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TEMA 7

EL UNIVERSO ARTÍSTICO TRAS LA II GUERRA MUNDIAL.


MODOS NARRATIVOS DEL EXISTENCIALISMO. LAS EXPRESIONES TEATRALES DEL
ABSURDO. LITERATURA ENTRE EL REALISMO Y EL AUTOTELISMO ESTÉTICO.
ANÁLISIS DE RÉQUIEM POR UN CAMPESINO ESPAÑOL DE RAMÓN J. SENDER EN LA
PERSPECTIVA COMPARATISTA.

TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA LITERATURA COMPARADA: LITERATURA ESPAÑOLA (29034)


La narrativa de postguerra
•Introducción

•Novela de tesis en la primera postguerra

•Tremendismo, existencialismo

•Facetas del realismo hacia el medio siglo

•Del socialrealismo a las estructuras narrativas en


los años 60

•La novela del tardofranquismo


Introducción
Contexto histórico político. La Guerra Civil (1936 – 1939) y la “Victoria”:
•La muerte y el exilio
•Aislamiento político (1955: ingreso de España en la ONU)
•Censura (1966: Ley de Prensa e Imprenta o “Ley Fraga”)

La narrativa anterior a 1936:


•Novela “deshumanizada”, intelectualista;
exquisitez sensitiva
•Experimentación por influencia de las
vanguardias
•Primeros testimonios de literatura social
La primera postguerra:
novela de tesis
Evasionismo mediante el humor o el irrealismo
Wenceslao Fernández Flórez, El bosque animado, 1943
Realismo tradicional
Ignacio Agustí, Darío Fernández Flórez, Juan Antonio Zunzunegui
Novelas de tesis, maniqueas y panfletarias.
Exaltación en la defensa de los valores falangistas.

Prosa de contenido nacionalista

Rafael García Serrano, Eugenio o la proclamación de la primavera, 1938.


Agustín de Foxá, Madrid de corte a checa, 1938.
Benítez de Castro, Se ha ocupado el kilómetro seis, 1939.
Ricardo León, Cristo en los infiernos, 1941.
Concha Espina, Princesas del martirio, 1941.
“Jaime de Andrade”, Raza, 1942.
Años 40: Tremendismo
Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían
motivos para serlo. Los mismos cueros
tenemos todos los mortales al nacer y sin
embargo, cuando vamos creciendo, el destino
se complace en variarnos como si fuésemos de
cera y en destinarnos por sendas diferentes al
mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes
se les ordena marchar por el camino de las
flores, y hombres a quienes se les manda tirar
por el camino de los cardos y de las
chumberas. Aquellos gozan de un mirar sereno
y al aroma de su felicidad sonríen con la cara
del inocente; estos otros sufren del sol violento
de la llanura y arrugan el ceño como las
alimañas por defenderse. Hay mucha
diferencia entre adornarse las carnes con
arrebol y colonia, y hacerlo con tatuajes que
después nadie ha de borrar ya.
Años 40: existencialismo
Nada, de Carmen Laforet (1945)

•Transposición del malestar social a la esfera de lo


íntimo, de lo personal.
•Reflexión individual sobre la condición humana.
•Ambiente opresivo y sórdido, sin alcanzar los
extremos tremendistas.
•No hay una crítica social propiamente dicha,
aunque la posterior lectura lo sea.

