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Claudio
Rodríguez.
Entre 1939 y 1975, la poesía se divide en 3 etapas, década de los cuarenta, década de los cincuenta y década de los
sesenta.
POESÍA ARRAIGADA
Estos escritores buscaban la perfección y la belleza, sin representar la triste situación del momento. Destacan temas
como el sentimiento religioso, la descripción del paisaje o el amor. En general, muestran una visión del mundo optimista
y esperanzada.
Destacan autores como Luis Rosales con La casas encendida. Leopoldo Panero, en su poesía destaca la dimensión
religiosa, el intimismo y los tintes de falangismo militante, un ejemplo es Escrito a cada instante. Dionisio Ridruejo, en
su libro Poesía en Armas muestra un extremismo ideológico.
POESÍA DESARRAIGADA
El libro más importante es Hijos de la ira de Dámaso Alonso que establece las pautas para siguientes generaciones. Se
trata de poesía existencial en la que se ofrece una visión desoladora del mundo. Está escrita en verso libre y lleno de
imágenes estremecedoras.
La principal manifestación de poesía desarraigada fue la revista Espadaña dirigida por diferentes poetas, entre ellos
Victoriano Crémer. Crémer compone poemas realistas con tono existencial, en los que predomina la expresión
desarraigada. Algunos títulos son: Tacto sonoro y la espada y la pared.
Durante la década de los 40 también surge otra tendencia poética que rechaza la realidad del momento, esta es bifurca en
dos corrientes: el Postismo (relacionado con la estética vanguardista) y el Cántico.
Entre las autoras destaca Ángela Figueroa Aymerich que busca un existencialismo solidario en obras como El grito inútil.
Ángel González. Muestra un compromiso social pero al crítica se hace a través de la ironía y el humor ácido. Ej. Áspero
mundo
José Agustin Goytisolo aúna en sus versos la preocupación ética con el análisis de la propia conciencia. Ej: Salmos al
viento.
Jaime Gil de Biedma tuvo mucha influencia en las generación de los 70 y 80 con obras como Compañeros de Viaje.
Francisco Brines, en sus poemarios como las brasas se puede apreciar la influencia de Cernuda
CLAUDIO RODRÍGUEZ
Claudio Rodriguez fue uno de los miembros de la generación del 50. A una temprana edad publica su primera obra Don de
la ebriedad con la que impresiona al autor Vicente Aleixandre. Se trata de una poesía en la que lo fundamental es el fervor
lírico ante la vivencia inmediata y el contacto del poema con el mundo campesino. En su poesía se mezclan imágenes
surrealistas, clasicismo formal y la transparencia del paisaje. Claudio Rodríguez llega a un estado de éxtasis que lo acerca
la la literatura mística. En cuanto a la métrica utiliza versos endecasílabos asonantados, que alterna con versos blancos.
Su segundo poemario Conjuros, insiste en el vitalismo anterior y en su deseo de identificarse con las cosas sencillas y
reconocerse en ellas
En poemarios posteriores como El vuelo de la celebración continua la búsqueda de la armonía personal, junto a una gran
brillantez expresiva y riqueza léxica
MIGUEL HERNÁNDEZ
Miguel Hernandez suele ser incluido en al Generación del 27 por su estilo gongorino y sus contactos en el grupo. Sin
embargo desde un punto de vista puramente cronológico, pertenece a la Generación del 36.
La temática de este autor gira en torno a los temas de la vida y su manifestación suprema, el amor, que aparece en forma
de un sentimiento amoroso fruto de sus vivencia junto a un sentimiento de protesta por no disfrutar el amor físico (pena
hernandiana). También trata la muerte, que se identifica a veces con un toro, el compromiso político y la lucha por la
justicia social.
Su obra se divide en tres etapas:
Primera época, a ella pertenecen obras influenciadas por la generación del 27 en las que se tratan temas como el
destino y la muerte. Destacan: Perito en lunas, El rayo que no cesa y Elegía a Ramón Sijé.
Segunda época, en esta etapa aparece el tema de la preocupación social. Destacan obras como Viento de pueblo y El
hombre acecha.
Tercera época, a ella pertenecen los poemarios escritos en prisión. Aparecen temas como el amor, la libertad y la difícil
situación de su familia, con un lenguaje intenso y depurado. Destaca Cancionero y romancero de ausencias en el que
se incluye el poema Nanas de la Cebolla.