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EL ARMA DEL TIRANO Y SU DOMINIO PSICOPOLÍTICO.

UNA TESIS DE
BYUNG CHUL HAN

1: EL DIOS TARTAMUDO
El cristianismo, y por ende, Dios, muta a una forma aún más liberal. Muta
para no tener que extinguirse.
La religión cristiana fue antaño una religión conservadora. Su Dios fue
siempre un dios escondido. Los filósofos, dicen los cristianos, en vano
buscan a Dios empíricamente, a Dios no se le conoce mediante la razón. En
vano le piden a Dios pruebas de su existencia, en vano lo buscan en el
mundo, en vano usan la lógica. Dios es un dios escondido, fue lo que en
reiteradas ocasiones quiso decir en los pasajes de la Escritura: «el que busca
a Dios, lo encuentra». No es como buscar el sol en pleno medio día, no dice
que es como buscar agua en medio del océano. Solo se encuentra a Dios por
la fe.
Anteriormente presentamos un punto clásico: Dios le dio al hombre su
palabra (La Torá); Jesús fue el verbo, la palabra, el Torá viviente; como Jesús
y Dios son uno solo, por ende, Dios y Jesús son su palabra.
La palabra de Dios contiene la moral que asumieron las nuevas
generaciones después del empoderamiento de la religión en la edad media.
El devoto tratará de buscar a Dios, este sentirá que se aproxima a él en la
media que hace de la biblia una parte importante de su vida, o sea, en la
medida que sigue sus instrucciones, en que acepta su ética. El devoto
trabaja la fe de su interior. No deja que su fe disminuya, ya que es el único
medio de tener la comunión con Dios. Y todo irá perfecto ya que la fe
siempre le dará lo que busca, le dará a Dios, y si no tiene a Dios cerca, es
porque no tiene suficiente fe y ello lo tendrá empeñoso en endurecer su fe,
o sea, creer ciegamente en un dogma. Lo cual es un círculo de cual el devoto
rara vez sale. Pero a la vez es una doctrina que no entra en contradicción
por lo tanto no suele refutarse.
La dificultad que tiene la religión cristiana en estos días subyace en la
fuente de su poder: la biblia. Se entiende que biblia contiene un código de
ética, pero poco a poco deja de tener sentido. En Levítico (20:13), se ve un
ejemplo: «Si un hombre, dice, yace junto a un hombre como se hace con
una mujer, los dos han cometido una abominación; morirán sin remedio;
su sangre caerá sobre ellos». Si la palabra de Dios determinara lo que es
moral, asesinar a los varones homosexuales o simplemente el hecho de
odiar a los homosexuales estarían moralmente autorizados. Sin embargo,
solo un imbécil o un enfermo tomaría esto como ética, este cristiano sería
un ser moralmente repugnante.
Por ello en las congregaciones cristianas ya se ve un severo cambio en su
doctrina, todo es más liberal, Dios dejó de ser un dios castigador, le
dotaron de una cualidad relativamente nueva: Dios se hizo «compasivo».
Dios sigue estando oculto pero ahora este nos busca, pues quiere nuestra
«salvación», Dios ha cambiado, puesto que no tienen otra opción.
Nietzsche declaró que Dios ha muerto, su ataque al cristianismo fue una
defensa a las personas. Pero si consideramos la época en la que Nietzsche
realizó su obra, vemos que proclamó anticipadamente. Este filósofo fue un
hombre póstumo, como él mismo afirmó serlo. Si en los años en los que él
aún vivía, Dios era necesario para una sociedad protestante-emergente, hoy
no lo es. En la actualidad la idea de Dios no es necesaria, ni para oprimir,
ni para liberar: Dios ha muerto. Pero claro, en un sentido Nietzscheano, en
un sentido metafórico, simbólico, con toda esa magnificencia que cada una
de sus letras caracteriza.
Si hablamos con hechos reales, viendo la presencia del cristianismo en
todas partes del mundo y su natural crecimiento, es lógico afirmar que la
idea de Dios continua vigente. Antes resolví la cuestión de por qué creamos
a Dios. Y es que, hablar del origen de Dios es inútil, la idea de dios existió
desde tiempos remotos, sin embargo, el Dios cristiano se replantea, se
reformula, se crea un Dios cada día, en el corazón de cada persona; la
persona que pasó a ser un creyente, creó a Dios dentro suyo. Esa es la
creación de Dios.
El cristiano, James D Bales, dijo: «Cuando el modernismo no nos da un Dios
muerto, nos da un Dios mudo, que no ha hablado al hombre, o un Dios
tartamudo cuyo mensaje en la biblia está tan lleno de incertidumbre que
no podemos conocer cuando es Dios quien habla, o cuando se trata de una
piadosa presentación de la ignorancia humana.» (Modernism: Trojan
Horose in the Church.)
Tratar a Dios no lo considero importante en términos de la filosofía actual.
Cuando las dificultades de la vida precisa una nueva óptica podemos
prescindir de la idea de Dios tal y como la conocemos. Sostuvimos la
creación de Dios, ahora no podemos hacer más después de la muerte de
este. Dejaremos a un lado a la religión, hablaremos ahora de un problema
mucho mayor. También se dijo que cada sociedad obliga a la forma y
tamaño que su Dios ha de tomar. Un pueblo, una generación exige un tipo
de Dios. La pregunta ahora es: ¿Cuál es el dios de una sociedad neoliberal?
