, piezas y canciones de Roma y en la forma especial del arte popular, que habla un
de moda. Lo kitsch no es lo «querido no-podido», sino h antiartís- lenguaje crudo, comprensible para todos. Nunca pudo ofrecer an-
tico podido, lo cursi querido. No surge casual ni inconscientemente, tes tal producción masiva y servir a fines tan triviales. Todo el que
sino en el sentido de las palabras de Émile Faguet sobre el melo- se dirige con sus asuntos privados al público, que quiere conven-
drama, a saber, de que hay que creer en el kitsch a fin de producir cerlo de sus derechos y ganárselo para su causa, lo hace de la ma-
kitsch bueno, eficaz. De esta manera lo hermoso se convierte en nera más efectiva en este pseudoarte convertido en instrumento
lindo, lo elevado en arrogancia, la grandeza en jactancia, la digni- de propaganda. Además del placer en la anécdota, el interés por el
dad en ostentación, el amor en prostitución. informe auténtico, el testimonio del documento, en el gusto por
Kitsch y mal gusto se corresponden mutuamente, aunque no la imagen de las masas se manifiesta un primitivo placer por el
son equivalentes. Tampoco van necesariamente unidos la popula- espectáculo, una preferencia infantil por lo ilustrado en y de por
ridad y el mal gusto. En algunos de los escritores principales la si. Es sumamente ingenuo e inartístico querer experimentarlo todo
grandeza va unida con las debilidades de un gusto dudoso. Sobre directamente, y no querer recibir nada de segunda mano, no
todo Balzac apenas creó una obra en donde el buen gusto, en el querer ver nada representado en esa visión distanciada, que refleja
sentido de Flaubert, por ejemplo, no fuese menoscabado por los la realidad y al mismo tiempo la aleja, visión en la que consiste la
medios más vulgares. E igualmente problemáticos son a menudo verdadera esencia del arte. Lo que pueda significar el arte popular
los criterios del gusto por los que se rigen Dickens y Dostoievski. para la evolución de la historia y de la crítica del arte se deduce
claramente de esta comunicación tosca, que originariamente res-
pondía sobre todo al gusto de los elementos incultos de la sociedad
2. Fases evolutivas Yde la que surgió paulatinamente el estifo épico del arte plástico,
el estilo de la cristiandad y del Occidente.
Finales de la Antigüedad
En el sentido aplicado aquí, el arte popular aparece en la épo-
Edad Media
ca del helenismo, al mismo tiempo que las direcciones eclécticas
del estilo y del gusto. La ascensión de las capas medias de la so- El hecho de que a lo largo de la Edad Media el arte se inde-
ciedad introdujo un cambio sorprendente en la composición del pú- pendice cada vez más de las cortes y de los señores y debido a su
blico artístico en cuanto grupo de clientes dispuestos a y en condi- clericalización entre en relación directa con la comunidad de cre-
ciones de comprar. La industria artística organizada a la manera yentes, no significa en absoluto que, sobre todo en el período ro-
capitalista tiende a satisfacer la creciente necesidad, y con su pro- mántico, fuese más generalmente entendido que en la Antigüedad
ducción variable según la moda y renovada periódicamente con- 0
en la primera Edad Media. Pues, aunque, por ejemplo, el arte
tribuye, por un lado, al creciente eclecticismo, y, por otro, a la pro- carolingio se regía por el gusto de los círculos cortesanos ilustrados
gresiva nivelación de las pautas. Además de la multiplicación de Yse mantuvo alejado de las capas amplias de la población, el arte

742 743
se encuentra ahora, a finales de la Edad Media, en manos de la élite !abra: diletantes, en contraste con los actores del teatro laico, que
clerical, indudablemente más amplia que la sociedad cortesana inte. son bailarines, cantores y artistas profesionales.
lectual de Carlomagno; el círculo de portadores del arte, sin ell:l. íl. El diletantismo, que nunca pudo hacerse valer como factor im-
bargo, ni siquiera comprende a todo el clero. El arte del clero de. prtante en las artes plásticas, adquiere en la poesía una influencia
viene un medio eficaz de propaganda eclesiástica, pero sólo ponien. más o menos considerable casi en todo cambio de capa social de
do a las masas de la población en un estado de ánimo religioso Jos portadores del gusto. También los trovadores eran al principio
solemne, aunque en general indeterminado, artísticamente inar. セエャゥ・。ョウ@ y no se hicieron poetas profesionales sino hasta más
ticulado. Con hacerse más sencillas y transcendentales las formas tarde. Tras la decadencia de la cultura cortesana del Medioevo se
del arte románico no se hicieron en modo alguno más populares y 1<.lflledan, sin embargo, indigentes, pues la burguesía no es todavía
fáciles de retener. La simplificación y estilización no implica en ni bastante rica ni bastante culta para sustituir a las cortes y ocu-
absoluto ninguna concesión al gusto y al juicio de las capas bajas, parlos y alimentarlos. En el puesto de los actores profesionales
sino más bien una mayor aproximación a la concepción artística vuelven a aparecer en parte aficionados que practican su profesión
de la clase señorial, que se vanagloriaba más de su autoridad que burguesa y sólo se dedican a la poesía en sus ratos de ocio. Trasla-
de su educación y favorecía lo monumental en vez de lo diferenciado. dan a la poesía el espíritu de su trabajo, se unen también en cuan-
La ambigüedad del concepto de lo sencillo y estilizado, aquí resul- to <<poetas» en organizaciones gremiales, y se someten a reglas
tante, es un ejemplo evidente de las equivocaciones que amenazan formuladas según los estatutos de los reglamentos gremiales •. Es-
una y otra vez a la sociología del arte en cuanto ciencia rigu- tas reglas no sólo se manifiestan en la práctica poética de los dile-
rosa. tantes activos, sino también en las obras de los poetas profesionales
Tanto por arriba como por abajo, los límites del arte popular de la época, los cuales se llaman significativamente «maestros» y
en la Edad Media son fluidos, y el carácter que uno se sentiría in- «maestros cantores» y que Dios sabe cuán superiores deben ha-
clinado a atribuirle, es tan difícil de distinguir del arte sublime, berse sentido en relación con el juglar inculto. Producen una poe-
por un lado, y del arte ingenuo del pueblo, por otro, que apenas sía escolar que por el origen de sus representantes es burguesa y
pueden darse ejemplos indudables del arte popular antes de ter- pequeñoburguesa, si bien quisiera alzarse por encima de la aparien-
cia de popularidad.
minar la Edad Media. Es en el drama donde se encuentran la ma-
yoría de las huellas acerca de la vaguedad de los límites y la hete- Una forma popular del arte gráfico existía ya, sin duda, en la
rogeneidad de los elementos del arte que pudiera calificarse de «po- Antigüedad, a más tardar en tiempos del helenismo; pero en la
Edad Media apenas se reconoce tal forma antes del siglo xv. Cierto,
pular». El género no constituye ninguna protocreación del pueblo,
las capas sociales inferiores deben haber tenido su propio arte de-
pero sí la continuación de una tradición popular, tal como se venía
corativo, pero, evidentemente, sólo las capas superiores podían en-
propagando desde la Antigüedad e hicieron suya tanto el teatro re-
cargar y comprar representaciones gráficas antes del descubrimien-
ligioso como el laico. Con el mimo penetraron también en el dra-
to del grabado en madera. Como ya se sabe, las hojas gráficas
ma medieval los motivos de la poesía artística, en particular de la sólo fueron hallando compradores paulatinamente en pequeños
comedia romana. Pero es el teatro religioso el que continúa siendo círculos, si bien es difícil decir cómo pueden haber estado distri-
algo así como un «arte del pueblo», puesto que no sólo sus espec- buidos los clientes entre las distintas clases. El límite preciso a
tadores sino también sus actores pertenecen a la misma capa social mitad de camino entre los compradores de origen burgués, pequeño-
y atestiguan así el equilibrio entre portadores de la producción Y burgués y campesino apenas puede haberse trazado antes del si-
de la reproducción. Mas la «popularidad» de la representación se glo xvm. En Italia se distingue ya en el siglo xv una considerable
evidencia en que todas las capas de la sociedad participan en ella.
Los miembros del conjunto eclesiástico son al menos clérigos, co-
merciantes, artesanos y en parte también pueblo llano, en una pa· 4
Émile Faguet: Propos de théatre, 11, 1905, p. 318.
f
producción gráfica, aunque la venta queda aún reducida .a los gru- deViene una especie de análisis del sentimiento, tal como ha per-
pos acomodados debido al elevado coste de los productos. セ・」ゥ、ッ@ en Z←セゥョッウ@ ァセョイ。ャ・ウ@ hasta ョオ・ウエセッ@ セ■。ウN@ .
Mientras que, en el campo de la literatura, la popularidad me- 1' El descubnmiento mas Importante en el ambito de la hteratura
dieval del drama parece conservada en el teátro isabelino, falta percial es el concepto de la novela de horror. En esta forma se
todo rasgo de popularidad en el arte plástico del Renacimiento y reúnen ya los elementos más significativos de la actual literatura
del Manierismo, en cuanto momento notable desde el punto de vis- Jasacionalista: crimen, amor, misterio, crueldad y horror. Algu-
ta de la historia de los estilos. Hasta que no se disuelve el ma- nos de ellos se dan ya en las viejas novelas de caballería y de aven-
nierismo, intelectual y emocionalmente difícil, y el catolicismo no ¡uras, otros proceden de la novela picaresca del siglo XVI y del ro-
se transforma en una nueva religión popular, no se revelan ·crite- JIIance popular, pero la mayoría de ellos provienen de fuentes pseu-
rios populares del gusto en las artes representativas, sobre todo en jhistóricas y están relacionados con el interés del prerromanticismo
las destinadas a fines eclesiásticos. La Contrarreforma marca el na- pór la Edad Media. Los descendientes directos del género son los
cimiento de esa pintura de devoción que tiene por público no sólo relatos de crímenes, carentes de pretensiones artísticas, de la pri-
a partes de l.as capas bajas de la población urbana sino también mera mitad del siglo pasado, que al principio ceden a una forma
a las de la población rural. Algunos de los elementos más esencia- más pacífica de novelas de aventuras y al final desembocan, por un
les del arte popular nacen precisamente aquí. Con el culto del do- lado, en la novela policíaca y, por otro, en la moderna novela de
lor y la exaltación del sentimiento, del éxtasis místico y de la di- sociedad, rica en peripecias. Un paralelo y, en parte, un modelo
cha de los mártires, momentos que aún persisten en el barroco, pe- de este proceso lo representa la evolución de la pieza sentimental
netran en el arte plástico el emocionalismo y el subjetivismo mo- de Lillo y Diderot, a través del melodrama, el vodevil y la piece
dernos y preparan el camino del romanticismo posterior. En las bien faite hasta la canción de película. La novela folletinesca, cuyo
obras de los artistas medios de la época nacen esos clichés del sen- material consta de historias de sensación y amor, y las piezas del
timentalismo ñoño que caracterizan el arte popular actual. teatro de bulevar, que responden al espíritu de estas novelas, son
los primeros ejemplos válidos de la literatura popular en el senti-
Ilustración do moderno de este concepto. Con excepción de la poblaeión cam-
La prehistoria del arte popular moderno termina con la decaden- pesina, su público se compone de todas las capas de la sociedad,
cia del viejo mecenazgo, la irrelevancia de las cortes principescas Y aunque predominan siempre los elementos semieducados, sin pre-
de la aristocracia como portadores del gusto y con el comienzo de tensiones artísticas. La novela popular, que en la primera mitad y
la dependencia casi exclusiva de los artistas del mercado libre. Su a 'mediados del siglo ofrece aún obras de autores como Dickens y
verdadera historia empieza con el interés de la burguesía alta Y Balzac, degenera tan rápida y esencialmente que se detiene pronto
media por la literatura de la Ilustración en Inglaterra y la venta am- en una fase representada por Octave Feuillet y Marie Corelli.
bulante de libros en los siglos xvn y xvm en Francia.' Con el cre-
ciente apetito de lectura, la mayor demanda, que ya no pueden sa- El Segundo Imperio
tisfacer los mejores autores, y el desarrollo de nuevos criterios del
gusto, prerrománticos, se efectúa un descenso paulatino del nivel El Segundo Imperio, que produce artistas como Baudelaire y
y una vulgarización casi general del tono de la literatura con éxito. セ。オ「イエ@ es también la época del nacimiento del peor gusto y del
Al sentimiento se le d.a esa admiración ingenua, acrítica, de la que kttsch más vulgar. Cierto, también hubo antes malos pintores y
セッ・エ。ウL@ igual que hubo concepciones artísticas chapuceras y obras
pronto se librarán muy pocos escritores, y según la cual la literatura
hgeramente trabajadas junto a las cuidadosamente realizadas. Pero
1? inferior era inconfundiblemente inferior, sin pretensiones e in-
• Cf. Robert Mandrou: De la culture populaire aux 17• et 18' siecles, ィセゥ」。ョエ・[@ no existía la mamarrachada cuidada, arreglada con
1964.
abilidad. Mas la baratija se convierte ahora en norma y la mera
apariencia de calidad se hace regla. El descubrimiento de esta újo y acabado, del juego con las sensaciones y efectos extraartísticos
época es el arte como medio de distracción, en el que artista y p(¡, del ataque a los lacrimales, de la exacción de la simpatía y aproba-
blico descienden por debajo de su propio nivel. Domina todas las ción, es muy vieja. Hay pocos períodos de la historia del arte, en
formas de la producción artística, pero principalmente la que es Jos que se haya logrado por completo resistir a su tentación. La
arte del público del modo más ilimitado y claro: el teatro. época moderna se diferencia de las primeras fases de la praxis artís-
Desde mediados del siglo pasado las aspiraciones de los drama. tica popular solamente en que el kitsch y la porquería se producen
turgos se encaminan a crear un instrumento de propaganda para eüO más firmeza y habilidad que nunca.
la ideología de la burguesía, sus principios económicos, sociales y La historia del mal gusto en el sentido actual comienza también
morales; y, en cuanto tal, el teatro se convierte en el arte repre. en la pintura del siglo xvm, al pasar los portadores del gusto de
sentativo de la época. Ninguna sociedad fue tan amante del teatro la aristocracia a la burguesía, y del modo más claro en los cuadros
como la que produjo el público de Dumas y Offenbach; para nin. de Greuze, por ejemplo. Ocurre también la invasión de la literatura
guna supuso tanto un estreno o un local con todas las entradas en la pintura, según lo cual no sólo surgen representaciones grá-
vendidas. Francisque Sarcey, el crítico más influyente de la épo. úcas de contenido poético o mentalmente concebidos (tales eran
ca, afirmaba con razón que la esencia del teatro era el público, que casi la regla hasta el impresionismo), sino también cuadros que
de la representación de una obra se puede quitar todo menos el sólo ofrecen un contenido literario y prácticamente ningún conte-
público, el cual siempre lleva razón, aunque él sabía demasiado bien nido pictórico. Comienza así, al mismo tiempo, la historia de la
que el alto público culto, entre el que aún imperaba un verdadero pintura de deseos y anécdotas, banal, moralizante unas veces, las-
consenso del gusto, se había disuelto, y que de los antiguos asis. civa otras, que ahorra al observador el esfuerzo inherente a la re-
tentes regulares sólo había quedado ya un pequeño grupo de vi- ducción de las formas a un común denominador óptico y a la acti-
sitantes del teatro, el público de los estrenos". tud ante el problema de la corrección medial de la representación
El embrutecimiento paulatino del gusto se evidencia del modo visual.
más claro en la opereta, que era de por sí problemática en una El paso siguiente en la marcha triunfal del mal gusto lo ca-
época de precarias relaciones sociales con su despreocupada ale- racteriza el ascenso de la burguesía al dominio exclusivo en la
gría pastoral y que sólo podía explicarse con la frivolidad de una Francia del Segundo Imperio y en la Inglaterra de la era victo-
sociedad condenada a desaparecer. En cuanto tal contenía desde un riana. La falta anterior del sentido de la calidad se une a un ca-
principio los gérmenes de la descomposición, aunque desde París, rácter advenedizo de todo el proceder artístico, a una necesidad y
con un maestro -como Offenbach, pasando por Viena y Budapest, consumo del arte por puras razones de prestigio. Las necesidades
pasó de una sátira social divertida a un idilio estúpido y falaz. que hay que satisfacer son tan falsas como el material con que se
Pero el potencial de la opereta no se realizó del todo hasta la lle- satisfacen. La moral es mero cliché, la decencia fachada atractiva,
gada de los medios supradimensionalcs y las canciones arrogantes la castidad coquetería ambigua, igual que el mármol no es más
de las revistas y del musical del cinc. La mezcla de sensualidad car- que estuco, la piedra solamente mortero y el oro madera dorada.
gante y de suavizada intimidad, brutalidad y sentimentalismo, la
búsqueda de lo colosal, del dominio del espectador mediante los
sonidos altos y los colores chillones en todo lirismo, que ヲッセュ⦅。@
ahora parte del éxito del cine, no es nada nuevo, lo nuevo es um·
camente el descenso continuo e inevitable del nivel. Naturalmente;
el «mal gusto» no surgió ayer ni anteayer. La historia del cliche

• Francisque Sarcey: Quarante ans de théátre, 1900, I, PP·


209/12.

748 749
f
Jllala excusa cuando la pauta de los criterios de los deseos consi-
5. Arte de masas derados depende de la misma administración que su satisfacción in-
suficiente.

z. Arte administrado

Ninguna forma del arte producido a lo largo de la historia y


destinado a los diferentes gobernantes, gobiernos e iglesias, señores
y mecenas, expertos y coleccionistas, fue enteramente autónomo
y libre de toda intromisión inoportuna, aunque épocas como el Re-
nacimiento o los siglos XVIII y XIX garantizaban al artista una am-
plia libertad de movimiento. El atributo de arte «administrado»
sería, sin embargo, inadecuado al espíritu y a la praxis incluso de
culturas autoritarias como la eclesiástica de la Edad Media o la
l. Repetición mecánica del absolutismo cortesano. La presión de las ideologías y conven-
ciones dominantes pareció unas veces más u otras menos torturante
Los medios del arte de masas son producto de la evolución téc- y pesó más o menos en los diferentes individuos y grupos. En la
nica más reciente; sus representaciones se producen mediante un sociedad y cultura de masas del presente imperan ahora formas y
procedimiento mecánico y se adaptan a la creación de efectos re- fórmulas a las que están sometidos los que mandan y recompensan
petibles en las condiciones deseadas. Todo cuadro o pieza de mú- lo mismo que quienes son mandados y recompensados. Resulta así
sica individual también puede reproducirse, naturalmente, pero no evidente que no sólo dominan los gobernantes sino también los sis-
se conciben para su reproducción. Las obras del arte de masas, temas, y que también los señores son esclavos suyos. Las ideolo-
del cine, de la radio y la televisión, por el contrario, no sólo son gías y convenciones, que son el resultado de una dialéctica entre
reproducibles sino que se crean y se sacan del espíritu de la repro- espontaneidad y condiciones materiales y el equilibrio provisional
ducción mecánica a fin de ser reproducidas. Conllevan el carácter de contradicciones internas, adquieren el dominio sobre las actitudes
industrial de bienes de consumo y pueden ordenarse sin más en la de sus portadores, ya sean éstos los coeficientes positivos o negativos
categoría comercial calificada de «industria del entretenimiento». del «estilo» común y de los principios de orden imperantes.
La producción industrial trae consigo no sólo los rasgos de lo El convencionalismo flexible, perceptible en el arte popular des-
mecánico distanciador, sino también los de lo uniforme desper- de los comienzos, resulta decisivo en el arte de la cultura de masas.
sonalizador. Toda estructura social tiene un efecto unificador, nive- Incluso formas artísticas como el madrigal del manierismo o el mi-
lador parcial de las diferencias individuales de sus portadores Y nueto del rococó presentaban rasgos muy convencionales, pero
medios. Pero la cultura de masas moderna actúa de una manera nunca excluían por completo la espontaneidad de la invención, nun-
tan niveladora que las normas y valores especiales de las actitudes ca se hicieron tan triviales, nunca fueron arte de todos en la me-
y rendimientos individuales incurren a menudo en la igualación dida en que han llegado a ser los productos de la industria del en-
y a veces en una adaptación trivializante. La libertad que en la so- tretenimiento. La convención que seguían no se convirtió en un
ciedad no ュ。セゥヲ」、@ del pasado quedaba reservada al individuo Y cliché mecánicamente aplicable, y el consenso que subyacía a ellos,
al grupo particular, cede a un dictado que no deja al radioyente no respondía a ningún común denominador tan bajo como el
o al televidente más elección que la de encender o apagar su apa· conformismo que domina hoy los criterios del gusto de las masas.
rato. El llamamiento a los deseos del público se convierte en una El convencionalismo de antes dejaba abierto la posibilidad de in-

750 751
t
novaciones e invenciones de todo tipo, mientras que el principio 3, Composición del público de masas
mecanicista por el que se produce el arte de masas no __rermite
ninguna duda acerca de cómo ha de efectuarse una ・セ」QPョL@ a?er. La extensión casi ilimitada y la composición heterogénea del
tada o una solución que se debe hallar. Una convenc10n artlstlca- público son los rasgos má<!· significativos del arte de masas, pero no
mente importante puede ser la esencia de la unidad estilística, pero es en absoluto cierto que los distintos elementos receptores de este
también la forma diluida de un estilo originalmente creador, pero tipO de arte no demuestren ningún rasgo de selección y articula-
ya agotado. El consenso espontáneo puede convertirse en confor- ción. Los espectadores y oyentes del cine, la radio y la televisión
mismo manipulado. se componen, en verdad, de todas las capas de la sociedad, pero no
Desde siempre las obras de arte se produjeron como mercan- rniran ni escuchan ni les gustan los mismos programas; ni tampoco
cías, pues, si se prescinde de los tiempos prehistóricos y de las son las mismas cualidades las que aprecian o les interesan en lo
condiciones genéticas del arte del pueblo, iban destinadas por le
que les gusta. Así que no sólo tiene lugar una elección que ade-
general a compradores y no a la necesidad propia. Pero no llegaron
rnás de las masas, que actualmente dominan numéricamente el
a ser sino paulatinamente lo que se entiende por «mercancías». El
circulo de los consumidores de arte, permite surgir grupos de ins-
paso decisivo ocurrió con la entrada de las relaciones bajo las que
trUcción superiores como portadores del gusto, sino que también se
el comprador, en contraste con el patrono y amo anterior, era re-
produce una estratificación muy graduada, adecuada al gusto, com-
gularmente desconocido para el artista y tenía para él un carácter
prensión artística y juicio diversos de los sujetos. Se hacen valer
impersonal. El producto artístico no se convirtió en mercancía en
sentido estricto sino a consecuencia de la evolución en cuyo trans- así no sólo distintos grupos de consumidores, sino también sub-
curso, de acuerdo con la producción en masa de la economía grupos dentro de cada uno de ellos, cuya sensibilidad especial pa-
industrial, parecían producirse y venderse, ponerse y pasarse de rece depender de imponderables a falta de una especificación social
y psicofisiológica más clara.
moda, perder el valor y, en este sentido, «consumirse».
En la época de la producción de masas el arte popular adopta La limitación, determinada en principio, del público artístico
formas comercializadas y altamente racionalizadas al ir dirigido a de cualquier tipo se encuentra muy pocas veces. Sólo en los tiem-
producir grandes cantidades de セ・イ」。ョ■ウ@ ligera _Y イNセーゥ、。ュ・ョエ@ pos de la praxis artística absoluta de cortes y estamentos era limi-
utilizables en el menor tiempo pos1ble. La estandanzac10n del mo- tado de antemano el número de gente que podían asistir a una
delo es la presuposición más importante de la praxis orientada de función de teatro o de música laica. La segregación era por lo gene-
tal manera. El secreto del éxito deseado estriba en establecer mo- ral de tipo educativo, aunque la educación tenía por presuposición
delos que den buen resultado, en atenerse a ellos mientras pro- muchos privilegios económicos y sociales, no fácilmente compen-
meten ser productivos, y en renunciar a ellos tan pronto como ame- sables. Nadie era excluido directamente de la visita a los salons,
nazan con dejar de serlo. La rentabilidad de la economía ゥョセオウᆳ pero sólo unos cuantos se interesaban por las obras ofrecidas. Y los
trial depende precisamente de las proporciones de la estandanza- teatros de París eran accesibles a todo el mundo incluso en tiempos
ción de la producción. Una fuente de alienación en todas partes del dictado artístico de Versalles, pero la mayoría de la gente no
en el ámbito de la actividad humana, el esquematismo ゥョィ・イ_セ」@ los visitaba no sólo a causa de los elevados precios de las entra-
a ella actúa de una manera muy extraña en el arte, donde la umcl- das; lo mismo que, por otro lado, el arte de masas actual no debe
dad de los productos parece pertenecer al carácter del medio. su numeroso público solamente a la circunstancia de que la indus-
tria de entretenimiento ofrece tan baratos sus productos, el cine, la
radio, la televisión, el libro de bolsillo, etc. No sólo la necesidad
crea y aumenta la demanda; el aparato de producción puesto en
movimiento y los mismos productos fácilmente asequibles estimu-
lan el deseo de disfrutar de ellos. El aumento del público y la

