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La Ética y la Moral en la práctica de la enfermería.

Dr. Alfredo Castillo Valery

Fundamentación de la Bioética

Fundamento hace referencia a razón principal o motivo de algo, o


con los que se pretende afianzar o asegurar una cosa (1). En otras
palabras, constituye la base o soporte, material o inmaterial en que
se funda o sostiene una cosa (2). Fundamentar consiste en dar las
razones de una cosa. Es el proceso de dar fundamento a algo, que
es en sí, su fundamentación que consiste en el establecimiento de
su causa en el sentido de su razón de ser (3). Cuando hablamos de
fundamentación de la Bioética nos estamos refiriendo a los
principios, a las razones de ser, a la causa por la cual algo es de
una manera y no de otra, cuál es su razón de ser, la de cada uno de
los planteamientos de la Bioética vistos desde las diversas
perspectivas que ofrece el pluralismo ético que caracteriza a
nuestra sociedad actual.
El hombre efectúa continuamente juicios morales. Vivir es, de algún
modo, ir diferenciando lo que es bueno y lo que es malo; es como si
tuviéramos una facultad estimativa o sexto sentido capaz de
clasificar en lo uno o en lo otro. A pesar de su cotidianidad y de su
carácter ineludible, los juicios morales son muy difíciles de
fundamentar racionalmente o de justificar filosóficamente (4). Ahora
bien, nuestro tema es la fundamentación de la Bioética, con lo cual
debemos comenzar por precisar qué es eso.
La Bioética, ha sido definida como: “el estudio sistemático de la
conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del cuidado
de la salud, en cuanto dicha conducta es examinada a la luz de los
valores y de principios morales” (5).
Otra definición, es la de Francisco Abel (6), quien expresa: “La
Bioética es el estudio interdisciplinario de los problemas creados por
el progreso biológico y médico, tanto a nivel micro como
macrosocial, y su repercusión en la sociedad y en su sistema de
valores, tanto en el momento presente como futuro.
Una de las principales características de esta disciplina, cuyo
desarrollo ya alcanza más de treinta años, es que es
fundamentalmente reflexión ética, valoración ética tal como se ha
hecho a lo largo de la historia del hombre occidental, pero sobre
temas nuevos, como son los provenientes del progreso científico en
el campo biológico y biomédico, así como por la conservación del
medio ambiente y las condiciones de vida en el planeta actual y
para las futuras generaciones.
Otras características generales de la Bioética, son: el no ser
confesional ni estar adherida a un sistema filosófico específico, el
que dicha reflexión se realiza en forma interdisciplinaria, el estar
orientada hacia la práctica más que hacia las elaboraciones
teóricas, y finalmente, el empeño en la búsqueda de la
humanización tanto del medio ambiente exterior como las
investigaciones biomédicas y tecnológicas y los diferentes espacios
en los que transcurre la vida en la actualidad.
En directa relación con lo antes expuesto, está el hecho por demás
evidente que en las últimas décadas se ha producido una
revitalización de la filosofía práctica, entendiendo por tal, aquella
dimensión de la reflexión filosófica que le permite al ser humano, en
ejercicio de su libertad, el tratar de crear o mejorar diversas áreas
en las que se desenvuelve su actividad; y de esta forma, esta
dimensión se expresa a través de la ética o filosofía moral, de la
filosofía política, jurídica, de la economía y de la religión.

Tal como ha dicho Adela Cortina (7):


“En los distintos ámbitos de la vida social surgen problemas para los que la filosofía
puede ofrecer, si no ‘piedras filosofales’ que transforman el universo en oro, al menos
orientaciones para ir construyendo desde la libertad una sociedad más justa y feliz. Y
esto puede hacerlo junto con otros profesionales y junto a los ciudadanos de a pie,
preocupados también por crear una sociedad semejante, ofreciendo por su parte lo
específico de su reflexión”.

Tipos de fundamentación de la ética


Cuando uno se pregunta ¿qué es lo que hace que una decisión sea
buena o correcta y qué la hace mala o incorrecta?. En otras
palabras, cual es la fundamentación de los juicios que componen el
discurso moral. Esto puede ser respondido de diferentes maneras,
de acuerdo a lo que ha dado en llamar una ‘ética de máximos’, que
constituye un conjunto principios e ideales de los cuales se derivan
normas y obligaciones de tipo moral y que están orientados a la
perfección y felicidad de un ser humano en particular. Entonces,
¿Cuál podría ser el fundamento último de nuestra moralidad?. En la
historia de la humanidad hemos tenido diferentes tipos de
fundamentaciones; a saber:
a). Fundamentaciones Teónomas
En las cuales Dios, la Voluntad Divina, constituye la razón última
para oriental una decisión en el campo moral. Así, una acción es
buena o correcta si está conforme a la voluntad de Dios. En el caso
del paradigma hebreo-cristiano, una decisión que siga los
mandamientos de ley de Dios es buena y cualquiera que los
transgreda es, por principio, mal.
Las fundamentaciones religiosas de la moral de los hombres han
existido desde tiempos inmemoriales y tienen como condicionantes
la cultura en la cual le tocó vivir a una persona, a la vez de la
educación recibida en su hogar y en su entorno social. Un japonés
del siglo XIV necesariamente tendría como marco de su moralidad
los ideales y normas correspondientes al pueblo japonés de la
época en la que le correspondió vivir
b. Fundamentaciones Heterónomas
A partir del siglo V antes de Cristo, los griegos comienzan a plantear
que la fundamentación de la moral puede que no esté en una
voluntad superior de origen divino sino que se encuentre en el
orden natural, en la proporcionalidad de las cosas y de los hechos
que nos muestra la naturaleza. Entonces surge la concepción de la
ley natural y la idea que lo bueno o correcto es lo ajustado a la
naturaleza y lo malo o incorrecto, lo contrario a lo natural
(antinatural o desordenado). Este planteamiento pasa al Estoicismo,
luego a la cultura de Roma y al Cristianismo y a través de éste a los
Padres de la Iglesia (siglo III) y la Escolástica, alcanzando su punto
culminante con Tomás de Aquino en el siglo XIII. El Iusnaturalismo
prosigue hasta el siglo XVII, cuando comienza a perder fuerza
dentro del campo filosófico, sin embargo ha llegado hasta nuestros
días por diversos caminos, en especial a través de las enseñanzas
de la Iglesia Católica Romana.
Moore (8), considerado el iniciador de la ética anglosajona en el
siglo XX, puso en claro la diferencia entre las proposiciones
descriptivas o naturales y las no-descriptivas o no-naturales, entre
las cuales se encuentran las de tipo moral. Así, calificó como
‘Falacia Naturalista’ el derivar de una proposición descriptiva natural
que es algo que ‘ES’, una proposición de tipo moral que es algo que
‘DEBE SER’.
c. Fundamentaciones Autónomas:
El advenimiento de la Edad Moderna trae una concepción del
hombre distinta a la del orden natural en el cual formaba parte de la
naturaleza. A partir de esta nueva era, el hombre pasa de ‘ser
natural’ a ‘ser moral’. La moralidad ya no consistirá en la mera
adecuación al orden de la naturaleza sino a la creación de un orden
libre y autónomo. Así va a surgir por encima de la heteronomía de
los criterios naturales clásicos, la autonomía de la mera razón moral
(4); en otras palabras, si la fundamentación de los actos morales no
está en el ser supremo ni en la naturaleza, se plantea que esté en la
razón, en el intelecto del hombre.
Dentro del conjunto de escuelas filosóficas que se desarrollan entre
los siglos XVII y XVIII destacan el Empirismo inglés y el Idealismo
alemán, con las dos figuras cumbres: David Hume y Manuel Kant.
Hume (1711-1776), distingue entre los juicios de hecho,
dependientes de las impresiones de los sentidos, y los juicios de
valor que llevan consigo sentimientos y emociones internas que
constituyen su fundamento. Los juicios morales forman parte de los
juicios de valor y utilizan el verbo ‘DEBER’ a diferencia de los juicios
de hecho que usan el verbo ‘SER’. - Así, la interpretación de Hume
ha sido llamada EMOTIVISMO por el componente de ‘sentimientos’
que llevan consigo las valoraciones morales (9,10)
Kant (1724-1804), al contrario de Hume quien utilizó el método
‘psicologista’, utiliza el método ‘trascendental'. Para Kant, el
principio absoluto e incondionado es el deber. El deber moral ha de
ser un imperativo categórico, absoluto. Su formulación es: “actúa
siempre de acuerdo a una máxima tal que puedas querer al mismo
tiempo que se tome en una ley universal”. (II) En este caso la
‘máxima’ es la intención. Este principio, es meramente ‘formal’, sin
contenido ‘material’, sin apoyo en ninguna intuición sensible. No se
refiere, por tanto al ‘ser’ de las cosas, sino al ‘deber ser’.
Para Kant, la ley moral es universal y necesaria. ‘Universal’, esto es,
válida para todo hombre en todo tiempo y lugar, y ‘necesaria’; que
sea así y no pueda dejar de ser de esa manera.
Al contrario de las leyes de la naturaleza que son descriptivas, la ley
moral es imperativa.
La voluntad o deseo de actual conforme a la ley es lo que asegura
la moralidad, de tal forma que Kant afirma, en forma rotunda en el
inicio del primer párrafo de la Fundamentación de la Metafísica de
las Costumbres: “ni en el mundo, ni en general fuera del mundo, es
posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin
restricción, a no ser tan solo una buena voluntad”, con lo cual está
afirmando que, de acuerdo con su punto de vista, la bondad de las
acciones de los hombres depende de la intención o máxima que las
producen.
Las tres Fundamentaciones vistas hasta ahora (Teónomas,
Heterónomas y Autónomas), son de tipo DEONTOLOGICAS; esto
es, que la obligatoriedad para actual de una determinada forma
depende de la norma moral, de tal manera, que una acción es moral
si está conforme a una norma moral; y es inmoral si viola o
transgrede una norma moral. De allí el adagio “el fin no justifica los
medios”, que quiere decir, que aunque se logre un fin beneficioso, si
los medios usados son contrarios a las normas morales, la acción o
decisión es reprochable desde el punto de vista moral.
d. Fundamentaciones Teleológicas
Estas teorías tienen en común el establecer un nexo entre la
obligación moral (lo que debemos hacer) y el resultado de nuestra
acción. Los teleologistas determinan primero qué es el bien y luego
actúan en consecuencia. (12)
Dentro de este grupo de teorías nos referiremos a los calificados
como universalismo ético, y en particular al Utilitarismo (13) (14), de
acuerdo con el cual, una decisión es buena o correcta si conduce a
consecuencias buenas.
Jeremías Bentham (1748-1832), trata de resucitar el Epicureísmo,
dos mil años después a través del Utilitarismo, que propone buscar
la felicidad por medio del placer (hedonismo). El planteamiento
central es: “La máxima felicidad para el mayor número de
personas”.
John Stuart Mill (1806-1873), es quien más desarrolla el Utilitarismo.
Expresa: “Las acciones son correctas en la medida en que ellas
tiendan a promover felicidad y erradas si ellas tienden a producir lo
contrario. Por felicidad se entiende placer y ausencia de dolor. Por
infelicidad dolor y privación de placer” (15). Al contrario de Bentham,
sin embargo, entendía que había diferencias entre cualidad y
cantidad de placer y estaba de acuerdo con Epicuro en que los
placeres de la mente prevalecían sobre los del cuerpo, aunque
estos últimos fuesen más fáciles de satisfacer. Su frase. “Prefiero
ser humano insatisfecho a un cerdo satisfecho, mejor Sócrates
insatisfecho que un tonto satisfecho”, es demostrativa de esta
posición. Otra diferencia con Bentham, es su modificación a la
teoría de la máxima felicidad, lo cual permite llamarla “teoría del
mayor beneficio” o “utilidad”, porque engloba todas aquellas cosas
de valor para la vida del hombre y no solo lo hedonístico. Se
transforma así, en una doctrina del bien común o de beneficio para
la mayoría.
Hay diferentes tipos de Utilitarismo. Unos se denominan
Utilitarismos de la Regla y otros, Utilitarismos del Acto. Entre los
primeros está la denominada ‘Ética de la Situación’ o
‘Situacionismo’ (16), que es una ética relativista sin normas. El
agente moral es quien selecciona en la situaciones de conflicto
aquella opción que le ofrece el bien proporcional’.
Las acciones por sí mismas no tienen valor ético; es el fin que a
través de ella se obtiene lo que les otorga valor. Así, la ética de la
Situación es Utilitarista y consecuencialista, dirigida a promover la
mayor felicidad entre los hombres, rechazando las normas morales.
De esta forma, el aborto, la eutanasia, el infanticidio en
determinadas situaciones son moralmente aceptables aplicando
esta doctrina (17).
e. Fundamentaciones Mixtas (Teleológicas y Deontológicas)
Las Fundamentaciones Deontológicas no pueden basarse en
principios absolutos, pues estos siempre tienen excepciones, salvo
que se queden en el plano formal o canónico que no tiene asidero
en la realidad (es a priori o tipo fórmula) como es el caso del
imperativo categórico. Así, no hay principios deontológicos
materiales sin excepciones (lo que quiere decir a posteriori,
empíricos; y por ende, no absolutos) (4). Ahora bien, al realizar un
juicio moral no puede uno quedarse con el análisis de los principios
cotejándolos con las opciones que se presentan en una situación
determinada, sino que esto debe ser complementado con el análisis
de las consecuencias, con lo cual añadimos un componente
teleológico al juicio moral y ello es lo que plantean las éticas del
discurso o éticas de la responsabilidad, fundamentalmente con J.
Habermas y K. O Apel, de gran aplicación en el campo de la
Bioética (18).

