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acumulaciones intracelulares
y envejecimiento celular
En el Capítulo 1 se han expuesto las características morfológicas y los mecanismos de la lesión celular reversible y de la
muerte celular. Sin embargo, como ya se ha señalado, las células pueden responder a estímulos fisiológicos excesivos o a
estímulos patológicos desarrollando diversas adaptaciones celulares fisiológicas y morfológicas. En estas respuestas celula-
res de adaptación, las células alcanzan un nuevo, aunque alterado, estado de equilibrio preservando la viabilidad de la
propia célula y modulando su función como respuesta a esos estímulos. Algunas de estas adaptaciones implican cambios
en el crecimiento, tamaño o diferenciación de la célula, cono ocurre en la hiperplasia, que representa un incremento en el
número de células: en la hipertrofia, que consiste en un aumento del tamaño de la célula: en la atrofia, en la que se produce
una disminución del tamaño y la función de las células, y en la metaplasia, que consiste en una alteración de la diferen
ciación celular. Las adaptaciones patológicas pueden presentar los mismos mecanismos subyacentes que las adaptaciones
fisiológicas, aunque permiten a la célula la supervivencia en su ambiente y, quizá, evitan la lesión celular. Las respuestas de
adaptación también pueden incluir la acomodación intracelular y el almacenamiento de productos en cantidades anómalas.
En situaciones especiales, el almacenamiento representa la forma principal de respuesta frente a sustancias que no pueden
ser metabolizadas o eliminadas. Estas acumulaciones intracelulares pueden estar constituidas por: 1) sustancias normales,
como lípidos, proteínas, glucógeno, hierro, melanina y bilirrubina; 2) productos endógenos anómalos, entre los que se
incluyen las proteínas generadas por genes con alteraciones genéticas, como la α1-antitripsina en el déficit de α1-antitripsi-
na, y 3) productos exógenos, entre los que se incluyen agentes ambientales como el pigmento antracótico o el hollín. Estas
acumulaciones pueden dar lugar a cambios estructurales y alteraciones funcionales.
Existen numerosos mecanismos moleculares que intervienen en las adaptaciones celulares. Algunos de ellos se deben a la
estimulación directa de las células por factores producidos por otras células o elaborados por la propia célula que sufre la
estimulación, como ocurre en el caso del crecimiento celular (véase la exposición en el Capítulo 4). Otros mecanismos im-
plican la estimulación o inhibición de receptores celulares específicos implicados en el metabolismo de ciertos componen-
tes, por ejemplo, en la regulación de los receptores de la superficie celular que participan en la captación y degradación de
las lipoproteínas de baja densidad (Capítulo 6). Otros mecanismos moleculares se asocian a la inducción (le síntesis de
nuevas proteínas por las células efectoras, como ocurre en la respuesta de golpe de calor o en la respuesta crónica frente a
la hipoxia. Las adaptaciones también pueden implicar el cese de la síntesis de un tipo concreto de familia de proteínas y su
sustitución por otro tipo, o bien la síntesis excesiva de alguna proteína; esto es lo que ocurre en las células que producen
los diferentes tipos de colágeno y las proteínas de la matriz extracelular en la inflamación crónica y la fibrosis (Capítulos 3 y
4). Por tanto, las adaptaciones afectan a todos los pasos del metabolismo celular de las proteínas: unión al receptor;
tranducción de señal: transcripción o traducción y regulación de la síntesis, almacenamiento y liberación de la proteína. En
este capítulo, se exponen los cambios adaptativos más frecuentes en el crecimiento y diferenciación celulares que son
especialmente importantes en los estados patológicos: hiperplasia, hipertrofia, atrofia y metaplasia, así como los cuadros de
acumulación intracelular de lípidos, proteínas, carbohidratos y pigmentos. También se exponen las manifestaciones del
envejecimiento celular debido a que representan adaptaciones frente a determinantes ambientales de la estructura y función
celulares.
La hiperplasia representa un incremento en el número de células de un órgano o tejido, que se puede por tanto acompa-
HIPERPLASIA FISIOLÓGICA
La hiperplasia fisiológica se puede clasificar en: 1) hiperplasia hormonal, cuyo mejor ejemplo puede ser la proliferación
del epitelio glandular de la mama femenina durante la pubertad y el embarazo, así como la hiperplasia fisiológica que se
produce en el útero grávido, y 2) hiperplasia compensadora, por ejemplo, la que se produce cuando se extirpa
quirúrgicamente una parte del hígado (hepatectomía parcial).
Mecanismos de la hiperplasia: lecciones aprendidas de la regeneración hepática. En el mito de Prometeo, los
griegos de la antigüedad reconocían la capacidad del hígado para regenerarse. Después de haber robado el secreto del
fuego a los dioses, Prometeo fue encadenado a una montaña y su hígado era devorado diariamente por un buitre,
regenerándose de nuevo cada noche. El modelo experimental de hepatectomía parcial ha sido especialmente útil para el
estudio de los mecanismos de la hiperplasia compensadora. En el hígado maduro normal, sólo el 0.5 al 1.0% de las células
presenta replicación del ADN. Tras una hepatectomía parcial, todas las poblaciones celulares maduras que constituyen el
órgano intacto proliferan para reconstruir el tejido hepático eliminado. El hepatocito es el primer tipo celular en proliferar y,
de manera destacable, estas células pueden mantener sus funciones metabólicas normales mientras están proliferando. El
incremento en el número de células que sintetizan ADN se inicia a las 12 horas de la hepatectomía y alcanza su nivel
máximo entre 1 y 2 días después, momento en el que aproximadamente el 10 % de todas las células puede estar implicado
en la síntesis de ADN (Fig. 2-1). El inicio de la proliferación celular se asocia a incrementos específicos y secuenciales de
las proteínas implicadas en una cascada de señales intracelulares que conduce a la síntesis de ADN, tal y como se
detallará en el Capítulo 4. Entre estas señales se incluyen la inducción de factores de transcripción (p. ej., c.fos. c-jun, factor
nuclear-x'B [NF-KB), transductor de señal y activador de la transcripción (STAT) así como las proteínas relacionadas con el
ciclo celular (p. ej., myc, p53 y ciclinas) (Fig. 2-1). Más adelante, disminuye la síntesis de ADN y, para cuando se restablece
la masa hepática (aproximadamente al cabo de 1 a 2 semanas), los hepatocitos vuelven de nuevo a su estado de
quiescencia.
Existen suficientes pruebas de que la proliferación celular en este contexto depende de la acción de factores de creci-
miento polipeptídicos y citocinas (véase el Capítulo 4 para una exposición detallada del crecimiento celular). Los factores
implicados son los siguientes:
Factores de crecimiento. El factor de crecimiento hepatocitario (HGF) y su receptor c-Met son elementos clave
para el crecimiento del hígado y la función de los hepatocitos. El HGF (también denominado factor scatter) fue
identificado inicialmente en el suero de ratas hepatectomizadas como un potente mitógeno para hepatocitos en
cultivo; es producido en el hígado por células no parenquimatosas y por células mesenquimales en muchos
órganos. Los niveles plasmáticos de HGF aumentan rápidamente tras la hepatectomía parcial. Tanto el TGF-α
como el factor de crecimiento epidérmico (EGF) también son mitogenos para los hepatocitos en cultivo, y en
estudios experimentales se ha sugerido que el EGF puede desempeñar un papel mitógeno en las fases
iniciales tras la hepatectomía parcial, mientras que el TGF-α actúa en fases posteriores.