752 753
disminución de los supuestos culturales del goce artístico se con. acerca, por ejemplo, de los libros que supuestamente
dicionan mutuamente y van unidos entre sí dialécticamente. leen Y prefieren, y también las mentiras y disculpas de que se sirven.
El nivel del gusto de la clase media ha descendido del modo :.; Uno de los problemas más importantes que resultan del naci-
más evidente con la masificación del público artístico, en particular セゥ・ョエッ@ del arte de masas, estriba en la aclaración de la relación
con el número creciente de gente que lee libros. En los últimos .riable del artista con su público, que tiende a aumentar ilimitada-
cien años los miembros de esta capa social han leído quizá más . bLャ・ョエセN@ El 、・ウーャセコ。ュゥョエッ@ del mecenas y del cliente personalmente
pero en todo caso peor literatura que antes 1 • Flaubert reconoció ケセ@ ャッョ」セ、@ del artista mediante la aparición de los compradores des-
el mal y lo describió en estos términos: «Cambien de braves gens l¡¡,nocidos del mercado abierto complicó ya la relación antes sencilla
qui, il y a un siecle, eussent parfaitement vécu sans beaux arts, et aunque no siempre fácil. Cuanto más aumenta ahora el número 、セ@
a qui il faut maintenant de petites statuettes, de petite musique, de セューイ。、ッ・ウ@ y cuanto más incompatibles son los intereses, cuanto
petite littérature!» '. El mayor número de clientes introduce el des- rnás se transforma en una masa sin contornos el antiguo grupo de
censo de la calidad de los productos y las obras sin pretensiones J¡,nsumidores, social y culturalmente cerrado, tanto más problemá-
animan, por su parte, a los hombres, cada vez más numerosos y tica e indeterminada se hace la relación entre producción y recep-
menos críticos, a presentarse como consumidores de arte. ción, a no ser que, como dice Georg Simmel, se unan en el nivel
A la sociología del arte le resulta más fácil atender a su asunto descendente de un común denominador: «Cuantas más personas
cuando se limita a .averiguar la participación numérica del público se,reúnen ... tanto más hondo hay que buscar el punto común de sus
en la recepción de la producción artística. Pero, de esta suerte, no j¡npulsos e intereses» '.
proporciona sino informaciones estadísticas y la confección de una
especie de cuadro de ventas, sin dar ninguna respuesta a la ver-
dadera cuestión, a saber, cómo se llega a la moda de los productos 4. El <<gran público>>
vendidos, de qué manera y según qué criterios se consigue la satis-
facción de las necesidades. Tampoco responde a la pregunta de cómo En cuanto actividad, el arte de masas no responde a ningún
son influidos los compradores por el consumo de los respectivos sujeto concreto en calidad de portador. Lo mismo que no hay nin-
bienes culturales. Tiene poco interés saber qué libros prefieren leer gún alma de grupo que responda al origen creador del arte del
determinadas capas sociales, sin saber o sospechar por qué pre- pueblo, tampoco existe ningún alma de masas que viniera a cuento
fieren una clase de libros a la otra, por qué circunstancias se de- como potencia espiritual espontánea, independiente de los ind.ivi-
ciden las pretensiones y valoraciones a este respecto, y qué cambio duos aislados y superpuesta a ellos. Igual que el alma del pueblo, el
experimenta su educación y su relación con la educación de otras alma de las masas es una expresión metafórica sin sustancia, esto
capas con el cambio de sus lecturas. es, el substrato intelectivamente construible de manifestaciones aní-
En relación con estos contextos, el valor de las informaciones micas, llevadas siempre por sujetos individuales, si bien reunidos
estadísticas es de .antemano problemático, pues, prescindiendo del en .grupos. No existe ningún arte cuyo autor sean las masas lo
hecho de que los números y los nombres sólo responden a preguntas mismo que tampoco hay ninguno que haya sido creado 、ゥイ・セエ。ᆳ
referentes a la extensión y al objeto del goce artístico y no a la mente por un colectivo del pueblo. Arte de masas, lo mismo que
calidad y al significado qe la vivencia, las encuestas sobre el gusto. arte del pueblo, son producto de individuos que no deben su exis-
los deseos y las normas valorativas del público en general sólo pro- t:ncia, sino únicamente algunas de sus características, a las rela-
meten ser útiles en tanto que sean instructivas las respuestas de los Ciones de los individuos entre sí.
El público de masas no representa ninguna integración sino, en
contraste con su noción aparente, una atomización del grupo de los
1
Cf. Q. D. Leavis: Fiction and the Reading Public, 1939.
2 Flaubert: Correspondance, Éd. Conrad, Il, p. 378. 3
Georg Simmel: Sociología, 1922, p. 51.

754 755
t'
receptores. Consta de puros individuos aislados esencialmente en, entre sí valores contradictorios en la democratización y nivelación
tre sí, sin ninguna comunidad espiritual real ni vivencias comu, de la cultura. .
nes notables. Gracias a su procedencia del teatro y a su participa- Ortega Y Gasset no atribuye en general ningún significado es-
ción en la recepción en grupos considerables, los espectadores del pecial al aumento de la población de Occidente en el siglo pasado
cine presentan todavía rasgos de carácter comunitario y de solida. f en la génesis de la sociedad de masas y de su cultura. La gente que
ridad evidente de intereses, aunque por lo general superficial, que ionstituye la sociedad y son sus portadores culturales existían ya en
no ofrece ya la conducta del radioyente y del televidente. El único . el cambio de siglo, aunque no como masas, sino separados unos
rasgo inconfundible del público de masas del arte estrib-a en la de otros, aislados y diseminados en pequeños grupos. En su opinión,
mezcla de los sujetos sociales y en la pérdida de su carácter indivi- la novedad consiste en su aglomeración, su conformismo, en la
dual, que no sustituyen con ninguna conciencia comunitaria. Es- pérdida paulatina de las propiedades que los habían diferenciado
tán especialmente juntos, pero no pertenecen al mismo grupo, y entre sí. La adaptación de unos individuos a otros sucede, por cierto,
puede que tPngan deseos comunes, mas significan tan poco el uno en toda forma de socialización, pero en los grupos que no tienen
para el otro como, por ejemplo, los espectadores de un espectáculo ningún carácter de masas, las tendencias, normas y objetivos im-
deportivo •. portantes corresponden a inclinaciones y aspiraciones personales,
La gran extensión es el distintivo más general y saliente del pú- que pueden ser tanto conformistas como no conformistas •.
blico de masas. Lo que se ha designado como big audience ', carac-
teriza por igual el círculo de clientes del cine, la radio, la televisión,
las novelas por entregas y las revistas ilustradas. Cuanto mayor S. Prehistoria
es el público tanto más pasivo, sin elección ni crítica, se comporta
ante las impresiones artísticas o parecidas, y con tanta más faci- El arte popular no ha tomado las dimensiones y la propiedad
lidad se deja contentar con productos estandarizados y que parten del arte de masas sino bajo las condiciones de la economía indus-
de la base de efectos programados. Así, pues, se requiere de ante- trial y del tráfico y de la gran ciudad moderna. Géneros como las
mano una cantidad considerable de receptores para que un público coplas de ciego y los libros populares, en circulación desde el Re-
elector y crítico se transforme en otro artísticamente indiferente. nacimiento, tenían también antes un carácter «popular» distinto de
La primera ... presuposición, aunque de ningún modo la razón la genuina canción y cuentos populares, al responder a los deseos
suficiente para el nacimiento de la cultura de masas, fue, evidente- de un público que se extendía a los visitantes socialmente más hete-
mente, el rápido incremento de la población de Europa, según lo rogéneos, procedentes de todas partes, de los mercados, ferias y
cual el número de sus habitantes aumentó a más del doble en unos consagraciones de iglesias. Mas no puede hablarse de arte de ma-
cien años. Mas el nacimiento del hombre masa como portador sas y de medios expresos de masas antes de la época de la masifi-
cultural no fue sencillamente consecuencia de la masificación de cación de la clase obrera industrial en las ciudades y de su mezcla
la población, sino resultado de un proceso real, motivado a lo sumo con las capas inferiores de la burguesía. A partir de entonces el arte
por el crecimiento de la sociedad. Con la participación de otros popular devino arte de masas y, por cierto, en el sentido doble de
círculos en las mejores condiciones de vida y en las satisfacciones que concedía entretenimiento artístico a un público mucho más
espirituales superiores, la unión local introdujo la democratización numeroso y colocaba los productos uniformes en el mercado en
de la cultura, la nivelación de los valores y el papel más importante cantidades inmensas, hasta entonces inimaginables. El público de
del hombre medio en la vida cultural. De esta suerte se unieron masas de las artes resultó de la democratización de la cultura, la
producción en masa de los objetos de arte fue resultado de los
• Dwight Macdona1d: «A Theory of Mass Culture», en Rosenberg-White:
Mass Culture, 1957, p. 69 y sig.
6
5
Gilbert Se1des: The Big Audience, 1950. Ortega y Gasset: La rebelión de las masas, 1930.

756 757
..
métodos de producción y distribución más recientes, condicionados Lráfica Y esta técnica sea una presuposición necesaria y no un
por el progreso de la tecnología electrónica. Jomplemento insustancial, posterior, de la forma intencional.
El proceso de transformación del arte popular en arte de ma. - La reproducción mecánica y la inherente provisión masiva de
sas ha estado en marcha desde mediados del siglo pasado. La no. obras de arte puede acentuar su carácter de mercancía, pero no el
vela de folletín, el teatro de bulevar y la litografía eran ya síntomas ,;prigen de su función como mercancías. Un cuadro único en su gé-
claros de la evolución que había de llevar al cine, la radio y la nero puede haberse producido como mercancía y figurar como tallo
televisión. Introdujeron la era técnica del arte. Los recursos mecá. セゥウュッ@ que las copias de un grabado en cobre o la reproducción
nicos del arte, instrumentales, manejados más o menos maquinal- セエッァイ£ヲゥ」。@ de un original. Pero mientras que el valor de una obra
mente, son por supuesto tan antiguos como el arte mismo. Toda de arte pictórica es inexpresable en la forma de su precio, el valor
forma artística presupone un procedimiento técnico, cada una de de un grabado en cobre sí puede medirse más o menos adecuada-
ellas va unida a un instrumento, a un aparato, siendo indiferente mente en su calidad de mercancía. La hoja gráfica aumenta de va-
que el instrumento de que se sirve el artista sea un pincel o un lor con su rareza y se hace inapreciable cuando, por ejemplo, es el
aparato de reproducción, un buril o un telar. La dependencia indi- último y único ejemplar existente de las copias de la plancha me-
recta de la expresión forma parte de la esencia del arte y es insepa- tálica o de la piedra. En contraste con un cuadro, un grabado en
rable de la conversión de contenidos espirituales en meros artefactos. cobre o una plancha trazada, la reproducción fotográfica continúa
El torno del alfarero prehistórico era ya una «máquina»; entre él siendo mercancía en todas las circunstancias, y, como el disco, no
y el equipo técnico del artista de nuestros días no existe más que representa más que un apunte, una especie de aide-mémo_ire, sin
una diferencia de grado. La evolución no se efectúa, por cierto, sin .ningún rasgo valorativo individual digno de mención. Sustituye a
saltos, en cuya sucesión se destaca evidentemente la invención de un original irreproducible, eso es, se diferencia no sól,o de la hoja
la reproducción gráfica mecánica a principios de la Edad Moderna. gráfica artísticamente auténtica, sino también de la copia en pe-
Con ella perdió la obra de arte ese «aura» que consiste en la uni- lícula en aspectos esenciales; sobre todo en que la película consta
cidad e impermutabilidad del cuadro pintado o de la estatua escul- sencillamente de copias sin «original», pues incluso el negativo no
pida'. El giro ulterior más importante se introdujo con el perfec- es más que una reproducción mecánica, o en que consta de meras
cionamiento de la técnica, que hizo posible la proyección de la copias cuyo original existe únicamente en la forma en que, por
misma película en muchos miles de cines a un público de millones ejemplo, puede imaginarse como existente la idea de un cuadro
de espectadores. セ・@ ganó la extensión del público artístico hasta lo junto a la imagen pintada.
inconmensurable, pero se perdió, en cambio, la huella directa de El valor artístico de un trabajo no depende de la índole de los
la mano del artista. Realmente equivaldría a una fetichización gra- medios técnicos que utiliza el artista, sino única y exclusivamente
ve hacer un mito de la «firma» del artista y de la llamada «aura» de cómo los utilice. Pues, lo mismo que la transformación del obre-
de la obra de arte original. Así, pues, la unicidad no representa más ro manual en obrero de máquina no conlleva en y de por sí ninguna
que un criterio del valor artístico cuando forma parte de la inten- atrofia de sus capacidades intelectuales, tampoco responde a los
ción original del artista. Una copia pintada a mano de la Velada hechos la hipótesis de que los medios técnicos modernos de la pro-
de Rembrandt puede carecer totalmente de valor; mientras que los ducción artística provocan de antemano el menoscabo de su ca-
diferentes ejemplares de un grabado del maestro pueden conside- lidad estética. La forma fílmica excluye por cierto determinados
rarse como auténticas obras de arte, siempre que el valor artístico efectos artísticos, pero, en su lugar, crea las presuposiciones para
que parece ir unido en un cuadro a cada pincelada aislada, indivi- nuevos valores artísticos.
dual, no sea afectado por el carácter mecánico de la reproducción Sin duda, el aumento de la producción va acompañado de un
descenso del nivel, y de esta suerte sufrió menoscabo la calidad
' W. Benjamín: Das Kunstwerk im Zeitalter seiner technischcn Rcpro- de las obras bajo la presión de una demanda excesiva incluso en
duzierbarkeit, loe. cit. una época de la literatura tan creadora como el siglo xvm en In-

758 759
+
glaterra. Sin embargo, en los períodos de esplendor de la historia quema para la producción según el cual se puedan llevar al hom-
del arte, como el gótico, el Renacimiento o el barroco, se produce bre, sin resistencia ni gasto de tiempo, los mismos tipos con el
más bien mucho que poco. Pero esta praxis se agrava cuando con. Jllismo público. Habitualmente se les reprocha a los capitanes in-
duce a la repetición monótona de modelos en los límites de un epi. dustriales del campo del entretenimiento que se mantienen el mayor
gonismo o de un programa escolar rígido. Naturalmente, ningún tiempo posible en los tipos una vez que han dado buen resultado,
estilo se escapa sin cierto convencionalismo de las formas, sólo que puesto que es la moda del mismo tipo de productos durante un ex-
la proporción de lo convencional y estereotipado en la producción tenso período de tiempo la que garantiza una verdadera renta-
en masa, impersonal por excelencia, es de antemano mayor que en bilidad. Al mismo tiempo se les reprocha también que, a fin de au-
el arte sublime de los maestros, determinado por principios indivi. Jllentar el consumo, crean artificialmente la necesidad de tipos nue-
duales. La verdadera diferencia entre ambos géneros de arte no es- vos y el deseo de modas que se suceden con rapidez. Como afirmaba
triba en la presencia o ausencia, sino en la rigidez o flexibilidad Simmel, «no nace en un sitio cualquiera un artículo que se con-
de las convenciones. El minueto no era menos convencional que el vierte luego en moda, sino que se producen artículos a fin de que
tango, era únicamente más flexible. El dominio de las convenciones se pongan de moda» •. En la realidad se combinan ambos métodos
en el arte superior, esencialmente autónomo, significa tan sólo que de persistencia en una moda rentable y del cambio frecuente de
el artista pisa de algún modo suelo firme en la lucha con el mate- las modas, intercambiándose según las circunstancias. La organiza-
rial que ha de organizar y puede empezar con su obra sin ninguna ción de la actual producción en masa de arte se funda, en todo
duda paralizante, pero no, por ejemplo, que puede evitar de ante- caso, en la manipulación de las necesidades, la cual contrarresta la
mano todos los peligros que lo amenazan. También su camino está evolución natural, ya cree artificialmente la demanda o ya prolongue
cortado por abismos que apenas consigue salvar sin temeridad la duración de la clientela. Por su parte, la industria del entreteni-
ni altanería. Quienes no ven en las convenciones más que muletas miento no hace ciertamente nada para educar a las masas en el
no saben lo grave que es apoyarse por completo en ellas. íJensamiento crítico y en la capacidad de juicio artístico. La incul-
Las dos condiciones de la producción en masa industrial, la pro- pación que se les hace a los editores, directores de teatro y pro-
ducción de componentes sustituibles y permutables y su combina- ductores de cine, de haberse conjurado contra la mayoría de edad
ción con un gasto de trabajo relativamente pequeño 8 son válidas 'fntelectual del público, equivale, sin embargo, a una simplificación
también en relación con la producción masiva de arte, aunque con ·excesiva de la situación. Mas la manipulación ideológica de los
ciertos cambios. Por revolucionaria que resulte actualmente el modo Gセアオゥウエッ@ del mercado artístico no se pone así en tela de juicio. Cier-
de producción, en principio no es nada nuevo. Los escultores ro- 'to, se quiere ganar dinero y asegurar los medios para ello durante
manos, e incluso los egipcios trabajaban ya partes estereotipadas, el mayor período de tiempo posible. También es cierto que para
mecánicamente componibles. El valor artístico de semejante método, tal fin se elige, se prefiere antes el arte malo que el bueno, en pri-
tal como se evidencia del modo más claro en los poemas homéricos, mer lugar porque en general no se tiene la menor idea de la diferen-
no depende del número ni de la frecuente repetición sino de la cia entre ambos, y luego también porque es más fácil desprenderse
renovadora capacidad expresiva de las fórmulas aplicadas. Ésta se
pierde precisamente en el arte de masas moderno. La estandariza-
ción no produce ninguna fórmula utilizable a voluntad, sino clichés
, de los productos artísticos inferiores que de los superiores. Los inte-
resados en el éxito comercial de la industria cultural no son en abso-
luto independientes de la ideología de su clase, aunque tal vez
inadecuados bajo todos los aspectos. no se cuenten entre sus más celosos representantes. En todo caso,
El distintivo especial del arte de masas del presente no estriba parecen demostrar más bien falta de pensamientos que fanatismo
en el deseo de producir objetos de fácil y amplia difusión, eso es excesivo. No sólo quieren ganarse como clientes y satisfacer a sus
algo que ya se pretendía antes, sino en el objetivo de hallar un es- eompañeros de clase sino, a ser posible, a todo el mundo. Las direc-

8 Stuart Chase: Men and Machines, 1929, p. 25. ' G. Simmel: Philosophische Kultur, 1911, p. 34.

760 761
t
tivas ideológicas que siguen denotan rasgos más bien negativos que que se enfrentaban eran de un orden superior a las que se les ofre-
positivos, pese a un liberalismo aparentemente reinante: no se cen hoy, ello se explica por la circunstancia de que no estaban des-
hacen sencillamente preguntas insidiosas. l¡nadas directamente para el consumo general. Mas por poco que
La escasa calidad de los productos del arte de masas se expli- .ayan variado las relaciones a este respecto, no se alcanzan a ver
cará, al menos en parte, por la conjunción de la democratización 1 las consecuencias del hecho de que ahora se presenten como con-
de la cultura y la persistencia de la economía competitiva capita- セゥ、ッイ・ウ@ de arte capas cada vez más amplias de la sociedad. A sa-
lista; pero no suena muy convincente la conclusión de que «hay ber, la cultura de masas no nivela solamente los criterios cualita-
que eliminar la explotación o la democratización para que vuelva a
restablecerse la cultura» ' 0 • Los modos y medios para la elevación
1 tivos artísticos a un grado relativamente inferior, no sólo inhibe
el '¡pensamiento y la sensación, no sólo conduce al conformismo
del arte de masas, vinculados a las condiciones económicas y so. 1 y a la falta de responsabilidad, sino que también abre por primera
ciales, no presuponen ni la desaparición del capitalismo ni la de la 1 vez los ojos a muchos para cosas y valores que no percibían antes.
democracia. La salida de este impasse no se abre con el simple de- 1 .Así, que, en verdad, contribuye a la indefensión de la gente, pero
rribo de las barreras existentes entre las clases y la superación de r les facilita al mismo tiempo el camino hacia la crítica y la oposición.
los obstáculos materiales que se interponen en el camino de la se- ·•:. Cada vez que se amplía de repente un círculo del público artís-
lección natural. No se ha cumplido de ningún modo la expectación tico, la primera consecuencia ha sido el descenso del nivel del gusto.
de la afluencia de talentos nuevos tras la apertura del acceso a eセ・ェューャッ@ más saliente y mencionado con más frecuencia lo cons-
las fuentes de la cultura para amplias capas. Los talentos creado- tituye la transición de la cultura cortesano-aristocrática de fines del
res no marchan por las puertas abiertas, y la capacidad de distin- ¡rococó a la cultura burguesa de la Ilustración. Cisuras parecidas
guir las cualidades artísticas no se deduce directamente de la libe- :§urgen con el ascenso cultural de la burguesía en la segunda mitad
ración de las inclinaciones e instintos naturales. El buen gusto no del siglo pasado y la aparición como público artístico de partes
es la raíz sino el fruto de la cultura artística; no supone ningún de la actual clase media semieducada.
dato primario sino que paulatinamente deviene el factor que está El arte de masas del presente tiene sus raíces en el arte popular
llamado a ser. del siglo xvm: en la noción de la obra de arte como mercancía
La rutina de la sociedad industrial moderna, la regularidad me- .personalizada y del goce artístico como distracción y emoción
cánica de la vida de la gran ciudad, la adaptación involuntaria y en vez de aclaración y concentración. Sin embargo, las masas
generalmente inconsciente de los individuos a las formas de vida de hoy participantesén el arte no representan solamente un públi-
comunes, comportan en y de por sí cierta disposición a la masi· co más extenso que el del arte popular de ayer. Se componen de
ficación, reforzada por los medios de masas, la prensa diaria, la .mentos sociales más heterogéneos, y su relación con el arte se
radio, la televisión, el cine, los anuncios de los periódicos y los debe a motivos más diversos, aunque en términos generales de
carteles de las calles, en suma, todo lo que uno ve y oye. Los he- セエ・ョゥ、ッ@ más superficial y pobre. Arte sin ambición y público sin
chos que se han de descubrir, las preguntas que se han de plantear, .tensiones existieron ya antes, pero no es hasta ahora cuando sur-
las opiniones que se han de compartir, se las entregan a uno ya ge la noción de un arte fundamentalmente fácil, sin problemas,
listas. El número de gente que se nutren de ellas crece, por cierto, セーイ・ョウゥ「ャ@ sin más, y de un público que no toma conocimiento
constantemente, pero sería erróneo suponer que, si fuesen menos de ningún otro género de arte. Lo que se entiende hoy por «mú-
numerosas, las masas se comportarían de una manera distinta a sica ligera», «literatura de distracción» o «adornos murales», se
la de hoy. En realidad nunca tuvieron nada en contra de que les .conocía antes prácticamente. Los libros entretenidos, la mú-
dieran masticado su alimento espiritual. Si las obras de arte con sica agradablemente melódica, de ritmo ameno, fácil de recordar,
los cuadros bonitos y graciosos no eran, por lo general, más que
10 Dwight Macdonald:
44
A theory of «Popular Culture». Politics, 19 • セ@ セ「ーイッ、オ」エ@ y medio para un fin, y muy rar:1s veces fin en sí mis-
íno. A decir verdad, el arte quiso agrad:1r .,i('mpre y, en general,
página 23.

