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MICHEL DE MONTAIGNE

LETRAS UNIVERSALES
Ensayos
1
Edición de María Dolores Picazo

Traducción de Almudena Montojo

NOVENA EDICIÓN

CÁTEDRA
LETRAS UNIVERSALES

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Título original de la obra:
Essais

l. a edición, 1985
5.ª edición revisada, 2001
9 ." edición, 2008
INTRODUCCIÓN

Diseño de cubierta: Diego Lara

Ilustración de cubierta: Susana Narotzky

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© Ediciones Cátedra (Grupo Anaya, S. A.), 1985, 2008


Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid
Depósito legal: M. 34.308-2008
I.S.B.N.: 978-84-376-0539-5
Printed in Spain
Impreso en Lave!, S. A.
Humanes de Madrid (Madrid)

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Esta creencia se relaciona de algún modo con esta otn
tan antigua, de creer satisfacer al cielo y a la naturaleza cOJI
nuestro crimen y masacre, que fue abrazada por todas !AS CAPÍTULO XXXI
religiones. Aún en la época de nuestros padres, Arnurata.
en la toma del Istmo, inmoló a seiscientos jóvenes griegor; DE LOS CANÍBALES
por el alma de su padre, para que aquella sangre fuese pro-

e
piciatoria para la expiación de los pecados del fallecido.
Y en esas nuevas tierras descubiertas en nuestra época, t~ UANDO el rey Pirro pasó a Italia, después de observar
vía puras y vírgenes en comparación con las nuestras, esra . el orden del ejército que los romanos enviaban con-
extendida esa costumbre por todas partes; todos sus ídoia1 tra él, dijo: No sé qué bárbaros serán éstos (pues los
se abrevan de sangre humana sin que falten ejemplos de ho- griegos llamaban así a todas las naciones extranjeras) mas la
rrible crueldad. Los queman vivos y cuando están medJD ii.sposición de este ejército que estoy viendo, no es bárbara en
asados, los retiran de la hoguera para arrancarles el corazcm modo alguno. Lo mismo dijeron los griegos del que Flaminio
y las entrañas; a otros, incluso a las mujeres, los despelleia hizo entrar en su país, y Filipo, al ver desde un cerro el orden
vivos y con su piel ensagrentada cubren y enmascaran a ~ la colocación del campamento romano en su reino, bajo
otros. Y tampoco faltan ejemplos de constancia y firmeza. P'J.blio Sulpicio Galba. Ved por ello cómo hemos de guardar-
Pues esas pobres gentes que van a ser sacrificadas, anciana.,. DílS de aceptar las opiniones vulgares y cómo hemos de juz-
mujeres y niños, piden limosna durante algunos días antes,. prlas según la razón y no según la voz pública.
para la ofrenda de su sacrificio y se presentan a esa carnicr- Tuve junto a mí durante largo tiempo, a un hombre que
ría cantando y bailando con los asistentes. Los embajadores ltabía vivido diez o doce años en ese otro mundo descubier-
del rey de Méjico, para mostrar a Hemán Cortés la grancie- UJ en nuestro siglo, en el lugar donde Villegagnon tomó tierra
za de su señor, tras decirle que tenía treinta vasallos, cacia ! al que llamó Francia antártica1. Este descubrimiento de un
uno de los cuales podía reunir cien mil guerreros, y que l'I"" r.aís infinito parece ser considerable. No sé si puedo asegurar
vía en la ciudad más bella y más fuerte bajo la capa del De- '!lle se harán otros en el futuro, habiendo tantos personajes
lo, añadieron que sacrificaba a los dioses cincuenta mil ú importantes que yo que se han equivocado en cuanto a
hombres al año. En verdad, dicen que alimentaba la gurna ·i5te tema. Temo que tengamos los ojos más grandes que el es-
con ciertos grandes pueblos vecinos, no sólo para ejercitar a llJmago, y más curiosidad que inteligencia. Abarcamos todo
la juventud de su país, sino principalmente para tener pn- mas sólo cogemos viento. Platón introduce a Solón, contan-
sioneros de guerra con que abastecer los sacrificios. En oua ,do cómo supo por los sacerdotes de la ciudad de Sais en Egip-
parte, en cierta ciudad, para la bienvenida del susodichB !D, que, antaño, antes del diluvio, existía una gran isla llamada
Cortés, sacrificaron a cincuenta hombres a la vez. ContaJc A:lántida, exactamente en la boca del estrecho de Gibraltar,
un relato más. Algunos de estos pueblos, habiendo sida, '!Ue comprendía más países que Asia y África juntas; y que los
vencidos por él, enviaron mensajeros para reconocerle ~ ::EYeS de aquel territorio, que no solo poseían esa isla sino que
conseguir su amistad; éstos, presentáronle tres clases de p~ :.abían ~vanzado tan lejos en tierra firme que llegaban a loan-
sentes, de la forma siguiente: Señor aquí tienes cinco esc2- · .::Co de Africa hasta Egipto y a lo largo de Europa hasta la Tos-
vos; si eres un dios fiero que te alimentas de carne y de s.m- .:l!la, decidieron dar un salto hasta Asia y subyugar a todas las
gre, cómelos y te amaremos aún más; si eres un dios bon&
<loso, he aquí incienso y plumas; si eres hombre, toma esté» - El Brasil, donde Villegagnon desembarcó en 1557 con otros protestantes
pájaros y estos frutos. ' :::itentó establecerse.