Miguel Delibes, La sombra del ciprés es alargada,


1948.
TREMENDISMO, EXISTENCIALISMO
En 1942 apareció La familia de Pascual Duarte, de Cela,
quien iría marcando, en pasos sucesivos, el curso de la
narrativa de postguerra. Se trata de una novela descarnada, con
un protagonista bestializado que parece movido por un hado
ciego, en un mundo brutal. Un lenguaje hermoso e inocente —
y a veces un tanto impropio, pues la novela se presenta como
las memorias de un inculto campesino extremeño condenado a
muerte— contrasta con la realidad novelada, patológica y
hasta repulsiva. Aunque la obra parece vertebrar cierto
existencialismo, la sordidez ambiental termina proponiendo
una lectura social. Entre los méritos de la novela de Cela,
descuella su prosa de ribetes expresionistas, que en ciertos
rasgos remite a la de Valle.
La novela de Cela abrió la puerta a una serie de
obras que presentaban similares ingredientes:
seres alucinados, tarados físicos o psíquicos,
miseria moral... El abuso de una literatura que se
regodeaba en la degradación terminó
provocando una sensación de hartazgo. A esta
corriente literaria se la denominó
«tremendismo», aunque por criterios puramente
estéticos parece más propio considerarla
neoexpresionista.
Guarda conexión con ella una serie de novelas coetáneas,
centradas temáticamente en la condición humana interpretada
en un sentido existencial. Son abundantes los elementos de
contacto con las novelas tremendistas: personajes violentos,
indolentes u oprimidos; situaciones de vacío, sufrimiento y
náusea; pautas realistas, alejadas de la renovación formal; uso
frecuente de la primera persona para dar un tono de sinceridad
a vivencias y problemas que a veces son los del propio autor.
Pero, frente a ellas, no se recurre sistemáticamente a la
truculencia exaltada o al desgarrón expresionista. Las
situaciones son más acordes con la insatisfacción que con la
desesperación. Con todo, la impresión global no puede ser más
negativa, dominada por la sensación de fracaso y la sordidez
ambiental.
Este clima es el de Nada (1945), novela con que
la jovencísima Carmen Laforet obtuvo el primer
premio Nadal. En ella contaba en primera
persona y con gran sencillez las vicisitudes de
Andrea, joven estudiante de una tristeza poco
definida, en un entorno familiar caracterizado
por la morbosidad y la oquedad vital. En 1948
Miguel Delibes inicia su andadura, dentro de
este marco, con La sombra del ciprés es
alargada, de un pesimismo vagamente
existencial.
Años después, novelas como Nosotros, los
Rivero (1952), de Dolores Medio, o Entre
visillos (1958), de Carmen Martín Gaite,
presentaban un mundo en que la frustración de
los personajes ya no procedía principalmente de
su desorganizado universo íntimo, sino, en muy
buena medida, de un entorno ramplón, gris y
provinciano. La relación entre novela
existencial, centrada en conflictos que
desbordan lo histórico, y novela social, en que el
problema deriva principalmente de las
circunstancias del medio, se hace así evidente.
El realismo hacia el medio siglo
Mi novela La colmena, primer libro de la serie Caminos inciertos, no es otra cosa
que un pálido reflejo, que una humilde sombra de la cotidiana, áspera, entrañable y
dolorosa realidad.
Mienten quienes quieren disfrazar la vida con la máscara loca de la literatura. Ese
mal que corroe las almas; ese mal que tiene tantos nombres como queramos darle,
no puede ser combatido con los paños calientes del conformismo, con la
cataplasma de la retórica y de la poética.
Esta novela mía no aspira a ser más -ni menos, ciertamente- que un trozo de vida
narrado paso a paso, sin reticencias, sin extrañas tragedias, sin caridad, como la
vida discurre, exactamente como la vida discurre. Queramos o no queramos. La
vida es lo que vive -en nosotros o de nosotros-; nosotros no somos más que su
vehículo, su excipiente como dicen los boticarios. […]
Mi novela -por razones particulares- sale en la República Argentina; los aires
nuevos -nuevos para mí- creo que hacen bien a la letra impresa. Su arquitectura es
compleja, a mí me costó mucho trabajo hacerla. Es claro que esta dificultad mía
tanto pudo estribar en su complejidad como en mi torpeza. Su acción discurre en
Madrid -en 1942- y entre un torrente, o una colmena, de gentes que a veces son
felices, y a veces, no. Los ciento sesenta personajes que bullen -no corren- por sus
páginas, me han traído durante cinco largos años por el camino de la amargura. Si
acerté con ellos o con ellos me equivoqué, es cosa que deberá decir el que leyere.
El realismo hacia el medio siglo

•Estructura caleidoscópica

•Personaje colectivo

•Condensación cronológica

•Omnisciencia: aparente neutralidad


El realismo hacia el medio siglo
Realismo objetivista, conductivista o Realismo crítico o socialrealismo
behaviourista

