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UNIVERSIDAD CATÓLICA SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

FACULTAD DE DERECHO

DERECHO NATURAL Y EL IUSNATURALISMO

INTEGRANTES
Cotrina Celiz,
Jimena Deza Celis,
Dayna Marín
Requejo, Sofia
Melendez Campos,
Carmen Mego Guevara,
Jaime Ramírez García,
Malú Rivero Burgos, Rossi
Zamora Reyes, Lisseth

DOCENTE

Dr. Ulices Damian Paredes

ASIGNATURA

Filosofía del Derecho

SEMESTRE

2021-II
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I: DERECHO NATURAL Y CONCEPCIÒN IUSNATURALISTA
1. El Derecho Natural
1.1 Definición
1.2 La Ley Natural
1.3 La teorìa Iusnaturalista
2. Evoluciòn de la concepción iusnaturalista sobre el derecho
2.1 Edad Antigua
2.1.1 Aristóteles
2.1.2 Cicerón
2.2 Edad Media
2.2.1 San Agustín
2.2.2 Santo Tomás de Aquino
2.3 Edad Moderna
2.3.1 Hugo Grocio
2.3.2 Hobbes
2.3.3 John Locke
3. Características del Iusnaturalismo
4. Clasificaciòn
4.1 Iusnaturalismo Clásico
4.1.1 Principales representantes
4.2. Iusnaturalismo Cristiano
4.2.1. Derecho divino
4.2.2. Derecho moral
4.2.3. Justicia humana
4.3. Iusnaturalismo Racionalista
4.3.1. La moral
4.3.2. La razón
4.3.3. Ética
4.3.4. Derecho Natural
4.3.5. Estado de naturaleza y estado civil.
CAPÍTULO II: CRÌTICA A LA TEORÌA IUSNATURALISTA Y POSTURA
5. Principales crìticos del Iusnaturalismo
5.1 Jeremy Bentham
5.2 John Stuart Mill
5.3 Hans Kelsen
CAPÍTULO III: Los Derechos Humanos y el Iusnaturalismo
8.1 Análisis de la STC N.°. 09332-2006-PA/TC
8.2 Análisis de la STC N° 10819-2017
6. Posiciòn y apreciaciòn grupal (Interés actual del Iusnaturalismo para
el estudio del Derecho)

CONCLUSIONES
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
INTRODUCCIÓN

Hablar de Iusnaturalismo y del Iuspositivismo, es hablar del esfuerzo del


hombre por encontrar la verdad y adherirse a ella en el campo de la
conducta y la legalidad, sin embargo, no siempre coinciden los caminos que
emprende en su búsqueda, puesto que al momento de la teoría jurídica
ambos senderos pueden bien coincidir en algunos aspectos, la dificultad se
presenta en la aplicación, toda vez que la normatividad del derecho positivo
llega a atropellar en algunos casos los principios de la ley natural.

Para la corriente iusnaturalista, existe una serie de principios ético jurídicos


universales, ahistóricos e independientes de la voluntad humana. Dichos
principios, provenientes de la naturaleza divina o racional (según los distintos
autores), pueden ser conocidos por el hombre mediante el uso de la razón y
le deben servir de criterio de justicia en la creación de sus leyes. Así, el
derecho natural no solamente puede distinguirse del derecho estatuido por
los hombres (derecho positivo), sino que es superior a éste, pues, al
establecer lo que es universalmente justo y válido, el derecho natural así
mismo determina qué norma humana concreta es justa o no y, por tanto, si se
le debe obediencia o no.

Por ello en el presente trabajo desarrollaremos el concepto y contenido del


Derecho Natural, luego haremos un viaje por la historia para conocer cómo
fue evolucionando la filosofía iusnaturalista. Haremos un repaso por la
clasificación del Derecho Natural y expondremos a sus principales
representantes para luego ver su contraparte y compartir las críticas de otras
corrientes filosóficas. Finalmente desarrollaremos dos jurisprudencias en
donde se evidenciará el impacto del derecho natural en nuestra nueva era.
CAPÍTULO I: DERECHO NATURAL Y CONCEPCIÒN IUSNATURALISTA
1. El Derecho Natural
1.1 Definición

El derecho natural es el ordenamiento jurídico que nace y se funda en la


naturaleza humana, no debiendo su origen, por tanto, a la voluntad
normativa de ninguna autoridad, como ocurre con el derecho positivo. Es un
conjunto de preceptos que se imponen al derecho positivo y que éste debe
respetar. El derecho positivo está establecido y sancionado, para cada tiempo
y cada comunidad social, por la voluntad del legislador, que representa la
voluntad social; por lo tanto, se trata de un derecho variable, contingente,
mientras que el derecho natural es un orden jurídico objetivo, no procedente
de legislador alguno, que se impone a los hombres por su propia naturaleza;
es objetivo e inmutable y conocido por la razón.

Por encima del derecho positivo, dimanante de un legislador, existe un


derecho independiente, que se justifica en la exigencia misma de introducir
en el concepto del derecho y del estado el valor fundamental y original de la
persona humana, y colocar este valor en el vértice de todo el sistema jurídico.

Es necesario señalar que las normas que integran el derecho natural son de
carácter jurídico, una realidad jurídica objetiva y no unos principios de
carácter moral o religioso. El derecho natural constituye un verdadero
ordenamiento jurídico, con sus mandatos y prohibiciones, independiente de
la voluntad humana y de toda reglamentación positiva.

El carácter jurídico de los preceptos del derecho natural ha sido negado por las
posturas positivistas. El derecho natural carece de positividad, por lo que debe,
según los iuspositivistas, negarse su realidad o su carácter normativo, ya que la
positividad es una característica esencial del derecho. Frente a esto hay que
distinguir entre derecho concreto, históricamente dado, que requiere
efectivamente vigencia o positividad, y el derecho como realidad esencial e
intemporal (A. FERNÁNDEZ-GALIANO,1993).

El derecho natural está vigente a través de los ordenamientos concretos que


lo incorporan, por lo que habrá de afirmar su condición de tal derecho. El
derecho natural es derecho, tanto por la estructura de sus normas
(enunciados prescriptivos relativos a comportamientos) como por su
obligatoriedad (el derecho natural es aceptado como objetivamente
obligatorio).
Los principios del derecho natural se basan en la naturaleza humana. Pero
actualmente, al hablar del concepto de derecho natural, se alude no sólo a la
naturaleza del hombre, sino a un conjunto de realidades en las cuales se
desarrolla la convivencia social (factores culturales, sociológicos, etc.).

El derecho natural es el fundamento del derecho positivo, es decir, éste está


subordinado al natural. El derecho natural sirve al ordenamiento positivo de
control y límite, y además de complemento. El derecho natural justifica la
existencia y obligatoriedad del positivo, pero no es éste una mera repetición
del primero, ya que los preceptos naturales son abstractos, generales y
universales, de lo que nace la exigencia de la existencia de un derecho
positivo concreto y adaptado a cada sociedad en cada tiempo, incorporando
el valor de justicia subyacente en estos principios naturales.

1.2 La Ley Natural

Radicalmente, la ley natural consiste de un principio supremo y universal del


cual se derivan todas nuestras obligaciones o deberes morales naturales. La
ley natural es universal, por así decirlo, aplica a toda la raza humana, y es en
sí misma igual para todos. Todo ser humano, porque es ser humano, si ha de
conformarse con el orden universal deseado por el Creador, está obligado a
vivir conforme a su propia naturaleza racional, y a ser guiado por la razón. Sin
embargo, los niños y las personas insanas, que no tienen el uso efectivo de
su razón y por lo tanto no pueden conocer la ley, no son responsables por el
fracaso en cumplir con sus demandas.

La ley natural es inmutable en sí misma y también extrínsecamente. Puesto


que está fundada en la misma naturaleza del hombre y su destino hasta su
fin, dos bases que descansan sobre el fundamento inmutable de la ley eterna,
se deduce que, asumiendo la existencia continua de la naturaleza humana,
no puede cesar de existir.(Robinson,1900)

1.3 La teorìa Iusnaturalista

El iusnaturalismo es una doctrina filosófica y del derecho a través de la cual


se considera que las normas o derechos son propios de la naturaleza del
ser humano y anteriores a cualquier derecho establecido. Forman parte del
derecho natural.
El iusnaturalismo es un término que se compone de diversas teorías jurídicas,
y de los conceptos de ética y moral que se relacionan con la noción de
derecho natural y derecho universal.

La palabra iusnaturalismo deriva del latín ius-, que significa ʽderechoʼ,


naturalis, que se refiere a ʽnaturalezaʼ, y del sufijo -ismo, que significa
ʽdoctrinaʼ.Por tanto, el iusnaturalismo es una doctrina filosófica cuya teoría
parte de la existencia de una serie de derechos que son propios e intrínsecos
a la naturaleza humana.

Esta doctrina apoya la idea de que existe una serie de derechos que son
propios del ser humano, sin distinción alguna, y que son anteriores a los
derechos humanos y los derechos naturales establecidos como parte de un
orden social. Estos derechos se relacionan con la ética y la moral, entendidas
como aquellas normas de buenas costumbres que todos conocemos y
debemos cumplir.

Asimismo, el iusnaturalismo afirma que las leyes positivas, aquellas que rigen
las normas de un Estado, también están relacionadas con el derecho natural
que, de una u otra manera, busca imponer el orden de la existencia humana y
la justicia de manera coherente.

Es decir, el iusnaturalismo se rige por los principios que parten del carácter
universal que tienen los derechos universales, es racional y busca el bienestar
general de la sociedad. Contradecir estos derechos sería ilegal y una
injusticia.

Entre sus principales representantes se pueden mencionar a los siguientes


pensadores y teóricos como Platón en el siglo IV a.C., Tomás de Aquino en la
Edad Media, Hugo Grocio que marcó la diferencia entre el iusnaturalismo
clásico y el iusnaturalismo moderno, Thomas Hobbes en el siglo XVII, entre
otros.

2. Evoluciòn de la concepción iusnaturalista sobre el derecho

La concepción iusnaturalista como teoría del derecho ha dominado el


escenario jurídico por un período incomparablemente mayor; incluso se
puede decir que nace junto con la propia concepción de derecho. Desde la
Edad Antigua, en la Grecia clásica, donde podemos encontrar un
pensamiento coherente sobre el derecho y recomendaciones sobre lo que
debería contener el derecho con los estudios de Aristóteles, hasta la
actualidad; de ahí que, a la fecha, el pensamiento iusnaturalista se haga
presente en la doctrina jurídica. En razón de ello, resulta evidente que el
fondo del asunto no es ni podría ser unívoco, sino que a lo largo de los siglos
ha ido adoptando como suyo una serie de cambios.
2.1 Edad Antigua
2.1.1 Aristóteles y el Iusnaturalismo
A lo largo de su pensamiento filosófico, en Aristóteles se pueden rastrear los
fundamentos de una doctrina del "derecho natural'' mucho más satisfactoria
que la sostenida por los tratadistas de la época. Aristóteles pensaba que la
naturaleza era un principio fijo de operaciones y aunque en el hombre estas
operaciones eran libres, esto no vulneraba la fijeza de ese principio, toda vez
que en sus diversas manifestaciones el hombre denotaba la intrínseca
racionalidad de sus actos. Todavía con el propósito de acentuar el valor
fundamental de la naturaleza en el ordenamiento de sus actos específicos,
Aristóteles sostenía que la perfección de la "forma" natural era al mismo
tiempo, el fin de toda actividad práctica. "La naturaleza de una cosa es su fin;
eso que cada cosa es (una vez terminado su proceso de realización) es lo que
llamamos la naturaleza de cada cosa".