-
naciones que bordean el mar Mediterráneo hasta el golfo cic:i
mar Mayor 2 ; y para ello, atravesaron las Españas, las GaliA,
Italia, hasta Grecia, donde los atenienses les contuvieron; ma5
que, algún tiempo después, fueron engullidos por el dilmXi,.
los atenienses, ellos y su isla. Es muy verosímil que aquci
enorme estrago de agua produjera cambios extraños en las ~
giones de la tierra, al igual que se considera que el mar arran-
có Sicilia de Italia,

Haec loca, vi quondam et vasta convulsa ruina,


Dissiluisse ferunt, cum protinus utraque tellus
Una foret 3;

Chipre de Siria, la isla de Negroponto de la tierra firme de


Beocia; y haya juntado en otros lugares tierras que estaban~
paradas, llenando de limo y arena las fosas que había ent:"e
ellas:

sterilisque diu palus aptaque remis


Vicinas urbes alit, et grave sentit aratrum4•

Mas no hay grandes indicios de que esta isla sea ese mun-
do nuevo que acabamos de descubrir, pues tocaba casi co:'.2
España y sería increíble que la inundación la hubiera apart.?-
do hasta donde está, a más de mil doscientas leguas, aparte de
que las modernas expediciones han descubierto ya casi qti!
no es una isla, sino tierra firme, unida por un lado con las In-
dias orientales y por otro, con las tierras que están bajo 105
dos polos; o que, si está separada, lo está por un estrecho o in-
tervalo tan pequeño que no merece por ello ser considerad.<.
como isla.
Parece que se producen movimientos, naturales unos, febri-
les otros, en esos grandes cuerpos, así como en los nuestrm.
Cuando pienso en la erosión que deja el río Dordoña actual-

2
El Mar Negro.
3
«Dicen que antiguamente un enorme terremoto separó esas tierras di
continente al que estaban unidas» (Virgilio, Eneida, III. 414),
4
«Y un pantano, hace tiempo estéril y apto para los remos, alimenta Ja;
ciudades vecinas y soporta el pesado arado» (Horacio, Arte poética}.

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mente, por la orilla derecha al bajar, y en el terreno que ha ga- Este hombre que junto a mí estaba, era hombre sencillo y
nado en veinte años destruyendo la base de varios edificios, tosco, condición propia para dar testimonio verdadero; pues
me doy cuenta de que es un movimiento extraordinario, pues las gentes refinadas se fijan con más agudeza y mejor en las
si hubiese llevado siempre ese ritmo o lo fuese a llevar en el cosas, mas las glosan; y para hacer valer su interpretación y
futuro, trastocaría el aspecto del mundo. Mas están a la mer- persuadir de ella, no pueden dejar de alterar algo la historia;
ced de muchos cambios: tan pronto se ensanchan por un jamás os describen las cosas en su estado puro, las tuercen
lado como por otro; como se contienen. No hablo de las re- y disfrazan según el aspecto que les han visto; y para dar cré-
pentinas inundaciones cuyas causas conocemos. En Medoc, dito a su idea y atraeros a ella, adaptan en ese sentido la ma-
al borde del mar, mi hermano, señor de Arsac 5, ha visto como teria, alargándola y ampliándola. Es preciso un hombre muy
quedaba sepultada una de sus tierras bajo las arenas que el fiel o tan sencillo que no tenga con qué construir o dar vero-
mar vomita ante ella; la cima de algunos edificios aún sobre- similitud a falsos inventos y que con nada se haya casado. Así
sale; hanse trocado sus rentas y tierras en pobres pastizales. era el mío, y además presentóme a menudo a varios marine-
Dicen los habitantes que, desde hace algún tiempo, el mar ros y mercaderes que había conocido durante aquel viaje. Por
empuja con tal fuerza hacia ellos, que han perdido cuatro le- ello, conténtome con esa información sin investigar lo que
guas de tierra. Esas arenas son sus preliminares; y vemos gran- dicen los cosmógrafos.
des montones de arena en movimiento que se adelantan me- Nos serían precisos topógrafos que hicieran su propia na-
dia legua, comiéndose el país. rración de los lugares donde han estado. Mas por tener sobre
El otro testimonio de los tiempos antiguos con el que se nosotros la ventaja de haber visto Palestina, quieren gozar del
quiere relacionar este descubrimiento, es de Aristóteles, al me- privilegio de contarnos noticias del resto del mundo. Me gus-
nos si es suyo ese libreto de «las maravillas inauditas». Cuen- taría que cada uno escribiese sobre lo que sabe y cuanto sabe,
ta en él que algunos cartagineses, habiéndose lanzado a través no sólo en esto sino en cualquier otro tema: pues uno puede
del mar Atlántico fuera del estrecho de Gibraltar y habiendo tener algún especial conocimiento o experiencia sobre la na-
navegado durante largo tiempo, descubrieron por fin una isla turaleza de un río o de una fuente y no saber del resto más
grande y fértil, cubierta de bosques y regada por anchos y pro- que lo que saben los demás. Decidirá, sin embargo, escribir la
fundos ríos, muy alejada de cualquier tierra firme; y que ellos física entera para publicar ese pequeño retazo. De este vicio
y después otros, atraídos por la riqueza y fertilidad de la re- nacen muchos y grandes perjuicios.
gión, fuéronse allí con sus mujeres e hijos, empezando a acos- Y el caso es que estimo, volviendo al tema anterior, que nada
tumbrarse a ella. Los señores de Cartago, viendo que su país bárbaro o salvaje hay en aquella nación 6, según lo que me han
se despoblaba poco a poco, prohibieron expresamente, bajo contado, sino que cada cual considera bárbaro lo que no perte-
pena de muerte, que nadie fuese más allí y expulsaron a los nece a sus costumbres. Ciertamente parece que no tenemos
nuevos habitantes, por temor, según dicen, a que con el paso más punto de vista sobre la verdad y la razón que el modelo
del tiempo llegaran a multiplicarse de tal forma que los su- y la idea de las opiniones y usos del país en el que estamos.
plantasen a ellos y arruinasen su estado. Este relato de Aristó- Allí está siempre la religión perfecta, el gobierno perfecto, la
teles tampoco concuerda con nuestras nuevas tierras. práctica perfecta y acabada de todo. Tan salvajes son como
los frutos a los que llamamos salvajes por haberlos producido
la naturaleza por sí misma y en su normal evolución: cuando
5
Se trata de Tomás, señor de Beauregard y de Arsac, nacido en este último
lugar en 1534. Se sabe que el enarenamiento de esta parte de la costa no se de-
6 Se trata de los indígenas de América del Sur.
tuvo hasta más tarde por las plantaciones de pinos.

