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Novela y ensayo posteriores a 1936

Novela de la inmediata posguerra.


La novela inmediata de posguerra se trata de una novela
falangista, similar en ideología a la poesía desarraigada.
Los novelistas son jóvenes falangistas que, acordes con el régimen
vencedor en la guerra, quieren dejar constancia de la victoria como
una gesta heroica y salvadora.
Las novelas que aparecen es este periodo, son novelas, y aun
valorando la calidad de algunas ellas, partidistas y propagandísticas.
Cecilio Benítez de Castro, “Se ha ocupado el kilómetro 6”; G. Torrente
Ballester, “Javier Mariño”, R. García Serrano, “Leoncio Pancorbo”.

Novela existencialista. (1942-1954)


Se limita a expresar la conciencia del personaje o su peripecia
individual en lucha con el destino o con las circunstancias cotidianas.
Son obras realistas que intentan un camino de renovación en la
posguerra, distinto o contrario al de las falangistas, aunque aún
recurren a técnicas narrativas tradicionales.
Se centra en los temas de la guerra civil, aun muy cercana, o en los
años de la posguerra, un periodo duro, gris y doméstico, durante los
cuales, los personajes soportan su intrincado mundo interior y su falta
de esperanza.
“La familia de Pascual Duarte”, de Camilo José Cela; “Nada”, de
Carmen Laforet; “La sombra del ciprés es alargada”, de Miguel
Delibes.
1. C. J. Cela. (1916-2002)De ideas y visión del mundo
tremendistas, cercano a Baroja en el pesimismo existencial y
la escasa fe en la naturaleza humana, pasa por ser más un
creador de lenguaje que un novelista en sentido estricto. Su
producción pasa por tres etapas diferenciadas: un primera
etapa, denominada tremendista, en la que escribe entre
otras novelas, “La Familia de Pascual Duarte”, una novela
cruda y excelente sobre la guerra que de forma ambigua
culpa a la República de los desmanes y los maslo pasos de
su protagonista. Su segunda etapa, paralela al realismo
social, está representada por “La Colmena”, muy influyente
en la década por su técnica de secuencias narrativas y
costumbristas, y por su visión despiadada del Madrid de la
posguerra. Otra novela de esta etapa, es Mrs. Cadwell habla
con su hijo, que destaca por su narración psicológica. Su
tercera etapa, la etapa experimentalista, destacan las obras
“Vísperas, festividad y octava de San Camilo”.
2. Miguel Delibes (1920-2010). Se mantiene siempre en el
análisis del mundo rural marginado, en la crítica de una
burguesía urbana despreocupada y en el logro de un
lenguaje sobrio, natural y preciso de gran belleza. Su etapa
existencial con la obra “La sombra del ciprés es alargada”.
Pronto desemboca en el realismo de ambiente rural, unas
veces con tono amable en “El camino”, y otras con desgarro
en Las ratas”; y “Los santos inocentes”, una obra maestra
sobre la vida de los humillados rurales. El realismo también
es aplicado al análisis de los ambientes urbanos, bien para
denunciar la desolación del ser humano en la sociedad el “la
hoja roja”, o bien para criticar a la burguesía estúpida, inútil
y provinciana, en “cinco horas con Mario”, “el príncipe
destronado”.
3. G. Torrente Ballester (1910-1999) Recibe un sorprendente
reconocimiento crítico en 1972, al publicar “La saga/fuga de
JB”, después de treinta años sin ser valorado por su obra. En
su trayectoria se distinguen cuatro etapas. La primera
cuanta con una novela sobre la guerra, “Javier Meriño”, y
otras de tipo desmitificador, “el golpe de estado de
Guadalupe Limón”. La segunda, realista y tradicional, está
presentada por la trilogía histórica “Los gozos y las sombras
(El señor llega; donde da la vuelta el aire; La Pascua triste; y,
Off-Side)”. En la tercera etapa mezcla la renovación
estructural de la época con la fantasía, el humor, y la parodia
del experimentalismo. “La saga/fuga de JB”; “La isla de los
jacintos cortados”. En la cuera etapa, que progresa en humor
literario, están “Yo no soy yo, evidentemente”; “Crónica del
rey pasmado”.