La idea de un "derecho natural" fijado en un concepto diferente, sólo aparece


en Aristóteles en su obra, cuando trata el tema de la justicia y habla acerca
de lo que es justo por naturaleza. (Calderon,1977)

2.1.2 Cicerón y el Iusnaturalismo


Entre las variaciones de la teoría iusnaturalista la más importante se
refiere al origen de la ley natural. Esta relación entre la ley natural y la
voluntad divina se puede atribuir en alguna forma a una vinculación entre
la ética y la religión, lo que resta claro en el pensamiento de CICERÓN,
cuando define el derecho natural como la razón correcta de acuerdo con la
naturaleza, la cual es de aplicación universal, inmutable y eterna.

Esta ley natural no sería disponible a los hombres, que la podrían conocer,
pero jamás cambiarla. Una ley que vale para todos los hombres donde quiera
que estén y que tiene en Dios su único legislador y juez. Por tanto, atentar
contra esta ley natural sería como atentar contra la propia naturaleza
humana. (Fabra, 2007)

2.2 Edad Media


2.2.1 San Agustín y el Iusnaturalismo
La tendencia iusnaturalista de San Agustín ha de ser entendida como
aquella según la cual existen unas leyes o unos derechos que tienen su
origen en la naturaleza, ya sea física o racional, del ser humano, y
respecto de los cuales deben ser valoradas las leyes creadas por los
hombres, es decir, las leyes del Estado. Dicho esto, para que la ley
humana sea justa debe acomodarse a la naturaleza, de lo contrario no
debería ser considerada una ley.
En palabras de San Agustín: “No es ley la que no es justa”. De ahí que el
parámetro para medir la justicia o injusticia de la ley humana es la que San
Agustín denomina lex aeterna, cuya función básica sería la de “moderar las
leyes humanas”.

La importancia de estas ideas de San Agustín para la Filosofía del Derecho se


extiende hasta la actualidad, y se manifiesta en primer lugar en fijar como
origen y fundamento del derecho natural la voluntad de Dios; de manera que
toda ley para ser justa debe corresponderse con esa voluntad interpretada
por los representantes de Dios en la tierra. Dicha importancia y actualidad se
manifiesta, además, en el paralelismo que se establece entre la Ciudad de
Dios y la sociedad humana real, misma que debe esforzarse en todo tiempo
para acercarse al ideal postulado por San Agustín y que en la actualidad se
manifiesta en la existencia de un Estado terrenal organizado y dirigido por
religiosos. (Puerta, 2019)

2.2.2 Santo Tomás de Aquino


¿A qué llama derecho natural Santo Tomàs de Aquino? Para adentrarnos
en el pensamiento iusnaturalista de Tomás de Aquino, habrá que tener
presente, en primer lugar, que a la justicia se le asigna como objeto "lo
justo". A la pregunta hecha, responde: "El derecho o lo justo es algo
adecuado a otro, pero una cosa puede ser adecuada a un hombre de dos
maneras. Primera, atendida la naturaleza misma de la cosa (cuando uno
da tanto para recibir otro tanto está frente a una concepción base de
derecho natural).

Una vez que ya sabemos lo que es "derecho natural", nos hacemos la


interrogante, ¿qué comprende el derecho natural? Comprende tres
inclinaciones en el ser humano, responde Aquino: las dos primeras las
comparte con el animal: conservar la vida y conservar la especie; y la tercera,
propia y exclusiva del hombre: la inclinación al saber, al amor, a la sabiduría.
El hombre en primer lugar siente inclinación hacia un bien, el bien de su
naturaleza; inclinación común a todos los seres. Por lo cual, pertenece a esta
primera inclinación la necesidad del alimento y la bebida para la
conservación de la vida. En segundo lugar, "el hombre siente una inclinación
hacia bienes más particulares, conformes también con su naturaleza, y,
finalmente, en "el hombre existe una inclinación hacia bienes específicos,
propios de su naturaleza racional: hacia la verdad, la ciencia, la sabiduría y el
amor; de igual manera, la inclinación a vivir en sociedad".
Estas inclinaciones son supervisadas por la ley natural al ser la expresión
judicativa de las exigencias de la naturaleza humana. (Ruiz, V. 2016)
2.3 Edad Moderna
2.3.1 Hugo Grocio y el Iusnaturalismo
Así como Descartes corta los lazos que unían la búsqueda de conocimiento
con la búsqueda de Dios y, en un principio, hace del enconado solipsismo del
cogito la única fuente originaria de todo conocimiento seguro, también
Grocio procede, en el campo del Derecho, a romper la ligazón con la
Divinidad y a refugiarse en el conocimiento certero de pura razón. Bajo esta
óptica filosófica, la matemática es, y en tanto se edifica a partir de la pura y
simple idea innata, el arquetipo de conocimiento científico por excelencia y al
cual todas las demás ciencias deben aspirar. Este moderno reductio scientiae
ad mathematicam es el lema que emparenta no sólo a ambos
emprendimientos sino que, en general, al conjunto de los esfuerzos científicos
que se ponen en marcha durante el siglo XVII.

Es así que, Grocio creyó firmemente en que sólo el abordaje racional y de


pretensión “científica” (en tanto aspira a un análisis metódico de los
problemas) de la realidad internacional era el único que podía zanjar
satisfactoriamente las serias disputas que aquejaban a las diversas naciones y
religiones de la convulsionada Europa del siglo XVII. Si bien la introducción
de la razón como facultad central sobre la cual edificará el sistema legal no es
una característica particularmente novedosa de la concepción jurídica
grociana, no es menos cierto que es Grocio quien conserva a la razón en el
centro mismo de la concepción del Derecho.

Consecuentemente, nuestro jurista negó que el ius gentium tuviera sus


cimientos en el terreno de la teología católica, del cristianismo reformado o,
ni siquiera, en fundamentos de índole teológica general. Del mismo modo,
Grocio sostuvo que el ius gentium debía ser universal, en el sentido moderno
del término (es decir, que no fuera específico para la comunidad de naciones
cristianas), refutando así la pretendida autoridad “universal” del Papado.
Detrás de la pretensión de introducir el análisis matemático en la elaboración
de los sistemas jurídicos, como hace Grocio, está la explícita intención de
lograr, en el ámbito del Derecho, certezas conceptuales infalibles e
irrefutables. Con ello se esperaba lograr un consenso entre juristas, políticos
y naciones diferentes, análogo al que se obtenía, demostración mediante, en
la matemática. Es decir, este intento era propulsado por encontrar algún
orden jurídico que, estando por encima de los Estados (y en última instancia
de toda diversidad), sirviese como norma reguladora de sus políticas externas
y, de este modo, asegurará la anhelada paz internacional.
Para ello, Grocio concede a la razón “natural” la potestad de dictaminar,
luego de efectuado el proceso lógico, la adecuación o inconveniencia de las
acciones humanas particulares con los principios “inscriptos” en la naturaleza.
Dicho dictamen, sostiene Grocio, se hace oír de la misma manera en todas las
personas que quieran escuchar sensatamente a su razón “natural”. En ese
sentido, la obra de Grocio privilegia la tradición filosófica del racionalismo
que apuesta a la posibilidad de generar conocimiento a priori, como sucede
en la matemática y/o en la geometría. Si bien es posible acceder a los
principios de la Ley natural a posteriori (es decir, a través del estudio de lo
que todos los pueblos, o, al menos, la mayoría de ellos, han tenido por justo),
este canal de acceso a los principios del Derecho natural, adolece de dos
problemas.

El primero, es que requiere de un conocimiento profundo de los variados


usos y costumbres de los distintos pueblos. El segundo inconveniente radica
en que la opción del conocimiento a posteriori supone hacer depender
directamente los conceptos centrales del Derecho natural de investigaciones
fácticas e históricas de dudosa exactitud. Esto resulta contradictorio con la
tesis grociana, que sostiene que el Derecho natural se funda sobre sí mismo y
opera sobre los pueblos, obligando imperativamente de forma
independiente de que éste sea conocido o ignorado por los gobernados.

Por ello, será la deducción la que ocupe, principalmente, en los textos del
jurista holandés, el papel metodológico por excelencia. La empresa grociana
no se planteará efectuar un análisis antropológico exhaustivo que busque
desentrañar desprejuiciadamente los principios de la Ley natural. Más bien,
partirá de principios que asume como innatos y, sirviéndose de la experiencia
histórica, procederá a demostrarlos. Así, la operación jurídica jusnaturalista en
la que se enmarca Grocio se reduce a un ejercicio simple: despejar los
principios naturales más fundamentales, aquellos que, como los axiomas
matemáticos, son “auto-evidentes”, y derivar de ellos las consecuencias
necesarias para la construcción racional de todo el sistema jurídico, ahora sí,
“universalmente” válido.

A esa tarea dedicó Grocio especialmente su tiempo y esfuerzo. Aunque más


tímidamente que Kepler y Galileo, Grocio también echará mano a un recurso
típicamente moderno: sustituir a la autoridad, tanto sagrada como filosófica,
como fuente única y fidedigna de conocimiento, por el estudio analítico de la
naturaleza. Esto, en conjunción con la aplicación del método racionalista, es
un giro radical que Grocio introdujo, con originalidad, en los sistemas
jurídicos de la época.
Esta actitud resultó fundamental, pues trastocó profundamente la
concepción acerca del rol del jurista y del Derecho. Es decir, para Grocio el
trabajo del jurista será el de desentrañar, por él mismo, las leyes objetivas
inscriptas en la naturaleza y no hacer solamente de mero intérprete de los
textos antiguos o de las Santas Escrituras. De esta manera, se reevalúa la
actividad del jurista no como un mero agente pasivo que “decodifica”,
“interpreta” o “re-presenta” una verdad ya dada por la autoridad
preestablecida (sea ésta filosófica o bíblica) sino como un actor activo que
toma parte central en la construcción de su propio sistema jurídico.

En ese sentido, y como apunta Bobbio, la tarea del jurista dejó de ser la de
“interpretatio” para ser propiamente la de “demostratio”. El jurista pasó de
ser un hermeneuta a ser un verdadero constructor de grandes sistemas
jurídicos que serán tallados en la carne misma de la lógica. El sistema ahora
no reposa más sobre una realidad externa a sí mismo, no se cimenta en
ningún ente ajeno, sea Dios o la experiencia sensible, sino que se “auto-
funda” a partir de su propio método, a partir de definiciones a priori que
establecen “…una verdad que no quedaría afectada aun desapareciendo todo
el mundo empírico.” A la concreción y consolidación de esa transición, como
dijimos, Grocio hará un significativo aporte.