Características básicas de la bioética

La Bioética, examinada desde el punto de vista de ser reflexión


filosófica, pretende abordar una cantidad inmensa de situaciones
novedosas surgidas en el campo biomédico, biológico y ambiental,
para las cuales no existen respuestas en los Códigos Deontológicos
profesionales tradicionales, cumpliendo con ciertos requisitos que
son los siguientes (19):
a.Etica Civil.- La Bioética es primeramente una ética civil o
secular, no directamente religiosa. Tradicionalmente las
normas morales contenidas en los Códigos Deontológicos,
tenían una base religiosa. Al pretenderse que la Bioética
tenga aplicación universal; esto es, que aplique reglas o
normas derivadas de fundamentos válidos para todo hombre,
en todo tiempo y lugar, independientemente de su cultura, se
busca así, que la ética esté basada en acuerdos mínimos
aceptables por todas las personas que es a lo que aspira la
ética cívica (8).
b.Etica Pluralista.- En el sentido, que acepte diferentes
enfoques y puntos de vista que tratará de conjugarlos en una
unidad superior. De acuerdo con D. Gracia (17): "este
procedimiento que en el orden político ha dado lugar a los
usos democráticos y parlamentarios, tiene su propia
especificidad en el ámbito de la ética". De esta forma, una
acción que no sea universalizable a todos los hombres en
teoría, es inmoral; en otras palabras cuando el beneficio de
unos, se logra con el perjuicio de otros. Las decisiones en el
campo de la bioética deber ser universalizables y por ende,
dirigidos hacia el bien común de la humanidad. El pluralismo,
por tanto, no debe ser un obstáculo sino una condición de
posibilidad para crear una ética verdaderamente humana con
alcance universal.
c.Ética Autónoma.- En oposición a las éticas heterónomas, en
las cuales las reglas que se imponen a los hombres vienen
dadas desde fuera (p.ej. del orden natural), las éticas
autónomas son sistemas morales que tienen como base la
razón humana que se expresa a través de la ‘conciencia’.
d.Ética Racional.- Se refiere a que sea la razón humana la que
aporte un elemento a priori (previo a todo conocimiento) y uno
a posteriori (después de la experiencia). La ética racional es
diferente al denominado ‘racionalismo’, de acuerdo con el cual
la razón humana tiene capacidad para conocer a priori, toda la
realidad (19) cuestión que hoy día se considera inaceptable.
e. Más allá del Convencionalismo.- Como ya se ha dicho, la
bioética pretende ser universal, esto es, con planteamientos
válidos para todo hombre en todo tiempo y lugar. De hecho la
razón humana puede establecer criterios universales lo cual
coloca a la bioética más allá de cualquier convencionalismo.
Niveles de respuesta moral
Existen 3 niveles de respuesta moral, que podemos apreciar en la
reacción de una pregunta. ¿Por qué Usted, se opone al aborto?
(20).
a.Nivel Expresivo.- La respuesta de moral más primitiva
podría ser: ‘Porque el aborto es repugnante’ o ‘Porque yo odio
solo pensar que se mate un feto’.
Estas respuestas son expresiones no analizadas, o
sentimientos, los cuales, por sí mismos, no constituyen
ninguna clase de justificación o razón para oponerse al aborto.
Ello no significa que los sentimientos dejen de ser relevantes
para la moralidad o que las convicciones morales no se
acompañen a menudo de fuertes emociones. Sin embargo, lo
que uno sienta sobre una acción o práctica no constituye por
sí mismo una justificación adecuada para hacer un
planteamiento moral que sirva de fundamento al rechazo.
b.Nivel Pre-reflexivo.- El siguiente nivel de respuesta, ofrece
una justificación por referencia a valores, normas o principios,
aceptados sin análisis crítico. Las respuestas podrían ser: “Yo,
desapruebo el aborto, porque mi párroco me ha informado
que ello constituye algo moralmente reprochable” o “yo,
desapruebo el practicar el aborto, porque el Código de
Deontología Médica lo considera inmoral”. Muchas veces a
este nivel se hace referencia a las normas convencionales de
un determinado grupo social; sin embargo, la moralidad no se
agota en las normas convencionales, y de hecho, puede
haber algunas que estén equivocadas, como es el caso de la
esclavitud, o la discriminación racial, que fueron aceptadas
por mucho tiempo, a pesar de que son cuestiones que eran y
son moralmente cuestionables.
c.Nivel Reflexivo.- En este nivel nuestros juicios morales no
están basados únicamente en normas convencionales
aceptadas ciegamente, sino en principios, normas o valores
que nosotros conscientemente suscribimos y con relación a
los cuales nosotros, como agentes morales, estamos
preparados para ofrecer una opinión moral razonada como
por ejemplo; “Yo, me opongo al aborto, porque la vida del feto
tienen prioridad sobre el derecho de la mujer a controlar su
propio proceso reproductivo”.
Otro argumento a nivel reflexivo, pero en el sentido contrario
pudiera ser: “El aborto es moralmente permisible, porque los
derechos de las personas en acto (mujeres embarazadas),
tienen precedencia sobre los derechos de las personas en
potencia (fetos)”.

La Fundamentación propiamente dicha


La bioética, toma origen en Estados Unidos de América y como país
anglosajón viene influido por el Empirismo, desde el siglo XVII,
tomando la vía del emotivismo (de allí la importancia que le dan al
principio de autonomía) y del consecuencialismo. En Europa
continental, para la misma época predominaba el racionalismo (que
consideraba posible establecer principios absolutos derivados de la
razón y con independencia de la experiencia) y también el
deontologismo (que da especial importancia a la justicia como
principio absoluto) (19). Las éticas anglosajonas derivaron hacia el
utilitarismo de Bentham y J. S. Mill y el Pragmatismo. Las éticas
europeas tomaran la vía de la Fenomenología y del Existencialismo;
luego de la 2a. Guerra mundial, la ética de discurso y diferentes
formas de Personalismos.
Analizaremos tres formas para la toma de decisiones en el campo
de la bioética: el Principialismo, el Sistema Moral Justificado y la
Fundamentación Humanista basada en la Dignidad de la Persona.

Principialismo

Tiene como fuente fundamental el libro de Beauchamp y Childress,


"Principies of Biomedical Ethics” (21), publicado por primera vez en
1979 y que tiene 4 ediciones en inglés, la última en 1994. Pero hay
dos antecedentes de importancia y que revisaremos al menos en
forma somera; estos son: los deberes ‘Prima Facie’ planteados por
David Ross en su libro “The Right and the Good”, publicado en 1930
(22) y el Informe Belmont (23), publicado en 1978.