2: EL TOPO Y LA SERPIENTE
El sujeto de hoy es empresario: diversifica, divide, crece, optimiza. Dijimos
antes, que el sujeto actual se cree revolucionario. Este se confunde. Es
revolucionario en el sentido de que sobrepasa las barreras que según su
perspectiva atajan a los demás, más no supera absolutamente nada de lo
que lo somete en realidad. Es revolucionario porque cree que se resiste a
una amenaza que no existe. Poco a poco el sujeto neoliberal se aventura a
un mundo que considera el precio a pagar por el éxito personal. No quiere
empleos, cree que es mejor emprender por su cuenta (no en todo los casos);
no quiere carreras profesionales porque ello ya no satisface el deseo que
tiene para con el capital (no en todo los casos).
Como un germen potencial y alcanzable se tiene a la inteligencia. Y es
considerado por algunos como el máximo edificador de la vida, como el
recurso de la persona sobresaliente. Y como cualquier cosa transformada
en ideal, la inteligencia es conquistada por, sobre todo, el sujeto actual. El
empresario es inteligente. El empresario, busca sus propias ideas, sus
propias metas, sus propios anhelos, su propio sentido, se pregunta y se da
él mismo respuesta a todo, no necesita de nadie más. El sujeto neoliberal
aspira, sueña, se hace individual. Sobre todo, elije.
Antes dijimos que el empresario expresa su cansancio confesando lo harto
que está de tener que elegir, ahora: ¿podría ser la inteligencia tan solo un
instrumento del sistema neoliberal? Inteligencia significa: escoger entre
(inter-legere). Quizá el empresario no es totalmente libre ya que está
atrapado en un Entre de carácter sistemático. Tal vez no puede poseer lo
que está afuera, quizá solo tiene acceso a las opciones que se encuentran
dentro de la jaula.
Sobre todo, el empresario trabaja. En la medida en como este se plantea un
sentido propio de la vida, también se involucra con todo posible esfuerzo
para su alcance, este acepta todo medio, toda tarea, todo método, todo
esfuerzo. «Quien posee su propio porque de la vida, acepta casi todo
como.» Nietzsche.
Foucault basaba sus estudios tras los pasos de su sociedad disciplinaria.
Aquella sociedad basada en cuarteles, hospitales, psiquiátricos, cárceles,
fabricas deja de tener sentido en pleno siglo XXI. No corresponde con la
sociedad de hoy en día. El siglo XXI encuentra otro tipo de sociedad. Si
vemos un mundo distinto, una sociedad basada en centros comerciales,
torres de oficinas, gimnasios, bancos, un sistema modificará también sus
modos de operación. La sociedad era dirigida mediante un régimen
disciplinario, mediante el modulo disciplinario del deber. La sociedad
disciplinaria era una sociedad de la negatividad. La definía la negatividad
de la prohibición.
Lo que caracteriza a la negatividad en su verbo nodal es el «no-poder».
Antaño el poder disciplinario funcionaba de un modo prohibitivo. El
órgano del régimen disciplinario consistía en entornos de reclusión, como
la familia o la escuela; en instalaciones de reclusión, como la cárcel, el
cuartel, el hospital, la fábrica. Todo esto representaba los espacios
disciplinarios de reclusión. El sujeto disciplinario se movía a través de
entornos de reclusión. Simplemente pasaba de uno lugar cerrado a otro. Se
movía en un sistema cerrado. El ser humano en ese entonces, se formó en
negatividad. Sus actos eran condicionados. Su proyección era a su vez un
deber. Vivía siempre conforme al estado en que se hallaba, su lugar y su
realidad. La negatividad de la obligación se hacía propicia en su sociedad,
en su mundo. El no hacer es también una acción. Es un poder. La dialéctica
del No, era lo que formulaba el poder. Antaño, a la sociedad disciplinaria
le regía el No.
El empresario, el sujeto neoliberal, en cambio, vive debajo de un panóptico
de rendimiento. Este también es conformista, ya que se conforma con el
mundo en el que está predispuesto, al modo de producción del que forma
parte. El empresario, se conformó, aceptó el régimen neoliberal. No se
queja, no es revolucionario.
En esta sociedad, sus habitantes ya no son sujetos de obediencia, sino
sujetos de rendimiento. Son empresarios, emprendedores y trabajadores
de sí mismo. Aquellos muros que dividían lo de dentro y fuera, lo normal
y anormal, ya no son límites para el empresario. Este rebasa todos los
límites. Los muros de la institución disciplinaria ya no detienen al sujeto
neoliberal, este es empresario.
La mayor parte del análisis de Foucault ya no es capaz de explicar todos
los cambios que han acontecido después de dejar un panóptico
disciplinario. El estudio de una sociedad disciplinaria no compensa lo que
no se conoce acerca de una sociedad tardomoderna. A veces, para referirse
a la sociedad actual, hay quien la nombra como « sociedad de control».
Aquel título no obedece a la realidad en tanto que la palabra control aun
encierra demasiada negatividad en su significado. La sociedad posmoderna
eliminó completamente la negatividad.
La negatividad era el señor de la vida pasada. Ahora, la nueva sociedad de
rendimiento se desprende progresivamente de ella y se vuelca hacia su
forma opuesta. Sus habitantes, cada vez, adoptan la dialéctica de la
positividad. Dice Chul Han: «A la sociedad de rendimiento le caracteriza el
verbo nodal positivo: poder sin límites. Su plural afirmativo y colectivo «Yes,
we can » expresa precisamente su carácter de positividad. No existen
«límites» para el sujeto posmoderno. Este aspira a lo que sea, ya que no
hay ningún impulso proveniente de afuera este provocará sus propios
movientes. No habiendo presión de los otros, este será quien se presione.