•Pretende únicamente ofrecer un •Tiene como objetivo principal la


testimonio objetivo de la realidad. crítica social, la denuncia de la
injusticia
•Se limita a registrar la conducta de
los personajes, sus acciones y sus •Su fin último trasciende lo literario: la
palabras, sin intervención alguna. novela se concibe como un arma en la
lucha por el cambio social.
•No hay omnisciencia, sino “autor
oculto”. •José María Castellet, La hora del
lector, 1957.
•Sánchez Ferlosio, El Jarama, 1956.
•Juan Goytisolo, Para una literatura
nacional popular y Problemas de la
novela, 1959.
El realismo hacia el medio siglo
La generación del Medio siglo y la novela socialrealista:

•Jesús Fernández Santos, Los bravos, 1954


•Alfonso Grosso, La zanja, 1961
•Jesús López Pacheco, Central eléctrica, 1958
•Armando López Salinas, La mina, 1960
•Ignacio Aldecoa, El fulgor y la sangre, 1954;
Con el viento solano, 1956; Gran Sol, 1958
•Juan Goytisolo, Juegos de manos, 1954; La resaca, 1958
•Antonio Ferres, La piqueta, 1959

Las técnicas narrativas se subordinan a la voluntad de transmitir un contenido:

•Estructura sencilla y narración lineal


•Espacio y tiempo reducidos
•Personaje colectivo y personaje representativo
•Rechazo de la novela psicológica
•Desaparición del autor en aras de la pretendida objetividad
•Predominio del diálogo; lenguaje directo y desnudo
Años 50: otras tendencias
Camilo José Cela, Mrs. Cadwell habla con su
hijo, 1953

Ana María Matute, Los Abel, 1948; Fiesta al


noroeste, 1952, Los hijos muertos, 1958; Primera
memoria, 1959.

Miguel Delibes, Mi idolatrado hijo Sisí, 1953;


Diario de un cazador, 1955; Diario de un
emigrante, 1958; La hoja roja, 1959; Las ratas,
1962.

Gonzalo Torrente Ballester, Los gozos y las


sombras, 1957 – 1962.

Álvaro Cunqueiro, Merlín y familia, 1955; Las


crónicas del sochantre, 1959.
Del socialrealismo a las estructuras
narrativas: años 60

Cuando, poco a poco, los escritores abrimos


los ojos descubrimos que nuestras obras no
habían hecho avanzar la revolución [...]
Dolorosa sorpresa la nuestra: el progreso y la
marcha del mundo no dependía de nosotros;
nos habíamos equivocado de medio a medio
en cuanto al poder real de la literatura.
Supeditando el arte a la política rendíamos un
flaco servicio a ambos: políticamente
ineficaces, nuestras obras eran, para colmo,
literariamente mediocres; creyendo hacer
Juan Goytisolo
literatura política no hacíamos ni una cosa ni
otra.
Del socialrealismo a las estructuras
narrativas: años 60
Conciliación del realismo crítico con un estilo cuidado
(J. M. Caballero Bonald, Dos días de septiembre, 1962)

Influencia de los grandes novelistas extranjeros:


Generación Perdida (John Dos Passos, Ernest Hemingway)
Nouveau roman (Alain Robbe-Grillet, Marguerite Duras)
Joyce, Kafka, Faulkner, Proust

Técnicas de la novela hispanoamericana:


Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Juan Rulfo
Mario Vargas Llosa, La ciudad y los perros (Premio Biblioteca Breve 1962).
Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, 1967.
Del socialrealismo a las estructuras
narrativas: años 60
Generación del Medio siglo:
•Juan Goytisolo, Señas de identidad, 1966;
Reivindicación del conde Don Julián, 1970.
•Juan Marsé, Últimas tardes con Teresa, 1966; La
oscura historia de la prima Montse, 1970.
•Juan Benet, Volverás a Región, 1967.
•Luis Goytisolo, Antagonía (Recuento, 1973; Los
verdes de mayo hasta el mar, 1976; La cólera de
Aquiles, 1979; Teoría del conocimiento, 1981).