2.3.2 Hobbes y el Iusnaturalismo


Podemos empezar trayendo a colación la definición de ius naturale que
presentó Hobbes. En Leviatán, Hobbes (1989: 110) dijo:

El derecho natural, que los escritores llaman comúnmente jus naturale, es


la libertad que tiene cada hombre de usar su propio poder según le plazca,
para la preservación de su propia naturaleza, esto es, de su propia vida; y,
consecuentemente de hacer cualquier cosa que, conforme a su juicio y
razón, se conciba la más apta para alcanzar ese fin.

Esta libertad sin limitaciones o, lo que es lo mismo, este derecho a todas las
cosas incluye el derecho de disponer del cuerpo del prójimo si se considera
conveniente:

Y como la condición del hombre […] es una condición de guerra de cada


hombre con cada hombre en la que cada uno se gobierna según su propia
razón y no hay nada de lo que no pueda hacer uso para ayudarse en la
preservación de su vida contra sus enemigos, de ello se sigue que, en una
condición así, cada hombre tiene derecho a todo, incluso a disponer del
cuerpo de su prójimo. (Hobbes, 1989: 111)

Lo primero que debemos anotar es que para Hobbes es claro que ius
naturale tiene el sentido de derecho subjetivo, esto es, una facultad o poder
natural. En esto, entonces, el filósofo no hace otra cosa que adoptar uno de
los varios significados que, como vimos, tenía la palabra ius, y que
encontramos claramente en autores como Vitoria o Grocio. La verdadera
innovación que introduce Hobbes en el discurso filosófico y jurídico de su
época, y por la que rompe con la tradición, fue haberle dado al ius naturale un
carácter ilimitado. Veíamos en Vitoria y Grocio cómo el derecho tenía límites
muy claros, pues su ejercicio estaba condicionado a que “no se hiciera daño a
los demás”.

En Hobbes, en cambio, el carácter ilimitado del derecho natural hace que éste
no sirva ya como criterio de justicia, puesto que toda acción humana,
inclusive aquella que atenta contra el cuerpo de otro hombre, permanece
lícita (o al menos no puede considerarse injusta) en el estado de naturaleza.
Un pasaje del De cive es muy diciente en este sentido:

La naturaleza ha dado a cada uno derecho a todas las cosas; es decir, que
en el mero estado de naturaleza, antes que llegara el momento en que los
hombres establecieran entre sí pactos o convenios, era legal para cada
hombre hacer lo que le viniese en gana contra quien le pareciese oportuno,
y poseer y disfrutar todo lo que quisiera o pudiera conseguir. (Hobbes,
2000: 53)

El derecho natural en Hobbes se desliga totalmente de la idea de justicia.


Para él la justicia es simplemente el cumplimiento de los convenios, y de ahí
que diga que, “donde no ha tenido lugar un convenio, no se ha transferido
ningún derecho a todo; y, en consecuencia, ninguna acción puede ser injusta”
(Hobbes, 1989: 121).

En ese mismo sentido, se lee en el De cive lo siguiente: El quebrantamiento de


un contrato, o reclamar lo que ya se ha dado, ya consista dicho
quebrantamiento en una acción o en una omisión, se llama injuria. Ahora
bien, también se dice que esa acción u omisión es injusta; y esto es así
porque una injuria y una acción u omisión injusta significan lo mismo y
ambas vienen a ser un quebrantamiento de contrato y de confianza. (Hobbes,
2000: 82) Tampoco hay en el concepto de ius naturale de Hobbes ningún tipo
de relación con o asimilación a un derecho de propiedad o dominium, como
en las teorías anteriores.
Para él, la propiedad no existe en el estado de naturaleza, y el control de un
hombre sobre una cosa dura tanto como de hecho logre conservarlo: “En una
situación así, no hay tampoco propiedad, ni dominio, ni un mío distinto de
un tuyo, sino que todo es del primero que pueda agarrarlo, y durante el
tiempo que logre conservarlo” (Hobbes, 1989: 110). Desligar ius de dominium
tiene una consecuencia muy importante en la construcción teórica de
Hobbes: la negación total de la posibilidad de concebir la propiedad como
un derecho natural de los hombres. En el andamiaje jurídico hobbesiano,
entonces, la propiedad como derecho civil nace con el Estado.

2.3.3 John Locke y el Iusnaturalismo


Es casi un lugar común sostener que Locke es un continuador de la tradición
clásica (antigua y cristiana) y escolástica (católica) de la ley natural, aunque
esa pertenencia sufra la influencia del protestantismo y del contexto político
intelectual del siglo XVII.

Para clarificar el panorama deben tenerse presentes las diversas escuelas y


corrientes dentro del iusnaturalismo y el cambio operado por las nuevas
doctrinas protestantes. Y en el caso de Locke, además, debe destacarse, una y
otra vez, no sólo su anti-escolasticismo sino, sobre todo, su anti-catolicismo.
En el contexto de la Europa moderna, protestante y anti-católica, Locke
ocupa, en la historia de las doctrinas morales, un capítulo esencial, el de la
última fase de la lucha entre nominalismo y racionalismo en ética.

El empirismo que en Locke hace referencia al modo de conocer del hombre,


y el voluntarismo que es para Locke indicador del poder divino–, se
combinan en su teoría moral para balancear imperfectamente la experiencia
del placer y del dolor con la ley divina natural, y ajustar la propia sensación
con la voluntad superior. Y esto tiene consecuencias para la ley natural. Locke
proporciona, desde esta perspectiva, al menos dos líneas de argumento a su
favor: una teológica y otra secular. «El argumento teológico, afirma Hasnas,
define la ley de la naturaleza como voluntad de Dios con respecto a la
conducta humana, que los seres humanos pueden descubrir por los poderes
de la razón que Dios ha impreso en su naturaleza a tal fin».

La ley de la naturaleza, bajo este aspecto, requiere probar que Dios existe, que
ha creado a los seres humanos esencialmente racionales, que hay un deber
de las criaturas de obedecer las órdenes de su Creador y que la razón puede
derivar los principios generales de la conducta moral de su conocimiento de
las naturalezas
humana y divina. Es la versión de los Essays on the law of nature. Sin
embargo, Locke tropezó en más de una ocasión con tales condiciones, no
dando una respuesta convincente. El argumento secular, en cambio, agrega
Hasnas, «define la ley natural como la ley de la razón que ordena lo que es
mejor en atención al interés de la humanidad». Esta es la posición de Locke
en los Two treatises of government.

Vista desde esta perspectiva, Locke considera que la ley de la naturaleza


puede ser derivada formalmente del simple axioma por el cual es irracional
tratar desigualmente a seres iguales, puesto que parte de una proposición
sustantiva implícita, según la cual todos los seres humanos son de igual valor
moral. Esto le permite argumentar que el deber de preservar la vida de
cualquier hombre supone el igual deber de preservar la vida de todos y, por
lo tanto, el deber de preservar la humanidad, absteniéndose de las acciones
que perjudiquen la vida, la libertad y la propiedad de otros.

Las dificultades aparecen al intentar conciliar ambas concepciones de la


ley natural. Está claro que aceptada la existencia de la ley natural, ésta no
puede ser innata de acuerdo a Locke.

Sin embargo, para él también es evidente la existencia de un Ser


todopoderoso del que todo depende, hasta el punto que, como afirma
Aaron, preferiría Locke abandonar el concepto de una ley de la naturaleza en
lugar de negar la omnipotencia de Dios. «Dios es la fuente última de la ley
[…] Y el único legislador universal es una deidad omnipotente». El
inconveniente, pasa por congeniar los dos extremos: la
«naturalidad/secularidad» de la ley natural y su origen divino, su
«divinidad/eternidad».
En carta a James Tyrell, Locke sugiere una posible transacción: concebir la ley
de la naturaleza como «una rama de la ley divina». Nuestra razón puede así
percibir qué es bueno para el hombre y obedecer la ley natural; sin embargo,
en tanto ley, es obligatoria para el hombre, porque como toda otra ley, es
mandato, en este caso divino. En tal sentido, es decir, en el de haber sido
impuesta a nosotros por Dios –acota Aaron–, «podemos decir que la ley de la
naturaleza es también una ley positiva.

Este es el tipo de compromiso que Locke parece favorecer». Aaron sugiere


que, examinada desde su costado racionalista («secular»), sin desconocer su
origen divino, la ley natural está en perfecta consonancia con la razón
humana y que aquélla alcanza hasta donde ésta llega. Para esto basta con
alegar que Dios, sin dejar de ser libre, no actúa caprichosa sino
razonablemente, de acuerdo a la
razón (humana). Pero la solución no es tal, puesto que Locke no examinó –y
por lo mismo tampoco resolvió– las dificultades de este planteamiento.

De modo que hay que concluir, según Aaron, que la obediencia a la ley moral
es debida en razón de que se trata de cumplir la voluntad de Dios, que
establece recompensas a la obediencia e impone castigo a la desobediencia;
y al hacerlo así, obedecemos también a nuestra naturaleza y tomamos a
nuestra razón por guía. Para esto es indispensable que Locke afirme que
nuestra razón es la revelación natural. Y efectivamente lo hace así.

La resolución, empero, está lejos de la enseñanza de la doctrina tradicional.


Hay una gran distancia entre la tradición cristiana de la ley natural y la
voluntarista/racionalista, teológica/secular, de Locke. En principio, porque no
acepta que la creatura humana, a imagen de Dios, lleva impresa en su
naturaleza la ley moral; y, además, porque reduce Dios a su voluntad,
potencia o poder; voluntad que no tiene sino relativo correlato con las
tendencias de la naturaleza humana. No puede decirse que Locke preserva la
tradición de la ley natural porque difiere de ella en su noción de Dios, en su
concepción de la naturaleza humana, al igual que en su concepto de ley. Y
como es la razón el colador de la revelación, la teología se ha convertido en
esclava de la filosofía: theologiae ancilla philosophia.

3. Características del Iusnaturalismo

Tras definir al Iusnaturalismo como la doctrina que considera al Derecho


desde el punto de vista natural, es decir, una escuela de pensamiento que
afirma la existencia de un derecho superior (Derecho Natural), cabe señalar
en este apartado sus características esenciales, las cuales son las siguientes:
5.1 La doctrina del iusnaturalismo se rige por una línea de principios
que son de carácter universal e inalterable que dan base a las leyes
jurídicas positivas, y aquellas que no cumplan con dichos
parámetros o vayan en contra son consideradas ilegítimas.

5.2 Es inalienable, es decir, es decir, evita ser apoderado por el


control político, ya que el derecho natural se considera previo y
superior a la existencia del poder el Estado y el derecho positivo, los
cuales han sido creados por el hombre.

5.3 En el Iusnaturalismo existe un derecho imprescriptible a la


conservación y protección de la vida, toda vez que se trata de una
ley
natural no impuesta por ningún orden social, político o jurídico, no
genera contradicción racional y está acorde con el pensamiento
metafísico que reconoce el carácter óntico de toda persona

5.4 Es la doctrina en la cual existen leyes que no han sido puestas por
la voluntad humana y en cuanto tales son anteriores a la formación de
cualquier grupo social.

5.5 Las leyes que propone el iusnaturalismo son reconocibles mediante


la búsqueda racional, de las que derivan, como de toda ley moral o
jurídica, derechos y deberes que son por el hecho de derivar de una ley
natural, derechos y deberes naturales, es decir, son leyes que
conocemos por medio de la razón (Gonzalez, 2017).