Citocinas. La interleucina-6 (IL-6) y el factor de necrosis tumural-α (TNF-α) son componentes importantes de
las vías de señal iniciales implicadas en la regeneración. La relevancia funcional de la IL-6 fue demostrada en
ratones transgénicos que carecen de estas citocinas. En estos animales, la regeneración hepatocitaria
defectuosa da lugar a una necrosis hepática masiva tras la hepatectomía parcial, que se puede prevenir
mediante la administración de IL-6.
Figura 2-1 ∎
Expresión de protooncogenes tras hepatectomia parcial y su relación con ln síntesis ele ADN por los hepatocitos. (Corlesía de Nelson Fausto. Univeisity of Washington.
Senllle, WA.)
Sin embargo, ninguno de estos factores de crecimiento o citocinas son suficientes para inducir la proliferación en los
hepatocitos normales in viro, y se ha propuesto que es necesaria una señal de cebado inicial sobre las células bepáticas
restantes para que se produzca el efecto completo de estos mitogenos (Fig. 2-2). Entre estas señales de cebado se incluye
la degradación de la matriz extracelular, que convertiría el HGF inactivo asociado a la matriz en su forma activa, con
capacidad de unión a receptor. Ciertas hormonas, como la norepinefrina, cuyo nivel en sangre también aumenta tras la
HIPERPLASIA PATOLÓGICA
La mayor parte de las formas de hiperplosia patológica representan casos de estimulación hormonal excesiva o los
efectos de f'ac'tores ele crecimiento .sobre las células afectadas. Un ejemplo de hiperplasia inducida por estimulación
hormonal es la hiperplasia del endometrio. Tras un período menstrual normal, se produce una fase rápida de actividad
proliferativa. Como es bien sabido, esta proliferación está potenciada por las hormonas hipofisiarias y por los estrógenos de
origen ovárico. Su interrupción se debe al incremento en los niveles de progesterona, habitualmente 10 a 14 días antes del
siguiente período menstrual. Sin embargo, en algunos casos se altera el equilibrio entre los estrógenos y la progesterona.
Este desequilibrio da lugar a un incremento absoluto o relativo en la cantidad de estrógenos o de ambas hormonas, con la
consiguiente hiperplasia de las glándulas endometriales. Aunque esta forma de hiperplasia es una causa frecuente de
hemorragia menstrual patológica, el proceso hipoplásico permanece controlado: si desaparece la estimulación estrogénica,
también lo hace la hiperplasia. Por tanto, este proceso responde al control del crecimiento regular de las células. Como se
expone en el Capítulo 8, Neoplasia, es precisamente esta respuesta frente a los mecanismos reguladores norma les de
control lo que diferencia la hiperplasia patológica benigna del cáncer. Sin embargo, la hipetplasia patológica constituye un
terreno fértil en el que se puede iniciar finalmente la proliferación cancerosa. Por tanto, las pacientes con hiperplasia
endometrial presentan un riesgo aumentado de cáncer endometrial (Capítulo 24).
La hiperplasia es también una respuesta importante de las células del tejido conjuntivo en la curación de heridas, en la
que los fibroblastos proliferantes y los vasos sanguíneos ayudan a la reparación (Capítulo 4). En estas circunstancias, los
factores de crecimiento son los responsables de la hiperplasia. La estimulación por factores de crecimiento también está im-
plicada en la hiperplasia que acompaña a ciertas infecciones virales, como las producidas por los virus del papiloma huma-
no, que dan lugar a verrugas cutáneas y a diversas lesiones mucosas constituidas por masas de epitelio hiperplásico.
HEPATECTOMÍA PARCIAL
↓
Degradación de la matriz CEBADO
↓
FACTORES DE CRECIMIENTO PROLIFERACIÓN ADYUVANTES
Y CITOCINAS HGF TGF-ir EGF TNF-a IL-6 ↓ Noradrenalina Insulina Glucagón, tiroxina
Otros
INHIBIDORES DEL CRECIMIENTO TGF-β INHIBICIÓN DEL CRECIMIENTO ↓ Factores crecimiento y
Otros adyuvantes
Figura 2-2 Secuencia postulada de acontecimientos en la hiperplasiu compensadora tras la hcpatectomía parcial.
Hipertrofia
La hipertrofia hace referencia a el aumento del tamaño de las células y, con dicho cambio, a un aumento del tamaño del
órgano. Así pues, el órgano hipertrofiado no posee células nuevas, sino células más grandes. El mayor tamaño de las célu-
las no se debe a tumefacción o hinchazón celular, sino a la síntesis de más componentes estructurales.
La hipertrofia puede ser fisiológica o patológica y está provocada por una mayor demanda funcional o por una estimula-
ción hormonal específica. El crecimiento fisiológico masivo del útero durante el embarazo es un buen ejemplo de hipertrofia
acompañada de hiperplasia (Fig. 2-3A). La hipertrofia celular es estimulada por las hormonas estrogénicas a través de los
receptores estrogénicos del músculo liso, los cuales permiten que las hormonas interactuen con el ADN nuclear, que final-
mente conduce a un aumento de la síntesis de proteínas del músculo liso y del tamaño celular (Fig. 2-38). De la misma
forma, la prolactina y los estrógeno.s causan hipertrofia de las mamas durante la lactancia. Éstos son ejemplos de
hipertrofia fisiológica secundaria a estimulación hormonal.
Un ejemplo de hipertrofia como respuesta adaptativa es el aumento del volumen muscular que se puede observar en dos
contextos. Las células del músculo estriadlo, tanto el cardíaco como el esquelético, son las que gozan de mayor capacidad
de hipertrofia, debido quizás a que no se pueden adaptar a un aumento de las demandas metabólicas mediante división
Figura 2-4 Cambios fenotípicos en la hipertrofia referidos en el esquema a las fibras miocárdicas sometidas a sobrecarga hemodinámica
(véase el texto).
Atrofia
La disminución en el tamaño de la célula por una pérdida de sustancias celulares se conoce como atrofia. Representa una
forma de respuesta adaptativa. Cuando se afecta un número suficiente de células, todo el tejido u órgano disminuye de
tamaño o se atrofia. La atrofia puede ser fisiológica o patológica. La atrofia fisiológica es frecuente durante las fases ini-
ciales del desarrollo. Algunas estructuras embrionarias, como la notocorda o el conducto tirogloso, sufren atrofia durante el
desarrollo fetal. El útero disminuye de tamaño al poco tiempo del parto, en lo que constituye una forma de atrofia fisiológica.
La atrofia patológica depende de la causa básica y puede ser localizada o generalizada. Las causas más frecuentes de
atrofia son las siguientes:
Disnninución de la cantidad de trabajo (atrofia por falta de utilización): cuando se produce la fractura de un
hueso en un miembro y se inmoviliza éste con una escayola o cuando el paciente requiere reposo completo
en cama, el músculo esquelético se atrofia rápidamente. La rápida disminución inicial del tamaño celular es
reversible cuando se vuelve a reanudar la actividad física. Si la falta de utilización del músculo es más
prolongada, las fibras musculares esqueléticas disminuyen en número y tamaño y se acompañan de un
aumento de la reabsorción ósea que conduce a la osteoporosis por falta de utilización.
Pérllda de inervación (atrofia por desnervación): la función normal del músculo esquelético depende de su
inervación. La lesión de los nervios conduce rápidamente a una atrofia de las fibras musculares inervadas por
los mismos (Capítulo 29).
