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Para Carolyn Taylor, al igual que para Ángel Aguirre Baztán, la cultura es un proceso
que se desarrolla cuando hay objetivos, creencias, rutinas y valores compartidos entre
los miembros de una tribu, además de comportamientos compartidos que la refuerzan y
mantienen el equilibrio. Resulta interesante la visión que comparten estos dos autores al
entender que el desarrollo cultural organizacional es un proceso de largo período y que
es atravesado por diversos factores, valores y comportamientos.
Para todos los autores citados, la cultura organizacional es un proceso complejo que
necesita de un líder para que pueda desarrollarse, cambiar o mantenerse. La cultura
organizativa, para asegurar que la empresa sortee las adversidades e incertidumbres del
medio, debe ser capaz de modificarse y adaptarse. Es esta capacidad de reconfiguración
la que permite tener una “ventaja comparativa” sobre su competencia. Los simbolismos,
la comunicación formal e informal, el trato a sus miembros y al cliente, incluso los
medios instrumentales, son formas en que la cultura se manifiesta.
Los líderes determinan la cultura meta o cultura requerida, en base al marco estratégico
de la empresa, haciendo referencia a la cultura que debe desarrollarse en la organización
para alcanzar los resultados y lograr implementar dicha estrategia.
Es sustancial que las prácticas empresariales, los valores, creencias y objetivos estén
alineados a la cultura organizacional para mantener el éxito a largo plazo y también para
enfrentar los reveses sin que se pierda el sentido de pertenencia de los miembros hacia
la institución, es decir, debe haber coherencia entre creencia y acción.
Sea una empresa pequeña o mediana, familiar o no, si se quiere ver un cambio en la
cultura organizacional, sus miembros deben cambiar y aceptar los bemoles que esto
conlleva. En varias ocasiones, a medida que una empresa crece, la cultura
organizacional puede perderse, por lo tanto, es necesario diseñar estrategias que
permitan que, a medida que la empresa crezca, su cultura haga lo mismo y permanezca.
Lo importante es que la institución instaure valores y creencias de lo que es importante
y a partir de ello, tome decisiones que nutran la cultura organizacional.
Carolyn Taylor nos muestra que el viaje hacia el cambio de cultura organizacional no es
sencillo, aunque es beneficioso. En el futuro, la cultura seguirá influyendo en la
empresa, pero también llegará a mejorar la calidad de vida del personal y la del cliente;
pues, según la autora, la cultura empresarial atraerá a quienes tienen un comportamiento
similar al de la empresa o se identifican con ella y por lo tanto, los empleados valorarán
mucho más la organización. Lo mismo ocurre con la experiencia del cliente,
considerando que elegirán una empresa con una fuerte cultura organizacional que pueda
anticipar y satisfacer sus necesidades. Es necesario remarcar que todo en la
organización es influenciado por la cultura corporativa.
Entendemos que, como la organización está conformada por un grupo de personas con
distinta escala de valores, es necesario que la empresa defina con claridad los valores
corporativos, porque son estos valores los que hacen única a la organización, en
palabras de la autora, son su esencia. Las acciones cotidianas son las que van
fortaleciendo la cultura de la organización que refleja tanto el comportamiento como los
símbolos y sistemas de la entidad. En el diseño de un plan cultural es importante
modificar comportamientos que podrían ir en detrimento de la propia organización, así
como comprender los símbolos culturales. Son estos últimos los que fundamentan el
proceso de cambio organizacional, aunque sean los sistemas los que influyen en los
valores de la organización.
La creación del plan organizacional, según Taylor, es un viaje cultural y emocional que
va desde la evaluación de la situación actual de la entidad, es decir, un análisis de la
cultura reinante, pasando por la definición de valores, misión y objetivos e incluso la
incorporación de rituales hasta llegar gradualmente, a la implementación de
comportamientos, símbolos y sistemas. Para la creación de este plan, es necesaria la
inversión de tiempo, dinero y ánimo por parte de los miembros, puesto que crear una
cultura es un proceso de equipo, tal como afirma Taylor.
Pero el común denominador es que los comportamientos del liderazgo deben estar
orientados a la generación de una cultura de alto rendimiento en la que imperen la
responsabilidad, la integridad, la humildad, la comunicación y la negociación
constructiva.