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también entretener, pero la gente a quienes pretendía agradar y los La mayor atracción de las novelas y películas actuales de éxito
medios por los que procuraba entretener eran distintos de cultur estriba en ese irrealismo afectista, bajo cuyo aspecto se revela la
a cultura, de unos portadores del gusto a otros, de un público 。イセ@ eVasión de la realidad, por lo general a través de la identificación
tístico a otro. Cervantes, Voltaire y Swih escribieron los libros más rotal del lector o espectador con el protagonista. La participación
divertidos, Mozart compuso la música más encantadora, W atteau セエゥオカ。@ en los destinos de la vida, las luchas, éxitos y fracasos
pintó cuadros que eran el deleite más puro a los ojos. Pero nunca de los personajes de un autor ocupa ウゥ・ューセ[@ una porción tan im-
les era totalmente extraña la preocupación por la seriedad de la portante en el goce artístico del receptor que el arte puede consi-
vida y el pensamiento de lo precario de la existencia humana. Se derarse también como satisfacción de la nostalgia de un yo ajeno
divertían y divertían a otros con la descripción de las sendas y giros y una existencia utópica. Pero nunca se entregaron tan libremente
singulares y a menudo セッイー・ョ、エウ@ de la vida, sin embargo es- a este género de ideales como desde el romanticismo y su repercu-
taba muy lejos de ellos el pensamiento de rehuir los hechos. Cabe sión, desde la literatura popular burguesa, conformada con me-
que se divirtieran con los absurdos del mundo, pero nunca se les ros sucedáneos, y desde el triunfo final del bestseller y artefactos
ocurrió no querer percibirlos. parecidos. A partir de entonces, la identificación del lector con el
Divertirse de las insuficiencias de la vida puede ser una forma protagonista del autor ha tomado esas proporciones que ocultan
inocua de defensa contra la realidad amenazante, pero el sentimenta- y borran toda distancia entre poesía y verdad, artista y público,
lismo sin compromisos es una forma más grave. Este no es ya nin- vivencia creadora y reconstructora. Al convertir el escritor al lec-
guna deformación inofensiva, sino una mentira peligrosa, empon- tor en confidente suyo, le permite reclamar en la vida los privile-
zoñadora de las relaciones humanas. Nadie se conmueve tanto por gios de sus héroes y ser eximidos de los deberes de la vida cotidiana.
el destino de los héroes de novela desgraciados como el lector que En la generación que siguió a Flaubert toda pequeña mecanógrafa
nunca siente compasión en su vida. Como el sentimentalismo de las puede implicarse en una mentira de la vida fatalmente inextricable
generaciones románticas, su emoción es expresión de un defecto, u olvidarse por completo de quién y de lo que es, como una especie
compensación por la falta de participación activa. Ninguna gene- de Madame Bovary, que usurpa ya ella misma una posición espe-
ración se abandona con tanto gusto y satisfacción a las historias cial en la vida.
sentimentales y a las situaciones melodramáticas como la que no Los protagonistas de las grandes creaciones de todos los tiem-
puede desplegar libremente su vida sentimental. El individuo com- pos fueron figuras ideales, utopías y modelos, hacia quienes el lec-
pensa igualmente su falta de amor con el sentimentalismo. tor u oyente miraba y a quienes a menudo envidiaba. Pero antes
Tampoco los autores del siglo xvm, sobrio y racionalista, elu- del romanticismo a ningún mortal corriente y moliente se le hubie-
den los efectos patéticos, mas nunca apelan al corazón solo, sino ra ocurrido medirse con ellos y arrogarse sus derechos, querer corre-
que al mismo tiempo lo hacen a la razón del lector, recordándole セゥイ@ o perfeccionar de acuerdo con su imagen la vida propia, insa-
a menudo, de manera poco suave, la realidad diaria. Conocen y tisfecha o imperfecta. Sin embargo, equivaldría a un psicología su-
respetan los secretos del corazón, pero no los mistifican. En la li- セ。ュョエ・@ simplificadora de la verdadera situación interpretar la
teratura popular moderna de las masas se describen los sentimien- Identificación con los personajes ficticios de sus novelas y películas
tos como signos de una disposición excepcional, a la que se adhiere , preferidas sencillamente como ilusiones y satisfacciones imaginarias.
cierto rasgo extravagante, con frecuencia morboso, en vez de repre- Muy pocos lectores y espectadores de cine esperan para sí un happy
sentarlos como un factor natural y de importancia limitada en la end al estilo de Hollywood en su historia de sufrimientos, por mu-
vida anímica, factor que se equilibra en la razón, en el sentido de cho que jueguen con tal idea. La relación ilegítima, ilusoria, pre-
la decencia y de la conducta. El sentimiento es el sustituto sin reac- suntuosa, que mantiene la mayoría con sus ideales, consta igual-
ción ni compensación de algo que no se puede hacer fácilmente en mente de autodramatización y compasión de sí mismos y de ilusión
la vida y que, por eso, exalta, valora en exceso, lleva a lo ideal e セv。ョゥ、N@ Su optimismo y su pesimismo tienen el mismo carácter
irreal. Usionista. Se conmueven tanto por el hecho de haber perdido

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t
.
' '1 セ@
:
i 1 1·
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.1 ' '
1 irremediablemente algo en la vida como se animan con la esperanza 6. Una interpretación de la
secreta de que tal vez no se halla perdido todo para ellos. cultura de masas
J¡'¡ll' 1 La industria moderna de la cultura ha adquirido un poder de
i.l,, i,
valor dudoso sobre sus consumidores gracias a su mero volumen
a la cantidad y ubicuidad de sus productos. El lenguaje de hッャケセ@
wood y de los bestsellers se ha convertido en la lingua franca de
Occidente. ¿Cuál es el peor mal de esta hipertrofia de la produc-
ción: leer demasiado poco o leer en exceso, tener una participa-
ción demasiado grande o demasiado pequeña en la industria cul-
tural? La respuesta no es en modo alguno tan fácil como parece
desde el punto de vista puramente civilizador. El peligro de satura-
ción y parálisis con que amenazan los narcóticos de la cultura a
sus víctimas, lo vislumbró ya Coleridge al principio del siglo pasado.
«En lo que se refiere a los partidarios de las bibliotecas circulantes»,
escribía, «no calificaría su pasatiempo, o mejor dicho su mata-tiem-
po, con el nombre adulador de lectura. Más bien debería llamarse
pobre ilusión, gracias a la cual los soñadores se trasladaban a un
estado de pereza y de sensibilidad repugnante... y del ámbito de 1. El fin de la era Gutenberg
la lectura pasan a ese vasto dominio caracterizado por la concilia-
ción de dos tendencias opuestas, aunque aparecidas al mismo tiem- , Las doctrinas de Marshall McLuhan constituyen una interpreta-
po, a saber, la tendencia a la pereza y la aversión a estar desocu- ción original de la cultura de masas, si bien romantizante basada
en'Jormulaciones chocantes, a menudo confusa, 」ッョウゥエ・セ@ en su
pado» 11 •
mayor parte de puras metáforas, y no sólo representan su explica-
ción y crítica, sino también su producto, la expresión de su gusto
por la ostentación y la sensación. Son ejemplos típicos de la agudi-
zación y simplificación con que presentan los fenómenos los me-
dios de la cultura de masas. Pese a la insuficiencia de su pensa-
miento y expresión, el mérito de McLuhan radica, sin embargo, en
haber llevado a la conciencia general el significado de descubrimien-
tos como la radio y la televisión y la influencia que ejercen en
nuestra imagen del mundo y en nuestras formas de vida. En todo
caso, fue el primero en indicar con la debida insistencia que el
efecto de estos medios es esencialmente distinto al de un libro o
una película, que se sirven de recursos y efectos especiales, y tienen
.uposiciones tecnológicas, apoyadas en la civilización electró-
セ@ de nuestros tiempos.
En su exposición partía McLuhan de la afirmación del cambio
que había experimentado la cultura occidental con la invención
de la imprenta y el dominio de la comunicación interhumana por
ntedio de la literatura impresa. De aquí llegó a la hipótesis de que
11 Coleridge: Biographia literaria, § XXII.

766 767
T
la liberación del pensamiento, de la sensación y de la expresión
Ltónomos_ a disposición del lector privado, aislado de sus prójimos.
respecto de la supuesta esclavitud no se efectuó sino por el cambio 1
Pero el peligro de que la literatura impresa pudiera destruir la cul-
que él denomina como fin de la «era Gutenberg». エオイセ@ de la _lengua セ@ poesía vivas es tan inexistente como el de que
Según McLuhan, la experiencia consta de numerosos compo- la tipografia llevana a la eliminación del sentido del cual es signo.
nentes sensoriales incompatibles. Recibimos simultáneamente im. Con su diferenciación demasiado rigurosa entre la palabra ha-
presiones visuales, acústicas, táctiles, ッャヲ。セゥカウ@ Y del gusto. sセ@ di- blada Y la escrita McLuhan mitologiza y mistifica tanto el pasado
versidad y simultaneidad producen una Imagen tan comple¡a de como el futuro de la cultura. Su concepto de la «comunidad fami-
la realidad que todo intento de describirla con claridad Y medios liar» 」セョ@ la que, a diferencia de la rutina de la lectura, relaciona
homogéneos puede conducir a la deformación de las experiencias, la magia de la palabra hablada y perceptible como medio de comu-
incluso aunque el vehículo de representación elegido sea ・セ@ y de セ」。ゥ￳ョL@ se alza sobre un mito, lo mismo que tiene un carácter mís-
por sí ·apropiado. La palabra hablada y audible, en el sentido de
o'.ficamente utópico su idea de los medios electrónicos, los cuales
McLuhan, es de todos modos un medio más adecuado que la es-
、Z「・セ⦅ーイッオ」ゥ@ automáticamente una comunidad nueva, una parti-
crita o impresa, la cual empobrece y adultera la calidad auditiva CJpaciOn nueva, general, en las creaciones de la cultura. No es sino
y la forma natural de la comunicación. La escritura ーセョ・@ límites pura construcción la explicación de que la palabra escrita 0 im-
bien estrechos a la espontaneidad creadora de la lengua viva, espon-
presa pierde los tonos concomitantes de la palabra hablada. Desde
taneidad que oscila entre diversas posibilidades, y reduce su poli-
ᄋセ@ los ra?sodas de la Antigüedad, la poesía consistía ya principalmente
semia y variabilidad calidoscópica a un sentido único, イ■ァゥセッL@ inerte en «literatura», en obras escritas y parcialmente leídas, las cuales
y lógico'. La extravagante agudización de ャセウ@ セウ・イカ。」Qョ@ co- no debían su calidad artística y su efecto a una técnica impro-
rrectas de McLuhan empieza ya con esta exphcac10n. Deb1do a su
visada de producción, sino a la experimentación y corrección con-
carácter directo, la impresión de la palabra hablada puede ser más
tinua, por un lado, y a la lectura repetida y comparada de las crea-
fuerte que la de una comunicación escrita, mas la viveza de la im- ciones literarias, por otro. Mas la improvisación aparentemente más
presión no garantiza ninguna interpretación más _rrofunda y ma-
、ゥセ・エ。@ también . selecciona, compara y se aleja de la inspiración
tizada de la comunicación respectiva. El texto escnto ofrece al me-
ongmal. La escntura y la lectura no suponen sino pasos ulteriores
nos puntos de apoyo para la interpretación correspondiente más
・セ@ el proceso de 。ャゥ・セ」￳ョ@ de la intimidad inherente a toda expre-
seguros que el sonido fugaz de la palabra hablada. Sion y a toda alocuciOn, y que ninguna evolución, sea del tipo que
La invención de la imprenta y la habituación al texto impreso sea, puede restablecer en su pureza.
aumentó el mal inherente a la escritura, según la doctrina de Mc-
Luhan. La monótona regularidad y la rígida secuencia de las lí-
neas impresas, el deslizamiento rutinario de la vista por los signo<
2. Continuidad visual y simultaneidad acústico-óptica
iguales, fáciles de reconocer, constituyen el ー。イ、ゥァュセ@ del pensa-
miento lógico, desplazaron y sustituyeron las formas mas concretas, ·1 McLuhan no se cansa de repetir que la homogeneidad visual
ricas y sensiblemente saturadas de la expresión lingüística. Desde ?e la imprenta ha sido el prototipo de la tecnología industrial y el
Gutenberg, la mayor parte de lo que sabemos del mundo Y de los エューオセウッ@ Mセ£ウ@ fuerte de la mecanización, racionalización y desper-
hombres lo aprendemos sin entrar en contacto directo con ellos.
セィコ。」ゥoョ@ de la vida. La introducción de la imprenta es el pecado
Con sus letras móviles, estereotipadas, la imprenta crea una abs- ?gmal de donde provienen todos los males de la civilización indus-
tracción de los contenidos concretos de la conciencia Y la frag- trial, El_ hombre moderno, técnicamente trabajador, industrialmente
mentación de las comunidades humanas espontáneas al operar .con セオ」エゥカッL@ fue, como él afirma, creación de Gutenberg. Pero la cul-
formas acabadas y poner categorías mentales y medios expresivos tura oc 'd t 1 , d b . .
1 CI en a no gano con su escu nmtento con la fijación de
⦅。Lウオセ・ョ@ 、セ@ percepciones, ideas y セウッ」ゥ。ョ・L@ ningún medio de
1
Marshall McLuhan: Understanding Media (1964), 1967, PP· 93/9 8-
ltlteg acwn smo a lo sumo un medio de homogeneización en el
768
769
plano de un solo órgano sensorial y de un solo medio, el del ojo
la tipografía. _contribuyera esencialmente a concebir los procesos
de. la ウ・セ。」キョ@
que lee continuamente y el de la línea impresa en forma conti-
Y. de la conciencia como nexos ininterrumpidos
nuada. e .Irreversibles, セエョ「。@ sobre todo en esta teoría, con sus tipos cam-
Ahora, el vínculo se ha roto con los logros de la tecnología elec- biables Y repetibles, introdujo en la esfera de la cultura la idea
trónica. Estamos en posesión de instrumentos expresivos que ha- de esa «reproducción técnica» cuyo triunfo atribuye W alter Ben-
cen entrar en acción a medios múltiples, de composición hetero-
génea, que constan de elementos auditivos y visuales, en vez de
la forma unilateralmente «visual» de la tipografía. En lugar de
l.
. jamin al cine •. Pero, en contraste con McLuhan, la nueva técnica
•significaba también para Benjamín un medio de liberación tanto
.. de Qセ@ _sensibilidad visual concreta respecto del dominio de la abs-
la sucesión se hace valer la simultaneidad de las impresiones, y la J エイ。」ゥセョ@ como de la expresión poética respecto de la literatura, del
complejidad de la sensibilidad heterogénea desplaza a la sencillez texto Impreso y que se ha de leer.
de la expresión homogénea y de la argumentación rectilínea. Aun-
que es indudablemente cierto que la significación que ha ganado
l Al afirmar McLuhan que el «libro impreso representa el primer
. p_roducto de masas. exactamente repetible .Y mecánicamente produ-
sobre todo la televisión en la vida actual va unida a la heterogenei- ' cido», parece refenrse al concepto de Walter Benjamín acerca de
dad de los medios de comunicación, también tienen que corregirse la «repetibilidad técnica de la obra de arte»; mas no debe hab
las afirmaciones de McLuhan a este respecto. Pues aunque la tipo- 'd · , er
エ・ョセ@ o nmgun conocimiento directo de sus antecesores. Y por pa-
grafía se sirve únicamente de signos visibles y la televisión, a di- recido que sea el procedimiento técnico en ambos casos existe
ferencia de ella, utiliza también el momento auditivo de los acon- sin embargo una diferencia inmensa entre la イ・ーッ、オ」ゥ￳セ@ de un
tecimientos, es incuestionablemente más acertado vislumbrar la texto impreso y la de una hoja gráfica. Cada ejemplar de un gra-
victoria y no la derrota de la visualidad en el cambio que ocurre bado en madera o de UI)O en cobre representa la misma obra de
con la televisión, y en el fondo ya con el cine, en el sentido de la . arte, mientras que ningún texto impreso es idéntico a la creación
teoría de Béla Balázs, por ejemplo '. La visualidad de los signos )'respectiva, sino que tan solo constituye una serie de signos que pro-
tipográficos no tiene nada de la particularidad sensiblemente con- voca en la imaginación del lector la forma de la obra designada.
creta, objetivamente manifiesta, de la visualidad en sí, hacia la cual La estructura lineal y aditiva de un texto impreso es para Mc-
se orientan las artes plásticas. Ésta no tiene nada que ver con la Luhan un síntoma de monotonía que cree reconocer por doquier
imprenta y sólo se convierte en elemento importante de la imagen en セ。@ cultura de la era Gutenberg y que no ve superada sino hasta
vigente del mundo con la popularidad del cine. la epoca electrónica siguiente, gracias a las formas multimediales
McLuhan tergiversa además el verdadero estado de cosas al ex· 、セャ@ arte. Cabe que sea efectivamente importante la tendencia a la
poner como una innovación de la televisión la aplicación de medios iJ:Iferenciación y multiplicación de los medios en relación con los
múltiples, audiovisuales heterogéneamente condicionados. En rea- tipos _de arte como la televisión y el cine, pero el arte de nuestros
lidad la homogeneidad de los medios expresivos se abandona ya en d1as tiende, en general, más bien a formas más sencillas más recti-
el cine sonoro, y, de hecho, también en el teatro, si, en la danza セ・。ウL@ más rigurosamente dispuestas según el principi; de la adi-
más primitiva, acompañada de la música o de sonidos rítmicos. 」セ_ョL@ Y desarrolla en la música la forma de fuga, canon y varia-
}Ion en vez de la más complicada y dialéctica de la sonata, el con-
3. Reproducción técnica ゥセ。ーオョエッ@ estricto en vez de la armonía más flexible, y la técnica
en serie más rígida en vez de la ejecución más libre.
Pero lo que otorga un significado especial a la teoría de Mc-
Luhan, a pesar de todas sus deficiencias, y prescindiendo de que
2 Béla Balázs: Der sichtbare Mensch, 1924. - Idem: Der Geist des Films,
1930.
' W. Benjamin: Schriften, 1955, I, p. 366 y s.

770 771
4. Formas multimedia! es
セゥウュッ@ lenguaje. McLuhan tiene razón al menos en tanto que uno
no se puede esconder de ellos como tampoco de nuestros nervios
A pesar de todo, McLuhan considera sencillamente las formas y en セャ@ セ・ョエゥ、ッ@ de que la fisiología de nuestro sistema nervioso y Qセ@
más recientes del arte y de la comunicación determinadas por la -lectromca de los medios son igualmente ajenas a la expresión
múltiple constitución sensorial de sus medios. Todos los tipos de de nuestras intenciones.
información, las indicaciones y mensajes que recibimos a través de
los servicios de información, los instrumentos de propaganda, el apa-
rato de la publicidad comercial y los demás medios de comunica- 5. «El medio es el mensaje>>
ción, se le presentan sobre el mismo plano multimedia!. Mas por
mucho qne lo estimulen estas influencias, sus sentimientos son am- , La tesis del «medio es el mensaje» es el aforismo más conocido
bivalentes ante la imagen compuesta de elementos dispares. Es un y· 、ゥセ」オエッ@ de m」セオィ。ョN@ Representa la formulación más aguda y
contemporáneo ambicioso y fascinado por el espectáculo, que in- セcッョ」ゥウ@ de su doctrma. La identificación del medio con el mensaje,
tenta darse cuenta de las exigencias del día, pero a pesar de ello el vehiCulo con el contenido de la comunicación, el instrumento
セッョ@ la intención, es decir, que todo lo que tenemos que decir es
sigue siendo un romántico que se queja de la disoluci_ón. de la uni-
dad «orgánica» de la imagen del mundo y del sentimiento de la .roducto de la manera en que seamos capaces de decirlo. Cabe
vida de antaño. Por un lado encomia los logros electrónico-tecno- que la explicación parezca absurda a primera vista, pues intención
e:;instrumento de una comunicación, en relación mutua, están de-
lógicos que han puesto fin a la monotonía de la era Gutenberg,
y por otro lado los hace responsables de la pasividad intelectual セゥョ。、ッウ@ s.obre エセ、ッ@ _por la diferencia アセZ@ .existe entre ellos. Evi-
en que incurre la sociedad industrial'. Con su tesis de la atrofia Nョエセ・Z@ el ュセ、QPN@ sirve para la transmisiOn de un mensaje y no
セウ@ m 1dentlco a el m parte de él. Y aunque puede ser correcto que
gutenbergiana de la sensibilidad que, según él, sucede a una época
la .forma, la estructura, el sistema en que se manifiesta el arte de
de desarrollo sensorial y antecede a otra nueva época de sensibili-
dad en desarrollo, incurre en una romantización doble del proceso una época sean tan característicos de la sociedad respectiva como el
amtenido de ideas y sentimientos expresado y puedan convertirse
histórico: construye una edad de oro que se ha perdido y otra utó-
pica en la que se debe recuperar la. unidad perdida en una forma ara los contemporáneos en una vivencia igualmente profunda,
movedora y a menudo avasalladora, no es menos cierto que los
más diferenciada. ィ■セオャッウ@ セ・@ la expresión constituyen el opuesto del mensaje y el
Uno de los principios más fundamentales de la teoría de Mc-
medw empieza donde cesa el contenido de la comunicación. Medio
Luhan dice que los medios nuevos, heterogéneamente condiciona-
Y'tnotivo, igual que forma y contenido ·o convención y espontanei-
dos, son ampliaciones electrónicas de nuestro sistema nervioso: Esto
dad, sólo tienen sentido exactamente definible en su mutua relación
explica, sobre todo, que las distintas formas culturales se concierten
entre sí, aunque no constituyan ninguna unidad integrada, y las ヲ。ャ←セエゥ」N@
nuevas formas artísticas, el cine, la radio y la televisión deban su
& Sm ・セ「。イァッL@ esto n? impide en absoluto que la forma de una
Nウ・セエ。」QPョ@ y los medios de una comunicación influyan con fre-
constitución a los mismos logros, al mismo cambio del tipo de
ifruencia en los hombres de una manera más fuerte, múltiple y per-
comunicación rectilíneo, sucesivo e individual en producción Y re-
エZNョ・セ@ que los 」ッョエ・セゥ、ウ@ del 」ッセオョゥ。、N@
cepción pluridimensional, simultánea y masiva. La diversidad de ャセウ@
Sensaciones e ideas,
「ュQ・ョエッウ@セ y pensamientos, cometidos y mensajes, se ponderan,
medios sensoriales y la multiplicación de los medios que caracteri-
\. ptan o rechazan, mientras que los medios de expresión se apro-
zan las nuevas formas del arte, condicionan el carácter de todo
pian Y aplican· a menudo sin reflexión ninguna, sin darse cuenta
nuestro entorno urbano. La prensa diaria y las revistas ilustradas,
·1· el セ・@ ello. Muchos no se percatan del estado de cosas sino con mo-
tos anuncios y carteles, el gramófono y los a1tavoces, uti Izan
tivo de los escritos de McLuhan, a saber, de que las formas consti-
tuyen partes de las experiencias, de que son la lente que condicio-
• M. McLuhan: The Mechanical Bride, 1951, p. 21.

772 773
na los colores de los objetos, y de que, en cuanto estructura del cía, y, por otro, en el mied 1
cristal, se convierten en un elemento de la constitución del paisaje .. tiene tan poco en com . o a a soledad. Pero la «aldea global»
visto a través de la ventana. A este conocimiento, que no suponía
IIIL-
セョエ。」ッ@ que crea la tel un. . .con una comu m"d ad ald eana como el
evJswn entre las per .
ninguna novedad y fue expuesto ya por Ortega y Gasset ', es fi ca y culturalmente aislad 1 . sanas que VIven geográ-
al que debe McLuhan la mayor parte de su efecto. La tesis del .
No es mas que una equivo . • 1 os con a antigua "d d
comum a nacional.
. d cacwn e que McLuh . .
medio y del mensaje, parecida a un lema, es tal vez el mejor ejem- s1gno e comunidad 0 part" . . . an mterprete como
JCipacwn e1 int · d" .
plo de los trucos estilísticos que dan a sus observaciones, por acer- hora, por la vida de pers d eres, Istmto cada media
セGエZNᄋ・、@
tadas que sean, la apariencia de un carácter sospechosamente sen- セ@ ades exóticas •. onas esconocidas' pue bl os extraños so-
0
sacionalista. Mas por mucho que perjudique la formulación co- ' La ilusión de la aldea glob 1
queta el valor de sus explicaciones, no se haría justicia a McLuhan misma tendencia a la regr .. a es pdor completo un síntoma de la
eswn que omi t d 1 •
si se omitiera lo mucho que ha contribuido a inculcar en la con- de McLuhan. El deseo de volver de la na セ@ a a cntica cultural
ciencia de la gente que el medio no es tan solo portador sino tam- la nostalgia del habitante de 1 . d dpalabra Impresa a la hablada,
bién parte constituyente del mensaje transmitido. Pese a toda la reducir los innumerables me a セュ@ a por la aldea, la inclinación a
nsa]es que recib" d
insuficiencia de sus trabajos, puede reclamar el derecho de haber cuantos medios, no son más ue for . Irnos ca a hora a unos
indicado con más energía, aunque en una jerga extraña y ridícula. talgía romántica con que se q . bmas diferentes de la misma nos-
que nadie antes de él la tensión existente entre espontaneidad y hilar en tiempos de la ind エアセ・j。@ 。セA@ por la pérdida del torno de
us na text¡ mecánica.
convención y el dominio de formas vigentes y medios decisivos
sobre la originalidad viva y variable.
Aparte de la significación evidente de que el mensaje también
es parcialmente producto del medio, McLuhan puede haber pen-
sado asimismo en que el verdadero mensaje de nuestro tiempo no
radica tanto en el contenido como en la diversidad de los medios
disponibles, y en que éstos, debido a su profusión, funcionan a
menudo en vacío sin transmitir nada. Poseemos una cantidad de
medios de comunicación con los que no sabemos emprender nada.
Son ricos en técnicas, instrumentos, vehículos de expresión, pero
pobres en ideas dignas de transmitirse. La variedad de materiales
que trata sobre todo la televisión, especialmente estudiada por Mc-
Luhan, proviene de la idoneidad del medio para consumir todo lo
que se le ponga por delante, y no de su aptitud, por ejemplo, para
solucionar mejor los problemas importantes de la vida.
La doctrina de McLuhan acerca de la «aldea mundial», según
la cual la tierra, debido a la disminución de las distancias y a la
nivelación social, parece haberse hecho más pequeña, haberse re-
ducido verdaderamente a una «aldea», concuerda también con la
simultánea estrechez y amplitud de los medios existentes. En esta
metáfora se revela el sueño y al mismo tiempo la pesadilla del
hombre actual, complicado, por un lado, en el ideal de la demacra·

' Ortega y Gasset: La deshumanización del arte, 1925, p. 19.


'M. McLuhan: Understanding Media, pp. 12/13.

774
775
7. Los medios de masas -·-uena, que no se lee'. Es decir, que por su número, los lectores
lie la buena literatura no pesan nada eit comparación con los de
los bestsellers.

セュッ、ゥ。@
El hestseller satisface necesidades, deseos y esperanzas, ejecuta
la realización de exigencias ideales que nunca se ven cumplidas
en la vida. Es un sucedáneo de la verdadera solución de cometidos
.udiendo las dificultades reales. El objetivo que persiguen los me-
dios de masas consiste en el alejamiento o la represión de todo
lo que pueda perturbar la tranquilidad de sus receptores. Los im-
fpulsos oriundos del inconsciente, que se quieren ignorar por com-
:;pleto, amenazan la paz espiritual de los afectados precisamente a
causa de su represión, y constituyen un peligro para ellos mientras
no se revelen, se hagan conscientes y se reconozcan por lo que
1. El bestseller セッョN@ El arte verdadero estimula al esfuerzo por crear claridad en la
Trivialidad
セ。ャゥ、@ a menudo confusa y aceptar el combate con sus peligros
f9cultos. El disfrute cómodo del arte de masas ofrece distracción ba-
Con su éxito amplio y corto, el bestseller representa el proto- rata al precio de la ocultación de los problemas reales y de la
tipo de los productos artísticos de masa. El elevado número de sus "ilusión de una felicidad económica que al final hay que pagar
rápidas ediciones revela del modo más evidente la venta enorme más cara.
de los productos de los medios de masas. Las obras de literatura Igual que los medios de masas en general, los bestsellers se di-
seria se distinguen, sin embargo, de los bestsellers no porque requie- rigen a un público de reacciones lentas, pasivo en términos gene-
ren mucho más tiempo hasta obtener un número de lectores pa- rales, que sufre las impresiones artísticas sin que él contribuya mu-
recido. Hay obras del orden más elevado que no alcanzan nunca cho a los componentes de las vivencias. Se mantiene en un dejarse
una difusión muy amplia. La cantidad, que forma parte de los Jrrastrar sin pensar ni ofrecer resistencia, imaginativamente apá-
criterios de la popularidad, no desempeña ningún papel importante tico, en una especie de hipnosis indefensa. En la lectura de la lite-
en la determinación de lo clásico. ratura por entregas la pasividad del receptor sólo es menos evidente
Mas la trivialidad del bestseller no viene condicionada en abso- que en el efecto de los demás medios de masas. La comodidad que
luto únicamente por el caracter masivo y el consumo indiscriminado :pfrecen a los consumidores de sus productos es, sin embargo, la
de los lectores, ni tampoco por la complacencia con que se acep- misma. Con la constante accesibilidad de sus locales, el cine invita
tan deformaciones y mentiras en el goce artístico, sino más bien a que el público lo visite; la radio y la televisión están a disposi-
por la circunstancia de que estas mentiras son tan groseras e ia- ción de uno en casa; el disco no sólo está siempre a disposición
genuas y la bondad simulada parece tan impecable. La literatura de gu propietario sino que crea además el sentimiento de con-
popular tendió de siempre a la trivialidad, pero hasta la llegada セイエゥウ・@ en cierto modo en propietario de la música; el bestseller
del bestseller moderno también podían disfrutar de sus obras al- セ・イュゥエ@ hojear cuantos «pasajes poco interesantes» se quieran
gunos de los lectores más exigentes. Pero desde entonces, corno sm perderse nada de importancia. En la mayoría de los medios
observa Sartre, hay dos clases de literatura totalmente distinta;,
la mala, que es ilegible, aunque en realidad se lee mucho, Y a 1
J.-P. Sartre: Situations, JI, 1948, p. 191.

