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Trayectoria

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1ra Edición de Trayectoria 66, Mayo de 2017
1ra reimpresión, Septiembre 2019
2da reimpresión, Mayo 2022
2da re edición, Agosto 2022
D.R. Miguel Martínez Monter
D.R. Lorena Baker/ Ilustración de portada

Pachuk´ Cartonera A.C.


pachukrtonera@gmail.com

Queda prohibida la reproducción parcial o total por


cualquier medio, salvo la autorización escrita del editor
o del autor. Las características de compocisión, diseño y
formato son propiedad de la casa editorial.
Trayectoria
66

Miguel Martínez Monter


Prefacio

En la década de los cuarenta, la legendaria Ruta 66,


la famosa carretera madre que cruzaba los Estados
Unidos a través de casi cuatro mil kilómetros de
Chicago a Los Ángeles, estaba en un apogeo tal que
incluso el cantante y pianista Nat King Cole interpretó
su propia versión de la canción Get Your Kicks on the
Route 66.
En 1957, Jack Kerouac escribió una larga carta
de amor a la Ruta 66 en su novela En el camino, que
ficcionalizaba las aventuras con sus amigos escritores
Neal Cassidy y Allen Ginsberg durante sus viajes por
Estados Unidos y México, conformando parte de la
mitología que dio paso a la generación beat.
En 1961, Chuck Berry popularizaría aún más
la canción Route 66, versionándola a ritmo de rock
n´roll. A lo largo del tiempo, este alegre estándar del
rhytm n´blues, compuesto por Bobby Troup, sería
versionado por Los Rolling Stones, Ray Charles o Bing
Crosby.
Durante décadas, desde 1926 hasta 1985, la
Ruta 66 forjó parte del paisaje interior de los Estados
Unidos con sus moteles y restaurantes con luces de
neón y sus gasolinerías desvencijadas. En 1985 fue
reemplazada por la Red de Autopistas Interestatales
de Estados Unidos, con lo que se dio por terminado su
ciclo. En 1987, Depeche Mode versionaría también la
famosa canción.

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En 2006, la película animada Cars, de Pixar,
escribiría la tercera carta de amor definitiva a la Ruta
66, introduciendo al público de lleno en el drama
humano que implica ser borrado de los mapas. La
escena que mejor representa esto ocurre cuando el
Rayo McQueen y Sally van de paseo. Sally habla de
su antigua vida como abogada en Los Ángeles, de
cómo se harta y huye de ella, lo que la lleva a quedar
varada y, después, atada sentimentalmente a Radiador
Springs. Desde la cima del risco observan a los autos
de la autopista en un diálogo memorable:

—Mira. Pasan justo a un lado y no se dan cuenta


de lo que se pierden.
—Antes no pasaba eso. Hace 40 años esa
interestatal no existía. En aquellos días los autos
recorrían el país de forma muy diferente. Los caminos
no atravesaban la región como la interestatal, se
movían con ella, ¿entiendes?, subían, bajaban, viraban.
Los autos no conducían para hacer un mejor tiempo;
conducían para pasarlo bien.
—¿Y qué pasó?
—Aislaron al pueblo y se ahorraron diez
minutos de camino.

Resulta interesante identificar las relaciones


que establecen obras tan disímbolas como En el
camino, la canción Get your Kicks… o la película Cars,
porque, a pesar de que cada una va lo suyo con tonos,
estilos e intereses distintos, subyace en las tres una
serie de temas capitales surgidos justamente de la
generación beat: 1) el abatimiento ante la vida en la
ciudad y 2) el rechazo o la rebelión ante los valores
sociales vigentes.

