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T.7.

LA POESÍA ESPAÑOLA EN LAS TRES DÉCADAS POSTERIORES A LA GUERRA CIVIL:

MIGUELHERNÁNDEZ, BLAS DE OTERO, GIL DE BIEDMA Y GLORIA FUERTES


Tras la Guerra Civil, el florecimiento poético anterior queda arrasado. Muchos escritores han muerto
(Machado, Unamuno, Valle, Lorca…) y otros se han exiliado (Juan Ramón Jiménez, Alberti, Cernuda…). En
este contexto surge MIGUEL HERNÁNDEZ, un poeta puente entre la Generación del 27 y la poesía de
posguerra. Su trayectoria poética está estrechamente ligada a su biografía y en ella se reconocen tres obras
fundamentales:
• Antes de la Guerra: Perito en lunas, poesía de tono barroco, de influencia gongorina y vanguardista.
En 1936 publica El rayo que no cesa, poemario formado por 27 sonetos y tres poemas más extensos,
entre ellos, la famosa “Elegía a Ramón Sijé”. En estas composiciones, la voz poética expresa una
pasión amorosa arrebatada y violenta que se asocia metafóricamente al rayo, al toro o el cuchillo.
También tiene cabida el amor amistoso y familiar, la vida y la muerte.
• Durante la guerra: Viento del pueblo (1937). Se trata de una poesía comprometida surgida durante la
guerra, donde aparece el pueblo oprimido y el poeta como viento de salvación.
• Después de la guerra: Cancionero y romancero de ausencias (1939-1942). Al acabar el conflicto es
detenido por su adhesión a la República y compone en la cárcel sus poemas más emotivos, llenos de
recursos propios del neopopularismo. Retoma el tema amoroso, desde el dolor por la ausencia de la
mujer y el hijo, la paternidad, la falta de libertad…

DÉCADA DE LOS 40
La poesía de los años 40 está marcada por las angustias existenciales y religiosas y se ha
organizado, tradicionalmente, en dos tendencias que Dámaso Alonso denominó poesía arraigada y poesía
desarraigada.
Poesía arraigada: se incluyen en este grupo los poetas de la Generación del 36, vinculados inicialmente a
la Falange (Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco, Dionisio Ridruejo, Leopoldo Panero…). Hacen una poesía
intimista, caracterizada por la búsqueda de la perfección formal y el regreso a estructuras métricas clásicas
(en particular, el soneto) cuyos temas característicos son Dios (figura protectora), el amor (en el ámbito
familiar, principalmente) y el paisaje.
Poesía desarraigada: se inicia con Hijos de la ira de Dámaso Alonso y a ella pertenecen obras que
presentan una visión pesimista y angustiada de la existencia. El mundo aparece regido por un Dios
arbitrario y cruel y se contempla como un caos carente de sentido. Se expresa así una profunda
disconformidad con la realidad, aunque nunca se hacen referencias explícitas a la situación política del
momento. A esta poesía pertenecen los primeros poemarios de José Hierro, Gabriel Celaya y Blas de
Otero, del que destacamos Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951). En ellos, el
autor se interroga sobre el sentido de la existencia del ser humano, condenado a ansiar lo eterno pero
abocado a la soledad y a la mortalidad. El amor se presenta como un intento de salvación, pero siempre
acaba en fracaso.
Al lado de estas dos corrientes, surgen otros movimientos minoritarios en la poesía de posguerra. El vanguardismo de los postistas y el esteticismo
del grupo Cántico son los que dejan mayor eco.
a) La lírica vanguardista de los cuarenta queda recogida en la revista Postismo, cuyo único número se publicó en 1945 de la mano de Carlos Edmundo de Ory.
Se declara heredera del Surrealismo y del Dadaísmo y acude a un tono humorístico, irreverente y anticonvencional. Por el contrario, son críticos frente a todo
realismo o afán trascendente. Poco exitosa en su época, esta vertiente acabará conectando con una parte de la poesía de los años sesenta. Gloria Fuertes,
cuya obra ocupa un espacio propio en este tema, se vincula estrechamente con el grupo.
b) La poesía esteticista de posguerra se relaciona con el grupo Cántico, fundador de una revista con ese nombre en homenaje a Jorge Guillén y otros poetas del
27. Como ellos, busca la perfección formal, un lenguaje refinado y hace de la imagen su recurso predilecto. Al igual que los postistas, no tuvo demasiada
acogida en su momento, pero se reivindicó más tarde.