Será quien mueva todos sus hilos, quien renuncie a los espacios cerrados.
El habitante de la sociedad disciplinaria encontrará demasiado limitado los
habituales entornos de una sociedad disciplinaria. «Cuando en la
actualidad, dice Chul Han, las formas de producción inmateriales y en red
forman un distinto modo de supervivencia, esas presionan a una mayor
apertura y delimitación». El sujeto neoliberal querrá salir de esos espacios
cerrados.
Sucede entonces que, como el topo viviendo en sus huecos, una serpiente
saldrá en su lugar. Esta serpiente si soporta esta apertura y delimitación.
La serpiente será el animal del régimen neoliberal… el topo, en cambio la
del disciplinario.
Así expone Chul Han: «A diferencia del topo, la serpiente no se mueve en
espacios cerrados. El topo es un trabajador. La serpiente, por el contrario,
delimita el espacio a partir de su movimiento. La serpiente es un
empresario.»
El topo vive en espacios que están construidos. Su hoyo es limitado, y eso
lo limita. El topo se somete en su propio espacio. Es un sujeto sometido.
La serpiente, en cambio es un proyecto, la serpiente puede usar el espacio
libre, el bosque y la tierra, su alimento no se encuentra en un solo sitio,
este busca su hogar en donde sea y su comida e donde sea. La serpiente
genera el espacio a partir de su movimiento.
Pero la serpiente encontrará un peor problema que el topo. La serpiente se
enfrentará a su libertad, una libertad que tal vez lo termine asesinando.

3: EL PODER INTELIGENTE
Ante las ideas básicas respecto a un orden social, uno acepta la premisa de
que toda comunidad necesita una autoridad, por lo tanto, sin salirse de la
misma lógica, cabe a cuentas que, esa misma autoridad tiene otra
autoridad, que a su vez, también le dirige otra autoridad y así
sucesivamente. Parar de pronto en alguien o algo sería asumir, de pronto
y de manera deliberada que ese alguien o algo (sin ir más allá de nombrar
a un ser supremo claro está) tiene un poder absoluto sobre todas los países
y naciones, y sobre todas las personas.
Esta idea básica del poder desemboca en vulgares concepciones, tales
como, la orden Iluminati y qué se yo. Lamentablemente esto trae más
especulación que respuestas creíbles o razonables.
La lógica no niega que haya un Poder sobre las naciones. Pero si da detalles
sobre cómo esta pude desarrollarse.
Un Poder es algo absoluto e inteligible, o sea cumple con su función:
dominar. Para que algo pueda dominar es necesario someter a quienes se
pretende dominar. Pero una sociedad sometida desemboca en rebelión, lo
que es un claro símbolo de la deficiencia de un poder. El poder es
inteligente. Un poder inteligente no trae consigo revoluciones. Por ende, un
poder inteligente, absoluto e inteligible, es invisible.
Chul Han menciona respecto al tema, «que el poder está precisamente allí
donde no es tematizado. Cuanto mayor es el poder, más silenciosamente
actúa».
Se tiene que entender que así como las sociedades cambian, los métodos
de dominación también deben hacerlo. Tan familiarizados estamos, gracias
al estudio de la historia, de cómo antes los reyes dominaban a las gentes,
implantando terror, miedo, valiéndose del castigo, y la presión. El avance
de la tecnología, los derechos humanos, y de lo que hoy ya se conoce sobre
la globalización arroja al mundo una nueva sociedad. La sociedad que bien
conoces. Esta sociedad, una infantilizada, muy social, muy comunicada,
muy apegada; esta sociedad colectiva, masificada, por ningún motivo
podría permitirse aceptar el miedo, el castigo, el chantaje, la prisión. No le
asusta el terror, aprecia el reto, disfruta del caos; no teme a las deudas, las
asume; no tiene miedo a las maldiciones, a la naturaleza, se burla de ellas,
se divierte con ellas, hace comercio de ellas, hace películas de ellas. Se
liberó de la religión, no teme a un Dios molesto. No teme al capital, trabaja.
No teme al sistema, no se queja, se le unifica. Sobre todo, se cree
revolucionario, es liberal, es empresario.
Retomando la idea del poder, sin miedo a equivocarnos podemos concluir
que todavía este permanece. ¿Pero, cómo es este Poder neoliberal?
Definitivamente no es como antes. ¿Cómo es que este nuevo Poder activa,
motiva y optimiza en lugar de obstaculizar o someter?
Si no lo percibimos fácilmente significa que este poder es eficaz. Por lo que
podemos deducir que su principal eficacia se debe a que no actúa a través
de la prohibición y sustracción, como era antes, sino que se desenvuelve a
través de complacer y colmar.
No se ve que las personas estén oprimidas. La vida ante pantallas nos
muestra un ejemplo, en un panorama analítico la gente se muestra feliz,
optimista, perfecta. A priori, el hombre es óptimo. En lugar de hacer a los
hombres sumisos, el Poder trabaja en hacerlos dependientes. En boca de
Chul Han, «el poder es más afirmativo que negador, más seductor que
opresor»
Hay un Poder, sabemos que está ahí, lo vemos en todos lados, pero no lo
conocemos.