[266) [267)

-
-
en verdad, mejor haríamos en llamar salvajes a los que hemos no sólo todas las pinturas con las que la poesía embelleció ~a
alterado con nuestras artes, desviándolos del orden común. edad de oro y todas las creaciones para representar un~ feliz
En aquéllos están vivas y vigorosas las auténticas cualidades y condición humana, sino incluso el concepto y el propio de-
propiedades más útiles y naturales, las cuales en cambio, he- seo de la filosofia. No pudieron inventar inocencia tan pura y
mos envilecido en éstos, adaptándolas simplemente al placer simple como la que vemos por experiencia; ni pudieron ima-
de nuestro gusto corrompido. Y así, sin embargo, el sabor y la ginar que nuestra sociedad pudiera mantenerse con tan poco
suavidad de distintos frutos de aquellas zonas sin cultivos, re- artificio y soldadura humana. Es una nación, diríale yo a Pla-
sultan ser excelentes para nuestro gusto y mejores que los tón, donde no existe ningún tipo de comercio, ningún co~o­
nuestros. No hay razón para que lo artificial supere a nuestra cimiento de las letras; ninguna ciencia de los números; nm-
grande y poderosa madre naturaleza. Hemos recargado tanto gún nombre de magistrado ni de cargo político; ninguna cos-
la belleza y riqueza de sus obras con nuestros inventos, que la tumbre de vasallaje, de riqueza o de pobreza; ningún contrato;
hemos asfixiado por completo. Y aun así, allá donde reluce ninguna sucesión; ningún reparto; ninguna ocupación que no
su pureza, hemos de avergonzarnos extraordinariamente de sea ociosa; ningún respeto de parentesco que no sea común;
nuestras füvolas y vanas empresas, ninguna ropa; ninguna agricultura; ningún m~tal~ ningún us?
del vino o del trigo. Incluso las palabras, que s1gn1fican ment1-
Et veniunt ederae sponte sua melius, ra, traición, disimulo, avaricia, envidia, detracción, perdón,
Surgit et in solis formosior arbutus antris, ison inauditas! iCuán lejos de esta perfección apareceríasele la
Et volucres nulla dulcius arte canunt7.
república que imaginó!: <<Viri a diis recentes»8•
Todos nuestros esfuerzos son incapaces de llegar a reproducir
Hos natura modos primum dedit 9•
el nido del más insignificante pajarillo, ni su textura, ni su be-
lleza, ni la utilidad de su uso; ni siquiera la tela de la débil ara- Además viven en una zona de países muy grata y bien tem-
ña. Dice Platón que todas las cosas han sido creadas o por la plada; de forma que, según me han dicho mis testigos, raro es
naturaleza o por el azar o por el arte; las más grandes y más ver allí a un hombre enfermo; y me han asegurado no haber
bellas por uno de los dos primeros, las menores e imperfectas
visto a ninguno tembloroso, legañoso, desdentado o enc'?rva-
por el último.
do por la vejez. Se asientan al borde del mar, cerca?os tierra
Esas naciones parécenme por lo tanto bárbaras porque la adentro por grandes y elevadas montañas que de¡an entre
mente humana las ha moldeado muy poco y están aún muy cada dos una extensión de unas cien leguas de ancho. Abun-
cerca de la inocencia original. Rígense todavía según las leyes dan pescados y carnes sin parecido alguno con los nuestros y
naturales, apenas adulteradas por las nuestras; mas en tal pu-
los comen sin más artificio que la cocción. El primero que allí
reza que me apena a veces que no hayan sido conocidas pre- llegó a caballo, a pesar de habérselos ganado en otros viajes,
feriblemente en la época en que había hombres que habrían
prodújoles tal horror en aquella postura que lo mat~ron a fle-
sabido juzgarlas mejor que nosotros. Me disgusta que ni Li-
chazos antes de poder reconocerlo. Sus construcci?nes son
curgo ni Platón las hayan conocido; pues paréceme que lo
muy largas, con capacidad para doscientas o tre~cientas al-
que comprobamos por experiencia en esas naciones, supera mas, cubiertas con cortezas de grandes árboles hmcadas a:

