.

TR:\B:\JOSDE ENTREGA
II
.

Aunqueconinashay comunismo
~
''!II'"''''''
las del
,\; se están cerrando llI1 misterio
que todavia persiste: "cuál fue el
atractivo del marxismo que indujo a
tantos intelectuales apasionadus a sus
filas? "CuM era ]a fe que. a] igual que
~~
]os mártires cristianos del SigJo Prime.
"
'\ ro, hizo que muchos murieran por su
.,,,v'i'Þ,..
?IJll%$'t;,..<'? causa? En cjeno aspecto 1a respuesta

i{{''rIr~'' es simple: que a]guna vez fue

]0
enarboladu en nombre de Dios 10 fue
después en nombre de la historia. Se

"~:~"""',"":"" creyó en una escatologia que pondrfa

-..". ~",. fin a ]a división de ]a conciencia, que
.

'. "
..,. " ~ ubi cab a aJ hombre en un est ado de
\ alicnación. EI marxismo era una reli-
'"
gión secular.

Pero como explicación es demasiado

!. recóndita y abstracta. Los individuos
que se comprometen con la politica,
especialmente los intelectuales, se de.
fineH a Sl mismos no sólo por la fe
..

'" ,ë'

sino también por creencias filosófìcas

y racionales, experiencias vividas y por
temperamento, ]a JÒrma en que ellos
susten!an sus creencias.
Después de ]a Segumla Guerra Mun.
dial hubo dos hombres en Paris que
La LuchaPor EI 8igloXX: protagonjzaron un duelo tanto intelec.
tual como personal que abarca todas es.

RAYMOND ARON VERSUS tas diferencias: uno. el filósofo exist en.

cialista Jean.Paul Sartre: e] otro, e1
sociólogo y comentarista político
JEAN PAUL SARTRE Raymond Aron. Durante los primeros
25 años aproximadamente, Sartre, con
su talentu para ]as frases hiperbó]jc.as
y dilemas morales dramatizados, domi.
DANIELBHL Universidadesde Chle:ago,
Columbia vHorvard yenla
nó el discurso, en tanto que Aron fue
Nocidos elmismoal'lo, t90S,
acluaHdodudocønteen desdeñado como alguien que abogaba
10 vidaS8 encargo de