4: PSICOPOLÍTICA
Es un hecho que las formas de control han evolucionado. La
posmodernidad anunció una nueva «forma de vida», empezando por el
hecho de que ahora se habla de «calidad de vida», dejando a un lado lo
anterior.
El despertar de las nuevas generaciones pegan un grito común: libertad.
De lo que hoy se habla es de una vida con una percepción de un futuro en
completo controlable. Control es libertad. Las personas se creen un
proyecto libre, con el poder de crear, anticipar, imponer, y conseguir.
Cuando con un brote de genio nos dimos cuenta de que era imposible
contar con una libertad de recursos entendimos que lo que sí era posible
desarrollar era la «igualdad de oportunidades». Sin embargo, más que
como un proyecto en curso, se considera a la «igualdad de oportunidades»
un hecho tangible o real. Lo cual, es completamente utópico en nuestros
días. Las historias cliché que repiten y repiten hasta el cansancio sobre el
pobre que logró volverse multimillonario indican por su propia cuenta lo
vigente que se encuentra en nuestros días la idea del «sueño americano»,
o sea, la «igualdad de oportunidades».
La igualdad de oportunidades es algo a lo que aspiran los gobiernos
actuales. No obstante, importa poco si verdaderamente existe una igualdad
de oportunidades, en tanto se crea que sí exista, no habría por qué no
trabajar de manera en que se piense posible un potencial éxito económico.
Entonces, aquí es donde una mentira podría masificarse fácilmente, y todo
por el simple hecho de que rara vez el sujeto posmoderno reconocerá las
escazas (o casi nulas) posibilidades que tiene de volverse rico siendo de la
clase media. Pero, sobre esto se hablará en el capítulo posterior.
Ante todo, imaginemos a un mundo y a sus habitantes, todos aspirando a
su desarrollo personal, a su libertada individual. El sujeto neoliberal se
formó empresario. La forma de gobierno precisa para el siglo XXI vendría
a ser la «psicopolítica».
A diferencia de los regímenes pasados, este es más totalizador en el
sentido en que abarca a todo el tejido social.
De igual forma en que el control y vigilancia deben aplicarse en todos
entornos disciplinarios de reclusión ya que eso posibilita la observación
eficiente de los reclusos, el régimen neoliberal tomará al Big Data como el
instrumento de vigilancia absoluto.
David Brooks comenta en un artículo publicado en el New York Times
sobre una futura revolución de datos.
«Si me pide que describa la filosofía emergente a día de hoy, diría que es
el dataísmo. Ahora tenemos la capacidad de acumular enormes cantidades
de datos. Esta capacidad lleva consigo un cierto presupuesto cultural —
que todo lo mensurable debe ser medido; que los datos son lentes
transparentes y fiables que nos permitirán filtrar todo emocionalismo e
ideología; que los datos nos ayudarán a hacer cosas significativas como
predecir el futuro. […] La revolución de los datos nos está proporcionando
caminos formidables para comprender el presente y el pasado.»
(Psicopolitica, B. Chul Han.)
Y no solo el presente y el pasado, sino también el futuro, como veremos a
continuación.
La ilustración celebró el nacimiento xxx de la estadística. De ello, Voltaire
se formó como fiel partidario de un mundo libre de todo carácter
supersticioso o mitológico, o lo que significa, aspiraba un mundo sin
oscurantismo. La estadística, según Voltaire, es «objeto de curiosidad para
quien quiere leer la historia como ciudadano y como filósofo». Para
Voltaire, estadística, era ilustración.
El nacimiento del dataísmo vendría a ser una nueva ilustración. Una
segunda ilustración. El poderoso entramado de datos de cada individuo se
forma como información. Sin embargo, la estadística a comparación del Big
data, es precario, en la medida en que no le ofrece al observador un
panorama del colectivo tan definido. El Big data, se convierte en la óptica
digital que posibilita la vigilancia desde todos los ángulos. Así, a diferencia
de la estadística o cualquier medio rustico de control, el Big Data elimina
los ángulos muertos. El Big Data puede incluso «dirigir su mirada la
psique».
La tarea fundamental de la segunda Ilustración es simple: convertir todo
inconsciente colectivo, bien los deseos, las costumbres, los
temperamentos, los ideales, etc., en datos e información.
El Big Data además, tiene como misión el mejorar su análisis para con los
datos, se debe liberar del conocimiento subjetivo. La intuición jamás ha
sido una forma superior de conocimiento. Se trata de algo meramente
subjetivo, como el estudio de la historia en base de la «crítica interna»; se
sabe que se le toma por un recurso por la falta de dados objetivos, y en
conclusión, la «crítica interna» no provee una visión de la historia
demasiado reducida, y hasta equivoca. El Big data evoluciona sus formas.
Tiene que hacerlo. «Cuando hay suficiente información, la teoría sobra»
B.C.H. La segunda ilustración es un universo movido por información.
Al rescate nace una corriente interminable de aplicativos en base a la red
social. Facebook, Instagram, Twitter, simples ejemplos de plataformas
encargadas de la acumulación de información. Lo especial del caso es que
las personas exhiben información personal de una manera diferente,
extraordinaria. No lo hacen de una manera obligada, nadie se siente
presionado. Todos lo hacen por voluntad propia. Ponen en manifiesto su
vida de manera voluntaria.