7
«La hiedra crece mejor espontáneamente; el madroño se desarrolla más 8 «Hombres recién salidos de las manos de los Dioses» (Séneca. C..-..:: ::.:
bello en los lugares solitarios; el canto de los pájaros es más dulce sin arte» 9 «Éstas fueron las primeras leyes que dictó la naturaleza» cv~·-=. :;,.;'E'-
(Propercio, I, II. 10-11 y 16). cas, II. 20).

[268]

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tierra por un extremo y sostenidas y apoyadas unas en otras Tienen una especie de sacerdotes y de profetas que se pre-
en lo alto, como algunas de nuestras granjas cuyos tejados lle- sentan muy raramente ante el pueblo, pues tienen su morada
gan hasta el suelo sirviendo de flanco. Tienen una madera tan en las montañas. A su llegada, hacen una gran fiesta y solem-
dura que, cortándola, construyen con ella sus espadas y parri- ne asamblea de varios poblados (cada cabaña, como ya he di-
llas para asar la carne. Sus lechos son de un tejido de algodón, cho, forma un poblado, y están a una legua francesa una de
colgados cerca del techo como los de nuestros barcos, y cada otra). El profeta les habla en público, exhortándolos a la vir-
uno tiene el suyo; ya que las mujeres duermen separadas de tud y al deber, mas toda su ética contiene únicamente esos
sus maridos. Se levantan con el sol y comen inmediatamente dos artículos anteriores de la firmeza en la guerra y del cariño
después de haberse levantado y para todo el día; pues no ha- a sus mujeres. También les pronostica el porvenir y los resul-
cen más comida que ésta. No beben entonces, como cuenta tados que han de esperar de sus empresas, los empuja o los
Suidas de otros pueblos de oriente que bebían fuera de lasco- desvía de la guerra; mas si falta en sus adivinaciones o les
midas; beben varias veces al día y a placer. Su brebaje está he- acontece algo distinto a lo que les predice, lo despedazan en
cho con alguna raíz y tiene el color de nuestros vinos claretes. mil trozos si lo atrapan, condenándolo como falso profeta.
Sólo lo beben tibio; este brebaje no se conserva más que dos o Por este motivo, al que yerra una vez, no se le vuelve a ver.
tres días; tiene un sabor un poco picante, no es nada espumo- Es la adivinación un don de Dios, por ello debería ser im-
so y es saludable para el estómago y laxante para aquellos que postura punible hacer uso de ella para engañar. Los escitas,
no están habituados a él; es una bebida muy agradable para el cuando por casualidad los adivinos fallaban, tendíanlos ata-
que está acostumbrado. En lugar de pan, usan cierta materia dos de pies y manos sobre carros llenos de brezo, tirados por
blanca parecida al cilantro confitado. Lo he probado: su sabor bueyes, para quemarlos. A los que manejan las cosas regidas
es suave y algo soso. Todo el día se lo pasan bailando. Los más por la inteligencia humana se les puede perdonar hacer sólo
jóvenes van a cazar fieras con sus arcos. Una parte de las muje- lo que pueden. Mas a esos otros que vienen jactándose de la
res ocúpase mientras tanto en calentar la bebida, lo que consti- infalibilidad de una facultad extraordinaria que está fuera de
tuye su principal labor. Hay algún anciano que por la mañana, nuestro conocimiento, ¿acaso no se les ha de castigar por no
antes de que se pongan a comer, predica lo mismo a toda la ca- cumplir sus promesas y por la temeridad de su impostura?
baña, paseándose de un extremo a otro hasta dar la vuelta (pues Tienen sus guerras contra las naciones del otro lado de las
son construcciones que tienen más de cien pasos de largo). montañas, que están más tierra adentro, a las que van comple-
Sólo les recomienda dos cosas: valor contra los enemigos y tamente desnudos sin más armas que unos arcos o unas espa-
amor a sus mujeres. Sin dejar de resaltar nunca en el refrán esta das de madera, afiladas por un extremo, como nuestros vena-
obligación, ya que son ellas quienes les mantienen caliente y sa- blos. Es asombrosa la firmeza de sus combates que jamás ter-
zonada la bebida. Puede verse en algunos lugares, y entre otros minan si no es con la muerte o el derramamiento de sangre,
en mi casa, la forma de sus lechos, de sus cuerdas, de sus espa- pues no conocen ni la derrota ni el espanto. Cada uno se lle-
das y brazaletes de madera con los que se cubren las muñecas va como trofeo la cabeza del enemigo que ha matado y la
en el combate, y de sus largos cayados, abiertos por un extre- cuelga a la entrada de su morada. Después de tratar bien du-
mo, con cuyo sonido llevan el ritmo en la danza. No tienen ni rante largo tiempo a sus prisioneros con todas las comodida-
un pelo en todo el cuerpo y se afeitan apurando mucho más des que ocurrírseles puedan, el jefe convoca una gran asam-
que nosotros sin más navaja que un trozo de madera o de pie- blea con sus conocidos; ata una cuerda a un brazo del prisio-
dra. Creen que las almas son eternas y que las que lo han me- nero, y, agarrando el extremo, lo mantiene alejado de él
recido según los dioses viven en el lugar del cielo por el que algunos pasos, por miedo a que le ataque, y al más querido de
sale el sol; las malditas, del lado de occidente. sus amigos le da el otro brazo para que lo sujete de igual forma;

