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♣ Tierra sin nosotros (1947) y Alegría (1947). José Hierro expresa en ellos que el
dolor es la condición necesaria para alcanzar la alegría.
Poesía arraigada. Estos autores presentan una vivencia armónica y
reconciliada del mundo. Se trata de la llamada Generación del 36, entre ellos, Luis
Rosales, Luis Felipe Vivanco, Dionisio Ridruejo, Leopoldo Panero y los poetas
garcilasistas. Se trata de una poesía intimista, caracterizada por la búsqueda de la
perfección formal y el regreso a estructuras métricas clásicas (soneto), cuyos temas
característicos son Dios, el amor y el paisaje. El poemario La casa encendida (1949)
de Luis Rosales, es fundamental de este periodo.
La poesía social. Se trata de una corriente dominante en los años cincuenta.
Se caracteriza por la concepción de la poesía como un instrumento de transformación
política y social. La denuncia de la injusticia y de la falta de libertad se convierte en
el eje de la composición. En el poemario Cantos iberos (1955), Gabriel Celaya
muestra una concepción instrumental de la poesía. Blas de Otero, con el libro Pido la
paz y la palabra (1955), explora temas que se relacionan con el nosotros. Su volumen
posterior, Ancia, confirma esta nueva dirección de su poesía. José Hierro organiza
sus poemas en dos grupos: reportajes y alucinaciones. La poesía comprometida se
cultiva en las distintas lenguas peninsulares, v.gr. Salvador Espriu, en catalán, con
La pell de brau.
La poesía del Medio Siglo. A finales de los cincuenta, irrumpe una nueva promoción
que propone una concepción de la poesía como instrumento de indagación en la
propia experiencia. Los rasgos específicos del grupo son: el autobiografismo, la
amplitud temática (el amor, la amistad, el tiempo o la evocación de la infancia); el
lenguaje intimista y el distanciamiento respecto a sus propias emociones. Antonio
Machado se convierte en su referente. Jaime Gil de Biedma desarrolló una
profunda conciencia social y política. Reunió su reducida producción poética en
Las personas del verbo. En la obra de Claudio Rodríguez encontramos temas que lo
alejan de sus compañeros de generación. En poemarios como Don de la ebriedad, el
yo expresa su deseo de fundirse en comunión con la naturaleza.