Primera generación de postguerra:


•Camilo José Cela, Oficio de tinieblas, 1973.
•Miguel Delibes, Cinco horas con Mario, 1966;
Parábola del náufrago, 1969.
•Gonzalo Torrente Ballester, La saga-fuga de J.B.,
1972.
Del socialrealismo a las estructuras
narrativas: años 60
Autor y “punto de vista”
Se multiplican las posibilidades narrativas:
Narrador aséptico (tercera persona)
Narrador personaje (primera persona)
Narrador en segunda persona o en las tres
personas narrativas

Personajes y fábula
Protagonistas grises que son el reflejo de un
mundo sin certidumbres
Acciones intrascendentes
Lo onírico, lo imaginario, lo alegórico…
Experimentación y juegos de lenguaje
Del socialrealismo a las estructuras
narrativas: años 60
Estructura y tiempo
Estructura externa:
División en secuencias, sin marcas de separación
Novelas sin división
Estructura interna:
Desorden argumental
Saltos en el tiempo (flash-back)
Compresión de la acción en un tiempo reducido
Final sin desenlace argumental

Monólogo interior y estilo indirecto libre


Reflejo del mundo interior del personaje:
Monólogo interior o corriente de conciencia (automatismo
psíquico surrealista)
Estilo indirecto libre: se prescinde de verbos introductores
(estilo indirecto)
y de las conjunciones subordinantes (estilo directo)
La novela en el tardofranquismo
Generación del Medio siglo
Rechazo generalizado de la novela socialrealista e intensificación de la experimentación
formal.

1968: Nueva generación de narradores


José María Guelbenzu, Ramón Hernández,
Pedro Antonio Urbina, José Leyva
Novela hermética y culturalista
Rechazo de la novela de argumento
Intensa experimentación formal

La España de la postguerra a través de una sensibilidad camp:


Intertextualidad: mass media, cómic, cine americano...
Francisco Umbral, Memorias de un niño de derechas,
Las ninfas, La noche que llegué al café Giijón
Terenci Moix, El día en que murió Marilyn
Manuel Vázquez Montalbán, Crónica sentimental de España, Tatuaje
La novela en el tardofranquismo

Eduardo Mendoza,
La verdad sobre el caso Savolta, 1974.

•La experimentación deja paso de nuevo a lo argumental

•Recuperación del placer de contar historias


El teatro de postguerra
Introducción
El teatro durante la guerra civil.
Dos bandos:

· Teatro republicano:
Madrid, Valencia y Barcelona
«Consejo Nacional del Teatro», «Junta de
Espectáculos», «Nueva Escena», «Guerrillas
del Teatro»
Rafael Alberti, Max Aub, Miguel
Hernández, Ramón J. Sender, Manuel
Altolaguirre, José Bergamín

·Teatro nacional:
San Sebastián, Sevilla y Zaragoza
«Comisaría de Teatros Nacionales», «Teatro
de la Falange»
Agustín de Foxá, José María Pemán, Juan
Ignacio Luca de Tena, Gonzalo Torrente
Ballester
Teatro humorístico y de evasión
1939 - 1949

1. Un humor pretendidamente renovador: Jardiel Poncela y Miguel Mihura

2. Comedia de evasión y drama ideológico: José María Pemán, Joaquín Calvo Sotelo
TEATRO HUMORÍSTICO, POÉTICO Y DE EVASIÓN
Un humor pretendidamente renovador: Jardiel y
Mihura

El desenlace de la Guerra Civil restaura y fortalece las


condiciones que habían motivado el predominio del teatro
burgués de la preguerra.
Jardiel Poncela y Miguel Mihura
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952)

