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Individvo y ractonalided moderna 153 modelo de subjetividad. Si, en aquel caso, Berlin criticaba el escepticismo y Ia prolongacién psicologista de la regularidad (porque arranca de un falso mento de transmutar Ia induccién), en este caso, el problema de la division en Ia esfera vital sufre Hume, a juzgar por cuanto dice en la "Conclusién" el libro I del “Treatise”™, no debiera tener més altemativa que la critica de las exiguas nociones de identidad que propone Hume, Para Berlin, en lo que a los objetos materiales se refiere, el modelo humeano de identidad es excesivamente escueto “sin aplicacion, a no ser, quiz4, en mateméticas 0 en I6gica”®!: demasiado distante de la experiencia real, de aquella que tiene que vérselas con los objetos. Paralelamente, la identidad de los “yos” humanos se relaciona con esa densa experiencia, nada estilizada. Al lado de tal experiencia e identidad, las observaciones del “Apéndice” sobre la identidad individual, le parecen triviales: “fracas6 en dar cuenta de modo satisfactorio de qué es lo que, en un conjunto de impresiones e ideas, convierte esta especie de haz en lo que llamamos la historia de una sola persona y no de varias o de ninguna. {Cudl es el vinculo que unifica semejante haz?">?, El problema que resta tras la critica de la identidad por Hume es 1a insuficiencia de las estructuras conceptuales que quedan indemnes para establecer Ia identidad humana. El juego irénico de Berlin entre los términos “bundle” y “tie” (obsérvese, sin embargo, que suprime el término humeano “collection”), no se ditige a resucitar una autoconciencia racionalista -que ciitio6 en Locke y que entra en el rango de los imposibles légicos-, sino a amar la atencién de su insuficiencia cuando de lo que se trata es de la biografia de un individuo: porque parece “no tener en cuenta el hecho central de la autoconciencia, el "yo pienso” que ‘acompaiia todas nuestras representaciones, como seiiala Kant, lo que hace que mi experiencia sea mfa, especialmente en la accién y la volicién"®?, Si la identidad de un objeto ha de buscarse en la praxis -y en su consiguiente cortelato reflexivo-, la del individuo ha de responder a la complejidad de la accién y la voluntad. * Hume, 1984-5, 419, ss. * Berlin, 62, 1979, 218. ® Berlin, 62, 1979, 240-1; entrecomillado de Berlin. ® Berlin, 62, 1979, 243, cursiva mias. Juan Bosco Diaz-y, 4 Tmer 15 EL Maga, 6. HUME ¥ KANT La critica a la representacién ilustrada es una referenc andlss del racionaldad modem; osignifiativo de un autores gan contenido y perspectiva de esa critica. Un planteamiento critico econocige eld Pope. Para ln crisis humeana del rnipodeindvcn mas restauracién de la racionalidad™, porque acaba con una Rocién oe conocimiento que tiene a éste como proceso natural (de nuestra Psicologia nuestro estar en la naturaleza) y no problemético (se nos ofrece sin 2 alguna, pasivo y dependiente de instancias que le son exteriores: las "fuent de verdad” (sensorialidad y su elaboracién asociativa) y la jusificabilidad’s La vuelta a la racionalidad que anuncia Popper, una vez rota la Tepresentacién ingenua, es, sin embargo, muy caracteristica. El problema de Hume, para Popper, es el estricto de la induccién ta imposibilidad de concluir una proposicién relativa a casos inobservados de otra relativa a casos observados™- y el interés de ese problema es que obliga a restaurar la inteligibilidad dela regularidad natural, como objetivided, segin Ja pretensién de la ciencia galileana. La solucién que da Popper al problema ¢s fundamentalmente I6gica y conceptual aunque con elementos reflexivos Pragmiticos. Légica, porque, como Popper ya exponfa en 1934 y desarrollé en 1956°, la solucién se apoya en la asimetria entre verificabilidad y falsabilidad que se desprende de la relacién igualmente asimétrica entre enunciados universales y singulares: aquéllos no pueden ser deducidos de éstos pero sf contradichos por ellos. Légica, también, porque ese es el rango de la nocién de contenido l6gico y contenido informativo que permiten considerar el alcance de las teorfas®*. Conceptual, porque se niega a cualquier forma de evidencia o certeza intuitivas; el saber se articula en teorfas, enunciadas como hipétesis, seguidas de una baterfa de posibilidades empfricas que pueden falsarlas; con ello se renuncia a considerar las Proposiciones existenciales como pura intuicién® y también a la concepcién de