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TEMA 5. LA POESÍA DE 1939 a 1975.

CLAUDIO RODRÍGUEZ

En abril de 1939, tras la Guerra Civil, comienza la dictadura de Franco, que durará hasta 1975.
Como ocurre en la novela y el teatro, la poesía española de posguerra arranca con importantes
pérdidas: En 1936, Lorca muere asesinado en Granada. En 1939, poco antes de acabar la guerra,
Machado muere en el exilio francés; Juan Ramón Jiménez compone sus últimos libros también en
el exilio, del que no volverá, y casi todos los poetas del 27 seguirán escribiendo hasta su muerte
(Luis Cernuda, Pedro Salinas) o hasta su regreso del exilio, ya ancianos, tras la muerte de Franco.


​SITUACIÓN EN EL INTERIOR DE ESPAÑA

​En España, debemos referirnos en primer lugar a uno de nuestros más grandes poetas:
MIGUEL HERNÁNDEZ,

Nace en Orihuela (Alicante) en 1910 y muere en 1942, en la cárcel, por haber luchado en el
bando republicano durante la Guerra Civil.
Considerado un “hermano menor” de los poetas del 27, publicó algunos libros antes de la
guerra, por lo que sirve de puente entre la poesía de antes y después de la Guerra Civil.

​Su obra poética, llena de emoción y de contenido humano, tiene una gran perfección
formal y presenta tres núcleos temáticos fundamentales:
• El amor: primero como un doloroso deseo insatisfecho; luego como plenitud que da la
felicidad.
• La muerte y el dolor: las vivencias personales y la realidad social causan dolor en el
individuo. La guerra y el hambre, la cárcel o la ausencia de los seres queridos agudizan este
sentimiento.
• La vida y la esperanza: en contraste con el tema anterior, su poesía refleja un profundo
vitalismo unido al amor y a la solidaridad. Con frecuencia refleja la esperanza en un futuro
mejor.

Se pueden distinguir tres etapas en la poesía de Miguel Hernández:

En la primera, su libro principal es El rayo que no cesa (1936): Su tema fundamental es el


amor. El símbolo del rayo transmite la idea de la pasión amorosa y, a la vez, sugiere el dolor que le
provoca. Es un libro formado por sonetos principalmente.
El último poema del libro es la conocida “Elegía a Ramón Sijé” ,dedicada a un amigo de toda
la vida que le inició en su pasión por la literatura. Escrita en tercetos encadenados es uno de los
poemas más intensos de la lírica española.

En la segunda etapa, a causa de Guerra Civil, Miguel Hernández se convierte en un poeta


social y comprometido. En su libro Viento del pueblo (1937) protesta contra el sufrimiento de los
pobres y de los niños y contra las injusticias sociales. Un ejemplo son los poemas “Aceituneros” u
“El niño yuntero”

Sus últimos poemas,( tercera etapa), escritos en la cárcel, se recogen en el libro Cancionero y
romancero de ausencias y reflejan el sentimiento de ausencia: de su primer hijo, que ha muerto; del
segundo y de su mujer, a los que no puede ver; y también la ausencia de libertad.
El dolor impregna sus versos y aparece el hambre, que da origen a uno de sus más bellos
poemas: las “Nanas de la cebolla”.

Desde el fin de la guerra hasta la actualidad, la poesía ha pasado momentos muy distintos. Las
circunstancias histórico-sociales de la vida española han influido en la aparición de las distintas
tendencias.
Veremos la poesía de posguerra en las distintas décadas del siglo XX:
DÉCADA DE LOS 40.-

Surgen dos tendencias poéticas:

1. La “Poesía arraigada” seguida por autores próximos a Falange Española. A ella pertenecen
Luis Rosales, Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco y Dionisio Ridruejo, que bajo el nombre de
Generación del 36, escriben una poesía basada en la experiencia cotidiana. Estos poetas han salido
de la guerra con espíritu optimista, conformes con la nueva situación política. Tienen una visión del
mundo coherente y serena y no muestran para nada las miserias de la realidad española del
momento. Los temas fundamentales de su poesía son Dios, la patria y el paisaje castellano.
Utilizan las formas clásicas como el soneto.