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Estos dos temas recorren también, como si se
tratase de una carretera, el poemario Trayectoria 66 de
Miguel Ángel Martínez, donde todas estas referencias
se unen con los famosos versos de Proverbios y
cantares de Antonio Machado para presentar una serie
de poemas que dan cuenta de una actitud interior ante
la vida en una ciudad, Pachuca, si ustedes quieren,
pero que bien podría ser cualquier ciudad mexicana.
Cual si fueran puntos cardinales, el poemario se
estructura en cuatro libros o estaciones que recorren
distintas rutas temáticas, a través de treinta y cinco
poemas escritos en verso blanco libre, con algunas
rimas que afianzan en los versos de vez en cuando.
El primer apartado, “Estación Central”,
se enfoca en la ciudad y su gente y establece una
dicotomía entre los habitantes y el espacio. Y
“Estación En las Sombras”, el apartado más breve,
continúa esta exploración dotando al espacio citadino
de características metafóricas.
El libro abre con el poema “Outsider”, una
declaración de principios en la que el personaje
narrador habla del desprendimiento de una rutina por
el ansia de conocer el mundo a pie y formar sus propios
caminos. Este deseo recorre todo el libro y pretende
reivindicar la soledad del viajero que se ha desprendido
del mundo. Antonio Machado lo menciona en el poema
XXIX de Proverbios y cantares, ya saben: Caminante
no hay camino. / Al andar se hace el camino,/ y al
volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca/ se ha
de volver a pisar. Y al dialogar con estos versos, la
obra de Miguel recupera el asombro desarraigado de
Machado que las incontables menciones y la canción
de Serrat parecían haber domesticado.
“Ciudad ajena” habla sobre la distancia entre
personas que sólo se importan a sí mismas y, sentencia:

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la gente más solitaria está en las ciudades. El resto de
los poemas continúan lamentándose; cada verso se
concibe a sí mismo como una herida de algo visto,
referencian a la generación beat, presentan reflexiones
hiperbólicas sobre la vejez, el desencuentro, la
soledad y la invisibilización de ciertos personajes,
o profundizan en la división entre los asalariados
rutinarios y solitarios y los parias bohemios que
se buscan entre sí, en tonos que van de la furia a la
glorificación sin llegar a desbordarse.
“Estación Vértigo”, el tercer libro, trata de
manera trágica los temas del amor y el enamoramiento,
con la misma vena rebelde; una historia independiente
atravesada por los temas del poemario, en el que cada
poema es una instantánea de los puntos de interés por
los que cruza del arco de cualquier relación, desde
el enamoramiento, la relación en sí y la ruptura. En
éste, los poemas hablan del amor como un límite que
no ha de cruzarse sino bajo ciertas circunstancias:
la mujer fatal, la pareja como el centro orbital del
cosmos amoroso, la frialdad, el desamor y el deseo de
suicidio, la nostalgia, el ansia de olvido, la añoranza,
la hipérbole emocional, el aplastante peso de la rutina
tras la ruptura y el olvido que nunca termina de
consumarse.
“Vértigo” es quizá el eslabón débil del poemario,
pero eso no le impide contar con algunos poemas
destacados, como “El error”, un retrato costumbrista
de todas las veces que ella tuvo razón, es decir,
siempre, o casi siempre, pues únicamente se equivocó
en una cosa y esa equivocación constituye el giro que
resignifica el poema.
Finalmente el libro “Estación Destino” trata
los temas de la rebelión con una sensibilidad más

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parecida a las canciones clásicas de rock; este apartado
se desconecta de la unidad anterior y presenta
una colección de poemas en los que la música y la
referencialidad se vuelven protagonistas. Los textos de
este último apartado mantienen el tema pero cambian
el ritmo predominante. Su escritura parece posterior,
o al menos, desvinculada de las tres anteriores. Los
versos se alargan, las referencias cobran mayor peso y
el tono se aligera como si, después de tantos poemas
llenos de desasosiego y densidad, la voz de la rebeldía
lograra por fin un registro lingüístico más adecuado
con los temas individuales que aborda cada poema.
El suicidio cobra importancia en “Destino”: “El bar de
lo perdido” trata sobre las presencias fantasmales de
las cosas que hacen ruido o se mueven sin que nadie
las toque. “Track X” vuelve a las referencias veloces
y al name dropping que, como recurso literario,
permite a las tres últimas generaciones (X, millenials
y centenials) caracterizarse y diferenciarse mediante
etiquetas o tags, romantizando al suicidio mediante las
menciones de poetas y músicos punks y urbanos; “Fe”,
otro poema sobre el suicidio, desmitifica las virtudes
de la fe y la esperanza. “Mezcal” es otra celebración
de la muerte elegida y sus líneas nos recuerdan al San
Pascualito Rey más autocompasivo.
Una de las sorpresas más agradables de la
lectura de Trayectoria 66 es la manera en cómo la
sensibilidad poética de Miguel establece, mediante
alegorías extrañas, una serie de relaciones ingeniosas
entre objetos de atributos en apariencia incompatibles.
Finalmente, esa es la labor de toda metáfora y en
muchos de los poemas esa función se cumple con
notoriedad. “Noche líquida”, por ejemplo, visualiza
y entiende a la noche como un enervante que fluye,