Los ‘deberes prima facie’, planteados por Ross, son deberes


primariamente intuidos y por los cuales, a primera vista, tomo
partida, me siento obligado a actuar conforme a ellos para actuar
correctamente desde el punto de vista ético, pero esto es así, en
tanto y en cuanto, no entren en conflicto con otros deberes. Ross
denomina a los deberes prima facie, “condicionales”, y a los más
imperiosos, deberes reales o “absolutos”. Lo que se capta a través
de las intuiciones primarias no son valores sino deberes y el actuar
conforme a los deberes es lo que se denomina “corrección” que es
objetiva y depende de la naturaleza de lo que se hace. La “bondad”,
por su parte, es subjetiva y tiene que ver con los motivos de la
voluntad (24). El motivo fundamental es para Ross, al igual que
para Kant, el sentido del ‘deber’ que se constituye en el ‘supremo
valor moral’, y de esta forma Ross ubica la ‘corrección’ en lo que
Kant denominaba el “principio objetivo del obrar”, y la ‘bondad’, en
la máxima (la intención) que es el “principio subjetivo de obrar”.

Lo que Ross, llama ‘deberes’, corresponde a lo que Kant, denomina


‘máximas’. Son deberes que obligan. La diferencia está, en que
Ross no considera a los deberes prima facie sean absolutos. Son
absolutos, los deberes reales, que se hallan siempre en el orden de
los actos, en los que se decide escoger uno entre los que se
encuentran en conflicto, sin que pueda establecerse, en principio,
cual va a prevalecer sobre los demás (25).

El Informe Belmont fue el producto de la Comisión Nacional para la


Protección de los Sujetos Humanos de la Investigación Biomédica y
Conductual, creada en 1974, por el Departamento de Salud,
Educación y Bienestar del gobierno federal de los Estados Unidos
de Norteamérica. Su nombre deriva del local donde se reunían, en
el Instituto Smithsoniano de Washington. Fue el producto de 4 años
de deliberaciones. Dentro del contenido del informe se enuncian 3
principios éticos básicos que son definidos como “aquellos juicios
generales que sirven de justificación básica a muchas
prescripciones éticas particulares y a evaluaciones de las acciones
humanas”. Los tres principios que enuncia son:
- Respeto por las personas
- Beneficencia
- Justicia
Estos principios son analizados particularmente en cuanto a las
características, a sus deberes y a sus aplicaciones, referidas estás
últimas fundamentalmente al campo de la incorporación de seres
humanos como sujetos pasivos de la investigación clínica.
En 1979, Beauchamp y Childress, publican la primera edición de su
libro (21) enunciando lo que se ha dado en llamar los cuatro
principios de la bioética.
- Autonomía
- Beneficencia
- No Maleficencia
- Justicia
Estos principios son enunciados a un mismo nivel y se plantean con
cuatro reglas derivadas: veracidad, confidencialidad, fidelidad y
privacidad. Tanto los principios como las reglas son considerados
que obligan ‘prima facie’ y no con carácter absoluto. A través de los
principios, los autores pretenden un marco de teoría moral para la
identificación, análisis y resolución de problemas morales en
medicina (26).
Diego Gracia (18 y 27), partiendo de la tradición moderna y sobre
todo los padres de la filosofía del derecho, en especial de
Pudendorf (1632-1694) especifica lo que se llamaban los deberes
perfectos o externos y los deberes imperfectos o internos. Los
primeros hacen al hombre justo y los últimos, virtuoso. Los
perfectos son públicos y los segundos de gestión privada de cada
quien. Las normas que se aplican a los deberes perfectos son las
normas jurídicas; en cambio a los imperfectos se le aplican las
normas morales. Kant acepta la división entre deberes perfectos e
imperfectos; sin embargo, entiende por deber perfecto el que no
admite excepciones a favor de las inclinaciones pero afirma que
tiene deberes perfectos, no solo externos, sino también internos...
(28).
Gracia, al contrario de Beauchamp y Childress, opina que los
principios tienen una jerarquía, a pesar de no ser absolutos; así, los
principios de No Maleficencia y de justicia son la expresión bioética
de los deberes de obligación perfecta o de justicia y los de
autonomía y beneficencia se corresponden con el área de los
deberes de obligación imperfecta o de beneficencia, con lo cual
queda claro que los primeros tienen, en casos de conflicto,
precedencia sobre los segundos (29).
El principio formal de respeto a los seres humanos en razón de su
dignidad es absoluto y se mantiene. (Segunda formulación del
imperativo categórico).
Beauchamp y Childress, al plantear los cuatro principios;
autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia, los consideran
como de un segundo nivel porque suponen que hay otro nivel de
orden superior, pero en ése, es muy difícil poner de acuerdo a los
seres humanos. Sospecha que hay algunos principios, previos a
esos cuatro, que tienen carácter absoluto y carecen de
excepciones, pero no les prestan mayor atención porque consideran
que no juegan ningún papel relevante en el debate moral (30).
Vamos a ver primero a qué nos estamos refiriendo cuando
utilizamos la palabra principio:
Principio: De acuerdo con los griegos (Anaximandro y Platón):
Punto de partida y el fundamento de un proceso cualquiera (30).
Aristóteles lo precisaba así: Punto de partida del ser, del devenir o
del conocer (Met., V, 1, 1012b 32-1013 a 19).
Cristian Wolff: (1679-1754). Lo que contiene en sí la razón de
alguna otra cosa. (31)
Engelhardt H.T.- Los principios funcionan como reglas, tal vez como
reglas generales que guían al investigador hacia un enfoque
particular en la solución de un problema. Pueden también cumplir
una función de justificación; en este sentido son ‘principia’:
comienzos u orígenes de ciertas áreas de la vida moral (32).
Diego Gracia: Principio es un término que procede del latín
principium y que significa lo primero aprehendido, por tanto, lo
básico o fundamental, por detrás de lo cual no se puede ir. El
principio es el fundamento.
Complementa con lo siguiente: Kant llama a su imperativo
categórico, el ‘principio objetivo del obrar’, y a la máxima de la
voluntad por la cual un sujeto se rige al realizar un acto, ‘Principio
subjetivo’ del obrar. El principio objetivo hace que un acto sea
correcto, y el subjetivo, que sea bueno.
Miguel Kottow: Los principios de la bioética son más bien normas
generales, no se basan en fundamentaciones que están más allá de
lo útil; estos principios son necesarios y suficientes para dirimir los
conflictos bioéticos..., se trata solamente de reglas que ordenan los
argumentos. Permiten resolver las situaciones de dilemas (34).

¿Son sólo 4 los principios aplicables en Bioética?