Dismitutcion del aporte sanguíneo: la disminución del aporte sanguíneo (isquemia) a un tejido debido a
enfermedad arterial oclusiva da lugar a la atrofia de ese tejido a causa de la pérdida progresiva de células del
mismo. En los adultos mayores, el cerebro sufre una atrofia progresiva, debido posiblemente a que la
aterosclerosis disminuye su aporte vascular (Fig. 2-5).
Nundción insuficiente: la malnutrición proteico-calórica intensa (marasmo) da lugar a la utilización del músculo
esquelético como fuente de energía, después del agotamiento de otras reservas energéticas como los
depósitos de grasa. Este proceso conduce a una importante pérdida de la masa muscular.
Pérdida de la estimulación endocrina: Muchas glándulas endocrinas, la mama y los órganos de reproducción
dependen de la estimulación endocrina para su función normal. La pérdida de la estimulación estrogénica tras
la menopausia conduce a una atrofia fisiológica del endometrio, del epitelio vaginal y de la mama.
Enrejecimiento (atrofia senil): el proceso de envejecimiento se acompaña de la pérdida de células. Desde el
punto de vista morfológico, se observa en los tejidos que contienen células permanentes, especialmente en el
cerebro y el corazón.
Presión: la compresión tisular durante un cierto período de tiempo puede causar atrofia. Un tumor benigno que
aumenta de tamaño puede causar la atrofia de los tejidos adyacentes coniprinmidos. Probablemente, la atrofia
en este contexlo es el resultado de los cambios isquémicos secundarios a un aporte sanguíneo que queda
comprometido por la masa en crecimiento.
Los cambios celulares fundamentales son idénticos en todos estos contextos, y representan un retroceso de la célula
hacia un tamaño más pequeño en el que todavía es posible su supervivencia. La atrofia consiste en una reducción de los
Los mecanismos bioquímicos responsables de la atrofia no se conocen con precisión, aunque es probable que afecten al
equilibrio entre la síntesis y degradación de las proteínas. La regulación de la degradación de las proteínas desempeña pro-
bablemente un papel clave en la atrofia. Las células de los mamíferos contienen múltiples sistemas proteolíticos que reali-
zan diversas funciones. Los lisosomas contienen hidrolasas ácidas (p. ej., catepsinas) y otras enzimas que degradan las
proteínas que han sufrido endocitosis desde el ambiente extracelular y de la superficie de la célula, así como también otros
componentes celulares. La vía ubicuitina-proteosoma es la responsable de la degradación de muchas proteínas citosólicas
y nucleares. Las proteínas degradadas mediante este proceso se conjugan en primer lugar con ubicuitina y después son
degradadas en el interior de grandes complejos proteolíticos citoplásmicos o proteosomas. Esta vía parece ser la respon-
sable de la proteólisis acelerada en diversos procesos catabólicos, entre ellos la caquexia del cáncer. Las hormonas, espe-
cialmente los glucocorticoides y la hormona tiroidea, estimulan la degradación proteica mediada por proteosomas; la
insulina se opone a estas acciones. Además, las cilocinas como el TNF-α y la IL-1β, son capaces de generar señales para
la proteólisis muscular acelerada a través de este mecanismo.
En muchas situaciones, la atrofia también se acompaña de un incremento importante en el número de vacuolas, tal como ya
se ha señalado, estas vacuolas, rodeadas por membrana y que permanecen en el interior de la célula, contienen
fragmentos de componentes celulares (p. ej., mitocondrias, retículo endoplásmico), que están destinados a la destrucción;
los lisosoma.s descargan su contenido de enzimas proteolíticas en estas vacuolas. Más adelante, los componentes
celulares son digeridos. Algunos de los restos celulares que existen en el interior de las vacuolas autofágicas pueden resistir
la digestión y permanecer como cuerpos residuales rodeados por membrana, como un sarcófago en el citoplasma. Un
ejemplo de estos cuerpos residuales lo constituyen los gránulos de lipofuscina, que se exponen en el Capítulo 1. Cuando
están presentes en cantidades suficientes, imparten una coloración marrón al tejido (atrofia parda).
Obviamente, la atrofia puede progresar hasta el punto en que las células son lesionadas y mueren. Si el aporte sanguíneo
es insuficiente incluso para mantener la vida de las células atróficas, se pueden producir lesión y muerte celulares. Enton-
ces, el tejido atrófico queda sustituido por tejido graso.
Figura 2-5 A: Atrofia fisiológica del cerebro en un varón de 82 años de edad. Las meninges han sido despegadas. B: Cerebro normal de un varón de 36
años de edad
Metaplasia
La metaplasma es un cambio reversible en el cual una célula adulta (epitelial o mesenquimal) es sustituida por otra célula
adulto de un tipo diferente. También puede representar la sustitución adaptativa de unas células más sensibles al estrés por
otros tipos celulares que soporten mejor las condiciones adversas.
La metaplasia adaptativa más frecuente es la de epitelio cúbico a escamoso o plano (Fi g. 2-6A), como ocurre en el aparato
respiratorio en respuesta a la irritación crónica. En el fumador habitual de cigarrillos, las células epiteliales cilíndricas ciliadas
normales de la tráquea y los bronquios a menudo son sustituidas, difusa o focalmente, por células epiteliales escamosas
La metaplasia del tejido conjuntivo es la formación de cartílago, hueso o tejido adiposo (tejidos mesenquimales) en otros
tejidos que normalmente no contienen estos elementos. Por ejemplo, la formación de hueso en el músculo (que se de-
nomina miositis osificante) se observa a veces tras una fractura ósea. Este tipo de metaplasia no representa de forma tan
clara una respuesta adaptativa.
La metaplasia parece originarse por la reprogramación de las células madre que sabemos existen en la mayor parte de los
epitelios (denominadas células de reserva), o bien de las células mesenquimales indiferenciadas presentes en el tejido
conjuntivo. En una transformación neoplásica, estas células precursoras se diferencian hacia otros tipos celulares. Esta
modificación es desencadenada por cambios en las señales generadas por mezclas de citocinas, factores de crecimiento y
componentes de la matriz extracelular en el ambiente de la célula. En el proceso están implicados genes con especificidad
tisular y genes de diferenciación, de los que se está identificando un número cada vez mayor. Por ejemplo, las proteínas de
morfogénesis ósea (BMP, bone morphogenetic proteins) que son miembros de la superfamilia TGF-β, inducen la expresión
condrogénica u osteogéniea en células indiferenciadas mesenquimales, al tiempo que suprimen la diferenciación hacia
músculo o tejido adiposo. Estos factores de crecimiento, que actúan como desencadenantes externos, inducen más ade-
lante factores de transcripción específicos que inician la cascada de genes con especificidad de fenotipo hacia una célula
completamente diferenciada (Fig. 2-6C). Estos factores de transcripción son: MyoD, para el músculo: PPARγ, para el tejido
adiposo, y CBFA-1 para la diferenciación osteoblástica. En la mayor parte de los casos no se sabe cuál es el mecanismo
por el que estas vías normales se descarrían y dan lugar a metaplasia. En el caso del déficit o el exceso ele vitamina A, se
sabe que el ácido retinoico regula el crecimiento celular, la diferenciación y los patrones tisulares. Ciertos fármacos citos-
táticos producen la disrupción de los patrones de metilación del DNA y pueden transformar las células mesenquimales de
un tipo (fibroblaslo) a otro tipo (músculo, cartílago).