LUIS ROSALES (1910-1993)

Se dio a conocer en 1935 con su libro Abril. Su temática intimista y religiosa hacen de él uno de
los máximos representantes de la “poesía arraigada”. Su perfección formal, su elegancia y su
inquietud estética lo sitúan en los puestos más altos de la poesía contemporánea sobre todo gracias a
su libro La casa encendida (1949), espléndida serie de poemas en versículos.

***
2. “Poesía desarraigada”, a la que pertenecen aquellos para quienes el mundo es un caos y una
angustia. Hay un año clave para este tipo de poesía: 1944, en el que Dámaso Alonso, poeta de la
Generación del 27, publica Hijos de ira. Es la poesía existencial y pesimista, propia de la época, que
se correspondería con la novela tremendista. Los temas son: la soledad del hombre, la ausencia de
Dios, la muerte, la guerra, la angustia del hombre moderno encerrado en una civilización
deshumanizada…Los `poemas se convierten en gritos de desesperación y denuncia.

Dámaso Alonso (1898-1990)


Estudioso y profesor de Filología, estudió y analizó detalladamente la obra de Góngora y fue el
impulsor del interés del grupo del 27 por el poeta cordobés. Dirigió la Real Academia de la Lengua
durante muchos años y en 1978 recibió el Premio Cervantes.
Con sus primeras obras fue el pionero de la poesía pura. Después de la guerra inicia una poesía
desarraigada y existencial con Hijos de la ira, obra en la que se mezclan la angustia histórica
causada por la Guerra Civil y por la Segunda Guerra Mundial, junto con la angustia existencial; el
libro es un gran grito de protesta contra la crueldad, el odio y la injusticia de la guerra y una serie de
angustiadas preguntas a Dios sobre el sentido de la vida.(Madrid es una ciudad de más de un millón
de cadáveres según las últimas estadísticas…)

También en 1944, Vicente Aleixandre, otro poeta del 27, que obtendrá el Premio Nobel en
1977, publica Sombra del paraíso, su obra cumbre, con poemas llenos de nostalgia, soledad y
pesimismo.

DÉCADA DE LOS 50.-

Todo lo anterior, abre el camino a la “poesía social” de los años 50 representada


principalmente por Gabriel Celaya, Blas de Otero y José Hierro.

Domina en estos años una poesía de denuncia y compromiso social. Los poetas sintieron la
necesidad de ofrecer un testimonio crítico de la realidad y de adoptar una actitud ética, de
compromiso cívico ante la situación dictatorial que se vivía en España.

Estos poetas entendían la poesía como comunicación, dirigida “a la inmensa mayoría”, en


palabras de Blas de Otero. Por ello emplean un lenguaje claro y un tono coloquial, porque la
poesía es, según uno de ellos, “Un arma cargada de futuro” y esperan poder cambiar el mundo
haciendo que las gentes sencillas, a través de sus poemas, sean conscientes de la opresión en que
viven y luchen para salir de ella.
Sus temas fundamentales son: la preocupación por España, la crítica de la represión política y
de las injusticias sociales y la lucha por la libertad. Los dos nombres fundamentales de esta poesía
son los de Gabriel Celaya y Blas de Otero.

GABRIEL CELAYA (1911-1991)


Nacido en Hernani (Guipúzcoa), vivió en la Residencia de Estudiantes, junto a García Lorca y
otros artistas de la preguerra. Su trayectoria es muy variada: Pasa por una fase deliberadamente
prosaica y de temática existencial con Tranquilamente hablando (1947). Durante una larga etapa
será el principal representante de la “poesía social” con libros como Las cartas boca arriba (1951),
Cantos iberos (1955) y otros. Posteriormente abandonó esta línea para adentrarse en una poesía
experimental: Campos semánticos (1971). En resumen, Celaya es un poeta muy variado.

