Está en la página 1de 6

Anypsa: la historia de Nemecio Torvisco y el

color del éxito


Nemecio Torvisco inicio su camino vendiendo golosinas en la puerta de un
cine para, con inteligencia y esfuerzo, convertirse hoy en día en uno de los más
importantes modelos emprendedores peruanos gracias a su empresa de pintura,
Anypsa.

A mediados de la década de los 80, un pequeño Nemecio Torvisco de apenas 14


años se dedicaba a la venta de golosinas en la puerta del cine Riva Agüero, en
el Agustino. Ya desde hace muchos años atrás conocía la fuerza del trabajo,
puesto que luego de que falleciera su padre, Nemencio y sus hermanos tuvieron
que dedicarse a cultivar la tierra en su natal Abancay, empezando la jornada a
las cuatro de la mañana.

Pero la llegada a la capital representaba una nueva oportunidad para los


hermanos, así que, además de vender caramelos en la puerta del cine, Nemecio
también trabajaba en una carpintería y procuraba ahorrar todo lo que
podía. Durante aquellos años uno de sus hermanos perdió su empleo en una
fábrica de pinturas, pero como ya conocía el negocio decidió dedicarse a la venta
de pinturas.

Nemecio se unió a su hermano en esta primera aventura y decidió apoyarlo en


el negocio. Pero los buenos resultados les dieron una nueva idea: iniciar una
fábrica de pinturas. Los hermanos tomaron los ahorros que tenían y los
invirtieron en la compra de un motor eléctrico. Fue así como nació Anypsa.

Los hermanos consiguieron un local de 100 metros cuadrados que terminó


convirtiéndose en un problema, puesto que el hombre con quien hicieron el trato
no era el verdadero dueño, por lo que terminaron perdiendo su primera
inversión. Pero no se dejaron hundir por este hecho y decidieron buscar un nuevo
espacio, encontrando el ideal en Santa Anita.

El nuevo local no tenía techo, y el imprevisible clima limeño los atacaba con una
persistente garúa, así que los jóvenes emprendedores tuvieron que cortar un par
de bolsas de plástico, coserlas y turnarse para sostenerlas por los extremos
durante varias horas para usarlas como techo, de tal manera que no les arruine
la producción.

Cuando las ventas iniciaron llegó el momento de enfrentarse a un nuevo


problema: la contabilidad de la empresa. Sin mayores conocimientos sobre el
cálculo de impuestos o el sistema correcto de facturación, Nemecio se arriesgó
y arruinó varias facturas hasta que obtuvo una perfectamenten
mecanografiada y bien calculada. Fue entonces, cuando el nivel de ventas les
sonreía, que decidieron mudarse a otro local de 500 metros cuadrados en
Naranjal. Pero esto no lo alquilaron, sino que gracias al financiamiento del
banco lograron hacerse de un terreno propio.

Desde entonces sus ventas no han hecho más que crecer. Hoy cuentan con una
moderna planta de pintura y un equipo de más de 600 trabajadores. Y aún
quieren más: el mercado internacional los atrae, pero antes desea que Anypsa
termine de conquistar el mercado local.

“Los momentos difíciles y dificultades nos sirvieron para hacernos


fuertes y luchar por salir adelante”, dice Nemecio Torvisco, quien quedó
huérfano de padre cuando apenas tenía 4 años. Tuvo que aprender a
trabajar la chacra en su pueblo, San Juan de Chacña de Abancay, para
ayudar a su madre.

A los 9 años, emigró a Lima junto a sus seis hermanos y vendió


golosinas en El Agustino para costear sus estudios. Con el pasar del
tiempo, su hermano Alejandro lo ‘jaló’ a la empresa donde trabajaba y
repartieron latas de pintura en bicicleta.

Al ver que había una oportunidad de negocios, los hermanos Torvisco


reunieron sus ahorros, alquilaron un local y empezaron a preparar
pinturas en una olla.
Ustedes son una historia de éxito, ¿es verdad que vendían latas de
pintura y las repartían en sus bicicletas?

Sí, trabajamos en la empresa de mi tía y vendíamos las pinturas en una


bicicleta.

En ese tiempo, ¿qué fue lo más duro que vivió?

Lo más duro fue la niñez, es difícil quedarse sin padre. Ayudábamos a mi


madre a cosechar y cuando cargábamos la cosecha al caballo, el peso nos
vencía y terminábamos con todo en el suelo, mi madre nos veía y lloraba.

¿Qué les inspiró a hacer empresa?

De niños decidimos salir adelante y teníamos que velar por nuestra


madre.

¿Cómo se iniciaron el negocio de pinturas?