Lo planteado por Beauchamp y Childress es un esquema de 4


normas generales con el carácter de ‘deberes prima facie’, que
pueden ampliarse para facilitar su aplicación en la discusión de los
casos concretos. Fernando Lolas (35), plantea como otros
principios: santidad de la vida humana, dignidad, principio del
permiso y principio de ‘igualdad de intereses’.
Guy Durand: Considera que la bioética se basa en dos principios
fundamentales: el respeto a la vida y el respeto a la
autodeterminación de la persona. (36)
De estos 2 principios fundamentales se derivan un conjunto de
reglas que son de aplicación para casos específicos. Además
incluye: calidad de vida, principio de beneficencia, principio de
benevolencia, la confidencialidad, principio utilitarista (Mill), principio
de universalización Kant), principio de igualdad, principio de justicia
y equidad.
Andorno (36a), califica los principios de la Bioética de la siguiente
forma:
1. Principio Eminente: El respeto a la vida.
2. Principios Subalternos: Principios terapéuticos o de
totalidad; Los Principios de Socialidad y Subsidiaridad y
los Principios de Libertad y Responsabilidad
3. Principios de Beneficencia, de Autonomía y de Justicia.
Desde 1990, hemos venido aplicando un esquema de principios,
normas y obligaciones derivadas, para la resolución de dilemas
éticos (37), siendo estos principios del mismo orden de los
planteados por Beauchamp y Childress, en el sentido de que
ninguno es absoluto, son más bien prima facie, pero permiten
resolver situaciones de conflicto dándole fuerza al que predomina
en una determinada situación, generalmente en el campo clínico, o
en todo caso, biomédico.
1.- Principio de Autonomía: es la condición de ser
autodeterminante y por consiguiente, el derecho que tiene cada
persona de hacer sus propias escogencias. Dicho con otras
palabras, al hacer uso de este principio cada quien conduce su
propia vida de acuerdo a sus propios intereses, deseos y
creencias (38). La autonomía, no solo es valiosa al ser una
reafirmación de una de las características fundamentales de la
persona, sino que por principio tiene a promover el bienestar
del individuo al permitirle seleccionar lo que considera qué es lo
mejor para él. La autonomía es la base para un nuevo tipo de
relación paciente-profesional de la salud, puesto que al primero
se le trata como un adulto responsable que tiene la capacidad y
el derecho para decidir entre las opciones que se le presentan
en una determinada situación clínica y no como se solía hacer
en el llamado ‘paternalismo’ en el cual el médico diagnosticaba
y decidía qué hacer, sin que se tomara en cuenta la opinión del
enfermo.
El principio de autonomía da origen a la Norma: “no coartes la
libertad de la persona” y conduce a la obligación de aplicar el
“consentimiento informado” (39), tanto en las decisiones
clínicas como cuando una persona va a participar en
investigación como sujeto pasivo.
2. Principio de Beneficencia: es fundamental en el quehacer de
los profesionales de las ciencias de la salud, cuyos actos tienen
como finalidad principal el promover el bien del semejante, ya
que la relación que se establece es una relación “de ayuda”
que está dirigida a producir el bien.
La norma relacionada es: “siempre debe promoverse el bien” y
las obligaciones derivadas son todas aquellas dirigidas a
ofrecer una atención respetuosa y de alta calidad a todas las
personas sometidas a nuestro cuidado.
3. Principio de Privacidad: en sentido amplio hace referencia al
respeto que por la vida privada y las informaciones que haya
ofrecido el paciente, deben tener los profesionales de la salud,
en razón de su dignidad personal. Dentro del enfoque de D.
Gracia, este principio, al igual que el de no maleficencia y el de
justicia, pertenece al ámbito de los deberes de obligación
perfecta o de justicia, a pesar de las excepciones que están en
la Ley de Ejercicio de la Medicina y el Código de Deontología
Médica, que muestran las 11 situaciones en las cuales la
revelación de un secreto médico no constituye violación del
mismo, ya que ellas tienen que ver con el bien común o cuando
entra en conflicto con un principio más importante de otra
persona o del propio paciente.
Al principio de privacidad va unida la norma, que obliga a
mantener el ‘secreto profesional’ y las obligaciones de:
resguardo de las confidencias y el respeto por la intimidad de
las personas sometidas a nuestro cuidado.
4. Principio de Santidad (Sacralidad) de la Vida: Constituye una
cuestión fundamental unida al cuidado de los enfermo ya que la
vida es una condición necesaria para el desarrollo de los
valores y es, a la vez, un bien fundamental.
La norma moral unida a este principio es ‘no matarás’ a la que
corresponden la obligación de la preservación de la vida.
Este principio pertenece al ámbito de los deberes de obligación
perfecta; sin embargo, en situaciones límites como son los
casos de hiperterapéutica o encarnizamiento terapéutico, como
en los que se aplica el principio de doble efecto, pueden perder
prioridad frente al de calidad de vida o no maleficencia.
5. Principio de Calidad de Vida: Es un principio con un
componente subjetivo importante pero que obliga a los
profesionales de la salud el promover toda una serie de
acciones que tiendan a evitar el deterioro de las condiciones
físicas o psicológicas de la existencia. El fiel lo constituye el
propio paciente ya que lo que podríamos considerar como una
inaceptable calidad de vida para nosotros, pudiera ser más que
satisfactoria para otras personas. Promover la calidad de vida
estaría entre los deberes de obligación imperfecta.
La norma unida a este principio es reforzar los valores positivos
de cada persona sometida a nuestros cuidados y la obligación
derivada es: promover el alivio del dolor (aflicción somática) y
del sufrimiento (aflicción psicológica).
6. Principio de No Inducción de Daño (No Maleficencia): Si bien
constituye la formulación negativa del principio de Beneficencia,
éste obliga más por cuanto pertenece a los deberes de
obligación perfecta, por estar directamente relacionado con lo
que le producimos a otra persona. Equivale al primum non
nocere de la medicina hipocrática.
La norma moral relacionada es: no inducir sufrimiento o
discapacidad evitables y las obligaciones derivadas son:
Realizar el análisis riesgo-beneficio en cualquier decisión
clínica diagnóstica o terapéutica, y la no prolongación del
proceso del morir (distanasia).
7.- Principio de Justicia Distributiva: Parte de una definición dada
en la antigüedad por Ulpiano: “Voluntad constante y perpetua
de dar a cada quien lo suyo”. En el campo de la atención a la
salud quiere decir que hay que dar a cada quien lo que
necesita para la restitución de la salud o para el alivio del dolor
y del sufrimiento. Con los costos de la medicina actual habría
que agregar, ‘en la medida de lo posible’, pero en todo caso
aplicando el principio de equidad.
La norma unida a él es: ofrecer atención a la salud a todo el
que la requiera y las obligaciones derivadas son: realizar una
adecuada distribución de los recursos sanitarios en términos de
eficiencia y eficacia, y asignar a cada paciente el nivel de
atención que necesite.
En la historia de la atención a la salud en Venezuela, durante
los últimos 30 años, ésta ha sido una de las áreas sociales más
desatendidas por el Estado Venezolano, que no le otorgó prioridad
al sector salud con lo cual produjo deterioro de las instituciones
dispensadoras de salud a nivel hospitalario y comunitario haciendo
caso omiso del derecho a la atención médica consagrada en la
Constitución de 1961.
¿Qué es lo que hace adecuada una decisión moral en el
campo de la salud?
- Hacer lo bueno que depende de nuestras intenciones,
de la máxima o principio subjetivo del obrar y que está dirigido
a promover el bienestar o la felicidad del otro.
- Hacer lo correcto que supone el actuar conforme a la
Ley moral o imperativo categórico de M. Kant.
-Hacer lo propio que hace referencia a lo que se corresponde
con la calidad y actualidad de nuestro proceder como
profesionales de salud (40).
- Hacer lo justo, es decir, lo que en realidad necesita la
persona sometida a nuestra atención.

Sistema moral justificado

Ante una situación dilemática con alguna frecuencia se aplica el


método antológico’ que consiste en analizar cómo lo resolverían
Kant, Mill, Rawls, etc., aplicando cada uno de ellos su teoría. Esto
deja al estudiante un sabor de incertidumbre y de relatividad.
La ‘irrelevancia de la teoría moral’ es un movimiento creciente en la
ética aplicada de las últimas décadas. Algunas llegan a creer que la
teoría es inaplicable en la práctica, y otras piensan que una
moralidad basada en una teoría moral específica es errónea;
consideran que al ser un sistema axiomático que trabaja por
deducción a partir de los primeros principios, no puede ser sensible
en igual forma a diferentes culturas y prácticas (41). Los autores
que proponen el ‘sistema moral justificado’ creen que el problema
reside en tales teorías.

Sistema moral y teoría moral

Un sistema moral es la moralidad ordinaria trabajando; comprende


los juicios morales que cada quien comúnmente hace.
La teoría Moral, es la descripción sistemática y al justificación de un
determinado sistema moral. Algunos filósofos erróneamente usan
una teoría moral para generar un sistema moral.
Los autores (41) creen que una teoría moral adecuada, en particular
una descripción adecuada del sistema de moralidad ordinaria no es
solo posible, sino que es también importante para hacer ética
aplicada y profesional.
La teoría moral debe establecer una demarcación entre el dominio
de la materia moral y de la que no lo es; debería ser capaz de
distinguir entre lo moralmente aceptable y las soluciones
inaceptables. Debería, finalmente servir para unificar en una simple
estructura todas los ramales de énfasis que individualmente forman
la base de una u otras teorías morales: consecuencialismo,
deontologismo, teoría de los derechos y teoría de la virtud, con lo
cual debe tratar de establecer una universalidad de la moralidad al
igual de dar cuenta de que su sensibilidad para las prácticas
culturales, profesionales y regionales.

Límites de la moralidad

Las reglas específicas que forman la médula de la moralidad son


las normas morales. El trabajo del filósofo, de acuerdo con Gert,
consiste en explicar, clasificar y organizar estas normas; aún más,
establecer cómo estas normas encajan dentro del sistema, de forma
tal que los conflictos que se presentan entre ellas pueden ser
resueltos. Considera que la única tarea asignada a la filosofía moral
es justificar el sistema público de reglas morales (the public system
of moral rules) (42)
Además de las normas morales existen los ideales morales que son
fundamentales puesto que si bien no están dirigidos a evitar el daño
a otros, van más allá, a prevenir o aliviar el daño de los otros. Más
adelante profundizaremos sobre los ideales.
Pero la moralidad, es más que normas e ideales; ella abarca un
conjunto de asuntos que tienen que ver con situaciones que son
moralmente relevantes, y a la vez, con los procedimientos a utilizar
cuando se dan situaciones de conflicto entre normas, a fin de
resolverlos.
Así, estamos frente a un sistema público cuyos componentes son:
Normas morales, ideales morales, asuntos moralmente relevantes
en situaciones y un detallado procedimiento para tratar conflictos.
En palabras de Bernard Gert (43), “la moralidad es el sistema que
todas las personas racionales consideran que los demás deben
adoptar, más allá de que lo adopten o no ellas mismas, dado que la
moralidad tiene que ver con la conducta de las personas en tanto
esa conducta afecta a los otros. Más precisamente, la moralidad es
un sistema público que se aplica a todas las personas racionales.
Como podemos apreciar, este sistema no enuncia principios sino
que prescribe normas que de acuerdo con las personas en pleno
uso de razón acogerían en razón de que están dirigidos los males
que deseamos evitar”. Hay algunas características de la moralidad
aparte de sus componentes y son; racionalidad, beneficente,
imparcial y de aplicación universal.

Contenido de la moralidad (44)

