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Hombre y superación del hombre en Nietzsche

En este ensayo vamos a tratar el tema del hombre y la superación del hombre en el filósofo
alemán Friedrich Nietzsche.

En el prólogo de “La genealogía de la moral”, Nietzsche empieza poniendo de manifiesto la


situación en la que se encuentra el hombre de su época. Según él, se encuentra dormido, sin
capacidad ni energía de vivir plenamente la vida. A veces tiene algún momento de lucidez y
se pregunta “¿qué acabo de vivir?”, dándose cuenta de sus vivencias, pero enseguida vuelve a
prestarle atención a otras cosas. Este hombre se encuentra sumiso y domesticado, aunque esto
no es solo propio del hombre de su tiempo, sino que se remonta al nacimiento de las
religiones y, en especial, del cristianismo. Toda esta domesticación se vincula con las normas
morales, las cuales son el tema principal de este libro. Lo que pretende Nietzsche es averiguar
de dónde provienen estas leyes morales que guían toda la vida humana y por las cuales, la
existencia del hombre en el mundo se ha vuelto la de un animal doméstico y pasivo.
Esta línea de investigación que toma Nietzsche es esencial para entender cómo es el hombre
o cómo ha llegado a ser de esta manera, ya que la moralidad es lo que rige la vida humana.
Incluso en la actualidad, guiamos nuestras acciones y vivimos según nuestros valores e
ideales, de los cuales una gran mayoría nos son impuestos desde que nacemos. La moralidad
por tanto, condiciona también la sociedad y el gobierno de esta, de forma que toda nuestra
existencia está condicionada por ella de una forma u otra. Para poder entender al ser humano,
tenemos que seguir el camino de Nietzsche.

Nietzsche empieza su investigación acerca de los conceptos “bueno” y “malo” en su


etimología, lo cual resulta, a mi parecer, muy acertado, ya que el origen de una palabra a
veces nos puede dar información acerca de su significado más profundo. Lo que descubrimos
siguiendo este campo de investigación es que en muchas lenguas, el concepto de “bueno” se
desarrolla a partir del concepto de “noble” o “aristócrata”, y en cambio “malo” proviene de
“vulgar”, “plebeyo”, “bajo”. Efectivamente podemos entender esta derivación del hecho de
que en tiempos tan antiguos, todo se medía en referencia a la fuerza y el poder que tenía el
hombre. Es por tanto natural que el concepto de bueno se relacione con noble o hombre
poderoso, ya que en ese tipo de sociedad él es el hombre más elevado, el que mejor vive y al
que todos desearían llegar a ser. En cambio, lo malo es aquello que no desea nadie, aquello
que no disfruta de la vida ni goza de un bienestar. Toda esta visión y significación de los
términos cambia radicalmente con la llegada de la religión cristiana y de los sacerdotes. De
pronto las tornas se han girado, el hombre bueno ya no es el poderoso, sino todo lo contrario.
Quien es bueno es aquel humilde, pobre, simple, que no busca la gloria ni la riqueza, aquel
que sigue los mandatos de Dios. Los poderosos son ahora los malvados, siempre con su
avaricia, sus ansias de conquista y de poder que se alejan enormemente de los valores y
mandamientos que Dios ha ordenado. Es de esta manera que el pobre, el débil, toma ahora las
riendas de la vida humana y se eleva por encima de la fuerza del poderoso.
Se empieza aquí a perder al hombre vigoroso, al que disfruta de la vida. Ahora el hombre
vive en la culpa y sumiso a este ideal que genera Dios y sus sacerdotes.

Otro concepto fundamental de esta moral cristiana es el sentimiento de culpa. De ello dice
Nietzsche en su libro lo siguiente:

“¿Se han imaginado, aunque sea de lejos, que, por ejemplo, el capital concepto moral “culpa”
procede del muy material concepto “tener deudas?”1

Las deudas empiezan cuando dos personas toman el rol de acreedor y deudor, es decir,
cuando entre dos personas se genera una deuda. El acreedor ha dado un bien al deudor y
ahora este último tiene que otorgarle algo equivalente a lo recibido. Antiguamente, cuando el
deudor no podía pagar su deuda, la justicia aprobaba que el acreedor tuviera derecho a
producir afrentas y torturas al cuerpo del deudor. De forma que el mal hecho al otro
proporcionaba un cierto sentimiento de satisfacción con lo que se consideraba pagada la
deuda. Esta satisfacción viene dada de que el acreedor puede sentirse poderoso, puede
maltratar al inferior. En esta época en que el humano no se avergüenza de su crueldad es
cuando Nietzsche considera que la vida del hombre era más jovial. Con la moral cristiana
estos instintos son vistos como horribles y se ordena al creyente rehuir de actos similares. De
esta manera el hombre cada vez más, se avergüenza de todos sus instintos, y si cae en algún
momento en alguno de ellos enseguida se apodera de él el sentimiento de culpa que lo
caracteriza.