Novela del realismo social. (1954-1962)

Los nuevos novelistas de la Generación del 50, que viven su


niñez durante la guerra civil, intentan presentar con objetividad su
testimonio sobre los recuerdos de la guerra, los conflictos de la vida
colectiva española, los ambientes concretos del trabajo, de las
profesiones, del campo o de la ciudad. Al igual que hicieran los
poetas, exigen un cambio en la sociedad.
La novela social supera a la existencialista y aún más en la actitud
ideológica. Por un lado, suscribe un compromiso ético, un testimonio
crítico y una denuncia social, por otro, recurre alas técnicas del cine y
de la novela norteamericana y neorrealista italiana, coetáneas suyas.
Los escritores de este tipo de novela utilizan un narrador oculto, como
una cámara de cine, que se limita a presentar los hechos y deja
actuar a los personajes con diálogos constantes. Configuran la trama
con métodos conductistas basados en el esquema estímulo-
respuesta, y estructuran el texto en secuencias, también al modo
cinematográfico.
El modelo de la novela social lo da “los bravos”, de J. Fernández
Santos, y lo lleva a su madurez, “El Jarama”, de R. Sánchez Ferlosio.
1. J. F. Santos. Compagina la dirección de cine con la literatura.
Inaugura el realismo social con Los bravos, una novela que
muestra la miseria de la posguerra en un pequeño pueblo
controlado por un cacique. Empuja también en España, el auge
de la novela histórica con Entremuros, entre otras.
2. I. Aldecoa. Destaca por su compromiso ético, la verosimilitud de
sus historias y la precisión del hombre en su prosa. En sus obras
narra el dramatismo y la tensión del hombre en su lucha por la
vida, el destino o el trabajo. Obras: El fulgor y la sangre, Con el
viento solano.
3. C. Martín Gaite. Ofrece una progresión evidente en su
trayectoria. Recibe el premio Nadal en 1958, por su obra Entre
visillos. Más tarde publica Retahílas, un ejemplo de la
renovación narrativa. En 1978, publica El cuarto de atrás, su
mejor novela, una obra a medio camino entre la autobiografía,
la memoria y el consciente onírico.
4. J. Goytisolo. (1931). Es sin duda, el autor contemporáneo más
inquieto en la búsqueda de nuevos caminos para la novela en
las etapas del realismo social, en el período de renovación
narrativa, y en la etapa experimentalista. Obras: Duelo en el
paraíso, Señas de identidad, Paisajes después de la batalla.
5. A. M. Matute. Su obra alterna el realismo crítico con
perspectivas más fantásticas. Obras: Fiesta al noroeste, Los
soldados que lloran la noche, Luciérnagas.

Renovación narrativa y experimentalista.


1. Renovación narrativa.
En 1962, L. Martín Santos, publica Tiempo de silencio, una obra
que modifica el realismo e influye en todos los novelistas de la
época. Mantiene el compromiso social, la intención crítica, la
denuncia de personas e instituciones y la actitud testimonial, pero
sustituye las sencillas técnicas realistas por otras más complejas.
La novela, Tiempo de silencio, es construida mediante una estructura
que rompe con la linealidad y en la que destacan el monólogo
interior, el contrapunto, el perspectivismo, el desorden temporal, la
concepción mítica de la realidad cotidiana, la conversión del
narrador en un intérprete de la acción, la implicación del autor
en la obra y la riqueza verbal extraída de distintos registros
lingüísticos.
Estas innovaciones influyen rápidamente en novelistas de todas
las edades, como J. Marsé, Delibes, J. Benet, C. J. Cela.
1. L. Martín Santos. Conocido psiquiatra, muere en un
accidente de tráfico. Publica libros de psiquiatría y
Tiempos de silencio. Póstumamente, se publican,
Tiempos de destrucción, novela inconclusa; y cuentos
bajo el título de Apólogos.
2. Juan Marsé. Critica a la burguesía despreocupada ya en
sus primeras novelas, pero alcanza su mayor carga
ideológica en Últimas tardes con Teresa, obra
renovadora que analiza con dureza a la burguesía que
juega a ser revolucionaria y al marginado que intenta
desclasarse. La renovación prosigue en La oscura
historia de la prima Montse, y se intensifica en Si te
dicen que caí, un ajuste de cuentas con la historia
colectiva de la posguerra.
3. Juan Benet. Se trata de uno de los autores
emblemáticos de la renovación narrativa. Sus firmes
postulados estilísticos se inclinan por la indagación del
discurso textual y en contra de los elementos
argumentales. Centrado casi de modo exclusivo en la
recreación de la guerra civil en un lugar mítico.

2. Novela experimentalista.
La renovación narrativa, desemboca en la novela
experimentalista. A esta tendencia, contribuyen los novelistas
hispanoamericanos del momento: J. Cortázar, C. Fuentes, Vargas
Llosa, etc.
Hacia 1967, hay que destruir la acción, la trama y el argumento.
El resultado es un nuevo manierismo formalista, opaco por la
acumulación de técnicas narrativas y lingüísticas, que lleva a la
redacción de texto incomprensibles y al consiguiente
alejamiento de los lectores.
1. M. Espinosa. Es el novelista más original del
experimentalismo. Su novela Escuela de mandarines,
conjuga la actitud crítica y la intención experimental. Por un
lado, parodia y satiriza los modos de vida y las instituciones
políticas, religiosas y educativas del franquismo; por otro
recurre a distintas formas estructurales del discurso
narrativo que en ocasiones se acercan al ensayo.