El propósito de la moralidad es impedir el mal o el daño de los que


son protegidos por ella; las normas morales tienen como norte
reducir el mal y el daño en el mundo de allí que están constituidas
por prohibiciones de males tales como: la muerte, el dolor, la
incapacidad, la pérdida de libertad y la pérdida de placer. Estas
normas son:
1. No matar (incluye causar permanente pérdida de la
consciencia)
2. No causar dolor (incluye tristeza y ansiedad)
3. No causar incapacidad (tanto física como mental o volitiva)
4. No privar de libertad (en sentido positivo y en el de quitar
oportunidades).
5. No privar de placer (presente o futuro).
Hay reglas adicionales, incluyen aquellas normas, que cuando no
sean seguidas en ciertos casos particulares, usualmente, aunque
no siempre, causan daño, y aquellas cuyo incumplimiento se
traduce en un daño cuando ellas no son generalmente cumplidas.
6. No engañar (incluye más que mentir).
7. Mantén tus promesas (equivalente a no romper tus promesas)
8. No trampear (primariamente involucra violar las reglas de una
actividad voluntaria, tales como las de un juego).
9. Obedecer la Ley (equivalente a no violar la Ley)
10. Cumplir las obligaciones (equivalente a no incumplir las
obligaciones).
Cumplir con las 5 prohibiciones básicas no requiere de una gran
dedicación, fortaleza, carácter o virtud, simplemente consiste en el
abstenerse de causal daño. Equivalen a unos mínimos morales.
Otro componente de la moralidad son los ideales morales que
consisten en emprender acciones para prevenir o aliviar daños,
Quien realice un ideal moral es digno de alabanza, sin que sea
reprochable quien no lo realice (son deberes de obligación
imperfecta); en cambio, se espera que cada quien obedezca las
normas morales (son deberes de obligación perfecta).
Las normas morales pueden ser cumplidas por todos
imparcialmente, todo el tiempo; en cambio esto no es posible en el
caso de los ideales morales. Las personas racionales están de
acuerdo con los que son los bienes (libertad, placer, capacidades)
en cuanto a que ellos son los opuestos a los males; sin embargo, en
lo referente al desarrollo de un sistema moral, es más importante el
impedir los males que el obtener los bienes. Los humanos solemos
tener más claro lo que queremos impedir que lo que queremos
ganar.
Crítica al Principialismo (45)
El Principialismo presenta ciertos principios como guías de acción
de especial relevancia, para tratar temas de ética biomédica; son
fundamentalmente los 4 principios planteados por Beauchamp y
Childress.
Tradicionalmente, se ha entendido que los principios son realmente
guías de acción que resumen o encapsulan una teoría completa, y
en esta forma abreviada ayudan al agente moral para hacer una
decisión moral.
Estos principios derivan presumiblemente de diferentes teorías
morales, aunque tales conexiones no son mencionadas por los
proponentes; esto es un asunto de interés puesto que parecen no
existir conexiones entre los principios, por lo cual no parten de una
misma raíz, no tienen una relación sistemática entre ellos, ni una
relación jerárquica, como tampoco existe algún procedimiento
especifico para dirimir los conflictos que inevitablemente nacen
entre los principios. Esto sirve para perpetuar el denominado
‘Síndrome de la Antología’.
El Principio de No maleficencia, en realidad contiene las siguientes
normas morales: no matar, no causal dolor, no causar discapacidad
y no privar de placer. La norma no privar de libertad, estaría más
bien en relación con el principio de autonomía, aunque pudiese
incluirse aquí, ya que todas son normas para evitar el mal o el daño.
Así, el principio de no inducción de daño lo que hace es reunir 4 ó 5
normas morales dentro de una más general.
El Principio de Justicia: se refiere a la justa distribución de recursos,
sin penetrar en profundidades. Tiende a oscurecer la diferencia
entre lo que es moralmente requerido (obedecer una norma moral)
y lo que es racionalmente estimulado (seguir un ideal moral). El
principio de justicia, como está planteado no guarda similitud con
ninguna norma moral y tampoco pretende proveer un guía de
acción.
El Principio de Autonomía, es presentado como la pieza central del
principialismo. Es del que más se habla y el que suele dominar en
las discusiones sobre conflictos de principios, lo que ha hecho nacer
una creeciente oposición a él. En realidad viene a ser el derecho a
la no interferencia y a que no se coarten las acciones autónomas de
otros, este principio podría ser formulado como una norma ‘no
coartar la libertad’:
El Principio de Beneficencia.-
En el contexto del Principialismo -en opinión de Gert- este principio
contiene defectos similares al principio de autonomía. En la manera
habitual como se le utilizan en ética biomédica, este principio es
usado simplemente para dar ‘validación’ tanto a prevenir como a
aliviar el daño y a hacer el bien u otorgar beneficios. De acuerdo a
Beauchamp y Childress el Principio de Beneficencia “declara el
deber de ayudar al prójimo por encima de los intereses particulares”
(46).
Gert afirma, muchos filósofos consideran que los actos beneficentes
actúan como ‘ideales morales’, sin embargo, para lo principialistas,
sigue siendo la Beneficencia un requerimiento moral.
Reglas Morales e Ideales Morales: una diferencia fundamental.

Tiene que ver con la diferencia entre lo que es moralmente


fomentado (siguiendo ideales morales) y lo que es moralmente
requerido (obedeciendo reglas morales). Equivalen a deberes de
obligación imperfecta y a deberes de obligación perfecta.
Las primeras cinco reglas o normas son Deberes de Obligación
perfecta, igual ocurre con las siguientes 5 normas.
Los deberes perfectos, deben ser cumplidos imparcialmente todo el
tiempo. Uno puede violar uno de estos deberes solo cuando tiene
una justificación para hacerlo; por otro lado; los ideales morales son
deberes imperfectos, y por tanto, son imposibles de cumplir, o
imparcialmente, o todo el tiempo.
Ejemplos:
- Trabajar para ayudar a los oprimidos
- Trabajar para ayudar a Amnistía Internacional
- Trabajar en instituciones de Caridad.
Uno puede escoger entre ayudar o no; además, puede escoger
cuándo, cómo y dónde.
Las Reglas Morales: prohíben actuar en el sentido de causar o
incrementar el riesgo de que otros sufran algún daño. Eso es
precisamente lo que la moralidad requiere.
Los ideales morales, por otro lado, estimulan acciones dirigidas a la
prevención o el alivio del daño; pero la moralidad no obliga a seguir
estos ideales.
Las reglas o normas morales deben ser seguidas todo el tiempo,
hacia cada quien, imparcialmente, pero esto es imposible en el caso
de los ideales morales.
Cumplir con lo exigido por la moralidad equivale a cumplir las
normas morales, lo cual no es digno de alabanza, pues es lo que se
espera que se haga; pero si se falla, entonces se es merecedor de
reproche y de castigo.
Cumplir con lo propiciado o estimulado por la moralidad equivale a
seguir los ideales morales es usualmente digno de alabanza, pero si
no se hace, no se convierte la persona en alguien merecedor de
reproche o de castigo.
La autonomía puede ser entendida como norma o como ideal; es
diferente respetar- (no violar) la autonomía, que promover o
estimular la autonomía.