las leyes cientificas como a prioris del conocimiento. La posibilidad de ia comin a 1982, a, 94, s Foppe 1962; gap I, § 12, a mefora del “cub Popper 1972, pag. 41 y Popper, 1985, c, 21-9. * Popper, 1985, a §7 y 1972, § 22. » Poppes, 1972; , $§ 1415. individ y rcionalided moder 155 jar una proposicién existencial supone los conceptos universales; las eyes centfias se entienden en el interior de teorfas formuladas ‘como creaciones libres de nuestras mentes, el resultado de una intuici6n casi poética, (con las que] interrogamos a ta naturaleza, como Kant nos ensetié y tratamos de obtener de ella respuestas negativas concemnientes a la verdad de nuestras teorfas"®, Este elemento conceptual remite de nuevo al componente Iégico, dado que las posibilidades creativas y modeladoras que encierra, desembocan en una noci6n objetivista de la verdad que Popper enuncia siguiendo a Tarski®!. Entiendo por componentes reflexivos ciertos conceptos basicos de la epistemologia de Popper: nociones como base empirica®, preferencia racional entre teorias 0 grados de contrastabilidad®, entre otras, suponen la consideracién reflexiva del medio de la investigacién, de su programa y objeto 0 del alcance de la teorfa; por elementos pragméticos me refiero simplemente a aquellos que, oponiéndose a formas claramente convencionalistas de entender las leyes y teorfas, se esfuerzan por considerar la practica de la investigacién y su inteligibilidad™, Acéptese o no la denominacién (éstos elementos podrfan tenerse sencillamente por reflexivos), éstos dos tltimos elementos remiten as{mismo a la l6gica, como evidencia la discusiGn sobre la analiticidad de las elecciones entre teorfas®, o la refutacin de la critica de Duhem de los experimentos cruciales™, Si es verdad cuando se acaba de decir, Popper resuelve el "problema de Hume” mediante una reconstruccién de la soluci6n kantiana del mismo (no en balde llama Popper a la demarcacién "problema de Kant"®’), a la que desdobla en una construccién conceptual y un control reflexivo de la misma, determinados ambos por recurso a la Iégica. El cardcter objetivo -y el tipo de objetividad- que Popper confiere a estos enunciados refuerzan el papel de la \6gica, tanto en la correspondencia al objeto como en la medida del consenso subjetivo. “ Popper, 1983, 238. Cursivas mias, “ Popper, 1982, a, 288-306, © Popper, 1972, 106. © Popper, 1972, cap. VI, sobre todo $f 31-32. Suppe, 1979, 1 © Popper, 1982, a, capitulo IL, §24. “ Popper, 1983, 147 5, © Popper, 1972, 34. Juan Bosco 156 Plamen Mito, La critica de la representaci6n se dirige fundamentalmente, fe restaura el alcance de la misma, reconociendo Ia actividad del Ima J aus dotesreflexivas pero estableciendo un rigido control légico a ie ™0 ia determinacién del objeto, control que se extiende a la actividad de pues de aquél se espera sea Ia base exclusiva sobre la que pueda com, cualquier afirmacién como objetiva. : Berlin cuenta también, entre las consecuencias de la critica humean; 4 a necesidad,el final de un conocimientoentregado a instancias que le ont exterires. Pero sefiala que lo central de Ia erftca de Hume es haber pues fin al nexo causal -en el sentido que precisé antes: “constant conjunction’ Sintométicamente, Popper no llega tan lejos y, sobre la reconstruccién que acabo de describir, afirma que "a la luz de una conjetura podemos .. decir es qué consiste el "nexo causal necesario™ pues "dada una conjetura .. y unas condiciones iniciales que nos permitan derivar predicciones podemos llamar causa (conjeturada) a las condiciones y efecto (conjeturado) al efects predicho"®. Esto es, sobre las condiciones Idgicas que antes he descrito, se mantiene la idea de ciencia galileana, la posibilidad de una representacién objetiva de la naturaleza. No es que Berlin descarte hablar de causas 0 de leyes naturales, sino que piensa que ese nexo es propio de la ciencia natural y de su marco metodol6gico. Un objetivismo como el de Popper ve en ia lgica -0 en algunas de sus funciones- un medio en el que compartir racionalmente la realidad, mientras que para Berlin serfa un elemento metodolégico de la objetividad de la ciencia. Porque para nuestro autor hay otros conocimientos, e.g., la historia, donde la idea de causacién o determinabilidad no encajan de Ja misma forma®. Los objetos de la ciencia difieren de los de estos otros conocimientos en el nivel categorial (las categorfas son més fijas), y en el del interés cognoscitivo (dirigido a formas concretas de predicci6n). Curiosamente, Berlin, en el mismo lugar que acabamos de citar, dice que Popper, en su "Sociedad Abierta" y en la "Miseria del Historicismo", "parece subestimar Ja diferencia entre los métodos de la ciencia natural y los que emplean Ia historia o el sentido comin"”, 1 sujet Pattirse © Popper, 1982, a, 92. © En Berlin, 54, 112, 1984, 49 n [* 12, 114 n, 7], donde alude a la impropiedad que Popper demuestra de la aplicacién de esta nociéa de causa a la historia; supongo que se refiere a Popper, 1984, a, §§ 27-28. 