Chris Anderson escribe al respecto:
«Adiós a toda teoría del comportamiento humano, desde la lingüística
hasta la sociología. Olvida la taxonomía, la ontología y la psicología. ¿Quién
sabe por qué la gente hace lo que hace? La cuestión es que lo hace y que
podemos seguirlo y medirlo con una fidelidad sin precedentes. Con
suficientes datos, los números hablan por sí mismos.» (Psicopolitica, B.
Chul Han.)
Nos vemos sumergidos en un mundo un tanto escalofriante. Estamos
siendo conducidos gracias a la data a un totalitarismo digital. La segunda
Ilustración sería una versión óptima de un totalitarismo político. Ello no
pararía hasta evolucionar a una versión mucho más completa: tal vez una
tercera Ilustración, una versión mejorada de un panóptico digital, sería
esclavitud en todas sus formas.
¿Qué es lo que se logra mediante el uso de la información? En una parte de
su ensayo, Chul Han se pregunta:
« ¿Será el Big Data realmente capaz no solo de vigilar el comportamiento
humano, sino también de someterlo a un control psicopolítico? ¿Se asoma
de nuevo un drama totalmente inesperado en el rostro de la sociedad
civilizada?»
Fue cuando el mismo, respondiendo de manera afirmativa a todas sus
cuestiones, denominó como La dictadura de la transparencia a la
coyuntura histórica que se vive en la actualidad.
Nos exponemos a un frente de manera desnuda, mostramos nuestro más
íntimo pensamiento siempre. Abrimos nuestra alma al régimen neoliberal.
Dice Chul Han: «El régimen disciplinario, según Deleuze, se organiza como
un cuerpo. Es un régimen biopolítico. El régimen neoliberal, por el
contrario, se comporta como alma. De ahí que la psicopolítica sea su forma
de gobierno.»

5: EL ESCLAVO DE LA POSMODERNIDAD
El devenir de la vida encontró un problema serio en el esquema tradicional
disciplinario. Marx entendió que como el más importante impulso de
acción humana fueron los medios de producción. Y no erró con tales
pensamientos. Nada como los medios de producción nos da una
perspectiva tan completa de la vida. Dividir la historia humana según los
medios de producción es la mejor forma división que pudo conseguir la
historia como ciencia.
Sin embargo, volviendo al esquema disciplinario, este no pudo seguir
expandiéndose. El capitalismo en cierto punto, encontró sus límites, desde
el punto de vista de su producción. La técnica disciplinaria, un sistema
prohibitivo y un esquema negativo, resultaron deficientes. Muy pronto
alcanzaron sus límites.
Antes se dijo que la vida del sujeto del régimen disciplinario era como el
habitad de un topo. Un hoyo, un hueco, un espacio cerrado, muy limitado.
Los medios de producción capitalistas sufrieron un cambio de paradigma
tremendo. Por lo que, buscando aumentar la productividad cambiaron el
sistema disciplinario por el de rendimiento. Pasaron de la prohibición al
libre acto, sustituyeron la negatividad de su manejo social por una de
positividad. O sea, el poder hacer sin límites.
La negatividad de la prohibición encuentra fácilmente techos y barreras,
impide un crecimiento exponencial. La positividad del poder en cambio, es
mucho más eficiente. El inconsistente social entonces, migra y muta a una
forma mucho más positiva. El habitante de este nuevo régimen adopta el
poder. El sujeto de este nuevo régimen es más veloz, está mejor motivado,
es productivo. Nace entonces, la sociedad de rendimiento. La serpiente.
En la actualidad existe fuerte taza de desigualdad. Fue lo que estudió
Joseph Stiglitz con el eslogan: «El 1% tiene lo que el 99% necesita».
Stiglitz escribe: «(…) Ese nivel de desigualdad debería haber sido
inaceptable ya de por sí; pero desde entonces, las diferencias han crecido
espectacularmente, de forma que para 2007, los ingresos medios, después
de impuestos, del 1 por ciento más alto habían llegado a los 1,3 millones
de dólares, pero los del 20 por ciento inferior ascendían a tan solo 17.800
dólares. El 1 por ciento más alto recibe en una semana un 40 por ciento
más de lo que el 20 por ciento inferior recibe en un año; el 0,1 por ciento
más alto recibió en un día y medio aproximadamente lo que el 90 por
ciento inferior recibió en un año; y el 20 por ciento más rico de los
perceptores de rentas ganan en total, después de impuestos, más que la
suma del 80 por ciento inferior.»
Y esto por hablar de Estados Unidos. En cambio, al hablar de países en vías
de desarrollo como el nuestro, la intensidad varía, pero para peor. Pobreza,
escases de puestos de trabajo, bajo nivel educativo, todo esto hace parte
de la cotidiana vida del peruano. En semejantes situaciones, suena ridículo
hablar de igualdad de oportunidades. Como dije, es utópico. No obstante,
este panorama refleja cierto germen de decepción, y desesperanza.
«Poco a poco el sueño americano que consideraba este país
como una tierra de oportunidades empezó a ser
simplemente eso: un sueño, un mito reafirmado por
anécdotas e historias, pero no respaldado por los datos.»
Stiglitz.
No estamos en los años posteriores a la segunda guerra mundial en donde
países como Estados Unidos crecieron de manera colectiva, incrementando
los ingresos de todos los segmentos del diverso constructo económico, e
incluso, teniendo un mejor crecimiento en la parte baja de la escala social
que en la parte superior. «La lucha por la supervivencia del país, dice
Stiglitz, trajo un nuevo sentimiento de unidad, y eso dio lugar a nuevas
políticas.»