Mi hermano Alejandro trabajaba en una llantería, luego aprendió a hacer


pinturas y en esa fábrica me jaló para que yo vendiera. Hicimos muchos
clientes, quienes nos decían que hagamos un negocio.

¿Con qué capital lo hicieron?

Con nuestros ahorros. Empezamos con un local de 100 metros cuadrados


y una ollita en el piso.

¿Es verdad que los estafaron?


Sí, con el alquiler del local en Santa Anita, pero salimos adelante.

¿Cómo fue su primera oficina?

Compré esteras y cerqué el lugar, luego conseguí un balde de aceite que


me sirvió como escritorio y un galoncito de pintura que era mi silla.

CASO DE ESTUDIO
PINTURAS ANYPSA HERMANOS TORVISCO

ANYPSA se ha convertido en la empresa líder en la fabricación de


pinturas líquidas y en polvo, logro que se ha ido fortaleciendo gracias
a una política basada en el mejoramiento continuo, la calidad total y
la capacitación constante del personal. Ésta es su historia. La primera
oficina de Anypsa estaba equipada con: cuatro esteras, las más
baratas, dos baldes de pinturas- que servían de sillas- y una máquina
de escribir obsequiada. Una realidad que ahora se contrasta con una
computadora personal con pantalla de plasma y un confortable sillón
gerencial en el quinto piso de un edificio propio de los Hermanos
Torvisco, oriundos de Apurímac.

El éxito de los tres hermanos, cuyas iniciales dieron el nombre a la


empresa, Alejandro, Nemecio y Prudencio; no es producto de la suerte,
es de un trabajo ininterrumpido a lo largo de los años. Ellos decidieron
hacer empresa en el Perú y lograron forjarse en la lid competitiva del
mercado.

 Todo tiene un inicio

Si a Alejandro, que empezó trabajando en una llantería, le hubieran


aumentado el sueldo al llegar a la mayoría de edad otra hubiera sido
la historia de los tres hermanos. Él trabajaba en una empresa de
pinturas desde los 13 años, pero al cumplir 18 años creyó que su
sueldo se incrementaría, pero no fue así. Él siempre había trabajado
en el campo con sus hermanos y su madre, labrando la tierra para
beneficio suyo, así que no era imposible generar su propio empleo.
Entonces habló con sus dos hermanos: Nemecio y Prudencio; el
primero laboró vendiendo golosinas en un lugar que ya no existe-
Cine Riva Agüero, El Agustino- y en un taller de carpintería; el
segundo en labores de construcción, un obrero. Reunidos los tres
constituyeron Anypsa, la empresa de fabricación de pinturas, la que
es una recopilación de las iniciales de los tres nombres. Volvían a estar
juntos. Tal como se lo habían prometido de pequeños en Abancay, su
tierra, ya con los ahorros de los tres compraron su primer motor
eléctrico en la calle Pachitea, para luego ir al Jirón de la Unión para
crear el logo de la empresa.

 Empresa creada

El primer local que alquilaron, de cien metros cuadrados, resultó una


pésima inversión, fueron estafados, pues quien les alquiló el local no
era el verdadero dueño. Se recuperaron y continuaron con el proyecto.
El 11 de septiembre de 1991 a las 11 de la noche comenzaron a
elaborar las pinturas. El local de Santa Anita era apenas un espacio
cuadrado donde el techo era una ilusión, dos de los hermanos tuvieron
que sostener un plástico que fungía de techo durante de toda la noche,
para que la lluvia no arruine la preparación de las pinturas. Pronto el
local inicial no era lo suficientemente grande para la empresa, por lo
que se mudaron a otro de 500 metros cuadrados en Naranjal. También
ese quedaría pequeño ante el crecimiento vertiginoso de Anypsa.
Sus operaciones y ventas crecieron con el transcurso de los años, y
ahora tienen una moderna planta de pinturas de 45 mil metros
cuadrados, Trapiche, Carabayllo, en la que operan 280 trabajadores,
que en su mayoría proviene de Abancay. También cuentan con una
flota propia de 34 camiones de reparto. Su trabajo y sus planes no
cesan. “Queremos aumentar nuestra capacidad de producción y
exportar a Ecuador, Bolivia y Chile”, afirma el menor de los hermanos
Torvisco, Nemecio

Por ahora los hermanos intensifican la producción para la exportación


a países vecinos, aún recuerdan como una bicicleta vieja los ayudaba
a transportar los baldes de pintura en diferentes puntos de Lima. Aún
recuerdan el 11 de septiembre de 1991 cuando nació Anypsa, la
recopilación de las iniciales de los hermanos Torvisco, aún recuerdan
Abancay, esa tierra que les enseñó a no caerse, a trabajar arduamente
y a creer en los sueños. Aún hay tiempo para soñar.

También podría gustarte