7 La referencia es 1a nota anterior. Individoo y racionalidad moderna 157 El campo que libera Hume es més amplio que el de los objetos de la jencia y que la perspectiva de la ciencia galileana. Su amplitud resulta de coven el supvesto metafisico de la ammonia y regularidad de ta naturaleza, Ia idea de natura rerum. Kant reconstruye el concepto de naturaleza trascen- dentalmente, como dmbito de generalidades regulares, que es -como Popper reconoce en diveros lugares- el que exigia una visién critica y racional de la fisica de Newton. El mismo Popper piensa que la nocién kantiana de natura- Jeza y leyes naturales es estrecha por haberse hecho a imagen y semejanza de ese enunciado hist6rico de la fisica. Pero ¢! mismo s6lo mueve el punto de mira para dar cabida a otros enunciados hist6ricos, no para considerar otras formas de concebir la ciencia lejos del objetivismo ni para considerar objetos del conocimiento que no entran en la perspectiva de la ciencia natural. Las ciencias sociales ¢ hist6ricas quedan, al menos parcialmente, fuera de ese marco porque no se pueden determinar las condiciones del objeto de modo equivalente al de la ciencia. Y sabemos, ademés, que Berlin considera otras formas de experiencia que desbordan a ambos campos. Pero hay algo més; el terreno liberado por Hume tiene otra referencia, Ia identidad permanente de objetos y "yos". En el problema de Ia identidad del yo me parece que también Berlin desborda Ia posicién de Popper. En ella, Ja identidad es ciertamente abierta’!, situada’”, como lo muestra su teoria del aprendizaje”, pero est4 mediada por la importancia de la légica, por un supuesto de que los seres racionales asentirén a cuanto pueda o llegue a presentarse en tales moldes, una idea de consenso en cuyo correlato la identidad humana es demasiado lineal”, La critica de Berlin a la representacién ilustrada y su reconstrucci6n del conocimiento a partir de Hume es diferente. En lo que se refiere a su recepcion de Kant, ésta no es logico-conceptual, sino conceptual y reflexiva. “Las cuestiones que (Kant) indag6 y los métodos que emples (sean validos 0 10), se dirigian a analizar nuestros conceptos y categorias més generalizados. Distingui6 los tipos de proposiciones que hacemos a la luz de las clases de evidencia que requieren y las relaciones entre los concepios que presuponen"”5, ™ Popper, 1986, cap. 3 y Addenda. ” Popper. 1985, a, § 37 y Popper, 1982, a, cap. 7. ” Popper, 1982, a, cap. 3 $$ 8 y 9. ™ Habermas califica esta posicién de Popper de ilustrada ingenus: Habermas, 1987, , 308 y ss. Bertin, 62, 1979, 24, I 158 nan Bosco Diaz-Urmenets Mut El interés del trabajo de Kant es haber separado 1a Preocupa : filosica de conocimiento dela deduccin y/o dela percepcién, pane in enclanlsis de aquello que damos por conocido y de as razones poy O° Io dames, Por ese camino diferenci6, primero as referencias empiieqsy M° que no lo ern ext despues el alcance categoria yanalizs las ennag 8 8 de validez en cada caso. Pero si actividad del conocimiento y categorgn® se toman en serio, se ega a desbordar el émbito de la ciencia, pues requieren objetos de los que tenemos, iertamente, conocimiento, yao convene el andlisis categoria. Pero para dar ese paso -como Kant lo hina Ia tercera critica y sus derivaciones- hay que recurir ala reflexiGn, pues °° pueden invocarse fuera del émbito de la ciencia ls condiciones de un ohn que no se dan sino en tal émbito: es necesario ir a una empiria reflexive Cuando tratamos objetos que simulténeamente son objetivos subjetivos, no podemos encerrarlos en moldes objetivistas. La accién plane, verdaderas aporfas causales una vez que ha perdido la exclusividad de Ig inteligibilidad natural y debe entenderse desde ella misma, Al carecer de una estricta selecciGn de relevancias, por ser interactiva, puede intentarse acudir a todas las tramas causales que la preceden. Pero esto es