conrlrulr una slme-IrIO que

JaUniwøtsldadde pur Occidcnte y como defensor de los
Cambridge V enla
siemprelosllevoa tecnócratas. En los últimos 15 años,
Fundaclon Henry Ford II. En
enfrentorse.BnlósofoJean eI nombre de Sartre ha perdido bril1o.
Paul SorlTe 'f 81 sociologo suvostatrayeclorla,
RO'fmondAron, 'IerdodllrOI
desiacasu loborde editor en tanto que Aron se ha convertido
mandarines intelaelua!es,
de afamado$ !'evlnQI en el avatar de un liberalis1llo francés
como f.artune y Public
plola~n!lOtOnun que ha barrido casi completamente
pennanente duelo que es
Interelfylaaulonadl
numerosasþ\Jbllcaclones., c\ campo de Ias otrora dominantes
ouS(:ulladoenmearticulo
porDariel Bel.
entre las que se cuentonB ortodoxias marxistas. La publicaciÓn
dB/a ldeøiogiø; ta
ell inglés de ]as MClI10rias de Aron,
Hn
ElnorteamericarlO Be-" éS
Htgada de 10 Sðcl,do(J
tamblénunconocido siete mos después de su rnuerte, en
Lm
pM/-lndustTla/;
Inttlectual que- ha lido
CDl!trtJdfcclollfscuIfUrølts
una versión un tanto resumjda del
prolesorIn las
delcapifalJsmø. volumen recihido con tanto éxito en
ParIs en 1983 y hábi1mente traducido
por George Ho]och, nos da la oportu-
nidad de revisar esa historia y due10
18 RITISTA lXIIERS1TARIA VO 3.!. l'iYl
, f,,,,,~q c... )^i1 CIj V
~..., .
~.ç~59
X-.
,
intelectuales, al menos a través de los
ojos de Aron(.).
i,Qué ideas perdurarán1
Para ellector comprometido, el atrac-
tivo de las Memorias radica en la des-
cripción de los diferentes medios in-
telectua]es en que Aron se movia. EI
más importante es la Ecole Normale
Supérieure (llamada informalmente
Normale Sup), semillero de la elite
intelectual francesa. La Normale Sup
fue fundada en 1794 durante la Re-
voluciòn Francesa con el propósito
de preparar a los educadores de la
nueva sociedad laica; más tarde fue
ampliada por la Tercera República
para preparar profesores de virtud
civica. S~r un normalien es una d istin-
ciòn que se lleva durante toda la vida.
Antes de la Primera Guerra Munuial,
Henri Bergson y Emile Durkheim
fueron dos de sus grandes figuras.
Después de la Segunda 'Guerra Mun-
dial, Jacques Derrida y Michel Fou-
cault también fueron normaliens.
Durante el periodo de la interguerra
los miembros más deslumbrantes de
esa elite que germinaba fueron Sartre
y Aron.
Desde un comienzo ambos se vieron
entrelazados por su genialidad y riva-
lidad. En la competencia de admisiòn,
Aron entró prjmero. Se había previsto
que fuera Sartre, pero fallò. Al año
sigu iente, Sartre lIegó primero y con
un puntaje superior al que habia al-
canzado Aron el año anterior y asi se
sucedió, con vaivenes\ cada uno satien-
do y entrando en las áreas intelectuales
de cad a cual. Con Sartre se trataba de
la fertilidad de su mente, su lengua y
su pluma; en tres semanas era capaz de
escribir un manuscrito de 350 páginas.
Tenía una confianza suprema en sí
mismo: "i,Elevarme al nivel de Hegel?
Por cierto, la ascensiòn no seria ni de-
masiado ardua... ni demasiado larga".
Sin embargo, también era un charla-
tán. Como dice Aron, en un tono
air ado : "No hay duda de que capta.
ba las ideas al minuto y en cuanto es-
.
Not. de la Revist.: Las Memorias de Aron fueron publicadas en español por Alianza Editorial.
taban a su aleance. En 1945, Mer/eau.
Ponty me dijo que se preocupaba
especialmente de no contar/e a Sartre
sus ideas". Por su parte, Sartre afirmó
en una entrevista concedida hacia fines
de su existencia que no habia sido
influido por nadie, a excepciòn quizás
un poco por Paul Nizan, su compañe-