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y los dos, en presencia de toda la asamblea, lo matan a golpes de No temen los médicos servirse de ella para nuestra salud,
espada. Hecho esto, lo asan y comen todos de él, enviando al- de cualquier forma, ya sea para aplicarla por ~en!J"o o por fu~­
gunos trozos a los amigos que están ausentes. Esto no es, ra, mas jamás existió idea tan absurda que ¡usttficara la trai-
como podría creerse, para alimentarse, tal y como hacían an- ción, la deslealtad, la tiranía, la crueldad, que son nuestras fal-
taño los e_scitas; sino como símbolo de extrema venganza. tas ordinarias.
Y como vteran que los portugueses, que se habían aliado con Bien podemos pues llamarlos bárbaros, si consideramos las
sus adversarios, recurrían a otra clase de muerte para ellos normas de la razón, mas no si nos consideramos a nosotros
cuando los cogían, la cual consistía en enterrarlos hasta la cin- mismos, que los superamos en toda clase de barbarie. Es su
tura y lanzarles violentos flechazos mientras resistía el cuerpo, guerra absolutamente noble y generosa, y tiene tanta justifica-
para colgarlos después, pensaron que esas gentes del ·otro ción y belleza como esta enfermedad humana puede conte-
mundo, puesto que habían sembrado el conocimiento de ner; para ellos no tiene otro fundamento que el solo celo
muchos vicios entre los pueblos vecinos y dominaban mucho por el valor. No combaten para conquistar nuevas tierras,
mejor_que ellos toda suerte de maldades no se vengarían por pues gozan todavía de esa felicidad natural que les abaste~e
casualidad de aquella forma y que ésta debía de ser más dura de todo lo necesario sin trabajo ni esfuerzo y en abundancia
que la suya, empezaron a abandonar su antigua manera para tal que no necesitan para nada aumentar sus límites. Aún es-
adoptar ésta. No me apena que comprobemos el bárbaro ho- tán en ese mundo feliz en que sólo necesitan lo que sus nece-
rror de tal acción, mas sí que nos ceguemos ante nuestras fal- sidades naturales exigen, todo lo demás es para ellos super-
t~s sin dejar de juzgar las suyas. Estimo que hay mayor barba- fluo. Generalmente se llaman unos a otros, los que son de la
ne en el hecho de comer un hombre vivo que en comerlo misma edad, hermanos; hijos, a los que están por debajo; y
~uert~, en desgarrar con torturas y tormentos un cuerpo sen- los ancianos son padres para todos los demás. Estos dejan
sible aun, asarlo poco a poco, dárselo a los perros y a los cer- en común a sus herederos, esa posesión llena de bienes pro
dos para que lo muerdan y despedacen (cosa que no sólo he- indiviso sin más título de propiedad que el que la naturale-
mos leído sino también visto recientemente, no entre viejos za da a ;us criaturas, al ponerlas en el mundo. Si sus vecinos
enemigos sino entre vecinos y conciudadanos y lo que es pasan las montañas para atacarlos, y los vencen, el botín del
peor, so pretexto de piedad y religión), que asarlo y comerlo vencedor es la gloria y el privilegio de haber sido superior en
después de muerto. mérito y valor; pues de otra forma, no sabrían qué hacer
Crisipo y Zenón, jefes de la secta estoica, pensaron justa- con los bienes de los vencidos, y toman a su país donde no
mente que no había mal alguno en servirse de nuestra carro- carecen de nada de lo necesario, ni de eso tan grande que es
ña siempre que lo necesitáramos, obteniendo así alimento· al saber gozar con ventura de la condición de uno contentán-
igual que nuestros antepasados sitiados por César en la ~iu­ dose con ella. Lo mismo hacen éstos a su vez. No piden a
dad de Alesia resolvieron saciar el hambre de aquel cerco con sus prisioneros más pago que la confesión y reconocimien-
los cuerpos de los ancianos, de las mujeres y de otras personas to de haber sido vencidos; mas resulta imposible hallar algu-
inútiles para el combate. no en todo un siglo, que no prefiera la muerte a ceder, ni de
acto, ni de palabra, un sólo punto de la grandeza de un valor
Vascones, fama est, alimentis talibus usi invencible; no hay ninguno que no prefiera ser muerto~ co-
Produxere animas 10• mido a pedir no serlo. Los tratan dejándolos en toda liber-