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se bebe y se comparte con los que son como uno.
“Luna” parte de un hecho: la luz de nuestro satélite
solo refleja otra luz, la del Sol, y compara también las
luces artificiales de las farolas con la de las estrellas
—como es arriba es abajo—, estableciendo a la ciudad
y a su gente como un universo imperfecto. “Cáncer”
además de hablar de la impotencia y el miedo a la
muerte, concibe a la enfermedad en términos como
este: un mundo dentro de ella, la devora. “Harapos”
define nuestra humanidad como algo que se viste y
se desgasta hasta volverse irreconocible. Y en “Verso
en blanco”, el poema y el hombre son uno, un largo
declive, una caída libre hasta desaparecer sin dejar
rastro.
No puedo terminar este prefacio sin mencionar
los textos más notables del volumen, empezando
por “Ramona”, el poema tributo a la dream girl por
antonomasia, Ramona Flowers, una de las protagonistas
de la novela gráfica Scott Pilgrim, interpretada en la
versión cinematográfica por la scream queen Mary
Elizabeth Winstead. Este poema dialoga con los
anteriores y pone en términos concretos y tangibles
las características crípticas de la mujer idealizada; al
mismo tiempo siembra el tono que ha de tomar la
última estación, más cínica y con dominio más pleno
del discurso. Es irónico que lo haga a partir de la
descripción de un personaje ficticio, porque Ramona
es el reflejo de otra que se fue, quizá la mujer descrita
en “Estación Vértigo”. La referencialidad pop y freak
establece una especie de manifiesto porque apenas
han pasado nueve años desde la conclusión de Scott
Pilgrim en 2010 y sus personajes nos parecen viejos
ya. Esta sensibilidad acorde con la internet, emparenta
al poema con la alt lit, sin entregarse por completo a
los clichés de ésta, afortunadamente.

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Por último, destaco la triada de alegorías
conformada por “Reloj de arena”, “Larva” y “El fin”, en
ella se abandonan los temas que recorren el libro para
reflexionar sobre la relación entre lo humano, lo físico
y lo divino. En “Reloj de arena” se nos presenta a la
humanidad enmarcada entre Dios y el tiempo cósmico
como los granos inertes de arena que oscilan a través de
la apertura de los dos polos, impulsados por la gravedad
inmutable o el destino, en una caída permanente e
inevitable hacia la muerte y la desaparición. “Larva”,
el único poema en prosa, compara a la humanidad con
gusanos que devoran el cuerpo muerto de Dios, y al
Universo con un gran sarcófago pestilente. Podemos
pedirle perdón por devorarlo, nos dice el poema, y
todos nuestros desechos conforman la cosmogonía.
“El fin”, a través del tremendismo de los vicios y la
misantropía, nos presenta a Dios como una estrella
que colapsa, dando paso al fin del mundo.
Así, mediante diversos abordajes a las drogas, el
desapego del caminante, el desamor y el misticismo,
Trayectoria 66 bebe de la generación beat y tributa
a su literatura, siempre apegado a un contexto que
nos resulta más cercano. El drama del que habla es
el de la soledad, con una diferencia: al terminar de
leerlo, uno no se siente más solo sino más conectado,
irónicamente, a los parias que seguro recorren la
ciudad en cualquier momento de los tiempos que
corren.