ro fiel, pero "ciertamente no por
Aron".
Los hombres que Aron más admiraba
en la década de los años treinta eran
Alexandre Kojève, Alexandre Koyré
y Eric Weil, tres intelectos superiores
"contra los cuales no osaba medirme".
Kojève, el más brillante y el más mis.
terioso, ofreció un famoso seminario
sobre la "FenomenoJogía" de Hegel a
un grupo de auditores, entre los cuales
se eneontraban Raymond Queneau,
Jacques Lacan, Maurice Merleau.Ponty
y, ocasionalmente, Aron. Su esotérica
interpretaciòn del "fin de la historia"
-que terminaba, en su opiniòn, con el
universalismo proclamado por la Revo-
lución Francesa, iel que al no haber
podido ser lIevado a la práctica por
Napoleón habna sido implement ado
ahora por Stalin! -
se ha repetido dos
veces: la primera en la tragedia de Ios
intelectuales franceses como Merleau.
Ponty, quienes apoyaron el terror de
Stalin como una "necesidad histórj-
ca"; la segunda, como farsa, en el en-
sayo reciente del ex funcionario del
Departamento de Estado Francis Fu-
kuyama. Alexandre Koyré era el gran
historiador de la ciencia. Eric Wei],
el menos conocido fuera de Francia,
era quizás el más docto de los tres y su
mejor obra fue probablemente Philo-
sophie Politique.
Uno aprende de Malraux que quizás
el factor más determinante del com-
portamiento en politica sea el tempe-
ramento. En su novela Los Conquis-
tadores hay dos clases de hombres:
los hombres de fe, quienes se adscri-
ben a los dogmas de religión, y los
hombres de acción, q uienes por d i-
versas razones de atracción se unen a
los verdaderos creyentes, los comu-
nistas. Uno podria decir, sin embargo,
que hay también otras dos clases de
hombres: aquellos que odian y aque-
llos que dudan. Sartre era de los pri-
meros. Desde su infancia (según lee-
mos en Las Palabras) odiaba a la bur-
guesia; 10 que fuera que representa-
sen "esos bastard os" era una anatema
para él. Aron era el hombre supremo
de la duda -frio, lúcido, escéptico-,
su primer instinto era estabiecer dis-
taneia histórica entre si misrno y los
sucesos 0 politicas que estaba ob-
servando.
En sus Memorias, Aron se mueve fá.
cilmente entre las personas y las ideas.
Una de ias paradojas de la década del
treinta, tal como vemos en estas pá.
ginas, es que durante los años del
triunfo de Hitler en Alemania la filo-
sofia alemana entraba a Francia por
medio de jóvenes filósofos franceses
que se rebelaban contra un establish-
ment que los tenia hastiados. AI
comienzo del periodo entre las guerras,
ni los filósofos franceses ni los filòso-
fos alemanes tenian clara conciencia
de la existencia de ambos; 10 mismo
ocurria con los sociólogos. Ni Hege]
ni los postkantianos (Wilhelm Diltbey
y Heinrich Rickert) se encontraban en
el programa de la agrégation, ei exa-
men que se requeria para enseñar en
la universidad. (Tampoco estaban
Marx, Nietzsche, ni Freud). Pero hacia
ei final del periodo, Kojève había in-
corporado a Hegel; Merleau-Ponty y
Sartre habian introducido la fenome-
nologia de Husserl (Ntiusea, la pri-
mera novela de Sartre, es un trabajo
fenomenològico en su materialización
del pensamiento); Sartre habia hecho
francés a Heidegger en su El Ser y la
Nada; y Aron habia escrito tres libros
sobre la sociologia alemana, en parti-
cular sobre Max Weber y sobre el his-
toricismo, el vueleo crucial en el pen-
samiento postkantiano. Las obras de
estos hombres son las responsables de
que en Francia surgiera el interés por
el marxismo después de la guerra. Co.
mo Kojève escribiò en 1946: ''Cual.
en 1985.
19