4. Clasificación
Existen distintos tipos de Iusnaturalismo según el fundamento de los
principios universales.

4.1 Iusnaturalismo Clásico


Por clásico se entiende a la época del nacimiento del iusnaturalismo, en
Grecia y Roma, con los autores que han puesto las bases de esta concepción
del derecho. Sus coordenadas fundamentales tendrán una continuidad en la
época medieval, aunque dominada por la cultura cristiana (Trujillo, 2015).

El iusnaturalismo clásico está basado en la doctrina aristotélica, que dice que


el Derecho se basa en principios naturales, aunque no necesariamente son
inmutables, porque el hombre cambia. Este tipo de iusnaturalismo se
caracteriza por defender la existencia de una naturaleza común a todos los
seres humanos, de la que cabe deducir racionalmente una serie de principios
y formas universales de conducta, esto es, el derecho natural, que
conformaría la noción de justicia cuya validez será igualmente universal y en
la que deberían basarse todas las leyes positivas que rigen el comportamiento
de los hombres.

Las consecuencias son en primer lugar, afirmar la universalidad en la


condición humana, lo que deriva la igualdad de todos los seres humanos. En
segundo lugar, afirmar las exigencias normativas de la naturaleza humana
supone afirmar que existe un criterio moral objetivo que permite establecer
lo que está bien y lo que está mal en cuanto al comportamiento. Y en tercer
lugar, afirmar que ese orden moral objetivo puede conocerse a través de la
razón humana supone afirmar que los principios fundamentales de la justicia
tienen alcance universal.
Asimismo, el iusnaturalismo clásico afirma que el derecho positivo se
justifica en la medida que respeta al denominado derecho natural, el
mismo que es concebido como aquella parte de la ley natural que hace
referencia a las relaciones de justicia; y la ley natural no es sino la
participación del género en la ley divina.

4.1.1 Principales representantes

6.1.1.1 En la Grecia antigua: Los autores griegos clásicos no reflexionaron


específicamente sobre el derecho sino sobre la justicia. El pensamiento
griego antiguo piensa en una concepción acerca de la cosmología del
mundo, según la cual, todo lo existente está organizado y estructurado de
acuerdo con un orden, lo que se conoce como el cosmos, al cual deben
ajustarse todos los seres humanos para evitar incurrir en el caos y el desorden,
del cual provienen todos los desastres.

- Anaximandro: Es el primero que alude expresamente a una justicia


cósmica, la cual gobierna al mundo y hace que cada parte se
corresponda con otra produciendo la armonía.

- Los sofistas: Comenzaron a situar el centro de su reflexión no en la


cosmología sino en la antropología, afirmando que el hombre es la
medida de todas las cosas. Fueron los primeros que defendieron la
igualdad de los seres humanos.

- Sócrates: Se refirió constantemente a la justicia y a la ley. Sostiene que


por encima de los hombres existe un mundo de valores objetivos, entre
ellas el de la justicia, que ostenta un estatus superior a cualquier
determinación humana. Asimismo, considera al Estado como una
realidad natural y a sus leyes como la encarnación de ese ideal superior
y objetivo de justicia. Debido a la armonía existente entre la justicia
objetiva y las leyes humanas, estas deben ser siempre respetadas y
obedecidas ciegamente. Por tanto, el respeto a la ley no proviene de su
valor intrínseco, sino de su contenido moral.

- Platón: Trata un planteamiento radicalmente utópico pero cuyo valor


radica entre conocer la razón y la capacidad de discernir lo justo de lo
injusto. En su obra “Las Leyes” afirma que sólo será verdadera y
auténtica aquella ley que esté hecha en semejanza a la ley ideal.
Asimismo, señala
que la fuente del derecho no se encuentra en la voluntad del
legislador, sino en la justicia.
Un ideal ético en el cual el legislador deberá tener siempre en cuenta y
puesta su mirada para imitarlo y reproducirlo en la ley. Por otro lado,
considera que el fin de las leyes no es conseguir que los ciudadanos
adecuen su conducta externa a lo regulado, sin hacer que las personas
sean virtuosas.

- Aristóteles: Para Aristóteles, la justicia es una virtud fundamentalmente


social que se realiza en la comunidad. Afirma que para convencer a los
hombres de practicar la virtud, no son suficientes los razonamientos
porque la mayoría siguen los impulsos y no escuchan la voz de la
razón. Asimismo, señala que la ley es necesaria en cuanto es una
norma racional que proviene de una sabiduría y un intelecto, y tiene
fuerza para obligar. Por otro lado, al estudiar la justicia suscita 3
elementos fundamentales de la vida jurídica: el carácter intersubjetivo
del derecho, su fundamento racional y la dimensión coercitiva de la ley,
y a partir de esto establece el fin fundamental de la política, que no es
otro que la legislación.

Asimismo, la cuestión más compleja que suscita Aristóteles versa sobre


la relación entre la ley y la naturaleza, lo cual le hace valer la
denominación de la ley natural. En la Ética Nicómaco hace referencia
entre lo justo por ley y lo justo según la naturaleza, considerando esto
como expresión de una justicia objetiva en las relaciones humanas que
deriva la propia naturaleza y como tal resulta inalterable y permanente.

Señala que natural es lo justo que tiene la misma fuerza en todas las
partes, independientemente que haya sido o no mandado, y lo justo
por ley, en cambio, es aquella solución cuya justicia viene de que haya
sido establecida así por una ley humana; lo cual hace referencia a una
primera distinción entre el derecho natural y el derecho positivo.
Donde más profundiza Aristóteles sobre la relación entre el derecho y
la naturaleza es en La Retórica, a propósito de la distinción entre la ley
escrita que es la propia de un pueblo y la ley no escrita, que es aquella
común a todos.

6.1.1.2 En la Roma antigua


- Séneca: Construye una doctrina de la fraternidad y el amor universal y
para él, los hombres son iguales por el hecho de ser hombres porque
participan de una única esencia divina.
- Cicerón: Sus escritos recogen la herencia del pensamiento clásico a las
posteriores generaciones, tanto medieval como moderna. En relación a
la justicia, sigue a Platón concibiéndola como una virtud total. Se
plantea el origen del derecho, cuyo sentido no puede alcanzarse en el
derecho positivo, sino en la filosofía. De ahí que para explicar la
naturaleza del derecho, se debe profundizar en la naturaleza del
hombre. Asimismo, una vez establecido el derecho natural como
fundamento de la ley positiva, desarrolla su teoría del Estado fijándose
básicamente en el derecho positivo.

Por tanto, debemos entender que para el iusnaturalismo clásico, la fuente


normativa del derecho se encuentra en la naturaleza.

4.2. Iusnaturalismo Cristiano


El iusnaturalismo ha sido la corriente (tradición) de pensamiento jurídico
más larga o duradera, sus orígenes se remontan a la Grecia y Roma
clásicas (con Sócrates, Platón, Aristóteles, Cicerón, entre otros), llegando
hasta nuestros días; empero, lo que se ha venido a denominar el
iusnaturalismo religioso o teológico (Santo Tomás, San Agustín, la
escolástica española), se da hasta la edad media. (Pérez y González, 2015).
Sin embargo, este tipo de naturalismo aparece vinculado a la divinidad, y
por ello, a la religiones, sobre todo al cristianismo.

En efecto, la filosofía cristiana se inspiró en el pensamiento griego y en la


jurisprudencia romana para crear un sistema de derecho natural con sentido
teológico; San Agustín fundamentó el orden del universo de la ley eterna que
significa “razón suprema y voluntad de Dios que manda respetar el orden
natural y prohíbe perturbarlo”, siendo que aquella constituye el modelo de
las leyes humanas temporales (y que se extienden sólo a un sector de la
conducta que es el que comprende las relaciones sociales), en la cual debe
basarse el legislados, claro está adaptándose a las circunstancias de
naturaleza variable; el máximo exponente es Santo Tomás de Aquino, de cuya
concepción de Derecho, su teoría de la justicia, su interpretación del Estado,
muestran la comprensión del sentido ético de la vida humana temporal a la
luz de las ideas cristianas. Por tanto, se inspira en la filosofía griega y en la
jurisprudencia romana, las cuales conservan la idea de que hay un Dios
creador del universo, señala que las ideas fundamentales del derecho como
la justicia, el bien común, la equidad, la felicidad humana tienen origen natural
en la razón humana y ésta es creación divina
Asimismo, este tipo de iusnaturalismo afirma que el origen del derecho
natural es Dios y que las leyes positivas deben derivarse del mismo;
entonces, se concluye que el derecho obedece a la voluntad de Dios. Por
otro lado, el iusnaturalismo cristiano no es subjetivo, porque la
objetividad de la divinidad se hace patente en la existencia del mundo,
esta teoría señala que hay un ser perfecto causante de toda existencia
(Dios) y en esa existencia yace la justicia entre los hombres.

4.2.1. Derecho divino


Santo Tomás de Aquino nos dice que el derecho divino, esto es, el derecho
proveniente de Dios es ya derecho natural, ya derecho creado. Este derecho
natural –como Dios mismo– no es creado (tampoco por Dios) sino no-
creado. Estas normas son derecho natural, en tanto que son inmanentes a la
naturaleza de Dios, quien justamente es según su esencia un Dios justo. Lo
que importa aquí es que la naturaleza, fuente del derecho natural, no es la
realidad empírica, sino la naturaleza de Dios, una naturaleza “trascendente”. Y
como tal se revela también la naturaleza del “hombre” en su carácter de
fuente del derecho natural. (Kelsen, 2008)

Asimismo, el Derecho divino existe y funciona decididamente en las religiones


y los Derechos nacionales como en el Judaismo, en el Islam, en el Hinduísmo, en
el Budismo y en el Confucianismo. El Derecho divino deriva de los escritos
dogmáticos propios, por eso diferentes especies de Derecho divino pueden
existir, uno al lado del otro, en los diferentes países. (Rauchhaupt, 1962)Pero
todos estos Derechos divinos se encuentran en la adoración de Dios y en la ley
moral común a todos, que dice: Si no quieres que se te haga algo a ti, no lo
hagas tú al otro; y, los mandamientos que tienen fuerza en toda la moral
cristiana.

Además, esta parte del derecho nos dice que todos deberían vivir en el amor
de Dios y en el amor al hermano o prójimo. Debido a que, este amor al prójimo
forma la base para el entendimiento de Dios. El Derecho divino también se
encuentra en los escritos revelados del Nuevo Testamento y del Antiguo
Testamento, ya que, los mandamientos principales pertenecen a las leyes de
Dios y el amor al prójimo.

4.2.2. Derecho moral


Respecto al derecho moral, no es infrecuente que se califique como tal el
orden de las relaciones del hombre con Dios. De este modo, se hace notar
que la moral es una dimensión, un orden o una recta disposición que regula
las relaciones del hombre, en cuanto persona, con Dios. Según esta
concepción, el derecho moral es un conjunto de leyes, un cúmulo de
mandatos, con el carácter extrínseco propio
de toda ley, a los cuales el hombre debe obedecer. Se puede decir que, la
moral es entendida como algo exterior al hombre mismo y su fundamento
queda situado, simplemente, en la existencia de un Ser superior que manda,
que impone unos imperativos que deben cumplirse.