Rafael Tiburcio García


Pachuca, Hidalgo. 16 de febrero de 2019.

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Prólogo

La ciudad no sólo se habita. También se sufre, se


padece. La ciudad se lleva a cuestas cuando se recorren
otras ciudades. La ciudad se lleva tatuada, horadada
en alguna o muchas partes del cuerpo. La ciudad nos
habita. Irremediablemente.
La poesía de Miguel Ángel Martínez Monter
escurre la urbanidad del siglo XXI, como un veneno
desbordado de su recipiente que va dejando marcas
indelebles en una suerte de versos cargados de reflejos
de la humanidad que se mueve por esas veredas de
hormigón y óxido. La ciudad-cicuta marca el rumbo
de la carnalidad, la envuelve, deja que retoce en sus
rincones donde ella se revuelva para recrearse; la
piel es el territorio, la pasión el itinerario. El fuego, la
noche, la piedra, son los elementos con que el poeta
(cuya juventud es su principal argucia) arma, cual
mecano lacónico, poemas habitados por seres propios
y ajenos, individuos que llevan a cuestas a todos los
habitantes de todas las ciudades del mundo. La sangre,
las lágrimas, el blues, la banda sonora con que las
palabras van navegando desterradas de todo destino
firme. El cristal, el insomnio, la saliva, los escaparates
donde las almas se muestran tal cual son, maltrechas e
iracundas, humildes y sosegadas.
La poesía que contienen estas páginas
abreva del único río posible: la vida. Es por ello que
sumergirnos en ella significa ser arrastrados por

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corrientes conocidas pero inesperadas, en las cuales
no nos queda más remedio que sucumbir a la belleza
con que describe su origen primigenio.
En Trayectoria 66 la ciudad inerte se transforma
en un habitante más, su habitante principal, duplicado
hasta la locura, condenada a subsistir a pesar de sí
misma y a pesar de los otros que la añoran.

Se desangrará la ciudad
y cantaremos un réquiem
con mi último aliento.

Abraham Chinchillas

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Estac ion
Central
Outsider

Tengo la pésima costumbre de no hablar con los


[muertos:
Negación de quedarme al límite,
de las ocho horas, corbatas y trajes.

La del ocaso;
de alejarme de las sogas brillantes.
Pacientes, esperan acabar con mi vida
y dejarme sin aliento con la tensión de la rutina.

Curioso oficio
hacer de las calles renglones,
de mi cuerpo pluma,
y escribir sobre esta ciudad
la práctica mística
que alguna vez redactó Machado.

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Ciudad ajena

Los ermitaños son hechos


en la soledad de las urbes,
ánimas que oscilan
del metro al bus
y de regreso.

Tragan, ríen, discuten, matan,


con la piel,
en partes herida,
en partes ausente.

Son pedazos de soledad


anudados
por estelas del pasado.

Me ven: sombra.
Y continúan ajenos,
devoran mundos,
mueren almas,
escupen horas.

Ellos no se ven y se estorban.


Y les estorbo yo,
quien recién llego
a esta ciudad ajena.

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Versos

Los versos que traigo


atorados en la garganta

los que vienen


arrastrando mis pies

los que defecan


los perros callejeros

son las heridas abiertas


en las calles de mi ciudad.

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Homeostasis

Rasgaré las aceras:


tomaré una hoz y con las fuerzas
de una vida malparida,
lloverán llagas.

Y la ciudad sabrá del miedo.


La era de las revelaciones llegó:
el primer jinete cubierto de versos
por un dios olvidado,
el tiempo recién muerto.

Los hombres, las mujeres y los pericos


huirán de mi sinapsis,
pues verán sus muertes eléctricas
reflejadas en mis pupilas.
Imágenes poetétricas de su final.

Por la noche te encerrarás


y en tu cuarto habitarán
larvas y cuervos.

En definitiva
rasgaré las aceras,
romperé las calles,
y quemaré los bares
con ascuas de mis pecados.

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Haré un mapa de heridas
en mi rostro
mis manos
mis labios
mi sexo.