quier interprctación de Hegel, si es
más que una charla inútil, no es más
que un program a de lucha y de traba-
jo (el nombre de uno de estos 'progra,
mas' se llama marxismo)". Aron, sin
embargo~ atacaba cl marximo, espe-
cialmente cuando èsle declaraba ser
una fonna de necesidad histórica.
EI debate tuvo lugar en tres pianos:
en el de la filosofia, de la literatura
y de la politica. En el primer nivel,
los tenlaS se centraban en ]a filosofia
de Ja historia. Tanto para los hegelia.
110S como para 10s marxistas, la hjsto-
ria era una marelle générale hacia un
telos, una corriente de fondo contra
la cual no se podia resistir. No obs-
tante, para Aron la historia era algo
abierto, diverso, relativo y a menudo
contingente.
En el !live] literario. la excitacÍón era
aÚn mayor. EI existencialismo había
barrido en 10s cafés de SL Germain-
des-Près con la producción de las obras
de leatro de Sartre Sin escape y l.a.1
moscas, La palabra de moda era "au-
tenticidad" y {,quién, insistía Sar-
tre, sino el proletariado representaba
20
. DANiEl BEll .
,,"~
Gen ti/eza de "EJ A1eycurÎO
al '"autêntico sujeto históríco"? A
nivel politico, la polémjca se volcó
crudamente a si uno apoyaria el futu-
ro socialista (par deformado que es-
tuviera en el momento) tal como 10
representaba la Unión Soviética 0 el
materialismo de los Estados U nidos.
La aseveración más brutal de ]a posi-
ción prosoviética fue hecha en 1947
por Merleau-Ponty, coeditor junto con
Sartre de la revista Les Temps Mo-
dèrnes. en su ensayo "Humanisme
et Terreur". EI motivo del ensayo fue
la aparición en Francia de la obra
Darkness at Noon ("Oscuridad a1 alar-
decer"), de Arthur Koesller. En esta
novela, el trágico Rubashov (un re-
presentante de Nikolai Bukharin, la
victim a más prominente de ]os juicios
de Moscú de ]a década del treinta)
"confiesa" hasta la traición, debido a
que se dio cuenta de que sin un des.
tino histórico no era posible tener
creencias. Merleau-Ponty qu Iso voJtear
la posición de Koestler. Llamando a
los juicios de Moscú "debates" C'co-
mo si", dice Aron, "lei acusador]
Vyshinski y lei defensorj Bukharin
estuvieran discutiendo, COmO profe-
sores de filoso fia, el papel relativo de
la necesidad y del accidente"), Mer-
leau-Ponty deelaró: "Hay tanto 'exis-
tencialismo' -en el sentido de para-
dojaj división, angustia y resolución-
en los registros taquigràficos de los
debates de Moscu como en todas las
obras de Koestler". Y, justificando la
necesidad, de terror, afirmó: "EI
marxismo no es sólo una teoria, que
más larde se reempJazará por otra...
No es una filosofía de ]a historia, es
la filosofia de la historia, y rechazar-
la es rechazar la razón hislórica".
Aron rep1icó agudamente con su
obra EI Opio de los 1l1lelectuales.
En sus Memorias ex plica que: "In-
tenté bajar la poesia de la ideologia
hacia la... prosa de la realidad". En
su libro, publicado en 1955, argumen-
tab a que el mito de la revolucìón ser-
via de vela para un nuevo despotismo
preguntaba, bur1ándose del len-
", y se
guaje marxista, i,en qué fonna "consti-
tuye la clase trabajadora la 'auténtica
intersubjetividad'''? Con la aparición
de EI Opio de los Intelectuales y Ins
sucesos politicos de Europa Oriental
del año siguiente, la corriente com en-
zó a darse vuelta. Sin embargo, la
unión férrea entre fe y odio, incluso "I
detcrjorarse, mantjene su forma. Aun
después de la represiòn de la re-
volución húngara, Sartre no veia la
personificación del proyecto revolucio-
nario y socialista fueru del movimiento
comunista. Faltarían veinte años más
para que se completara la tarea de
erOSlOn,
Si bien Sli reputación pública fuera de
Francia descansa mayoritariamente en
sus análisis de las relacinnes interna-
cionales, su reputaciòn perdurará co-
mo intelectual y académico que fue y
es asi COmO a élle gustaria ser juzga-
do. Aron era un escritor extraord i-
nariamente prolifico (a pesar de que
confies. que cuando joven se sentaba
petrificado frente a una página en
blanco): muchos de sus 35 libros y
cientos de artículos. eran respuestas a
su tjempo y, aun cuando usualmente
eran agudos, inevitablernente vuelven (]
estar de moda. Por otra parte, una gran
cantidad de trabajos extraidos de con-
ferencias ofrecidas en La Sorbonne
constituyen exposiciones lúcidas sobre
la historia de las ideas (por ejemplo,
Prineipales eorrientes en el pensa-
miento sociológieo). Establece a Mon-
tesquieu, TocqueviUe y Weber como
importantes fuentes en sociologia po-
lítica; y continuarán siendo leidos.
La pregunta, no obstante, es: icuál
de sus propias ideas y trabajos perdu-
rará?
Las manifestaciones del 68
Hay tres temas a los que Aron volvia
consistentemente y que eran los ejes
de su pensamiento: e] concepto de
"sociedad industrial", la sociologia de
la guerra y el problema de] historicis-
mo, la más permanente de sus preocu-
paciones. EI concepto de sociedad in-
dustrial ha pasado ahora enteramente