776 777
T
de ·masas, como el cine, la televisión y la radio, el público resulta
ser un elemento pasivo tanto en lo referente a la reproducción
Seguridad amenazada

El público del bestseller es tan poco homogéneo como el de la


como a la recepción. En el teatro y en el concierto existe una ac.
literatura popular o del arte en general. Tanto por su composición
ción reciproca dialéctica entre compañía y auditorio, actor y es-
pectador, locutor y oyente; la recepción de las presentaciones no de clase como por su desarrollo histórico es diverso y variable. Cier·
solo estimula sino que también pone límites a los trabajos artís- to, la clase media constituye su núcleo y comprende a los elementos
ticos y les otorga una dirección determinada, seguida por todos que no se avergüenzan de contarse entre los lectores de la lite-
los participantes. La película, la radiocomedia y la imagen de tele- ratura de masas, pero hay muchos lectores avergonzados de nove·
visión se ofrecen, por el contrario, todos listos, sin que el espectador las por entregas y más aún que no se dan cuenta de la calidad
1

1
o el oyente puedan ejercer la menor influencia en la configuración de los libros que leen. Igual que las capas de instrucción inferio-
il de los productos. res, la mayoría de los consumidores de la literatura de masas no
reacciona en particular a la calidad artística en cuanto tal, ni a lo
Disminución del público lector formalmente valioso o mediocre, sino a los momentos por los que
Aunque el bestseller representa el prototipo de los medios de siente reforzada o amenazada su seguridad. En su mayor parte,
masas, no constituye en absoluto la forma de arte más difundida, Jos bestsellers rezuman el miedo, la sensación de inseguridad y el
la que encuentra mayor aceptación. Las capas bajas de la hurgue. ansia de medidas defensivas que desarrolla la clase media ante los
sía y la clase obrera casi no leen nada, en términos generales, aparte enemigos que parecen amenazarla desde arriba y desde abajo. Tras
de sus periódicos, y el número de quienes leen libros apenas entra su filantropismo, su desvalida susceptibilidad e ingenuo sentimen-
en consideración junto a los asistentes regulares de los cines y los talismo se ocultan prejuicios irracionales y complejos de miedo, agre-
oyentes y espectadores de los programas de radio y televisión. El sividad y venganza, resentimiento y envidia. Las historias de detec-
bestseller se anticipó a toda una serie de motivos del cine, radio y tives y gángsters sirven de desviación de una violencia que halla
televisión posteriores, pero el público de masas se saltó en su mayor una expresión sublimada en las capas socialmente menos amena-
parte la forma literaria y no conoció las historias y los personajes セ。@ .
más famosos de la literatura universal sino en las formas derivadas Pero por mucho inconsciente que acompañe el consumo y efecto
de los medios de masas. A la gente que correspondía antes a este de la literatura de masas, su producción se efectúa por lo general
público sólo se les leía las continuaciones esperadas con impa- a la luz de la conciencia tranquila. Los autores de los bestsellers co-
ciencia de las novelas de Dickens, pero hoy día ni siquiera se de- nocen a su público y satisfacen los deseos frecuentemente indignos
jarían hacer leer la literatura correspondiente. Ellos mismos serían de sus lectores con su conciencia bien tranquila. Tampoco necesi-
capaces de leer las novelas, mas preferirían sin duda alguna los tan en absoluto descender por debajo de su propio nivel para escri-
arreglos para el cine o la televisión, más cómodos de disfrutar. El
bir un kitsch exitoso. Necesitan disponer de aptitudes literarias es-
retroceso artístico se manifiesta no sólo en que la antigua literatura
peciales, a veces importantes, pero no deben creer que serían capa-
popular, entre cuyos representantes podía contarse también Dic-
ces de producir también algo mejor si así lo quisieran. También
kens, ha cedido a los bestsellers de W arwick Deeping y Margaret
se aplica a ellos lo que es válido para cada fase de la actividad
Kennedy, sino también en la circunstancia de que una gran parte
artística: para tener éxito hay que creer en lo que se ofrece a la
del público de masas no es en absoluto ningún público lector. Mc-
Luhan puede consolarse con que los nuevos medios son capaces gente.
de ofrecer más que un sustituto por su pérdida; pero hasta ahora
ni siquiera ha dejado ver a sus «Dickens». En todo caso, Sorrel and
Son y The Constant Nymph han tenido tanto éxito para el cine
como David Copperfield y Oliver Twist.

778 779
2. El cine la evolución no lleva directamente de un problema a una nueva
jécnica, sino que también puede moverse en sentido contrario.
Comienzos del arte de masas
· El cine presenta aún cierto parecido con el arte del pueblo en
El paso decisivo en el camino hacia la génesis de la actual pro. tanto que la tensión entre calidad y popularidad en la forma cine-
ducción artística de masas sucedió con la mezcla de la clase media .tográfica es menor que en la forma artística en general, y, debido
burguesa y de la clase obrera industrial como capa de instrucción a eso, las probabilidades de éxito de una buena película son de
y la inclusión de prácticamente todas las clases en el público que ¡ptemano mejores que las de una novela o cuadro logrados. Además
llenaba los cines. Pues aunque el cine no fue el primer género ar. del cine, todo arte avanzado se expresa en una especie de lenguaje
tístico por el que se interesaron amplios círculos, la gente que acu. secreto, totalmente asequible tan solo a los iniciados. Su aprendizaje
dió a él si representaba por primera vez un público de masas en el requiere una preparación larga y esforzada, que no puede reducirse
sentido actual. sin más o, si se ha dejado pasar, recuperar así como asi. Mas el
Pero el cine no evolucionó, como, por ejemplo, el bestseller, 、セ@ }enguaje del cine pudo aprenderlo jugando la última generación
una forma del arte popular, sino de la experimentación totalmente pn セイ・ウオーッゥ」Nョ@ especi,ales. Aún hoy sigue siendo en cierto modo
extra-artística con un descubrimiento técnico. Al principio tamp 0 . ¡ffOPiedad espmtual comun, aunque la manera expresiva «cinema-
co representaba ningún arte para las masas, sino que tuvo sus pri- セァイ£ヲゥ」。ᄏ@ formal, en particular desde la competencia del cine con
meros clientes en esos círculos relativamente pequeños que consti. el teatro, se limitase cada vez más a objetivos específicos, vanguar·
tuyen un público agradecido para cualquier nuevo tipo de trucos. distas, mientras que el film comercial se adaptó a los medios tea-
De ningún modo se presentó con la pretensión de figurar sencilla- tr;ales, de suerte que la cisura que separa en otros géneros artísticos
mente como «arte». Los productores, que andaban a ciegas, y los . セ・クーイエッウ@ y profanos empezó también a separar al público cine-
sorprendidos espectadores de las primeras películas tenían el sen- ·latográfico. Terminóse así la armonía idílica en que vivió hasta
timiento de participar en un proceso artístico en un grado igual o entonces el público de cine.
menor que los portadores del arte del pueblo en la canción de sus Ser generalmente comprensible sin caer en la superficialidad
coplas o en el ornamento de sus utensilios. es una de las ventajas de un arte relativamente joven. La com-
Las primeras imágenes producidas con la técnica descubierta prensión de una fase más avanzada de la evolución presupone el
al azar de la fotografía móvil y proyectada de forma continuada Njョッ」ゥュセ・エ@ profundo de las fases anteriores, ya superadas, aunque
no eran películas verdaderas sino tan sólo episodios de la vida no perdidas del todo. El despliegue y la interpretación del arte
diaria, escenas cortas, por lo general divertidas, o pequeñas presen. nuevo va unido a la separación de los momentos, antes entrelaza.
taciones teatrales, en parte acrobáticas cuyo único rasgo común era dos. entre si de manera indistinguible, de la poesía autónoma y de
el «movimiento». Un acontecimiento fotografiado y proyectado en la !literatura de entretenimiento, de la música inútil y de la música
una pantalla no es aún ninguna «película», pues una forma artís- de consumo, de la mera decoración y de la representación visual
tica no es producto de un simple medio, sino de una relación dia- creadora de la realidad. La única forma artística en la que apenas
se notaba esta división, hasta la evolución más reciente, es el cine.
léctica entre una intención espontánea y un substrato de la expre-
En ;ninguna otra se habrían convertido las películas de Chaplin,
sión pretendida en tensión con esa intención. Cabe que el medio se
llsenstein, Pudowkin y René Clair en éxitos de público tan grandes
dé antes, no sólo como forma resultante de la dialéctica mencionada, yセョ、ゥッウ@ a circulas tan amplios.
sino también como problema artístico que conduce a la dialéctica.
セcッューイ・ョ、@ bien un arte significa comprender el nexo de ウオセ@
Uno se ha acostumbrado a partir, en la evolución del arte, de
f*nponentes de forma y contenido y reconocer la disolución de
problemas y a concebir los productos como soluciones de esos pro- uno en otro sin más. Una obra de arte parece absurda cuando su
blemas. La historia del cine nos recuerda, empero, que en el arte ヲッセ。@ carece de función o parece haber sido elegida arbitrariamente.
también se dan soluciones sin planteamientos de problemas, y que Mientras un arte es joven y con poca tradición, mientras no pre-

780 781
sente ningunas fórmulas permanentes y rígidas, los contenidos y
formas de expresión producen la impresión de una armonía na-
tural y sin problemas. Surgen conjuntamente, o un camino directo,
aparentemente obligado, lleva de lo temático a lo formal. Y, por el
1 Se le ha llamado con r .

La clase media
.
libro ilustrado de la 'd azon una_ especie de Biblia pauperum, «un
VI a para qmenes no pueden leer» '.

como exponente del equilibrio social


contrario, lo característico de todo desarrollo artístico ulterior es
Es insostenible 1 h · · · d

l
que las formas se hagan cada vez más abstractas e insustanciales inci . a Ipotes¡s e que podría empezar desde un
al separarse de la materia respectiva en cuanto figuras autónomas オョアAiセ・ゥZイ[。ュOエ@ en la _fase 。」エオセャ@ del desarrollo, incluso
y cambiables, de suerte que al final sólo pueden entenderlas y go- t , . Ios expresivos esencialmente nuevos. El ar-
zar de ellas el experto especialmente instruido y experimentado. men o mas sencillo toma aún determin d f'
tura セョエゥァオ。N@ El cine, cuyo público se セ@ セウ@ ormulas de la lite-
En el cine, la evolución de la autonomía de las formas sólo se ha en el mvel medio de la b . b , a a en su mayor parte
iniciado desde hace muy poco tiempo, aunque ya está en marcha .tadores de h aja urguesia, suele entretener a sus es-
el proceso de su enajenación de los motivos. En consecuencia, tam- , Al 」ッョゥュ・エセZ[ウャ■@ y ・ヲ」セウ@ 「エ・。イセャウ@ de ayer.
bién tenemos que vérnoslas aquí, en parte, con un arte popular tro donde se reúnen los homb d l pequeno urgues es el cen-
que se apoya en un público de masas en calidad de portador, y, .nematográfica sus mayores ←セZッウ@ e a masa, セ・「@ ャセ@ producción
en parte también, con un arte de élite vanguardista, llevado por un que responde al tipo del pequeño-bu. lセ@ catelgonaf sociopsicológica
círculo cada vez más reducido de elementos productores y recepto-
res. Pero, en lo principal, el cine se convirtió en medio de masas,
cuyas presuposiciones técnicas y económicas encerraba ya desde un
principio. Los métodos de su producción, reproducción y difusión
¡ エセ・@
h .

.
.,
ウZセエN@ a
rgues en a es era del arte tiene
アセ・£。[Z■」ャョ￳ュッMウゥ@
endimientos de arriba y de abaj·o e d . mle Ia comprende des-
.
sm vac¡1ar a los intereses y objetivos de las
' s ec1r, e ementos que se
d'
que cons-

unen
lo predeterminaban a adoptar el carácter de un artículo de masas ;;partes donde no se hallen en lucha d. t 」。ーセ@ me . Ias en todas
y a convertirse en el modelo de la industria de entretenimiento. es, sobre todo en . . Irec a por a existencia, esto
Pronto dispuso de todos los medios, imagen y palabra, tono y co- ji;,' bl' d sdu en_tretemmiento, aparentemente inofensivo El
|j\ゥイNセ@ Ico e セ。ウ@ el eme es producto de esta unión l .
lor, ilimitado material humano y requisitos inagotables, para res-
セio@ comercial de la vasta clientela así creada se alza' ウセ「@ セZーャヲエ。M
•' ponder a su cometido.
u
e a que parte la nivelación. Desde siempre la bu
· ·· · rgues1a tomo
' e 。ウセ@
Todo tipo de arte transfiere la imagen de la realidad a un plano na posicmn mtermedia entre las comunidades d . t
especial y reduce la diversidad de la experiencia a una forma más t · 1 e m ereses opues-
as, y en. [ウセ・」ゥ。@ desde la aparición de la «nueva clase media»
o menos homogénea. El arte logra algunos de sus efectos más pro- con .sudejerc¡_to_ de «empleados», pequeños funcionarios ー「ャゥ」ッセ@
fundos mediante este carácter indirecto de la expresión, presupo- y pnva os, viajantes y dependientes de comercio las b .
niendo también en el receptor la capacidad de trasladar sus viven-
cias de acuerdo con el medio. La complejidad de las figuras artís-
!: la ゥョエ・ャセ。、@ y las profesiones libres, se セイ・ウエ￳@
nte a eqmhbrar los antagonismos sociales. Sintiéndos
cZセエ。サ@
d
tanto desd 'b d e amenaza a
ticas y la profundidad del goce artístico se apoyan, por un lado, ktabl e arn a セッュ@ esde abajo, siempre estuvo dispuesta a
en el talento del artista para expresarse en insinuaciones indirec- セイ・ウ@ ecer comprm_msos y a abandonar la prosecución de sus in-
tas, y, por otro, en la capacidad del oyente o espectador para com- es y oportumdades efectivos antes que a sus espe
rsp f ranzas y
pletar la expresión elíptica. En este respecto también resulta el cine .· ec Ivas supuestas. La burguesía media pretendía que la
aran ent 1 . con-
fuente de diversión sin exigencias especiales, apropiada para las ma- tino r: a ?apa supenor, aunque en realidad compartía el des-
sas. Mientras que el arte exige en los otros campos una actividad de la mfenor, de suerte que la industria cinematográfica podía
mental e imaginativa extraordinariamente intensa, el cine contiene '
en y de por sí el resultado del acto que debe realizar el receptor 2
Bernhard D' b Id F1
y lleva al espectador de una representación del todo lista a otra. (1932), p. 404. Ie o : « i m und Drama», Die Neue Rundschau, XLIII

782
783
confiar tranquilamente, en sus planes de producción, en la confusa
オセ@ セオョ、ッ@ objetivo análogo sino elementos ontológicos totalmente
conciencia social y en el desorientado sentimiento de solidaridad de
IJ.1stmtos. De esta manera unió Eisenstein en El acorazado Potemkim
esta clase. La fórmula de una película de éxito podía apoyarse con
, Dtombres Y máquinas, brazos y ruedas, rostros sudorosos y calderas
toda seguridad en el optimismo ligero y acrítico que determinaba
,incandescentes, como manifestaciones de dos realidades heterogé-
su sentido de la vida y en su fe en la insignificancia final de los
_¿ne,as, オョセ@ huma,na y otra fáctica. Su técnica de montaje presuponía
antagonismos sociales que permitía a la buena secretaria remontar,
asr una rdeologia que significaba la negación de la autonomía de
en cuanto señora del director, de una clase social a la otra.
ámbitos existenciales y se apoyaba ideológicamente en el ma-
""a...,.,,v histórico y la dialéctica histórica.
1\'Iontaje El hecho de que no se tratase aquí sencillamente de compara-
El film no sólo está dominado ideológica sino también estruc- bエセ■ojQ・ウ@ sino de ecuaciones en el sentido de antinomias que se condi-
turalmente por el principio de la discontinuidad, la yuxtaposición llcionan Y envuelven mutuamente, y de confrontaciones que no son
de momentos incongruentes. Igual que todo el arte nuevo, que re- エュNゥ」。セ・@ de tipo metafórico sino de tipo concretamente dialéctico
nuncia a los principios unitarios de la tradición clásica, la forma era aún más evidente cuanto que el montaje no mostraba ya 。ュ「ッセ@

l
cinematográfica se basa en la yuxtaposición y la unión espontánea nómenos antagónicos sino tan solo uno de los dos, y, a decir
de motivos opuestos, realistas y fantásticos, racionales e irracionales, erdad, ・セ@ カセコ@ _del qUE; era 、セ@ esperar en relación con el proceso, su
temporales y espaciales. Esta estructura del film se revela del modo puesto dralectico. Asr descnbe Pudovkin en El fin de San Peters-
más evidente en el principio del montaje. Mediante la sucesión urgo el sacudido dominio de la burguesía mediante una tintinean-
abrupta de cintas largas y cortas, la secuencia ininterrumpida de te araña de cristal, o las innumerables instancias y la cumbre casi


distintas posiciones en vez de movimientos continuados de la cá- 。ャセョコ「・@ de la ェ・イ。セアオ■N@ de funcionarios mediante una escalera
mara, la repetida variación del ángulo visual, la distancia unas ve- mpmada, que parece mfimta, por la que asciende una figura hu-
ces mayor y otras menor del objeto y los «planos» siempre varia- mana diminuta, indefensa. En Huelga, de Eisenstein, se represen-
bles, el total, el primer plano, el film adquiere su particularidad sin- .tan las ejecuciones con escenas de matadero. Por todas partes se
gular, comparable tan solo al montaje y collage surrealista de las Jencuentran aquí cosas en lugar de ideas; cosas que revelan la ideo-
artes visuales y de la expresión elíptica de la nueva poesía. logía y cosificación de las ideas. Ninguna situación sociohistórica
Desde la fotografía móvil, origen del cine, el camino llevó hasta ha tenido una expresión más directa y, debido a esto, más sencilla,
el arte cinematográfico, en cuanto interpretación creadora de la que la crisis del capitalismo y la filosofía marxista de la historia
realidad, pasando por la aplicación del primer plano desarrollado ll>rientada a ella en esta técnica de montaje. Un pecho lleno de
por D. W. Griffith y por el método de interpolación de imágenes IQrdenes, sin su correspondiente cabeza, significa el imperialismo
descubierto por los rusos, del llamado corte. Ellos no descubrieron, militar; botas de soldado nuevas, rígidas, significan el poder mi-
naturalmente, la interrupción frecuente de la continuidad de los litar ciego, brutal, y la despiadada máquina de guerra. Pero, a ve-
movimientos fotografiados, la novedad de su procedimiento consis- ces, la identificación de los fenómenos comparados entre sí es tan
tia únicamente en el uso continuo de imágenes montadas atomiza- 'JJloja que la dialéctica amenaza con degenerar en metáfora huera.
das, limitadas a momentos breves, con la renuncia factible a la in- Nセ、・ュ£ウL@ no se debe olvidar que la técnica fotográfica del cine, con
clusión de vistas de conjunto orientadas. Mas la significación revo- su interés por el detalle y su favorecimiento del requisito objetivo,
lucionaria de esta técnica no radicaba en absoluto e>1 la brevedad se ajusta al materialismo de si toda la técnica que coloca al requisito
del corte, es decir, ni en el movimiento y el ritmo, ni en la sucesión en primer plano, no es ya el producto del materialismo existente en
acelerada y la momentaneidad de las impresiones, extendida hasta Jugar de condicionarlo. Pues la coincidencia histórica del nacimien-
el límite de la perceptibilidad, sino más bien en la circunstancia de
1

GNᄋセQ@
¡,
que ya no se acoplaron ni compararon entre sí los fenómenos de
to del arte cinematográfico y su montaje dialéctico con la investiga-
:'l''·
'
ción del carácter ideológico del pensamiento no puede ser pura ca-
784 785
sualidad, como tampoco la circunstancia de que los primeros el' ャセ。、ッ@ de las. obras como la alteración de las relaciones dentro del
sicos del cine basado en el montaje fuesen los rusos. a- f¡stema mediante el variable punto de vista del observador.
La novedad histórica que influyó en todo el curso no sólo d · · Así, pues, la particularidad de la vivencia cinematográfica no
la historia del cine sino también del arte en general, no consisti .e se revela tanto en la identificación del receptor con tal o cual perso-
sin embargo, en la técnica perfeccionada del montaje sino en セL@ naje Y destino, como en la dinámica de toda la recepción y en la
aplicación de diversos puntos de vista, ángulos visuales, distancia: .presión de que uno se mueve con el creador de la película y su
セ@ normas en el reflejo de la realidad. Y el origen de esta versati- .trumento, de que los acontecimientos no vienen a uno sino que
lidad ?o ャセ@ _formaba, por ejemplo, la observación de los detalles de uno ha de acercarse siempre al lugar de los mismos. En el teatro
una situacwn el espectador ve toda la representación bajo un mismo aspecto, des-
. o de un proceso, observación indicadora de aspectos de la misma distancia y desde el mismo punto de vista. Durante
cada vez ュセウ@ nuevos y precisos, esto es, no la acentuación de un
toda la pieza se mantiene fijo en su asiento y no puede observar
detalle. mediante su aumento o su desplazamiento de una visión
lo que ocurre en el escenario desde ángulos visuales y perspectivas
de con¡unto a un primer plano, sino la descomposición de la un·-


・イョセウN@ t。ュ_ゥセョ@ ve los acontecimientos en una sola dirección
dad artística que parecía constituir antes una totalidad indisolubli
. セ@ termmada, «log!Ca», a lo largo de un acto o de una escena inin-
cerra.da, mmanente, y la desmembración de la obra en elementoS
rumpida. La significación histórica del cine, inauguradora de
rel ativamente pequeños, sucesivos e intercambiables. La represen-
un nuevo período artístico, estriba en que el sujeto receptor entra
tación fílmica franquea, por un lado, mediante la exposición direc-
desde fuera en el interior de la obra, cambia su identidad constante-
ta, no revisada, de objets trouvés extra-artísticos, el abismo que se-
' mente y suprime la inmanencia de la objetividad estética. Esta mo-
para la obra de arte de la realidad experimental, mientras que, por ·t:vilidad del espectador concuerda, por cierto, con la atomización de
otro lado, mediante el montaje individualizador, crea distancias en- la figura artística y depende evidentemente de la desintegración
tre las partes aisladas de la obra misma. Una inversión parecida .rrealista de la imagen del mundo en la época de las postrimerías
ocurre también en la relación del sujeto receptor con la obra. El del capitalismo. La dependencia directa de la dinamización de las
carácter microcósmico de una figura artística no permite al lector, ft:Vivencias fílmicas del capitalismo, tal como se ha expuesto •, se
oyente o espectador en general mezclarse en la marcha de los pro- " basa, sin embargo, en una pura equivocación y en una generaliza-
cesos ficticios, como tampoco prohíbe a las figuras de una ficción ción infundada.
artística entrar en relaciones transcendentes a la obra ni cambiar
el punto de vista de la observación dentro de una obra, al menos Espacio y tiempo
antes del nacimiento del cubismo analítico. Monet sigue pintando
tantos cuadros distintos de la catedral de Reims como veces cam- & mゥ・ョエイセウ@ que el elemento fundamental de una parte de las artes
bian las condiciones externas bajo las cuales la observa. La limi- es el espacio y de otra el tiempo, el del cine lo constituye la unión
tación de una obra de arte a un solo punto de vista no rige ya .pedal de tiempo y espacio. No deja de ser importante que el arte
del Antiguo Oriente, en consonancia con su estructura social está-
en literatura con la misma exclusividad y, sobre todo en el teatro,
tica y cultura tradicional, fuese mayormente espacial, y que la poe-
es normal que no sólo se vean los personajes y los acontecimiento.s
sía, en su calidad de arte temporal, no pasara a primer plano hasta
con ojos diferentes, de acuerdo con su propio ser, sino que el autor
. la. movilidad parcial de la sociedad de los griegos. Finalmente, el
y el espectador se identifiquen con ellos alternativamente. El ori-

f
incipio dinámico de la cultura se intensificó tanto que, con el
gen de la identificación particular, nueva y singular en compara- · ne, la categoría del espacio se diluye en el tiempo.
ción con las otras artes, del espectador con los distintos personajes
y motivos de una película supone la ruptura con el principio de la
inmanencia y de la frontalidad dirigida al receptor, que impedía ' B. Balázs: «Zur Kunstphilosophie des Films», en Theorie des Kinos,
hasta entonces tanto la penetración en desde fuera en el sistema ce- ed. de K. Witte, 1972, p. 160.