Dignidad humana

La perspectiva personalista y humanista está profundamente


enraizada con la filosofía europea contemporánea en particular en
su tradición fenomenológica y en el existencialismo (47). Toma al
hombre en su dignidad personal como valor supremo del obrar y en
tal sentido le reconoce un valor superior al de todas las cosas y los
seres que habitan la biosfera.
El plantear la ‘dignidad de la persona’ como fundamento de la
bioética, implica el analizar lo que se entiende por el término
‘persona’, lo que es la dignidad en sus dimensiones genéricas y
específicas, los orígenes del reconocimiento de la dignidad humana
y el planteamiento de su consideración como fundamento de la
bioética.
Persona:
Un renombrado médico español (48), comentó a un amigo que “la
tragedia de los jóvenes médicos actuales, es que pueden llegar al
cabo de la carrera sabiendo mucho, muchísimo, sobre la célula,
pero ignorándolo todo, o casi todo acerca de la persona”, con lo
cual este médico estaba expresando su pesar por haber caído en
cuenta de que una buena parte de los profesionales de la medicina
que egresan hoy de nuestras Universidades, tienen buenos
conocimientos en el área científica, tecnológica, pero muy mala
preparación en el campo de las ciencias humanas, y en particular,
de la ética. En mi experiencia personal, a partir de 1979, cuando me
correspondió desempeñarme como miembro del cuerpo directivo
del Hospital Universitario de Caracas, como ‘Adjunto- Docente de la
Dirección, cada vez que recibía una denuncia de un paciente en
relación con el trato recibido por un médico joven, habitualmente
interno o residente de la institución, al entrevistarme con el
denunciado me encontraba con la misma realidad: el profesional de
la medicina, recién graduado o con poco tiempo de haber egresado
de la Universidad, consideraba que en la relación médico-paciente,
él primero estaba en una condición superior a la del enfermo, quien
debía estar agradecido por la atención que él le estaba
dispensando. Estaban convencidos que la condición de ‘doctor’ lo
situaba muy por encima de ese ser menesteroso a quien le
prestaba atención en una institución pública (de beneficencia), en la
que no pagaba por ser atendido. Por lo general, el enfermo era de
una condición social perteneciente a clase media baja o pobre, y no
era frecuente que se quejaran en la Dirección sobre el trato
recibido, pero cuando lo hacían, la respuesta del médico joven era
que se trataba de un malagradecido, pues debería estar complacido
con solo el hecho de haber recibido atención de su parte...
Evidentemente, en el pregrado estos médicos habían adquirido
conocimientos, habilidades y destrezas para desempeñarse como
profesionales de la medicina, (desde el punto de vista técnico) pero
ignoraban totalmente el concepto de persona, (los que los hace
médicos incompletos).
Hasta el momento actual la vida solo la conocemos en el planeta
tierra de nuestro sistema solar; concretamente en la biosfera que se
ubica en la parte inferior de la atmósfera que constituye una
envoltura terrestre en que la composición, estructura y energía
están condicionados para las actividades pasadas y presentes de
los organismos vivos. Comprende la hidrosfera y la parte superior
de la litosfera y en ella habitan los seres pertenecientes a los
diferentes reinos naturales: Mónera (bacterias y algas cianofíceas),
Protistas (Protozoarios y algas eucarióticas), Hongos (ficomicetos,
zigomicetos, ascomicetos y bosidiomicetos), Plantas y animal.
La vida, es toda unidad energética y estructural capaz de mantener
procesos destinados a su conservación como un todo y a su
reproducción como nuevas unidades (49). En otras palabras, en
una forma especial de organización de la materia que se presenta
en la naturaleza y se caracteriza por determinados procesos físicos
y químicos que dan lugar a un ser que puede autoorganizarse,
relacionarse, reproducirse y evolucionar (50).
Vida Humana es una unidad organismo dotado de vida y del
potencial genético de ser persona (49); en otras palabras, dotada de
genoma organizado en 23 pares de cromosomas en el núcleo de
cada célula. La vida humana tiene la opción de desarrollarse en sus
dimensiones biológica, psicológica, social y espiritual.
Persona: es toda vida humana dotada de capacidad racional y
agencia moral, es decir de responsabilidad y libertad. Es la vida
humana con desarrollo de sus cuatro dimensiones.
Javier Gafo, profesor de Teología Moral de la Universidad de
Comillas en Madrid, recientemente fallecido, opinaba al respecto
así: “Plantear la discusión desde los conceptos de ‘persona’, ‘ser’ o
‘vida humana’ lleva finalmente a una estéril reflexión, ya que los
contenidos incluidos dentro de los términos son imprecisos y
divergentes” (51)
En la tradición filosófica la persona ha sido considerada como
diferente del ser humano, aunque la mayor parte de estos reúnan
las características de ser persona. (52, 53, 54, 55).
Ahora bien, en la actualidad se sigue planteando el problema de si
todo hombre es un ser personal, o si hay seres humanos que no
son personas. A este respecto, existen básicamente dos posiciones.
Por un lado están, los que consideran que todo hombre es persona,
ya que es un ser encarnado y no un puro espíritu que, por un azar
del destino tiene a su disposición un cuerpo que le sirve de
‘instrumento’ consideran que la persona no es su autoconciencia y
que ésta es solo un acto de la persona, y no la persona misma, que
la personalidad humana en una realidad que se ubica en un nivel
distinto al propio de la actividad neuronal y del ejercicio de la
conciencia del sujeto. Estiman que no puede interpretarse el ser
personal por su capacidad para manifestar sus características
cualitativas y no por las constitutivas (57). El magisterio pontificio ha
mantenido esta posición, y así se puede observar en distintos
pasajes de la carta encíclica Evangelium Vitae del Sumo Pontífice
Juan Pablo II, de la cual citamos uno: “...la Iglesia siempre ha
enseñado, y sigue enseñando, que al fruto de la generación
humana, desde el primer momento de su existencia, se ha de
garantizar el respeto incondicional que moralmente se le debe al ser
humano en su totalidad y unidad corporal y espiritual” “el ser
humano debe ser respetado y tratado como persona desde el
instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo
momento se le deben reconocer los derechos de la persona” (58).
En el párrafo anterior ha citado la frase de la Instrucción ‘Donun
Vitae’ de 1987: ¿Cómo un individuo humano podría no ser persona
humana? (59).
Desde este punto de vista la condición de persona humana es
inseparable de la de ser humano vivo y viceversa, la noción de
persona no depende del ejercicio actual en potencia de la razón o
de la conciencia y así, la noción de ‘persona’ tiene carácter
‘ontológico’ (perteneciente al ser del hombre) y no simplemente
‘fenomenológico’ (dependiente de las vivencias subjetivas del
sujeto) (60). Francisco Javier León, dice de la siguiente forma: “Hoy
nadie se niega a reconocer que todo hombre es persona”.
En contraposición con la identificación entre ser humano y persona,
está el planteamiento de que cada ser humano es, por una parte,
“un individuo”, al igual que un animal, o un átomo, o una planta, y
por otro lado es “persona”; es decir, un universo de naturaleza
espiritual, dotado de libre arbitrio y, por ende, un todo independiente
frente al mundo. La persona es lo que le da unidad a los actos de
un individuo; percibir, comunicarse, juzgar, etc. (62).
El hombre proviene de la evolución de un grupo de primates
superiores denominados ‘homínidos’ que incluye numerosas
especies fósiles y una única viviente, el Homo Sapiens. Aristóteles
definió al ser humano por el género próximo y la diferencia
específica, como: “Animal que posee lenguaje o entendimiento)” o
en su versión latina: homo, animale rationale. La Biblia enfatizó la
capacidad para distinguir entre el bien y el mal (Imago Dei). En
virtud del componente trascendente de la animalidad, se planteó
que el hombre era un ciudadano de dos mundos.
Hans Jonás (63). Se planteó desde un punto de partida de la
antropología filosófica el volver a reflexionar sobre lo esencialmente
transanimal en el ser humano, pero sin negar su animalidad. De
esta forma seleccionó tres elementos que constituyen restos del
pasado y que aparecen con mucha anterioridad antes de las
culturas históricas, los templos y las tablillas de la escritura. Son: la
“herramienta” (homo faber), la “imagen” (homo pictor) y la “tumba”,
la herramienta supera la necesidad física por medio de la invención,
la imagen supera la percepción sensorial por medio de la
representación y la imaginación, y la tumba supera la muerte
inevitable por medio de la fe y la veneración. Estos tres elementos
vienen a constituir en formas primigenias lo que serán en el hombre
civilizado; la física, el arte y la metafísica.
¿Qué es lo que caracteriza a la persona? (57)
- En primer lugar, la persona es el ‘sujeto espiritual en el
sentido de que es el asiento de la vida moral del ser humano.
- Un ser humano puede tener muchos cambios en el
curso de su vida, sin embargo sigue siendo la misma persona,
él mismo. Es la persona la que le da unidad concreta a todos
los actos, le otorga identidad, pues les sirve de fundamento y,
aún más, la persona no existe sino por el cumplimiento de los
actos. En este sentido, cada persona pone algo suyo en cada
acto; si se trata de un acto suficientemente importante y
meditado, éste se convierte en el espejo revelador de la
persona (55), ya que lleva su importe; sus actos son suyos.
Cuando el vulgo dice, ‘fulano es buena persona’ está como
obteniendo un resultado de la sumatoria de todos sus actos
conocidos y que en buena parte están caracterizados por la
bondad.
- La persona tiene el derecho, supremo e inalienable, de
regir su vida, de formarse un mundo interior propio y de elegir
lo que crea conveniente entre opciones que se le presenten,
aunque no haya tenido experiencia previa en determinadas
situaciones. Así, la determinación principal del ser personal es
su libertad, el libre albedrío (potestad de obrar por reflexión y
elección), del cual hace uso para decidir acerca de las cosas
que le incumben, como la planificación de su vida para cumplir
con su vocación (64), o el decidir que procedimiento
diagnóstico o terapéutico va a escoger a fin de que se cumpla
con el principio de autonomía en una determinada situación
clínica.
Aristóteles, dijo que el ser humano individual es ‘único e
irrepetible’, cuestión por demás demostrada por la genética, la
psicología, la sociología y la filosofía. Se ha dicho (61): “yo
soy radicalmente otro respecto a los demás, identidad por
tanto, y a la vez subjetividad originaria...., solo yo puedo dar
respuesta cabal de mi propia conducta...”
- La persona es una interioridad (autoconciencia) que
alcanza a trascender -salir de si hacia el exterior- a través del
conocimiento y del amor (52). Merced a la autoconciencia y a
la capacidad de relacionarse con los demás y en el mundo, la
persona entra en contacto con sus semejantes e interactúa
