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Hace un tiempo en la ciudad de guayaquil, cinco amigas, Carmen, Anthonella, Priscila, Gabriela

y Emily, se encontraban en una situación similar: sin trabajo y con el deseo ferviente de
cambiar sus vidas. Cada una tenía habilidades únicas y experiencias diversas, pero compartían
la misma visión de emprender algo juntas para generar ingresos.

En una de sus reuniones, Carmen, la organizadora nata del grupo, propuso la idea de abrir una
papelería. Ya que ella tenía una casa que era herencia de sus abuelos, la cual tenía muchas
ventajas, como la ubicación , la fachada que estaba recién pintada y de una manera lista para
un negocio, decidió donar el local para proceder con la idea plantada, Emily también se
pronunció y dijo que podría donar un carro que ella tenía y no usaba , estaba en buen estado
para usarlo en el local como logística

La emoción llenó la habitación al instante. Cada una aportaría una cantidad específica de
dinero y buscarían un préstamo bancario para cubrir el resto de los gastos iniciales. La clave era
encontrar un nombre que reflejara la diversidad y la unión del grupo.

Después de largas sesiones y algunas bromas, llegaron a la conclusión de que su negocio se


llamaría "CAPEG". Cada letra del nombre representaba a una de ellas: Carmen, Anthonella,
Emily, Priscila y Gabriela. La elección del nombre no solo capturaba la esencia de su
colaboración, sino que también transmitía la idea de creatividad y originalidad, elementos
clave para el éxito de su empresa.

Una vez decidido el nombre, se pusieron manos a la obra. Emily, con su experiencia en
contabilidad, se encargó de los aspectos financieros y negoció con el banco para obtener el
préstamo necesario. Priscila, con su talento para logística, se encargaría de la gestión de
inventarios y almacenamiento

Anthonella, apasionada por la organización, asumió el rol de gerente y se encargó de la


coordinación diaria del negocio. Gabriela, con sus habilidades en marketing y relaciones
públicas, se encargó de dar a conocer “CAPEG” en la ciudad.

Y se procedió a realizar el contrato de un personal que se encargue de las ventas el cual fue
sometido a pruebas y capacitado.

La papelería abrió sus puertas en una ubicación estratégica, cerca de una escuela y una zona de
oficinas, asegurando un flujo constante de clientes. La tienda se destacaba por su ambiente
acogedor, con estantes llenos de productos únicos y personalizados.

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