una falacia, pues seria “colocarnos fuera de las categorias que gufan nuestra experiencia empitica”’. El recurso adecuado es la empiria reflexiva. Con ella, desde luego, 1a representacién ilustrada se deshace, pero también una representacién que bbusque determinacién légica para establecerse asf fuera de las tensiones que recorren la relacién sujeto-objeto, Una representacién de este estilo seré un instrumento de trabajo racional en el proceso y lenguaje de investigacién de un dominio del conocimiento, pero no una determinacién excluyente de lo que puede ser tenido por real. Este es el alcance de la critica de Berlin a la representacién. El problema se agudiza al llegar a la identidad. Kant, como se dijo més arriba, Ia restaur6, pero, a juicio de Berlin, vinculéndola a una densa experiencia y a lo que hacen mfas mi accién y volicién. Es un reconocimiento de Ja autonomfa y una advertencia: comprendernos s6lo desde las tramas naturales es “a miserable subterfuge"”. Pero si se quiere inscribir la nueva identidad en un molde racional, saltan chispas en la recepcién kantiana de Berlin, Porque éste piensa que el potencial reflexivo de la propuesta kantiana va més all4 que la forma racional en la que trata de incluirla. A los ojos de ™ Berlin, $4, 112, 1984, 71-72 n, [* 12, 138 nota 10]. Compérese con Ia “causalidad adecuada’ en Weber 1982. "Berlin, 112, Intr., xiv [* 39, 14]. tndividuo y raconalided moderna 19 perlin, el alcance del discurso auténomo de la Tustracién (al que a fin de cuentas animé el propio Kant), unido al pliegue de la reflexion desborda ciertos imperativos que proceden de la racionalidad kantiana. Es algo que ya hemos visto al hablar en el capitulo tercero de la imposibilidad de una discriminaci6n racional de fines y sobre lo que volveremos, Ahora s6lo me interesa traerlo a colacién para subrayar que no es posible, segin Berlin, aceptar el dictamen de un yo racional sin que la reflexién tenga clara y previa nocién del alcance de las preferencias, si no del yo empitico, sf de sus componentes reflexivamente esclarecibles’® y que el establecimiento de la racionalidad de la norma no puede legitimarse remitiéndola a una instancia racional ideal independiente de los fines individuales, sino que hay que recurrir a la capacidad de juicio”®. La recepcién de Kant por Berlin muestra que el polo subjetivo de la representacién también se rompe. Berlin sabe que es una cuestiOn més arriesgada que la anterior, tan arriesgada como la voluntad puede serlo; Berlin reconoce que Kant, "con su filosoffa moral alz6 Ja tapa de una caja de Pandora que liberé tendencias que él, antes que nadie, con total honradez y consecuencia, debia desaprobar y condenar"®®, pero acepta este reto derivado de la autorreflexién ilustrada. 7. HUME Y EL IRRACIONALISMO ALEMAN Si en Berlin hay una dialéctica de la Tlustracién -y asf podrfa lamarse esta relacién entre el pensamiento moderno y sus supuestos, la autorreflexién de un pensamiento que se va descubriendo auténomo-, ésta podria describirse como Ia tensa relacién de un discurso liberador y secular con la identidad humana que él mismo favorece, identidad desde la que los hombres impugnan tal discurso. De ahf surge su critica radical a la representacién. El resultado de esta dialéctica no es una reconstruccién, desde la nueva conciencia de autonomfa de Ja accién y del cardcter irremisiblemente incompleto del conocimiento, de 1a forma ilustrada -como parece serlo en Popper-; tampoco es una deconstruccién de esa misma forma desde un sujeto que al advertir que es naturaleza y que su relacién con el objeto es multiple e hist6rica, niega la positividad y totalidad de ambas dimensiones para hacer valer los titulos del sujeto y el objeto -como ocurre en Adorno-; tampoco ™ Berlin, 71, 112, 1984, cap. III del articulo némero 71. ® Cap. $ del trabajo citado en la nota anterior. ® Berlin, 143, 199, 1990, 216. Juan Bosco Diaz-Urmeneta M luRoy 160 esta daléctica en la fjaci6n de algin momento surgi a progresivo de tal identidad para, desde él, definir la yesqe™ © nie restablecer los ideales ilustrados -como Ber}; saree del om pltado de la dialética de Betlin serie cmt W cubjetividad ¢ individualidad en Ja sociedad y en la historia, lo que lle a un despliegue de identidades, significados y fines autonomos maitipie, y plurales pero que pueden reconocerse mediante la reflexién de na rica autoconciencia. Por eso, antes de terminar este capitulo, voy a referirme