Pero en los últimos treinta años, Estados Unidos no la ha pasado tan bien.
«Nos hemos ido convirtiendo cada vez más en una nación dividida, —
continua Stiglitz—, no solo la parte alta ha sido la que ha crecido más
deprisa, sino que de hecho, la parte inferior ha empeorado.»
No obstante, las historias del carnicero que terminó siendo dueño de una
multinacional, o del limpiabotas que logró volverse millonario continúan
siendo parte imborrable del folclore estadounidense.
Y es que, ya dado un enorme paso para el cambio de paradigma es
imposible regresar hacia atrás. Las nuevas generaciones ya aceptaron el
nuevo panóptico de rendimiento. Sonríe o muere. Fue lo que describió en
su libro…xxxx. Lo que significa que, ya comprendido en todo el
inconsciente social la idea de trabajar, emprender, rendir, es imposible
despegarse de ello, para el que no logra entender esto no le queda más que
«morir». Será pues, un fracasado de la sociedad neoliberal.
El segmento trabajador no debe parar. No debe descansar. Pero la miseria
y la podredumbre continúan azotando a todas las naciones. Y el afán de
crecer, de soñar continúan estando allí; ligado en el corazón de todas las
personas. Llegan al rescate, entonces, los oportunistas despiadados. Con
un material común. Libros, revistas, películas, casets, podcast, todos con
el mismo propósito. Optimizar, motivar. Se popularizó la facultad de
entrega y dedicación, se popularizo el sueño americano.
«La probabilidad de que un ciudadano estadounidense
consiga llegar a lo más alto partiendo desde abajo es menor
que la que tienen los ciudadanos de otros países
industrializados avanzados» Stiglitz.
Se universalizó entonces, el pergamino sagrado del optimismo. Se hizo
popular el uso del antiguo diseño de la fe. Se adoptó, y esta vez para
esparcirse brutalmente, la esperanza como regla de conducta moral. Lo que
fue para los viejos griegos, a decir verdad, una moral sucia y decadente.
Se empezó a usar, en la era moderna, el modelo salvaje y atroz del
optimismo. La literatura y las demás artes pronto siguieron sus pasos. ¿Y
por qué no? Era muy bien remunerado. Estos libros mediocres y films
basura pasaron a ser el estandarte del régimen de rendimiento: fue el
suspiro del debilitado y agotado sujeto depresivo.
Se pusieron de moda negocios de alto riesgo. Puesto que la gente quiso
arriesgarse. Modelos de empresa tipo piramidales fueron lo que en un
tiempo destrozó financieramente a miles de familias. Familias que
creyeron en la esperanza de lo indeterminado. Cientos de empresas
nacientes se aprovecharon de un nuevo panóptico de rendimiento. Tal es
del caso de las empresas multinivel, que para mí no deja de ser muy
remunerado circo de moralidad. O también, el éxito de las firmas de
corredores de bolsa. Ambos personajes tuvieron mucho éxito en los
últimos cien años. Sabemos que su estandarte fue el de la esperanza. «Vive,
aspira, sueña, todo es posible, tan solo confía». Esperanza hacia el vacío.
Las personas, de todas las épocas, todas han sufrido. Es parte de la vida.
Sin embargo, se coparte ahora la idea vivir feliz. El optimismo, como vimos
no soluciona nada. Aun así, los habitantes del régimen neoliberal necesitan
de esa vacía y podrida visión. «Cuando el régimen disciplinario nos dejó
locos y criminales, el régimen actual crea depresivos y fracasados.»
La Psicopolítica neoliberal halló la manera más refinada de explotación. No
bajo el terror, como en épocas remotas, no bajo la prohibición como vimos.
Sino, simplemente formando una engañosa visión de la economía global.
Una economía en donde se crea que todo es posible.
Numerosas marcas de management personal. Casi infinitos seminarios de
coaching personal en todo el mundo, múltiples talleres de finanzas o de
inteligencia emocional. Jornadas de coaching empresarial y liderazgo.
Todos y cada una con una única dirección, todas prometen una
optimización personal. Todas apuntando a un incremento de eficiencia sin
límite.
Una persona motivada trabaja el doble; arriesga más; pierde más. De esta
forma, el cumulo social obrero incremente su rendimiento a la vez que
fortalece a las clases altas. En fin: «El sujeto neoliberal se redujo él mismo
a órgano sexual del capital». (B. Chul Han)
El sujeto neoliberal se deshizo de todo lazo de autoridad. Sigue su propio
camino, es dueño de sí mismo. Pero este no reconoce que de una forma de
dominación paso a otra. Tal vez se liberó de un opresor externo y optó por
la libre obligación, pero continuará siendo un sujeto de producción. Como
sujeto neoliberal este verá conveniente maximizar el rendimiento en lo
posible. El trabajo luego será excesivo, uno querrá por sí mismo rendir al
máximo, ampliar sus funciones y tareas, el sujeto será explotado, solo que
será una autoexploración.
«La motivación, el proyecto, la competencia, la optimización y la iniciativa
son inherentes a la técnica de dominación psicopolítica del régimen
neoliberal.» El sujeto neoliberal aceptará, de entre todas las cosas, la culpa.
Lo que antes se estableció como medios de dominación, este lo asimilará
de manera sumisa. No se quejará de su falta de éxito, se culpará a sí mismo,
los errores del sistema los tomará como errores suyos.