21
Brindis

Cuando la tristeza
se vuelve polvo, cristal:
te ahoga
desde los vértices de las estrellas
por su entrepierna
por plata
por el reloj de arena
porque sí.

No queda nada
más que aullar en la noche
y brindar por Burroughs, por Kerouac
y todos los malditos escritores
que hacen de la pluma navaja
y cortan tristezas
con cuchillos de cocina
para compartirlas.

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Anciana

Pasa:
con todos los años,
ciento veinte arrugas,
cien mil canas,
cuatro mil recuerdos
y dos orejas inservibles.

Pasa por una calle


que se pierde en el mapa de la ciudad.
Una calle ajena
a sus autos y locales,
llena de gente cotidiana,
como ella, como yo:
llena de vacío,
como la calle que andamos,
que lentamente,
sin miramientos,
nos traga.

Pasó
por una existencia tan olvidable
como el murmullo
de sus articulaciones.

23
Estac ion
en las sombras
Noche líquida

Bebemos la noche,
fría, nos embriaga.

Espuma celeste:
vénganos tu amargura,
tu dolor
tu pasión.

Compartamos la noche
con la estirpe de los topos.
Que fluya entre bocas,
lenguas, ojos, dedos;
marihuana y blues,
orgasmos y rock.

Se calienta la noche,
lenta, se evapora.
La raza miope, con resaca,
se arreglan la corbata
mientras la noche muere quemada.

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Luna

Dime,
si acaso el humo de los cigarros no te incitan
al vicio, al noctambulismo.

luna:
acaso en la noche todo es humo
y los cuerpos mutilados
sueñan con tus brazos.

Dime,
si me faltan más versos
para hacerte mi aliada.

Dudo
si tu luz prestada
es la ironía vuelta risa
de comparar nuestras farolas
con tus vecinas cósmicas.

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Una noche

Habrá una noche


alas de murciélago,
donde la vida muera
de hipotermia.

Una noche
donde navajas se incrusten
en la piel de los amantes
que se vuelven desconocidos.

Habrá una noche


donde el suicidio
se vuelva un acto noble.

Se perderán restos de sal


recubriendo la soledad
que encierran
cuatro paredes
y el desierto.

29
Estac ion
vertigo
Quimera

Que no te consuman:
sus ojos de ángel,
piel de leche,
sanguinarios labios.

No le menciones
que causa tu insomnio,
que te has encadenado, gustoso,
a sus curvas:
pechos,
cintura,
sonrisa.

Que no te toquen sus labios de fuego;


no eres ave que renace de las cenizas,
ni historia perpetua entre sus piernas.

No te pierdas en la expiración de su piel:


veneno y sal. Ella expulsará espasmos
y te harás adicto.

Nunca te entregues a esa quimera,


si no estás dispuesto a tenerla en tu funeral.

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Desconocida

La conocí nieve;
aliento de témpano
y dientes de hielo.
Con pingüinos en la cabeza
que bailan, nadan,
se empapan y caminan
y sus pingüinos son ideas.

La conocí polo
con ojos boreales, inciertos:
puertas de hielo.

A ella la descubrí fría.


Seguramente
con su sexo en llamas;
puerta que lleva al epicentro
para derretirla y evaporarla,
para verterme lava
para matarla vida.

A ella la descubrí helada,


pero más que helada…
sola.

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Diabla

Lleva el demonio entre las piernas,


en la cumbre de sus pechos níveos
—infernalmente níveos—,
en las costas de su no ser,
en el rezo de su nombre.

Y me lleva el diablo
cuando me dice:
no soy tuya
ni de nadie,
a veces, ni siquiera mía.

No dudo que sea


el punto metafísico,
el pilar oscilante,
la consciencia arriba,
el inerte abajo.
No dudo que sea
el punto clave de la historia,
ni el epicentro infatigable
de la teoría del caos.

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Ebriedad

Es el frío que queda


al fondo del vaso
y sus restos de ron,
que me hacen buscar tulipanes
en los jardines de tu cama.

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No te quiero amiga

No te quiero amiga;
te quiero mujer,
te quiero amante,
te quiero compañera.