786 787
Desde los comienzos de la poesía griega, y en particular desde '-ncias. Pero al alcanzar en él su punto culminante el dominio del
la ilustración griega, hasta el evolucionismo del siglo pasado, el セZューッ@ sobre los sujetos, se cambia ya en su contrario. El recuerdo,
tiempo adquiere, en cuanto elemento de la existencia, un papel cada ; que según se lo imagina, es también la esencia del arte, constituye
vez más significativo en la exposición de los procesos vitales sociales iJa protección contra la devastación del tiempo y la salvación de su
e individuales. La noción de la «lucha por la existencia» pasa a analdición. Según Proust no vivimos los acontecimientos cuando
ocupar el centro del pensamiento cientificonatural y sociológico, y a<>laboramos en ellos en realidad, no los vivimos en el tiempo, que
en la victoria del más fuerte sobre el más débil es donde culmina el «Se pierde», sino cuando recordamos el pasado y <<Volvemos a en-

E
drama de la existencia que se representa en el medio del tiempo. ntrar» el tiempo.
Los portavoces de las clases ascendentes, como Courbet y Zola son ' Con esta revalorización del tiempo de Flaubert, Proust se aleja
optimistas en lo referente al desenlace del drama, por muy pesi- mbién de Bergson, cuya filosofía constituye en parte la incitación
1 mistas que sean al juzgar el propio presente. Los portavoces de las a la caída de la concepción del tiempo en Flaubert. Es decir, en
clases dominantes, identificados por lo general en los escritores de I;Bergson el tiempo no representa ya el principio de la disolución y
más éxito, vislumbran, por el contrario, el futuro con miedo y preo- .trucción; significa, más bien, «duración», la pervivencia del pa-
cupación. Con esta perspectiva histórica el tiempo entra por primera ,,sado en el presente y su penetración en el futuro. Esta idea del tiem-
vez como amigo o enemigo. Para Flaubert, Maupassant, los Gon- po experimenta luego una nueva interpretación en el arte y en la
courts y sus iguales es el enemigo mortal. Flaubert está realmente 1\iteratura del siglo xx y especialmente en Proust: el énfasis que po-
obsesionado con la fatalidad del tiempo; no ve más que decadencia nía Bergson en la confluencia de los distintos períodos del tiempo
y ruina en todas partes donde impera. El tiempo que transcurre y y la imbricación de los factores temporales y espaciales .se ve refor-
se va es el verdadero objeto de sus novelas; es el principio en el zado, y se anula fundamentalmente la separación entre espacio y
que se gastan y se hunden sus personajes. En su pasar los entierra mpo, decisiva desde Lessing hasta el fin del impresionismo. Se
con la sucesión indistinta, monótona, invariable, de las horas, los
días y los años. Las novelas de Flaubert, y prácticamete casi toda
la novela naturalista tardía e impresionista, giran en torno a la
excavación y consumo de la vida por el tiempo.
La idea del cambio constante y del desplazamiento continuo de
los aspectos, la cual domina el sentimiento impresionista del tiem-
po, va íntimamente relacionada a los logros de la técnica. La sus-
lentúa, por el contrario, la simultaneidad de estos factores en la
nciencia, sus límites fluidos y la imposibilidad de determinar
cisamente en qué elemento se mueve uno realmente. Con su
1 a del tiempo-espacio Proust anticipa ciertos rasgos de la evolu-
ción artística posterior, y en verdad no sólo aquellos por los que se
amfunden entre sí el pasado y el presente, constituyendo una uni-
dad indivisible, o aquellos por los que la duración y datación de
titución incesante y cada vez más rápida de los viejos instrumentos las distintas fases temporales, personalmente vividas son relativas
y utensilios por otros más nuevos conduce a la indiferencia no en su contenido, sino también el rasgo de que el tiempo es en gene-
sólo ante su posesión material sino también ante su posesión espi- ral relativo con el espacio. Ciertos lugares y momentos están tan
ritual, y acelera tanto el cambio habitual de la moda como el cam- .timamente unidos entre sí en nuestra memoria como las diferen-
bio de gusto artístico. El ritmo del progreso técnico penetra la vida tes ocasiones en las que tuvimos los mismos sentimientos y pensa-
espiritual con tempestuosa dinámica, y la vivencia impresionista ;wentos y que ya no podemos separar entre sí. El lugar que recor-
del tiempo, con su inquietud e inconstancia, con su efecto desvalori- damos significa al mismo tiempo un momento de nuestra vida y,
zador y revalorizador, se convierte en expresión esencial de b ge- fuera de este coeficiente temporal, no posee ninguna realidad para
neración movida por el sentimiento tecnológico de la vida. otros. El recuerdo de un espacio de tiempo puede, a su vez, ir
El concepto del tiempo en Proust, que caracteriza del modo más eparablemente unido a un lugar determinado, de suerte que las
ᄀZセ@
expresivo la ideología de las postrimerías del impresionismo Y su unstancias espaciales desplacen a las temporales.
'r1
transición al postimpresionismo, revela al mismo tiempo, de l.a , En ninguna forma del arte se revela la confusión y unión de
·li
1.
manera más viva, la continua dislocación perspectivista de las VI- t"pacio y tiempo de una manera tan impresionante y tan decisiva
1
788 '
789
para la estructura de las obras como en el cine. La adecuacidad de en el drama, el tiempo presenta una acentuada tendencia de movi-
los medios técnicos para hacer justicia a los momentos espaciales
y temporales de las vivencias es tan perfecta que se tiene la impre-
sión como si en particular la representación del tiempo estuviera
l miento, prosigue una dirección del desarrollo y tiene una meta ob-
jetiva, independiente del sentimiento del tiempo del espectador o
del lector; responde al orden de una serie rectilínea. Éste era el esta-
condicionada en todo el arte moderno por el cine. do de cosas al menos antes de la formación del concepto de tiempo

l
El concepto de tiempo cinematográfico radica en el conocimien- moderno, postimpresionista, y la influencia decisiva del cine. Las
to memorable de estar en un momento crÍtico del desarrollo histó- 、ゥウエセ@ artes se 、ゥヲ・イョセ。「@ entre sí, セゥョ」ー。ャュ・エL@ por el pre-
rico. El hombre de hoy está lleno de la transcendencia del presente dommiO de uno u otro tipo de la percepc10n sensible y de la homo-
igual que el de la Edad Media lo estaba por la del más allá o el geneidad de los medios estéticos correspondiente a ella. Hoy día, tras
de la Ilustración por la de un futuro prometedor. Todo lo actual, la marcha triunfal del cine y el sometimiento de las artes a su di-
lo unido al momento actual, posee para él un valor especial. Así . pierde su importancia este principio. El espacio pierde su
se explica la elevada sensualidad y la amplia significación que han carácter estático, su pasividad y finalidad, y adquiere un dinamismo
obtenido respectivamente la simultaneidad y el concepto del tiempo , progresivo. En cierto modo se hace móvil y cambia, por
gracias al momento de la espacialidad. La conciencia de que se es . así decirlo, ante nuestros propios ojos. El espacio cinematográfico
capaz de vivir de una vez tantas cosas diferentes y contradictorias, ᄋセ@ tiene su propia historia evolutiva con estadios en modo alguno
y de que en los lugares más alejados de la tierra ocurren tantas .omogéneos ni equivalentes. Un estadio representa una fase ante-
cosas al mismo tiempo, la percepción de esta expansión universal, . rior, otro una fase más avanzada de la orientación espacial. El pri-
que no se satisface con ningún límite, constituye el origen de la mer plano, por ejemplo, constituye una etapa en el decurso tempo-
nueva noción del tiempo, que no solo responde a la simultaneidad ral del cine, la cual requiere cierta preparación y cierta duración
de los momentos más diversos sino también a la espontaneidad de de la disminución y extinción.
su unión en el arte moderno, y explica tanto la discontinuidad del
Y lo mismo que se dinami;l:a el espacio y adopta coeficientes tem-
argumento como la desintegración de los caracteres. Lo que recuer-
da la técnica de montaje, los cortes, saltos y retroversiones del cine 1 porales, las relaciones temporales adquieren también característi-
cas espaciales y revelan una libertad más o menos amplia en la
es el nexo más suelto de los elementos, es decir, además de la acción
.sucesión de su actualización. El espectador se mueve en los espacios
espontánea y de los personajes contradictorios, las lagunas en la
de tiempo del film, igual que se pasa de una habitación a otra y
descripción de las situaciones y el desarrollo elíptico de los argu-
mentos, la aparición directa y la interpolación en apariencia arbi- se vuelve a la primera, pudiendo permanecer en una más tiempo
traria de motivos nuevos, la heterogeneidad y la inconmensurabili- que en la otra. De esta suerte el tiempo pierde no sólo su pauta
dad de la masa temporal en Proust, Joyce y otros representantes -ermanente sino también su continuidad ininterrumpida y direc-
importantes de la novela moderna. t ción irreversible. Unas veces parece detenerse, retroceder o avanzar,
La característica más peculiar y significativa del medio cinema- otras se saltan o repiten algunas de sus fases, según que se opere
tográfico no estriba, sin embargo, en la calidad especial del tiempo con primeros planos, imágenes retrospectivas o superposiciones. Los
que se encuentra uno en este género, sino en los límites fluidos en- MセNッョエ・」ゥュウ@ ウゥセオャエ£ョ・ッ@ pueden presentarse unos a continua-
tre espacio y tiempo y en los rasgos heterogéneos del elemento en Tcion de otros, lo mismo que los temporalmente separados pueden
donde el espacio adquiere un carácter casi temporal y el tiempo resentarse simultáneamente, es decir, que se interpolan o se co-
uno casi espacial. En las artes plásticas el espacio permanece a ian a la vez. «Tendrá que admitir», parece habérsele reprochado
grandes rasgos atemporal, estacionario, invariable, sin meta ni di- na vez a un director de cine vanguardista, firme en la autonomía
rección; el observador se mueve libremente dentro de sus límites de su medio, «que una película ha de tener un comienzo, un centro
homogéneo en todas sus partes y ninguna de ellas posee en y de por Y un final.» «Cierto», respondió éste, «pero no necesariamente en
sí ninguna prioridad sobre las otras. En la literatura, principalmente ese orden.»

790 791
Los medios técnicos para interrumpir la continuidad de una es- o visto en un momento diferente al de la representación. De acuer-
cena y cambiar a placer el punto de dirección de la posición de la do con esta visualidad, los fenómenos temporales tendrían que re-
cámara y el lugar, el ángulo visual y la distancia, el plano y la pers- a 」。Lエ・セッイ■ウ@ espaciales a fin de hallar un lugar legítimo en
pectiva, encierran la clave para la solución de una de las tareas más artes plastiCas. Desde el giro efectuado con el cine en nuestra
importantes de la representación cinematográfica, a saber, de la di- . . ,sensorial el tiempo se convierte, sin embargo, en la cuar-
rección paralela, intermitente, de una acción doble y de la descrip- dimens¡on del espacio y, al parecer transformarlo todo en su fun-
ción clara no sólo de cruces sino también de relaciones dialécticas , c?nduce a la dinámica general de las artes visuales, en con-
entre los distintos motivos. Además del movimiento de la cámara y con el pensamiento dialéctico. De esta manera todos los
del desplazamiento ¡!el punto de vista, lo que sirve a este principio .,,"mpnt,,< de, la イセー・ウョエ。」ゥ￳@ adquieren un carácter procesal, his-
_.m.cv. por as! decirlo, y cambian su ser en devenir.
de composición dialéctico es, sobre todo, el montaje, con su con-
frontación y cruce, su alternación e intersección de los elementos
reciente del cine
de la obra, su simultaneidad y su antagonismo de los contenidos
sensibles y momentos emocionales. Y todo el arte moderno produce セッ@ deja de ser, por cierto, significativo que el cine, esta forma
un efecto «cinematográfico» porque aspira a hacer valer este mé- tica nueva,_ la primera esencialmente original desde hace mile-
todo dialéctico en la expresión de sentimientos, pensamientos y , haya nacido en, la relativamente poco tradicional América y
opiniones contradictorias. El futurismo, cubismo, expresionismo y no en uno de los paises de las artes viejas, clásicas y ejemplares.
superrealismo tienen al menos el rasgo en común de que represen- bablemente ィ。_■Nセ@ que liberarse de las formas habituales, sancio-
tan fenómenos y vivencias que a menudo son muy diferentes tem-
poral y espacialmente como acontecimientos simultáneos, ocurridos
r
das por la tradiCIOn el convenio y de los principios supuesta-
nte ・エイセッウ@ ⦅、セ@ la オセQ、。L@ para que se pudiera volver a empezar
uno junto al otro. La manera en que se muestran en el mismo cua- desde el pnnc1p10. E Igualmente significativo parece ser el que el
dro dos aspectos distintos de un mismo objeto, por ejemplo, la vista paso decisivo en la historia del cine se diera en la Rusia
de perfil y de frente en un retrato, o como se hizo ya en los primeros セカッLャu\■Zョ。イ@ Y en cierto modo separada de la evolución occidental.
cuadros cubistas al reproducir un ojo visto desde el lado y otro de Hasta los años treinta, cada elemento progresivo en la historia
frente, puede considerarse como introducción del elemento tempo- del nuevo medio suponía otro alejamiento de los principios for-
ral en la figura espacial. Dos aspectos diversos dentro de una misma males artísticos, conocidos y confirmados desde hace mucho tiempo
obra representan una relación dinámica, la insinuación de una ten- Y el giro de ahora, en el que hubo de abandonarse una buena ー。イエセ@
dencia motora que lleva de una vista a otra. Se trata esencialmente de los recursos «cinematográficos», permitió cierta vuelta a la tradi-
de la superación del «momento fecundo» de Lessing, del principio ció,n. セ」ゥ、・ョエャN@ A principios de 1940 las películas representativas
de esa visualidad estática según la cual pueden representarse mo- se hicieron mas teatrales, es decir, cinematográficas de una manera
vimientos sin incluir tiempo ninguno. En este sentido, la simultanei- menos ostentosa, aunque no necesariamente antifílmicas. Continua-
dad, en cuanto principio fundamental del montaje, significa princi- ron ウゥ・セ、@ formas que セッ@ pueden sustituirse por ninguna otra y
palmente la renuncia al método naturalista-impresionista, cuya esen- cuya perdida no se hubiera podido compensar de ningún modo.
cia consistía en la reducción de fenómenos móviles a impresiones セャ@ adaptarse artísticamente las películas más importantes produ-
momentáneas. Cidas entre 1940 y 1970 al superrealismo dominante en Occidente
Desde el principio del Renacimiento hasta el final del impre- Y_ a su イセー・」オウゥ￳ョL@ reforzaron no sólo una tendencia correspon-
sionismo se entendía por representación pictórica la limitación de
、ゥセョエ・@ 、セ@ 。ョエ・ュセ@ a uno de sus principios estilísticos, sino que al
la expresión artística a componentes puramente visuales, la re- nusmo tiempo volvieron al cauce de la evolución artística europea
producción de impresiones exclusivamente ópticas y la considera-
de la que se habían separado. La renuncia actual a ciertas formas
ción única de lo que la vista es capaz de abarcar en un instante
espectnculares de antes no significaba necesaria-
y con una sola mirada, con exclusión de todo lo sabido, no visible

792 793
mente que una buena película amenazara con convertirse en teatro
"""''
técnica nueva facilita la recepción en tanto permite renunciar al
fotografiado, sino tan sólo que se pretendía evitar efectos especiales, 'CUIIll"''Jv jucg,o óptico, a los cruces y cortes de las distintas posicio-
como los logrados con las posiciones variables, las distancias y mo- nes y a los saltos del montaje. Los principales directores de hoy tien-
vimientos diferentes, las maniobras de la cámara, la alteración de den a permanecer tanto como les sea posible en las distintas es-
los planos, los recursos del montaje, las interpolaciones, retrogre- cenas y posiciones a fin de conservar la continuidad espacial y tem-
siones y reversiones, los trucos de las copias y los efectuados con el , poral de los acontecimientos. Mas, en realidap, la comprensión de
diafragma de la cámara. sus películas no es más fácil que la de las películas viejas, visual-
Las innovaciones formales más importantes que ha experimen- mente discontinuas. Sin embargo, la dificultad no radica, por ejem-
tado el cine desde 1930 se han debido a la introducción del len- plo, en un simbolismo más complejo. En ァ・ョイセL@ el_ cin,e. no es
guaje en el hasta entonces medio mudo. Suponían un mayor na- MセGBA[ᄋオ@ forma especialmente apta para la expres10n s1mbohca. Es
turalismo, por el hecho de que las personas que actúan y se rela- un género artístico esencialmente naturalista, y los referentes sim-
cionan entre sí en su proceder suelen hablar y raras veces son mu- bólicos son generalmente penosos en su marco realista. Son la for-
das. Pero el lenguaje, en particular el diálogo, no se dejaba cortar ma elíptica de expresión, la incoherencia de los personajes, la in-
y desmembrar tan a menudo como la sucesión de imágenes median- 」ッZョウHセオ・ju@ de la motivación, los episodios atomizados y reunidos
te el desplazamiento del punto de vista, el cambio de la distancia los que dificultan la interpretación tanto en ésta como
y los cortes de la cinta. Unidos al diálogo, los recursos de este en otras formas del arte moderno, o renuncian a ella o remiten por
tipo parecen artificiales, forzados, amanerados, y, aunque forma- sí mismo a la fascinante figura formal.
ban parte del vocabulario imprescindible y de los moldeas sintácti- El carácter antisimbólico del cine se revela del modo más claro
cos ゥョ・ャオ、「セ@ del lenguaje cinematográfico, producían un efecto l en una obra como Blow Up (1967), de Michelangelo Antonioni,
tanto más artístico cuanto menos se utilizasen. La alternación ne- ··.que gira precisamente en torno al ー・ョウ。ュゥセッ@ de_ セオ・@ toda inter-
cesaria para la animación óptica del cine se consiguió ahora con lpretación de una imagen sensorial, de una ウjエセ。」ゥoョ@ concreta, de
el aprovechamiento de las distintas situaciones de profundidad del 1 un proceso real, es arbitraria, irrelevante y erronea. uョセ@ foto, un
mismo espacio en vez de los diversos puntos de vista, del montaje l:reflejo y representación visual es en primer lugar una iュセァ・ョL@ Y
·' "
discontinuado y de los artilugios del copiado. En vez de la cámara
se hizo mover ahora a los actores, con lo que el cine ha perdido
no una copia o símbolo, es decir, es lo que parece y nada m_as:
En directores como Luchino Visconti, Roberto Rosselhm, Fe-

1
mucha de su magia anterior y ha ganado otro tanto en fuerza dra- derico Fellini, los franceses Jean Cocteau, Robert Bresson, Alain
1
1
"
' mática e inmediatez. EL giro se efectuó del modo más claro en el
Ciudadano Kane (1941) •, de Orson Welles, una obra que se movía
: Resnais, Jean-Luc Godard, y hasta en el sueco Ingmar b・イァセ。ョL@
. inclinado hacia el simbolismo, la visualidad es el verdadero o?¡eto
sobre un terreno más firme, pero que en modo alguno era menos · y no el simple medio de la expresión artística. Incluso er; una pehcula
セ@ tan cargada de contenido como El año pasado en m。セエ・ョN「、@

.
dinámica y viva que sus incansables antecesores. (1961)
Al reclamar para sí la técnica cinematográfica reciente toda la la imagen sensible es siempre más interesante アセ・@ el s1gmficado abs-
profundidad espacial del escenario, en lugar de considerar un de- 'E tracto, la psicología de los personajes o el ス。セ・イュエッ@ del argumento.
talle o ángulo de la escena y dirigir la atención a este detalle, le セ@ Los acontecimientos, las motivaciones amm1cas y los. nex?s men-
plantea al espectador la tarea particular de elegir el momento im- ales son encubiertos y enigmáticos, Lュゥ・ョエイセウ@ ア⦅オセ@ las ウjエオ。」ゥoセ・L@ la

t
portante para la comprensión de los acontecimientos. De esta suer- epresentación fotográfica y las imagenes mdividuales son Impre-
te ya no es tan cómodo como antes seguir el desarrollo de una ac- ionantes y se quedan en la memoria.
ción cinematográfica ni la intención del director. A lo sumo la

'
• Cf. André Bazin: What is Cinema?, 1968, p. 31 y s.

794 795
l


3. Radio y televisión Lセ@ a la. magia tonta hasta que están casi a punto de caerse del sillón
medw dormidos.
Radio, televisión y cine En contraste con el teatro, podría decirse del cine que acerca al
Z・ウー」エ。セッイN@ a los objetos de su observación, en vez de presentarle
La radio y la televisión se han convertido en los medios de ma-
acontecimientos y dejarlo a él tranquilamente sentado en su butaca.
sas por excelencia. Actualmente son los medios más difundidos y
preferidos, e incluso imprescindibles, de entretenimiento, de pa- ' En este sentido, el cine ha figurado de medio dinamizante del recep-
tor .. Pero en realidad ocurre algo totalmente distinto. También en
satiempo, en suma, los suplentes que hacen olvidar que uno no
, ・セ@ eme _el espectador permanece sentado inmóvil, y no es él, ni sus
sabe qué hacer con su ocio. Sin ellos la vida sería casi insoporta-
ble para la mayoría de la gente, y en efecto, si se exceptúan ciertos
lugares del campo, apenas hay vivienda sin radio y, a ser posible,
sin televisor. Son apropiados para el consumo de masas no sólo por
1 , y han. セ「。ョ、ッ@
OJOS, m su cabeza, los que se mueven, sino el director, el carne-
¡ raman Y el ojo de la cámara. Y cuando éstos ya no están presentes
el lugar de los acontecimientos antes de que la
ecepcwn haya empezado, el espectador está condenado a una pa-

l
la sencillez de la distracción que ofrecen, sino también por el re-
ducido coste inherente a ellos. ividad mucho mayor que en el teatro, donde puede influir de ma-
A diferencia de las demás formas artísticas, estos dos medios nera decisiva en los actores mediante su presencia y el acto de su
carecen de todo rasgo de solemnidad o singularidad. Incluso el eacción, por mucho que se cuide la representación de la pieza. El
cine, con su ejecución vinculada a un lugar determinado y a un eceptor de un programa de radio o televisión, por el contrario, de-
momento fijo, guarda cierta distancia respecto de la rutina de la vida J bi?o a la ausencia no sólo de los actores sino también de un pú-
セ@ bhco verdadero, amplio, se comporta de una manera más pasiva aún
cotidiana, mientras que los programas de radio y televisión, con
su esquema invariable y sus continuaciones semanales, se acoplan , que el espectador de teatro, y a veces debe tener el sentimiento de

t
sin más a la marcha de las cosas. Uno escucha las noticias a las allarse con su aparato en la tan citada «isla solitaria». Pero la
seis o a las nueve, el lunes la telecomedia de la semana, el martes adio y la televisión no crean ningún tipo de comunidad no sólo
el concierto, el miércoles el relato de viajes, una vez una entrevista ntre quienes, por ejemplo, asisten juntos a la recepción, sino tam-
con una cantante famosa, otra vez música pop, etc. La guarnición oco entre el receptor y la gente cuyos dolores y necesidades observa.
del plato principal cambia también de acuerdo con el menú siempre Los diferentes programas se suceden con tal velocidad mecamca
igual. y se comentan con una objetividad tan indiferente, periodística, que

ᄀ ・ャ。Zセイ@ ・[Zエクセョ@ ・セZゥオ@


En efecto, hay que considerar dos tipos de trabajos de dirección
y valoración muy diferente: los dedicados a la pura información, d:u::: ::r
a la comunicación de noticias y a la instrucción, y los que están
al servicio de la diversión o de un objetivo supuestamente artístico. ?tores y ・セーエ。、ッZウL@ una イ・ャ。」ゥ￳セ@ ゥョ」ッュー。イ「ャ・Nセエ@ más íntima,
Ambas funciones no sófo son distintas una de otra, sino que con ¡recta y sigmficatlva que en el eme entre proyeccwn y público o
frecuencia también opuestas. Es indudable la utilidad didáctica de en la radio y televisión entre emisión y recepción, no significa na-
muchos programas de radio y televisión, pero a menudo es dudoso que la presencia corporal de los actores es única y ex-
su valor artístico, aunque no siempre se ha de olvidar. Mas de nin- la que ejerce el efecto peculiar, inalcanzable de otro
gún modo se trata de reconocerlos también artísticamente valiosos de la pieza de teatro. El sentimiento comunitario que se crea
por su valor como medios educativos. Su función caritativa y artís- teatro une mutuamente a los miembros del público de una
tica aún tienen menos que ver entre sí. Son una bendición para más fuerte que a los espectadores con los actores. Pero la
los viejos, enfermos y cansados, aunque el efecto comunitario que de que este sentimiento puede ser decisivo en la vi-
se les atribuye no es sino pura leyenda. Mas bien aislan a la gente artística del teatro o la sala de conciertos, y falte, por el con-
unos de otros, los ayudan a encerrarse con su aparato en su propio el efecto de una película, de una emisión de radio o de
ser solitario o en el reducido círculo de su familia, y a entregarse tiene su explicación en última instancia precisamente