De este modo, Fornés (1984), nos dice que el derecho moral se presenta con
las siguientes características:
A. Es un orden intrínseco al hombre.
B. Es un orden objetivo, ya que la estructura óntica de la personalidad
se recibe de Dios, y no es algo constituido por el hombre.
C. Es el orden inherente a la libertad, puesto que corresponde al
desarrollo de la personalidad del hombre según su propio ser.
D. Es responsabilidad ante Dios, como respuesta a la vocación que
representan el ser y la existencia del hombre (sentido vocacional del
ser humano; la vocación como 'proyecto de existencia' de Dios
para cada hombre en concreto). En este sentido, el orden moral es, a
su vez, orden del hombre en cuanto tiene una relación con Dios.
E. En la medida en que la estructura óntica de la persona humana es
idéntica en todos los hombres, por lo que concierne a su núcleo
esencial, es posible deducir (abstracción) y formular unas constantes
universales, que son las llamadas normas de moral.

Es claro que el derecho moral y el orden jurídico, pese a ser diversos, no se


hallan disociados. Esto debido a que, la comunidad cuyo orden justo es el
Derecho, es la expresión de una dimensión de la estructura óntica de la
personalidad: es decir, la socialidad, la cual debe ser entendida como, la
apertura esencialmente inherente de la persona humana hacia los demás, y,
por lo tanto, existe en virtud de la misma naturaleza (y, en la Iglesia). Pero
conviene reparar en esto, ya que, a nuestro modo de ver, aquí radica todo el
núcleo de la cuestión, mientras la socialidad es una estructura personal, la
comunidad es el producto histórico, el efecto real de esa dimensión.

4.2.3. Justicia humana


Ya nos dice, Matthaeum, que definir el término Justicia humana deviene en
una serie de controversias y oposiciones por los tratadistas y filósofos, pues
cualquiera que fuese su conceptualización será susceptible a críticas aceptadas y
puramente formales. En ese ínterin, La idea de Justicia- en su forma general
divina- resulta determinante para llegar a la aproximación.
Se entiende por Justicia a aquel carácter que se encuentra ingénita en el alma
humana, pues su desenvolvimiento depende de la propia naturaleza, ya que
al evolucionar al igual que el conocimiento lo realiza de manera paulatina y
gradual. Si nos remontamos a siglos de siglos anteriores, la convivencia
humana, desprendida de su existencia, ha vinculado a esta con la noción de
“orden”, pues, se constriñe a aquel conjunto de normas que delimitan y
determinan el obrar o accionar humano mediante normas limitativas y
reguladoras.

Este orden jurídico positivo, restringido e imperativo, permite aducir dos


cuestiones, la primera, que la idea o fundamento de lo claramente “
ordenado” resulta insuficiente e ineficiente para abarcar todas las situaciones
jurídicas pasibles de regulación; y la segunda, que ante esta carencia, toma y
se torna relevante la ley divina, es decir, justicia divina.
Entonces, se define como justicia humana, a aquel ideal materializado, rígido,
limitativo y angosto de orden, que no sobrepasa la existencia y experiencia
terrenal, pues deviene de la imperfección moral y cognoscitiva del hombre,
orientándose más que en la bondad, en la igualdad; dicho de otro, este tipo
de Justicia, interpretada individualmente, en ningún caso basta por sí sola
para señalarnos la vía que conduce al bien o fin supremo.

Para Vecchio (2015), resulta de utilidad reconocer los caracteres que


presentan estas dos tipologías - Justicia Humana y Justicia Divina- pues la
primera pierde su valor en cuanto la aplicación de la segunda, ya que esta
busca una justicia suprema a la humana; es decir, la superioridad de la
Justicia Divina se atribuye al término justo con misericordia.

A efectos de concluir este apartado, es menester precisar lo siguiente, la


comparación entre Justicia Divina y Justicia Humana, basta para
amonestarnos de por sí, siendo nuestros juicios ampliamente falibles, por
ende, se debe ser cauto con las sentencias o resoluciones que se expidan o
seamos partícipes en su expedición ya que estamos sujetos a ser juzgados,
condenados o pasibles del pecado.

4.3. Iusnaturalismo Racionalista


4.3.1. La moral
De lo expuesto, se precisa lo siguiente; que frente a las perspectivas idealistas
de la historia, y en espera de cualquier posición antihistórica del
Iusnaturalismo, hubo autores como Guido Fasso, Rodolfo Mondolfo o Werner
Jaeger, cuyas tesis denunciaban la inviabilidad de toda tentativa doctrinal que
estuviese dispuesta a
vincular el mundo greco-romano con una ética naturalista, es decir al
cristianismo con la moral subjetiva moderna.
En ese sentido, se precisó que, la ética moral, no debería ser el resultante de
la íntima correlación existente entre el subjetivismo y el racionalismo; pues
solo desde un planteamiento homogéneo de la evolución histórica filosófica
que ponderarse las principales aportaciones que en cada época se habían
realizado para la cristalización de este concepto, podría accederse a una
comprensión integral de los problemas y cuestiones respecto a esta, que
aborda la Filosofía del Derecho.
Si bien, la moral a lo largo de la historia ha formado parte del Derecho Natural,
incluso, penetrando e incidiendo en el iusnaturalismo cristiano como “forma
de”, muchos autores que constituyen doctrina están en desacuerdo, pues esta
circunstancia obedece básicamente a la materialización de un proceso viciado
mediante el cual, la identidad de la ética moral cristiana se diluía a medida que se
iban filtrando restos de lo que en su momento constituía la veta racionalista del
iusnaturalismo antiguo, produciéndose finalmente una auténtica simbiosis entre
ambas concepciones. Dicho de otro modo, el cristianismo representó un
movimiento que no sólo circunscribe al terreno de la moral, sino que también
afectaba al área de lo jurídico-político, pues negaban la sacralidad o investidura
del gobernante, a efectos que imperen los principios y convicciones más
elementales de su religión monoteista. En ese sentido, la moral fue tergiversada
y adaptada a la gradual juridificación de la sociedad cristiana y la penetración
de la teoría estoica sobre la ley natural universal.
Ya nos dice, San Ambrosio, que;
Ninguno de estos autores parece ser consciente del riesgo que asumen
al interpretar la citada carta paulina como un símbolo de la
compatibilidad entre los postulados cristianos y el iusnaturalismo
racionalista, dado que, si se aceptaba la existencia de un Derecho
natural que sin necesidad de ser revelado, como era el caso de la ley
mosaica, pudiera servir como media para lograr la salvación de los
hombres, también supondría un serio obstáculo contra la redención, la
gracia divina y, por ende, el advenimiento de Cristo. (pp. 05).
Debido que, en definitiva a través de la vía iusnaturalista, el racionalismo
había logrado acceder a la doctrina cristiana, a pesar de que inicialmente
fueran conceptos antitéticos.

No obstante, como ya se ha mencionado, sin estos albores iniciales, la obra


de Santo Tomas de Aquino no podría haber sido conocida, pues en
realidad, su creación se concibe como aquella piedra angular que
determina el proceso evolutivo iusnaturalista-racionalista; originándose en
razón de las directrices del
pensamiento tomista, la «modernidad» del pensamiento filosófico del
Aquinate, y por otro, el «carácter humanista y racional» de la ética tomista; de
este modo la moral podría ser entendida, prescindiendo del superficial
revestimiento teológico.

4.3.2. La razón
Según Welzel (1971) el iusnaturalismo racionalista representa, en el ámbito de la
historia del pensamiento filosófico- jurídico, la consecución de un hito muy
importante de secularización del mundo moderno. Dicho proceso, delimita una
nueva concepción del antiguo problema de la ley natural, refiriéndose, a “la
ruptura del monolitismo y la uniformidad religiosa por obra de la Reforma
protestante”, iba a llevar coherentemente a la necesidad histórica de un
iusnaturalismo no fundado de modo ineludible en la ley eterna, pues si se quiere
encontrar un concepto unitario de derecho natural, aceptado por todos
los hombres sean cual fueren sus ideas religiosa, se hace preciso
independizar aquél afirmación de la autonomía e independencia de la razón
humana frente a la razón teológica, por dicho motivo, se piensa que la base y
fundamento de este derecho natural no puede ser más, la ley eterna, sino, la
misma naturaleza RACIONAL del hombre, que pertenece y corresponde por
igual a todo género humano: la razón, es el común a todo hombre, y sobre
ella se puede construir un auténtico y nuevo derecho natural.
Entonces, es así, la naturaleza humana y social, será ahora el fundamento
ético y los contenidos de un derecho natural que, como la razón humana, es
universal y de total validez, pues en palabra de uno de sus máximos
representantes Hugo Grocio: “valdría de algún modo aún cuando de admitiera
lo que no se podria hacerse sin incurrir en un crimen horrendo- que no hay
Dios o que, si lo hay, no se interesa en las cosas humanas” y “la época del
derecho natural teológico había cumplido su cometido e, impulsaba
inmanentemente una secularización cada vez mayor, teniendo que pasar a
nuevas manos por razón de la problemática alcanzada”
4.3.3. Ética racional
Otra característica a resaltar del iusnaturalismo racional, es la autonomía y
papel predominante que fue adquiriendo las ideas de naturaleza y razón
humana, pues, gracias a eso, se va a propiciar la construcción de una ética
social por un lado universal y, por otro, mínima. Universal por que sus
principios se van a obtener de común razón humana , y mínima por que
pretende su validez sin negar las diferencias culturales o religiosas.
Esta idea, se encargará de unir un conjunto de autores, pues consistirá en la
construcción de una ética racional, separada definitivamente de la teología y
capaz por sí misma de garantizar la universalidad de los principios de la
conducta humana, justamente , porque está basada en un análisis y una
crítica racional de los fundamentos mucho más que en la teología.
Debemos tener presente que la gran parte de los representante iusnaturalista
racionalistas son defensores de la tolerancia en materia religiosa, lo que
resulta incluso un poco beneficioso
4.3.4. Derecho Natural
Desde un inicio se rompió la ligación del derecho con la divinidad y se
refugia en el conocimiento certero que emana del puro eidos y de la pura
razón, es así que solo el abordaje racional y científica, podía zanjar las
disputas. Autores como Grocio, negaron que el Ius Gentium tuviera sus
cimientos en los fundamentos de índole teológica general, por lo que debía
ser universal, es decir que no fuera específico para la comunidad cristiana,
para ello utiliza el recurso de instaurar a la autoridad como fuente única y
fidedigna de conocimiento, tanto sagrada como filosófica
Dicha actitud resulta trascendental, pues trastocar profundamente el rol del
jurista como del derecho, es decir, el trabajo del jurista debe ser el de
desentrañar las leyes objetivas inscritas en la naturaleza, y no ser solo un
intérprete de textos antiguos o de las santas escrituras.
Para el iusnaturalismo racionalista,el derecho natural es una suerte de
“apetito social y racional” hacia la justicia, por lo que el hombre debe buscar
formar comunidades pacíficas y ordenadas.