No te quiero en las tardes


tomando café.
Te quiero en las mañanas,
en las noches,
rozando tus pliegues,
tus nalgas, tu cabello.

Aguantando, al mediodía,
tus malos humores,
tus fantasmas
que se vuelven reclamos,
tus ojos camaleón,
tu locura sincera,
tus labios tintos,
tus fuerzas huidas,
tus dilatadas lluvias
que me hacen estar cerca
y rondarte.

No te quiero amiga,
te quiero mujer,
te quiero amante,
te quiero esposa.

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Cáncer

A ella la disuelven
en medicamentos
y se la están llevando.

Resulta que tiene un mundo


dentro de ella,
que le devora la sonrisa,
le rompe el alma
y me la roba.

Yo quería niño,
ella quería niña,
pero dicen
que será cáncer.

No hay mucho por hacer:


esperar que el universo
no replique constelaciones
y la vuelva estrella.

38
Cutting

Retumbo desde la violencia de tu partida,


cuando te fuiste y azotaste la puerta.

Tus labios se desintegraron,


tu cuerpo se convirtió en polvo
que encuentro en los vértices del departamento.

Sangro lágrimas de semen que no fecundan sábanas


[vacías,
ni te llueven por dentro como ácido que nos mata.

Sangro cortándome las venas con los vidrios rotos


que dejaste al romper la primera promesa.

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A tu partida

Esta noche sonará blues


para perder tu recuerdo a la distancia,
en la oscuridad del espacio:

Escucha tu réquiem, mujer volátil,


y apaguemos la memoria con botellas.

¡Vamos! Brindaremos por la noche,


también por las tardes en que, huyendo,
encontramos túneles a moteles
que resguardaban cofres de orgasmos y savia.

Ciertamente estas lágrimas


son de futuros evaporados,
y trato de jalar el ayer con alcohol;
sigo cazando tus pechos
y las galaxias de tus ojos,
sólo para que no se pierdan
en ciudades apagadas.

No hagas caso a mi discurso;


sólo le pongo baches al tiempo.
Sabes que trato de asesinar la distancia
y evitar tu partida.

40
Obelisco

Y se fue:
con la velocidad del trueno;
daño de huracán.

Se fue y trató de llevarse todo,


pero dejó el espacio;
obelisco de recuerdos.

41
El error

Ella siempre tuvo la razón


a toda hora, sin falla:
en el desayuno,
en la cama al caer el sol,
al verme en sus ojos.
Siempre en la comida,
con la mirada ausente.
Al caminar por la ciudad,
entre autos y sombras,
cuando su ropa cayó,
cuando no la vi
y sus dedos caminaron sobre mi brazo.
Ella siempre tuvo razón.

Hasta que creyó que podría olvidarla.

42
Restos

Son las dos de la mañana.


A esta hora siempre hay sobrantes:
las palabras que estorban a tu sostén,
estrellas, farolas…
más que frías, frígidas:
con su luz blanca y triste.

Y sobran puteros, bares, esquinas, moteles, mujeres.


calles que no llevan a ningún lado;
botellas, ansias, recuerdos y despedidas.
ciudades, oscuridad, tu número en el celular,
tú en mi lengua, las sombras en la pared, abrazadas.
destinos inconclusos,
el siempre,
pero a nada se llega,
cuando también sobra tu ausencia.

43
Jornada laboral

Salgo de trabajar en el desierto,


donde a poco, van muriendo los deseos;
escapo por calles vacías e intento espabilar,
pero no, no queda nada,
ni bonos, ni mañana;
sólo arena, sólo noche.

Salir del trabajo no es el problema,


el problema es que ni de lejos
se acerca la luz, ni se oye tu risa
que me colorea el cielo,
ni suenan las piedras,
ni me llamas, ni me dices:
aquí te espero…
Por hoy,
aquí sigo
y te espero.

44
Crímenes

Me diste el revolver cargado,


lo pusiste en mi mano
y me hiciste apuntarte en la frente.
Presionaste y mi dedo sangró…
No puedo disparar.

¿Acaso no te das cuenta


que si te mato me suicido?