Humor atrevido, basado en las situaciones


inverosímiles y enloquecidas, alejado de las
convenciones realistas

Entre la innovación vanguardista, próxima al teatro


del absurdo, y el conformismo de un humor más
costumbrista

Usted tiene ojos de mujer fatal


Angelina o el honor de un brigadier
Las cinco advertencias de Satanás
Cuatro corazones con freno y marcha atrás
Un marido de ida y vuelta
Eloísa está debajo de un almendro
Los ladrones somos gente honrada
De los intentos renovadores de por entonces, queda la figura de Jardiel
Poncela (1901-1952), cuyo teatro, que había cosechado tantos éxitos, fue
siendo paulatinamente repudiado por el público, quizás porque su humor
atrevido y las situaciones inverosímiles y enloquecidas que planteaba
tenían algo de ruptura —pese a la filiación franquista del autor—
respecto a los valores pacatos y represivos de la sociedad de los cuarenta.
Jardiel representa uno de los intentos vanguardistas de nuestro teatro
cómico, enfrentando a la comicidad costumbrista (lo sainetesco,
Arniches, el género chico) un humor inverosímil y dislocado, alejado de
las convenciones realistas..., pero con no pocas concesiones a los
requerimientos de un público acostumbrado a ese otro tipo de comicidad
que él rechazaba. De ahí la tensión entre un Jardiel innovador, próximo
al «teatro del absurdo» —Ricardo Doménech lo ha llegado a comparar
con Ionesco—, y otro más conformista.
Sus obras se sitúan cronológicamente a ambos lados de la
Guerra Civil, aunque no hay una separación clara, ni
ideológica ni estética, entre unas y otras. Anteriores a ella son
Usted tiene ojos de mujer fatal, Angelina o el honor de un
brigadier, Las cinco advertencias de Satanás, Cuatro
corazones con freno y marcha atrás...; posteriores, Un marido
de ida y vuelta, Eloísa está debajo de un almendro, Los
ladrones somos gente honrada, etc. Quizás a Jardiel le haya
faltado ambición y formación intelectuales de mayor fuste,
dado que su teatro no acierta a convertir la sucesión de efectos
cómicos y situaciones absurdas en un todo compacto y
sostenido que contuviera una consideración general —y, desde
luego, negativa— del mundo.
Miguel Mihura (1905-1977)
Es uno de los más destacados autores teatrales
españoles del siglo XX. Sus comienzos literarios y
artísticos fueron como articulista y dibujante, con
colaboraciones en diversos diarios y revistas: La Voz,
El Sol, Buen Humor, Gutiérrez, Muchas gracias y
otros.

Durante los años de la guerra civil española dirigió la


revista La Ametralladora, de carácter humorístico y en
1942 fundó la revista La Codorniz.
Su primera y acaso mejor comedia, Tres sombreros de
copa, la escribió en 1932, aunque no la estrenaría hasta
veinte años después, el 24 de noviembre de 1952, en el
teatro Español de Madrid, cuando ya había estrenado,
en 1939, ¡Viva lo imposible! o el contador de estrellas,
escrita en colaboración con Joaquín Calvo Sotelo; Ni
pobre ni rico, sino todo lo contrario, en colaboración
con Tono, en 1943; y El caso de la mujer asesinadita,
en colaboración con Álvaro de Laiglesia, en 1946.
Miguel Mihura junto a Enrique Jardiel Poncela =
renovar la risa.

Cansados ya de la farsa y del humor fácil, ofrecen una


nueva forma de interpretar la realidad.

Humor intelectual, próximo al de las comedias del


absurdo. Las situaciones inverosímiles y los diálogos
regidos por una lógica poco corriente además de ciertas
dosis de amargura.

No pura diversión, sino como una crítica a la sociedad


española y a todas sus convenciones.
Jardiel Poncela y Miguel Mihura
Miguel Mihura (1905-1977)

Humor “absurdo” de trasfondo lírico y emotivo y


de base lingüística: giros inesperados, diálogos
absurdos…

Entre la crítica a los convencionalismos y el


teatro más comercial:

Es preciso «hacer ese teatro comercial o de Tres sombreros de copa


consumo, al alcance de la mentalidad de los El caso de la mujer asesinadita
empresarios, de los actores y de las actrices, y de Sublime decisión
ese público burgués que, con razón, no quiere Melocotón en almíbar
quebrarse la cabeza después de echar el cierre de Maribel y la extraña familia
la puerta de su negocio» Ninette y un señor de Murcia
Relacionado con Jardiel está Miguel Mihura (1905-1977), autor también
de un teatro de gran comicidad, fuera de los cauces humorísticos
tradicionales. Su perfecto conocimiento de las técnicas teatrales es
manifiesto en su primera obra, Tres sombreros de copa, de argumento en
buena medida autobiográfico. Su protagonista, Dionisio, ha de pasar la
noche anterior al día de su boda en un hotel. Allí conoce a Paula,
miembro de una extraña compañía de bailarines, quien encarna la
libertad, la fantasía y lo inesperado, frente a la existencia codificada
representada por Margarita, la novia de Dionisio. Aunque éste, tras una
noche agitada y mágica, se siente enamorado de Paula y arrastrado por
una forma de vida que ni siquiera sospechaba antes, termina aceptando la
boda programada y la existencia vulgar. La obra no deja ver que se trata
de un artificio teatral e irrealista, sino que da la impresión de «cosa
viva», adobada con un humor absurdo que no oculta un trasfondo
profundamente lírico y emotivo.
Otros títulos de este autor son El caso de la mujer asesinadita,
Sublime decisión, Melocotón en almíbar, Maribel y la extraña
familia, Ninette y un señor de Murcia, etc. Los veinte años
que, según se ha dicho, hubo de esperar Mihura para ver
estrenada esta comedia, le hicieron rebajar sus pretensiones
estéticas, aunque siempre dentro de un nivel muy superior al
de otros autores cómicos. La crítica a los convencionalismos,
propia del teatro de Mihura, sufre en ocasiones de la presión
comercial e ideológica, pues, como el mismo autor advirtió,
era preciso «hacer ese teatro comercial o de consumo, al
alcance de la mentalidad de los empresarios, de los actores y
de las actrices, y de ese público burgués que, con razón, no
quiere quebrarse la cabeza después de echar el cierre de la
puerta de su negocio».
Su humor, en vez de basarse en situaciones de carácter
inverosímil, como el de Jardiel, es de rango más bien
lingüístico, como resultado de giros inesperados, diálogos
absurdos, etc. Su teatro es cómico por tales golpes de efecto,
pero, valorado en toda su amplitud, no puede considerarse un
teatro humorístico en sí mismo. Los personajes apenas poseen
una individualidad psicológica marcada —al igual que ocurre
en el esperpento valleinclanesco, tan alejado por otra parte del
teatro de Mihura—, ni su comicidad «absurda» es asimilable
al «teatro del absurdo», pues no llega a cuajar, como ocurre en
éste, en una cosmovisión global de la condición humana.
La comedia de evasión
Personajes y ambientes de la burguesía media y
alta

Ideología conservadora y tradicionalista

·Piezas rosas de final tranquilizador

·Drama ideológico (valores franquistas)