BLAS DE OTERO (Bilbao, 1916- Madrid, 1979)

Su obra resume las etapas de nuestra poesía durante varias décadas: En una primera etapa trata
de sus problemas personales, existenciales y religiosos: En Ángel fieramente humano (1950) y
Redoble de conciencia (1950) sigue la tendencia de la “poesía desarraigada”, de temática
existencial y religiosa, con la que se dirige a un Dios al que no comprende y que responde con su
“poderoso silencio” a los gritos desgarrados de un ser humano desvalido. En 1958, añadiendo
algunos poemas más, juntará los dos libros anteriores bajo el título de Ancia.
En una segunda etapa, escribe poesía social con la que, desde su ideología marxista, se dirige
“a la inmensa mayoría” y se centra en los problemas colectivos de España, en la solidaridad con
los que sufren. A ella pertenecen Pido la paz y la palabra (1955), En castellano (1959) y Que trata
de España (1964). Los dos últimos, para evitar la censura de la época, se publican en París. Con un
lenguaje más “sencillo”, intenta llegar a la gente humilde y contribuir así a “transformar el mundo”
con su poesía.
A partir de 1965, inicia una etapa de experimentación: Sin abandonar sus inquietudes humanas
y políticas, siente la necesidad de renovar el lenguaje poético y de encontrar nuevas formas de
expresión, como puede verse en su libro Historias fingidas y verdaderas (1970), conjunto de
poemas en prosa.

A finales de los 50 y ya en la DÉCADA DE LOS 60, surge un grupo de poetas que, sin abandonar
los temas sociales, buscan una mayor elaboración del lenguaje poético y un desplazamiento de lo
colectivo a lo personal.

Estos poetas son, entre otros, José Hierro, Claudio Rodríguez, Ángel González, Jaime Gil de
Biedma y José Ángel Valente.

Cada uno de los poetas del grupo sigue una trayectoria individual diferenciada, pero como
temas comunes a todos ellos podemos señalar:
El tiempo: el fluir del tiempo que muestra la fugacidad de la vida; la infancia, como el paraíso
perdido; el amor; el erotismo; la amistad. Hay una profunda preocupación por el hombre pero
huyen de todo tratamiento patético.
En cuanto al estilo, buscan una depuración de la palabra, un estilo más elaborado pero sin
abandonar el lenguaje coloquial. Utilizan el humor y la ironía como medios de distanciamiento de la
realidad.

CLAUDIO RODRÍGUEZ.

Aunque murió hace más de una década (1999), la presencia de este autor en la poesía española no
ha dejado de crecer.

Nacido en Zamora, desde los cinco años pasa largas temporadas en una finca rural de su abuela
materna en contacto con la naturaleza y las labores del campo. Este hecho es decisivo para
comprender la poesía de Claudio. Con la muerte de su padre, su vida dio un giro decisivo pues ha de
dejar de estudiar y dedicarse a la administración de las fincas y tratar con jornaleros. Se acentúa así
su “manía andariega” y se refugia en la lectura. Se hace ayudante de un profesor de francés y latín
que le hace estudiar la métrica latina, castellana y francesa (sobre todo la del gran poeta simbolista
Rimbaud). Posteriormente estudiaría filología románica en Madrid.

Tres rasgos definen su personalidad: le gusta observar y recrear los juegos infantiles, es muy
andariego y un incansable lector de poesía.

Todos estos antecedentes darán lugar a la publicación de su primer libro escrito a los 18 años: “Don
de la ebriedad” libro con el que gana el premio Adonais y que impresiona a Vicente Aleixandre con
quien tendrá a partir de entonces una amistad casi filial.

A este magnífico libro le seguirán :”Conjuros” (dedicado a Aleixandre), “Alianza y condena”, “El
vuelo de la celebración” y “Casi una leyenda”

La singularidad del estilo de este magnífico autor consiste en su equilibrio: halla su mejor camino
entre lo lírico más elevado y lo narrativo, participa del lirismo más exquisito y a la vez se nos
manifiesta asequible, casi campesino y capaz de conectar con el pueblo porque él nunca ha dejado
de serlo (quienes lo conocieron en persona afirman que a la mínima se juntaba con la gente sencilla,
se perdía entre ellos. Por eso también la poesía de Claudio tiene una clara vertiente de compromiso
social.

Recibió a lo largo de su vida los más importantes galardones de poesía en España y Don de la
ebriedad ha sido valorado por la crítica como uno de los más brillantes de la lírica española del
siglo XX.

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