a dos Iineas de pensamiento que critican la representacién de modo més radical que e| kantiano y la recomponen mediante la reflexi6n. La primera es el irracionalismo alemén y su recepcién de la critica humeana de los supuestos ilustrados. Es una reveladora alternativa a Kant y presenta un individualismo radical frente a naturalismo y racionalismo; ofrece ademés un entendimiento reflexivo del individuo y un rechazo de la sociedad ideal, del cosmopolitismo. Berlin, en 1977, describe esta recepcién de Hume. No dice que ésta sea la influencia decisiva en los iracionalistas alemanes, sino que el entusiasmo de éstos por la obra de Hume es un hecho hist6rico probado que, aunque quiz4 insignificante para los estudiosos del escocés, permite establecer Ja importancia que tuvo su critica a la Ilustraci6n para éstos que resultaron ser inspiradores del romanticismo. Hume significa, sobre todo para Hamann y Jacobi, una liberacién de Ja miediaci6n cientifico-natural y racionalista, que a ellos se les antojaba una imposici6n ficticia. Esta opinién no es sin mAs atribuible a un pensamiento reaccionario: la impronta religiosa de estos pensadores es de inspiracién pietista y se traduce, por tanto, en una experiencia radical de individualidad*'. Desde ella, el racionalismo y materialismo cientifista -y también el deismo- les parecian simplificaciones que, mediante la abs- tracci6n, renunciaban a la complejidad de tal experiencia. En la obra de Hume, en la negacién de las conexiones necesarias en la naturaleza, ven, Meinecke, 1983; Schniidelbach, 1980, Tal vez interesara comparar el alcance que Berlin atribuye al fidefsmo nominalista de Hamann con el anélisis weberiano de la ética Protestante. Brevemente diré que su recepcién del escepticismo humeano desde una mentalidad Preocupada por la accién de los hombres es semilla de secularizaciGn de ésta, secularizacién que advierte una nueva autonomia de la accién y un sentido inmanente a la misma separado de la ‘omprensién natural. Este proceso lo concluird Berlin en sus trabajos sobre Vico. Sélo destaco ahora la importancia de este trabajo de Berlin para una secularizacién de la accién que prescinde de referencias exteriores, naturales o racionales. individuo y recionalidad moderna i una ruptura del racionalismo y, en la separaci6n entre las conexiones foeicas y las del mundo real, una negacin del materialismo empirista que devuelve el esplendor a los objetos y la creatividad a la subjetividad, Pero, en su lectura de Hume, estos pensadores van més lejos: reciben con entusiasmo cuanto pueda cuestionar “la nocién {kantiana] de categorias jnalterables de la experiencia tanto como cualquier forma de dualismo"®2, En ja primera ven un trasunto del racionalismo, en la segunda, un discerni-miento previo -que Berlin califica de platénico®. entre tipos de experiencia. Para estos pensadores las cosas ocurrfan de muy distinta manera: las capacidades cognoscitivas de los seres humanos no eran ante todo analiticas Jos tractos de accién no podfan diseccionarse; lo decisivo era una ‘confrontacién directa y global con la realidad. Y esto también lo encontraban en Hume, en su recurso a la creencia (belief), una vez consumada su critica de las ideas de regularidad y causa™: la conexién entre sentimiento y mente, era més convincente para la vida cotidiana que el andlisis de la "apprehensio"; la cercania de la creencia al instinto y a la emocionalidad que comportaba un elemento de certeza especifico ~distinto del sentimiento que acompafia a la ensofiacién-, todo ello se vefa, no con la intencién naturalista de quien intentaba convertir la reflexién filos6fica en una ciencia del hombre, sino como la experiencia inmediata, irreductible al andlisis 16gico, por la que se capta la identidad personal, el sentido de la accién, de Ia libertad, del nexo con el mundo exterior. Por muy lejos que esté la creencia humeana de la Wesenheitsgefiihl de Jacobi y de la Glaube de Hamann, ambos quieren subrayar, recurriendo a aquélla, que la experiencia individualizada es algo directo, previo a cualquier racionalizacién y tiene una complejidad que desborda el andlisis. Sin las exageraciones y sin el apasionado antirracionalismo de estos autores, ésta es la experiencia bésica, segdn Berlin, que hay que recuperar para restaurar las posibilidades de la subjetividad y, en consecuencia, una rica reflexién. No es algo religioso, sino un reconocimiento del propio yo y de su mundo en