796 797
1 d·fei·encia que existe entre el acontecimiento vivo, siempre úni-
enat 'bl ,. t más_ fácil tenérselas que haber con marionetas sin voluntad ni pen-
co, del teatro y los programas invana
d es,. automattcamen
., e repe-
tidos, de los medios electrónicos e comumcacwn. samtento que con personalidades conscientes y críticas, una de las
características de las masas consiste en que sus miembros dejan de
ser personalidades tan pronto como devienen hombres de la masa.
Función dialéctica y artística
Los capitanes industriales de la fabricación de bestsellers, películas
El público de los medios de masas mecánicos セ・@ t!ferencia de y discos, tienen que ver desde un principio con esta clase de per-
cualquier otra forma de arte sobre todo en que mas ten 。セオョエ@ sonas, pero inculparlos de que llevan a cabo una lucha astutamente
que selecciona las obras a cuya ejecución 。ウゥセ・N@ Siempre dtspone organizada contra la mayoría de edad de su público equivale a
de relativamente escasos programas donde elegtr, y todos ellos es- un desconocimiento y estimación excesiva de su política comercial.
tán organizados generalmente por el mismo principio, de suerte que Sobre todo quieren ganar y ni siquiera son siempre conscientes de los
al oyente crítico que no esté de acuerdo con ellos no le queda resortes ideológicos de su éxito.
más remedio que apagar el aparato. Toda teoría conjuradora que deba explicar el acuerdo entre su-
La institución de la radio y la televisión es un órgano tan ?oco jetos sociales directa e indirectamente interesados, incluye el prin-
independiente de la opinión pública y en tan. poco grado v?htculo de la negación o del abandono de la doctrina de la ideología.
obligado de la expresión individual como pudtera ser, por ejempl?, MセGB]@ se interesan por la manipulación de los medios culturales
el teatro solemne de la Atenas clásica un foro イ・セャュ_@ democra- sirven de métodos mucho más indirectos y oscuros para la con-
tice para la expresión de la opinión. Cuando la 、エイ・」セキョ@ Y el エセョッ@ de sus víctimas y la consecución de sus objetivos. Contra los
de los productos de los medios de masas no los determma y ・セ。ュ@ directos a la libertad de pensamiento y de conciencia de
directamente el Estado o la mayoría política, la clase so:tal ・」セᆳ receptores de radio y televisión pueden alzarse no sólo las voces
nómicamente dominante hace valer indirectamente su tdeologta la crítica y de la protesta, la gente no se deja ya engañar tan
a través de ellos, en forma latente. Cierto, una de セ。Nウ@ reglas d.e j\エセオNャZ」@ Sea como fuere, la hipótesis de que el oyente o espectador
juego del sistema «liberal» consiste en que en las emtstones ᆱーセィᆳ protegerse del peligro apagando su aparato, es una simpli-
ticas de partido» se deja hablar a la ッーウゥ」セ￳ョ@ エ。ョセ@ como al partido tan ingenua de la situación como la construcción de una
•vmlm·" contra la mayoría de edad intelectual del público por parte
gobernante pero la administración respecttva, lo mtsmo que la clase
dominante.' más 0 menos análoga a ella ide?lógicamente, dispone industria de la diversión. Lo mismo que se emplea la idea
iw•ntlmPrc de una alianza secreta donde en realidad funciona una
de innumerables caminos y medios para inflmr en los programas de
acuerdo con sus intereses. lnP·rv''"''m ideológica en el efecto de los medios de masas, se opera
En una sociedad como la democrático-liberal del presente セーᆳ con el concepto de la inducción de las masas a pensar y
de acuerdo con los intereses de una minoría ideológicamente
nas puede hablarse, naturalmente, de un dictado cultural o nl: .st-
. d un complot que una a los representantes de la po ttica a ellas, y se ignora que el aparato no se apaga en cuanto
qmera e d El · t de uno se ha acostumbrado a su voz, y que ni siquiera se nota ya
cultural y del sistema económico conserva ores. ー・ョウセュエ@ ° d que se recibe algo que le es insoportable a uno. Todas las opera-
tal acto es tan absurdo como la hipótesis de que los dtrectores e
la ゥセ、オウエイ。@
t:iones anteriores que se han aguantado participan en la mano de
de la diversión se hayan impuesto la tarea de descender
la siguiente, y cada repetición favorece la tendencia al conformismo
premeditadamente el nivel de gusto del público Y セ。Nケョ
Q@
。」Zセ@ y al conservadurismo.
brado a la gente a conformarse con productos espmtua es. bros La tesis de que el rasgo esencial del arte de masas estriba en
eres. Cierto, por su parte no hacen nada por. educar a. los ュエ・セッM eLconsumo y desgaste final de sus productos, no se revela en nin-
d l 'blico de masas para el pensamiento mdependtente, la l gún género de un modo más evidente y radical que en la radio y
e pu" del arte y la conciencia de personal'd d l
1 a ; o cua
l no es
prenston 'd t ente es la ¡'televisión. Las producciones de radio y televisión suelen desapa-
costaría mucho trabajo conseguir. Pues aunque, evi en em , セ」・イ@ para siempre después de una emisión. Pero al estar el pro-
798
799
dueto individual destinado a ser consumido y perder su sustancia, definir con más precisión, representa a la industria del entreteni-
continúa existiendo en tanto contribuye a hacer de los productos miento en el apogeo de su rendimiento material y a menudo en el
de su tipo un artículo de consumo imprescindible. punto más bajo de su rendimiento espiritual. En general tan sólo
La radio es un medio de doble valor. Su ambivalencia comienza sin:e para matar el tiempo libre inútil. La gente que no tiene nada
con que su valor didáctico es tan indiscutible como problemática meJor que hacer por la noche o los domingos se sienta ante sus
aparece su significación artística. Lo más evidente es la utilidad y aparatos de televisión y se imagina que pasa sus horas de ocio
el perjuicio simultáneos que ocasiona en relación con la música. de una manera amena y al mismo tiempo útil, o no se imagina nada
A la radio se le debe sobre todo la familiaridad de amplias capas en absoluto. Esta práctica tiene que basarse en una necesidad real
de la sociedad con las obras de los grandes compositores, Y también, por inconsciente, manipulado por otros e ideológicamente media-
como decía Lambert Constant, la «horrible popularidad» de su mú- tizado que sea su interés, cuando en todos los lugares de la tierra
sica. Sin la radio sería impensable la familiaridad actual de la gen- se entregan uno y otro día a este hábito. Indudablemente gozan
te, casi general, aunque en su mayor parte superficial, con los com- . del sentimiento de recibir al mundo limpiamente empaquetado en
positores favoritos, Mozart, Beethoven, Schubert y Chopin, por una caja, de poseerlo de modo barato y sin esfuerzo. Para la gente
ejemplo, que, por limitada que sea, ha de competir en efecto con significa el triunfo de la técnica sobre la naturaleza, la contem-
la de las obras de Tchaikovski y Dvoták, y, además, según el capri- plación del teatro del mundo desde el sillón, la participación de
cho de la moda, tiene que admitir unas veces las sinfonías de Sibe- todos en todo. El mundo en abreviatura no es ninguna idea ajena
lius y otras las de Mahler. al arte, por ingenuo que parezca; toda obra de arte pretende hacerlo.
La radio y el disco, convertido también en medio de masas, En la reducción o regresión de la creación artística a esta satisfac-
ofrecen mucha más música buena de la que el público de masas es ción infantil, la cual supone al mismo tiempo la satisfacción suce-
capaz de disfrutar adecuadamente. Las formas de la música activa, dánea de todo lo que le falla a uno, es en lo que estriba el mayor
el tocar diletante del piano y del violin, la música profana de casa tractivo del arte.
y de cámara, aunque se practicasen de una manera muy primitiva,
llevaban consigo una selección ventajosa y conducían a una saluda- · Dictado cultural e ideología
ble marcha de la recepción adecuada al compás del volumen del Una de las características más notables de la representación
material recibido. Los medios de masas relevan al oyente de la · rtística consiste en que las limitaciones de la experiencia habitual
responsabilidad por la cantidad de música que debe oír y 。「セッイ_・N@ erentes a la particularidad de su medio respectivo pierden tan
Pero al mismo tiempo le quitan los medios por los que podna JUZ- pronto el carácter de insuficiencia y su reflejo de la realidad parece
gar la adecuacidad de su audición musical. El 。ョセャゥウ@ técnico Y es- .total. El observador de una emisión de televisión olvida en un ins-
tético de las composiciones que se le ofrece ocasiOnalmente en re- tante que está contemplando imágenes diminutas en vez de figu-
lación con su ejecución, utiliza por lo general un ャ・ョァオ。ェセN@ que, ・セ@ ras de tamaño normal; y ni siquiera se da cuenta del absurdo de
cuanto profano, le es incomprensible. Así, pues, la educac10n musi- . los pequeños muñecos hablen con una intensidad de sonido nor-

l
cal del público por la radio es, por cierto, defectuosa, mas no por al. La bidimensionalidad de la superficie de representación y la
eso las ejecuciones que se oyen de esta manera son cualitativament_e ofundidad del espacio representado constituyen el antagonismo
tan superiores a la práctica musical de los aficionados y los reci- terno de toda pintura naturalista. El principio de las «unidades»
tales adecuados se repiten con tanta frecuencia que se compensan de la tragedia clásica eleva a norma las contradicciones de la repre-

l
y a menudo se superan las insuficiencias del medio. ntación e.scénica propias desde un principio del teatro. Incluso las
La televisión es el medio de masas que cuenta con la mayor 。セᆳ guras de tamaño normal representadas en la pantalla del cine son
diencia, con la mayoría de los sujetos sociales incluidos en su. セᆳ mbras planas, insustanciales, bidimensionales, que se desvanecen
blico, el cual es muy difícil de precisar debido a su composJcJOn al tocarlas un polvo mágico invisible. La multiplicación de los re-
heterogénea y a sus límites fluidos. El medio mismo, que se puede ursos en el marco de los medios aislados no reduce en absoluto la

800 801

'
distancia entre el material y el instrumento de configuración de la Principios formales de la televisión
realidad; lo único que hace es complicar sus relaciones. Igual アセ・@ Cierto, los productos de los medios de masas van siempre des-
el enriquecimiento de los efectos ópticos por medio del lengua¡e tinados a un gran número de consumidores, pero no necesaria-
no destruyó en absoluto los logros artísticos del cine mudo, sino mente a un público que presencia en masa los programas indivi-
tan sólo sustituyó en parte y completó las formas visuales por las duales. El de la televisión es mucho más extenso que el del teatro
acústicas, tampoco desvaloriza a la radio el medio de la televisión, y también el del cine, pero se compone de elementos receptores
más rica en recursos sensibles; ambos géneros existen incólumes atomizados, y mientras que en una función de teatro o en una
uno aliado de otro, incluso en contraste con el cine mudo y sonoro. proyección de cine asiste por lo general un número bastante gran-
La forma de expresión multimedia! no es, de por sí, superior o infe- de de espectadores, ante los aparatos de televisión se suelen sentar
rior a la limitada a un medio homogéneo. El número, la proporción personas aisladas o grupos muy pequeños. Su carácter de masa no
y el formato son factores estéticamente indiferentes o, en todo caso, estriba en su presencia masiva sino en la circunstancia de que tantas
de segundo rango. _personas, si bien individualmente, participan en el acontecimiento
La diversidad, ensalzada por McLuhan, de los medios artísticos y prefieren los mismos productos. La comunidad espiritual del pú-
en la era de la electrónica designa no sólo logros sino también blico de teatro no tiene ningún carácter de masa despersonalizador,
menoscabos de la capacidad vivencial. El temor de Goethe a que pero los millones que reciben dispersos y estandarizados los progra-
la ocupación simultánea de la vista y del oído en el teatro puede mas de televisión, constituyen en términos generales una masa des-
resultar perjudicial para la «reflexión», parece estar sumamente personalizada.
justificada con respecto a la forma de expresión y contemplación . La televisión, lo mismo que el teatro o el cine sonoro, es en parte
multimedia!. La superación del medio de Gutenberg, sensiblemente un medio visual y, en parte también, acústico. La afirmación de
muy determinado, por la palabra directa y la imagen no mediatizada ·McLuhan de que, esencialmente, es una forma de representación
en apariencia, conduce más bien a la limitación que a la ampliación ; táctil, no se confirma en absoluto. La impresión tridimensional,
de la fantasía. De todos modos, la victoria de la televisión sobre el táctil, no es en modo alguno más fuerte que, por ejemplo, en el
libro, e incluso sobre el teatro, el cine y ·Ja radio, representa el i cine sonoro, e incomparablemente más débil que en el teatro. Las
triunfo de la pereza sobre la viveza del espíritu al dejarse llevar por :figuras e instrumentos de la escena son realmente fenómenos espa-
el aparato como por un vehículo. . ciales, mientras que las imágenes de la televisión, por el contrario,
El carácter inmediato y la intensidad del efecto concentrada en son proyecciones bidimensionales, y la distinción de McLuhan en-
el receptor individual forman parte, sin ・ュ「。イセッL@ de las ーイッゥ・セウ@ tre «iluminación» (light on) de los objetos cinematográficos y
más notables, y también más difíciles de exphcar, de la telev¡swn. '·«translucimiento» (light through) de las presentaciones televisivas
Falta no sólo la presencia corporal de los actores, sino también la Lセ@ no es más que un juego de palabras, es decir, la diferenciación ar-
estimulante unicidad de la producción de la que parte el efecto. _bitraria de dos medios, ambos bidimensionales y, en este sentido,
La profunda implicación del espectador en los programas y el sen- uivalentes.
timiento de inalienabilidad con que depende de ellos sólo pueden A pesar del supuesto aumento de la profundidad y palpabilidad,
explicarse por la proximidad y disponibilidad constantes del apa- cLuhan califica la televisión de medio defectuoso ( cool), que re-
rato la intimidad de la recepción en el propio hogar y el estrecho ·quiere un elevado grado de participación creadora por parte de los
」■イセャッ@ de los participantes de la recepción. El gran auditorio, el ceptores, mientras que, pese a su limitación espacial, está medial-
amplio público y la alta solemnidad, factores todos que aumentan ;_mente saturada, y su deficiente valor como invitación del receptor
el efecto del teatro a lo monumental y ritual, se transforman en su a la participación creadora se deduce de la saturación de sus for-

J
contrario, y la pequeña caja familiar produce un efecto igualment.e as con rasgos sensibles concretos, de manera que no le queda al
fuerte, aunque totalmente distinto, en el estrecho espacio de la VI- ー・」エセ、ッ⦅イ@ _セゥョァオ。@ tarea que resolver. Evidentemente existe, por
vienda, en determinadas circunstancias sin la compañía de otros. arte de McLuhan, una confusión entre expresión elíptica y expre-

802 - 803
swn insuficiente; a saber, el desconocimiento del hecho de que
8. Arte «pop»
la elipsis estimula a la intensidad y profundidad de la recepción que
raras veces se alcanza en la exposición completa y apenas se logra
en la deficiente. El arte que dispone de los medios de expresión
aspirados por él pero que no lo lleva todo al combate parece ser
inagotable y estimular a la penetración cada vez más profunda en
las creaciones infundadas, que no quieren abandonar su secreto.
Pero el arte que dispone de menos medios expresivos de los que
necesita cierra el camino a la participación y pone en duda la po-
sibilidad de una interpretación competente: El encubrimiento de los
contornos es una contrariedad en la televisión, a consecuencia de
una insuficiencia técnica, mientras que la vaguedad de los perfiles es
un ·recurso valioso en la pintura para la producción de efectos
ambientales.
Los principios formales de la televisión se diferencian de los del
cine sobre todo por la limitación de las distintas posiciones y ángu- l. Rasgos homogéneos y heterogéneos
los visuales, de los efectos de montaje y de los recursos del copia-
do, el dominio de la vista de conjunto y del primer plano, la con-
servación más rigurosa de la continuidad espacial y temporal. Pese
l Nacimiento de una cuarta capa de instrucción

A las tres capas de instrucción por las que se ha podido clasi-


a estas limitaciones, en particular la de la profundidad espacial, el l. ficar el arte hasta los tiempos recientes se ha sumado últimamente,
arreglo teatral se evita tanto como en el cine, de suerte que en un
escenario tan estrecho, en el que generalmente ocurren episodios
1 tanto en el aspecto productor como en el receptor, otro grupo que
. se presenta con derechos propios y pautas especiales, hasta ahora
cortos, nunca se tiene el sentimiento de que falta la «cuarta pared» ldesconocidas para las obras que se han de crear y juzgar. No sólo
del escenario. Sin embargo, la telecomedia se parece más a una . es de composición más heterogénea que cualquier capa de instruc-
pieza de teatro que a una película. セ@ ción anterior, decisiva para el arte, sino que también sigue en to-
Una de las condiciones más importantes para la creación de j das las artes principios formales más diversos, más difíciles de com-

1
productos de televisión con éxito artístico consiste en evitar la com- binar que los que se han calificado de clásicos, populares y del
petencia entre imagen y sonido, la cual domina aún la configura- . pueblo.
ción del film sonoro. En la televisión, el texto hablado no es más El llamado «arte pop» aparece como nuevo género, junto a los
que la base que se ha de dominar, aunque en modo alguno indife- ya conocidos, diferenciados según el nivel cultural de sus represen-
rente, de la forma visual. No debe molestar, pero tampoco debe !, tantes, del «arte sublime» de la élite ilustrada, del «arte popular»
desviar la atención de la imagen y concentrarla en sí mismo. Cabe de la semieducada población de las ciudades, y del «arte del pue-
que la televisión sustituya a la lectura, pero muy raras veces incita blo» del campesinado iletrado. La diferencia más saliente entre el
a leer. Investigadores que han hecho del efecto de este medio el arte pop y los géneros artísticos anteriores estriba en que, mientras
objeto de sus investigaciones afirman incluso que los espectadores los productores y consumidores de las distintas artes tenían antes,
más fieles de los programas de televisión son las personas que más en términos generales, al menos en lo cultural, un carácter unifor-
se resisten a leer. me, los portadores productores y receptores del arte pop son diferen-
tes de una categoría a la otra de acuerdo con su origen y educa-
' ción. Los poetas y literatos han constituido desde siempre una ca-

805
804
tegoría en sí, mientras que los compositores y pintores o escultores
estilo, necesitado de renovación, y que ejerce sobre el desarrollo
estaban más estrechamente unidos, por lo que se refiere a su lugar
ulterior una influencia que se hace valer hasta la fase más alta
social y cultural, que lo están hoy, por ejempl9, los イ・ーウョセ。エ@
de la práctica artística, el valor cualitativo de la mayoría de sus
de la música y de la pintura pop. Los productores y 」ッョウオセ、イ・@
productos continúa siendo problemático.
del arte pop no dejan por eso de representar una capa de mstruc-
ción, la «cuarta», propia, muy compacta, que con sus necesidades
Equívoco del arte «pop»
artísticas y criterios valorativos ocupa un rango intermedio, situado
entre los portadores del arte sublime y los partidarios del arte po- Mas no sólo es difícil relacionar entre sí el arte pop con el arte
pular. popular, el mismo concepto de arte pop no está claro ni se puede
definir s.in más. Los criterios cualitativos, supuestos históricos y
«Pop» y popular
イセー・オウᄀ_@ de las obras son muy diferentes en los géneros artís-
La definición del diccionario de «popular» como cualidad que ticos mdividuales, en la música, la pintura y la literatura. Tanto
responde a la comprensión, el gusto y la necesidad de amplias ca- los autores como los partidarios de la música y de la pintura pop
pas de la sociedad, es la descripción que se puede dar del arte popu- pertenecen desde un principio a distintas capas de instrucción y cla-
lar. Sin embargo, aunque perfectamente adecuada, resulta insufi- ses sociales. La diferencia entre ellos afecta sobre todo a la corres-
ciente, e inútil, en relación con el fenómeno que se entiende por UJ•J•llut:JtHe relación particular que mantengan los autores de las obras
arte pop. El arte popular, en cuanto producto de la ゥョ、セウエイ。@ de con los aficionados. Cuando más imprescindible sea la preparación
diversión es una creación conscientemente desarrollada y cUidadosa- . manual para 1:_ actividad artística, tanto menor será el papel que
mente o;ganizada de empresarios que financia,n su producción y pueda desempenar el aficionado; en la música éste es de antemano
difusión, pero, en lo que se refiere al tipo espiritual y creador de mayor que en la pintura. Pero una obra de la pintura pop no es
los autores de las obras individuales, es más ウセョ」ゥャッ@ e ingenuo que eso más valiosa, compleja y estilísticamente importante que una
el arte pop, que debe su existencia a una カ・イセ、。@ ョ・」セゥ、。@ c.ul- セPQョーッウゥ」￳@ de la música pop.
tural y al descontento manifiesto con el domm10 de la. ehte ウセ」Q。ャN@ También la relación entre los elementos productores y recepto-
En ciertas circunstancias, el arte elevado se deprava mconsc1ente res es en el arte pop las más de las veces distinta a la existencia en
e involuntariamente en arte popular. El arte pop, en cambio es el los géneros artísticos más viejos. Lo que más se parece a las rela-
resultado de una revolución cultural, aunque en lo político sea ge-
ciones anteriores es la existente en la pintura, en donde producción
neralmente confusa o esté encubierta. El momento de la crítica cul-
y recepción siguen teniendo presuposiciones tan diferentes como
tural y de la teleología social lo acerca más a la élite ilustrada que
El observador de las obras de un pintor pop participa más
a las capas bajas; pero en lo esencial sigue siendo un arte de masas,
proceso artístico que el receptor de las obras de cualquier
especialmente en lo que se refiere a la ュセゥ」。@ .. , . ., '·"""''ao+vn del pasado. De manera esencialmente distinta se forma la
El arte popular, destinado a la mera d!Verswn y d1straccwn, es
conformista tanto en lo ideológico como en lo estilístico. El arte en la música pop, en la que los oyentes son a menudo eje-
pop por el contrario, se niega a acomodarse a las reglas generales
La fusión e identidad ocasional del público con los auto-
del 'juego. Pone fundamentalmente en tela. de juicio la .validez セ・@
ejecutores de las composiciones pop recuerda las relaciones
toda tradición, convención y norma. Es evidente su actitud セ・ァ@ - en el arte del pueblo, si bien las condiciones en ambos
tiva en lo ideológico, político y en la crítica cultural, de ah1 que no son nunca tan parecidas que se confundan entre sí.
sea tanto más difícil determinar lo positivo que le preocupa. Tam- En todos los géneros del arte pop se puede observar un fenóme-
bién en el aspecto cualitativo es difícil de juzgar por lo general, a . no que corresponde a la pérdida de los llamados «valores pictóri-
pesar de su elevado nivel ocasional. Pues, aunque sea セゥ・イエ_@ アオセ@
cos» en las artes plásticas. La música pop es principalmente un
revela un estado crítico desde el punto de vista de la h1stona de arte de diletantes, y por muy inteligentes que sean éstos ocasional-
ni sus ideas rítmicas y armónicas ni sus ocurrencias meló-
806 007
dicas presentan las características de esa continuidad musical que セ・」ゥ。ャL⦅@ ウセ@ unieron pronto, además de los elementos populares, taro-
seria comparable a la unión del jazz, a pesar de toda su originali- bien musicos profesionales que, aunque no procedían de la élite
dad, al legado impresionista-expresionista. En literatura, en tanto ilustrada, sí tendían a ella. Con frecuencia están más que regular-
es factible hablar de un movimiento pop, la renuncia a la metáfora mente dotados y, con objetivos que yacían más allá de la música
y al símbolo corresponde a la pérdida de los <<Valores pictóricos». de entretenimiento, continuaron, de un modo a veces consciente y
Los textos de las canciones pop apenas vienen a cuento como poe- competente, los logros técnicos y las tendencias progresistas, supe-
sía, y por lo demás se encuentran a lo sumo algunos giros aislados radoras del estilo del romanticismo tardío.
que recuerdan en la literatura el estilo de la música y de la pin- eセ@ arte pop no perseguía ni persigue en general ningún objetivo
tura pop. Los ejemplos más sencillos procedentes del Nouveau ro- esencialmente artístico. Es una sublevación contra el orden de vida
man, en la que podría pensarse, son aún demasiado complejos y convencional burgués, una manifestación del disconformismo de
demasiado arraigados en la vieja literatura como para ponerlos en elementos socialmente nuevos, desarraigados, que quieren llamar la
el mismo orden del estimulo directo de la música pop o del simple atención y desconcertar con su extravagancia y productores de ca-
registro de las cosas en la pintura pop. pital en su papel de portavoces de la omnipresente «juventud sal-
vaje», particularmente en la música. Pese a todo su antirromanticis-
Coeficientes sociales
El grupo al que pertenecen los productores y consumidores del
arte pop está situado, por un lado, entre los partidarios del arte su-
,. mo, es un movimiento juvenil desvinculado, emocional. Romántica
es セオ@ ッセウゥ」￳ョ@ contra toda convención y norma, su principio de
. arbltranedad y desenfreno, su preferencia por el barullo y el ruido
blime y del popular, y, por otro, entre éstos y los del arte del pueblo. con tal de crear escándalo. Por su difusión y su carácter generacio-
Con el público del arte popular tiene en común la necesidad de di- nal, aunque no por su significado interno, representa uno de los
versión sencilla, la aceptación de estímulos de segunda mano y la sa-
tisfacción por la calidad de segundo rango, aunque también puede re-
cibir estímulos del ámbito del arte sublime. Con los portadores del
¡' movimientos juveniles disconformistas más notables desde el ro-
manticismo, y sus miembros llevan generalmente una existencia
tan dudosa, sin influencia e irresponsable, como la mayoría de los
イセュ£ョエゥ」ッウ@ desilusionados セッョ@
arte popular lo une el espíritu de comunidad, el cual se manifiesta
en la proximidad entre autores, ejecutores y receptores, y el tono
de expresión impersonal, individualmente indiferente, casi ritual-
1 las condiciones posrevolucionarias.
Cierto, no se sabe con exactitud como se relacionan numéricamente
sus portadores, más o menos dudosos desde el punto de vista so-
mente estereotipado. cial. En los conciertos de música pop se ven masas de jóvenes apa-
Los partidarios del movimiento pop se componen de los elemen- : rentement_e desocupados, en vestidos extravagantes o en provocado-
tos sociales más diferentes, quienes por lo general proceden de las res andra¡os, con toda clase de baratijas exóticas al cuello, y uno
capas bajas y en menor proporción de la élite ilustrada. Se ha in- !:' , no puede sino maravillarse de dónde sacan los medios para esta
tentado en vano buscar el origen y la base del movimiento en las
aspiraciones artísticas y criterios del gusto de la clase obrera. En lo
que concierne a las artes plásticas, es evidente el elevado nivel pro-
fesional y cultural de los participantes; la situación es mucho más
compleja en la música, por el contrario, donde portadores y fomen-
1
' , 「イセュゥウエ。_@
mascarada carnavalesca. ¿A qué clase pertenecen en realidad estos
¿Son proletarios desocupados? ¿Son de origen burgués?
. ¿VIven a costa de sus padres? Las estrellas célebres y los actores
de televisión, continuamente ocupados, no causan naturalmente
. ninguna preocupación. Los más mimados forman parte incluso de
tadores del movimiento constituyen un grupo sumamente difuso, los fundadores de esa clase acaudalada que debe su bienestar a la
cuyos miembros se distribuyen entre la baja burguesía, un proleta- : hipnosis de masas en que hoy día es capaz de colocar todo virtuoso,
riado sin actitud ni conciencia de clase, y una especie de bohemia, ya sea futbolista, jugador de tenis, ajedrecista o director de orques-
los cuales, dado el caso, son económicamente muy afortunados, aun- ta, al público entusiasmado y dispuesto a pagar.
que en parte llevan una existencia precaria. A los músicos pop ori-
ginarios, que al principio no tenían en absoluto el carácter de grupo