con otros. Está abierta a todo. Los acontecimientos tienen en
ella una resonancia particular, propia. La apertura de la
persona la hace percibir a su manera el problema universal
del mundo en que vive. En ella las cosas del mundo adquieren
un orden y un sentido. Es en este marco de ideas que se ha
expresado: “a cada persona le corresponde un mundo” (54).
Scheller, denomina microcosmos al mundo que corresponde a
cada persona, que viene a ser un reflejo de macrocosmos, y
de esta manera, la persona una síntesis del mundo en
pequeño (55). Al animal solo le corresponde su entorno del
cual se mantiene al obtener los alimentos y metabolizarlos, a
fin de lograr la continuación de su existencia. Las plantas si
bien no se desplazan para conseguir alimento, tienen la
capacidad de transformar lo inorgánico en orgánico por medio
de la fotosíntesis.
- Finalmente, la persona tiene una ‘dignidad’, esto es, una
cualidad particular, un rango que la coloca por encima del
valor del resto de los seres vivientes y de los objetos. Por
poseer la dignidad, toda persona es merecedora de respeto.
Como dijimos anteriormente, así como hay pensadores que
consideran que persona y ser humano son sinónimos y que la
dignidad se aplica a todo ser engendrado de la fecundación de un
óvulo de mujer por un espermatozoide de un hombre, también hay
pensadores en el campo de la Bioética que consideran que no
todos los hombres son personas. Como ejemplo particular y
destacado, tenemos a H. Tristram Engelhardt que en su libro Los
Fundamentos de la Bioética (65), expone:
“La persona es el eje de la moralidad. Solo las personas tienen
problemas y obligaciones morales. El mundo de lo moral se apoya
en las personas. El problema estriba en que no todos los seres
humanos son personas en términos de la moralidad secular general
o al menos no son personas en el sentido estricto de ser agentes
morales. Los niños pequeños no son personas. Las personas
gravemente seniles y los retrasados mentales profundos no son
personas en este sentido tan importante y decisivo. Tampoco lo son
quienes padecen de graves lesiones cerebrales”.
Entre lo planteado por Engelhardt, hay que distinguir dos
aspectos:
a) Los seres humanos en proceso de desarrollo, si bien no son
personas ‘en acto’, lo son ‘en potencia’; es decir, que están
desarrollando un proceso en el cual progresivamente van a alcanzar
las características de ser personas (66). En este sentido, deben
considerarse como ‘personas’ y por tanto dotadas de dignidad
genérica, lo que los hace merecedor de respeto.
Con la fecundación no hay duda que genéticamente se inicia un
nuevo ser humano, hay un genoma humano con una estructura
secuencial particular, única, salvo que se produzca una gemelación;
esto es, una visión que resulta en dos o más seres genéticamente
idénticos. La individuación del nuevo ser requiere del cumplimiento
de las propiedades unicidad (ser único) y de unidad (ser uno solo -
genéticamente-), y ambas propiedades -como lo demuestran los
gemelos unicigóticos y las quimeras, respectivamente- no quedan
definidas en el desabollo hasta la aparición del primordio del
Sistema Nervioso Central (cresta neuronal), cual ocurre hacia el día
14 a partir de la fecundación, coincidiendo con la finalización del
proceso implantativo del Blastocito en las paredes del útero (67-68).
Si añadimos a lo anterior el hecho de que el porcentaje de abortos
Espontáneos de blastocitos que no llegan a anidarse está en el
orden del 70% (69) lo cual es una cifra muy alta y en todo caso lo
que más ocurre, es por lo que se ha planteado que es después de
completarse la implantación es cuando puede hablarse de persona
y de dignidad (69), (hay individuación, ya existe esbozo del SNC, el
nuevo ser ha establecido relación, a partir de ese momento es
cuando se puede hablar de embarazo, todavía no han constituido la
unidad embrionaria).
Otros consideran que la vida de la persona comienza a partir del 2o
mes de la fecundación pues es cuando se ha completado la
organogénesis incluyendo la corteza cerebral de la cual ya son
registrables las ondas en el electroencefalograma (EEG).
Algunas legislaciones han establecido que los derechos de la
persona humana deben ser respetados desde el momento en el que
el producto de la concepción es viable, entre los 24 y las 28
semanas de la concepción (70). Otros opinan que sería para el
momento del nacimiento.
b) La otra vertiente de lo afirmado por Engelhardt tiene que ver con
aquellos seres humanos que nunca tuvieron, ni podrían tener
ninguna posibilidad de desarrollar las características de ser
personas (recién nacidos anencefálicos), o quienes después de
haberlas tenido, las perdieron irreversiblemente (sujetos en estado
vegetativo permanente, estados de demencia avanzada, otros
daños severos del S.N.C. con perdida permanente de
autoconciencia de la capacidad de hetero- relación).
Estos seres humanos ¿podrían tener derechos como los que se le
describen a las personas en la Declaración Universal de los DDHH
y en nuestras Constituciones Nacionales?.
En el caso de los recién nacidos anencefálicos, éstos seres
humanos carecen de las estructuras telencefálicas, con lo cual no
tienen capacidad para la conciencia ni para el dolor o el sufrimiento.
De hecho duran muy poco tiempo (horas, días o pocas semanas)
con lo cual tiene toda la lógica del mundo el no aplicar ningún tipo
de tratamiento e incluso el omitir darles nutrición.
En los otros casos, vamos a tomar como paradigma la condición. de
un ser humano en Estado Vegetativo (71, 72, 73), que fueron
personas que en un momento dado como consecuencia de una
lesión del encéfalo, principalmente de los hemisferios cerebrales,
quedan en estado de coma (inconsciencia con ojos cerrados y
ausencia de respuesta en estímulos o por lo menos estos no logran
despertarlo) y en un tiempo de días o pocas semanas mantienen
inconsciencia de sí mismos y el ambiente, sin respuesta a estímulos
visuales, auditivos, táctiles o dolorosos, en ausencia de cualquier
evidencia de comprensión o expresión verbal, como tampoco de
control de esfínteres. Tienen ciclos de sueño y vigila (inconsciencia
con ojos abiertos durante la vigilia) y las funciones del hipotálamo
(endocrinos) y del tallo cerebral están conservadas, en particular la
respiración. Cuando la condición se vuelve permanente y tienen
buena asistencia, principalmente de cuidados de enfermería,
pueden durar meses a años.
Por el hecho de tratarse de una inconsciencia completa, está
excluida la posibilidad de percepción de dolor, hambre, sed y
sufrimiento en general, ya que estas son experiencias conscientes.
Hay respuestas reflejas a estímulos nociceptivos tales como
movimientos involuntarios, muecas, gruñidos, llanto que no deben
inducir a error. Tienen movimientos conjugados de los globos
oculares, aunque no fijan la mirada.
La base fisiopatológica de las alteraciones de la consciencia
es (74):
a) Las estructuras del Sistema Reticular Activante (SRA)
ubicado en la parte superior del tallo cerebral y en el núcleo
intralaminal del tálamo e hipotálamo posterior, tienen que ver
con el despertar, con la vigilia.
b) Las estructuras límbicas regulan afecto, humor,
atención, conocimientos y energía psíquica y
c) Neocortex, tálamo y ganglios basales que son las
estructuras responsables de: altos niveles de percepción,
autoconciencia, lenguaje, habilidades motoras y planificación.
Nota: la memoria depende de combinación de actividades
cerebrales y límbicas.
En el caso de los Estados Vegetativos, las estructuras del Sistema
reticular activante, ubicadas fundamentalmente en el tallo cerebral,
están funcionando, y por ende, hay ciclos de sueño y vigilia, pero
está ausente el otro componente de la consciencia que son sus
contenidos, los cuales dependen de estructuras ubicadas en el
Sistema límbico, tálamo, ganglios basales y corteza cerebral.
El estado vegetativo, se considera persistente a partir de un mes de
la injuria del S.N.C. Pasa a denominarse permanente después de 3
meses en el caso de un daño cerebral no traumático
(principalmente cuando es subsecuente a un episodio de isquemia
cerebral post-paro cardiaco) y de 12 meses posterior a un
traumatismo craneoencefálico (75-76).
En resumen, cuando se diagnostica que un sujeto se encuentra en
Estado Vegetativo Permanente, su condición es de inconsciencia,
respiración espontánea y total dependencia de cuidados externos
para sus funciones más básicas como son alimentación, higiene y
emuntorios. Muchos de estos casos son resultantes de una
atención efectiva aunque tardía de injurias del S.N.C. en las
Unidades de Cuidados Intensivos y que una vez suspendida la
ventilación mecánica se pone en evidencia que respiran
espontáneamente pero que están en estado de inconsciencia
permanente.
Dos caso de E.V.P. han sido motivo de grandes controversias tanto
jurídicas como éticas en Estados Unidos, el de Ann Karen Quinlan
(Corte Superior del Estado de New Jersey) (77) y el de Nancy
Cruzan (Corte Suprema Federal de E.E.U.U) (78), ambas personas
jóvenes que después de un daño severo del S.N.C. quedaron en
E.V. P. por años. En el primero de ellos la familia obtuvo de la corte
que se aprobara que los padres podían solicitar válidamente al
equipo médico que se retirara el respirador artificial a una persona
con largo tiempo de inconsciencia, tras un paro cardíaco-
respiratorio tardíamente reanimado y que dejó secuelas una
encefalopatía post-isquemia-anoxia. Al ser retirado el ventilador se
hizo evidente que Karen respiraba pero que permanencia
inconsciente. En el otro caso, que ocurrió varios lustros después, lo
que se planteó que se le retirara la nutrición por sonda, después de
7 años de inconsciencia permanente y fue negada en una votación
5 x 4 en la Corte Federal de E.E.U.U en la cual ha tenido mayor
trascendencia la opinión de la minoría de los magistrados, donde
vale la pena recalcar algunos puntos que son los siguientes:
1. No es obligatorio, ni necesariamente bueno, todo
tratamiento para cualquier paciente.
2. La vida en su dimensión meramente biológica no
es un valor absoluto.
3. ¿Quién debe ser el representante legal o
subrogante del paciente?
4. Alimentación e hidratación artificiales ¿son para
administrarlos indefinidamente?.
5. La descontinuación de la nutrición e hidratación en
un paciente en E.V.P., ¿es eutanasia o es
antidistanasia?
Regresando al punto que analizábamos ¿ser humano o persona,
son los mismos?, o dicho de otra manera ¿todos los seres humanos
son personas?. Si revisamos las características de la Persona como
se expresó: agencia moral, identidad, autoconciencia, capacidad de
relacionarse.... evidentemente no todos los seres humanos las
tienen, puesto que algunos la han perdido irreversiblemente como
son los casos de las jóvenes Quinlan y Cruzan. Pero, más
importante que eso ¿todos los seres humanos están investidos de
dignidad?. Vamos a revisar entonces qué se entiende por dignidad,
de donde proviene el concepto, para finalmente, ver si se debe
aplicar por igual a todos los seres humanos sean o no portadores
de las características del ser personal.