45
Olvido

Hay noches que petrifican párpados,


cristaliza las pupilas, se desintegran
y se las lleva el viento.

Se apaga la cordura con el sol,


por ello cuento la arena de tres desiertos.

Se congela la sangre en noches heladas


—como ésta—
se detiene el corazón para enfriar el líquido
que pasa por las venas congelado en pequeños
[diamantes.

Son esas noches en que las estrellas brillan tu


[recuerdo
y los cuervos se llevan los últimos resquicios de ti.

46
Estac ion
destino
Ramona

Ramona tiene la piel tatuada.


Son estigmas de su generación,
Ramona se llama y Flowers le queda,
como el cabello rosa o azul,
o verde, o indefinido.

Suele cruzar las paredes de un mundo


que no termina de entender y no le interesa
teniendo la mayor duda frente al espejo.

Ella tiene los ojos al borde del llanto y del suicidio,


tiene los ojos fríos,
glaciares, a punto del deshielo.

Ramona no existe, pero existe su nombre


y el deseo de su existencia
en los glosarios del pop-art
y en este poema.

Ella podría ser, si existiera,


la mejor de mis amantes,
triste, sensible, y compleja.
Se ocultaría en el desinterés,
como la serie de generaciones adolescentes
posteriores a Cobain, a los Stripes.
Posteriores a los colores grises…
y duros, y frios,
y posteriores al dosmil.

49
Ramona es la sombra
de lo que soñó un dibujante
y se volvió el reflejo de una chica
como toda una generación
que probablemente consideraría a Ramona
demasiado vieja para hacerle poemas.

50
El bar de lo perdido

Suena el cristal de la copa


que nadie ha tocado
que nadie ha bebido
que nadie ha lavado
que nadie ha existido.

Suena la copa
al caer en la alfombra
que nadie ha puesto
y que no es ni verde ni roja
ni azul ni alfombra.

Suena la copa
que nadie ha tirado
rompiendo secretos
que nadie ha compartido,
se quedan tiradas
cien hojas de cristal
que nadie ha visto.
Sin derramar vino tinto
que nadie ha servido.

Se apagan las luces


en el bar de lo perdido.

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Track x

Es fácil tomar una escopeta,


finiquitar dos botes de pastillas,
blandir la navaja,
ahogarse dentro de la tina,
electrocutarse en la bañera,
freírse el cerebro,
morir en el garaje
asfixiándose con el auto encendido.

Es fácil con el soundtrack apropiado:


enamorarse de quien no conoces,
perseguir estrellas
oliendo a chamuco quemado,
mandarte lejos (a la mierda),
y regresarte pulcra
y mandarte puta
y regresar por ti
todo sucio, todo negro, todo sombra.

Es fácil matar a dios:


y volarse los sesos
y cantar anarco
y cantar Pistols
y cantar Ramones
y cantar Prisioneros
y escuchar guitarras
y voces

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y ropa tras el micrófono.

Es fácil matar al mundo


o morir por el mundo
o bajo el mundo
al darle play.

53
Fe

Lo cierto es que nada es para bien (o mal).


Si tenemos suerte
de la muerte constante de mariposas:
masacre de colores,
cambiaremos el destino y la vida,
se acabarán huracanes, heridas.

Si no la tenemos
se acabarán los días claros
las noches, tus ojos.

No creamos que con fe todo es bueno.


Porque en este mundo
la fe es un invento de suicidas y masoquistas.

54
Mezcal

Después de tragar
cardones crudos
hay que brindar
con mezcal, aguardiente,
limón, sal.

Devorar dragones y fumar


lo que sea...
es el placer
de muertos atropellados
por el tiempo.

Y es que el túnel se atasca,


mientras abren las navajas
degollando desde adentro.

Supongo que eso es morir


lento y jodido:
degustar un poco
de lo que traerá
la resaca de los siglos.

55
Reloj de arena

Cuando el último grano


se precipita a los restos
de sus inertes hermanos,
es hora de que una mano divina
volteé la cuenta.

