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ALTERACIONES VISUALES Y
ADAPTACIONES CURRICULARES
INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS
En este tema vamos a revisar algunas de las pruebas más habituales dentro de las
revisiones oculares. Además, expondremos una serie de indicadores que nos
pueden llevar a sospechar sobre la existencia de problemas visuales en el niño y
qué estrategias generales debemos tener en cuenta cuando elegimos un programa de
intervención. Cerraremos el tema hablando de las repercusiones en el aula que
pueden tener los problemas visuales y algunas estrategias generales de adaptación
del aula.
Los estudios indican que el tratamiento precoz de los problemas visuales disminuye
significativamente el riesgo de ambliopía (Grossman et al., 2017; Mathers, Keyes y
Wright, 2010).También recomiendan que los niños reciban los primeros exámenes
visuales antes de los tres años, y se repitan posteriormente entre los tres y los seis
años (Grossman et al., 2017; Mathers, Keyes y Wright, 2010).En edades
posteriores, las dificultades visuales suelen haber sido detectadas ya, por lo que
debemos estar especialmente atentos durante esos primeros años, dado que, de no
ser detectadas a tiempo, tales dificultades afectarán al niño en sus diferentes
contextos, entre ellos el escolar.
Algunos de los principales aspectos que suelen evaluarse en los exámenes oculares
se detallan a continuación.
Es una de las pruebas más importantes en bebés y niños menores edad, ya que no
requiere de su participación y puede ser realizada muy poco tiempo después del
nacimiento. Se examinan ambos ojos proyectando una luz sobre ellos y se observa
el reflejo rojo que los ojos devuelven. Este reflejo debe ser similar en ambos ojos;
cualquier distorsión puede ser debida a una anomalía en cualquier parte del eje
visual (Loh y Chiang, 2018).
Cuando se evalúa la agudeza visual se debe tener en cuenta lo que el niño es capaz
de ver en función de su edad. Así, entre las cero y las cuatro semanas, los bebés
deben parpadear en respuesta a la luz brillante. Entre las seis y las ocho semanas
deben ser capaces de fijar su mirada y realizar el seguimiento de objetos. También
se pueden observar ciertos estrabismos intermitentes en los recién nacidos, pero
estos deben desaparecer entre los dos y los cuatro meses de edad. Más adelante,
entre los seis meses y los dos años, los niños deben ser capaces de fijar y seguir un
objeto monocularmente.
En función de si el niño está o no alfabetizado, el especialista utilizará unas
plantillas adecuadas para examinar su agudeza visual a partir de los dos o tres años
(Loh y Chiang, 2018).
Visión borrosa.
Visión doble.
No mantiene el contacto visual con otras personas después de los dos meses.
Ofrece una curación total, a pesar de que, en medicina, las curaciones totales
son pocas.
El aprendizaje del alumno con deficiencia visual va a seguir las mismas fases que
en el alumno vidente, aunque, según Estévez (2010), su proceso de aprendizaje se
verá caracterizado por:
ESTRATEGIAS DE ACTUACIÓN
ADAPTACIONES CURRICULARES
Estas adaptaciones tienen el objetivo de crear las condiciones necesarias para que el
alumno vea facilitado su acceso al aula junto con sus compañeros (Estévez, 2010).
Debemos tener en cuenta:
Adaptaciones metodológicas
Debemos tener en cuenta que contar con determinados materiales puede facilitar en
gran medida muchas de las necesidades de los alumnos con discapacidad visual
(Estévez, 2010). Hoy en día, disponemos de muchos de estos materiales de manera
mucho más accesible, como, por ejemplo:
Unido a todo lo señalado anteriormente, contamos en nuestros días con una serie de
recursos, medidas y programas que el sistema educativo pone a nuestra disposición
para favorecer la educación del alumnado con necesidades educativas especiales.
Será labor del profesorado apostar por una educación que ponga en marcha los
recursos necesarios para atender a la persona con déficit visual, además de llevar a
cabo todo el proceso educativo en el marco de la integración e inclusión escolar.