ACUMULACIONES INTRACELULARES
Una de las manifestaciones celulares de los trastornos metabólicos en las células es la acumulación intracelular de
cantidades anormales de diversas sustancias. Las sustancias almacenadas o apiladas pertenecen a tres categorías: 1)
constituyentes celulares normales acumulados en exceso, como el agua, los lípidos, las proteínas y los carbohidratos: 2)
sustancias anómalas, ya sean exógenas, como un mineral o productos de los agentes infecciosos, o endógenas, como los
productos de la síntesis o el metabolismo anómalos, y 3) p,gmentos. Estas sustancias se pueden acumular de forma
transitoria o permanente, y pueden ser inocuas para las células, aunque en ocasiones son muy tóxicas. La sustancia se
puede localizar en el citoplasma (con frecuencia dentro de los lisosomas) o en el núcleo. En algunos casos, es posible que
la célula esté produciendo la sustancia anormal, y en otros puede que se trate simplemente de un almacenamiento de
productos de procesos patológicos que tienen lugar en cualquier parte del cuerpo.
Muchos procesos originan acumulaciones intracelulares anormales en células no neoplásicas, pero la mayor parte se
pueden dividir en tres tipos generales (Fig. 2-7).
1. Una sustancia endógena normal se produce a una velocidad normal o aumentada, pero la tasa de
metabolismo es inadecuada para eliminarla. Un ejemplo de este tipo de proceso es el cambio graso en el
hígado debido a la acumulación intracelular de triglicéridos (véase más adelante). Otro ejemplo lo constituyen
las gotas de reabsorción de proteína en los túbulos renales, debido al aumento en la filIración de proteínas en
el glomérulo.
2. Una sustancia endógena normal o anómala se acumula debido a la existencia de defectos genéticos o
adquiridos en el metabolismo, empaquetado, transporte o secreción de esa sustancia. Un ejemplo lo constituye
el grupo de procesos patológicos secundarios a defectos genéticos de enzimas específicas implicadas en el
metabolismo de los lípidos y los carbohidratos, con el consiguiente depósito intracelular de estas sustancias,
principalmente en los lisosomas. Son las denominadas enfermedades por almacenamiento o depósito, y se
exponen en el Capítulo 5. Otro ejemplo lo constituye el déficit de alfa1-antitripsina, en el que una única
sustitución de un aminoácido en la enzima produce defectos en el plegamiento de la proteína, con acumulación
de la enzima en el retículo endoplásmico de los hepatocitos en forma de inclusiones eosinófilas globulares
(véase más adelante y Capítulo 19.
3. Una sustancia exógena anómala se deposita y acumula debido a que las células no poseen la maquinaria
enziniática para degradar esa sustancia ni la capacidad para transportarla a otros lugares. Las acumulaciones
de partículas de carbón y sustancias químicas no metabolizables, como las partículas de sílice, son ejemplos
de este tipo de alteraciones.
Figura 2.7 Mecanismos generales de acumulación intracelular: I) metabolismo anormal. como en el cambio graso en el hígado: 2) mutaciones que causan
alteraciones en el transporte y plegamiento de las proteínas como en el déficit de α,-antitripsina; 3) déficit en enzimas cruciales que impide la descomposición de
sustratos que se acumulan en los lisosomas, como en las enfermedades por almacenamiento lisosomal, y 4) incapacidad para degradar las partículas fagocitadas
como en la hemosiderosis y en la actunulación de pigmentos de carbono.
Lípidos
Todos los tipos principales de lípidos se pueden acumular en las células: triglicéridos, colesterol/ésteres de colesterol y
fosfolípidos. Los fosfolípidos, como ya se ha visto, son componentes de las figuras de mielina que se pueden observar en
las células necróticas. Además, en las enfermedades por almacenamiento o depósito lisosomal, se acumulan complejos
anómalos de lípidos y carbohidratos (Capítulo 6). Aquí nos centraremos en las acumulaciones de triglicéridos y colesterol.
Existen diferentes mecanismos que explican la acumulación de triglicéridos en el hígado. Normalmente, los ácidos
grasos libres procedentes del tejido adiposo o de los alimentos son transportados hasta los hepatocitos. En el hígado, son
esterificados a triglicéridos, convertidos en colesterol o fosfolípidos, o bien oxidados a cuerpos cetónicos. Algunos ácidos
grasos también son sintetizados a partir de acetato. La liberación de triglicéridos de los hepatocitos requiere su asociación
con apoproteínas para formar lipoproteínas, que pueden a su vez viajar por la circulación (Capítulo 5). La acumulación en
exceso de triglicéridos dentro del hígado puede ser debida a defectos en cualquiera de los acontecimientos de la secuencia
desde la entrada del ácido graso hasta la salida de la lipoproteína (Fig. 2-8A). Algunos de estos defectos están inducidos
por el alcohol, una hepatotoxina que altera las funciones mitocondrial y microsomal. El CCI4 y la malnutrición proteica
actúan disminuyendo la síntesis de apoproteínas. La anoxia inhibe la oxidación de los ácidos grasos. La inanición aumenta
la movilización de ácidos grasos desde sus almacenamietos periféricos.
El significado del cambio graso depende de la causa y gravedad de la acumulación. Cuando es leve, puede que no tenga
ningún efecto sobre la función celular. Un cambio graso más grave puede deteriorar la función celular pero, salvo que se
deterioren de forina irreversible procesos intracelulares vitales (p. ej., en la intoxicación por CCl4), el cambio graso es rever-
sible per se. Como forma grave de lesión, el cambio graso puede ser precursor de muerte celular, pero debe recalcarse que
las células pueden morir sin sufrir cambio graso.
MORFOLOGÍA. El cambio graso se observa, con mayor frecuencia, en el hígado y el corazón. En todos los órganos, el
cambio graso aparece en forma de vacuolas claras dentro de las células parenquimatosas. Las acumulaciones
intracelulares de agua o polisacáridos (p. ej., glucógeno) pueden producir también vacuolas claras, y se hace necesario
recurrir a técnicas especiales para diferenciar estos tres tipos de vacuolas claras. Para identificar los lípidos es preciso evitar
los solventes grasos utilizados en las inclusiones de parafina para las tinciones habituales con hematoxilina y eosina, Para
Identificar la grasa, es necesario preparar cortes de tejido congelado procedentes de tejido fresco o fijado con formalina
acuosa. Los cortes histológicos pueden teñirse entonces con Sudán IV u Oil Red-O, que imparten ambos un color rojo
anaranjado a los lípidos contenidos en los mismos. La tinción del ácido peryódlco de Schiff (PAS) se emplea generalmente
para identificar el glucógeno, aunque no tiene ninguna especificidad. Cuando no pueden demostrarse ni grasa ni po-
lisacáridos dentro de la vacuola clara, se presupone que contiene agua o líquido con un contenido bajo en proteínas.
Hígado. En el hígado, el cambio graso leve puede no afectar al aspecto externo. Con la acumulación progresiva, el
órgano aumenta de tamaño y adquiere una tonalidad cada vez más amarilla hasta que, en casos extremos, alcanza entre 3
y 6 kg de peso, y se transforma en un órgano de color amarillo brillante, blando y grasiento.
El cambio grasa comienza con la aparición de inclusiones diminutas rodeadas por membrana (liposomas) íntimamente
relacionadas con el retículo endoplásmico. Al principio se observa con el microscopio óptico la aparición de pequeñas va-
cuolas grasas en el citoplasma que rodea al núcleo. A medida que avanza el proceso, las vacuolas coalescen, creando
espacios claros que desplazan al núcleo hacia la periferia de la célula (Fig, 2-8B). En ocasiones, la rotura de las células
contiguas y la coalescencia de los glóbulos grasos en ellas encerrados dan lugar a los denominados quistes grasas.