4.3.5. Estado de naturaleza y Estado Civil.


Se establece una distinción entre el estado del hombre antes de la
convivencia política (status naturalis) y el estado posterior a dicha convivencia
(status civilis), es decir, se entiende que el hombre es naturalmente un ser
asocial y que el hecho de que lo hombres constituyan sociedades políticas, es
un “estado adventicio” proveniente del mismo, y por eso motivó, al unirse en
sociedad no se desprende de su naturaleza.
Lo anterior mencionado, da lugar a lo que llamaremos como el pactismo, el
cual corresponde al paso del status naturalis al status civilis, el cual será un
“contrato” entre los hombres en estado de naturaleza, y el origen de la
sociedad.
Del mismo modo, se suelen distinguir dos pactos, el primero, el pactum
unionis, donde se constituye el grupo social; el segundo, el pactum
subjectionis, por el cual
,dicho grupo social accede a someterse a una autoridad. Por ellos, podemos
entender que el Estado no es una institución natural, sino una creación
artificial que nace de la voluntad del individuo.
CAPÍTULO III: CRÍTICA A LA TEORÍA IUSNATURALISTA

5. Principales críticos del Iusnaturalismo


5.1 Jeremy Bentham

Jeremy Bentham, el creador del utilitarismo, ofrece una vigorosa crítica al


derecho natural, doctrina dominante en la tradición inglesa especialmente a
través de la influencia de Blackstone. Desde su juventud Bentham se opuso a
la doctrina iusnaturalista, como puede apreciarse en “Un fragmento sobre el
Gobierno'', aparecido en 1776. Enuncia allí un principio que inmediatamente
trae a la memoria la idea de la norma básica kelseniana:
“Cualquier persona que efectivamente ejerza el poder supremo (…) esa
persona tiene el derecho de ejercerlo.

Veinte años después, encontramos a un Bentham de aún mayor vehemencia


en “Anarchical Fallacies”, tomando ahora como blanco la declaración de
derechos de la Revolución Francesa.

Bentham cuestiona la existencia de derechos naturales anteriores a la


existencia del gobierno, sosteniendo que perderían su razón de ser en los
países en los que ya hay un gobierno. Serían, por otra parte, derechos que
conducen al fanatismo, lo que lleva a Bentham a distinguir entre el crítico
racional y el anarquista, entre el hombre moderado y el hombre violento:
mientras el crítico racional reconoce la existencia del derecho, aunque se
oponga a él, y sólo propone su reforma, el anarquista niega validez al
derecho en cuestión. Puesto que el partidario del derecho natural niega
validez al derecho positivo que se opone al derecho natural, Bentham no
encuentra dificultades en equiparar al anarquista.

Para Bentham, el único derecho, como enseguida veremos, es el derecho


positivo, que existan razones para desear que hubiera tales cosas como
derechos, no significa que haya derechos, puesto que el hambre no equivale
al pan.

El único recurso que Bentham acepta para obtener principios generales del
derecho, entonces, es deducirlos de las proposiciones menos generales que
constituyen el derecho positivo.

La posición benthamita es clara: Yo no conozco derechos naturales excepto


los que son creados por la utilidad general, e incluso en ese sentido sería
mucho mejor si la palabra nunca fuera usada. Ese tipo de lenguaje es en todo
caso falso: ese tipo de lenguaje, o es pernicioso, o, como mucho, es un modo
inadecuado y falaz de indicar lo que es verdadero.
Como argumento adicional, Bentham sugiere también que un motivo para
desconfiar de la existencia de los supuestos derechos naturales reside en la
circunstancia de que ellos varían de país en país, y pone como ejemplo de ello
los derechos sucesorios.

5.2 John Stuart Mill


La posición de Mill acerca del derecho natural –en cambio– no refleja
exactamente la de Bentham, puesto que él acepta la existencia de
derechos morales. Pero estos derechos, como ahora veremos, no
dependen de la naturaleza, ni de la voluntad de Dios, sino que se sustentan
en su capacidad para producir felicidad. Mill se ocupa de ellos en el capítulo
de “Utilitarismo” que trata de la justicia, en el cual señala que un caso de
injusticia consiste en privar a cualquier persona de aquello a lo cual tiene
un derecho moral.
Por una parte, Mill reconoce que la idea de justicia parece abarcar
generalmente la idea de un derecho personal:
La justicia implica algo que no solo es correcto hacer, e incorrecto no
hacer, sino algo que alguna persona individual pueda reclamarnos como su
derecho moral.

Pero ¿cuál es el origen y el alcance de ese derecho moral? Mill piensa que la
justicia requiere primariamente tratar a todos igualmente bien, pero que este
gran deber moral es una emanación directa del principal principio de la
moral, está abarcado en el significado mismo de la utilidad, o principio de la
mayor felicidad.

De modo que Mill está diciendo únicamente que es posible interpretar el


principio supremo utilitarista como un principio que otorga derechos
morales, pero no está diciendo que existan derechos morales que provengan
de alguna fuente independiente al principio de la mayor felicidad.

5.3 Hans Kelsen

Son sobradamente conocidas la figura y la doctrina de Hans Kelsen (1881-


1973), el artífice de la célebre «Teoría Pura del Derecho», mediante la cual el
positivismo jurídico de tipo normativista ha sido desarrollado hasta el límite
de sus posibilidades. En efecto, hasta tal punto se han divulgado sus tesis
más características en el ámbito de los estudios jurídicos, que apenas se
hallará quien al menos no asocie inmediatamente su nombre con la postura
positivista –el
derecho como equivalente a la norma positiva– y, por ende, con un neto y
consustancial rechazo del derecho natural.

Podría casi deducirse a priori el empeño kelseniano por criticar el


iusnaturalismo, dado que la afirmación de la mencionada ecuación
iuspositivista es el exacto revés del destierro del derecho natural fuera del
campo propiamente jurídico. Su biógrafo Métall confirma esta
inseparabilidad entre la tarea positiva de construcción del sistema
kelseniano y la labor de crítica de las teorías favorables al derecho natural.

Como es perfectamente lógico, el argumento central de la crítica anti


iusnaturalista del creador de la Teoría Pura coincide con el principio que
constituye la piedra angular de todo su sistema: la separación, mejor dicho
incomunicación, entre el ser y el deber ser, o sea, entre las esferas del Sein y
del Sollen, o, con otras expresiones que a estos efectos son equivalentes en
su pensamiento, entre naturaleza y norma, entre realidad y valor, entre
principio de causalidad y principio de imputación.

Veamos cómo en su obra Justicia y Derecho Natural, publicada en 1959,


explica lo que constituiría «el error lógico de la teoría iusnaturalista».
«Entendiendo por ‘naturaleza’ la realidad empírica de los hechos concretos
en general o la naturaleza particular tal como viene dada en el
comportamiento concreto
–interior o exterior– de los hombres, resultará que una teoría que pretende
poder deducir de la naturaleza las normas descansa sobre un error lógico
fundamental.

Esta naturaleza es, en efecto, un conjunto de hechos conectados entre sí en


virtud del principio de causalidad, es decir, como causa y efecto: esa
naturaleza es, pues, un ser (Sein). Ahora bien, de un ser no puede deducirse
un deber (Sollen), de un hecho no puede deducirse una norma: ningún deber
puede ser inmanente al ser, ninguna norma a un hecho, ningún valor a la
realidad empírica. Solamente aplicando desde el exterior un deber (Sollen) al
ser (Sein), unas normas a los hechos, cabe juzgar a éstos como conformes a
la norma, o sea buenos y justos, o como contrarios a ella, o sea malos e
injustos; solamente así cabe valorar la realidad y calificarla como algo dotado
o carente de valor. Imaginar que cabe descubrir o reconocer las normas en los
hechos, los valores en la realidad, significa ser víctimas de una ilusión. Para
poder deducir esas normas desde los hechos lo que se hace es proyectar,
incluso de manera inconsciente, sobre esa realidad fáctica las normas que se
presuponen y que constituyen los valores. La realidad y los valores
pertenecen a dos campos distintos»
Una segunda objeción contra el derecho natural que Kelsen desarrolla con
detalle e insistencia es la basada en el dualismo derecho natural-derecho
positivo que todo iusnaturalismo comporta. Concebido el derecho natural
como un conjunto de normas distintas y paralelas a las del derecho positivo,
«se llega así, por tanto, a un dualismo característico: por una parte, un orden
ideal trascendente no creado por los hombres y superior a cualquier otro; por
otra, un orden real creado por los hombres, es decir positivo (...). La teoría
idealista del derecho, contrariamente a la teoría realista, posee un carácter
dualista. Esta es monista en cuanto que, a diferencia de la primera, ignora la
coexistencia de un derecho ideal no creado por los hombres, sino derivado
de una autoridad trascendente, y un derecho real, creado por los hombres; la
teoría realista reconoce sólo un derecho: el derecho positivo creado por los
hombres».

Kelsen critica de varios modos este dualismo de la postura iusnaturalista. Por


una parte, sostiene que: «De la idea del Derecho natural como orden del
comportamiento humano, orden inmanente a la naturaleza y deducible de
ella, cabría concluir que el derecho positivo, creado artificialmente por los
hombres, es algo completamente superfluo y que el intento de crear un
derecho de este tipo es algo siempre pernicioso en cuanto que puede llevar
a un apartamiento con respecto al Derecho natural que es el único justo».
Esta sería la lógica interna del iusnaturalismo, aunque sus teóricos –precisa
Kelsen a renglón seguido– no se atengan a ella. Por otra parte, el dualismo
de órdenes normativos sería intrínsecamente contradictorio.

En efecto, refiriéndose a lo que supondría la posibilidad de aceptar que las


mismas normas positivas humanas sean juzgadas y valoradas jurídicamente
en virtud de su adecuación con una norma de justicia –como sería por
antonomasia el derecho natural–, escribe: «Supone esto que ambas, la norma
de justicia y la norma de derecho positivo, son consideradas
simultáneamente como válidas, cosa que resulta imposible cuando las
normas son contradictorias. En este supuesto, sólo una de las dos puede ser
considerada válida. Así tenemos: frente a una norma de justicia que se
supone válida, una norma de derecho positivo que la contradiga no puede
ser considerada válida; o en caso contrario: frente a una norma de derecho
positivo que se supone válida, una norma de justicia que la contradiga no
puede ser considerada válida»

6. Los Derechos Humanos y el Iusnaturalismo


6.1 Anàlisis de la STC N.°. 09332-2006-PA/TC
La STC 09332-2006-PA/TC presenta la disociación de elementos
inevitablemente ligados:
● El matrimonio desligado de la sexualidad,
● La sexualidad de la procreación, la filiación, etc.

Como consecuencia de estas situaciones los operadores del Derecho buscan


soluciones no muchas veces acordes con el bien de la persona y de su
naturaleza, De ahí que, a través de la STC 09332-2006-PA/TC se reconocieron
las nuevas estructuras familiares, “las familias surgidas de las uniones de
hecho, las monoparentales y las que en doctrina se han denominado familias
reconstituidas”. (Fundamento 8).