Dignidad de la Persona

La voz latina ‘persona’ procede de ‘personare’ que significa


‘resonar’, ‘hacer eso’, ‘retumbar’, ‘sonar con fuerza’. Los actores
griegos y latinos de la antigüedad utilizaban a modo de megáfono
una máscara hueca cuya concavidad reforzaba el volumen de la
voz; esta carátula recibía el nombre de ‘prósopon’ en griego, y de
‘persona’ en latín (79). La máscara ocultaba el rostro del actor y así,
por metonimia persona pasó también a significar el papel que la
máscara representaba, la importancia del personaje representado.
Insensiblemente el término fue utilizándose para los seres humanos
en los diferentes roles desempeñados en su vida. Boecio en el siglo
VI, aporta la definición que fue clásica durante la edad media:
“Sustancia individual de naturaleza racional”. Sustancia tiene aquí el
significado aristotélico de ‘sentido fundamental del ser’, ‘la esencia
necesaria’. Es lo que sirve de soporte a, o está por debajo de las
cualidades o accidentes (80) (81).
Con los inicios de la filosofía moderna el término ‘persona’ pierde su
carácter de ‘substancia’, y así, con Descartes (s. XVII) se acentúa
su naturaleza de ‘relación’, y sobretodo de relación del hombre
consigo mismo. De esta forma se comprende el concepto de yo
como conciencia y el de identidad personal. No hay que olvidar que
este pensador partía del planteamiento que él yo era la evidencia de
la existencia: “Pienso, luego Existo” (Discurso del Método IV).
Un poco más adelante, John Locke (1632-1704), filósofo, médico y
naturalista inglés afirmaba que la persona era: un pensante
inteligente dotado de razón y de reflexión y que puede considerarse
a sí mismo como él mismo, como una cosa pensante en diferentes
tiempo y lugares; lo que tan solo hace en virtual de su tener
consciencia, que es algo inseparable del pensamiento y que me
parece, le es esencial, ya que es imposible que alguien perciba sin
caer en cuenta que percibe.” (Essay 11,27, 9).
A partir de Locke y de Leibniz, la característica fundamental de la
persona es “la relación consiente del hombre consigo mismo”. A
partir del siglo XVIII al carácter de relación consigo mismo se le
añade el de hetero-relación con los demás. Dentro del marco de la
concepción Kantiana de la moral se le asigna un valor absoluto a la
persona. Decía este pensador: “los seres racionales son
denominados personas porque su naturaleza los indica ya como
fines en sí mismos; es decir, como algo que no puede ser adoptado
únicamente como medio”. (82)
En los siglos XIX y XX, con Husserl (1859-1938) se establecen
explícitamente el carácter de hetero-relación de la persona. En su
breve ensayo "La filosofía como autoreflexión de la humanidad", el
padre de la fenomenología expresa: “la razón es el elemento
específico del hombre en tanto ser cuya vida se expresa en
actividades y hábitos personales considerada desde el ángulo
personal, esta vida es un devenir constante, traspasado por una
intencionalidad constante de desarrollo lo que está en devenir en el
curso de esta vida es la persona misma, su ser es incesante
devenir. Dada la relación de correlación que une al ser personal
aislado y el ser personal de orden comunitario, se puede aplicar
este carácter a uno y otro, al hombre y a las esferas de la
humanidad que los unifican”.
Por otro lado, Carlos Marx y Federico Engels ya han planteado que
“La persona está condicionada por relaciones de producción y de
trabajo”; esto es, por las relaciones que el hombre establece en la
naturaleza y con los demás hombres para satisfacer sus
necesidades “los hombres mismos -expresan- se diferencian de los
animales desde el momento mismo en que empiezan a producir sus
medios de vida” (83). Afirman que en la sociedad capitalista, el
sistema forja el proletariado en el cual el hombre se siente reducido
a una fuerza de trabajo, a una mercancía. Con ello se produce un
fenómeno de enajenación, un proceso de deshumanización. Y así
expresa en el ‘Manifiesto Comunista’ de 1849 la necesidad de
reivindicar el carácter personal del hombre (84).
Pero es sobre todo con Max Scheller cuando se expresa o define a
la persona ‘como relación con el mundo’. En dos de sus obras
principales: “El formalismo en la ética y la ética material del valor”
(1916), y en la otra: “Esencia y formas de la simpatía” (1923), es
donde este pensador expone su ética material de los valores como
fundamento de una teoría de la persona y donde expone su trabajo
sobre la comprensión interpersonal (85). En su Etica afirma: “El
mundo no es otra cosa que la correlación objetiva de la persona, y
por lo tanto, a cada persona individual le corresponde un mundo
individual”. Consideraba que la persona no es parte del mundo sino
el correlato del mundo en que vive. Cada persona tiene un
microcosmos que es el mundo que le corresponde, y así, hay tantos
microcosmos como personas. El microcosmos personal es el reflejo
del macrocosmos con su unidad y su manera de vivirlo única e
irremplazable, y de esta forma la persona es ‘una síntesis del
mundo en pequeño’.
Ya Santo Tomás había expresado en el siglo XIII, “El hombre es de
algún modo, todas las cosas” y Pretágoras en la Grecia clásica: “El
hombre es la medida de todas las cosas, de las que son, en cuanto
son, y de las que no son, en cuanto no lo son”.
Si bien el uso general del término ‘persona’ se orienta hacia “el
individuo de la especie humana”, el sentido más común que se le da
a este término es el de su segura aceptación: “el hombre en sus
relaciones con el mundo y consigo mismo” (86)
Hoy día como antes hemos expresado hay la controversia sobre si
son separables hombre y persona, si todos los hombres son
personas o éstas son aquellos hombres que poseen todos los
atributos que le correspondan a éste por naturaleza. También se ha
planteado esta polémica en la diferencia entre la persona-
conciencia y la persona- substancia (87), expresando que la
conciencia sería un acto de la persona y no la persona misma, lo
mismo que su carácter relacional. De todas formas, lo más
importante es lo relativo a la dignidad a los cuales nos referimos
seguidamente.
DIGNIDAD (del catar: “dignitas”, “dignitatis”) es calidad de digno, y
también, excelencia, realce. Digno que proviene del latín ‘dignus’
significa: que merece algo en sentido favorable o adverso cuando
se usa de una manera absoluta se toma siempre por su parte
buena, en contraposición a indigno, La segunda acepción es:
correspondiente, proporcionado al mérito y condición de una
persona o cosa (88).
El término dignidad se usó en la Roma Antigua, donde era una
distinción que se otorgaba a quien había prestado servicios
relevantes al Imperio, y de esta forma se le distinguía del simple
ciudadano.
Cuando Santo Tomás de Aquino decía: “la persona es lo más noble
y perfecto que hay en la naturaleza” estaba en realidad
reconociendo que la persona está investida de una dignidad, una
excelencia que la hace merecedora de respeto (89). Erich Fromm lo
ha presado de la siguiente forma: “Nada hay que sea superior ni
más digno que la existencia humana” (90).
El hombre antiguo se preguntó por el fundamento de su propia
dignidad, los griegos lo explicaron por la presencia de un elemento
divino en lo mejor de su ser, el alma (91). Esto se encuentra tanto
en Platón (República IXe; Teeteto, 176 b) y en Aristóteles (Ética a
Nicómaco X7, 1177 a 16; b 28).
Como ‘principio de la Dignidad Humana’ es entendida la exigencia
enunciada por Kant como segunda fórmula del Imperativo
Categórico: obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu
persona como en persona de cualquier otro, siempre como un fin al
mismo tiempo y nunca solamente como un medio” (92). Este
imperativo, o exigencia estricta en el orden moral, establece que
todo hombre posee un valor intrínseco, propio, por la sola condición
de ser hombre; esto es, por ser fin en sí mismo que es propio de la
naturaleza racional de las personas, lo cual les da un valor absoluto,
no relativo o circunstancial, y ello es lo que se denomina dignidad.
Un poco más adelante en la Fundamentación de la Metafísica de
las Costumbres (93) expresa: En el reino de los fines todo tiene o
un precio o una dignidad. Aquello que tiene precio puede ser
sustituido por algo equivalente; en cambio lo que se halla por
encima de todo precio y, por lo tanto, no admite nada equivalente,
eso tiene una dignidad.
Kant expresaba que la Dignidad del ser racional consiste en el
hecho de que éste -a diferencia de los animales- no obedece
ninguna ley que no sea intuida también por él mismo; y de esta
forma, la moralidad, propia del hombre e intuida por él mismo es,
por tanto, la condición de la dignidad del hombre. Esta dignidad
tiene dos fundamentos interrelacionados: La condición de ser
racional y la condición de ser moral.
Mounier, expresa en el Manifiesto el servicio del personalismo lo
siguiente: “El personalismo añade una afirmación de valor, un acto
de fe: la afirmación del valor absoluto de la persona humana.
Afirmamos que la persona es un absoluto respeto de cualquier otra
realidad materia o social, y de cualquier otra persona humana” (94).
Así como la filosofía ha sido importante en la concepción de la
dignidad de la persona, la religión ha sido otro factor determinante
en la fundamentación del valor absoluto de la persona en el mundo
occidental. Ya en el primer libro de la Biblia, el Génesis, se nos dice
que Dios cree al hombre del limo de la tierra y le infundió el espíritu
a “su imagen y semejanza”.
Son numerosos los pasajes bíblicos y las concepciones que sobre
el hombre tiene la tradición hebrea-cristiana en los cuales quede
evidenciado que a través del amor a los semejantes, el ejercicio de
las virtudes y la regla de oro, se reconoce en todo hombre una
naturaleza merecedora de ser respetada y de ser ayudada en
condiciones de necesidad como una forma de cumplir con la
voluntad divina.
Desde la perspectiva de las instituciones jurídicas y políticas en el
curso de las últimas centurias ha cobrado especial relevancia la
persona como sujeto de derechos dentro de la sociedad civil. Del
pensamiento filosófico de la edad moderna surgieron los
fundamentos que en conjunto con las nuevas realidades que se
generaron en el devenir histórico de fines del siglo XVIII y comienzo
del XIX dieron lugar a las grandes revoluciones de esa época
(Estados Unidos 1776; Francia 1789: Latinoamérica 1810).
Especial importancia por su significación universal ha tenido la
Declaración Universal de los Derechos del Hombre por parte de la
Organización de la Naciones Unidas en diciembre de 1948, que se
constituyó en el primer documento de derechos humanos
promulgado por una organización internacional universal. Por el
status moral y la importancia legal y política que la Declaración
adquirió a través de los años, está a la altura de la Carta Magna y
de la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano como un hito de la lucha del hombre por la libertad y la
dignidad humana (95). El artículo 1 de la Declaración Universal
proclama que: “todos los seres humanos nacen libres e iguales en
dignidad y derechos”.
La Declaración Universal establece dos categorías de derechos:
Por un lado, civiles y políticos y, por otro, derechos económicos,
sociales y culturales.
En diciembre de 1966 la Asamblea General de la ONU aprobó los
Pactos Internacionales de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales y de Derechos Civiles y Políticos. Por tratarse de
tratados, los Pactos crean obligaciones convencionales para los
Estados que son parte de los mismos.
Posteriormente las constituciones nacionales de los países
signatarios han incorporado los derechos de la Declaración
Universal y luego se han ido proclamando nuevas declaraciones
específicamente dirigidas a atender problemas específicos y a
proteger a ‘grupos de personas vulnerables’.
En el ámbito de la medicina, el reconocimiento del valor de la
persona, y en particular el del valor de la persona en condición de
enfermedad, ha sido el hilo conductor que ha mantenido una
comunidad de ideas contenidas en los códigos y juramentos de la
medicina de la antigüedad hasta las declaraciones, leyes y códigos
de la medicina de nuestros días. Se puede decir que la medicina,
entendida como ciencia natural de los tiempos de Hypócrates, ha
considerado como parte indisoluble del quehacer de los
profesionales de la salud, especialmente de los médicos y los
enfermeros, un conjunto de normas en razón del respeto debido a la
excelencia o dignidad de la persona enferma y de sus familiares.
En el hombre en estado de necesidad se encuentra resaltado su
carácter personal; y si bien en la consideración de persona no se
establecen diferencias en razón de sexo, raza, edad, religión,
ideología, utilidad social, posición económica, política o social, la
categoría ética de la dignidad de la persona humana tiene una
orientación preferencial (96), hacia aquellos hombres cuya dignidad
se encuentra especialmente afectada, como es el caso de los
enfermos graves, quienes han perdido su libertad y dependen en
buena parte del personal de salud que los atiende
Hemos visto en forma somera como la dignidad como concepto y
como fuente de respeto a cada hombre por ser tal, -dignidad
genérica e inalienable- ha ido surgiendo en el devenir de la
humanidad desde la antigüedad por diversas vías: la filosofía, la
religión, las instituciones jurídicas y políticas y el quehacer de los
profesionales de la salud.
La perspectiva personalista y humanista ha tomado nuevos caminos
en nuestros días en Europa, con la ética comunicativa de Apel, la
filosofía de la alteridad de Levinas, y la ética como identidad
personal de Ricoeur, para solo nombrar tres de los más conocidos.
Estos nuevos desarrollos contienen un raciocinio deontológico de
fundamentación teleológica que toman al hombre en su dignidad
universal, como valor supremo del obrar. Se parte de una noción de
persona que considera la singularidad de su realidad concreta y la
universalidad de su humanidad, constituyéndose la dignidad de la
persona en el fundamento antropológico de la Bioética (97).
En concreto, se han analizado tres enfoques de fundamentación de
la Bioética que parten desde perspectivas y metodologías distintas
pero que pueden ser complementarias. Por un lado está el
Principialismo que nos ayuda a dirimir los dilemas que se presentan
en el quehacer de la atención a la salud de nuestros congéneres;
luego el sistema moral justificado que plantea un conjunto de
normas dirigidos a mantener la convivencia evitando la producción
de daño a nuestros semejantes, y finalmente, el reconocimiento y
respecto de la Dignidad del Hombre que está dirigida a promover la
solidaridad y la ayuda mutua entre todos los humanos del planeta

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