Corazón. Los lípidos se encuentran en el músculo cardíaco en forma de gotitas pequeñas, con dos patrones diferentes,
En uno, la hipoxia moderadamente prolongada (como la producida en la anemia profunda) crea depósitos intracelulares
de grasa que originan, a nivel microscópico, bandas visibles de miocardio amarillento que alternan con bandas más
oscuras, rojo-parduzcas, de miocardio no afectado (efecto atigrado). En el otro patrón de cambio graso, producido por
una hipoxia más profunda y algunas formas de miocarditis (p. ej., diftérica), las células miocárdicas se afectan de forma
más uniforme.
Ácidos grasos libres
Aterosclerosis. En las placas ateroscleróticas, las células musculares lisas y los macrófagos de la capa íntima de la aorta y
grandes arterias están llenas de vacuolas lipídicas la mayor parte de las cuales están costituidas por colesterol y ésteres de
colesterol. Dichas células tienen un aspecto espumoso (células espumosas), y sus acumulaciones en la íntima producen los
ateromas amarillos, cargados de coleslerol, característicos de este grave trastorno. Algunas de estas células llenas de
grasa se rompen, liberando lípidos al espacio extracelular. Los mecanismos de acumulación del colesterol en ambos tipos
de células en la aterosclerosis se exponen con detalle en el Capítulo 12. Los ésteres de colesterol extracelulares se pueden
cristalizar en forma de agujas largas, produciendo hendiduras bastante características en los cortes tisulares.
Xantomas. La acumulación intracelular de colesterol dentro de los macrófagos también es característica de los estados
hiperlipidémicos adquiridos y hereditarios. Se observan grupos de células espumosas en el tejido conjuntivo subepitelial de
la piel y en los tendones, dando lugar a las masas conocidas corno xantomas.
Inflamación y necrosis. Con frecuencia se encuentran macrófagos espumosos en las zonas de lesión celular e in-
flamación, debido a la fagocitosis del colesterol de las membranas de las células dañadas, entro ellas células pa-
renquimatosas, leucocitos y eritrocitos. En el foco inflamatorio también se observan fosfolípidos y figuras de mielina.
Cuando son abundantes, los macrófagos cargados de colesterol confieren una pigmentación amarillenta a dichos focos
inflamatorios.
Colesrerolocis. Este término hace referencia a las acumulaciones focales de macrófagos cargados de colesterol en la
lámina propia de la vesícula biliar. Se desconoce el mecanismo de acumulación (Fig,. 2-9).
Proteínas
Los excesos de proteínas dentro de las células, suficientes para causar una acumulación morfológicamente visible, tienen
diversas causas. Suelen presentarse en forma de gotitas, vacuolas o masas redondeadas y eosinófilas. Con el microscopio
electrónico, pueden tener un aspecto amorfo, fibrilar o cristalino. Las acumulaciones de proteínas del citoesqueleto ya han
sido comentadas en la exposición de las alteraciones citoesqueléticas. En algunos trastornos, como ciertas formas de
amiloidosis, se produce la acumulación infra y extracelular de la misma proteína (Capítulo 7).
Algunas de las causas de acumulación intracelular de proteínas son obvias. Los excesos están representados por la
superación de la capacidad de la célula para metabolizar rápidamente toda la proteína que se le presenta, como ocurre en
el caso de la acumulación de:
Gotas de reabsorción en los túbulos renales proximales. Se observan en las enfermedades renales asociadas
con pérdida de proteínas por la orina (proteinuria). En el riñón. pequeñas cantidades de proteínas filtradas
por el glomérulo se reabsorben normalmente mediante pinocitosis en el túbulo proximal. En los trastornos
con pérdida importante de proteínas a través del filtro glomerular, existe un aumento en la reabsorción de
proteínas. Estas vesículas de pinocitosis se fusionan con lisosomas. dando lugar a fagolisosomas, que
aparecen como pequeñas gotas hialinas en el interior del citoplasma de las células tubulares (Fig. 2-10A). El
proceso es reversible; si disminuye la proteinuria, las gotas de proteína son metabolizadas y desaparecen.
La segunda causa es la síntesis de cantidades excesivas de proteína secretora normal, como ocurre en ciertas
células plasmáticas implicadas en la síntesis activa de inmunoglobulinas. El retículo endoplásmico se
distiende enormemente, dando lugar a las grandes inclusiones eosinófilas y homogéneas denominadas
cuerpos de Russell.
No obstante, se ha demostrado que los defectos en el plegamiento de las proteínas pueden subyacer a algunos de estos
depósitos en diversas enfermedades no correlacionadas entre sí, y en este capítulo se revisarán brevemente las
características más importantes de estos acontecimientos.
DEFECTOS EN EL PLEGAMIENTO DE LAS PROTEÍNAS
Las cadenas de polipéptidos de las proteínas, que se elaboran en los ribosomas, se disponen finalmente en hélices α o
en láminas β y la configuración apropiada de estas disposiciones (plegamiento de la proteína) desempeña un papel crítico
en la función de la proteína y en su transporte a través de las organelas celulares. En el proceso de plegamiento se originan
productos intermedios parcialmente plegados, que pueden ser particularmente susceptibles para formar acumulaciones
intracelulares entre sí o al unirse a otras proteínas. Sin embargo, en condiciones normales, estos productos intermedios
quedan estabilizados por un grupo de chaperonas moleculares, que interactúan de manera directa con las proteínas (Fig. 2-
1OB). Las chaperonas facilitan el plegamiento apropiado y el transporte a través del retículo endoplásmico (RE), el complejo
de Golgi y más allá. Algunas chaperonas se sintetizan de manera constitutiva e intervienen en el metabolismo intracelular
normal de las proteínas, mientras que otras son inducidas por estímulos como el calor (proteínas del golpe de calor, p. ej.,
hsp7O, hsp9O) o por proteínas «de rescate» originadas en el shock y con plegamiento anómalo. Si el proceso de
plegamiento no tiene éxito, las chaperonas facilitan la degradación de la proteína anómala. Este proceso de degradación
implica habitualmente a la ubicuitina (una proteína del golpe de calor), que se añade a la proteína anómala la señala para
su degradación por el complejo proteasoma. Existen varios mecanismos a través de los cuales los defectos en el
plegamiento de las proteínas pueden producir acumulaciones intracelulares o enfermedad.
Figura 2.10 A. Pequeñas gotas de reabsorción de proteína en el epitelio tubular renal. (Cortesía del Dr. Helmut Rennke, Department of Pathology,
Brighman and Women's Hospital.) B. Esquema simplificado del plegamiento de las proteínas y del mecanismo por el que los defectos pueden dar lugar a
agregación de proteínas y a traslocación celular anómala (véase el texto).
Glucógeno
El glucógeno representa una reserva energética fácilmente accesible que se localiza en el citoplasma de las células. Los
depósitos intracelulares excesivos de glucógeno se observan en los pacientes con alguna anomalía en el metabolismo de la
glucosa o del glucógeno. Cualquiera que sea el cuadro clínico, las masas de glucógeno aparecen en forma de vacuolas
claras dentro del citoplasma. El glucógeno se conserva mejor en fijadores no acuosos; para su localización, es mejor fijar
los tejidos en alcohol absoluto. La tinción con carmín de Best o con la reacción del PAS imparte un color rosa a violeta al
glucógeno, y la digestión con diastasa de un corte histológico paralelo antes de la unión sirve como control adicional debido
a que hidroliza el glucógeno.