a nuestros marcos de referencia-
Aron
buscaba demostrar que las revoJucio-
nes científjcas y tecnológicas
-no
el capitalismo, como 10 sostenian los
marxistas- eran la característica prin-
cipal de la vida moderna. Sobre la
sociologia de la guerra, un tema de-
jado de lado en forma sorprendente
por la mayoria de las pensadores so-
ciológicos, Aron escribió un libro de
800 páginas, Paz y Guerra, en el que
argumentaba que la naturaleza y la
intensidad de las guerras están prede-
tenninadas por el contexto político
del contlicto. Las obras acerca de la
filosofia de la historia se concentra-
ron en los dos temas de detenninismo
y relativismo. EJ énfasis de Aron en el
rol de los actores históricos, de las co-
rrientes múJtiples y que atraviesan el
tiempo y sus discusiones de la causali-
dad y la comprensión son todavia
guias útiles, especialrnente ahora en
que en teoria literaria han vuelto a
surgir las interrogantes sobre el histo-
ricismo en el trabajo de Stephen
Greenb]att y sus colegas en Berkeley.
En fonna paralela a estas tres preo-
cupaciones
-e hilo de su sociologia-
se encuentran sus ideas sobre la au.
tonomia de la politica y la centralidad
de las elites (en oposición aclases).
Estas dos preocupaciones son ahora
"banales" (para usar e1
ténnino mo-
des to de Aron), pero tenian el vigor
de la confrontación intelectual cuando
Aron los usó para contraponer a Weber
y Marx. (Uno de los costos intelectua-
les de establecer vocabulario que se
anticipa a la reaUdad es qoe tales tér-
minos son rápidamente absorb idos por
el lenguaje d iario y pierden su nove-
dad.)
La tranqu ilidad académica de Aron,
al igual que la de la mayoria de los
estudiosos de los paises occidentales,
se via interrumpida por las explosivas
demostraciones estudiantiles de mayo
de 1968, situación que en Francia se
via exacerbada por la acción de los
sindicatos que en forma simultánea
hacían demand as politicas. Esta con.
junción entre estudiantes y trabaja-
dores hizo que De Gaulle perdiera,
por primera vez, su compostura y
desapareciera secretameme por un
tiempo.
En el ambiente intelectual, Aron se
convirtió en un blanco de fundamen-
tal importancia para los estudiantes
y para Sartre. AAron se 10 asociaba
con el Congreso para la Libertad Cul-
tural, una organización internacional
de intelectuales anticomunistas que ha-
bia establecido su programa con
el tema de "i,el fin de la ideologia?"
(pregunta con que concluia su libro
EI Opio de los Inteleetuales). Se habia
acusado al Congreso de recibir fond os
de la CIA y muehos de sus miembros
se sentian desalentados. En las Memo-
rias, Aron deplora este financiamiento
secreto; sin embargo, refiriéndose a la
independencia intelectual de Ignazio
Silone, Michael Polanyi, Manès Sper-
'ber y él mismo, recalca: "No me arre-
piento de haber participado en el Con-
greso, porque su influencia estuvo le-
jos de ser despreciable entre los inte.
lectuales europeos"-
Pero en ]968 la ideologia flameó una
vez más y en las condiciones más ex-
tremas y personales. En Le Nouvel
Observateur Sartre escribió un articu-
lo titulado "The Bastilles of Raymond
Aron" en el que declaraba que Aron
se habia convertido en el simbolo
odiado de la universidad y relacionaba
a Aron con De Gaulle ejemplificando
"Ia politica de la cobardia". En 1a sala
de clases, decía Sartre, los estudiantes
oyen a un Aron de edad, "una figura
totalmente inhumana e inaccesible"
ofreciendo una conferencia pnr un
altoparlante, que repite sin cesar ideas
de una tesis escrita antes de la Segunda
Guerra Mundial "que ciertarnente no
está basada en una erudición digna de
ese nombre".
En uno de los pocos pasajes de sus
Memorias en que Aron demuestra su
ira personal, dice de Sartre: "Impactó
más de una vez por la dureza (de sus
palabras) hacia sus 'caimaus' 0 cama-
radas; que hablaba de su abuelo ago-
nizante (que 10 habia educado) con
'indiferencia manifiesta'; que era vio-
lento en las páginas pero 'que no gus-
taba del diálogo directo
y... que nunca
aceptó un diálogo público conmigo
(0 con cualquier otro)". Sartre, con.
tinúa Aron, nunca hizo un diagnósti-
co del totalitarismo soviético y nunca
10 condenó como tal y guardó su peor
filipica para aquellos que no compar-
tian sus puntos de vista. "Ridiculiza
a los disicJentes soviéticos, y no a los
funcionarios culturales esclavos de
Stalin 0 Khrushev". Sartre afinnaba
que en China y en Cuba los trabaja-
dores "han comenzado a comprender
que esto es realmente el socialismo".
Cualquiera haya sido el resultado, re-
pHca Aron mordazmente, Sartre nunca
miró hacia atrás. "Su doctrina de la
libertad -renovada en cada momen-
to- 10 relevaba, por asi decirlo, de
cualquier responsabilidad del pasado".
;,Cuál fue el motivo de todas estas
pasiones en pro y en contra de las
manifestaciones del 68? Para los
estudiantes, era el momenta escato-
lógico. "Se prohlòe prohibir", rezaba