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DÉCADA DE LOS 50: poesía social
La línea dominante de la lírica española a comienzos de los años 50 es la poesía social cuyas
características son las siguientes:

• La literatura se concibe como un instrumento de transformación política y social, cuya finalidad


es dar testimonio crítico de la realidad de la época, con el fin de agitar la conciencia de los lectores.
• La denuncia de la injusticia y la falta de libertad se convierten en el eje de la composición.
• Se trata de escribir una poesía útil que llegue a la inmensa mayoría con un lenguaje lo más claro
posible.
En la lírica castellana destacan los siguientes autores y obras:

BLAS DE OTERO – tras una etapa de poesía existencial (Ángel fieramente humano y Redoble de
conciencia), en los años 50 inicia un nuevo ciclo siguiendo las pautas de la poesía social con Pido la paz
y la palabra, le siguen En castellano y Que trata de España. El poeta arrincona sus angustias, y el camino
que no encontró en la religión lo busca ahora en la solidaridad con los que sufren; es una temática social
que se halla presidida por la esperanza y por los deseos de paz y convivencia fraterna. La voluntad de
llegar “a la inmensa mayoría” le lleva a adoptar un lenguaje claro y hasta un tono coloquial. A la última
etapa de su poesía, con mayor presencia de la intimidad, preferencia por formas métricas más libres y
liberación del lenguaje, pertenecen Historias fingidas y verdaderas, Mientras y Hojas de Madrid

GABRIEL CELAYA – Cantos íberos (1955). El poemario muestra una concepción instrumental de la
poesía y un compromiso sociopolítico explícito. El él aparece el poema “La poesía es un arma cargada de
futuro”, que alcanza el rango de manifiesto de la poesía social.

DÉCADA DE LOS 60
En los años 60, la lírica modifica sus presupuestos, distintos ahora a los de la poesía social y se da a conocer
una promoción de poetas nacidos en los años previos a la Guerra Civil que reciben el nombre de Generación
del Medio Siglo. A ella pertenecen Ángel González, José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, José Agustín
Goytisolo, José Manuel Caballero Bonald… Entre ellos destaca Jaime Gil de Biedma. La mayoría inicia su
andadura en la poesía social y en sus primeras obras denuncian la situación sociopolítica del país, pero pronto
proponen que la poesía pase de ser instrumento de comunicación a vehículo de conocimiento (poesía del
conocimiento). Los rasgos más significativos de este grupo son; autobiografismo (cobra importancia el
elemento biográfico con el fin de incluir la experiencia personal en las circunstancias históricas), diversidad
temática (amor, amistad, conciencia del paso del tiempo, las vivencias de la guerra…) y lenguaje
conversacional e intimista (aparente sencillez y claridad).