La diabetes mellitns es el ejemplo principal de un trastorno del metabolismo de la glucosa. En esta enfermedad, el glucó-
geno se encuentra en las células epiteliales de las porciones distales de los túbulos contorneados distales y, a veces, en el
asa descendente de Henle, así como en el interior de las células hepáticas, células β de los islotes de Langerhans y células
del músculo cardíaco.
El glucógeno también se acumula dentro de las células en un grupo de trastornos íntimamente relacionados, todos ellos
genéticos, y conocidos en conjunto como enférmedades por almacenaminetos de glucógeno o glucogenosis (Capítulo 6).
En estas enfermedades, la presencia de defectos enzimáticos en la síntesis o el metabolismo del glucógeno da lugar a su
acumulación masiva, con lesión y muerte celular.
Pigmentos
Los pigmentos son sustancias con color, algunas de las cuales son constituyentes normales de las células (p. ej., la
melanina), mientras que otras son anormales y se acumulan en las células sólo en circunstancias especiales. Los pigmen-
Exógenos. El pigmento erógeno más común es el carbón o polvo de carbón, que es un contaminante del aire
prácticamente universal en la vida urbana. Cuando se inhala, es recogido por los macrófagos alveolares y transportado a
continuación, a través de los vasos linfáticos, hacia los ganglios linfáticos de la región traqueobronquial. Las acumulaciones
de este pigmento ennegrecen los tejidos de los pulmones (antracosis) y los ganglios linfáticos afectados. En los mineros del
carbón y en las personas que viven en ambientes muy contaminados, los agregados del polvo de carbón pueden inducir
una reacción flbroblástica, e incluso un enfisema, ocasionando una enfermedad pulmonar grave conocida como neu-
rnoconiosis del trabajador del carbón (Capítulo 16). El tatuaje es una forma de pigmentación exógena localizada de la piel.
Los pigmentos inoculados son fagocitados por los macrófaaos dérmicos, en donde residen durante el resto de la vida de la
persona. Los pigmentos no provocan habitualmente ninguna respuesta inflamatoria.
Endógenos. La lipofuscina es un pigmento insoluble, también conocido corno lipocromo o pigmento del «desgaste natu-
ral» o pigmento del envejecimiento. La lipofucsina está compuesta por polímeros de lípidos y fosfolípidos que forman
complejos con proteínas, lo que sugiere que deriva de la peroxidación lipídica de los lípidos poliinsaturados de las
membranas subcelulares. La lipofuscina no es dañina para las células o sus funciones. Su importancia reside en que es el
signo revelador de la lesión por radicales libres y la peroxidación lipídica. El término deriva del latín (fuscos = marrón), esto
es, lípido marrón. En los cortes tisulares, aparece como un pigmento amarillo-parduzco, finamente granular,
intracitoplásmico y, a menudo, perinuclear. Se observa en las células que experimentan cambios regresivos lentos, y es
especialmente notable en el hígado y el corazón de pacientes ancianos, o pacientes con malnutrición grave y caquexia por
cáncer. En el microscopio electrónico, los gránulos son fuertemente electrodensos, a menudo tienen estructuras
membranosas entre ellos, y presentan habitualmente una localización perinuclear (Fig. 2-11).
La melanina (derivada de la palabra griega melas, que significa negro) es un pigmento endógeno, no derivado de la
hemoglobina de color pardo-negruzco, que se forma cuando la enzima tirosinasa cataliza la oxidación de la tirosina a
dihidroxifenilalanina en los melanocitos. Se estudiará más adelante en el Capítulo 27. Con fines prácticos, la melanina es el
único pigmento endógeno de color pardo-negruzco. El único pigmento que también podría considerarse en esta categoría
es el ácido homogentísico, un pigmento negro que aparece en pacientes con alcaptonuria, una rara enfermedad metabólica.
Aquí el pigmento se deposita en la piel, el tejido conjuntivo y el cartílago, y la pigmentación se conoce como ocronosis.
El exceso de hierro hace que la hemosiderina se acumule dentro de las células, ya sea como un proceso localizado o como
un trastorno sistémico. Los excesos locales de hierro y hemosiderina se deben a hemorragias macroscópicas o a las miles
de hemorragias diminutas que acompañan a la congestión vascular grave. El mejor ejemplo de hemosiderosis localizada es
el «cardenal» común. Tras la hemorragia local la zona está inicialmente de color rojo-azulado. Con la lisis de los eritrocitos,
la hemoglobina sufre a la larga una transformación a hemosiderina. Los macrófagos intervienen en este proceso fago-
citando los restos eritrocitarios y, a continuación las enzimas lisosomales convierten finalmente la hemoglobina en hemosi-
derina a través de una secuencia de pigmentos. La gama de colores a través de las cuales pasa el «cardenal» es un reflejo
de estas transformaciones. El color rojo-azulado inicial de la hemoglobina se transforma en diversas tonalidades de verde-
azulado, que corresponde a la formación local de biliverdina (bilis verde), a continuación, bilirrubina (bilis roja), y después la
parte de hierro de la hemoglobina se deposita en forma de hemosiderina amarillo-oro.
Siempre que existan causas para una sobrecarga sistémica de hierro, la hemosiderina se deposita en muchos órganos y
tejidos, proceso que se conoce como hemosiderosis. Se puede observar en: 1) el aumento de la absorción del hierro de la
dieta; 2) la utilización incorrecta del hierro; 3) las anemias hemolíticas, y 4) las transfusiones, debido a que los eritrocitos
transfundidos constituyen una sobrecarga exógena de hierro. Estos procesos se expondrán en el Capítulo 18.
La hilirrubina es el principal pigmento que se encuentra normalmente en la bilis. Procede de la hemoglobina, pero no
contiene hierro. Su formación y excreción normales son vitales para la salud, y la ictericia es un trastorno clínico
frecuente debido al exceso de este pigmento dentro de las células y tejidos. El metabolismo de la bilirribuna y la ictericia
se estudian en el Capítulo 19.
MORFOLOGÍA. El pigmento tiene un aspecto granular, dorado y grosero, está depositado dentro del citoplasma celular.
Cuando la causa básica es la destrucción localizado de eritrocitos, la pigmentación aparece primero en las células
reticuloendoteliales de la zona. En la hemosiderosis sistémica, se localiza primero en los fagocitos mononucleares del
hígado, médula ósea, bazo y ganglios linfáticos, y en macrófagos diseminados por otros órganos, como la piel, el
páncreas y los riñones. Con la acumulación progresiva, las células parenquimatosas de todo el organismo
(principalmente en el hígado, páncreas, corazón y órganos endocrinos) se pigmentan. El hierro puede visualizarse en
En la mayor porte de los casos de hemosiderosis sistémica, el pigmento no lesiona las células parenquimatosas ni
deteriora la función del órgano. Sin embargo, la acumulación más intensa de hierro en la enfermedad conocida como
hemocromatosis se acompaña de lesión hepática y pancreática, con fibrosis hepática, insuficiencia cardíaca y
diabetes mellitus (Capítulo 18).
Figura 2.11 Imagen ultraestructural cíe los gránulos de lipofuscina en un miocito cardíaco. Bajo aumento. Se puede observar la localización perinuclear e
intralisosomal de los gránulos.
Figura 2.12 Gránulos de hemosiderina en los hepatocitos. A: Corte histológico teñido con hematoxilina y eosina en el que se observa el pigmento
amarillo-oro finamente granular. B. Reacción del azul de Prusia específica para el hierro.
