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I. INTRODUCCIÓN
Al finalizar la Guerra Civil, el panorama intelectual español queda arrasado. Además, la
censura, la pobreza, el aislamiento y el exilio producen una crisis de conciencia, así como
desconfianza y falta de orientación. Los poetas se agrupan en torno a las ideologías que habían
sustentado a los dos bandos, por lo que se habla de una generación escindida.
II. POESÍA DE LOS AÑOS 40
En los años 40 confluyen diferentes generaciones de autores y escuelas, diversidad de
tendencias y estilos, pero todos coinciden en recuperar la hondura de los temas humanos. En
el exilio hay escritores de distintas procedencias, como el veterano Juan Ramón, autores del
27, (Cernuda, Alberti, Salinas...). Su tema común será la nostalgia de la patria lejana.
La poesía de los años 40 desarrolla fundamentalmente dos tendencias:
Poesía arraigada:
Representa en cierto modo una actitud de conformidad.
Características:
Tenían una visión del mundo distanciada de la realidad cotidiana del país.
Los poetas se cobijaban en la existencia agradable y ordenada, a lo que se une un
firme sentido religioso.
Propugna una vuelta a las formas clásicas (el soneto, la décima, etc.). Se declaran
admiradores de Garcilaso de la Vega (primera mitad del siglo XVI) por lo que se les
llamó garcilasistas. En esta línea destacan dos revistas literarias: Escorial y Garcilaso.
Los autores más destacados de esta tendencia son Luis Rosales (La casa encendida), José
García Nieto, Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco y Dionisio Ridruejo.
Poesía desarraigada:
Manifiesta su angustia ante una realidad inhóspita, incapaz de ofrecer consuelo; en estos
poetas se perciben también las primeras manifestaciones de protesta que marcarán la década
siguiente. Sus poemas hablan de las miserias sociales, de la injusticia...
Características:
El hombre se presenta como un ser desvalido en el caos y la crudeza del mundo. Es
una poesía de estilo directo y sencillo que está dominada por un tono angustiado.
La religiosidad está también presente en las obras de estos autores, pero asociada
ahora con la duda o con la desesperada interrogación a Dios sobre el sentido del
dolor humano.
En la constitución de esta corriente tuvieron una importancia decisiva dos obras de 1944:
Sombra del paraíso (el hombre apartado y arrojado del paraíso), de Vicente Aleixandre, e
Hijos de la ira (grito de protesta ante la injustica y el horror), de Dámaso Alonso. En esta línea
surge la revista Espadaña, que sirvió de portavoz a las nuevas actitudes antiformalistas y
revelaba una preocupación por los problemas sociales y el sufrimiento del individuo. Nace así
una línea poética existencialista, cuya característica esencial es el sentimiento de angustia y
desesperación en un mundo injusto y sin sentido. Victoriano Crémer (La espada y la pared) y
Eugenio de Nora (Pueblo cautivo) son sus principales representantes. A esta tendencia
pertenecerán las primeras obras poéticas de Blas de Otero (Ángel fieramente humano) y
Gabriel Celaya (Tranquilamente hablando), José Hierro, José Luis Hidalgo...
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Otras tendencias en estos años serían el postismo (abreviatura de postsurrealismo), de
estética vanguardista creada por Carlos Edmundo de Ory, que reivindicaba la libertad
creadora y la imaginación lúdica, y el Grupo Cántico, influida por San Juan y por los poetas del
27, especialmente por Cernuda, y que se caracteriza por el refinamiento formal, el intimismo y
el gusto por la expresión barroca.
III. POESÍA DE LOS AÑOS 50: LA POESÍA SOCIAL.
La poesía desarraigada deriva hacia una corriente de poesía social caracterizada por los
siguientes rasgos:
- Sin olvidar la preocupación existencial de los desarraigados, denuncia las
desigualdades sociales y la falta de libertades políticas. El tema de España adquiere de
nuevo una enorme importancia.
- Sitúa al hombre en el centro de su interés.
- La actividad poética se concibe como una herramienta capaz de transformar la
realidad. Es una poesía que rechaza el puro juego formal destinado a una minoría
intelectual.
- Por su voluntad de llegar a un amplio público, los poetas emplean un lenguaje claro,
con un evidente tono coloquial.