Desarrollo del Caso:

- El Tribunal Constitucional se ocupó del reclamo de don Reynaldo


Armando Shols Pérez, quien tras solicitar al Centro Naval del Perú le
otorgara a su hijastra un carné familiar igual que al hijo nacido dentro de
la nueva estructura familiar, fue rechazada su petición.
- El Tribunal Constitucional le “otorga tutela jurisdiccional efectiva al
actor y en estricto respeto del deber constitucional de protección de la
familia, declara fundada la demanda de amparo”, ordenando la
emisión del carné a su hijastra bajo la equiparación con una hija
biológica.
- El Poder Judicial, afirmó que nuestra legislación no puede ser ajena al
contexto social por lo que se hace necesaria y urgente la protección a
todas las familias, aun cuando no tengan como base el matrimonio,
ello independientemente de si tal situación sea positiva o no para la
convivencia y el desarrollo social.
- Vemos cómo el eje de discusión dio un giro: del derecho lesionado del
actor se centrará en lo que el Tribunal Constitucional deduce que
proviene de la CPP, la invocación del derecho a la constitución de una
familia y al reconocimiento y respeto a la nueva estructura familiar .

Fundamentos Iusnaturalistas para analizar la STC 09332-2006-PA/TC en lo


referente a las nuevas estructuras familiares:

- A la familia se la pretende erosionar en sus bases más profundas


tratando de confiscar el carácter natural que le es propio. Frente a ello
J. Hervada afirma que en cada persona humana existe una real
estructura fundamental llamada naturaleza humana, que conforma a
cada hombre (Hervada, 2008), y la familia está conformada por esta
persona humana que, precisamente se edifica en el núcleo familiar. En
ese ambiente natural se desarrolla. Cuando la STC 09332-2006-PA/TC
equipara a la familia con
las nuevas estructuras familiares, está trastocando el ámbito natural
donde la persona ha de ser y desarrollarse, toda vez que constituyen
“estructuras frágiles de materializar”. (Fundamento 14 STCP).
- A la dignidad de la persona humana también se le pretende vaciar de
contenido (Hervada, 2008) J. Hervada puntualiza que la persona es una
sustancia de naturaleza racional por lo tanto su dignidad es una
eminencia de ser –la persona es ser perfectísimo- objetiva, inherente a
la ontología de la persona e independiente de estimaciones subjetivas;
y consiste en aquella perfección del ser que comporta el orden del
deber-ser (debitud y exigibilidad, en el plano personal, moral y
jurídico). La dignidad de la persona es propia de todo hombre y se
constituye en criterio normativo. Un detalle relevante: “como la
dignidad tiene su raíz en la naturaleza –sin la naturaleza no hay
dignidad- los derechos y deberes radican en la naturaleza humana y
constituyen, por tanto, el derecho natural”. Por tanto, atentar contra la
familia también constituye un atentado contra esa misma dignidad,
porque se le privará a la persona de un derecho natural que le es
propio; siendo así que la dignidad es el valor esencial de los Derechos
Humanos, de esta forma si la STC 09332-2006-PA/TC, atenta contra la
institución familiar, también está vulnerando la dignidad de la persona.

6.2 Análisis de la STC N° 10819-2017


Proceso de Amparo
● Codemandantes: Jenny Victoria Trujillo Cueva y Darling Yvone Delfín
Ponce esta última en representación del menor Dakarai Andrés Delfín
Trujillo.
● Demandado: RENIEC
● Pretensión principal: solicita que la entidad demandada (RENIEC)
reconozca a Jenny Victoria Trujillo Cueva como madre del menor de
iníciales DADT; y consecuentemente, se ordene incorporar dicho
vínculo filial en el documento nacional de identidad (DNI) del menor
antes mencionado.
● Las demandantes alegan la vulneración de los siguientes derechos:
- Derecho a la identidad del menor de iníciales DADT.
- Derecho a la personalidad jurídica del menor de iníciales DADT.
- Derecho a no ser separado de sus padres.
- Derecho a la protección a la familia del menor de iníciales DADT,
Jenny Victoria Trujillo Cueva y Darling Yvone Delfín Ponce.
- Derecho a no ser discriminado por la orientación sexual de sus
madres.
- Derecho a ser madre, como parte de los derechos al libre
desarrollo de la personalidad y a la privacidad de Jenny Victoria
Trujillo Cueva.
- Derecho a no ser discriminada por su orientación sexual de
Jenny Victoria Trujillo Cueva.
● Algunas consideraciones del Órgano Constitucional:
7. Por lo tanto, corresponde en sede constitucional proteger a la familia, que
es el núcleo fundamental de la sociedad, hecho que la Convención Americana
sobre Derechos Humanos ha tenido a bien contemplar en dos artículos para
su protección, Artículo 11º numeral 2 y el Artículo 17º de la misma, al igual el
Artículo 16º de la Convención sobre los Derechos del Niño el cual garantiza
el derecho del niño a la vida familiar. Como se señaló, la Constitución
establece que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad, no obstante,
ésta "no ha definido el concepto de familia, menos aún lo ha limitado a una
modalidad determinada". Por el contrario, se ha entendido que el concepto
de familia debe interpretarse en un sentido amplio.
8. En este mismo sentido, la Corte IDH ha señalado en el Caso Atala Riffo y
niñas Vs. Chile que: «no se encuentra determinado un concepto cerrado de
familia, ni mucho menos se protege sólo un modelo "tradicional" de la
misma», debido a que no existe un modelo específico de familia.
18. Sumado a lo expuesto, en cuanto al interés superior del niño,
corresponde tener en cuenta lo señalado por el Comité de los Derechos del
Niño4 , donde se ha destacado que se trata de un concepto triple. Por
cuanto, en primer lugar, es un derecho sustantivo que implica que el interés
superior del niño "sea una consideración primordial que se evalúe y tenga en
cuenta al sopesar distintos intereses para tomar una decisión sobre una
cuestión debatida, y la garantía de que ese derecho se pondrá en práctica
siempre que se tenga que adoptar una decisión que afecte a un niño."
23. En este mismo sentido se debe precisar y tomar en consideración que el
interés superior del niño "debe ser una consideración primordial en la
adopción de todas las medidas de aplicación"5 , Esto genera una sólida
obligación a los Estados, los cuales "no pueden decidir a su discreción si el
interés superior del niño es una consideración primordial que ha de valorarse
y a la que debe atribuirse la importancia adecuada en cualquier medida que
se tome"6 , sino que este siempre debe ser una consideración primordial
cuando se trata de un niño como ocurre en el presente caso. A mayor
abundamiento, el Comité ha sido enfático al señalar que "el interés superior
del niño no puede estar al mismo nivel que todas las demás
consideraciones"7 , debido a la especial situación en que se encuentran niños
y niñas.
● Resuelve:
1) Declarar FUNDADA en parte la demanda interpuesta Jenny Victoria Trujillo
Cueva y Darling Yvone Delfín Ponce, en cuanto a ordenar a la entidad
demandada (RENIEC) proceda a inscribir en el Documento Nacional de
Identidad del menor de iníciales DADT a ambas madres respectivamente.
2) Exhortar que la entidad demandada (RENIEC) dentro de sus facultades,
tenga en cuenta siempre el interés superior del niño al momento de
emitir actos administrativos en los cuales se pueda generar indefensión y
perjuicio a niños, niñas y adolescentes, conforme a la protección que da las
normas nacionales y supranacionales en materia de derechos humanos
ratificados por el Perú.
3) Declarar infundada la demanda en cuanto a los demás derechos señalados
conforme lo establecido en la presente resolución.

7. Posiciòn y apreciaciòn grupal (Interés actual del Iusnaturalismo para


el estudio del Derecho)

Después de haber desarrollado ampliamente la evolución de la corriente


iusnaturalista en la historia con sus respectivas corrientes y autores,
queremos ahora, como grupo, presentar una postura respecto a qué
corriente histórica del iusnaturalismo nos parece más adecuada; y para ello
vamos hacer referencia, brevemente, a cada época, resaltando sus principales
representantes y, sobre todo, haciendo un especial hincapié en lo que
consideramos incorrecto de dichas posturas para finalmente tomar una
postura bien fundamentada.

Como se ha podido apreciar en la exposición, tenemos al Iusnaturalismo


clásico en cuyo periodo encontramos tanto a pensadores griegos como
romanos. Respecto de la Filosofía griega, hemos visto que en ella se
debatió el problema de la naturaleza y fundamento de la ley y la justicia cuya
pregunta resumen era:
¿lo justo depende de la voluntad de los hombres o es anterior a esa
voluntad? Y frente a ella surgía como respuestas: a) La idea primitiva griega
es la de todos los antiguos pueblos: la ley y la justicia son de origen divino,
proviene de lo alto, es anterior, y superior a la voluntad y costumbres
humanas. Esta es la idea de la ley divina o la ordenanza y voz de los dioses. b)
frente a esta concepción surge la oposición de los sofistas, escuela
esencialmente crítica que destruye las antiguas concepciones griegas. El
sofista es escéptico y, en consecuencia, eleva la opinión del hombre al plano
supremo de criterio de toda verdad y norma de todo principio. “El hombre es
la medida de todas las cosas”, afirmó Protágoras. De este modo, negaron la
existencia de normas y leyes superiores al hombre, la existencia de una justicia
natural necesaria y universal; afirmaron la tesis contraria según la cual toda
ley, toda justicia, depende de la voluntad humana. Todo ello implica un
relativismo universal ya que el fundamento y fuente de todo el orden jurídico
sería la voluble voluntad y opinión de los hombres. c) estas dos corrientes
desembocan en Aristóteles, el cual toma posición en el gran debate,
admitiendo un doble derecho: el derecho natural y el derecho positivo,
fundado en la voluntad humana.
El derecho natural se funda en la naturaleza, es universal e independiente de
las opiniones humanas y peculiaridades de los pueblos. “Natural es la justicia
que en todas partes tiene la misma fuerza”. Aristóteles entiende por
naturaleza: no sólo la parte animal sino, sobre todo, la parte racional o forma.
El derecho positivo depende de las decisiones de los hombres. La materia
sobre la cual versa es lo indiferente, aquello que por naturaleza no es bueno
ni malo sino indiferente; a esto indiferente la decisión humana lo hace, justo
o injusto. “Legal es lo que originalmente es indiferente, pero cuando ha sido
ya establecido ya no es indiferente”

Pues bien, hasta acá todo parece muy bien, sin embargo, Aristóteles apenas
tiene idea de la dignidad de la persona humana en el sentido actual. Para
Aristóteles, es natural la institución de la esclavitud; el esclavo no es hombre.
Por otro lado, la mente de Aristóteles es fundamentalmente de orientación
totalitaria. Por eso, considera al hombre siempre como parte de la Ciudad,
enfoque dominante en toda filosofía totalitaria. De donde se sigue la
consecuencia lógica de que Aristóteles no concibe al hombre como un ser
revestido de derechos naturales frente al Estado y a la autoridad. Ni siquiera
aparece en Aristóteles el concepto de derecho subjetivo, es decir, el derecho
en sentido de facultad moral de exigir algo. Aristóteles habla de la ley y de la
justicia, pero no habla del derecho en el tercer sentido: en el sentido de
subjetivo.