Alicia no se cansa de pasar por el espejo,


repite su historia, su mundo al revés,
donde todo cambia,
menos la gravedad
y el sonido de cráneos que rebotan
uno sobre otro,
se acomodan lento;
y muere el tiempo.

56
Larva

A veces dudo: si seremos kafkianas ilusiones, insectos


amantes de la muerte, tragando el cuerpo y la sangre
de Dios.

Si su caja no será el cosmos: y en su oscuridad las


estrellas, los planetas, cometas y asteroides no son más
que partículas kamikazes jugando a la anti gravedad
donde reina la peste de aquél y sus desechos.

Nosotros, devoradores de dioses, pedimos perdón a


restos de alma sin cuerpo, destinados a huir cuando
terminemos de consumir los restos divinos.

Me pregunto también, si cuando defecamos estamos


creando acaso, nuestra cosmogonía.

57
El fin

Con los pies clavados sobre el acelerador,


Dios llora en un Cadillac.

Se crucifica, cansando.
Brazos extendidos hacia nada
se suicidia como acto de amor a sí mismo.

En su última expiración
las ciudades tiemblan,
llueven diamantes,
brotan pastos de fuego,
pululan ratas.

Los locos callan:


silencios
cantos no versados
respiración
entre cort ada.
Y, con pechos de mujer
no dejan de coger
perros, cerdos, héroes
atascados de heroína.
Sólo se salva Dios:
en el suicidio galáctico
deja un hoyo negro
donde nunca estuvo.

58
Harapos

Ojalá muera pronto


y los gusanos
reclamen mis restos,
griten desesperados
en busca de los últimos
harapos del alma
que se negaron a huir.

59
Verso en blanco

Soy un intento de poema que cayó en desuso,


que se cortó los versos dejando caer como hilos
líneas de tinta que fluyen triste desde una hoja,
la gravedad hace su trabajo
y caigo, gota a gota,
me deshago
dejando un verso,
mi verso
en
b
l
an
c
o

60
Salve

Encuentra lo que amas


Y deja que te mate.
Charles Bukowsky
Dale un látigo y deja
que te lacere
que te hiera
que te maldiga
que te escupa
que te rece
que te prenda velas
en los testículos
que llore sangre
que se venga en ti
que te corte las venas
que te electrocute
que te maldiga
a ti, a tus hijos
y los hijos de tus hijos
por los siglos de los siglos.
ÁMEN.

61
De la poesía

I
La poesía no es amor,
es ira:

Resulta que quien escribe,


siente un fuego en el pecho
y de sus pulmones incendiados
brotan silencios y arden pasiones
aún sin nombre.

Resulta también
que para no morir consumido
hace de sus dedos, ojos y cerebro
remolinos convergentes
que inflaman el papel.

La poesía es pasión,
ira, fuerza, destrucción,
calma
y al final
tacto de nube.

62
II
La poesía te degollará,
te tomará entre sus huesudas manos,
agarrará una navaja
y te cortará el cuello.

Te diseccionará:
te clavará con alfileres en tabla roca.
Te abrirá con bisturí el pecho
y engullirá tus órganos.

Te incendiará:
te bañará de queroseno,
se acercará a tu rostro
burlándose de tu fragilidad,
te cubrirá en un abrazo
que te consumirá los huesos.

Ándate con cuidado,


porque la poesía siempre
será un camino infalible
a la locura.

63
III
La poesía es una bestia
con rabia y sarna:
destructora.

Es una fiera,
una asesina, una maldita
que acecha a sus víctimas
desde las sombras,
felina espera el momento
para morder la yugular
y desangrar pasiones.

La poesía es un monstruo,
la vida es un monstruo,
la vida es poesía
que siempre mata.

64
Índice

Prefacio 5
Prólogo 13
Estación Central 15
Estación En las sombras 25
Estación Vértigo 31
Estación Destino 47

65
TRAYECTORIA 66
de Miguel Ángel Martínez Monter
se terminó de imprimiren el mes de Agosto de 2022,
en los talleres de Pachuk´ Cartonera, formando parte
de su colección de
El ejemplar que tienes en tus manos es el número
____ de 50

66

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