En oposición, pues, a la poesía selecta dirigida a minorías tal como la concebía Juan Ramón
Jiménez, se busca una literatura cuyo destinatario sea “la inmensa mayoría”, expresión
acuñada por Blas de Otero. La concepción del arte para cambiar el mundo implica la necesidad
de llegar a todos.
En 1955 aparecen dos libros esenciales en este nuevo tipo de poesía: Pido la paz y la palabra,
de Blas de Otero, y Cantos iberos, de Gabriel Celaya. La poesía será considerada un
instrumento para transformar la realidad: el poeta no puede ser neutral y, como diría Celaya,
“La poesía es un arma cargada de futuro”, por lo que debe utilizarse para denunciar la
injusticia. Otros poetas afines a esta poesía son José Hierro (Quinta del 42), Ángel González
(Palabra sobre palabra), José Agustín Goytisolo (Palabras para Julia y otras canciones), Jaime
Gil de Biedma (Compañeros de viaje), Claudio Rodríguez (Don de la ebriedad) …
IV. POESÍA DE LOS AÑOS 60. TRANSICIÓN.
Llega un momento en que se comprende que era ilusorio querer “transformar el mundo”
con libros de poesía. El mismo Celaya admitía, en 1960, que “aunque uno no lo quiera, seguí
siendo un minoritario”. El despego de la poesía social irá creciendo en los años 60. No se
abandona la preocupación por el hombre, ni el inconformismo ante el mundo, pero domina
ahora cierto escepticismo. Los primeros libros de estos jóvenes poetas se publican en la
década de los 50, por lo que reciben el nombre de Generación de 1950, aunque sus
producciones más importantes se realizarán en la década de los sesenta.
A pesar de la peculiaridad de los autores que conforman este grupo, se pueden apreciar en
ellos una serie de tendencias comunes:
- Entienden el poema como un medio de conocimiento y una forma de indagar en la
experiencia personal: el poeta recrea sus emociones, lo que le ayuda a comprenderlas en
profundidad.
- En su poesía son habituales temas de la vida cotidiana como el recuerdo de la
infancia perdida, la soledad o la sensación del paso del tiempo. El amor, relegado en la poesía
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social, vuelve a ser un tema central que sirve a menudo como expresión del erotismo. Y en
relación con el amor, la amistad cobra de nuevo importancia en estos poetas.
- La ambientación urbana es el telón de fondo de muchos de sus poemas y es
frecuente la mirada crítica e irónica de algunos autores hacia su origen burgués.
- El lenguaje busca la naturalidad; combina la preocupación estilística con un tono
conversacional. Practican la intertextualidad, es decir, introducen citas (a veces, parodiadas)
de otros autores. Y en métrica, se expresa a menudo mediante el verso libre.
Como ejemplo: Ángel González (Tratado de urbanismo), Carlos Barral, José Agustín
Goytisolo, Jaime Gil de Biedma (Las personas del verbo), Claudio Rodríguez, Francisco Brines
(Palabras en la oscuridad) José Ángel Valente (La memoria y los signos). Los autores mayores
nos ofrecen también títulos de gran alcance. Baste aquí señalar uno como muestra del
conjunto. El Libro de las alucinaciones, de 1964, con el que José Hierro iniciará un silencio de
casi 30 años, libro marcado por una poderosa veta irracionalista que se canaliza con frecuencia
en el versículo.
En conclusión, la promoción poética de los sesenta marca la transición de una poesía social a
una poesía más experimental que se impondrá en los setenta.
V. POESÍA DE LOS AÑOS 70: LA POESÍA EXPERIMENTAL DE LOS NOVÍSIMOS.
En 1970 se publica la antología Nueve novísimos poetas españoles, en la que el crítico
literario J. Mª Castellet incluye a autores nacidos después de 1939, entre los que se hallan Pere
Gimferrer (Arde el mar) o Guillermo Carnero (Dibujo de la muerte). Poco después, se daban a
conocer poetas como Félix Grande, Antonio Colinas, Luis Antonio de Villena, Luis Alberto de
Cuenca o Vázquez Montalbán. Todos ellos formarían parte de la Generación del 68, ligada a la
revolución cultural del Mayo francés. Son poetas que no conocieron la Guerra Civil y que, en su
mayoría, comienzan a escribir en una “sociedad de consumo”. Se percibe en ellos una nueva
sensibilidad, formada tanto por muy amplias lecturas de autores clásicos y modernos,
españoles y extranjeros, como por los “tebeos”, el cine o la música (jazz, rock, folk…)
Se caracterizan por:
Deseo de ruptura con la poesía anterior: rechazo del uso del yo, oposición al estilo
realista y ausencia tanto de una postura ética como de una crítica social.