tad y proporcionándoles todas las comodidades que ocurrír-
10
«Se dice que los vascones prolongaron sus vidas con tales alimentos» (Ju-
seles puedan, para que la vida les sea aún más cara; les re-
venal, XV. 93-94). cuerdan regularmente con amenazas su futura muerte, las
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torturas que habrán de sufrir, los preparativos que se realizan Los más valientes son a veces los más desafortunados.
a ese efecto, el descuartizamiento de sus miembros y el festín Hay además derrotas t~un~antes que emulan a ,las victorias.
que se hará a sus expensas. Todo esto se hace con el único fin Ni siquiera esas cuatro victonas hermanas, las ~as bellas que
de arrancar de su boca alguna palabra cobarde o baja, o de con sus ojos haya visto jamás el sol, la de Salamma, la de Pla-
inspirarles deseos de huir, para obtener el privilegio de haber- tea, la de Micala 13 , la de Sicilia14,_ osaron nunca op~ner toda
los atemorizado o de haber doblegado su firmeza. Pues ade- su gloria a la gloria del aplastamiento del rey Leomdas y de
más, pensándolo bien, sólo en este punto reside la verdadera los suyos en el paso de las Termópilas 15 . . ..
victoria: ¿Qiién corrió jamás con afán más glor~º?º y ambicios_o
hacia la victoria de un combate que el capitan lscolas hacia
victoria nulla est su pérdida? (Qyién aseguróse de su salvación con mayor in-
Qyam quae confessos animo quoque subjugat hostes 11 • genio y cuidado que él de su ruina? Tenía or_den de defender
cierto paso del Peloponeso contra los arcad10s. Para lo cual,
Los húngaros, combatientes muy belicosos, jamás prose- viéndose absolutamente incapaz de ello, dada la ?-aturaleza
guían antaño la ofensiva, tras hacer entregarse al enemigo a su del lugar y la desigualdad de fuerzas, y compren~iend~ 9ue
merced. Ya que, al arrancarle esta confesión, dejábanlo ir sin todos los que hicieran frente al ene~igo que~an~n alh irre-
ofensa alguna, sin rescate, excepto, como mucho, el obtener misiblemente; por otra parte, considerando mdigno ~e su
su palabra de no armarse contra ellos en adelante. propio valor y grandeza y del nombre de lace~emomo _no
Bastantes ventajas tenemos sobre nuestros enemigos que cumplir su misión, entre esos dos extremos tomo.~n partid?
son ventajas prestadas y no nuestras. Cualidad es del portea- intermedio y actuó así: conservó para la protecc10n y s~r;i­
dor y no del valor, el tener más sólidas las piernas; cualidad cio de su país a los más jóvenes y prestos de la tropa, haci~n­
muerta y corporal es la agilidad; es un golpe de suerte si el doles volver; y con aquellos cuya pérdida era menos pef)U-
enemigo tropieza al deslumbrarle los ojos la luz del sol; es dicial resolvió defender aquel paso, y, con su muerte, hacer
una jugada del arte y de la ciencia y que puede recaer en per-
sona cobarde y nula, el estar capacitado para la esgrima. Se es-
que :1
enemigo comprase la ocupación al precio más alto
posible: como así aconteció. Pues r<?de~do,por todas partes
tima y considera a un hombre por su valor y su voluntad; en por los arcadios, tras hacer gran carnicena, el y los suyos fue-
ellos reside la verdadera honra; el valor es finneza, no de las ron todos pasados a cuchillo. (Existe algún yofe<? de los
piernas ni de los brazos, sino del coraje y del alma; no reside concedidos a los vencedores que no les sea mas debido a es-
en la valía de nuestro caballo o de nuestras armas sino en la tos vencidos? El verdadero vencer tiene como misión el
nuestra. El que cae firme en su valor, «si succiderit, de genu combate, no la salvación; y el honor del valor consiste en
pugnat» 12, quien a pesar del peligro de una muerte cercana, combatir, no en batir. .
no cede un punto en temple; quien al entregar el alma mira Volviendo a nuestra historia, tan lejos están de rendi~se
aún a su enemigo con mirada decidida y desdeñosa, ése no ha esos prisioneros con todo cuanto les ha~en, que_ ~l contrano,
sido vencido por nosotros sino por el destino; muerto es, mas durante esos dos o tres meses que los tienen pnsioneros, ha-
no vencido. cen gala de alegre actitud; apremian a sus dueños para que se