808 809
El «paisaje» de la pintura «pop» música de salón y de jazz. De hecho se ridiculiza no sólo el senti-
En contraste con el dadaísmo, que dispone siempre un frente mentalismo de las viejas canciones; de las canciones lloronas y
polémico negativo contra la sociedad, el presente, el establishment, quejumbrosas de los cantantes pop afluye un sentimentalismo pla-
la pintura pop acepta las cosas de la realidad a las que uno ha de ñidero de tipo propio.
acomodarse, aunque con un tono irónico y paródico. Pueden apa- Sin embargo, las obras de arte pop no deben su valor estético
recer arrancadas de su contexto habitual, pero conserva, no obs- a los sentimientos que expresan tanto como, por ejemplo, deben
tante, sus rasgos realistas, que adquieren una expresión agresiva su papel histórico al valor estético que puedan representar. Arte
a consecuencia del acento de su banalidad y de su carácter estereo- pop es más bien una forma de vida que una forma de arte. El
tipado de cosas. efecto del artista pop empieza cuando le vuelve la espalda a la torre
La pintura pop representa, con cierto gusto, el «paisaje» de la de marfil. Practica su negocio por gusto, placer o diversión; no trans-
gran ciudad americana como escenario de sus artefactos mecánica- mite ninguna doctrina, ningún mensaje, ninguna fe; carece de com-
mente producidos, a pesar de su escarnio de la sociedad industrial promisos, es irresponsable hedonista y se interesa tanto por lo eró-
moderna. Observa atemorizada, y al mismo tiempo fascinada, este tico como por lo estético.
mundo de sucedáneos y requisitos. Ya no se trata de la naturaleza
antes familiar, con prados y barbechos, huertos y frutales, gallinero
y taller, la que rodea y alimenta a uno, sino un mundo de bienes de 2. Música <<pop>>
consumo que permanece mudo y extraño. No por eso deja de to-
marse una actitud ambivalente ante esta realidad desnaturalizada, Música «pop» y jazz
en la que gasolineras y columnas de anuncios han devenido com- La música pop responde perfectamente al concepto que se tiene
ponentes del paisaje. Y en las dimensiones y el número, la pre- en general del arte pop, sobre todo por la capa de instrucción es-
cisión y limpieza de .sus productos inagotables se descubre algo pecial en que se apoya, por su relación floja tanto con el pueblo
imprescindible e inalienable. Uno se reconcilia y se hace amigo no ingenuo como con el público del arte popular y del sublime, y
sólo de esta realidad desnaturalizada de bienes de consumo, sino por la circunstancia de que no es totalmente independiente de las
que ésta se convierte hasta incluso en la propia naturaleza de aspiraciones artísticas de ninguno de estos grupos de público. En
uno. La otra parece desaparecer, haberse hecho un mito. Y de esta algunos aspectos es menos compleja, más sencilla en su estructura
manera se convierten en motivos de la realidad reflejada por la melódica, más estereotipada en su ritmo y armonía, y en otros as-
pintura pop los productos de masas de la industria mecanizada, las pectos más ambiciosa, más en consonancia con los criterios de la
formas estereotipadas de todas las mercancías disponibles, la eco- . música clásica que con el jazz. Su producción y recepción no pre-
nomía dirigida exclusivamente al aumento del consumo, el domi- supone en absoluto la participación de las capas de instrucción exi-
nio de la capacidad competitiva y de la propaganda comercial, las gentes, pero tampoco excluye su participación en el proceso artís-
fórmulas trazadas de las necesidades y valoraciones, la creciente tico libre, abierto a toda dirección.
manipulación de la vida y la naturaleza administrada del mundo La música pop no es ni una forma' de música popular ni una
espiritual. variedad del jazz, a pesar del anonimato de sus productores y de
El tono irónico de las representaciones, sin embargo, no permite . la espontaneidad de su génesis, de la comunidad y de los límites
olvidar nunca que no se trata de una mera aceptación, sino al ; vagos existentes entre sus autores y receptores. Ambas, pop y jazz
mismo tiempo de una crítica de la alienación de la sociedad actual, provienen de la música de entretenimiento popular, mas a menudo
que reduce la realidad a mercancías. El entorno de la gran ciudad están esencialmente influidas por las normas, principios formales
se convierte en tema favorito de la pintura no a pesar de, sino y criterios valorativos de la música seria, auténtica y autónoma.
debido a su banalidad. El arte pop rechaza la vanidosa sensibilidad Los artistas de talento, creadores, técnicamente dueños de su ins-
de la pintura sentimental lo mismo que el sentimentalismo de la y los diletantes sin talento, dependientes e insuficiente-

810 811
mente preparados para el ejercicio de su arte se diferencian fácil-
mente en ambos casos, aunque la distancia entre ellos sea menor 'j artistas de vanguardia estetizantes, arraigados en una tradición his-
•'
en la música pop. El músico pop individual, muy ambicioso, debe J tórica, Y colocados a la cabeza del movimiento. Toman su material
a la tradición clásica y a la vanguardia, por una parte, y a la mú- de donde lo encuentran, a saber, de todas partes, desde la canción
sica popular, por otra, estímulos a menudo más profundos que el , : artística romántica hasta los negro spirituals, con lo que sus songs
compositor de jazz; pero, en general, el jazz está más ligado a ellas no pueden medirse ni con las canciones de Schubert ni con los blues
dos que la música pop. En la producción y ejecución de esta úl- de los negros norteamericanos. Si no son muy selectivos en lo que
tima participan grupos mucho más amplios que en la práctica del se refiere a sus modelos, su vanguardismo tampoco es claro ni con-
jazz; pero éste ha ejercido desde un principio en la evolución de '.1 secuente. Por lo general se atienen a los clichés de las viejas coplas
la música avanzada una influencia más profunda que la misma mú- de variedades, del rock and rolls y de las canciones propias. Su rit-
sica pop con sus mejores productos. mo es estereotipado, aunque menos monótono que el de la mayoría
Pese a provenir de la música negra, el jazz es más original y, ,, de los músicos pop, su armonía presenta rasgos nuevos, pero no

.,
pese a su degeneración en diversión estandarizada, comercialmente
explotada, es más complejo y diferenciado que la música pop. Sin
embargo, ninguna de las dos formas representa nada parecido a la
música del pueblo. A despecho de la colectividad de la vivencia
artística que constituye su objeto, la música pop no tiene nada que
1 revolucionarios, y su melodía es ciertamente más rica, pero tan adu-
ladora como la música ligera popular. Los efectos armónicos y co-
lorísticos son a menudo de importancia secundaria en relación con
1 los melódicos, o se subordinan a un efecto rítmica y dinámicamente

· penetrante, que acentúa la impresión casi ritual de la música pop


ver con el fenómeno de una comunidad popular, y el jazz ha perdido como medio de masas.
irremediablemente el carácter popular que poseyera en sus comien- · Se ha indicado con razón que las songs (canciones) de los Beatles
zos en el curso de su transformación en música popular, de con- se escuchan con parecido entusiasmo, parecidos supuestos y pro-
sumo, localizada en las ciudades.
'
1 bablemente parecidas consecuencias que escuchaba en su tiempo
Los compositores de la música pop, prescindiendo de excepcio- el público heterogéneo de Dickens la lectura de sus novelas. Cabe
nes como la de los Beatles, no pueden compararse con los de jazz que en ambos casos sea semejante no sólo el interés del público me-
en lo que se refiere a originalidad de estructura, significación para dio, sino también la actitud en parte afirmativa y en parte tam-

1'
la historia de los estilos, y al ritmo, armonía y timbre de las com- t. bién negativa de las capas ilustradas superiores. A pesar de este
posiciones. Y aunque tampoco falta en absoluto la influencia de parecido y de su popularidad, los Beatles no parecen tener prácti-
la tradición clásica en la configuración de la música pop, la influen- . camente nada en común con Dickens. Hasta la afirmación de que
cia de esta música es principalmente negativa en la evolución es- . en tiempos de Dickens la novela desempeñaba un papel tan pro-
tilística ulterior. La influencia estriba en contribuir a la destruc- 1 blemático como la música pop actualmente', es insostenible. Por
ción de las barreras que han separado hasta recientemente arte y el contrario, prescindiendo del hecho de que era la lectura favo-
praxis, figura artística y función vital, por muy comprometidos que rita de muchos ilustrados, tenía tras sí un pasado largo y respeta-
estuvieran los autores. Pues por entendidos que sean los creadores ble, y ya no era en absoluto uno de los últimos fenómenos artís-
de la música pop, su intención de borrar los límites entre la realidad . ticos, ni mucho menos una tímida manifestación de vanguardia.
1
inmanente y la transcendente al arte es un síntoma de la proble-
Romanticismo y antirromanticismo
j mática del arte en cuanto actividad intensificadora de la vida y
aclaradora del sentido de la existencia. La música pop y beat, en cambio, comparte con la vanguardia
moderna la aversión profunda contra el sentimentalismo barato del
Los Beatles omanticismo, a pesar del emocionalismo en que incurre. Pero, en
Los Beatles, que se han convertido en la encarnación de la idea érminos generales, se dirige tanto contra el crudo funcionalismo de
y del ideal de la música pop, no son ni cantantes del pueblo ni
1
Richard Poirier: «The Beatles», Partisan Rel'iew, otoño 1967, p. 526 y "·
812
813
la musiCa de consumo como contra el academicismo abstracto no llegó hasta 1963. A los pocos años perdieron también la repu-
de la música pura, y, en cuanto típico movimiento juvenil, está tación de sus fuerzas mágicas y tuvieron que conformarse con un
afectada de tendencias románticas. Y no sólo es romántica la inti- papel má¡; modesto en el movimiento juvenil. En tiempos de los
midad y dulzura demostrativas de sus melismas, sino también el disturbios estudiantiles de 1968 era ya claro que los representantes
griterío histérico y la pasión exhibicionista de sus cantantes, los del arte pop carecían de interés y de orientación política.
aullidos y agitaciones extáticas del público participante en el albo- El sentimiento comunitario y la conciencia unitaria que se creían
roto, en una palabra, todo el exceso del acontecimiento, dependiente poder relacionar en general con el movimiento del arte pop, se ma-
en última instancia no tanto de la ensoñación romántica como de nifiesta de todos modos en la música más que en las demás formas
la violencia y el desenfreno en todos los ámbitos de la vida actual. del arte. Sólo en ella recuerda el estado de ánimo emocional de
Tampoco debe olvidarse en absoluto el factor generacional a la los participantes el efecto mágico de los rituales. Siempre se trata
hora de enjuiciar ei efecto de la música pop. Su público comprende, de la mera ilusión de una comunidad, pues su correspondiente fon-
naturalmente, a casi todos los estratos sociales y grupos de edades, do social es ficticio. El carácter ritual de arte mágico al que se re-
pero está dominado evidentemente por los adolescentes. Para ellos fieren los panegiristas bien intencionados y demasiado creyentes
los Beatles encarnan un ideal espiritual y corporal, con su moral de la música pop resulta pura fetichización y mitificación al mirar-
liberal, sí, anarquista, su talento y afán de validez chillones, y lo con más detalle. Cabe que la producción y recepción de la mú-
su triunfo en apariencia fácil significa la «honra, el poder y el amor sica pop produzca la apariencia de un acto ritual, pero en realidad
de las mujeres». Los conciertos de música pop han sido calificados, no tiene nada que ver con el arcaico ceremonial de este tipo.
no sin razón, de masturbación de masas y, en todo caso, están llenos
de rasgos exhibicionistas y regresivos.
3. Pintura <<pop>>
Historia de la música «pop»
Crítica de la sociedad y de la cultura
Los comienzos de la música pop, que se remontan a mediados
de los años cincuenta, eran consecuencia de la situación social A pesar de la estrecha ligazón de sus representantes con la
en que se encontraba la juventud de postguerra a mediados. del si- élite ilustrada, la pintura pop recibe su nombre por la banalidad y
glo, con su expresionismo y exhibicionismo, la brutalidad de sus trivialidad de sus temas, el origen de sus motivos, sacados del
efectos y violación de los oyentes, la existencia problemática y a mundo de la economía industrial estandarizada, y principalmente
menudo evidentemente indefensa de sus partidarios. Los vínculos por la simplificación de sus representaciones mediante el abandono
familiares se relajaron en amplios círculos de la baja burguesía y de los valores propiamente pictóricos, los matices graduados y los
de la clase obrera. Una parte considerable de los jóvenes militares efectos ambientales, el trazado lineal improvisado y las pinceladas
licenciados no estaban preparados para responder a las exigencias · individuales. El sentimiento de angustia y alienación, de ironía y
de una vida civil regulada. La guerra había sido para la. mayoría de burla, con que representa la pintura pop los productos desani-
de ellos una escuela de violencia y anarquía, y para todos una mados y cosificados de la gran ciudad moderna se revela del modo
exhortación a recordar la destrucción que esperaba al mundo en . más claro en este tono frío, despersonalizado. La producción en
las condiciones existentes. El nihilismo de la generación así equi- masa de objetos y utensilios, de medios de tráfico y de aderezos
pada también dejó sus huellas, naturalmente, en la música de la para el cuarto de baño, de latas de conservas y medias de nilón, de
juventud respingona. y revistas ilustradas, ha transformado el mundo en un de-
Entre 1957 y 1961, si se prescinde de la decadencia del jazz, en donde la humanidad vive engañada en sus necesida-
no ocurrió nada notable en el ámbito de la música popular. El rock reales, arrastrada por placeres masoquista-sadistas. El sarcas-
and roll se hizo cada vez más moderado, perdió su ímpetu y se incli- mo con que la pintura pop contempla el mundo transformado, le
nó paulatinamente por lo bonito y ameno. La moda de los Beatles el carácter de protesta y de oposición, suavizado o totalmente

814 815
T
1

ausente en las otras formas del arte pop. No por eso deja de ーセッᆳ la estructura no dice en absoluto que la pintura pop sea considerada
ducir a menudo una impresión divertida y loca y crea una 。エセMウᆳ como «arte» por el observador ni que, en cuanto tal, sea mejor
fera de amistad y alegría que permite ウオーッセ・イ@ セオ・@ la. oposiC!On comprendida que una pintura de tipo diferenciado. Su calidad ar-
política y la crítica social no van nunca 、・ュ。ウゥセッ@ leJOS, セ@ que tística se mantiene ignorada mientras que la música pop le suena
uno se siente a gusto en este mundo diverso, estndente, イセi、ッ⦅ウ@ igual que la música clásica al oyente ingenuo, siendo indiferente
y turbulento, a pesar de todo, aunque tal vez con ュ。ャセ@ conciencia. que tenga conciencia o no de la diferencia cualitativa.
El crítico de arte Lawrence Alloway, que ha acunado el con- El arte pop niega la autonomía e inmanencia de la obra aislada.
cepto de arte pop ', aplicó el nombre para la descripci?n de los セイッᆳ La imagen de una muchacha en traje de baño de Roy Lichtenstein
duetos del arte de masas en los medios de los anunciOs, la revista presenta tan pocos rasgos individuales como las latas de conserva de
ilustrada el cine y la música bailable; sin embargo, de acuerdo Andy W arhol. Su sentido único y su formalismo, sus contornos
con su 、セヲゥョ」￳@ donde menos se adaptaba era en la pintura pop. claros y sus colores monótonos, su dibujo esquemático y compo-
El contraste ・ョエイセ@ arte pop y arte popular lo observó ya Alloway, sición relajada, todo contradice en ellos el principio de la unicidad
pero lo concebía de tal manera que el arte popular anterior (por de la obra de arte en general y apunta a su repetibilidad en este
ejemplo, la decoración de tabernas, puestos セ・@ mercados traba- r caso especial. La personalidad de un artista como Lichtenstein pue-
de ser inconfundible y reconocible en todas sus obras; pero cada
jos parecidos, las canciones del teatro de vanedades y la ィエ・イ。セ@
por entregas) estaba creado para y mediante el pueblo ・セ@ sentido una de ellas se puede imaginar a voluntad en muchos ejemplares
estricto, mientras que el nuevo arte pop lo han creado artistas p:o- y es opuesta a la idea de lo individual y único. Pero aquí, como ocu-
fesionales, metódicamente entrenados, para el pueblo en el ウ・セィ、ッ@ rre, por ejemplo en el arte gráfico, la apariencia de unicidad no se
más amplio. Aunque esta ficción no se mantuviera por mucho h:m- pierde a causa de la reproducción mecánica sino por la técnica de
po, resulta incomprensible cómo pudo originarse. pオセウL@ por ウ・ョ」ゥセャッ@ cartel y las formas excesivamente simplificadas y a menudo de di-
y crudos que sean los motivos del arte pop, por eJemplo, セッ、ゥ。ョ@ mensiones demasiado grandes que sirven para captar la mirada
y no para recrearla.
tener efectos artísticos precisamente a causa de su 「。ョィ、セ@ '!
primitivismo, sólo por la comprensión 、・セ@ _セウ・イカッ@ de su signi- Desvalorización de lo pictórico
ficado irónico, esto es, únicamente por un JUICIO cntico 、セウ。イッャN@
De todos modos, la pintura pop creada por セッケ@ LIChtenstem, La manera despersonalizada de expresión, la neutralización de la
Andy W arhol y Robert Rauschenberg contiene. mas ・ャュョセッウ@ que «firma», la imitación de los métodos de producción industrial, la
la música pop para poder agradar a un público iャオウエイセ、ッL@ regido por representación de vivencias obtenidas de segunda mano, la super-
las pautas del arte sublime. Esta última es de por si mas popular, ficialidad e insustancialidad de los objetos representados, todo con-
utiliza medios efectivos más ingenuos, espontáneos y, ーッセ@ lo gene- tribuye a darle un carácter abstracto hasta a los motivos figurati-
ral también más brutales que la pintura pop, que tan radicalmente vos. El resultado final es un artículo de masas acabado, producido
ha' acabado con las finezas impresionistas, aunque aún no se ha de manera aparentemente mecánica, a despecho de la cantidad
emancipado por completo de los principios エイ。、ゥ」ッョセャ・@ del gusto efectiva de ejemplares producidos.
de los ilustrados. Cierto, lo «pictórico» de los sentimientos am- De esta suerte, la pintura pop no sólo es comercial en espíritu,
bientales el juego de colores rotos y contornos difusos, el encanto como· las demás formas del arte pop, sino que utiliza también la
sensible de la mancha de color y de la pincelada, pierden su valor técnica de los medios comerciales, de los carteles, de las ilustra-
artistico, sin embargo no son ningunos «sonidos natura!es» ャッセ@ que ciones de revistas y de los anuncios de periódicos. Como ya se
se manifiestan en su lugar sino momentos ュセョッNウ@ 、ゥヲ・イョ」セ。ッウ@ sabe, los impresionistas dieron ya con una fuente de estímulos en
únicamente en lo visual. La simplificación del dibUJO, el colondo Y el arte gráfico y en la fotografía, mecánicamente reproducibles,
y con su. técnica de la litografía Daumier creó precisamente el pro-
• Cf. George Melly: Revolt into Style, 1970, p. 15 Y ss. totipo de la pintura pop. Pero al estar orientadas todavía las artes

816 817
gráficas hacia los fenómenos de la realidad, la pintura pop no se
rige por la impresión de los objetos reales, sino por su representa-
セー。イ・」@
Y estandarizado de 1 . .1. ., b
.
--
a ClVI Izac10n urguesa, pero sin permitir que
en pnmer plano el frente político del movimiento y s1'n
ción esquematizada en los medios, por lo general artísticamente mcurrir en un 'h'l'
indiferentes, de la publicidad comercial. Su distancia de la realidad bl , m I 1smo tota1frente a los productos del sistema pro
ematico. Acepta sus formas como elementos de un medio 。ュ「ゥ・ョセ@
concreta es doble; pretende reflejar la imagen pobre en rasgos rea-
te que; no gusta necesariamente, pero que hay que aceptar porque
listas del anuncio comercial de los bienes de consumo, y se aleja no existe otra alternativa.
así aún más del mundo objetivo. En vez de un reflejo directo, consta
de citas de un texto que representa ya traducido en artefactos el
material de la realidad. En este alejamiento de segundo grado res-
pecto de los doctos originales puede vislumbrarse ya tanto el signo
del tema a entrar en contacto con la realidad natural, como la ex-
presión de la sensación de que ya no ha quedado nada para noso-
tros de la originalidad y espontaneidad de la naturaleza.

Neo-dad

Una obra de la pintura pop es, en el mejor de los casos, una


buena producción, y, en cierto respecto, artísticamente más o me-
nos interesante, de un artefacto banal. Cabe que a través de este
«interés» se produzca cierta calidad artística: debido al desinterés del
medio por los valores humanistas y a su despreocupación por, sí, a
su aversión manifiesta contra su trato prominente, el arte pop ad-
quiere, sin embargo, el carácter de un antiarte, de un neodada. El
azar en la elección de los motivos representados responde al princi-
pio del collage y del montaje fotográfico; la justificación del dere-
cho del antiarte naciente a figurar como arte se basa en la supuesta
pretensión de hacer figurar como tal todo lo que se llame arte.
En la forma de assemblage al arte pop pierde, con el abandono de
la bidimensionalidad, el último resto de homogeneidad propia, por
lo demás, de las artes plásticas. Se convierte en una especie de
super-dada. En los happenings el producto artístico pierde incluso
su carácter figurativo y pretende ser comprendido como aconteci-
miento; su ser ontológico se disuelve en puro devenir.
Originariamente el dadaísmo era un movimiento anarquista
con una tendencia cultural predominantemente nihilista, aunque
con un fuerte tono político. Combatía la cultura, cuyos valores
negaba, en cuanto producto de la burguesía de posguerra. Al con-
vertir en principio la libertad respecto de los motivos artísticos tra-
dicionales, quería liberarse de las convenciones de la sociedad bur-
guesa. El arte pop niega tan decididamente el carácter mecánico

818
819
2. Estabilidad y movilidad de las capas de
instrucción . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . .. . . . . . . . . . 57 3
3. La dimensión de los grupos de público . . . 57 4
4. Tú y vosotros ...................... ........ ... 576
5. Tipos históricos y composición del públi-
Indice co artístico . . . . . . .. .. .. . .. .. . . .. .. . . . . .. . . .. . . . 579•

4. Los mediadores 588


l. Signo e interpretación .................... . 588
2. Ser y significado .......................... . 590

l
3. Clases de mediación ....................... . 591 .•
4. El experto y el receptor ingenuo ........ . 594
5. La leyenda del artista ...................... .. 59(;,
6. Facilitación e impedimento ................. . 597
7. El director ................................... . 598
8. Monopolio de la ・クーッウセ」ゥ￳ョ@ .............. . 598
'
セ@ 1 Cuarta parte: SociOLOGÍA DEL PÚBLICO
549
t 5. La crítica de arte . .. . . .. . .. .. . . . . . . . . . .. . . .. . .. .. .
l.
2.
Interpretación y valoración . . . . . . . . . . . . . . .
Crítica y traducción .. . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .
600
600
601
l. Alocución y pronunciación · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 3. El crítico como experto ..................... 603
l. El sujeto productor y el r.ec.eptor ........ . .549
4. Sentimiento cualitativo y juicio valora-
La obra ofrecida y la reclbtda . : .. ·: . .... , 551
セZ@ Los mediadores entre autor y pubhco 551 tivo . . . ... . . ..... ... ... ....... ..... ... . ..... ... . . 604
4. Yo y tú ..................................... .. 553 5. División del trabajo en la crítica .. .. . .. . . 605
5 • La producción como producto del con- 6. Crítica de arte subjetiva y objetiva . . . . . . 607
sumo ........................................... . 555 7. Crítico, es teta, historiador del arte y en-
6. La obra de arte como diálogo .............. . 558 sayista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 608
563 8. Autocrítica .. .. . .. .. .. . .. . . . .. . .. . . . . . . . . . . . . .. 613
2. Vivencia artística · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 9. La democratización de la crítica . ........... 616
563
1. Educación del artistd y. del experto · ᄋ[ᄀ■セ@ 10. Juicios falsos .. .. . .. . . .... . .. . . .. .. . .. .. . .. . .. 618
2. La legitimidad de istmtas pautas a -
564
.
ticas .............. · ·· · · · .. · ··· · · ... _. .. · · .... · .. .. 6. Instituciones de la mediación ................... .. 622