José María Pemán


Los tres etcéteras de don Simón
La viudita naviera

Joaquín Calvo Sotelo


La muralla

Otros autores: Juan Ignacio Luca de Tena, José


López Rubio, Víctor Ruiz Iriarte
La comedia de evasión
Durante más de tres décadas, los escenarios presentaron un teatro
halagador de los gustos del público «mayoritario», circunscrito a los
ambientes y personajes de la burguesía media y alta. Esta producción,
muy cuidada desde el punto de vista de su factura formal, se movía
siguiendo las pautas de la comedia benaventina de preguerra —
procedente, a su vez, de la «alta comedia», tras un lógico proceso de
adaptación—, sobre un fondo ideológico conservador y tradicionalista.
Este tipo de teatro, más importante por su representatividad ideológica
que por su entidad dramática, se orienta en dos direcciones: la comedia
de evasión, cuya intrascendencia y comicidad dosificadora de los
aspectos críticos, suelen resolverse en «piezas rosas» de final
tranquilizador; y el drama ideológico, que ensalza más activamente las
instituciones vigentes, el orden social establecido, el catolicismo
asociado a ese orden social, y el universo de valores resultante tras la
guerra civil.
Uno de los autores más señeros de esta línea dramática es José María
Pemán, que provenía del teatro «poético» de la preguerra, y que había
sido muy prolífico en tiempos de la Guerra Civil. Pemán, que durante el
conflicto había suministrado justificaciones ideológicas a los sectores
más conservadores, fue abandonando poco a poco esa militancia
demasiado explícita, en favor de un teatro más costumbrista, teñido de
gracejo y humor, de frecuente fondo andalucista y de innata facilidad
para dar con soluciones felices (Los tres etcéteras de don Simón, La
viudita naviera...). Joaquín Calvo Sotelo es, por su parte, el representante
de la triunfante comedia burguesa, que a veces se atreve a plantear
problemas de conciencia con evidente carga crítica (La muralla), aunque
en tales casos se escamotea el conflicto y se ofrecen salidas
confortadoras que recuerdan el viejo recurso del deus ex machina.
Autores de parecido signo son Juan Ignacio Luca de Tena, José López
Rubio, Víctor Ruiz Iriarte, etc.
El teatro hacia 1950
“Generación realista”:
Teatro protestatario, de denuncia, ideológicamente opuesto al anterior

Historia de una escalera (1949), Antonio Buero Vallejo


Escuadra hacia la muerte (1953), Alfonso Sastre

Arthur Miller,
La muerte de un viajante.
1952, Teatro de la Comedia
(Madrid)

Dirigida por José Tamayo y


protagonizada por
Carlos Lemos y Paco Rabal, con
José Luis Pellicena
Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre
Antonio Buero Vallejo (1916 – 2000)

Drama ético: lucha entre la limitación humana y sus ansias de plenitud


Búsqueda de la felicidad, la verdad y la justicia

Teatro realista y simbolista: individual y colectivo, existencial y social

Técnica realista “retrasada”:


efecto de inmersión en el público
(En la ardiente oscuridad,
Un soñador para un pueblo)

“Posibilismo”:
Un soñador para un pueblo
Las meninas
El sueño de la razón
La detonación
Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre
Alfonso Sastre (1926)

Teatro contestatario, crítico con la sociedad española


Dificultades con la censura

La mordaza
La cornada
Guillermo Tell tiene los ojos
tristes
En la red
La sangre de Dios
Ana Kleiber
La sangre y la ceniza
Crónicas romanas
La taberna fantástica
La “Generación realista”
Neorrealismo o socialrealismo; oposición ideológica al franquismo

Injusticia y discriminación social, marginación


Explotación del hombre por el hombre, condiciones del proletariado
Hipocresía moral, cuestionamiento de valores sociales tradicionales

Tono coloquial, habla de la calle, crudeza expresiva


Lauro Olmo
La camisa
Rodríguez Méndez
Los inocentes de la Moncloa
Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga
Carlos Muñiz
El grillo
El precio de los sueños
El tintero
Martín Recuerda
Las salvajes en Puente San Gil
Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca
El teatro en el tardofranquismo
“Nuevo teatro” a partir de los años 60:

•Destrucción interna del personaje


•Acción y lenguaje parabólicos
•Invasión de la escena por objetos
(aislados y estáticos o dinámicos)
•Ambigüedad del sistema de signos,
abstracción
•Carácter críptico, cerrado, de los símbolos
•Falta de tensión y conflicto dramáticos
•Inexistencia de un destinatario concreto

“Teatro independiente”, underground:


•T.E.I. (Teatro Experimental Independiente)
•Els Joglars
•Tábano, Castañuela 70
•Los Goliardos
Autores: José Ruibal, José María Bellido, Martínez Mediero, Martínez Ballesteros, Luis
Matilla, Luis Riaza
Francisco Nieva y Fernando Arrabal

Francisco Nieva (1929)

Surrealismo, Dadaísmo
“Teatro furioso”
Pelo de tormenta
La carroza de plomo candente

Fernando Arrabal (1932)

Vanguardias
“Teatro pánico”
El arquitecto y el emperador de Asiria
El cementerio de automóviles
Oye, patria, mi aflicción
Fernando Arrabal
Dramarturgo, cineasta, poeta y novelista español.