El empresario es el esclavo del régimen neoliberal. Nadie le está por encima
para decirle lo que deba hacer, él se esclaviza de manera voluntaria. Se
explota de manera voluntaria. La psicopolítica logra con esto, el mejor
método de dominación, el más perfecto, ya que sin un agente explotador
el sujeto neoliberal se explota solo. «Víctima y verdugo, ya no se
diferencia.»
No parece ser que Nietzsche haya acertado, lo que vio venir no se está
consolidando en nuestros días ni creemos que lo hará en días posteriores.
El superhombre no emerge en masa. La mayoría está muy lejos de ser una
especie libre, autentica, dueña de sí, señor de sí, está muy lejos de ser un
superhombre. Se la confunde por el hecho de que el hombre posmoderno
vio la forma hacerse empresario; tomando las riendas de su vida, también
vio la forma de esclavizarse el solo. El hombre posmoderno, no es un
superior, este aun teme la libertad completa de sí mismo. Es simplemente
un ser explotado, un esclavo con aires de libertad.
La sociedad de hoy, como todas las sociedades de la historia, tiene sus
exigencias. Sin embargo, la diferencia esta vez es que el régimen
posmoderno, gracias a la desnudez de sus habitantes sí conoce las
exigencias del mismo. El Big Data, observa, registra, analiza. Hace de
nosotros un material medible, cuantificable, hace de nosotros un producto.
El Big Data, hace de nosotros un ser vulnerable. La psicopolítica toma a la
persona de hoy como un punto sumiso, frágil. La mejor y más poderosa
forma de dominación se hace presente el día de hoy. Solo tiene como única
misión el complacer de manera constante al sujeto posmoderno, hacerlo
dependiente, y gracias al Big Data, la Psicopolítica sabe cómo, el sujeto de
rendimiento jamás se va a revelar.
6: LA POSITIVIDAD COMO EL NUEVO DICTADOR

La positividad de la nueva generación está expresada a través del poder sin


límites. Se logra el rendimiento deseado por medio de adoptar la conducta
del hacer. Pero el poder no anula el deber. Y pronto nos ajustamos a un
régimen aún más explotador que el anterior. El sujeto tardomoderno
todavía siente la responsabilidad de todo en cuanto lo rodea, a la vez que
el deber que tiene con el «éxito o la prosperidad».
El método más devastador de la positividad es la eliminación del «no», con
lo cual el individuo estará expuesto a una interminable corriente de
necesidades sin la libertad de poder decir no. Necesidades muchas veces
artificiales, necesidades vacías o pueriles. El mercado se abre de manera
ilimitada ante un sujeto neoliberal. Este sujeto dejó hace mucho la compra
por necesidad. La psicopolítica vio la forma de explotar la emoción de las
gentes. A través de la emoción se llega a lo profundo del alma. Así, «la
emoción representa un medio muy eficiente para el control psicopolítico
del individuo.» El mercado se ajustó a esta nueva perspectiva. Dejó de
vender productos y pasó a vender significados y emociones. «Diversión»
en lugar de tragos, «felicidad» en lugar de bebidas, «felicidad» en lugar de
viajes, «autoestima» y «autoaceptación» en lugar lujos. Se explota la
emoción porque, esta a comparación de los sentimientos, son fugaces.
Tienen un ir y venir corto. Lo que hace especial a los sentimientos es su
duración, o más bien permanencia. El mercado no podría ofrecer
sentimientos, ello pondría un techo a su eficiencia, el mercado quiere
vender, optó por ofrecer emociones e infantilizar los sentimientos,
hacerlos simples, banales. La economía neoliberal, que en pos del
incremento de la producción el capitalismo de la emoción. El mercado
«introduce emociones para estimular la compra y generar necesidades». El
capitalismo absorbió los valores incluso del arte. La música, el cine, la
literatura, todo sirve con el fin de maximizar el consumo. «En última
instancia, hoy no consumimos cosas, sino emociones. Las cosas no se
pueden consumir infinitamente, las emociones, en cambio, sí.» B. C. H.
El capitalismo de la emoción, como Chul Han lo llama, da por sí mismo una
mejor acción económica. Pero la eliminación del «no» no se queda allí. Exige
al individuo una apertura exagerada a lo exterior, es la eliminación de la
otredad. El hombre entonces ya no se cierra, se abre a todo y a cualquiera.
Deja de ser un ser inmunológico, dejó de ser resistente, por el hecho de
que superó un panóptico disciplinario. El exceso de positividad, la
eliminación del «no», también se manifiesta en distintas formas. Dijimos
antes que el sujeto de hoy es menos libre que el de antaño. A este tipo
reciente de hombre, indefenso y desprotegido por el exceso de positividad
le falta toda liberad de sí mismo.
Como núcleo de todo pensamiento del sujeto deprimido esta la idea de que
«nada es posible». Es ese su lamento. Pero una idea así solo puede salir de
un mundo con exceso de positividad. Un mundo en donde en donde se crea
que «todo es posible». O sea, nuestro mundo.
El despertar del mal del siglo, tiene que ver con la positividad de nuestro
régimen. Las enfermedades neuronales lo son todo hoy en día. El estrés, el
síndrome de desgaste ocupacional, la hiperactividad, la depresión, son
todos el resultado de un arrebato de positividad. Según varios estudiosos,
el mundo actual, llevado demasiado al extremo de impartir la iniciativa y
responsabilidad propias fue lo que condujo al ser humano a enfermedades
como la depresión.