Modelos poéticos muy variados: recuperan la vanguardia (Surrealismo, Cubismo…) y
recogen influencias del Simbolismo, Modernismo y de poetas ingleses
contemporáneos. Y también hay poetas que, sin dejar de ser muy de hoy, buscan sus
raíces en el pasado: en el clasicismo grecolatino o en nuestra poesía barroca.
Los temas, a veces son personales, pero otras, serán frívolos y provocadores.
Experimentación lingüística (imágenes irracionales, escritura automática,
enumeraciones caóticas, collage con citas literarias, musicales, publicitarias). Las
metas son siempre estéticas (este refinamiento esteticista se ha llamado veneciano).
No creen que la poesía valga para cambiar el mundo.
CONCLUSIÓN.
La Guerra Civil provocó un cambio radical en la forma de ver el mundo de los poetas
españoles, por lo que una inmensa mayoría se comprometió socialmente con el país a través
de sus obras. Con las nuevas generaciones, que ya no vivieron la traumática experiencia de la
guerra, surge una poesía más experimental y novedosa, que irá perfilándose a lo largo del siglo
y que, unida a la poesía social recuperada, formará el rico panorama que tenemos en la
actualidad.
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TEXTOS
Sola tú
Sola tú junto a mí, junto a mi pecho;
solo tu corazón, tu mano sola
me lleva al caminar; tus ojos solos
traen un poco de luz hasta la sombra
del recuerdo; ¡qué dulce,
qué alegre nuestro adiós...! El cielo es rosa,
y es verde el encinar, y estamos muertos,
juntos los dos en mi memoria sola.
Sola tú junto a mí, junto al olvido,
allá donde la nieve, la sonora
nieve del Guadarrama, entre los pinos,
de rodillas te nombra;
allá donde el sigilo de mis manos;
allá donde la huella silenciosa
del ángel arrebata la pisada;
allá donde la borra...
Estamos solos para siempre; estamos
detrás del corazón, de la memoria,
del viento, de la luz, de las palabras,
juntos los dos en mi memoria sola. (Leopoldo PANERO)
Insomnio
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo
en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas gimiendo como el huracán,
ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche
de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole
por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en
esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente
en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches? (Dámaso ALONSO; Hijos de la ira).
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Foneronamas
Si canto soy un cantueso
Si leo soy un león
Si emano soy una mano
Si amo soy un amasijo
Si lucho soy un serrucho
Si como soy como soy
Si río soy un río de risa
Si duermo enfermo de dormir
Si fumo me fumo hasta el humo
Si hablo me escucha el diablo
Si miento invento una verdad
Si me hundo me Carlos Edmundo. (Carlos Edmundo de Ory).
Hombre
A la inmensa mayoría
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de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.
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decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
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Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
(Jaime GIL DE BIEDMA: Poemas póstumos)
Réquiem
Manuel del Río, natural
de España, ha fallecido el sábado
11 de mayo, a consecuencia
de un accidente. Su cadáver
está tendido en D’Agostino
Funeral Home. Haskell. New Jersey.
Se dirá una misa cantada
a las 9:30, en St. Francis.
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DON DE LA EBRIEDAD, de Claudio Rodríguez.
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el viento aquel del llano? ¡Si recobra
toda su vida sobre mí, si es mío
su cobijo por esta noche, que entra
más alta a su través! ¿Cómo he podido
sostenerme hoy aquí si ella se encuentra
en pleno vuelo, si ha ido
a darlo todo a campo abierto, fuera
de esta casa, con ella? ¡Contrafuerte
del cielo, alero inmenso, viga que era
hace sólo un momento un tronco inerte,
sé tú, sé la techumbre
para todos los hombres algún día!
Comienza a clarear. Como a una cumbre
la estoy mirando. ¡Oíd: se me caería
encima, se me caería hasta que fuera
digno de estar bajo ella y no me iría
de aquí! Pero ¿alguien puede, alguien espera
ser digno, alzar su amor en su trabajo,
su cobijo en su suelo,
su techo en la carcoma de aquí abajo
en la que tiembla ya un nido del cielo?
(El alma)
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