Finalmente tenemos a la escuela estoica tuvo un concepto superior de la


dignidad humana y predicó el principio “homo homini res sacra”, así
como un concepto más universalista e igualitario de la naturaleza humana.
El estoicismo trata de desbordar los límites de tribu, ciudad, clase, -
propios de la antigua mentalidad. Sin embargo, el estoico concibió al
universo de forma panteísta, animado por una razón o logos.

De este modo, encontramos elementos muy rescatables y válidos en el


pensamiento griego, pero también otras ideas que no podemos asumir.

También hemos podido ver en este periodo iusnaturalista a El pensamiento


de los romanos en donde encontramos a autores como Cicerón el cual tiene
la idea de una ley natural y eterna. Esta ley es natural y racional, consecuencia de
la razón existente en los hombres. Cicerón combate con ironía la tesis de que la
voluntad humana es la fuente de la justicia y del derecho. Si se da a los hombres
tal atribución, Cicerón dice que serán elevados al rango del derecho el robo, el
adulterio y la falsificación. Por otro lado, tenemos al Jurisconsulto Ulpiano el cual
entiende al derecho natural en un sentido restrictivo: por naturaleza entiende la
naturaleza animal; el derecho natural comprende las exigencias de la naturaleza
animal en punto tal, como el instinto de conservación y de reproducción,
comunes al hombre y al animal, porque ambos son instintos de la animalidad.
No entran en este concepto de derecho natural las exigencias de la
naturaleza humana en cuanto tal, es decir, en cuanto racional.

Así pues, también encontramos ideas aceptables en el pensamiento romano,


pero otros no aceptables como el concepto reduccionista de Ulpiano.

La otra corriente que hemos podido apreciar es la del Iusnaturalismo


Cristiano. Para ellos el derecho se dividía en: ius naturale, ius gentium, ius
civile. Esta es también la división que encontramos en Santo Tomás. ¿Cuál es
el criterio para definir lo que es derecho de gentes? Santo Tomás utiliza,
diversos criterios: a) El criterio romano de la universalidad: el derecho de
gentes es un derecho común a los diversos pueblos y, por tanto, universal:
“apud omnes gentes custoditur”. b) El criterio de la conexión con el derecho
natural. El derecho de gentes es una conclusión derivada de los principios del
derecho natural; en cambio, el derecho civil es una determinación del
derecho natural. c) El criterio del fundamento o fuente de la cual procede. El
derecho de gentes es una exigencia de la naturaleza humana en cuanto
humana o racional, como la propiedad, la inviolabilidad de los legados, la
fidelidad, a los contratos.

¿Cuál es la relación existente entre el derecho de gentes y el derecho natural?


En Santo Tomás existe un doble concepto de derecho natural: el aristotélico y
el de Ulpiano. De ahí que, según utilice uno u otro, la respuesta de Santo
Tomás es diferente. Cuando Santo Tomás utiliza el concepto de derecho
natural de Ulpiano, entonces dice que el ius gentium no es derecho natural.
En esta terminología es derecho natural solamente aquello que es exigencia
de la naturaleza en cuanto animal, como los instintos de conservación y
procreación; es de derecho de gentes lo que es exigencia de la naturaleza
humana en cuanto racional. Cuando Santo Tomás utiliza la terminología
aristotélica, incluye el derecho de gentes en el derecho natural. En este caso el
derecho natural incluye las exigencias de la naturaleza humana en su doble
aspecto, animal y racional.

Este periodo es pues un periodo muy enriquecedor para el derecho


iusnaturalista en cuanto que los escolásticos recogieron la doctrina de los
clásicos y la mejoraron teniendo en cuenta los aportes de la teología. Por
tanto, podemos considerar que fue un periodo muy enriquecedor para el
iusnaturalismo. Finalmente, tenemos al Iusnaturalismo racionalista. En esta
época tenemos ya un proceso de secularización, de crítica y ruptura entre las
diversas ciencias. La filosofía ha roto sus relaciones con la Teología, la moral
se ha separado de la metafísica y de la Teología; el derecho es separado de
la moral. Se seculariza el
concepto de ley natural y se seculariza también el derecho natural. En este
ambiente este derecho iusnaturalista se funda en la libertad ilimitada del
individuo. De aquí se derivan sus notas dominantes: a) es racionalista porque
se funda en la tesis de la soberanía absoluta e independencia de la razón y
de la naturaleza humanas. Tal razón se hace rebelde a todo lo que sea
“prejuicio”, dando a este término el sentido etimológico de juicio o idea
anterior o superior al propio criterio y juicio individual. El hombre así
entendido es un ser esencialmente rebelde al dogma, a la tradición y a toda
autoridad que no estén conformes con su propio criterio. Todo ello refleja el
ambiente revolucionario y racionalista de la época. La teoría tradicional es
racional pero no racionalista. Es racional en cuanto que el derecho natural es
conocido y formulado por la razón y es consecuencia de las exigencias
implicadas; en la naturaleza o ser racional del hombre. Pero no es
racionalista, porque la razón humana aparece como tributaria de otra razón
superior. El hombre formado en esta escuela no es un ser rebelde a todo
criterio superior, porque la estructura misma de la naturaleza encierra ya una
intención superior que es preciso reconocer. b) es radicalmente individualista,
el racionalismo encierra ya el voluntarismo. El voluntarismo individualista deja
a merced de la voluntad humana toda institución social. Se concibe a la
naturaleza humana como asocial (Rousseau). De aquí derivan el principio de
que la libre voluntad de los individuos tiene el derecho de determinar no sólo
todas las instituciones sino también toda la institución. La teoría tradicional,
en cambio, admite un derecho natural del individuo, pero también admite un
derecho natural de las sociedades e instituciones, que la voluntad individual
debe respetar. El hombre es social a natura; y esta naturaleza impone
sociedades e instituciones, cuya estructura es natural, anterior en sus
cláusulas básicas a la voluntad individual. Así: el matrimonio es una
institución natural; la unidad e indisolubilidad son exigencias de la naturaleza;
la voluntad individual ha de acatar estas cláusulas institucionales. La
asociación es un derecho natural que el individuo no puede eliminar. La
voluntad general es una norma de organización política, pero no es la norma
suprema, porque, por encima de la voluntad general, está la ley natural que
esa voluntad no puede traspasar sin degenerar en tiranía. c) es hedonista, la
naturaleza del individuo es entendida en sentido hedonista que es la versión
de la época. Las exigencias de tal naturaleza son de carácter hedonista y
libertino. Prácticamente este derecho se reduce: al derecho a la libertad, a la
vida y al disfrute sin límite de la propiedad. A esto se reduce esta teoría del
iusnaturalismo. El concepto de libertad existente en esta época era un
concepto casi ilimitado, ya que no se admitía más límite que el daño al
prójimo. El artículo 4 de la Declaración francesa de los derechos del hombre
dice: “La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no dañe a otro”.
Pero, además de estos límites sociales, hay que admitir otros límites morales
si se ha de evitar el libertinismo,
límites que no eran aceptables a la filosofía hedonista.La teoría tradicional no
tiene un concepto hedonista de la naturaleza humana. La ley fundamental de
esta naturaleza es la perfección, no el placer. En su estructura interior, la
parte inferior (sensitiva y pasional) debe estar sometida a la parte superior. En
Sus relaciones exteriores, la naturaleza humana tiene una relación de
dependencia para con Dios, de donde se sigue la sumisión a un Ser supremo.
En relación con los demás hombres y la sociedad, el hombre está vinculado
por relaciones de justicia que implican, el respeto a los demás y la positiva
cooperación al bien común, de donde se derivan limitaciones a los intereses
particulares y al derecho de propiedad.

Pues bien, dicho todo esto, como grupo, queremos señalar que no tomamos
una posición por una corriente específica pues durante la investigación
realizada hemos encontrado en cada una de ellas muchas cosas
enriquecedoras para el derecho y, por ello, asumiendo una postura un poco
sincretista, consideramos que lo más adecuado es asumir las riquezas de cada
corriente del iusnaturalismo. En este sentido, nos consideramos
iusnaturalistas clásicos al asumir todos los aportes buenos de Aristóteles y
Cicerón, pero también iusnaturalistas medievales al asumir la riqueza que nos
aporta santo Tomás con su filosofía. Y finalmente, un poco más con pinzas,
también asumimos todo lo que sea rescatable del iusnaturalismo racional,
más no del iusnaturalismo racionalista que, como se ha visto, es
completamente otra cosa.

CONCLUSIONES

● El derecho natural es una concepción moral muy general creada, ante


todo, para refutar al escepticismo moral. Su premisa básica es que las
creencias morales humanas tienen un fundamento racional, en la forma
de principios generales de conducta recta que reflejan una naturaleza
humana determinada y racional. Su punto débil ha sido la dificultad de
mostrar cómo pueden traducirse estas exigencias tan generales en
máximas prácticas fiables y específicas. En efecto, al ser las normas
jurídicas naturales expresión de la naturaleza común a todos los
hombres, se sigue como conclusión necesaria el que tales normas
rigen para toda la humanidad, sin importar otras circunstancias
concretas. Así pues, a pesar de las múltiples variaciones que pueden
desprenderse de la diferencia de costumbres y de circunstancias, la
tradición clásica ve un núcleo común en la pluralidad jurídica. Esta idea
podría tener singular utilidad en los actuales procesos de diálogo entre
regímenes jurídicos y frente al nuevo panorama que plantea el
multiculturalismo.
● Los representantes del iusnaturalismo consignados en las diversas
edades, coinciden en afirmar que hay unos principios morales y de
justicia universalmente válidos y asequibles a la razón humana. Afirman
a su vez que toda norma jurídica puede recibir este calificativo sólo si
no contradice estos principios morales y de justicia supremos. Estos
principios están llamados a actuar como fundamento legitimador y
como instancia crítica de todo derecho positivo. Tales principios, que
suelen y pueden ser designados con el nombre genérico e impreciso
de Derecho Natural, representan una síntesis o paradigma del
verdadero derecho correcto, un derecho no creado por el hombre que
desempeña también la función de servir de pauta directriz para el
establecimiento y aplicación de los diversos derechos positivos; cabe
mencionar que otras corrientes filosóficas también fueron percibidas
en este contexto, como el utilitarismo y el positivismo sin embargo, su
relevancia, cayó en detrimento pues sus concepciones eran erróneas
en base al iusnaturalismo, lo cual supondría un peligro para la
naturaleza de la persona, el incorporar los pensamientos de aquellas
corrientes en la esfera del derecho.

● Como grupo, queremos señalar que no tomamos una posición por una
corriente específica pues durante la investigación realizada hemos
encontrado en cada una de ellas muchas cosas enriquecedoras para el
derecho y, por ello, asumiendo una postura un poco sincretista,
consideramos que lo más adecuado es asumir las riquezas de cada
corriente del iusnaturalismo. En este sentido, nos consideramos
iusnaturalistas clásicos al asumir todos los aportes buenos de
Aristóteles y Cicerón, pero también iusnaturalistas medievales al asumir
la riqueza que nos aporta santo Tomás con su filosofía. Y finalmente,
un poco más con pinzas, también asumimos todo lo que sea rescatable
del iusnaturalismo racional, más no del iusnaturalismo racionalista que,
como se ha visto, es completamente otra cosa.
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