confrontacién directa con el objeto, antes de la mediacién de una representaci6n no reflexiva. Su expresiGn acaso recurra a la ironia, como la observacién que Austin confié a Berlin en un aparte de las acaloradas discu- siones de los j6venes fildsofos de Oxford: © Berlin, 154, 166, 1991, 186, (*53, 258} © Para una eritica de la eternidad de las categorias de Kant desde otro punto de vista, Horkebeimer, 1966, 175. ™ Hume, 1984-5, 206-7 (SB,629); 315-6 (SB.183); 880-1 (SB,624). Juan Bosco . Pier Umer Muto, “Todos hablan de determinismo y dicen creer en él. Nunca en mi y encontrado con un determinista, quiero decir, con un hore? ™ he realmente en eso, como td y yo creemos en que los hombres go, ina, cre war"®. “say Una condicién para este econocimiento del yo, desu mundo y de comparte con otros, es que no es posible una epistemologia a prignss! ; ravionalidad se cerita a posterior el andlisis sigue al descubrimienta« | consistencia y la taxonomfa, a las pequefias y numerosas experiencias que . registran en las formas de expresiGn y comunicacién de cada dia. Bs ése terreno sobre el que puede trabajar la critica, Lo que estos pensadores ven en la fe es un miicleo sintetizado, ‘cognoscitivo, practico y vital que asegura este contacto directo con la realidad y lo reproduce desde su condicién de vinculo con ella: una suerte de sentido de la realidad. Este les mantiene en un espacio en el que hay mucho de indeterminado, en donde pueden advertir la fuerza de lo que resiste al andlisis, enel que se unen lo ponderable y lo imponderable. Sus exageraciones imracio. nalistas resultan pueriles pues, sin recurso a la razén, ese campo mismo seria indiscernible, pero indican una valiosa resistencia a absolutizar y exclusivizar Jas cuidadas construcciones racionales que, por uno u otro tipo de recurso a la representacién, ocultan o ignoran aquel espacio. Desde éste, Ia reflexién, que ha de contar necesariamente con el ejercicio de la racionalidad, puede advertir que éste crece desde tal fondo vital en el que, en términos de Jacobi, una vivencia integrada de la individualidad, como es para ellos la fe, se convierte en sentimiento (Gefiihl) y revelaci6n (Gessinungen) de la existencia. Fondo que Berlin advierte en aquella identidad subjetiva que se relaciona con Ja accién y la voluntad como decfamos antes. Al poner como cuestién central el afrontamiento directo con la realidad desde tal fondo vital, la lectura de Hume es un acicate para el individuo y lo individualizado. Toda subsuncién recorta lo individual disolviéndolo en una generalidad: eso es verdad para la naturaleza, para la identidad y los fines individuales, para las sociedades. Y ello no desde un supuesto individuum incognoscibile, sino por una hermeneusis que toma a todo ente como signo. Lo que interesa a Berlin, porque entra plenamente en la autonomfa del discurso, es la visi6n que Hamann tiene del individuo y del lenguaje. Al hacer coincidir pensamiento y lenguaje, la comprensién del individuo se invierte: no 'S Berlin, 133, 167, 1982, 115, [*47, 228] cursivas de Berlin. ™ Berlin, 154, 166, 1991, 172-73, [*53, 244]. pepraden yeaiosalntad modern 163 cq te enviende nel marco de la subsuncidn, ni en el discernimiento previo de Se enqertencias en esteras diferentes, sino desde su propia expresidn, tinicu, caus woetigie”™. Con estes pensadores, y teniendo en cuenta cuanto se dijo sees ste [a reflec, el papel de gsta se invierte respecto a la propuesta de Frame fa reffexidn nafs que uni dos mundos va establecidos a prior, llega a ger fy Bast desde la que es posible Ia comprensién y la autocomprensién a waves de las categorias que pueden establecerse en el lenguaje y se desde el mismo. Esto significa un vuelco en la forma de entender Ia mediacién: ésta ceri antes que forma racional o determinacién natural, experiencia inividualizads, Esto devuelve al objeto su capacidad para sorprender y al afeto el riesgo de crear y el esfuerzo de comprender abductivamente: el ccaccimiento estaré asentado sobre el supuesto de la pluralidad: las nuevas formas. tal vez sorprendentes, se entenderin desde la también nueva experiencia de ser subjetividad: la experiencia habré de entenderse situada en conformada desde la vida de una sociedad y cultura concretas y su lenguaje tist6rico, aunque con capacidad -dada Ia creatividad de los individuos- para cambiar hist6ricamente todo ello. & REFLEXION Y LIBERTAD EN MONTESQUIEU Esta Iinea de pensamiento quiebra la