una de sus más importantes de clara-
ciones. Las reuniones plagadas de hu-
mo en La Sorbonne y las barricadas
en las calles eran nuevas promu]gacio-
nes de los festivales revolucionarios
de 1789. Para ]os rebeldes ya de edad
21
 . LA LUCHA FOR EL SIGLOXX, RAYMOND AROò< VERSeS JEAN.PAULSARTRE .
como Sartre, era la oportunidad para
revivir su juventud, otrora expresada
sólo mediante la imaginación, y que
ahora podía ser vivida en las calles.
No obstante, como Aron escribiera
más tarde en La Revolución Evasiva,
todo no era más que una charada. La
comparación no era con 1789, sino
con el año 1848, descrito por Flaubert
en Educación Sentimental. Todos ju-
gaban un papel teatral y Aron mismo,
como él señala irónicamente, era Toc-
queville.
Como parte de su pasado, las Me-
morias de Aron contienen numerosas
rellexiones sobre el hecho de ser él
un judío, hecho que nunca negó, pe-
ro que nunca aceptó totalmente en
público. En una formulación sorpren-
dente, el satírico vienés Karl Kraus
dijo una vez que en Alemania y en
Austria el judío emancipado sólo po-
día ser un paria 0 un arribista. Aron
no habría entendido, 0 aceptado, esta
idea; él era un francés de orjgen judío,
pero un francés "desjudaizado, no cre-
yente, no practicante, de cultura fran-
cesa y sin cultura judía... EI judío
nace judío porque sus padres fueron
judíos, pero él libremente elige seguir
sjendo judio 0 no".
sin embargo, el tema 10 consumía
Y,
de todas formas. Aron rechazaba la
famosa declaración de Sartre de que el
judaísmo sigue como tal porque otros
definen al judío y de que el judaísmo
se mantiene como movimiento desde
el exterior, por el antisemitismo. EI
judaismo, decía Aron, mantenÍa una
unidad basada en la Bjblia, y "si hay
un pueblo judío, no hay otro pueblo
de la misma clase".
No obstante, siendo un racionalista,
22
Aron no puede aceptar el hecho exis-
tencial de que uno es judío por desti-
no, que cada persona no puede ha.
cerse otra totalmente nueva y que por
ser hijos de nuestro padre los lazos
con el pasado atan al individuo, a
través del tiempo, de la misma forma
que Isaac estuvo unido a Abraham.
En 1979, cuando el impacto del
gulag había comenzado a desilusionar
a la izquierda intelectual francesa,
Aron y Sartre se encontraron por úl-
tima vez con motivo de una reunión
en apoyo de los vietnamitas que vivían
en botes, organizada por algunos ex
maoístas- Sartre, ciego y casi paralí-
tieo, fue conducido al escenario.
UN os dimos la mano", dice Aron,
"y yo dije el viejo saludo: 'Bon jour,
mon petit camarade'. EI no dijo nada,
excepto quizás hola. La fotografía
de nuestro apretón de manos apare-
ció en más de cien países".
Tanto Aron como Sartre hab ían des-
viado el pensamiento intelectual fran-
cés de sus raíces nacionales hacia la
tradición filosófica alemana, el prime-
ro hacia Max Weber, el segundo hacia
Heidegger. Al igual que Heidegger,
Sartre se embarcó en una gran canti-
dad de juegos de palabras para enfren-
tar a un mundo burgués con la idea de
la nada. En una forma más difusa,
esta idea aparece en las piezas de tea-
tro de Beckett y el deconstruccio-
nismo de Jacques Derrida. Sartre la
expresaba más en situaciones dramâ-
ticas que de metafísica; sin embargo,
10 que también es cierto es que cuando
la estética se funde con la política se
convierte en una política de la volun-
tad, sea ésta del Führer y del Folk 0
del partido y de las masas. Como re-
marcaba sardónicamente Aron: "No
necesito ni a Nietzsche ni a Heidegger
para saber que el desarrollo de la hu.
manidad no obedece razón alguna".
Después del espasmo revo]ucionario 0
de la cópula, siempre hay una mañana.
i. Cómo se vive en ]a semioscuridad del
día? Las preguntas sobrias llaman poco
la atención de aquellos dados a los
gestos dramâticos.
Las magníficas Memorias de Aron
pertenecen al siglo XX y la mayoría
de los temas de su "compromiso" y
del de Sartre -Ias exígencias apoea-
lípticas del marxismo, el mesianismo
de la revolución, la "intersubjetividad"
auténtica del proletariado- han side
ahora aplastados por la historia que
atrajo originalmente a ambos hombres.
Se puede esperar que el sigJo XXI
cornie nee en un piano diferente: ]a
eorrespondencia de las escalas polí-
ticas y económicas en la soeiedad
global; la fragmentaeión creciente del
Estado-nación; la presencia "estraté-
gica" de China y Japón. Las Memo-
rias de Aron nos dan la impresión de
ser un cenotafio del siglo pasado.
Sin embargo, las sombras de pruden-
cia, rellejo de su temperamento,
permanecen: su temor alas fuerzas
irracionales en la historia, que ahora
se canalizan a través de contlictos
raciales y étnicos; su escepticismo y
duda acerca de las ideologías y exi-
gencias
con respecto alas verdades
finales; y su ética de responsabiHdad
como la guía para aquellos que andan
el camino de la política, incluso para
salvar almas. Estos son los significados
de su piedra angular.
Traducido por
PATRICIA HORMANN