13 Victoria de los griegos sobre los persas. .. .


11
«No hay más victoria que la que fuerza al enemigo a confesarse venci- 14 Victoria de los espartanos sobre los atenienses que sitiaban S!facusa.
dos» (Claudiano, Del sexto Consulado, 248-249). is Desfile de la fuerza continental, famoso por la defensa y la muerte de
12
«Si cae, lucha de rodillas» (Séneca, De la Providencia, II). Leónidas en el 400 a. C.

-
-
apresuren a hacerles pasar por esa prueba; los desafian e inju- Y porque no penséis que todo esto lo hacen por simple
nan reprochándoles su cobardía y las inmensas batallas perdi- y servil obligación par~ con sus ~'?~tum~res y por ~l_p~s.o de
~as contra los suyos. Sé de una canción inventada por un pri- la autoridad de su antigua trad1oon, sm razon m ¡mc10, Y
~10nero en la que se halla esta bravata: que todos unidos osen por tener alma tan estúpida que no pueden ton;iar o_tro p~­
ir a com_er _su cuerpo ~ comerán con él a sus padres y abuelos tido, es preciso alegar algunos rasgos de su mtehgencia;
que le suv1eron de alimento y sustento. Estos músculos, de- Además de la canción guerrera de la que acabo de hablar, se
cía, esta c,~me y estas venas, son las vuestras, pobres locos; no de otra amorosa que empieza así: Culebra detente; cule-
os percatais de que la substancia de los miembros de vuestros bra det~nte, para' que mi hermana s_aque del, patrón de tu~
antepasados permanece aún en ellos: saboreadlos bien nota- dibujos la forma y el diseño de un nco_cordon que yo dare
réis el sabor de vuestra propia carne. Idea que en mod~ algu- a mi amiga: que tu belleza y pr~stano~ sean etema~ente
no se parece a la barbarie. Q,tienes describen su agonía y re- preferidas a las de todas las demas serpientes. Esta pnmera
pro~ucen el momento de su muerte, piµtan al prisionero es- estrofa es el estribillo de la canción. Y es el caso que tengo
cupiendo ~ la cara de aquellos que le matan y haciéndoles bastante relación con la poesía para opinar lo ~ipuiei:ite, que
muecas. Ciertamente, hasta el último suspiro no dejan de pro- no sólo no hay barbarie alguna en esta creacion, smo que
vocarles y desafiarles con sus palabras y su actitud. Sin mentir, además es del todo anacreóntica. Su lenguaje, por otra _par-
co!llparados con nosotros, he aquí a unos hombres bien sal- te, es dulce y de agradable sonido, parecido a las termma-
va¡es; pues, verdaderamente, o bien lo son ellos o bien lo so- ciones griegas.
mos nosotr<;>s; extraordinaria es la distancia que hay entre su Tres de ellos, ignorantes de lo que costará _algún día ª,su
comportamiento y el nuestro. tranquilidad y ventura el conocer las corrupciones de aca, y
L~s hombres tienen allí varias mujeres, y tanto mayor es de que de este trato les vendrá la ruina, la cu~l supong~ se ha-
su numero cuanto mayor es la fama de su valor; es notable brá iniciado ya, bien míseros por haberse de¡ado enganar por
belleza de s~s matrim~nios que el mismo celo que tienen el deseo de la novedad y haber dejado la dulzura de su cielo
para venir a ver el nuestro, fu eron a ,Ruan' 17 , en la ,epoca
' en
nuestras i;nu¡ere~ para impedimos el amor y amistad con
otr~s ,mu¡eres, tienenlo las suyas para proporcionárselos. que nuestro difunto rey Carlos IX alh estaba. Habloles el rey
Cmdando~e del honor de sus maridos más que de ninguna largo tiempo; y se les mostró nuestra n;ianera de ser, nues-
otra cosa, mtentan y ponen todo su interés en tener el ma- tra pompa, la forma de una _hermosa cmda~. Tras e,sto, al-
yor _número de compañeras, pues prueba es del valor del guien pidió su opinión, quer~endo saber que les habia pare-
mando. E~clamarán las nuestras que es prodigioso, mas no cido más admirable; respondieron tres cosas de las cuales he
lo es; es virtud propiamente matrimonial y del más alto gra- olvidado la tercera, lo que lamento profundamen~e; mas
do. _Y en la Biblia 16, Lí~, ~quel, Sara y las mujeres de Jacob, aún conservo dos en la memoria. Dijeron que en pnmer lu-
ced1e~on a sus _bellas s1rvJentas para sus maridos; y Livia se- gar hallaban muy extraño que tantos hombres grandes y
cundo _los apetitos de Augusto según su interés; y Estratóni- fuertes, barbados y armados, como rodeaban _al rey (parece
ca, mu¡er del rey Deyotaro, no sólo otorgó a su marido una ser que hablaban de su guardia sui~a) se _sometieran y obede-
bellísima camarera que la servía, sino que crió amorosa- cieran a un niño, en lugar de elegir me¡or a alguno de ellos
mente a sus hijos respaldándoles para que sucedieran al pa- para mandar; en segundo (tienen una manera de hablar ,tal
dre en sus estados. que llaman a los hombres mitad unos de otros) que habian