expectativa de la sociedad ideal. Pero también la rompe, desde otra perspectiva, un pensador ilustrado, Momtesquieu. El ensayo sobre éste, escrito en los afios cincuenta, antecede, indicativamente, en los “Collected Writings" de Berlin, al dedicado a los extrafos herederos de Hume. En ese trabajo hay andloga preocupacién por lo individual, la forma de empiria que puede comprenderlo y la voluntad de reconocerle un ambito de libertad, pero le afiade, ademés, una referencia a lo incondicionado. Las distintas formas en que se ha ido desplegando el individuo y han roto los moldes monistas, no deben olvidar el respeto a su racionalidad, que no se limita a ajustar medios a fines, ni a protegerse bajo el tribunal de ta raz6n, sino que se ejercita en la capacidad individual de Para Berlin la intenci6n de la indagacién de Montesquieu es ilustrada, Quiere establecer las leyes de las sociedades humanas y espera encontrar a su través una ciencia del hombre. No hay diferencia especial, ni en lo que espera * Wetin, 62, 1979, 273-4, d 164 tan BOs0 Dia-Urmene, — un saber sobre los hombres- ni en el medio en que es gene eee com las expectativas heredadas de los eae © eon anterior, Pero son diferentes las relevancia y el interés copnasciny tho Porque no son s6lo significative los sistemas jurdicas y n tos tpicns de Tas épocas doradas de la racionalidad. Pese a han™® 30 génesis de los sistemas legales, lo que busca es de ig “el marco institucional dentro del cual vivensociedades humanas epee no s6lo sus sistemas de derecho, sino las pautas y leyes de desarrolio, A comportamiento politico, religioso, moral, estético"®®, le sy En esta vasta y densa realidad no espera halla la transparencia de racionalidad o Ta regularidad natural, 1a norma ideal 0 las regularidag psicoldgicas, sino los modos en que las relaciones entre gobernantes y gobernados logran formas estables. Hay, asi, una diferencia conceptual entre Montesquieu y la llustracién, Las sociedades ni son productos aleatorios ni construcciones racionales: en ellas intervienen numerosos elementos y factores -s6lo determinables hasta cierto punto- y son resultado de un lento proceso similar al crecimiento biol6gico. Establece la importancia de los factores materiales, sobre todo e] clima, pero advierte que en el proceso de consolidacién de la sociedad, las influencias provenientes de la accién humana, las ideas y los factores espirituales, se hacen cada vez mAs importantes. Subraya Berlin, que Montesquieu no cae en la tentaci6n de una teorfa de la sociedad basada en una estructura propia del "ser humano”, al estilo de Ja antropologia de Kant. No hay teorfa "antropolégica” de la sociedad porque, segiin Berlin, para Montesquieu, la idea abstracta de hombre no es tan potente como para apoyarse en ella. Y no lo es porque si la sociedad se forma en las continuas y minuciosas relaciones que los hombres mantienen con el medio, con los demés, con las instituciones que crean y los pensamientos con que las definen, desarrollandose tal proceso en torno a problemas especificos de tal medio, la misma formacién de los hombres, la posibilidad de llegar a ser auténomos y racionales, es inseparable de ese medio y esa sociedad. Si Hamann identifica pensamiento y lenguaje, Montesquieu acerca el proceder humano a la sociedad: sin Iegar a dudar de la nocién de naturaleza humana, ésta le resulta demasiado vacia: % Berlin, 58, 166, 1991, 134, (*18, 203]. vido y eonaidad moderna 165 I sos hombres tienen en comin muchas propiedades mentales ... pero sus diferencias son més importantes, pues s6lo en términos de ellas pueden cexplicarse las diferencias de instituciones y perspectivas"®, Esclarecidas pues las diferencias respecto al pensamiento y las ranzas ilustradas, ha de verse ahora cémo es posible organizar una ciencia sobre tal objeto. Berlin se fija sobre todo en la peculiar nocién de empiria: no hay observacion sistema, sino una atencién a lo significativo; no hay jncardinacién de la relevancia en una generalidad previa, sino un esfuerzo por contextualizarla; a partir de ello se enuncian hip6tesis tentativas, que de nuevo se enfrentan a hechos, no con dnimo de verificacién, sino de mutua conformacién; esto, al fin, se conffa, para su solucién a la razén, que Montesquieu entiende, segiin Berlin, como capacidad de juicio -"su mejor °°. muy atenta, en su posicién de categorias, a las exigencias de ‘quel objeto -"a la manera en que el asunto mismo parece solicitarlo"!