La novela última.
Desde 1975 hasta hoy, el aspecto más importante de la novela
es el aumento de lectores, causado por diferentes motivos como: la
simplificación de las estructuras narrativas, que eliminan la
complejidad textual anterior; la recuperación del argumento, la trama
y los personajes, y de contar una historia cerrada y continua; la
utilización de las personas narrativas tradicionales; presencia de
diálogos; y el abandono de las intenciones ideológicas o políticas.
Los novelistas se proponen contar historias, bien a través de la
fantasía o la imaginación, bien a través de un realismo diferente al de
sus antecesores por la presencia de elementos oníricos, subjetivos,
imaginarios o fantásticos que también forman parte de la realidad.
• Neorrealistas. Últimas obras de Delibes, Martín Gaite, etc.
• Neorrealismo psicológico. Álvaro Pombo, J. M. Guelbenzu, La
mirada, J. Marías, Todas las almas;
• Neorrealismo social. Lourdes Ortiz, Antes de la batalla; M.
Longares, Soldaditos de Pavía.
• Neorrealismo fantástico, mítico y esperpéntico. J. M. Merino,
Luis Landero.

1. Eduardo Mendoza. Contribuye a la recuperación del lenguaje


narrativo en la novela de los últimos años e impulsa las nuevas
tendencias, desde su primera novela, La verdad sobre el caso
Savolta, una obra que alterna lo histórico, lo social, y lo realista
con la intriga policial esperpéntica.
2. Álvaro Pombo. Propone un tipo de narración psicológica e
intelectual en el espacio cerrado de la unidad familiar cuyos
miembros actúan como islas incomunicadas. Obras: Donde las
mujeres, El parecido.
3. L. Mateo Díez. Sus obras compaginan el realismo de las
situaciones con la potenciación mítica y el tratamiento
expresionista de los espacios y los personajes. Obras: La fuente
de la edad, Camino de perdición.
4. J. M. Merino. Se trata del autor más representativo de la
literatura fantástica española. Sus novelas se localizan en
espacios realistas y contextos cotidianos que siempre quedan
trascendidos por la fantasía. Obras: El heredero, Novela de
Andrés Choz.
5. R. Chirbes. Máximo representante de la actual literatura realista
social. Sus novelas proponen una revisión crítica y dialéctica de
los cambios históricos y los desajustes sociales de nuestro
tiempo. Obras: La buena letra, La caída de Madrid, Los disparos
del cazador.

El ensayo.
En la década de 1940, el género se adapta a la nueva
situación política y aparece un tipo de ensayo que persigue la
legitimación del régimen surgido tras la guerra civil. Por el contrario,
los intelectuales del bando vencido que no se exilian, han de
resignarse ante el nuevo régimen y orientan su actividad hacia temas
que, políticamente, no supongan un daño directo al orden
establecido. En la década de 1950, un incipiente ensayo de opinión
se concentra en el ámbito universitario y personajes como D.
Ridruejo, P. Laín Entralgo, muestran con cautela, su inquietud por
conectar con los problemas que traspasan los estrechos límites de la
España oficial.
En las décadas de 1960 y 1970, el cuerpo social siente la necesidad
de asimilar un bagaje ideológico con que hacer frente a los cambios
sociales y políticos que se avecinan. Esta actitud colectiva explica el
incremento de los ensayos en esta época. Numerosas editoriales y
revistas, contribuyen a la difusión del pensamiento extranjero
mediante traducciones o textos divulgativos y actúan como
impulsores de esos deseos de transformación proporcionando los
materiales teóricos precisos. Desde la década de 1980, el ensayo de
carácter político se sustituye por uno de carácter ético y estético,
mucho más distante de credos ideológicos concretos, y guiado por
una voluntad de acercamiento al lector.

1. P .Laín Entralgo. Pasa de ser uno de los intelectuales más


representativos del régimen tras la guerra civil, a situarse en
posiciones moderadamente críticas. Obras: España como
problema, en la que se ocupa de la cultura española; La espera
y la esperanza, trata la antropología.
2. J. L. López Aranguren. Se preocupa por los problemas éticos, los
vínculos entre ética y sociedad y las cuestiones religiosas.
Obras: Ética y política; catolicismo día tras día.
3. E. Tierno Galván. Uno de los intelectuales destacados, tanto por
su labor científica, académica, política, como por su gran
cultura humanística. Destaca su oposición al régimen franquista
y su papel en la reciente democracia. Sus ensayos se centran
en la sociología, la cultura, y el problema del regeneracionismo.
4. Julián Marías. Aborda en sus ensayos temas filosóficos y
aspectos relacionados con la cultura y la política.

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