16 Probablemente según San Agustín. 17 En 1562.

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observado que había entre nosotros hombres ricos y colma- del auditorio concede hermosa y amplia vía y total libertad
dos de toda suerte de comodidades mientras sus mitades para tratar esa materia oculta.
mendigaban a sus puertas, descamados de hambre y pobre- De ahí que nada se crea tan firmemente como a9uel_lo de
za; y que hallaban extraño que esas mitades menesterosas pu- lo que menos se sabe, ni haya gentes tan seguras de s1 ~m~mas
dieran sufrir tal injusticia sin acogotar a los otros y sin pegar como las que nos cuentan fábulas, a saber los alqmmistas,
fuego a sus casas. pronosticadores, astrólogos, quirománticos, _n;édi~os, «id ge-
Hablé largo tiempo con uno de ellos; mas tenía un intér- nus omne» 1. A los que gustosamente añadma, s1 c:isara, un
prete que me seguía tan mal y era tan necio e inepto para en- montón de gentes intérpretes y controladoras comentes de
tender mis ideas que no pude disfrutar con él. Cuando le pre- los designios de Dios, convencidas de conocer las causas
gunté qué ventaja obtenía con la superioridad de la que goza- de cada acontecimiento y de ver en los secretos de la volun-
ba sobre los suyos (pues era un capitán y nuestros marineros tad divina los motivos incomprensibles de sus obras; y a pe-
llamábanle rey), díjome que era el primero en marchar a la sar de que el variar y el continuo desacuerdo de los hechos las
guerra; a la pregunta de cuántos hombres le seguían, mostró- va expulsando de un lugar a otro, y de oriente a occidente, no
me una extensión de tierra, para significar que eran tantos dejan por ello de seguir su juego ni de pintar con el mismo lá-
como podían caber en tal espacio, pudiendo ser unos cuatro piz el blanco y el negro.
o cinco mil hombres; a la de si fuera de la guerra expiraba En una nación india, existe esta loable costumbre: cuando
toda su autoridad, contestó que le quedaba el hecho de que alguna desventura les acontece en cualquier b~talla u ocasión,
cuando visitaba los pueblos que de él dependían abríanle sen- piden perdón públicamente al sol que es su d10s, como de ac-
deros a través de la vegetación de sus bosques por donde pu- ción injusta, remitiéndose en su ventura o desventura a la ra-
diera pasar cómodamente. zón divina y sometiendo a ella su juicio y razón. .
No está mal todo esto: mas iqué decís! iNo llevan Bástale creer a un cristiano que todas las cosas vienen de
calzas! Dios aceptándolas con acatamiento a su divino e inescruta-
ble saber, para tomarlas por el lado bueno,_ sea cua_l s~a _la
forma bajo la que le sean enviadas. Mas estimo periudioal
esto que veo de ordinario, que es in.tentar reforzar y apoyar
la religión con la ventura o prospendad de nuestr~s empr~­
CAPÍTULO XXXII sas. Tiene nuestra fe muchos otros fundamentos sm necesi-
dad de otorgarle autoridad por los acontecimientos; pues
SE HA DE TENER PRUDENCIA AL METERSE A existe el peligro de que la fe del pueblo, acostumbrado a
JUZGAR LOS DESIGNIOS DIVINOS esos argumentos plausibles y propios de su gusto, se de-
rrumbe cuando los acontecimientos sean a su vez contra-
rios y desfavorables. Como en las guerras de religión en las
2
L verdadero campo objeto de impostura es el de las co- que andamos, en las que los que llevaron las de ganar en

E sas desconocidas. En primer lugar, porque la propia ra-


reza otorga crédito; y además, porque al no estar suje-
tas a nuestras razones ordinarias, nos privan de los medios
la refriega de Roche-Abeille, habiendo celebrado con rego-

para combatirlas. Por este motivo, dice Platón que es mucho


más fácil dar satisfacción al hablar de la naturaleza de los dio- 1 «Toda esta raza» (Horacio, Sátiras, l. II. 12).
ses que de la naturaleza de los hombres, porque la ignorancia 2 Los protestantes.

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