CALCIFICACIÓN PATOLÓGICA
La calcificación patológica implica un depósito anormal de sales de calcio, junto con cantidades más pequeñas de hierro,
magnesio y otras sales minerales. Es un proceso frecuente, que se observa en diversas afecciones patológicas. Existen dos
formas de calcificación patológica. Cuando el depósito se presenta localmente en tejidos no viables o muertos, se conoce
como calcificación distrófica: se produce a pesar de unos niveles séricos de calcio normales y en ausencia de trastornos en
el metabolismo del calcio. Por el contrario, el depósito de sales de calcio en tejidos vivos se conoce como calcificación
metastásica y casi siempre refleja un trastorno en el metabolismo del calcio, con hipercalcemia.
Calcificación distrófica
Esta alteración se observa en áreas de necrosis (coagulativa, caseosa o licuefactiva) y también en focos de necrosis
grasa enzimática. La calcificación es casi inevitable en los ateromas de la aterosclerosis avanzada. También se desarrolla
con frecuencia en las válvulas cardíacas lesionadas o envejecidas, alterando todavía más su función (Fig. 2-13). Cualquiera
que sea el lugar de depósito, las sales de calcio aparecen macroscópicamente como gránulos o grumos blancos y finos, a
menudo percibidos como depósitos arenosos. A veces, un ganglio linfático tuberculoso se convierte prácticamente en una
piedra.
MORFOLOGÍA. Histológicamente, con la tinción habitual de hematoxilina y eosina, las sales de calcio tienen un aspecto
basófilo, granular amorfo y, a veces, grumoso. Pueden ser intracelulares, extracelulares o ambas. Con el paso del
tiempo, se puede formar hueso heterotópico en el foco de calcificación. En ocasiones, células necróticas aisladas
pueden constituir semillas cristalinas que se van a incrustar de depósitos minerales. La adquisición progresiva de capas
externas puede dar lugar a configuraciones laminadas, denominadas cuerpos de psamoma debido a su parecido con
los granos de arena. Algunos tipos de cánceres papilares (p, ej., tiroideo) desarrollan con frecuencia cuerpos de
psamoma. Cuando las sales de calcio se almacenan a lo largo de las finas espículas de asbesto en el pulmón, surgen
Calcificación metastásica
Esta alteración puede producirse en tejidos normales siempre que haya hipercalcemia. La hipercalcemia también acen-
túa la calcificación distrófica. Existen cuatro causas principales en los grupos de pacientes que presentan hipercalcemia:':
1) aumento de la secreción de hormona paratiroides (PTH), con la consiguiente reabsorción ósea, como en el
hiperparatiroidismo debido a tumores paratiroideos y en la secreción ectópica de PTH por tumores malignos
(Capítulo 8);
2) destrucción de tejido óseo, en tumores primarios de la médula ósea (p. ej., mieloma múltiple, leucemia) o en
cuadros de metástasis óseas difusas (p. ej., cáncer de mama), de metabolismo óseo acelerado (p. ej..
enfermedad de Paget) o de inmoviliza ción:
3) trastornos relacionados con la vitamina D como la intoxicación por vitamina D, la sarcoidosis (en la que los
macrófagos activan un precursor de la vitamina D) y la hipercalcemia idiopática de la infancia (síndrome de
Williams), caracterizada por una sensibilidad anómala frente a la vitamina D.
4) insuficiencia renal, que causa la retención de fosfato, con hiperparatiroidismo secundario. Otras causas menos
frecuentes son la intoxicación por aluminio, que se observa en pacientes sometidos a diálisis renal crónica, y
el síndrome de la leche y alcalinos, que se debe a la ingestión excesiva de calcio y de antiácidos absorbibles
copio la leche o el carbonato cálcico.
La calcificación metastásica puede producirse en todo el organismo, pero afecta principalmente a los tejidos intersticia-
les de la mucosa gástrica, riñones, pulmones, arterias sistémicas y venas pulmonares. Aunque las localizaciones son
muy diferentes, todos estos tejidos pierden ácido y. por tanto, presentan un compartimiento alcalino interno que les
predispone a la calcificación metastásica. En todas estas localizaciones, las sales de calcio se parecen
morfológicamente a las descritas en la calcificación distrófica. Así, pueden aparecer como depósitos amorfos no
cristalinos o bien, en otras ocasiones, como cristales de hidroxiapatita.
En general, las sales minerales no causan ninguna disfunción clínica, pero a veces una afectación masiva de los pul-
mones produce alteraciones radiográficas acentuadas y déficit respiratorios. Los depósitos masivos en el riñón
(nefrocalcinosis) pueden causar, con el tiempo, una lesión renal (Capítulo 21).
Figura 2-14 Modelo de calcificación facililada por la membrana. Los iones de calcio se unen a los fosfolípidos presentes en la membrana. Las fosfatasas de la mem-
brana generan grupos fosfato que se unen al calcio fijado. Se repite el ciclo de unión entre el fosfato y el calcio, aumentando el tamaño del depósito. Aparece un micro-
cristal tras un rcordcnamiento de los iones de fosfato y calcio. (Adaptado y modificado de Majno G. Joris 1: Cells Tissues and Disease: Principies of General Pathology.
Camhridge, MA, BIackwel1 Scientific. 1996)
CAMBIO HIALINO
El término hialino se utiliza ampliamente como un término histológico descriptivo más que como un marcador específico
de lesión celular. Suele hacer referencia a una alteración dentro de las células o en el espacio extracelular, que
proporciona un aspecto homogéneo, vitreo y rosado a los cortes histológicos habituales teñidos con hematoxilina y
eosina. Este cambio de tinción es producido por diversas alteraciones y no representa un patrón específico de acumula-
ción. Las acumulaciones intracelulares de proteínas, anteriormente descritas (gotitas de reabsorción, cuerpos de Rus-
sell, hialina alcohólica de Mallory), son ejemplos de depósitos hialinos intracelulares.
La hialina extracelular ha sido algo más difícil de analizar. El tejido fibroso colágeno de las cicatrices antiguas puede pa-
recer hialinizado, pero el mecanismo fisioquímico subyacente a este cambio no está claro. En la hipertensión de larga
duración y en la diabetes mellitus, las paredes de las arteriolas, especialmente en el riñón, se hialinizan debido a la
proteína plasmática extravasada y al depósito de material en la membrana basal. En las tinciones con hematoxilina y
eosina, el grupo de proteínas denominado amiloide (expuesto en el Capítulo 7) también tiene un aspecto hialino. Sin
embargo, se trata de proteínas fibrilares muy específicas con una composición bioquímica característica. El amiloide
puede identificarse claramente por sus características tintoriales especiales con el rojo Congo, con el que adopta un
color rojo y muestra birrefringencia con luz polarizada. Por tanto, aunque es conveniente utilizar el término hialino, es
importante reconocer la multitud de mecanismos que causan este cambio y las implicaciones de la alteración cuando se
observa en procesos patológicos diferentes.
ENVEJECIMIENTO CELULAR
Shakespeare fue probablemente quien caracterizó mejor el envejecimiento en su elegante descripción de las siete
edades del hombre. Comienza en el momento de la concepción, compromete a la diferenciación y maduración del
organismo y sus células, en algún punto variable del tiempo conduce a una pérdida progresiva de la capacidad
funcional característica de la senescencia, y termina con la muerte.