Este argumento de Nietzsche sobre el origen de los valores morales está muy bien construido
e investigado. Es innegable que a partir del nacimiento y empoderamiento de la religión
cristiana se desarrolla una moral muy diferente a la que se había tenido hasta entonces y que
estos nuevos valores que impone llegan incluso hasta nuestros días. Para Nietzsche, este
cambio ha sido nefasto para nuestra existencia, nos ha apartado de la vida. El hombre de fé
fija su vista y basa todas sus acciones no en este mundo que es el que realmente está
viviendo, sino en otro que se halla más allá de la muerte.

Nietzsche, en su obra maestro “Así habló Zaratustra” anuncia la muerte de Dios, esto quiere
decir que la sociedad está perdiendo ese ideal que guiaba toda su existencia. La fé
desaparece, y con ello el sentido de la vida. Cuando esto tiene lugar, es cuando la sociedad se
sumerge en el nihilismo. El nihilismo es una doctrina en la cual, como ya hemos adelantado,
el hombre se vuelve cínico, no cree en nada ni encuentra sentido a su existencia, vive
desengañado e indiferente. Nietzsche afirma que el ser humano, llegado a este punto, lo que
tiene que hacer es superar esa situación, no quedarse en ese nihilismo carente de toda
felicidad. Esa superación lleva al ser humano a convertirse en el superhombre.

1
Nietzsche, F. (1887). La genealogía de la moral.
“Yo quiero enseñar a los hombres el sentido de su ser: ese sentido es el superhombre, el rayo
que brota de la oscura nube que es el hombre”2

El superhombre es un concepto nietzscheano de gran importancia en su filosofía.


Primeramente, tiene que entenderse que este superhombre no hace referencia a la evolución
biológica del hombre a un ser superior, sino que más bien el superhombre funciona como un
ideal, una nueva guía para el hombre. Muerto el ideal de Dios, nace el del superhombre. Con
este superhombre, se acaba con la moral de los esclavos, de los débiles que hemos estado
comentando anteriormente. Nietzsche describe a este nuevo ideal como un ser autosuficiente,
que acepta completamente sus instintos y vive con la intención de ser el amo exclusivo de su
vida y su libertad. De esta forma, consigue ser él mismo y sacar toda su potencialidad. Otra
característica esencial de este superhombre es que este desea el eterno retorno. Esta idea de
eterno retorno viene a significar el volver a vivir la misma vida una vez nuestra existencia
topa con la muerte, de modo que siempre se repita. El superhombre no duda en desear este
eterno retorno, pues vive tan plenamente, tan satisfecho, que no quiere nada más que volver a
vivir su vida. Este nuevo ideal consigue entonces que el hombre recupere el sentido de su
vida, pues tiene siempre en el punto de mira llegar o acercarse a ser este superhombre que
disfruta de la vida y se acepta a sí mismo. La vida así no tiene más justificación que ella
misma, y el hombre descubrirá si se ha acercado a este ideal en el momento de la muerte,
donde descubrirá si desea o no el eterno retorno al pensar en volver a vivir su vida.

En definitiva, el superhombre se caracteriza por: Libertad respecto de la moral de esclavos,


fidelidad al sentido de la tierra, creación de nuevos valores que superen los viejos, dominio
sobre su vida y su destino, y deseo del eterno retorno (amor por la vida).

En conclusión, Nietzsche analiza exhaustivamente cómo se forma este ser humano que habita
en el mundo moderno, de dónde vienen sus ideales, cómo se construye la moral que rige sus
valores. Lo que descubre con ello es que el hombre ha sido dominado por las morales
religiosas que lo domestican y lo hacen vivir en la penuria, alejado de la vida y sin esa
vitalidad propia del hombre antiguo. Con la muerte de este ideal, el hombre necesita un
nuevo guía, un nuevo sol que ilumine el camino que tiene que seguir y justifique su
existencia, este ideal es el superhombre. Para terminar, destacar que filósofos posteriores a
Nietzsche se han inspirado en su pensamiento y algunos como Foucalt también han estudiado
al hombre y hecho un análisis de ámbitos que condicionan su vida como las instancias
jurídicas, que son también, en parte, un reflejo de la moralidad humana.

2
Nietzsche, F. (1883). Así habló Zaratustra.
Bibliografía:
-Nietzsche, F., & Ed, A. (2011b). La Genealogía De La Moral (1.a ed.). Alianza
-Nietzsche, F., & Pascual, S. A. (2015). Consideraciones intempestivas. Vol. 1 (1.a ed.).
Alianza. Universitario.
-Nietzsche, F. (2021). Así habló Zarathustra. Editorial Planeta Mexicana, S.A. de C.V.
-Foucault, M. (1997). La Verdad y Las Formas Juridicas (1a). Gedisa.
-El nihilismo en Nietzsche. (2022, 5 octubre). Filosofía & co.
https://filco.es/nihilismo-nietzsche/

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