'-
La recepción como malentendldo o «me- .
3.
jor>> comprensión de la obra de arte ... 567 ,,,>, l. Función v evolución de las instituciones. 622
571 2. Cortes y セ。ャッョ・ウ@ ............................ .. 624
3. Los consumidores del arte · · · · · · · · · · · · · .. · · · · · · 3. Teatro ........................................ .. 626
l. Estructura social e intereses artísticos ... 571 4. Museo ......................................... . 632
5. Biblioteca ..................................... . 639
642 2. El arte de la élite ilustrada ................... ..
7. El comercio artístico ............................ · 698
l. Mediación y alienación ................... .. 642 l. ゥウエッイセ、。@ de las capas instruidas 698
2. Coyuntura .............................. · ·. · · .. 644 2. Tipos Ideales de instrucción 700
3. Desarrollo del mercado artístico ....... .. 646 3· Las obras de arte sublime .............. .
701
4. Valor ideal y valor real .................... . 6S2 4. Tradición y vanguardia ... :::::::::::::::::: 703
S. Pérdida del aura del original .............. . 6S4
3. El arte del pueblo ............................. . 706
8. Comprensión y malentendido .................. .. 6S7 l. Teoría ...................................... . 706
l. Comprensión y fundamento .............. . 6S7 Lo. ingenuo y lo natural. Hipóstasis de ᅪセ@
2. Referencia vital de la comprensión ........ . 662 。」エャセ・@ de grupo. Romanticismo y psi-
3. El inevitable malentendido ............. .. 664 coanálisis. Arte popular y arte campesino.
4. La fuerza «retroactiva» del presente .. . 666 Cu!tura comunitaria. «Bien cultural dismi-
S. Tipología de la comprensión musical .... .. 669 ョセi、ュN@ Poesía artística y poesía popular.
2. H1stona .................................... . 723
9. Exito y fracaso ................................... · 676 r-.:eolítico. La época de las invasiones ョVセ@
dicas. Edad Media. Edád Moderna.
l. Talento y éxito ............................. . 676
2. Tensiones entre pensamiento artístico y 4. El arte popular ....
político ....................................... .. 678 ································ 729
3. El culto de ser ignorado ................... .. 679 l. d・エセZョゥ。、￳@ conceptual ................. . 729
4. Derrota sin compensación ................. . 680 Tens10n y distensión. Alivio y evasión.
¿Qué desea el público? Ideología del arte
10. Motivos sociales y antisociales 682 popular. Arte proletario. «Kitsch».
2. Fases evolutivas ..... 742
l. Humanismo y egoísmo ................... .. 682
Finales. ?e la aョエゥァgセ、@ ... e、セMᄋmゥZ@
2. El terror mágico ............................ .. 683 í!,
Ilustrac10n. El Segundo Imperio.
3. Aislamiento .................................. .. 684
4. Evasión a la inarticulación .............. . 68S 5. Arte de masas
S. Narciso y Orfeo ............................ .. 686 ···································· 7SO
l. Repetición mecánica 750
2. Arte administrado
························
751
3. Composición del ーセ「ᅳN@ 、セN@ ᄋセM ...... .
Quinta parte: LA DIFERENCIACIÓN DEL ARTE 753
POR CAPAS INSTRUIDAS 4. El «gran público» ........................ .. 755
5. Prehistoria · ·
···································· 7S7
l. Clase e instrucción ............................. . 687
6. Una interpretación de la cultura de masas .. . 767
l. Concepto de capa instruida .............. . 687
2. La «intelectualidad flotante» ............. .. 688 1. El fi? セ・@ la e_ra Gutenberg .............. . 767
3. Movilidad social ............................. . 689 2. Contmllldad v1sual y simultaneidad acús-
4. El privilegio de la instrucción ........... . 692 tico-óptica ..................................... . 769
5. Historia del arte por cortes transversales. 693 3. Reproducción técnica 770
························
Colección Universitaria de Bolsillo
4. Formas multimediales .................... . 772 PUNTO OMEGA
5. «El medio es el mensaje» ................. . 773
las obras maestras del pensamiento actual a
un precio asequible a todo el mundo. Libros,
7. Los medios de masas ............................. . 776 ya clúlcoa, ya de hoy, que marcan laa llneaa
auténticas de la cultura de nuestros dlas.
l. El bestseller ................................ . 776
Trivialidad. Comodidad. Disminución del
público lector. Seguridad amenazada. 1. Jacques Rueff: La época de la Inflación.
2. El cine ....................................... . 780 2. Mircea Eliade: Lo sagrado y lo profano.
3. Jean Charon: De la flslca al hombre.
Comienzos del arte de masas. La clase me-
dia como exponente del equilibrio socinl.
Montaje. Espacio y tiempo. Historia re-
1
\
5. E. Mounier: Introducción a los exlstenclallamoa.
6. J. Bloch-Michel: La •nueva novela•.
8. N. Sarraute: La era del recelo.
ciente del cine. 9. G. A. Welter: Flloaofla y ciencia an la Unión Soviética.
11. K. Papaioannou: El marxismo, ldeologla fria.
3. Radio y televisión .......................... . 796

t
12. M. Lamy: Nosotros y la medicina.
Radio televisión y cine. Función dialéctica 13. Charles-Oiivier Carbonell: El gran octubre ruso.
y 。イエゥセ」N@ Dictado cultural セ@ . セ、・ッャァ■。N@ 14. C.-G. Jung: Consideraciones sobre la historia actual.
Principios formales de la telev1s1on. 15. R. Evans: Conversaciones con Jung.
16. J. Monnerot: Dialéctica del marxismo.
805 17. M. Garcla-VIf\6: Pintura espallola neoflguratlva.
8. Arte «pop» .............................. · ... · · ·. · 18. E. Altavllla: Hoy con Jos esplas.
l. Rasgos homogéneos y ィ・エイッァ←ョセ@ ..... . 805 19, 20 y 21. A. Hauser: Historia social de la Literatura y el Ara.
Nacimiento de una cuarta capa de mstruc- 1
: 22. Los cuatro Evangelios.
23. Julián Marias: Anéllsls de los Estados Unidos.
ción. «Pop» y popular. Equívoco del arte 1
24. Kurz-Beaujour-Rojas: La nueva novela europea.
«pop». Coeficientes sociales. El «paisaje» 25. Mircea Eliade: Mito y realidad.
de la pintura «pop>>. 27. B. Pastemak: Cartea a Renata.
2. Música «pop» ....................... · · ... · · · · · 811 28. A. Breton: Manifiestos del surrealismo.
Música «pop» y jazz. Los Beatles. Roman- 29. G. Abettl: Exploración del Universo.
30. A. Latreille: La Segunda Guerra Mundial (2 tomos).
ticismo y antirromanticismo. Historia de la 31. Jacques Rueff: VIsión quéntica del Universo.
música «pop». 32. Carlos Rojas: Auto de fe (novela).
3. Pintura «pop» .............. · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 815 33. Vintila Horia: Una mujer 11ara el Apocalipsis (novela).
Crítica de la sociedad y de la cultura. Des- 34. Alfonso Albalá: El secuestro (novela).
35. S. Lupasco: Nuevos aspectos del arte y de la ciencia.
valorización de lo pictórico. Neo-dadá. 36. Theo Stammen: Sistemas politlcos actuales.
37. Lecomte d'J Noüy: De la ciencia a la fe.
38. G. Uscatescu: Teatro occidental contemporáneo.
39, 130. 131. A. Hauser: Origen de la literatura y el arte modemoa.
111. Literatura y manlerlsmo; l. El manierlsmo, crisis del Re..-
clmlento: 11. Pintura y manlerlsmo.
40. H. Clouard: Breve historia de la literatura francesa.
41. H. Van Ssachno: Literatura soviética posterior a Stalin.
42. Literatura clandestina soviética.
43 y 44. L. Plrandello: Teatro, l; Ensayos, 11.
45. G. de Torre: Ultralsmo, exlstenclallsmo... en literatura.
46. Guillermo de Torre: VIgencia de Rubén Darlo y c^セイ。@ péglnaa.
...,

47. S. Vllas: El humor y la novela española contemporánea. 120. P. L. Mignon: Historia del teatro contemporáneo.
48. H. Jürgen Baden: Uteratura y conversión. 121. A. Berge: La sexualidad hoy.
49. G. Uscatescu: Proceso al humanismo.
122. J. Salvador y Conde: El libro de la peregrinación a Santlllg(>
51. Platón: El banquete, Fedón, Fedro. Trad. de Luis Gil.
de Compostela.
52. Sófocles: Antígena, Edipo Rey, Electra. Trad. de Luis Gil.
123. E. J. Hobsbawm: Las revoluciones burguesas.
53. A. Hauser: Teorías del arte.
125. A. Arias Ruiz: El mundo de la televisión.
54. Carleton S. Coon: Las razas humanas actuales.
55. A. L. Kroeber: El estilo y la evolución de la cultura. 126 y 127. L. F. Vivanco: lntrod. a la poesfa esp. contemporánea.
'57 y 58. E. lonesco: Diario, 1 y 11. 128. A. Timm: Pequeña historia de la tecnologia.
59. P. Calderón de la Barca: El Gran Duque de Gandía. 129. L. von Bertalanffy: Robots, hombres y mentes.
60. G. Miró: Rguras de la Pasión del Señor. 132. G. Gómez de la Serna: Ensayos sobre literatura social.
61. G. Miró: Libro de Sigüenza. 133. J. López Rublo: Al filo de lo imposible.
62, 63, 64. P. de Boisdeffre: Metamorfosis de la ャセ・イ。エオ@ (3 t.). 134. J. Charon: De la materia a la v1da.
65. R. Gutiérrez-Girardot: Poesía y prosa en aセエッュ@ Machado. 135. M. Mantero: La poesia del yo al nosotros.
66. Heimendahi-Weizssiicker... : Física y filosof1a. 137 y 138. VIcente Gaos: Clavas· de literatura española, 1 y 11.
67. A. Oelaunay: La aparición de la vida y del hombre. 139. R. Bloch-A. Hus: Las conquistas de la arqueologfa.
68. Andrés Bosch: La revuelta (novela). 140 y 141. Josué de Castro: Geopolítica del hambre, 1 y 11.
69. Alfonso Albalá: Los días del odio (novela). 143. Carlos Areán: Treinta años de arte español.
70. M. Garcla-VIñó: El escorpión (novela). 144 y 164. G. Duncan Mltchell: Historia da la sociologia (2 t.J.
71. J. Soustelle: Los Cuatro Soles. Origen y ocaso de las 」オャエイ。セL@ 145. A. López Oulntás: El pensamiento filosófico de Ortega y D'Ors.
12. H. Balaklan: El movimiento simbolista. 146. L. Garcia Ballester: Galeno.
73. C. Castro Cubells: Crisis en la conciencia cristiana. 147. Martin Alonso: Segundo estilo de Bécquer.
74. A. de Tocquevllle: La democracia en América. 148. Luis Bonilla: Las revoluciones españolas en el siglo XVI.
75. G. Blocker: Líneas y perfiles de la literatura moderna. 149. Gérard Bonot: Han matado a Descartes.
76. S. Radhaskrlshnan: La religión y el futuro del hombre. 150. P. Jordan: El hombre de ciencia ante el problema religioso.
77. L. Marcuse: Filosofía americana. 151. Emilio Beladiez: El Oriente extremoso.
78. K. Jaspers: Entre el destino y la voluntad. 152. Jean-Paul Harroy: La economía de los pueblos sin maquinismo.
79. M. Eliade: Mefistófeles y el andrógino. 154. Claude Maurlac: La allteratura contemporánea.
80. H. Renckens: Creación, paraíso y pecado original. IJ 155. Emilia N. Kelley: La poesía metaflsica de Quevedo.

Qセ@
81. A. de Tocqueville: El Antiguo Régimen y la Revolución. 156. J. Stuart Mili-H. Taylor Mili: La igualdad de los sexos.
82. L. Carnuda: Estudios sobre poesía española contemporánaL 157. John Eppste!,.,: ¿Se ha vuelto loca la Iglesia católica?
83. G. Marcel: Diario metafísico. 1 158. E. O. James: La religión del hombre prehistórico.
84. G. Pulllni: La novela Italiana de la posguerra. 159 y 160. José Acosta Montoro: Periodismo y literatura, 1 y 1!.
85. Léo Hamon: Estrategia contra la guerra. 1

161. Armando de Miguel: Diagnóstico de la Unversidad.


88. José María Valverde: Breve historia de la literatura española. 1
162. Martln Almagro: Introducción al estudio de la Prehistoria y dlt
87. José Luis Cano: La poesía de la Generación del 27. la Arqueologia de Campo.
88. Enrique Salgado: Radiografía del odio. 163. Paul Ramsey: El hombre fabricado.
89. M. Sáenz-Aionso: Don Juan y el Donjuanismo. 165. G. Durozoi-B. Lecherbonnier: El surrealismo.
90. Diderot-D'Aiembert: La Enciclopedia. Selección. 1 166. André Rey: Conocimiento del individuo por los tests.
92 y 93: Brzezinski-Huntington: Poder político USA-URSS. 1 Y 11 167. Pedro s£ョ」ィ・セ@ Paredes: El marqués de Sede.
95. A. Montagu: La mujer, sexo fuerte. 168 y 169. Ramón Gómez de la Serna: Automoribundla.
99. L. Pirandello: Uno, ninguno y cien mil. 170. J. L. Cano: Poesía esp. contemp. Generaciones de ーッs\juwエBセN@
102. G. Uscatescu: Maquiavelo y la pasión del poder. 171. Carlos Longhurst: Las novelas históricas de Pfo Barojs.
Ir 104. E. JQnger: Juegos africanos. 172. Henrl Lefebvre: Marx.
105. A. Gallego Morell: En torno a Garcilaso Y otros enaayoa. 173. Antonio Gallego Moreli: Angel Ganivet.
106. R. Sédillot: Europa, esa utopía. 174. Giacomo Lauri-Voloi· Voces paralelas.
107. J. Jahn: Las literaturas neoafricanas. 175. T. Navarro Tomás: Manual de entonación española.
108. A. Cublier: lndira Gandhl. 176. W. Clarke-G. Pulay: El dinero en el mundo.
109. M. Kidron: El capitalismo occidental de la posguerra. 177 y 178. Margot Berthold: Historia social del teatro, 1 y 11.
110. R. Ciudad: La resistencia palestina. 179. A. Sánchez Barbudo: El pensamiento de Antonio Machado.
116. J. Vogt: El concepto de la historia de Ranke a Toynbee. 180. A. Hauser: Fundamentos de la sociologfa del arte.
117, 118, 119. G. de Torre: H.• de las literaturas de vanguardia. 181. G. Gurvltch: Proudhon.
182. l. C. Jarvie: Soclologia del cine.
Obras de ARNOL:D HAUSER
183. A. Fernández-Cid: Puccini: El hombre, la obra, la estela.
184. S. De Coster-F. Hotyat: Sociología de la educación.
185. J. J. Berreby: El petróleo en la estrategia mundial.
186. Juan Francisco Manzano: Autobiografía de un esclavo.
l. Historia social de la
187. René Sedillot: Historia de las principales monedas.
188. Gerard Durozoi: Artaud, la enajenación y la locura.
Literatura y el Arte
189. Priscilla Cohn: Heidegger, su filosofía a través de la nada. 2 tomos de 24 x 18 cm : 968 págs. 223 ilustraciones '
191. Heilbroner: El porvenir humano. Skivertex. (4.• edición) 1 en negro Y 32 en color
192. Mark Twaln: Las tres erres. TOMO PRIMERO
193. P. Hays: Nuevos horizontes de la psiquiatría.
194. D. Wellershoff: LiteratUra y praxis. l. TIEMPOS PREHISTORICOS
195. F. Ayala: El escritor y su imagen. l. Paleolítico. Magia y naturalismo.
196. O. Caballero: Las medicinas marginedas. 2. Neolítico. Animismo y geometrismo.
197. R. Gómez de la Serna: lsmos.
3. El artista como mago y sacerdote. El arte como profesi6n y labor
198. A. Faraday: El poder de los suellos. domhtica.
199. K. Lambert-G. Brittan: Introducción a la filosofía de la clencl".
200. G. Torrente Ballester: El Quijote como Juego.
201. H. Selye: Tensión sin angustia. Il. ANTIGUAS CULTURAS URBANAS
202. P. Baum: La comuna. Una alternativa a la familia. ORIENTALES
206. Debray-Ritzen: Escolástica freudiana. l. Estática y dinámica en el antiguo arte oriental.
207. Tucldides: Historia de la guerra del Peloponeso. 2. La. situación del artista y la organización del trabajo artístico en
208. E. A. Abbot: Planllandia. Egtpto.
209. J. G. Bourke: Escatología y civilización. 3. La estereotipación del arte en el Imperio Medio.
210. A. Bierce: Cuentos de soldados y civiles. 4, El naturalismo del periodo de Ekhnaton.
211. F. Buache: Luis Buñuel. 5. Mesopotamia.
212. W. Muschg: Expresionismo, literatura y panfleto. 6. Creta.
213. M. J. Harner: Alucinógenos y chamanismo.
214. T. Zlolkowskl: Las novelas de Hermann Hesse. III. GRECIA Y ROMA
215. L. C. Céllne: Casse-Pipe y Conversaciones con el ーイッヲ・セ@ Y.
216. D. Lacalle: Técnicos, científicos, cleses sociales. l. · La edad heroica y la edad homérica.
217. W. M. Thackeray: El libro de los snobs. 2. El estilo arcaico y e/ arte en las cortes de los tiranos.
218. D. Coulmy-J. Page: Las reservas del oc6ano. 3. Clasicismo y democracia.
219. D. Wellershoff: Literatura y principio del placer. 4. La «Ilustración» griega.
220. M. A. Shaban: Historia del Islam. 5. La época helenfstica.
221. P. D. Thompson: El mundo de los virus. 6. La época imperial y el final del Mundo Antiguo.
222. R. Wllhelm: La sabldurfa del 1 Ching. 7. Poetas y artistas en la Antigüedad.
223 y 224. E. J. Hobsbawm: La era del capitalismo.
225. A. Kollontal: La mujer en el desarrollo social. IV. LA EDAD MEDIA
226. F. Basaglia: ¿Qué es la psiquiatrfa?
227. G. Steiner: En el castillo de Barbazul. l. El espiritualismo del primitivo arte cristiano.
228. F. Kafka: En la colonia penitenciaria.
229. L. Garruccio: La era de Kissinger.
230. S. Lem: Fábulas de robots.
j 2. El estilo artfstico del cesaropapismo bizalllino.
3.
4.
Causas y consecuencias del movimiento iconoclasta.
De las invasiones bárbaras al renacimiento carolingio.
5. Poetas y público de los poemas épicos.
231. l. Oswald: El sueño. 6.
232. B. L. Cohen: Ciencia nuclear y sociedad. La organización del trabajo artfstico en los monasterios.
7. Feudalismo y estilo románico.
233. H. Kelsen: Esencia y valor de la democracia. 8.
234. Y. Kagarlitski: ¿Qué es la ciencia-ficción? El romanticismo de la caballerEa cortesana.
9. El dualismo del gótico.
235. T. Moscr: Un sicoanalista en el diy¡in. lO. Logias y gremios.
236 a 239. T. Mann: José y sus hermanos. 11.
240 a 244. A. Hauser: Sociología del arte. El arte burgués del gótico tardío.
HISTORIA DEL MANIERISMO
V. RENACIMIENTO, MANIERISMO, BARROCO . I. Esbozo de la_ ィゥウセッイ。@ del manierismo en Italia. - II. Observa-
ciセョ・@ .sobre la h1stor1a del manierismo fuera de Italia. - III. Los
l. El concepto de Renacimiento. prmc1p10s セッイ_j。ャ・ウ@ del manierismo en el arte y en la literatura._
2. El público del arte burgués y de¿ arte 」ッイセ・ウョ@ del «Quattrocento>>. IV. _Los pnnc1pales representantes del manierismo en la literatura de
3. Posición social del artista en el Renac1m1ento. Occ1dente.
4. El clasicismo del «Cinquecento».
5. El concepto de manierismo. EL MANIERISMO Y EL ARTE MODERNO
6. lA época de la polltica realista. Baudelaire Y el esteticismo. - Mallarmé y el simbolismo. - El
7. LA segunda derrota de la caballería. surrealismo. - Proust y Kafka.
8. El concepto del barroco.
9. El barroco de las cortes católicas.
10. El barroco protestante y burgués.
3. Sociología del Arte
TOMO SEGUNDO 1038 págs. 86 ilustraciones 2 tomos de 24 x 18 cm en tela
Tomo I PRIMERA PARTE
VI. ROCOCO, CLASICISMO Y ROMANTICISMO Conceptos fundamentales
l. - TotaHdad vital y totalidad artlstica. - 2. Espontaneidad y
1. lA disolución del arte cortesano. convención. - 3. Sociología y psicologla. - 4. Arte e historicidad.
2. El nuevo público lector.
3. El origen del drama burgués. SEGUNDA PARTE
4. Alemania y la Ilustración. Acción reciproca y dialéctica
5. Revolución y arte. l. El arte como producto de la sociedad. Elementos de la creación
6. El romanticismo alemán y el de Europa occidental. artística. - 2. Materialismo histórico. - 3. La función del artista
en la vida de la sociedad. a) Propaganda e ideología. - 4. La fun-
VII. NATURALISMO E IMPRESIONISMO ción del artista en la vida de la sociedad. b) La posición del artista
'1
1. lA generación de 1830. en el curso de la historia. - 5. La sociedad como producto del
2. El Segundo Imperio. arte.
3. lA novela social en Inglaterra y Rusia. Tomo 2 TERCERA PARTE
4. El impresionismo. Dialéctica de lo estético
VIII. BAJO EL SIGNO DEL CINE 1. Concepto de dialéctica. _:. 2. El principio de contradicción.
3. Dialéctica de la historia y de la naturaleza. - 4. Dialéctica de
) lo estético. - 5. Limites de la dialéctica.
1
2. Manierismo, crisis CUARTA PARTE
Sociologfa del público
1. Alocución y pronunciación. - 2. Vivencia artística. - 3. Los
del Renacimiento consumidores del arte. - 4. Los mediadores. - 5. La critica del
arte. - 6. Instituciones de la mediación. - 7. El comercio artlsti-
Origen de la literatura y del arte modernos co. - 8. Comprensión y malentendidos. - 9. Éxito y fracaso. -
lO. Motivos sociales y antisociales.
Ene. en tela: '322 ilustraciones. 438 páginas
QUINTA PARTE
SOBRE LA TEORIA DEL MANIERISMO
lA diferenciación del arte por capas instruidas
I. Concepto del manierismo. - 11. La disolución del Renacimiento.¡- l. Clases y educación. - 2. El arte de la ética ilustrada. - 3. El
III. El nacimiento de la concepción cientlfico-natural. 、セャ@ ュZセ・@ セイエ・@ del pueblo.- 4. Arte popular.- 5. Arte de masas. - 6. Una
- IV. Revolución económica y social. - V. Los ュッセiャ・_エ@ como Interpretación de la cultura de masas. -7. Los medios de masas.
giosos - VI La autonomía de la politica. - VII. La ahenaciÓ d la - 8. Arte pop.
clave del ュ。セゥ・イウッN@ - VIII. El narcisismo como psicologla e SEXTA PARTE
alienación. - IX. Tragedia y humor.
¿Estamos ante el fin del arte?
l. Conceptos de la decadencia del arte. - 2. Los supuestos del
arte del presente.- 3. Síntomas de crisis del arte actual.
/1.30. o_g
-;¡¡ En PUNTO OMEGA
/:¡'} Colección universitaria de bolsillo
Formato: 11 x 17,7 cm.
19, 20, Zl 130, 131 (y 39)
Arnold Hauser: Arnold Hauser:
HISTORIA SOCIAL ORIGEN DE LA LITERATURA
DE LA UTERATURA Y EL ARTE MODERNOS
Y Ei. ARTE
1: <<El manierismo, crisis del
12.• edición (7.• popular). renacimiento» ( 130)
II: <<Pintura y manierismO>) (131)
Visión nueva de la evolución
III: <<Lite'ratura y manierismo»
del arte y de la literatura, con- (39)
dicionada por el medio ambiente
socioeconómico en que el escri- Tercera edición.
tor y el artista se movían.
En ediciones anteriores se pu-
ISBN obra comp. 84-250-2999-6
blicaron con los títulos: El manle-
1.192 págs. y 134 ilustr.
rismo, crisis del renacimiento,
t 1, 84-250-0019-x, 488 págs.
Pintura y manierismo y Litera-
t 2, 84-250-0020-3, 456 págs.
tura y manierismo. A requeri-
t 3, 84-250-0021-1, 352 págs. miento del autor se publican
tl: 200 t2:180y t3: 180 ptas. ahora bajo el nuevo título.
53 Esta obra da la más completa
A. Hauser: visión del arte manierista, estilo
TEORIAS DEL ARTE. que Hauser interpreta como uno
TENDENCIAS Y METODOS de los cambios más profundos en
'1 DE LA CRITICA MODERNA la ィゥウエッイセ@ rlel espíritu.
Cuarta edición. Proceso seguido por la litera-
Antes publicado con el titulo
tura desde el siglo XVI al momento セN@
actual: Shakespeare, Cervantes,
Introducción a la historia del Góngora, los poetas metafísicos r
arte, se publica ahora con el
nuevo titulo a requerimiento del
autor.
El autor de Historia social de
ingleses, Proust, Joyce y Kafka,
todos ellos profundamente influi-
dos por los criterios manierfsticos.
ISBN 84-250-0130-7 328 págs.
ll
la literatura y el arte (números
ISBN 84-250-0131-5 288 págs.
19, 20 y 21) y de Literatura y
manierismo (números 130, 131 ISBN 84-250-0039-4 254 págs.
y 39 de P. 0.) nos brinda los 180 ptas. cada volumen.
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escribir esas·,'
sociológico, ITESO BIBLIOTECA
coanálisis y
y el lenguaje !
y lo popular.
J ISBN 84-250-!
セQNG@ 200 ptas. l 0373380100

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