JAIME GIL DE BIEDMA. El tema principal de su obra es el paso del tiempo, vinculado al recuerdo y al
análisis que hace de las experiencias personales, desde la infancia hasta la madurez. Al paso del tiempo se liga
el tema del amor y la importancia de los espacios urbanos. Es autor de una obra no muy extensa recogida bajo
el título Las personas del verbo (“biografía poética” dice el autor) que recoge los siguientes libros:
Compañeros de viaje (aparece en él el mundo de la infancia y la adolescencia, la amistad, el amor, el dolor
y el sufrimiento en la historia de España así como el compromiso social), Moralidades (recuerdo del pasado
y nostalgia por lo perdido, a lo que se une la reflexión sobre el tiempo histórico, los valores de la burguesía,
la Guerra Civil…) y Poemas póstumos (desaparece el tema social y se intensifica la tristeza por el paso del
tiempo y la desilusión por lo que no se consiguió).
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Gil de Biedma se dirige con frecuencia a un tú o un nosotros en sus poemas en los cuales, mediante
una visión irónica, obliga al lector a reflexionar y a verse a sí mismo. Son composiciones de carácter
meditativo donde destacan el registro coloquial, el tono confidencial y la intertextualidad (citas y autocitas)
que establecen una relación conversacional y casi amistosa con el lector.
A fines de los sesenta, comienza a publicar un nuevo grupo de poetas nacidos entre 1939 y 1948 a
quienes se suele llamar Venecianos, Novísimos o Generación del mayo francés, del 68 y de los 70. La
antología colectiva que los dio a conocer fue preparada por José Mª Castellet y se titula Nueve novísimos
poetas españoles. Contenía textos de José Mª Álvarez, Félix de Azúa, Guillermo Carnero, Pere Gimferrer,
Antonio Martínez Sarrión, Ana Mª Moix, Vicente Molina Foix, Leopoldo Mª Panero y Manuel Vázquez
Montalbán. Su intención es romper con la literatura anterior, imitando a las vanguardias del período de
entreguerras. Comparten una formación literaria muy sólida y un bagaje de lecturas cosmopolita que da un
aspecto erudito a sus poemas. Sin embargo, también es característico de todos ellos el hecho de que hayan
crecido en la época del desarrollismo, el auge del cine, la radio, la televisión y se dejen influir por el cómic y
la cultura de masas. Por eso, su obra resulta tan heterogénea: en ella coexiste lo grave con lo frívolo; se mezcla
lo íntimo con lo social o político, aunque manteniendo casi siempre una actitud escéptica. Renuevan el estilo
recuperando formas vanguardistas (en particular de raigambre surrealista) que con los años irán dosificando.
En definitiva, es la primera generación que supera las limitaciones que el aislamiento y la censura imponen
tras 1939. Al igual que ocurre en los otros géneros, la lírica que se viene haciendo en España después de 1975
se define por su variedad, lo que convierte la tarea de sistematizarla en ardua y muy arriesgada.
Por último, cabe destacar la figura de Gloria Fuertes (1917-1998). De formación autodidacta, la
crítica suele relacionarla con la generación del Realismo Social puesto que vive la experiencia traumática de
la Guerra Civil y publica en los cincuenta sus primeros textos relevantes. Sin embargo, a diferencia de sus
coetáneos varones, nuestra autora construye una obra desde la doble conciencia de ser mujer y de ser pobre, y
con un empeño manifiesto por dignificar el lenguaje cotidiano. El legado de Fuertes es inabarcable y desigual:
en un libro conviven poemas excelentes que expresan un mensaje amargo de manera brillante y otros que
parecen brevísimas ocurrencias. Como no dejó de escribir a lo largo de toda su vida, resulta difícil asociarla a
una sola tendencia: si bien su punto de partida es, en efecto, el Realismo Social y aborda los temas que
interesan en dicha época (la soledad, el dolor, la injusticia, el amor, Dios, la muerte…), utiliza de manera
libérrima la lengua, lo cual la vincula con las vanguardias -en particular con los postistas1 y con Ramón Gómez
de la Serna-. Además, acude constantemente al humor, se preocupa por la cuestión femenina y sabe llegar a
todo tipo de lectores de una manera muy original y directa, alejada de las fórmulas empleadas por otros poetas
de su tiempo. Algunos de los títulos más emblemáticos son Isla ignorada Antología Poética y Poemas del
suburbio (refleja su solidaridad con las clases marginadas de la sociedad urbana), Que estás en la tierra, Ni
tiro, ni veneno, ni navaja, (con el que obtiene el Premio Guipúzcoa); Poeta de guardia, en 1968 -uno de los
mejor considerados por la crítica- y Cómo atar los bigotes del tigre, A partir de la década de los setenta, se
hizo especialmente popular por su participación en programas de televisión donde divulgaba la poesía entre
los más jóvenes, quienes la tomaban como poeta de referencia, lo cual no es de extrañar ya que sus nanas y
canciones están llenas de aliteraciones, anáforas, enumeraciones caóticas… e, incluso, recreaciones de poemas
clásicos que parafrasea socarronamente en un constante alarde de ingenio. Se editaron en esos años sus Obras
incompletas -con textos de libros anteriores-, o Cuando amas, aprendes Geografía (1973). Se definía como
«yoísta» y «glorista»; su lírica está llena de poemas titulados «autobiografía» y de otros tantos en defensa de
grandes valores atemporales y contemporáneos: la paz, la defensa del medio ambiente, la igualdad de género
y los derechos de las mujeres, con un estilo sencillo y muy trabajado a la vez que es, sin duda, su marca más
singular.
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