-, Berlin admite plenamente que este razonamiento tipolégico es mAs cercano a Aristételes que al pensamiento modemno y que no est4 exento de intenciones metafisicas. Pero en este modo de idear la racionalidad interior de Ja forma de la sociedad a partir de fines diferentes y encontrados, de medios naturales distintos y concepciones culturales que adecian unos y otros, la venerable doctrina de las clases naturales logra objetivos insospechados: abrir el abanico de las soluciones y necesidades humanas, alejando la nocién de necesidad del dato natural y Ia de las formas de consenso y convivencia del resultado de la pura racionalidad; debilita ademés el supuesto de una unidad racional de objetivos, metas y fines. Cierto que Montesquieu concreta la estructura social en una dynamis acentuando el temple metafisico del método empleado, pero el concepto se dirige sobre todo a fijar aquel eje en el que coincidan los especificos problemas de relacién con el entomo y sus peculiares soluciones, los fines especificamente contrapuestos de los hombres y las peculiares formas de consenso, los problemas de relaciGn hacia el exterior y los equilibrios correspondientes. Esta "fuerza interna” caracteristica de cada sociedad, como el fin inmanente del concepto tipol6gico, identifica su forma de vida con un equilibrio y no con una encamacién de la raz6n ni con una regularidad natural. ™ Bertin, $8, 166, 1991, 139, {°18, 209]. ® “their own best judgement” Berlin, 58, 166, 1991, 138, [*18, 208). "im the manner which the subject-matter itself seems to call for” ibid. Juan 166 Bosco Disz-Urmeneig Metop ue Berlin infiee de todo ello ¢s, primero, que ya n hablar: ie ceamopolitismo. No hay sociedad ideal. No hay ee act Pe ques generan por distntas sociedades en distin staciones yey en desarollos expcticns. En segundo lugar, desde esa’ emping Set conceptualmente y teflida de viejas ideas, la teorizacién de Ja soci bil esclareciminto dela prctcas sociales reposanenlaposbilidad cea? © reflerivamentea problemas y fines asta su deteminacén empiea s conviecién de que unos y otros son impredictibles. Lo primero Io oe Berlin_de un modo bastante parecido a aqul tereno de experineia ere que sefialaba en los irracionalistas de la Prusia Oriental: : a “La racionalidad no era, para (Montesquieu), s6lo el conocimiento adaptar los medios a los fines, o un adecuado dominio de la causacign histérica sino que es la comprensién de todo el campo del juego ente In naturaleza y los hombres; en la comprensién de qué deseos y actividades sox autodestructives y suicidas y cudles no lo son; en comprender la vasia variedad de los fines perseguidos por los hombres en una amplia variedad de condiciones; més atin, en descubrir cémo, si estos fines chocan entre si, odrian a veces ser reconciliados; o si no totalmente reconciliados cémo seria posible o no, lograr un acuerdo entre ellos", de c6mo En cuanto a la impredictibilidad de fines no slo es un rechazo de las ingenuas esperanzas racionalistas en su discernimiento a priori, sino una reserva frente a algo que descubrird Berlin en De Maistre: el temor ante los afanes individuales y su sometimiento implacable que estd en las raices de los autoritarismos modemos. Le parece que Ia insistencia de Montesquieu en asegurar cambios lentos, desarrollos no lineales, crecimientos semejantes al natural previene contra los peligros de la frialdad de la raz6n ingenua y de la sinraz6n atemorizada®. En tercer lugar, las causas del crecimiento o de la destruccién de una sociedad distan de ser andlogas a las naturales: las causas generales de Montesquieu son sobre todo cuadros en los que las probabilidades aumentan 0 disminuyen y que se establecen o se rompen por la accién de los miitiples elementos que venimos citando, cuadros que tienen que ver, en su mantenimiento 0 disolucién, con la accién de los hombres. De todo ello surgen dos consecuencias: la primera, sefiala los limites te6ricos y practicos de la representacién ilustrada en lo que concierne a los a ® Berlin, 58, 166, 1991, 144, (*18, 214). ” Berlin, 200, 199, epfgrafe VILL. 167 \s de las ciencias humanas y la comprensién de lo individual, En el caso de os irracionalistas, se buscaba el espacio libre de la confrontacién directa, en éste se sugieren multiples caminos de la empiria reflexiva. La segunda consecuencia es la distancia entre la sociologia de la ley en la llustracién

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