Exiliado en Francia a partir de 1955.

Amigo de Andy Warhol y de Tristan Tzara, pasó tres


años en el grupo surrealista de André Breton.

Con Alejandro Jodorowsky y Roland Topor fundó en


1963 el Grupo Pánico.
Una opinión crítica
“Fernando Arrabal es el autor de un teatro genial, brutal,
sorprendente y gozosamente provocador. Un potlatch
dramatúrgico donde la chatarra de nuestras sociedades
«avanzadas» se carboniza en la pista festiva de una
revolución permanente. Hereda la lucidez de un Kafka y
el humor de un Jarry; por su violencia se emparenta con
Sade o con Artaud. Pero es probablemente el único en
haber llevado tan lejos la irrisión. Gozosamente lúdica,
rebelde y bohemia, su obra es el síndrome de nuestra
época de alambradas: una forma de mantenerse alerta”.
En Dictionnaire des littératures (Éditions Bordas)
-El teatro del absurdo es un estilo de teatro que
apareció en los años 1960. Se caracteriza por una
ruptura total con los géneros más clásicos, como el
drama o la comedia. Es un género que trata
frecuentemente de la absurdidad del hombre y de la
vida en general, ya que esta última siempre conduce a
la muerte.

-Caída del humanismo tras la Segunda guerra Mundial.


- Se inspiró de los surrealistas y de los dadaístas y está
radicalmente opuesto al realismo.

-Eugène Ionesco, Samuel Beckett, Arthur Adamov,


Jean Genet, o incluso Harold Pinter.
- La absurdidad de las situaciones y la
desestructuración del lenguaje han hecho de este estilo
teatral un verdadero movimiento dramático.

-Exigencia desprovista de significación al representar


el despropósito del mundo en el cual la humanidad se
pierde.
El apoyo en los escritos teóricos de Antonin Artaud,
El teatro y su doble (1938) y en la noción brechtiana
del efecto de distanciación.

El tema existencialista que se encontraba en Jean-Paul


Sartre y Albert Camus (sin embargo, estos autores
utilizaban las herramientas de la dramaturgia
tradicional convencional y desarrollaban el tema en un
orden racional).
-Sin duda influenciado por Huis Clos (A puertas
cerradas) de 1944, el teatro del absurdo no fue ni un
movimiento ni una escuela y todos los escritores
relacionados con esta etiqueta eran extremadamente
individualistas y formaban un grupo heterogéneo.

Lo que tenían en común,sin embargo, además del


hecho de que no pertenecían a la sociedad burguesa
francesa, radica en un rechazo global del teatro
occidental por su adhesión a la caracterización
psicológica, a una estructura coherente, a una
intriga y en la confianza en la comunicación a través
del diálogo.
Herederos de Alfred Jarry y de los surrealistas, Samuel
Beckett o Jean Vauthier introdujeron el absurdo en el
propio seno del lenguaje, expresando así la
dificultad de comunicar, dilucidar el sentido de las
palabras y la angustia de no conseguirlo.

Mostraban antihéroes, luchando con su miseria


metafísica, seres sin marcas, presos de fuerzas
invisibles en un universo hostil. (La parodia de
Adamov, 1949, Las criadas de Jean Genet, 1947, La
cantante calva de Ionesco, 1950)
Enlaces recomendados:

SA-AE: Prosa de postguerra, consulta 08/12/2018:


Años 40 : http://www.spanisharts.com/books/literature/prop40.htm
Años 50: http://www.spanisharts.com/books/literature/prop50.htm
Años 60-75: http://www.spanisharts.com/books/literature/prop675.htm

SA-AE: Teatro postguerra, consulta 08/12/2018:


Exilio y postguerra:
http://www.spanisharts.com/books/literature/tentreg.htm
Teatro social: Buero y Sastre:
http://www.spanisharts.com/books/literature/tsocbs.htm
Fernando Arrabal:
http://www.spanisharts.com/books/literature/tarrabal.htm
Desde los 70: http://www.spanisharts.com/books/literature/tdemo.htm

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