Alain Ehrenberg considera a la depresión una patología causada por una
excesiva consideración de lo personal, como una responsabilidad extrema
de sí mismo, una enfermedad que refleja el fracaso del hombre
tardomoderno por devenir de él mismo. Chul Han, en cambio, añade que
«lo que provoca la depresión por agotamiento no es el imperativo de
pertenecer solo a así mismo, sino la presión por el rendimiento». Las
enfermedades neuronales de la actualidad solo evidencia una cosa, el alma
agotada y quemada de los individuos.
La depresión es la enfermedad de una sociedad que sufre bajo el exceso de
positividad. Refleja aquella humanidad que dirige la guerra contra sí
misma.
Pero ese dolor, ese constante sufrimiento se hace apetecible para el sujeto
neoliberal, el afán de optimización llega al extremo de incluso explotar el
dolor. En síntesis, estamos en una sociedad en donde se hace elogio al
dolor. Es hostil con la vida. El famoso orador motivacional Anthony
Robbins escribe:
«Cuando usted se fija un objetivo, se compromete con una
mejora continua e infinita. Usted reconoce que todo ser
humano necesita mejorar siempre, sin límites. La
insatisfacción, la incomodidad pasajera, tienen poder de
presión. Producen el tipo de dolor que usted quiere sentir en
la vida.»

Lo más estúpido: se quiere combatir la depresión con motivación.


El punto principal de toda la literatura de autoayuda es la «curación». Lo
que, según ellos, se defiende, es la versión pura de la mente. Una mente
libre de negatividad, de pesimismo, de «mediocridad». Por ende un punto
feroz de su dogma es el optimismo. Aquí usaremos lo dicho anteriormente.
Lo que para mí es el optimismo, no es más que una forma de idealismo
estúpido. Pero, de la misma forma en como antes se luchaba contra un
«enemigo interior», se lucha también ahora con lo mismo. Se lucha contra
el «yo».
Existe un patrón en los genes del animal que lo harán un ser bastante apto
para enfrentase a la naturaleza. Tal vez ese patrón tenga que ver con la
ira, la venganza, la sensualidad, la vanidad, el egoísmo. Estos son,
entonces, los valores nobles, con los que nacimos, con los que seremos
buenas personas. No obstante, las ideas posmodernas vacías y sinsentido
declaran negativos y perjudiciales todas estas formas de naturalidad. Lo
que sucede aquí es lo mismo que con el pecado. Uno luchará contra sí
mismo para cambiar lo que no se pude cambiar.
La literatura de autoayuda quiere «curarnos» de nuestra naturaleza
negativa. Para ello proyectara supuesta evidencia que evidentemente es
falsa, técnicas auto saboteadoras, pseudociencia disfrazada de ciencia,
etcétera.
Difunden ideas erróneas respecto a la autoestima, confianza, amor.
Difunden una acción propia del régimen psicopilítico: la introspección.
El sistema neoliberal, nos somete a un entramado de ingeniosos
aplicativos para únicamente mantenernos sometidos: lo que antes jugaba
el rosario el papel de móvil controlador. Ahora pasó a ser los perfiles de
la red social. El rosario era superfuncional gracias a su fácil movilidad.
Controlaba a los devotos, les decía qué hacer y cómo hacerlo, les hacía
recordar sus pecados, les decía quiénes eran. Las redes sociales hacen lo
mismo, el móvil dominante es el Smartphone, el botón de «me gusta»
funciona como el «amen» de la iglesia. Ambos sirven para examinarse y
controlarse a sí mismo. Las redes sociales como iglesia sirven para la
vigilancia. «El Smartphone no es solo un eficiente aparato de vigilancia,
sino también un confesionario móvil.» B. C. H.
Y todo esto porque nos dimos cuenta que lo que en verdad nos hace
sumisos es el ver contantemente a nuestro interior. Como observando
nuestros errores, nuestras maldades, nuestros pecados. O sea, el hacer
introspección optimista. El optimismo trabaja con lo mismo, hace de
nosotros un nosotros transparente. La autoayuda quiere «curarnos»
mediante la introspección, nos dice que miremos diariamente a nuestro
interior para buscar las emociones negativas que guardamos. De la misma
forma en como mirábamos hacia adentro para ver los pecados, miramos
ahora adentro por si hayamos pensamientos negativos. La psicopolitica
vio la forma de equiparar los pecados con los pensamientos negativos. Los
pensamientos negativos son el nuevo pecado. De esa forma siempre
viviremos en lucha contra nosotros mismos, culpándonos a nosotros
mismos. Pero la culpa elimina la libertad. Con la positividad, el idealismo,
el optimismo, eliminamos todo rastro de nuestra ya escaza libertad. «Su
curación se muestra como asesinato».
Uno aspira al éxito individual como antes se aspiraba al paraíso. Uno teme
al fracaso como antes uno se frustraba con la idea del infierno. Uno evita
las nociones negativas, pesimistas, instintivas, como antes uno evitaba la
tentación. Ser filosofo es como ser filósofo, un coach motivacional en
cambio, es un ser divino. Un nuevo dios se hace presente: pero este ya no
es tan simple: es diverso, es sistema. Tal vez continúe siendo el idealismo,
o quizá sea la positividad, quizá sea el optimismo. Lo que es seguro; este
dios seguirá atormentando a la persona menos preparada, al inteligente,
al sujeto.

FIN.

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