Con los años, se producen alteraciones fisiológicas y estructurales en casi todos los órganos y sistemas. El envejeci-
miento de los individuos está influido en gran medida por factores genéticos, dieta, aspectos sociales y la aparición de
enfermedades relacionadas con la edad, como la aterosclerosis, la diabetes y la artrosis. Además, existen pruebas
suficientes de que las alteraciones inducidas por el envejecimiento en las células son un componente importante del
envejecimiento del organismo. En este capítulo se abordará el envejecimiento celular porque puede representar la
acumulación progresiva con los años de lesiones subletales que pueden conducir a la muerte celular o, al menos, a una
disminución de la capacidad de la célula para responder a la lesión.
Diversas funciones celulares se deterioran progresivamente con la edad. La fosforilación oxidativa por las mitocondrias
está reducida, como lo están también la síntesis de los ácidos nucéicos de las proteínas estructurales y enzimáticas, de
los receptores celulares y de los factores de transcripción. Las células envejecidas tienen una capacidad reducida para
captar nutrientes y para reparar las lesiones cromosómicas. Las alteraciones morfológicas de las células envejecidas
consisten en núcleos anormalmente lobulados e irregulares, mitocondrias vacuoladas pleomórficas, disminución del
retículo endoplásmico y deformación del aparato de Golgi. Al mismo tiempo, existe una progresiva acumulación del
pigmento lipofuscina, que como ya hemos visto, representa un producto de la peroxidación lipídica y una prueba de la
lesión oxidativa: productos terminales de la glucosilación avanzada, que se deben a la glucosilación no enzimáticos y
que son capaces de establecer enlaces cruzados con las proteínas adyacentes y proteínas con plegamiento anómalo.
El papel que desempeña la lesión oxidativa se expone más adelante. Los productos terminales de la glucosilación
avanzada son importantes en la patogenia de la diabetes mellitus y se exponen en el Capítulo 20, aunque también
pueden participar en el envejecimiento. Por ejemplo, la glucosilación de las proteínas del cristalino relacionada con la
edad puede ser la base de las cataratas seniles. La naturaleza de las proteínas con plegamiento anómalo fue
comentada anteriormente en este capítulo.
Aunque se han propuesto varios mecanismos para explicar el envejecimiento celular, las teorías más recientes se
centran en dos procesos relacionados entre sí: la existencia de un reloj genéticamente determinado, que controla el
envejecimiento, y los efectos de la exposición continúa a factores exógenos, que dan lugar a la acumulación progresiva
de lesiones celulares y moleculares. A continuación, se revisarán ambos procesos.
Diversas respuestas de carácter protector contratTestan la lesión progresiva de las células, y una de las más
importantes es el reconocimiento y reparación del DNA lesionado. Aunque la mayor parte de las lesiones del DNA son
reparadas por enzimas endógenas de reparación del DNA, algunas persisten y se acumulan a medida que las células
envejecen. Diversas pruebas señalan la importancia de la reparación del DNA en el proceso de envejecimiento. Los
pacientes con síndrome de Werner muestran un envejecimiento prematuro y el producto génico defectuoso es una
helicasa del DNA: una proteína implicada en la replicación y reparación del DNA así como en otras funciones que
Se podrían decir muchas más cosas acerca de los mecanismos del envejecimiento celular, pero quizá sea suficiente se-
ñalar que estos mecanismos representan tanto acontecimientos programados en la proliferación y diferenciación
celulares (como el acortamiento de los telómeros y la actividad (le los genes del reloj) como las consecuencias de la
lesión ambiental progresiva sobre los mecanismos de defensa celulares (Fig. 2.18). La lesión oxidativa por radicales
libres en las proteínas, lípidos y DNA, así como las modificaciones post-traducción de las proteínas (p. ej., glucosilación
no enzimática) son dos ejemplos bien estudiados de estos efectos exógenos. La incapacidad para reparar las lesiones
oxidativas o las lesiones del DNA parece ser especialmente importante en el envejecimiento celular, y puede contribuir
al envejecimiento prematuro de las células en ciertos trastornos.
0 10 20 30 40 50 60 70
Nivel de duplicación de la población
Figura 2.15 Duplicación de la población de ftbroblasros humanos primarios procedentes de un recién nacido, de una persona de 100 años y de un paciente de 20 años de
edad y con síndrome de Werner. La capacidad de las células para crecer formando una monocapa confluente disminuye al aumentar los niveles de duplicación de
población. (Tomado de Dice JF: Cellular and molecular mechanisms of aging. Physiol Rev 73:150. 1993.)
Figura 2-16 ∎
Telómeros (parte inferior) y mecanismo propuesto de determinación de longitud por regulación de la actividad de la telomerasa. La telomerasa
activa (parte media) añade secuencias repetidas y proteínas reguladoras (parte superior) que a su vez reprimen la actividad de la telomerasa.
(Modificado con autorización de Shore D: Different means to common ends. Nature 385:676, 1997. Copyright 1997. Macmillan Magazines
Figura 2-17
Hipótesis telóntero-telomerasa y capacidad proliferativa. En el diagrama la longitud del telómero está relacionada con el número de divisiones
celulares. En las células somáticas normales, no existe actividad de la telomerasa y los telómeros se acortan progresivamente al aumentar las
divisiones celulares y hasta que se produce la detención del crecimiento o senescencia. Las células germinales y las células madre o precursoras
contienen actividad de la telomerasa, pero sólo las células germinales presentan niveles suficientes de esta enzima corto para estabilizar por
completo la longitud del telómero. La activación de la telomerasa en las células cancerosas inactiva el reloj telomérico que limita la capacidad
proliferativa de las células somáticas normales. (Modificado con autorización de Holt SE, et al: Refining the telonter-teloiterase hypothesis of
aging and cancer. Nature Biotech 14:836. 1996. Copyright, 1996, Macmillan Magazines Limited.)
OXÍGENO
↓
METABOLISMO AERÓBICO
Enzimas mitocondriales y peroxisomales, oxidasas citosólicas, citocromo P-450
Funciones celulares con sensibilidad redox: Diferenciación celular, transducción de señal, control transcripcional
Figura 2.18 Estrés oxidativo y envejecimiento. El metabolismo aeróbico genera metabolitus reactives del oxígeno como el peróxido de hidrógeno el anión superóxido y
el Oxido nítrico. Estas especies reactivas pueden ser inactivadas por los mecanismos de defensa antioxidantes, o pueden dar lugar a diferentes metaholilos secundarios
del oxígeno reactivo (p. ej.. peroxinitrito). Las interacciones entre las especies reactivas y las macromoléculas pueden producir nodilicaciones oxidativas reversibles e
irreversibles. La acumulación de lesiones oxidativas irreversibles puede ser un factor causal en el envejecimiento y en ciertas enfermedades. Entre los mecanismos de
defensa antioxidantes se incluyen el glutatión, la vitamina E, la vitamina C y el trato. SOD, superóxido dismutasa. (Modificado ele Weindruch R. Sohal RS: Caloric
intake and aging. N Engl J Med 337:986. 1997.)
CONCLUSIÓN
Está claro que las diferentes formas de alteraciones y adaptaciones celulares descritas en los dos primeros capítulos de
este libro cubren un amplio espectro, que va desde las formas reversibles e irreversibles de la lesión celular aguda hasta el
tipo regulado de muerte celular representado por la apoptosis, las alteraciones patológicas en las organelas celulares, las
adaptaciones en el tamaño, crecimiento y función celulares, y las formas menos ominosas de acumulaciones intracelulares,
entre ellas las pigmentaciones. Existen referencias a estas alteraciones a lo largo de todo el libro debido a que todas las le-
siones orgánicas y, finalmente, todas las enfermedades clínicas se originan por trastornos en la estructura y la función
celulares.
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